Fuego Quotes

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Puedo dominarte. Porque fui humana y te conozco. Porque fui demonio y te comprendo. Y porque fui un ángel y no te temo.
Laura Gallego García (Alas de fuego (Ahriel, #1))
Yo prefiero olvidarlas porque olvidar a la gente que solo se conoció en palabras es extraño, mientras existieron fueron más intensas que lo real y ahora son más distantes que los desconocidos.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
La gente triste no tiene piedad.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma. Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra. Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que no soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecha es mía, tan cerca que cierran tus ojos con mi sueño.
Pablo Neruda (100 Love Sonnets)
Los placeres violentos poseen finales violentos y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo en que se consumen el fuego y la pólvora en un beso voraz.
William Shakespeare
hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar.
Julio Cortázar (Todos los fuegos el fuego)
Cuando me besas, Gwendolyn Shepherd, es como si perdiera el contacto con el suelo. No tengo ni idea de cómo lo haces ni de dónde lo has aprendido. En todo caso, si ha sido en una película, tenemos que verla juntos. Lo que quiero decir es que cuando me besas, ya no quiero hacer nada más que sentirte y tenerte entre mis brazos. ¡Mierda, estoy tan terriblemente enamorado de ti que es como si hubieran volcado una lata de gasolina en mi interior y le hubieran prendido fuego!
Kerstin Gier (Smaragdgrün (Edelstein-Trilogie, #3))
- ¿Cómo sabe una si está realmente enamorada de un hombre? - Eso es fácil. Sólo querés estar con él, sentir su presencia, mirarlo, olerlo. Querés que te toque y tocarlo. Cuando lo ves aparecer, te emocionás tanto que te duele la boca del estómago. Pensás en ese hombre día y noche. Te dormís pensando en él y te levantás pensando en él.
Florencia Bonelli (París (Caballo de Fuego #1))
En mi experiencia, estas guerras en paises del tercer mundo no se ganan con balas sino con enfermedades, y no hablo de armas biológicas sino de desidia, de brutalidad, de olvido y de marginalidad” ― Florencia Bonelli, Caballo de Fuego: Congo
Florencia Bonelli (Congo)
... mi maligna manera de entender el mundo me ayudaba a reirme por lo bajo...
Julio Cortázar (Todos los fuegos el fuego)
—Las quemas las hacen los hombres, chiquita. Siempre nos quemaron. Ahora nos quemamos nosotras. Pero no nos vamos a morir: vamos a mostrar nuestras cicatrices.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: "amor, amor", y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!". Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: "Cultura". Cultura porque sólo a través de ella se puede resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz. Medio pan e un libro. Locución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada)
Federico García Lorca
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada. Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»). Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
Jaime Sabines (Recuento De Poemas, 1950-93 (Spanish Edition))
-A veces eres realmente... -Gideon sacudió la cabeza, y luego inspiró hondo y dijo muy serio-: Cuando me besas, Gwendolyn Sheperd, es como si perdiera el contacto con el suelo. No tengo ni idea de cómo lo haces ni de dónde lo has aprendido. En todo caso, si ha sido en una película, tenemos que verla juntos. -Se detuvo un momento-. Lo que quiero decir es que cuando me besas, ya no quiero hacer nada más que sentirte y tenerte entre mis brazos. ¡Mierda, estoy tan terriblemente enamorado de ti que es como si hubieran volcado una lata de gasolina en mi interior y le hubieran prendido fuego! Pero en este momento no podemos... al menos uno de nosotros debe mantener la cabeza fría. -La mirada que me lanzó disipó mis dudas-. Gwenny, todo esto me da un miedo horrible. Sin ti mi vida ya no tendría ningún sentido, sin ti... querría morirme si a ti te pasara algo.
Kerstin Gier
A lo mejor él decidió que su tristeza iba a estar a mi lado para siempre, hasta que él quisiera, porque la gente triste no tiene piedad.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
Domingo en fuego, I think I lost my halo..
twenty one pilots
Lo que sentía por él era como fuego. Había comenzado con una chispa provocada por una sonrisa, pero ahora era una flama. Una flama que había dejado crecer y que lo quemaba por dentro y que luchaba por volverse un incendio.
Claudia Ramírez Lomelí (La ladrona de la luna (El príncipe del sol, #2))
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden de vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".
Eduardo Galeano
...y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno.
Isabel Allende (The Japanese Lover)
Mi abuela tenía una teoría muy interesante; decía que todos nacemos con una caja de fósforos adentro, pero que no podemos encenderlos solos... necesitamos la ayuda del oxígeno y una vela. En este caso el oxígeno, por ejemplo, vendría del aliento de la persona que amamos; la vela podría ser cualquier tipo de comida, música, caricia, palabra o sonido que engendre la explosión que encenderá uno de los fósforos. Por un momento, nos deslumbra una emoción intensa. Una tibieza placentera crece dentro de nosotros, desvaneciéndose a medida que pasa el tiempo, hasta que llega una nueva explosión a revivirla. Cada persona tiene que descubrir qué disparará esas explosiones para poder vivir, puesto que la combustión que ocurre cuando uno de los fósforos se enciende es lo que nutre al alma. Ese fuego, en resumen, es su alimento. Si uno no averigua a tiempo qué cosa inicia esas explosiones, la caja de fósforos se humedece y ni uno solo de los fósforos se encenderá nunca.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
El pasado no es más que una huella sombría de lo que un día fuiste, pero no puedes dejar que te defina y te esclavice.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se ponga y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma, Aún hay vida en tus sueños
Mario Benedetti
Hemingway escribió: «El mundo nos rompe a todos, pero luego algunos se vuelven más fuertes en las partes rotas».
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Es una palabra. Las palabras son pálidas sombras de nombres olvidados. Los nombres tienen poder, y las palabras también. Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarles lágrimas a los corazones más duros. Existen diez palabras que minarán la más poderosa voluntad de un hombre. Pero una palabra no es más que la representación de un fuego. Un nombre es el fuego en sí.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
—Entonces... ¿Habéis dormido bien? ¿No te duele nada, Caleb? —preguntó Cahal cruzándose de brazos y sonriéndoles. —Ayer estabas bastante indispuesto. Aileen lo miró echando fuego por los ojos. —Muy bien, Cahal —contestó Caleb. —Ya no me duele nada. —¿Qué le dolía, señor? —preguntó María untando los gofres de chocolate. Aquella conversación se estaba saliendo del tiesto. —Los huevos —comentó Menw haciendo que todos se partieran de la risa. -¿Perdón? —dijo María agrandando los ojos de una manera no demasiado inocente. —Huevos —corrigió él. —¿Podría hacerme unos huevos fritos, también? —Claro —contestó María achicando los ojos. —Señorita Daanna, ¿me acercas los huevos de Menw? Aquel comentario tomó a todos desprevenidos y de repente estallaron a carcajadas. No se podían aguantar. María, Mewn, Cahal, Danna, Caleb & Aileen Serie Vanir -Libro de Jade
Lena Valenti (El libro de Jade (Saga Vanir #1))
Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirandote y jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya la luna. Y quisiera despertar todos los días viendote despertar. Hacerte el desayuno, el amor. Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que tenga que pasar esperandote por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú. Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas, aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciendote saber que eres la mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo. Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. Así te quedaría claro que eres amada por mí.
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
Somos grandes, alitas y nada...nada podrá pararnos'' Bran
Laura Gallego García (Alas de fuego (Ahriel, #1))
Si pudiera estar aquí y allí estaría en ti y en ti, prendería fuego a Troya mientras te regalo París, te miraría dormir y al mismo tiempo soñaría contigo.
Elvira Sastre (Baluarte)
Sus ojos castaños no eran más que madera para alimentar mi fuego.
Belén Martínez Sánchez (El vals de la bruja)
Among the scenes which are deeply impressed on my mind, none exceed in sublimity the primeval forests undefaced by the hand of man; whether those of Brazil, where the powers of Life are predominant, or those of Tierra del Fuego, where Death and decay prevail. Both are temples filled with the varied productions of the God of Nature: -- no one can stand in these solitudes unmoved, and not feel that there is more in man than the mere breath of his body.
Charles Darwin (Voyage of the Beagle)
Siempre hay alguien dispuesto a hacerte caer. Tal vez la cuestión no sea levantarse. Tal vez la cuestión sea quitarles el poder de hacerte caer.
Mike Lightwood (El fuego en el que ardo (Fuego y hielo, #1))
My diving bell becomes less oppressive, and my mind takes flight like a butterfly. There is so much to do. You can wander off in space or in time, set out for Tierra del Fuego or for King Midas’s court.
Jean-Dominique Bauby (The Diving Bell and the Butterfly)
– ¿Un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo? - oyó que preguntaba su voz, tenue y lejana. – El el único momento en que puede ser valiente, Bran - le respondió la voz de su padre.
George R.R. Martin (Juego de tronos, Libro 1 (Canción de hielo y fuego, #1))
La abracé y así, sin darme casi cuenta, pasé la primera noche de mi vida con una mujer al amparo de un cielo de telas y un fuego que ardía suavemente.
Benito Taibo (Persona normal)
Necesita la debilidad de alguien para demostrar su fuerza, al igual que el fuego necesita continuar quemando bosque para no desaparecer.
Eloy Moreno (Invisible)
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba derecha, con su metro cuarenta y ocho de estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita. ¿Tuvo Lolita una precursora? Naturalmente que sí. En realidad, Lolita no hubiera podido existir para mí si un verano no hubiese amado a otra niña iniciática. En un principado junto al mar. ¿Cuándo? Aquel verano faltaban para que naciera Lolita casi tantos como los que yo tenía entonces. Pueden contar en que la prosa de los asesinos sea siempre elegante, vaya que lo sé. Señoras y señores del jurado, la prueba número uno es lo que los serafines, los mal informados e ingenuos ángeles de majestuosas alas, envidiaron. Contemplen esta maraña de espinas.
Vladimir Nabokov
Yeah, equal pay for equal work and our bodies ourselves and Gloria Steinem and all that jazz...but in that dusty dark little corner of every woman's heart where we keep our maps of Tierra del Fuego lives the hunger to fetch a powerful man his slippers on her hands and knees.
Tiffany Reisz (The Gift (The Original Sinners, #0.15))
- ¿Estás enojado conmigo? (Joséphine) - ¿Debería estarlo? (Alamán) - Si. Te traté muy fríamente cuando llegué. - Muy fríamente. - Discúlpame. - ¿Por qué lo hiciste? - Ya te lo dije ayer, en casa. Porque tengo miedo de que me lastimes. - Ya te lo dije ayer, en tu casa: jamás te lastimaría. - Eso dicen todos. - Yo no soy todos.
Florencia Bonelli (Congo)
«La llama de un fósforo dura solo unos segundos, pero es capaz de incendiar un bosque.»
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Sobre él verteré el hambre y el fuego hasta que la desolación lo aturda y todos los demonios de la oscuridad exterior miren asombrados y reconozcan que la especialidad del hombre es la venganza.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Alzó el vuelo y se alejó hacia el sol naciente, y sus alas parecían arder a la luz del alba como si estuviesen envueltas en llamas.
Laura Gallego García (Alas de fuego (Ahriel, #1))
—Necesito un abrazo —, terminó con su voz varios tonos más ronca: la mezcla justa entre tono adormilado y el fuego abrasador de una excitación brutal.
Lissa D'Angelo fijación
La distancia es al amor lo que el viento al fuego: apaga el pequeño, pero aviva el grande.
Chufo Lloréns (Mar de fuego)
… desde el principio fueron como el fuego y la yesca; estaban destinados el uno al otro.
César Mallorquí (Las lágrimas de Shiva)
Nada me haría más feliz que mi hijo pudiese vivir en el futuro que ella construya.
Joana Marcús (Ciudades de fuego (Fuego, #3))
—No puedes tratar de encerrar en una única palabra lo que siento por ti, Casie —admitió él—. El fuego de mil infiernos no alcanzaría al castigo que supondría perderte.
Victoria Vilchez (La portadora de almas)
Somos todas las piezas de lo que recordamos. Tenemos en nosotros mismos las esperanzas y los temores de quienes nos aman. Mientras hay amor y memoria, no hay verdadera pérdida.- Tessa
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
—Tuve un buen maestro. —Y yo una alumna inmejorable.
Joana Marcús (Trilogía Fuego 1. Ciudades de humo)
Eres heterosexual y tienes bajas expectativas de las figuras paternales. —Probablemente pondrán eso en mi lápida “Era Heterosexual y Tenía Bajas Expectativas.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
NOVIA. ¡Porque yo me fui con el otro, me fui! (Con angustia.) Tú también te hubieras ido. Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera,y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes. Y yo corría con tu hijo que era como un niñito de agua, frío, y el otro me mandaba cientos de pájaros que me impedían el andar y que dejaban escarcha sobre mis heridas de pobre mujer marchita, de muchacha acariciada por el fuego. Yo no quería, ¡óyelo bien!, yo no quería. ¡Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar, como la cabezada de un mulo, y me hubiera arrastrado siempre, siempre, siempre, aun que hubiera sido vieja y todos los hijos de tu hijo me hubiesen agarrado de los cabellos.
Federico García Lorca (Bodas de sangre)
El hombre que dicta la sentencia debe blandir la espada. Si le vas a quitar la vida a un hombre, tienes un deber para con él, y es mirarlo a los ojos y escuchar sus últimas palabras. Si no soportas eso, quizá es que ese hombre no merece morir".
George R.R. Martin (Juego de tronos (Canción de hielo y fuego, #1))
Al rozar sus labios, entendí que el esfuerzo valía la pena. El dolor. Quitarme el chubasquero. Dejar pasar al miedo. Sentir. Sentir. Sentir. Vi ante mis ojos cómo las emociones se equilibraban con picos y bajadas cruzándose, porque si la tristeza no existiese, nadie se habría tomado nunca la molestia de inventar la palabra «felicidad». Y besarlo había sido eso. Una chispa de felicidad, de las que prenden y explotan como un castillo de fuegos artificiales. Había sido un cosquilleo en el estómago. El sabor de esa noche estrellada en los labios. El olor del mar impregnado en su piel. Sus dedos ásperos contra mi mejilla. Su mirada desnudándome por dentro. Él. De nuevo él. Siempre él.
Alice Kellen (Todo lo que nunca fuimos (Deja que ocurra, #1))
ARTE MAGNÉTICA DE tanto amar y andar salen los libros. Y si no tienen besos o regiones y si no tienen hombre a manos llenas, si no tienen mujer en cada gota, hambre, deseo, cólera, caminos, no sirven para escudo ni campana: están sin ojos y no podrán abrirlos, tendrán la boca muerta del precepto. Amé las genitales enramadas y entre sangre y amor cavé mis versos, en tierra dura establecí una rosa disputada entre el fuego y el rocío. Por eso pude caminar cantando.
Pablo Neruda
I taste you in the fleshy fruit of the guayaba that melts as slowly as your kisses in my mouth – your eyes that explode in sunlight, your humid, fluid voice the soft, oceanic touch of your fingertips.
Bear Step (Island Flirtations)
...y se corría a ochenta kilómetros por hora hacia las luces que crecían poco a poco, sin que ya se supiera bien por qué tanto apuro, por qué esa carrera en la noche entre autos desconocidos donde nadie sabía nada de los otros, donde todo el mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante.
Julio Cortázar (Todos los fuegos el fuego)
Ningún hombre sabe, hasta que llega el momento, qué profundidades hay en su interior. Para algunos hombres no llega nunca; dejémoslos descansar y demos gracias. Para mí, tú la has traído, tú la has forzado, y el fondo de ese mar embravecido se ha alzado desde entonces... Te amo. Lo que quieren decir otros hombres cuando usan esa expresión no lo sé; lo que quiero decir yo es que estoy bajo la influencia de una atracción terrible, que he resistido en vano y que me domina. Puedes arrastrarme al fuego, puedes arrastrarme a la horca, puedes arrastrarme a la muerte, puedes arrastrarme a todo aquello que siempre he evitado, puedes arrastrarme a cualquier peligro y cualquier desgracia. A eso y a la confusión de mis pensamientos, que es tal que no valgo para nada, es a lo que me refiero cuando digo que eres mi ruina.
Charles Dickens (Letters Of Charles Dickens To Wilkie Collins (1891))
¿No hay días en los que sientes que tu vida acaba de empezar, y otros en los que te parece que cargas con cientos de años a la espalda?
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
Creo que no me recuerda o me recuerda poco, vagamente, como si me hubiera conocido en un sueño.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
Burnings are the work of men. They have always burned us. Now we are burning ourselves. But we're not going to die; we're going to flaunt our scars.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
«Quien encuentra hace rato que está buscando, aunque no lo sepa.»
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor de anís y del carnero, el amanecer entre las islas.
Julio Cortázar (Todos los fuegos el fuego)
Aquello que amamos siepre acaba por destruirnos
George R.R. Martin (Juego de tronos (Canción de hielo y fuego, #1))
Me di cuenta de que el arte era una manera de vivir dos veces.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
El mundo se vuelve cruel cuando suficiente gente buena deja de intentar impedirlo
Joana Marcús (Ciudades de fuego (Trilogía Fuego, 3))
Quiero que sepa quién he sido de verdad, no lo que me obligaron a ser.
Joana Marcús (Ciudades de fuego (Fuego, #3))
De qué Dios estamos hablando es el problema.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
Tu cuerpo necesita algo frío. En eso consiste todo. Tu cuerpo necesita el frío e intenta crearlo, porque no lo encuentra en ninguna parte. Tu cabeza no puede ser, porque es de donde sale el calor, así que se centra en otros órganos. En el estómago. En el hígado. En los pulmones. Y, poco a poco, te das cuenta de que tu cuerpo arde por fuera, pero que estás helado por dentro. Tu cabeza está siempre alerta y se prepara para todas las posibilidades, pero cuando cierras los ojos siempre hay fondos blancos con líneas negras que se mueven en todas direcciones y, cuando coges aire, nunca es suficiente porque hay demasiadas cosas que podrían salir mal, y abres la boca y aún te cabe más aire que no eres capaz de coger, y no sabes qué hacer para conseguirlo, para conseguir eso o para conseguir nada, porque nunca eres el mejor. Nunca eres suficiente. Nunca sabes cómo moverte o qué decir o qué hacer y te da la sensación de que todos lo saben y así es como se siente la ansiedad.
Clara Cortés (Cosas que escribiste sobre el fuego)
Las valkyrias tenemos un dicho: Cupido era, en realidad, una mujer valkyria. Los einherjars y las valkyrias con kompromiss sufren las heridas permanentes de sus flechas. Y, cuando se reconocen por primera vez, el arrebato pasional que experimentan es como un fuego inapagable. Es para siempre. Bryn
Lena Valenti (El libro de Ardan (Saga Vanir, #7))
Eres un constante cambio, un constante cúmulo de momentos, experiencias, recuerdos y sueños. Eres lo que tú quieras ser.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
Existen muchas formas de sanar a una persona. Y las palabras son una vía muy poderosa, sobre todo cuando sabes cómo utilizarlas.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
También podría hablar de lo mucho que nos gusta encerrarnos a solas con nuestros demonios. A ver quién se destruye antes.
Alba Quintas Garciandia (La flor de fuego)
Jam on November took away the worries, It was like tasting summer...
El Fuego
Ya sabes, el racismo y el clasismo empieza por el olfato.
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
«Águilas picotean los ojos de los ciegos hasta obligarlos a ver.»
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
En los sueños no se siente dolor.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
Este país se divide en dos: en los que tienen miedo y en los que tienen rabia. Ustedes, burgueses, son los que tienen miedo.
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
No soy más que un papel —dijo—. Fino y frágil. Si me sujetan a contraluz, el sol brilla a través de mí. Si escriben en mí, ya no pueden volver a utilizarme. Estos arañazos componen una historia. Un relato. Cuentan cosas que otros pueden leer, pero ellos solo ven las palabras, y no el soporte en el que están escritas. No soy más que un papel y, aunque hay muchos otros como yo, ninguno es idéntico a mí. Soy pergamino reseco. Tengo pliegues, tengo agujeros. Si me mojan, me deshago. Si me prenden fuego, ardo. Si me cogen unas manos curtidas, me arrugo. Me desgarro. No soy más que un papel. Fino y frágil.
T.J. Klune (The House in the Cerulean Sea (Cerulean Chronicles, #1))
Nos quedamos los tres solos en la necrópolis. Tres jóvenes de piernas cruzadas y miradas perdidas pensando en lo que era el amor y lo que era la vida, en todas las personas rotas y en todo el dolor que nos rodeaba. En cómo aquella desesperanza podía también ser un triunfo. Sólo teníamos que sobrevivirla.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
La bandera Levántate conmigo. Nadie quisiera como yo quedarse sobre la almohada en que tus párpados quieren cerrar el mundo para mí. Allí también quisiera dejar dormir mi sangre rodeando tu dulzura. Pero levántate, tú, levántate, pero conmigo levántate y salgamos reunidos a luchar cuerpo a cuerpo contra las telarañas del malvado, contra el sistema que reparte el hambre, contra la organización de la miseria. Vamos, y tú, mi estrella, junto a mí, recién nacida de mi propia arcilla, ya habrás hallado el manantial que ocultas y en medio del fuego estarás junto a mí, con tus ojos bravíos, alzando mi bandera.
Pablo Neruda
Estuviera donde estuviese, siempre era el centro de todas las miradas.— Kvothe frunció el ceño—. No me interpretéis mal. No quiero decir que fuera llamativa, ni vanidosa. Si miramos el fuego es porque parpadea, porque resplandece. Lo que atrae nuestra mirada es la luz, pero lo que hace que un hombre se acerque al fuego no tiene nada que ver con su resplandor. Lo que te atrae del fuego es el calor que sientes cuando te acercas a él.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
La beso, a ella la beso, y no soy hipócrita. La beso como podría morderla, y a veces la muerdo, o comérmela y masticarla y digerirla. Porque hay una desesperada necesidad, casi diría una obligación, de marcar al otro, a la otra, aunque sea con los dientes, y aunque alguno de estos sea postizo. Dejar una marca propia es cosa de vida o muerte, o de muerte solamente, porque la intención subterránea es pasar la muerte, es seguir existiendo después del fin. Y a esos efectos tanto sirve la existencia de un hijo como la de una cicatriz. Después de todo, también el hijo es una cicatriz. Buena definición para proponer a la Academia. Hijo: cicatriz de amor.
Mario Benedetti (Gracias por el fuego)
Eliah —Decímelo todo, por favor, Matilde. Quiero ayudarte. Matilde: “¿Sí? ¿Me ayudarías? ¿O saldrías espantado?” —No sabés cuánto me ayudás abrazándome de este modo. Me hacés sentir fuerte cuando me abrazás. Me hacés sentir que soy capaz de conquistar el mundo. Eliah —Mi amor, nadie me había dicho algo tan hermoso, jamás. Si lo que necesitás es mi fuerza, te la doy toda.
Florencia Bonelli (París (Caballo de Fuego #1))
Mira, las mujeres son como el fuego, como las llamas. Algunas son como velas, luminosas e inofensivas. Algunas son como chispas, o como brasas, o como las luciérnagas que perseguimos las noches de verano. Algunas son como hogueras, un derroche de luz y de calor para una sola noche, y quieren que después las dejen en paz.Algunas son como el fuego de la chimenea: no muy espectaculares, pero por debajo tienen cálidas y rojas brasas que arden mucho tiempo. Pero Dianne... Dianne es como una cascada de chispas que sale de un afilado cuchillo de hierro que Dios acerca a la piedra de afilar. No puedes evitar mirar, no puedes evitar desearla. Hasta es posible que acerques una mano durante un segundo. pero no puedes dejarla allí. Te partirá el corazón.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
En ocasiones, cuando se embriagaba, Sikrosio decía cosas extrañas. Señalaba al Norte, y murmuraba: «De la Selva, llega el misterio». Indicaba después hacia el Este: «De la Estepa, la destrucción, el fuego, la muerte...». Luego, volvíase hacia el Sur: «Del otro lado de las Lisias, el sueño, lo imposible..., y la mentira». Por fin, con voz donde latía una misteriosa tristeza, señalaba a Occidente: «Y de más allá de las tundras, el olvido».
Ana María Matute (Olvidado rey Gudú)
Su dedo índice recorrió los lomos de los libros, desgastados por el uso y por el tiempo. Eligió uno de sus favoritos y se lo llevó hasta la mecedora. Una vez allí se puso los anteojos y bien acomodada frente al fuego, con una taza de chocolate caliente y el libro abierto sobre su regazo, lo abrió por una página al azar y se dispuso a dejarse llevar por la magia de las palabras.
Laura Gallego García (Todas las hadas del reino (Todas las hadas del reino, #1))
Parece que en toda la historia de la humanidad no ha habido ningún caso de abuela que cocinara mal. Además, esto debe de ser algún efecto genético que los científicos todavía no han descifrado. Hay madres que pueden preparar mejunjes infumables que nos obligan a comer como lentejas o espinacas, pero en el momento en que esa madre es abuela es como si del cielo bajara una lengua de fuego pentecostal y le regalara un título de máster chef por ciencia infusa.
J.M. Mulet (Comer sin miedo: Mitos, falacias y mentiras sobre la alimentación en el siglo XXI (Imago Mundi) (Spanish Edition))
They walked him into the cane and then turned him around. He tried to stand bravely... They looked at Oscar and he looked at them and then he started to speak. The words coming out like they belonged to someone else, his Spanish good for once. He told them that what they were doing was wrong, that they were going to take a great love out of the world. Love was a rare thing, easily confused with a million other things, and if anybody knew this to be true it was him. He told them about Ybón and the way he loved her and how much they had risked and that they'd started to dream the same dreams and say the same words. He told them that it was only because of her love that he'd been able to do the thing that he had done, the thing they could no longer stop, told them if they killed him they would probably feel nothing and their children would probably feel nothing either, not until they were old and weak or about to be struck by a car and then they would sense him waiting for them on the other side and over there he wouldn't b no fatboy or dork or kid no girl had ever loved; over there he'd be a hero, an avenger. Because anything you can dream (he put his hand up) you can be. They waited respectfully for him to finish and then they said, their faces slowly disappearing in the gloom, Listen, we'll let you go if you tell us what "fuego" means in English. Fire, he blurted out, unable to help himself. Oscar—
Junot Díaz (The Brief Wondrous Life of Oscar Wao)
Valora a tu parabatai -Dijo-. Porque es un enlace precioso. Todo amor es precioso. Es por eso que hacemos lo que hacemos. ¿Por qué luchamos contra los demonios? ¿Por qué ellos no encajan custodiados en este mundo? ¿Qué nos hace mejores? Es porque ellos no construyen, sino que destruyen. Ellos no aman, pero odian solamente. Somos humanos y falibles, somos cazadores de sombras. Pero si no tuviésemos la capacidad de amar, no podríamos guardar a los seres humanos; hay que amarlos para protegerlos. Mi parabatai, amaba como pocos jamás podrían amar, con todos y todo. Veo que eres así también; arde con más brillo en ti que el fuego de los cielos
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero. Porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo, abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron. Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos, No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estas sola, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.  – El mundo es eso — reveló —. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano (100 relatos breves: Antología (Spanish Edition))
—Tal vez siempre has sido sabio —dijo Jace—. Recuerdo que cuando te pregunté si querías ser mi parabatai, tú me dijiste que necesitabas un día para pensar en ello. Y luego volviste y dijiste que sí, y cuando te pregunté por qué accediste a hacerlo, dijiste que era porque necesitaba a alguien que me cuidara. Tenías razón. Nunca pensé en ello de nuevo, porque nunca tuve que hacerlo. Te tengo, y siempre has cuidado de mí. Siempre —No —dijo Alec—. No hables así. —No ¿Por qué? —Porque —dijo Alec—. Así es como la gente habla cuando piensan que van a morir
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Me miró, desde su altura, de una manera tal que me dio vuelta todo lo que tenía en el alma. Si alguien me mirara así cada tres o cuatro meses, estoy seguro de que mi vida sería digna de una biografía en varios tomos. En la mirada esa había de todo: agresión y ternura, desafío y ruego, erotismo, desdén, caricias, puñales, hielo, fuego, música… Me sentí como si un caballo me hubiera pateado la cabeza con las herraduras de los dos cascos traseros al mismo tiempo, pero dándose maña para hacerme sentir que me estaba haciendo un favor.
Mario Levrero (Fauna / Desplazamientos)
Te amo. Amo cada parte de ti, cada pensamiento y cada palabra ... todo el complicado y fascinante manojo de cosas que eres. Te quiero con diez tipos diferentes de necesidad a la vez. Amo todos tus estados, la forma en que eres ahora, la idea de cuánto mas bella serás en las próximas décadas. Te amo por ser la respuesta a cada pregunta que mi corazón pueda formular. Todos los fuegos de infierno podrían arder durante mil años y eso no igualaría lo que siento por ti en un minuto del día. Te amo tanto que no hay ningún placer en ello. Nada más que tormento. Porque si pudiera diluir lo que siento por ti a una millonésima parte, todavía sería lo suficiente como para matarte. E incluso si esto me vuelve loco, preferiría verte vivir en los brazos de ese bastardo frío y sin alma antes que morir en lo míos. Kev Merripen
Lisa Kleypas (Seduce Me at Sunrise (The Hathaways, #2))
Alguna vez había leído que mudarse estaba en tercer lugar entre las situaciones más estresantes, después del duelo y el despido. En los últimos dos años, ella había pasado por las tres: se había muerto su padre, la habían echado del trabajo y se había mudado. Y el tarado de su marido creía que podía soportar todo con voluntad.
Mariana Enríquez (Las cosas que perdimos en el fuego)
Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, en regiones contrarias, en un mediodía quemante: eras sólo el aroma de los cereales que amo. Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angol, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. Pero yo ya sabía cómo era. De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.
Pablo Neruda
- Dejame seguir, che. Yo te diría que eso que vos definís como manía o entusiasmo es algo particularmente masculino, sobre todo a partir de la edad adulta, porque es archisabido que en los hombres el niño se conserva mejor que en las mujeres. - Como quieras, en todo caso yo buscaré siempre esas mujeres que se inventan cada cinco minutos el aeroplano o el submarino, figuramente hablando, que no pueden ver un par de tijeras y una hoja de papel sin recortar un conejito, que cocinan echando miel en vez de aceite en la sartén para ver qué pasa con las costillas de cerdo, y que en cualquier momento se ponen el rimmel en la boca y el rouge en las cejas. - Mutatis mutandis, vos querés que sean como vos, rimmel aparte. - No que sean como yo, pero que me hagan sentirme yo mismo a cada minuto. - Las musas, en una palabra. - No es por eqoísmo ni porque ande necesitando palancas para mover el mundo. Solamente que vivir con una mujer pasiva me aplasta poco a poco, me quita las ganas de cambiarle la yerba al mate, de cantar a gritos mientras me baño; hay como una especie de sorda llamada al orden, de cada cosa en su lugar, el canario está triste, la leche no se va al fuego, es siniestro.
Julio Cortázar (Libro de Manuel)
—Si lo piensas, cuando tienes diecinueve años también tienes dieciocho, y diecisiete, y dieciséis, y quince, catorce, trece, doce, once... Hasta un año. Te pasas la vida despertando la mañana de tu cumpleaños esperando sentirte distinto, pero no. Todo sigue igual que ayer. Y no sientes que hayas cumplido diecinueve años, te sientes como dieciocho. Pero también los tienes. Por eso habrá días que dirás algo estúpido y esa será la parte de ti que todavía tiene diez años. O quizás algún día necesites buscar los brazos de tu madre porque estás asustada, y esa es la parte de ti que tiene cinco años. Y por eso, quizás, cuando seamos adultos, también necesitaremos llorar como si tuviéramos tres años. Y está bien. A veces necesitamos llorar porque nos sentimos niños. —Y a veces porque sentimos que ya no lo somos.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
[...] Eso es muy corto, joven; yo os abono que podíais variar bastante el tono. Por ejemplo: Agresivo: «Si en mi cara tuviese tal nariz, me la amputara.» Amistoso: «¿Se baña en vuestro vaso al beber, o un embudo usáis al caso?» Descriptivo: «¿Es un cabo? ¿Una escollera? Mas ¿qué digo? ¡Si es una cordillera!» Curioso: «¿De qué os sirve ese accesorio? ¿De alacena, de caja o de escritorio?» Burlón: «¿Tanto a los pájaros amáis, que en el rostro una alcándara les dais?» Brutal: «¿Podéis fumar sin que el vecino —¡Fuego en la chimenea!— grite?» Fino: «Para colgar las capas y sombreros esa percha muy útil ha de seros.» Solícito: «Compradle una sombrilla: el sol ardiente su color mancilla.» Previsor: «Tal nariz es un exceso: buscad a la cabeza contrapeso.» Dramático: «Evitad riñas y enojos: si os llegara a sangrar, diera un Mar Rojo.» Enfático: «¡Oh nariz!… ¡Qué vendaval te podría resfriar? Sólo el mistral.» Pedantesco: «Aristófanes no cita más que a un ser sólo que con vos compita en ostentar nariz de tanto vuelo: El Hipocampelephantocamelo.» Respetuoso: «Señor, bésoos la mano: digna es vuestra nariz de un soberano.» Ingenuo: «¿De qué hazaña o qué portento en memoria, se alzó este monumento?» Lisonjero: «Nariz como la vuestra es para un perfumista linda muestra.» Lírico: «¿Es una concha? ¿Sois tritón?» Rústico: «¿Eso es nariz o es un melón?» Militar: «Si a un castillo se acomete, aprontad la nariz: ¡terrible ariete!» Práctico: «¿La ponéis en lotería? ¡El premio gordo esa nariz sería!» Y finalmente, a Píramo imitando: «¡Malhadada nariz, que, perturbando del rostro de tu dueño la armonía, te sonroja tu propia villanía!» Algo por el estilo me dijerais si más letras e ingenio vos tuvierais; mas veo que de ingenio, por la traza, tenéis el que tendrá una calabaza y ocho letras tan sólo, a lo que infiero: las que forman el nombre: Majadero. Sobre que, si a la faz de este concurso me hubieseis dirigido tal discurso e, ingenioso, estas flores dedicado, ni una tan sólo hubierais terminado, pues con más gracia yo me las repito y que otro me las diga no permito.
Edmond Rostand (Cyrano de Bergerac)
habiendo algunos fanáticos en el valle de Shah-i-Kot, en la provincia de Paktia. Una vez más la información era inexacta: no eran un puñado, sino centenares. Al ser afganos los talibanes derrotados, tenían a donde ir: sus aldeas y pueblos natales. Allí podían escabullirse sin dejar rastro. Pero los miembros de Al Qaeda eran árabes, uzbekos y, los más feroces de todos, chechenos. No hablaban pastún y la gente del pueblo afgano los odiaba, de manera que solo podían rendirse o morir peleando. Casi todos eligieron esto último. El mando estadounidense reaccionó al chivatazo con un plan a pequeña escala, la operación Anaconda, que fue asignada a los SEAL de la Armada. Tres enormes Chinook repletos de efectivos despegaron rumbo al valle, que se suponía vacío de combatientes. El helicóptero que iba en cabeza se disponía a tomar tierra, con el morro levantado y la cola baja, la rampa abierta por detrás y a solo un par de metros del suelo, cuando los emboscados de Al Qaeda dieron el primer aviso. Un lanzagranadas hizo fuego. Estaba tan cerca que el proyectil atravesó el fuselaje del helicóptero sin explotar. No había tenido tiempo de cargarse, así que lo único que hizo fue entrar por un costado y salir por el otro sin tocar a nadie, dejando un par de boquetes simétricos. Pero lo que sí hizo daño fue el incesante fuego de ametralladora desde el nido situado entre las rocas salpicadas de nieve. Tampoco hirió a nadie de a bordo, pero destrozó los controles del aparato al horadar la cubierta de vuelo. Gracias a la habilidad y la genialidad del piloto, pocos minutos después el moribundo Chinook ganaba altura y recorría cuatro kilómetros hasta encontrar un sitio más seguro donde proceder a un aterrizaje forzoso. Los otros dos helicópteros se retiraron también. Pero un SEAL, el suboficial Neil Roberts, que se había desenganchado de su cable de amarre, resbaló en un charquito de fluido hidráulico y cayó a tierra. Resultó ileso, pero inmediatamente fue rodeado por miembros de Al Qaeda. Los SEAL jamás abandonan a uno de los suyos, esté vivo o muerto. Poco después de aterrizar regresaron en busca de Roberts, al tiempo que pedían refuerzos por radio. Había empezado la batalla de Shah-i-Kot. Duró cuatro días, y se saldó con la muerte del suboficial Neil Roberts y otros seis estadounidenses. Había tres unidades lo bastante cerca como para acudir a la llamada: un pelotón de SBS británicos por un lado y la unidad de la SAD por el otro; pero el grupo más numeroso era un batallón del 75 Regimiento de Rangers. Hacía un frío endemoniado, estaban a muchos grados bajo cero. La nieve, empujada por el viento incesante, se clavaba en los ojos. Nadie entendía cómo los árabes habían podido sobrevivir en aquellas montañas; pero el caso era que allí estaban, y dispuestos a morir hasta el último hombre. Ellos no hacían prisioneros ni esperaban serlo tampoco. Según testigos presenciales, salieron de hendiduras en las rocas, de grutas invisibles y nidos de ametralladoras ocultos. Cualquier veterano puede confirmar que toda batalla degenera rápidamente en un caos, y en Shah-i-Kot eso sucedió más rápido que nunca. Las unidades se separaron de su contingente, los soldados de sus unidades. Kit Carson se encontró de repente a solas en medio de la ventisca. Vio a otro estadounidense (pudo identificarlo por lo que llevaba en la cabeza: casco, no turbante) también solo, a unos cuarenta metros. Un hombre vestido con túnica surgió del suelo y disparó contra el soldado con su lanzagranadas. Esa vez la granada sí estalló; no dio en el blanco sino que explotó a los pies del soldado.
Frederick Forsyth (La lista)