Eres Todo Para Mi Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Eres Todo Para Mi. Here they are! All 100 of them:

Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirandote y jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya la luna. Y quisiera despertar todos los días viendote despertar. Hacerte el desayuno, el amor. Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que tenga que pasar esperandote por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú. Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas, aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciendote saber que eres la mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo. Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. Así te quedaría claro que eres amada por mí.
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
-... Pero ¿sabes en que pense todo el día ayer? un pensamiento que no me puedo evitar no importa cuan disgustado estoy contigo. -No. -Que tengo suerte porque la persona que no puedo sacar de mi cabeza, la persona que significa más para mi de lo que puedo soportar aun está viva, ella está todavía allí, y esa eres tu.
Jennifer L. Armentrout (Onyx (Lux, #2))
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño. Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
Jaime Sabines (Los amorosos: Cartas a Chepita)
Aquí es donde cumplí mi primer castigo Y aquí es donde una estatua de mármol casi me decapita Y aquí es donde compartí el picnic más raro de mi vida con un chico del reformatorio que no les gustaría nada..." Tengo que vivir, ver a los niños nacer, crecer y enamorarse. Veo cómo ellos mismos tienen hijos y envejecen. Veo cómo mueren. Luce, estoy condenado a verlos una y otra vez. A todos menos a ti..." "Vago por la tierra y en el fondo siempre sé que voy a encontrarte...Siempre volvias cada 17 años..." "Tu eres mi amor, Lucinda. Para mi, ere lo único que existe..." "Jamás podrán creer nada de esto...Puedes tú?
Lauren Kate (Fallen (Fallen, #1))
Ningún hombre sabe, hasta que llega el momento, qué profundidades hay en su interior. Para algunos hombres no llega nunca; dejémoslos descansar y demos gracias. Para mí, tú la has traído, tú la has forzado, y el fondo de ese mar embravecido se ha alzado desde entonces... Te amo. Lo que quieren decir otros hombres cuando usan esa expresión no lo sé; lo que quiero decir yo es que estoy bajo la influencia de una atracción terrible, que he resistido en vano y que me domina. Puedes arrastrarme al fuego, puedes arrastrarme a la horca, puedes arrastrarme a la muerte, puedes arrastrarme a todo aquello que siempre he evitado, puedes arrastrarme a cualquier peligro y cualquier desgracia. A eso y a la confusión de mis pensamientos, que es tal que no valgo para nada, es a lo que me refiero cuando digo que eres mi ruina.
Charles Dickens (Letters Of Charles Dickens To Wilkie Collins (1891))
Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede irse», me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.
Gabriel García Márquez (Doce Cuentos Peregrinos (Spanish Edition))
Abre sus ojos de nuevo, su expresión es desolada–sincera. –¿No ibas a escapar? –pregunta. –¡No! Cierra sus ojos de nuevo y todo su cuerpo se relaja. Cuando abre sus ojos, puedo ver su dolor y angustia. –Pensé… –Se detiene–. Este soy yo, Ana. Todo yo… y soy todo tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Hacerte ver que te quiero de cualquier forma en que te pueda obtener. Que te amo. –También te amo, Christian, y verte así… –Me ahogo y mis lágrimas comienzan de nuevo–. Pensé que te había roto. –¿Roto? ¿A mí? Oh no, Ana. Justo lo contrario. –Se estira y toma mi mano–. Eres mi vida, –susurra, y besa mis nudillos antes de presionar mi palma contra la suya.
E.L. James (Fifty Shades Darker (Fifty Shades, #2))
«Amo quien fuiste y quien eres, porque si hay algo cierto en esta vida, mo anam, es que nací solo para amarte. Cuando mi corazón se silencie con mi muerte, nunca olvides que mi alma te seguirá amando.»
Caroline March (No todo fue un sueño (Spanish Edition))
Valora a tu parabatai -Dijo-. Porque es un enlace precioso. Todo amor es precioso. Es por eso que hacemos lo que hacemos. ¿Por qué luchamos contra los demonios? ¿Por qué ellos no encajan custodiados en este mundo? ¿Qué nos hace mejores? Es porque ellos no construyen, sino que destruyen. Ellos no aman, pero odian solamente. Somos humanos y falibles, somos cazadores de sombras. Pero si no tuviésemos la capacidad de amar, no podríamos guardar a los seres humanos; hay que amarlos para protegerlos. Mi parabatai, amaba como pocos jamás podrían amar, con todos y todo. Veo que eres así también; arde con más brillo en ti que el fuego de los cielos
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
Todo tiene sentido cuando estoy contigo, Tess. Mi vida tiene sentido, después de tantos años de estar huyendo asustado en la oscuridad. Tú eres la luz, mi razón de vivir. Estoy profundamente unido a ti. Para mí, nunca habrá nadie más.
Lara Adrian (Kiss of Crimson (Midnight Breed, #2))
Te amo. Amo cada parte de ti, cada pensamiento y cada palabra ... todo el complicado y fascinante manojo de cosas que eres. Te quiero con diez tipos diferentes de necesidad a la vez. Amo todos tus estados, la forma en que eres ahora, la idea de cuánto mas bella serás en las próximas décadas. Te amo por ser la respuesta a cada pregunta que mi corazón pueda formular. Todos los fuegos de infierno podrían arder durante mil años y eso no igualaría lo que siento por ti en un minuto del día. Te amo tanto que no hay ningún placer en ello. Nada más que tormento. Porque si pudiera diluir lo que siento por ti a una millonésima parte, todavía sería lo suficiente como para matarte. E incluso si esto me vuelve loco, preferiría verte vivir en los brazos de ese bastardo frío y sin alma antes que morir en lo míos. Kev Merripen
Lisa Kleypas (Seduce Me at Sunrise (The Hathaways, #2))
Se echó hacia atrás lo suficiente para que sus labios rozaran los míos cuando habló. "No puedo seguir fingiendo que no quiero esto… Que no te quiero. No puedo. No después de lo que te pasó. Pensé... Pensé que te había perdido, Alex, para siempre. Y lo habría perdido todo. Tú eres mi todo.
Jennifer L. Armentrout (Deity (Covenant, #3))
—Mírame. Le gustó el ascenso agobiado de sus pestañas, lo encandiló el peculiar turquesa de sus ojos, y lo fascinó la adoración con que lo miró, lo hizo sentir poderoso, triunfador. Se inclinó para hablarle sobre los labios. — ¿Eres mía? Dímelo. ¿Sólo yo te importo, verdad? ¿Sólo a mí me amas? —Sí a todo. Sí, soy tuya y de nadie más. Sí, sólo tú me importas. Sí, sólo“te amo a ti, mi dulce y adorado esposo.
Florencia Bonelli (El cuarto Arcano II. El puerto de las tormentas)
—No vuelvas a huir de mí, Liv, por favor. No quiero tener que correr de nuevo tras de ti, aunque lo haría. Lo sabes, ¿verdad? No importa cuánto trates de escapar porque estaré ahí para recordarte quién eres.
Victoria Vilchez (Todo mi otoño (Una estación conmigo, #2))
—¿Ya has comprado mi regalo? —preguntó emocionado. —¿Se puede saber por qué has tardado tanto? Estoy cansada de esperarte. Ya he visto todo el centro comercial. James ojeó las bolsas, ignorando sus palabras. Le encantaban los regalos, especialmente cuando eran para él. Se frotó las manos. —¿Qué es? ¿No piensas decírmelo? —No sé de qué demonios me hablas. —¡De mi regalo! ¡Vamos, Kelsey, vamos, dámelo YA! La zarandeó de un lado a otro, mirándola fijamente. —En serio, estás fatal. Eres un enfermo. —Vale, pero este (atractivo) enfermo quiere saber qué le has comprado. —¿Y tú? ¿Qué me has comprado a mí? —Kelsey se encaró con él, alzando los hombros. —Nada. —¿Nada? ¡Serás desgraciado!
Silvia Hervás
Te prometo mi amor y todo lo que poseo. Te prometo el primer bocado de mi carne y el primer sorbo de mi vino. A partir de este día solo tu nombre gritaré en la oscuridad de la noche, y por tus ojos sonreiré cada mañana; Yo seré un escudo para ti como tú eres el mío. No habrá entre nosotros ninguna palabra severa, ni ningún extraño oirá mi queja. Eres sangre de mi sangre y hueso de mi hueso. Te doy mi cuerpo para que podamos ser uno. Te doy mi espíritu para que podamos ser uno. Por encima de todo, te valoraré y te honraré, en esta vida y en la siguiente.
Ross Callum
En la dimensión del cosmos y en el trayecto de la historia somos insignificantes, después de nuestra muerte todo sigue igual, como si jamás hubiéramos existido, en la medida de nuestra precaria humanidad tú, Paula, eres para mí más importante que mi propia vida y que la suma de casi todas las vidas ajenas.
Isabel Allende (Paula)
Te pinto suave. —Colocó la punta sobre mi pectoral y trazó una línea recta. Y, desde entonces, supe que el verbo pintar era mi favorito, para nosotros significaba amar—. Te pinto fuerte. —Lo hizo con más potencia—. Te pinto con todos los colores. —Abrió los botes y metió los dedos para recorrer mi torso con las yemas—. Te pinto con todo mi ser. —Se quitó la sudadera y la camiseta y se embadurnó de pintura antes de impactar contra mí—. Te pinto porque soy tuya. —Deslizó sus dedos desde el tatuaje con los pájaros que volaban hasta mi corazón, anclándolos a él—. Y te pintaré siempre. Siempre, ¿me has entendido? Porque tú eres mi color favorito.
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
Tú, todo tú, eres amor incandescente. Amor que no muere. Amor que permanece. Amor que no duele, aunque en este instante me encuentre llorando.
Laura Esquivel (Mi negro pasado (Como agua para chocolate, #3))
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
En cuanto a ti que nos salvas, beduino de Libia, te borrarás, sin embargo, para siempre de mi memoria. No me acordaré nunca de tu rostro. Tú eres el Hombre y te me aparecerás con la cara de todos los hombres a la vez. Nunca fijaste la mirada para examinarnos, y nos has reconocido. Eres el hermano bien amado. Y, a mi vez, yo te reconoceré en todos los hombres. ... Todos mis amigos, todo mis enemigos en marchan hacia mí, yo no tengo ya un solo enemigo en el mundo.
Ernesto Sabato (La resistencia)
-No me di cuenta que eras tan bueno, Grayson. El cálido sonido de la risa de Grayson retumbó gratamente contra el costado de mi cara que descansaba en su pecho. - Las damiselas en apuros siempre han sido mi talón de Aquiles, pero no dejes que eso te engañe. Realmente no soy tan bueno. - Si, lo eres. - No, no lo soy. Si yo fuera honesto, no estaría teniendo un momento tan difícil para no agarrarte el culo ahora mismo. (Avery y Grayson) -Pero miraté - dije -. Siempre pensaste que era como una hermana también. Si puedes cambiar de opinión, entonces el también puede. El sólo necesita un llamado de atención .-Oye ahora, no puedes ir saltando en la ducha con cada chico, sabes. Eso es completamente nuestra cosa. (Avery y Grayson) Escuché que mi amiga Avery te pisó tan fuerte en una partida de billas el pasado fin de semana que Grayson tuvo que tener piedad de ti antes de que cada estudiante de primer año universitario en UVU viera cuán pequeña es tu basura. (Libby a Owen) - ¿Realmente fallaste en un examen de sobre Las leyes de Newton? Está bien. Así que todos me miraban porque pensaban que yo era un idiota. - ¿Qué? - le pregunté un poco a la defensiva -. ¿Parece ser fácil? "No robar" le entiendo. "Rojo significa detenerse" tiene sentido. El chico Newton estaba fumando algo serio cuando debió haber hecho sus leyes. ¿Cuándo demonios vamos a usarlas de todos modos? (Brandon y Grayson)
Kelly Oram (The Avery Shaw Experiment (Science Squad, #1))
Pero, querido Nataniel, ¿y qué si te digo que eres tú el principio maligno que actúa sobre mi café? Porque si yo tengo que dejar todo para mirarte a los ojos mientras lees, como pretendes, el café hervirá y ninguno podrá tomar su desayuno
E.T.A. Hoffmann (El hombre de la arena y otros relatos)
Te quiero, Allie. Soy quien soy gracias a ti. Tú eres todas mis razones, todas mis esperanzas y todos los sueños que he albergado, y no importa lo que nos depare el futuro: para mí, cada día que estoy contigo es el más importante de mi vida.
Nicholas Sparks (The Notebook (The Notebook, #1))
-Creo que otorgas demasiado crédito a nuestra relación. -Hice cuanto pude para cambiar de tema-. Yo lo irrito hasta sacar lo peor de él y Curran ha encontrado el modo de darme la lata. Eso es todo. -Quizás tengas razón. -De todos modos, Su Majestad necesita una chica- puedo. Y yo no lo soy. -¿Una chica-puedo? -Andrea enarcó las cejas y yo me incliné sobre el respaldo. -¿Puedo traerle la comida, Su Majestad? ¿Puedo decirle lo fuerte y valiente que es Su Majestad? ¿Puedo quitarle las pulgas, Su Majestad? ¿Puedo besarle el culo, Su Majestad? ¿Puedo... ? -Caí en la cuenta de que Rafael estaba sentado rígidamente, inmóvil como una estatua, con la mirada fija en algún punto sobre mi cabeza-. Está detrás de mí, ¿verdad? Andrea asintió lentamente. - Técnicamente, debería ser podría -dijo Curran, con una voz más grave de lo que recordaba-, ya que estás pidiendo permiso. (...) -Para responder a tu pregunta, sí, puedes besarme el culo. Normalmente, prefiero conservar mi espacio personal, pero tú eres una amiga de la Manada y tus servicios han demostrado ser de utilidad en una o dos ocasiones. Mi única pregunta es, ¿me besarías el culo por obediencia, por acicalamiento o como un preliminar del acto sexual?
Ilona Andrews (Magic Strikes (Kate Daniels, #3))
—Voy a quererte para siempre. Tan fuerte que hasta las estrellas lo sabrán. —Yo también te quiero —susurró—. Eres mi mejor amiga. Eres todo lo que siempre he estado buscando: mi respuesta, mi refugio. Y me has salvado. Solo lamento no habértelo dicho antes.
Nerea Díaz Martos (Donde nazcan los lirios)
¿Sabes cuándo realmente me fallan las malditas rodillas y siento que tengo que hacer todo lo que esté en mi mano para merecerte? Cuando hablas, mierda, cuando lo haces. A veces pienso que no tendré vida suficiente para todas las conversaciones que quiero tener contigo. –Se pasó una mano por el pelo–. Y nunca he creído en Dios ni en la fuerza del universo, pero cuando veo cómo tratas a Jeremy, tu bondad, les doy gracias a ambos por haberte colocado en mi camino. Mierda, ¡si me lo pidieran hasta me pondría de rodillas! –Se detuvo–. ¡Y me siento impotente cuando me doy cuenta de que no te valoras, como si me matases sin piedad cada vez que te reprimes! Por eso me voy, porque hace tiempo que me prometí a mí mismo que me alejaría de cualquiera que te hiciese daño. Y esa persona ahora mismo eres tú.
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
—¿Te das cuenta de cómo hemos cambiado, Kenneth? reflexionó en voz alta—. ¿La oyes? —señaló con la cabeza hacia su derecha—. El primer día en el hospital esa risa me robó el corazón y ahora es suyo para siempre. —Mañana regresarás a tu mundo —dijo él enfrentando su mirada. —Mi mundo es éste también. —No —contradijo tomándola por los hombros—. Ésta es tu fantasía. Y no te das cuenta que la escapada que tú vives como una ilusión, es mi vida real. Cuando estés en Boston, lo verás todo con otros ojos. (...) —Tú eres una poderosa razón para volver. La única que me importa.
Olivia Ardey (Delicias y secretos en Manhattan (Delicias y secretos en Manhattan, #1))
¿qué haría tu bien si no existiera el mal y qué aspecto tendría la tierra si desaparecieran las sombras? Los hombres y los objetos producen sombras. Ésta es la sombra de mi espada. También hay sombras de árboles y seres vivos. ¿No querrás raspar toda la tierra, arrancar los árboles y todo lo vivo para gozar de la luz desnuda? Eres un necio.
Mikhail Bulgakov (El Maestro y Margarita)
Entonces", dice mientras íbamos por la carretera principal, el rompe el silencio, "he estado pensando." "¿Sí?" Él asintió "Realmente necesitas salir conmigo." Parpadeé. "¿Perdona?" "Ya sabes. Tú, yo. Un restaurante o una película. Juntos" Él me mira otra vez, cambia de velocidad. "¿Quizás es algo nuevo para ti? Si es así, voy a estar feliz de guiarte" "¿Quieres llevarme a ver una película?", Pregunto. "Bueno, realmente no", dijo. "Lo que en verdad quiero es que seas mi novia. Pero pensé que si te lo decía así te asustarías." Sentí que mi corazón salto de mi pecho. "¿Siempre eres tan directo sobre este tipo de cosas?" "No", dice. Doblamos a la derecha, subiendo por la colina hacia la ciudad, los altos edificios del hospital y la campana U eran visibles desde arriba de la colina. "Pero tengo la sensación de que tienes prisa y estas dejando todo, así que pensé que debería ir al grano" "Yo sólo estaré fuera una semana", digo en voz baja. "Cierto", dice mientras seguimos subiendo. "Pero he querido hacerlo desde hace tiempos y ya no podía esperar." "¿En serio?", Pregunto. Él asiente con la cabeza. "Como, ¿desde cuándo?" Él lo piensa por un segundo. "El día que me golpeaste en baloncesto." "¿Eso te pareció atractivo?" "No exactamente", respondió. "Más bien fue como vergonzoso y humillante. Pero hubo algo en ese momento. . . Era como una pizarra limpia. Ninguna postura o pretensión. Fue como, ya sabes, real”. Estábamos llegando a la ciudad ahora, pasando FrayBake, Luna Blu sólo estaba ha unas cuadras de distancia. "Real", repito.
Sarah Dessen (What Happened to Goodbye)
Lo que tengo claro es que no voy a volver a dejar mi vida en manos de otra persona, porque nunca quise ser así, pero, por encima de todo, porque hay algo fundamental que todo el mundo debe aprender y marcarse a fuego por dentro, y es que, cuando todo se acaba, cuando esa persona en la que te vuelcas completamente un día sin más desaparece, solo quedas tú. Porque tú misma eres lo único que tienes para siempre.
Neïra (Fuiste mi verano)
Sin quitarme los ojos de encima, acercó aún más su pupitre. - ¿Sabes una cosa? - ¿Qué? - Que he entrado en tu blog. Ay, Dios. ¿Cómo lo había encontrado? Un momento; la pregunta que debía hacerme era la siguiente: ¿por qué lo había encontrado? Mi blog no podía buscarse a través de Google...Estaba flipando en colores. - Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento? - Ni en sueños, gatita - Sonrió - Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad? Puse los ojos en blanco. - Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon. (pág.154) - ¿Me estás preguntando si me atraen las humanas? - dijo. El pelo le caía hacia delante en ondas. Unas gotitas de agua le recorrían los mechones y acababan salpicándome la mejilla - ¿O si eres tú la que me atrae? Con las manos apoyadas en la roca, fue acercándose a mí lentamente. Muy pronto nos separaban sólo unos milímetros...Sentía su respiración como si fuera la mía, y cuando movió las caderas abrí los ojos y ahogué un grito. Vaya que si funcionaba la cosa...Me despejó la duda de un plumazo. (pág. 240) - Sí que es importante el helado - dije. - Es mi vida entera.- Dee tiró el monedero a Daemon, pero erró el objetivo - ¡Y tú me lo has quitado! (pág. 258 NUNCA TE METAS ENTRE DEE Y SU COMIDA, Y MENOS SI SE TRATA DE HELADO) - ¿Lo estás pasando bien con...Ash? - ¿Y tú con tu amiguito el pulpo? Me mordí el larbio. - Qué simpático eres, como siempre. ... - Estás...muy guapa, por cierto. Demasiado guapa para estar con ese idiota. Me sonrojé y bajé la vista. - ¿Te has tomado algo? - Pues no, la verdad. ¿Por qué me lo preguntas, si puede saberse? - Porque nunca me dices nada agradable. - Touché. (pág. 303) - Recuérdame...que no te haga enfadar nunca más ¡La leche! ¿Eres agente secreto en tus ratos libres? ... Me recorrió la espalda con sus brazos y hundió una mano en los rizos que se me habían soltado del moño. - No me has hecho caso - susurró contra mi hombro. - Nunca te hago caso. (pág. 327) Daemon murmuró algo en un idioma desconocido. Era una lengua dulce y bonita. Mágica. De otro planeta. Podría haberlo despertado, pero no lo hice sin saber demasiado bien por qué. La emoción que sentía por el contacto con su piel era más fuerte que todo lo demás. Daemon tenía una mano en el borde de mi camiseta, y los dedos encima del pedazo de piel que había entre el borde de la camiseta y la cinturilla de los pantalones de pijama. La mano empezaba a abrirse paso por debajo de la camiseta, a través de mi estómago, en la parte en que este empieza a descender. El pulso se me desbocó. Me rozó las costillas con la punta de los dedos. Su cuerpo se movió y sentí su rodilla contra mí. (pág. 338) O.O o_O OMG - Gatita - Ni aunque fueras el último ser con aspecto humano sobre la faz de la Tierra ¿Ahora lo entiendes? ¿Capiche? ... - Ademñas, no me atraes nada - Mentira podrida - Pero vamos, nada de nada. Eres... De repente Daemon estaba delante de mí, a apenas un centímetro de mi rostro. - ¿Qué soy? - Ignorante -¿Y qué más? - Prepotente, controlador...-...- Y un...cretino. - Venga ya, gatita, seguro que puedes hacerlo mejor - ... - Todavía no me creo que no te sientas atraída por mí. (pág. 360) - Seguro que hasta sueñas conmigo - Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban - Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito. Me reí. - En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que... Daemon me besó (pág.361) Una sonrisa pícara se le asomó a los labios. - ¿Te das cuenta de que me encantan los retos? Me reí entre dientes y me volví hacia la puerta mientras le dedicaba un gesto grosero con el dedo corazón. - Y a mí, Daemon; y a mí. (pág. 414)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
—¿Es que realmente no te das cuenta de lo importante que eres para mí? ¿Tienes alguna idea de cuánto te quiero? Me apretó más fuerte contra su pecho duro acomodando mi cabeza bajo su barbilla. Presioné los labios contra su cuello frío como la nieve. —Lo que sí sé es cuánto te quiero yo —repuse. —Eso es comprar un árbol con todo un bosque. Puse los ojos en blanco, pero el no pudo verme. —Imposible. •Ultimátum, 41
Stephenie Meyer (Eclipse (The Twilight Saga, #3))
—Crees que eres el que hace mi vida difícil. Pero yo puedo hacerla mucho peor para ti —dije, sonriendo dulcemente. Sus ojos azules estabas escépticos. —¿Cómo? —¿Realmente quieres saberlo? Voy a invitar a un montón de chicas, veremos películas para chicas, y hablaremos de nuestros periodos y encenderemos todo tipo de velas aromáticas, y probablemente nos quedemos toda la noche despiertas riendo. —¿Cuándo comenzará la pelea de almohadas desnudas y los besuqueos?
Chelsea M. Cameron
Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, Porque estoy afligido y menesteroso. 2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. 3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. 5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan. 6 Escucha, oh Jehová, mi oración, Y está atento a la voz de mis ruegos.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Mi hermano adoraba hacer cosas conmigo y a mí me encantaba que los dos estuviésemos juntos. Él me hacía sentir especial. Importante. Listo. Invencible. Todo el mundo debería tener a alguien en su vida que le pegue un empujón de ánimo para ascender al menos dos escalones más de la propia consideración que tiene de sí mismo. Pocas personas lo saben, pero a veces solo hace falta que una persona crea que eres único para que tú también te veas así. El efecto contagioso de la opinión ajena.
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
—Ahora, no sé mucho sobre ser un esposo —dijo mientras puso mis manos en mi regazo, y realmente no tenía idea de adónde iba con esto—. ¿Sabes lo que está grabado en nuestros anillos? Está en Atlántico antiguo —me dijo cuándo negué con la cabeza—. Ambos dicen lo mismo. Siempre y para siempre. Eso somos nosotros. —Sí —susurré, mi garganta se apretó—. Así es. —Obviamente, no tengo experiencia en todo el departamento del matrimonio, pero sea como sea, eres mi esposa. Eso significa que no fingiremos más, ¿correcto? Que, siempre y para siempre, somos reales el uno con el otro.
Jennifer L. Armentrout (The ​Crown of Gilded Bones (Blood and Ash, #3))
Oh amapola roja que ves todo el prado, Como tú de linda yo quisiera ser! Pintas sobre el cielo tu traje encarnado Llorando el rocío del amanecer. Eres tú la estrella que alumbra a la aldea, Sol del gusanito buen madrugador. ¡Que cieguen mis ojos antes que te vea Con hojas marchitas y turbio color! ¡Quién fuera una hormiga para poder verte Sin que se tronchara tu tallo sutil! Yo siempre a mi lado quisiera tenerte Para darte besos con miel del abril. Pues mis besos tienen la tibia dulzura Del fuego en que vive mi rara pasión; Y hasta que me lleven a la sepultura Latirá por ti este corazón...
Federico García Lorca (El Maleficio de la Mariposa: Primera obra teatral de Lorca)
Qué horror la frase de «pase lo que pase, estaré ahí para ti». Pues no, pase lo que pase yo no voy a estar ahí. Si tú te portas mal conmigo, si tú me haces daño, me traes problemas, me metes en marrones, me quitas mi paz, yo no voy a estar ahí. Voy a estar ahí para las personas que me quieren, que me cuidan y que valoran mi presencia en sus vidas, pero si tú te has portado fatal conmigo y, algún día, necesitas ayuda, que te ayude otro. Que un amigo tuyo te diga que siempre estás ahí para cuando te necesita es un halago, pero que alguien que constantemente te hace daño te diga: «Gracias por estar ahí siempre que lo necesito, pese a todo», no.
Elizabeth Clapés (Hasta que te caigas bien: Trabaja en ti para estar orgullosa de quien eres)
La sombra de sus alas cayó sobre mis páginas; se deslizó detrás de mi y susurró: "Querida, eres una mujer joven, estás escribiendo sobre un libro escrito por un hombre. Se comprensiva, se delicada, halaga, engaña, usa todas las artes y las artimañas de tu sexo. Nunca dejes que nadie sepa que piensas por ti misma. Sobre todo, se pura." Me giré hacia ella y la agarré del cuello. Hice todo lo que pude para matarla. Si hubiera tenido que presentarme frente a un tribunal, mi excusa hubiera sido que actué en defensa propia. Si no la hubiera matado yo, me hubiera matado ella a mí. Matar al ángel del hogar era parte de la ocupación de una escritora.
Virginia Woolf (Women and Writing)
—Demostrando un punto. —Me desvestí hasta que estuve completamente desnudo—. No puedo ocultarme de ti. —Levanté los brazos en el aire—. Sería imposible ocultar la reacción de mi cuerpo... con sólo mirar... estoy así. Con sólo mirarte, cada músculo individual en mi cuerpo se tensa. Sólo viendo tu sonrisa, concentrándome en aquellos ojos azules, lo olvido todo menos a ti. Tu sabor, tus labios, tu boca. —Me moví hacia el piso—. Mi cuerpo no puede mentir... —La besé suavemente—. Y créeme cuando digo que no te miento con mis palabras. Aquí... —Toqué su pecho—, eres hermosa. Aquí... —acaricié su mejilla—, es imposible no mirarte. Para mí eres perfecta. •capítulo 42
Rachel Van Dyken (Shame (Ruin, #3))
- Nunca vuelvas a llamarme así - le espeté. - Es mejor que llarmarle <> a alguien, ¿no? - Salió por la puerta - Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo. Aquello ya era suficiente. - ¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado...Esa es una palabra que no te define bien - le dije sonriendo - <> te pega más. - Conque <>, ¿eh? - repitió - Eres un encanto. Levanté el dedo corazón. (pág.20) Eran más de la una, pero parecía que Daemon acabara de levantarse. Llevaba los tejanos arrugados y el pelo enmarañado. Hablaba con alguien por teléfono mientras se pasaba la mano por la mandíbula. - ¿Tu hermano no tiene camisetas o qué? - le pregunté mientras cogía la pala. - Me temo que no. No las lleva ni en invierno. Siempre va por ahí medio desnudo - refunfuñó - Es bastante incómodo tener que verlo así todo el día, enseñando tanta...carne ¡Qué grima! A ella le daría grima, pero a mí...me alteraba bastante. Me puse a cavar hoyos en lugares estratégicos mientras notaba que se me secaba la garganta. Tenia una cara perfecta, un cuerpo de ensueño y una mala leche espectacular. Las tres reglas de oro de cualquier tío macizo, vaya. (pág. 39) - Tienes una cabecita bastante sucia, gatita. Pestañeé. <> - ¿Qué has dicho? - Que tienes la cabeza sucia - repitió en voz baja. Sabía que Dee no podía oírle -, llena de tierra. ¿Qué creías que quería decir? - Nada -...Tener a Daemon tan cerca no me reconfortaba en absoluto - Es normal ensuciarse cuando plantas. Los labios le temblaron un instante. - Hay muchas maneras de ensuciarse. Aunque no tengo la intención de mostrártelas. (pág.46) - Me da a mí que te has mojado tú más que el coche. Nunca pensé que lavar un coche pudiera ser tan complicado pero, después de observarte durante los últimos quince minutos, creo que deberían convertirlo en deporte olímpico. - ¿Estabas observándome? - Qué grima. Y qué morbo. ¡No! de morboso, nada. (pág.51) - Pues sí ¿Y tú siempre te quedas mirando a los tíos cuando llamas a su puerta para preguntar por una dirección? - ¿Siempre abres la puerta medio desnudo? - Pues sí. Y no has respondido a mi pregunta. ¿Siempre pegas esos repasos? Las mejillas me ardían. (pág.53) - Hasta mañana a medio día, gatita. - Te odio - resoplé. - El sentimiento es mutuo - Me miró por encima del hombro - Me juego veinte pavos a que llevas bañador y no biquini. Era insufrible. (Pág. 62) - ¿Que no confía en mi? ¿Y qué tiene que confiarme, tu virtud? Se le escapó otra carcajada y tardó unos momentos en poder contestar. - Pues claro; no le gustan las chicas guapas que están coladitas por mi. - ¿Qué? - ... - Estás de broma, ¿no? - ¿A qué parte te refieres? - preguntó- - ¡A todas! - Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes? (pág.90) - Creo que estás condenada a estar conmigo un rato más. - Seguro que parezco un gato remojado. - Estás bien. La lluvia te favorece. Fruncí el ceño. - Ya me estás mintiendo otra vez. Sentí que su cuerpo se movía junto al mío y, sin mediar palabra, me rozó la barbilla con los dedos y me atrajo hacia él. En sus labios se dibujó una sonrisa torcida. - No te miento; te lo dijo en serio. (pág.101) - Bueno...Ya llegó el innombrable. A Dee le dio un ataque de risa que hizo que toda la cafetería nos mirara. - ¡Me parto! Me hundí en la butaca. Desde la mañana en que Dee y él me habían preparado el desayuno, me había evitado y a mí me daba igual. ... Seguramente Daemon era físicamente el hombre más perfecto que jamás había visto - su cara haría las delicias de cualquier retratista -, pero a la vez tenía bastantes papeletas para ser el cretino más grande sobre la faz de la Tierra. (pág.145)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
—A veces me aterra sentir que no seré nada. —Es lo que todo artista siente todas las mañanas. —Por más que me burle a veces de todos esos pubertos pretenciosos, la verdad es que a veces los envidio. Por más que encuentre todos los motivos para criticarlos, ellos están allá afuera, y yo sigo aquí. ¿Qué pasa si el problema no son ellos? ¿Qué pasa si soy yo? Si el mundo ha podido aceptarlos y a mi aún no, quizás de quien nos tendríamos que estar riendo es de mí. Así que: ¿Cómo sabes que eres suficiente? —No sé. ¿Alguna vez hiciste que alguien sintiera algo? —¿Cómo? —¿Alguna vez hiciste que alguien se riera de algo que hiciste? ¿O que se identificara? ¿Que lo odiara? No sé, lo que sea. —No sé. Quizás. —Ahí está entonces. Eso es suficiente.
Jean Paul Vizuete (Arena)
—Te quiero, Samantha. Eres el aire que respiro. La luz de mi oscuridad. Mi guía cuando estoy perdido. No puedo dejar de pensar en ti. Solo tú haces que mi corazón siga latiendo. Solo vivo por ti. Eres poesía para mis sentidos. No me bastan las manos para tocarte, los ojos para mirarte. Eres todo lo que quise, lo que deseé. Eres… —Se calló, y no porque no tuviera frases hechas en su repertorio para continuar, sino porque notaba que ella se agitaba entre sus brazos. ¿Estaba llorando? (...) Arrugó el entrecejo al darse cuenta de un detalle… Sí, estaba llorando, pero la muy… ¡Se estaba partiendo de risa! A su costa. Descaradamente, sin ninguna vergüenza se carcajeaba de sus palabras. —Es la declaración más ridícula y falsa que he escuchado en mi vida —dijo entre risas.
Noe Casado (A contracorriente (Familia Boston, #2))
Tú eres el único que podría leer este libro, Delante de esa cámara más que visible, «siento por primer vez la tentación de hacerme un autorretrato para ti». Dibujar una imagen de mí mismo como si fuera tú. Drag you. Travestirme en ti. Hacerte volver a la vida a través de la imagen. Ahora ya estáis todos muertos: Amelia, Hervé, Michel, Karen, Jackie, Teo y Tú. ¿Pertenezco yo más a vuestro mundo que al mundo de los vivos? ¿Acaso mi política no es la vuestra, mi casa no es la vuestra, mi cuerpo no es el vuestro? Reencarnaos en mí, tomad mi cuerpo como los extraterrestres tomaban a los americanos para convertirlos en vainas vivientes. Reencárnate en mí, posee mi lengua, mis brazos, mis sexos, mis dildos, mi sangre, mis moléculas, posee a mi chica, mi perra, habítame, vive en mí. Ven. Ven. Please don't leave. Vuelve a la vida. Hold on to my sex. Low, down, dirty. Stay with me. Este libro no tiene razón de ser fuera del margen de incertidumbre que existe entre yo y mis sexos, todos imaginarios, entre tres lenguas que no me pertenecen, entre tú-vivo y tú-muerto, entre mi deseo de portar tu estirpe y la imposibilidad de resucitar tu esperma, entre tus libros eternos y silenciosos y el flujo de palabras que se agolpa para salir a través de mis dedos, entre la testosterona y mi cuerpo, entre V. y mi amor por V.
Paul B. Preciado (Testo Junkie: Sex, Drugs, and Biopolitics in the Pharmacopornographic Era)
— Mira, Sancho —dijo don Quijote—, mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por agradecimiento. Bien puede ser que un caballero sea desamorado, pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradecido. Quísome bien, al parecer, Altisidora; diome los tres tocadores que sabes, lloró en mi partida, maldíjome, vituperóme, quejóse, a despecho de la vergüenza, públicamente: señales todas de que me adoraba, que las iras de los amantes suelen parar en maldiciones. Yo no tuve esperanzas que darle, ni tesoros que ofrecerle, porque las mías las tengo entregadas a Dulcinea, y los tesoros de los caballeros andantes son, como los de los duendes, aparentes y falsos, y sólo puedo darle estos acuerdos que della tengo, sin perjuicio, pero, de los que tengo de Dulcinea, a quien tú agravias con la remisión que tienes en azotarte y en castigar esas carnes, que vea yo comidas de lobos, que quieren guardarse antes para los gusanos que para el remedio de aquella pobre señora. — Señor —respondió Sancho—, si va a decir la verdad, yo no me puedo persuadir que los azotes de mis posaderas tengan que ver con los desencantos de los encantados, que es como si dijésemos: "Si os duele la cabeza, untaos las rodillas". A lo menos, yo osaré jurar que en cuantas historias vuesa merced ha leído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado por azotes; pero, por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo me dé comodidad para castigarme. — Dios lo haga —respondió don Quijote—, y los cielos te den gracia para que caigas en la cuenta y en la obligación que te corre de ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues tú eres mío.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
«Un portador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón; sin embargo, la vasija rota llegaba sólo con la mitad del agua. Durante dos años completos diariamente sucedía eso. Por supuesto, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección, y se sentía muy mal porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía era su obligación. Después de dos años la tinaja quebrada habló al aguador así: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas tú sólo puedes entregar la mitad de mi carga y solamente obtienes la mitad del valor que deberías recibir”. El aguador le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a casa, quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”. Eso hizo la tinaja y, en efecto, vio muchísimas flores hermosas a lo largo del camino. Aun así, la tinaja se sentía apenada porque al final sólo quedaba dentro de sí la mitad de agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello: sembré semillas de flores a lo largo de todo el camino por donde vas, y todos los días las has regado, y por esos dos años yo he podido recoger estas flores. Si no fueras exactamente tal como eres, con todas tus limitaciones, no hubiera sido posible crear esta belleza”».
Álex Rovira Celma (LA BUENA CRISIS: Claves para reinventarse y transformarse (Spanish Edition))
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
- Mírame, princesa - pidió Ravn, sin dejar de mirarla-. Mira cómo te tomo por completo. Ella obedeció sin rechistar. Clavó sus zafiros ojos en él y sonrió. Sonrió como nunca antes lo había hecho, y Ravn se dio cuenta de ello. Algo caliente y denso cubrió su corazón en ese momento, y sin poder detener todo el alud que iba cerciéndose sobre él, le hizo el amor con desesperación. Movía las caderas cada vez más rápido, con golpes certeros, que hacían temblar sus cuerpos y les provocaba escalofríos. Allie lo sentía tan adentro, que el placer hacía estragos en su cuerpo y en su mente. No sentía nada excepto el miembro de Ravn en su interior, entrando y saliendo, tomándola sin miramientos. A Ravnei la cabeza le daba vueltas, y notaba un cosquilleo en la base de la espalda. Sin embargo, sus cinco sentidos estaban centrados en ella. Únicamente en Allie. Sentía su calor, su humedad, su placer rodeándole, llevándole a la locura. Su cuerpo se volvía loco ante su esencia cítrica y ante su manera de entregarse, y cada vez embestía mucho más profundo. Miró su rostro, y no pudo evitar sonreír de felicidad. Allie volvía a estar con él, por completo, sin excepción. Era demasiado para un bastardo como él, pero no la dejaría ir. Nunca más. Lucharía por ella todo lo que hiciera falta, contra viento y marea, hasta que le perdonase por completo y aceptara pasar el resto de sus días a su lado. Sí, haría eso. Atrapó su labio inferior entre sus dientes y mordisqueó. Allie echó la cabeza hacia atrás, abrazándose más a él. Incapaz de soltarse por miedo a perderse en la oscuridad. Ya no sentía nada que no fuera Ravn y su aplastante presencia. - Eres preciosa, Alyson. Nunca dudes de eso - susurró sobre su oído. - No si tú sigues recordándomelo - contestó acunándolo. - Lo haré, princesa. Nunca te dejaría caer en este oscuro y frío mundo. Ella le acarició las mejillas, encendida por esa forma que tenía de tratarla, tan cercana y cálida. - ¿De verdad? - Sí. Yo te resguardaré cuando llueva, ¿lo recuerdas? Siempre, Alyson. Siempre. Da igual cuántas tormentas vengan, yo seré... - Mi paraguas - terminó por él, y no pudo mas que abrazarlo con fuerza. ♥ [Allie y Ravn. Mi parejita adorable. Pg 174-175]
Hollie Deschanel (Frozen)
Supongamos que un ictiólogo está explorando la vida del océano. Introduce una red en el agua y pesca todo un surtido en pescados. Inspeccionando sus presas, procede en la forma usual de un científico, con el objeto de sistematizar sus descubrimientos. Llega a dos generalizaciones: a)      Ninguna criatura del mar es más chica de dos pulgadas; b) todas las criaturas del mar tienen agallas. Ambas son ciertas para su cosecha, y él asume tentativamente que seguirán siendo ciertas cuantas veces repita la pesca. Aplicando esta analogía, la pesca es el cuerpo de conocimientos que constituyen la ciencia física, y la red, el equipo sensorial e intelectual que usamos para obtenerlo. El lanzamiento de la red corresponde a la observación: ya que conocimiento que no haya sido o que no pueda ser obtenido por observación no se admite en la ciencia física. Un espectador podría objetar diciendo que la primera generalización es falsa: “existen muchas criaturas del mar con un tamaño menor a las dos pulgadas, lo que sucede es que tu red no se adapta para pescarlos”. El ictiólogo desprecia la objeción desdeñosamente: -Lo que sea impescable por la red queda ipso facto fuera del alcance del conocimiento ictiológico, y no es parte del reino de peces que se han definido como tema del conocimiento ictiológico. En otras palabras, lo que mi red no puede pescar no es un pez-; O -para traducir la analogía-: -Si tú no estás simplemente inventando, estás considerando un conocimiento del universo físico descubierto en una forma distinta a la usada por las ciencias físicas y claramente no verificable por esos métodos, tú eres metafísico, ¡Bah! Cuando el ictiólogo rechazó la sugerencia del espectador acerca de un reino objetivo de los peces, por considerarla metafísica, y explicó que su propósito era descubrir leyes, es decir, generalizaciones que fueran verdaderas para todos los peces pescables, yo esperaría que el espectador se fuera refunfuñando: “Apuesto que él no llega muy lejos con su ictiología de los peces pescables; me pregunto cómo será su teoría acerca de la reproducción de los peces pescables. Está muy bien el descartar los peces bebé como especulación metafísica; pero a mí me parece que son parte del problema”. Sir Arthur Eddington.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum (El Yo como Idea (Spanish Edition))
Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. —Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: —Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: —Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. —¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable. —Todos buscan la Ley –dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. —Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.
Franz Kafka (Ante la ley)
Me vas a dejar al segundo en que se ponga demasiado empinado, y me dejaras sin nada—cuando te quiero como nunca he querido nada en mi vida. Tú eres todo lo que pienso, con lo que sueño. Lo consigo alto y bajo y es todo acerca de ti ahora, ni siquiera es acerca de mí. ¡No puedo dormir, no puedo pensar, no puedo concentrarme una mierda ya y todo es porque quiero ser el puto “Real” para ti y tan pronto como te des cuenta de lo que soy, todo lo que seré es un maldito error!
Katy Evans (Real (Real, #1))
¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? 2 Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. 3 He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. 4 Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. 5 Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. 6 Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. 7 Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. 8 Mi bendición va contigo para que la extiendas.
Helen Schucman (Un curso de milagros)
No me canso de repetirlo: no es él, eres tú. «Pero… ¿ahora qué hago? Él me necesita». Ay, amiga: creo que una de las cosas más venenosas del mundo es que a una mujer la eduquen para que se sienta necesitada. Todas las mujeres se merecen que las quieran. Yo te quiero. Y quiero que dejes a ese hombre. Y sé que tardarás muchísimo tiempo en dejarlo. «Tengo que irme».. Ya lo sé. ¿Hablamos mañana? Sí, hablamos mañana. Pero déjame decirte una cosa: un día dejarás de sentirte confundida, o triste, o enfadada, o asustada, y te sentirás… sencillamente cansada. Demasiado cansada para seguir tirando del carro. Se habrán agotado tus reservas de amor, ya no habrá más ideas, más razonamientos: no quedará nada, y todo esto solo te provocará hartazgo. De repente será inviable. Estarás agotada. Te será imposible seguir haciéndolo ni un minuto más. Y ese día, por fin, lo abandonarás. Y cuando llegue ese día, querida amiga, mi habitación de invitados estará esperándote.
Caitlin Moran (More Than a Woman)
Mi hijo, es mi deseo que heredes todo lo mío. Sin embargo, primero tienes que comprobar que eres capaz de administrarlo sabiamente. Por ese motivo, quiero que salgas al mundo y muestres tu habilidad para adquirir el oro, así como para hacerte respetar entre los hombres.
George S. Clason (El Hombre Más Rico de Babilonia (Spanish Edition))
AGOSTO 14 NINGÚN OTRO LO HARÁ «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno». SALMOS 16.2, NVI En el corazón de todo hombre y mujer hay un lugar que solo Dios es capaz de llenar. Nosotros podemos tratar de satisfacer nuestros anhelos con diferentes cosas, pero mientras no lleguemos al punto de rendirnos por completo a Él, seguiremos siendo vulnerables a los pensamientos de temor, el descontento, los deseos egoístas, así como al orgullo y la lujuria. No obstante, cuando usted tiene comunión con Dios, Él empieza a transformar la misma esencia de su ser, cambiando su enfoque de sí mismo a Cristo. Él ocupa el trono de su corazón, conformándole a su carácter, libertándole de sus fortalezas de pecado, y rodeándole de su cuidado eterno. Hablando pragmáticamente, usted no puede experimentar esto a menos que busque de forma activa andar en los caminos de Dios y se rinda a Él. Mientras que lo mantenga alejado, no podrá conocerlo. Esto se debe a que las relaciones personales permanentes, incluyendo la suya con el Señor, solo pueden existir y crecer mediante la intimidad mutua. La única relación personal que puede saciar sus anhelos, sostenerle en las dificultades y darle paz es la relación personal que tiene con Dios. No lo aleje de ninguna manera. Padre, ocupa el trono de mi corazón y hazme un instrumento para tu gloria. Amén. En su presencia… permanezca por completo en su amor.
Charles F. Stanley (Cada día en su presencia: 365 Devocionales (Spanish Edition))
Te quiero mucho, querida, y te odio, eres para mí literalmente el aire que respiro, si me faltas te maldigo como hace un anegado; me duele físicamente estar lejos de ti; no eres para mí una mujer, eres la misma existencia; donde tú estás está mi casa, todo el resto no es nada.
Cesare Pavese
Pero Hunt la tomó de los dedos y volvió a ponerle la mano sobre su corazón. —¿Qué te parecería pareja? Bryce se quedó inmóvil y Hunt contuvo el aliento. Se preguntó si habría dicho algo equivocado. Como ella seguía sin decir nada, él continuó: —¿Las hadas tienen parejas, no? Ése es el término que usan. —Las parejas son... algo intenso para las hadas —tragó saliva—. Es un compromiso de por vida. Un juramento entre cuerpos y corazones y almas. Es una unión de seres. Si tú dices que eres mi pareja frente a cualquier otra hada, lo entenderán como algo muy importante. —¿Y nosotros no significamos algo muy importante? — preguntó él con cautela, con la respiración contenida. Ella tenía su corazón en sus manos. Lo había tenido desde el primer día. —Tú lo eres todo para mí.
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
—John es un grandioso cantante, pero me ofende que no conozcas a nadie más en esa lista —habló incrédulo—. Ni siquiera a Green Day. ¡Esto no puede ser real! —Tal vez he escuchado una canción de ellos —jadeé—. ¡No soy una fanática de la música pesada! —No es música pesada, Weigel —explicó con pausa, haciendo una seña con sus dedos, lleno de exasperación. —¡Para mí todo lo ruidoso lo es! —bramé golpeando con la planta de mi zapato. —Pues tú eres pesada porque eres muy ruidosa.
Flor M. Salvador (Boulevard)
Clark: Cuando leas esto habrán pasado unas pocas semanas (incluso con tus dotes organizativas recién descubiertas dudo que hayas llegado a París antes de comienzos de septiembre). Espero que el café sea bueno y fuerte y que los cruasanes estén frescos y que aún haga buen tiempo para sentarse fuera, en una de esas sillas metálicas que nunca quedan del todo firmes sobre la acera. No está mal, el Marquis. El bistec también está rico, por si te apetece volver más tarde a comer. Y si miras por la calle, a tu izquierda, verás L’Artisan Parfumeur, donde, cuando termines de leer esta carta, deberías ir a probar el aroma llamado algo así como Papillons Extrême (no lo recuerdo bien). Siempre pensé que te iría muy bien. Vale, se acabaron las órdenes. Hay unas cuantas cosas que me gustaría decirte y te las habría dicho en persona, pero, en primer lugar, te habrías puesto toda sentimental y, en segundo lugar, no me habrías dejado decir todo lo que quería decir. Siempre has hablado demasiado. Por tanto, aquí lo tienes: el cheque que recibiste en el sobre inicial de Michael Lawler no era la cantidad completa, sino solo un pequeño regalo, para ayudarte durante las primeras semanas de desempleo, y para que fueras a París. Cuando vuelvas a Inglaterra, lleva esta carta a Michael en su despacho de Londres y te dará los documentos pertinentes para que tengas acceso a la cuenta que ha abierto en tu nombre. Esta cuenta contiene lo suficiente para que te compres un lugar agradable donde vivir, para que te pagues la carrera y para cubrir tus gastos mientras eres estudiante a tiempo completo. Mis padres ya estarán informados al respecto. Espero que esto, y el trabajo jurídico de Michael Lawler, simplifiquen los trámites en la medida de lo posible. Clark, desde aquí casi oigo cómo empiezas a hiperventilar. No te pongas de los nervios ni intentes regalarlo: no es bastante para que te quedes de brazos cruzados el resto de tu vida. Pero debería ser suficiente para comprar tu libertad, tanto en lo que se refiere a ese pueblecito claustrofóbico que los dos consideramos nuestro hogar como a las elecciones que te viste obligada a tomar hasta ahora. No te doy este dinero porque quiera que te sientas nostálgica ni en deuda conmigo, ni tampoco para que sea una especie de maldito recuerdo. Te lo doy porque casi nada me hace feliz a estas alturas, salvo tú. Soy consciente de que conocerme te ha causado dolor y pena, y espero que un día, cuando estés menos enfadada conmigo, comprendas que no solo hice lo único que podía hacer, sino que eso te va a ayudar a vivir una buena vida, una vida mejor, que si no me hubierasconocido. Te vas a sentir incómoda en tu nuevo mundo durante un tiempo. Siempre es extraño vernos fuera del lugar donde estábamos cómodos. Pero espero que también te sientas un poco dichosa. Cuando volviste de hacer submarinismo esa vez, tu cara me lo dijo todo: hay anhelo en ti, Clark. Audacia. Solo la habías enterrado, como casi todo el mundo. No te estoy pidiendo que te arrojes de un rascacielos ni que nades junto a ballenas ni nada parecido (aunque, en secreto, me encantaría pensar que lo estás haciendo), pero sí que vivas con osadía. Que seas exigente contigo misma. Que no te conformes. Viste con orgullo tus medias de abejita. Y, si insistes en conformarte con algún tipo ridículo, guarda a buen recaudo una parte de este dinero. Saber que aún tienes posibilidades es un lujo. Saber que tal vez te las he proporcionado ha sido un gran alivio para mí. Eso es todo. Te llevo grabada en el corazón, Clark. Desde el primer día en que te vi, con esas prendas ridículas y esas bromas tontas y tu completa incapacidad para disimular una sola de tus emociones. Has cambiado mi vida muchísimo más de lo que este dinero cambiará la tuya. No te acuerdes demasiado de mí. No quiero pensar que te vas a poner sensiblera. Vive bien. Vive. Con amor, Will
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
Clark: Cuando leas esto habrán pasado unas pocas semanas (incluso con tus dotes organizativas recién descubiertas dudo que hayas llegado a París antes de comienzos de septiembre). Espero que el café sea bueno y fuerte y que los cruasanes estén frescos y que aún haga buen tiempo para sentarse fuera, en una de esas sillas metálicas que nunca quedan del todo firmes sobre la acera. No está mal, el Marquis. El bistec también está rico, por si te apetece volver más tarde a comer. Y si miras por la calle, a tu izquierda, verás L’Artisan Parfumeur, donde, cuando termines de leer esta carta, deberías ir a probar el aroma llamado algo así como Papillons Extrême (no lo recuerdo bien). Siempre pensé que te iría muy bien. Vale, se acabaron las órdenes. Hay unas cuantas cosas que me gustaría decirte y te las habría dicho en persona, pero, en primer lugar, te habrías puesto toda sentimental y, en segundo lugar, no me habrías dejado decir todo lo que quería decir. Siempre has hablado demasiado. Por tanto, aquí lo tienes: el cheque que recibiste en el sobre inicial de Michael Lawler no era la cantidad completa, sino solo un pequeño regalo, para ayudarte durante las primeras semanas de desempleo, y para que fueras a París. Cuando vuelvas a Inglaterra, lleva esta carta a Michael en su despacho de Londres y te dará los documentos pertinentes para que tengas acceso a la cuenta que ha abierto en tu nombre. Esta cuenta contiene lo suficiente para que te compres un lugar agradable donde vivir, para que te pagues la carrera y para cubrir tus gastos mientras eres estudiante a tiempo completo. Mis padres ya estarán informados al respecto. Espero que esto, y el trabajo jurídico de Michael Lawler, simplifiquen los trámites en la medida de lo posible. Clark, desde aquí casi oigo cómo empiezas a hiperventilar. No te pongas de los nervios ni intentes regalarlo: no es bastante para que te quedes de brazos cruzados el resto de tu vida. Pero debería ser suficiente para comprar tu libertad, tanto en lo que se refiere a ese pueblecito claustrofóbico que los dos consideramos nuestro hogar como a las elecciones que te viste obligada a tomar hasta ahora. No te doy este dinero porque quiera que te sientas nostálgica ni en deuda conmigo, ni tampoco para que sea una especie de maldito recuerdo. Te lo doy porque casi nada me hace feliz a estas alturas, salvo tú. Soy consciente de que conocerme te ha causado dolor y pena, y espero que un día, cuando estés menos enfadada conmigo, comprendas que no solo hice lo único que podía hacer, sino que eso te va a ayudar a vivir una buena vida, una vida mejor, que si no me hubieras conocido. Te vas a sentir incómoda en tu nuevo mundo durante un tiempo. Siempre es extraño vernos fuera del lugar donde estábamos cómodos. Pero espero que también te sientas un poco dichosa. Cuando volviste de hacer submarinismo esa vez, tu cara me lo dijo todo: hay anhelo en ti, Clark. Audacia. Solo la habías enterrado, como casi todo el mundo. No te estoy pidiendo que te arrojes de un rascacielos ni que nades junto a ballenas ni nada parecido (aunque, en secreto, me encantaría pensar que lo estás haciendo), pero sí que vivas con osadía. Que seas exigente contigo misma. Que no te conformes. Viste con orgullo tus medias de abejita. Y, si insistes en conformarte con algún tipo ridículo, guarda a buen recaudo una parte de este dinero. Saber que aún tienes posibilidades es un lujo. Saber que tal vez te las he proporcionado ha sido un gran alivio para mí. Eso es todo. Te llevo grabada en el corazón, Clark. Desde el primer día en que te vi, con esas prendas ridículas y esas bromas tontas y tu completa incapacidad para disimular una sola de tus emociones. Has cambiado mi vida muchísimo más de lo que este dinero cambiará la tuya. No te acuerdes demasiado de mí. No quiero pensar que te vas a poner sensiblera. Vive bien. Vive. Con amor, Will.
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
En el mismo instante alzó la frente, y con satánica convicción, que tenía cierta hermosura por ser convicción y por ser satánica, se dejó decir estas arrogantes palabras: «Mi marido eres tú... todo lo demás... ¡papas!». Elástica era la conciencia de Santa Cruz, mas no tanto que no sintiera cierto terror al oír expresión tan atrevida. Por corresponder, iba él a decir mi mujer eres tú; pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas. At the same moment, she raised her head, and with a satanical conviction, that had a certain beauty because it was conviction and because it was satanic, she allowed herself to say these arrogant words: "You are my husband... all the rest is... rubbish.!" Santa Cruz's conscience was flexible, but not so flexible to exempt him from a shiver of terror when he heard such a bold declaration. To reciprocate, he was going to say, "You are my wife," but he sheathed his lie, like a prudent man who saves his weapons for serious cases. Trans: Agnes Moncy Gullón
Benito Pérez Galdós (Fortunata and Jacinta)
Mantén tu palabra Mantener tu palabra es una forma de aumentar tu autoestima que la mayoría de las veces se ignora por completo. Cada compromiso que haces, incluso aquellos que haces con otras personas, es en última instancia un compromiso contigo mismo. Si no cumples con tus compromisos y promesas, poco a poco perderás la confianza en ti mismo. Pagas un alto precio psicológico y emocional cada vez que mientes, engañas o haces trampa porque te estás enviando el mensaje “mi palabra no vale nada. Por lo tanto, YO no valgo nada”. No perjudiques tu autoestima y cumple con tus compromisos. Entrega más de lo esperado en todo lo que haces y no hagas promesas que no puedas cumplir. Si dices que vas a estar en algún lugar, estate allí. Si dices algo a alguien, siéntelo. No digas palabras vacías Haz lo que dices que vas a hacer. No mientas. Si descubres que no puedes, no quieres o no harás algo, di la verdad de inmediato. No juegues con las emociones de la gente. No digas medias verdades si quieres que las personas - y tú mismo - confíen en ti. Ten mucho cuidado con tus conversaciones. ¿Estás diciendo cosas sólo para impresionar y no eres auténtico? Cuando dices la verdad, el mensaje que te comunicas a ti mismo es que tus palabras son dignas, tus palabras son importantes. Tú eres importante. Cuando decimos mentiras o cuando se trata de impresionar constantemente, lo que estás diciendo es: NO SOY LO SUFICIENTE BUENO COMO SOY. Necesito ser otra persona para que los otros me quieran. Y así nuestra autoestima y nuestra confianza en nosotros mismos recibe un duro golpe. En lugar de hacer promesas que no puedes cumplir, prometer grandeza y luego entregar mediocridad, haz lo contrario: promete menos y supera las expectativas.
Marc Reklau (Quiérete ¡y mucho!: 30 días para aumentar tu autoestima)
¡Al fin has comprendido! —exclamó Kirílov fuera de sí—. ¡Ya se puede comprender, cuando un hombre como tú lo ha comprendido! ¿Entiendes ahora que la salvación de la humanidad consiste en probarle este pensamiento? ¿Y quién lo probará? ¡Yo! No concibo cómo hasta el presente un ateo, sabiendo que Dios no existe, no se ha matado inmediatamente. Tener conciencia de que Dios no existe, y no tener conciencia, al mismo tiempo, de la propia divinidad, es absurdo; de otro modo habría que matarse. Si tienes conciencia, eres un rey y no te matarás, pero vivirás en la gloria. Solo uno debe matarse: el precursor, si no ¿quién empezaría y lo probaría? Y soy yo quien empezará y lo probará. Yo aún no soy Dios, porque a pesar de todo, y por ello, soy un desdichado, estoy obligado a proclamar mi propia voluntad. Todos los hombres son unos desgraciados, porque tienen miedo de proclamar su propia voluntad. El hombre, hasta hoy, siempre ha sido pobre y desdichado, porque temía realizar la forma suprema de su voluntad; no la utilizaba más que a escondidas, como una indisciplina escolar. Yo soy terriblemente desgraciado porque tengo un miedo espantoso. El miedo es la maldición del hombre... ¡Pero proclamo mi voluntad! Estoy obligado a creer que no creo. Empezaré y concluiré, y así quedará abierta la puerta. Y salvaré, porque solo esto salvará a los hombres y los transformará físicamente, en las generaciones siguientes. Mientras el hombre continúe en su estado físico actual, y he pensado mucho en esto, le será absolutamente imposible prescindir de su antiguo Dios. Durante tres años he buscado el atributo de mi divinidad y lo he encontrado: ¡mi atributo es mi libre voluntad! »¡Eso es todo! Gracias a mi voluntad, puedo manifestar bajo su forma suprema mi insubordinación y mi nueva libertad, mi terrible libertad. ¡Porque es terrible! Me mato para probar mi insubordinación y mi nueva libertad.
Fyodor Dostoevsky (Los demonios)
Atrás, seres humanos!…» y no eres más que un segador, un esforzado segador… un buen criado. Tu guadaña no es un cetro sino una herramienta de trabajo. En el gran ciclo, en el gran engranaje solar y planetario, tú eres el que corta la espiga, y yo ahora… el grano, el grano de la espiga que cae bajo tu esfuerzo necesario. Necesario… no para tu orgullo sino para ver cómo logramos entre todos un pan dorado y blanco. Desde tu filo iré al molino. En el molino me morderán las piedras de basalto, como dos perros a un mendigo hasta quitarme los harapos. Perderé la piel, la forma y la memoria de todo mi pasado. Desde el molino iré a la artesa. En la artesa me amasarán, sudando, y sin piedad unos robustos brazos. y un día escribirán en los libros sagrados: El segundo hombre fue de masa cruda como el primero fue de barro. Luego entraré en el horno… en el infierno. Del fuego saldré hecho ya pan blanco y habrá pan para todos. Podréis partir y repartir mi cuerpo en miles y millones de pedazos; podréis hacer entonces con el hombre una hostia blanquísima… el pan ázimo donde el Cristo se albergue: y otro día dirán en los libros sagrados: El primer hombre fue de barro, el segundo de masa cruda y el tercero de pan y luz. Será un sábado cuando se cumplan las grandes Escrituras… Entre tanto, a trabajar con humildad y sin bravatas, Segador Esforzado.
León Felipe (Nueva Antología Rota)
Eres mi todo, en cada iteración de cada vida. Las cosas cambiaron desde que nos casamos, pero tú y yo… siempre fuimos para siempre.
ana huang - el rey de la avaricia
¿POR QUÉ ALGUNAS PERSONAS SON MÁS EXITOSAS QUE OTRAS? Cuando yo era joven, siempre sentí curiosidad por los comportamientos que conducen al éxito: éxito en los deportes, éxito en la salud, éxito en la manera en que nos vemos y sentimos. ¿Por qué algunas personas eran capaces de tener un gran tono muscular, una energía y un entusiasmo constantes, mientras que otras parecían cansadas y tristes, y tenían un sobrepeso evidente? ¿Por qué algunos de mis compañeros atletas ganaban campeonatos, mientras que otros forcejeaban y renunciaban? ¿Por qué algunas personas pueden cambiar completamente sus vidas mientras que otras luchan con los mismos problemas una y otra vez? Empecé a notar un comportamiento común en consonancia con el éxito, y era la presencia de hábitos positivos. Tomar decisiones positivas conduce a resultados positivos. Curiosamente, las personas exitosas a menudo eran conscientes de cuáles eran sus hábitos, mientras que las no exitosas parecían conscientes de que sus hábitos las controlaban. Los triunfadores parecían tener la conciencia de que los actos tienen consecuencias, y que al elegir actos específicos, podían cosechar los frutos que querían. Eran capaces de elegir conscientemente un objetivo, determinar qué medidas podrían conducirlos a su meta, y luego seguir adelante. Las personas fracasadas parecían estar pensando que el éxito “simplemente” sucede, o que algunas personas nacen con una capacidad de tener éxito y que las demás no. Me di cuenta de que ser exitoso no consistía en quién eras o en dónde habías nacido, sino en ser consciente y estar al tanto de que las decisiones que tomas a diario realmente te afectan a largo plazo. Te conducen a los campeonatos o te mantienen al margen. A medida que fui creciendo, mi curiosidad e interés aumentaron, así que estudié para obtener un grado en fisiología del ejercicio, y elegí lo que llamo un enfoque proactivo para la salud y el bienestar al convertirme en un entrenador personal y, posteriormente, en un entrenador de estilo de vida, ¡y lo que aprendí a lo largo del camino hizo que mi visión fuera más clara! Nuestros hábitos son la base de nuestro éxito, o de nuestro fracaso. Si quieres ser el mejor en cualquier cosa (incluyendo la mejor versión de ti mismo), tienes que tener sistemas establecidos para el éxito. ¡Estos sistemas son los hábitos saludables! La verdad es que no importa quién seas, qué tanto dinero o que tan poco tengas, si tienes cinco hijos o ninguno, si eres hombre o mujer, si eres joven o viejo, lo cierto es que tienes hábitos; esas pequeñas cosas que haces todos los días, y todo el tiempo, ya sea que pienses en ellas o no. Son las actos que te llevaron adonde estás.
Marco Borges (La revolución de 22 días: El programa a base de plantas que TRANSFORMA tu cuerpo, REAJUSTA tu hábitos y CA MBIA tu vida)
Una vez visto mi modo de explicar el miedo que te tengo, podrías responder: «Tú afirmas que yo simplifico las cosas cuando te doy toda la culpa de la relación que tengo contigo, pero creo que tú, pese a tus aparentes esfuerzos, simplificas cuando menos tanto como yo y además lo haces de manera mucho más ventajosa para ti. En primer lugar, tú también rechazas cualquier culpa o responsabilidad de tu parte, en eso procedemos, pues, de la misma manera. Pero mientras que yo con toda sinceridad, tal y como lo pienso, te inculpo únicamente a ti, tú quieres ser al mismo tiempo “superlisto” y “superdelicado” absolviéndome también a mí de toda culpa. Esto último, obviamente, sólo lo consigues en apariencia (y eso es lo que quieres), y a pesar de toda tu “fraseología” sobre esencia y naturaleza y contraste y desvalimiento, lo que resulta entre líneas es que yo he sido en realidad el agresor, mientras que tú, todo lo que has hecho, lo hiciste en defensa propia. Con esa falta de sinceridad, ya habrías conseguido bastante, pues has demostrado tres cosas, primero que eres inocente, segundo que yo soy culpable, y tercero que tú, por pura magnanimidad, estás dispuesto no sólo a perdonarme sino incluso -lo que es más pero también menos a probar y hasta a creer -en contra por supuesto de la verdad- que también yo soy inocente. Con eso ya te podría bastar, pero todavía no te basta. Se te ha metido en la cabeza que vives enteramente a mi costa. Admito que luchamos el uno contra el otro, pero hay dos clases de lucha. La lucha entre caballeros, en la que miden las fuerzas adversarios independientes: cada uno está solo, pierde solo, vence solo. Y la lucha del parásito, que no sólo pica sino que chupa instantáneamente la sangre que necesita para vivir. Eso es en el fondo el soldado profesional y eso eres tú también. Eres incapaz de vivir; pero con el fin de instalarte en la vida cómodamente, libre de preocupaciones y sin reprocharte nada, demuestras que yo te he quitado toda la capacidad de vivir y que me la he metido en el bolsillo. Qué te importa entonces no ser capaz de vivir, yo soy el culpable de ello, tú en cambio te tumbas tranquilamente y dejas que yo te arrastre, física y espiritualmente, por la vida. (...)». A ello respondo que la totalidad de esa objeción, que en parte puede volverse contra ti mismo, no viene de ti sino de mí, precisamente. Esa desconfianza que tú tienes hacia todo no es, sin embargo, tan grande como la que yo tengo frente a mí mismo y en la que tú me has educado.
Franz Kafka (Letter to His Father)
—Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Las horas que pasan, las horas del día, si tú estás conmigo serán de alegría. No me dejes solo, sé en todo mi guía; sin Ti soy chiquito y me perdería. Ven siempre a mi lado, tu mano en la mía. ¡Ángel de la guarda, dulce compañía! Bendita la luz del día y el Señor que nos la envía. ¡Bendito el Niño Jesús, bendita Santa María! Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la Virgen María y el Espíritu Santo. Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos guardan mi alma. Todos le llevan al niño, yo también le llevaré, una jarra de manteca y un tazón de dulce miel. Todos le llevan al niño, yo también le llevaré, las cosas que a mí me gustan para que goce Emmanuel. Me ha contado Jesusito: viene para que yo sea un angelito en el cielo y su amigo aquí en la Tierra. Yo le he dicho a Jesusito que yo seré aquí en la Tierra su amiguito para siempre y que en el Cielo le vea. Jesusito de mi vida, eres niño como yo, mira cuanto que te quiero que te doy mi corazón. ¡Tómalo! ¡Tómalo! Tuyo es, y mío no—.
Verónica A. Fleitas Solich (La Legión (Todos mis demonios, #5))
─Mi crimen ha sido querer más, no resignarme, lanzarme a volar por mi cuenta. Tal vez para ti mi crimen ha consistido en no haber estado más sometido a ti, en no haberte necesitado más, en no haber estado frente a ti en una constante situación de inferioridad. En que fueras tú la que dabas y yo el que recibía. ─No, Antero. Tu crimen ha sido el tomar las apariencias por realidades, el darle más importancia a las apariencias que a las realidades, el vivir en la mentira a sabiendas por miedo de enfrentar la realidad. Ese dinero que ha caído tan fugazmente sobre ti ha sido como la piedra de toque para probar la calidad del metal de tu alma. Ha podido servir para curarte de engaños y regresarte a las realidades, si es que alguna vez has vivido de ellas, y no en una especie de sueño que todo lo deforma y lo falsifica, y en el cual, al final, no sabes ni quién eres tú, ni quiénes somos los demás, ni qué te corresponde hacer. Pero no ha sido así; ni la experiencia fugaz de esta riqueza inmerecida, ni esta catástrofe, que debió servir para sacudirte hasta lo más profundo, han servido para sacarte de tus mentiras, para hacerte huir de ellas y ponerte a salvo en la verdad. Estabas huyendo, pero era de la cara de la realidad que asoma para continuar lejos viviendo en ese país del engaño del que nunca has sabido salir.
Arturo Uslar Pietri (Chúo Gil y otras obras)
Así me decía: aquí estoy yo, para ti, y no me iré jamás. Te amo, eres mi vida.
Verónica A. Fleitas Solich (La Legión (Todos mis demonios, #5))
Existe un bello cuento sufí. Un gran emperador iba al pueblo todos los días en su caballo, en la mañana, cuando estaba saliendo el sol. Era un hermoso ejercicio para él y también una manera de constatar cuánto había crecido su ciudad, cuán bella se estaba volviendo su capital. Había soñado con convertirla en el lugar más bello de la Tierra. Pero algo lo dejaba perplejo… detenía su caballo y observaba a un anciano, que debía tener unos ciento veinte años. El anciano siempre estaba trabajando en su jardín, sembrando semillas, regando los árboles, árboles que durarían cientos de años en llegar a la juventud, árboles que vivirían cuatro mil años. El emperador se sentía perplejo, pensaba: «Este hombre ya casi está en la tumba; ¿para quién está sembrando esas semillas? Nunca verá las flores ni los frutos. Es imposible que el hombre llegue a ver los resultados de su labor». Un día no pudo resistir la tentación. Se bajó de su caballo y se dirigió al anciano: —He estado pasando por aquí todos los días y la misma pregunta me surge cada vez. Pero ahora se me ha hecho imposible no interrumpir su trabajo por sólo un momento. Quiero saber: ¿para quién está sembrando esas semillas? Los árboles madurarán cuando usted ya no se encuentre aquí. El anciano miró al emperador y se rio. Dijo: —Si ésa hubiera sido la lógica de mis ancestros, yo no hubiera podido disfrutar las flores y los frutos de este bello jardín. Yo soy jardinero por tradición, mi padre y mi abuelo sembraban semillas y yo he comido los frutos. ¿Y qué de mis hijos? ¿Y qué de los hijos de mis hijos? Si mi padre y mi abuelo hubieran pensado como usted, no existiría este jardín. La gente viene desde muy lejos a ver este lugar porque tengo árboles que tienen miles de años. Simplemente hago lo que puedo por agradecimiento. Y en cuanto a sembrar semillas… ver brotar las hojas verdes al llegar la primavera es un gozo tal que se me olvida completamente cuántos años tengo. Estoy más joven que nunca. He permanecido joven porque he seguido siendo creativo. La muerte se lleva a las personas que se han vuelto inútiles. Tal vez por eso he vivido tanto tiempo y sigo siendo joven. La muerte es compasiva conmigo porque sigo el ritmo de la vida. La existencia me extrañará; la existencia no es capaz de reemplazar a nadie. Tal vez es por eso que sigo vivo. Pero tú eres joven y haces las preguntas de un hombre que se está muriendo. Y la razón es que no eres creativo. La única manera de amar la vida es creando más vida, volviendo la vida más hermosa, más fructífera, más jugosa. No abandones esta Tierra hasta que no la hayas dejado un poquito mejor que de lo que era cuando naciste. Ésa es la única religión que yo conozco. Todas las otras religiones son falsas.
Osho (Háblanos del amor. Reflexiones sobre la poesía de Kahlil Gibran: El Profeta)
Tenía muchas preguntas sobre cosas que no era triviales, pero que para mi si tenían mucha importancia, porque después de todo, las pequeñas cosas nos hacen únicos. Es muy extraño saber como funciona el mundo y no tener ni idea de como funcionas tú, quien eres y cual es tu propósito.
Laura Sanchez.
Thomas Carlyle dijo: Un gran hombre muestra su grandeza en la forma en la que trata a alguien más pequeño. El valor que le das a las personas determina si eres un motivador o un manipulador de hombres. La motivación es actuar juntos para un beneficio mutuo. La manipulación es trabajar juntos para mi propio beneficio. Hay una diferencia sustancial. Con el motivador todos ganan. Con el manipulador sólo gana él mismo.
Zig Ziglar (Zig Ziglar Ventas: El manual definitivo para el vendedor profesional (Spanish Edition))
—Hay una cuerda que nos conecta, que no es visible al ojo —dijo—. Tal vez cada persona tiene más de un alma a la que están conectados, y sobre todo el mundo existen aquellas cuerdas invisibles. —Como para demostrar su punto, su dedo trazó la cinta negra que corría a través de los crines de mi caballo—. Tal vez las posibilidades de que encontrarás a todas y cada una de tus almas gemelas son escasas. Pero a veces eres lo suficientemente afortunado para toparte con una. Y sientes una atracción. Y no es tanto como una opción de amarlos por sus defectos y por tus diferencias, pero prefieres amarlos sin siquiera intentar. Amas sus defectos.
Tarryn Fisher - Mud Vein
Siento desprecio hacia ti, pero esto no es nada comparado con lo que siento haci mí mismo. No te amo, ni nunca he amado a nadie. Te deseé desde el primer momento en que te vi, del mismo modo que se desea una mujer fácil, por el mismo motivo y propósito. Pasé dos años reprochándomelo por creer que te encontrabas por encima de anhelos semejantes. Pero no. Eres un animal tan vil como yo. Debería despreciar el haberlo descubierto. Ayer habría matado a quien pretendiera insinuar que eras capaz de esto. Hoy daría mi vida para que no sucediera de otro modo; para que siguieras siendo la clase de perra que eres. Toda la grandeza que veía en ti, no la cambiaría por la obsenidad de tu comportamiento. Tú y yo éramos dos grandes seres, orgullosos de nuestra fuerza, ¿verdad? Pues bien, esto es todo cuanto queda de nosotros y no quiero engañarme respecto a ello.
Ayn Rand (Atlas Shrugged)
—¿Qué tal? —le pregunto. —Más o menos, ¿y tú? —Mal, no me han dejado donar sangre para Beatrice. —¿Y eso? —Si eres menor de edad necesitas una autorización. —Me parece normal, puede ser peligroso... —¡Cuando hay amor todo es posible! ¡No hace falta ninguna autorización! —Claro... —responde Silvia, y permanece callada. —¿Qué pasa? Hoy me pareces rara... Repite mecánicamente mi penúltima frase, como si no me estuviera oyendo: —Cuando hay amor todo es posible...
Alessandro D'Avenia (Bianca come il latte, rossa come il sangue)
PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned. Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: «¡Adiós, papito!» y yo fruncí el entrecejo y te respondí: «¡Ten erguidos los hombros!» Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. «¿Qué quieres ahora?» te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: «No es más que un niño, un niño pequeñito». Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
Anonymous
—Ya está. —Mi madre me da la vuelta y deja caer de nuevo mi pelo por la espalda. Me mira pensativa y sé lo que va a decirme—. Cariño,¿puedo darte un consejo de madre? —No —respondo rápidamente con una sonrisa. Me devuelve la sonrisa y me sienta en el borde de la cama. —Cuando te casas, te conviertes en la piedra angular de tu esposo — me sonríe con afecto—. Deja que piense que manda, que crea que no puedes vivir sin él, pero no permitas nunca que te robe tu independencia o tu identidad, cariño. Los hombres necesitan que les masajeen el ego. —Se ríe—. Les gusta pensar que son ellos los que llevan los pantalones, y debes dejar que se lo crean. Niego con la cabeza. —Mamá, no es necesario... —Sí que lo es —insiste—. Los hombres son criaturas complicadas. Me río, burlona. No tiene ni idea de lo complicada que es mi criatura. —Lo sé. —Y aunque se hacen los valientes y se creen muy hombres, ¡no son nada sin nosotras! —Acerca mi cara colorada a la suya—. Ava, veo que Jesse te quiere, y admiro lo franco que es cuando se trata de lo que siente por ti, pero recuerda quién eres. No dejes que te cambie nunca, cariño. —No va a cambiarme, mamá. No estoy en absoluto cómoda con esta conversación, aunque ha dado en el clavo. Después de que Jesse se declarase, mis padres se quedaron dos días con nosotros, y ahora llevan en Londres desde el miércoles, así que han visto de sobra cómo es Jesse conmigo (salvo por las cuentas atrás y las distintas clases de polvos). Han visto cómo me colma de atenciones y de cariño, cómo no se separa de mí, y al menos yo no he ignorado sus comedidas observaciones. Jesse no se ha dado ni cuenta. Mejor dicho, se ha dado cuenta pero le da igual, y yo no voy a decirle nada. Me gusta el contacto constante tanto como a él. Mi madre me sonríe. —Quiere cuidar de ti y ha dejado claro que para él lo eres todo. A tu padre y a mí nos hace muy felices saber que has encontrado un hombre que te adora, un hombre que caminaría sobre ascuas por ti.
Jodi Ellen Malpas (Beneath This Man (This Man, #2))
Tú no te perteneces; has sido comprado por precio. Has sido elegido para desposarte con Cristo. Y yo, el Espíritu de Dios, he sido enviado para revelarte la verdad que te hará libre de todo otro amor. Mi verdad romperá toda cadena del pecado y resolverá toda incredulidad. Porque no eres de este mundo; estás caminado hacia un glorioso encuentro con tu Desposado, estás siendo preparado para su banquete de bodas. Ya todo está listo, ¡y te estoy preparando a ti! Quiero presentarte sin mancha, llevando en tu corazón un amor apasionado por Él.
David Wilkerson (Tenemos hambre de Cristo: Experimentando su presciencia en tiempos difíciles)
— ¡Capitán…! ¡Capitán…! ¿Qué broma es ésta? ¿Dónde se han metido? Una sombra oscura nació de entre las sombras de la cocina. Era un targuí alto, muy delgado, con un oscuro "lithan" cubriéndole el rostro, un fusil en una mano y una larga espada en la otra. Se detuvo bajo el porche. — Están muertos -dijo. Le observó incrédulo. — ¿Muertos…? -repitió estúpidamente-. ¿Todos…? — Todos. — ¿Quién los mató? — Yo. Se aproximó sin dar crédito a lo que estaba oyendo. — ¿Tú…? -inquirió agitando la cabeza como para desechar la idea-. ¿Pretendes decirme que tú, sin ayuda de nadie, has matado a doce soldados, un sargento y un oficial…? Asintió con naturalidad: — Dormían. Abdul-el-Kebir, que había visto morir a miles de personas, que había ordenado ejecutar a muchas, y que aborrecía a todos y cada uno de sus carceleros, experimentó sin embargo una insoportable sensación de angustia y vacío en la boca del estómago, y se apoyó levemente en el poste de madera que soportaba el porche para no perder el equilibrio. — ¿Los has asesinado mientras dormían? -inquirió-. ¿Por qué? — Porque ellos asesinaron a mi 1huésped. -Hizo una pausa-. Y porque eran demasiados. Si uno daba la voz de alarma, hubieras muerto de viejo entre estas cuatro paredes… Abdul-el-Kebir le observó en silencio y agitó la cabeza afirmativamente, como si comprendiese algo que se le antojó oscuro en un principio. — Ahora te recuerdo… -admitió-. Eres el targuí que nos dio hospitalidad… Te vi cuando me llevaban. — Sí -asintió. Soy Gacel Sayah, eras mi huésped, y tengo la obligación de llevarte al otro lado de la frontera. — ¿Por qué? Le miró sin comprender. Por último, señaló: — Es la costumbre… Pediste mi protección y debo protegerte. — Matar a catorce hombres por protegerme resulta excesivo, ¿no crees…? El targuí no se dignó responder y echó a andar en dirección a la abierta puerta. — Traeré los camellos… -dijo-. Prepárate para un largo viaje. Le observó mientras se alejaba, perdiéndose de vista
Alberto Vázquez-Figueroa (Tuareg (Tuareg #1))
Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado. ==========
Anonymous
—[...] ¿Están las cosas tan mal como parece? ¿O me he vuelto viejo, como mi padre, y a todo le encuentro un sabor amargo comparado con cuando era niño? Kote se entretuvo frotando la barra, como si se resistiera a hablar. —Creo que las cosas siempre van mal de un modo u otro —declaró—. Quizá sea que solo nosotros, los mayores, nos damos cuenta. Graham fue a asentir, pero frunció el entrecejo. —Pero tú no eres mayor, ¿no? Siempre se me olvida. —Miró de arriba abajo al pelirrojo—. Es decir, te mueves como un viejo y hablas como un viejo, pero no lo eres, ¿verdad? Calculo que tendrás la mitad de mis años. —Lo miró entornando los ojos—. ¿Qué edad tienes, por cierto? —La suficiente para sentirme viejo —contestó el posadero con una sonrisa que denotaba cansancio.
Patrick Rothfuss (The Wise Man's Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Hoy es un buen día para comenzar de nuevo, aunque creas que todo se ha ido a la mierda; comienza otra vez. No olvides que todo lo que pasa y lo que no, forma parte de la evolución que debes vivir. Tú eres la mejor casualidad que el destino dibujó.
Alejandro Sequera (Mi Viaje Sin Ti: Lo Que Queríamos Ser Y No Fuimos (Spanish Edition))
El espíritu se debe examinar a diario. Era la costumbre de Sextio cuando el día había acabado y se había dispuesto para descansar, preguntar a su espíritu: «¿Cuáles de tus malas costumbres has curado hoy? ¿Qué vicio has controlado? ¿En qué aspecto eres mejor?». La ira cesará y se volverá más amable, si sabe que cada día tendrá que comparecer ante el tribunal. ¿Qué puede ser más admirable que esta manera de analizar la totalidad de los acontecimientos del día? ¿Qué dulce es el sueño que sigue a este autoexamen? ¿Qué calma, qué tranquilidad y despreocupación cuando nuestro espíritu ha recibido el elogio o la reprimenda, y cuando nuestro inquisidor y censor secreto ha informado sobre nuestra moral? Yo utilizo este privilegio y diariamente defiendo mi causa delante de mí mismo: cuando la lámpara desaparece de mi vista y mi esposa, que conoce mi costumbre, ha dejado de hablar, repaso todo el día delante de mí y repito todo lo que he dicho y hecho: no me escondo nada y no omito nada: ¿por qué voy a tener miedo de cualquiera de mis defectos, cuando está en mi poder decir: «Te perdono esta vez: procura no volver a hacerlo nunca más»? [...] Un buen hombre se complace en recibir consejo: todos los hombres malos son los más impacientes cuando reciben una guía.
Massimo Pigliucci (Cómo ser un estoico: Utilizar la filosofía antigua para vivir una vida moderna)
AL SOL DE LA MAÑANA Me veo a mí misma a mi verdadero Ser Yo te he servido Yo te he amado Mi amada Alma Quién fui yo ayer Quién soy yo hoy En quién me convierto Con el Sol naciente Me elevo contigo Amada Alma Espacio Interior Dime Susurra en mi oído Tu verdad Dime ¿Cuándo vendrá la búfala blanca? Las plegarias El más dulce de los sueños De aquellos que están ante nosotros De todos los que están ahora De aquellos que aún están por venir Miro A las sagradas Cuatro direcciones Padre Cielo Madre Tierra Juntos Respiramos Oh, Búfala Blanca Mujer Ternera Regresen Estamos preparados Pasado Presente Futuro Para conducirnos dentro de Nuevos tiempos Nuevas energías Dadnos signos Mostradnos el camino Equilibrio Milagros Estamos preparados Un Ser más alto Fuerzas más grandes Del Universo Nos respiran hacia adelante No esperamos más Somos los indicados Nosotros te invocamos Búfala Blanca Ser Más Alto Alma amada Asegúranos en tu Fuerza Fe Gran Fuerza de voluntad Respiramos Estamos preparados Pues eres tú Soy yo Nosotros somos búfala blanca Mujer ternera Ante ti No esperes más por el otro Despierta Siente tu gran fuerza Al sol de la mañana Nosotros nos vemos Nuestro verdadero Ser Amado Ahora danzamos.
Ulonda Faye
PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.
Dale Carnegie (Cómo ganar amigos e influir sobre las personas: Versión completa)
—Lo nuestro [...] es lo mejor que hemos tenido y que tendremos en la vida, mi amor. Sé que no soy fácil de llevar. Sé que tengo que pulir muchas cosas de mi carácter, pero también sé que, si te pierdo, no volveré a ser feliz en mi vida, porque eres la mujer que quiero besar, que quiero mimar, que quiero abrazar, y haré todo lo necesario para recuperar a mi guerrera.
Megan Maxwell (Una flor para otra flor (Las guerreras Maxwell, #4))
—Salta a la vista que eres joven, mago, y tus pensamientos son jóvenes y desordenados. —Estoy cansado de ser joven —dijo Oliver, porque lo estaba pensando lo suficientemente alto como para que no importara decirlo en voz alta—. Sin importar mi juventud, mi aldea me envió a esto —todavía sentía que había sido una injusticia y le dolía, pero el amor, la compasión y el resentimiento se entretejían y no encontraba manera de desenredarlos. —Sí —el Ama estuvo de acuerdo—. Ése es el precio que tu aldea pagó. Nunca volverás a amarlos con todo tu corazón. La sombra de lo que hicieron por miedo estará siempre entre ellos y tú. Sin embargo, podrán seguir vivos, y aprender a dar un rodeo alrededor de esa sombra, o decidir que no vale la pena hacerlo, requerirá la madurez de la edad adulta. Oliver bajó la cabeza, preguntándose si llegaría a tener esa madurez de la edad. “Aunque extraño a Vezzo y a Matty. Y a mi mamá”. Se preguntó en qué momento había madurado lo suficiente como para que no lo avergonzara extrañar a su madre.
T. Kingfisher (Minor Mage)
Nunca te sentirás en ti mismo como el pecador que eres, porque hay un mecanismo en ti como resultado del pecado que siempre te defenderá contra cada acusación. Todos estamos en muy buenos términos con nosotros mismos, y siempre podemos presentar un buen caso para defendernos a nosotros mismos.
Arturo Perez (¡El problema soy yo!: Mi lucha con el pecado, la ley que me acusa, y el evangelio que me libera (Spanish Edition))
No hubo respuesta. Mi hermano y yo comprendimos. No era el momento. Como Él acababa de afirmar, no había llegado su hora. Jesús de Nazaret eligió el silencio. —¡Un Dios nuevo! —exclamó el jovencito, no menos desconcertado—. ¿Y tú eres judío? ¿Qué pasará con Yavé? —Te lo he dicho: deja que llegue mi hora… Entonces te hablaré de ese nuevo Padre. —¡No! —bramó el impetuoso adolescente—. ¡Háblame ahora! El jefe de los Tiglat reprendió al muchacho. Pero Jesús, solicitando calma, accedió. —Está bien, mi querido e impulsivo amigo… Lo haré porque es tu corazón el que lo reclama. »Yavé está bien donde está. Y ahí quedará para los que no comprendan la nueva revelación. Porque de eso se trata: de entregar al hombre un concepto más exacto de Dios… Sí, hijo mío, un Dios nuevo y viejo al mismo tiempo. Un Dios Padre. Un Dios que no precisa nombre. Un Dios sin leyes escritas. Un Dios que no castiga, que no lleva las cuentas de tus obras. Un Dios que no necesita perdonar…, porque no hay nada que perdonar. Un Dios al que puedes y debes hablar de tú a tú. Un Dios que te ha creado inmortal. Que te llevará de la mano cuando mueras. Que te invita a conocerlo, a poseerlo y, sobre todo, a amarlo. Un Dios, como tú haces con tu padre, en el que confiar. Un Dios que te cuida sin tú saberlo. Que te da antes de que aciertes a abrir los labios. Un Dios tan inmenso que es capaz de instalarse en lo más pequeño: ¡tú! La mágica voz de aquel Hombre, sonora, segura, armada de esperanza, nos rindió a todos. Tiglat padre sostuvo la penetrante y cálida mirada del «extraño galileo». No había duda. Sus palabras lo hechizaron. Y balbuceó: —¿Dónde está ese Dios? ¿Dónde podemos encontrarlo? Jesús tocó su propio pecho con el índice izquierdo y aclaró: —Te lo he dicho: aquí mismo… dentro de ti.
J.J. Benítez (Hermón. Caballo de Troya 6 (Spanish Edition))
Lo eres todo para mi.
Sadie Kincaid (Fierce Queen (L.A. Ruthless #2))
-Tú crees que eres la Perdición de los Príncipes, pero eres la salvadora del príncipe. Permítenos ver, si queda alguna esperanza de redención en ti. Golpea la base del tridente contra el suelo, y siento un dolor como nada que pudiera haber imaginado. Mis huesos se quiebran y se realinean. La sangre brota de mi boca y oídos, derritiéndose a través de mi piel. Mis agallas. Mi aleta se divide, me desgarra justo por la mitad, partiéndome en dos. Las escamas que alguna vez brillaron como estrellas se rompen en solo un instante y debajo de mi pecho hay un golpeteo que nunca había sentido. Se siente como mil puños golpeando desde el interior. Me toco el pecho y clavo las uñas, tratando de sacar de mi lo que sea. Liberarlo. El ser atrapado dentro que tan desesperadamente golpea para ser liberado. Luego, en medio de todo, la voz de mi madre grita: -Si eres la poderosa Perdición de los Príncipes, entonces podrás robar el corazón de este príncipe incluso sin tu voz. Sin tu canción.
Alexandra Christo (To Kill a Kingdom (Hundred Kingdoms, #1))
¡Oh tú, mujer! que pudiendo sembrar justicia estás dispuesta á hacerlo; no te turbes, ni te inquietes, ni huyas, adelante! y en provecho de las futuras gereraciones coloca la primera piedra para el edificio de la igualdad social de un modo firme y sereno, con todo el derecho que te pertenece, sin bajar la frente, que ya no eres la antigua material é intelectual esclava. Tu iniciativa será coronada por el éxito, haciéndose por tu propio esfuerzo tu alına, luminosa y bella como un sol de verdad y justicia.
Luisa Capetillo (A Nation Of Women: An Early Feminist Speaks Out; Mi Opinion Sobre Las Libertades, Derechos y Deberes de la Mujer (Recovering the U.s. Hispanic Literary Heritage) (English and Spanish Edition))
Cristina ocultó el rostro entre las manos. —Mrfmevvvsms —dijo. —¿Qué? —He dicho —repitió Cristina, alzando el rostro— que Kieran me ha enviado un mensaje. —¿De verdad? ¿Cómo? ¿Cuándo? —Esta mañana, en una bellota. —Cristina le pasó un trocito de papel a Emma—. Es muy esclarecedor. Señora de las Rosas: Aunque hace frío en el Escolamántico, y Diego es un aburrido, sigo estándote agradecido por haber dado a mi vida el suficiente valor para salvarla. Eres tan amable como hermosa. Mi pensamiento está contigo. KIERAN —¿Por qué te ha enviado esto? —Emma le devolvió la nota a Cristina agitando la cabeza—. Resulta raro. ¡Él es muy raro! —Creo que solo quería agradecerme el plan de escapada —replicó Cristina—. Eso es todo. —A las hadas no les gusta dar las gracias a la gente —repuso Emma—. Es una nota romántica. Cristina se sonrojó. —Solo es el modo en que hablan las hadas. No significa nada. —Cuando se trata de las hadas —replicó Emma misteriosamente—, todo significa algo.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
—Tú también me trajiste de vuelta —dijo él—. Te he amado toda mi vida, Emma. Y cuando no sentía nada, me di cuenta de que, sin ese amor, yo no era nada. Eres la razón por la que quise salir de la jaula. Me hiciste comprender que el amor da más alegría que cualquier pena que pueda causar. —Echó la cabeza atrás para mirarla, con sus ojos verde azulado brillando—. He amado a mi familia desde el día en que nací, pero tú eres el amor que elijo, Emma. Entre todo el mundo, entre todas las personas que he conocido, te elijo a ti. Siempre he tenido fe en esa elección. Y en el último extremo, ese amor y esa fe siempre me han traído de vuelta, de vuelta a ti. «En el último extremo, ese amor y esa fe siempre me han traído de vuelta, de vuelta a ti». Emma no tenía que preguntar, sabía en qué estaba pensando Julian: sus amigos y su familia en fila ante ellos en los Campos Imperecederos, el amor que los había recuperado de una maldición tan poderosa que todos los cazadores de sombras temían.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
—Nunca me había dado cuenta —murmuró ella— de que tú y yo somos espejos. Él tampoco. Pero recordó una voz. Te ves como me siento todos los días, le dijo cuando lo estaba bañando después del último trabajo que hizo para Micah. —¿Eso es malo? Ella sonrió a medias. —No. No lo es. —¿No tienes problema de ser la gemela emocional del Umbra Mortis? El rostro de ella se volvió a poner serio. —Así te llaman, pero no es quien eres. —¿Y quién soy? —Un fastidio —su sonrisa era más brillante que el sol que se ponía tras el río. Él rio pero ella agregó—: Eres mi amigo. Que ve televisión basura conmigo y soporta mis pendejadas. Eres la persona a quien no tengo que explicarle nada, no cuando es importante. Ves todo lo que soy y no sales huyendo. Él le sonrió, dejó que eso le transmitiera todo lo que se iluminaba en su interior al escuchar sus palabras. —Eso me gusta.
Sarah J. Maas (House of Earth and Blood (Crescent City, #1))
—¿Qué te parecería pareja? Bryce se quedó inmóvil y Hunt contuvo el aliento. Se preguntó si habría dicho algo equivocado. Como ella seguía sin decir nada, él continuó: —¿Las hadas tienen parejas, no? Ése es el término que usan. —Las parejas son... algo intenso para las hadas —tragó saliva—. Es un compromiso de por vida. Un juramento entre cuerpos y corazones y almas. Es una unión de seres. Si tú dices que eres mi pareja frente a cualquier otra hada, lo entenderán como algo muy importante. —¿Y nosotros no significamos algo muy importante? — preguntó él con cautela, con la respiración contenida. Ella tenía su corazón en sus manos. Lo había tenido desde el primer día. —Tú lo eres todo para mí.
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino y, si sientes que no debes seguirlo, no debes seguir en él bajo ningún concepto. Para tener esa claridad, debes llevar una vida disciplinada, sólo entonces sabrás que un camino es nada más que un camino y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo, si eso es lo que tu corazón te dice. Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte […]Puedo decir que en mi vida he recorrido caminos largos, largos pero no estoy en ninguna parte. […] ¿Tiene corazón ese camino? Si tiene, el camino es bueno, si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro hará maldeir tu vida. Uno te hace fuerte. El otro te debilita. Pero, ¿Cómo puedo estar seguro de si un camino tiene corazón? Cualquiera puede saber esto. El problema es que nadie se hace la pregunta y cuando uno por sin se da cuenta de que ha tomado un camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo. En esas circunstancias muy pocos hombres pueden pararse a considerar, y más pocos aún pueden dejar el camino.
Carlos Castaneda (Castaneda's The Teachings of Don Juan, A Separate Reality & Journey to Ixtlan (Cliffs Notes))
Me has hecho llorar mucho, pero yo estaba esperando este momento... Si te crees que estoy desesperada porque llevas a esa muchacha a tu cuarto, puedes pensar que eres menos listo aún que Juan. Yo te odio, chico. Te odio desde la noche en que te burlaste de mí, cuando yo me había olvidado de todo por tu culpa... Y ¿quieres saber quién te denunció para que te fusilaran? Pues ¡yo! ¡Yo! ¡Yo!... ¿Quieres saber por culpa de quién estuviste en la checa? Pues por mi culpa. Y ¿quieres saber quién te denunciaría otra vez si pudiera? ¡Yo también! Ahora soy yo quien te puede escupir a la cara y te escupo.
Carmen Laforet (Nada)