Dos Caras Quotes

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Y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie, delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes, y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Hopscotch)
No podemos elegir no sufrir. No hay que echarlo de nuestras vidas. No podemos dar la espalda a pasarlo mal. Si algo aprendemos a lo largo de los años es que todo, lo bueno y lo malo, forma parte de la misma realidad. Dos caras de la misma moneda tan diferentes que se sostienen la una a la otra.
Elísabet Benavent (Mi isla)
Cuando aceptas la maravilla la aceptas sin concesiones. Y toda maravilla tiene dos caras, Ariadna. No lo olvides nunca.
José Antonio Cotrina (La canción secreta del mundo)
Então, que seja doce. Repito todas as manhãs, ao abrir as janelas para deixar entrar o sol ou o cinza dos dias, bem assim, que seja doce. Quando há sol, e esse sol bate na minha cara amassada do sono ou da insônia, contemplando as partículas de poeira soltas no ar, feito um pequeno universo; repito sete vezes para dar sorte: que seja doce que seja doce que seja doce e assim por diante. Mas, se alguém me perguntasse o que deverá ser doce, talvez não saiba responder. Tudo é tão vago como se fosse nada.
Caio Fernando Abreu
Con dos ojos puedes verme la cara. Con tres podrías verme el corazón. Con dos puedes ver aquel roble. Con tres podrías ver la bellota de la que nació y el tocón seco en que se convertirá algún día. Con dos no ves más allá de tus paredes. Con tres podrías ver el mar del Verano, al sur, y el norte más allá del Muro
George R.R. Martin (A Clash of Kings (A Song of Ice and Fire, #2))
La memoria y el olvido son como dos lados de mi ser. Dos caras de una misma moneda.
Jean Paul Vizuete (Nombres en el Silencio)
[…] Había una vez, hace mucho tiempo, un mundo donde los humanos tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos caras. ¿Te lo imaginas, Peter? Eran felices, poderosos. Los Dioses empezaron a tener miedo, pavor de que se unieran y acabaran con ellos. Y envidia, mucha envidia de esa felicidad. Tenían que hacer algo. Entonces se les ocurrió partirlos por la mitad, separarlos, condenarlos a buscarse eternamente y así distraerlos de la rebelión. De ese modo, pasaron a tener solo dos piernas, dos brazos, una cara… Se sintieron rotos. Y en realidad era cierto, estaban rotos. Aún podían sentir su otra parte, perdida en la inmensidad del universo. Si te amputan una pierna o un brazo, aunque no esté, sigues sintiéndolo; puedes notar cómo te cosquillea, está ahí aunque nadie pueda verlo. Pero tú lo sientes como si no hubiera desaparecido y, si no miras, si no te fijas, para ti sigue ahí. Miembro fantasma lo llaman. Tú eres mi mitad Peter, mi miembro fantasma. Te siento aunque no estés y me niego a que desaparezcas, a pasarme toda la vida buscándote. No quiero buscarte, no quiero sentirte si no estás. No puedes hacerme eso, no puedes.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
Vi que mentía, porque tiene dos caras y las veo juntas.
Sara Gallardo (Eisejuaz)
Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Rayuela)
He visto las dos caras del ser humano: el amor y el odio, el respeto y la violencia, la amistad y la traición, la generosidad y la codicia...
Eloy Moreno (Tierra (Spanish Edition))
Llegué a abominar de mi cuerpo, llegué a sentir que dos ojos, dos manos, dos pulmones, son tan monstruosos como dos caras.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
La conducta privada de un hombre no puede ser separada de su conducta pública; son dos caras de una misma moneda.
Marcus Tullius Cicero
La verdad y su opuesto son dos caras de una misma moneda.
Gayle Forman (Just One Night (Just One Day, #2.5))
Después de todo, amamos como nos han amado en la infancia, y los amores posteriores suelen ser sólo una réplica del primer amor. Te debo, pues, todos mis amores posteriores, incluido el amor salvaje y ciego que siento por mis hijos. Ya no puedo abrir un libro sin desear ver tu cara de calma y de concentración, sin saber que no la veré más y, lo que tal vez sea incluso más grave, que no me verá más. Nunca volveré a ser mirada por tus ojos. Cuando el mundo empieza a despoblarse de la gente que nos quiere, nos convertimos, poco a poco, al ritmo de las muertes, en desconocidos. Mi lugar en el mundo estaba en tu mirada y me parecía tan incontestable y perpetuo que nunca me molesté en averiguar cuál era. No está mal, he conseguido ser una niña hasta los cuarenta años, dos hijos, dos matrimonios, varias relaciones, varios pisos, varios trabajos, esperemos que sepa hacer la transición a adulto y que no me convierta directamente en una anciana. No me gusta ser huérfana, no estoy hecha para la tristeza.
Milena Busquets (También esto pasará)
Éramos más que enamorados, Gee. Hermanos, cómplices. Las dos caras de una moneda. Así de unidos. Tú fuiste muchas cosas para mí. La madre que perdí a los nueve años. Los amigos que nunca tuve. Contigo me sentí siempre mejor que con mis propios hermanos. Me dabas confianza, seguridad en la vida, alegría.
Mario Vargas Llosa (El sueño del celta)
Y sin pensármelo dos veces, sin preocuparme por las consecuencias, le agarré la cara y tiré de ella hacia la mía, y nuestras bocas se encontraron con tanto ímpetu que me dolió de la forma más dulce posible.
Annabel Pitcher (Ketchup Clouds)
As coisas caem dos meus bolsos e da minha memória: perco chaves, canetas, dinheiro, documentos, nomes, caras, palavras... Eu ando de perda em perda, perco o que encontro, não encontro o que busco, e sinto medo de que numa dessas distrações acabe deixando a vida cair.
Eduardo Galeano (The Book of Embraces)
Me asombra cuánto la gente le teme a lo que puede suceder en la oscuridad, pero no piensan dos veces en su seguridad durante el día; como si el sol ofreciera algún tipo de protección máxima contra el mal en el mundo. No lo hace. Todo lo que hace es susurrarte, tranquilizarte con su calor antes de empujarte de cara a la tierra.La luz del día no te protegerá de nada. Las cosas malas suceden todo el tiempo; no esperan hasta después de la cena.
Katja Millay (The Sea of Tranquility)
Le pareció que dulcemente una de las dos lloraba. Debía ser ella porque sintió mojadas las mejillas, y el pómulo mismo doliéndole como si tuviera allí un golpe. También el cuello, y de pronto los hombros, agobiados por fatigas incontables. Al abrir los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De frío, porque la nieve le estaba entrando por los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo un poco suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara y yéndose. (Lejana)
Julio Cortázar (Bestiario)
He sentido el amor de un desconocido, la ayuda de un enemigo, la protección de una madre, el compañerismo, la felicidad de una familia, la generosidad del que apenas tiene. He visto crecer la amistad y el amor en lugares en los que ni siquiera las plantas se atreven a asomarse... He visto las dos caras del ser humano: el amor y el odio, el respeto y la violencia, la amistad y la traición, la generosidad y la codicia... el ser humano es capaz de elegir una de esas dos caras
Eloy Moreno (Tierra)
Se recostó contra las colmenas, y levantando al cielo la cara, hizo algunas observaciones a propósito de las estrellas, cuyas frías pulsaciones palpitaban en las negras oquedades de allá arriba, llenas de serena indiferencia respecto a aquellas dos briznas de humanidad.
Thomas Hardy (Tess of the D’Urbervilles)
esse cara é legal. ele se matou e a seu pai, sua mãe, e à mulher, mas não atirou nos três filhos nem no cachorro. um dos melhores poetas desde Baudelaire
Charles Bukowski
Nada muere. En realidad, todo vive en alguna parte, porque todo es energía. Somos el alma de un mundo con dos caras: la materia y las ideas. Y las ideas vivirás por siempre.
Anna K. Franco
¡Todos los actos humanos tienen dos caras!
Victor Hugo
Toda historia tiene dos caras. Si interpretas el papel del "malo", nunca piensas en ti mismo como si fueras malo. Lo que ocurre es que los demás... a menudo no comprenden tus razones.
Lesley Livingston (Tempestuous (Wondrous Strange, #3))
Los dos machos eran altos, las alas plegadas sobre cuerpos poderosos, musculosos, cubierto de cuero oscuro, armaduras que me recordaron las escamas de algunas bestias con formas de serpientes. Los dos llevaban espadas largas idénticas, con hojas simples y muy bellas tal vez no debería haberme por la ropa elegante después de todo. El que era tan solo un poco más grande, la cara en sombras, soltó una risita y dijo: —Vamos, Feyre, no mordemos. A menos que nos pidas que lo hagamos, claro. –Capítulo 16, pág. 16
Sarah J. Maas (A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2))
Nunca, porém, o tinham amado pelo que ele era, menino abandonado, aleijado e triste. Muita gente o tinha odiado. E ele odiara a todos. Apanhara na polícia, um homem ria quando o surravam. Para ele é este homem que corre em sua perseguição na figura dos guardas. Se o levarem, o homem rirá de novo. Não o levarão. Vêm em seus calcanhares, mas não o levarão. Pensam que ele vai parar junto ao grande elevador. Mas Sem-Pernas não para. Sobe para o pequeno muro, volve o rosto para os guardas que ainda correm, ri com toda a força do seu ódio, cospe na cara de um que se aproxima estendendo os braços, se atira de costas no espaço como se fosse um trapezista de circo.
Jorge Amado (Capitães da Areia)
—Oh, por el amor de los bebés humanos en todas partes, eres un idiota, —Daemon salió disparado a través de la sala, poniéndose cara a cara con él—. Así que, 'llegas a conocerla' y te enamoras. —Escupió la última palabra como si se hubiera tragado las uñas—. ¿Entonces qué? ¿Vas a intentar quedarte con ella? ¿Casarse? ¿Tener una casita con una valla blanca y a demás dos-punto-cinco niños? Dios, él no había pensado tan lejos. —Tal vez. Tal vez no.
Jennifer L. Armentrout (Shadows (Lux, #0.5))
—Estoy buscando esto —le digo señalándonos a los dos con la mano—. Nos estoy buscando a ti y a mí juntos. Audrey se arrodilla a mi lado y posa su mano en la mía para hacerme soltar las hojas. —No creo que esté ahí —me dice con dulzura—. Yo creo, Ed... —Posa las manos suavemente sobre mi cara. La luz anaranjada del atardecer la baña—. Creo que esto nos pertenece a nosotros.
Markus Zusak (I Am the Messenger)
[...]Entonces alguien me puso una mano en el hombro. Di un salto levantándome dos palmos del suelo, y estuve a punto de caer sobre Simmon convertido en el torbellino de gritos, arañazos y mordiscos que en Tarbean había sido mi único método de defensa. Simmon dio un paso hacia atrás, asustado por la expresión de mi cara. Traté de controlar los latidos de mi corazón. - Lo siento, Simmon. Es que... Procura hacer un poco de ruido cuando te acerques a mí. Me asusto fácilmente. - Yo también -murmuró él, tembloroso, pasándose una mano por la frente-. Pero no te lo reprocho. A todos nos pasa cuando nos ponen ante las astas del toro. ¿Cómo te ha ido? - Me van a azotar y me han admitido en el Arcano. Sim me miró con curiosidad, tratando de discernir si estaba bromeando. - ¿Lo siento? ¿Felicidades? -Me miró con una tímida sonrisa en los labios-. ¿Te regalo unas vendas o te invito a una cerveza? Le devolví la sonrisa. - Las dos cosas.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Por onde andas, meu amor maior? Porque me tens aqui cativa neste lugar onde a culpa e os fantasmas me perseguem? Quero de novo sentar-me junto da Fonte Nova, ouvir as águas que nela correm cantando o nosso amor a uma só voz, esconder-me deste mundo horrível e carrasco que teima em ver-me como uma maldição, esquecer-me de tanta perfídia e de toda a maldade que nos cerca e ser tua mais uma vez; sentir os teus dedos pelo meu corpo ainda fresco, saborear a força dos teus pulsos guerreiros em volta da minha cintura que a maternidade não roubou, respirar o teu ar enquanto encostas a tua cara nos meus cabelos loiros que tanto amas, sentir-te todo dentro de mim como um caudal de paixão e de força que nunca se cansa nem morre, na esperança de me dares ainda mais filhos saudáveis como os que Deus nos enviou.
Margarida Rebelo Pinto
Citaría a Platón, ya que estaría ante un intelectual. Según él, al principio de la creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos. Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuesta estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigiían tanto esfuerzo para permaneces de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la Tierra. Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: Tengo un planpara hacer que esos mortales pierdan su fuerza. Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creo al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo.
Paulo Coelho
-En el pan es de día -murmura Johnny, tapándose la cara-. Y yo me atrevo a tocarlo, a cortarlo en dos, a metérmelo en la boca. No pasa nada, ya se: eso es lo terrible. Te das cuenta de que es terrible que no pase nada? Cortas el pan, le clavas el cuchillo, y todo sigue como antes. Yo no comprendo, Bruno.
Julio Cortázar (Las armas secretas)
Con sus ensangrentadas, me quita el fusil. Me siento caer en un País de las Maravillas completamente distinto, uno en el que arriba está abajo, lo cierto es falso y el enemigo tiene dos caras, mi cara y la de él, la del que me salvó de ahogarme, la del que me llegó al corazón y lo convirtió en campo de batalla.
Rick Yancey (The 5th Wave (The 5th Wave, #1))
Al cabo de seis meses, Stransom había renunciado a esa amistad que antaño le resultaba tan grata y reconfortante. Su privación tenía dos caras y la que ahora apuntaba hacia él, en un intento por salvar aquel lazo, era la que más le costaba mirar. Una cara era la privación que él inflingía; la otra, la que él sufria.
Henry James
Assim como a lua, Que mostra apenas uma face, Sou sua cara metade. A vida nua e crua, Requer um impasse, Repleto de meias verdades'.- Pierrot a Columbina
Ana Claudia Antunes (Pierrot & Columbina (Amor de Pierrot Livro 1) (Portuguese Edition))
Morir, como nacer, muy sencillo, puedes hacerlo solo, pero es mejor si tienes ayuda, si hay alguien esperándote a los dos lados del camino.
Dolores Redondo (La cara norte del corazón)
Ahora, señor Harris, estará usted probablemente esperando que le diga que le di patadas al arbusto o que me eché a llorar o que corrí al aparcamiento y monté una escena. Pues siento decepcionarle y todo eso, pero me quedé con la cara completamente tranquila y el cuerpo completamente inmóvil. Lo único que hice fue romper una telaraña, partiéndola en dos con el canto de la mano. Una mitad se quedó en el muro y la otra mitad balanceándose de una rama, y esa es la única prueba que hay en el mundo de que sentí que algo se me rompía por dentro.
Annabel Pitcher (Ketchup Clouds)
Se colocó el pelo detrás de las orejas, se puso la capucha y se la ató con el cordón. El farol iluminó los agudos rasgos de su cara pálida. Quizá los dos éramos ninjas, pero sólo ella lo parecía.
John Green (Paper Towns)
La búsqueda de una vida más fácil trajo muchas privaciones, y no por última vez. En la actualidad nos ocurre a nosotros. ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Así ella y yo comenzamos una de esas historias de cara o cruz con la moneda siempre girando en el aire y todos los castillo de arena. Un amor ambiguo donde siempre era la víspera de todo pero difícilmente el día de nada. Un viaje tan a destiempo que nunca llegamos al mismo sitio sin que uno de los dos llevara encendidas las luces de reserva de su corazón. Y así mi calle ya nunca hizo esquina con París.
Marwán Abu-Tahoun Recio (La triste historia de tu cuerpo sobre el mío)
Parábola de la inconstante Antes cuando me hablaba de mí misma, decía: Si yo soy lo que soy Y dejo que en mi cuerpo, que en mis años Suceda ese proceso Que la semilla le permite al árbol Y la piedra a la estatua, seré la plenitud. Y acaso era verdad. Una verdad. Pero ay, amanecía dócil como la hiedra A asirme a una pared como el enamorado Se ase del otro con sus juramentos. Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida En solidez de roble, La rumorosa soledad, la sombra Hospitalaria y daba al caminante -A su cuchillo agudo de memoria- El testimonio fiel de mi corteza. Mi actitud era a veces el reposo Y otras el arrebato, La gracia o el furor, siempre los dos contrarios Prontos a aniquilarse Y a emerger de las ruinas del vencido. Cada hora suplantaba a alguno; cada hora Me iba de algún mesón desmantelado En el que no encontré ni una mala bujía Y en el que no me fue posible dejar nada. Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos Para arrojar después, lejos de mi, el despojo. Heme aquí, ya al final, y todavía No sé qué cara le daré a la muerte.
Rosario Castellanos
- He sido un necio –dijo con una voz tan temblorosa como sus manos. - Desde luego que sí –dijo Cuthbert-, ya lo creo. –Cayó de rodillas sobre el polvo, de cara a Roland-. Ahora ya puedes empezar a pegarme si quieres. Todas las veces y con la fuerza que te dé la gana. No te devolveré los golpes. He hecho todo lo que he podido para despertar tu sentido de la responsabilidad. Si sigues durmiendo, que así sea. En cualquiera de los dos casos, te quiero. Bert apoyó las manos en los hombros de Roland y besó brevemente la mejilla de su amigo. Roland se echó a llorar. En parte eran lágrimas de gratitud. Pero sobre todo una mezcla de rabia y desconcierto; había incluso una pequeña y oscura parte de sí mismo que odiaba a Cuthbert y siempre lo odiaría. Aquella parte odiaba a Cuthbert más por el beso que por el puñetazo en la mandíbula; más por el perdón que por el despertar.
Stephen King (Wizard and Glass (The Dark Tower, #4))
Se conocieron en un chat. Conversaciones, risas, complicidad, la protección que te brinda la pantalla y que da pie a decir ciertas cosas que no nos atreveríamos a soltar cara a cara, el resto del día pensando en encontrarse otra vez por el chat, la complicidad reciente, algunas fotos y finalmente una cita. Ya en la cita, los nervios de antes, el saludo extraño, la sonrisa algo forzada, el tic de él que ella observa con disgusto, los incómodos silencios que él salva con su ingenio, el físico de ella que no es como las fotos anunciaban, la conversación tirante que se va aflojando poco a poco, algunos temas comunes que los van haciendo sentir cómodos, el que supera todo el resto, ella cada vez más guapa, él cada vez más tierno, la tarde que termina en noche, el vino que también ayuda, la noche cada vez más larga y el deseo que toma el volante y un beso y muchos más y ¿en tu casa o en la mía? y la noche que sigue girando hacia ellos y el sudor y la cama desarmada y la misma pregunta en la cabeza de ambos, ¿me estoy enamorando?, y la misma respuesta en la cabeza de los dos dando título a este poema.
Marwán Abu-Tahoun Recio (Todos mis futuros son contigo)
Ese es el problema de la memoria: no se puede realmente compartir. Aunque un relato se transmita de boca en boca, es imposible contarlo como ocurre. Cada persona deposita su propia esencia en la memoria, cambiándola para siempre.
Le Fernández (Essence: Toda historia tiene dos caras (Spanish Edition))
Não encontrei, entre os meus cabedais, coisa a mim mais cara ou que tanto estime, quanto o conhecimento das ações dos grandes homens, apreendido através de uma longa experiência das coisas modernas e uma contínua lição das antigas.
Niccolò Machiavelli (The Prince)
- Nuevas caras, nuevos amos -había murmurado Ben-. Está por ver si dieciocho años y dos guerras habrán bastado para que los humanos sean un poco más listos. - Humanos y ecos -repuso Jade con énfasis. - Ecos humanos -le corrigió Ben con su sonrisa desdentada.
Nina Blazon (Faunblut)
revoloteando por todas partes, ayudándola a enroscarse la bufanda roja de punto, una vez, dos. A la tercera se la anudé correctamente y nuestras caras estaban cerca y sus mejillas igual de sonrosadas que si hubiera pasado un feliz día navideño montando en trineo. Algo así
Gillian Flynn (Perdida)
Poucos seres têm ainda um pouco depois dos vinte anos essa afeição fácil, a dos animais. O mundo não é o que a gente julgava! Eis tudo! Então mudamos de cara! Porque nos tínhamos enganado! É o que nos ficou depois dos vinte anos! Um engano! A nossa cara não é senão um engano.
Louis-Ferdinand Céline (Voyage au bout de la nuit)
Tu cara es idéntica a la de los demás…, ahí, un par de ojos… (señalando su lugar en el aire con el pulgar), la nariz, en el medio, la boca debajo. Siempre igual. En cambio, si tuvieras los dos ojos del mismo lado de la cara, por ejemplo…, o la boca en la frente…, eso sí que sería diferente.
Lewis Carroll (Through the Looking-Glass and What Alice Found There (Alice's Adventures in Wonderland, #2))
-¿Querrías-me dijo-aceptar estos dulces del payasito? Yo le indiqué que sí y tomé tres o cuatro. -Entonces-añadió-acepta también un beso. -Dame dos-respondí, y le ofrecí la cara. Él se limpió con la manga la cara enharinada, me rodeó el cuello con un brazo y me dio dos besos en las mejillas.
Edmondo de Amicis (Cuore)
Pasaré por casa de Kate. Cuando muere un ser querido los amigos vienen a verte los dos primeros días, pero es después del entierro cuando la persona que permanece en esta vida se da cuenta de que nunca volverá a ver esa cara ni oír esa voz. Es entonces cuando los amigos son realmente necesarios.
Mary Higgins Clark
De repente, la puerta que está detrás de él se abre de golpe y tres agentes de la paz entran en tromba en la habitación. Dos sujetan los brazos de Cinna a su espalda y lo esposan, mientras que el tercero lo golpea en la sien con tanta fuerza que cae de rodillas. Y no dejan de golpearlo con guantes tachonados de metal, abriéndole heridas en la cara y el cuerpo. Empiezo a gritar como loca, a golpear el inflexible cristal intentando llegar hasta él. Los agentes de la paz no me hacen ningún caso y se llevan a rastras el cuerpo inmóvil de Cinna. Solo quedan las manchas de sangre en el suelo.
Suzanne Collins (En llamas (Juegos del hambre, #2))
Todas las disparidades del mundo, las diversas alas de la paradoja, las dos caras del problema, las preguntas de deshojar la margarita, la concienca con forma de tijera, todas las polaridades, las cosas y sus imágenes y las cosas que no proyectan sombras y, sencillamente, las explosiones cotidianas de una calle, esta cara y aquélla, una casa y un dolor de muelas, explosiones que sólo tienen, en su nombre, letras diferentes, mi aguja todo lo atraviesa, y yo mismo, mis ávidas fantasías, todo lo que ha existido y hoy existe, somos parte de un collar de imcomprensible belleza y falta de sentido.
Leonard Cohen (Beautiful Losers)
Hay días en que pienso que ser de izquierdas es una especie de facultad, como la memoria. Todos la tenemos en estado de latencia. Si no la usas nunca, te mueres sin enterarte de que la tenías. La prueba de que está ahí, sin embargo, es que en determinadas situaciones aparece. Muchas veces se confunde con el orgullo. Pero hay dos clases de orgullo. Para mí, cuando esa facultad no está involucrada el orgullo es puro amor propio. Y cuando el orgullo es amor propio, lo que sale es la pataleta, el sofocón, se pone la cara roja y falta el aire. En cambio, si esa facultad interviene el orgullo se generaliza. La persona comprende que la ofensa, el abuso, lo que sea, no se lo están haciendo sólo a ella; y se le llenan los pulmones de aire; dice «no puede ser» y las tres palabras vienen de muy lejos, de muchos compañeros caídos y compañeras, de muchas personas aplastadas, humilladas; y aflora en ella un valor, una determinación con los que no soñaba.
Belén Gopegui
Emma mordía sus labios pálidos, y dando vueltas entre sus dedos a una ramita del polípero que había roto, clavaba sobre Carlos la punta ardiente de sus pupilas, como dos flechas de fuego dispuestas para disparar. Todo —en él le irritaba ahora, su cara, su traje, lo que no decía, su persona entera, en fin, su existencia.
Gustave Flaubert (Madame Bovary)
Una mañana soñó el Mississippi. El río vivo, con sus crecidas invernales que inundaban pueblos y quedaban para siempre recogidas en canciones; el río que inspiró a Charley Patton a grabar "High Water Evereywhere", un lamento tan extenso que se desbordó como el río y terminó por ocupar dos caras de un disco. A sus orillas los bosques de magnolia y los plantíos de algodón. El cielo despejado, el aire húmedo. Más allá una llanura extensa, casi interminable, empezaba a colorearse entre verde y ocre bajo la luz pálida del amanecer. Los pueblos, esparcidos sobre la explanada, se despertaban al llamado de las campanas de las iglesias de madera.
Juan Carlos Garay (La Canción de la Luna)
Compañera, cuando amábamos (for Juanita Ramos and other spik dykes) ¿Volverán, campañera, esas tardes sordas Cuando nos amábamos tiradas en las sombras bajo otoño? Mis ojos clavados en tu mirada Tu mirada que siempre retiraba al mundo Esas tardes cuando nos acostábamos en las nubes Mano en mano nos paseábamos por las calles Entre niños jugando handball Vendedores y sus sabores de carne chamuzcada. La gente mirando nuestras manos Nos pescaban los ojos y se sonreían cómplices en este asunto del aire suave. En un café u otro nos sentábamos bien cerquita. Nos gustaba todo: las bodegas tiznadas La música de Silvio, el ruido de los trenes Y habichuelas. Compañera, ¿Volverán esas tardes sordas cuando nos amábamos? ¿Te acuerdas cuando te decía ¡tócame!? ¿Cuándo ilesa carne buscaba carne y dientes labios En los laberintos de tus bocas? Esas tardes, islas no descubiertas Cuando caminábamos hasta la orilla. Mis dedos lentos andaban las lomas de tus pechos, Recorriendo la llanura de tu espalda Tus moras hinchándose en mi boca La cueva mojada y racima. Tu corazón en mi lengua hasta en mis sueños. Dos pescadoras nadando en los mares Buscando esa perla. ¿No te acuerdas como nos amábamos, compañera? ¿Volverán esas tardes cuando vacilábamos Pasos largos, manos entrelazadas en la playa? Las gaviotas y las brizas Dos manfloras vagas en una isla de mutua melodía. Tus tiernas palmas y los planetas que se caián. Esas tardes tiñadas de mojo Cuando nos entregábamos a las olas Cuando nos tirábamos En el zacate del parque Dos cuerpos de mujer bajo los árboles Mirando los barcos cruzando el río Tus pestañas barriendo mi cara Dormitando, oliendo tu piel de amapola. Dos extranjeras al borde del abismo Yo caía descabellada encima de tu cuerpo Sobre las lunas llenas de tus pechos Esas tardes cuando se mecía el mundo con mi resuello Dos mujeres que hacían una sola sombra bailarina Esas tardes andábamos hasta que las lámparas Se prendían en las avenidas. ¿Volverán, Compañera, esas tardes  cuando nos amábanos?
Gloria E. Anzaldúa (Borderlands/La Frontera: The New Mestiza)
La emoción trágica, efectivamente, es una cara que mira en dos direcciones: hacia el terror y hacia la piedad, y ambos son fases de ella. Habrás visto que uso la palabra paraliza. Quiero decir que la emoción trágica es estática. O más bien que la emoción dramática lo es. Los sentimientos excitados por un arte impuro son cinéticos, deseo y repulsión. El deseo nos incita a la posesión, a movernos hacia algo; la repulsión nos incita al abandono, a apartarnos de algo. Las artes que sugieren estos sentimientos, pornográficas o didácticas, no son, por tanto, artes puras. La emoción estética es por consiguiente estática. El espíritu queda paralizado por encima de todo deseo, de toda repulsión.
James Joyce (A Portrait of the Artist as a Young Man)
-Somos El beso de Brancusi -susurro. Una de las esculturas más románticas jamás creadas. Un hombre y una mujer fundidos en uno. -Sí -afirma-. Exactamente eso. Retrocede un paso, me retira un mechón de la cara. -Una unión perfecta como dos partes perdidas. -¿Dos partes perdidas? Su rostro de anima. -Platón decía que, al principio de los tiempos, existían unos seres dotados de cuatro piernas, cuatro brazos y dos cabezas. Se sentían completos, pletóricos y poderosos. Tan poderosos que Zeus los cortó en dos y esparció las mitades por el mundo, condenando así a los seres humanos a buscar por siempre la mitad que compartía su misma alma. Solo los más afortunados encuentran a su parte perdida, ya ves.
Jandy Nelson (I'll Give You the Sun)
Es raro que nosotros, capaces de tanto sufrimiento, tengamos que infligir tanto sufrimiento. Es raro que la cara de una persona, a la que no conozco aun cuando creo que en cierta ocasión coincidimos en la pasarela de un buque que iba a zarpar rumbo al África -una simple aglomeración de ojos, mejillas y aletas de nariz-, tenga el poder de injuriarnos. Tú miras, comes, sonríes, te aburres, te deleitas, te irritas... Esto es cuanto sé. Sin embargo, esta sombra que se ha sentado junto a mí durante una o dos horas, esta máscara a cuyo través dos ojos miran, tiene el poder de hacerme regresar, de fijarme entre esas otras caras, de encerrarme dentro de una ardiente cámara, de mandarme volando, como una polilla, de vela en vela.
Virginia Woolf (The Waves)
Nos conformamos con demasiado poco. Cuando los amigos se entienden bien entre ellos, cuando los amantes se entienden bien entre ellos, cuando las familias se entienden bien entre ellas, entonces nos creemos en armonía. Engaño puro, espejo para alondras. A veces siento que entre dos que se rompen la cara a trompadas hay mucho más entendimiento que entre los que están ahí mirando desde afuera.
Julio Cortázar
—Bueno... me casé, me compré una casa demasiado cara y había que pagar la hipoteca, y el coche, y... —Y ahí hipotecaste tu vida. —Sí. —Pues ahora entiendo por qué no te puedes suicidar. —¿Qué? ¿Por qué? —Porque uno no se puede suicidar dos veces, y tú ya lo hiciste hace años, cuando decidiste apostar toda tu vida y la de tu familia a una sola carta. Cuando decidiste dejar de lado tus sueños.
Eloy Moreno (El regalo)
No fim destes dias encontrar você que me sorri, que me abre os braços, que me abençoa e passa a mão na minha cara marcada, na minha cabeça confusa, que me olha no olho e me permite mergulhar no fundo quente da curva do teu ombro. Mergulho no cheiro que não defino, você me embala dentro dos seus braços e você me beija e você me aperta e você me aquieta repetindo que está tudo bem, tudo, tudo bem.
Caio Fernando Abreu
La distancia que hay entre el arranque de la nariz y la punta de la barbilla es igual a dos tercios de la cara [...]. El ancho de la cara es igual al espacio entre la boca y las raíces del cabello y es una décima parte de la altura total [...]. La distancia que hay entre la parte superior de la oreja y la coronilla es igual a la distancia que va de la punta de la barbilla al rabillo del ojo y también a la distancia desde el ángulo de la barbilla hasta el de la mandíbula [...]. El pómulo se encuentra a medio camino entre la punta de la nariz y el extremo superior del maxilar [...]. El dedo gordo del pie es la sexta parte del pie, medido de perfil [...]. De la articulación de un hombro al otro hay la longitud de dos caras [...]. Desde el ombligo hasta los genitales hay la longitud de una cara.[15]
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Eu escolheria você digo. Porra, eu escolheria você, sim. Quero que daqui a vinte anos você vá à minha casa com seu cara ou seus filhos adotivos e quero que a porra dos nossos filhos sejam amigos e quero, tipo, beber vinho e falar sobre o Oriente Médio, ou sei lá que porra vamos querer fazer quando formos velhos. Somos amigos há tempo demais pra escolher, mas, se pudéssemos escolher, eu escolheria você.
John Green (Will Grayson, Will Grayson)
La verdad, Oshima, si te soy sincero, a mí no me gusta en absoluto el recipiente actual que me contiene. No me ha gustado nunca, ni un solo instante desde el día en que nací. Más acertado sería decir que lo detesto. Mi cara, mis manos, mi sangre, mis genes… Me repugna todo cuanto he heredado de mis padres. Si pudiera desprenderme de todo eso, lo haría sin pensármelo dos veces. Al igual que me fui de casa
Haruki Murakami (Kafka on the Shore)
O homem não deve poder ver a sua própria cara. Isso é o que há de mais terrível. A Natureza deu-lhe o dom de não a poder ver, assim como de não poder fitar os seus próprios olhos. Só na água dos rios e dos lagos ele podia fitar seu rosto. E a postura, mesmo, que tinha de tomar, era simbólica. Tinha de se curvar, de se baixar para cometer a ignomínia de se ver. O criador do espelho envenenou a alma humana.
Fernando Pessoa
Recuerdo que aquel alba de junio me desperté gritando. El corazón me batía en el pecho como si el alma quisiera abrirse camino y echar a correr escaleras abajo. Mi padre acudió azorado a mi habitación y me sostuvo en sus brazos, intentando calmarme. —No puedo acordarme de su cara. No puedo acordarme de la cara de mamá —murmuré sin aliento. Mi padre me abrazó con fuerza. —No te preocupes, Daniel. Yo me acordaré por los dos.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
Tinha mudado, percebi. Não apenas pelas rugas nos cantos dos olhos verdes, nem pelos vincos mais fundos ao lado da boca. Seus maxilares haviam perdido a dureza, o orgulho, e desaparecera do sorriso de lábios finos aqulea expressão de cinismo, ironia, certa crueldade. Uma mulher de pouco mais de cinquenta anos, cara lavada, um vestido amarelo claro de algodão, sandálias nos pés pequenos, de unhas sem pintura. Não era mais bela, tornara-se outra coisa, mais que isso - talvez real.
Caio Fernando Abreu (Onde Andará Dulce Veiga?: Um Romance B)
Duras são as sementes do Cusculí, mas irão trazer para os seus sonhos as bocas ansiosas que receberam o seu sabor agridoce no tempo do amor. Ásperas são as sementes do Urucuzeiro, mas a sua polpa vermelha adornou as caras e os corpos das eleitas. Dolorosas são as sementes da Yahuasca, porque talvez assim disfarcem a doçura do licor que produzem e que bebido, com a ajuda dos velhos sábios, dissipa o tormento das dúvidas sem entregar as respostas, antes enriquecendo a ignorância do coração
Luis Sepúlveda (As Rosas de Atacama)
Siempre me ha parecido inquietante la contigüidad que existe entre la crónica de sociales y la nota roja, no sólo porque estas dos secciones suelen aparecer juntas en los diarios del puerto (a menudo en caras opuestas del mismo pliego, como espejándose), sino porque ambos géneros suelen presentar los asuntos de su "literatura" como sucesos excepcionales, únicos e irrepetibles: la ascensión de una joven al estatuto de reina, emblema viviente de la alegría, la lozanía y la fecundidad de un pueblo y su posterior envilecimiento como filicida, villana mítica, bruja de cuento de hadas en cuyo nombre se exhorta a los niños jarochos a obedecer a sus madres y comer todas sus verduras, si no quieren que Evangelina venga a castigarlos. Arquetipos opuestos pero complementarios, máscaras que deshumanizan a mujeres de carne y hueso, y que funcionan como pantallas en donde se proyectan los deseos, los temores y las ansiedades de una sociedad que se pretende un enclave de sensualismo tropical pero que en el fondo es profundamente conservadora, clasista y misógina.
Fernanda Melchor (Aquí no es Miami)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
La voz de Kayen sonó como un látigo a sus oídos, pero asintió con la cabeza, aceptando su destino. —Muy bien. Caminó atravesando la habitación, con Kayen yendo detrás de ella, escoltándola hasta la puerta. —Rura. Se detuvo al oír la voz del que había sido su marido hasta aquel momento, y giró el rostro para mirarlo a los ojos otra vez. Fuera lo que fuese lo que iba a decirle, lo encararía sin demostrar ni un solo sentimiento en su cara. —¿Por qué lo hiciste? —le preguntó el gobernador. Ella lo miró a los ojos durante unos instantes, valorando si debía decirle la verdad o no. —¿El qué? ¿Intentar matarte, o golpear a tu esclava? —preguntó finalmente. —Las dos cosas. —¿De veras te importa? —le preguntó con evidente desprecio en la voz. —Sí. Si no fuese así, no te hubiera preguntado. —Muy bien. —Asintió con la cabeza, la ladeó un poco, y esbozó una sonrisa fría como la nieve—. Porque tu corazón debería haber sido mío, pero se lo entregaste a ella en el mismo momento en que la viste. —Tú nunca quisiste mi corazón. —En eso te equivocas, Kayen. Lo quería… para destrozarlo.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
-Esperaba que me estuvieras mirando… Y he soñado que me llevabas contigo. Y entonces la beso, sin pudor, sin preocupaciones, rebelde dueño de mi vida. Seguimos besándonos así, como si fuéramos dos adolescentes que le han cerrado la puerta en la cara al mundo, que quieren estar solos, que esperaban este momento desde siempre, porque quien ama no tiene miedo. Su beso es único, es amor, es una historia infinita, es mis lágrimas y mi dolor, es mi felicidad y mi vida, es perdición y deseo, es condena y libertad. Es todo lo que quiero y sin lo que ya no puedo vivir.
Federico Moccia (Tres veces tú)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa. (Fragmento perteneciente al cuento de Cenicienta)
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
Una mano pequeña y fría me acarició la mejilla. —No pasa nada —dijo Auri en voz baja—. Ven aquí. Empecé a llorar en silencio, y ella deshizo con cuidado el apretado nudo de mi cuerpo hasta que mi cabeza reposó en su regazo. Empezó a murmurar, apartándome el cabello de la frente; yo notaba el frío de sus manos contra la ardiente piel de mi cara. —Ya lo sé —dijo con tristeza—. A veces es muy duro, ¿verdad? Me acarició el cabello con ternura, y mi llanto se intensificó. No recordaba la última vez que alguien me había tocado con cariño. —Ya lo sé —repitió—. Tienes una piedra en el corazón, y hay días en que pesa tanto que no se puede hacer nada. Pero no deberías pasarlo solo. Deberías haberme avisado. Yo lo entiendo. Contraje todo el cuerpo y de pronto volví a notar aquel sabor a ciruela. —La echo de menos —dije sin darme cuenta. Antes de que pudiera agregar algo más, apreté los dientes y sacudí la cabeza con furia, como un caballo que intenta liberarse de las riendas. —Puedes decirlo —dijo Auri con ternura. Volví a sacudir la cabeza, noté sabor a ciruela, y de pronto las palabras empezaron a brotar de mis labios. —Decía que aprendí a cantar antes que a hablar. Decía que cuando yo era un crío ella tarareaba mientras me tenía en brazos. No me cantaba una canción; solo era una tercera descendente. Un sonido tranquilizador. Y un día me estaba paseando alrededor del campamento y oyó que yo le devolvía el eco. Dos octavas más arriba. Una tercera aguda y diminuta. Decía que aquella fue mi primera canción. —Nos la cantábamos el uno al otro. Durante años. —Se me hizo un nudo en la garganta y apreté los dientes. —Puedes decirlo —dijo Auri en voz baja—. No pasa nada si lo dices. —Nunca volveré a verla —conseguí decir. Y me puse a llorar a lágrima viva. —No pasa nada —dijo Auri—. Estoy aquí. Estás a salvo.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
A mis niños, Feliz Navidad. Lo siento si estas cartas los han tomado a ambos por sorpresa. Es sólo que hay tantas cosas más que tengo que decir. Sé que pensabas que estaba hecha para dar consejos, pero no podía irme sin reiterar algunas cosas por escrito. Puedes no estar relacionada con estas cosas ahora, pero algún día lo estarás. No era capaz de estar ahí para siempre, pero espero que mis palabras puedan. -No dejes de hacer basaña. La basaña es buena. Espera hasta un día cuando no existan malas noticias, y hornea una maldita basaña. -Encuentra un equilibrio entre la cabeza y el corazón. Espero que hayas encontrado eso, Lake, y puedas ayudar a Kel a resolverlo cuando llegue a ese punto. -Presiona tus límites, para eso están. -Estoy robando este fragmento de tu banda favorita, Lake. “Recuerda siempre que no hay nada que valga la pena compartir, como el amor que nos deja compartir nuestro nombre.” -No tomes la vida tan en serio. Dale un puñetazo en la cara cuando necesite un buen golpe. Ríete de eso. -Y ríe mucho. Nunca pases un día sin reír al menos una vez. -Nunca juzgues a otros. Ambos saben muy bien cómo acontecimientos inesperados pueden cambiar lo que una persona es. Siempre ten eso en mente. Nunca se sabe lo que otra persona está experimentando en su propia vida. -Cuestiona todo. Tu amor, tu religión, tus pasiones. Si no tienes preguntas, nunca encontraras respuestas. -Acepta. De todo. Las diferencias de las personas, sus semejanzas, sus elecciones, sus personalidades. A veces se necesita una variedad para hacer una buena colección. Lo mismo va para las personas. -Escoge tus batallas, pero no elijas muchas. -Mantén una mente abierta; es la única manera en que cosas nuevas pueden entrar. -Y por último, pero no menos importante, ni un poquito menos importante. Nunca te arrepientas. Gracias a los dos por haberme dado los mejores años de mi vida. Especialmente el último. Con amor, Mamá.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
— Què hi ha de més preciós per a una dona que la llibertat? La llibertat de pensar, de sentir, d'actuar! —exclamà finalment. — Però, permeteu-me... —la va interrompre en Piotr Vassílitx, que ja mostrava a la seua cara un cert grau de descontentament—. Per què necessita una dona la llibertat? Què en faria? — Com? I per a l'home sí que seria necessària, a parer seu? Ah, ja hi som... Vostés, els homes... — És que l'home tampoc la necessita —la tornà a interrompre en Piotr Vassílitx. — Que no la necessita? — I tant que no! De què li serveix aquesta tan exaltada llibertat? Un home lliure, com tothom sap, o bé s'avorreix o bé fa ximpleries.
Ivan Turgenev (Dos amics)
Isso significa que os pobres ficam mais pobres, os ricos ficam mais ricos, e a verdadeira divisão de classes é entre os que podem pedir dinheiro emprestado e os que não podem. Porque não importa o quanto uma pessoa ganhe, ela ainda não consegue dormir direito no fim do mês por conta da preocupação com dinheiro. Todos olham para o que seus vizinhos têm e se perguntam: “Como eles podem pagar por isso?”, porque todos estão vivendo além dos seus recursos. Portanto, nem mesmo pessoas realmente ricas se sentem realmente ricas, porque no final a única coisa que você pode comprar é uma versão mais cara de algo que você já tem. Com dinheiro emprestado.
Fredrik Backman (Gente ansiosa (Portuguese Edition))
La niña y el hermano pequeño lloran el uno junto al otro, sellados por una desesperación de sangre que no pueden compartir con nadie. Thanh los mantiene abrazados, acaricia sus rostros, sus manos. Llora por sus llantos, llora también por el llanto de la madre. Por amor a la niña. La madre. Se ha girado hacia el barco. No le vemos la cara. Da media vuelta. Va hacia las rejas, se apoya en la reja al lado de los hijos que le quedan. Llora sin ruido, bajito, ya no tiene fuerzas. Ya está muerta. Al igual que Thanh acaricia el cuerpo de sus dos hijos separados del otro, su hermano mayor, ese hijo perdido por el amor de su madre, un error de Dios.
Marguerite Duras (The North China Lover (The Lover, #2))
El hombre alado de cabello oscuro que entró detrás de ella... Bryce ahogó un grito. —¿Ruhn? El hombre parpadeó. Sus ojos eran del mismo tono azul violeta que los de Ruhn. Su cabello corto era del mismo negro brillante. La piel de este hombre era un poco más morena, pero la cara, la postura... Eran las de su hermano. También tenía las orejas puntiagudas, aunque él tenía esas alas de cuero como las de los otros dos hombres. La mujer a su lado le preguntó a la mujer pequeña algo en su lenguaje. Pero el hombre se quedó viendo a Bryce. La sangre que tenía encima, la Espadastral y la daga, que seguían brillando con sus luces opuestas Él levantó la mirada hacia la de ella con estrellas en los ojos. Estrellas de verdad.
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
Como si se tratara de un pez fuera del agua, un pez de grandes dimensiones, claro, el bailarín corpulento permanece con el pecho pegado a la tierra, moviendo una imaginaria aleta en la que se han transformado sus piernas. Dos compases, cuatro compases, deja de agitarse. Alza la cara, pone rígida la espalda. Hay una mutación. ahora es de madera, de fibra de vidrio. Su compañero avanza con la máscara puesta. Pasos suaves, porque puede que la tabla todavía sienta. La siniestra por delante. La diestra en el área donde solía terminar el rosario de vértebras. El de la máscara del santo flexiona las rodillas, mantiene el equilibrio doblando los codos a la altura de las costillas. Ya despegan. Frente a ellos la mar. La mar de gente. Aquí viene la ola. Se deslizan por el túnel de su imaginación
Julio Martinez Ríos (¡Arde la calle! (Spanish Edition))
La muerte del ser querido es doblemente un duelo si está vivo. La hipocondría es la peor de las enfermedades: ficticia, las genera reales. Casi siempre, las películas mexicanas de horror son cómicas y las cómicas de horror. Se habla sobre clima por incomunicación, por soledad: el clima es, a veces, lo único entre dos personas. Cuando alguien dice: Yo soy una persona íntera, veo cómo empieza a desintegrarse su cara. Es tan difícil a veces decir las cosas o escribirlas, o tan fácil, sin alcanzar de cualquier manera lo que se siente. ¿Puede ser un error enamorarse? Lo más parecido a estar enamorado es el hallazgo de una música bellísima que nos fascina. Y pensar que dormimos cientos de noches con una mujer que nos odia profundamente, que quizás ya nos odiaba en secreto. Hay días en que nada pasa y días en que todo ocurre. Cada momento lleva su melodía. Such is life such is chess. BAGATELAS
Ignacio Helguera
Londres se ha tragado muchos millones de jóvenes llamados Smith; no ha concedido ninguna importancia a nombres tan raros como Septimus, con los que sus padres habían pensado singularizarlos. Vivir en una pensión, en una bocacalle de Euston Road, comportaba experiencias - experiencias otra vez - como la de transformar una cara en dos años: una inocente cara ovalada y rosa en otra contraída y enjuta. Pero de todo lo dicho, qué hubieran podido decir los amigos más observadores, salvo lo que dice un jardinero cuando abre la puerta del invernadero y se encuentra una nueva flor en la planta: Ha florecido; florecido por vanidad, ambición, idealismo, pasión, soledad, valor, pereza, las semillas habituales que, revueltas todas ellas (en una habitación junto a Euston Road), hicieron de él un hombre tímido y tartamudo, ansioso de superarse a sí mismo, le hicieron enamorarse de la señorita Isabel Pole que daba lecciones sobre Shakespeare en Waterloo Road.
Virginia Woolf (Mrs. Dalloway)
Suponho que as nações foram por muito tempo como eu, que apenas se instruíram tarde, que durante séculos não se preocuparam senão com o momento presente, pouco com o passado e nada com o futuro. Andei quinhentas ou seiscentas léguas no Canadá; não encontrei um só monumento, ninguém ali sabe nada sobre o que fez o bisavô. Não seria este o estado natural do homem? A espécie humana deste continente parece-me superior à do outro. O seu ser tem aumentado de há muitos séculos para cá, graças às artes e aos conhecimentos. Será por terem barba na cara e Deus a ter negado aos americanos? Não o creio, porque os chineses não têm barba e cultivam as artes há mais de cinco mil anos. Com efeito, se eles têm mais de quatro mil anos de história, é necessário que a nação viva unida e florescente há mais de cinquenta séculos. O que mais me impressiona nesta antiga história da China é que tudo nela seja verosímil e natural. Admiro-a por nada ter de maravilhoso. Porque é que todas as nações se atribuem origens fabulosas? Os antigos cronistas da história da França, que ainda assim não são muito antigos, dizem que os franceses descendem de um Francus, filho de Heitor; os Romanos dizem-se originários de um frígio, conquanto não haja na língua deles uma só palavra que tenha a mais pequena relação com a língua frígia. Os deuses habitaram dez mil anos no Egipto e os diabos na Sítia, onde engendraram os Hunos. Antes de Tucídides, não vejo senão romanos parecidos com o Amadis e muito menos divertidos do que ele. Por toda a parte há aparições, oráculos, metamorfoses, sonhos explicados, sobre que assenta o destino dos maiores impérios e dos mais pequenos Estados. Aqui há animais que falam, além animais que se adoram, deuses transformados em homens e homens transformados em deuses. Ah! Se temos de recorrer às fábulas, que essas fábulas sejam, pelo menos, o emblema da verdade! Gosto das fábulas dos filósofos, rio-me das fábulas das crianças e odeio as dos impostores.
Voltaire
Levei o homem, apesar da sua resistência, a ver o mar. Jamais esquecerei a cara dele, os olhos, a boca, as mãos, quando a paisagem marítima lhe bateu no rosto. Amparei-o nos meus braços enquanto ele tentava dizer alguma coisa, enquanto a sua boca abria e fechava com a língua emaranhada, os olhos encardidos de horizonte. É, na nossa vida, completamente desnecessário ter qualquer proximidade com o mar, mas a sua simples visão provoca alterações profundas na alma. Creio que, tal como o resultado de uma soma é uma evidência para a razão, a presença do mar é uma evidência para os sentimentos. Nada é estanque na natureza, por isso não é só o delicado equilíbrio entre os sais de sódio e de potássio que se altera radicalmente, modificando a composição do corpo, dos ossos, do sangue, é também a alma que fica salgada, ondulada, habitada por tubarões, algas, sargos, polvos, ostras e cachalotes. Julgo que aquele homem saiu dali com a certeza de que era, tal como todos os homens o são, um náufrago.
Afonso Cruz (Mar)
Ah, lei ladra, o poder da vida. Direitinho declaro o que, durando todo tempo, sempre mais, às vezes menos, comigo se passou. Aquela mandante amizade. Eu não pensava em adiação nenhuma, de pior propósito. Mas eu gostava de, dia mais dia, mais gostava. Diga o senhor: como um feitiço? Isso. Feito coisa-feita. Era ele estar perto de mim, e nada me faltava. Era ele fechar a cara e estar tristonho, e eu perdia meu sossego. Era ele estar por longe, e eu só nele pensava. E eu mesmo não entendia então o que aquilo era? Sei que sim. Mas não. E eu mesmo entender não queria. Acho que. Aquela meiguice, desigual que ele sabia esconder o mais de sempre. E em mim a vontade de chegar todo próximo, quase uma ânsia de sentir o cheiro do corpo dele, dos braços, que às vezes adivinhei insensatamente - tentação dessa eu espairecia, aí rijo comigo renegava. Muitos momentos. Conforme, por exemplo, quando eu me lembrava daquelas mãos, do jeito como se encostavam em meu rosto, quando ele cortou meu cabelo. Sempre.
Rosa Guimaraes
Viví en aquel bloque de pisos entre los seis y los veintiún años. En total había veinte apartamentos, cuatro por planta, y lo único que recuerdo es un edificio lleno de mujeres. Apenas recuerdo a ningún hombre. Estaban por todas partes, claro está –maridos, padres, hermanos–, pero sólo recuerdo a las mujeres. Y las recuerdo a todas tan toscas como la señora Drucker o tan feroces como mi madre. Nunca hablaban como si supiesen quiénes eran, como si comprendieran el trato que habían hecho con la vida, pero a menudo actuaban como si lo supiesen. Astutas, irascibles, iletradas, parecían sacadas de una novela de Dreiser. Había años de aparente calma y, de repente, cundían el pánico y la locura: dos o tres vidas marcadas (quizá arruinadas) y el tumulto se apagaba. De nuevo calma silenciosa, letargo erótico, la normalidad de la abnegación cotidiana. Y yo –la niña que crecía entre todas ellas, formándose a su imagen y semejanza– me empapaba de ellas como de cloroformo impregnado en un paño apretado contra mi cara. He tardado treinta años en entender cuánto entendí de ellas.
Vivian Gornick (Fierce Attachments)
E queria estar a treze mil quilómetros dali, a vigiar o sono da minha filha nos panos do seu berço, queria não ter nascido para assistir àquilo, à idiota e colossal inutilidade daquilo, queria achar-me em Paris a fazer revoluções no café, ou a doutorar-me em Londres e a falar do meu país com a ironia horrivelmente provinciana do Eça, falar na choldra do meu país para amigos ingleses, franceses, suíços, portugueses, que não tinham experimentado no sangue o vivo e pungente medo de morrer, que nunca viram cadáveres destroçados por minas ou balas. O capitão de óculos moles repetia na minha cabeça A revolução faz-se por dentro, e eu olhava o soldado sem cara a reprimir os vómitos que me cresciam na barriga, e apetecia-me estudar Economia, ou Sociologia, ou a puta que o pariu em Vincennes, aguardar tranquilamente, desdenhando a minha terra, que os assassinados a libertassem, que os chacinados de Angola expulsassem a escória cobarde que escravizava a minha terra, e regressar, então, competente, grave, sábio, social-democrata, sardónico, transportando na mala dos livros a esperteza fácil da última verdade de papel.
António Lobo Antunes (Os Cus de Judas)
O que vim fazer aqui? Vim ser terrível. Os senhores dizem que sou um monstro. Não, sou o povo. Sou uma exceção? Não, sou todo mundo. A exceção são os senhores. Os senhores são a quimera, e eu, a realidade. Sou o Homem. Sou o medonho Homem que Ri. Que ri do quê? Dos senhores. Dele mesmo. De tudo. O que é esse meu riso? É o crime dos senhores e é meu próprio suplício. Esse crime, eu lhes jogo na cara; esse suplício, eu lhes cuspo no rosto. Eu rio, e isso quer dizer: eu choro. [...] – Esse riso que está em meu rosto foi posto aí por um rei. Esse riso exprime a desolação universal. Esse riso significa ódio, silêncio forçado, raiva, desespero. Esse riso é um produto da tortura. Esse riso é um riso de violência. Se Satã tivesse esse riso, esse riso condenaria Deus. Mas o Eterno não se assemelha aos efêmeros; sendo o absoluto, ele é justo; e Deus abomina o que fazem os reis. Ah! Os senhores me consideram uma exceção! Eu sou um símbolo. Ó imbecis todo-poderosos, abram seus olhos. Eu encarno tudo. Represento a humanidade tal qual foi feita por seus mestres. O homem é um mutilado. O que fizeram a mim fizeram ao gênero humano.
Victor Hugo (The Man Who Laughs)
Javert había nacido en una prisión, hijo de una echadora de cartas cuyo marido era presidiario.Al crecer, sintió que se hallaba fuera de la sociedad y sin esperanzas de volver a ella.Advirtió que la sociedad rechaza irremisiblemente dos clases de hombres: los que la atacan y los que la protegen, y sólo podía elegir entre una de estas dos clases.Al mismo tiempo, sentía dentro de sí un fondo de rigidez, de ordenancismo y de probidad, mezclado con un inexplicable odio hacia aquella raza de bohemios de la que descendía. Entró, pues, en la policía Y prosperó.A los cuarenta años era inspector. En su juventud había estado empleado en alguno de los penales de la región del Mediodía. Antes de ir más lejos, pongámonos de acuerdo sobre esa expresión, «rostro humano», que utilizábamos hace un momento con Javert. La cara de Javert consistía en una nariz aplastada con dos profundas ventanas hacia las cuales subían, cubriendo sus mejillas, unas enormes patillas. Se sentía uno incómodo la primera vez que veía aquellos dos bosques y aquellas cavernas. Cuando Javert se reía, lo cual era raro y terrible, sus delgados labios se separaban y dejaban
Victor Hugo (Los miserables (Edhasa Literaria) (Spanish Edition))
-Ese no es -dijo Cat, señalando con el índice a los corredores-. Ni ese tampoco. Es mono, pero no es él. Y ese chico seguro que no es él. -Frunció el entrecejo-. Qué raro. Puedo visualizar el aura que proyecta, pero me cuesta recordar con claridad su cara. A lo mejor es que no lo vi de cerca. -Tiene un aspecto poco común -respondió Eureka-. No en el mal sentido. Es atractivo. "Tiene los ojos como el mar -quería decir en realidad-. Los labios son de color coral. Su piel tiene la clase de poder que hace saltar la aguja de una brújula." [...] -¡Oye, Jack! -Cat se colocó en la grada encima de la que Jack estaba usando para estirar la pierna-. Estamos buscando a un tío de tu equipo que se llama Ander. ¿Cuál era su apellido, Reka? Eureka se encogió de hombros. Y lo mismo hizo Jack. -No hay ningún Ander en este equipo. Cat sacudió las piernas y las cruzo por los tobillos. -Mira, estaba en el encuentro de hace dos días, el que se canceló por la lluvia. Es un tipo alto, rubio... Ayúdame, Reka. "Con los ojos como el mar -estuvo a punto de soltar- y unas manos que podrían coger una estrella fugaz." -¿Como pálido? -logró decir. -Pues como que no está en el equipo.
Lauren Kate (Teardrop (Teardrop, #1))
Julguei que ia morrer. Queria morrer. E julguei que se fosse morrer ia morrer contigo. Rapazes como tu, jovens como eu…vi morrer tantos ao pé de mim durante o ano passado! Não tive medo nenhum. Não foi coragem o que ainda agora me fez ficar aqui. Pensei com os meus botões: "Temos esta cama, esta erva, devíamos ter-nos deitado juntados, abraçados, antes de morrer". Apeteceu-me tocar-te nesse osso do pescoço, a clavícula, que parece uma asa pequena e dura debaixo da pele. Apeteceu-me afagá-la com os dedos. Sempre gostei de corpos da cor dos rios e das pedras, da cor do olho castanho de uma susana, conheces essa flor? Já viste alguma? Estou tão cansada Kip, só me apetece dormir. Apetece-me dormir debaixo desta árvore, de cara encostada à tua clavícula, apetece-me fechar os olhos, sem pensar em mais ninguém, encontrar um nicho de árvore, trepar lá para dentro e dormir. Que espírito meticuloso! Saber que fio hás de cortar. Como é que soubeste? Foste dizendo não sei, não sei, mas sabias. Não foi? Não tremas, tens de ser uma cama sossegada para mim, deixa-me aninhar-me, abraçar-te como se fosses um avozinho, adiro a palavra "aninhar", tão lenta, não se pode apressá-la.
Michael Ondaatje (The English Patient)
SAN RAFAEL I COCHES cerrados llegaban a las orillas de juncos donde las ondas alisan romano torso desnudo. Coches, que el Guadalquivir tiende en su cristal maduro, entre láminas de flores y resonancias de nublos. Los niños tejen y cantan el desengaño del mundo cerca de los viejos coches perdidos en el nocturno. Pero Córdoba no tiembla bajo el misterio confuso, pues si la sombra levanta la arquitectura del humo, un pie de mármol afirma su casto fulgor enjuto. Pétalos de lata débil recaman los grises puros de la brisa, desplegada sobre los arcos de triunfo. Y mientras el puente sopla diez rumores de Neptuno, vendedores de tabaco huyen por el roto muro. II Un solo pez en el agua que a las dos Córdobas junta. Blanda Córdoba de juncos. Córdoba de arquitectura. Niños de cara impasible en la orilla se desnudan, aprendices de Tobías y Merlines de cintura, para fastidiar al pez en irónica pregunta si quiere flores de vino o saltos de media luna. Pero el pez que dora el agua y los mármoles enluta, les da lección y equilibrio de solitaria columna. El Arcángel aljamiado de lentejuelas oscuras, en el mitin de las ondas buscaba rumor y cuna. * Un solo pez en el agua. Dos Córdobas de hermosura. Córdoba quebrada en chorros. Celeste Córdoba enjuta.
Federico García Lorca (Romancero gitano)
Ya no, ya no, ya no me sirves, zapato negro, en el cual he vivido como un pie durante treinta años, pobre y blanca, sin atreverme apenas a respirar o hacer achís. Papi: he tenido que matarte. Te moriste antes de que me diera tiempo… Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios, lívida estatua con un dedo del pie gris, del tamaño de una foca de San Francisco. Y la cabeza en el Atlántico extravagante en que se vierte el verde legumbre sobre el azul en aguas del hermoso Nauset. Solía rezar para recuperarte. Ach, du. En la lengua alemana, en la localidad polaca apisonada por el rodillo de guerras y más guerras. Pero el nombre del pueblo es corriente. Mi amigo polaco dice que hay una o dos docenas. De modo que nunca supe distinguir dónde pusiste tu pie, tus raíces: nunca me pude dirigir a ti. La lengua se me pegaba a la mandíbula. Se me pegaba a un cepo de alambre de púas. Ich, ich, ich, ich, apenas lograba hablar: Creía verte en todos los alemanes. Y el lenguaje obsceno, una locomotora, una locomotora que me apartaba con desdén, como a un judío. Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen. Empecé a hablar como los judíos. Creo que podría ser judía yo misma. Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena, no son ni muy puras ni muy auténticas. Con mi abuela gitana y mi suerte rara y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot, podría ser algo judía. Siempre te tuve miedo, con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa y tu recortado bigote y tus ojos arios, azul brillante. Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú... No Dios, sino un esvástica tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso. Cada mujer adora a un fascista, con la bota en la cara; el bruto, el bruto corazón de un bruto como tú. Estás de pie junto a la pizarra, papi, en el retrato tuyo que tengo, un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie, pero no por ello menos diablo, no menos el hombre negro que me partió de un mordisco el bonito corazón en dos. Tenía yo diez años cuando te enterraron. A los veinte traté de morir para volver, volver, volver a ti. Supuse que con los huesos bastaría. Pero me sacaron de la tumba, y me recompusieron con pegamento. Y entonces supe lo que había que hacer. Saqué de ti un modelo, un hombre de negro con aire de Meinkampf, e inclinación al potro y al garrote. Y dije sí quiero, sí quiero. De modo, papi, que por fin he terminado. El teléfono negro está desconectado de raíz, las voces no logran que críe lombrices. Si ya he matado a un hombre, que sean dos: el vampiro que dijo ser tú y me estuvo bebiendo la sangre durante un año, siete años, si quieres saberlo. Ya puedes descansar, papi. Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón, y a la gente del pueblo nunca le gustaste. Bailan y patalean encima de ti. Siempre supieron que eras tú. Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
Sylvia Plath (Ariel)
«Cuarenta años», dijo, inclinando el cuerpo hacia el micrófono que lo miraba como el ojo de una mosca. «Cuarenta años y más de diez mil caricaturas. Y déjenme que les confiese una cosa: todavía no entiendo nada. O quizás es que las cosas no han cambiado tanto. En estos cuarenta años, se me ocurre ahora, hay por lo menos dos cosas que no han cambiado: primero, lo que nos preocupa; segundo, lo que nos hace reír. Eso sigue igual, sigue igual que hace cuarenta años, y mucho me temo que seguirá igual dentro de cuarenta años más. Las buenas caricaturas tienen una relación especial con el tiempo, con nuestro tiempo. Las buenas caricaturas buscan y encuentran la constante de una persona: aquello que nunca cambia, aquello que permanece y nos permite reconocer a quien no hemos visto en mil años. Aunque pasaran mil años, Tony Blair seguiría teniendo orejas grandes y Turbay un corbatín. Son rasgos que uno agradece. Cuando un político nuevo tiene uno de esos rasgos, uno inmediatamente piensa: que haga algo, por favor, que haga algo para que pueda usarlo, que no se pierda ese rasgo en la memoria del mundo. Uno piensa: por favor, que no sea honesto, que no sea prudente, que no sea buen político, porque entonces no lo podría utilizar con tanta frecuencia.» Se oyó un susurro de risas, delgado como el rumor previo al escándalo. «Claro, hay políticos que no tienen rasgos: son caras ausentes. Ellos son los más difíciles, porque hay que inventarlos, y entonces uno les hace un favor: no tienen personalidad, y yo les doy una. Deberían estarme agradecidos. No sé por qué, pero casi nunca lo están.» Una brusca carcajada burbujeó en el teatro.
Juan Gabriel Vásquez (Las reputaciones)
Clary Fray. - La voz en su cabeza era divertida, y también conocida. No tenía sonido, pero reconoció la forma de los pensamientos, del modo en que reconoces la forma en que alguien se ríe o respira. “Hermano Zachariah. ” Resignadamente, devolvió la estela a su sitio, y se acercó a él, deseando que Isabelle se hubiera quedado con ella.-Asumo que estás aquí para ver a Jonathan,- dijo, levantando la cabeza de su postura meditativa. Su cara todavía estaba en las sombras debajo de la capucha, aunque pudo ver la forma de unos pómulos angulosos. - A pesar de las órdenes de la Hermandad – “Por favor, llámelo Jace. Es demasiado confuso del otro modo. ” -Jonathan es buen nombre antiguo de Cazadores de Sombras, el primero de los nombres. Los Herondale siempre conservan los nombres en la familia- “Él no fue nombrado por un Herondale,” señaló Clary.“Aunque tiene una daga de su padre. Dice S.W.H. en la hoja. ” -Stephen William Herondale. - Clary dio otro paso hacia las puertas, y hacia Zachariah. “Sabes un montón sobre los Herondale,” dijo.“Y de todos los Hermanos Silenciosos, pareces el más humano. La mayoría de ellos nunca muestran ninguna emoción. Son como estatuas. Pero tú pareces sentir cosas. Recuerdas tu vida. ” -Ser un Hermano Silencioso es estar vivo, Clary Fray. Pero si te refieres a si recuerdo mi vida antes de la Hermandad, lo hago. - Clary respiró profundo.“¿Alguna vez estuviste enamorado? ¿Antes de la Hermandad? ¿Hubo alguien por quien hubieras muerto?” Hubo un largo silencio.Luego: -Dos personas,- dijo el Hermano Zachariah. – Hay recuerdos que el tiempo no borra, Clarissa. Pregúntale a tu amigo Magnus Bane, si no me crees. La eternidad no hace que olvides las pérdidas, solo las vuelve soportables.
Anonymous
Ése es el precio de vivir con alguien, de estar dizque enamorado: tener que lavar un vaso sólo para ganar el pleito de la mañana, un pleito que sólo es pleito entre esas dos personas dizque enamoradas. Y sí, en algún rincón oscuro de sus cabezas saben que no pelean por el vaso, sino por las mil erosiones que los mil vasos y las mil discrepancias en la manera en que crecieron y vivieron antes de crecer y vivir juntos van acabando con las entrañas del otro. Pelean por todas las cosas que se saben entre dos, pero no se pueden articular y no se incluyen en las explicaciones que das cuando la amiga de tu amiga pregunta qué pasó. Pequeñas grandes erosiones que terminan por desaparecer el pedazo de tierra en que habían clavado su bandera y declarado su espacio. Un espacio en guerra fría donde los dos dan y dan; y cambian y cambian; y hacen por el otro y hacen por el otro; y obligan al otro a hacer por ellos hasta que una esponja mojada en la cocina crea una crisis existencial y una de las partes corre a exprimirla sobre la cara incauta del compañero. Me arrepentí en el instante en el que lo hice, pero exprimir una esponja mojada y llena de huevo baboso sólo puede volverse un acto más psicótico si está seguido de una disculpa. No. Ya había exprimido la esponja y Emiliano ya se había despertado tratando de entender qué pasaba. Ya me había visto con la esponja en la mano y la furia en la cara. Ya se había dado cuenta de que lo que le sucedía no era accidental sino alevoso. Lo único que podía hacer era llevar la cosa hasta sus últimas consecuencias. —¿Yo soy descuidada? ¡Exprime las putas esponjas! Di patadas de ahogado a babor y a estribor, hasta que logré que Emiliano me dijera enferma, dañada, cabrona y otros insultos más políticamente incorrectos que había aprendido en su colegio fresa y de los que sí se puede hacer un recuento a la amiga de la amiga sin dar más explicaciones. Ahí se termina la historia. La gente se ríe, se queda contenta y lo demás, lo que es de verdad y duele de verdad, ya no hace falta contarlo.
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros (Novela) (Spanish Edition))
Una ráfaga de aire helado pasó entre los presentes, haciendo una pequeña espiral y levantando hojas a su paso. Tan solo los sollozos desgarradores de Adèle rompían el silencio que reinaba en aquel claro del bosque. Recorrí con la mirada los rostros desconocidos de aquellas personas, sus caras reflejaban emociones que iban desde el dolor más profundo por la pérdida de un ser amado a la impotencia. Reconocí al moreno Ray que permanecía impertérrito con la mirada perdida cargada de dolor, de vez en cuando desviaba la vista hacia la pelirroja que lloraba desconsolada en brazos de su padre. A su lado, dos figuras imponentes captaron mi atención; me sorprendió lo diferentes y parecidos a la vez que me resultaron. La figura oscura y salvaje de Erwan se hallaba al lado de un hombre de su edad aproximada e idéntica complexión. Su cabello rubio llegaba casi a la altura de los hombros y una mueca de dolor atravesaba su bien parecido rostro. Gruesas lágrimas se derramaban por sus ojos anegados de la más profunda tristeza. A su lado, Erwan miraba un punto que quedaba frente a él con la mandíbula apretada. Había mucho dolor en su rostro, sus ojos azules estaban oscuros como el mar en plena tormenta y reflejaban una furia salvaje que apenas podía mantener controlada. En el centro del claro, sobre un lecho de ramas se hallaba un cuerpo sin vida. Me acerqué para observarlo de cerca, nadie reparó en mi presencia, era como si fuese un fantasma, como si realmente no estuviese allí. Pude adivinar mientras me acercaba que se trataba de una mujer. Su cuerpo menudo estaba bellamente vestido de blanco haciéndola parecer un hada con su magnífica melena azabache desparramada a su alrededor. Una gota de lluvia cayó en su pecosa nariz. Levanté la vista al cielo: las negras nubes habían acabado por cubrirlo todo. Una mujer alta, bastante mayor, y de porte solemne, hizo una señal de asentimiento con la cabeza a un hombre que sostenía una antorcha. El hombre la acercó al lecho de la joven y éste empezó a arder. Adèle finalmente se derrumbó sin poder aguantar más aquella tortura. El hombre rubio avanzó con decisión hacia la joven sin vida que ahora yacía entre las llamas. Fue interceptado antes de llegar al fuego por Erwan que lo agarró con fuerza desde detrás envolviéndolo con sus fuertes brazos. El hombre lanzó un gritó desgarrador al aire; estaba roto por el dolor. Sentí una gruesa lágrima resbalando por mi mejilla ante aquella desoladora escena, compartía su dolor, yo también acababa de perder una parte de mí misma. Antes de que las llamas envolvieran totalmente el cuerpo de la joven, dirigí la mirada hacia su rostro. Un escalofrío me recorrió desde la columna vertebral. Di un paso atrás totalmente conmocionada. ¿Quién era aquella gente?, ¿por qué mi cuerpo yacía sin vida en medio de las llamas? Desperté de golpe con un fuerte dolor en el pecho. Me incorporé en la cama intentado recuperar la respiración, mi corazón latía descontrolado a punto de salirse por la boca. Era yo. La mujer de la pira era yo.
Elisabet Castany (El eterno legado (La hija de la sacerdotisa, #1))