Dios Esta En Control Quotes

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Jesús prometió que cuando viniera el Espíritu Santo, Él traería convicción de pecado, de justicia y de juicio (Jn. 16:8). Esta promesa de la obra de convicción del Espíritu se cumple en una medida inusual en los avivamientos genuinos. El término convicción se refiere a tiempos en que el Espíritu Santo toma control de la mente y la conciencia de un individuo con el poder de la verdad. Cuando el espíritu de convicción se manifiesta de una manera inusual en toda una región geográfica como ocurrió en el Primer y Segundo Gran Despertar, cientos de miles—a veces millones—de personas son sacudidos de su letargo espiritual. El Espíritu Santo da convicción a multitudes de aquellos que escuchan la Palabra—tanto incrédulos como creyentes—de cualquier mundanalidad en sus vidas. Él presiona la verdad de Dios en sus mentes y conciencias con una intensidad que la mayoría de nosotros no ha experimentado jamás.
Mike Bickle (Crezca en la oración: Una guía definitiva para hablar con Dios (Spanish Edition))
La Iglesia no debe erigirse en conciencia de nadie; no obstante, ha de brindar orientación moral. La Iglesia Adventista no aprueba la práctica del aborto por razones de control de la natalidad, selección de sexo o conveniencia. A pesar de ello, en ocasiones las mujeres pueden verse ante circunstancias excepcionales que conllevan grandes dilemas morales y médicos, como la existencia de un grave riesgo para la vida de la embarazada, de serios peligros para su salud, de malformaciones congénitas del feto diagnosticadas adecuadamente, o de embarazos como resultado de violación o incesto. La mujer embarazada debe tomar la decisión final respecto a la posibilidad de interrumpir el embarazo tras haber llevado a cabo las consultas pertinentes. Para tomar una decisión de este tipo debe recibir la información lo más completa posible, la presentación de los principios bíblicos y la conducción del Espíritu Santo. Estas decisiones se toman mejor en el contexto de una relación familiar saludable. 5. Los cristianos reconocen que su primera y principal responsabilidad es frente a Dios. Por eso buscan el equilibrio entre el ejercicio de la libertad individual y su responsabilidad hacia la comunidad de la fe y hacia la sociedad en general y sus leyes. Toman sus decisiones de acuerdo con las Escrituras y las leyes de Dios y no basándose en los patrones sociales. En consecuencia, todo intento de obligar a una mujer, tanto a que siga adelante con un embarazo como a que lo interrumpa, tiene que ser rechazado como una violación de la libertad personal.
General Conference of Seventh-Day Adventists (Declaraciones, orientaciones y otros documentos (Spanish Edition))
al contemplar la tierra, pienso en que esta es la demostración más convincente de que existe el Dios de mis padres, de que nuestro mundo es tan enorme que se escapa por completo a nuestro control, que no podemos ser tan importantes como nos creemos.
Veronica Roth (Leal (Divergente #3))
Dayan se despertó sintiendo un cuerpo blando y delicioso pegado a su costado. Erinni. Ella le deslizaba los labios por el cuello y susurró su nombre. Dayan se estremeció. ¿Qué le hacía esta mujer? Cuando estaba con ella perdía el norte. O todavía peor, el corazón. Erinni se puso de rodillas a su lado, apartó la sábana que lo cubría y se colocó encima de él, dejando un camino de besos sobre su pecho. Cuando le deslizó una mano por el abdomen y le rodeó la polla con los dedos, él soltó un grito. –¡Oh! ¡Lo siento! –exclamó ella apartándose rápidamente, pero él la alcanzó y la devolvió al lugar en el que estaba. –Me has sorprendido, eso es todo. –Creí que te había hecho daño. –¿Daño? –La risa reverberó en su pecho–. No, me estaba gustando mucho. Sigue. Ella volvió a rodear la polla con la mano y pasó el pulgar por el glande. Erinni le estaba dando un nuevo significado a la palabra “placer”. Estaba seguro que cada gota de sangre de su cuerpo se estaba acumulando entre sus piernas. La presión era violenta, y cada roce depositaba otra sensación más sobre las que ya tenía. Entonces ella se deslizó hacia abajo. Dayan le enredó los dedos en el pelo y la guio hacia su pene. Con el primer contacto de su boca el deseo se descontroló y apretó los dientes. Levantó la cabeza porque tenía que mirarla, no podía perderse ni un momento mientras sentía su boca sobre él. Ella pestañeó, y sus calientes ojos lo golpearon directamente en el corazón. Aquella dulce boca abierta para él, con unos labios golosos perfectos para introducir su polla. La vio sacar la lengua para lamerlo como si fuera un caramelo. Ella gimió, y él perdió la razón. –Chúpamela –le ordenó–. Métela en la boca y chúpala. Erinni se limitó a arquear una ceja y a lamerle los testículos, deslizando el pulgar de arriba hacia abajo por toda la dura longitud. –No me gusta que me den órdenes. Dayan le dio un suave tirón en el pelo. Erinni se estaba burlando de él y eso era una mala idea. Se tensó y apretó la mandíbula mientras intentaba dominarse, pero ella deslizó la lengua una vez más y le rozó el sensible glande con los dientes. Gimió de placer. Jamás había sentido un deseo tan doloroso y al mismo tiempo tan… ¿perfecto? Se agarró la polla y la guio hacia la boca de Erinni. –Chúpamela ahora mismo –ordenó con voz tensa. No estaba bien, pero ya le pediría perdón después. Ahora mismo necesitaba sentir la húmeda y ardiente boca calentando su polla. En el momento en que ella enroscó la lengua allí, Dayan contuvo el aliento. El deseo lo consumió mientras Erinni movía la cabeza. Lo introdujo hasta el fondo de la garganta antes de empezar a chupar con fuerza. Dayan casi perdió la razón. Después ella le lamió el glande y le clavó las uñas en los muslos. El deseo creció con rapidez y lo llevó hasta los límites de su control. Dayan comenzó a jadear. Le tiró del pelo intentando detenerla. Las sensaciones ardientes y abrasadoras iban en su contra. Por todos los dioses, no iba a durar mucho tiempo. Pero se negó a correrse en su boca. Lo haría en su coño porque aquél se había convertido en su lugar favorito. A pesar de lo mucho que le gustaba su boca, necesitaba estar dentro de su parte más íntima, haciéndola llegar al orgasmo una y otra vez antes de dejarse llevar también por la locura. Pero primero tenía que emborracharse con su sabor, sentir su jugosa miel en los labios y la lengua. La apartó de su polla y ella gimió de frustración. La sorprendió cuando la rodeó con los brazos y la alzó sobre su propio cuerpo, colocando los muslos de Erinni a ambos lados de su cabeza. (Dayan y Erinni. Capítulo 7, parte A.)
Alaine Scott (La hechicera rebelde (Cuentos eróticos de Kargul #2))
Oírla gritar su nombre le hizo perder totalmente el control. El calor que lo envolvía le hizo entrar en combustión, inflamándose como aceite en una lámpara. Le hormigueaba la espalda y los testículos los tenía tan tensos que parecían a punto de estallar. Erinni lo mantenía preso con su sexo mientras le cubría el rostro con besos desesperados, y le rodeaba el cuello con los brazos. Dayan se aferró a ella cuando la llenó tan profundamente como le fue posible. Por un instante, imaginó a Erinni a su lado en la cama todas las noches, en su casa, con su hijo creciendo en el vientre. Aquel pensamiento destrozó su control y el orgasmo se apoderó de él. Con aquella imagen en su mente, su cuerpo se quebró e inundó con su semen el útero de Erinni. Después del último estremecimiento recuperó la razón. Aquella era una fantasía ridícula por múltiples razones. La primera de las cuales era que él no se fiaba de ninguna mujer, ni siquiera de Erinni. Ella se dejó caer sobre él y, aunque no debiera, disfrutó de sentir los latidos de su corazón, y el cuerpo saciado y relajado de la sanadora. Le pasó la mano por la húmeda espalda, tranquilizándola con la caricia. –¿Estás bien, cariño? Ella asintió con la cabeza y rodó sobre la cama para sentarse en el borde. Parecía confundida y algo asustada. –¿Te levantas ya? –Tengo cosas que hacer. Está a punto de amanecer, y he de lavarme y prepararme. Hoy tengo que examinar a las esclavas del harén del gobernador. –Puedo hablar con el cirujano y hacer que alguien te sustituya. –¡No! –Se giró para mirarlo con ojos enfurecidos–. ¡Ni se te ocurra interferir en mi trabajo, Dayan! –Sólo era una sugerencia –exclamó él levantando las manos en señal de rendición. No quería discutir. Se dio de bofetadas. No hacía más que meter la pata con esta mujer. ¿Por qué era tan difícil y diferente a las demás? Porque era una mujer acostumbrada a tomar sus propias decisiones–. Espera. Ella se giró cuando intentaba levantarse, y él se tiró sobre la cama, agarrándola por la cintura con un brazo, tirando de ella y aprisionándola entre la cama y su cuerpo. –Lo siento –susurró sobre sus labios–. No era mi intención ofenderte. Ella hizo un mohín que enmascaró una sonrisa. Dayan le gustaba cada vez más. Sí, era el típico hombre que creía que debía dirigir la vida de una mujer, pero aceptaba sus errores cuando los cometía, pedía disculpas e intentaba arreglarlo. Era mucho más de lo que hacían la mayoría de hombres. –Es mi trabajo, Dayan. Mi responsabilidad. –Lo sé. Pero me gustaría poder… –Dayan se calló a tiempo. No quería cuidar de ella. Eso era una estupidez–. Me gustaría tenerte en mi cama un poco más, eso es todo. –Me tendrás esta noche –suspiró–. Ahora tengo que irme. –De acuerdo. Le dio un rápido beso en los labios y se apartó de ella de un salto, dejándola libre. Parecía un chiquillo travieso, feliz porque le habían prometido un postre bien dulce. (Dayan y Erinni. Capítulo 7, parte C.)
Alaine Scott (La hechicera rebelde (Cuentos eróticos de Kargul #2))
Una reciente encuesta que realizó la organización cristiana Cumplidores de Promesas, en los Estados Unidos, reveló que el sesenta y cinco por ciento de los hombres encuestados informaron del uso regular de la pornografía.1 Sin embargo, el pecado sexual es indudablemente un problema de enormes proporciones en el cuerpo de Cristo, y por lo general no se denuncia. Existen numerosas razones por las cuales estos hombres mantienen oculto su pecado. En primer lugar, es vergonzoso admitir el pecado sexual. En nuestra sociedad se adula a un hombre por ser un don Juan, pero casi cualquier otro comportamiento sexual que esté fuera de control se mira con suspicacia e inclusive con desdén. Si un hombre admite sus luchas ante un pastor, desde ese día se preguntará qué pensará su líder espiritual de él: «¿Pensará que soy raro? ¿Se preocupará de que yo esté cerca de los adolescentes, o peor todavía, de los niños? ¿Estará ese sermón sobre la lujuria dirigido a mí? ¿Le habrá dicho a otros de la iglesia acerca de mi problema?» Estas preocupaciones hacen difícil que el creyente pueda confiar en su pastor, y ni se diga en otros de la iglesia. En segundo lugar, aunque nuestra sociedad no considera que la fornicación o incluso el adulterio sean vergonzosos, en el movimiento evangélico estos pecados se consideran graves. Una mujer puede tener el terrible hábito de propagar chismes en la iglesia, un hombre puede estar obsesionado con su trabajo a costa de su familia, otro puede ser en extremo crítico con los que lo rodean, pero estos —así como muchos otros pecados— se pasan por alto en la iglesia. No obstante, si un hombre admite haber cometido adulterio, al instante se le juzga como alguien que está lejos de Dios. Aunque es probable que esa sea la verdad, existe desde luego una doble norma dentro del cuerpo de Cristo. Otro factor que contribuye para que un hombre mantenga oculto su pecado es la facilidad con que se puede llevar una doble vida, siendo religioso en lo exterior y practicando un pecado sexual en secreto. A diferencia de lo que ocurre con el abuso de drogas o el alcoholismo, un hombre puede mantener una vida normal aparente, sin que se le descubra. Hay un estilo de vida que acompaña al que se embriaga. Las drogas y el alcohol afectan la capacidad de la persona para funcionar de modo adecuado. La mayoría no puede mantener esta clase de hábito en secreto. En cambio, un hombre puede ser presidente, una celebridad o hasta un famoso evangelista y mantener una fachada exterior de respetabilidad, pero ser un adicto sexual.
Anonymous (En el altar de la idolatría sexual (Spanish Edition))
esta es la demostración más convincente de que existe el Dios de mis padres, de que nuestro mundo es tan enorme que se escapa por completo a nuestro control, que no podemos ser tan importantes como nos creemos. «Tan pequeño que resulta insignificante». Es raro, pero hay algo en esa idea que me hace sentir casi... libre.
Veronica Roth (Leal (Divergente #3))
Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad. 2 PEDRO 1.5–6 «Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1 Corintios 9.26). Observe que Pablo no estaba boxeando con la sombra ni tampoco era un aprendiz. Él se encontraba en una pelea de verdad. Mientras estaba corriendo, también estaba peleando. Tenía un oponente al que debía seguir golpeando, porque si no este lo sacaría de la pista. Este oponente, recuerde, era su propia carne; en otras palabras, las tendencias pecaminosas que con frecuencia se asocian a los apetitos corporales y a los deseos carnales. Él estaba corriendo para ganar y boxeando para no perder. En términos positivos, estaba cultivando la disciplina de la rudeza mental para que sus ojos estuvieran fijos en el premio y sus pies se movieran en la dirección correcta. En otros términos, estaba cultivando la disciplina del autocontrol para poder detener a su carne de modo que no le hiciera perder la carrera. Todo atleta sabe cómo es esta lucha. Todo buen atleta debe mantener su cuerpo bajo control. No puede tener sobrepeso ni perder la salud. Cuida su cuerpo, se ejercita para mantenerse en forma y se esfuerza para desarrollar músculos. Se mantiene en control de su cuerpo. La mayoría de las personas, en contraste, son dominadas por sus cuerpos. Estos les dicen a sus mentes lo que deben hacer. Es por eso que el principio del pecado se llama «la carne» en todas las epístolas paulinas. El cuerpo en sí no es malo, sino mas bien los malos deseos que se asocian frecuentemente con él. Por eso Pablo dijo que necesitábamos «hacer morir las obras de la carne» (Romanos 8.13) y «crucificar la carne con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5.24).
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
El máximo esfuerzo de la vida consiste en no habituarse a la muerte. PDH Una persona dice de sí misma: «Durante toda mi vida no ha muerto ni un solo hombre». Esta persona, esta única persona, es a la que yo envidio entre todas las demás. PDH La preocupación del parásito amenazado con su muerte, la de su sustentador. No sabe qué sería mejor para él. ¿Habrá acumulado lo suficiente para iniciar luego, ya sin el control del moribundo, una carrera propia con ello? ¿No debería agenciarse a toda prisa algo más? ¿Deberá hacer todo lo posible por mantenerlo a uno con vida un rato más? ¿No debería al menos estar presente a la hora de la muerte, para ser el «único» en informar sobre ella? Si después de esa amenaza uno interrumpe el contacto con él durante un tiempo, cae presa del pánico. Llama cada día y uno no coge el teléfono. ¿Tendrá finalmente valor para acecharlo a uno, por «temor», frente a la casa? Gratitud no conoce ninguna, ¿quién le agradece a su propio sustento? Sólo le tiene ojeriza al sustento que de pronto se le sustrae. HAM ¿Y si Dios, avergonzado ante la muerte, se hubiera retirado de la Creación? HAM Un dios griego, oculto en el mar, el último. Lo pescan, y fallece en la playa.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Desde esta perspectiva vemos cómo la tecnología no puede ser algo meramente neutro, ya que la revolución tecnológica de la modernidad está íntimamente ligada a una revolución existencial que derribó el orden tradicional por medio de una revolución moral y política. Con ese giro rotundo, la tecnología deja de estar al servicio del ser humano y se coloca en el centro no solo del sistema político y económico, sino también de toda la estructura que pretende darle sentido y propósito a la vida del hombre moderno, incluso cuando un sentido trascendente ha sido eliminado y reemplazado por una esfera pública neutra y secular, incluso multicultural, donde las particularidades trascendentes son relegadas a la vida privada y las particularidades inmanentes se convierten en política pública. Esto es algo que queda en evidencia no solo con la «orientación negativa» del ser humano que mencionábamos más arriba, sino en el hecho de que con la modernidad se termina dejando de lado no solo a Dios como fundamento de la realidad, sino también cualquier otro tipo de ancla fundamental: la realidad de que somos seres humanos racionales y, junto con esta noción de ser humano, la noción de un estándar de bien racional, de felicidad humana a la que todo hombre tiende naturalmente. Según santo Tomás de Aquino, el primer principio de la vida moral es buscar y hacer el bien y evitar el mal.
Pablo Munoz Iturrieta (Apaga el celular y enciende tu cerebro: Manipulación, control y destrucción del ser humano (Spanish Edition))
La buena fama de Job en los cielos lo llevó a atravesar momentos muy difíciles. Su integridad a Dios mantendrá preocupado el infierno. Su amor por Dios quizá le ha traído varios problemas. Satanás tendrá permiso para despojarnos de algunas cosas. Pero Dios tiene el control. Déjeme contarle un secreto  que el acusador ignora en varias ocasiones: Dios conoce su futuro. Conocía el de Job. Permita que Dios presuma su nombre en su trono. Decida mantener su integridad pese a los intrincados momentos que Satanás lo haga pasar. Demuestre que su amor a Dios no está regulado por sus bendiciones, sino que sus bendiciones vienen por su amor a Dios. Job bendijo el nombre Dios. Entendió que esta situación era algo transitorio. Y sé que le dará gusto ver el final de la historia de la integridad.
Nelson Durón (El Absurdo Equipo que Dios Eligió: Usted los ignoraría, Dios los escogió para escribir la Historia. (Spanish Edition))
La clave para el éxito en tierra era el control del territorio; en el mar, la clave era el control de las comunicaciones. Esta es la razón por la que no era necesario poseer el mar. Las operaciones ofensivas y defensivas tendían a superponerse unas con otras. Por esto, la pérdida del control marítimo (que significaba que el tránsito podía interrumpirse), no necesariamente implicaba que otra potencia disfrutara de dicho dominio. «El dominio en el mar generalmente está en disputa. Es este estado de permanente disputa el que más debe interesar a la estrategia naval». Corbett pudo ver por qué era deseable salir al encuentro y destruir la flota enemiga para conseguir el dominio del mar —era el equivalente a la batalla decisiva napoleónica—, pero también comprendió que eso podía ser imposible. Apuntó que Trafalgar estaba «considerada como una de las batallas decisivas en la historia del mundo, y, sin embargo, de todas las grandes victorias, no había una que según todos los indicios hubiera tenido un resultado más estéril. (...) Desde luego le dio el dominio de los mares a Inglaterra, pero dejó a Napoleón como dictador en todo el continente».
Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))
Planta muchas semillas El marketing tradicional se centra en personas «influyentes» a la que la gente reconoce como expertos. Estas influencias son periodistas, bloggers populares, analistas, gurús del sector y asesores. La teoría es que si tu causa les gusta, ellos influenciarán en la plebe para que la adopte. Es la vieja teoría del goteo de arriba abajo que empezó cuando Moisés fue a la montaña para ver a Dios. Después de internet, la gente se fía tanto de las opiniones de sus amigos y conocidos como de las de los expertos, y este cambio ha puesto el marketing patas arriba. (Si quieres saber más sobre este enfoque del marketing, lee el artículo de Fast Company titulado «Is the Tipping Point Toast?»[17] sobre Duncan Watts. Es el hombre que está detrás de la idea.) Así, cuando las masas adoptan una causa, los influyentes han de estar atentos a la misma si no quieren quedar como unos negados. Por tanto, tus esfuerzos de cautivar no tienen por qué depender de la bendición de los influyentes. He aquí cómo prosperar en este nuevo mundo: Acoge a los don nadie. Es tan probable que alguien llamado Lonelyboy15 o LATrixie conviertan tu causa en un éxito como podría hacerlo un blogger muy conocido o los periodistas tradicionales. Cualquiera que entienda y adopte tu causa y quiera anunciarla al mundo merece tu atención. Olvida la ilusión del control. La omnisciencia y la omnipotencia son ilusiones. No puedes saber quién puede y va a ayudarte. Tampoco puedes controlar a la gente que no conoces. Obviamente, crea el marketing, la marca y el posicionamiento que creas que van a funcionar mejor, pero luego deja que se abran camino y fluyan de manera natural. Planta muchas semillas. Piensa en una «diseminación artificial». Implica plantar campos enteros de flores, no macetas. Es una estrategia de grandes cifras: cuantas más semillas, a más personajes anónimos llegarás y más probable será que se conviertan en personajes a favor de tu causa.
Guy Kawasaki (El arte de cautivar: Cómo se cambian los corazones, las mentes y las acciones)
Desde el principio hubo un propósito tras la escolarización forzosa, propósito que nada tenía que ver con lo que querían padres, niños o comunidades. En cambio, este gran propósito fue fraguado a partir de lo que se pensaba que necesitaban una economía corporativa altamente centralizada y un sistema de finanzas empeñado en internacionalizarse. Y además de eso, también de lo que necesitaba un Estado fuerte y políticamente centralizado. La escuela fue considerada desde la primera década del siglo XX como una rama de la industria y una herramienta de gobierno. Durante un tiempo considerable, probablemente provocado por un clima de ira oficial y de desprecio contra los emigrantes en el mayor desplazamiento de personas en la historia, los gestores sociales de la escolarización fueron considerablemente francos acerca de lo que estaban haciendo. En un discurso que dio ante hombres de negocios antes de la Primera Guerra Mundial, Woodrow Wilson hizo esta revelación desvergonzada: Queremos que una clase tenga educación liberal. Queremos otra clase, una clase necesariamente muchísimo mayor, que renuncie al privilegio de una educación liberal y se adapte para ejecutar tareas manuales específicamente difíciles. En 1917 los principales puestos administrativos de la educación norteamericana estaban bajo el control de un grupo al que la prensa de la época llamaba el trust educativo. La primera reunión de este trust incluía representantes de Rockefeller, Carnegie, Harvard, Stanford, la Universidad de Chicago y la Asociación Nacional de Educación. El fin principal, escribió en 1918 Benjamin Kidd, el evolucionista británico, era «imponer a la juventud el ideal de subordinación».
John Taylor Gatto
Drew Westen, un psicólogo clínico y un activo demócrata, expresó su frustración escribiendo un libro en el que apremiaba a su partido a aprender a apelar a las emociones de los votantes. El libro recibió el apoyo entusiasta de Bill Clinton y al parecer los demócratas lo leyeron cuidadosamente y lo consultaron durante la campaña de 2008. El problema, decía Westen, era que los demócratas querían creer que las campañas trataban de temas y que era posible apelar a la racionalidad y a la buena voluntad de los votantes. Desafortunadamente, los seres humanos son criaturas escasamente racionales. Más bien, responden a mensajes que excitan sus emociones y son proclives a sentir lo mismo que siente el resto del mundo. «La mayor parte del tiempo, esta batalla por el control de nuestras mentes se establece fuera de los límites de la conciencia, dejándonos como espectadores ciegos de nuestro propio psicodrama, prisioneros de imágenes que se proyectan en la pared de nuestros cráneos». Los republicanos habían comprendido esto y por eso desarrollaron un «relato» de sí mismos como si estuvieran del lado del patriotismo y de Dios. Los demócratas fueron blandos y confusos, lentos a la hora de valorar la delincuencia y remisos frente a los enemigos de la nación, empeñados en la retórica que hablaba de luchar por la gente trabajadora de América como si el país aún estuviera haciendo frente a los retos de los años treinta. Cuando los republicanos intentaban persuadir a los votantes para que los respaldaran, no tuvieron ningún escrúpulo en recurrir a «la campaña negativa», mientras que los demócratas seguían actuando como si estuvieran por encima de semejantes métodos de agresión, despreciando la negatividad como irrelevante y como si aquello repugnara a los votantes. (Las campañas negativas explícitas contra el oponente político son habituales en EE. UU., pero no en Europa).
Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))