Culpar A Otros Quotes

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esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
Horacio Quiroga (Cuentos de amor de locura y de muerte)
«Creamos y después, cuando la creación sale mal, queremos culpar a otros, cuando normalmente somos nosotros los responsables»,
John Katzenbach (El psicoanalista)
Es mucho más fácil no saber las cosas algunas veces. Las cosas cambian. Los amigos se van. Y la vida no se detiene por nadie. Quería reírme. O quizás enojarme. O quizás sentir indiferencia por lo extraño que todos eran, especialmente yo. Creo que la idea es que cada persona tiene que vivir su propia vida y después decidir compartirla con otras personas. No puedes sentarte ahí y poner la vida de todos por encima de la tuya y creer que eso cuenta como amor. No puedes. Tienes que hacer cosas. Voy a hacer lo que quiera hacer. Voy a ser quien realmente soy. Y voy a saber quién es ese. Y todos podríamos sentarnos y preguntarnos y sentirnos mal unos por otros y culpar a muchas personas por lo que hicieron o por lo que no hicieron o por lo que no sabían. No lo sé. Supongo que siempre hay alguien a quien culpar. Es diferente. Quizás es bueno poner las cosas en perspectiva, pero algunas veces, creo que la única perspectiva es realmente estar ahí. Porque está bien sentir. Yo estaba realmente allí. Y eso era suficiente para hacerme sentir infinito. Me siento infinito.
Stephen Chbosky (The Perks of Being a Wallflower)
Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo. Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: Tener lo más importante del mundo sin poseerlo.
Paulo Coelho (Eleven Minutes)
echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
Horacio Quiroga (Cuentos de amor de locura y de muerte)
La idea de la tortura es tan antigua como la maldad de la humanidad, que es la única especie con la imaginación suficiente para suponer el daño que se puede ocasionar cuando se le inflige a otro. No podemos culpar a la religión de este impulso, pero podemos condenarla por institucionalizar y refinar la práctica.
Christopher Hitchens (God Is Not Great: How Religion Poisons Everything)
Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo. Y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: Tener lo más importante del mundo sin poseerlo.
Paulo Coelho (Eleven Minutes)
Como dice Aristóteles, y es cosa verdadera, el mundo por dos cosas trabaja: la primera, por tener mantenencia, y la otra cosa era por haber juntamiento con hembra placentera. Si lo dijese yo, podríaseme culpar; dícelo gran filósofo, no se me ha de acusar; de lo que dice el sabio no debemos dudar, pues por obra se prueba el sabio y su hablar. Que dice verdad el sabio claramente se prueba: hombres, aves, animales, toda bestia de cueva, quiere, según natura, compaña siempre nueva, y mucho más el hombre que a toda costa se mueva. Mucho más digo del hombre que de toda criatura; todas en tiempo cierto se juntan, por natura; el hombre, sin seso en todo tiempo y sin mesura, siempre que puede, quiere hacer esta locura. El fuego siempre quiere estar en la ceniza, porque más arde siempre cuanto más se le atiza; el hombre cuando peca bien ve que se desliza, mas del mal no se parte, ça natura lo enriza. Y yo, como soy hombre y, como otro, pecador, tuve de las mujeres a veces gran amor; probar hombre las cosas no es portarse peor: saber el bien y el mal, y escoger lo mejor
Arcipreste de Hita (Libro de buen amor (Clásicos Castalia))
Creamos y después, cuando la creación sale mal, queremos culpar a otros, cuando normalmente somos nosotros los responsables.
John Katzenbach (El psicoanalista (El psicoanalista, #1))
A veces intento culpar a otros de mi soledad, y me doy cuenta de que yo soy el único culpable.
Shema Vallejo (Los sauces no lloran (Spanish Edition))
Sentir ira, culpar a los otros, buscar escapar de lo que se vive; no aceptar, no ser capaz de afrontar la realidad, esperar que algo suceda y arregle la situación, y aislarse, dar la espalda y aparentar indiferencia, impide profundamente tomar buenas decisiones, único camino que lleva a la acción, que es la que garantiza una buena solución.
Marco Fidel Echeverri (No te preocupes, ocúpate (Spanish Edition))
«Creamos y después, cuando la creación sale mal, queremos culpar a otros, cuando normalmente somos nosotros los responsables», pensó.
John Katzenbach (El psicoanalista)
Otro concepto importante a la hora de establecer tus expectativas es, frente a los diferentes desafíos que se te presentan, focalizar en las soluciones. Focalizar en el problema te lleva al pasado, a tratar de cambiar aquello que no pudiste cambiar, a culpar, responsabilizar, justificarte o buscar excusas. Si querés analizar o cambiar algún proceso, por ejemplo, cómo funciona el motor de un auto o por qué dejó de funcionar, el método de “foco en el problema” puede ser muy útil, pero cuando se trata de cambiar, necesitás focalizar en soluciones. En efecto, cuando focalizás en soluciones inmediatamente se crea energía en tu mente. Te abrís a posibilidades e ideas. Esto no significa que no haya que ocuparse de los problemas, pero podés tratar de pensarlos hacia adelante, en lugar de qué los causó. Por ejemplo, en lugar de preguntarte “¿Por qué no cumplí con mis objetivos?”, podés preguntarte: “¿Qué necesito hacer la próxima vez para lograrlos?”. En lugar de “¿Por qué hice eso?”, preguntate “¿Qué es lo que quiero hacer ahora?”, o reemplazá “¿Por qué sucedió?” por “¿Qué es lo que quiero lograr con esto?”. El solo hecho de remover el “por qué” de las preguntas te hará focalizarte más en las soluciones. Esto último es un primer paso en la creación de nuevos cables, mapas y circuitos cerebrales que cambian tu verdadera forma de pensar. Te cuento un ejemplo personal: era un sábado de Semana Santa en Nueva York. Yo esperaba un taxi en una concurrida esquina para que me llevara al aeropuerto JFK para volver a Buenos Aires. Al día siguiente, era el primer cumpleaños de mi hijo Valentín. Luego de veinte minutos, seguía en la misma situación. Empecé a rumiar, a hablarme con mis pensamientos. (Veremos a continuación cómo se relacionan estas explicaciones que te das a vos mismo sobre lo que te sucede con las posibilidades reales de cambio.) “Cómo no me di cuenta de que era Sábado Santo, debería haber salido una hora antes, debería haber pedido un taxi la noche anterior en el hotel. Ahora ya estoy lejos para volver, no voy a llegar al aeropuerto, ni loco llego con la cantidad de gente que debe de haber en la ruta, por qué no me avivé antes”, etcétera, etcétera, etcétera. Seguía haciendo foco en el pasado. El problema ya había acontecido, eso no podía cambiarlo. Entonces, apreté pausa: puse mi espalda derecha, respiré profundo, cerré los ojos —quizá al cerrarlos haya pasado un taxi vacío…— y recordé que yo enseñaba a la gente
Estanislao Bachrach (EnCambio: Aprendé a modificar tu cerebro para cambiar tu vida y sentirte mejor (Caballo de fuego) (Spanish Edition))
Tantas veces nuestros errores, o la mirada crítica de las personas que amamos, nos han llevado a perder el cariño hacia nosotros mismos. Eso hace que terminemos guardándonos de los otros, escapando del afecto, llenándonos de temores en las relaciones interpersonales. Entonces, poder culpar a otros se convierte en un falso alivio. Hace falta orar con la propia historia, aceptarse a sí mismo, saber convivir con las propias limitaciones, e incluso perdonarse, para poder tener esa misma actitud con los demás. 108.
Pope Francis (Amoris laetitia: exhortación apostólica postsinodal sobre el amor en la familia)
Otro concepto importante a la hora de establecer tus expectativas es, frente a los diferentes desafíos que se te presentan, focalizar en las soluciones. Focalizar en el problema te lleva al pasado, a tratar de cambiar aquello que no pudiste cambiar, a culpar, responsabilizar, justificarte o buscar excusas. Si querés analizar o cambiar algún proceso, por ejemplo, cómo funciona el motor de un auto o por qué dejó de funcionar, el método de “foco en el problema” puede ser muy útil, pero cuando se trata de cambiar, necesitás focalizar en soluciones. En efecto, cuando focalizás en soluciones inmediatamente se crea energía en tu mente. Te abrís a posibilidades e ideas. Esto no significa que no haya que ocuparse de los problemas, pero podés tratar de pensarlos hacia adelante, en lugar de qué los causó. Por ejemplo, en lugar de preguntarte “¿Por qué no cumplí con mis objetivos?”, podés preguntarte: “¿Qué necesito hacer la próxima vez para lograrlos?”. En lugar de “¿Por qué hice eso?”, preguntate “¿Qué es lo que quiero hacer ahora?”, o reemplazá “¿Por qué sucedió?” por “¿Qué es lo que quiero lograr con esto?”. El solo hecho de remover el “por qué” de las preguntas te hará focalizarte más en las soluciones.
Anonymous
La primera, la de la inocencia, la vivencia de “paraíso familiar”. Una situación en dudoso equilibrio, de dependencia y sometimiento al que sabe, te cuida y te quiere. Aquellos que desde el principio dicen que te ofrecen todo a cambio de nada. La segunda etapa, que se corresponde con la llamada, se establece cuando los hijos comienzan a ser conscientes de las diferencias y los desacuerdos insalvables. Aparecen aquí por primera vez la vivencia y la necesidad de marcar una identidad propia (soy diferente). Es común en este momento la fantasía de no ser hijo de los propios padres (“Yo soy maravilloso y ellos no... ¡debo haber sido adoptado!”). La tercera etapa equivale a la partida. Comienza con la rebeldía y lleva al joven al umbral de salida del paraíso en el cual, ahora, se siente prisionero. Es la historia de Adán y Eva cuando nos muestran que desobedecer también es crecer. La cuarta etapa es la del entrenamiento. Una etapa llena de frustraciones, de descubrimiento de los propios recursos, de desarrollo de las habilidades y de encuentro con otros saberes, personas y grupos que hacen las veces de aquel legendario maestro. También tomamos consciencia aquí de las propias limitaciones y de la existencia de algunos compañeros de ruta no demasiado nutricios. Con estas herramientas, el medio héroe llega a la quinta etapa, la de la prueba y la batalla, en la que como mínimo debe vencer sus fantasmas, dejar de culpar a los padres, asumir su responsabilidad y adueñarse de su futuro. Seguramente enfrentando directamente en este proceso a su padre interno y, en ocasiones, al externo y auténtico para transformarse en hijo adulto. La sexta y última etapa, la de compartir lo aprendido y rescatar la figura de los padres, que se conoce con el nombre de retorno, es aquélla en la que los hijos vuelven al entorno familiar. Aunque ya nada es lo mismo, estos hijos ya no son nuestros sino, como decía Gibran, son hijos e hijas de la vida, y la familia a la que “regresan” quizá sea la que ellos mismos formarán.
Jorge Bucay (El difícil vínculo entre padres e hijos (Biblioteca Jorge Bucay) (Spanish Edition))
Hablar de violencia de género consiste en afirmar que existe una violencia estructural del hombre contra la mujer por el hecho de serlo. De todos los hombres contra todas las mujeres, creando un colectivo al que culpar de algo que realizan personas individuales. Al igual que los derechos no los tienen los territorios, ni las lenguas, sino las personas, y la inversión del sujeto de derecho seguramente les resultará familiar respecto a los separatismos, en este caso, los delitos de violencia no los realizan colectivos, sino personas particulares. Sin embargo, la violencia de género presupone que esa violencia la ejerce un colectivo concreto: los hombres, unidos en una supraentidad de dominio de la mujer. De esta forma, el hecho de ser hombre implica inmediatamente ser un “violento de género potencial” en tanto pertenece al colectivo, le guste o no. Y toda mujer que hable de la violencia de género, ha de saber que en ese grupo de violentos de género está incluyendo a sus hombres más queridos (padre, hermanos, marido e hijos). El error consiste en pensar que los hombres cercanos no son violentos de género, pero sí los otros que “andan por ahí sueltos” y no se les conoce, por lo que se contribuye a la criminalización del colectivo. Como el resto de las mujeres caen en el error de pensar eso mismo de nuestros seres queridos de sexo masculino a los que, obviamente, no conocen, la generalización queda hecha y no se libra ninguno de la estigmatización.
Alicia V. Rubio (Cuando nos prohibieron ser mujeres ...y os persiguieron por ser hombres: Para entender cómo nos afecta la ideología de género (Spanish Edition))
Todos tenemos en nuestro interior bloqueos procedentes de la energía de los hábitos. Esta clase de energía inconsciente nos hace repetir la misma conducta miles de veces. Nos empuja a correr de un lado a otro, a estar haciendo siempre alguna cosa, a dejarnos llevar por nuestros pensamientos sobre el pasado o el futuro y a culpar a los demás de nuestro sufrimiento. Bloquea nuestra capacidad de sentirnos serenos y felices en el momento presente.
Thich Nhat Hanh (Silencio: El poder de la quietud en un mundo ruidoso)
Acepta que estás a cargo de tu autoestima. Puedes culpar a tus padres, a tus hermanos, a tus maestros, a las relaciones que han fallado, al gobierno, a tu ex jefe, pero la única persona que es responsable de construir tu autoestima a partir de hoy eres tú. Cuando culpas a los demás por las cosas que suceden en tu vida, les das el poder sobre horrible tu vida. Te conviertes en una víctima y sólo “los otros” pueden arreglar la situación. Tienen que cambiar ellos (y eso no sucederá). Y ésta amigo/a mío/a es una manera horrible de vivir. Siempre a voluntad de los demás.
Marc Reklau (Quiérete ¡y mucho!: 30 días para aumentar tu autoestima)
Por otro lado, a veces somos propensos a culpar de todo al entorno, como cuando Trump habla de los medios de comunicación como fake news, o pensamos que el problema es solo de la prensa y de las redes sociales, que nos sirven información sesgada: como si nuestra forma de procesar esa información no tuviera nada que ver y no contase, empezando por el hecho de que, a menudo, nosotros ya de por sí buscamos aquellos medios y aquellas informaciones que confirman nuestra visión del mundo.
Ramón Nogueras Pérez (Por qué creemos en mierdas: Cómo nos engañamos a nosotros mismos (Kailas Psicología) (Spanish Edition))
Nivel 1: Problemas creados por el miedo, la ira y otros impulsos negativos La respuesta básica es defensiva. La ira y el miedo son primarios, pero poco evolucionados. Casi toda la energía se dedica a la supervivencia. En este nivel uno quiere arremeter y culpar a los demás.
Deepak Chopra (Soluciones espirituales)
ahora, precisamente cuando –después de tantas décadas– los recuerdos resucitaban, ya no podía recurrir al consuelo de culpar a otros por su infelicidad; ni siquiera le quedaba ese consuelo que es el último, y engañoso, elixir con que se embriagan los desesperados.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa (El Gatopardo)
Octavo, aunque Trump y los nativistas de todo el mundo busquen culpar a otros —los inmigrantes y los malos acuerdos comerciales—
Joseph E. Stiglitz (Capitalismo progresista: La respuesta a la era del malestar (Spanish Edition))
No es justo culpar a los padres de nuestros propios fracasos, nos apoyen o no, del mismo modo que tampoco es justo obligar a un hijo a vivir una vida que no le pertenece. Es esencial, a la hora de relacionarse, conocer la diferencia entre lo que es mejor para uno y lo que es mejor para otro. Lo primero se sabe y lo segundo solo se piensa.
Elvira Sastre (Días sin ti)
Es muy fácil culpar a otro y más si es un ser indefenso; es muy fácil vivir en el victimismo y sacudirnos todo tipo de culpa; lo difícil es asumir nuestros fallos y ver que los únicos responsables de nuestra vida somos nosotros mismos.
Ana Forner (Miles de emociones con nuestro nombre)
Aclaremos de una vez por todas que no somos las víctimas, de hecho, creo que somos los sospechosos del crimen. Hemos matado más sueños y virtudes que las consecuencias y los dolores de nuestra propia vida. Deja de culpar a otros por tus quiebres y hazte responsable de una vez por todas.
Daniel Habif (Inquebrantables (Unbreakable))
culpar a otros —los inmigrantes y los malos acuerdos comerciales— de nuestros apuros, y especialmente los de quienes sufren a causa de la desindustrialización, la culpa la tenemos nosotros: podríamos haber gestionado mejor la globalización y el proceso de cambio tecnológico, de manera que al perder su empleo la mayoría de los individuos obtuviera uno nuevo en otro frente.
Joseph E. Stiglitz (Capitalismo progresista: La respuesta a la era del malestar (Spanish Edition))