Como La Vida Misma Quotes

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-Pues...siento no besarte todas las veces que pienso hacerlo. Lamento mucho no decirte cada día todo lo que se me pasa por la cabeza al verte.Siento no poder hacer que cumplas todo lo que quieres hacer,pero aún más que te digas a ti misma que no puedes. Siento no dormir contigo cada noche ,no despertarme a tu lado cada mañana,no reírme siempre que te ríes y no ser capaz de imaginarme la vida sin ti.
Elísabet Benavent (Alguien como tú (Mi elección #2))
APRENDIENDO Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender... Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad. Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores. Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende. Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado. Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas. Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla. Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas. Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida. Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes. Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual. Con el tiempo te das cuenta que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos! que dejaste ir. Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible. Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado. Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado incierto para hacer planes. Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas. Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante. Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,añorarás terriblemente a los que ayer estaban contigo y ahora se han marchado. Con el tiempo aprenderás que intentar perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, ante una tumba, ya no tiene ningún sentido. Pero desafortunadamente, solo con el tiempo...
Jorge Luis Borges.
Vi mi vida extendiendo sus ramas frente a mí como la higuera verde del cuento. De la punta de cada rama, como si de un grueso higo morado se tratara, pendía un maravilloso futuro, señalado y rutilante. Un higo era un marido y un hogar feliz e hijos y otro higo era un famoso poeta, y otro higo era un brillante profesor, y otro higo era Europa y África y Sudamérica y otro higo era Constantino y Sócrates y Atila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesionales poco usuales, y otro higo era una campeona de equipo olímpico de atletismo, y más allá y por encima de aquellos higos había muchos más higos que no podía identificar claramente. Me vi a mí misma sentada en la bifurcación de ese árbol de higos, muriéndome de hambre sólo porque no podía decidir cuál de los higos escoger. Quería todos y cada uno de ellos, pero elegir uno significaba perder el resto, y, mientras yo estaba allí sentada, incapaz de decidirme, los higos empezaron a arrugarse y a tornarse negros y, uno por uno, cayeron al suelo, a mis pies.
Sylvia Plath (The Bell Jar)
pero todo el mundo debería tener amor verdadero, y debería durar como mínimo toda la vida.
John Green (Bajo la misma estrella)
- Sí, es como la vida misma- replicó ella-. Nos gustan las cosas dulces, pero necesitamos las amargas.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados? ¿Por qué a uno el encuentro con un revolucionario lo lleva a la revolución y al otro lo deja indiferente? Razón por la cual parece como que uno termina por encontrarse al final con las personas que debe encontrar, quedando así la casualidad reducida a límites muy modestos. De modo que esos encuentros que en la vida de cada uno nos parecen asombrosos, no son otra cosa que la consecuencia de esas fuerzas desconocidas que nos aproximan a través de la multitud indiferente, como las limaduras de hierro se orientan a distancia hasta los polos de un poderoso imán; movimientos; movimientos que constituirían motivo de asombro para las limaduras si tuviesen alguna conciencia de sus actos sin alcanzar a tener, empero, un conocimiento pleno y total de la realidad. Así, marchamos un poco sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el comienzo nuestros destinatarios.
Ernesto Sabato (Sobre héroes y tumbas)
No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.
Lucía Etxebarria (Beatriz y los cuerpos celestes)
Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.
Julio Cortázar (Rayuela)
Que significa 'amar'? Durante anios he pensado que significa conocer a la otra persona..., conocerla perfectamente, con todos sus secretos; conocer cada rincon de su cuerpo, cada reflejo; conocer a fondo su alma, cada una de sus emociones... Quizas sea eso, quizas conocer sea lo mismo que amar. Pero eso solo es una teoria. Despues de todo, que quiere decir conocer? Cuanto se puede conocer a un ser humano? Hasta donde se puede seguir a un alma desconocida? Hasta sus suenios? Y luego adonde? No se puede acompaniar a nadie a su inconsciente. Ni siquiera es necesario esperar a que ella cierre los ojos, se despida de mi y se retire a ese otro mundo, al mundo que llamamos de la noche... Porque existen dos mundos y uno esta mas alla del espacio conocido en el que vivimos, y quizas en ese otro mundo vivamos de manera mas real que en el espacio y en el tiempo...Ahora ya se con certeza que hay otro lugar que es solo nuestro, la propiedad privada de cada uno. (...) Aunque todavia sigo sin saber lo que significa amar... Acaso se puede saber? Y de que sirve saberlo? No tiene nada que ver con la razon. Seguramente el amor es algo mas que el conocimiento. Conocer a alguien no es mucho, tiene unos limites... Amar debe ser algo parecido a seguir el mismo ritmo, una casualidad tan maravillosa como si en el universo hubiese dos meteoros con la misma trayectoria, la misma orbita y la misma materia. Una casualidad tal que no se puede ni calcular ni prever. Tal vez ni exista siquiera (...) Dos personas a las que les gustan las mismas comidas y la misma musica, que caminan al mismo ritmo por la calley que se buscan al mismo ritmo en la cama: quizas sea eso el amor. Que cosa mas rara debe de ser! Como un milagro... Yo imagino que los encuentros de ese tipo deben de ser misticos. La vida real no se basa en tales probabilidades. Creo que las personas que siguen el mismo ritmo, que segregan sus hormonas al mismo tiempo, que piensan lo mismo de las cosas y lo expresan con palabras identicas... bueno, creo que eso no existe. Una de las dos sera mas lenta y la otra mas rapida, una es timida, la otra osada, una ardiente, la otra tibia. Asi es como hay que tomar la vida, los encuentros... Hay que aceptar la felicidad asi, en su estado imperfecto.
Sándor Márai (Divorce à Buda)
La violencia contra las mujeres es universal y tan antigua como la civilización misma. Cuando se habla de derechos humanos, en la práctica se habla de derechos de los hombres. Si un hombre es golpeado y privado de libertad, es tortura. Si lo mismo soporta una mujer se llama violencia doméstica
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
—Durante toda mi vida he estado buscando un lugar como este. Un lugar donde ser yo misma y salir, sin temor alguno, al encuentro de la felicidad.
Mónica Gutiérrez Artero (La librería del señor Livingstone)
Y, por primera vez en su viaje, Bipa tuvo auténtico pánico. Deseó regresar corriendo a casa, recuperar su vida, su aspecto, su identidad. Siempre había sido consciente de que en aquella búsqueda podía llegar a perder la vida, pero, por algún motivo, eso no le parecía tan terrible como perderse a sí misma.
Laura Gallego García (La emperatriz de los etéreos)
Aun cuando mi destino externo se haya desenvuelto como sucede para todos, inevitablemente y según lo decretado por los dioses, mi vida íntima es obra propiamente mía, con sus gozos y amarguras, y soy yo, en lo personal, el responsable de la misma.
Hermann Hesse (Gertrude)
Cuando uno tiene que estar irremediablemente fijo, es impresionante la movilidad mental que es posible adquirir. Se puede ampliar el presente tanto como se quiera, o lanzarse vertiginosamente hacia el futuro, o dar marcha atrás que es lo más peligroso porque ahí están los recuerdos, todos los recuerdos, los buenos, los regulares y los execrables. Ahí está el amor, o sea estás vos, y las grandes lealtades y también las grandes traiciones. Ahí está lo que uno pudo hacer y no hizo, y también lo que pudo no hacer y sí hizo. La encrucijada en la que el camino elegido fue el erróneo. Y ahí empieza la película, es decir, cómo habría sido la historia si se hubiera tomado el otro rumbo, aquel que entonces se descartó. Generalmente, después de varios rollos uno suspende la proyección y piensa que el camino elegido no fue tan equivocado y que acaso, en igual encrucijada, hoy la elección sería la misma. Con variantes, claro. Con menos ingenuidad, por supuesto. Con más alertas, por las dudas. Pero eso sí manteniendo el rumbo primordial.
Mario Benedetti (Primavera con una esquina rota)
Desde aquí no se ve el óxido, la pintura cayéndose y todo eso, pero ves lo que es realmente. Ves lo falso que es todo. Ni siquiera es duro como el plástico. Es una ciudad de papel. Mírala, Q, mira todos esos callejones, esas calles que giran sobre sí mismas, todas las casas que construyeron para que acaben desmoronándose. Toda esa gente de papel que vive en sus casas de papel y queman el futuro para calentarse. Todos los chicos de papel bebiendo cerveza que algún imbécil les ha comprado en una tienda de papel. Todo el mundo enloquecido por la manía de poseer cosas. Todas las cosas débiles y frágiles como el papel. Y todas las personas también. He vivido aquí dieciocho años y ni una sola vez en la vida me he encontrado con alguien que se preocupe por lo que de verdad importa.
John Green (Paper Towns)
El peor tipo de llanto no era el tipo que todos podían ver, los lamentos en las esquinas, el desgarro de la ropa. No, el peor tipo es cuando tu alma lloraba y no importa lo que hagas, no hay manera de consolarla. Una parte se marchita y se convierte en una cicatriz en la parte de tu alma que sobrevive. Para la gente como Echo y yo, nuestras almas contenían más tejido cicatrizante que vida misma.
Katie McGarry (Pushing the Limits (Pushing the Limits, #1))
De entre todas las frutas amargas de la vida, la muerte no es, ni con mucho, la peor. Lo malo es vivir lejos de una misma, que es como vivo yo desde hace años, desde que me trasladé a esta ciudad que no existe y que, sin embargo, se llama Madrid. Madrid no existe, pues; es un sueño provocado por una enfermedad, por unas medicinas que tomamos para combatir alguna enfermedad. Todos los que estamos en Madrid no existimos.
Juan José Millás (La soledad era esto)
Fuimos amigos la vida entera, y el momento de llegar a algo más, no recuerdo bien como, se nos pasó (cuando pasa no vuelve,lo explicó ella misma). Hoy nos vemos tarde y nunca, pues no vivimos en el mismo continente.
Adolfo Bioy Casares
No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas de este circo, y sin embargo basta suponerle una consciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio. De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en los que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida.
Julio Cortázar
que el Reino del Cielo había llegado a su fin. Que no debíamos vivir como si fuera más importante que la misma vida, porque lo más importante es siempre el lugar donde nos encontramos.
Philip Pullman (El catalejo lacado (La materia oscura, #3))
—Es amarga. —Así sabes que es una medicina —dije—. Si tuviera buen sabor, sería un caramelo. —Sí, es como la vida misma —replicó ella—. Nos gustan las cosas dulces, pero necesitamos las amargas.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Qué complejo es eso que llaman identidad. Un día nos vemos al espejo y no tenemos ni idea quién es esa persona que está ahí, mirándonos como si acabáramos de llegar de otro planeta. ¿Quién es yo? ¿Cómo harán esas personas que toda la vida se identifican consigo mismas y que están seguras de sus gustos, de sus ideas, de sus afectos? Qué miedo ser el mismo o la misma a lo largo de cincuenta o setenta años que pobreza
Mario Mendoza (Bitácora del Naufragio)
Exhalo de asombro al ver cómo el plano medio es develado ante mí como un mapa gracias a las palabras de Damballah. Poco a poco, no solo fragmentos de mi vida, sino de la humanidad misma, empiezan a tener sentido.
Mariana Palova (El Señor del Sabbath (La Nación de las Bestias #1))
Compruebo también, a través de nuestras conversaciones, que estamos libres de fetichismos, de supersticiones, de falsos sentimentalismos, y que, para bien y para mal, vemos la muerte no como una culminación y un tránsito hacia otro lugar, sino de esa forma a la vez descarnada y sin consuelo a la que la ha reducido la historia moderna: un hecho simple, natural, tan aleatorio como la vida misma. Lo único que podemos hacer ahora para sacarla de su condición de acto animal es recurrir a un ritual de despedida suficientemente hermoso que tenga que ver con el mismo Daniel y con aquello en lo que nosotros creemos. Y a eso nos disponemos.
Piedad Bonnett (Lo que no tiene nombre)
Pero yo creo en el amor verdadero, ¿sabes? No creo que todo el mundo se queda con los ojos o no enfermarse o lo que sea, pero todo el mundo debería tener al menos verdadero amor, y debe durar por lo menos tan larga como su vida lo hace.
John Green (The Fault in Our Stars)
Los largos, aburridos y monótonos años de prosperidad en la edad madura o de adversidad en la misma edad son un excelente tiempo de combate. Es tan difícil para estas criaturas el perseverar... La rutina de la adversidad, la gradual decadencia de los amores juveniles y de las esperanzas juveniles, la callada desesperación (apenas sentida como dolorosa) de superar alguna vez las tentaciones crónicas con que una y otra vez les hemos derrotado, la tristeza que creamos en sus vidas, y el resentimiento incoherente con que les enseñamos a reaccionar a ella, todo esto proporciona admirables oportunidades para desgastar un alma por agotamiento.
C.S. Lewis (Cartas del Diablo a su Sobrino (Spanish Edition))
No existe la posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro. [...] Si el hombre solo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto.
Milan Kundera
Descubrí que la alegría era como la vida misma: no puede ser creada por ningún razonamiento. Luego aprendí que la mejor manera de manejar cierta clase de pensamientos dolorosos es atreverse a dejarlos obrar en su forma peor. Que se aposenten y roan el corazón hasta que se cansen y allí encontraremos que todavía queda un residuo de vida que no pueden matar.
George MacDonald (Phantastes)
LA CIUDAD (1910) Dijiste: "Iré a otra tierra, iré a otro mar. Otra ciudad ha de haber mejor que esta. Cada esfuerzo mío es una condena dictada; y mi corazón está -como un muerto- enterrado. ¿Hasta cuándo estará mi alma en este marasmo? Adonde vuelva mis ojos, adonde quiera que mire veo aquí las negras ruinas de mi vida, donde pasé tantos años que arruiné y perdí." No hallarás nuevas tierras, no hallarás otros mares. La ciudad te seguirá. Vagarás por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo; y entre las mismas paredes irás encaneciendo. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otra tierra -no lo esperes- no tienes barco, no hay camino. Como arruinaste aquí tu vida, en este pequeño rincón, así en toda la tierra la echaste a perder.
Konstantinos Kavafis
El día en que a la mujer le sea posible amar con su fuerza, no con su debilidad, no para huirse, sino para hallarse, no para destituirse, sino para afirmarse, entonces el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no de mortal peligro. Mientras tanto, resume en su figura más patética la maldición que pesa sobre la mujer encerrada en el universo femenino, la mujer mutilada, incapaz de bastarse a sí misma. Las innumerables mártires del amor son un testimonio contra la injusticia de un destino que les propone como última salvación un estéril infierno
Simone de Beauvoir (The Second Sex)
Una célula de nuestro cuerpo forma parte de nuestra unidad corporal. De ella recibe influencias que permanecen como misteriosas en tanto que la célula es incapaz de tener acceso a la unidad a la que pertenece. La misma situación impera con cada uno de nosotros como elementos de una unidad más expandida. La diferencia entre una célula de nuestro cuerpo y “nosotros” es que como seres humanos sí tenemos la posibilidad de tener acceso a la unidad a la que pertenecemos. Por ello, somos más grandes que los mismo ángeles y por la misma razón el budismo considera el cuerpo humano como un tesoro inapreciable y a la vida humana como un resultado no fortuito de un desarrollo en el cual la acumulación de buenas obras desemboca en la posesión de un instrumento tan excelso y valioso capaz de llevarnos a la Iluminación.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum (El Yo como Idea (Spanish Edition))
Parecían una pareja de viejos que llevaran juntos una eternidad. Como si se hubiesen conocido en otras vidas y el destino los pusiera, así, como si nada, en el mismo pueblo, la misma escuela, el mismo mundo.
Benito Taibo (Por una rosa)
Estoy mirando a sus ojos aterrorizados y, por primera vez desde que nos conocimos... creo que realmente lo entiendo. Todo de él. No reacciona de la manera que lo hace porque hay cinco diferentes lados de su personalidad. Reacciona como lo hace porque sólo hay un lado en Dean Holder. Apasionado. Es un apasionado sobre la vida, sobre el amor, sobre sus palabras, sobre Les. Y seré condenada si no estoy agregada a su lista. La intensidad que transmite no es desconcertante... es hermosa. He pasado tanto tiempo tratando de encontrar maneras de sentirme entumecida en cualquier oportunidad que tenga, pero al ver el entusiasmo detrás de sus ojos ahora mismo... me dan ganas de sentir cada cosa de la vida. Lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, el placer, el dolor. Quiero eso. Quiero empezar a sentir la vida de la misma manera en que él lo hace. Y mi primer paso para hacerlo, se inicia con este muchacho sin esperanza delante de mí, que está vertiendo su corazón, en busca de la palabra perfecta, deseando desesperadamente ayudarme a agregar el sentimiento de nuevo en la vida.
Colleen Hoover (Hopeless (Hopeless, #1))
Texto extraído de una columna del Diario LA NACIÓN (Argentina): ..."La tecnología avanza, entrometiéndose en todo -dice el escritor rosarino Gonzalo Guma-. Ya casi nada parece imposible ni nos asombra. Sólo es una cuestión de tiempo. La humanidad comienza a sentir que tiene en sus manos una herramienta tan poderosa como para jugar a ser Dios, con algún tipo de éxito. Sin embargo, una y otra vez, esta borrachera de omnipotencia se esfuma ante la misma irrefutable cuestión: la ciencia aún no ha podido responder a ninguno de los interrogantes ancestrales más básicos de nuestra existencia. Es el principal motivo por el cual un cielo estrellado nos inspira tanto a los escritores. Porque desde nuestra insignificancia, escudriñamos embelesados el misterioso firmamento, intentando descubrir ese guiño salvador que le dé algún sentido a nuestras vidas." Guma es autor de varias novelas de ciencia ficción: Índigo, Mentes en juego y Equinoccio, susurros del destino. A su modo, ensaya respuestas."... Para buscar el texto completo pueden dirigirse a la página web del Diario La Nación.
Gonzalo Guma
Y sin darle tiempo al pánico se liberó de la materia turbia que le impedía vivir. Le confesó que no tenía un instante sin pensar en ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor a ella, que la vida era ella a toda hora y en todas partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serlo, y que el gozo supremo de su corazón sería morirse con ella. Siguió hablándole sin mirarla, con la misma fluidez y el calor con que recitaba, hasta que tuvo la impresión de que Sierva María se había dormido. Pero estaba despierta, fijos en él sus ojos de cierva azorada. Apenas se atrevió a preguntar: "¿Y ahora?" "Ahora nada", dijo él. "Me basta con que lo sepas.
Gabriel García Márquez (Del amor y otros demonios)
Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres han evolucionado de manera diferente; que han nacido con ciertas características mutables; que entre estas están la vida y la búsqueda del placer.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Tus hijos no son tus hijos son hijos e hijas de la vida deseosa de si misma. No vienen de ti, sino a través de ti y aunque estén contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos, pues, ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, porque ellas, viven en la casa del mañana, que no puedes visitar ni siquiera en sueños. Puedes esforzarte en ser como ellos, pero no procures hacerlos semejantes a ti porque la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer. Tú eres el arco del cual, tus hijos como flechas vivas son lanzados. Deja que la inclinación en tu mano de arquero sea para la felicidad.
Kahlil Gibran
El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro.
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
Siempre me aterra esa cosa siamesa de las parejas: opinan lo mismo, comen lo mismo, se emborrachan a la par, como si compartieran el torrente sanguíneo. Debe haber un resultado químico de nivelación después de años de mantener esa coreografía constante. Mismo lugar, mismas rutinas, misma alimentación, vida sexual simultánea, estímulos idénticos, coincidencia en temperatura, nivel económico, temores, incentivos, caminatas, proyectos… ¿Qué monstruo bicéfalo se va creando así? Te volvés simétrico con el otro, los metabolismos se sincronizan, funcionás en espejo; un ser binario con un solo deseo. Y el hijo llega para envolver ese abrazo y sellarlos con un lazo eterno. Es pura asfixia la idea.
Pedro Mairal (La uruguaya)
Lívido. Que te den por engañarme. Que te den por reducirlo todo a la palabra "engañar". Como si fuera una partida de cartas y le echaras un vistazo a las que tengo en la mano. Es más, ¿Quién inventó el término engañar? Supongo que fue alguien que había sido infiel. Alguien que pensó que "mentiroso" era demasiado duro. Alguien que pensó que "devastador" sonaba demasiado emocional. La misma persona que pensó: "vaya, lo han pillado con las manos en la masa". Que te den. Esto no es lo mismo que apropiarse de un billete de veinte dólares de más en el Monopoly. Esto es nuestra vida. Te has cargado nuestra vida. Eres mucho peor que un mentiroso. Has matado algo. Y para colmo lo has hecho por la espalda.
David Levithan (The Lover's Dictionary)
Todas las hormigas respetables comenzaron con el hormiguero y probablemente terminarán con él, lo que las honra por su aplicación y su perseverancia. Pero el hombre es una criatura frívola e imprevisible y quizá, a la manera de un jugador de ajedrez, gusta sólo del proceso de llegar a la meta, y no de la meta misma. ¿Y quién sabe? (nadie puede saberlo de cierto), quizá la única meta que en este mundo persigue el hombre consista únicamente en ese ir hacia ella, o, dicho de otro modo, consista en la vida misma, y no realmente en la meta, la que, por supuesto, será algo así como "dos y dos son cuatro", o sea, una fórmula; pero "dos y dos son cuatro" no es vida, señores, sino el comienzo de la muerte
Fyodor Dostoevsky (Memorias del subsuelo & Las noches blancas & El jugador/ Notes from Underground & White Nights & The player (Grandes Clasicos) (Spanish Edition))
A veces no hay una segunda oportunidad, que es mejor aceptar los regalos que el mundo nos ofrece. Claro que es arriesgado, pero ¿será el riesgo mayor que un accidente del autobús que tardó cuarenta y ocho horas en traerme hasta aquí? Si tengo que ser fiel a alguien o a algo, en primer lugar tengo que ser fiel a mí misma. Si busco el amor verdadero, antes tengo que cansarme de los amores mediocres que encuentre. La poca experiencia de vida que tengo me ha enseñado que nadie es dueño de nada, todo es una ilusión, y eso incluye tanto los bienes materiales como los bienes espirituales. Aquel que ya perdió algo que daba por hecho (algo que ya me ocurrió tantas veces) al final aprende que nada le pertenece.
Paulo Coelho (Eleven Minutes)
—No, Jude —le dice Andy—. Si destrozas esta relación, si sigues mintiendo a la persona que te quiere, que te quiere de verdad, que ha sabido verte tal como eres, solo podrás echarte la culpa a ti. Tú serás el único responsable. Y no lo serás por lo que eres, o por lo que te han hecho, o por las enfermedades que tienes o por el aspecto que crees tener, sino por tu comportamiento, porque no has confiado lo bastante en Willem para hablar con sinceridad con él, para tratarlo con la misma generosidad y confianza que él siempre te ha demostrado. Sé que crees que lo estás librando de algo, pero no es cierto. Eres egoísta. Eres egoísta, obstinado y orgulloso, y vas a estropear lo mejor que te ha ocurrido en la vida. ¿No lo entiendes?
Hanya Yanagihara (Tan poca vida)
Intuyó un profundo daño en aquella alma de fuego. Se preguntó cuánto había sufrido Alinor de Bayeux, cuánto había tenido que soportar una mujer orgullosa e inteligente, tratada como un objeto, vendida a los doce años a un hombre de cuarenta. Jugándose la vida en cada parto. Obligada a callar, porque la opinión de una mujer no era importante. Condenada a ser un objeto decorativo, un trámite indispensable para perpetuar el linaje de un rudo guerrero. Viendo correr la misma suerte a sus hijas.
Laura Gallego García (Finis Mundi)
Vi a mi vida desarrollar ramas que se extendían ante mí como el árbol de higos del cuento. De la punta de cada rama, como un higo gordo y morado, me llamaba y guiñaba un hermoso futuro. Un higo era un esposo y un hogar feliz con hijos, otro higo era ser una poetisa famosa. Otro higo era ser una brillante profesora. Otro higo era Ee Gee (la maravillosa editora). Otro higo era Europa y África y América del Sur. Otro higo era Constantin y Sócrates y Attila y un montón de otros amantes con nombres raros y profesiones poco convencionales. Otro higo era un campeonato olímpico y debajo de éste y encima de los otros se extendían más higos que no alcancé a descifrar. Me vi a mí misma sentada al pie del árbol de higo, muerta de hambre porque no podía decidirme por uno de los higos. Los quería todos pero elegir uno significaba perder todos los demás y mientras me sentaba ahí sin poderme decidir, los higos comenzaron a arrugarse y a volverse negros para ir cayendo uno a uno ante mis pies.
Sylvia Plath (La campana de cristal)
Al final la vida nos da la oportunidad de mirarnos en el espejo y vernos de verdad. Sucede pocas veces. En algunos casos se trata de situaciones grandilocuentes en las que uno supera la adversidad. Otras, solamente nos vemos, como me vi yo en aquel momento. Era una persona fuerte; mis padres me habían educado para serlo. «Sé independiente», «sé tú misma». Y lo era, con las cosas buenas y las cosas malas, pero incluso en las malas había aprendido. El último año me había servido para quitarme del todo ese cascarón que me impedía llegar a ser quien realmente soy. Ni mejor ni peor. Menos autoexigente porque, ¿qué problema había en no ser perfecta? Nadie puede serlo y correr detrás de ese objetivo la hace a una sumamente infeliz. A pesar de ello, me empeñaba en verme a mí misma a través de un cristal distorsionado, porque creo que era mucho más fácil creerme a pies juntillas que necesitaba desesperadamente ciertas cosas para regir mi vida que ver que a nuestro alrededor (por norma general) solo tenemos lo que elegimos. Y hay que elegir siempre por uno mismo.
Elísabet Benavent (Alguien como yo (Mi elección #3))
- Eso no debería parecer un cumplido - susurra. Pero ambos sabemos que lo ha sido. Porque sigue pareciéndome fascinante. Con sus defectos, sus errores, su capacidad de escoger la peor decisión de todas y llevarla con la cabeza bien alta. Su modo de ver la vida, tan retorcida como solo comprendemos los que la vemos igual. Alba como sinónimo de "desastre", sin darse cuenta de que a los que vivimos por y para el mar nos parecen alucinantes. Un tsunami. Una tormenta eléctrica. Las mareas rojas. Una pared de agua. Una chica que choca contra sí misma una y otra vez.
Andrea Longarela (El faro de los amores dormidos)
Nos sentimos tentados a creerlos caprichos nuestros, creaciones propias, vemos vacilar y disolverse la frontera entre nosotros y la naturaleza, y adquirimos conciencia de un estado de ánimo en el que no sabemos si las imágenes en nuestra retina provienen de impresiones exteriores o interiores. En ningún otro momento descubrimos con tanta facilidad la medida en que somos creadores, en que nuestra alma participa constantemente en la recreación de la vida. Una misma divinidad invisible actúa en nosotros y en la naturaleza, y si el mundo exterior desapareciera, cualquiera de nosotros sería capaz de reconstruirlo, porque los montes y los ríos, los árboles y las hojas, las raíces y las flores, todo lo creado en la naturaleza, está ya prefigurado en nosotros: proviene del alma, cuya esencia es eterna, y escapa a nuestro conocimiento, pero que se nos hace patente como fuerza amorosa y creadora.
Hermann Hesse (Demian)
Sobre audrey hapburn: Si hoy en dia sigue sindo un icono es por que una vez que encontro su look le fue fiel el resto de su vida. No cayo en la moda se reinventaba a si misma cada temporada. Adoraba la moda , pero la utilizaba como una herramienta para complementar su imagen Dijo de ella su hijo sean
Cristina Morató (Divas rebeldes)
Y bien; purificar el alma, ¿no es, como antes decíamos, separarla del cuerpo, y acostumbrarla a encerrarse y recogerse en sí misma, renunciando al comercio con aquel cuanto sea posible, y viviendo, sea en esta vida, sea en la otra, sola y desprendida del cuerpo, como quien se desprende de una cadena?
Plato (Fedón [o del alma] (Spanish Edition))
(…) los “suicidas” se nos aparecen como seres aquejados por una sensación de culpa causada por la individuación, como almas cuya meta vital ya no es completarse y formarse a sí mismas sino deshacerse, volver hacia la madre, hacia Dios, hacia el universo. Gran parte de estas naturalezas son totalmente incapaces de cometer alguna vez el suicidio real, porque conocieron en profundidad el pecado que implicaría. A pesar de todo, para nosotros son suicidas, porque ven su salvación en la muerte y no en la vida, porque están dispuestos a deshacerse de sí mismos, a entregarse, a disolverse y a regresar al origen.
Hermann Hesse (Steppenwolf)
Y si nos ponemos filosóficos, como hoy, podemos afirmar que la vida en sí misma es el axioma del conjunto vacío. Empieza en cero y termina en cero. Sabemos que ambos estados existen, pero no seremos conscientes ni de una experiencia ni de la otra: son estados que constituyen una parte necesaria de la vida aun cuando no pueden ser experimentados como vida. Asumimos el concepto de la nada, pero no podemos demostrarlo. Sin embargo debe existir. De modo que prefiero pensar que Walter, lejos de morir, ha demostrado en sí mismo el axioma del conjunto vacío, ha verificado el concepto del cero. No se me ocurre qué podría haberle hecho más feliz.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Algunos piensan que después de esta vida, o tal vez después de varias vidas, las almas humanas serán «absorbidas» por Dios. Pero cuando tratan de explicar lo que quieren decir, parecen estar pensando en ser absorbidos por Dios como una cosa material es absorbida por otra. Dicen que es como una gota de agua que se desliza al mar. Pero, por supuesto, ese es el final de la gota. Si eso es lo que sucede con nosotros, ser absorbidos es lo mismo que dejar de existir. Son sólo los cristianos los que tienen una idea de cómo las almas humanas pueden ser incorporadas en la vida de Dios y sin embargo seguir siendo las mismas…, de hecho, siendo mucho más ellas mismas de lo que eran antes.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
Parecía especialmente cruel, por tanto, el que tres días después, en el hospital, el médico entrará en su cuarto y le dijera que padecía algo de lo que jamás podría curarse, y que lo único que podía hacer era "controlarlo", como si el control, para un chico de dieciocho años que quiere vivir a tumba abierta, no fuera la negación misma de la vida.
Jeffrey Eugenides
Constantemente me sentía infeliz y furiosa. Intentaba controlarme, pero eso solo me hacía sentir más incómoda, más infeliz, más furiosa. Yo era como Juana de Arco, o Hamlet, pero nacida en una vida equivocada: la vida de una don nadie, una marginada, alguien invisible. No hay mejor manera de decirlo: en aquella época no era yo misma. Era otra persona. Era Eileen.
Ottessa Moshfegh
Pero ellos los ignoran, menos por insensatez que por la concentración excesiva que les exige la marcha; y sobre todo porque, lo piensen con palabras o no, la calle recta que van dejando atrás, está hecha de ellos mismos, de sus vidas, es inconcebible sin ellos, sin sus vidas, y a medida que ellos se desplazan va formándose con ese desplazamiento, es el borde empírico del acaecer, ubicuo y móvil, que llevan consigo a donde quiera que vayan, la forma que asume el mundo cuando accede a la finitud, calle, mañana, color, materia y movimiento –todo esto, entendámonos bien para que quede claro, más o menos, y si se quiere, mientras sigue siendo la Misma, ¿no?, y en el Mismo, siempre, como decía, pero después de todo, y por encima de todo, ¡qué más da!
Juan José Saer (Glosa)
La superficie no resiste. Huyo hacia delante llevando el dolor cosido a los talones. Ninguna acequia en la que ahogarlo, ninguna huella en la que perderlo. Decido enfrentarlo como se enfrenta al cielo la llanuera: a descubierto. Habré de perderme a mí ya que en el mí se aloja todo dolor. Digo dolor para nombrarlo, exorcizar al mí. Escribo el mí para que ruede hacia la página, pero se me pega a los dedos y no acierto, no acierto a diluir en la tinta el llanto. A sacudidas me digo, a sacudidas la letra y luego contra lo irremediable me alzo. Alzo el grito. Contra lo irremediable. Vago por el mundo dejando un rastro de gritos. Cada saludo es un frito, cada sonrisa un grito. Mi sonrisa oculta el primer grito del mundo, el único, el mismo, aquel que brota en el final, cuando ya nada importa. Intrusa de mi mundo y del ajeno, no hallo lugar para el descanso. La fe de los comienzos, no El perdón no. Sólo el balbuce. La salvación no. Sólo el balbuceo. Después del grito el balbuceo. Asolada el balbuceo. Mis pasos doblándose hacia dentro. La mente desposeída de estrategias. Sólo el balbuceo. Dolor, ni tan siquiera -palabra sin sentido-. No abro las cortinas. Ninguna cortina. La habitación oscura. Málagra, Damasco, Delhi, en todas las ciudades la vida me es ajena, Todas las ventanas son la misma ventana. Todas las aceras reciben el mismo cuerpo. La misma soledad cayendo, excesiva. Morir es un exceso. Me ex- cedo. Balbuceo. Sigo alimentándome tan sólo para poder decir el exceso. A contra-vida. Abajo. Y a nadie que esté vivo ha de importarle lo que digo. No es más que un murmullo soterrado, apenas inquietante.
Chantal Maillard (La herida en la lengua)
Seguiría con su vida. No quería ser como los antiguos reyes de la canción y quedársela para sí. Celaena merecía un caballero valiente y leal que la amara por sí misma y que no la temiera. Y él, Dorian, merecía estar con alguien que lo mirara con esos ojos, aunque el amor nunca llegara a ser tan grande y la dama no fuera ella. Así que Dorian cerró los ojos y suspiró con fuerza. Y cuando los abrió, la dejó marchar.
Sarah J. Maas (Crown of Midnight (Throne of Glass, #2))
Así el enamorado de la vida universal entra en la multitud como en una inmensa reserva de electricidad. También se lo puede comparar con un espejo tan grande como esa multitud; con un caleidoscopio dotado de conciencia que, con cada movimiento, representa la vida múltiple y la gracia cambiante de los elementos de la vida. Es un yo insaciable de no-yo que, a cada instante, lo capta y lo expresa en imágenes más vivas que la vida misma, siempre inestable y fugaz.
Charles Baudelaire (El pintor de la vida moderna (Serie Great Ideas 28))
—[...] ¿Qué es lo que tiene que nos hace olvidar nuestra voluntad? —preguntó. Julian arqueó una ceja con un gesto arrogante. —¿Yo te atraigo en contra de tu voluntad? —Para serte sincera, sí. No me gusta sentirme de este modo. —¿Y cómo te sientes? —le preguntó él. —Sexy —le contestó antes de pensarlo dos veces. —¿Como si fueras una diosa? —preguntó él de nuevo con voz ronca. —Sí —respondió sin más cuando Julian se acercó a ella. [...] —Yo puedo decirte de qué se trata —ronroneó Julian. —Es la maldición, ¿verdad? El hombre negó con la cabeza al tiempo que alzaba una mano para pasarle el dedo muy lentamente por el pómulo. Grace cerró los ojos con fuerza al sentir que la consumía una feroz oleada de deseo. Le estaba costando la misma vida no girar la cabeza para atrapar ese dedo con los dientes. Julian se inclinó un poco más para frotar su mejilla contra la de ella. —Se trata del hecho de que yo aprecio en ti cosas que los hombres de tu época ni siquiera ven.
Sherrilyn Kenyon (Fantasy Lover (Hunter Legends, #1))
—Las personas engañan y mienten. Cuanto más hay, más planean tomar y más a menudo lo intentan. El mundo es un lugar feo, y la gente, al parecer, en su mayoría piensa que es mejor y más fácil tomar de los demás que ganárselos ellos mismos. (Kyrian) —Entonces, ¿por qué luchas para protegernos? (Nick) —Porque cada vez que pienso que no vale la pena, que la gente merece la miseria de sus vidas, me encuentro con alguien que me hace replantear eso. (Kyrian) —¿Como quién? (Nick) —Un sabihondo Cajun que besa el suelo por el que su madre camina. Uno que estaba dispuesto a dar su vida para proteger a dos extraños de sus mejores amigos, a pesar de que necesitaba el dinero para comer. Una mujer que está dispuesta a rebajarse a sí misma para alimentar a su hijo. Otra que enfrentó a un cártel de drogas con el fin de proteger a su familia y su pequeño pueblo. Esa clase de amor me recuerda al humano que una vez fui. Las personas como tú, tu madre, y Rosa se merecen a alguien que cuide sus espaldas. (Kyrian)
Sherrilyn Kenyon (Invincible (Chronicles of Nick, #2))
Pero los escritores mienten, aun los más sinceros. Los menos hábiles, carentes de palabras y frases capaces de encerrarla, retienen una imagen pobre y chata de la vida; algunos, como Lucano, la cargan y abruman con una dignidad que no posee. Otros como Petronio, la aligeran, la convierten en una pelota hueca que rebota, fácil de recibir y lanzar en un universo sin peso. Los poetas nos transportan a un mundo más vasto o más hermoso, más ardiente o más dulce que el que nos ha sido dado, diferente a él y casi inhabitable en la práctica. Los filósofos hacen sufrir a la realidad casi las mismas transformaciones que el fuego o el mortero hacen sufrir a los cuerpos; en esos cristales o en esas cenizas nada parece subsistir de un ser o de un hecho tales como los conocimos. Los historiadores nos proponen sistemas demasiado completos del pasado, series de causas y efectos harto exactas y claras como para que hayan sido alguna vez verdaderas. Mucho me costaría vivir en un mundo sin libros, pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera.
Marguerite Yourcenar (Memoirs of Hadrian)
Querida Emmi: En la palma de mi mano izquierda, más o menos en el centro, donde la línea de la vida, surcada por gruesas arrugas, dobla hacia la arteria, allí hay un punto. Lo examino, pero no puedo verlo. Lo miro fijamente, pero no se deja sujetar. Sólo puedo tocarlo. También lo noto con los ojos cerrados. Un punto. La sensación es tan intensa que me da vértigo. Si me concentro en él, su efecto se expande hasta los dedos de los pies. Me produce hormigueo, me hace cosquillas, me da calor, me excita. Estimula mi circulación, dirige mi pulso, determina el ritmo de los latidos de mi corazón. Y en la cabeza surte su efecto embriagador como una droga, amplía mi conciencia, extiende mi horizonte. Un punto. Tengo ganas de reír de alegría, por lo bien que me hace. Tengo ganas de llorar de felicidad, porque lo poseo y porque me embarga y me colma hasta la médula. Querida Emmi, en la palma de mi mano izquierda, donde se encuentra ese punto, esta tarde —debían de ser aproximadamente las cuatro— tuvo lugar un incidente en la mesa de un café. Mi mano iba a coger un vaso de agua, cuando vinieron de frente los dedos ligeros de otra mano más suave, intentaron frenar, intentaron evitarla, intentaron impedir la colisión. Por poco lo logran. Por poco. Durante una fracción de segundo, la delicada yema de un dedo que pasaba volando fue arrollada por la palma de mi mano que iba a tomar el vaso. Ello dio como resultado un leve roce. Lo he grabado en mi memoria. Nadie me lo quita. Te siento. Te conozco. Te reconozco. Eres la misma. Eres la misma persona. Eres real. Eres mi punto. Que duermas bien.
Daniel Glattauer
Cada adolescente tiene el suyo, y el que no lo consigue, está en problemas. Son sus "mejores amigos", sus compañeros de aventuras, los que más aman, sus confidentes, sus iguales. Esta es una de las características principales del grupo de pares, que se eligen por similitud. Les gusta la misma música, se visten de la misma manera, disfrutan de las mismas cosas. Como si se estuvieran eligiendo a sí mismos en el cuerpo de otros. Es, en realidad, una manera de reforzar su propia imagen, su narcisismo que se siente amenazado en esta etapa.
Gabriel Rolón (Historias de diván: Ocho relatos de vida)
-Maestro, si no nos ocultas a los dos prontamente, temo a los demonios que vienen detrás de nosotros; y tan así me lo imagino, que ya me parece que los oigo. A lo que él contestó: -Si yo fuera un espejo, no verías en mi tu imagen tan pronto como veo en tu interior. En este momento se cruzaban tus pensamientos con los míos bajo la misma faz y aspecto, de suerte que he deducido de ambos un solo consejo. Si es cierto que la cuesta que hay a nuestra derecha está tan inclinada, que nos permita bajar a la sexta fosa, huiremos de la caza que imaginamos.
Dante Alighieri (La Divina Comedia / La Vida Nueva)
En teoría, me gustaría llevar una vida transparente. Me gustaría que mi vida fuera tan clara como un cristal, sin nada vergonzoso ni sombras oscuras. Eso es lo que me gustaría. Pero si soy completamente honesta, tengo que admitir secretos demasiado dolorosos incluso para contármelos a mí misma. Hay cosas en las que pienso en la profunda oscuridad de la noche, terrores secretos. ¿Por qué son secretos? Podría contarles fácilmente cómo me siento a cualquiera de mis padres, pero ¿qué me dirían? ¿No te preocupes, cariño, haremos todo lo posible para no morirnos nunca? ¿Nunca jamás te abandonaremos, ni tendremos cáncer ni pasaremos por delante de un autobús ni moriremos de viejos? ¿No te dejaremos sola para que recorras este mundo tan complicado sin nosotros? Me dejarán. Es lo primero que aprendes que hace que dejes de ser un niño. Algún día yo también moriré, pero eso no me asusta ni la mitad que lo de que me dejen sola. Esa es mi oscuridad. Nada ni nadie puede consolarme. Odiaría tener unos padres que estuvieran siempre vigilándome, leyendo mi diario, controlando lo que pienso. Detestaría estar expuesta. Así que, tal vez, cuando digo que desearía ser un cristal, estoy mintiendo. Deseo que no me conozcan del todo de la misma forma que anhelo que alguien me conozca.
Meg Rosoff (Picture Me Gone)
Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra “Hispanic”. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere. Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces.
Marcela Serrano (Lo que está en mi corazón)
-Ella es tu enemiga. ¿No quieres que sufra? Me mira como si yo hubiera perdido todo el sentido. Mi tripulación tiende a mirarme de la misma manera, aunque por lo general no en los días en los que me niego a torturar. Hay muchas cosas que le mundo puede decir sobre los cazadores de sirenas del Saad, pero nunca sería que disfrutamos de esta vida. Del océano sí, pero jamás de la muerte. Es un mal necesario para mantener a salvo al mundo y, por deshonroso que sea matar, tiene un propósito. Si empezara a disfrutarlo, entonces me convertiría en aquello de lo que estoy tratando de proteger al mundo. -Los soldados no disfrutan de la guerra -digo.
Alexandra Christo (To Kill a Kingdom (Hundred Kingdoms, #1))
-Ella es tu enemiga. ¿No quieres que sufra? Me mira como si yo hubiera perdido todo el sentido. Mi tripulación tiende a mirarme de la misma manera, aunque por lo general no en los días en los que me niego a torturar. Hay muchas cosas que el mundo puede decir sobre los cazadores de sirenas del Saad, pero nunca sería que disfrutamos de esta vida. Del océano sí, pero jamás de la muerte. Es un mal necesario para mantener a salvo al mundo y, por deshonroso que sea matar, tiene un propósito. Si empezara a disfrutarlo, entonces me convertiría en aquello de lo que estoy tratando de proteger al mundo. -Los soldados no disfrutan de la guerra -digo.
Alexandra Christo (To Kill a Kingdom (Hundred Kingdoms, #1))
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. [...] Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. [...] Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. [...] Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que sueja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.
Haruki Murakami
La luz de la esperanza comienza hoy, cuando La Elegida ha nacido a la luz del sol. Es linda, es hermosa, como una flor, pero su belleza se entorpece, al pasar por mucho dolor. Su vida crece, su vida madura, pero no sabe que es el empiece, de su gran aventura. Alta es la traición que se comete, pues la nobleza se entromete, en la que un brujo ablandará, el corazón que ella le brindará. Pero la felicidad no perdura siempre, pues otro miedo pasa por su mente, y no sólo eso, también terribles recuerdos llegan, cuando delante de ella pasa La Muerte. Un obstáculo más, un obstáculo menos, ¿qué mas da, si es la más fuerte? Pero, ¿de dónde viene la fuerza, sino de su rival? Su propia sangre la traicionará, una vez, tal vez dos, pero luego decubrirá su mortal error, pagando así su equivocación. Fuerzas más ya no le quedan, cuando descubre la triste realidad: las personas que llenaban su corazón, una vez que se van, ya no han de regresar. Y eso se lo demuestran una vez más, cuando su verdadero amor le ha de abandonar, por el hecho de que su misma sangre lo destruirá. La Elegida sufrirá mucho más que cualquier ser, pues la tristeza y el abandono la han de poseer. En tres años, ni uno más, será cuando su amante se le dará una segunda oportunidad, la que por fin terminará, la misión que en un principio se le encomendó. Pero un problema se presentará, pues su corazón no la reconocerá, así que su sangre la ayudará, a terminar lo que empezó, a seguirel camino del que una vez se fió, y a tener dos almas más en su vida ermitaña de las cuales se percató. El bien y el mal, pelean una vez más, entre la luz y la oscuridad. Pero, que quede claro, sólo alguien puede terminar la pelea encarnizada para que todo llegue a su fin. A quien la Elegida entregó su alma, será el único que destruirá al demonio que se encuentra dentro de cada pecado, de cada mal. Y una vez más trinfará, el bien sobre el mal. La Elegida reinará, como noble, con bondad, como ella es en realidad.
Yolanda Chapa (Lani, la princesa gitana)
-Sé muy bien lo que me vas a decir- dijo tranquilamente-. ¡Uno siempre se estanca con lo mismo! Pero voy a decirte una cosa: esta es una de las partes en donde se pueden ver claramente todas las fallas de nuestra religión. El Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento es, lógicamente, una figura maravillosa, pero eso no es lo que debe representar. Es lo bueno, lo paternal, lo bello, lo noble y también lo sentimental y lo elevado, ¿de acuerdo? Pero en el mundo podemos encontrarnos con cosas muy distintas a eso, las cuales, siempre se le adjudican al demonio, Si esto es así, se esta eliminando la mitad de lo que hay en nuestro mundo. Siempre se ha glorificado a Dios como Padre de toda vida, y sin embargo, se oculta la sexualidad que está relacionada al pecado, y que es el verdadero origen de la vida misma. Entiende que no estoy en contra de la veneración de Dios, ¡En absoluto! Pero creo que deberíamos venerar y santifica al mundo entero y no solo a la mitad de él, a esa parte oficial y correcta que está en la Biblia. Creo que lo mismo que se alaba el lado bueno de Dios, también debería rendírsele culto a ese otro lado, que se dice, pertenece al Diablo. Creo que eso sería lo correcto. Y si esto no es así, deberíamos de fabricar un Dios que uniera lo bueno y lo malo, y ante el cual no deberíamos de cerrar los ojos ante hechos tan naturales y tan esenciales para el hombre.
Hermann Hesse (Demian / Siddharta / El lobo estepario)
Me dolía el pecho. De pronto, en uno de esos momentos dramáticos más propios de Emma que de mí, pensé que si iba a morir por un infarto o algo parecido, al menos quería hacerlo sabiendo que hasta el último instante estaba siendo fiel a mí misma. Y no quería seguir con ese trabajo. No quería. Había sido feliz allí, sí, había aprendido muchas cosas, volvería a entrar por esa puerta que conducía a la oficina tal como hice años atrás, pero esa etapa había acabado. Porque la vida, de algún modo retorcido, se compone de eso, de etapas que vamos dejando atrás, de sueños que cumplimos, de otros que dejamos por el camino y de los nuevos que llegan y te sacuden gritándote que luches por lo que quieres. —Lo dejo, Henry —susurré.
Alice Kellen (Tal vez tú (Spanish Edition))
Sus Últimos Días ¿Va a vivir su último día, De la misma manera como usted vivió su primera? ¿Van a llorar, sonreír, reír y jugar - De la misma manera como lo hizo después del nacimiento? ¿Seguirás mirar el mundo Lleno de asombro, el amor, la curiosidad y el entusiasmo? ¿O vas a ser oscuro, amargo y frío, sin una sola gota de la iluminación? ¿Usted vive sus días actuales - Sentirse confundido, deprimido, y con miedo? ¿O usted comparte su luz en la empresa y el servicio de los demás, para crear sinergias Al igual que nos hicieron? ¿Va a vivir HOY Con una insaciable sed de vida? O, ¿Va a esperar hasta el último día - Deseando que tenía sólo un día más, Para salir y gastar su tiempo ¿DERECHO?" SUZY KASSEM : filósofo, poeta de la Verdad
Suzy Kassem (Rise Up and Salute the Sun: The Writings of Suzy Kassem)
¿Queréis vivir «según la naturaleza»? ¡Oh nobles estoicos, qué embuste de palabras! Imaginaos un ser como la naturaleza, que es derrochadora sin medida, indiferente sin medida, que carece de intenciones y miramientos, de piedad y justicia, que es feraz y estéril e incierta al mismo tiempo, imaginaos la indiferencia misma como poder — ¿cómo podríais vivir vosotros según esa indiferencia? Vivir — ¿no es cabalmente un querer—ser—distinto de esa naturaleza? ¿Vivir no es evaluar, preferir, ser injusto, ser limitado, querer—serdiferente? Y suponiendo que vuestro imperativo «vivir según la naturaleza» signifique en el fondo lo mismo que «vivir según la vida» — ¿cómo podríais no vivir así? ¿Para qué convertir en un principio aquello que vosotros mismos sois y tenéis que ser? — En verdad, las cosas son completamente distintas: ¡mientras simuláis leer embelesados el canon de vuestra ley en la naturaleza, lo que queréis es algo opuesto, vosotros extraños comediantes y engañadores de vosotros mismos! Vuestro orgullo quiere prescribir e incorporar a la naturaleza, incluso a la naturaleza, vuestra moral, vuestro ideal, vosotros exigís que ella sea naturaleza «según la Estoa» y quisierais hacer que toda existencia existiese tan sólo a imagen vuestra — ¡cual una gigantesca y eterna glorificación y generalización del estoicismo! Pese a todo vuestro amor a la verdad, os coaccionáis a vosotros mismos, sin embargo, durante tanto tiempo, tan obstinadamente, con tal fijeza hipnótica, a ver la naturaleza de un modo falso, es decir, de un modo estoico, que ya no sois capaces de verla de otro modo, — y cierta soberbia abismal acaba infundiéndoos incluso la insensata esperanza de que, porque vosotros sepáis tiranizaros a vosotros mismos — estoicismo es tiranía de sí mismo —, también la naturaleza se deja tiranizar; ¿no es, en efecto, el estoico un fragmento de la naturaleza?... Pero ésta es una historia vieja, eterna: lo que en aquel tiempo ocurrió con los estoicos sigue ocurriendo hoy tan pronto como una filosofía comienza a creer en sí misma. Siempre crea el mundo a su imagen, no puede actuar de otro modo; la filosofía es ese instinto tiránico mismo, la más espiritual voluntad de poder, de «crear el mundo», de ser causa prima [causa primera].
Friedrich Nietzsche (Más allá del bien y del mal)
Se le había ocurrido la pequeña historia de una ballena nacida en el desierto, y eso era todo lo que conocía. Tenía buenos amigos entre las plantas y los animales del desierto, sólo algo no estaba bien, y era la arena que tiraba por su agujero: le raspaba. Eso la confundía porque toda su vida la había pasado ahí. Poco a poco, sin saber cómo, creció la sensación de que tenía que partir a alguna otra parte. Sin imaginar una llegada, sólo irse. Un día se despidió de sus amigos y partió. La historia termina con un largo camino que hizo, sintiéndose peor porqiue ya no estaba allá y todavía no había llegado a ninguna parte. Hasta que un día llegó al mar y no sólo el agua que soplaba por su agujro no la raspaba, sino que además había encontrado otras ballenas. Obviamente quiero decir que yo también me siento como esa ballena y que sólo sé irme y ya perdí todos los caminos de regreso y que de esto se trata lo que escribo (soy el número un millón, de los que se identifican los la ballena de esa historia). Peor en verdad hay algo más que me gusta en esa historia y es que en la ballena había un conocimiento sobre cierto orden o sentido de las cosas, aun cuando no supiera de dónde venía, ni que su malestar era por eso. En ella misma había una proporción no correspondida que se expresaba como esa voz que oía: Aquí no es, así no es. Posdata número cuatro: me gusta la idea de que el propio ser está destinado a encajar bien y no a vivir patas arriba como el loco del tarot. Posdata número cinco: esta es la única historia que conozco en la que encajar bien es lo contrario de conformarse
Luis María Pescetti (El ciudadano de mis zapatos)
Me senté en el sofá a la manera árabe, y luego ella vino a sentarse de la misma manera delante de mí. Le solté el pelo, como había hecho tantas otras veces, y ella me dio un peine y yo empecé a peinarle los cabellos color caoba despacio de la frente a los hombros; luego le hice una trenza y até los extremos con un cordel que me dio, y le desabroché la ropa y le quité la chaqueta, y luego la blusa y todo lo demás, y se sentó ante mí, desnuda y muy hermosa con la cabeza ladeada. Le dije "te amo" muchas veces, y la besé, y le susurré amor y ternura y recuerdos al oído. Al final se volvió y me acercó su boca y fuimos un solo ser. Dos cuerpos y dos cerebros y dos vidas sujetas la una a la otra, y nada más tenía importancia. Ser amadas y poseer a la persona a quien se ama es la razón por la que nacimos.
Waguih Ghali (Beer in the Snooker Club (Twentieth Century Lives))
En realidad nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras lo vive. Puede que haya quienes piensen o digan sinceramente (y a menudo) en ciertos momentos de entusiasmo que están viviendo «ahora» ese instante dorado de sus vidas, pero, a pesar de todo, con parte de su alma creen que más adelante vivirán momentos más hermosos y más felices. Porque, especialmente en la juventud, de la misma forma que nadie puede seguir viviendo si piensa en que a partir de ese momento todo va a ir a peor, si uno es tan dichoso como para imaginarse que vive el momento más feliz de su vida, es lo bastante optimista como para pensar que el futuro también será hermoso. Pero en los días en que sentimos que nuestra vida, como si fuera una novela, ha adquirido por fin su forma definitiva, podemos percibir y seleccionar, como hago yo ahora, cuál ha sido nuestro momento más feliz.
Orhan Pamuk (El museo de la inocencia)
Dudé mucho antes de convencerme a mí misma de que debía seguir con aquel cometido. Reflexioné, sopesé opciones y valoré alternativas. Sabía que la decisión estaba en mi mano: sólo yo tenía la capacidad de elegir entre seguir adelante con aquella vida turbia o dejarlo todo de lado y volver a la normalidad (…) Dejarlo todo y volver a la normalidad: sí, aquélla sin duda era la mejor opción. El problema era que ya no sabía dónde encontrarla. ¿Estaba la normalidad en la calle de la Redondilla de mi juventud, entre las muchachas con las que crecí y que aún se peleaban por salir a flote tras perder la guerra? ¿Se la llevó Ignacio Montes el día en que se fue de mi plaza con una máquina de escribir a rastras y el corazón partido en dos, o quizás me la robó Ramiro Arribas cuando me dejó sola, embarazada y en la ruina entre las paredes del Continental? ¿Se encontraría la normalidad en Tetuán de los primeros meses, entre los huéspedes tristes de la pensión de Candelaria, o se disipó en los sórdidos trapicheos con los que ambas logramos salir adelante? ¿Me la dejé en la casa de Sidi Mandri, colgada de los hilos del taller que con tanto esfuerzo levanté? ¿Se la apropió tal vez Félix Aranda alguna noche de lluvia o se la llevó Rosalinda Fox cuando se marchó del almacén del Dean’s Bar para perderse como una sombra sigilosa por las calles de Tánger? ¿Estaría la normalidad junto a mi madre, en le trabajo callado de las tardes africanas? ¿Acabó con ella un ministro depuesto y arrestado, o la arrastró quizás consigo un periodista a quien no me atreví a querer por pura cobardía? ¿Dónde estaba, cuándo la perdí, qué fue de ella? La busqué por todas partes: en los bolsillos, por los armarios y en los cajones; entre los pliegues y las costuras. Aquella noche me dormí sin hallarla. Al día siguiente desperté con una lucidez distinta y apenas entreabrí los ojos, la percibí: cercana, conmigo, pegada a la piel. La normalidad no estaba en los días que quedaron atrás: tan sólo se encontraba en aquello que la suerte nos ponía delante cada mañana. En Marruecos, en España o Portugal, al mando de un taller de costura o al servicio de la inteligencia británica: en el lugar hacia el que yo quisiera dirigir el rumbo o clavar los puntales de mi vida, allí estaría ella, mi normalidad. Entre las sombras, bajo las palmeras de una plaza con olor a hierbabuena, en el fulgor de los salones iluminados por lámparas de araña o en las aguas revueltas de la guerra. La normalidad no era más que lo que mi propia voluntad, mi compromiso y mi palabra aceptaran que fuera y, por eso, siempre estaría conmigo. Buscarla en otro sitio o quererla recuperar del ayer no tenía el menor sentido.
María Dueñas (The Time in Between)
Desde el momento en que una creatura se da cuenta de Dios como Dios, y de ella como un yo, se le presenta la terrible alternativa de elegir a Dios o a sí misma como centro. Este pecado es cometido diariamente tanto por niños pequeños y por campesinos ignorantes, como por personas sofisticadas; por personas solitarias, no menos que por aquellas que viven en sociedad. Es la caída en cada vida individual, y en cada día de cada vida individual, el pecado fundamental tras todos los pecados particulares. En este mismo momento usted y yo estamos ya sea cometiéndolo, a punto de cometerlo, o arrepintiéndonos de él. Al despertarnos, tratamos de poner el nuevo día a los pies de Dios; antes de haber terminado de afeitarnos, se vuelve nuestro día, y la parte para Dios se siente como un tributo que debemos pagar de “nuestro propio” bolsillo, descontado del tiempo que sentimos debiera ser “propio nuestro”.
C.S. Lewis (El Problema del Dolor (Spanish Edition))
Lo que nos está pasando, las decisiones que tomamos y las que no, las cosas que podemos controlar y las que no, es enorme. La gente puede elegir olvidar lo que significó para ellos o pueden recordarlo. Pueden escucharnos a medias y poner mala cara cuando nos marchamos porque somos jóvenes y no tenemos ni puta idea de lo que estamos haciendo. O pueden escucharnos de verdad y acordarse de cuando eran como nosotros, y quizá podamos despertarles algún recuerdo. Porque lo perdemos. Crecemos y dejamos atrás quienes somos. A veces, cuando suena una de mis canciones favoritas, no puedo evitar interrumpir lo que estoy haciendo y tumbarme a escuchar. Siento cada palabra de la canción. Cada nota. Y es horrible pensar que dentro de veinte años, o de diez, o de cinco, escucharé esa misma canción y ladearé la cabeza o algo y ya está. Estoy seguro de que creeré que sé más sobre la vida, pero no es cierto. Sabré menos.
Nina LaCour
Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? MARCOS 4.13 Jesús fue un experto narrador de historias, pero nunca contó una historia solo por contarla. Sus parábolas no fueron juegos de palabras o misteriosos «resuélvalo usted mismo», donde se invitaba a cada oyente a proporcionar su propio significado. Cada una de sus parábolas transmitía una enseñanza importante, originada por Cristo mismo y fortalecida por él en la estructura de la parábola. Esa es una realidad crucial para recordar, porque explica cómo la verdad es compatible con la narración de historias. Ni siquiera la ficción es totalmente incompatible con nuestras ideas convencionales de verdad, porque a la larga toda historia bien narrada la plantea. Y lo importante de una buena historia es que se supone que es cierta (o al menos una verdad de vida en algún nivel), aunque la historia misma pinte un panorama totalmente imaginario. Las parábolas resaltan una verdad importante, igual que la moraleja de una historia bien contada. Eso explica por qué la verdad vital contenida en una parábola es fija y objetiva, no es un pedazo metafísico de plastilina que podemos amasar y darle la forma que queramos. Recuerde que cuando Jesús empezó a usar parábolas en su ministerio público, se apartó a solas con los discípulos y cuidadosamente les explicó la parábola del sembrador (Mateo 13.18–23). Esta tenía un significado objetivo claro, simple, único y sencillo, y mientras Jesús se los explicaba les indicó que todas las parábolas se podían entender por medio de un método parecido de interpretación (vea Marcos 4.13). De ahí que no haya absolutamente ninguna razón para suponer que el uso de parábolas por parte de Jesús es de algún modo un indicio de que la verdad misma está tan oculta en misterio como para ser totalmente indescifrable.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Lo que pienso sobre la meta de la psicología ha cambiado desde que publiqué mi último libro (Authentic Happiness, 2002) y, aún mejor, la psicología misma está cambiando. He pasado la mayor parte de mi vida trabajando en la venerable meta de la psicología de aliviar el sufrimiento y desarraigar las condiciones incapacitantes de la vida. La verdad sea dicha, esto puede ser un fastidio. Tomarse a pecho la psicología de la desdicha, como hay que hacer cuando uno trabaja con casos de depresión, alcoholismo, esquizofrenia, trauma y todo tipo de sufrimientos que componen el material primario de la psicología convencional, puede ser un agobio para el alma. Aunque hacemos todo lo que está a nuestro alcance por aumentar el bienestar de nuestros clientes, la psicología convencional, por lo general, no hace mucho por el bienestar de sus profesionales. Si algo cambia en el profesional es su personalidad que se vuelve más depresiva.
Martin E.P. Seligman (Florecer: La nueva psicología positiva y la búsqueda del bienestar (Para estar bien) (Spanish Edition))
que no conmovieran, especialmente entre las enviadas a casa de los padres. En esta carta se decía poco de las molestias sufridas, de los peligros afrontados o de la nostalgia a la cual había que sobreponerse; era una carta alegre, llena de descripciones de la vida del soldado, de las marchas y de noticias militares; y sólo hacia el final el autor de la carta dejó brotar el amor paternal de su corazón y su deseo de ver a las niñas que había dejado en casa. "Mi cariño y un beso a cada una. Diles que pienso en ellas durante el día, y por la noche oro por ellas, y siempre encuentro en su cariño el mejor consuelo. Un año de espera para verlas parece interminable, pero recuérdales que, mientras esperamos, podemos todos trabajar, de manera que estos días tan duros no se desperdicien. Sé que ellas recordarán todo lo que les dije, que serán niñas cariñosas para ti, que cuando vuelva podré enorgullecerme de mis mujercitas más que nunca.” Todas se conmovían algo al llegar a esta parte, Jo no se avergonzó de la gruesa lágrima que caía sobre el papel blanco, y Amy no se preocupó de que iba a desarreglar sus bucles al esconder la cara en el seno de su madre y dijo sollozando: -¡Soy egoísta! Pero trataré de ser mejor para que no se lleve un chasco conmigo. - ¡Trataremos todas! -exclamó Meg -. Pienso demasiado en mi apariencia y detesto trabajar, pero no lo haré más si puedo remediarlo. -Trataré de ser lo que le gusta a él llamarme "una mujercita", y no ser brusca y atolondrada; cumpliré aquí con mi deber en vez de desear estar en otra parte -dijo Jo, pensando que dominarse a sí misma era obra más difícil que hacer frente a unos rebeldes. Beth no dijo nada, pero secó sus lágrimas con el calcetín del ejército y se puso a trabajar con todas sus fuerzas, no perdiendo tiempo en hacer lo que tenía más cerca de ella, mientras decidía en su corazón ser como su padre lo deseaba cuando al cabo de un
Louisa May Alcott (Mujercitas / Buenas esposas / Hombrecitos / Los muchachos de Joe)
Las cualidades de la juventud y las cualidades de la vejez son las mismas cualidades, pero el efecto que producen es muy distinto. Mire, la realidad es que las cualidades de la juventud no se le toman a mal a la juventud, pero las cualidades de la vejez se le toman a mal a la vejez. Un joven puede mentir sin que se rompa por ello la crisma, pero un aciano que miente se rompe la crisma. A un joven no lo condenan para la eternidad, pero a un viejo se le condena para la eternidad. Un joven que bizquea puede hacer un efecto divertido; una persona vieja bizca produce un efecto repelente. En el caso de un joven, se dice que aún hay esperanza de que un día no bizquee. En el caso de las personas viejas que bizquean no existe ninguna esperanza de que un día no bizqueen. No. No hay posibilidad. Un joven con un pie torcido suscita nuestra compasión, no nuestro asco; un viejo con un pie torcido, sin embargo, solo suscita nuestro asco. Un joven que tiene las orejas de soplillo nos hace reír, un viejo con orejas de soplillo nos sume en el desconcierto y pensamos: qué feo es este hombre que, durante toda su vida, ha tenido esas feas orejas de soplillo. Un joven en una silla de ruedas produce en nosotros emoción. Un viejo en una silla de ruedas nos precipita en la desesperanza. Un joven sin dientes puede parecernos más o menos interesante. Un viejo sin dientes, sin embargo, nos da náuseas, nos hace vomitar. La juventud le lleva siempre ventaja a la vejez, y puede hacer y dejar de hacer lo que quiera. Su estupidez no nos repele, su desvergüenza nos resulta soportable. La vejez, sin embargo, no puede permitirse la estupidez sin que le den en la cabeza y la desvergüenza de la vejez es al fin y al cabo, como sabemos, lo más abominable que existe. De un joven se dice: ¡sí, ya se le pasará! De un viejo, sin embargo, se dice: ¡ese no cambia! Realmente, sin embargo, las cualidades de la juventud y las cualidades de la vejez son las mismas cualidades.
Thomas Bernhard (Frost)
Según una encuesta Gallup de 2012, solo el 15 por ciento de los estadounidenses cree que Homo sapiens evolucionó únicamente por medio de la selección natural, al margen de toda intervención divina; el 32 por ciento defiende que los humanos pudieron haber evolucionado a partir de formas de vida previas en un proceso que durase millones de años, pero que Dios orquestó todo el espectáculo, y el 46 por ciento cree que Dios creó a los humanos en su forma actual en algún momento de los últimos diez mil años, tal como afirma la Biblia. Pasar tres años en una universidad no tiene absolutamente ningún impacto en estas opiniones. La misma encuesta descubrió que, de los licenciados universitarios, el 46 por ciento cree en el relato bíblico de la creación, mientras que solo el 14 por ciento opina que los humanos evolucionaron sin ninguna supervisión divina. Incluso de los que tienen una maestría y los doctorados, el 25 por ciento cree en la Biblia, mientras que solo el 29 por ciento atribuye la creación de nuestra especie únicamente a la selección natural.[1]
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
Cuando Hewan regresó a buscarla, Bahana se había ido y ella ya se había vestido con el lindo modelito que le había dejado. El saco le llegaba hasta las rodillas. Tenía dos agujeros por los que había metido los brazos, y estaba cortado por la mitad, como un chaleco. Se lo había atado a la cintura con una cuerda para evitar que se abriera. La miró desde la entrada de los baños, repasándola descaradamente de arriba a abajo, con una sonrisa irónica serpenteando en sus labios. —¿Te gusta tu ropa nueva? —le preguntó, burlándose. Rura alzó la cabeza, mirándolo directamente a los ojos, y un destello de ira cruzó sus hermosos ojos. —Seguiré siendo una princesa sin importar la ropa que me obligues a vestir —dijo con orgullo. —Lo que quieres decir —replicó—, es que seguirás siendo una mujer malcriada y caprichosa, y que nada de lo que haga cambiará eso. Rura casi se echó a reír. La idea que Hewan tenía de ella estaba tan equivocada… Toda su actitud no era más que una fachada con la que se obligó a vestirse para conseguir la aceptación de su padre, el maldito príncipe Nikui; pero estaba tan arraigada que ahora era incapaz de deshacerse de ella. Una máscara tras la que esconderse, y una armadura con la que protegerse. No era así de niña. Recordaba reír a menudo, excepto cuando su padre estaba cerca; disfrutaba de las cosas pequeñas de la vida, y no necesitaba mucho para sentirse feliz: un vestido desechado, un plato de sopa caliente, una manta con que abrigarse, y una muñeca rota a la que abrazarse. Pero su padre lo cambió todo, obligándola a ser cruel, a odiar en lugar de amar, a despreciarse a sí misma pensando que no era suficientemente buena, hasta que lo único que quedó fue la amargura y el resentimiento. —Jamás me ha importado lo que los demás pensaran de mí. —Mentira, a pesar de todo el esfuerzo que había puesto en hacer que se convirtiera en verdad—. ¿De veras crees que me interesa lo que tú pienses? Hewan se acercó a ella, remoloneando, caminando a su alrededor. —Tsk. Es una pena que un envoltorio tan hermoso no guarde nada dentro. —Mejor estar vacía que tener a un monstruo escondido tras unos ojos bonitos.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
Pero te voy a decir una cosa: éste es uno de los puntos en los que aparecen con toda claridad los fallos de nuestra religión. El Dios del Antiguo y Nuevo Testamento es, en efecto, una figura extraordinaria; pero no es lo que debe representar. Él es lo bueno, lo noble, lo paternal, lo hermoso, y, también, lo elevado y lo sentimental. ¡De acuerdo! Sin embargo, el mundo se compone de otras cosas; y éstas se adjudican simplemente al diablo, escamoteando y silenciando toda una mitad del mundo. Se venera a Dios como padre de la vida, negando al mismo tiempo la vida sexual, sobre la que se basa la vida misma, declarándola diabólica y pecaminosa. No tengo nada en contra de que se venere al Dios Jehová. ¡En absoluto! Pero opino que deberíamos santificar y venerar al mundo en su totalidad, no sólo a esa mitad oficial, separada artificialmente. Por lo tanto, deberíamos tener un culto al demonio junto al culto divino. Sería lo justo. O si no, habría que crear un dios que integrara en sí al diablo y ante el que no tuviéramos que cerrar los ojos cuando suceden las cosas más naturales de la vida.
Hermann Hesse (Demian)
Lo hice nuevamente. Uno de cada diez años puedo soportarlo… una especie de milagro ambulante, mi piel brilla como una pantalla nazi, mi pie derecho un pisapapeles, mi rostro sin forma, delgado lienzo judío. Retira la compresa, ¡ah, enemigo mío! ¿te doy miedo?… ¿La nariz, la fosa de los ojos, toda la dentadura? El aliento agrio un día se desvanecerá. Pronto, pronto la carne que alimentó la grave sepultura me será familiar y yo seré una mujer sonriente, sólo tengo treinta. Y como el gato tengo nueve vidas que morir. Ésta es la Número Tres. Qué basura para la aniquilación de cada década. Qué millón de filamentos. La multitud como maní prensado se atropella para ver desenvuelven mis manos y pies… el gran strip tease señoras y señores éstas son mis manos mis rodillas. Puede que esté piel y huesos, sin embargo, soy la misma e idéntica mujer. La primera vez que ocurrió, tenía diez. Fue un accidente. La segunda vez quise que fuera definitivo y no regresar jamás. Me mecí doblada sobre mí misma como una concha. Tuvieron que llamar y llamar y quitarme uno a uno los gusanos como perlas viscosas. Morir es un arte, como cualquier otro, yo lo hago de maravillas. Hago que se sienta como un infierno. Hago que se sienta real. Creo que podrían llamarlo un don. Es tan fácil que puedes hacerlo en una celda. Es tan fácil que puedes hacerlo y quedarte ahí, quietita. Es el teatral regreso a pleno día al mismo lugar, a la misma cara, al mismo grito brutal y divertido “¡Milagro!” que me deja fuera de combate. Hay un precio a pagar para mirar las escaras, hay un precio a pagar para auscultar mi corazón… late de veras. Y hay un precio a pagar, un precio mayor por una palabra o un contacto o un poquito de sangre o una muestra de mi cabello o de mi ropa. Bueno, bueno, Herr Doctor. Bueno, Herr Enemigo. Soy vuestra opus, soy vuestra valiosa niña de oro puro que se funde en un chillido. Giro y ardo. No crean que no estimo su enorme preocupación. Cenizas, cenizas… Ustedes atizan y remueven. Carne, hueso, no hay nada allí… Un pan de jabón, un anillo de bodas, un empaste de oro. Herr dios, Herr Lucifer tengan cuidado tengan cuidado. Sobre las cenizas me elevo con mi cabello rojo y devoro hombres como aire.
Sylvia Plath (Ariel)
Hay personas que coleccionan sellos; otras impresos antiguos. El señor Povondra [...] buscó durante largos años un complemento a su vida; [...] pero una tarde, cuando menos lo esperaba, se presentó en su vida lo que le faltaba para hacerla completa. Las grandes cosas, por lo general, ocurren de repente (p.111). - Préstame las tijeras [...]. Voy a recortar todo lo que publican los periódicos sobre esas salamandras, para dejar cuando muera algún recuerdo mío. Y así fue como el señor Povondra empezó a recoger los recortes que hablaban sobre las salamandras. [...] No ocultaremos que, después de cierto nerviosismo sufrido en los primeros días, aprendió en su café preferido a recortar de los periódicos que allí tenían a disposición de la clientela todos los artículos que trataban sobre las salamandras, y eso, en las mismas narices del camarero, sin que éste se diese cuenta y con la habilidad de un prestidigitador. Como se sabe, todos los coleccionistas estarían dispuestos a robar o asesinar con tal de conseguir algo nuevo para su colección. Pero esto no rebaja, de ninguna manera, su carácter moral. Ahora tenía ya un sentido su vida, porque era la vida de un coleccionista (p.113).
Karel Čapek (War with the Newts)
Son muy pocos aquellos de entre nosotros que no se han despertado a veces antes del alba, o después de una de esas noches sin sueños que casi nos hacen amar la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría monstruosa, cuando se agitan en las cámaras del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, rebosantes de esa vida intensa, inseparable de todo lo grotesco, que da al arte gótico su imperecedera vitalidad, puesto que ese arte bien parece pertenecer sobre todo a los espíritus atormentados por la enfermedad del ensueño. Poco a poco, dedos exangües surgen de detrás de las cortinas y parecen temblar. Adoptando fantásticas formas oscuras, sombras silenciosas se apoderan, reptando, de los rincones de la habitación para agazaparse allí. Fuera, se oye el agitarse de pájaros entre las hojas, o los ruidos que hacen los hombres al dirigirse al trabajo, o los suspiros y sollozos del viento que desciende de las montañas y vaga alrededor de la casa silenciosa, como si temiera despertar a los que duermen, aunque está obligado a sacar a toda costa al sueño de su cueva de color morado. Uno tras otro se alzan los velos de delicada gasa negra, las cosas recuperan poco a poco forma y color y vemos cómo la aurora vuelve a dar al mundo su prístino aspecto. Los lívidos espejos recuperan su imitación de la vida. Las velas apagadas siguen estando donde las dejamos, y a su lado descansa el libro a medio abrir que nos proponíamos estudiar, o la flor preparada que hemos lucido en el baile, o la carta que no nos hemos atrevido a leer o que hemos leído demasiadas veces. Nada nos parece que haya cambiado. De las sombras irreales de la noche renace la vida real que conocíamos. Hemos de continuar allí donde nos habíamos visto interrumpidos, y en ese momento nos domina una terrible sensación, la de la necesidad de continuar, enérgicamente, el mismo ciclo agotador de costumbres estereotipadas, o quizá, a veces, el loco deseo de que nuestras pupilas se abran una mañana a un mundo remodelado durante la noche para agradarnos, un mundo en el que las cosas poseerían formas y colores recién inventados, y serían distintas, o esconderían otros secretos, un mundo en el que el pasado tendría muy poco o ningún valor, o sobreviviría, en cualquier caso, sin forma consciente de obligación o de remordimiento, dado que incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.
Oscar Wilde (El Retrato de Dorian Gray)
Díjele que entre nosotros existía una sociedad de hombres educados desde su juventud en el arte de probar con palabras multiplicadas al efecto que lo blanco es negro y lo negro es blanco, según para lo que se les paga. El resto de las gentes son esclavas de esta sociedad. Por ejemplo: si mi vecino quiere mi vaca, asalaria un abogado que pruebe que debe quitarme la vaca. Entonces yo tengo que asalariar otro para que defienda mi derecho, pues va contra todas las reglas de la ley que se permita a nadie hablar por si mismo. Ahora bien; en este caso, yo, que soy el propietario legítimo, tengo dos desventajas. La primera es que, como mi abogado se ha ejercitado casi desde su cuna en defender la falsedad, cuando quiere abogar por la justicia -oficio que no le es natural- lo hace siempre con gran torpeza, si no con mala fe. La segunda desventaja es que mi abogado debe proceder con gran precaución, pues de otro modo le reprenderán los jueces y le aborrecerán sus colegas, como a quien degrada el ejercicio de la ley. No tengo, pues, sino dos medios para defender mi vaca. El primero es ganarme al abogado de mi adversario con un estipendio doble, que le haga traicionar a su cliente insinuando que la justicia está de su parte. El segundo procedimiento es que mi abogado dé a mi causa tanta apariencia de injusticia como le sea posible, reconociendo que la vaca pertenece a mi adversario; y esto, si se hace diestramente, conquistará sin duda, el favor del tribunal. Ahora debe saber su señoría que estos jueces son las personas designadas para decidir en todos los litigios sobre propiedad, así como para entender en todas las acusaciones contra criminales, y que se los saca de entre los abogados más hábiles cuando se han hecho viejos o perezosos; y como durante toda su vida se han inclinado en contra de la verdad y de la equidad, es para ellos tan necesario favorecer el fraude, el perjurio y la vejación, que yo he sabido de varios que prefirieron rechazar un pingüe soborno de la parte a que asistía la justicia a injuriar a la Facultad haciendo cosa impropia de la naturaleza de su oficio. Es máxima entre estos abogados que cualquier cosa que se haya hecho ya antes puede volver a hacerse legalmente, y, por lo tanto, tienen cuidado especial en guardar memoria de todas las determinaciones anteriormente tomadas contra la justicia común y contra la razón corriente de la Humanidad. Las exhiben, bajo el nombre de precedentes, como autoridades para justificar las opiniones más inicuas, y los jueces no dejan nunca de fallar de conformidad con ellas. Cuando defienden una causa evitan diligentemente todo lo que sea entrar en los fundamentos de ella; pero se detienen, alborotadores, violentos y fatigosos, sobre todas las circunstancias que no hacen al caso. En el antes mencionado, por ejemplo, no procurarán nunca averiguar qué derechos o títulos tiene mi adversario sobre mi vaca; pero discutirán si dicha vaca es colorada o negra, si tiene los cuernos largos o cortos, si el campo donde la llevo a pastar es redondo o cuadrado, si se la ordeña dentro o fuera de casa, a qué enfermedades está sujeta y otros puntos análogos. Después de lo cual consultarán precedentes, aplazarán la causa una vez y otra, y a los diez, o los veinte, o los treinta años, se llegará a la conclusión. Asimismo debe consignarse que esta sociedad tiene una jerigonza y jerga particular para su uso, que ninguno de los demás mortales puede entender, y en la cual están escritas todas las leyes, que los abogados se cuidan muy especialmente de multiplicar. Con lo que han conseguido confundir totalmente la esencia misma de la verdad y la mentira, la razón y la sinrazón, de tal modo que se tardará treinta años en decidir si el campo que me han dejado mis antecesores de seis generaciones me pertenece a mí o pertenece a un extraño que está a trescientas millas de distancia.
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
Entre las cosas más importantes que se van preparando dentro de uno se cuentan los encuentros aplazados. Puede tratarse tanto de lugares como de personas, tanto de cuadros como de libros. Hay ciudades que ansío tanto ver, que es como si estuviese predestinado a pasar en ellas una vida entera, desde el comienzo. Con cien ardides evito ir a esas ciudades, y cada nueva ocasión de visitarlas que dejo pasar acrecienta tanto su importancia en mí, que cabría pensar que estoy en el mundo únicamente en razón de ellas, y que si dichas ciudades, que me siguen aguardando, no existiesen, hace ya mucho tiempo que habría yo perecido. Hay personas sobre las cuales oigo hablar con gusto, y es tanto lo que oigo, y tal la avidez con que lo oigo, que podría pensarse que sé yo más sobre ellas que ellas mismas, pero evito ver alguna foto o cualquier representación visual suya, como si hubiera una prohibición especial y justificada de conocer su rostro. También hay personas con las que durante años me he venido encontrando en un mismo camino, personas sobre las cuales reflexiono, parecidas a enigmas que me hubieran encargado de resolver a mí, y no les dirijo, sin embargo, una sola palabra, paso mudo a su lado como mudas ellas pasan junto a mí, y nos miramos con una mirada que es una pregunta y mantenemos bien cerrados los labios; me imagino nuestra primera conversación, y me emociono al pensar cuántas cosas inesperadas llegaría a conocer. Y hay, finalmente, personas a las que desde hace años vengo amando sin que ellas puedan llegar a barruntarlo; yo me voy haciendo cada vez más viejo, y sin duda tiene que parecer una ilusión absurda el que alguna vez vaya a decirles que las amo, aunque siempre vivo pensando en ese instante magnífico. Sería incapaz de existir sin estos prolijos preparativos de lo futuro; y cuando me examino a mí mismo con detalle, veo que no son para mí menos importantes que las sorpresas súbitas que llegan como si no llegasen de ningún sitio y subyugan en el acto. No me gustaría mencionar los libros para los que todavía me estoy preparando; entre ellos se cuentan algunas de las obras más famosas de la literatura universal, obras de cuya importancia no me permitirá dudar, pues sobre ellas están de acuerdo todos aquellos autores del pasado cuyas opiniones han sido determinantes para mí. Es evidente que, tras haber estado aguardando veinte años, una colisión con esas obras se convierte en algo de enorme importancia; tal vez sólo así resulte posible acceder a esos renacimientos espirituales que nos preserven de las consecuencias de la rutina y la decadencia.
Elias Canetti (Masa y poder (Spanish Edition))
Tu abuela se está muriendo. Querrías poner tu atención en otro sitio, en otra cosa. No sabes. Hay que intentarlo. - Es que es como si no hubiera vivido nada. Ahora lo pienso, pienso en mi vida y... ¿dónde está? -Mueve las manos palpando el aire, mostrándote que no hay nada que tocar. Lo entiendes. Se lo dices: "Ya". Asientes. Ella también se siente menos sola cuando tú la comprendes. Todavía pega el sol en la terraza. La abuela deja la cucharita sobre el plato y coge la primera pastilla y el vaso de agua. Le tiembla la mano al sujetarlo. Haces un ademán de hablar, pero esperas a que se tome la segunda pastilla. Luego, la tercera. Al fin, la cuarta. El silencio, el sol, la terraza. Se te han terminado las excusas. - Yo por eso escribo. Lo dices como dices las confesiones, sintiendo que te cuesta la vida misma, que tienes algo atorado en el pecho que hay que sacar y al mismo tiempo preservar. Y cómo se hacen las dos cosas al mismo tiempo. Lo dices mirando al suelo. Por eso no te das cuenta de que ella te mira de vuelta, te mira con ojos suspicaces y en ese momento lo comprende todo, todas esas cosas tuyas que ella había sentido ajenas: las películas subtituladas, los bolígrafos, los cuadernos, los libros, la facultad, los idiomas y la carrera universitaria esa que estudias y de cuyo nombre no quiere acordarse.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
«No sé quién me ha puesto en el mundo, ni lo que es el mundo, ni lo que soy yo mismo; permanezco en una absoluta ignorancia acerca de todas estas cosas; no sé lo que es mi cuerpo, ni mis sentidos, ni mi alma, ni siquiera esta parte de mí mismo que piensa lo que estoy diciendo, que reflexiona sobre todo y sobre sí misma, y que se conoce tan poco como conoce todo lo demás. Veo estos espantables espacios del universo que me contienen, y me encuentro atado a un rincón de esta extensión tan vasta sin saber por qué estoy aquí y no en otro lugar, ni por qué ese corto lapso de tiempo que me dan para vivir me ha sido asignado a mí en vez de asignarse a otro por toda la eternidad que me ha precedido y por toda la que me sigue. No veo más que infinitos por todas partes que me envuelven como un átomo y como una sombra que no dura más que un instante sin retorno. Todo lo que sé es que no tardaré mucho en morir, pero lo que más ignoro es esta misma muerte que no podré evitar. Del mismo modo que no sé de dónde vengo, tampoco sé adónde voy; y sé solamente que al salir de este mundo he de caer para siempre o en la nada o en las manos de un Dios irritado, sin que sepa cuál de estas dos situaciones ha de corresponderme eternamente. Tal es mi estado, lleno de debilidad y de incertidumbre. Y de todo eso saco la conclusión de que lo mejor es pasar todos los días de mi vida sin pensar en averiguar lo que debe ocurrirme. Tal vez pudiera encontrar alguna luz que disipase mis dudas; pero no quiero tomarme la molestia de buscarla, ni de dar un paso para averiguar, y luego, tratando con desdén a los que se ocupan de esta cuestión» —sea cual fuere la certeza que consigan, será motivo de desesperación más que de vanidad—, «me dirijo con ignorancia y sin temor, hacia el misterio de algo tan grande, dejándome blandamente conducir a la muerte, en la incertidumbre de la eternidad de mi condición futura». ¿Quién desearía tener por amigo a un hombre que discurriese de ese modo? ¿Quién le elegiría entre todos los demás para hacerle partícipe de sus asuntos? ¿Quién recurriría a él en sus aflicciones? Y finalmente, ¿a qué función de la vida se le podría destinar?
Blaise Pascal (Pensées)
llegar a Niza, Napoleón encontró un ejército incapaz de desplazarse a ningún sitio. La temperatura era heladora y carecían de abrigos. No habían tomado carne durante tres meses, y el suministro de pan era irregular. La artillería era acarreada por mulas, ya que los caballos habían muerto de desnutrición, y batallones enteros caminaban descalzos o con zuecos, vestidos con uniformes improvisados, muchas veces arrebatados a los caídos. Solo se podía identificar como soldados a algunos de los hombres porque llevaban cartucheras, y en muchos casos portaban mosquetes que carecían de bayoneta. Hacía meses que no recibían la paga, avivando los rumores de motín[6]. La fiebre estaba descontrolada y había acabado con, al menos, 600 miembros de la 21ª Semibrigada en 20 días[*]. Una escritora inglesa residente en Florencia, Mariana Starke, describió con acierto el «estado lamentable» del ejército francés previo a la llegada de Napoleón: «a falta de lo más necesario, con una fiebre pestilente, consecuencia natural de la hambruna… abatidos y debilitados por la enfermedad, y carentes de monturas, de cañones y de casi cualquier ímpetu bélico»[7]. La réplica de Napoleón al «estado lamentable» de su ejército fue destituir a Meynier y comisionar a su intendente, Chauvet, para que reorganizase por completo a las tropas, recurriendo si era preciso, como comunicó al Directorio el 28 de marzo, a «amenazar a los proveedores, que han robado mucho, y que disfrutan de crédito»[8]. Ordenó también al Ciudadano Faipoult, delegado de Francia en Génova, que solicitase un préstamo de 3 millones de francos «sin hacer ruido» a los financieros judíos de la ciudad, y convocó a la caballería que pastaba en el valle del Ródano, en descanso invernal. A los dos días de llegar a Niza, Napoleón había desmantelado el 3º Batallón de la 209ª Semibrigada por amotinamiento, había despedido del ejército a sus oficiales y suboficiales, y había diseminado al resto de mandos en grupos de cinco entre los demás batallones. Creía que era esencial tratar a todos bajo las mismas normas, teniendo en cuenta, tal y como escribió, que, «si se concediese un solo privilegio a alguien, fuese quien fuese, nadie obedecería la orden de marchar»[9]. El 8 de abril informó al Directorio de que se había visto obligado a castigar a sus hombres por entonar himnos antirrevolucionarios, y que había tenido que enviar a la corte militar a dos oficiales por gritar «Vive le roi!»[10]. Los comandantes de división de Napoleón se sintieron muy pronto impresionados por su capacidad para el trabajo duro.
Andrew Roberts (Napoleón: una vida)
La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
Robert Sarah (La fuerza del silencio)
Una ráfaga de aire helado pasó entre los presentes, haciendo una pequeña espiral y levantando hojas a su paso. Tan solo los sollozos desgarradores de Adèle rompían el silencio que reinaba en aquel claro del bosque. Recorrí con la mirada los rostros desconocidos de aquellas personas, sus caras reflejaban emociones que iban desde el dolor más profundo por la pérdida de un ser amado a la impotencia. Reconocí al moreno Ray que permanecía impertérrito con la mirada perdida cargada de dolor, de vez en cuando desviaba la vista hacia la pelirroja que lloraba desconsolada en brazos de su padre. A su lado, dos figuras imponentes captaron mi atención; me sorprendió lo diferentes y parecidos a la vez que me resultaron. La figura oscura y salvaje de Erwan se hallaba al lado de un hombre de su edad aproximada e idéntica complexión. Su cabello rubio llegaba casi a la altura de los hombros y una mueca de dolor atravesaba su bien parecido rostro. Gruesas lágrimas se derramaban por sus ojos anegados de la más profunda tristeza. A su lado, Erwan miraba un punto que quedaba frente a él con la mandíbula apretada. Había mucho dolor en su rostro, sus ojos azules estaban oscuros como el mar en plena tormenta y reflejaban una furia salvaje que apenas podía mantener controlada. En el centro del claro, sobre un lecho de ramas se hallaba un cuerpo sin vida. Me acerqué para observarlo de cerca, nadie reparó en mi presencia, era como si fuese un fantasma, como si realmente no estuviese allí. Pude adivinar mientras me acercaba que se trataba de una mujer. Su cuerpo menudo estaba bellamente vestido de blanco haciéndola parecer un hada con su magnífica melena azabache desparramada a su alrededor. Una gota de lluvia cayó en su pecosa nariz. Levanté la vista al cielo: las negras nubes habían acabado por cubrirlo todo. Una mujer alta, bastante mayor, y de porte solemne, hizo una señal de asentimiento con la cabeza a un hombre que sostenía una antorcha. El hombre la acercó al lecho de la joven y éste empezó a arder. Adèle finalmente se derrumbó sin poder aguantar más aquella tortura. El hombre rubio avanzó con decisión hacia la joven sin vida que ahora yacía entre las llamas. Fue interceptado antes de llegar al fuego por Erwan que lo agarró con fuerza desde detrás envolviéndolo con sus fuertes brazos. El hombre lanzó un gritó desgarrador al aire; estaba roto por el dolor. Sentí una gruesa lágrima resbalando por mi mejilla ante aquella desoladora escena, compartía su dolor, yo también acababa de perder una parte de mí misma. Antes de que las llamas envolvieran totalmente el cuerpo de la joven, dirigí la mirada hacia su rostro. Un escalofrío me recorrió desde la columna vertebral. Di un paso atrás totalmente conmocionada. ¿Quién era aquella gente?, ¿por qué mi cuerpo yacía sin vida en medio de las llamas? Desperté de golpe con un fuerte dolor en el pecho. Me incorporé en la cama intentado recuperar la respiración, mi corazón latía descontrolado a punto de salirse por la boca. Era yo. La mujer de la pira era yo.
Elisabet Castany (El eterno legado (La hija de la sacerdotisa, #1))
«Primero hemos de dejar de lado la vertiente norte, Siberia. Se halla fuera del ámbito de nuestro estudio. Las características del país no le permiten ser un escenario para la cultura histórica ni crear una forma propia en la historia universal» [Hegel, Lecciones sobre filosofía de la historia Universal]. Podemos imaginar el asombro de Dostoyevski cuando leyó estas líneas a la luz de una vela de sebo. Y su desesperación al ver que allá en Europa, por cuyas ideas había sido condenado a muerte y finalmente desterrado, no se prestaba atención alguna a su sufrimiento. Porque él sufría en Siberia, en aquel mundo que no formaba parte de la historia. Por eso, desde la perspectiva europea, tampoco había esperanza de salvación. Dostoyevski podía considerar con toda razón que no sólo había sido desterrado a Siberia, sino expulsado a la no existencia. Únicamente un milagro podía salvarlo, un milagro cuya posibilidad no sólo excluía Hegel, sino también el espíritu europeo de la época. Aquel espíritu proclamaba en voz alta la existencia de Dios, pero rechazaba la idea de que Dios pudiera dar no sólo órdenes generales, sino también singulares, referidas al individuo; aquel espíritu situaba las leyes naturales por encima de todo y negaba lo que Dostoyevski formularía más tarde diciendo que uno puede rebelarse incluso contra el resultado de la multiplicación de dos por dos. (…) Muy posiblemente, justo cuando se enteró de que había sido apartado de la historia por la cual había soportado todas aquellas persecuciones, nació en él la convicción de que la vida tal vez posee ciertas dimensiones que no tienen cabida en la historia, de que la prueba de la propia existencia no puede limitarse a los criterios de la existencia histórica. De que el ser humano, si siente y experimenta realmente el peso de su existencia, se desprende al mismo tiempo de la historia y entonces el peso de cuanto se halla allende la historia cae sobre él del mismo modo en Berlín que en Semipalatinsk. Y de que es preciso apartarse de la historia para poder observar los límites y restricciones de la existencia histórica. Sin embargo, para ello hay que admitir también la posibilidad del milagro, que suprime el carácter excluyente del espacio y del tiempo. Y si el propio Hegel admite que ciertos territorios geográficos se desgajan de la historia, tal cosa también significa que la historia no dispone de la ilimitación divina: la rodea algo que está más allá de la historia. Es decir, lo necesario linda con lo imposible, lo natural con lo sobrenatural, lo legal con lo arbitrario, la política con la teología. Pero lo que se encuentra más allá de las fronteras, también se infiltra en el interior. Sólo se puede excluir aquello que nos ha afectado por dentro. El hecho de haber sido expulsado de la historia debe de haber propiciado la fe de Dostoyevski en los milagros; pero también la experiencia de que la organización moderna del mundo obedece a una ley implacable. La historia manifiesta su esencia a quienes antes ha excluido. Esta idea jamás se le ocurrió a Hegel, y eso que se pasó una década impartiendo clases sobre historia. Dostoyevski, en cambio, no necesitó una década para llegar a esta conclusión. Vivió en carne propia el hecho de que ninguna época rechazaba el sufrimiento tal como hacía la cultura iniciada por la Ilustración, con el resultado de que no suprimía el sufrimiento, sino que únicamente lo tapaba, pues ella misma se basaba en el sufrimiento. El sufrimiento silenciado y ocultado sale a la luz y resulta imposible de esconder cuando los límites del ámbito de influencia se vuelven visibles, concretamente para quienes han salido (o han sido expulsados) de la historia. Bien es cierto que tal percepción —que es una verdadera Ilustración— no suprime el sufrimiento to, pero permite que éste, en vez de consumir al hombre por dentro cuando queda reprimido, conduzca a algo así como la redención, es decir, al equilibrio interno, a la salud.
László F. Földényi (Dostoyevski lee a Hegel en Siberia y rompe a llorar (Satelites))