Ciudad De Dios Quotes

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Se dio cuenta de que su vida se parecía tanto a la ciudad en hora pico: ambas estaban a punto de estallar
María Fernanda Heredia (La lluvia sabe por qué)
-Kat- Pronunció mi nombre como si fuera una especie de oración, y luego me dio un beso en la piel detrás de la oreja-. Rompí todas las reglas de mi clase por sanarte y mantenerte conmigo. Me casé contigo y quemé toda una ciudad para mantenerte a salvo. He matado por ti. ¿Crees que iba a olvidar lo que significas para mi? ¿Que nada en este mundo; en cualquier mundo; sería más fuerte que mi amor por ti?
Jennifer L. Armentrout (Opposition (Lux, #5))
Creo que la vida tiene sentido y que todas las personas, ricas y pobres, morarán al final en la ciudad de Dios. Porque, desde luego, Manhattan se está volviendo inhabitable.
Woody Allen (Mere Anarchy)
La noche se cierra, al filo de la una y media o de las dos de la madrugada, sobre el extraño corazón de la ciudad. Miles de hombres se duermen abrazados a sus mujeres sin pensar en el duro, en el cruel día que quizás les espere, agazapados como un gato montés, dentro de tan pocas horas. Cientos y cientos de bachilleres caen en el íntimo, en el sublime y delicadísimo vicio solitario. Y algunas docenas de muchachas esperan —¿qué esperan, Dios mío?, ¿por qué las tienes tan engañadas?— con la mente llena de dorados sueños…
Camilo José Cela (La Colmena)
¡Ah, es difícil encontrar esa huella de Dios en medio de esta vida que llevamos, en medio de este siglo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad, a la vista de estas arquitecturas, de esta política, de estos hombres! ¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención? No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico, rara vez un libro moderno; no puedo comprender qué clase de placer y de alegría buscan los hombres en los hoteles y en los ferrocarriles totalmente llenos, en los cafés repletos de gente oyendo una música fastidiosa y pesada; en los bares y varietés de las elegantes ciudades lujosas, en las exposiciones universales, en las carreras, en las conferencias para los necesitados de ilustración, en los grandes lugares de deportes[...] Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo más que si acaso en las novelas; en la vida, lo considera una locura.
Hermann Hesse (Steppenwolf)
Oh, Dios de la Justicia Vehicular, ¿por qué te burlas de mí? ¡Monovolumen, eres mi cruz! ¡Tú, marca de Caín! ¡Tú, miserable bestia de techo alto y pocos caballos!
John Green (Ciudades de papel (Spanish Edition))
«que el que perseverase hasta el fin, éste se salvará».
Agustín de Hipona (La Ciudad De Dios: Obra Completa)
Quién sabe, quizá te hayas convencido, dada tu progresiva y alarmante tendencia a vivir cada vez con menos, de que no necesitás ni grandes aviones ni obras maestras en tu vida. Cézanne decía: "Lo grandioso acaba por cansar. Hay montañas que, cuando uno está delante, te hacen gritar ¡me cago en Dios! Pero para el día a día con un simple cerro hay de sobra". Tu ciudad es una llanura gris pero cada tanto las nubes se corren y algo emerge en medio de la nada. Hay días de cielo límpido, como hoy, en que lo alcanzás a ver desde tu ventana. Es un cerro pequeño con un nimbo detrás.
María Gainza (Optic Nerve)
Se dio cuenta de que estaba sintiendo algo que nunca antes había sentido: las ganas de quedarse a vivir en una ciudad para siempre. Con la niña de los cabellos negros, los días nunca serían iguales.
Paulo Coelho (El alquimista)
con las prosperidades, renacen en la vida y las costumbres unos males e infortunios tan intolerables, que hacen más estragos en los corazones humanos que la furia irritada de los enemigos más crueles.
Augustine of Hippo (La ciudad de Dios (Spanish Edition))
Dios sabe que a todos nos atrae lo que es hermoso y está roto; a mí me ha pasado. Pero hay gente que no se puede arreglar. O si se puede, sólo es por medio de un amor y un sacrificio tan grandes que destruyen al que se lo da.
Cassandra Clare (Ciudad de las almas perdidas)
-Sí, claro -replicó el otro, suspirando. -El mismo Sydney, con la misma suerte. Ya en aquel entonces hacía los ejercicios escolares de otros chicos y raras veces los míos. -¿Y por qué no los tuyos? -Sabe Dios. Era mi estilo, supongo.
Charles Dickens (Historia de dos ciudades (Novela histórica) (Spanish Edition))
Se dio cuenta, con esa súbita sorpresa que experimentan los adolescentes más tarde o más temprano, de que el mundo no giraba a su alrededor, que su historia no era más que una historia, que había cientos, quizá miles de historias que se cruzaban dentro de aquella ciudad engarzada en el mar.
Jesús Cañadas (Las tres muertes de Fermín Salvochea)
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. 2 Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, Y que comáis pan de dolores; Pues que a su amado dará Dios el sueño. 3 He aquí, herencia de Jehová son los hijos;
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
En la cabecera se leía en letras lilas: <>. Era latín. Eureka lo había memorizado de la camiseta de la Sorbona con la que dormía casi todas las noches. Diana le había comprado aquella camiseta en París. Tenía escrito el lema de la ciudad y también el de su madre. <> A Eureka le dio un vuelco el corazón ante la cruel ironía.
Lauren Kate (Teardrop (Teardrop, #1))
Le dio un largo beso de despedida mientras la alarma de la ciudad resonaba en el frío aire de octubre, y él le acarició el cuello mientras sus bocas estaban unidas, algo que a ella siempre le había hecho vibrar y que él ya casi nunca hacía. Su caricia, allí, al sol... Brenda tampoco olvidó eso jamás... Cuando Brenda volvió a verlo, estaba muerto
Stephen King (Under the Dome)
En la cabecera se leía en letras lilas: "Fluctuat nec mergitur". Era latín. Eureka lo había memorizado de la camiseta de la Sorbona con la que dormía casi todas las noches. Diana le había comprado aquella camiseta en París. Tenía escrito el lema de la ciudad y también el de su madre. "Batida por las olas, pero no hundida." A Eureka le dio un vuelco el corazón ante la cruel ironía.
Lauren Kate (Teardrop (Teardrop, #1))
-Kat -Pronunció mi nombre como si fuera una especie de oración, y luego me dio un beso en la piel detrás de la oreja-. Romí todas las reglas de mi clase por sanarte y mantenerte conmigo. Me casé contigo y quemé toda una ciudad para mantener a salvo.He matado por ti. ¿Crees que iba a olvidar lo que significas para mi? ¿Que nada en este mundo; en cualquier mundo; sería más fuerte que mi amor por ti?
Jennifer L. Armentrout (Opposition (Lux, #5))
Kat -Pronunció mi nombre como si fuera una especie de oración, y luego me dio un beso en la piel detrás de la oreja-. Rompí todas las reglas de mi clase por sanarte y mantenerte conmigo. Me casé contigo y quemé toda una ciudad para mantener a salvo.He matado por ti. ¿Crees que iba a olvidar lo que significas para mi? ¿Que nada en este mundo; en cualquier mundo; sería más fuerte que mi amor por ti?
Jennifer L. Armentrout (Opposition (Lux, #5))
–Raken, la ciudad del origen y el olvido. –¿Qué nombre es ese? –Diego es un apasionado de los libros de aventuras y fantasía, y un día le dio por compararte con un ser mitológico: el Kraken. –¿Eso no es una especie de calamar o pulpo tan grande como un barco? –Sí, lo es. Cada nueva historia surgida de tus reinicios la asemejaba con otro tentáculo de la criatura, capaz esta de tirar por la borda todo el trabajo realizado hasta entonces.
Jorge A. Garrido (Raken, la ciudad del origen y el olvido)
Después de todo, las religiones son, por definición, metáforas: Dios es un sueño, una esperanza, una mujer, un ironista, un padre, una ciudad, una casa con muchas habitaciones, un hacedor de tiempo que dejó como premio un cronómetro en mitad del desierto, alguien que te quiere… Incluso, en contra de todas las evidencias, puede que sea un ser celestial cuyo único interés es asegurarse de que tu equipo de fútbol, tu ejército, tus negocios o tu matrimonio prosperen, se desarrollen y triunfen frente a cualquier obstáculo.
Neil Gaiman (American Gods)
¶ Jueces y alcaldes pondrás en todas las puertas de tus ciudades que el SEÑOR tu Dios te dará en tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con juicio de justicia. 19 No tuerzas el derecho; no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. 20 La justicia, la justicia seguirás, para que vivas y heredes la tierra que el SEÑOR tu Dios te da. 21 No plantarás bosque de ningún árbol cerca del altar del SEÑOR tu Dios, que te harás. 22 Ni te levantarás estatua; lo cual aborrece el SEÑOR tu Dios.
Russell M. Stendal (Las Sagradas Escrituras (Biblia Del Jubileo 2000))
Mirad: somos punks y skins, somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, somos feos y pajeros y tiñosos, buscabullas y culoapretados, espitados y bocazas y chulos, botas sucias y caras brutas, los paquetes estrujados y las cabezas rapadas, rotos y descosidos en la ropa y en el alma, malas dentaduras y mal cutis, los peores empleos y barrios, somos la gente que no quieres conocer y venimos de los sitios adonde no quieres ir, nacidos para ser carn d’olla, nacidos para fracasar, el eslabón más bajo de la cadena alimenticia, pisando charcos en la ciudad podrida, carnaza de descampado y bóbila y calimocho, comiéndonos las consonantes y comiéndonos los mocos, expulsados y castigados, sin recreo pero también sin clase, sin clase de ningún tipo, esta noche hay un destroy, tienes-tienes-tienes y nosotros no tenemos nada, pero si tienes una lista negra ya nos puedes ir apuntando, si tienes una lista negra nosotros queremos estar en ella, meando por las calles, rompiendo los cristales, cantando las canciones que no salen en los libros. Los chicos con botas, bolsillos vacíos y cojones llenos, esas canciones son lo único que tenemos. Eso, y a nosotros mismos. Porque somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, duros como clavos, a veces hay que agachar la cabeza para no romperse, y somos los irrompibles, somos la arrogancia original, borrachos y orgullosos, pisando cascos rotos, los culos contra la pared, sin futuro y sin modales, carne de cañón, Cornellà, Santako, L’Hospi, Bellvitge, Castefa, Viladecans, Gavà, Sant Boi, La Cope, feas las esquinas y más dura será la caída, cayendo, cayendo, siempre cayendo, cayendo y riendo, haciendo la conga en la cola del INEM, de aquellos polvos vinieron estos lodos, sólo que aquí polvos hemos visto pocos y el lodo nos llega ya hasta el cuello, de cara a la pared pero sin libros en las manos, no nos dio tiempo a querer ser alguien, nadie te cuenta nunca cómo se sale de aquí, ¿hay alguna manera de salir de aquí?, primero deletrea u-n-i-v-e-r-s-i-d-a-d si tienes huevos, oportunidades para estudiar una carrera es lo que no te van a dar (cantaban los Clash), esto es Todos Contra Todos pero nosotros estamos juntos, es lo único que tenemos. Las canciones, y a nosotros mismos. Caemos como piedras pero, mientras tanto, ¿echamos unas risas? Cayendo y riendo, es todo lo que nos queda. Nos vemos en la Casa de la Bomba a las diez en punto, como cada sábado, que esta noche hay un destroy. No tardes, no me jodas.
Kiko Amat (Rompepistas)
Los cristianos típicamente identifican dos maneras de responder a Dios: seguirlo y hacer su voluntad, o rechazarlo y hacer lo nuestro. En último término es verdad, pero hay en realidad dos maneras de rechazar a Dios que deben distinguirse la una de la otra. Se puede rechazar a Dios rechazando su ley y viviendo a nuestro antojo. Y también puede rechazarse a Dios abrazando y obedeciendo la ley de Dios como manera de ganar la salvación. El problema es que la gente de este último grupo –la que rechaza el evangelio en favor del moralismo– da la impresión de que está tratando de cumplir la voluntad de Dios. En consecuencia, no hay solo dos formas de responder a Dios, sino tres: irreligión, religión y el evangelio.
Timothy J. Keller (Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad (Center Church) (Spanish Edition))
A mí, Hasan, hijo de Mohamed el alamín, a mí, Juan León de Médicis, circuncidado por la mano de un barbero y bautizado por la mano de un papa, me llaman hoy el Africano, pero ni de África, ni de Europa, ni de Arabia soy. Me llaman también el Granadino, el Fesí, el Zayyati, pero no procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía. Mis muñecas han sabido a veces de las caricias de la seda y a veces de las injurias de la lana, del oro de los príncipes y de las cadenas de los esclavos. Mis dedos han levantado mil velos, mis labios han sonrojado a mil vírgenes, mis ojos han visto agonizar ciudades y caer imperios. Por boca mía oirás el árabe, el turco, el castellano, el beréber, el hebreo, el latín y el italiano vulgar, pues todas las lenguas, todas las plegarias me pertenecen. Mas yo no pertenezco a ninguna. No soy sino de Dios y de la tierra, y a ellos retornaré un día no lejano. Y tú permanecerás después de mí, hijo mío. Y guardarás mi recuerdo. Y leerás mis libros. Y entonces volverás a ver esta escena: tu padre, ataviado a la napolitana, en esta galera que lo devuelve a la costa africana, garrapateando como mercader que hace balance al final de un largo periplo. Pero no es esto, en cierto modo, lo que estoy haciendo: qué he ganado, qué he perdido, qué he de decirle al supremo Acreedor? Me ha prestado cuarenta años que he ido dispersando a merced de los viajes: mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en el Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia.
Amin Maalouf (Leo Africanus)
A VECES LA MAÑANA AYUDA Hace tiempo que ando escribiendo una crónica que llevaría el título "No siempre la mañana ayuda". Y hasta tenía el comienzo apuntado en un papel por ahí, a toda prisa, sobre la mesa del despacho. Empieza así: "Al salir de la casa y tropezar con el rostro del sol(antiguamente lo representábamos así, con una amplia sonrisa y los ojos alegres, con una cabellera de rayos resplandecientes), deberíamos caer de rodillas, ofrecer cualquier cosa al culto pagano de la luz y sentir después el mundo conquistado. Pero todos tenemos otra cosa que hacer". Y saldría uno por ahí fuera a ahuyentar la melancolía, a justificar el título, en definitiva. Algo me ha impedido continuar. Y sé que hoy no voy a concluir una prosa que me enfrentaría al lector. Y es que, sin esperarlo, se despertó en mi memoria un caso acontecido entre dos hombres, un caso que viene a demostrar que, a veces, la mañana ayuda, sí señor. Vamos, pues, con la historia. Imagine el lector un vagón de tren. Lleno. El día no es ni feo ni bonito: tiene algo de sol, unas nubes que lo cubren, y hay una brisa cortante allá afuera. Los viajeros van callados, hacen todos unos gestos involuntarios al albur del traqueteo. Unos leen periódicos, otros se ausentan hacia un país silencioso y sólo habitado por pensamientos ocultos e indefinidos. Hay una gran indiferencia en la atmósfera, y el sol, al descubrirse, ilumina un escenario de rostros apagados. Entonces, el hombre más(pero muy lejos deser un adolescente), que está sentado junto a la ventanilla, empieza a tararear en sordina una vaga canción. Quizá no tenga motivos especiales de contento, pero, en aquella hora, la necesidad de cantar es irresistible. Todo cuanto acude a su memoria sirve. Y va tan absorto en su pura y gratuita alegría que ni siquiera repara en que el vecino de asiento se muestra ofendido y esboza esos movimientos elocuentes que sustituyen a las palabras cuando no hay valor para pronunciarlas. Frente al hombre que canta, hay un viejo. Éste desde que salió anda rumiando problemas que lo atormentan. Es muy viejo, y está enfermo. Ha dormido mal. Sabe que va a tener un día difícil. Y detrás de él una voz deshilacha canciones, badabádabá, notas de música, de un modo impreciso pero obstinadamente vivo y afirmativo. El sol sique jugando al escondite. Y el mar, que súbitamente aparece se puebla de islas de sombra entre grandes lagos de plata fundida. A lo lejos, la ciudad se diluye en humo y niebla seca. Silenciosa, a aquella distancia, tiene un aire de fatalidad y resignación, como un cuerpo que ha renunciado a vivir y se extingue lentamente. Es grande el peligro de que la melancolía triunfe definitivamente. Pero el hombre insiste. Ya no es posible identificar al que canta. Ahora sale de su boca un flujo de armonía, un lenguaje que ha desistido de la articulación coherente para penetrarse mejor de la sustancia de la música. Esto acabrá sin duda con un grito irreprimible de alegría, con indignación y escandalo de los viajeros. Ocurrió, sin embargo, que la ciudad llegó de repente. Se abrieron las puertas, la gente se precipitó, empujándose, olvidándose unos de otros. El hombre se levanta, murmurando aún algo. Sigue a lo largo del andén, va a lo suyo, con su música. Y, de pronto, alguien lo coge del brazo. El viejo está a su lado, se juraría que tiene los ojos húmedos, y dice: "Gracias. Yo venía preocupado y triste. Cuando lo oí cantar sentí una gran paz, y durante todo el camino vine pidiéndole a Dios que siguiera usted cantando. Muchas gracias". El hombre de las canciones sonrió, primero con embarazo, luego como si fuera el amo del mundo. Se separaron. Y fue cada uno a su trabajo, con la música que era de los dos.
José Saramago (Las maletas del viajero)
En el mismo momento en que el hombre descubrió la vastedad del universo y se dio cuenta de que aun sus más disparatadas fantasías eran ínfimas comparadas con la verdadera dimensión de la Vía Láctea, tomó medidas para asegurar que sus descendientes no pudiesen ver las estrellas en lo más mínimo. Durante un millón de años, los humanos se han criado en el contacto diario, personal, con la bóveda celeste. En los últimos milenios comenzaron a construir las ciudades y a emigrar hacia ellas. En el curso de las últimas décadas, gran parte de la población humana abandonó una forma rústica de vida. A medida que avanzaba la tecnología y se contaminaban los centros urbanos, las noches se fueron quedando sin estrellas. Nuevas generaciones alcanzaron la madurez ignorando totalmente el firmamento que había pasmado a sus mayores y estimulado el advenimiento de la era moderna de la ciencia y la tecnología. Sin darse cuenta siquiera, justo cuando la astronomía entraba en su edad de oro, la mayoría de la gente se apartaba del cielo en un aislamiento cósmico que sólo terminó con los albores de la exploración espacial.
Carl Sagan (Contact)
Pondera sin cesar cuántos médicos murieron, después de haber tantas veces fruncido el ceño sobre sus enfermos; cuántos astrólogos que reputaban maravilla el predecir la muerte a otros; cuántos filósofos, después de miles de controversias sobre la muerte y la inmortalidad; cuántos príncipes, después de ocasionar la muerte a tantos hombres; cuántos tiranos que, a título de una pretendida inmortalidad, han abusado con pasmosa altivez de su poder sobre las vidas humanas. ¡Cuántas ciudades han muerto, por así decirlo, enteramente: Hélice, Pompeya, Herculano y otras sin número! Pasa revista, uno tras otro, a cuantos tú mismo has conocido. Éste, después de haber prestado sus postreros servicios a aquél, fue colocado él mismo en el lecho fúnebre por otro, y a éste tocó también su turno. ¡Y todo esto en cuán breve tiempo! En una palabra, considera siempre las cosas humanas como efímeras y ruines: lo que era ayer un poco de humor, será mañana momia o ceniza. Esta infinita brevedad del tiempo, vívela, pues, conformándote con la naturaleza y termina tu vida con agrado; al modo que la aceituna, llegada a sazón, cae bendiciendo a la tierra que la sostuvo y dando gracias al árbol que le dio savia.
Marcus Aurelius (Meditaciones (Meditations - Spanish Edition))
Por todo el reino otomano son enviados heraldos que anuncian el reclutamiento de todos aquellos que sean capaces de portar armas, y el 5 de abril de 1453, como una marea que irrumpe de repente, aparece un inmenso ejército otomano en las llanuras de Bizancio que se extiende casi hasta los muros de la ciudad. A la cabeza de sus tropas, envuelto en una suntuosa túnica, cabalga el sultán para levantar su tienda frente a la puerta Lykas. Pero antes de dejar que el viento ondee sus estandartes ante su cuartel general, ordena que le extiendan su alfombra de rezos. Descalzo, pone sus pies sobre ella y dirigiendo su rostro a La Meca se inclina por tres veces haciendo llegar su frente hasta el suelo. Y detrás de él —¡maravilloso espectáculo!—, con el mismo gesto, en la misma dirección y al mismo ritmo, más de cien mil hombres de su ejército pronuncian la misma oración: Quiera Alá darles fuerzas y otorgarles la victoria. Y es ahora cuando se levanta el Sultán para pasar de humillado a desafiante, de siervo de Dios a señor y guerrero. Y ahora sus tellals, los pregoneros oficiales, se lanzan por todo el campamento para, a golpe de tambor y al son de fanfarrias, proclamar que el sitio de la ciudad ha comenzado.
Stefan Zweig (Momentos estelares de la humanidad (Opera Magna) (Spanish Edition))
Y pienso si no será siempre así, que el arte de nuestro tiempo, ese arte tenso y desgarrado, nazca invariablemente de nuestro desajuste, de nuestra ansiedad y nuestro descontento. Una especie de intento de reconciliación con el universo de esa raza de frágiles, inquietas y anhelantes criaturas que son los seres humanos. Puesto que los animales no lo necesitan: les basta vivir. Porque su existencia se desliza armoniosamente con las necesidades atávicas. Y al pájaro le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su nido, grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta su muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la desesperación metafísica ni por la locura. Mientras que el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su angustia; porque con sus manos y con los instrumentos hechos con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se llama cultura e iba a iniciar así su gran desgarramiento, ya que habrá dejado de ser un simple animal pero no habrá llegado a ser el dios que su espíritu le sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará, por primera vez, sobre el porqué de su existencia. Y así las manos, y luego aquella hacha, aquel fuego, y luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que lo separa de su raza originaria y de su felicidad zoológica. Y la ciudad será finalmente la última etapa de su loca carrera, la expresión máxima de su orgullo y la máxima forma de su alienación. Y entonces seres descontentos, un poco ciegos y un poco como enloquecidos, intentan recuperar a tientas aquella armonía perdida con el misterio y la sangre, pintando o escribiendo una realidad distinta a la que desdichadamente los rodea, una realidad a menudo de apariencia fantástica y demencial, pero que, cosa curiosa, resulta ser finalmente más profunda y verdadera que la cotidiana. Y así, soñando un poco por todos, esos seres frágiles logran levantarse sobre su desventura individual y se convierten en intérpretes y hasta en salvadores (dolorosos) del destino colectivo.
Ernesto Sabato (Sobre héroes y tumbas)
El conflicto no tiene solución sino cuando Pío XI -este gran papa tan inflexible como conciliador según era menester- se avino a convenir con Mussolini, en 1929, los Acuerdos de Letrán, por los cuales, a cambio de la soberanía pontificia sobre un territorio minúsculo (44 hectáreas tiene en números redondos el Estado de la Ciudad del Vaticano) reconoce la Santa Sede la existencia del Reino de Italia con el territorio que le compete y con Roma como capital. (p. 15) Lo que no depende de la poca o mucha virtud del conquistador, sino de la naturaleza de lo conquistado. (p. 7) … Porque el vulgo se deja llevar siempre del éxito y de las apariencias, y en el mundo no hay sino vulgo (nel mondo non è se non vulgo). (p. 37) .. el dicho de Renan: Después de Atenas, ninguna ciudad ha contribuido tanto como Florencia en la promoción del espíritu humano. (p. 9) Con lo cual queda despachada la cuestión del fin y los medios, los cuales, si son malos, no pueden jamás ponerse por obra, así sea en la consecución del más santo de los fines. (p. 47) Nicolás Maquiavelo fue un escritor extraordinariamente fecundo, y en todos los muchos y variados géneros que cultivó -con la sola excepción de sus poesías, decididamente mediocres-, de suprema excelencia. (p. 11) Sin embargo, el que menos ha confiado en el azar es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido. Pero quiero referirme a aquellos que no se convirtieron en príncipes por el azar, sino por sus virtudes. Y digo entonces que, entre ellos, los más ilustres han sido Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo y otros no menos grandes. Y aunque Moisés sólo fue un simple agente de la voluntad de Dios, merece, sin embargo, nuestra admiración, siquiera sea por la gracia que lo hacía digno de hablar con Dios. Pero también son admirables Ciro, y todos los demás que han adquirido o fundado reinos; y si juzgamos sus hechos y su gobierno, hallaremos que no deslucen ante los de Moisés, que tuvo tan gran preceptor. Y si nos detenemos a estudiar su vida y sus obras, descubriremos que no deben a la fortuna sino el haberles proporcionado la ocasión propicia, que fue el material al que ellos dieron la forma conveniente. Verdad es que, sin esa ocasión, sus méritos de nada hubieran valido; pero también es cierto que, sin sus méritos, era inútil que la ocasión se presentará. (pp. 9-10) Pero volvamos a nuestro asunto. Cualquiera que meditase este discurso hallaría que la causa de la ruina de los emperadores citados ha sido el odio o el desprecio, y descubriría a qué se debe que, mientras parte de ellos procedieron de un modo y parte de otro, en ambos hubo dichosos y desgraciados. (p. 36) porque el que vence no quiere amigos sospechosos y que no lo ayuden en la adversidad, y el que pierde no puede ofrecer ayuda a quien no quiso empuñar las armas y arriesgarse en su favor. (p. 40)
Niccolò Machiavelli (The Prince)
¿QUIÉN DESATÓ LA VIOLENCIA EN GUATEMALA?   En 1944, Ubico cayó de su pedestal, barrido por los vientos de una revolución de sello liberal que encabezaron algunos jóvenes oficiales y universitarios de la clase media. Juan José Arévalo, elegido presidente, puso en marcha un vigoroso plan de educación y dictó un nuevo Código del Trabajo para proteger a los obreros del campo y de las ciudades. Nacieron varios sindicatos; la United Fruit Co., dueña de vastas tierras, el ferrocarril y el puerto, virtualmente exonerada de impuestos y libre de controles, dejó de ser omnipotente en sus propiedades. En 1951, en su discurso de despedida, Arévalo reveló que había debido sortear treinta y dos conspiraciones financiadas por la empresa. El gobierno de Jacobo Arbenz continuó y profundizó el ciclo de reformas. Las carreteras y el nuevo puerto de San José rompían el monopolio de la frutera sobre los transportes y la exportación. Con capital nacional, y sin tender la mano ante ningún banco extranjero, se pusieron en marcha diversos proyectos de desarrollo que conducían a la conquista de la independencia. En junio de 1952, se aprobó la reforma agraria, que llegó a beneficiar a más de cien mil familias, aunque sólo afectaba a las tierras improductivas y pagaba indemnización, en bonos, a los propietarios expropiados. La United Fruit sólo cultivaba el ocho por ciento de sus tierras, extendidas entre ambos océanos. La reforma agraria se proponía «desarrollar la economía capitalista campesina y la economía capitalista de la agricultura en general», pero una furiosa campaña de propaganda internacional se desencadenó contra Guatemala: «La cortina de hierro está descendiendo sobre Guatemala», vociferaban las radios, los diarios y los próceres de la OEA[97]. El coronel Castillo Armas, graduado en Fort Leavenworth, Kansas, abatió sobre su propio país las tropas entrenadas y pertrechadas, al efecto, en los Estados Unidos. El bombardeo de los F-47, con aviadores norteamericanos, respaldó la invasión. «Tuvimos que deshacernos de un gobierno comunista que había asumido el poder», diría, nueve años más tarde, Dwight Eisenhower[98]. Las declaraciones del embajador norteamericano en Honduras ante una subcomisión del Senado de los Estados Unidos, revelaron el 27 de julio de 1961 que la operación libertadora de 1954 había sido realizada por un equipo del que formaban parte, además de él mismo, los embajadores ante Guatemala, Costa Rica y Nicaragua. Allen Dulles, que en aquella época era el hombre número uno de la CIA, les había enviado telegramas de felicitación por la faena cumplida. Anteriormente, el bueno de Allen había integrado el directorio de la United Fruit Co. Su sillón fue ocupado, un año después de la invasión, por otro directivo de la CIA, el general Walter Bedell Smith. Foster Dulles, hermano de Allen, se había encendido de impaciencia en la conferencia de la OEA que dio el visto bueno a la expedición militar contra Guatemala. Casualmente, en sus escritorios de abogado habían sido redactados, en tiempos del dictador Ubico, los borradores de los contratos de la United Fruit. La caída de Arbenz marcó a fuego
Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)
-¿Y qué más? Con respecto a los enemigos, ¿cómo se comportarán nuestros soldados? -¿En qué cosa? -Lo primero, en lo que toca a hacer esclavos, ¿parece justo que las ciudades de Grecia hagan esclavos a los grie­gos o más bien deben imponerse en lo posible aun a las otras ciudades para que respeten la raza griega evitando así su propia esclavitud bajo los bárbaros? -En absoluto -dijo-; importa mucho que la respeten. -¿Y, por tanto, que no adquiramos nosotros ningún esclavo griego y que en el mismo sentido aconsejemos a los otros helenos? -En un todo -repuso-; de ese modo se volverán más bien contra los bárbaros y dejarán en paz a los propios. -¿Y qué más? ¿Es decoroso -dije yo- despojar, des­pués de la victoria, a los muertos de otra cosa que no sean sus armas? ¿No sirve ello de ocasión a los cobardes para no marchar contra el enemigo, como si al quedar agacha­dos sobre un cadáver estuvieran haciendo algo indispen­sable, y no han perecido muchos ejércitos con motivo de semejante depredación? -Bien cierto. -¿No ha de parecer villano y sórdido el despojo de un cadáver y propio asimismo de un ánimo enteco y mujeril el considerar como enemigo el cuerpo de un muerto cuando ya ha volado de él la enemistad y sólo ha queda­do el instrumento con que luchaba? ¿Crees, acaso, que éstos hacen otra cosa que lo que los perros que se enfu­recen contra las piedras que les lanzan sin tocar al que las arroja? -Ni más ni menos -dijo. -¿Hay, pues, que acabar con la depredación de los muertos y con la oposición a que se les entierre? -Hay que acabar, por Zeus -contestó.   XVI. -Ni tampoco, creo yo, hemos de llevar a los tem­plos las armas para erigirlas allí, y mucho menos las de los griegos, si es que nos importa algo la benevolen­cia para con el resto de Grecia; más bien temeremos que el llevar allá tales despojos de nuestros allegados sea contaminar el templo, si ya no es que el dios dice otra cosa. -Exacto -dijo. -¿Y qué diremos de la devastación de la tierra heléni­ca y del incendio de sus casas? ¿Qué harán tus soldados en relación con sus enemigos? -Oiría con gusto -dijo- tu opinión sobre ello. -A mí me parece -dije- que no deben hacer ninguna de aquellas dos cosas, sino sólo quitarles y tomar para sí la cosecha del año. ¿Quieres que te diga la razón de ello? -Bien de cierto. -Creo que a los dos nombres de guerra y sedición corresponden dos realidades en las discordias que se dan en dos terrenos distintos: lo uno se da en lo domés­tico y allegado; lo otro, en lo ajeno y extraño. La enemis­tad en lo doméstico es llamada sedición; en lo ajeno, guerra. -No hay nada descaminado en lo que dices -respon­dió. -Mira también si es acertado esto otro que voy a decir: afirmo que la raza griega es allegada y pariente para con­sigo misma, pero ajena y extraña en relación con el mun­do bárbaro. -Bien dicho -observó. -Sostendremos, pues, que los griegos han de comba­tir con los bárbaros y los bárbaros con los griegos y que son enemigos por naturaleza unos de otros y que esta enemistad ha de llamarse guerra; pero, cuando los grie­gos hacen otro tanto con los griegos, diremos que siguen todos siendo amigos por naturaleza, que con ello la Gre­cia enferma y se divide y que esta enemistad ha de ser lla­mada sedición.
Plato (La República)
Vecina es de este lago la tierra de Sodoma, fértil en otro tiempo, tanto en sus frutos como en la riqueza, ahora toda está quemada, y tiénese por cierto haber sucedido, y haber sido destruida por la impiedad e injusticia grande de los que allí habitaban, con rayos y con fuego del cielo, pues aún hoy hay señales y reliquias de este fuego enviado por Dios, y puédense ver aún las señales de los cinco lugares o ciudades y los frutos que nacen en aquellas cenizas; son los colores de ellos no menos aparentes que si fuesen muy buenos para comer; pero en las manos del que los toma se resuelven en ceniza y en humo; por lo que parece ahora en la tierra de Sodoma, se cree fácilmente ser así lo que fue y pasó en ella.
Flávio Josefo (The Jewish War)
Quien quisiera hacer un catálogo de monstruos no tendría más que fotografiar con palabras esas cosas que la noche trae a las almas somnolientas que no consiguen dormir. Planean como murciélagos sobre la pasividad del alma, o vampiros que chupasen la sangre de la sumisión. Son larvas del declive y del desperdicio, sombras que llenan el valle, vestigios que quedan del destino. Unas veces son gusanos, nauseabundos para la propia alma que los alimenta y cría; otras veces son espectros, y rondan siniestramente a nada; otras veces, también, emergen, culebras, de los antros absurdos de las emociones perdidas. Lastre de lo falso, no sirven sino para que no sirvamos. Son dudas del abismo, echadas en el alma, que arrastran arrugas somnolientas y frías. Duran humos, pasan rastros, y no hay más que el haberlo sido en la substancia estéril de haber tenido conciencia de ellos. Uno u otro es como pieza íntima de fuego artificial: chisporrotea un rato entre sueños, y el resto es la inconsciencia de la conciencia con que lo vivimos. Cinta desatada, el alma no existe en sí misma. Los grandes paisajes son para mañana, y nosotros ya hemos vivido. Ha fracasado la conversación interrumpida ¿Quién diría que la vida había de ser así? Me pierdo si me encuentro, dudo si opino, no tengo si obtuve. Como si me pasease, duermo, pero estoy despierto. Como si durmiese, despierto, y no me pertenezco. La vida, al final, es, en sí misma, un gran insomnio, y hay un aletargamiento lúcido en todo cuanto pensamos y hacemos. Sería feliz si pudiese dormir. Esta opinión es de este momento, porque no duermo. La noche es un peso inmenso por detrás del ahogarme con el cobertor mudo de lo que sueño. Tengo una indigestión en el alma, Siempre, después de después, llegará el día, pero será tarde, como siempre. Todo duerme y es feliz, menos yo. Descanso un poco, sin osar dormir. Y grandes cabezas de monstruos sin ser emergen confusas del fondo de lo que soy. Son dragones del Oriente del abismo, con lenguas encarnadas al margen de la lógica, con ojos que miran sin vida mi vida muerta que no los mira. ¡La tapa, por el amor de Dios, la tapa! ¡Conclúyanme la inconsciencia y la vida! Afortunadamente, por la ventana fría, con los postigos abiertos hacia atrás, un hilo triste de luz pálida empieza a sacar sombra del horizonte. Afortunadamente, lo que va a rayar es el día. Sosiego, casi, del cansancio del desasosiego. Un gallo canta, absurdo, en plena ciudad. El día lívido comienza en mi vago sueño. Alguna vez dormiré. Un ruido de ruedas hace carro. Mis párpados duermen, pero no yo. Todo, en fin, es el Destino. 4-11-1931.
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Puñalada En aquel valle de almendros primero construyeron una colonia de chalés adosados, luego se levantó una urbanización con muchas farolas, y ahora hay un conglomerado de hormigón que cubre todo el horizonte. Durante esa transformación hubo un momento en que a ese paisaje de tu niñez se le rompió el alma, y aunque ya vivías muy lejos, los especuladores también a ti te la rompieron. Sucedió lo mismo con la pequeña ciudad donde creciste. La sombra de los plátanos, los sonidos familiares, el vaho de los portales y las tiendas que fueron sustento de unos sueños de juventud han sido barridos por las excavadoras y las grúas. Estabas un día en Nueva York y sentiste un terrible impacto ambiental que venía del fondo de la memoria. De pronto supiste que algo dentro de ti había muerto. Cualquier paisaje, cualquier ciudad, cualquier barrio o plaza tiene un alma, que es la tuya si la desarrollaste en ese lugar. Los antiguos aplicaban a cada uno de estos espacios un dios protector. A los ingenieros se les llamaba pontífices. Los arquitectos tenían un carácter sagrado. Todavía hoy en la cabecera de los puentes se erige una escultura moderna que es un vestigio del pequeño templo que levantaban los romanos para encomendar esa construcción a una deidad, y aún se sigue llamando sacrilegio a un edificio que rompe la armonía de un paisaje. La arquitectura también es naturaleza, y no debe diferenciarse del sentimiento de las personas. Una ciudad puede ser un proyecto de convivencia o sólo una gran constructora con unos ediles doblegados. En este caso el urbanismo se convierte en una profanación. Todos los lugares son santos para mucha gente. Un día volviste a aquel valle o a la pequeña ciudad de tu infancia. Todavía quedaban algunos almendros y también se veía la ermita. En otro viaje ya habían desaparecido los plátanos de la plazoleta pero aún estaban la mercería y la tienda de salazones con su aroma intacto. De pronto una noche en una calle de Nueva York sentiste una puñalada por la espalda. Te volviste y no era nadie, pero no se trataba de una alucinación, porque en el tercer viaje de regreso al lugar de tu pasado ya no reconociste nada. Habían destruido por completo su alma que era la tuya y por allí deambulaba también una multitud de almas muertas. A eso se debía la puñalada.
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Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 4516-4517 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 13:12:38 Hay muchas de estas virtudes, hoy humilladas, que un día estarán en lo alto. Esta vida tiene un día siguiente. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 4609-4609 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 13:25:39 El pobre no puede penetrar en el fondo de su cuarto, como en el fondo de su destino, sino encorvándose más y más. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 4630-4631 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 13:28:44 Un alma por un pedazo de pan: la miseria ofrece, la sociedad acepta. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 4845-4846 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 13:51:40 Volveréis a ser honrada siendo feliz. Además de que, y os lo digo desde ahora, si todo ha pasado como decís y yo lo creo, no habéis dejado de ser virtuosa y santa delante de Dios. ¡Pobre mujer! ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 4889-4893 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 13:57:14 —He sido pecadora; pero cuando tenga a mi hija conmigo, será señal de que Dios me ha perdonado. Mientras he sido mala, no he querido tener a Cosette a mi lado; porque no hubiera podido sufrir su triste mirada. Y, sin embargo, por ella era mala; por esto creo que me perdonará Dios. Recibiré la bendición de Dios cuando Cosette esté a mi lado. La miraré, y me consolará ver su inocencia. Es un ángel; nada sabe, hermanas mías. A su edad no se han perdido aún las alas. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5058-5058 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 14:14:39 ¿Por qué he de ser bueno para castigar a otros, y no para castigarme a mí mismo? Sería un miserable ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5061-5062 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 14:15:39 ¡Dios mío! ¡cuán fácil es ser bueno; pero cuán difícil es ser justo! ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5095-5098 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 14:20:33 San Vicente de Paúl ha descrito perfectamente la hermana de la Caridad en estas admirables palabras, en que mezcla tanta libertad con tanta esclavitud: “Tendrán por monasterio la casa del enfermo; por celda un cuarto alquilado; por capilla la iglesia de su parroquia; por claustro las calles de la ciudad o las salas de los hospitales; por reclusión la obediencia; por celosías y rejas el temor de Dios; por velo la modestia”. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5219-5220 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 15:41:59 Hay un espectáculo más grande que el del mar, y es el del cielo; hay un espectáculo más grande que el del cielo, y es el del interior del alma. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5222-5224 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 15:42:51 La conciencia es el caos de las quimeras, de las ambiciones, de las tentativas, el horno de los delirios, el antro de las ideas vergonzosas, el pandemónium de los sofismas, el campo de batalla de las pasiones. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 5325-5326 | Añadido el jueves, 8 de enero de 2015 15:59:05 Querer prohibir a la imaginación que vuelva a una idea
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Nieva sobre Edimburgo el 16 de abril de 1874. Un frío gélido azota la ciudad. Los viejos especulan que podría tratarse del día más frío de la historia. Diríase que el sol ha desaparecido para siempre. El viento es cortante; los copos de nieve son más ligeros que el aire. ¡Blanco! ¡Blanco! ¡Blanco! Explosión sorda. No se ve más que eso. Las casas parecen locomotoras de vapor, sus chimeneas desprenden un humo grisáceo que hace crepitar el cielo de acero. Las pequeñas callejuelas de Edimburgo se metamorfosean. Las fuentes se transforman en jarrones helados que sujetan ramilletes de hielo. El viejo río se ha disfrazado de lago de azúcar glaseado y se extiende hasta el mar. Las olas resuenan como cristales rotos. La escarcha cae cubriendo de lentejuelas a los gatos. Los árboles parecen grandes hadas que visten camisón blanco, estiran sus ramas, bostezan a la luna y observan cómo derrapan los coches de caballos sobre los adoquines. El frío es tan intenso que los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer estrellados contra el suelo. El sonido que emiten al fallecer es dulce, a pesar de que se trata del ruido de la muerte. Es el día más frío de la historia. Y hoy es el día de mi nacimiento. […] Fuera nieva con auténtica ferocidad. La hiedra plateada trepa hasta esconderse bajo los tejados. Las rosas translúcidas se inclinan hacia las ventanas, sonrojando las avenidas, los gatos se transforman en gárgolas, con las garras afiladas. En el río, los peces se detienen con una mueca de sorpresa. Todo el mundo está encantado por la mano de un soplador de vidrio que congela la ciudad, expirando un frío que mordisquea las orejas. En escasos segundos, los pocos valientes que salen al exterior se encuentran paralizados, como si un dios cualquiera acabara de tomarles una foto. Los transeúntes, llevados por el impulso de su trote, se deslizan por el hielo a modo de baile. Son figuras hermosas, cada una en su estilo, ángeles retorcidos con bufandas suspendidas en el aire, bailarinas de caja de música en sus compases finales, perdiendo velocidad al ritmo de su ultimísimo suspiro. Por todas partes, paseantes congelados o en proceso de estarlo se quedan atrapados. Solo los relojes siguen haciendo batir el corazón de la ciudad como si nada ocurriera.
Mathias Malzieu
Como sucedía en todas las ciudades-estado, la ciudad de Atenas tenía sus propios dioses y diosas míticas, en nombre de los cuales condenó a Sócrates «por ser culpable de negarse a reconocer a los dioses del Estado… y el castigo que merece es la muerte». Y cuando se le preguntó, como era habitual, que sugiriera un castigo alternativo, él propuso nada menos que ser alimentado por el Estado. Sócrates, en suma, eligió la razón sobre el mito y por ello fue condenado a beber la cicuta. Mil quinientos años más tarde el mundo dio un vuelco, la polis obligó a los dioses a beber la cicuta y de la muerte de esos dioses surgieron las modernas democracias.
Ken Wilber (Breve historia de todas las cosas (Sabiduría perenne) (Spanish Edition))
El 23 de Enero fue el epicentro del movimiento Tupamaro, considerado por años uno de los grupos de la izquierda armada más radicales de Venezuela. De tendencia marxista-leninista, sus dirigentes usaron pasamontañas para ocultar su rostro y su identidad hasta el 2003. Del mismo nombre que un movimiento uruguayo, había ganado la reputación de ser un grupo armado peligroso por los gobiernos que precedieron al de Hugo Chávez. Pero los Tupamaros, que se han extendido como partido político, son vistos como uno de los brazos civiles y armados del chavismo. Su lucha contra los narcotraficantes que azotan los barrios les ha grajeado no pocas simpatías. También estuvo en el centro de la polémica durante las protestas estudiantiles que conmocionaron al país al principios de 2014. La oposición los acusó de organizar actos violentos y represivos contra los manifestantes que se habían adueñado de las calles en las grandes ciudades del país. Los opositores cortaron vías con barricadas, incendiaron basura y pusieron en jaque al gobierno chavista. Y tras varios días de protesta, llegó la respuesta de los colectivos chavistas. Los videos grabados con teléfonos móviles y difundidos a través de las redes sociales mostraban hombres rompiendo cristales de los vehículos y robando sus pertenencias en las urbanizaciones opositoras del este de Caracas. También se les vio armados, disparando contra los manifestantes, según denunciaron los estudiantes y sectores de la oposición. El grupo, que nunca ha ocultado su condición armada, negó haber asesinado estudiantes y causar daños a los opositores. En su defensa salió el propio presidente, Nicolás Maduro, que les dio categoría de «grupos de paz».
David Placer (Los brujos de Chávez)
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. EFESIOS 6.12 ¿Qué era lo que realmente Pablo estaba atacando en 2 Corintios 10.4? La respuesta la dio claramente en el versículo 5: «Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios». La palabra griega es logismos, que significa opiniones, cálculos o razonamientos. Esa palabra solamente se encuentra otra vez en el Nuevo Testamento en Romanos 2.15 donde se traduce como «pensamientos» y describe el proceso de racionalización que hace una persona para dar una excusa. En otras palabras, las fortalezas que Pablo estaba describiendo aquí eran los sistemas de creencias corruptos, las filosofías siniestras, las falsas doctrinas, las cosmovisiones malignas y cualquier sistema masivo de falsedad. Obviamente, si luchamos por la verdad, las fortalezas que necesitamos demoler son los bastiones de mentiras, los malos pensamientos, las ideas malignas, las opiniones falsas, las teorías morales y las falsas religiones. Son fuertes ideológicos, fuertes filosóficos, fuertes religiosos, fortalezas espirituales hechas con pensamientos, ideas, conceptos, opiniones. En tales ciudades ideológicas, las personas pecadoras tratan de esconderse y fortificarse en contra de Dios y en contra del evangelio de Cristo. La guerra espiritual como Pablo la describe por lo tanto es ideológica más que mística. Nuestros enemigos son demoníacos, pero nuestra guerra contra ellos no se hace mandándolos, haciendo un mapa de su localización física, invocando palabras mágicas para someterlos, proclamando autoridad sobre ellos ni ninguna otra de las tácticas comunes que algunas personas utilizan cuando se refieren a «guerra espiritual». Los atacamos demoliendo sus fortalezas de mentiras.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Y al recordar los instantes vividos, se sintió vieja, muy vieja, y tuvo una revelación que, aunque no se la dijo a Adela, actuó en consecuencia. Porque, así como su sobrina tenía un presentimiento sobre el nacimiento de su hija, ella tenía uno más triste y más acorde a su edad: sentía que su existencia estaba llegando al fin y que su despedida sería en breve. Le dio pena, la vida era linda, pero también era hermosa para vivirla a pleno y ella ya no podía. Qué lástima no tener piernas ágiles para correr por el puente Vecchio como cuando era niña, qué pena no tener un cuerpo bello y ardiente para amar de nuevo a un hombre, ni tener el estómago fuerte para poder comer todas las delicias que se preparaban en la cocina de La Mamma. Si todos los que disfrutan estas cosas supieran el tesoro que tienen entre manos, no desperdiciarían su tiempo llorando por los rincones porque algo no salió bien, ni como ellos esperaban, sino que correrían por los lugares más lindos de la ciudad donde viven, amarían con fuerza a quien tienen al lado y comerían cada delicia con la pasión que se merece. Terminó su pensamiento mirando a Adela, y la vio tan joven e inexperta, que se lo dijo. Su sobrina, seguramente, no lo tenía siquiera en cuenta: —Mi niña, la vida es linda más allá de lo que nos toque vivir, existe una felicidad por simplemente vivir y no hay que perderla nunca. Nadie debe quitártela. Disfruta de tus sentidos, que para eso están, ama con fuerza. Acuérdate de esto, trasmíteselo a tu hijo… perdón a tu hija —dijo sonriendo al recordar que Adela creía que sería una niña. —Sí, tía, se lo prometo: se lo enseñaré a mi hija. Rosa sonrió.
Anonymous
DEUTERONOMIO 28 Bendiciones por la obediencia 1»Si realmente escuchas al SEÑOR tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el SEÑOR tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. 2Si obedeces al SEÑOR tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre: 3»Bendito serás en la ciudad, y bendito en el campo. 4»Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños. 5»Benditas serán tu canasta y tu mesa de amasar.
Anonymous (NVI Santa Biblia con letra roja (Spanish Edition))
Este universo es una gran ciudad en la que con una ley eterna Dios condena a los necios a hacer una guerra contra sí mismos. (...) Si algún idiota, por maldad perversa, por relajación o por pereza, o incluso por imprudencia, actuara mal, siendo reo de alta traición, ¡hágase él mismo la guerra a sí mismo!
Giambattista Vico
En la estancia de paredes grises y a media luz, se respiraba una envolvente paz. El silencio emergía de cada rincón mezclándose con una inquietante sensación de acabamiento. Olía a éter. Dima consiguió por fin abrir los ojos, su mirada celeste, ligeramente rasgada, estaba pegada a aquel techo de escayola de color hueso, no había nada de especial en él, pero su mente se mostraba demasiado perezosa como para cambiar hacia otro objetivo y dejar de contemplarlo. Entonces se dio cuenta de que apenas podía mover la cabeza. Estaba tendido sobre una superficie acolchada, una cama suave y espumosa o por lo menos eso fue lo que se le figuró. Parpadeó un par de veces para después mover las cuencas de un lado a otro, fue así como consiguió desclavar los ojos del techo y dar con la única fuente de luz de la habitación, una especie de pantalla, un cuadro grande como una pizarra iluminado por una luz en su interior. A lo lejos divisó lo que parecían fotos pegadas sobre aquella superficie y le recordó las visitas al médico cuando tenía que llevar a su madre a la ciudad para hacerse ver los pulmones. “Lo siento señor Koval, pero a su madre no le queda mucho tiempo, puede que uno seis meses, así que hágale la vida lo más placentera posible porque ya sólo resta esperar.” Cerró los ojos ante aquel recuerdo sin poder evitar una punzada lastimándole el pecho. “Es una pantalla para ver radiografías”, pensó. Con gran alivio, notó que por fin podía mover la cabeza, la levantó poco a poco y confirmó que sus sospechas eran ciertas, yacía sobre una especie de camilla plegable de superficie almohadillada y estructura de aluminio. Su cuerpo era independiente de su mente, se notaba pesado, terriblemente pesado, sin apenas energía para moverse, como si tuviera atado sendos bloques de cemento a las cuatro extremidades y se imaginó a sí mismo como una sola masa, un gran cuerpo de metro noventa hecho de piedra inerte. Quiso levantarse, pero una nausea repentina le sacudió el estómago y tuvo que volver a la posición inicial, cerró los ojos, respiró hondo y cuando intuyó que el mundo volvía a detenerse lo volvió a intentar. Levantó la cabeza con cuidado, se incorporó muy despacio y consiguió sentarse por fin. En ese momento se dio cuenta de que estaba descalzo. Sus brazos al menos volvían a obedecerle, logró girarse y sacar las piernas de la camilla para colocarlas después en el suelo. Sus manos se aferraron con firmeza a la superficie mullida de aquella cama y por un momento, ahí sentado, se vio a sí mismo como suspendido en el aire, mirando hacia el horizonte que era el otro extremo de la habitación, iluminada por el débil reflejo del negatoscopio. Fijó sus ojos en aquel rincón y distinguió otra camilla...
Marie N. Vianco (Desde el tragaluz)
El campesino se animó a preguntarle: ¿Tanto le gusta el campo? Creo que sería más útil como maestra... Carmela no se molestó y le explicó que de esa forma demostraba su espíritu revolucionario. La boca del hombre se abrió en una ancha sonrisa negra: También vienen voluntarios que son médicos, ¿por qué no trabajan en los hospitales y nos dejan los campos a nosotros? Carmela no se dio por vencida e intentó explicarle que marchaban hacia una sociedad igualitaria, verdaderamente justa, donde el trabajo físico no debía considerarse inferior al intelectual; el campo y la ciudad debían ser iguales; un maestro y un médico no son superiores a ustedes, los campesinos. El viejo encogió los hombros: Muy bonito, pero dígame: ¿yo soy igual a los comandantes? ¿Por qué no soy yo el que manda? Carmela abrió grandes los ojos y no supo qué contestar. Al
Marcos Aguinis (La pasión según Carmela)
El mensaje bíblico no es que la humanidad se divide entre el moral y el inmoral. El claro mensaje de la Biblia es que «todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3.23). No hay división entre la gente buena y la gente mala, todos somos pecadores y todos merecemos la condenación. En realidad, el incrédulo moral quizá esté en un estado peor que el pecador libertino, porque la persona moral no entiende su propia necesidad. Independientemente del nivel de moralidad externa que una persona pueda lograr, él o ella es un pecador condenado sin Cristo. Usted puede ser el fariseo más moral en Israel, el filántropo más generoso en su ciudad, el estudiante con la vida más limpia en la residencia de la universidad, el padre más bueno y más activo en la asociación de padres y maestros, o usted pudiera ser el más devoto seguidor de la última moda espiritual. Pero sin Cristo, se irá al infierno junto con los traficantes de drogas y las prostitutas. A menos que haya sido reconciliado con Dios por medio de su Hijo Jesucristo, toda la moralidad en el mundo no le ayudará.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Hubo un intento por parte de la ciudad de hacer un rastreo de contactos de personas infectadas mediante mensajes SMS. No dio resultado, porque la gente no respondía los mensajes. Ahora, la jefa de gobierno capitalina ha implementado los códigos QR en locales comerciales formales, que tampoco están teniendo el éxito esperado.
Laurie Ann Ximénez Fyvie (Un daño irreparable: La criminal gestión de la pandemia en México)
Ciudades arrasadas, campos devastados, mujeres ultrajadas, niños y ancianos calcinados entre escombros. Sangre y desolación por todas partes. Dolor y muerte en todos los caminos. El buen Dios iba a cerrar sus ojos, y mientras el buen Dios tuviera los párpados cerrados, la bestia apocalíptica de la visión de Juan iría rompiendo sus sellos a uno a uno para anegar la tierra filipina en el horror y en el espanto.
Jesús Balmori (Los pájaros de fuego)
Los ideólogos del carlismo buceaban en la Biblia como rabinos aplicados para justificar la superioridad del campo sobre la ciudad. Es fácil encontrar en los textos sagrados del cristianismo y el judaísmo alabanzas a los campesinos y denuestos a los habitantes de las ciudades, fuentes de pecado y decadencia y olvido del culto a Dios.
Sergio del Molino (La España vacía: Viaje por un país que nunca fue)
Eso dijo, que los dioses se defendiesen a sí mismos. Los hombres de la ciudad le hicieron caso y no mataron a Gedeón. Si el resto de la humanidad le hubiese hecho caso también, nos habríamos ahorrado todas las guerras de religión.
@diostuitero (La Biblia según Dios (POP CULTURA POPULAR) (Spanish Edition))
Entonces Dios tiene que buscar algún modo de acabar con esas rutinas nuestras y volver a recordarnos, como a Israel, que solo dependemos de Él; que Él nos ha creado y nos ha destinado a vivir a su lado por toda la eternidad; que las cosas de este mundo y el mundo mismo no son nuestra ciudad definitiva; que somos suyos y que debemos buscarle y acudir a Él en todo. Quizá tenga que permitir que nuestro mundo se trastoque para recordarnos que no es nuestra morada permanente ni nuestro destino final; para devolvernos la sensatez y restaurar nuestros valores; para que, una vez más, dirijamos nuestros pensamientos hacia Él, incluso aunque esos pensamientos al principio sean confusos y estén cargados de reproches. Quizá tenga que recordarnos con tremenda claridad que eso es exactamente lo que quería decirnos con esas palabras aparentemente tan simples del Sermón de la Montaña: «No estéis preocupados por vuestra vida: qué vais a comer; o por vuestro cuerpo: con qué os vais a vestir. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os añadirán».
Walter J. Ciszek (Caminando por valles oscuros: Memorias de un jesuita en el Gulag (Arcaduz nº 120) (Spanish Edition))
Vuestros hermanos, y no los españoles, han desgarrado vuestro seno". Allí explica: La destrucción de un Gobierno cuyo origen se pierde en la oscuridad de los tiempos; la subversión de principios establecidos; la mutación de costumbres; el trastorno de la opinión, y el establecimiento, en fin, de la libertad de un país de esclavos es una obra tan imposible de ejecutar súbitamente, que está fuera del alcance de todo poder humano. Allí, una vez más, cree en el Fatum: Estos perjuicios deben apreciarse con equidad y buscar su origen en las causas primitivas de todos los infortunios: la fragilidad de nuestra especie y el imperio de la suerte en todos los acontecimientos. ¡El hombre es el débil juguete de la fortuna! Allí imprime este firmísimo juramento que va precisamente contra las veleidades absurdas de la suerte: Yo os juro que, libertador o muerto, mereceré siempre el honor que me habéis hecho, sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir. Dios concede la victoria a la constancia. Bolívar, en el abismo de la desgracia, lanza su grito de rebelde irreducible y parte con sus compañeros rumbo a Cartagena, a donde arriba a mediados de septiembre de este año trágico. Llega por segunda vez a esa ciudad neogranadina en las mismas condiciones que dos años antes: derrotado y paupérrimo. No envainaré jamás la espada mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada.
Alfonso Rumazo González (Simón Bolívar (Spanish Edition))
el alma tiene tanta luz como los egos le permiten. En la medida que el ego nos aprisiona somos sus esclavos. En la medida que vencemos o dominamos a los egos, somos libres. En la medida que nos liberamos de los egos, avanzamos hacia la luz del alma, hacia la luz de los mundos internos. Es decir, somos esclavos de nuestros egos, somos víctimas de la escoria mental que defendemos con nuestra propia vida, somos víctimas de nosotros mismos y le estamos echando la culpa a todos. Todos tienen la culpa de nuestras desgracias, menos nosotros mismos. Cuando nos demos cuenta de esto despertaremos y entraremos gloriosos, con paso marcial, por las luminosas avenidas de las ciudades celestiales. Recordemos que en el libro sagrado de los cristianos se dice muy claramente que “al cielo no puede entrar nada inmundo”. Así tenemos una lista cortita, pero al fin lista, de los que no entrarán al Reino de los Cielos. Gálatas 5:19-21 “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Adolfo Sagastume (Libro de la Eternidad (Spanish Edition))
Poco después, en 1565, se fundaría en Quito el hospital de San Juan de Dios —con el nombre originariamente de «hospital de la Santa Misericordia de Nuestro Señor»—, a iniciativa del sevillano Hernando de Santillán (1519-1574), primer presidente de la Real Audiencia de Quito. El mismo Hospital atendía por igual a la población de origen español que a la indígena, incluidos los más pobres de la ciudad. Un modelo que envidiarían los habitantes de otras colonias, incluso bien entrado el siglo xx. Que se lo digan al señor Mandela.
Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))
Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta ley. DEUTERONOMIO 31.12
John F. MacArthur Jr. (El manual bíblico MacArthur: Un estudio introductorio a la Palabra de Dios, libro por libro)
Queda por constatar que el autor insiste además en el aspecto social del diatheke. Esto sirve como corrección del falso individualismo, demostrando que no podemos servir a Dios individualmente. El autor describe que los creyentes pertenecen a la familia de Dios, y esta familia se declara una tanto en el antiguo como en el nuevo diatheke, 3:2-6. Esto tiene también un aspecto escatológico en el concepto de la ciudad adonde ir. Observen la descripción de la gran asamblea escatológica en 12:22. De esta manera se afirma, con respecto a los creyentes, que no solamente se han unido en la adoración, sino que han sido incorporados a la comunidad que adora.
Geerhardus Vos (La Enseñanza de la Epístola a los Hebreos (Estudios de Dogmática Reformada nº 3) (Spanish Edition))
24 Ellos al oírlo, levantaron todos unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto en ellos se contiene; 25 el que, hablando el Espíritu Santo por boca de David nuestro padre, y siervo tuyo, dijiste: ¿Por qué se han alborotado las naciones, y los pueblos han forjado empresas vanas? 26 Se armaron los reyes de la tierra, y los príncipes se coligaron contra el Señor, y contra su Cristo. 27 Porque verdaderamente se mancomunaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes, y Poncio Pilato, con los gentiles, y las tribus de Israel, 28 para ejecutar lo que tu poder y providencia determinaron que se hiciese. 29 Ahora pues, Señor, mira sus vanas amenazas, y da a tus siervos el predicar con toda confianza tu palabra, 30 extendiendo tu poderosa mano para hacer curaciones, prodigios, y portentos en el nombre de Jesús tu santo Hijo. 31 Acabada esta oración, tembló el lugar en que estaban congregados: y todos se sintieron llenos del Espíritu Santo, y anunciaban con firmeza la palabra de Dios. 32
Félix Torres Amat (La Sagrada Biblia (Spanish Edition))
Yo me aventuro a creer, aunque lo hago reservadamente, pues no ignoro la ciudad que habito, que allá cada quien con su credo y que ojalá algún día todos los hombres comprendieran de una vez por todas que es más sensato establecer en silencio y en soledad las conversaciones con Dios, y no pregonarlas como si fueran un asunto de interés comunal
Pablo Montoya (Tríptico de la infamia)
prendiendo a Pablo y a Silas, los condujeron al juzgado ante los jefes de la ciudad; 20 y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres alborotan nuestra ciudad, son judíos; 21 y quieren introducir una manera de vida, que no nos es lícito abrazar, ni practicar, siendo como somos romanos. 22 Al mismo tiempo la plebe conmovida acudió de tropel contra ellos; y los magistrados mandaron que, rasgándoles las túnicas, los azotasen con varas. 23 Y después de haberles dado muchos azotes, los metieron en la cárcel, apercibiendo al carcelero para que los asegurase bien. 24 El cual recibida esta orden, los metió en un profundo calabozo, con los pies en el cepo. 25 Mas a eso de media noche, puestos Pablo y Silas en oración, cantaban alabanzas a Dios; y los demás presos los estaban escuchando, 26 cuando de repente se sintió un gran terremoto, tal que se meneaban los cimientos de la cárcel. Y al instante se abrieron de par en par todas las puertas; y se les soltaron a todos las prisiones. 27 En esto despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, desenvainando una espada iba a matarse, creyendo que se habían escapado los presos. 28 Entonces Pablo le gritó con grande voz, diciendo: No te hagas ningún daño, que todos sin faltar uno estamos aquí. 29 El carcelero entonces habiendo pedido luz, entró dentro; y estremecido se arrojó a los pies de Pablo y de Silas. 30 Y sacándolos a fuera, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para salvarme? 31 Ellos le respondieron: Cree en el Señor Jesús, y te salvarás tú y tu familia. 32 Y le enseñaron la doctrina del Señor a él y a todos los de su casa. 33 El carcelero en aquella misma hora de la noche llevándolos consigo, les lavó las llagas; y recibió luego el bautismo así él, como toda su familia. 34 Y conduciéndolos a su habitación, les sirvió la cena, regocijándose con toda su familia de haber creído en Dios. 35
Félix Torres Amat (La Sagrada Biblia (Spanish Edition))
Nuestro Dios no está más cerca de ti en un monte, en una ciudad o ni siquiera en una iglesia. Ningún individuo puede alejarte de su presencia.
Lisa Bevere (Sin Rival: Abraza tu Identidad y Propósito en una Era de Confusión y Comparación (Spanish Edition))
Allá por el 86 u 87 anduvo diciendo que se iba a sentir un temblor de tierra en la Ciudad de México, y le atinó de pura suerte. Luego le dio por hacer más predicciones que terminaron por no cumplirse, pero él seguía de terco con que iba a temblar en las fechas que él daba. Pues bien, en 1892 este hombre decidió que iba a contender en las elecciones federales, y hasta se autonombró “el candidato del pueblo” o quién sabe qué burrada.
Pedro J. Fernández (Yo, Díaz (Spanish Edition))
Cuando alguien le preguntaba porque era tan diferente, porque se mostraba tan reposado y porque sus ojos parecían como si absorbiesen la luz, siempre contestaba lo mismo. Se dio cuenta muy pronto que no había ningún lugar seguro; ni el jardín trasero, ni el parque, ni el porche de la entrada o la calle tranquila que bordeaba un extremo de la ciudad. No había ningún lugar seguro ni nadie que le protegiese. La infancia era una ilusión.
John Hart
Sólo en la antigua tradición occidental y, sobre todo, en la cristiandad católica, el hombre se convierte en algo grande. Debe ser personalmente humilde; pero también debe recordar, y poner en práctica, el principio de que es un ser inmortal. hecho a imagen y semejanza de Dios y rescatado con el precio de la sangre de Dios, ciudadano de una ciudad eterna, con un destino de esplendor sin límites.
Christopher Derrick (Huid del escepticismo: Una educación liberal como si la verdad contara para algo (Spanish Edition))
Hay diversidad de ministerios, hay diversidad de dones. Esta activación no será solo para los "ungidos", sino para cualquier quebrantado que anhele establecer loeterno en la tierra. Dios usará personas ordinarias, de maneras extraordinarias. Jóvenes y ancianos, que fueron perdonados y redimidos, serán activados y transformados en evangelistas de ciudades. Me quedo asombrado de cómo Dios está usando a personas que decidieron rendirse completamente a Él. No tienen mucho "currículum" eclesiástico. No saben vestirse (o disfrazarse) como la religiosidad exige. Algunos todavía tienen tatuajes de sus viejas vidas, pero Cristo ha borrado los tatuajes de sus corazones, ha olvidado sus pecados y les ha dado lámparas. Estos "viles" están avergonzando a los sabios de esta generación. Y esto es solo el comienzo. Todos aquellos que estén dispuestos a morir a sus propios deseos por amor a Cristo, darán frutos. Prepara tu lámpara y empieza a alumbrar.
Mariano Sennewald (Hijos de la intimidad: la generación que manifestará a Dios en la tierra)
frente a la élite liberal, corrupta por el egoísmo y contagiada por el individualismo, se erguía el pueblo cristiano, pobre y moral, libre de tentaciones y custodio de la identidad eterna de la patria; el Mal y el Bien. Lejos de desplomarse, el ideal que había inspirado la Ciudad de Dios de los jesuitas en Paraguay comenzaba a transmutarse
Loris Zanatta (El populismo jesuita: Perón, Fidel, Chávez, Bergoglio (Spanish Edition))
UN LOCO Es una tarde mustia y desabrida de un otoño sin frutos, en la tierra estéril y raída donde la sombra de un centauro yerra. Por un camino en la árida llanura, entre álamos marchitos, a solas con su sombra y su locura va el loco, hablando a gritos. Lejos se ven sombríos estepares, colinas con malezas y cambrones, y ruinas de viejos encinares, coronando los agrios serrijones. El loco vocifera a solas con su sombra y su quimera. Es horrible y grotesca su figura; flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, ojos de calentura iluminan su rostro demacrado. Huye de la ciudad... Pobres maldades, misérrimas virtudes y quehaceres de chulos aburridos, y ruindades de ociosos mercaderes. Por los campos de Dios el loco avanza. Tras la tierra esquelética y sequiza —rojo de herrumbre y pardo de ceniza— hay un sueño de lirio en lontananza. Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! —¡carne triste y espíritu villano!—. No fue por una trágica amargura esta alma errante desgajada y rota; purga un pecado ajeno: la cordura, la terrible cordura del idiota.
Antonio Machado (Campos de Castilla)
El cuarto punto del amilenarismo es que la Tierra Prometida es la Tierra nueva. Abraham no buscaba un pedazo de tierra que permaneciera bajo la maldición de la Caída; él buscaba una ciudad cuyo constructor y hacedor es Dios. No será hasta la nueva creación que el Abraham resucitado, con todos sus hijos glorificados, morará para siempre con Dios en la Tierra en perfecta paz.
Jeffrey D. Johnson (Los Cinco Puntos del Amilenarismo)
La incidencia de la filosofía griega en el cristianismo primitivo no tuvo reciprocidad. A los griegos que vivían en las grandes ciudades de la Hélade no les interesó el cristianismo paulino, que consideraban demasiado elemental frente a su propia y sofisticada filosofía. Calificaban al cristianismo como “fraude que se está apoderando del mundo”. Esa era la opinión que tenían del cristianismo los pocos filósofos griegos y romanos que lo conocieron. Se puede hablar de filosofía en los Evangelios del mismo modo que se habla de la filosofía implícita en una novela o en un poema o en un mito, pero no más.
Juan José Sebreli (Dios en el laberinto: Crítica de las religiones)
El chocolate estaba prohibido a los mortales. La espumosa bebida era deleite de los dioses, y sólo de ellos, hasta que uno de ellos los traicionó. Quetzalcóatl bajó desde los cielos y se vino a vivir con los toltecas, gente sufrida que se mataba trabajando. Fue él quien les regaló esa alegría: en la barba les trajo, escondidas, las cuatro semillas del cacao, que había robado a sus hermanos. Y fue adorado por los toltecas, que en el trono lo sentaron y alzaron un gran templo, en la ciudad de Tula, para darle casa. Cuando los dioses vieron que los toltecas bebían chocolate, enviaron al dios de la noche en misión de venganza. El dios de la noche se deslizó a la tierra por un largo hilo de araña, se disfrazó de mercader, se hizo amigo de Quetzalcóatl y lo emborrachó con pulque. Y los súbditos del rey de los toltecas vieron las ridiculeces que hizo y escucharon las estupideces que dijo. Quetzalcóatl despertó con tremenda cruda, boca sin saliva, cabeza de tambor. Humillado, se fue. Marchó caminando hacia la mar lejana, y allá se perdiór
Eduardo Galeano
Duda y fe: la situación del hombre ante el problema de Dios QUIEN intente hoy hablar de la materia de la fe cristiana ante personas que - ni por profesión ni por vocación - conocen desde dentro el discurso y el pensamiento eclesiales advertirá enseguida lo extraño e insólito de semejante empresa. Probablemente pronto le embargará la sensación de que su situación es descrita de forma muy certera en el conocido apólogo de Kierkegaard sobre el payaso y el pueblo en llamas, que Harvey Cox ha retomado hace poco en su libro La ciudad secular'. Este relato cuenta que un circo en Dinamarca se incendió. En vista de ello, el director mandó al payaso, que ya estaba vestido y maquillado para su actuación, al pueblo vecino a buscar ayuda, sobre todo teniendo en cuenta que existía el peligro de que el fuego se propagara también al pueblo a través de los secos campos ya cosechados. El payaso corrió al pueblo y pidió a sus habitantes que acudieran lo antes posible al circo en llamas y les ayudaran a extinguir el incendio. Pero los vecinos de aquel pueblo creyeron que los gritos del payaso no eran sino un magnífico truco publicitario para atraerlos a la representación en el mayor número posible; aplaudían y hasta lloraban de risa. El payaso, en cambio, tenía más ganas de llorar que de reír; en vano trató de persuadir a aquellas gentes, de explicarles que no se trataba de una simulación ni de un truco, que la situación era muy seria, que el circo se estaba quemando de veras. Sus súplicas no hacían más que alimentar la risa de los vecinos; la opinión general era que el payaso estaba representado su papel a la perfección... hasta que, de hecho, el incendio llegó por fin al pueblo y ya era tarde para cualquier tipo de ayuda, de suerte que tanto el pueblo como el circo fueron pasto de las llamas.
Pope Benedict XVI (Fe y ciencia. Un diálogo necesario (Presencia Teológica nº 183) (Spanish Edition))
Demonio que has perdido definitivamente tu trompeta. ¿Qué más te daba? Un ángel se rompió en mil pedazos al nacer tu desdicha, un ángel guardián de tu pobre infancia. Yo sé que entonces alimentabas tu curiosidad palpando el ojo moreno de un adolescente, el anillo encantado, allí donde más tarde habrías de repasar día a día tu lengua maligna. Arcángel anal, ojo de Dios persignando tus vicios. ¿Qué más te daba? Has sido la Diabla en los abismos de la Alameda en esas noches donde aparece un hombre muerto a puntapiés, en el infierno de esta ciudad conventual. Has sido máquina de cardar tu lana sodomita, tu lengua mordaz en mi cuerpo. Ahora, en cambio eres Ángel de luz, ángel de tercera, pues navegas suavemente entre flores de sedas como las novias de Chagall, mientras tu funeral prosigue con ritmo de adoración.
Javier Vásconez (Angelote, amor mío)
Es una de las ciudades más bellas del mundo —le dijo Max refiriéndose a Cracovia. Ella le dio la razón en cuanto llegaron a la ciudad, pero le impresionó
Julia Navarro (Dime quién soy)
Traté de imaginar que había hombres que dejaban transcurrir su vida —su única vida— encerrados entre los muros de una casa y las estrechas calles de una ciudad sin ver jamás ponerse el Sol sobre la raya azul del mar y me dije que debía existir un infierno especial para los que, incapaces de ver lo que Dios creó, permanecen ciegos y sordos ante la inmensa maravilla de la naturaleza
Alberto Vázquez-Figueroa
La idea de que el hombre en su yo interior es idéntico al yo del universo (“Yo soy Aquél”), esa idea, impregna tan profundamente todo el pensamiento indo, que comúnmente se designa al hombre como: “la ciudad divina de Brahma”, “la ciudad de las nueve puertas”, y se dice “que Dios reside dentro de su corazón”. “No hay más que una manera de ver el Ser indemostrable, eterno, inmaculado, más elevado que el éter, sin nacimiento, la gran Alma eterna... Esa gran Alma, sin nacimiento, es la misma que reside como alma inteligente en todas las criaturas vivas, la misma que mora como el éter en el corazón.  ¡En él duerme!  A ella están sometidas todas las cosas; es el Soberano Señor de todas ellas. No puede acrecentarse por las buenas obras ni disminuirse por las malas.  Quien todo lo gobierna es el Soberano Señor de todos los seres, el conservador de todos, el puente y el soporte de los mundos que les impide caer y destruirse
Annie Besant (La sabiduría antigua (Spanish Edition))
¿Pero un Papa no descansa? ¿No necesita momentos de soledad? —Ayer a la tarde sentí que necesitaba aislarme, apagué todo y me quedé solo rezando en un sillón de mi escritorio. No fue únicamente un momento de oración, sino de relajación física que me dio mucha paz. A veces salgo al patio y me quedo un rato solo porque necesito un poco de la soledad. Sin esos momentos no podría soportar estar todo el tiempo en el escenario. Pero no me gusta tomar vacaciones. La última vez fue en el verano de 1975 cuando vivía en Buenos Aires. Fui con mi comunidad jesuita a la ciudad balnearia de Mar del Plata. Al año siguiente decidí no ir porque presentía que se avecinaba un golpe militar con graves consecuencias y preferí permanecer en la sede de la Compañía de Jesús. En esa ocasión me di cuenta de que podía sistematizar las vacaciones de otra manera: más oración, más lectura, más música, más silencio aprovechando que todos están afuera. Le tomé el gusto a ese tipo de vacaciones. —
Sergio Rubín (El pastor: Desafíos, razones y reflexiones de Francisco sobre su pontificado)
¿Fue la Logia Lautaro una organización masónica? ¿Fue San Martín un masón? La respuesta definitiva la dio el estudioso del tema Emilio Corbière quien investigó que “fue iniciado en la Logia Integridad de Cádiz, afiliándose a la Logia Caballeros Racionales N° 3 de dicha ciudad. Allí recibió el tercer grado de la masonería simbólica, o sea el de Maestro Masón, el 6 de mayo de 1808. Participó después, junto con Alvear, de la fundación de la Logia Caballeros Racionales N° 7 de Londres [...] Cuando el Libertador fue designado general en jefe del Ejército de los Andes por decreto del 1 de agosto de 1816, casi simultáneamente fundaba la Logia Ejército de los Andes y asumía el cargo de Venerable Maestro”. Si alguien necesita otra prueba mayor que la famosa medalla con que lo honra la masonería belga, basta con que constate que el mausoleo de San Martín está fuera del perímetro de la Catedral Metropolitana, aunque desde su interior no lo parezca. Ello fue resultado de una penosa negociación porque las autoridades eclesiásticas negaban a los masones, excomulgados de hecho, el derecho a ser enterrados cristianamente.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios».
Miguel Ruiz (La Maestría del Amor (Un libro de la sabiduría tolteca))
Si yo fuese un buen hombre de negocios y me preocupase un poquito por mis biznietos nonatos, cosa que no hago, reuniría toda la basura y los automóviles desechados, peinaría los basureros de la ciudad y amontonaría esos restos en montañas y lo rociaría todo con esa sustancia que utiliza la Marina en los barcos contra la polilla. Al cabo de cien años se permitiría a mis descendientes abrir la puerta de acceso a este tesoro oculto y serían los reyes de las antigüedades del mundo. Si los cachivaches maltrechos, agrietados y rotos de los que nuestros antepasados intentaron librarse dan hoy tanto dinero, pensad lo que valdrá en el futuro un Oldsmobile de 1945 o una tostadora de 1960… o una batidora Waring… ¡las posibilidades son infinitas, Dios mío! Cosas que tenemos que pagar para que se las lleven podrían producir fortunas.
John Steinbeck (Travels with Charley: In Search of America)
Rojo, ¿Por qué rojo? Hay cientos de colores y en cientos de ciclos el rojo no ha significado nunca nada nuevo. Guerra, sangre, vísceras. Los campamentos de los caníbales son rojos, las murallas de las ciudades del Dios Sol son rojas. El rojo siempre es malo, es muerte eviscerada y decapitada, regando piedras con sangre de aorta, de carótida. Y allí te diriges, aunque podrías dan un rodeo. No tienes prisa y lo haces igualmente, cerda estúpida y egoísta incapaz de pensar en todo lo que hay en juego. Vas a morir y te vas a quedar aquí adornando el lugar con tu mierda de cuerpo mientras todos mueren, maldita asquerosa egoísta.
Carlos Ruiz Santiago (Salvación Condenada (Mundo Subterráneo, #1))
Martín Lutero nació el 10 de noviembre de 1483 en el pueblo de Lutherstadt Eisleben, en la antigua Sajonia. Ese mismo año, en la ciudad castellana de Burgos, venía al mundo el fraile dominico Francisco de Vitoria. Ambos fueron profesores de Teología —sostenían que Dios es la fuente de todo poder—, pero, mientras el sajón afirmaba que el pueblo no tiene derecho a rebelarse contra el rey (la autoridad), el monje español reivindicaba lo contrario cuando el monarca no sigue los dictados del bien común. Paradójicamente, el «Tribunal de la Historia» ha considerado que la Iglesia alemana está en el origen de la democracia; todo lo contrario que la española, a la que se ha situado en el origen del autoritarismo.
Marcelo Gullo (Nada por lo que pedir perdón. La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España)
Era el instante de una sacra violencia, de alzar a los campos y a los pueblos, a las villas y a las ciudades, de levantar el grito, de ponerlo en el cielo y confiarlo al cielo y rogando a Dios esgrimir el mazo.
Rafael García Serrano (Plaza Del Castillo)
Hija mía, quiero que seas mi discípula y compañera. Yo seré tu maestra. Pero advierte que me has de obedecer con fortaleza y desde este día no se ha de reconocer en ti resabio de hija de Adán. Mi vida y las obras de mi peregrinación y las maravillas que obró el brazo poderoso del Altísimo conmigo, han de ser tu espejo y arancel de tu vida.
Mary of Agreda (Mística Ciudad de Dios. TOMO I (Spanish Edition))
Levántate del polvo y sacude y despide todo lo terreno y momentáneo y llégate a lo celestial. Niégate a ti misma con todas las operaciones de la fragilidad humana y con la verdadera luz que tienes de las que hizo mi Hijo santísimo y yo también a su imitación; contempla este ejemplar y remírate en este espejo, para componer la hermosura que quiere y desea en ti el sumo Rey (Sal 44, 12).
Mary of Agreda (Mística Ciudad de Dios Tomo II)
343.​“La doctrina que ahora te doy, sea que, pues yo con liberal piedad te elegí por mi discípula y compañera, siendo tú pobre y desvalida, trabajes con todas tus fuerzas en imitarme en un ejercicio que hice toda mi vida después que nací al mundo, sin omitirle día ninguno, por más cuidados y trabajos que tuviese. El ejercicio fue que cada día en amaneciendo me postraba en presencia del Altísimo, y le daba gracias y alababa por su ser inmutable y perfecciones infinitas, y porque me había creado de la nada; y reconociéndome creatura y hechura suya le bendecía y adoraba, dándole honor, magnificencia y divinidad, como a supremo Señor y Creador mío y de todo lo que tiene ser. Levantaba mi espíritu a ponerle en sus manos y con profunda humildad y resignación me ofrecía en ellas, y le pedía hiciese de mí a su voluntad en aquel día y en todos los que me restasen de mi vida y me enseñase lo que fuese de mayor agrado suyo para cumplirlo. Esto repetía muchas veces en las obras exteriores de aquel día, y en las interiores consultaba primero a Su Majestad, y le pedía consejo, licencia y bendición para todas mis acciones.
Mary of Agreda (Mística Ciudad de Dios. TOMO I (Spanish Edition))
Pero ni el más recalcitrante de aquellos cascarrabias con ganas de protestar habría entendido nuestros conceptos modernos de «inmigrantes ilegales» o «sin papeles». Es un hecho que la población se movía a lo largo y ancho de los territorios romanos como nunca antes: comerciantes, militares, administradores y burócratas, traficantes de esclavos, provinciales ricos con sueños de éxito en la capital. Había ciudadanos de clase alta en Britania procedentes del norte de África. Cada año, gobernadores y altos funcionarios eran enviados a destinos lejanos. Las legiones se formaban con soldados de todas las procedencias. Incluso los más desposeídos se sumaban al flujo de las migraciones. La moraleja de una fábula decía: «los pobres, al ser más ligeros de equipaje, con facilidad pasan de una ciudad a otra». Los emperadores estaban obsesionados con la iconografía global, de la que hacían propaganda. Se proclamaba que Roma no era solo la dominadora del mundo, sino también la patria común de toda la humanidad; la gran ciudad mundial, la cosmópolis realizada, capaz de ofrecer acogida en su interior a todas las gentes dispersas por geografías lejanas. Este ideal encontró tal vez su expresión más característica en el pomposo y adulador Encomio del rétor Elio Arístides: «Ni el mar ni todas las distancias de la tierra impiden obtener la ciudadanía, y aquí no hay distinción entre Asia y Europa. Todo está abierto para todos. En Roma, nadie que sea digno de confianza es extranjero». Los filósofos de la época insistieron en que el imperio realizaba el sueño cosmopolita heredado del helenismo. Con su Constitutio antoniniana, del año 212, Caracalla dio culminación jurídica a estas ideas. Por lo demás, no ha dejado un gran recuerdo como gobernante. Caprichoso y homicida, acabó asesinado a los veintinueve años por uno de sus guardaespaldas mientras meaba en la cuneta de una calzada en Mesopotamia
Irene Vallejo (El infinito en un junco)
Yo llevaré la voz cantante y vosotros el estribillo con lúgubre ritmo de allegretto. (Copla) Vino la guerra. y para hacer obuses y torpedos los soldados iban recogiendo todos los hierros viejos de la ciudad. Y Pedro, el Gran Conserje Pedro, le dijo a un soldado: Tomad esto… y le dio las llaves del templo. ... Pedro, Pedro, el gran Conserje Pedro, amigos de soldados y banqueros. (Copla) Y ahora tenemos que ir al cielo dando un gran rodeo por el camino del infierno, cavando un largo túnel en el suelo y preguntando a las raíces y a los topos, porque ya no hay campanas ni espadañas, Pedro, y los pájaros… todos tus pájaros se han muerto.
León Felipe (Nueva Antología Rota)
sobre la estela verde que segregó el gusano, sobre el sudor oscuro que vertieron sus glándulas, sobre su llanto ciego de semilla y de feto, sobre los restos de su capullo y su sarcófago, sobre la ganga adámica de su morada mística, sobre el cascarón roto de su bóveda abierta y sobre los escombros de su Iglesia podrida levantaremos un día nuestra casa, nuestra ciudad y nuestro vuelo. ¡Dios nos guía! Porque el gusano no es cuento, narradores de cuentos, es un signo… un sueño… un sueño alegre que empezamos a descifrar.
León Felipe
Invocación: Señor Dios Todopoderoso, aquí estamos en la Tierra. Invocamos tu presencia con nosotros. Oh, Señor Dios, que tu manto descienda sobre nosotros ahora. Restaura en nosotros la promesa interior que te hicimos a Ti, a nuestra llama gemela, a nuestro Yo Superior. Llévanos a unirnos contigo por medio de las huestes angélicas a quienes desde el principio ordenaste como nuestros cuidadores en el viaje por este lejano planeta llamado Tierra. En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre Divina, llamo ahora al Arcángel Miguel, al Arcángel Jofiel, al Arcángel Chamuel, al Arcángel Gabriel, al Arcángel Rafael, al Arcángel Uriel, al Arcángel Zadquiel, a todas las arcangelinas y a todos los serafines y querubines de Dios. Recorred ahora esta ciudad. Recorred todas las ciudades de la Tierra. Que vuestra luz —la luz de Dios que en vosotros está— sea llevada ahora a todos aquéllos que desean corregir las cosas. Ayuda a todos los que desean acercarse a Ti, oh Dios, para poder razonar juntos, para que juntos podamos ser parte de la resolución de los problemas del planeta. Oh, Dios, envía Tus legiones para la conversión de nuestro corazón al Amor Divino, a la Luz interior, al Atmán que mora en nuestro pecho. Oh, Dios, pedimos el cese de la guerra. Pedimos el cese del hambre en todas partes. Que no haya un solo niño con hambre en la Tierra, un niño abandonado. Oh, santos ángeles de Dios, os pedimos que cuidéis de ellos. Por lo tanto, en este momento en que nuestro corazón está en contacto contigo con el más puro Amor Divino, te pedimos que recibas nuestras oraciones muy personales, que ahora ofrecemos [por favor, ofrece tus oraciones personales en este momento
Elizabeth Clare Prophet (Angeles de la guia (Spanish Edition))
Quizá me siento culpable porque no pertenezco por completo a la ciudad. Las tardes de los días de fiesta cuando toda la familia reía después del almuerzo en el piso de mi abuela con la alegría de los licores o la cerveza, o dando vueltas por la ciudad en el coche del padre de alguno de mis amigos ricos del Robert Collage un lluvioso día de otoño, o caminando por las calles las tardes de primavera, se alzaba en mí la idea, no, la idea no, más que una idea, un instinto animal, de que era una persona sin valor, que no pertenecía a ningún sitio, así que me equivocaba, así que debía alejarme de toda esa gente; y al mismo tiempo me provoca un profundo sentimiento de culpabilidad porque rehúyo la sensación de comunidad que me ofrece la ciudad, el ambiente fraternal y solidarios, la mirada que todo lo ve y todo lo perdona de Dios y eso significa quedarme solo
Orhan Pamuk (Istanbul: Memories and the City)
—Entonces, ¿es cierto? —se atrevió a preguntar Ganoes. —¿El qué? —La Primera Espada del Imperio. Dassem Ultor. Nos enteramos en la capital, antes de partir. Dicen que ha muerto. ¿Es verdad? ¿Ha muerto Dassem? El hombre pareció dar un respingo a pesar de lo inquebrantable de su mirada, puesta aún en el distrito del Ratón. —Así es la guerra —musitó entre dientes, como si hablara consigo mismo. —Sirves en el Tercero. Creí que el Tercero se hallaba destacado con él, en Siete Ciudades. En Y'Ghatan… —Por el aliento del Embozado. Aún buscan su cadáver en las ruinas ardientes de esa condenada ciudad, y aquí estás tú, hijo de mercaderes, a tres mil leguas de distancia de Siete Ciudades, con una información que se supone que sólo unos pocos poseen. —Siguió sin volverse—. No conozco tus fuentes, pero te aconsejo que no compartas con nadie esa información. Ganoes se encogió de hombros. —Dicen que traicionó a un dios.
Steven Erikson (Gardens of the Moon (Malazan Book of the Fallen, #1))
«El pendejo de Bolívar», me dijo. «¿Qué?». «Creo que Bolívar pasó por San Carlos y se dio unos coñazos. Esa es la gloria de la ciudad»
Eduardo Sánchez Rugeles (Blue Label/ Etiqueta Azul)
¿Y por qué un Dios pondría un pesado cráneo arriba de una delgada columna de vértebras? ¿Para fatigar al Homo erectus, para hacerle casi imposible el equilibrio? Me lo pregunté desnudo ante un espejo largo. El ruido de la ciudad se colaba en mi estudio por la ventana abierta. ¿Por qué le colocaría entre los dos intestinos un apéndice, que únicamente se hace notar cuando se inflama y debe extirparse? ¿Para enriquecer a los cirujanos? ¿O para qué pondría ojos frontales en el mayor depredador del planeta, y no laterales, con una visión periférica? Ahí estaba yo, un compendio de diseño errado. Otra prueba de la inexistencia de Dios. Como cada forma viva, apenas suficientemente mal construido como para poder sobrevivir.
Sabina Berman (el dios de darwin)
El Infierno, que llevamos en nosotros, corresponde al Infierno de nuestras ciudades, nuestras ciudades estan a la medida de nuestros contenidos mentales, la voluntad de muerte preside al furor de vivir y no alcanzamos a distinguir cual nos inspira, nos precipitamos sobre los trabajos recomenzados y nos jactamos de elevarnos a las cimas, la desmesura nos posee y sin concebirnos a nosotros mismos, seguimos edificando. Pronto el mundo no sera mas que un astillero, donde igual que las termitas, miles de ciegos, afanados en perder el aliento, se afanaran, en el rumor y en el hedor, como unos automatas, antes que despertarse, un dia, presos de la demencia y de degollarse unos a otros sin lasitud. En el universe, donde nos hundimos, la demencia es la forma que tomara la espontaneidad del hombre alienado, del hombre poseido, del hombre rebasado por los medios y convertido en esclavo de sus obras. La locura incuba desde ahora bajo nuestros inmuebles de cincuenta pisos, y a pesar de nuestros intentos por desenraizarla, no llegaremos al punto de reducirla, ella es este dios nuevo que no sosegaremos incluso rindiendole una especie de culto: es nuestra muerte la que incesantemente reclama todo.
Albert Caraco (Kaos'un Kutsal Kitabı)
También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. LUCAS 18.1 Normalmente no pensamos que la oración es un trabajo. Tendemos a pensar que es algo inactivo. Pero no lo es. La oración es esfuerzo y es el primero y más importante trabajo de todo ministerio. La oración por sí misma es, después de todo, un reconocimiento implícito de la soberanía de Dios. Sabemos que no podemos cambiar los corazones de las personas y por eso oramos para que Dios lo haga. Sabemos que es Dios el que añade a su iglesia, por eso ahora oramos para que sea el Señor de la cosecha. Sabemos que «Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia» (Salmos 127.1). La oración es esfuerzo, no hay duda de ello. Es difícil mantenerse enfocado. No es fácil interceder por los demás. Pero el líder sabio no será negligente a esa primera tarea del negocio. Nada, sin importar lo vital que parezca, es más urgente. Y, por lo tanto, no debemos permitir que algo se interponga entre la oración y un plan agotador. Mi consejo es comenzar cada día con un tiempo específico de oración. No permita que las interrupciones o las citas le distraigan su primera prioridad. Busque al Señor cuando la mente está fresca. La oración ya es difícil sin tener que agregarle una mente fatigada. No desperdicie sus horas más brillantes haciendo cosas menos importantes. Pero tampoco limite las oraciones a las mañanas «orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Efesios 6.18).
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
Con todo, puede argumentarse con precisión que para entender todo esto –quién es Dios, por qué necesitamos salvación, qué hizo para salvarnos– debemos conocer las enseñanzas básicas de toda la Biblia. J. Gresham Machen, por ejemplo, se refiere a las doctrinas bíblicas de Dios y el hombre como las «presuposiciones del evangelio».10 Esto quiere decir que es totalmente necesario entender las doctrinas de la Trinidad, la encarnación de Cristo, el pecado original y el pecado en general.. Si no entendemos, por ejemplo, que Jesús fue no solo un hombre bueno, sino la segunda persona de la Trinidad, o si no entendemos lo que significa la «ira de Dios», es imposible comprender lo que Jesús hizo en la cruz.
Timothy J. Keller (Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad (Center Church) (Spanish Edition))
La renovación del evangelio es una recuperación del evangelio que cambia la vida. La renovación personal del evangelio significa que se experimentan de verdad las doctrinas del pecado y la gracia del evangelio, y no simplemente se las conoce intelectualmente. Esta renovación personal implica una mayor conciencia y convicción del pecado propio y la alienación de Dios y se produce cuando vemos en nosotros mismos niveles más profundos de justificación propia, incredulidad y arrogancia moral nunca antes vistos.
Timothy J. Keller (Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad (Center Church) (Spanish Edition))
Historia de balcones I A partir del sábado 7 de marzo de 1835 y por 6.177 días (hasta el martes 3 de febrero de 1852), Juan Manuel de Rosas fue gobernador de la provincia de Buenos Aires. Además, fue el encargado de las Relaciones Exteriores de todas las provincias que integraban la Confederación Argentina. Por lo tanto, en él confluían los dos gobiernos, el provincial y el nacional. Al caer Rosas y sancionarse la Constitución en 1853, la unidad se había perdido y el país ya estaba partido en dos: Buenos Aires por un lado y la República Argentina (las trece provincias restantes) por el otro. Así sería hasta 1860, el año en que Buenos Aires se integró al resto. Este quiebre era apenas el comienzo de las discordias, porque pronto brotaron los conflictos de jurisdicción: el presidente administraba los destinos de toda la Nación desde una provincia que tenía un gobernador con poder supremo sobre su territorio. En ese escenario, el primer mandatario del país pasaba a ser un huésped del gobernador bonaerense. El primer presidente que vivió esa situación fue Bartolomé Mitre, pero no fue traumática por el hecho de que antes de asumir la presidencia era gobernador de Buenos Aires y su lugar lo ocupó el presidente provisional del Senado. En cambio, en el transcurso del mandato de Sarmiento hubo cruces con el gobernador bonaerense Emilio Castro (aquel que le dio sus tierras en Almagro a Floro Madero para que las rematara). Uno de los conflictos tuvo lugar en medio de un acto al que tanto Sarmiento como el gobernador Castro concurrieron con sus respectivos carruajes y los dos ordenaban a sus cocheros pasarse para tomar la delantera. Cada uno consideraba que el protocolo le daba prioridad. Y así fue cómo un simple acto se convirtió en una carrera de carrozas. Otro de los enfrentamientos se dio el 2 de enero de 1870, con motivo del desfile de las tropas que habían combatido en la Guerra del Paraguay. Durante los últimos días de diciembre de 1869 se habían organizado los detalles de la bienvenida. Los veteranos desembarcados se formarían en el largo muelle de Viamonte y la Alameda (es decir, Alem). Iban a desfilar por Alem hacia la Plaza de Mayo; luego, pasando por la puerta de la catedral, por Rivadavia hasta Maipú, y por esta rumbo a Retiro, a los cuarteles que los albergarían. Para Sarmiento era una complicación porque la Casa Rosada no tenía balcón y él necesitaba estar en un lugar en el cual sobresaliera para que se le rindieran honores. En cambio, el edificio del gobierno bonaerense, que se hallaba junto al Cabildo en el espacio que ahora ocupa la Avenida de Mayo, tenía una ubicación privilegiada. El gobernador Castro invitó a Sarmiento a presenciar el desfile desde los balcones del municipio. El sanjuanino respondió que era un acto nacional, que él mismo debía presidirlo y no podía ser huésped de nadie. Incluso le pidió al gobernador que le cediera el edificio a la Nación para que Sarmiento invitara a quien quisiera. El gobierno provincial se excusó alegando que ya había cursado las participaciones a los vecinos ilustres. El 1° de enero de 1870, una numerosa cuadrilla construyó un estrado de madera junto a la Recova (que cortaba a la actual Plaza en dos). Ese sería el palco oficial. Las tropas llegaron por la noche. Se resolvió que aguardaran en los barcos hasta el amanecer. Al día siguiente, pocos minutos antes de que se iniciara el apoteótico desfile —Buenos Aires era celeste y blanca, nunca se habían visto tantas banderas argentinas adornando la ciudad—, Sarmiento ordenó un cambio de ruta. Las tropas, entonces, ingresaban a la Plaza de la Victoria y no bien cruzaban el arco principal de la Recova, viraban hacia la derecha, abandonaban la Plaza y tomaban por Reconquista hacia Retiro. Esto hizo que el balcón del gobernador Castro, plagado de invitados, quedara fuera del recorrido. Tuvieron que contentarse con ver a los veteranos a cien metros de distancia. Para evitar com
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De este modo, por un lado, el matrimonio vive de los otros sacramentos, porque en ellos se contiene el lenguaje definitivo del cuerpo, en su dimensión colmada, a partir del cuerpo eucarístico de Jesús. Por otro lado, los demás sacramentos miran al matrimonio, pues a través de él entra en la economía sacramental el cuerpo creatural e histórico[68]. Todos los sacramentos, en torno a la Eucaristía, son sacramentos del nuevo cuerpo, del cuerpo futuro que se hace ya presente en el mundo. El matrimonio, por su parte, testimonia cómo ese cuerpo nuevo asume en sí el cuerpo antiguo, preserva su lenguaje, lo lleva a consumación. Solo la circularidad entre los dos polos, salvando siempre la primacía eucarística, permite el equilibrio de todo el edificio sacramental. A esta luz, no extraña que algunos hayan visto en el matrimonio uno de los sacramentos principales, según decía en el siglo XII Hildeberto de Labardin: «Tres son por tanto los sacramentos en la ciudad de nuestro Dios, porque precedieron a los otros en el tiempo, y tienen el principado en la restauración de los Hijos de Dios»; nuestro autor alude al matrimonio, el bautismo y la Eucaristía[69]. Los medievales hablarían del triple cuerpo de Cristo: primero, el cuerpo que asumió en su vida terrena, muerto y resucitado, cuerpo que ascendió finalmente al cielo; después, el cuerpo de la Iglesia, un solo cuerpo con Jesús; por último, el cuerpo de la Eucaristía, que se ofrece sobre el altar[70]. Hemos visto que la institución del matrimonio se realiza en la conjunción de estos tres cuerpos, en cuanto asumen y no desechan el lenguaje del principio, al par que lo acendran y transfiguran.
José Granados (Una sola carne en un solo espíritu (Pelícano) (Spanish Edition))
Es suficiente presentar la verdad de la Palabra de Dios al pueblo. Las noticias alarmantes son perjudiciales para el progreso de la obra
Ellen Gould White (La evangelización de las ciudades)