“
a en
la tierra sangrada del patio de los naranjos,
la recalentamos con incendio de canelos y piedras
ardientes,
embelleciéndola con hojas de nalca como a una
desnuda y feliz muchacha, a la cual
cantando le echamos choros, perdices,
locos, cabezas de chancho, malayas de buey
y ternera, patos, pavos, gansos, longanizas,
queso, criadillas, corvinas y sardinas,
sellándola y besándola como a una tinaja
de mosto, colocándole una gran centolla
en toda la boca
e invitando como aguinaldo al curanto a la
población de La Cisterna
”
”