Cabo Verde Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Cabo Verde. Here they are! All 9 of them:

“
Yo podría repetir «Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti» hasta que me salgan canas verdes, pero no podré realmente llevarlo a cabo hasta que ame a mi prójimo como a mí mismo. Y no puedo aprender a amar a mi prójimo como a mí mismo hasta que no aprenda a amar a Dios. Y no puedo aprender a amar a Dios salvo aprendiendo a obedecerle. Y así, como ya os lo advertí, llegamos a algo más interior… de los asuntos sociales a los asuntos religiosos. Porque el rodeo más largo es el camino más corto a casa.
”
”
C.S. Lewis (Mere Christianity)
“
What if I were born in Brazil? Brazilian society recognizes an even wider range of identities for people who are neither white (branco) nor black (preto). In the 1950s, anthropologist Harry Hutchinson found eight in-between categories in the community of Reconcavo, located in northeastern Brazil, ranging from Cabo verde (“lighter than the preto but still quite dark, but with straight hair, thin lips, and narrow, straight nose”) to Moreno (“light skin with straight hair, but not viewed as white”).54 I probably would have been classified as pardo, designating mulattoes who are the children of the union of pretos and brancos. Of course, my genetic makeup remains the same no matter where I was born. But my race, along with all the privileges and disadvantages that go with it, differs depending on which country I am born in or travel to, because race is a political category that is defined according to invented rules.
”
”
Dorothy Roberts (Fatal Invention: How Science, Politics, and Big Business Re-create Race in the Twenty-First Century)
“
El otoño es mi estación favorita del año —dijo él al cabo de un rato—. No es que yo esté tonteando o algo así… pero me gustan las hojas cuando se tornan rojas y anaranjadas. Son hermosas a la luz de la luna, pero más concretamente, se trata de una transformación imposible. El verde de la primavera y el verano son sólo una sombra de la identidad auténtica de los árboles, y todo ese color cuando las noches se vuelven frías es un milagro cada vez que pasa. Es como si compensaran la pérdida del calor con todo su fuego. Me gusta el Otoño… —(...)—. Tú eres así. Eres hermosa y ardes llena de colorido, y ya es hora de que salgas a la luz. Así que digo… Autumn.
”
”
J.R. Ward (Lover Reborn (Black Dagger Brotherhood, #10))
“
Mi sentido de la iniciativa, la cualidad que me había llevado a ser lo que era, estaba agonizando poco a poco. Las dosis mínimas de alcaloides me paralizaban la voluntad, pero peor aún era esa sensación de impotencia y desesperanza. Pensaba ya que así era el mundo, que nunca cambiaría, que al fin y al cabo esto no era tan terrible, que uno siempre podía entrar en trance ante una hermosa pantalla o emborracharse con Gaseosa, o probar una de esas cápsulas verdes que pasaban de mano en mano con diversas consignas. Los muchachos esperarían con agrado el día de cobro.
”
”
Frederik Pohl (The Space Merchants (The Space Merchants, #1))
“
Yo soy vasco. [...] Allá en Guipúzcoa, mi tierra, hay buenos prados, hermosas montañas verdes y jugosas manzanas. Hay agua fresca y abundante, pero todo es una bella trampa. Allí se nace y se muere y siempre se irá uno de esta vida con el desconsuelo de algo. Quizá sea el desconsuelo del tiempo. Por eso mi tierra da buenos marinos. Los vascos se echan al mar porque necesitan palpar el tiempo y el tiempo se palpa en el mar o... aquí, en estos horizontes siempre abiertos y vacíos, en estas llanuras muertas y presentes cada mañana. Un mar, al fin y al cabo, un mar de lavas y arenas.
”
”
Rafael Arozarena (MararĂ­a)
“
I Now Pronounce You Dead On the night of his execution, Bartolomeo Vanzetti, immigrant from Italia, fishmonger, anarchist, shook the hand of Warden Hendry and thanked him for everything. I wish to forgive some people for what they are now doing to me, said Vanzetti, blindfolded, strapped down to the chair that would shoot two thousand volts through his body. The warden’s eyes were wet. The warden’s mouth was dry. The warden heard his own voice croak: Under the law I now pronounce you dead. No one could hear him. With the same hand that shook the hand of Bartolomeo Vanzetti, Warden Hendry of Charlestown Prison waved at the executioner, who gripped the switch to yank it down. The walls of Charlestown Prison are gone, to ruin, to dust, to mist. Where the prison stood there is a school; in the hallways, tongues speak the Spanish of the Dominican, the Portuguese of Cabo Verde, the Creole of Haiti. No one can hear the last words of Vanzetti, or the howl of thousands on Boston Common when they knew. After midnight, at the hour of the execution, Warden Hendry sits in the cafeteria, his hand shaking as if shocked, rice flying off his fork, so he cannot eat no matter how the hunger feeds on him, muttering the words that only he can hear: I now pronounce you dead.
”
”
By MartĂ­n Espada for Sacco and Vanzetti, executed August 23, 1927
“
Mujer negra Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar. La noche, no puedo recordarla. Ni el mismo océano podría recordarla. Pero no olvido el primer alcatraz que divisé. Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales. Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral Me dejaron aquí y aquí he vivido. Y porque trabajé como una bestia, aquí volví a nacer. A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir. Me rebelé. Su Merced me compró en una plaza. Bordé la casaca de su Merced y un hijo macho le parí. Mi hijo no tuvo nombre. Y su Merced murió a manos de un impecable lord inglés. Anduve. Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes. Bogué a lo largo de todos sus ríos. Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí. Por casa tuve un barracón. Yo misma traje piedras para edificarlo, pero canté al natural compás de los pájaros nacionales. Me sublevé. En esta tierra toqué la sangre húmeda y los huesos podridos de muchos otros, traídos a ella, o no, igual que yo. Ya nunca más imaginé el camin a Guinea. ¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a Madagascar? ¿O a Cabo Verde? Trabajé mucho más. Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza. Aquí construí mi mundo. Me fui al monte. Mi real independencia fue el palenque y cabalgué entre las tropas de Maceo. Sólo un siglo más tarde, junto a mis descendientes, desde una azul montaña. Bajé de la Sierra Para acabar con capitales y usureros, con generales y burgueses. Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos. Nada nos es ajeno. Nuestra la tierra. Nuestros el mar y el cielo. Nuestras la magia y la quimera. Iguales míos, aquí los veo bailar alrededor del árbol que plantamos para el comunismo. Su pródiga madera ya resuena.
”
”
Nancy MorejĂłn
“
Escurecia rápido, o navio afastava-se do poente. A lembrança da sombra no rosto de Marina tornava mais fácil aceitar a morte. Uma fita triangular de navegação tremulava no meio de uma corda tesa, gorda do vento, como uma língua de réptil. O corpo estava frio, sem pulso nem sinal algum, completamente largado sobre o seu. Já não havia quem observasse o pôr do sol, não havia o que olhar, apenas uma faixa de luz parda que se diluía sobre o horizonte, cada vez mais turva, indistinta do oceano. Completava-se o abandono lento em seus braços, sob o sorriso da portuguesa enternecida pelo aconchego da moça no ombro do marido. Era a suavidade da morte pública e despercebida. Ele tentava olhar adiante. Teria sido outra história se Marina tivesse se jogado ao mar. Cinquenta, sessenta, setenta metros de altura. Ele teria que se jogar também, arriscar a vida para ter o que enterrar, e iria junto, ninguém mergulha de um navio supondo que sobrevive, muito menos que salvará alguém. Se tivesse que se matar, haveria de ser como um prazer, o prazer que em vida lhe era torto. Deixaria o corpo boiar sobre o oceano, sem peso, ao sabor das correntes, o sono mais pesado e completo que alguém já teve. Talvez o prazer de jogar o corpo no vazio fosse ainda maior. Deixaria o ar limpar os pulmões e os pensamentos, purificar a vida que ficava para trás, no alto da amurada. Seria outro por um lapso, não haveria tempo para pensar no impacto. Talvez o mar restaurasse o sono, a onda fria embalasse as costas, o oceano como o único lugar em que os insones não são insones, embora lhes falte imaginação para sabê-lo. Tinha a impressão de que nunca mais adormeceria, enquanto ela dormiria para sempre, egoísta no sono final, a soberba daquele que reaprende a dormir e deixa o outro na vigília. Teria sido pior se ela tivesse esperado a volta para se matar. Ele aguentaria a náusea de cada milha. Agora podia abandonar o barco. Nada de Ilhas Canárias, Cádiz, Sevilha, nada do balanço que o torturava no convés ou na cabine. Olhava a distância em direção à noite e via o corpo desembarcar em Cabo Verde, sobrevoar o mar até Lisboa, voltar ao Brasil sobre o mesmo mar, as mesmas ilhas escassas do Atlântico. Dois, três dias com o corpo frio e rígido, rigor mortis, velava-o pelos ares, um fardo em plena leveza de nuvens, a dor que alçava ao sol dentro de um saco impermeável, um caixote de metal. Estariam no céu, um corpo que apodrece, um homem que chora, um amor que já não é mais. Alguém se aproximou, parou ao lado da amurada. O uniforme branco e impecável usado pelos tripulantes, certa familiaridade de hospital. — Preciso da sua ajuda. — What can I do for you, sir? — Minha mulher está morta.
”
”
Mauricio Lyrio (MemĂłria da Pedra)
“
Em Cabo Verde, onde é chamado de lestada, o harmatão deixa o céu com uma cor amarelo-magenta, responsável por um deslumbrante pôr do sol,
”
”
Laurentino Gomes (Escravidão – Volume 1: Do primeiro leilão de cativos em Portugal até a morte de Zumbi dos Palmares)