Boca Juniors Quotes

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Si directivos mexicanos compraran el Boca Juniors, acabaría jugando en la Patagonia si el gobierno local les diera garantías.
Juan Villoro (Balón dividido)
La primera bengala criminal en un espectáculo público fue trovada por Spinetta en “La bengala perdida”, canción incluida en el disco Téster de violencia (1988): “Tu “jeep” no arranca más/ ni siquiera un milagro,/ lo haría salir/del barro no volverá/adentro queda un cuerpo/la bengala perdida se le posó/ allí donde se dice “gol”/ dejaron todo bajo el vendaval/ y huyendo del lodo,/no se supo más”. Recuerdo todavía una foto en blanco y negro de la sexta edición del diario Crónica: el cadáver de un muchacho llamado Roberto Basile yacía extendido sobre los escalones de la tribuna alta visitante con una oscura mancha de sangre estampada en su cuello. Fue un 3 de agosto de 1983. Ese día se jugaba un partido entre Boca Juniors y Racing Club en la Bombonera del barrio de La Boca. El “misil” (una especie de bengala náutica) había sido disparado desde la segunda bandeja de la tribuna que habitualmente ocupa la “12”, la tristemente célebre barra brava de Boca, por entonces liderada por José Barrita, apodado “El Abuelo”. La bengala se incrustó en la garganta de Basile, provocándole una muerte prácticamente instantánea. El partido continuó como si no hubiese pasado nada: Boca y Racing empataron 2 a 2. Tres barras de Boca estuvieron detenidos apenas 10 meses, luego de los cuales quedaron en libertad, siendo sobreseídos en la causa por homicidio culposo. Este crimen quedó impune, como quedarían tantos otros en estadios, teatros y discotecas argentinas. En aquel entonces todavía estaba lejos la trágica noche de Cromañón, cuando en esa disco del barrio de Once perecerían dos centenares de jóvenes en 2005. “Cultura y poder”/son esta “porno bajón”/por un “color”/ solo por un “color”/no somos tan malos,/ya la cancha estalla en nada/sin darme cuenta,/voy cayendo en cruz/ hacia el cenit,/el cielo ya no tiene mis pies/ y la espiral,/que me habrá de llevar/no es mejor,/que todas esas vueltas que di/buscando un amanecer. Si bien Spinetta sigue usando aquí imágenes de cuño surrealista, el hecho policial es la motivación del texto. Como en los “cantares de ciego” españoles o la literatura de cordel, Spinetta toma la noticia y la reescribe en un lenguaje poético: “‘Tití’ portando/un dulce exocet/que busca de piel en piel/de las tribunas se puede regresar/tan solo hace falta,/ser de masa gris”, dice transfigurando el registro periodístico en poesía. Cerca del final de la canción, apela a una sentencia rotunda: “no quiero un valle de “catacumbas”/nunca más
Sandra Edith Gasparini (Iniciado del alba : seis ensayos y un epílogo sobre Luis Alberto Spinetta (Spanish Edition))
Why can't you call me Alex?" I ask, my head down while I stare at the food in front of me. "If I wanted to call you Alex, I wouldn't have bothered to name you Alejandro. Don't you like your given name?" My muscles tense. I was named after a father who is no longer alive, leaving me the responsibility of being the designated man of the house. Alejandro, Alejandro Jr., Junior . . . it's all the same to me. "Would it matter?" I mumble as I pick up a tortilla. I look up, trying to gauge her reaction. Her back is to me as she cleans dishes in the sink. "No." "Alex wants to pretend he's white," Carlos chimes in. "You can change your name, bro, but nobody'd mistake you for anythin' other than Mexicano." "Carlos, collate la boca," I warn. I don't want to be white. I just don't want to be associated with my father. "Por favor, you two," our mother pleads. "Enough fighting for one day." "Mojado," Carlos sings, egging me on by calling me a wetback. I've had enough of Carlos's mouth; he's gone too far. I stand, my chair scraping the floor. Carlos follows and steps in front of me, closing the space between us. He knows I could kick his ass. His overblown ego is gonna get him in trouble with the wrong person one of these days. "Carlos, sit down," mi'ama orders. "Dirty beaner," Carlos drawls at me in a fake deep accent. "Better yet, es un Ganguero." "Carlos!" mi'ama reprimands sharply as she comes forward, but I get in between them and grab my brother's collar. "Yeah, that's all anyone will ever think of me," I tell him. "But you keep talkin' trash and they'll think that of you, too." "Brother, they'll think that of me anyway. Whether I want them to or not." I release him. "You're wrong, Carlos. You can do better, be better." "Than you?" "Yeah, better than me and you know it," I say. "Now apologize to mi'ama for talkin' smack in front of her." One look in my eyes and Carlos knows I'm not kidding around. "Sorry, Ma," he says, then sits back down. I don't miss his glare, though, as his ego got knocked down a peg.
Simone Elkeles (Perfect Chemistry (Perfect Chemistry, #1))