Blancanieves Quotes

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Al poco tiempo tuvo una hija que era tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tenía los cabellos tan negros como el ébano, y por eso la llamaron Blancanieves. Y, nada más crecer la niña, murió la reina. Pasado un año, el rey tomó otra esposa. Era una mujer hermosa, pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que alguien la superase en belleza. Tenía un espejo maravilloso y, cuando se situaba frente a él y se miraba, decía: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? A lo que el espejo respondía: -Mi reina y señora, en el reino vos sois la más hermosa. Entonces se quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía la verdad. Pero Blancanieves fue creciendo y fue haciéndose cada vez más bella, y cuando hubo cumplido siete años, era ya tan linda como la luz del día y más hermosa que la propia reina. En una ocasión le preguntó a su espejo: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? El espejo respondió: -Mi reina y señora, vos sois aquí la más hermosa, pero Blancanieves es mil veces que vos más preciosa. Entonces la reina se asustó y se puso amarilla y verde de envidia.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
—Una noche me trajeron un fruto, pequeño como un grano de uva y rojo como una rosa. Me prometieron que no volverían a hacerme daño. Yo era sólo una niña tonta, así que tomé el fruto y mi destino quedó sellado. —¿Estaba envenenado? —preguntó Jared, pensando en Blancanieves y las manzanas. —En cierto modo, sí —contestó ella con una sonrisa extraña—. Era lo más sabroso que había probado jamás. Sabía como uno imagina que deben saber las flores. El sabor de una canción que no acertamos a nombrar. Después de probar eso, la comida humana, los alimentos normales, eran como serrín y ceniza. Por más que me esforzaba, no podía comerlos. Iba a morir de hambre.
Tony DiTerlizzi (Lucinda's Secret (The Spiderwick Chronicles, #3))
Camino del parque me pregunta Mershawn cómo sabía que el tío tenía enfisema, y le enumero los síntomas visibles que mostraba. Luego le digo: - Lección de hoy, Mershawn. ¿Quiénes silban? - ¿Los gilipollas? - Vale. ¿Quién más? Mershawn reflexiona un instante. - La genet que está pensando en algo y que, de manera subliminal, lo asocia a una canción. Como cuando examinas un nervio del undécimo par craneal y empiezas a silbar "Mantén la cabeza erguida". - Bien - apruebo -. Pero mucha gente también silba porque subconscientemente intenta incrementar la presión de aire en los pulmones, para hacer que pase más oxígeno entre los tejidos. - No joda. - Sin joder. ¿Te acuerdas de los enanitos de Blancanieves, que trabajan en la mina? - Sí, vale. - Si tienes silicosis, también te dejas el culo silbando. - La hostia. - Eso. Hasta llegar a la esquina me siento como el Profesor Marmoset.
Josh Bazell (Beat the Reaper (Peter Brown, #1))
Como antes de que nuestro padre se convirtiera en el triste secundario de todos esos cuentos que nos contaba mamá y podíamos todavía, gracias al portentoso empeño de la mayor de las tres, repetir palabra por palabra. Cenicienta, Hansel y Gretel, Blancanieves… Sólo que ahora no nos parecían cuentos, sino astutos compendios de comportamientos humanos. Y con el tiempo terminamos por acostumbrarnos. Esas cosas tiene el tiempo; la conversión de lo absurdo en costumbre.
Cristina Fernández Cubas (La habitación de Nona)
La huida de los cuatro enanitos rijosos tras abandonar a Blancanieves por pesada y estrecha era nuestra versión del cuento infantil.
David Trueba (Cuatro amigos)