Alas De Sangre Quotes

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Un dragón sin su jinete es una tragedia. Un jinete sin su dragón está muerto.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No era pintura, ni el color de la salud, ni divulgador del alcohol; era el rojo que brota en las mejillas al calor de palabras de amor o de vergüenza que se pronuncian cerca de ellas, palabras que parecen imanes que atraen el hierro de la sangre.
Leopoldo Alas
«No te atraen los hombres tóxicos», me recuerdo, pero aquí estoy, totalmente atraída. Y así ha sido desde el primer instante en que lo vi, la verdad.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«Solo se necesita a una generación desesperada para cambiar la historia… o incluso borrarla».
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
¿Vas a morir como escriba o vas a vivir como jinete?
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No hay nada más sagrado que los Archivos. Hasta los templos se pueden reconstruir, pero los libros no pueden ser reescritos.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
La esperanza es una cosa voluble y peligrosa. Te roba la concentración y se la lleva hacia las posibilidades en vez de dejarla donde tiene que estar: en las probabilidades.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«Tu mente ya sabe la respuesta, así que solo cálmate y permítele que la recuerde». Eso me decía siempre papá.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Lánzate a la yugular —me dice antes de perderse en el puesto abandonado.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Sin tratar de influenciarla, seguía extendiendo sus enormes y suaves alas oscuras alrededor de ella para que no tuviera ningún lugar adonde correr, ningún lugar al que huir. Elena sintió que empezaba a desmayarse con la intensidad de la pasión que había forjado entre ellos y, como un gesto definitivo, no de repudio, sino de invitación, arqueó la cabeza hacia atrás, mostrándole la garganta desnuda, y dejó que percibiera su ansia. Y como si repicaran grandes campanas de cristal a lo lejos, sintió el júbilo de Damon ante su rendición voluntaria a la aterciopelada oscuridad que caía sobre ella. No llegó a sentir los dientes que perforaban la piel y reclamaban su sangre. Antes de que eso sucediese veía estrellas. Y luego los oscuros ojos de Damon engulleron el universo.
L.J. Smith (Shadow Souls (The Vampire Diaries: The Return, #2))
—¡Oídme! —aulló, y al momento se hizo el silencio—. ¡Todos me conocéis! ¡La mayoría habéis combatido conmigo! ¡Hemos matado juntos y más de uno a muerto a mi lado! ¡Sabéis quién soy! —desplegó las alas. La multitud le contemplaba y él se sentía inmenso—. ¡Rocavarancolia nos convoca a una nueva batalla! ¡De nuevo resuenan tambores de guerra! ¡Pero no os dejéis engañar! La Rocavarancolia que nos llama no es la nuestra! ¡Nuestro reino agoniza ahí fuera y nada de los que hagamos podrá salvarlo! —Denéstor se removió inquieto y la intranquilidad del demiurgo sirvió de acicate—. ¡Bien se han encargado de ello! ¡Nos lo han arrebatado todo! ¿Me oís? ¡Todo! ¡Y aún así estoy aquí para pediros que os dejéis engañar y que luchéis! ¡Porque fuimos grandes! ¡Somos monstruos y demonios! ¡Somos pesadillas y malos sueños! ¡Somos lo que el mundo teme! ¡Y si triunfa Hurza nos convertiremos en víctimas! ¡Y me niego a que ocurra eso! ¡No somos víctimas de nadie! ¡Jamás! ¡Somos verdugos y asesinos! ¡Quisieron exterminarnos antes y no pudieron! ¡Luchad, monstruos! ¿Me oís? ¡LUCHAD! ¡Luchad por nuestra Rocavarancolia si se os antoja! ¡O por el recuerdo de la antigua! ¡Luchad por Sardaurlar y los reyes conquistadores! ¡Por las torres dragoneras, por la sangre que derramamos! ¡ O por los malditos reyes araña si os apetece! ¡Luchad porque fuimos grandes y nadie que pretenda arrebatarnos eso va a conseguirlo! ¡Luchad por la gloria, por placer, por hacer daño! ¡No me importa el motivo! ¡No me importa qué fuerza os guíe! ¡Sólo quiero que luchéis! ¡Salid ahí fuera y arrasad con todos! ¡Y si se levantan, si osan levantarse, matadlos de nuevo!
José Antonio Cotrina (La sombra de la luna (El ciclo de la luna roja, #3))
Creo que el mundo se acabará en blanco y negro, como una película antigua. (El cabello negro como ala de cuervo, cielo, la piel tan blanca como la nieve.) Es posible que mientras tengamos colores podamos seguir adelante. (Labios tan rojos como la sangre, sigo recordándomelo.)
Neil Gaiman (Objetos frágiles (Spanish Edition))
Y Brando nunca se había reído tanto en toda su vida, al grado de verter lágrimas histéricas y de tener que sujetarse de las paredes y de sus amigos para no caer al piso, con el cerebro arrebolado por la mota y la cerveza y el vientre adolorido de tanto carcajearse del espectáculo que ofrecían las locas, la legión de maricas, vestidas y travoltas venidas de todos los rincones de la república nomás a desatarse al famoso carnaval de Villagarbosa, a jotear libremente en las calles del pueblo embutidas en apretadas mallas de ballerina, disfrazadas de hadas con alas de mariposa, de sensuales enfermeras de la Cruz Roja, de porristas y gimnastas musculosas, policías manfloras y gatúbelas ventrudas con botas de tacón de aguja; locas bien locas vestidas de novia persiguiendo a los muchachos por los callejones; locas bufonescas con nalgas y tetas gargantuescas tratando de besar a los rancheros en la boca; locas empolvadas como geishas, con antenas de alienígenas y garrotes cavernícolas, locas capuchinas y escocesas; locas disfrazadas de batos bien machines, tan hombres como cualquiera, hasta que se alzaban los lentes oscuros y les notabas la depilada de ceja, los párpados espolvoreados con brillantina de colores, la mirada braguetera; locas que pagaban las cervezas si bailabas con ellas; locas que se peleaban a puñetazo limpio por tus favores, que se arrancaban las pelucas y las tiaras y rodaban por el suelo entre alaridos, dejando sangre y lentejuelas regadas mientras la turba reía. Total
Fernanda Melchor (Temporada de huracanes)
El hombre alado de cabello oscuro que entró detrás de ella... Bryce ahogó un grito. —¿Ruhn? El hombre parpadeó. Sus ojos eran del mismo tono azul violeta que los de Ruhn. Su cabello corto era del mismo negro brillante. La piel de este hombre era un poco más morena, pero la cara, la postura... Eran las de su hermano. También tenía las orejas puntiagudas, aunque él tenía esas alas de cuero como las de los otros dos hombres. La mujer a su lado le preguntó a la mujer pequeña algo en su lenguaje. Pero el hombre se quedó viendo a Bryce. La sangre que tenía encima, la Espadastral y la daga, que seguían brillando con sus luces opuestas Él levantó la mirada hacia la de ella con estrellas en los ojos. Estrellas de verdad.
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
LAS TINIEBLAS Tuve un sueño, que sueño no fue en absoluto; el brillante sol habíase extinguido y las estrellas vagaban a oscuras en el espacio eterno, sin luz y sin sendero y la helada tierra oscilaba ciega y ennegrecida en el aire sin luna ... y todos los corazones se enfriaron en una egoísta plegaria por la luz; y vivieron junto a hogueras, y los tronos, los palacios de los reyes coronados, las cabañas, las moradas de todas las cosas que habitan bajo techo, fueron quemadas para iluminarse; las ciudades consumiéronse, y los hombres se juntaron alrededor de sus ardientes casas para volverse a examinar los rostros; felices eran aquellos que habitaban dentro del ojo de los volcanes y de su antorcha montañosa ... Las frentes de los hombres a la luz que desesperaba, tenía un aspecto sobrenatural, mientras intermitentes los rayos los embestían ... con maldiciones se arrojaban sobre el polvo, y rechinaban los dientes y aullaban; las silvestres aves temblaban y aterrorizadas aleteaban en el suelo, y batían sus inútiles alas; las bestias más salvajes hacíanse dóciles y medrosas; y las víboras se arrastraban y retorcíanse entre las multitudes, sibilantes, pero sin veneno; las mataban para alimentarse. Y la guerra que durante un instante desapareciese, volvía a hartarse: la comida se compraba con sangre y cada uno se saciaba hoscamente aparte, engullendo en la penumbra: no quedaba amor; toda la tierra no era sino un pensamiento y éste era muerte inmediata y sin gloria; ...
Lord Byron
—Es difícil amar un segundo hogar tanto como al primero. Trago saliva. —Es fácil cuando el segundo es el correcto.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
¿Cómo se te ocurre? —Mi actuación de sorpresa es una porquería
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Sabemos que no te mentimos. Solo no te dijimos todo —dice Andarna
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Pues que se joda. —¿Tairn? —No solo soy yo quien iría a la guerra. —No vamos a dejar ni sus huesos, Plateada.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Recuerda que el folclor se pasa de generación en generación para enseñar a los que siguen sobre nuestro pasado. Si lo perdemos, perdemos también los vínculos con nuestro pasado. Solo se necesita a una generación desesperada para cambiar la historia… o incluso borrarla.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No hay un vínculo más fuerte que el que se crea entre dos dragones que forman una pareja. Va más allá del amor o la adoración humana y se convierte en una necesidad animal e innegable de estar cerca. No pueden sobrevivir el uno sin el otro. —GUÍA DE CAMPO DE LOS DRAGONES DEL CORONEL KAORI
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No hay nada más sagrado que los Archivos. Hasta los templos se pueden reconstruir, pero los libros no pueden ser reescritos. —GUÍA DEL CORONEL DAXTON PARA ALCANZAR LA EXCELENCIA EN EL CUADRANTE DE ESCRIBAS
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No voy a morir hoy.
Rebecca Yarros (Fourth Wing (The Empyrean, #1))
Y entonces, la mariposa que temía quemarse viva vio cómo el fuego que tanto anhelaba se extinguía de pronto; y se quedó sola, batiendo sus alas en la vacuidad del invierno, tan helado como su propio corazón.
Karen Delorbe (Legado de sangre (Dhampyr, #2))
Obsesionarme con lo que pudo ser no me ayudará a sobrevivir para ver otro amanecer.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Demonio de Ángel, yo pagué el precio de tu ardiente fantasía. Allí pasé a ser lo que soy: un medicucho que explora, día a día, la vagina de tus virgenes. Desangrar virgenes ha sido mi ocupación durante años. De tu hermosa Virgen del Quinche, aborreceré cada día más el cuerno sin raíz en el que asienta su castidad. Al diablo con la castidad, pues la castidad la hago yo con mis tenazas. Aborrezco los prostíbulos con olor a sacristía, las iglesias con ambiente de prostíbulo. De tu misteriosa Virgen del Dedo, aborreceré siempre aquel gesto obsceno que parece ocultarse tras las sedas de su manto celestial. De esta Virgen sensual, provocativa, sólo me queda la imagen de sus grandes senos ocultando un corazón de vidrio rojo. Un corazón donde tus parientes, año tras año, refriegan tontamente sus penurias. De tu agresiva Virgen de la Ciudad, aborrecerá toda mi vida esa capacidad de disolverse como un arcángel en las sombras del callejón más cercano. Reina con alas de cemento durante el día, puta crepuscular que visita los bajos de mi casa a media noche. Aborrezco a todas estas virgenes que recorren la ciudad como fantasmas, exhibiendo sus impudicias, disimulando en pan de oro su condena madre. Apenas ha cesado la vida en sus entrañas, cuando ya comienzan a hilar las venas de sus vientre en silencio. No hay perdón, ni solución posible. De todas estas virgenes, sin embargo, yo bebo la sangre que despiden, alimentando así la avidez de mi sótano con sus pozos pestilentes. De todas estas putas, de todas estas potrancas que habitan los altares de la ciudad, las casas decentes como tú dirías, yo voy acumulando con sabor a muerte las monedas, los billetes, que justifican mi desgracia. Maldigo la hora en que te conocí, Angelote, pues ahí nació mi desgracia. Maldigo tu nefasta influencia, aunque ahora ya sea demasiado tarde. Maldigo el día en que, por primera vez, puse mis manos sobre el vientre de una mujer, puesto que esa mujer pudo haber sido mi madre.
Javier Vásconez (Angelote, amor mío)
—La mandé hacer para ti.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Es el hombre más exquisito que he visto en mi vida.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Junto al dorado, que se encuentra metido bajo una enorme ala negra llena de cicatrices, está el dragón más grande que he visto en mi vida, el dragón negro sin jinete que el profesor Kaori nos mostró en clase. No le llego ni cerca del tobillo.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Casi todos los chicos están sin camisa, porque creen que las camisas le ofrecen a su oponente algo de qué agarrarse. En lo personal, no me opongo a su lógica y simplemente disfruto la vista…
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No voy a morir hoy. —ADDENDUM PERSONAL DE VIOLET SORRENGAIL A EL LIBRO DE BRENNAN
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Trago saliva, negándome a pensar en qué otras cosas son buenas desde este ángulo.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
—Su mamá es responsable de la captura de casi todos nuestros padres —aclara Garrick, cruzándose de brazos sobre su ancho pecho—. No la hija. Castigar a los hijos por los pecados de sus padres es lo que hacen los navarros, no los tyrrish.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
¿Qué? ¿Aetos no te advirtió que no anduvieras en lo oscurito conmigo?
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
¿Cuándo te he hecho creer que me importa un carajo lo que la gente piense sobre mí? —Una orilla de su boca se eleva y ahora es lo único en lo que puedo concentrarme, maldito—. Solo me importa lo que piensen de ti.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«Una generación cambia el texto. Una generación elige enseñar ese texto. La siguiente crece y la mentira se convierte en historia».
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Me siento orgullosa de que seas mía.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Me alegra que esté muerto. Me alegra que lo hayas matado.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
No estaría cruzando el parapeto a mitad de la noche si creyera que andas de donjuán.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«Tu mente ya sabe la respuesta, así que solo cálmate y permítele que la recuerde».
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Eres jinete, ¿o no?
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Fue todo lo que siempre quise, pero… «Mierda». Ya no es lo que quiero.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Hasta los venenos más efectivos vienen en empaques bonitos, y Xaden es exactamente eso: tan hermoso como letal.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Los dioses Orna y Ulfrir habían encontrado a su primogénita muerta, con las alas arrancadas. Lo había hecho Lik-Rifa, la diosa dragón, la propia hermana de Orna. Como venganza, Orna y Ulfrir persiguieron a los descendientes de Lik-Rifa tocados por la diosa y los asesinaron, los abrieron en canal la espalda, les extrajeron las costillas como si fueran una grotesca imitación de alas y colgaron sus cuerpos de los árboles. Águila de sangre, se llamaba ahora.
John Gwynne (La sombra de los dioses (Hermanos de sangre #1))
¿Cómo supiste? —Mi tono suena francamente indignado, pero me da igual. Si me va a matar, no me voy a ir como una llorona asustada—. Déjame adivinar: oliste mi perfume. ¿No es eso lo que siempre delata a la heroína en los libros? Él suelta un resoplido burlón. —Manejo las sombras, pero claro, fue tu perfume lo que te delató. —Baja el cuchillo y da un paso atrás.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Reclutamiento
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
—Los instructores les enseñarán —promete Panchek, señalando con un movimiento de mano hacia la fila de profesores frente a las puertas del área académica—. Ustedes deciden qué tanto aprenderán.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Tengo exactamente dos tonos en relación con el sol: pálido y quemado.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«Un dragón sin su jinete es una tragedia. Un jinete sin su dragón está muerto».
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
«No busques los problemas de mañana».
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
—Esperaba que te esforzaras más en ocultar dónde está tu corazón,
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
—Esperaba que te esforzaras más en ocultar dónde está tu corazón, Aetos.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Ningún hijo debe ver cómo asesinan a sus padres.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Estás muerta, Sorrengail, y yo voy a ser quien te mate.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Pero no voy a correr. No estaría aquí si hubiera renunciado cada que algo me parecía imposible de lograr.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Su angustia me aplasta el corazón.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
La lluvia le ha limpiado la suciedad de la cara y la sangre del pelo; solo conserva algunas magulladuras. Parece un ángel. Un ángel con alas rotas. •June, pág. 359
Marie Lu (Legend (Legend, #1))
Me acerco y observo la palomilla de san Juan. Su tamaño y su forma son los de una polilla común y corriente, pero sus alas son rojas como polvo de sindoor, como sangre seca. Algo, tal vez su fragilidad, me incita a aplastarla. Acerco la mano. Va a volar cuando sienta mi tacto, pienso, pero no se mueve. El polvo de sus alas es impalpable de tan ligero. Hago una pinza con el índice y el pulgar, y oprimo su cuerpo de migaja sobre la cabeza de la llave. Estrujo con la yema el esqueleto. Ella agita las alas con un leve estertor, lo rojo se impregna entre las ranuras del metal, en los relieves de la palabra Yale, penetra en las partículas de estaño y cobre, escurre por el vástago dentado.
Ave Barrera (Restauración)
Defendiste a la más pequeña con gran valor. Y la fuerza de la valentía es más importante que la física. Te lo digo porque aparentemente necesitas saberlo antes de que aterricemos.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Sé perfectamente quién y qué eres, Violet Sorrengail.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
lo que significa que papá no solo me dio un libro poco común… sino uno prohibido. Cuatrocientos años de obras y ni una sola… «Cuatrocientos años». Pero nuestra historia es de seiscientos. Todo es una copia de un trabajo previo. El único texto original en los Archivos que tiene más de cuatrocientos años, como por el tiempo en que empezamos la guerra con Poromiel, son los pergaminos de la Unificación de hace más de seiscientos años. «Solo se necesita a una generación desesperada para cambiar la historia… o incluso borrarla». Dioses, papá me lo dijo todo. Solía decirme que los escribas tienen todo el poder. —Sí —dice Tairn
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Ni siquiera es que me hayas ocultado esto. Lo entiendo. Es la facilidad con la que lo hiciste. La facilidad con la que yo te dejé entrar en mi corazón y no recibí lo mismo.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)
Tú. Me. Quieres, Xaden Riorson. Puede que no lo digas, pero haces algo mejor, que es demostrarlo. Lo demuestras cada que eliges confiar en mí, cada que tus ojos se posan en los míos. Lo demuestras con cada lección de lucha para la que no tienes tiempo y cada clase de vuelo que no te permite estudiar como deberías. Lo demuestras cuando te niegas a tocarme porque te preocupa que yo no lo quiera de verdad, y luego vuelves a demostrarlo cuando te tomas el tiempo de ir a recoger violetas antes de una junta con los líderes para que no me sienta sola cuando despierte. Lo demuestras en un millón de maneras.
Rebecca Yarros (Alas de sangre)