Agua Viva Quotes

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Anna está descendiendo sobre mí, bajando las escaleras sin tomar pasos. Arrastra horriblemente los pies como si no pudiera utilizarlos en absoluto. Venas oscuras y de color púrpura cortan a través de su pálida piel blanca. Su pelo es un tono menos negro, y se mueve a través del aire como si estuviera suspendida en el agua, serpenteando detrás y a la deriva como juncos. Es la única cosa sobre ella que parece viva.
Kendare Blake (Anna Dressed in Blood (Anna, #1))
La sabiduría no es solo un conocimiento intelectual de Dios. Es un profundo anhelo por Dios. Más que un deseo de conocer el mundo como Dios lo conoce, la sabiduría es el deseo de conocer el mundo con Dios. Es una búsqueda incesante de la presencia de Dios. Es un hambre y una sed desesperadas de Dios, el pan de vida y el agua viva. La sabiduría es adoración.
Brett McCracken (La Pirámide de la Sabiduría: Cómo alimentar tu alma en un mundo posverdad (Spanish Edition))
Its form doesn't matter: no form manages to circumscribe and alter it. Mirror is light. A tiny piece of mirror is always the whole mirror.
Clarice Lispector
La angustia me trepaba por el cogote como una criatura negra, helada, crujiente, con aguijón. ¿Conocen a ese animal? Es difícil explicar cómo hace su nido en tu espalda. Es como morir y quedar viva. Como intentar respirar debajo del agua. Como estar maldita.
María Fernanda Ampuero (Sacrificios humanos)
Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer. –No lo siento yo así, lord Henry. –No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
Inmerso en la corriente que acarrea todas estas vivas sensaciones, adquiero conciencia de que este ser que soy yo no es más que una minúscula pieza dentro del inmenso mosaico de la naturaleza. Al igual que el agua del río, no soy más que una mera parte reemplazable de un fenómeno natural que pasa por debajo del puente en dirección al mar.
Haruki Murakami (What I Talk About When I Talk About Running)
Como una gran diosa que preside de lejos los juegos de las divinidades inferiores, la princesa se había quedado voluntariamente un poco al fondo, en un canapé lateral, rojo como una roca de coral, al lado de una ancha reverberación vidriosa que era probablemente una luna y que hacía pensar en una sección que un rayo de luz hubiera practicado, perpendicular, oscura y líquida, en el cristal deslumbrado de las aguas. Pluma y corola a un tiempo, como ciertas floraciones marinas, una gran flor blanca, aterciopelada como un ala, descendía desde la frente de la princesa a lo largo de una de sus mejillas cuya inflexión seguía con flexibilidad coqueta, amorosa y viva, y parecía encerrarla a medias como un huevo rosa en la blandura de un nido de martinete.
Marcel Proust (À la recherche du temps perdu, Tome III)
Ni nuestros conocimientos ni nuestra inteligencia se incrementarán nunca de manera especial comparando y discutiendo lo dicho por otros: pues eso siempre es simplemente como verter agua de un recipiente a otro. La comprensión y el conocimiento solo se pueden enriquecer realmente con la consideración propia de las cosas: porque ella es la única fuente viva que está siempre dispuesta y siempre cercana. Por consiguiente, es curioso contemplar como los que aspiran a ser filósofos están continuamente dedicados a la primera vía y parecen no conocer la otra, y como siempre están ocupados con lo que este ha dicho o aquel puede haber querido decir: de modo que, por así decirlo, dan constantes vueltas a los antiguos recipientes para ver si no ha quedado una gotita dentro, mientras que a sus pies fluye descuidada la fuente viva. Nada como esto delata tanto su incapacidad ni tilda tanto de mentira su ficticio ademán de importancia, profundidad y originalidad.
Arthur Schopenhauer
La muerte podía estar en una bolsa de cacahuetes, en un trozo de carne que se te atravesara, en el siguiente paquete de cigarrillos. Siempre te andaba rondando, de guardia en todas las estaciones de control entre lo mortal y lo eterno. Agujas infectadas, insectos venenosos, cables mal aislados, incendios forestales. Patines que lanzaban a intrépidos chiquillos a cruces muy transitados. Cada vez que te metes en la bañera para darte una ducha, Oz te acompaña: ducha para dos. Cada vez que subes a un avión, Oz lleva tu misma tarjeta de embarque. Está en el agua que bebes y en la comida que comes. «¿Quién anda ahí?», gritas en la oscuridad cuando estás solo y asustado, y es él quien te responde: Tranquilo, soy yo. Eh, ¿cómo va eso? Tienes un cáncer en el vientre, qué lata, chico, sí que lo siento. ¡Cólera! ¡Septicemia! ¡Leucemia! ¡Arteriosclerosis! ¡Trombosis coronaria! ¡Encefalitis! ¡Osteomielitis! ¡Ajajá, vamos allá! Un chorizo en un portal, con una navaja en la mano. Una llamada telefónica a medianoche. Sangre que hierve con ácido de la batería en una rampa de salida de una autopista de Carolina del Norte. Puñados de píldoras: anda, traga. Ese tono azulado de las uñas que sigue a la muerte por asfixia; en su último esfuerzo por aferrarse a la vida, el cerebro absorbe todo el oxígeno que queda en el cuerpo, incluso el de las células vivas que están debajo de las uñas. Hola, chicos, me llamo Oz el Ggande y Teggible, pero podéis llamarme Oz a secas. Al fin y al cabo, somos viejos amigos. Pasaba por aquí y he entrado un momento para traerte este pequeño infarto, este derrame cerebral, etcétera; lo siento, no puedo quedarme, tengo un parto con hemorragia y, luego, inhalación de humo tóxico en Omaha. Y la vocecita sigue gritando: «¡Te quiero, Tigger, te quiero! ¡Creo en ti, Tigger! ¡Siempre te querré y creeré en ti, y seguiré siendo niña, y el único Oz que habitará en mi corazón será ese simpático impostor de Nebraska! Te quiero…». Vamos patrullando, mi hijo y yo…, porque lo que importa no es el sexo ni la guerra, sino la noble y terrible batalla sin esperanza contra Oz, el Ggande y Teggible.
Stephen King (Pet Sematary)
Te digo: estoy intentando captar la cuarta dimensión del instante-ya, que de tan fugitivo ya no existe porque se ha convertido en un nuevo instante-ya que ahora tampoco existe. Quiero apoderarme del es de la cosa. Esos instantes que transcurren en el aire que respiro, como fuegos artificiales estallan mudos en el espacio. Quiero poseer los átomos del tiempo. Y quiero capturar el presente que, por su propia naturaleza, me está prohibido; el presente se me escapa, la actualidad huye, la actualidad soy yo siempre en presente. Sólo en el acto del amor –por la nítida abstracción de estrella de lo que se siente– se capta la incógnita del instante, que es duramente cristalina y vibra en el aire, y la vida es ese instante incontable, más grande que el acontecimiento en sí; en el amor el instante de júbilo impersonal refulge en el aire, gloria extraña del cuerpo, materia sensibilizada por el escalofrío de los instantes, y lo que se siente es al mismo tiempo inmaterial y tan objetivo que sucede como fuera del cuerpo, brillando en lo alto; alegría, la alegría es la materia del tiempo y es por excelencia el instante. Y en el instante está el es de sí mismo.
Clarice Lispector (The Stream of Life)
—No hay un solo pueblo que haya organizado su vida según los principios de la razón y la ciencia. No ha habido nunca un ejemplo de ello, o quizá sólo durante un momento y eso por estupidez. El socialismo, por su índole misma, tiene que ser ateísmo, puesto que proclama desde el primer momento que es una institución atea y que trata de organizarse exclusivamente según los principios de la ciencia y la razón. Ahora bien, en la vida de los pueblos, la ciencia y la razón han cumplido un menester tan secundario como auxiliar; y lo seguirán cumpliendo por los siglos de los siglos. Los pueblos se forman y mueven por otro género de fuerza que los conduce y rige, cuyo origen es desconocido e inexplicable. Esa fuerza es la del anhelo infatigable de llegar hasta el fin, al mismo tiempo que niegan que haya un fin. Es el espíritu de la vida, o, como dice la Escritura, «los ríos de agua viva» con cuya posibilidad de secarse nos intimida el Apocalipsis. Es un principio estético, como dicen los filósofos, un principio ético con el cual lo identifican. La «búsqueda de Dios», como yo lo llamo de modo más sencillo. La meta de todo movimiento popular, en cualquier pueblo y momento de su existencia, es únicamente la búsqueda de Dios, de su Dios, del suyo propio, y de la fe en él como único verdadero. Dios es la personalidad sintética de todo un pueblo, considerada desde el principio hasta el fin. Nunca se ha dado el caso de que todos los pueblos, o muchos de ellos, tengan un solo Dios común, sino que siempre ha tenido cada uno el suyo. Cuando los dioses comienzan a ser comunes, ocurre la primera señal de descomposición de la nacionalidad. Cuanto más poderoso es un pueblo, más individual debe ser su dios. No hay pueblo sin religión, es decir, sin noción del bien y del mal. Ahora, cuando entre muchos pueblos surgen nociones comunes del bien y del mal, esos pueblos mueren, y hasta la misma diferencia entre el bien y el mal comienza a desdibujarse y termina desapareciendo. Nunca ha podido la razón definir el bien y el mal, ni distinguir siquiera aproximadamente el bien del mal; al contrario, los ha mezclado de manera vergonzosa y lamentable. La ciencia sin embargo no ha dado sino soluciones basadas en la fuerza bruta. En ello ha descollado en particular la semiciencia, el más terrible azote de la humanidad, peor que cualquier peste, peor que el hambre y la guerra. La semiciencia es un déspota de una fauna jamás vista hasta ahora, un déspota que tiene sus sacerdotes y sus esclavos, un déspota ante quien todos hincan la frente con amor y temor supersticioso inconcebibles hasta ahora, y ante quien tiembla y se rinde vergonzosamente la ciencia misma. Éstas son las mismísimas palabras de usted, Stavrogin, salvo las referentes a la semiciencia. Ésas son mías, porque yo no tengo más que semiciencia y, por lo tanto, le tengo un odio especial. Además, no he cambiado ni una sola de sus palabras y tampoco ni una sola de sus ideas.
Fyodor Dostoevsky (Demons)
Del ovillo enmarañado de la memoria, de la oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo que me aparece suelto. Lo libero poco a poco, con miedo de que se deshaga entre mis dedos. Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno, y tiene la blandura caliente del lodo vivo. Es un río. Me corre entre las manos, ahora mojadas. Toda el agua me pasa por entre las palmas abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen de mí o hacia mí fluyen. Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio cuerpo del río. Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los barcos y el cielo que los cubre y los altos chopos que lentamente se deslizan sobre la película luminosa de los ojos. Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas como las llamadas imprecisas de la memoria. Siento la fuerza de los brazos y la vara que los prolonga. Al fondo del río y de mí, baja como un lento y firme latir del corazón. Ahora el cielo está más cerca y cambió de color. Y todo él es verde y sonoro porque de rama en rama despierta el canto de las aves. Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene, mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el esplendor mayor que enciende la superficie de las aguas. Allí se funden en una sola verdad los recuerdos confusos de la memoria y el bulto súbitamente anunciado del futuro. Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a posarse callada sobre la proa rigurosa del barco. Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul y que las aves digan en las ramas por qué son altos los chopos y rumorosas sus hojas. Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión del hombre, sigo adelante hasta el dorado remanso que las espadas verticales circundan. Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra viva. Habrá un gran silencio primordial cuando las manos se junten con las manos. Después lo sabré todo.
José Saramago (Las pequeñas memorias)
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
En Cristo, el Verbo encarnado, el Dios invisible se hace visible. Cuando el Señor quiere manifestar quién es él, lo hace a través de imágenes y símbolos. Él es el “Buen Pastor”, el “Pan de Vida”, la “Piedra Angular”, la “Vid verdadera”, la “Luz” del mundo, el “Agua Viva”, “el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”...
Rafael Fernández de Andraca (Los Símbolos en la Eucaristía: Riquezas Fe (Spanish Edition))
«gran parte de las insatisfacciones de nuestras vidas vienen porque nos escuchamos más de lo que nos hablamos».
Patricia Namnún (Un corazón en el desierto: Encuentra ríos de agua viva en medio de la sequía espiritual (Spanish Edition))
orgullo puede tomar muchas formas distintas, pero tiene un solo fin: la autoglorificación. El orgullo está detrás de la gloria que solo le corresponde a Dios y la supremacía que solo es de Él.
Patricia Namnún (Un corazón en el desierto: Encuentra ríos de agua viva en medio de la sequía espiritual (Spanish Edition))
Soy vivo cuando tú vivo; Tú existes, luego existo yo.
Abhijit Naskar (Iman Insaniyat, Mazhab Muhabbat: Pani, Agua, Water, It's All One)
Existencia compartida es existencia civilizada, existencia asustada es existencia arruinada.
Abhijit Naskar (Iman Insaniyat, Mazhab Muhabbat: Pani, Agua, Water, It's All One)
Soy una jarra llena de agua viva y agua muerta., basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durate tanto tiempo que acaba no solo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raices mismas de los vasos sanguíneos.
Bohumil Hrabal (Příliš hlučná samota)
La Biblia no hace ninguna promesa color rosa acerca de vivir en una primavera eterna. Lo que hace es señalar hacia la fe que nos ayuda a prepararnos para las estaciones de sequía. Vendrán duros inviernos, seguidos por veranos ardientes. No obstante, si las raíces de la fe adquieren la suficiente profundidad para llegar hasta donde se halla el Agua Viva, podremos sobrevivir a los tiempos de sequía y florecer en los tiempos de abundancia.
Philip Yancey (Alcanzando al Dios invisible: ¿Qué podemos esperar encontrar? (Spanish Edition))
—¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.” Juan 7:37-39)
José Reina (Espíritu Santo, ¡Sopla En Mí!: Aprendiendo los secretos para una vida de poder espiritual (Spanish Edition))
—¿Qué ha sido esa vergonzosa exhibición? —me preguntó Wilem cuando Marea se hubo marchado. —¿Cómo dices? —¿Cómo dices? —repitió imitando mi tono de voz—. ¿Cómo te atreves a fingir siquiera que eres tan imbécil? Si una chica tan guapa como esa me mirara con un solo ojo de la forma en que te ha mirado a ti con los dos… Ya habríamos encontrado una habitación, por expresarlo de forma educada. —Ha sido simpática —protesté—. Y hemos hablado un rato. Me ha preguntado si querría enseñarle algunos acordes de arpa, pero hace mucho tiempo que no toco el arpa. —Pues si sigues pasando por alto insinuaciones como esa, seguirás sin tocarla mucho tiempo —repuso Wilem con franqueza—. Lo único que ha faltado ha sido que se desabrochara otro botón. Sim se inclinó hacia mí y apoyó una mano en mi hombro; era la viva imagen del amigo preocupado. —Kvothe, hace tiempo que quiero hablar contigo de este problema. Si de verdad no te has dado cuenta de que esa chica se interesaba por ti, quizá tengas que admitir la posibilidad de que seas absolutamente inepto en lo relativo a las mujeres. Quizá debas plantearte el sacerdocio. —Estáis borrachos —dije para disimular mi rubor—. ¿Os habéis quedado con que es la hija de un concejal? —¿Te has quedado —replicó Wil en el mismo tono— con cómo te miraba? Yo sabía que era deplorablemente inexperto con las mujeres, pero no tenía por qué reconocerlo. Así que descarté sus comentarios con un ademán y bajé del taburete. —No sé, pero dudo que un revolcón detrás de la barra fuera en lo que estaba pensando esa chica. —Bebí un sorbo de agua y me alisé la capa—. Bueno, tengo que encontrar a mi Aloine y darle las gracias. ¿Qué aspecto tengo? —¿Qué más da? —dijo Wilem. Simmon le tocó el codo a Wilem. —¿No lo ves? Va detrás de una presa más peligrosa que la escotada hija de un concejal.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
El viaje se ha iniciado y no tiene regreso. Como la cierva anhela las corrientes de agua viva, así mi carne languidece y mi corazón grita de alegría a causa del Dios vivo.
José H. Prado (Jesús está vivo (Bolsillo))
Ese moreno agitanado, al que los vascos pronto llamarían Moro, usaba un lenguaje de otro planeta. Encadenaba las frases sin titubeos, con una seguridad impropia de un pimpollo. Decía que la dirección del exilio estaba desconectada de la realidad de España, que los dirigentes vivían paralizados por la nostalgia de un país perdido y la sordera ante las voces que hablaban desde la España presente y viva. Habló de un «exceso de acumulación ideológica» en el PSOE, una expresión que sugería sedimentos y agua estancada. Los asistentes se volvieron con discreción hacia Rodolfo Llopis y los miembros de la ejecutiva, que escuchaban muy serios y tiesos, convertidos en estatuas de barro, restos arqueológicos sin etiquetar. En definitiva, concluyó Felipe con un acento sevillano muy marcado que aliñaba de frescura cada frase: si el PSOE quería ser algo en la lucha democrática, debía dar voz y poder a los militantes del interior, porque la España de 1969 no era la de 1931, y a Franco no se lo derrotaba con ritos masónicos ni citas de discursos de Pablo Iglesias ni ejércitos del Ebro, que una noche el río pasaron, ay Carmela, ay Carmela.
Sergio del Molino (Un tal González (Spanish Edition))
Abigitano, Soneto del Divino Refugiado En sánscrito soy Abhijit, En español soy Vencedor. En árabe soy Ghalib, En Historia soy Reformador. Tantos idiomas, tantos nombres – Algunos llaman agua, otros llaman water. Más allá de los idiomas, la luz es la misma – Algunos lo llaman divino, yo lo llamo humanidad. Mis raíces están arraigadas en la humanidad, no en una cultura, religión o nación. El cosmos corre por mis corpúsculos, Mi vida es el llamado a la expansión. Quien ama a otro es santo, Quien ayuda a otro es rey. Los animales anhelan lujos locos, Para mí sacrificarse es vivir. No me sirven el silicio ni el oro – Cuando el mundo arde, yo soy ungüento. Llámame migrante, o llámame un refugiado – Más allá de hechos y la fe, ¡yo soy Abigitano!
Abhijit Naskar (Abigitano: El Divino Refugiado (Spanish Edition))
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Juan 7:37,38
Nahum Rosario (LOS SECRETOS DE LA UNCIÓN (Spanish Edition))
Yo, obra anónima sólo justificable mientras dura mi vida. ¿Y después? Después todo lo que he vivido será de una pobreza superflua.
Clarice Lispector (Água Viva)
Crear de uno mismo un ser es muy serio. Estoy creándome. Y andar en la oscuridad completa en busca de nosotros mismos es lo que hacemos. Duele. Pero es el dolor del parto; nace algo que es. Se es.
Clarice Lispector (Agua viva)
Si realmente quieres vivir en grande, no te preguntes, ¿Dónde estarás dentro de cinco años? pregunta en su lugar, ¿Dónde estarás dentro de 500 años?
Abhijit Naskar (Iman Insaniyat, Mazhab Muhabbat: Pani, Agua, Water, It's All One)
Ese beso místico cayó. El tiritar de mi alma besó su aire, Y entre hadas envuelto, acaricio el manto que me envolvía Tornando tu corazón mío Esa mirada no era mía, era mi deseo de vida, Y me devoraba la felicidad, suave, Eterna endulzaba mi misión, dejando allí mi razón Y mi corazón colorido camina desde entonces Suspirando tus labios, soñando tus besos. Más aún un corazón más grande existe, Que me habla, que me dice: “No debes ser prisionera ni esclava Sino salvaje y libre”. ¿Qué pócima existirá para convertirme en todo sin tener nada? Me preguntaba en dulce travesía. Encendí la vela, Tan erguida quemándome en la vida El instante era eterno. El dulce amor no dejó de cobrar vida. Yo quiero vivir, quiero sentir, quiero ser como ese fueguito, lleno de vida, Apasionarme por todo lo que me pase, Decir si a la muerte que me pertenece. Mi corazón volvía a unirse con la razón, Ambos conquistando mi alma, y como caballeros, armados de luz, Me ponían de pie, viendo el horizonte sin niebla. Y mientas, la tierra acariciaba mis pies, y mi cuerpo todo, Fuerte, radiante, plena; Toda una mujer. Y es que yo siempre deseé ser Toda una mujer Y el roce de aquel hombre, La mirada del niño mientras lo acariciaba, Esa duda atravesada, El martirio de mi hermano, diciéndome, ¿cuál es la salida? Me acepto femenina, Me exploro, me conozco, Me amo, Me libero, me atrevo, Me dejo en libertad. Todo esto hacen de mí Una mujer felino Tan fuerte Como una flor. Y ahora mi pelo creció y con él mi conciencia, Abrigo con mi manto mi vivencia, las opciones que hice en la vida, El mundo, que me pertenece, porque me entrego a él. Lo acuno en el agua viva de la tranquilidad, de la serenidad, Para alivianar el fuerte daño de las guerras, del odio, De la falta de amor que deja tantas heridas.
Inka Lekumberri (Inka Lekumberri: Mis Viajes a Otras Realidades y Encuentros con Otros Maestros (Spanish Edition))
Así, querida hija, sobre ti entre todas las mujeres recae el privilegio de edificar y levantar la Ciudad de las Damas. Para llevar a cabo esta obra, como de una fuente clara, sacarás agua viva de nosotras tres. Te proveeremos de materiales más duros y resistentes que bloques de mármol macizos que esperan a estar sellados. Así alcanzará tu Ciudad una belleza sin par que perdurará eternamente...Pero yo, la verdadera Sibila, te anuncio que la Ciudad que fundarás con nuestra ayuda nunca volverá a la nada sino que siempre permanecerá floreciente; pese a la envidia de sus enemigos, resistirá muchos asaltos, sin ser jamás tomada o vencida
Cristina de Pizan (The Book of the City of Ladies)
Persevere en la adoración. Clame a Dios pidiéndole que le dé un conocimiento renovado de los «ríos de agua viva» (en referencia al Espíritu Santo) que en Juan 7:38 Jesús prometió que brotarían en todo el que creyera en él. Pero no deje de adorar; nunca se dé por vencido en el desierto. Usted no sabe qué tan amplio es, y podría estar a punto de terminar de atravesarlo.
Donald S. Whitney (Disciplinas espirituales para la vida cristiana (Spanish Edition))
LI LORD No sé si tú, Platero, sabrás ver una fotografía. Yo se las he enseñado a algunos hombres del campo y no veían nada en ella. Pues éste es Lord, Platero, el perrillo foxterrier de que a veces te he hablado. Míralo. Está ¿lo ves? en un cojín de los del patio de mármol, tomando, entre las macetas de geranios, el sol de invierno. ¡Pobre Lord! Vino de Sevilla cuando yo estaba allí pintando. Era blanco, casi incoloro de tanta luz, pleno como un muslo de dama, redondo e impetuoso como el agua en la boca de la caño. Aquí y allá, mariposas posadas, unos toques negros. Sus ojos brillantes eran dos breves inmensidades de sentimientos de nobleza. Tenían vena de loco. A veces, sin razón, se ponía a dar vueltas vertiginosas entre las azucenas del patio de mármol, que en mayo lo adornan todo, hojas, azules, amarillas de los cristales traspasados del sol de la montera, como los palomos que pinta don Camilo... Otras se subía a los tejados y promovía un alboroto piador en los nidos de los aviones... La Macaria lo enjabonaba cada mañana y estaba tan radiante siempre como las almenas de la azotea sobre el cielo azul, Platero. Cuando se murió mi padre, pasó toda la noche velándolo junto a la caja. Una vez que mi madre se puso mala, se echó a los pies de su cama y allí se pasó un mes sin comer ni beber... Vinieron a decir un día mi casa que un perro rabioso lo había mordido... Hubo que llevarlo a la bodega del Castillo y atarlo allí al naranjo, fuera de la gente. La mirada que dejó atrás por la callejilla cuando se lo llevaban sigue agujereando mi corazón como entonces, Platero, igual que la luz de una estrella muerta, viva siempre, sobre pasando su nada con la exaltada intensidad de su doloroso sentimiento... Cada vez que un sufrimiento material me punza el corazón, surge ante mí, larga como la vereda de la vida a la eternidad, digo, del arroyo al pino de la Corona, la mirada que Lord dejó en él para siempre cual una huella macerada.
Juan Ramón Jiménez (Platero y yo: Elegía Andaluza (Spanish Edition))
Y pienso que sigo viva por suerte, fortuna, destino o azar...
Karen Villeda (Agua de Lourdes. Ser mujer en México.)
El mapocho es hediendo, está lleno de caca y de muertos, lo sé, pero dicen que al final se encuentra el mar.
Nona Fernández (Mapocho)
El amor es un elemento que a pesar de ser físicamente invisible es tan real como el aire o el agua. Es una fuerza activa, viva y móvil... se mueve en olas y corrientes como las del océano". Prentice Mulford (1834-1891) AUTOR DEL NUEVO PENSAMIENTO
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