Una Reina Quotes

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En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Eduardo Galeano (Los hijos de los días)
Había nacido como las grandes reinas de la historia con el cordón umbilical enrollado en el cuello.
Gabriel García Márquez (Crónica de una muerte anunciada)
(La risa) es una reina que viene y va. No le pregunta a nadie, no elige los momentos adecuados (...), la Reina Risa viene a mi y me grita al oído: ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!, hasta que la sangre regresa y trae a mis mejillas un poco de la luz del sol que siempre lleva consigo.
Bram Stoker
- ¿Cómo puede una reina ser a la vez una bruja buena y una bruja mala? ¿Cómo puede un prínci0pe ser a la vez un asesino y un salvador? ¿Cómo puede un boticario tener un crácter del demonio pero ser recto en sus principios? ¿Cómo puede un párroco tener malos pensamientos y buen corazón? ¿Cómo es posible que los hombres invisibles estén más solos cuando consiguen que todo el mundo los vea?
Patrick Ness
El hombre que trata a su mujer como una princesa es porque antes fue criado por una reina
Megan Maxwell (Melocotón loco)
Quizá nunca debió haber robado la maldita piedra, pero incluso aquí y ahora, enfrentando la muerte en la forma de una reina pálida, no lo lamentaba. Había querido libertad. Había querido aventuras. Y no creía que le importara morir por ello. Solo deseaba que morir no doliera tanto.
V.E. Schwab (A Darker Shade of Magic (Shades of Magic, #1))
Para algo sí que sirve la licenciatura en Filología. Acabas conociendo un montón de sinónimos para definir una situación de mierda.
Juan Gómez-Jurado (Reina roja)
Glas wen. En galés, sonrisa azul. Una mueca malévola ante el sufrimiento de nuestro peor enemigo.
Juan Gómez-Jurado (Reina roja)
La música ofrece compañía cuando no la hay, comprensión cuando reina el desconcierto, consuelo cuando se siente angustia, y una energía pura y sin contaminar cuando lo que queda es una cáscara vacía de destrucción y agotamiento.
James Rhodes (Instrumental: A Memoir of Madness, Medication, and Music)
Antonia introduce las pilas y presiona el botón, cruzando los dedos. Al fin y al cabo, una linterna de dos euros del todo a cien es un acto de fe.
Juan Gómez-Jurado (Reina roja (Antonia Scott, #1))
Un rey y una reina deben tener el mismo poder, sin importar la sangre que corra por sus venas.
Jennifer L. Armentrout (The ​Crown of Gilded Bones (Blood and Ash, #3))
Hasta el siglo XV esta pieza no era una reina, sino un consejero: la persona en la sombra que vertía sus opiniones y consejos en el oído del rey.
Marcos Chicot (La Hermandad (El asesinato de Pitágoras #2))
En un muro blanco dibujas las alegorías del reposo, y es siempre una reina loca que yace bajo la luna sobre la triste hierba del viejo jardín.
Alejandra Pizarnik (Poesía completa (Spanish Edition))
Si no puedo tener felicidad, déjame al menos tener un propósito. Déjame que te dé el corazón de una reina.
Marissa Meyer (Heartless)
En consecuencia, solo pudo hacer una cosa, odiar; a la reina, a su padre, a su madre, incluso a sus dioses y a su patria. Odió a todo cuanto había conocido porque se lo habían arrebatado y no le había quedado nada.
Scarlett de Pablo (Hilando historias)
¿He dicho el nombre de ese bar lácteo que visité en una ocasión? Pues se llamaba nada menos que La reina frígida. Sonriendo con cierta tristeza, apodé a Lo Mi princesa frígida. Ella no comprendió esa melancólica broma.
Vladimir Nabokov (Lolita)
En aquel momento, deseó que las cosas fueran distintas. Que no corriera peligro de morir mañana. Que pudiera dejarse guiar por el corazón en lugar de por el deber. Porque Zoya no era ni gentil ni sencilla. Pero ya era toda una reina.
Leigh Bardugo (King of Scars (King of Scars, #1))
Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, en regiones contrarias, en un mediodía quemante: eras sólo el aroma de los cereales que amo. Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angol, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. Pero yo ya sabía cómo era. De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.
Pablo Neruda
Recuerde siempre que la risa que toca a su puerta, y dice: “¿puedo entrar?”, no es la verdadera risa. ¡No! La risa es una reina, y llega cuando y como quiere. No pregunta a persona alguna; no escoge tiempo o adecuación. Dice: “aquí estoy”.
Bram Stoker (Drácula (Spanish Edition))
Hizo llamar también a su prometido y le dijo que no se preocupara, que tenía intención de seguir adelante con la boda aunque él fuera sólo un príncipe y ella una reina, y, tras darle unos tironcillos bajo la hermosa barbilla, lo besó hasta lograr que sonriera.
Neil Gaiman (The Sleeper and the Spindle)
Me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés; que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote (Usborne Classics Retold))
—¿De dónde vienes, viajero? —Vengo desde el Fin del Mundo —dijo una voz tranquila que hizo que mi corazón deje de latir—. Desde el Río de los Sueños, a través del Pozo, las Zarzas y el Wyld profundo, con el fin de estar aquí. Sólo tengo una petición, retomar mi lugar a tu lado. Para continuar con mi deber como Caballero, y para protegerte a ti y a tu Reino mientras siga respirando. —Alzó la cabeza y empujó hacia atrás la capucha, y un grito de asombro recorrió la sala del trono—. Sigo siendo tuyo, mi Reina —dijo Ash, mirándome fijamente a los ojos—. Si tú me quieres.
Julie Kagawa (The Iron Knight (The Iron Fey, #4))
Queridas niñas, tengo planes ambiciosos para vosotras, pero no tienen que ver con que lleguéis a tener un puesto importante u os caséis con un hombre rico por el mero hecho de serlo o porque tenga una casa estupenda, sobre todo si en esa casa falta el amor y no es un verdadero hogar. El dinero es un bien necesario y valioso y, si se hace buen uso de él, se convierte en algo noble, pero no quiero que creáis que es lo más importante o aquello a lo que debéis aspirar. Prefiero veros convertidas en esposas de hombres pobres pero felices, amadas y satisfechas, a que seáis reinas en su trono, carentes de respeto y paz.
Louisa May Alcott (Mujercitas)
Siempre he creído que una persona es inteligente. Son las multitudes las que son estúpidas. Y pocas cosas confirman esto mejor que la guerra, la religion organizada, la burocracia y la preparatoria, donde la mayoria reina sin piedad. Cuando recordé mis primeros dias ahí, todo lo que ví fue una inseguridade y una duda tan agobiantes que un simple grano era capaz de sacar mi vida de balance. Sólo hasta mis últimos dias tuve confianza y respeto por mi mísmo, incluso un poco de individualid.
Marilyn Manson (The Long Hard Road Out of Hell)
Pero no piense más que estoy todo triste cuando lloro, pues la risa hubiera llegado de la misma manera. Recuerde siempre que la risa que toca a su puerta, y dice: "¿puedo entrar?", no es la verdadera risa. ¡No! La risa es una reina, y llega cuando y como quiere. No pregunta a persona alguna; no escoge tiempo o adecuación. Dice: "aquí estoy".
Bram Stoker (Bram Stoker: Drácula y obras selectas)
Le repugnaban los hombres tatuados. En el pueblo no había visto a nadie así y, por otra parte, ni Robert Redford ni Julio Iglesias ni nadie verdaderamete fino y decente se tatuaba.
Rosa Montero (Te trataré como a una reina)
Yo sé bien que la vida da muchas vueltas, pero nunca en una misma dirección.
Víctor Muñoz (La reina ingrata)
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un
Casiodoro de Reina (Biblia: Reina Valera 1960: La Palabra De Dios (Spanish Edition))
échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. 4 Entonces dijo Jehová
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas la cubierta: sus caras la una enfrente de la otra, mirando á la cubierta las caras de los querubines.
Reina (SANTA BIBLIA: Reina-Valera 1909)
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada,
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos que haya en una ciudad.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Cuando era pequeña, pensaba que su madre era tan hermosa como la reina de un cuento de hadas. No como una princesa; las princesas solo son guapas.
Rainbow Rowell (Eleanor & Park)
—¡Demasiado tarde para correcciones! —exclamó la Reina Roja—: Una vez que has dicho algo, ¡Ya está!, debes asumir las consecuencias.
Lewis Carroll (Alicia a través del espejo / La Caza del Snark)
Mi decisión es una máscara y, tras ella, reina el desorden, el apeiron.
Raúl Ruiz (Poetics Of Cinema)
Madrid y este país serán un lugar mejor cuando nos demos cuenta de que la vida de un ropavejero o de una prostituta vale tanto como la del ministro de la reina.
Carmen Mola (La bestia)
Habéis intentado convertiros en una piedra. No tengáis miedo de no serlo. Seréis reina, pero estáis hecha de carne y hueso.
Samantha Shannon (The Priory of the Orange Tree (The Roots of Chaos, #1))
Se refiere a la reina Victoria esta frase: “Victoria mantuvo afectuosamente a su Alberto en una posición subalterna?
Marguerite Yourcenar
Todas queremos que nuestro enamorado sea amado por una mujer digna de él, pero jamás que sea más digna que nosotras. —Habladme de esta casa —dije—.
Margaret George (Memorias de Cleopatra: la reina del Nilo)
Thomas Moro solía decir que uno debería construir un retiro, una ermita, dentro de su casa.
Hilary Mantel (Una reina en el estrado (Thomas Cromwell, #2))
como le dijo una vez el rey con tristeza, sólo los hombres y mujeres muy pobres tienen libertad para elegir a quién amar.
Hilary Mantel (Una reina en el estrado (Thomas Cromwell, #2))
La marca del verdadero héroe consiste en que el más heroico de sus actos se realiza en secreto. Nunca oímos hablar de él. Y sin embargo, de una forma u otra, amigos míos, lo sabemos.
Erika Johansen (La Reina del Tearling (La Reina del Tearling, #1))
Dantés: que no hay dos libros iguales porque nunca hubo dos lectores iguales. Y que cada libro leído es, como cada ser humano, un libro singular, una historia única y un mundo aparte.
Arturo Pérez-Reverte (La reina del sur)
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
¿Cómo puede una reina ser a la vez una bruja buena y una bruja mala? ¿Cómo puede un príncipe ser a la vez un asesino y un salvador? ¿Cómo puede un boticario tener un carácter del demonio pero ser recto en sus principios? ¿Cómo puede un párroco tener malos pensamientos y un buen corazón? ¿Cómo es posible que los hombres invisibles estén más solos cuando consiguen que todo el mundo los vea?
Patrick Ness (A Monster Calls)
En aquella ciudad, donde a menudo lo ilegal es convención social y forma de vida --es herencia de familia, dice un corrido famoso, trabajar contra la ley--, Teresa Mendoza fue durante algún tiempo una de esas jóvenes, hasta que cierta ranchera Bronco negra se detuvo a su lado, y Raimundo Dávila Parra bajó el cristal tintado de la ventanilla y se la quedo mirando desde el asiento del conductor. (p. 26 en LA REINA DEL SUR)
Arturo Pérez-Reverte
Los humanos son animales complicados [...]. ¿Cómo puede una reina ser a la vez una bruja buena y una bruja mala? ¿Cómo puede un príncipe ser a la vez un asesino y un salvador? ¿Cómo puede un boticario tener un carácter del demonio pero ser recto en sus principios? ¿Cómo puede un párroco tener malos pensamientos y buen corazón? ¿Cómo es posible que hombres invisibles estén más solos cuando consiguen que todo el mundo los vea?
Patrick Ness (A Monster Calls)
Una vez fui un Grajo solitario en una lejana tierra, dispuesto a asesinar por mi Reina para detener una guerra. Ahora mis ojos ven el corazón que buscamos tiempo atrás, y temo que ese corazón no será curado, nunca más.
Marissa Meyer (Heartless)
Exhibía una expresión tan seria a la luz de la luna… Como si de verdad creyese que en el mundo reina la justicia, que a las buenas personas les suceden cosas buenas y que lo contrario solo es la excepción que confirma la regla.
Robyn Schneider (Estrellas fugaces (Spanish Edition))
que el rey les otorgará la merced de muerte por el hacha, que no aumentará su deshonra; aunque entre los jurados se murmura que a Smeaton se le ahorcará porque, al ser hombre de bajo nacimiento, no hay ningún honor que proteger.
Hilary Mantel (Una reina en el estrado (Thomas Cromwell, #2))
El instituto no es una democracia ni una dictadura. Tampoco, como suele creerse, es un estado anárquico. El instituto es una monarquía por derecho divino. Y cuando la reina se va de vacaciones, las cosas cambian. En concreto, a peor.
John Green (Paper Towns)
—¿Seguro que te encuentras bien, putita? —insistió el pesado de Adrián. —Hoy estás demasiado atento conmigo. —Bueno, te has reencontrado después de tanto tiempo con tu ex... —¡No es mi ex! Al contrario que tú y tu hada oscura lo nuestro apenas duró una semana, no merece llamarse mi “ex”. —Siete efímeros, pero intensos días... Ya nos conocemos muy bien la historia —se burló el Joker—. Después quedasteis en reuniros otros tres días después, pero él nunca apareció. En lugar de eso se había ido con la reina Ellette... —Suena tan patético, ¿verdad?[...] —Bueno, a ti al menos te dejo por su reina. Es más patético lo de nuestro querido Adrián. —Muchas gracias, al menos a mí no me encerraron en una carta. (Joker, Maddie y Adrián)
Valeria González Lozano (Léiriú I: La rebelión (Léiriú, #1))
El alma está hecha de pequeños compartimentos autocontenidos, como una muñeca rusa. Si sigues abriendo y abriendo, acabas encontrando la última de las muñecas. Y su rostro nunca es como el de la muñeca más grande. Ese último rostro puede ser mezquino y cruel.
Juan Gómez-Jurado (Reina roja (Antonia Scott, #1))
que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder. 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con
Casiodoro de Reina (Biblia: Reina Valera 1960: La Palabra De Dios (Spanish Edition))
Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22 Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
El mensaje revolucionario de la física cuántica es que, si bien reina un cierto orden en el universo (ondas o partículas), existe algo más que el mero plano físico. Se puede cuantificar la materia, pero es la mente la que determina lo que sabemos. Nuestros pensamientos y sentimientos también desempeñan un papel a la hora de determinar cómo funciona el universo y cómo lo percibimos. El modo en que pensamos tiene consecuencias físicas en lo que percibimos, hecho que ha dado pie a una revolución tanto en la física como en la filosofía y en la investigación de la conciencia.
Pim van Lommel (Consciencia más allá de la vida)
Dentro del inmenso océano de la poesía distinguía varias corrientes: maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos. Las dos corrientes mayores, sin embargo, eran la de los maricones y la de los maricas. Walt Whitman, por ejemplo, era un poeta maricón. Pablo Neruda, un poeta marica. William Blake era maricón, sin asomo de duda, y Octavio Paz marica. Borges era fileno, es decir de improviso podía ser maricón y de improviso simplemente asexual. Rubén Darío era una loca, de hecho la reina y el paradigma de las locas. —En nuestra lengua, claro está —aclaró—; en el mundo ancho y ajeno el paradigma sigue siendo Verlaine el Generoso. Una loca, según San Epifanio, estaba más cerca del manicomio florido y de las alucinaciones en carne viva mientras que los maricones y los maricas vagaban sincopadamente de la Ética a la Estética y viceversa.
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Se esfuerza en sonreírme, pero percibo que su rostro lleva el peso de las terribles impresiones que en él ha grabado la reflexión, constantemente inclinada sobre las esfinges que desconciertan, con sesgada mirada, las grandes angustias de la inteligencia de los mortales. Viendo la inutilidad de sus manejos, aparta los ojos, tasca su freno terrestre con la baba de la rabia, y mira el horizonte que huye cuando nos acercamos. A mi vez, me esfuerzo por recordarle su dorada juventud, que sólo pide entrar, como una reina, en los palacios de los placeres, pero advierte que mis palabras brotan con dificultad de mi demacrada boca y que los años de mi propia primavera pasaron, tristes y glaciales, como un sueño implacable que pasea, por las mesas de los banquetes y los lechos de raso, donde dormita la pálida sacerdotisa del amor, pagada con la reverberación del oro, las amargas voluptuosidades del desencanto, las pestilentes arrugas de la vejez, los terrores de la soledad y las antorchas del dolor. Viendo la inutilidad de mis manejos, no me asombra no poder hacerle feliz; el Todopoderoso se me aparece revestido con sus instrumentos de tortura, en toda la resplandeciente aureola de su horror.
Comte de Lautréamont (Les Chants de Maldoror)
Vivo en los Estados Unidos y soy chilena, sangre, voluntad y memoria. Al llegar a este país me obligaron a llenar un formulario en el cual había una casilla referente a la raza: la primera alternativa era blanca, la cual iba a automáticamente yo a marcar, cuando leí más abajo la palabra “Hispanic”. Me pareció una enorme incultura por parte de los funcionarios gringos ya que lo hispano no se refiere a una raza, pero abismada comprendí que por primera vez en mi vida me expulsaban de mi propio nicho, de lo que creía mi identidad natural y objetiva, aunque entre una norteamericana y yo no mediase la más mínima diferencia física ( más aún en este caso específico: soy pelirroja, hasta me parezco a ellos ). Ni que decirlo, marqué con saña el segundo cuadrado y cada día transcurrido de estos seis años me he ido apegando más y más a él. Cuando camino por las calles de la ciudad, a veces me da la impresión de que todos mis antepasados están allí, en la pulcra e impersonal boca del metro, con la esperanza de llegar a alguna parte. Todo chicano o salvadoreño despreciable es mi tío, el hondureño que retira la basura es mi novio. Cuando Reina se declara a sí misma una desclasada, sé exactamente a que se refiere. Toda mi vida ha corrido por este lado del mundo. Mi cuna real y ficticia, el lugar donde nací y el otro que fui adquiriendo, lucen oropeles muy americanos ( ¡ no acepto que ese adjetivo se lo atribuyan los del norte! América es tanto la de arriba como la de abajo, norte y sur tan americanos uno como el otro). Trazo los dos puntos del continente para señalar los míos y agrego un tercero, éste. Dos de ellos resultan razonablemente cercanos, y luego, inevitable, la línea larga baja y baja hasta llegar al sur, hasta lo que, a mi pesar, debo reconocer como el fin del mundo. Sólo los hielos eternos más allá de esa tierra. Allí nací. Mapuches o españoles, fluidas, impredecibles, vigorosas, allí están mis raíces.
Marcela Serrano (Lo que está en mi corazón)
Cuentan que hace um siglo el dictador Mariano Melgarejo obligó al embajador de Inglaterra a beber un barril entero de chocolate, en castigo por haber despreciado un vaso de chincha. El embajador fue paseado en burro, montado al revés, por la calle principal de La Paz. Y fue devuelto a Londres. Dicen que entonces la reina Victoria, enfurecida, pidió un mapa de América del Sur, dibujó una cruz de tiza sobre Bolívia y sentenció: "Bolívia no existe". Para el mundo, en efecto, Bolivia no existía ni existió después: el saqueo de la plata y, posteriormente, el despojo del estaño no han sido más que el ejercicio de un derecho natual de los países ricos.
Eduardo Galeano
Eso es algo que tu no logras entender, tu eres un simple chico común que viene de una familia un poco privilegiada, y yo soy Katherine Heddleson, la reina, a mí nadie me utiliza, yo los utilizo. Y créeme no te quieres meter conmigo de nuevo, por qué si te pareció duro lo que hice en el verano no tienes una idea de que te puede pasar ahora.
Lolo Mayaya (Play With Me)
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Una vez que hubieron enfriado las coronas en el río, Aslan hizo que Frank y Helen se arrollidaran ante él y colocó las coronas en la cabeza de los soberanos. Luego dijo: -Alzaos, rey y reina de de Narnia, padre y madre de muchos reyes que reinarán en Narnia, en las Islas y en Archenland. Sed justos, compasivos y valerosos. Os doy mi bendición.
C.S. Lewis (Troldmandens nevø (Narnia #1))
El bien no está en la naturaleza, tampoco en los sermones de los maestros religiosos ni de los profetas, no está en las doctrinas de los grandes sociólogos y líderes populares, no está en la ética de los filósofos. Son las personas corrientes las que llevan en sus corazones el amor por todo cuanto vive; aman y cuidan de la vida de modo natural y espontáneo. Al final del día prefieren el calor del hogar a encender hogueras en las plazas. Así, además de ese bien grande y amenazador, existe también la bondad cotidiana de los hombres. Es la bondad de una viejecita que lleva un mendrugo de pan a un prisionero, la bondad del soldado que da de beber de su cantimplora al enemigo herido, la bondad de los jóvenes que se apiadan de los ancianos, la bondad del campesino que oculta en el pajar a un viejo judío. Es la bondad del guardia de una prisión que, poniendo en peligro su propia libertad, entrega las cartas de prisioneros y reclusos, con cuyas ideas no congenia, a sus madres y mujeres. Es la bondad particular de un individuo hacia, otro, es una bondad sin testigos, pequeña, sin ideología. Podríamos denominarla bondad sin sentido. La bondad de los nombres al margen del bien religioso y social. Pero si nos detenemos a pensarlo, nos damos cuenta de que esa bondad sin sentido, particular, casual, es eterna. Se extiende a todo lo vivo, incluso a un ratón O a una rama quebrada que el transeúnte, parándose un instante, endereza para que cicatrice y se cure rápido. En estos tiempos terribles en que la locura reina en nombre de la gloria de los Estados, las naciones y el bien universa I, en esta época en que los hombres ya no parecen hombres y sólo se agitan como las ramas en los árboles, como piedras que arrastran a otras piedras en una avalancha que llena los barrancos y las fosas, en esta época de horror y demencia, la bondad sin sentido, compasiva, esparcida en la vida como una partícula de radio, no ha desaparecido. Vida y Destino (Galaxia Gutenberg)
Vasily Grossman
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
En todos los tiempos el rostro del Poder fue visible. ¿Qué son la arquitectura, la pintura, la música de esas edades, sino monumentos, alabanzas creadas en honor de los rostros del Poder: monarcas, príncipes, reinas palpables? El Poder siempre tuvo una cara a la que era posible amar u odia, alabar o insultar, suplicar o guillotinar. Con la locura del capitalismo nació la sociedad sin rostro. Para Lenin, la última etapa del capitalismo es el imperialismo, pero no, la última etapa del capitalismo es la esquizofrenia, la separación de la realidad. Hacia finales del siglo XIX-pensé- ocurrió un hecho sin precedentes: el rostro del capitalismo desapareció enmascarado detrás de las sociedades anónimas. La perversidad de nuestro tiempo fue la aparición de las sociedades anónimas. Gracias a las tinieblas de las sociedades anónimas por primera vez en la historia los hombres ejercen impunemente el Poder. Los Presidentes de las Repúbilcas no son sino fantoches, antifaces: detrás de ellos está el rostro sin rostro de las transnacionales. Hoy el Poder lo ejercen hombres cuyos rostros no conoceremos jamás: los invisibles propietarios, los misteriosos hombres sin cara de las multinacionales. - Págs. 162-163 de "La danza inmóvil" de Manuel Scorza. 1983
Manuel Scorza (La danza immobile)
En una sociedad dividida por el color de la sangre, los Rojos luchan por sobrevivir bajo la sombra de los Plateados, «superhumanos» con poderes terribles que les permiten manejar el mundo a su antojo. Pero cuando se revela que Mare Barrow —una joven ladronzuela Roja— tiene también esas habilidades, es llevada al mundo de los Plateados. Allí descubrirá que el poder es un juego peligroso y que la única certeza es la traición.
Victoria Aveyard (Red Queen (Red Queen, #1))
Pero hace mucho que ha disminuido la demanda de este artículo. El hueso tuvo su momento de gloria en tiempos de la reina Ana, cuando el guardainfante estaba en su apogeo. Y así como esas antiguas damas se movían alegres, por así decirlo, entre las fauces de la ballena, en nuestros días corremos con la misma indiferencia hacia las mismas mandíbulas en busca de protección cuando llueve: el paraguas es una tienda sostenida por los mismos huesos.
Herman Melville (Moby Dick (Los mejores clásicos): con introducción de un profesor de la Universidad de Columbia (Spanish Edition))
—Te haría mi reina porque te quiero. Te quiero todo el tiempo. Zoya rodó hasta quedar de costad, apoyando la cabeza en el brazo flexionado. Apenas se había movido, pero ahora Nikolai sentía su aliento. El corazón le latía a toda velocidad. —Como general, debo decirte que sería una decisión pésima. Él también se giró. Ahora estaban frente a frente. —Como rey, debo decirte que es imposible disuadirme. No hay príncipe ni país capaz de hacer que deje de quererte.
Leigh Bardugo (Rule of Wolves (King of Scars, #2))
La gente siempre intentará quitarte el poder. Si las cosas te van bien, dirán que es porque eres rica y tus padres son unos peces gordos. También la gente que te aprecia intentará quitarte el poder, aunque éstos lo harán de otro modo. Si fracasas en lo que sea, intentarán alentarte diciendo que nadie es perfecto y que no deberías ser tan exigente contigo misma. Te dirán, por ejemplo, que no debes preocuparte por haber suspendido un examen de matemáticas, porque las mates son difíciles para las chicas. O que no debes indignarte tanto por la injusticia que reina en el mundo, porque no podrás remediarla. Y por muy buenas que sean sus intenciones, de esa manera estarán pidiéndote menos de lo que puedes ser. _ Sintió una opresión en el pecho y trató de librarse con otra respiración profunda_ . Una manera de afianzar tu poder es aprendiendo cuándo hay que dar un paso adelante, cuando reconocer que estabas equivocada y cuándo plantear batalla.
Susan Elizabeth Phillips (Ain't She Sweet?)
¡Sentimientos liberales! ¡Pero a mí no me vengas con monsergas de justicia! ¡Vete a Tennessee montado en un pollino y ponte a convencer a esos palurdos sudistas de que en realidad son negros pintados de blanco y de que sus esclavos son blancos pintados de negro! ¡Vete a Europa y ponte a decirles que los derechos de los esclavos del imperio son tan inalienables como los de la reina de Bélgica! ¡Ah, terminarás pobre, canoso y ronco en las reuniones del partido! ¡Te escupirán, te dispararán, te lincharán, te aplacarán con medallitas y los paletos te despreciarán! ¡Te crucificarán! Ingenuo y soñador Adam. Quien osa desafiar a esa hidra de cien cabezas que es la naturaleza humana lo termina pagando con espantosos sufrimientos, ¡y su familia también! ¡Y cuando exhales el último suspiro, sólo entonces, te darás cuenta de que tu vida no ha sido más que una minúscula gota en un océano infinito! Y sin embargo, ¿qué es un océano sino una multitud de gotas?
David Mitchell (Cloud Atlas)
le echaron encima un manto de escarlata, 29y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! 30Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. 31Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle. 32Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a
Anonymous (Santa Biblia (Reina Valera 1960 RV60) Con índice activo por cada libro (Spanish Edition))
Mi padre era un individuo sospechoso que pensaba con visionario afán sobre la naturaleza y sus ciclos sagrados. Lo hacía con honradez, pero a su manera. Se encerraba en la cocina negra en compañía de adeptos y, después de interminables formulas, conseguía reunir los contrarios. Allí un León Rojo, uno libre y audaz, era desposado en tibio baño con el Lirio y ambos eran torturados con fuego vivo y llameante para pasar de una cámara nupcial a otra y, así, finalmente, surgía la Joven Reina en el cristal.
Johann Wolfgang von Goethe (Fausto (texto completo, con índice activo) (Spanish Edition))
no hay cuchillo Que pueda rivalizar con esa aguzada vista que adivina que la vanidad Acecha a las muchachas sencillas, devotas de la iglesia, Y que el horno del corazón Anhela más que nada cocer una masa ... Por eso lo legan todo al rey de la negrura. La peor de las cerdas Rivaliza con la mejor de las reinas Sobre el derecho a proclamarse la esposa de Satán; Alojados en la tierra, esos millones de novias acaban dando alaridos. Algunas arden rápido, otras, más despacio, Atadas a la estaca del aquelarre del orgullo.
Sylvia Plath
Siempre me ha parecido inquietante la contigüidad que existe entre la crónica de sociales y la nota roja, no sólo porque estas dos secciones suelen aparecer juntas en los diarios del puerto (a menudo en caras opuestas del mismo pliego, como espejándose), sino porque ambos géneros suelen presentar los asuntos de su "literatura" como sucesos excepcionales, únicos e irrepetibles: la ascensión de una joven al estatuto de reina, emblema viviente de la alegría, la lozanía y la fecundidad de un pueblo y su posterior envilecimiento como filicida, villana mítica, bruja de cuento de hadas en cuyo nombre se exhorta a los niños jarochos a obedecer a sus madres y comer todas sus verduras, si no quieren que Evangelina venga a castigarlos. Arquetipos opuestos pero complementarios, máscaras que deshumanizan a mujeres de carne y hueso, y que funcionan como pantallas en donde se proyectan los deseos, los temores y las ansiedades de una sociedad que se pretende un enclave de sensualismo tropical pero que en el fondo es profundamente conservadora, clasista y misógina.
Fernanda Melchor (Aquí no es Miami)
sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. 14 Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Los libros son para leerlos no para atesorarlos y que críen polvo. La gente que más los guarda y recuenta no es la que más apego tiene a lo que dicen... Lo que tienes que hacer tuyo y entretejer con tu vida es lo que dicen. Cuando vale la pena, claro. Se llegan a crear unas simbiosis entre lo que has leído y lo que vas viviendo y pensando, que a veces da miedo. El libro luego es como la sepultura de un ser querido. Le vas a poner flores, pero no sirve de nada. Su alma no está allí, revolotea por los lugares donde dejó su semilla. O sea, dentro de nosotros.
Carmen Martín Gaite (La Reina de las Nieves)
—Yo también te elegiría a ti —dijo Nikolai antes de pensárselo mejor. Ya no habría forma de retirar lo dicho. Se hizo el silencio entre ambos. «A lo mejor el suelo se abre y me precipito hacia la muerte», pensó esperanzado. —¿Cómo tu general? —preguntó Zoya con cautela. Le espetaba dando una oportunidad de enderezar el rumbo del barco, de regresar a las aguas que ambos conocían. «Como general eres un primor.» «La mejor que puede haber.» «Aunque seas un poco avinagrad, eso es justo lo que necesita Ravka.» Había tantas respuestas fáciles… —Como mi reina —contestó.
Leigh Bardugo (Rule of Wolves (King of Scars, #2))
Al poco tiempo tuvo una hija que era tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y tenía los cabellos tan negros como el ébano, y por eso la llamaron Blancanieves. Y, nada más crecer la niña, murió la reina. Pasado un año, el rey tomó otra esposa. Era una mujer hermosa, pero orgullosa y arrogante, y no podía soportar que alguien la superase en belleza. Tenía un espejo maravilloso y, cuando se situaba frente a él y se miraba, decía: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? A lo que el espejo respondía: -Mi reina y señora, en el reino vos sois la más hermosa. Entonces se quedaba satisfecha, pues sabía que el espejo decía la verdad. Pero Blancanieves fue creciendo y fue haciéndose cada vez más bella, y cuando hubo cumplido siete años, era ya tan linda como la luz del día y más hermosa que la propia reina. En una ocasión le preguntó a su espejo: -Espejito, espejito de la pared, la más hermosa de todo el reino, ¿quién es? El espejo respondió: -Mi reina y señora, vos sois aquí la más hermosa, pero Blancanieves es mil veces que vos más preciosa. Entonces la reina se asustó y se puso amarilla y verde de envidia.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excremento de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las igelsias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el official de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno.
Patrick Süskind (Perfume: The Story of a Murderer)
«Lo que yo reprocho a los periódicos es que nos hagan prestar atención todos los días a cosas insignificantes, mientras que leemos tres o cuatro veces en nuestra vida los libros que encierran cosas esenciales. Puesto que todas las mañanas desgarramos febrilmente la faja del diario, deberíamos cambiar las cosas y poner en él, qué sé yo, los... ¡Pensamientos de Pascal!», y recalcó esa palabra con tono irónicamente enfático para no parecer pedante. «Y en el volumen de cantos dorados que tan sólo abrimos una vez cada diez años», añadió dando muestras del desdén por las cosas mundanas que fingen sentir ciertos hombres de mundo, «es en el que leeríamos que la reina de Grecia ha ido a Cannes o que la princesa de Léon ha dado un baile de disfraces.
Marcel Proust (Por la parte de Swann (En busca del tiempo perdido, #1))
Brindaron, apuraron sus copas y Peio Anzola señaló la primera moneda, la de cobre octogonal. —Ese maravedí compró un secreto y con él siempre sabrás la verdad. Eso no hay dinero que lo pague —añadió con un guiño y señaló la siguiente moneda—. El doblón de oro pagó el beso de una reina de Aragón. Fue una apuesta, por supuesto, y queriendo o sin querer, la reina la perdió. Con ese doblón podrás tener cuantos besos quieras y de quien tú quieras, eso tampoco tiene precio... —¿Y esta? —se anticipó Urko, carcomido por la curiosidad. Tocó la pieza de plata y la encontró caliente, como si estuviese hechizada. Sin embargo, las otras dos permanecían frías y así lo comprobó. Su tío le sacó de sus pensamientos con una frase sincera y sentida: —Espero que nunca tengas que usar esa última moneda, chico. Las otras dos tienen crédito ilimitado, su magia nunca se agota, pero esa pieza de plata solo podrás usarla una vez y, cuando lo hagas, ya no será tuya. Tendrás que regalarla junto con las otras dos. —¿Tú ya la has usado, tío? —Eso no importa, lo crucial es que sepas quién la usó primero. Esta pieza de plata se utilizó para pagar una muerte. Una muy importante. —¿La de otro rey? —aventuró Urko. —Algo parecido, no te lo vas a creer cuando te lo diga. Digamos que solo hay treinta monedas como esa… y son las treinta que compraron la vida del Rey de Reyes. —¿En serio? —masculló Urko, sin apartar su mirada del brillo de la plata—. ¿Las monedas de Judas? Vale, tío, tienes razón. No me lo creo.
Mara Oliver (Hechizo de Mar y Luna)
Resurrección de Lázaro 38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
No ha salido de establo este mugido, ni de las dulces pajas del reposo, ni de la carreta, ni de los horribles mataderos provinciales, sucios de continuas hecatombes. Este mugido sale de un circo, de un viejo templo, y atraviesa el cielo seguido por una caliente pedrea de voces humanas. Este mugido de dolor ha salido de las frenéticas plazas de toros y expresa una comunión milenaria, una ofrenda oscura a la Venus tartesa del Rocío, viva antes que Roma y Jerusalén tuvieran murallas, un sacrificio a la dulce diosa madre de todas las vacas, reina de las ganaderías andaluzas olvidada por la civilización en las solitarias marismas de Huelva. En mitad del verano ibérico se abren las plazas, es decir, los altares. El hombre sacrifica al bravo toro, hijo de la dulcísima vaca, diosa del amanecer que vive en el rocío. La inmensa vaca celestial, madre continuamente desangrada, pide también el holocausto del hombre y naturalmente lo tiene.
Federico García Lorca
- Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba-. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? - Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar -dijo el Gato. - No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia. - Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato. - ... siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia como explicación. - ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el Gato-, si caminas lo suficiente! A Alicia le pareció que esto no tenía vuelta de hoja, y decidió hacer otra pregunta: - ¿Qué clase de gente vive por aquí? - En esta dirección -dijo el Gato, haciendo un gesto con la pata derecha- vive un Sombrerero. Y en esta dirección -e hizo un gesto con la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Visita al que quieras: los dos están locos. - Pero es que a mí no me gusta tratar a gente loca -protestó Alicia. -Oh, eso no lo puedes evitar -repuso el Gato-. Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca. - ¿Cómo sabes que yo estoy loca? -preguntó Alicia. - Tienes que estarlo afirmó el Gato-, o no habrías venido aquí. Alicia pensó que esto no demostraba nada. Sin embargo, continuó con sus preguntas: - ¿Y cómo sabes que tú estás loco? - Para empezar -repuso el Gato-, los perros no están locos. ¿De acuerdo? - Supongo que sí -concedió Alicia. - Muy bien. Pues en tal caso -siguió su razonamiento el Gato-, ya sabes que los perros gruñen cuando están enfadados, y mueven la cola cuando están contentos. Pues bien, yo gruño cuando estoy contento, y muevo la cola cuando estoy enfadado. Por lo tanto, estoy loco. - A eso yo le llamo ronronear, no gruñir -dijo Alicia. - Llámalo como quieras -dijo el Gato-. ¿Vas a jugar hoy al croquet con la Reina?
Lewis Carroll (Alicia en el Pais de las Maravillas)
El sufrir es muy largo y no puede dividirse por los estaciones del año. Sólo nos es posible señalar su presencia y advertir su retorno. Para nosotros el tiempo no avanza: gira. Parece formar un círculo alrededor de este eje: el dolor. La paralizadora inmovilidad de una vida regulada, hasta en sus más ínfimos detalles, por una rutina inmutable, de suerte que conforme, bebemos, nos paseamos, dormimos y rezamos – o por lo menos, nos arrodillamos para rezar – conforme a los inflexibles dictados de un reglamento de hierro; esa inmovilidad que hace que cada día sea, con todos sus horrores, y hasta en sus más pequeños detalles, idéntico a sus hermanos, parece comunicarse a aquellas fuerzas exteriores, cuya existencia es una perpetua variación. Nada sabemos de la siembra ni de las cosechas, de los segadores doblados sobre las espigas o de los vendimiadores deslizándose entre las vides; de la hierba del jardín, ornada con el blanco manto de las flores caídas, sobre la cual se hallan esparcidos los frutos maduros. Nada sabemos, nada podemos saber. Para nosotros sólo hay una estación, la del dolor. Parece incluso como si nos hubieran arrebatado hasta el sol y la luna. Fuera podrá brillar el día con tonos azulados o dorados, pero la luz que se filtra por el espeso cristal del ventanillo con barrotes de hierro bajo el cual nos hallamos sentados, es mísera y mortecina. En nuestra celda vecina reina constantemente la penumbra, y la noche invade siempre nuestro corazón. Y todo movimiento se detiene, igual que en el girar del tiempo, en la esfera del pensamiento.
Oscar Wilde (De Profundis)
»Tú eres la meridiana refulgente de caridad aquí, y allá en el suelo de esperanza mortal la viva fuente. »Señora, es tan valioso tu consuelo, que quien pide merced, si a ti no corre, es cual volar sin alas, vano anhelo. »No sólo tu bondad pía socorre a quien demanda; a veces generosa, al que no pide con amor acorre. »En ti misericordia y luz piadosa; en ti magnificencia; en ti se aduna cuanto hay en la criatura bondadosa. »Ora este ser, que de ínfima laguna la vida espiritual ha recorrido, por sus gradas subiendo, una por una, »ruega le sea en gracia concedido poder mirar con ojo levantado a la final salud, fortalecido. »Y yo, que en contemplarte me he abrasado, pido por él, con voto más ferviente, que no en vano su gracia haya implorado; »y disipes las nubes de la mente de su mortalidad, y esplendorosa pueda ver la ventura claramente. »También te ruego, ¡reina poderosa!, quieras que guarde sus afectos sanos, después de una visión tan portentosa. »¡Y le guardes de caer cual los humanos! Mira a Beatriz, con todos los electos, que a par de mí suplican con las manos.» Y los ojos que a Dios son tan dilectos, fijos en el que oraba, demostraron que acogía, en sus preces, sus afectos; y hacia la eterna luz se enderezaron; que ojos mortales, según creen y creo, nunca tan claramente penetraron. Y yo, que el fin de mis anhelos veo tan próximo de mí, como debía, apago en mí las llamas del deseo. Bernardo me apuntaba y sonreía porque mirase arriba, pero ya era yo por mí mismo, lo que en mí quería; pues mi vista, más fija y más sincera, más y más se extendía penetrante en la alta luz eterna y verdadera.
Dante Alighieri (La Divina Comedia : el infierno, el purgatorio y el paraíso (Spanish Edition))
Siguiendo el ejemplo de Francia, se podría restringir artificialmente la natalidad y de este modo evitar una superpoblación. La Naturaleza misma suele oponerse al aumento de población en determinados países o en ciertas razas, y esto en épocas de hambre o por condiciones climáticas desfavorables, así como tratándose de la escasa fertilidad del suelo. Por cierto que la Naturaleza obra aquí sabiamente y sin contemplaciones; no anula propiamente la capacidad de procreación, pero sí se opone ala conservación de la prole al someter a ésta a rigurosas pruebas y privaciones tan arduas, que todo el que no es fuerte y sano vuelve al seno de lo desconocido. El que entonces sobrevive, a pesar de los rigores de la lucha por la existencia, resulta mil veces experimentado, fuerte y apto para seguir generando, de tal suerte que el proceso de la selección puede empezar de nuevo. Actuando de ese modo brutal contra el individuo y llamándolo de nuevo momentáneamente a desaparecer, por no ser capaz de resistir la tempestad de la vida, la Naturaleza mantiene la Raza, la propia especie vigorosa y la hace capaz de las mayores realizaciones. La disminución del número implica así la vigorización del individuo y con ello, finalmente, la consolidación de la Raza. Otra cosa es que el hombre, por sí mismo, se empeñe en restringir su descendencia. Aquí es preciso considerar no sólo el factor natural, sino también el humano. El hombre cree saber más que esa cruel Reina de toda la sabiduría, la Naturaleza. Él no limita la conservación del individuo, sino la propia reproducción. Eso le parece a él (que siempre se ve a sí mismo y nunca a la Raza) más humano y más justificado que lo otro. Infelizmente, las consecuencias son también inversas. En cuanto a la Naturaleza, liberando la generación, somete, entre tanto, la conservación de la especie a una prueba de las más severas, escogiendo dentro de un gran número de individuos los que juzga mejores, y sólo a éstos preserva para la perpetuación de la especie; el hombre limita la procreación y se esfuerza denodadamente para que cada ser, una vez nacido, se conserve a cualquier precio. Esta corrección de la voluntad divina le parece ser tan sabia como humana, y él se alegra más de una vez por haber sobrepujado a la Naturaleza y hasta haber demostrado la insuficiencia de la misma. Y el hijo de Adán no quiere ver ni oír hablar que, en realidad, el número es limitado, pero a costa del abatimiento del individuo. Siendo limitada la procreación, por disminución del número de nacimientos, sobreviene, en lugar de la natural lucha por la vida (que sólo deja en pie al más fuerte y al más sano), como lógica consecuencia, el prurito de "salvar" a todo trance también al débil y hasta al enfermo, cimentando el germen de una progenie que irá degenerando progresivamente, mientras persista ese escarnio de la Naturaleza y sus leyes. El resultado final es que un pueblo tal perderá algún día el derecho a la existencia en este mundo, pues el hombre puede, durante un cierto tiempo, desafiarlas leyes eternas de la conservación, pero la venganza vendrá, más tarde o más temprano. Una generación más fuerte expulsará a los débiles, pues el ansia por la vida, en su última forma, siempre romperá todas las corrientes ridículas del llamado espíritu de humanidad individualista. En su lugar aparecerá una Humanidad natural, que destruirá la debilidad para engendrar la fuerza.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. 24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, 25 y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios. 26 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. 27 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. 28 Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. 29 Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. 30 Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo. Capítulo 15 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 Cántico de Moisés y de María 1 Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. 2 Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. éste es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. 3 Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. 4 Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo. 5 Los abismos los cubrieron; Descendieron a las profundidades como piedra. 6 Tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder; Tu diestra, oh Jehová, ha quebrantado al enemigo. 7 Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti. Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca. 8 Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas; Se juntaron las corrientes como en un montón; Los abismos se cuajaron en medio del mar. 9 El enemigo dijo: Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; Mi alma se saciará de ellos; Sacaré mi espada, los destruirá mi mano. 10 Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; Se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. 11 ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? 12 Extendiste tu diestra; La tierra los tragó. 13 Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada. 14 Lo oirán los pueblos, y temblarán; Se apoderará dolor de la tierra de los filisteos. 15 Entonces los caudillos de Edom se turbarán; A los valientes de Moab les sobrecogerá temblor; Se acobardarán todos los moradores de Canaán. 16 Caiga sobre ellos temblor y espanto; A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; Hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, Hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste. 17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado. 18 Jehová reinará eternamente y para siempre.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Pero el rey Salomón amó, además de la hija de faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón y a las heteas; gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón (1 Reyes 11:1-3). El deseo de una persona por la variedad a menudo se manifiesta a través de la conducta obsesiva. Uno nunca llega a satisfacerse, como lo prueban los excesos de la vida de Salomón. Puedo recordar cierta vez en que pasé toda la noche con dos muchachas, y sin que hubieran transcurrido quince minutos después de dejarlas a la siguiente mañana, me encontré con una prostituta que me atraía y le compré sus servicios. No había tenido suficiente placer. Cualquiera que sea adicto a la variedad nunca llegará a satisfacerse. Cada película pornográfica será emocionante solo hasta que se haya «capturado» o experimentado de alguna manera, dejando que disminuya la novedad. Se podrían señalar estos mismos sentimientos en el don Juan que quiere conquistar a las mujeres. Utilizará a cada una hasta que haya terminado con ella, y luego buscará nuevas aventuras.
Anonymous (En el altar de la idolatría sexual (Spanish Edition))
Una mujer puede llorar; una reina, no.
George R.R. Martin (A Feast for Crows (A Song of Ice and Fire, #4))
Nació con dolor, mi reina, y todos los días de su vida pendió una sombra sobre él.
George R.R. Martin (A Storm of Swords (A Song of Ice and Fire, #3))
En la búsqueda de la verdad, el punto de partida de cada uno es particular. Nadie cree en el mismo Dios, a tal punto la concepción que tenemos de Él depende de nuestra “historia”. Nadie, pese a la identidad de las palabras, ha profesado nunca la misma fe. La imagen de nuestro Dios cambia bajo el ángulo de nuestro destino. Por otra parte, la realización metafísica es la que debe cumplir una metamorfosis de esta naturaleza. Nuestra fe más ortodoxa permanece implícita en la medida en que nos es imposible explicar a cualquier otro, aunque sea nuestro mejor amigo, en qué manera sigue siendo esotérico el Principio inefable que reina más allá del Más Allá, sobre la otra faz de la oscuridad.
Anonymous
Summer estaba en lo cierto, después de todo: sería una increíble Titania. Si lo consigue ella, ¿a mí qué? Podría ser un Duende mejor, y eso podría ser más divertido de todos modos. Parezco una malvada andrógina ahora, con mi cabello corto. Probablemente sería un estupendo Duende, en realidad, ahora que lo pienso. ¿Quién dice que tengo que ser la Reina de las Hadas?
Jody Gehrman (Babe in Boyland)
No son más silenciosas las miradas ni más furtivo el amor; eres, tras el armario, esos ojos que encierran espejos en el desván. Por dictamen de una reina que no reina y por miedo a perder la cabeza, te busqué sin buscar; más remoto que una estrella en un jardín, que un beso que es dedal, tuyo es mi temor, tuya soy yo. Tu sonrisa condesciende a lo absurdo de mi orilla sin mar. Has admitido desde la cordura que amas a la locura. En otro lugar estás. Eres el dueño de un país que no es país, de alguien que solo te tiene a ti.
Wendy Davies (Una estrella en mi jardín)
esta Palabra. El Espíritu Santo es el 'agente activo' que trabaja con la Palabra de Dios y la sangre de Cristo para hacer la obra de Dios.
José Reina (Espíritu Santo, ¡Sopla En Mí!: Aprendiendo los secretos para una vida de poder espiritual (Spanish Edition))
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” (Romanos 8:26,27) Ahora
José Reina (La Oración Intercesora: Principios para una vida de oración eficaz (Spanish Edition))
No se puede llegar a una nueva manera de ser más que a costa de la «muerte» —algo así como una agonía— de muchas de nuestras conductas naturales. Pero, una vez franqueada la «puerta estrecha» de esta conversión de nuestra mentalidad, penetramos en un universo espléndido: el del Reino, el mundo donde el amor es la única ley, un paraíso de gratuidad en el que el amor se intercambia sin límites y se da y se recibe sin restricciones; en el que no existen los «derechos» ni los «deberes», ni nada que defender o conquistar; donde no existe oposición entre «lo tuyo» y «lo mío»; donde el corazón se ensancha hasta el infinito. En este mundo nuevo reina el amor, un amor terriblemente exigente (porque lo pide todo: mientras no se ama totalmente, no se ama verdaderamente), pero soberanamente libre, pues no tiene otra ley que él mismo. 1
Jacques Philippe (La libertad interior)
El verso te pisa, sí, el corazón, como si fuera lo contrario de un ataque cardíaco, el simétrico bueno del peso malo. Un verso fuerte no tiene historia como los países. No tiene invasiones, reyes asesinados, resistencias, traiciones; ni cuatro adulterios de una reina de la Edad Media. Un verso, hoy, no tiene Edad Media dentro de sí. Aun cuando sea un verso con dos mil años, hoy, ese verso es absolutamente contemporáneo. Porque es vero. Un verso del señor Homero leído hoy, día siete, tiene esta fecha, y ningún currículum. No tiene Edad Media ni ninguna otra. Si estableciéramos una fórmula final, señor Breton, diríamos simplemente que los mejores versos están desprovistos de currículum y de profecía. Existen en este instante, solo: pero existen mucho.
Gonçalo M. Tavares (Los señores)