Un Nuevo Amor Quotes

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Lanzarme con otro libro es tan grave como enamorarme, un impulso alocado que exige dedicación fanática. Con cada uno, como ante un nuevo amor, me pregunto si me alcanzarán las fuerzas para escribirlo y si acaso semejante proyecto vale la pena: hay demasiadas páginas inútiles y demasiados amoríos frustrados.
Isabel Allende (The Sum of Our Days: A Memoir)
Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, quien no halla encanto en si mismo. Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar. Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, no se arriesga a vestir un nuevo color o no conversa con desconocidos. Muere lentamente quien evita una pasión Y su remolino de emociones, Aquellas que rescatan el brillo en los ojos y los corazones decaidos. Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor, Quien no arriesga lo seguro por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos… ¡Vive hoy! - ¡Haz hoy! ¡Ariesga hoy! ¡No te dejes morir lentamente! ¡No te olvides de ser feliz!
Martha Medeiros
Quiero un amor que sea como un sueño, como dormir, como nacer de nuevo, vulnerable como un niño en el instante de llegar al mundo".
D.H. Lawrence (Women in Love)
No importa el tiempo que emos sido atrapados pensando que hemos llegado a nuestras limitaciones en la vida. Si entramos en un cuarto oscuro y encendemos la luz, no importa si el cuarto ha estado oscuro por un día, una semana o cien años - se enciende la luz y es brillante de nuevo, al momento que tomamos el control de nuestra propia capacidad para amor...
José N. Harris (MI VIDA: A Story of Faith, Hope and Love)
El amor es algo que muere. Y cuando muere se pudre, pero puede servir de humus para un nuevo amor. De modo que aquel amor ya muerto continúa viviendo una vida secreta en el nuevo amor, y así nos hallamos con que el amor es inmortal.
Pär Lagerkvist
No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero. Porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo, abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron. Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos, No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estas sola, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
Alguien elogió la locura Yo elogiaré tu alegría: la humildad de no pretender arreglar el mundo (el mundo empieza y termina contigo) que te levantes cantando (¿cómo puedes cantar?) que te acuestes cantando que no conozcas el rencor que no tengas miedo a la muerte Que te haga ilusión un teléfono un vestido nuevo una receta de cocina la visita de una lejana desconocida Que todo lo olvides todo Que te rías —un año después— de tus amores absolutos Que jamás te preguntes el sentido de la existencia Allí donde solo los verdaderamente humildes pueden ser alegres.
Cristina Peri Rossi (Aquella noche)
Dejé de ser la intermediaria entre el capataz y los peones, la responsable de todo. La mujer que acababa el día hecha jirones y que era remendada durante la noche con el único propósito de poder ser despedazada de nuevo a la mañana siguiente.
Jane Smiley (Un amor cualquiera)
DESPEDIDA DE UN PAISAJE No le reprocho a la primavera que llegue de nuevo. No me quejo de que cumpla como todos los años con sus obligaciones. Comprendo que mi tristeza no frenara la hierba. Si los tallos vacilan será sólo por el viento. No me causa dolor que los sotos de alisos recuperen su murmullo. Me doy por enterada de que, como si vivieras, la orilla de cierto lago es tan bella como era. No le guardo rencor a la vista por la vista de una bahía deslumbrante. Puedo incluso imaginarme que otros, no nosotros, están sentados ahora mismo sobre el abedul derribado. Respeto su derecho a reír, a susurrar y a quedarse felices en silencio. Supongo incluso que los une el amor y que él la abraza a ella con brazos llenos de vida. Algo nuevo, como un trino, comienza a gorgotear entre los juncos. De veras los deseo que lo oigan. No exijo ningún cambio de las olas a la orilla, ligeras o perezosas, pero no obedientes. Nada le pido a las aguas junto al bosque, a veces esmeralda, a veces zafiro, a veces negras. Una cosa no acepto. Volver a ese lugar. Renuncio al privilegio de la presencia.
Wisława Szymborska (El gran número, Fin y principio y otros poemas)
Cuando un pueblo está decidido a ser esclavo y se halla degradado, es una locura tratar de animar de nuevo en él el espíritu de orgullo y honor, de libertad y amor a las leyes, pues abraza con entusiasmo sus cadenas con tal que lo alimenten sin ningún esfuerzo por su parte.
Marcus Tullius Cicero
Me perdi en un mar de frio y despues al renacer me vi en un mundo calido. Recuerdo una cosa: sus ojos amarillos! "No podia tenerle pero le tendria..." "Como debia vernos grace: fantasmas que vagaban magicos y silenciosos por el bosque. Los lobos normales no suponian una amenaza. Pero nosotros no eramos lobos normales" "Porque no consigo que me quieran mas?" "Una y otra vez aunque conozcamos los paisajes del amor su pequeño cementerio lleno de nombres tristes y el abismo terrorificamente silencioso en el que caen los otros... (Pag. 280)" "La vida se mide en momentos como este" "Caigo en el abismo tremulo Tendiendo la mano hacia ti Perdiendome en una pena helada Es este amor fragil Un modo De decir Adios" "El viento me golpeo de nuevo pero ya no tenia poder sobre mi. El frio me entumecia los dedos, pero no los transformaba en otra cosa
Maggie Stiefvater (Shiver (The Wolves of Mercy Falls, #1))
Simultáneamente con esta sensación de bienestar y el sonido creciente de los acordes, me sobrecogió un hálito de sorprendente felicidad, porque repentinamente supe lo que era el amor. No era un sentimiento nuevo, sino el esclarecimiento, la confirmación de una antigua sospecha, un regreso a la tierra natal...
Hermann Hesse (Gertrude)
Los recuerdos son como flechas. Silenciosos. Rápidos. Su efecto es fulminante. Devastador. Puedes mantenerlos alejados, olvidados en un rincón de tu mente, pero un día algo los activa de nuevo, las compuertas cerradas a cal y canto se abren y caen sobre ti, como un tsunami del pasado, capaces de arrastrarlo todo a tu paso.
Andrea Longarela (El faro de los amores dormidos)
«…Que futuro más bello que plan más perfecto presiento, no tendremos que estar batallando buscando siempre el momento, por dar pasos de cero y un camino certero de sueños, liberamos el llanto vacío que tanto provocan los miedos... Bésame no dudes ni un segundo de mi Alma, alteras mis sentidos liberas mis alas, no cabe tanto amor en esta cama... Si me dejaras... Que bueno es sentir que suspiro de nuevo que tu roce y mi roce juntos forman fuego delicada llama que nunca se apaga…»   —Superas
Rachel Bels (Bella al desnudo)
No te vendas, no te alquiles. Sé un alma libre y vela por lo justo. Es mucho mejor pasar hambre que ser un esclavo. Sigue tus corazonadas. Apela al sentido común. Nunca pierdas el sueño por aquello que no tiene solución. Nunca pierdas el sueño por aquello que tiene solución. Nunca pierdas los sueños. La familia que te tocó en suerte es importante, la familia que construirás es más importante… Los amigos son la familia que elegiste; a ellos, respeto, amor a raudales, palabras de oro, lealtad absoluta, confianza. Si das tu palabra es como si dieras tu vida, es más importante que cualquier contrato. Ya lo sabes, pero va de nuevo: el dinero sólo sirve para lo que sirve, ni más ni menos. Si con dinero puedes cambiar la vida de una persona, cámbiala sin dudar. Si con dinero no puedes cambiar tu propia vida, deshazte de él. Nadie es más ni menos que tú, mira a los demás a los ojos, escúchalos, intenta entenderlos. Si no entiendes sus razonamientos o sus motivaciones guíate por el corazón y no por la cabeza.
Benito Taibo (Persona normal)
Las estrellas tintineaban de nuevo; el mundo recuperaba su ritmo y en algún lugar un amante pronunciaba un “te quiero
Popautor N. Muda (La embarazada-espía)
Y su escena de amor se prolongó, con el inestimable añadido de un nuevo lenguaje.
E.M. Forster (Maurice)
¡Oh, estar enamorado ha hecho de mí un hombre nuevo! ¡La fuerza del amor es algo tremendo! El amor es algo que... transforma el mundo entero
Tennessee Williams (The Glass Menagerie)
Nuevo canal interoceánico Te propongo construir un nuevo canal sin esclusas ni excusas que comunique por fin tu mirada atlántica con mi natural pacífico.
Mario Benedetti (El amor, las mujeres y la vida)
Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y, cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Este es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».
Pope Francis (Evangelii gaudium. Exhortación apostólica La alegría del Evangelio)
Tú me echabas una mirada con un gris signo de interrogación en tus ojos. "Oh, no, no empecemos de nuevo" (incredulidad, exasperación). Pues nunca te dignabas a creer que yo pudiera sentir el deseo -sin intenciones específicas- de hundir mi cara en tu falda tableada, amor mío. La fragilidad de tus brazos desnudos... Cómo anhelaba envolver esos brazos, y tus cuatro miembros límpidos, encantadores -un potrillo acurrucado-, y tomar tu cabeza entre mis manos indignas y estirar hacia atrás la piel de tus sienes y besar tus ojos achinados y... "Por favor, déjame en paz, ¿quieres?", decías. "Dios mío, déjame tranquila". Y yo me levantaba del suelo, mientras tú me mirabas crispando el rostro en una imitación deliberada de mi tic nerveux. Pero no importa, no importa, soy un miserable, no importa, sigamos con mi desgraciada historia.
Vladimir Nabokov (Lolita)
Pero hubo un cambio en Gatsby que era simplemente incomprensible. Literalmente resplandecía; sin necesidad de palabra o gesto alguno de emoción, un nuevo bienestar irradiaba de él y llenaba la pequeña habitación.
F. Scott Fitzgerald (The Great Gatsby)
Estoy mirando a sus ojos aterrorizados y, por primera vez desde que nos conocimos... creo que realmente lo entiendo. Todo de él. No reacciona de la manera que lo hace porque hay cinco diferentes lados de su personalidad. Reacciona como lo hace porque sólo hay un lado en Dean Holder. Apasionado. Es un apasionado sobre la vida, sobre el amor, sobre sus palabras, sobre Les. Y seré condenada si no estoy agregada a su lista. La intensidad que transmite no es desconcertante... es hermosa. He pasado tanto tiempo tratando de encontrar maneras de sentirme entumecida en cualquier oportunidad que tenga, pero al ver el entusiasmo detrás de sus ojos ahora mismo... me dan ganas de sentir cada cosa de la vida. Lo bueno, lo malo, lo bello, lo feo, el placer, el dolor. Quiero eso. Quiero empezar a sentir la vida de la misma manera en que él lo hace. Y mi primer paso para hacerlo, se inicia con este muchacho sin esperanza delante de mí, que está vertiendo su corazón, en busca de la palabra perfecta, deseando desesperadamente ayudarme a agregar el sentimiento de nuevo en la vida.
Colleen Hoover (Hopeless (Hopeless, #1))
Me resultaría muy difícil dar detalle de nuestra nueva vida, que consistía en una serie de chiquilladas que a nosotros nos parecían maravillosas, pero que serían insignificantes para las personas a las que se las contara. Tú sabes que es amor cuando los días se hacen cortos y que con una hermosa pereza nos dejamos arrastrar al día siguiente. Tú conoces ese olvidarlo todo que surge del amor impetuoso, confiado y compartido. Todo ser menos el ser amado, nos parece inútil en la creación. Lamentamos haber entregado ya parcelas del corazón a otros, y jamás vislumbramos la posibilidad de apretar otra mano que la que tenemos entre las nuestras. El cerebro no admite ni el trabajo ni el recuerdo, nada que pudiera distraerlo del único pensamiento que no dejamos de ofrecerle. Cada día descubrimos en el ser amado un nuevo encanto, una voluptuosidad que no conocíamos.
Alexandre Dumas fils (La dame aux camélias)
A Oliveira le gustaba hacer el amor con la Maga porque nada podía ser más importante para ella y al mismo tiempo, de una manera difícilmente comprensible, estaba como por debajo de su placer, se alcanzaba en él un momento y por eso se adhería desesperadamente y lo prolongaba, era como un despertarse y conocer su verdadero nombre, y después recaía en una zona siempre un poco crepuscular que encantaba a Oliveira temeroso de perfecciones, pero que la Maga sufría de verdad cuando regresaba a sus recuerdos y a todo lo que oscuramente necesitaba pensar y no podía pensar, entonces había que besarla profundamente, incitarla a nuevos juegos, y la otra, la reconciliada, crecía debajo de él y lo arrebataba, se daba entonces como una bestia frenética, los ojos perdidos y las manos torcidas hacia adentro, mítica y atroz como una estatua rodando por una montaña, arrancando el tiempo con las uñas.
Julio Cortázar (Hopscotch)
Se lo había pedido. Le había suplicado que le dejara retenerme con él contra su cuerpo, le había dicho que debía comprenderle, que también él debía haber vivido al menos una vez una pasión como ésa en el transcurso de su larga vida, que era imposible que hubiera sido de otro modo, le había rogado que le permitiera vivir, a su vez, una vez, una pasión semejante, esa locura, ese amor loco de la chiquilla blanca, le había pedido que le dejara el tiempo de seguir amándola antes de volver a mandarlo a Francia, de dejársela aún, aún un año quizá, porque no le era posible dejar ya ese amor, era demasiado nuevo, demasiado fuerte todavía,todavía demasiado en su violencia naciente, que todavía era demasiado terrible separarse de su cuerpo, y más teniendo en cuenta, el padre lo sabía perfectamente, que eso nunca más volvería a producirse
Marguerite Duras (The Lover)
Esto no es lujuria. La lujuria desea, hace lo obvio y se agazapa de nuevo en el bosque. El amor es más glotón. El amor quiere atención a todas horas; protección; anillos, votos, cuentas compartidas; velas perfumadas en los cumpleaños; seguros de vida. Bebés. El amor es un dictador.
David Mitchell (The Bone Clocks)
A ratos, cuando se volvía para sacudir la ceniza del cigarrillo en un platito, yo aprovechaba para mirar de soslayo las uñas rojas de sus pies, el brillo dorado de las pantorrillas afeitadas, el pronunciado empeine y, siempre, los senos turgentes y perfectamente redondeados. Me maravillaba que en este mundo hubiese hombres que habían tocado y besado aquellos senos mientras le hacían el amor. ¿Qué más se le podía pedir a la vida después de algo así? ¿Adónde se iba un hombre después de haber alcanzado la cima del mundo? Sólo con gran esfuerzo lograba apartar los ojos y posarlos en algún lugar seguro cuando ella se volvía de nuevo hacia mí.
Khaled Hosseini (And the Mountains Echoed)
A base de tropezar, espero, aprenderé a caminar de nuevo, y cuanto más camine más me alejaré de ti, hasta llegar a un momento en que tu recuerdo no sea más que una pequeña mota en el horizonte, a punto de fundirse con el amanecer de un sol radiante que me lleve a entornar los ojos en la última mirada que, al fin, te concederé.
Alejandro Ordóñez Perales
Ese insensato amor que le profeso sigue siendo para mí un insondable misterio. No sé por qué le quería hasta ese extremo de querir morir de su muerte. Hacía diez años que nos habíamos separado y cuando eso sucedió raramente pensaba en él, le quería, parece, para siempre y nada nuevo podía alcanzar ese amor. Yo había olvidado la muerte.
Marguerite Duras (The Lover)
¿Adónde había ido su dulzura? Toda la belleza, toda la bondad, toda la delicadeza que conformaban aquella personita ..., ¿adónde habían ido? ¿Seguían todavía ahora corriendo bajo las brillantes estrellas como un tren que circulaba de noche por un campo nevado? Sin determinar su destino. Siguiendo un rumbo que no puede medirse con los patrones de este mundo. ¿O es posible que vuelva alguna vez? Sucede a veces que una mañana, de improviso, encuentras, en el sitio donde lo dejaste, algo que perdiste mucho tiempo atrás. Bonito, con idéntica forma a la que tenía. Y aún parece más nuevo que cuando lo perdiste. Como si alguien desconocido te lo hubiera estado guardando con amor. ¿Volvería, de la misma forma, su corazón a aquel lugar?.
Kyōichi Katayama (Socrates In Love)
el amor verdadero, es ser visto. Ser conocido. Saber la parte más horrible de alguien, y amarlo de todas maneras. Y… supongo que creo que dos personas enamoradas se convierten en algo más, algo más que la suma de sus partes, ¿sabes? Que debe de ser como si estuvieras creando un mundo nuevo que existe solo para vosotros dos. Sois dioses de vuestro propio universo en miniatura.
Cassandra Clare (Tales from the Shadowhunter Academy)
En ocasiones, me sentía descontento y atormentado de deseos. Creía no poder soportar ya por más tiempo tenerla a mi lado sin estrecharla entre mis brazos. También esto lo adivinó ella en seguida, y al verme llegar una tarde a su casa, agitado y confuso, después de varios días de retraimiento, me llevó aparte y me dijo: “No debe usted entregarse a deseos en los que no cree. Sé lo que usted desea. Tiene usted que abandonarlos o desearlos de verdad y por entero. Cuando llegue usted a pedir llevando en sí la plena seguridad de lograr su deseo, la demanda y la satisfacción coincidirán en un solo instante. Pero usted desea y se reprocha, temeroso, sus deseos. Tiene usted que dominar todo eso. Voy a contarle una conseja. Y me contó de un adolescente que estaba enamorado de una estrella. A la orilla del mar extendía los brazos hacia ella, la adoraba, soñaba con ella y le dedicaba todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que un hombre no puede enlazar con sus brazos una estrella. Imaginaba que su destino era amarla siempre sin esperanza y construyó sobre esta idea toda una vida de renunciamiento y de dolor, callado y fiel, que habría de purificarle y ennoblecerle. Una noche se hallaba sentado de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando a su amada y ardiendo en amor por ella. Y en un instante de profundo anhelo saltó al vacía, hacia la estrella. Pero todavía entonces pensó en la imposibilidad de alcanzarla y cayó, destrozándose contra las rocas. No sabía amar. Si en el momento de saltar hubiese tenido fuerza de alma suficiente para creer fija y seguramente en el logro de su deseo, hubiese volado cielo arriba a reunirse con su estrella. - El amor no debe pedir – continuó -, ni exigir tampoco. Ha de tener la fuerza de llegar en sí mismo a la certeza, y entonces atrae ya en lugar de ser atraído. Sinclair, su amor es ahora atraído por mí. Cuando llegue a atraerme, entonces acudiré. No quiero hacer un regalo, quiero ser ganada.
Hermann Hesse (Demian)
—Sigues mordiéndote los labios cuando estás nerviosa —señaló. Em, viéndose pillada in fraganti, dejó lo que hacía y se enfrentó a su captor. —No estoy nerviosa, yo… Pero no pudo terminar lo que iba a decir. La boca masculina se cernió sobre la de ella. Atrapó el labio inferior, dejó que su lengua sanara los pequeños arañazos que se había infringido y la deslizó con suavidad por la boca hasta que consiguió, con una dulce caricia, que Emily le permitiera adentrarse en su húmeda cavidad, arrancándole un gemido de bienvenida. El beso fue lento y suave, todo lo contrario de lo que podría esperar después de la discusión que habían mantenido. Las manos de él se asentaron en su cintura. Las manos de ella se enredaron en el cabello moreno. Un nuevo beso. Una nueva caricia. Un nuevo suspiro…
Aileen Diolch (¿Por qué no?)
—En realidad no. Sigo pensando que ella lo haría todo de nuevo si hubiera una posibilidad... una posibilidad de que pudiera salir bien. Aunque 99 veces de cada 100 la historia termina mal, pero merece la pena, aunque sólo sea una vez, que consiga un final feliz. —Escucha, Garrick, mientras que este paralelo que estás dibujando es adorable, sobre todo con ese acento, estoy un poco cansada de las metáforas, y ser comparada con las historias de amor condenadas. Sólo di lo que quieres decir. He estado descifrando un texto antiguo toda la noche. No quiero tener que descifrarte a ti, también. —Estoy diciendo que me equivoqué. —Dio un paso más cerca, y mi cansancio huyó, sustituido por la electricidad bajo mi piel—. Estoy diciendo que me gustas. Estoy diciendo que no me importa una mierda ser tu maestro. Entonces, me besó.
Cora Carmack (Losing It (Losing It, #1))
Alfa puede referirse a lo primero de algo— dijo Kai, —O el principio de todo. Se puede atribuir a una persona particularmente poderosa o carismática, o puede significar ser el líder dominante en una manada de animales, sobre todo, por supuesto en los lobos—. Su expresión seria se convirtió brevemente en una sonrisa burlona. —Tiene significados en química, física, e incluso en la astronomía, donde se la describe como la estrella más brillante de una constelación. Pero parece claro que Zeev y Scarlet han creado su propia definición de la palabra, y su relación ha dado a esta palabra un nuevo significado para todos nosotros. Ser un Alfa significa que le harás frente a todas las adversidades para estar con tu pareja. Significa aceptarse entre sí, tanto con las virtudes como con los defectos. Esto significa forjar su propio camino a la felicidad y al amor.
Marissa Meyer (Winter (The Lunar Chronicles, #4))
En efecto, aquellas mujeres, que acudían a la vez a su pensamiento, se estorbaban las unas a las otras y se empequeñecían, como bajo un mismo nivel de amor que las igualaba. Cogiendo, pues, a puñados las cartas mezcladas, se divirtió durante unos minutos dejándolas caer en cascadas, de la mano derecha a la mano izquierda. Finalmente, aburrido, cansado, Rodolfo fue a colocar de nuevo la caja en el armario diciéndose: —¡Qué cantidad de cuentos!
Gustave Flaubert (Madame Bovary)
Algunos seres viven hasta los setenta o incluso los ochenta años pensando que siempre hay algo nuevo, que la aventura está, como suele decirse, a la vuelta de la esquina; prácticamente hay que matarlos o por lo menos reducirlos a un estado de invalidez muy avanzado para que entren en razón. No era el caso de Michel Djerzinski. Había vivido su vida humana solo, en un vacío sideral. Había contribuido al progreso del conocimiento; era su vocación, era la manera que había encontrado para expresar sus dones naturales; pero no había conocido el amor
Michel Houellebecq (The Elementary Particles)
El amor es la gran idealización contemporánea. El amor a lo Shakira y Piqué, tan limpios, tan felices, tan guapos, tan todo. El amor nos salvará, el amor es lo mejor del ser humano. Sí, digo sí a todo esto. Pero de lo que estamos hablando en estas páginas no es de amor, sino de otra cosa. Porque confundimos el amor con esa especie de naufragio continuo que ni siquiera es un naufragio compartido, ni siquiera es un naufragio a dos, sino el hundimiento entre varios náufragos que intentan salvar se ahogando al otro con él. Hasta que aparezca un nuevo palo al que agarrarse.
Brigitte Vasallo (Pensamiento monógamo, terror poliamoroso)
¿Cómo se podía odiar lo que hacía un hombre y no odiar al hombre? Pero años más tarde se me ocurrió que había un hombre con el que yo había puesto esto en práctica durante toda mi vida. Ese hombre era yo mismo. Por mucho que me disgustase mi cobardía o mi vanidad o mi codicia, seguía queriéndome a mí mismo. El cristianismo quiere que las odiemos del mismo modo en que odiamos esas cosas en nosotros mismos: lamentando que ese hombre haya hecho esas cosas y esperando, si es posible, que de algún modo, en algún momento, en algún lugar, el hombre puede ser curado y humanizado de nuevo.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
—¿Que si creo en un anciano de barba blanca que vive en las nubes y juzga a los mortales con un código moral de diez mandamientos? ¡Cielo santo, querida Elly, claro que no! Me habría expulsado de esta vida hace años por mi alocada historia. ¿Que si creo en un misterio, en el inexplicable fenómeno que constituye la vida misma? ¿Que si creo en algo más grande que nosotros y que ilumina la inconsecuencia de nuestras vidas? ¿En algo que nos da una razón por la que luchar y la humildad para purificarnos y empezar de nuevo? Entonces sí, sí que creo en él. Es la fuente del arte, de la belleza, del amor, y ofrece la bondad suprema a la humanidad. Esto es Dios para mí. Esto es la vida, y es en esto en lo que creo.
Sarah Winman (When God Was a Rabbit)
Me dejé llevar por todo lo que experimentaba. Nos besamos muy lentamente. Su piel fría no me molestaba. Por el contrario, me reconfortaba. Bajó suavemente su mano derecha hasta llegar a mi cintura. Levantó la orilla de mi blusa y con el dedo índice rozó gentilmente mi cadera. Después, su mano izquierda se postró en mi hombro, haciendo a un lado el tirante de mi blusa y besándolo. Olisqueó mi cabello castaño y luego acarició mi mejilla. Yo besé su cuello, pero estaba atemorizada. No quería ser lastimada de nuevo, sin embargo dejé que las cosas siguieran su curso. Dijo que me amaba más que a nada en este mundo y le respondí con un simple, pero sincero: “Yo también. Tal vez no tanto como esperes, pero te amo.
Mariela Villegas Rivero ("Luna Llena")
Meche no podía formular de un modo coherente y lógico, ni con palabras ni con pensamientos, lo que le pasaba, el género de este acontecer enrarecido y el lenguaje nuevo, secreto y de peculiaridades únicas, privativas, de que se servían las cosas para expresarse, aunque más bien no eran las cosas en general ni en su conjunto, sino cada una de ellas por separado, cada cosa aparte, específica, con sus palabras, su emoción y la red subterránea de comunicaciones y significaciones, que al margen del tiempo y del espacio, las ligaba a unas con otras, por mas distantes que estuviesen entre sí y las convertía en símbolos y claves imposibles de ser comprendidas por nadie que no perteneciera, y en la forma mas concreta, a la conjura biográfica en que las cosas mismas se autoconstruían en su propio y hermético disfraz. Arqueología de las pasiones, los sentimientos y el pecado, donde las armas, las herramientas, los órganos abstractos del deseo, la tendencia de cada hecho imperfecto a buscar su consanguinidad y su realización, por mas incestuoso que parezca, en su propio gemelo, se aproximan a su objeto a través de una larga, insistente e incansable aventura de superposiciones, que son cada vez la imagen más semejante a eso de que la forma es un anhelo, pero que nunca logra consumar, y quedan como subyacencias sin nombre de una cercanía siempre incompleta, de inquietos y apremiantes signos que aguardan, febriles, el instante en que puedan encontrarse con esa otra parte de su intención, al contacto de cuya sola presencia se descifren. Así un rostro, una mirada, una actitud, que constituyen el rasgo propio del objeto, se depuran, se complementan en otra persona, en otro amor, en otras situaciones, como los horizontes arqueológicos donde los datos de cada orden, un friso, una gárgola, un ábside, una cenefa, no son sino la parte móvil de cierta desesperanzada eternidad, con la que se condensa el tiempo, y donde las manos, los pies, las rodillas, la forma en que se mira, o un beso, una piedra, un paisaje, al repetirse, se perciben por otros sentidos que ya no son los mismos de entonces, aunque el Pasado apenas pertenezca al minuto anterior.
José Revueltas (El apando)
Hay dos tipos de aflicción: una, que ha perdido la esperanza, que ya no confía en el amor y la verdad, y por ello abate y destruye al hombre por dentro; pero también existe la aflicción provocada por la conmoción ante la verdad y que lleva al hombre a la conversión, a oponerse al mal. Esta tristeza regenera, porque enseña a los hombres a esperar y amar de nuevo. Un ejemplo de la primera aflicción es Judas, quien —profundamente abatido por su caída— pierde la esperanza y lleno de desesperación se ahorca. Un ejemplo del segundo tipo de aflicción es Pedro que, conmovido ante la mirada del Señor, prorrumpe en un llanto salvador: las lágrimas labran la tierra de su alma. Comienza de nuevo y se transforma en un hombre nuevo.
Pope Benedict XVI (Jesus of Nazareth: From the Baptism in the Jordan to the Transfiguration)
Una vez le preguntaron a una madre a cuál de sus hijos amaba más. Con sencillez, la madre respondió: «Al que está más lejos, hasta que regrese; al más triste, hasta que sonría; al más pequeño, hasta que crezca: al que se encuentra más enfermo, hasta que se recupere». Este proverbio oriental tiene que ver no solo con el amor maternal, sino también con la misericordia de Dios. Es decir, el amor se extiende a todos y a todas, pero dedica un cariño y una especial atención a aquellos que, por las más diversas circunstancias, se encuentran frágiles y vulnerables. El amor de Dios, en el nivel general, se centra en la vida en todas sus formas (biodiversidad) y, de manera particular, en la dignidad de la persona humana. De ahí su presencia amorosa donde la vida esté más amenazada.
Emilia (coord.) Robles (Aparecida: Por un nuevo tiempo de alegría y esperanza en la vida eclesial)
3. Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor»[1]. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y, cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Este es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».
Pope Francis (Evangelii gaudium. Exhortación apostólica La alegría del Evangelio)
¿Qué me inclina también a mí hacia la fe en la resurrección de Cristo? Juego, por así decirlo con el pensamiento. Si no resucitó, se pudrió en el sepulcro como cualquier hombre. Está muerto y podrido. Es, pues, un maestro como cualquier otro y ya no puede ayudar; estamos de nuevo desterrados y solos. Y debemos conformarnos con la sabiduría y la especulación. Estamos como en un infierno, donde sólo podemos soñar, separados del cielo por una cubierta. Pero si REALMENTE debo ser redimido, necesito certeza —y no sabiduría, sueños, especulación— y esta certeza es la fe. Y la fe es fe en aquello que necesita mi corazón, mi alma, no mi entendimiento especulativo. Pues mi alma, con sus pasiones, por así decirlo, con su carne y su sangre, debe ser redimida, no mi espíritu abstracto. Quizá pueda decirse: sólo el amor puede creer en la resurrección.
Ludwig Wittgenstein (Culture and Value)
ahora piensa con afecto en ese período, porque en muchos sentidos fue una época maravillosa. En diciembre nominaron a Willem para un premio importante por su papel en La manzana envenenada, y en enero se lo concedieron. Luego lo nominaron para un premio aún más importante y prestigioso, y de nuevo lo consiguió. Él estaba en Londres por motivos de trabajo la noche que Willem lo recogió, pero puso el despertador a las dos de la madrugada para ver la ceremonia por internet; cuando pronunciaron el nombre de Willem gritó fuerte, y vio cómo sonreía radiante, besaba a Julia -a quien había llevado de acompañante- y subía los escalones del escenario, donde dio las gracias a los cineastas, al estudio,a Emil, a Kit, al mismísimo Alan Turing, a Roman, a Cressy, a Richard, a Malcom, a JB, y «a mis suegros, Julia Altman y Harold Stein, por haber hecho que me sintiera siempre como un hijo y, de un modo especial, a Jude St. Francis, mi mejor amigo y el amor de mi vida, por todo».
Hanya Yanagihara (A Little Life)
-Sé qué quieres decir […], pero tal vez fueron realmente años felices para él. Era libre; tenía un trabajo que le gustaba, promocionaba a jóvenes bailarines, había dado un nuevo rumbo a la compañía y estaba preparando una de sus coreografías más importantes. Él y el bailarín danés… -Erik Bruhn. -Exacto. Él y Bruhn seguían juntos, o al menos lo estuvieron un tiempo más. Tenía lo que probablemente jamás había soñado: dinero, fama, libertad de creación, amor, amistad, y todavía era lo bastante joven para disfrutar de ello. […] A mí me parece una vida feliz. Los dos se quedaron callados un rato. -Pero estaba enfermo -dijo Willem al fin. -Entonces no -le recordó Jude.- Al menos no de forma manifiesta. -No, tal vez no. Pero se estaba muriendo. Jude le sonrió. -Oh, morir -dijo restándole importancia-. Todos moriremos algún día. Él solo supo que la muerte le llegaría antes de lo previsto. Pero eso no significa que no fueran unos años felices para él o que no tuviera una vida feliz.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Jesús dio a sus apóstoles un mandamiento nuevo, SU PROPIO MANDAMIENTO, como lo dice más adelante, ya no habla de amar al prójimo como a sí mismo sino de amarlo como él, Jesús, lo ha amado. Jesús, Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección, sabes muy bien que jamás podría amar a mis hermanas como Tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Tu voluntad es amar en mí a todos aquellos a quienes me ordenas amar. Estoy convencida de que cuando ejercito la caridad, es Jesús sólo quien obra en mí: cuanto más unida a Él estoy, tanto más amo a todas mis hermanas. Cuando quiero aumentar en mí el amor, y sobre todo, cuando el demonio intenta poner ante los ojos de mi alma los defectos de tal o cual hermana que me resulta menos simpática, me apresuro a descubrir sus virtudes, sus buenos deseos, me digo que si la he visto caer una vez quizá ha ganado [13rº] muchas victorias que oculta por humildad, y que esa aparente falta sea tal vez, a causa de la intención, un acto de virtud.
Thérèse of Lisieux (Story of a Soul: The Autobiography of St. Thérèse of Lisieux)
Te digo: estoy intentando captar la cuarta dimensión del instante-ya, que de tan fugitivo ya no existe porque se ha convertido en un nuevo instante-ya que ahora tampoco existe. Quiero apoderarme del es de la cosa. Esos instantes que transcurren en el aire que respiro, como fuegos artificiales estallan mudos en el espacio. Quiero poseer los átomos del tiempo. Y quiero capturar el presente que, por su propia naturaleza, me está prohibido; el presente se me escapa, la actualidad huye, la actualidad soy yo siempre en presente. Sólo en el acto del amor –por la nítida abstracción de estrella de lo que se siente– se capta la incógnita del instante, que es duramente cristalina y vibra en el aire, y la vida es ese instante incontable, más grande que el acontecimiento en sí; en el amor el instante de júbilo impersonal refulge en el aire, gloria extraña del cuerpo, materia sensibilizada por el escalofrío de los instantes, y lo que se siente es al mismo tiempo inmaterial y tan objetivo que sucede como fuera del cuerpo, brillando en lo alto; alegría, la alegría es la materia del tiempo y es por excelencia el instante. Y en el instante está el es de sí mismo.
Clarice Lispector (The Stream of Life)
—Dejadme en paz —vocifera, pero su energía se evapora y se siente débil y hambriento—. Dejadme en paz —dice de nuevo, pero sus palabras son flojas e inútiles, tan inútiles como sus brazos y sus piernas, y enseguida deja de intentarlo. —Jude, mi pobre Jude —susurra Harold—. Cariño. Y al oír esa palabra él se echa a llorar, porque nadie lo ha llamado nunca «cariño», no desde el hermano Luke. Willem lo intentaba a veces —«cariño», lo llamaba, o «mi amor»— y él lo detenía; esas expresiones de afecto son palabras degradantes, depravadas, para él. —Cariño dice de nuevo Harold, y él quiere que pare y no pare nunca—. Hijo mío. Y él llora, llora por todo lo que ha sido, por lo que podría haber sido, por todas las viejas heridas, por las viejas dichas, llora por la vergüenza y la alegría de acabar siendo un niño, con todos los caprichos, las necesidades y las inseguridades de un niño, por el privilegio de portarse tan mal y ser perdonado, por el lujo de recibir ternura, de recibir afecto, de que le sirvan una comida y le obliguen a comérsela, por ser capaz, ¡por fin!, de creer en las palabras de consuelo de un padre, de creer que es especial para alguien, pese a todos sus errores y su odio, por culpa de todos sus errores y su odio.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Es muy fea. ¡Y sin embargo, es deliciosa! El Tiempo y el Amor la han señalado con sus garras y la han enseñado cruelmente lo que cada minuto y cada beso se llevan de juventud y de frescura. Es verdaderamente fea; es hormiga, araña, si queréis hasta esqueleto: ¡pero también es brebaje, magisterio, hechizo! En suma, es exquisita. No pudo el Tiempo romper la armonía chispeante de su andar y la elegancia indestructible de su armazón. El Amor no pudo alterar la suavidad de su hálito infantil, y el tiempo nada arrancó de su abundante crin que exhala en leonados perfumes toda la vitalidad endiablada del Mediodía francés: Nimes, Aix, Arles, Aviñón, Narbona, Tolosa, ¡ciudades benditas del sol, enamoradas y encantadoras! En vano la mordieron con buenos dientes el Tiempo y el Amor; en nada amenguaron el encanto vago, pero eterno, de su pecho de doncel. Gastada quizá, pero no fatigada, y siempre heroica, hace pensar en esos caballos de raza fina que los ojos del verdadero aficionado distinguen aunque vayan enganchados a un coche de alquiler o a un lento carromato. ¡Y es, además, tan dulce y ferviente! Quiere como se quiere en otoño; diríase que la proximidad del invierno prende en su corazón un fuego nuevo, y nada de fatigoso hubo jamás en lo servil de su ternura.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
ASIGNATURAS OBLIGATORIAS: Astronomia: Centrado en planetas o derivados: El principito. El principito sale de su planeta huyendo de su Rosa, descubriendo y aprendiendo de los demas planetas. Historia de la magia: Sombra y Hueso. Alina Starkov no espera mucho de la vid hasta que un dìa descubre que es una grisha y su mundo cambia completamente. Defensa contra las artes oscuras: Wolfsong. Ox es un chico timido e introvertido que pierde a su padre pero crea un lazo particular con sus nuevos vecinos, los Bennet pero no todo es lo que parece y con ello vienen los problemas. Herbologìa: El dìa que el oceano te mire a los ojos. Aurora tenìa la vida perfecta junto al mar, hasta que descubre que su marido le es infiel y ella tiene una enfermedad que va a acabar con su vida en poco tiempo. Vuelo: De la tierra a la luna. Despues de que el gun-club se quedara sin guerras belicas en el horizonte, se someten al aburrimiento absoluto; por eso, un dia se les ocurre la maravillosa idea de crear un cohete a la luna. Pociones: Y el mundo gira. La amistad de dos amigos se complica cuando el amor y la muerte se cruza en el medio. transformaciones: ravensong. Nos encontramos con la continuacion de la manada Bennet. Encantamientos: looking for Alaska. Miles decide ir a un internado para buscar su Gran Quiza.
John Green (Looking for Alaska)
La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
Robert Sarah (La fuerza del silencio)
Tú buscas la felicidad en el corazón humano, y para eso le destrozas, hozando en él, como quien remueve la tierra en busca de un tesoro. Yo nada busco, y el desengaño no me espera a la vuelta de la esperanza. Tú eres literato y escritor, y ¡qué tormentos no te hace pasar tu amor propio, ajado diariamente por la indiferencia de unos, por la envidia de otros, por el rencor de muchos! Preciado de gracioso, harías reír a costa de un amigo, si amigos hubiera, y no quieres tener remordimiento. Hombre de partido, haces la guerra a otro partido; a cada vencimiento es una humillación, o compras la victoria demasiado cara para gozar de ella. Ofendes y no quieres tener enemigos. ¿A mí quién me calumnia? ¿Quién me conoce? Tú me pagas un salario bastante a cubrir mis necesidades; a ti te paga el mundo como paga a los demás que le sirven. Te llamas liberal y despreocupado, y el día que te apoderes del látigo azotarás como te han azotado. Los hombres de mundo os llamáis hombres de honor y de carácter, y a cada suceso nuevo cambiáis de opinión, apostatáis de vuestros principios. Despedazado siempre por la sed de gloria, inconsecuencia rara, despreciarás acaso a aquellos para quienes escribes y reclamas con el incensario en la mano su adulación; adulas a tus lectores para ser de ellos adulado; y eres también despedazado por el temor, y no sabes si mañana irás a coger tus laureles a las Baleares o a un calabozo.
Mariano José de Larra (Artículos)
Os acercáis de nuevo, figuras vacilantes, las que otrora pronto a la turbia mirada se mostraron. ¿Pretendo acaso reteneros esta vez? ¿Siento mi corazón todavía a aquella hora inclinado? ¡Os agolpáis! Pues bien, reinad entonces, así como vais subiendo por mí entre vapores y nieblas; Mi pecho se siente juvenilmente estremecido ante ese hálito mágico que a vuestro séquito anima. Con vosotras traéis las imágenes de felices días pasados, y algunas queridas sombras se levantan; como una vieja leyenda, ya casi extinguida reaparecen el primer amor y la amistad primera. El dolor se renueva; se repite la queja del alocado y laberíntico curso de la vida, evocando a los buenos, que por hermosos instantes de felicidad embaucados, desaparecieron, yéndose lejos de mí. No escucharán los cánticos que siguen aquellas almas a quienes canté los primeros. Disperso está el amistoso corro, acallado, ¡ay!, el primitivo eco. Mi canción resuena en la desconocida masa, su aplauso mismo el corazón me oprime, y quien se alegrara con mi canción antaño, si vive aún hoy, por el mundo anda errando. Me invade una nostalgia largamente olvidada de aquel apacible y grave reino del espíritu; y flota entonces con imprecisas notas mi canción susurrante, como arpa eolia; un escalofrío me sacude la lágrima va en pos de las lágrimas, el severo corazón se siente dulce y blando.. veo lejano aquello que poseo, y lo perdido se me hace realidad.
Johann Wolfgang von Goethe
Sé a qué huele. Esta pequeña peca en su cuello cuando se recoge el cabello. Su labio superior es un poco más carnoso que el inferior. La curva de su muñeca, cuando sostiene un bolígrafo. Está mal, muy mal, pero conozco su forma. Me voy a dormir pensando en eso, y luego me despierto, voy a trabajar, y ella está allí, y es imposible. Le digo cosas que sé que ella aceptará, solo para escucharla tararear en respuesta. Es como agua caliente bajando por mi jodida espina dorsal. Está casada. Es brillante. Ella confía en mí, y yo solo pienso en llevarla a mi oficina, desnudarla, hacerle cosas indescriptibles. Y quiero decirle. Quiero decirle que es luminosa, es tan brillante en mi mente, que a veces no puedo concentrarme. A veces olvido por qué entré en la habitación. Estoy distraído. Quiero empujarla contra una pared, y quiero que ella me empuje a la vez. Quiero retroceder en el tiempo y golpear a su estúpido esposo el día que lo conocí y luego viajar al futuro y golpearlo de nuevo. Quiero comprarle flores, comida, libros. Quiero tomar su mano y quiero encerrarla en mi dormitorio. Ella es todo lo que siempre quise y quiero inyectarla en mis venas y también no volver a verla nunca más. No hay nada como ella y estos sentimientos son jodidamente intolerables. Estaban medio dormidos mientras ella no estaba, pero ahora está aquí y mi cuerpo piensa que es un jodido adolescente y no sé qué hacer. No sé qué hacer. No hay nada que pueda hacer, así que solo… no haré nada.
Ali Hazelwood (Love on the Brain)
El dolor, cuando se instala en nuestro cuerpo, no quiere irse. Sobretodo si fue forjado en una relación. Cada foto, cada rincón de la casa, el barrio o la ciudad está impregnada por aquella persona que ya no está a nuestro lado. Y como si fuera a propósito, el recuerdo nos trae a la memoria los momentos más felices, las situaciones más divertidas, la complicidad, las sonrisas compartidas, el dolor soportado juntos. ¿Y ahora qué necesito esa mano? ¿Cómo soporto el dolor? Esa unión que antes alimentaba mi amor, se ha desgarrado, se rompió y ya no hay vínculo que lo reemplace. Como un muñón, ahora debo aprender a vivir sin esa parte de mi, que se ha ido. Una herida infectada es mejor cortarla, limpiarla aunque duela, coserla y esperar a que cicatrice. No hay manera de hacerlo más fácil. No hay trampa posible que le hagamos a nuestro corazón. Pero sanará. Pero sabemos que el dolor a cuenta gotas sería muchísimo peor a la larga, drenaría nuestra vida, nos haría infelices para siempre. Y es mortal. Y cuando reconocemos que hay otras conexiones que salen de nosotros, que tenemos espacio para abrir un nuevo canal, cuando vemos que hay otros que necesitan también sanar sus heridas, entonces aceptamos recorrer un nuevo camino. Solo debemos tener un solo cuidado: el desierto que cruzamos en el dolor nos permite saber quiénes somos, qué queremos, qué hicimos mal, que nos dejamos hacer y no debimos, qué tanto nos rebajamos o que tan inflexibles somos. No es necesario sufrir, pero es imprescindible aprender. En el camino nos habremos recuperado y estaremos caminando hacia otro horizonte.
Leo Batic (Heredera de dragones (El último reino, #2))
El entrenamiento de un verdadero líder es similar al de un místico o un contemplativo. El líder debe ser capaz de distorsionar la estructura hipercámpica en sus niveles de mayor densidad y de crear patrones de larga duración del presente. Además, debe ser capaz de mantener estos patrones el tiempo suficiente para que se incuben y cristalicen en un nuevo nivel de conciencia. La capacidad de unificación de estos patrones guarda una relación directa con el “calibre” de liderazgo. Cada campo neuronal actúa para el líder como un punto del hipercampo. Su labor es la de crear un patrón de distorsión hipercámpica que incluya a todos los campos neuronales, estimulando su desarrollo individual sano.  En realidad, el verdadero líder actúa como un atractor extraño en una máxima duración del presente, viviendo como una experiencia personal el patrón hipercámicpo colectivo de alta densidad, del cual él también forma parte. La experiencia de todo es su experiencia y su capacidad de purificar errores de codificación permite el mantenimiento de estados de conciencia individuales y colectivos durante el tiempo suficiente para lograr nuevos niveles que implican mayor desarrollo de la conciencia colectiva e individual. Al igual que en el desarrollo personal, que solamente prospera con aceptación, amor y ausencia de represión, el líder debe usar las mismas estrategias para que la distorsión del hipercampo de su liderazgo no sea caótica y prospere en la dirección que le marca el atractor de su futuro ideal. Puesto que lo anterior depende de la calidad de la comunicación, el próximo capítulo está dedicado a la psicofisiología de la comunicación y  su relación con el liderazgo.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum (Psicofisiología del Poder (Spanish Edition))
Joan era dura en el exterior, pero tenía una verdadera vulnerabilidad cuando llegabas a conocerla. Casi desde el momento en que me uní a The Runaways, había habido un lazo especial entre nosotras. La gente nos había comenzado a llamar “Sal y Pimienta”, no sólo por los contrastantes colores de cabello, sino porque siempre parecíamos estar juntas. En Joan, encontré una amistad mucho más intensa, y mucho más profunda, de lo que había conocido hasta ese punto en mi vida. Éramos niñas: Joan sólo era un año mayor que yo, y me aferraba más a ella que a cualquiera en la banda, y ella hacía lo mismo conmigo. Cuando pienso en Joan y nuestra relación, todavía puedo sentir un distante temblor por dentro. Nuestra amistad fue un regalo de Dios para mí. Era profunda, y por momentos ella era la única que me mantenía cuerda. Joan era perceptiva. Casi como si pudiera leer mi mente. Dios, cómo necesitaba esa clase de conexión. Especialmente cuando me sentía tan desconectada. Creía en ella, y en el sueño que la había conducido tan lejos. Me sentía segura cuando me quedaba cerca de ella, como si fuera arrastrada por la red de seguridad de su resuelta visión de lo que estábamos haciendo. A veces nos mirábamos y yo sentía un cosquilleo en mi estómago. Su sonrisa era tibia y su actitud de amor a la diversión me hacía olvidar cuán extraño y bizarro este mundo nuevo y loco realmente era. Ella era mi ancla. ¿Cómo explico a una persona que era mi mejor amiga, alguien en quien podía confiar como una hermana, alguien que para mí se volvió una fuerte atracción sexual? Bueno, es fácil. Tan fácil como era estar con ella. Podría dejarlo en que tuve momentos con una amiga que aún hoy me hacen temblar. Y fueron algunos de los momentos más satisfactorios de mi joven vida.
Cherie Currie (Neon Angel: A Memoir of a Runaway)
Boris Souvarine, hombre clave en el gran éxito del bolchevismo, que ha sido y es la conquista de París como centro de la propaganda comunista, fundador del PCF y que conoció personalmente a Lenin antes de convertirse en uno de los grandes anticomunistas de la historia, expresó así su propia experiencia: Los bolcheviques han heredado esta concepción (la del terrorismo del «hombre nuevo» que teorizaron Netchaev, Bakunin y Chernichevski, retrató Dostoievski en Los demonios y asumió Lenin), adaptándola a sus necesidades y a su época. Para ellos, el mundo se divide en dos: el partido y los demás. Ser expulsado del partido equivale a ser arrojado del planeta. Para permanecer en su seno están dispuestos a todas las bajezas, de acuerdo con su moral amoral; dispuestos a envilecerse, a darse golpes de pecho en público con reservas mentales, a delatarse mutuamente, a jurar obediencia y sumisión perinde ac cadaver, sin perjuicio de reanudar sus maquinaciones tan pronto como les sea posible. El «hombre nuevo» del comunismo está tomado, evidentemente, del «hombre nuevo» del cristianismo. Por eso tantos cristianos y judíos, cuya conciencia de culpa proviene de un airado Jehová o del Pecado Original —que es el origen de clase, burgués o pequeñoburgués, de sus militantes—, se sienten teológicamente en casa al avistar el paraíso social, el comunismo. Hay que sacrificarse, hacer penitencia para merecerlo. Pero el partido tiene una ventaja sobre el Evangelio: obliga a hacer penitencia a los demás. Este aspecto, a la vez expiatorio y coercitivo, masoquista y sádico, otorga un aura especial al militante: la de los inquisidores y los monjes guerreros, que pueden ser también procesados por herejes o caer víctimas de los infieles, pero cuya salvación personal está asegurada por la lucha para la e
Federico Jiménez Losantos (Memoria del comunismo: De Lenin a Podemos)
Se vieron el sábado siguiente y todos los demás sábados de otoño, con Ferguson desplazándose en autobús desde Nueva Jersey hasta la terminal de Port Authority y cogiendo luego la línea IRT del metro hasta la calle Setenta y dos Oeste, donde se apeaba para luego caminar tres manzanas en dirección norte y otras dos en dirección oeste hasta el piso de los Schneiderman en Riverside Drive esquina con la Setenta y cinco, apartamento 4B, que se había convertido en la dirección más importante de la ciudad de Nueva York. Salidas a diversos sitios, casi siempre los dos solos, de vez en cuando con amigos de Amy, cine extranjero en el Thalia de Broadway esquina con la calle Noventa y cinco, Godard, Kurosawa, Fellini, visitas al Met, al Frick, al Museo de Arte Moderno, los Knicks en el Garden, Bach en el Carnegie Hall, Beckett, Pinter y Ionesco en pequeños teatros del Village, todo muy cerca y a mano, y Amy siempre sabía adónde ir y qué hacer, la princesa guerrera de Manhattan le enseñaba cómo orientarse por la ciudad, que rápidamente llegó a convertirse en su ciudad también. No obstante, pese a todas las cosas que hacían y todo lo que veían, lo mejor de aquellos sábados era sentarse a charlar en las cafeterías, la primera serie de incesantes diálogos que continuarían durante años, conversaciones que a veces se convertían en feroces discusiones cuando sus puntos de vista diferían, la buena o mala película que acababan de ver, la acertada o desacertada idea política que uno de ellos acababa de expresar, pero a Ferguson no le importaba discutir con ella, no le interesaban las chicas facilonas, las pánfilas llenas de mohínes que sólo perseguían imaginarios ritos amorosos, eso era amor de verdad, complejo, hondo y lo bastante flexible para albergar la discordia apasionada, y cómo no podría amar a aquella chica, con su implacable y penetrante mirada y su risa inmensa, retumbante, la excitable e intrépida Amy Schneiderman, que un día iba a ser corresponsal de guerra, revolucionaria o doctora entregada a los pobres. Tenía dieciséis años, casi diecisiete. La pizarra vacía ya no lo estaba tanto, pero aún era lo bastante joven para saber que podía borrar las palabras ya escritas, suprimirlas y empezar de nuevo siempre que su espíritu la impulsara a ello.
Paul Auster (4 3 2 1 (Biblioteca Formentor) (Spanish Edition))
Las letanías de Satán Oh, tú, el más sabio y bello de los ángeles, Dios traicionado por el destino y de alabanzas privado, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Oh, Príncipe del exilio, a quien se ha agraviado, y que, vencido, siempre más poderoso vuelves a levantarte, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que todo lo sabes, gran Rey de las cosas subterráneas, tú, familiar sanador de las angustias humanas, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que, hasta a los leprosos y los parias malditos, enseñas mediante el amor el sabor del Paraíso, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Oh tú que de la Muerte, esa amante vieja y poderosa, engendras la Esperanza, esa adorable loca, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que das al condenado esa mirada en torno al cadalso que, arrogante y serena, a todo un pueblo condena, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que sabes en qué rincón de las tierras ansiosas el celosos Dios ocultó sus piedras preciosas, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú cuya clara mirada conoce los profundos arsenales en donde duerme amortajado el pueblo de los metales, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú cuya extendida mano oculta los precipicios al sonámbulo que vaga al borde de los edificios, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que, mágicamente, haces flexibles los viejos huesos del borracho rezagado al que los caballos atropellaron, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que, para consolar al frágil que sufre, nos enseñas a mezclar el salitre y el azufre, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que pones tu marca, oh cómplice sutil, en la frente del Creso despiadado y vil, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Tú que pones en el corazón de las muchachas el culto a las heridas y el amor a los harapos, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Báculo del desterrado, lámpara del inventor, confesor del ahorcado y del conspirador, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Padre adoptivo de aquellos a quienes, en su negra cólera, Dios padre del Paraíso terrenal expulsó, ¡oh, Satán, apiádate de mi enorme miseria! Oración ¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas del Cielo, donde reinas, y en las profundidades del Infierno, donde, vencido, en silencio sueñas! ¡Haz que mi alma un día, bajo el árbol de la Ciencia, cerca de ti descanse, en la hora en que sobre tu frente como un Templo nuevo sus ramas se extiendan!
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
La contradicción es ésta: quieren a Dios y quieren a la humanidad. Se obstinan en poner juntos esos dos términos, que, una vez separados, no pueden encontrarse de nuevo más que para destruirse recíprocamente. Dicen de un tirón: “Dios y la libertad del hombre”; “Dios y la dignidad, la justicia, la igualdad, la fraternidad y la prosperidad de los hombres”, sin preocuparse de la lógica fatal conforme a la cual, si Dios existe todo queda condenado a la no-existencia. Porque si Dios existe es necesariamente el amo eterno, supremo, absoluto, y si amo existe el hombre es esclavo; pero si es esclavo, no hay para él ni justicia ni igualdad ni fraternidad ni prosperidad posibles. Podrán, contrariamente al buen sentido y a todas las experiencias de la historia, reventarse a su Dios animado del más tierno amor por la libertad humana: un amo, haga lo que quiera y por liberal que quiera mostrarse, no deja de ser un amo y su existencia implica necesariamente la esclavitud de todo lo que se encuentra por debajo de él. Por consiguiente, si Dios existiese, no habría para él más que un solo medio de servir a la libertad humana: dejar de existir. Como celoso amante de la libertad humana y considerándolo como la condición absoluta de todo lo que adoramos y respetamos en la humanidad, doy vuelta a la frase de Voltaire y digo: si Dios existiese realmente, habría que hacerlo desaparecer.
Mikhail Bakunin (God and the State)
Al día siguiente invitó a almorzar al nuevo alcalde, que como ella había bajado de los páramos, y le pidió que estableciera una guardia nocturna en el traspatio, porque tenía la impresión de que se estaban robando las gallinas. Esa noche, la guardia derribó a Mauricio Babilonia cuando levantaba las tejas para entrar en el baño donde Meme lo esperaba, desnuda y temblando de amor entre los alacranes y las mariposas, como lo había hecho casi todas las noches de los últimos meses. Un proyectil incrustado en la columna vertebral lo redujo a cama por el resto de su vida. Murió de viejo en la soledad, sin un quejido, sin una protesta, sin una sola tentativa de infidencia, atormentado por los recuerdos y por las mariposas amarillas que no le concedieron un instante de paz, y públicamente repudiado como ladrón de gallinas.
Anonymous
No importa cuántas veces se experimente: el amor siempre será infinito y misterioso. Como Dios, el amor va por delante de nosotros y, justo cuando creemos que lo hemos alcanzado, da un nuevo paso.
Anonymous
Me contó la historia de cómo ella y su esposo Juan se habían ido apartando poco a poco de Dios. Ambos habían crecido en hogares cristianos. Se conocieron en la escuela bíblica. Él se licenció en teología. Ella, en educación cristiana. Al graduarse, ambos se aseguraron un puesto en una iglesia del medio-oeste. Sus corazones estaban llenos de amor hacia Dios y de esperanza y posibilidad para el futuro. Sin embargo, unos años después, estaban desilusionados por la presión diaria, la rutina de la vida y la política de la iglesia. Decidieron hacer una pausa; dimitieron, encontraron empleos seculares y se mudaron a la costa oriental. Una vez allí, no parecían encontrar una iglesia que les gustara. Acabaron no asistiendo a ninguna. Leer la Biblia y otras disciplinas espirituales quedaron también por el camino. Aunque se consideraban cristianos, rara vez conversaban sobre su fe y tampoco hacían nada por crecer espiritualmente. No había amigos cristianos cerca de ellos. Su círculo de amistades estaba formado por inconversos, conocidos del trabajo y de la comunidad. Un viernes por la noche, un nuevo matrimonio del barrio invitó a Juan y Julia a tomar algo y jugar a las cartas. Ella se sintió algo incómoda con la idea, pero lo razonó y decidió que no era nada malo. Las dos parejas congeniaron y se convirtieron en buenos amigos. Sus juegos de naipes de los viernes por la noche llegaron a ser lo más destacado de la semana. Julia no acertaba a recordar con exactitud cuándo fue, pero en un momento dado sus corazones viraron hacia el póquer que acabó convirtiéndose en strip póquer. Y, entonces, cuando ya se habían acostumbrado a despojarse de toda su ropa, el listón se puso más alto. Apostaban favores y atrevimientos sexuales. Para cuando Julia vino a mí para que orara por ella, los juegos de póquer de los viernes por la noche habían alcanzado tal intensidad que eran verdaderas orgías, y una conducta sexual cada vez más depravada. Ella se había convertido en una adicta al sexo, una esclava de la pornografía y de la perversión sexual. Oré por ella, pero al día de hoy desconozco si llegó a liberarse de aquello.
Mary A. Kassian (Chicas sabias en un mundo salvaje (Spanish Edition))
presente. Cada vez que saco prendas de mi placard y se las doy a quien pueda darle un mejor uso, sé muy bien que algo nuevo está por llegar a mi vida. Soltar y dejar ir lo viejo simplemente cede espacio para que eso suceda. “Cuando
Laura Di Marco (Los cuadernos de Laura: Historias verdaderas sobre el amor, la vida y la resiliencia (Spanish Edition))
El amor es algo que muere. Y cuando muere se pudre, pero puede servir de humus para un nuevo amor. De modo que aquel amor ya muerto continúa viviendo una vida secreta en el nuevo amor, y así nos hallamos con que el amor es inmortal.
Pär Lagerkvist (Barrabás - El verdugo - El enano)
No descendiste de la cruz cuando se burlaban de ti y te gritaban entre risas: '¡Baja de la cruz y creeremos en ti!' No lo hiciste porque de nuevo te negaste a subyugar al hombre por medio de un milagro. Deseabas una fe libre y no inspirada por lo maravilloso; querías un amor libre y no los serviles transportes de unos esclavos aterrorizados. Otra vez te forjaste una idea demasiado elevada del hombre, pues los hombres son esclavos aunque hayan nacido rebeldes. Examino los hechos y juzga. Después de quince siglos largos, ¿a quién has elevado hasta ti? Te aseguro que el hombre es más débil y más vil de lo que creías. En modo alguno puede hacer lo que tú hiciste. El gran aprecio en que le tenías ha sido un perjuicio para la piedad. Has exigido demasiado de él, a pesar de que le amabas más que a ti mismo. Si le hubieses querido menos, le habrías impuesto una carga más ligera, más en consonancia con tu amor. El hombre es débil y cobarde. No importa que ahora se levante en todas partes contra nuestra autoridad y se sienta orgulloso de su rebeldía. Es el orgullo de los escolares amotinados que han apresado al profesor. La alegría de estos rapaces se extinguirá y la pagarán cara.
Fyodor Dostoevsky (Los Hermanos Karamazov (Spanish Edition))
Cuando volví a verlo, cuando iniciamos esta segunda amistad que espero no terminará ya nunca, dejé de pensar en toda forma de ataque. Quedó resuelto que no le hablaría jamás de Inés ni del pasado y que, en silencio, yo mantendría todo aquello viviente dentro de mí. Nada más que esto hago, casi todas las tardes, frente a Roberto y las caras familiares del café. Mi odio se conservará cálido y nuevo mientras pueda seguir viviendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero la vivo, gozosa y enfurecida, un día y otro. Hablo con él, sonrío, fumo, tomo café. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del río; el Bob que no podía mentir nunca; el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plácido en todo eso frente al hombre de dedos sucios de tabaco llamado Roberto, que lleva una vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado con una mujer a quien nombra “mi señora”; el hombre que se pasa estos largos domingos hundido en el asiento del café, examinando diarios y jugando a las carreras por teléfono. Nadie amó a mujer alguna con la fuerza con que yo amo su ruindad, su definitiva manera de estar hundido en la sucia vida de los hombres. Nadie se arrobó de amor como yo lo hago ante sus fugaces sobresaltos, los proyectos sin convicción que un destruido y lejano Bob le dicta algunas veces y que sólo sirven para que mida con exactitud hasta donde está emporcado para siempre. No sé si nunca en el pasado he dado la bienvenida a Inés con tanta alegría y amor como diariamente le doy la bienvenida a Bob al tenebroso y maloliente mundo de los adultos. Es todavía un recién llegado y de vez en cuando sufre sus crisis de nostalgia. Lo he visto lloroso y borracho, insultándose y jurando el inminente regreso a los días de Bob. Puedo asegurar que entonces mi corazón desborda de amor y se hace sensible y cariñoso como el de una madre. En el fondo sé que no se irá nunca porque no tiene sitio donde ir; pero me hago delicado y paciente y trato de conformarlo. Como ese puñado de tierra natal, o esas fotografías de calles y monumentos, o las canciones que gustan traer consigo los inmigrantes, voy construyendo para él planes, creencias y mañanas distintos que tienen luz y el sabor del país de juventud de donde él llegó hace un tiempo. Y él acepta; protesta siempre para que yo redoble mis promesas, pero termina por decir que sí, acaba por muequear una sonrisa creyendo que algún día habrá de regresar al mundo de las horas de Bob y queda en paz en medio de sus treinta años, moviéndose sin disgusto ni tropiezo entre los cadáveres pavorosos de las antiguas ambiciones, las formas repulsivas de los sueños que se fueron gastando bajo la presión distraída y constante de tantos miles de pies inevitables.
Juan Carlos Onetti (Cuentos completos)
Los problemas son una constante en la vida. Cuando resuelves tu problema de salud al comprar la membresía de un gimnasio, creas nuevos problemas como tener que levantarte temprano para ir a ejercitarte, sudar como drogadicto en rehabilitación durante 30 minutos en la escaladora elíptica y luego ducharte para no dejar malos olores en la oficina. Cuando resuelves el problema de no pasar suficiente tiempo con tu pareja y se te ocurren los “Miércoles de cita”, generas nuevos problemas como pensar qué hacer (que ninguno de los dos odie) cada miércoles, asegurarte de contar con suficiente dinero para cenar en lugares bonitos, redescubrir la química y la chispa que ambos sienten que han perdido y resolver la logística de hacer el amor en una pequeña tina con demasiadas burbujas.
Mark Manson (El sutil arte de que te importe un caraj*: Un enfoque disruptivo para vivir una buena vida)
uno no puede pensar en repetir y repetirse en su ideal de vida. Mucho menos en una perspectiva creyente, porque si es Dios quien llama, él ciertamente no se repite ni repite hoy lo que me pidió (o donó) ayer. Por tanto, mi respuesta tampoco podrá ser la misma, sino que será cada día un modo diverso, más rico y original, de vivir mi vocación y la fidelidad a ella. De lo que se sigue que no podemos contentarnos con ser perseverantes: el perseverante, en efecto, es un hombre de palabra… consigo mismo, esencialmente se repite (a veces también con una cierta rigidez), se mantiene en la institución, pero sin necesariamente renovar (= hacer nueva) la propia elección y sus motivaciones. La fidelidad, en cambio, es relacional, es la respuesta de cada día a Aquel que es fiel, fiel al darme y pedirme cada día algo más, fiel en la llamada y en sostener mi respuesta, fiel en comprender mi fragilidad, pero también en no contentarse con mi mediocridad, fiel en revelarme rasgos nuevos de su rostro y también del mío, fiel en un amor que es siempre nuevo, fiel –pese a todo– al continuar confiando en mí[10].
Amedeo Cencini (DESDE LA AURORA TE BUSCO. Evangelizar la sensibilidad para aprender a discernir (Servidores y Testigos nº 165) (Spanish Edition))
El teatro de la realidad era siempre la misma función cotidiana y el sueño de la realidad era más hermoso que la propia vida. Nada más cierto que cuando comenzaba la mañana y la radio sonaba al despertar, sentía como de alguna manera no era sino la tarea de Sísifo, de vivir el paraíso de los sueños, sino para repetir en la realidad la condena cada nuevo día. Entonces este hombre, nunca sabré si en un sueño o en un espacio entre la realidad y los sueños encontró a su Penélope, que cada día vivía en un mar de infinitas posibilidades para olvidar y destejer el ovillo de la realidad en un mismo sueño cada noche, para despertar en un cama de hotel diferente, en una ensoñación, en un viaje alrededor del mundo de lo imposible. Sucedió que la divina casualidad, el más puro azar o algo inexplicable, hizo que ambos despertaran en el mismo sueño, en la misma cama, en un mismo día. A ella le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos hasta que él le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto despertando hacia atrás. Era un amor verdadero, que vivía algo así como el día infinito, la realidad de la costumbre, que tejía su amor entre la realidad y los sueños. Sin saber qué parte era ficción, qué parte realidad, qué día era o en qué lugar estaban, tan solo un amor hacia el infinito de lo posible o de lo imposible. Era amor y lo demás, qué importa.
Alejandro Mos Riera (La Gran Mentira (Spanish Edition))
El mejoramiento ha llevado siglos y nada ha pasado. No necesitamos un mejor hombre, ¡basta de eso! Ahora queremos un hombre totalmente nuevo, discontinuo del pasado. Queremos empezar de nuevo, como si fuéramos Adán y Eva recién expulsados del Edén. Quiero un nuevo principio, porque siempre es más fácil hacer una casa nueva que renovar una vieja. Esta casa vieja ha sido renovada muchas veces, y ustedes siguen renovándola, apuntalándola de este lado y de este otro, y se sigue cayendo. Sigue y sigue, una y otra vez. Y, sin embargo, no se hartan de ella. Quieren seguir viviendo en ella, aun si su vida está en peligro… y así es como es. La humanidad ha llegado a una etapa en la que, si continuamos con los viejos moldes, el hombre está terminado. Sólo hay una esperanza: si comenzamos
Osho (Moral, inmoral y amoral: ¿Qué está bien y qué está mal? (Spanish Edition))
Cuando peques, arrepiéntete por completo. Vuelve a odiar el pecado. Conságrate de nuevo al Espíritu Santo y Sus caminos puros. Pero rechaza el susurro del diablo de que el corazón tierno de Dios por ti se ha vuelto un poco más frío, un poco más rígido. Él no se inquieta por tu pecaminosidad, sino que Su mayor decepción son tus tibios pensamientos sobre Su corazón. Cristo murió para mostrarte el amor de Dios.
Dane C. Ortlund (Manso y humilde: El corazón de Cristo para los pecadores y heridos (Spanish Edition))
Para ilustrar hasta qué punto habitamos este nuevo mundo, he solido atribuir a Charles Péguy la siguiente fábula.8 Yendo en dirección a Chartres, Péguy ve en un costado de la carretera a un hombre que parte piedras golpeándolas con un mazo. Su rostro expresa desdicha y sus gestos rabia. Péguy se detiene y pregunta: «Señor, ¿qué hace?». «Ya lo ve usted», le responde el hombre, «no he encontrado más que este oficio estúpido y doloroso». Un poco más adelante, Péguy ve a otro hombre que también se dedica a partir piedras, pero su rostro está sereno y sus gestos son armoniosos. «¿Qué hace usted?, señor», le pregunta Péguy. «Pues ya ve, me gano la vida gracias a este cansado oficio, pero cuento con la ventaja de estar al aire libre», le responde el hombre. Algo más lejos, un tercer picapedrero aparece radiante de felicidad. Sonríe al demoler la masa pétrea y mira placenteramente las lascas de piedra. «¿Qué hace usted?», le interroga Péguy. «Yo», responde el hombre, «¡construyo una catedral!».
Boris Cyrulnik (El amor que nos cura (Spanish Edition))
Para ilustrar hasta qué punto habitamos este nuevo mundo, he solido atribuir a Charles Péguy la siguiente fábula.8 Yendo en dirección a Chartres, Péguy ve en un costado de la carretera a un hombre que parte piedras golpeándolas con un mazo. Su rostro expresa desdicha y sus gestos rabia. Péguy se detiene y pregunta: «Señor, ¿qué hace?». «Ya lo ve usted», le responde el hombre, «no he encontrado más que este oficio estúpido y doloroso». Un poco más adelante, Péguy ve a otro hombre que también se dedica a partir piedras, pero su rostro está sereno y sus gestos son armoniosos. «¿Qué hace usted?, señor», le pregunta Péguy. «Pues ya ve, me gano la vida gracias a este cansado oficio, pero cuento con la ventaja de estar al aire libre», le responde el hombre. Algo más lejos, un tercer picapedrero aparece radiante de felicidad. Sonríe al demoler la masa pétrea y mira placenteramente las lascas de piedra. «¿Qué hace usted?», le interroga Péguy. «Yo», responde el hombre, «¡construyo una catedral!». La piedra desprovista de sentido somete al desdichado a lo real, a lo inmediato, que no permite comprender otra cosa más que el peso del mazo y el dolor del golpe. Por el contrario, quien tiene una catedral en la cabeza transfigura la piedra y experimenta la sensación de elevación y de belleza que provoca la imagen de la catedral, de la que ya se siente orgulloso. Sin embargo, se esconde un misterio en el mundo íntimo de los picapedreros: ¿por qué algunos tienen una catedral en la cabeza mientras otros no ven más que piedras?
Boris Cyrulnik (El amor que nos cura (Spanish Edition))
Clark: Cuando leas esto, habrán pasado algunas semanas. Si seguiste las instrucciones, estarás en París en una de esas sillas que nunca se apoyan bien en la vereda. Espero que aún esté soleado. Del otro lado del puente, a tu derecha verás L'Artisan Parfumeur. Prueba el perfume Papillons Extréme. Siempre pensé que iría bien contigo. Hay algunas cosas que quería decir y no pude porque te ponías muy emocional y no me dejabas terminar. Así que, aquí van. Cuando regreses a casa Michael Lawler te dará acceso a una cuenta con fondos suficientes para que comiences de nuevo. No entres en pánico. No alcanza para que no hagas nada por el resto de tu vida pero te dará libertad. Al menos para salir de ese pueblito que ambos llamamos hogar. Vive al máximo, Clark. Exígete. No te conformes. Lleva esas piernas rayadas con orgullo. Saber que tienes posibilidades es un lujo. Saber que quizá yo te las di me ha hecho las cosas más fáciles a mí. Así que esto es todo. Dejaste una marca en mi corazón, Clark. Desde el primer día que llegaste con tu dulce sonrisa y tu ropa ridícula. Tus chistes malos y tu incapacidad para ocultar tus sentimientos. No pienses mucho en mí. No quiero que te pongas triste. Vive bien. Solo vive. Yo caminaré a tu lado en todo momento. Con amor, Will.
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
Clark: Cuando leas esto habrán pasado unas pocas semanas (incluso con tus dotes organizativas recién descubiertas dudo que hayas llegado a París antes de comienzos de septiembre). Espero que el café sea bueno y fuerte y que los cruasanes estén frescos y que aún haga buen tiempo para sentarse fuera, en una de esas sillas metálicas que nunca quedan del todo firmes sobre la acera. No está mal, el Marquis. El bistec también está rico, por si te apetece volver más tarde a comer. Y si miras por la calle, a tu izquierda, verás L’Artisan Parfumeur, donde, cuando termines de leer esta carta, deberías ir a probar el aroma llamado algo así como Papillons Extrême (no lo recuerdo bien). Siempre pensé que te iría muy bien. Vale, se acabaron las órdenes. Hay unas cuantas cosas que me gustaría decirte y te las habría dicho en persona, pero, en primer lugar, te habrías puesto toda sentimental y, en segundo lugar, no me habrías dejado decir todo lo que quería decir. Siempre has hablado demasiado. Por tanto, aquí lo tienes: el cheque que recibiste en el sobre inicial de Michael Lawler no era la cantidad completa, sino solo un pequeño regalo, para ayudarte durante las primeras semanas de desempleo, y para que fueras a París. Cuando vuelvas a Inglaterra, lleva esta carta a Michael en su despacho de Londres y te dará los documentos pertinentes para que tengas acceso a la cuenta que ha abierto en tu nombre. Esta cuenta contiene lo suficiente para que te compres un lugar agradable donde vivir, para que te pagues la carrera y para cubrir tus gastos mientras eres estudiante a tiempo completo. Mis padres ya estarán informados al respecto. Espero que esto, y el trabajo jurídico de Michael Lawler, simplifiquen los trámites en la medida de lo posible. Clark, desde aquí casi oigo cómo empiezas a hiperventilar. No te pongas de los nervios ni intentes regalarlo: no es bastante para que te quedes de brazos cruzados el resto de tu vida. Pero debería ser suficiente para comprar tu libertad, tanto en lo que se refiere a ese pueblecito claustrofóbico que los dos consideramos nuestro hogar como a las elecciones que te viste obligada a tomar hasta ahora. No te doy este dinero porque quiera que te sientas nostálgica ni en deuda conmigo, ni tampoco para que sea una especie de maldito recuerdo. Te lo doy porque casi nada me hace feliz a estas alturas, salvo tú. Soy consciente de que conocerme te ha causado dolor y pena, y espero que un día, cuando estés menos enfadada conmigo, comprendas que no solo hice lo único que podía hacer, sino que eso te va a ayudar a vivir una buena vida, una vida mejor, que si no me hubierasconocido. Te vas a sentir incómoda en tu nuevo mundo durante un tiempo. Siempre es extraño vernos fuera del lugar donde estábamos cómodos. Pero espero que también te sientas un poco dichosa. Cuando volviste de hacer submarinismo esa vez, tu cara me lo dijo todo: hay anhelo en ti, Clark. Audacia. Solo la habías enterrado, como casi todo el mundo. No te estoy pidiendo que te arrojes de un rascacielos ni que nades junto a ballenas ni nada parecido (aunque, en secreto, me encantaría pensar que lo estás haciendo), pero sí que vivas con osadía. Que seas exigente contigo misma. Que no te conformes. Viste con orgullo tus medias de abejita. Y, si insistes en conformarte con algún tipo ridículo, guarda a buen recaudo una parte de este dinero. Saber que aún tienes posibilidades es un lujo. Saber que tal vez te las he proporcionado ha sido un gran alivio para mí. Eso es todo. Te llevo grabada en el corazón, Clark. Desde el primer día en que te vi, con esas prendas ridículas y esas bromas tontas y tu completa incapacidad para disimular una sola de tus emociones. Has cambiado mi vida muchísimo más de lo que este dinero cambiará la tuya. No te acuerdes demasiado de mí. No quiero pensar que te vas a poner sensiblera. Vive bien. Vive. Con amor, Will
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
Clark: Cuando leas esto habrán pasado unas pocas semanas (incluso con tus dotes organizativas recién descubiertas dudo que hayas llegado a París antes de comienzos de septiembre). Espero que el café sea bueno y fuerte y que los cruasanes estén frescos y que aún haga buen tiempo para sentarse fuera, en una de esas sillas metálicas que nunca quedan del todo firmes sobre la acera. No está mal, el Marquis. El bistec también está rico, por si te apetece volver más tarde a comer. Y si miras por la calle, a tu izquierda, verás L’Artisan Parfumeur, donde, cuando termines de leer esta carta, deberías ir a probar el aroma llamado algo así como Papillons Extrême (no lo recuerdo bien). Siempre pensé que te iría muy bien. Vale, se acabaron las órdenes. Hay unas cuantas cosas que me gustaría decirte y te las habría dicho en persona, pero, en primer lugar, te habrías puesto toda sentimental y, en segundo lugar, no me habrías dejado decir todo lo que quería decir. Siempre has hablado demasiado. Por tanto, aquí lo tienes: el cheque que recibiste en el sobre inicial de Michael Lawler no era la cantidad completa, sino solo un pequeño regalo, para ayudarte durante las primeras semanas de desempleo, y para que fueras a París. Cuando vuelvas a Inglaterra, lleva esta carta a Michael en su despacho de Londres y te dará los documentos pertinentes para que tengas acceso a la cuenta que ha abierto en tu nombre. Esta cuenta contiene lo suficiente para que te compres un lugar agradable donde vivir, para que te pagues la carrera y para cubrir tus gastos mientras eres estudiante a tiempo completo. Mis padres ya estarán informados al respecto. Espero que esto, y el trabajo jurídico de Michael Lawler, simplifiquen los trámites en la medida de lo posible. Clark, desde aquí casi oigo cómo empiezas a hiperventilar. No te pongas de los nervios ni intentes regalarlo: no es bastante para que te quedes de brazos cruzados el resto de tu vida. Pero debería ser suficiente para comprar tu libertad, tanto en lo que se refiere a ese pueblecito claustrofóbico que los dos consideramos nuestro hogar como a las elecciones que te viste obligada a tomar hasta ahora. No te doy este dinero porque quiera que te sientas nostálgica ni en deuda conmigo, ni tampoco para que sea una especie de maldito recuerdo. Te lo doy porque casi nada me hace feliz a estas alturas, salvo tú. Soy consciente de que conocerme te ha causado dolor y pena, y espero que un día, cuando estés menos enfadada conmigo, comprendas que no solo hice lo único que podía hacer, sino que eso te va a ayudar a vivir una buena vida, una vida mejor, que si no me hubieras conocido. Te vas a sentir incómoda en tu nuevo mundo durante un tiempo. Siempre es extraño vernos fuera del lugar donde estábamos cómodos. Pero espero que también te sientas un poco dichosa. Cuando volviste de hacer submarinismo esa vez, tu cara me lo dijo todo: hay anhelo en ti, Clark. Audacia. Solo la habías enterrado, como casi todo el mundo. No te estoy pidiendo que te arrojes de un rascacielos ni que nades junto a ballenas ni nada parecido (aunque, en secreto, me encantaría pensar que lo estás haciendo), pero sí que vivas con osadía. Que seas exigente contigo misma. Que no te conformes. Viste con orgullo tus medias de abejita. Y, si insistes en conformarte con algún tipo ridículo, guarda a buen recaudo una parte de este dinero. Saber que aún tienes posibilidades es un lujo. Saber que tal vez te las he proporcionado ha sido un gran alivio para mí. Eso es todo. Te llevo grabada en el corazón, Clark. Desde el primer día en que te vi, con esas prendas ridículas y esas bromas tontas y tu completa incapacidad para disimular una sola de tus emociones. Has cambiado mi vida muchísimo más de lo que este dinero cambiará la tuya. No te acuerdes demasiado de mí. No quiero pensar que te vas a poner sensiblera. Vive bien. Vive. Con amor, Will.
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
Centrarse en el cónyuge. El matrimonio puede ser la relación humana más íntima, la más duradera, la que más desarrollo genera. Podría parecer natural y muy adecuado centrarse en la esposa o el esposo. Pero de la experiencia y la observación surge una realidad diferente. A lo largo de los años, he trabajado con muchos matrimonios con problemas, y he encontrado un hilo conductor común en casi todas esas relaciones centradas en el cónyuge. Ese hilo es la fuerte dependencia emocional. Si nuestro sentimiento de valía emocional proviene primordialmente de nuestro matrimonio, nos volvemos altamente dependientes de esa relación. Somos vulnerables a los estados de ánimo y los sentimientos, la conducta y la manera de tratarnos de nuestro cónyuge, o a cualquier hecho exterior con el que pueda tropezar el matrimonio: un nuevo hijo, los parientes políticos, los reveses económicos, los éxitos sociales, etc. Cuando en el matrimonio se acrecientan las responsabilidades y aparecen las tensiones, nos inclinamos a volver a los guiones que nos inculcaron durante nuestro crecimiento. Pero lo mismo hace nuestro cónyuge. Ahora bien, esos antiguos guiones de los dos miembros de la pareja no suelen ser idénticos. Emergen entonces a la superficie modos diferentes de abordar las cuestiones económicas, la disciplina de los hijos, los parientes. Cuando esas tendencias profundas se combinan en el matrimonio con la dependencia emocional, la relación centrada en el cónyuge revela toda su vulnerabilidad. Si dependemos de la persona con la que estamos en conflicto, necesidad y conflicto quedan unidos. Desmesuradas reacciones de amor-odio, inclinación a la lucha o la evasión, el repliegue, la agresividad, la amargura, el resentimiento y la fría competencia son algunos de los resultados habituales. Cuando aparecen tendemos a retroceder a inclinaciones y hábitos aún más antiguos, en un esfuerzo por justificar y defender nuestra propia conducta y atacar la de nuestro cónyuge. Inevitablemente, al sentirnos demasiado vulnerables, necesitamos protegernos de las nuevas heridas. De modo que recurrimos al sarcasmo, al humor hiriente, a la crítica, a todo lo que nos evite sacar a la luz nuestra ternura interior. Cada parte tiende a esperar que la otra tome la iniciativa en el amor, solo para sentirse defraudada pero también confirmada en la justicia de las acusaciones que hace. En relaciones de este tipo, cuando todo parece ir bien no hay más que una falsa seguridad. Actúan como guía las emociones del momento. La sabiduría y el poder se pierden en las interacciones negativas contradependientes
Stephen R. Covey (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Ed. revisada y actualizada)
Cuando El Señor nos busca y entramos en una relación con Él tenemos la misma reacción que tuvo el apóstol Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!» (Juan 20:28). Tomás, al igual que todos nosotros, tuvo una relación con Cristo en términos humanos, sin embargo, ahora la relación ha cambiado a una como Dios y Salvador, nuestro protector, ¡nuestro todo! En un mundo caído, el único refugio seguro es en un Dios Todopoderoso que es capaz de orquestar todo para nuestro bien (Rom. 8:28). ¿Qué cambió? «Así que de ahora en adelante no consideramos a nadie según criterios meramente humanos. Aunque antes conocimos a Cristo de esta manera, ya no lo conocemos así. Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2 Cor. 5:16-17). Dios se convierte en nuestro abrigo y sombra (v. 1) cuando confiamos en Él; mientras sentimos el frío de la soledad, la falta de amistades porque la gente no piensa igual que nosotros o enfermedades que nos aíslan, nuestro Dios con Su amor inagotable está con nosotros y es nuestro abrigo. Cuando sentimos el calor de la enemistad, las situaciones difíciles, las enfermedades graves, Él es quien nos consuela y nos tranquiliza, trayéndonos aire fresco para manejar la situación con sabiduría. Nuestra confianza en Dios es fundamentada en quien Él es, un Dios fiel. Reconocemos que nada se escapa de un Dios omnisciente, omnipresente y todopoderoso. Todo lo que nos ocurre es orquestado y controlado por Él y entonces Él es el único que puede ser nuestra fortaleza y refugio. ¡Confiamos en que lo que Él hizo en el pasado, lo hará hoy y hasta la eternidad! Es importante entender que Él es nuestro Señor y nuestro Dios; cuando lo hacemos, es nuestro abrigo y sombra. Esto es para aquellos que viven con Él en una relación cercana y para aquellos que confían en Él. Esto implica que lo busquemos a través de estudiar y meditar Su Palabra, así como por medio de la oración. Todos los creyentes buscan las misericordias de Dios, pero no todos habitan en el santísimo. Para tener esta relación se requiere acción de nuestra parte, y el salmista nos anima a buscarlo para tener la confianza de vivir y habitar en Su presencia. «Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre» (Mat. 7:7-8).
B&H Kids Editorial Staff (Un año en los Salmos: 365 devocionales para animar tu vida (Spanish Edition))
- Entonces la respuesta es No - dijo el ruso, acomodándose triunfante, en el sillón. ¡Si hubiera estado realmente enamorada, lo sabría! No importa si el amor ya no está. Si se perdió. Incluso si ese amor la dañó de un modo irreparable. El amor, Daniela, el Amor con mayúscula, deja una marca en nosotros imposible de borrar. Impacta en el alma de forma tal que ya nada es igual. Hay un antes y un después de ese amor. Y nada vuelve a ser lo mismo. Es nacer de nuevo. Y es morir de nuevo.
Marcelo Favio Borka (Almas de Otoño: Una novela epica sobre los ultimos dias de la Rusia Imperial (El Portador) (Spanish Edition))
Ay, el amor tiene alas de colores…
Marie Lamballe (Un tiempo nuevo (El café del ángel, #1))
Como pequeños dioses primitivos, los alfareros producían diariamente el milagro del barro. De sus manos callosas y morenas iban brotando aquellas nuevas formas de la vida inerte. Porque todo era vital en sus talleres claros, a la luz del sol y al brillo de las estrellas. Acariciando la arcilla, con ese intenso amor que salía de sus manos, iban poniendo en cada una de sus ollas y sus cántaros un trozo de sus propias vidas. Así iban envejeciendo, poco a poco, en medio de aquel variado y luminoso mundo nuevo de formas y colores.
Eduardo Santa (El Libro de los Oficios de Antaño)
La exaltación de la naturaleza animal de un hombre a expensas de sus cualidades espirituales es la consecuencia de la deificación del hombre. Nuestra anti-cultura asume que el hombre es un producto acabado y que no necesita ser transformado por el amor de Dios. Un síntoma de que hemos hecho al hombre Dios es que mistificamos y adoramos seres humanos. Profesamos el culto de las grandes mentes, las grandes bellezas y las grandes riquezas y poder.
Henry Makow (Estafa Cruel - Feminismo y el Nuevo Orden Mundial (Spanish Edition))
NUEVA VIDA Encontrarte, En mis sueños Besarte, en la brisa fresca Me despierta, a tus colores, Como a sentir mis latidos. Nunca dejas de asombrarme, ni de verme como yo soy. Te amo y te beso Pues un nuevo día ha nacido a través de la gracia de tu mano – Aquí, es donde yo estoy.
Ulonda Faye
BELLEZA POR TODOS LADOS Esperando en nuestro umbral, meramente necesitamos abrir la puerta. Salir para abrirnos al nuevo dentro de mí y de ti. La belleza deja entrar la luz mientras nos abre al Amor, amor, amor – amando dentro y tan afuera. El sol entibia nuestros corazones mientras embellece nuestra Alma Los cielos abiertos son brazos abiertos cuando nos rendimos a su abrazo. Mente abierta, abrazo de sol Las hojas caen y nos nutren a todos mientras el suelo se enriquece con el arraigo de Todo. Cada ciclo nos espera con un beso. Suculento y lujoso es cada momento, “Recíbeme”, dice el espíritu del aliento.
Ulonda Faye
Ya el hecho, señalado por Delôrme, de que «el vocabulario adoptado para designar a las autoridades constituidas de la sociedad política o religiosa no se aplica nunca en el Nuevo Testamento a los ministros de la Iglesia» indica una diferencia sustancial entre ambas. La autoridad en la Iglesia, al ser expresión de amor, está impregnada del espíritu del servidor (diákonos) y del siervo (doûlos). «Estos dos términos ocupan un lugar central en las categorías que sirven para definir nuestra existencia» (Y. Congar). La palabra «servidor» denota que quien tiene autoridad en la Iglesia «está hecho para servir». La expresión «siervo» indica que en ese servicio con frecuencia habrá de «tragar carros y carretas» y ser acémila de carga para sus hermanos. El término «servidor» comporta dedicación y humildad; el término «siervo» conlleva abnegación.
Juan María Uriarte (Palabras de vida para el ministerio. La espiritualidad apostólica según el Nuevo Testamento)
Hay también un tercer tipo de personas que no buscan el conflicto, pero lo afrontan con mansa firmeza cuando la fidelidad a una persona maltratada, a una comunidad ofendida o a una causa noble así lo exigen. Jesús pertenece a este grupo. Los presbíteros hemos de imitarlo en esta actitud. Nos encontraremos con que, en ocasiones, nuestro mensaje y nuestro comportamiento suscita reacciones conflictivas. ¡Atención si no las suscitamos nunca! Tendremos que discernir en cada caso si la importancia y la nobleza de la causa (no nuestro amor propio herido) reclama mantener la tensión creada o declinarla discretamente. Si tenemos que mantenerla, hagámoslo con una firmeza sosegada, más dialogante que reprobadora, no violenta. Más bien tendremos que padecer la violencia, física o moral, del que se nos enfrenta.
Juan María Uriarte (Palabras de vida para el ministerio. La espiritualidad apostólica según el Nuevo Testamento)
Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que leyó los Pensamientos de Pascal, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre– y continuó: –A nuestro pobrecito cuerpo lo calumniamos mucho, y en cambio a nuestro espíritu lo enaltecemos demasiado. Creemos que nos condenamos por la carne, y denostamos al cuerpo, y lo vilipendiamos. Pero es tan mínima cosa el cuerpo, tan humilde, y casi con nada se conforma: un poco de agua, un poco de pan, algo de sueño –no de sueños– y ni siquiera amor, sino apenas, de vez en cuando, la compañía de otro cuerpo para enjugarse el instinto. En cambio, el espíritu, ¡qué exigente es!, ¡qué perentorio! Reclama sabiduría, altos ideales, valores inmarcesibles, y eso tan difícil de hallar que es el amor. Yo tengo para mí que el espíritu es el que nos condena, y no la carne. El cuerpo nos hace cometer pecados muy modestos que sólo el miedo de la Edad Media por las cosas terrenas pudo considerar mortales: la gula, la pereza, hasta la inofensiva lujuria, tan difamada y perseguida. ¡Ah, pero el espíritu! Los pecados del espíritu, ésos sí que son graves: la envida, y –el peor de todos–, la soberbia, el primer pecado que se cometió y aquél por el que todos se cometen. –»Tengamos compasión de nuestro cuerpo –siguió diciendo Jean Cusset–, y tratémoslo bien. Después de todo, pobre mulita, ya sufre el trabajo de llevar esa terrible carga que es nuestro espíritu. Así dijo Jean Cusset. Y brindó con toda su alma por su cuerpo.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
La contrición da al alma una especial fortaleza, devuelve la esperanza, hace que quien ha caído se olvide de sí mismo y se acerque de nuevo a Dios en un acto de amor más profundo. La contrición aquilata la calidad de la vida interior y atrae siempre la misericordia divina.
Francisco Fernández-Carvajal (Vida de Jesús (Grandes obras) (Spanish Edition))
A partir de ese día el idilio con mi marido termino. El sentimiento de antaño se convirtió en un recuerdo querido e irrevocable, y el nuevo sentimiento de amor por mis hijos y por el padre de mis hijos sentó el comienzo de otra vida feliz de manera absolutamente distinta, una vida que aun no he terminado de vivir en este momento".
Leo Tolstoy
Quería estar de nuevo allí con él, volver a sentir la pequeña calma de aquella tarde, a su lado. No había vuelto a sentirla desde entonces y la necesitaba como una droga suave, como un alcohol dulce.
Marcos Ordóñez (Detrás del hielo)
En esas circunstancias, algunos tienen la madurez necesaria para volver a elegir al otro como compañero de camino, más allá de los límites de la relación, y aceptan con realismo que no pueda satisfacer todos los sueños acariciados. Evitan considerarse los únicos mártires, valoran las pequeñas o limitadas posibilidades que les da la vida en familia y apuestan por fortalecer el vínculo en una construcción que llevará tiempo y esfuerzo. Porque en el fondo reconocen que cada crisis es como un nuevo «sí» que hace posible que el amor renazca fortalecido, transfigurado, madurado, iluminado. " "Por más que parezca evidente que toda la culpa es del otro, nunca es posible superar una crisis esperando que sólo cambie el otro. También hay que preguntarse por las cosas que uno mismo podría madurar o sanar para favorecer la superación del conflicto
Pope Francis (Amoris Laetitia: Apostolic Exhortation on the Family)
Acercaron sus labios de nuevo. Sofía estiró sus brazos hacia el cuello por detrás de Daniel. Fue un beso lento, húmedo, saboreando el labio inferior uno y el labio superior el otro, intercalando luego. La música continuaba. La lengua de él entró suavemente en la boca de ella, exploró el íntegro de sus rincones, degustó, probó, cató, gozó, se recreó. Al rato salió y dulcemente le dio besos en el rostro hasta llegar a la frente, bajo dándole besos en la nariz y nuevamente penetró en su boca. Ella pegó su cuerpo más y provocó a la lengua de él nuevamente.
David Cotos (El amor es como un pan con mantequilla)
Me quedé sola, alegre por su afecto. El amor florecía como el amaranto, pensé, encontrando un nuevo lugar donde ser plantado, mientras otro era llevado lejos.
Chloe Neill (Hard Bitten (Chicagoland Vampires, #4))
ahora comienza un nuevo período; renace en el amor a una vida nueva.
Pope Francis (Jubileo de la Misericordia (Spanish Edition))