Tres Bien Quotes

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- Soy feliz. Jamás me he sentido tan bien, ¿y tu? - ¿Yo? - Step la abraza con fuerza-. Estoy de maravilla. - ¿Hasta el punto de llegar a tocar el cielo con un dedo? - No, así no. - ¿Ah, no? - Mucho más. Al menos tres metros sobre el cielo.
Federico Moccia
Voici mon secret. Il est tres simple. On ne voit bien qu'avec le coeur. L'essentiel est invisible pour les yeux.
Antoine de Saint-Exupéry
—Todos lo hacemos ¿no? Nos consume nuestra propia mortalidad. Algunas personas comen bien y hacen ejercicio para preservar sus vidas, otros beben y se drogan retando al destino a tomar la de ellos, y luego están los flotadores, los que tratan de ignorar su mortalidad porque tienen miedo de ella. —¿Cuál eres tú? Dejó el cuchillo y me miró. —He estado en los tres. Y ahora estoy indeciso.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
—Amado esposo, no te permitiré morir nunca. —Suena bien, repítelo. —Te amo, esposo mío, te amo y ni la muerte va a arrancarte de mi lado. —Tenlo por seguro, porque te seguiré a través de la eternidad…
Lola P. Nieva (Los tres nombres del lobo (Lobo, #1))
—Si lo piensas, cuando tienes diecinueve años también tienes dieciocho, y diecisiete, y dieciséis, y quince, catorce, trece, doce, once... Hasta un año. Te pasas la vida despertando la mañana de tu cumpleaños esperando sentirte distinto, pero no. Todo sigue igual que ayer. Y no sientes que hayas cumplido diecinueve años, te sientes como dieciocho. Pero también los tienes. Por eso habrá días que dirás algo estúpido y esa será la parte de ti que todavía tiene diez años. O quizás algún día necesites buscar los brazos de tu madre porque estás asustada, y esa es la parte de ti que tiene cinco años. Y por eso, quizás, cuando seamos adultos, también necesitaremos llorar como si tuviéramos tres años. Y está bien. A veces necesitamos llorar porque nos sentimos niños. —Y a veces porque sentimos que ya no lo somos.
Beatriz Esteban (Aunque llueva fuego)
A las leyendas les crece la barba, y treinta y tres años es mucho tiempo para dejarse una bien larga.
Stephen King (Lobos del Calla (La Torre Oscura 5) (Spanish Edition))
No sois en absoluto parecidas a mi rosa, no sois nada aún —les dijo—. Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo… Y las rosas se sintieron bien molestas. —Sois bellas, pero estáis vacías —les dijo todavía—. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Puesto que ella es mi rosa. Y volvió hacia el zorro: —Adiós —dijo. —Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos. —Lo esencial es invisible a los ojos —repitió el principito, al fin de acordarse. —El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante. —El tiempo que perdí por mi rosa… —dijo el principito, a fin de acordarse. —Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa… —Soy responsable de mi rosa… —repitió el principito, a fin de acordarse.
Antoine de Saint-Exupéry
Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve y nos importa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos hacia todo aquello -una mujer, una profesión, un lugar donde vivir- gracias a una intuición impulsiva que nunca compara; todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo. En la segunda edad aquello que elegimos en la primera, normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su razón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que se apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.
Juan Benet
Quizas te sorprenda que me acuerde con tanto detalle de ese dia, de esas horas (...) A mi tambien me sorprende. Solo recordamos con tanta precision los dias marcados por algun acontecimiento historico del que hemos sido testigos, o por la muerte de algun familiar muy querido. Al hablar de un dia asi damos importancia capital a los detalles mas insignificantes; decimos: era martes, la una y media de la tarde, veintiocho de octubre; o bien: yo me encontraba en un rincon, alrededor de las dos y media llego el medico, unos minutos antes de las tres el enfermo pidio una limonada y, cuando murio, el reloj marcaba exactamente las tres y cuatro minutos. Los detalles no tienen ningun sentido en si, pero continuamos arrastrando su recuerdoa una escala exagerada. No hay otra forma de entender..., asi que nos agarramos a los desechos del mundo real, pues lo ocurrido es tan incomprensible que necesitamos algunos puntos de apoyo para no perder el equilibrio.
Sándor Márai (Divorce à Buda)
¿Os dais cuenta cabal de la cadena de crímenes tramados por la nena? Crimen número uno: la acusada comete allanamiento de morada. Crimen número dos: el personaje se queda con tres platos de potaje. Crimen número tres: la muy cochina destroza una sillita isabelina. Crimen número cuatro: va la dama y se limpia los zapatos en la cama... Un juez no dudaría ni un instante: «¡Diez años de presidio a esa tunante!». Pero en la historia, tal como se cuenta, la miserable escapa tan contenta mientras los niños gritan, encantados: «¡Qué bien; Ricitos de oro se ha salvado!».
Roald Dahl (Revolting Rhymes)
Julie le ha dicho a Faye que cree que los amantes pasan por tres fases distintas cuando empiezan a conocerse bien. Primero intercambian anécdotas y gustos. Después se cuentan las cosas en que creen. Y luego cada uno examina la relación entre lo que el otro dice que cree y lo que hace en realidad.
David Foster Wallace (Girl With Curious Hair)
Haz un esfuerzo por responder las siguientes preguntas cada noche antes de dormir y escríbelas en tu diario: ¿Para qué estoy agradecido? (Escribe 3 -5 puntos) ¿Qué tres cosas me han hecho feliz hoy? ¿Qué tres cosas hice particularmente bien hoy? ¿Cómo podría haber hecho hoy aún mejor? ¿Cuál es mi meta más importante para mañana?
Marc Reklau (Quiérete ¡y mucho!: 30 días para aumentar tu autoestima)
Porque todo lo que debemos hacer son esos tres pequeños deberes: esforzarnos, ser honestos y ayudar a los demás y a nosotros mismos. Eso es lo único que se nos pide.
Ryan Holiday (El obstáculo es el camino: El arte inmemorial de convertir las pruebas en triunfo (Para estar bien) (Spanish Edition))
Perdonarnos a nosotros mismos nos proporcionará el equilibrio que tanto necesitamos, y perdonar a los demás nos liberará de la tensión y el desgaste que provoca el resentimiento.
María Jesús Álava Reyes (Las tres claves de la felicidad: Perdónate bien, quiérete mejor y coge las riendas de tu vida)
Las buenas personas tienden a juzgarse con excesivo rigor y les cuesta personarse a sí mismas por aquello por lo que no dudarían un segundo en perdonar a los demás.
María Jesús Álava Reyes (Las tres claves de la felicidad: Perdónate bien, quiérete mejor y coge las riendas de tu vida)
Voici mon secret. Il est tres simple: on ne voit bien qu'avec le coeur. L'essentiel est invisible pour les yeux.
Antoine de Saint-Exupéry (The Little Prince)
Fue entonces cuando me di cuenta de que era gay. Recuerdo sentirme triste y molesto al darme cuenta de la realidad, porque fue casi tres años después de que la sociedad me enseñara que ser gay no está bien.
Kevin van Whye (Date Me, Bryson Keller)
[Habla la estulticia]: Los estoicos se creen casi dioses; pues bien dadme uno de ellos que sea tres, o cuatro y hasta seiscientas veces más estoico que los demás, e incluso a éste le haré abandonar, si no la barba, signo de sabiduría, común por cierto con los machos cabríos, por lo menos el entrecejo fruncido; le haré desarrugar la frente, dejar a un lado sus dogmas diamantinos y hasta tontear y delirar un poquito.
Erasmus (Elogio de la locura)
lo que Pietro se proponía para satisfacción de los tres se me ha olvidado; pero bien sé que a la mañana siguiente en la plaza se vio el joven no muy seguro de a quién había acompañado más por la noche, si a la mujer o al marido.
Giovanni Boccaccio (El Decamerón)
—¿Seguro que te encuentras bien, putita? —insistió el pesado de Adrián. —Hoy estás demasiado atento conmigo. —Bueno, te has reencontrado después de tanto tiempo con tu ex... —¡No es mi ex! Al contrario que tú y tu hada oscura lo nuestro apenas duró una semana, no merece llamarse mi “ex”. —Siete efímeros, pero intensos días... Ya nos conocemos muy bien la historia —se burló el Joker—. Después quedasteis en reuniros otros tres días después, pero él nunca apareció. En lugar de eso se había ido con la reina Ellette... —Suena tan patético, ¿verdad?[...] —Bueno, a ti al menos te dejo por su reina. Es más patético lo de nuestro querido Adrián. —Muchas gracias, al menos a mí no me encerraron en una carta. (Joker, Maddie y Adrián)
Valeria González Lozano (Léiriú I: La rebelión (Léiriú, #1))
Quísome bien, al parecer, Altisidora; diome los tres tocadores que sabes, lloró en mi partida, maldíjome, vituperóme, quejóse, a despecho de la vergüenza, públicamente: señales todas de que me adoraba, que las iras de los amantes suelen parar en maldiciones.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
Mientras duermo los tres se van (hacen bien) a la playa, en el coche de Sand, a treinta kilómetros de la casa; los muchachos se zambullen, nadan, Mardou se pasea por las orillas de la eternidad, mientras sus pies y los dedos de sus pies que yo tanto amo se imprimen en la arena clara, pisando las conchillas y las anémonas y las algas secas y empobrecidas, lavadas por las mareas y el viento que le despeina el cabello corto, como si la Eternidad se hubiera encontrado con Heavenly Lane (así se me ocurrió mientras estaba en la cama). (Al imaginarla por otra parte paseándose sin rumbo, con una mueca de aburrimiento, sin saber qué hacer, abandonada por Leo el Sufriente, y realmente sola e incapaz de conversar acerca de todos los fulanos, menganos y zutanos de la historia del arte con Bromberg y Sand, ¿qué podía hacer?)
Jack Kerouac (The Subterraneans)
Este señor se compone sólo de letras. De muchísimas letras, se entiende, de un número astronómico de letras, pero al fin y al cabo sólo de letras. Aquí está su amiga. Es, como se ve, de carne y hueso. ¡Y de qué carne! Da gusto verla, ¡y no digamos tocarla! Los dos van ahora juntos a la feria. En la góndola y la noria todo va bien todavía. Pero luego llegan a una caseta de tiro al blanco; un tiro al blanco un poco extraño, esa es la verdad. ¡Pruébate a ti mismo!, puede leerse en grandes letras en la parte de arriba. Y más abajo figuran las reglas. Sólo son tres: 1. Cada tiro es un blanco garantizado. 2. Por cada blanco, un tiro gratis. 3. El primer tiro es gratuito. El señor que rodea con el brazo la cintura de su amiga estudia atentamente el letrero. Quiere seguir su camino rápidamente, pero ella insiste en que haga uso de la ventajosa oferta. Quiere ver de lo que es capaz. Pero el señor no quiere. -¿Pero por qué no, cariño? ¿Qué tiene de malo? Tiene de malo que hay que disparar sobre un blanco bastante insólito, sobre uno mismo, es decir, sobre la propia imagen reflejada en un espejo de metal. Y el señor de letras no se siente en absoluto lo bastante real para distinguir de una manera tan arriesgada entre sí y su imagen reflejada. -¡O disparas -dice la amiga, por fin, furiosa-, o te dejo! El sacude la cabeza. Entonces ella se va con otro, un carnicero que entiende de carnes y huesos. El señor se queda solo y la sigue con la mirada. Cuando desaparece de su vista en el gentío, él se deshace lentamente en un pequeño montón de diminutas minúsculas y mayúsculas que la multitud pisotea al pasar. La verdad es que para eso podría hacer disparado, ¿verdad?
Michael Ende (El espejo en el espejo)
No le fue fácil meter en la maleta el día en que hicieron su primera comunión las tres juntas. La vela, el libro y la foto afuera de la iglesia cupieron muy bien, pero no así el sabor de los tamales y del atole que Nacha les había preparado y que habían comido después en compañía de sus amigos y familiares.
Laura Esquivel
I started to turn toward the closest bus stop. Alex turned the other way. "Suivez-moi," he commanded. So I followed. "Bon.Je pensais que nous irions-" "Alex." He stopped. "Ella." "Don't do that, the immersion thing." "Mais, c'est tres important." "Alex." "Ella." "Please.I know you do this with other linguistic losers, but it makes me feel like I should have a great big L lipsticked onto my forehead in some swirly French calligraphy." "Do you often contemplate decorating yourself in such a manner?" I took a quick look down.I was wearing Sienna's turtleneck again, but my own jeans. There was a large blue sea horse from the art museum fountain running from my knee to the crease of my thigh. "Yeah," I admitted. "I do." "Quelle horreur!" he declared, eyes round in mock distress. "Casse-toi." He let out a bark of laughter that sounded just like a seal. "Tres bien, Mademoiselle Marino. Got any more?" "A couple.Frankie gave me a copy of How to Offend the French when I managed to get a B in 1B last year." "Well,I never trade insults on a first date. Not that kinda guy. But after two or three..." I liked that he'd said "date," instead of "tutoring session." Even if it wasn't and he totally didn't mean it. I couldn't help it.
Melissa Jensen (The Fine Art of Truth or Dare)
Poco desviados de allí hicieron alto estos tres carros, y cesó el enfadoso ruido de sus ruedas, y luego se oyó otro, no ruidoXVIII, sino un son de una suave y concertada música formado, con que Sancho se alegró, y lo tuvo a buena señal, y, así, dijo a la duquesa, de quien un punto ni un paso se apartaba: —Señora, donde hay música no puede haber cosa mala. —Tampoco donde hay luces y claridad —respondió la duquesa. A lo que replicó Sancho: —Luz da el fuego, y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan y bien podría ser que nos abrasasen; pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote de La Mancha II (Don Quijote de la Mancha, #2))
No cojas la cuchara con la mano izquierda. No pongas los codos en la mesa. Dobla bien la servilleta. Eso, para empezar. Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece. ¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes? Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero. Eso, para seguir. ¿Le parece a Ud. correcto que un ingeniero haga versos? La cultura es un adorno y el negocio es el negocio. Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas. Eso, para vivir. No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto. No bebas. No fumes. No tosas. No respires ¡Ay sí, no respires! Dar el no a todos los "no" y descansar: Morir.
Gabriel Celaya
No perder nunca de vista el diagrama de una vida humana, que no se compone, por más bien que se diga, de una horizontal y de dos perpendiculares, sino más bien de tres líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y divergentes: lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y lo que fue.
Marguerite Yourcenar (Memoirs of Hadrian)
No obstante, cuando se trata de la vida de pareja, hay que competir al revés: con pared o sin pared, tres pasos atrás. Y hay que hacerlo aun cuando no entiendas el motivo, aun cuando estés íntimamente convencida de tener razón. En ese momento, haz un acto de confianza en tu marido. Sal de la lógica del mundo, "yo quiero tener la razón", y entra en la de Dios, que te ha puesto al lado de tu marido, ese santo que te soporta a pesar de todo y que, dicho sea de paso, también es un buen tipo. Y si algo que él hace no te parece bien, con quien tienes que vértelas es con Dios: puedes comenzar poniéndote de rodillas, y la mayoría de las veces todo se resuelve.
Costanza Miriano (Cásate y sé sumisa. Experiencia radical para mujeres sin miedo)
Tómese un viejo castillo medio en ruinas. Un largo pasillo con muchas puertas, varias de ellas han de ser secretas. Tres cadáveres aún sangrantes. Tres esqueletos bien embalados. Una vieja ahorcada con varias puñaladas en el pecho. Ladrones y bandidos a discreción. Una dosis suficiente de susurros, gemidos ahogados y estruendos horrísonos. Mézclese, agítese y escríbase. El cuento está listo
Rafael Llopis (Historia natural de los cuentos de miedo)
Si algo hacía de él un ser aparte, era su reserva, un calmo autodominio que nadie le había inculcado; aparentemente, Mark había nacido así. Cuando su perrito Chopper fue atropellado por un coche, Mark insistió en ir con su madre al veterinario. Cuando éste le dijo: «Tendremos que dormir a tu perro, hijo mío. ¿Comprendes por qué?» Mark contestó: «No le van a hacer dormir. Lo van a matar con gas, ¿no es eso?» El veterinario asintió. Mark le dijo que estaba bien, que lo hiciera, pero primero besó a Chopper. Le había dolido, pero no había llorado, ni las lagrimas habían aflorado. Su madre sí había llorado, pero tres días después, Chopper era para ella parte de un nebuloso pasado, cosa que nunca sería para Mark. Ése era el valor de no llorar. Llorar era como desparramarlo todo por el suelo.
Stephen King (’Salem’s Lot)
Cuando yo era joven pensaba que para navegar por el mundo bastaba con aprender a hacer bien tres cosas. Una:atarse los cordones de los zapatos. Dos: desnudar a una mujer a conciencia. Y tres: leer para saborear cada día unas páginas compuestas con luz y destreza. Me parecía que un hombre que pisa firma, sabe acariciar y aprende a escuchar la música de las palabras vive más y, sobre todo, vive mejor.
Carlos Ruiz Zafón (El laberinto de los espíritus (El cementerio de los libros olvidados, #4))
y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
Mi teoría es que se puede dividir en tres grandes grupos a las personas que escriben novelas y nos cuentan algo. Unos escriben siempre sobre sí mismos… y algunos de ellos se cuentan entre los grandes de la literatura. Otros tienen un talento envidiable para inventar historias. Van en el tren, miran por la ventanilla y, de pronto, tienen una idea. Y luego están aquellos que, por así decirlo, son los impresionistas de los escritores. Su talento consiste en encontrar historias. Van por el mundo con los ojos bien abiertos y captan situaciones, ambientes y pequeñas escenas como si cogieran cerezas de los árboles. Un gesto, una sonrisa, el modo en que alguien se pasa la mano por el pelo o se ata los cordones de los zapatos. Instantáneas tras las que se esconden historias. Imágenes que se convierten en historias.
Nicolas Barreau (La sonrisa de las mujeres)
LA ESTACIÓN DE FERROCARRIL. Mi no llegada a la ciudad de N tuvo lugar puntualmente. Fuiste avisado con una carta no enviada. Lograste no llegar a la hora prevista. El tren llegó al andén número tres. Bajó mucha gente. Entre la muchedumbre se dirigió a la salida la ausencia de mi persona. Varias mujeres me sustituyeron rápidamente en aquella prisa. A una de ellas se acercó corriendo alguien desconocido para mí pero ella lo reconoció al instante. Ambos intercambiaron un beso no nuestro, durante el cual se perdió no mi maleta. La estación de la ciudad de N pasó bien el examen de la existencia objetiva. La totalidad estaba en su lugar. Los detalles se movían por las vías marcadas. Tuvo lugar incluso la cita acordada. Fuera del alcance de nuestra presencia. En el paraíso perdido de la posibilidad. En otra parte. En otra parte. Como suenan estas palabras.
Wisława Szymborska
Mirá, Aurora, estoy jodido. Y sé que vos, estés en donde estés, también estás jodida. Pero yo estoy muerto y vos en cambio estás viva. Aguanto todo, todo, todo menos una cosa: no tener tu mano. Es lo que más extraño: tu mano suave, larga, tus dedos finos y sensibles. Creo que es lo único que todavía me vincula a la vida. Si antes de irme del todo me concedieran una sola merced, pediría eso: tener tu mano durante tres, cinco, ocho minutos. Lo pasamos bien, Aurora...
Mario Benedetti (Pedro y el Capitán)
El siglo XX será recordado por tres grandes innovaciones: medios sin precedentes para salvar, prolongar y mejorar la vida, medios sin precedentes para destruirla (hasta el punto de poner por vez primera en peligro nuestra civilización global) y conocimientos sin precedentes sobre nuestra propia naturaleza y la del universo. Las tres evoluciones han sido fruto de la ciencia y la tecnología, una espada de dos filos bien cortantes. Las tres tienen raíces en el pasado remoto.
Carl Sagan (Billions & Billions: Thoughts on Life and Death at the Brink of the Millennium)
HOLA, PERRO AVISTO un perro en la calle Le digo: ¿Qué tal estás, perro? ¿Creen que me respondería? ¿No? Pues bien a pesar de todo me responde Y no es asunto suyo Entonces cuando veo a gente Que pasa sin mirar siquiera a los perros Siento vergüenza por sus padres Y por los padres de sus padres Porque tan mala educación Requiere al menos… y no exagero Tres generaciones, con una sífilis hereditaria Pero añado para no molestar a nadie Que un buen número de perros no habla a menudo.
Boris Vian
Una de las definiciones del hombre es decir que es animal risible, porque solo el hombre se ríe y no otro ningún animal; y yo digo que también se puede decir que es animal llorable, animal que llora y, así como por la mucha risa se descubre el poco entendimiento, por el mucho llorar el poco discurso. Por tres cosas es lícito que llore el varón prudente: la una, por haber pecado; la segunda, por alcanzar perdón dél; la tercera, por estar celoso: las demás lágrimas no dicen bien en un rostro grave
Miguel de Cervantes Saavedra (The Trials of Persiles and Sigismunda: A Northern Story)
Al fin de tu vida en la tierra serás evaluado y recompensado de acuerdo con la manera en que uses lo que Dios te confió. Eso significa todo lo que hagas. Hasta las tareas más simples tienen repercusión eterna. Si todo lo tratas como un encargo, con responsabilidad, Dios promete tres recompensas en la eternidad. La primera, Dios te dará su aprobación y te dirá: «¡Buen trabajo, bien hecho!». Segundo, se te dará un ascenso y una responsabilidad mayor en la eternidad: «Te pondré a cargo de muchas cosas». Entonces serás honrado con un festejo: «Ven y comparte la felicidad del Maestro». Mucha gente no logra darse cuenta de que el dinero es ambas cosas, tanto una prueba como un fideicomiso de Dios. Dios usa las finanzas para enseñarnos a confiar en él, y para mucha gente, el dinero es la prueba más grande de todas. Dios observa cómo lo usamos para probar qué tan confiables somos. La Biblia dice: «Si ustedes no han sido honrados en el uso de las riquezas mundanas, ¿quién les confiará las verdaderas?».11
Rick Warren (Una vida con propósito: ¿Para qué estoy aquí en la tierra?)
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo: —No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo. Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles: —Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin. Y volvió con el zorro. —Adiós —le dijo. —Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
Antoine de Saint-Exupéry (El Principito (Spanish Edition))
Psicópata megalómano. Vamos por partes. La psicología da muchas definiciones de psicópata, si bien no se sabe a ciencia cierta por qué un individuo sufre de esta patología. En todas las definiciones hay tres elementos que se mantienen constantes: son egocéntricos, no sienten empatía y no comprenden el concepto de remordimiento o culpa. Eso sí, poseen una gran inteligencia, por lo que pueden convertirse en hábiles camaleones e imitar a las personas para simular una conducta normal. Son expertos mentirosos y manipuladores
Florencia Bonelli (Dime, ¿quién es como Dios?)
Por la mañana, casi de noche, mientras dormimos todas, entra la madre Loreto, da tres palmadas y dice: "El ángel del Señor anunció a María, y todas se sientan en la cama y contestan: "Dios te salve, María...". Eso está muy bien, y es muy bonito, pero a otra hora, no tan temprano. Por eso me hago la dormida y no contesto. La madre me riñe mucho. -Esto no puede seguir así. Usted está obligada a decir el Avemaría a la voz del Ángel. -Yo no he oído decir nada al ángel; en cuanto le oiga contestaré... -¡A callar! ¡Estamos en el silencio mayor!
Elena Fortún (Celia en el colegio (Celia, #2))
Poco desviados de allí hicieron alto estos tres carros, y cesó el enfadoso ruido de sus ruedas, y luego se oyó otro, no ruidoXVIII, sino un son de una suave y concertada música formado, con que Sancho se alegró, y lo tuvo a buena señal, y, así, dijo a la duquesa, de quien un punto ni un paso se apartaba: —Señora, donde hay música no puede haber cosa mala44. —Tampoco donde hay luces y claridad —respondió la duquesa. A lo que replicó Sancho: —Luz da el fuego, y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan y bien podría ser que nos abrasasen; pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote de La Mancha II (Don Quijote de la Mancha, #2))
La luz de la esperanza comienza hoy, cuando La Elegida ha nacido a la luz del sol. Es linda, es hermosa, como una flor, pero su belleza se entorpece, al pasar por mucho dolor. Su vida crece, su vida madura, pero no sabe que es el empiece, de su gran aventura. Alta es la traición que se comete, pues la nobleza se entromete, en la que un brujo ablandará, el corazón que ella le brindará. Pero la felicidad no perdura siempre, pues otro miedo pasa por su mente, y no sólo eso, también terribles recuerdos llegan, cuando delante de ella pasa La Muerte. Un obstáculo más, un obstáculo menos, ¿qué mas da, si es la más fuerte? Pero, ¿de dónde viene la fuerza, sino de su rival? Su propia sangre la traicionará, una vez, tal vez dos, pero luego decubrirá su mortal error, pagando así su equivocación. Fuerzas más ya no le quedan, cuando descubre la triste realidad: las personas que llenaban su corazón, una vez que se van, ya no han de regresar. Y eso se lo demuestran una vez más, cuando su verdadero amor le ha de abandonar, por el hecho de que su misma sangre lo destruirá. La Elegida sufrirá mucho más que cualquier ser, pues la tristeza y el abandono la han de poseer. En tres años, ni uno más, será cuando su amante se le dará una segunda oportunidad, la que por fin terminará, la misión que en un principio se le encomendó. Pero un problema se presentará, pues su corazón no la reconocerá, así que su sangre la ayudará, a terminar lo que empezó, a seguirel camino del que una vez se fió, y a tener dos almas más en su vida ermitaña de las cuales se percató. El bien y el mal, pelean una vez más, entre la luz y la oscuridad. Pero, que quede claro, sólo alguien puede terminar la pelea encarnizada para que todo llegue a su fin. A quien la Elegida entregó su alma, será el único que destruirá al demonio que se encuentra dentro de cada pecado, de cada mal. Y una vez más trinfará, el bien sobre el mal. La Elegida reinará, como noble, con bondad, como ella es en realidad.
Yolanda Chapa (Lani, la princesa gitana)
No le fue fácil meter en la maleta el dia en que hicieron su primera cumunión las tres juntas.La vela, el libro y la foto afuera de la iglesia cupieron muy bien, pero no así el sabor de los tamales y del atole que nacha les había preparado y que habían comido después en compañia de sus amigos y familiares. Cupieron los huesitos de chabacano de colores, pero no así las risas cuando jugaban con ellos en el patio de la escuela, ni la maestra Jovita, ni el columpio, ni el olor de su recámara, ni el del chocolate recién batido. Lo bueno es que tampoco cupieron las palizas, los regaños de Mamá Elena, pues Tita cerró muy fuerte la maleta antes de que se fueran a colar.
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
Cada una de estas tres combinaciones puede ofrecer cuatro modos: primero, todos los magistrados son tomados de la universalidad de los ciudadanos por medio de la elección; segundo, todos los magistrados son tomados de la universalidad de los ciudadanos por medio de la suerte; tercero y cuarto, aplicándose la elegibilidad a todos los ciudadanos a la vez, puede verificarse esto sucesivamente por tribus, por cantones, por fratrias, de manera que todas las clases vayan pasando por turno; quinto y sexto, o bien la elegibilidad puede aplicarse a todos los ciudadanos en masa, adoptando uno de estos modos para unas funciones y otro modo para otras. Por otra parte, siendo el derecho de nombrar privilegio de ciertos ciudadanos, los magistrados pueden tomarse, y es el séptimo modo, del cuerpo entero de ciudadanos por medio de la elección; octavo, del cuerpo entero de ciudadanos, por medio de la suerte; noveno, de entre cierta parte de ciudadanos, por medio de elección; décimo, de cierta porción de ciudadanos, por medio de la suerte; undécimo, se puede nombrar para ciertas funciones según la primera forma; y duodécimo, para otras, según la segunda, es decir, aplicar al cuerpo entero de los ciudadanos la elección para unas funciones, la suerte para otras. He aquí, pues, doce modos de instituir las magistraturas, sin contar las combinaciones compuestas151
Aristotle (La Política)
- Nunca vuelvas a llamarme así - le espeté. - Es mejor que llarmarle <> a alguien, ¿no? - Salió por la puerta - Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo. Aquello ya era suficiente. - ¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado...Esa es una palabra que no te define bien - le dije sonriendo - <> te pega más. - Conque <>, ¿eh? - repitió - Eres un encanto. Levanté el dedo corazón. (pág.20) Eran más de la una, pero parecía que Daemon acabara de levantarse. Llevaba los tejanos arrugados y el pelo enmarañado. Hablaba con alguien por teléfono mientras se pasaba la mano por la mandíbula. - ¿Tu hermano no tiene camisetas o qué? - le pregunté mientras cogía la pala. - Me temo que no. No las lleva ni en invierno. Siempre va por ahí medio desnudo - refunfuñó - Es bastante incómodo tener que verlo así todo el día, enseñando tanta...carne ¡Qué grima! A ella le daría grima, pero a mí...me alteraba bastante. Me puse a cavar hoyos en lugares estratégicos mientras notaba que se me secaba la garganta. Tenia una cara perfecta, un cuerpo de ensueño y una mala leche espectacular. Las tres reglas de oro de cualquier tío macizo, vaya. (pág. 39) - Tienes una cabecita bastante sucia, gatita. Pestañeé. <> - ¿Qué has dicho? - Que tienes la cabeza sucia - repitió en voz baja. Sabía que Dee no podía oírle -, llena de tierra. ¿Qué creías que quería decir? - Nada -...Tener a Daemon tan cerca no me reconfortaba en absoluto - Es normal ensuciarse cuando plantas. Los labios le temblaron un instante. - Hay muchas maneras de ensuciarse. Aunque no tengo la intención de mostrártelas. (pág.46) - Me da a mí que te has mojado tú más que el coche. Nunca pensé que lavar un coche pudiera ser tan complicado pero, después de observarte durante los últimos quince minutos, creo que deberían convertirlo en deporte olímpico. - ¿Estabas observándome? - Qué grima. Y qué morbo. ¡No! de morboso, nada. (pág.51) - Pues sí ¿Y tú siempre te quedas mirando a los tíos cuando llamas a su puerta para preguntar por una dirección? - ¿Siempre abres la puerta medio desnudo? - Pues sí. Y no has respondido a mi pregunta. ¿Siempre pegas esos repasos? Las mejillas me ardían. (pág.53) - Hasta mañana a medio día, gatita. - Te odio - resoplé. - El sentimiento es mutuo - Me miró por encima del hombro - Me juego veinte pavos a que llevas bañador y no biquini. Era insufrible. (Pág. 62) - ¿Que no confía en mi? ¿Y qué tiene que confiarme, tu virtud? Se le escapó otra carcajada y tardó unos momentos en poder contestar. - Pues claro; no le gustan las chicas guapas que están coladitas por mi. - ¿Qué? - ... - Estás de broma, ¿no? - ¿A qué parte te refieres? - preguntó- - ¡A todas! - Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes? (pág.90) - Creo que estás condenada a estar conmigo un rato más. - Seguro que parezco un gato remojado. - Estás bien. La lluvia te favorece. Fruncí el ceño. - Ya me estás mintiendo otra vez. Sentí que su cuerpo se movía junto al mío y, sin mediar palabra, me rozó la barbilla con los dedos y me atrajo hacia él. En sus labios se dibujó una sonrisa torcida. - No te miento; te lo dijo en serio. (pág.101) - Bueno...Ya llegó el innombrable. A Dee le dio un ataque de risa que hizo que toda la cafetería nos mirara. - ¡Me parto! Me hundí en la butaca. Desde la mañana en que Dee y él me habían preparado el desayuno, me había evitado y a mí me daba igual. ... Seguramente Daemon era físicamente el hombre más perfecto que jamás había visto - su cara haría las delicias de cualquier retratista -, pero a la vez tenía bastantes papeletas para ser el cretino más grande sobre la faz de la Tierra. (pág.145)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Aun petrificado, Max no sonrió. -Me siento bien -dijo, incapaz de evitar que la incredulidad que el mismo sentía se colara en su tono de voz. Se detuvo a tres pasos del niño. Lo suficientemente cerca como para extender las manos y colocarlas sobre sus hombros. Y lo hizo. Max dio un pequeño respingo. Al principio, se aparto para que no lo tocara, pero luego quedo helado. Sus ojos se ensancharon. Adrián soltó una carcajada y lo jalo para estrecharlo entre los brazos, aplastándolo con un abrazo eufórico antes de soltarlo. -¡Me siento bien! -volvió a decir, revolviéndole el cabello encrespado-. De hecho, me siento genial. ¡No puedo creer que haya funcionado! -su carcajada se volvió mas fuerte-. Salvo que… puedo creerlo. Porque por supuesto que funciono. Sabia perfectamente que iba a funcionar. Por cierto, necesitas un corte de cabello.
Marissa Meyer (Renegades (Renegades, #1))
La fenêtre est ouverte et la brise de juin agite doucement l'ourlet des rideaux de dentelle. Une légère odeur de marée flotte dans l'air. Je sens le sable du rivage entre mes doigts. Je m'éloigne de la table, m'approche d'Oshima et le serre fort contre moi. Le contact de son corps mince éveille déjà en moi une terrible nostalgie. Il me caresse doucement les cheveux. - Le monde est une métaphore, Kafka Tamura, dit-il à mon oreille. Mais pour toi et moi, seule cette bibliothèque n'est pas une métaphore. Aussi loin qu'on aille ... elle reste tout simplement cette bibliothèque. - Naturellement, dis-je. - C'est une bibliothèque unique, speciale et tres solide. Rien d'autre ne peut prendre sa place. Je hoche la tête. - Au revoir, Kafka Tamura. - Au revoir, Oshima-san. Vous avez une belle cravate, vous savez. Il s'écarte de moi, me regarde bien en face en souriant. - Je me demandais si tu allais m'en faire la remarque.
Haruki Murakami (Kafka on the Shore)
—Ahora bien —dijo el conde encogiéndose de hombros—, ¿queréis que os diga la causa de todas esas torpezas… ? Que en vuestros teatros, según he podido juzgar yo mismo leyendo las obras que en ellos se representan, se ve siempre beber un pomo de veneno o chupar el guardapelo de una sortija, y caer al punto muertos. Cinco minutos después se baja el telón, los espectadores se dispersan. Siempre se ignoran las consecuencias del asesinato. Nunca se ve al comisario de policía con su banda, ni a un cabo con cuatro soldados, y esto autoriza a muchas pobres personas a creer que las cosas ocurren de esta manera. Pero salid de Francia, id, por ejemplo, a Alepo, o a El Cairo, en fin, a Nápoles o a Roma y veréis pasar por las calles personas firmes, llenas de salud y vida, y si estuviese por allí algún genio fantástico, podría deciros al oído: «Ese caballero está envenenado hace tres semanas, y dentro de un mes habrá muerto completamente.»
Alexandre Dumas (El conde de Montecristo: Ilustrado (Spanish Edition))
Para dar cuenta de las diferencias existentes en la realidad, hay que distinguir por lo menos tres ejes, en los que se puede situar la problemática de la alteridad. Primero hay un juicio de valor (un plano axiológico): el otro es bueno o malo, lo quiero o no lo quiero, o bien, como se prefiere decir en esa época, es mi igual o es inferior a mí (ya que por lo general, y eso es obvio, yo soy bueno, y me estimo...). En segundo lugar, está la acción de acercamiento o de alejamiento en relación con el otro (un plano praxeológico): adopto los valores del otro, me identifico con él; o asimilo al otro a mí, le impongo mi propia imagen; entre la sumisión al otro y la sumisión del otro hay un tercer punto, que es la neutralidad, o indiferencia. En tercer lugar, conozco o ignoro la identidad del otro (éste sería un plano epistémico); evidentemente no hay aquí ningún absoluto, sino una gradación infinita entre los estados de conocimiento menos o más elevados
Tzvetan Todorov (The Conquest of America: The Question of the Other)
He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
La búsqueda suele empezar con alguna gran pregunta como «¿Quién soy?», «¿Cuál es el sentido de la vida?», «¿Qué es bueno?». Mientras que muchas personas aceptan sin más las respuestas al uso que ofrecen los poderes que sean, los buscadores espirituales no quedan satisfechos tan fácilmente. Están dispuestos a seguir la gran pregunta a donde quiera que los conduzca, y no solo a lugares que conocen bien o quieren visitar. Así, para la mayoría de la gente, los estudios académicos son un pacto y no un viaje espiritual, porque nos conducen a un objetivo predeterminado aprobado por nuestros mayores, nuestros gobiernos y nuestros bancos. «Estudiaré tres años, aprobaré los exámenes, conseguiré mi diploma y me aseguraré un trabajo bien remunerado.» Los estudios académicos podrían transformarse en un viaje espiritual si las grandes preguntas que fuéramos encontrando por el camino nos desviaran hacia destinos inesperados, que al principio ni siquiera habríamos imaginado. Por ejemplo, una joven puede empezar estudiando Economía para asegurarse un puesto de trabajo en Wall Street. Sin embargo, si lo que aprende hace que, de alguna manera, termine en un ashram hindú o ayudando a pacientes con VIH en Zimbabue, entonces a esto podemos considerarlo un viaje espiritual.
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
Se levanta y hace la cama, luego recoge del suelo unos libros de bolsillo (novelas policíacas) y los pone en la librería. Tiene ropa que lavar antes de irse, ropa que guardar, medias que emparejar y meter en los cajones. Envuelve la basura en papel de periódico y baja tres pisos para dejarla en el cubo de la basura. Saca los calcetines de Cal de detrás de la cama y los sacude, dejándolos sobre la mesa de la cocina. Hay trapos que lavar, hollín en el alféizar de las ventanas, cacerolas en remojo por fregar, hay que poner un plato bajo el radiador por si funciona durante la semana (se sale). Oh. Aj. Que se queden las ventanas como están, aunque a Cal no le gusta verlas sucias. Esa espantosa tarea de restregar el retrete, pasarle el plumero a los muebles. Ropa para planchar. Siempre se caen cosas cuando recoges otras. Se agacha una y otra vez. La harina y el azúcar se derraman sobre los estantes que hay encima de la pila y tiene que pasar un paño; hay manchas y salpicaduras, hojas de rábano podridas, incrustaciones de hielo dentro de la vieja nevera (hay que mantener la puerta abierta con una silla, para que se descongele). Pedazos de papel, caramelos, cigarrillos y ceniza por toda la habitación. Tiene que quitarle el polvo a todo. Decide limpiar las ventanas a pesar de todo, porque quedan más bonitas. Estarán asquerosas después de una semana. Por supuesto, nadie la ayuda. Nada tiene la altura adecuada. Añade los calcetines de Cal a la ropa de ambos que tiene que llevar a la lavandería de autoservicio, hace un montón separado con la ropa de él que tiene que coser, y pone la mesa para sí misma. Raspa los restos de comida del plato del gato, y le pone agua limpia y leche. «Mr. Frosty» no parece andar por allí. Debajo de la pila encuentra un paño de cocina, lo recoge y lo cuelga sobre la pila, se recuerda a sí misma que tiene que limpiar allí abajo más tarde, y se sirve cereales, té, tostadas y zumo de naranja. (El zumo de naranja es un paquete del gobierno de naranja y pomelo en polvo y sabe a demonios.) Se levanta de un salto para buscar la fregona debajo de la pila, y el cubo, que también debe estar por allí. Es hora de fregar el suelo del cuarto de baño y el cuadrado de linóleo que hay delante de la pila y la cocina. Primero termina el té, deja la mitad del zumo de naranja y pomelo (haciendo una mueca) y algo del cereal. La leche vuelve a la nevera —no, espera un momento, tírala—, se sienta un minuto a escribir una lista de comestibles para comprarlos en el camino del autobús a casa, cuando vuelva dentro de una semana. Llena el cubo, encuentra el jabón, lo deja, friega sólo con agua. Lo guarda todo. Lava los platos del desayuno. Coge una novela policíaca y la hojea, sentada en el sofá. Se levanta, limpia la mesa, recoge la sal que ha caído en la alfombra y la barre. ¿Eso es todo? No, hay que arreglar la ropa de Cal y la suya. Oh, déjalo. Tiene que hacer la maleta y preparar la comida de Cal y la suya (aunque él no se marcha con ella). Eso significa volver a sacar las cosas de la nevera y volver a limpiar la mesa, dejar pisadas en el linóleo otra vez. Bueno, no importa. Lava el plato y el cuchillo. Ya está. Decide ir por la caja de costura para arreglar la ropa de él, cambia de opinión. Coge la novela policíaca. Cal dirá: «No has cosido mi ropa.» Va a coger la caja de costura del fondo del armario, pisando maletas, cajas, la tabla de plancha, su abrigo y ropa de invierno. Pequeñas manos salen de la espalda de Jeannine y recogen lo que ella tira. Se sienta en el sofá y arregla el desgarrón de la chaqueta de verano de él, cortando el hilo con los dientes. Vas a estropearte el esmalte. Botones. Zurce tres calcetines. (Los otros están bien.) Se frota los riñones. Cose el forro de una falda que está descosido. Limpia zapatos. Hace una pausa y mira sin ver. Luego reacciona y con aire de extraordinaria energía saca la maleta mediana del armario y empieza a meter su ropa para
Joanna Russ (The Female Man)
Yo no busco en las personas ni la bondad ni la buena educación siqiera... aunqe creo qe esto último es imprescindible para vivir con ellas. Me gustan las gentes qe ven la vida con ojos distintos qe los demás, qe consideran las cosas de otro modo qe la mayoría... Qizá me ocurra esto pqe he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos...Estoy segura de qe mis hermanos o mi padre tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, qe saben en todo momento lo qe qieren, lo qe les parece mal y lo qe les parece bien… Y qe hansufrido muy poca angustia ante ningún hecho. (…) Toda mi vida he estado huyendo de mis simples y respetables parientes… Simples pero inteligentes a la vez en su género, qe es lo qe les hace tan insoportables… Me gusta la gente con ese átomo de locura qe hace qe la existencia no sea monótona, aunqe sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú… Personas qe, según mi familia, son calamidades indeseables… (…) ¿qé crees qe dirían mi padre o mi abuelo de ti misma si supieran tu modo real de ser? Si supieran, como yo sé, qe te qedas sin comer y qe no te compras la ropa qe necesitas por el placer de tener con tus amigos delicadezas de millonaria durante tres días… Si supieran qe te gusta vagabundear sola por la noche. Qe nunca has sabido lo qe qieres y qe siempre estás qeriendo algo…
Carmen Laforet (Nada)
Sócrates le hace entender que, para aprender, tiene el alma necesidad de dudar, de interrogarse, y de hacer un retroceso sobre sí misma, que la ponga insensiblemente en el camino de la verdad. Bajo una forma más científica que en el Fedro, le expone la doctrina de la reminiscencia, fundada en la inmortalidad del alma y en la metempsícosis. Estas tres teorías se ligan aquí hasta el punto de formar una, a saber: la del recuerdo. El alma, cuando duda y se interroga a sí misma, recuerda que antes de estar unida a un cuerpo, ha vivido libre, porque es inmortal; y que su vida actual no es más que uno de sus modos de ser. A medida que reflexiona más, se representa con más claridad la verdad, que ha conocido primitivamente. Por la reminiscencia, pues, se ve conducida a la verdad en esta vida terrestre. Sin insistir sobre este punto, observemos el miramiento de Sócrates, es decir, de Platón mismo, que dando aquí su parte a la poesía y a la filosofía, se somete mucho menos al mito propio de la reminiscencia, que al hecho esencial de que hay en nuestra alma un fondo de ideas, que solo saca de sí misma; ideas que el mundo sensible despierta en ella, pero que no se las da. En el fondo, esta es la doctrina de las ideas primeras, anteriores y superiores a la experiencia, que todos los filósofos espiritualistas, desde Sócrates hasta nuestros días, están acordes en reconocer como el bien propio de la razón humana: ipse intellectus, como dice Leibniz.
Plato (Obras Completas de Platón (Spanish Edition))
[...] las cosas por las que se nos conoce son simples chiquilladas. Por debajo, todo está oscuro, todo se extiende, todo es insondablemente profundo; pero de cuando en cuando salimos a la superficie y por eso se nos conoce. A la señora Ramsay su horizonte le parecía no tener límites. Estaban todos los lugares que no había visto; las llanuras de la India; también se veía apartando la gruesa cortina de cuero de una iglesia romana. El núcleo de oscuridad podía ir a cualquier sitio, porque nadie lo veía. Nadie podía detenerlo, pensó, exultante. Allí estaba la libertad, allí estaba la paz, allí estaba —bien más precioso que ningún otro— la posibilidad de recogerse, de descansar sobre una plataforma de estabilidad. De acuerdo con su experiencia, nunca se encontraba descanso en tanto que uno mismo (aquí realizó una maniobra muy hábil con las agujas), pero sí como cuña de oscuridad. Al perder la personalidad se perdía la preocupación, la prisa, la agitación; y siempre le subía hasta los labios alguna exclamación para expresar su triunfo sobre la vida cuando las cosas confluían en aquella paz, aquel descanso, aquella eternidad; y, haciendo una pausa, volvió la vista para encontrarse con el destello del faro, el destello largo, el último de los tres, que era su destello; porque, siempre, al contemplar las cosas con aquel estado de ánimo a aquella hora del día, resultaba inevitable sentirse especialmente atraída por una de ellas; y aquella cosa, aquel destello largo, era su destello.
Virginia Woolf (To the Lighthouse)
Son muchos mis compañeros de profesión (quiero decir, mis compañeros de profesión novelística) que consideran a Galdós su maestro. Pero entendámonos, porque aquí siempre es difícil entenderse y todo se presta a malentendidos porque aquí todo el mundo piensa siempre automáticamente lo peor de todo el mundo, lo peor que puede pensarse y de la forma más retorcida y negativa posible y basándose siempre en la presuposición de que el otro no sabe, o es facha, o es tonto, o es un hipócrita, o dice lo que dice para joder, o para medrar, o para hacerse el gracioso, o para pagar una deuda secreta con quién sabe quién, presuponiendo siempre que hay motivos secretos, programas escondidos, conspiraciones, quién sabe qué, entendámonos, todos admiramos a Galdós, y yo también, y yo también considero que es un genio, y conozco, CONOZCO sus méritos, cojones, soy licenciado en filología hispánica y he leído a Galdós, mucho, mucho, no todo pero sí mucho, he tenido delante de mí a Domingo Ynduráin diciéndonos, cuando alguien le preguntó qué novelas de Galdós debíamos leer, diciéndonos: “¿cuántas novelas cree que podrá leer?”, añadiendo a continuación que, como es lógico, debíamos leerlas TODAS (yo no he leído todas), sí, soy bien consciente de la enorme importancia de Galdós, de su genio, de su habilidad como novelista (aunque eso de que es “mejor” que Dickens siempre me ha parecido una majadería) y, más aún, de lo MODERNO de su lenguaje y también, cielos, de su IMPORTANCIA como creador del moderno cursus de la novela en español y creador de la nada del estilo de los diálogos, innovaciones todavía hoy asombrosas. Y dicho esto: ¿cómo, cómo, cómo es posible considerar a Galdós el maestro, el epítome, el modelo? Galdós, del que he dicho ya suficientes maravillas, tiene sin embargo dos graves inconvenientes. El primero es quemurió en 1920. El segundo, que nació en 1843. Mil Ochocientos Cuarenta y Tres. ¡Claro!, me dice el listillo (que abunda), ¡y Cervantes nació en 1547! ¡Si nos ponemos así! Galdós no, por favor. Galdós no. Galdós no puede ser el modelo literario de nadie a no ser que uno sea muy muy muy muy muy muy muy muy muy viejo y no haya visto, oído ni leído nada interesante en todos los terrenos del arte y de las letras desde que nació. A no ser que todos los libros, películas, obras musicales, obras de teatro, espectáculos, muestras de todas las artes en todos los estilos, formatos, medios y todos los acontecimientos del mundo de la cultura, de la creación artística, de la especulación científica y filosófica con las que ha entrado en contacto a lo largo de toda su existencia, una existencia (he de añadir) llena de estímulos, de innovaciones, de medios nuevos, imágenes nuevas, lenguajes nuevos, sueños nuevos, pesadillas nuevas, descubrimientos, inventos, avances, retrocesos, avances, saltos cuánticos, cambios de paradigma, en combinaciones inesperadas y a menudo fascinantes de retro hiper post trans poli plus meta archi, si todo eso TODO eso no ha significado nada para esa persona, si todo lo que ha vivido en toda su existencia desde el momento de su nacimiento ha significado lo mismo que 0 + 0 = 0, sólo en ese caso Galdós puede ser su modelo en el año 2013 del siglo XXI. Galdós no, hombre, no. No jodas, tío. Galdós.
Andrés Ibáñez
— Mira, Sancho —dijo don Quijote—, mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por agradecimiento. Bien puede ser que un caballero sea desamorado, pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradecido. Quísome bien, al parecer, Altisidora; diome los tres tocadores que sabes, lloró en mi partida, maldíjome, vituperóme, quejóse, a despecho de la vergüenza, públicamente: señales todas de que me adoraba, que las iras de los amantes suelen parar en maldiciones. Yo no tuve esperanzas que darle, ni tesoros que ofrecerle, porque las mías las tengo entregadas a Dulcinea, y los tesoros de los caballeros andantes son, como los de los duendes, aparentes y falsos, y sólo puedo darle estos acuerdos que della tengo, sin perjuicio, pero, de los que tengo de Dulcinea, a quien tú agravias con la remisión que tienes en azotarte y en castigar esas carnes, que vea yo comidas de lobos, que quieren guardarse antes para los gusanos que para el remedio de aquella pobre señora. — Señor —respondió Sancho—, si va a decir la verdad, yo no me puedo persuadir que los azotes de mis posaderas tengan que ver con los desencantos de los encantados, que es como si dijésemos: "Si os duele la cabeza, untaos las rodillas". A lo menos, yo osaré jurar que en cuantas historias vuesa merced ha leído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado por azotes; pero, por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo me dé comodidad para castigarme. — Dios lo haga —respondió don Quijote—, y los cielos te den gracia para que caigas en la cuenta y en la obligación que te corre de ayudar a mi señora, que lo es tuya, pues tú eres mío.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha)
Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.
John Kennedy Toole
-Pero, por el contrario, pienso que, cuando un arte­sano u otro que su índole destine a negocios privados, engreído por su riqueza o por el número de los que le siguen o por su fuerza o por otra cualquier cosa seme­jante, pretenda entrar en la clase de los guerreros, o uno de los guerreros en la de los consejeros o guardia­nes, sin tener mérito para ello, y así cambien entre sí sus instrumentos y honores, o cuando uno solo trate de hacer a un tiempo los oficios de todos, entonces creo, como digo, que tú también opinarás que seme­jante trueque y entrometimiento ha de ser ruinoso para la ciudad. -En un todo. -Por tanto, el entrometimiento y trueque mutuo de estas tres clases es el mayor daño de la ciudad y más que ningún otro podría ser con plena razón calificado de cri­men. -Plenamente. -¿Y al mayor crimen contra la propia ciudad no ha­brás de calificarlo de injusticia? -¿Qué duda cabe?   XI. -Eso es, pues, injusticia. Y a la inversa, diremos: la actuación en lo que les es propio de los linajes de los trafi­cantes, auxiliares y guardianes, cuando cada uno haga lo suyo en la ciudad, ¿no será justicia, al contrario de aque­llo otro, y no hará justa a la ciudad misma? -Así me parece y no de otra manera -dijo él. -No lo digamos todavía con voz muy recia -obser­vé-; antes bien, si, trasladando la idea formada a cada uno de los hombres, reconocemos que allí es también justicia, concedámoslo sin más, porque ¿qué otra cosa cabe oponer? Pero, si no es así, volvamos a otro lado nuestra atención. Y ahora terminemos nuestro examen en el pensamiento de que, si tomando algo de mayor extensión entre los seres que poseen la justicia, nos es­forzáramos por intuirla allí, sería luego más fácil obser­varla en un hombre solo. Y de cierto nos pareció que ese algo más extenso es la ciudad y así la fundamos con la mayor excelencia posible, bien persuadidos de que en la ciudad buena era donde precisamente podría hallar­se la justicia. Traslademos, pues, al individuo lo que allí se nos mostró y, si hay conformidad, será ello bien; y, si en el individuo aparece como algo distinto, volveremos a la ciudad a hacer la prueba, y así, mirando al uno jun­to a la otra y poniéndolos en contacto y roce, quizá con­seguiremos que brille la justicia como fuego de enjutos y, al hacerse visible, podremos afirmarla en nosotros mismos.
Plato (La República)
Recordemos que, al aplicar la teoría cuántica a la luz, introducimos el fotón, una partícula de luz. Cuando este se mueve, está rodeado por los campos eléctrico y magnético, que oscilan y penetran en el espacio, y cumplen las ecuaciones de Maxwell. Esta es la razón por la que la luz tiene propiedades de partícula y de onda. El poder de las ecuaciones de Maxwell reside en sus simetrías; esto es, la capacidad de convertir el campo eléctrico en el magnético, y viceversa. Cuando el fotón choca con los electrones, la ecuación que describe esta interacción devuelve resultados infinitos. Sin embargo, si usamos los artificios ideados por Feynman, Schwinger, Tomonaga y otros muchos, podemos ocultarlos todos. La teoría resultante se denomina QED. A continuación, aplicamos este método a la fuerza nuclear. Sustituimos el campo de Maxwell original por el campo de Yang-Mills y el electrón, por una serie de quarks, neutrinos, etcétera. Después, introdujimos un nuevo conjunto de artificios desarrollados por ’T Hooft y sus colegas a fin de eliminar los infinitos de nuevo. Así, tres de las cuatro fuerzas del universo podían unificarse en una sola teoría, el modelo estándar. Esta no era lo que se dice bonita, ya que se creó remendando las simetrías de las fuerzas fuerte, débil y electromagnética, pero funcionaba. No obstante, al aplicar a la gravedad este método comprobado, nos encontramos con problemas. En teoría, la partícula de la gravedad se debería llamar «gravitón». De manera similar al fotón, es una partícula puntual y se desplaza a la velocidad de la luz, por lo que está rodeada por ondas gravitatorias que obedecen las ecuaciones de Einstein. Hasta ahora, bien. El problema aparece cuando el gravitón choca con otros gravitones y también con átomos: la colisión resultante crea respuestas infinitas. Cuando se intentan aplicar los trucos trabajosamente formulados durante los últimos setenta años, nos encontramos con que todos ellos fracasan. Las mejores mentes del siglo han intentado resolver este problema, pero ninguna lo ha logrado. Está claro que se debe utilizar un enfoque totalmente nuevo, ya que todas las ideas fáciles ya se han investigado y desechado. Necesitamos algo novedoso y original de verdad. Y eso nos lleva a la que quizá sea la teoría más polémica de la física, la teoría de cuerdas, que podría ser lo bastante disparatada como para suponer la teoría del todo.
Michio Kaku (La ecuación de Dios: La búsqueda de una teoría del todo)
Vitruvio describió con todo detalle las proporciones de este «cuerpo de un hombre bien formado» que debía determinar la composición de los templos. La distancia de la barbilla a la parte superior de la frente tenía que ser la décima parte de su altura total, comenzaba, y seguía con numerosas precisiones más: «Si nos referimos al pie, equivale a una sexta parte de la altura del cuerpo; el codo, una cuarta parte, y el pecho equivale igualmente a una cuarta parte. Los restantes miembros guardan también una proporción de simetría, de la que se sirvieron los antiguos pintores y escultores famosos, alcanzando una extraordinaria consideración y fama». Las descripciones de Vitruvio de las proporciones humanas llevarían a Leonardo, como parte de los estudios de anatomía que acababa de comenzar en 1489, a compilar un conjunto similar de medidas. En términos más generales, la convicción de Vitruvio de que las proporciones del hombre resultan análogas a las de un templo bien concebido —y al macrocosmos del mundo— se convirtió en el centro de la cosmovisión de Leonardo. Después de detallar las proporciones humanas, Vitruvio pasaba a describir, en una célebre representación, la forma de inscribir a un hombre en un círculo y un cuadrado para determinar la proporción ideal de un templo: Exactamente de igual manera, las partes de los templos deben guardar una proporción de simetría perfectamente apropiada de cada una de ellas respecto al conjunto total en su completa dimensión. El ombligo es el punto central natural del cuerpo humano. En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con sus manos y sus pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, esta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies. La figura circular trazada sobre el cuerpo humano nos posibilita el lograr también un cuadrado: si se mide desde la planta de los pies hasta la coronilla, la medida resultante será la misma que la que se da entre las puntas de los dedos con los brazos extendidos; exactamente su anchura mide lo mismo que su altura, como los cuadrados que trazamos con la escuadra.[18] Era una imagen muy potente. Sin embargo, hasta donde sabemos, nadie relevante había hecho un dibujo serio y preciso a partir de esta en los quince siglos transcurridos desde que Vitruvio redactara su descripción hasta que, de pronto, alrededor de 1490, Leonardo y sus amigos procedieron a abordar esta figura del hombre abierto de brazos y piernas en el centro de una iglesia y del universo. Francesco dibujó por lo menos tres versiones para acompañar su tratado y su traducción de Vitruvio. Una de ellas es una imagen agradable y risueña de un hombre inserto en un círculo y un cuadrado (figura 43). Constituye un dibujo más sugerente que exacto. El círculo, el cuadrado y el cuerpo no pretenden indicar las proporciones, sino que se muestran con cierta despreocupación. En otros dos dibujos de Francesco (figuras 44 y 45) se ve a un hombre de proporciones más cuidadas dentro de un trazado de círculos y cuadrados en forma de planta de iglesia. De ninguno de estos dibujos puede decirse que sea una obra de arte imperecedera, pero demuestran que tanto Francesco como Leonardo, en el momento de su viaje a Pavía en 1490, se hallaban hechizados con la imagen que Vitruvio había concebido.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía)
Caminaban un día de verano un pobre hombre, ya de buena edad, y una mujer con un muchacho de pocos años. Llevaban delante consigo un jumentillo, que servía de llevarles un poco de ropa que tenían: carga tan moderada y poca, que podía ir bien a la ligera. Acertó a pasar cerca dellos un caminante, y mirando a los tres que iban por el camino y el jumento desembarazado, algo enojado les dijo: «¿Hay tan poco saber de personas, que lleven ahí una bestia holgando y sin carga, y que una mujer, de su natural para poco, delicada y flaca, vaya a pie? Tened juicio, buen viejo, que yo os ayudaré; y suba en ese jumento esa buena mujer; que mejor irá en él que no reventando por las asperezas deste monte». Pareciole bien al casado lo que el pasajero le había dicho, y llegándose a una peña, hizo que su mujer fuese caballera, y los dos siguiéndola iban a pie. Poco anduvieron, cuando otro que venía por el mismo camino les salió al encuentro, y saludándoles, les dijo: «Harto mejor fuera, padre honrado, que un hombre como vos, de tantos días, que es milagro poderos tener en pie, fuera caballero y ocupara aquel animal, y no la mujer que llevais en él, pues las de su género de suyo son inclinadas a pasearse, y esta era ocasión en que pudiera sacar los pies de mal año, habiéndosela ofrecido de caminar a pie, y como buen bailador menearlos apriesa. Bajad, hermana, y suba ese buen viejo; que sus años y canas están pidiendo lo que yo os digo». A tan buenas razones obedeció la casada: apeose y subió su marido en el jumento, prosiguiendo su viaje, adonde de allí a poco rato encontraron unos caminantes, que, mirando al hombre caballero y a la mujer y mozuelo en seguimiento suyo, con muy grandes risadas empezaron a hacer burla dél, diciendo: «¡Salvaje! Apeaos y tened vergüenza: ¿no veis que va ese niño despeado, sin aliento y con tan grande calor, y que vos, tan grande como vuestro abuelo, sin reparar en nada, vais hecho una bestia, pudiendo andar harto mejor y con más descanso que ese pobrecito que os sigue?». Confuso el padre, bajó de su jumento, poniendo en él al hijuelo, y siguiéndole los dos casados, hasta que, viniendo nueva gente, le dijeron: «Subid en esa bestia con ese muchacho; que poca carga será, y la que lleva ahora es casi nada, y a ratos iréis mudando de personas, y no reventando en seguimiento de quien camina tan sin pesadumbre por verse holgado y con tan poco peso». Cuadrole al anciano el consejo que le daban, y poniendo al muchacho delante, subió el atrás, con ánimo que de allí a un rato bajaría él y podría ir caballera su mujer, y así, con algún descanso, mudándose, acabar su jornada. Mas durole poco su sosiego, porque, como viniesen otros pasajeros y viesen al padre y al hijuelo sobre el jumento, comenzaron a darles matraca, diciendo: «¡Buen año! ¿No veis? Dos van caballeros, y ¡con qué conciencia! Alquilado debe de ser el asnillo, pues a ser propio no lo hicieran con él de la suerte que vemos ni tan mal le trataran. ¡Hideputa, buen hombre, qué buen alma tiene! ¡Buena llegará la bestia a la posada! Apostaré que del gran cansancio no puede comer bocado. Bajad enhorabuena o en la otra, que buenos cuartos tenéis y cerca está el pueblo, y no quitéis la vida a ese jumento, siquiera porque es vuestro prójimo». Estas razones le dijeron al labrador, y conociendo entonces bien a la clara los varios pareceres y natural condición que guardan los hombres en materia de su gusto y opinión, vuelto a su mujer y al hijuelo, los dijo: «No hay que reparar en lo que pueden decir de nosotros; que el qué dirán de las gentes es bobería, si no es locura. Cada uno se acomode como pudiere y alargue el pie conforme a la sabana; que, si a mí me falta, el que dice o mormura ni lo da ni lo presta, y él se queda con su dicho y yo con lo que tengo entonces o me falta. Vase él a su casa dejándome a mí en la mía. Vámonos como pudiéremos con nuestro jumento, y diga lo que le agradare cada uno».
Jerónimo de Alcalá (El Donado Hablador: Alonso, Mozo De Muchos Amos (Spanish Edition))
Primeramente debes especialmente disolver una parte de Mercurio con el Agua disolvente filosófica. Déjalos a baño maría en un recipeinte bien cerrado tres días y tres noches.
Raimundo Lulio (Maniobra)
No se puede seguir la larga cadena de ocasiones fallidas que impidieron el forzamiento de los Dardanelos sin experimentar una sensación de espanto. Mirando atrás, se ven al menos una docena de situaciones, todas fuera de la intervención del enemigo, cualquiera de las cuales, de haberse decidido de otra manera, habría asegurado el éxito. Si cuando se resolvió hacer el ataque naval, se hubiera sabido que había un ejército disponible y se hubiera dispuesto de él, habríase resuelto un ataque combinado naval y militar por sorpresa y todos lo habrían apoyado de corazón. Si no se hubiera enviado nunca ningún ejército, la marina, una vez bien organizado el servicio de dragaminas, habría reanudado sus esfuerzos después de la detención del 18 de marzo y, de hacerlo así, habría consumido las municiones de los fuertes turcos y dragado los campos de minas. Si no se hubiera dado contraorden para la marcha de la 29 división el 20 de febrero, o se la hubiera acomodado correctamente en los transportes en disposición de poder combatir en cuanto desembarcara, sir Ian HamiIton habría atacado la península de Gallípoli casi a raíz del 18 de marzo y, en tal caso, la habría encontrado mal defendida. Las batallas de junio y julio fueron indecisas hasta el último momento y cualquier adición substancial a las fuerzas atacantes habría resultado decisiva. La parálisis del poder ejecutivo durante la formación en mayo del gobierno de coalición retrasó por seis semanas la llegada de los refuerzos británicos y permitió a los turcos duplicar la fuerza de su ejército, anulando así el instante favorable de comienzos de julio. La batalla de Suvla en agosto está caracterizada por una combinación de azares desdichados, extraordinaria en los anales de la guerra; la historia del noveno cuerpo de ejército y de todo el desembarco en Suvla sería increíble si no fuera verdad. La dimisión de lord Fisher, mi sustitución en el Almirantazgo y la impopularidad de la expedición de los Dardanelos a causa de la ignorancia general intimidaron a nuestros sucesores en el Consejo del Almirantazgo, impidiéndoles aceptar la responsabilidad de los riesgos que había que correr. Rehusar la alianza y el ejército de Grecia cuando se nos ofrecieron en 1914; no lograr obtenerlos cuando se solicitaron en 1915; la insensatez de Rusia al rechazarlos; el delicado equilibrio de que estuvo pendiente la fatal decisión de Bulgaria; las extraordinarias circunstancias que condujeron en París durante el mes de septiembre al nombramiento del general Sarrail y a la proposición del Gobierno francés de enviar una gran expedición a la costa asiática de los Dardanelos y el posterior abandono de una política que tantas perspectivas de éxito ofrecía; la dispersión de todas las fuerzas disponibles a fines de 1915 del objetivo vital de los Dardanelos y de Constantinopla para las operaciones pródigas y por tres años enteros indecisas de Salónica, y, por último, la decisión final de evacuar Gallípoli en el momento en que el ejército turco se encontraba en la situación más desesperada y la marina británica más segura de sí misma, todas estas son tragedias distintas y encadenadas.
Winston S. Churchill (La crisis mundial. Su historia definitiva de la Primera Guerra mundial 1911-1918)
Supongamos que un niño que lleva pocos meses caminando se afana por trepar al banco de un parque. En este escenario, hay tres posibles alternativas: 1) que el papá no intervenga, 2) que intervenga con calma y 3) que lo haga asustado. Si su papá o su mamá están tranquilos, su cerebro se mantendrá alerta, aunque el niño tropiece o sienta cierta ansiedad. Si los padres intervienen, estarán quitando el papel protagonista a la determinación del niño. Su cerebro emocional no se sentirá tranquilo porque no es el propio niño quien lo controla, sino que aprenderá que necesita a su papá o a su mamá para sentirse bien. Si la mamá da un grito, el papá sale corriendo hacia él o el niño detecta una expresión de pavor en la cara de sus papás, su cerebro liberará la señal de alarma. En este caso, la amígdala se activará y el niño sentirá inmediatamente pavor.
Álvaro Bilbao (El cerebro del niño explicado a los padres)
No me acordaba: las interacciones efímeras son imposibles con los hombres. Todo es romántico. Todo cobra el cariz de lo sexual. Me escribirá una canción. Seré su Musa porque «qué voz más linda tenés». Se contará a sí mismo la historia de que a mí me gustan los hombres, que nos vamos a tomar algo, que nos emborrachamos. Me despoja de mí misma. Me despoja de ser persona y me convierte en mujer. Porque esta es la cualidad de ser mujer: la desaparición de la belleza, la conversión en objeto de consumo, la caza disfrazada de ternura. Y porque en mi indiferencia también hay algo de orgullo: qué bien sentirse deseada, qué bien sentirse validada, qué bien que el sistema te diga «Qué voz más bonita tenés. Qué voz más bonita tenés». Bienvenida. Bienvenida. Estás dentro. Sé que no lo va a hacer, pero me quedo en el punto ciego de la parada de bus hasta que una señora me pregunta con desdén si puedo fumar algo más lejos. Sé que no me va a seguir, que no va a entrar en mi mismo autobús, que no va a perseguirme hasta mi casa. Pero también sé que, por ridículo que resulte, este miedo puede ser universal: que no se puede saber qué surgirá a partir de tres frases. «Qué voz más bonita tenés» es la letra escarlata, la marca de hierro ardiente en la espalda de una bruja: es el recuerdo constante de que eso (tú) es ser mujer, y esto (yo, el hombre, el sujeto) es poseer, es tener, es ser, es todos los verbos que permanecen en primer plano. Qué bonito es sentirse erotizada.
Elizabeth Duval (Reina)
—Fue cuando era muchachita. Trabajaba en una linda casa de la Avenida Alvear. Había tres niñas y cuatro sirvientas. Y yo me despertaba a la mañana y no terminaba de convencerme de que era yo la que me movía entre esos muebles que no me pertenecían y esa gente que sólo me hablaba para que yo la sirviera. Y a momentos me parecía que los otros estaban bien clavados en la vida, y en sus casas, mientras que yo tenía la sensación de estar suelta, ligeramente atada con un cordón a la vida. Y las voces de los otros sonaban en mis oídos como cuando una está dormida y no sabe si sueña o está despierta. —Debe ser triste. —Sí, es muy triste ver felices a los otros y ver que los otros no comprenden que una será desdichada para toda la vida. Me acuerdo que a la hora de la siesta entraba a mi piecita y en vez de zurcir mi ropa, pensaba: ¿yo seré sirvienta toda la vida? Y ya no me cansaba el trabajo, sino mis pensamientos. ¿Usted no se ha fijado qué obstinados son los pensamientos tristes?
Roberto Arlt (Los siete locos (Los siete locos, #1))
✔ Remójala llenando el fregadero de agua y añadiendo a dicha agua una cucharada de bicarbonato, así eliminarás buena parte de los pesticidas. Déjala de tres a cinco minutos y luego aclárala bien.
Martha Rincón (Simplemente diosas: Cómo llegar al Olimpo después de los 40 (Spanish Edition))
Devocional 29 Tolera Es un hecho que en ocasiones nos cuesta mucho aceptar y comprender a los demás cuando no estamos de acuerdo con su manera de pensar o de ser. De hecho, muchas relaciones se ven afectadas porque no somos capaces de ser empáticos, de ponernos en el lugar del otro y tratar de entender sus razones, o al menos los sentimientos que se ocultan detrás de su comportamiento. Es un hecho que todos somos diferentes, por eso necesitamos aprender a escucharnos para así entender el punto de vista de los demás, antes de juzgarlos de forma apresurada y dañarlos. Por esta razón, la Biblia nos da un sabio consejo: «Acéptense unos a otros, así como Cristo los ha aceptado. Acéptense para honrar a Dios» (Romanos 15:7). Esto quiere decir que Dios quiere que tengamos relaciones saludables con los demás, y por eso nos dice que una manera de honrarlo es aceptándonos mutuamente. Además, Dios dice a través de su palabra que no debemos enojarnos, ni amargarnos unos con otros (Colosenses 3:13). Y necesitamos aplicar esto, porque los desacuerdos, nos gusten o no, son parte del día a día de las relaciones de pareja, familiares, con nuestros amigos e incluso las laborales. Pero el problema no son los desacuerdos. Los conflictos se presentan cuando no estamos en la capacidad de escuchar y manejamos la situación gobernados por la ira, el orgullo y la prepotencia. Ninguna de estas tres son buenas consejeras ya que siempre nos llevarán a buscar tener la razón a como dé lugar, sin importar si pasamos por encima de los sentimientos del otro. En cuanto a esto, la epístola a los Colosenses nos enseña lo siguiente: «… más bien, perdónense unos a otros. Cuando alguien haga algo malo, perdónenlo». ¿Sabes por qué?, porque precisamente así es como Dios ha demostrado su amor para con nosotros: soportándonos, tolerándonos, perdonándonos y aceptándonos a pesar de nuestras equivocaciones. ¿Recuerdas el relato bíblico que narra aquel momento cuando los fariseos llegaron ante Jesús con la mujer adúltera? Ellos estaban esperando a que Él diera una orden para apedrearla. Pero cuando Jesús les dijo: «El que esté sin pecado que tire la primera piedra», sin duda cambiaron sus planes. Ahora me gustaría saber, si hubieras estado en el lugar de Jesús, ¿cuál habría sido tu respuesta? Dios quiere que manifestemos su amor siendo respetuosos y tolerantes con los demás. Es más, el amarnos los unos a los otros es un mandamiento dado directamente por Jesús, así que no podemos decir que amamos a Dios si no lo hacemos con el prójimo (1 Juan 4:21). Así que no juzgues a otros sin conocer sus intenciones, porque si no, serás juzgado de la misma manera (Mateo 7:2). No hemos sido llamados para descalificar a otros, sino a amar y a restaurar. En Hebreos 12:14 dice que debemos procurar la paz con todos. Pero es necesario aclarar que cuando hablamos de tolerancia no quiere decir que debamos aprobar un acto indebido. Según el Diccionario de la lengua española, la palabra tolerar significa «llevar con paciencia». En ningún sentido quiere decir aprobar o participar en aquello que ofende a Dios. Esto lo podemos ver en la actitud que Él tiene hacia nosotros: el Señor tiene las puertas abiertas para todos y si nos acercamos a su presencia, no nos echa afuera. Pero Él desea restaurarnos porque nos ama. Fíjate en el caso de la mujer adúltera. Jesús no permitió que la apedrearan y confrontó a los fariseos; pero de ningún modo aprobó el acto de adulterio, por eso le dijo: «¡Vete y no peques más!». Jesús nunca juzgó a los demás, buscó restaurar al otro desde su amor. Acepta y tolera a los demás como Dios lo ha hecho contigo. Recuerda que también Él te perdonó y te restauró a pesar de tus errores.
Rodrigo Riaño del Castillo (Diario de un vencedor: Un plan de acción para conectar con Dios y su propósito (Spanish Edition))
La causa del sufrimiento Ahora bien, ¿Qué acciones mentales son las que determinan nuestro destino? Si la mente sólo consiste en consciencia, percepción, sensación y reacción, ¿De cuál de ellas surge el sufrimiento? Cada una está implicada hasta cierto grado en el proceso del sufrimiento, sin embargo, las tres primeras son ante todo pasivas. La consciencia se limita a recibir el dato escueto, la percepción ubica el dato en una categoría, la sensación indica la ocurrencia de los pasos previos. La tarea de las tres es nada más que digerir la información que llega; pero en cuanto la mente comienza a reaccionar, la pasividad da lugar a la atracción o a la repulsión, al agrado o al desagrado. Esta reacción pone en marcha toda una cadena de sucesos, el primer eslabón de la cadena es la reacción, saṇkhāra, por eso el Buda dijo: “Cualquier sufrimiento que surja tiene como causa una reacción. Si todas las reacciones cesan, Entonces no hay más sufrimiento”4.
William Hart (El arte de vivir)
Hoy en día, después de dos guerras mundiales y tres revoluciones decisivas, sabemos que no existe por fuerza ninguna correlación entre la tecnología avanzada y la moralidad avanzada. Muchos hombres primitivos cuyo control sobre su entorno es rudimentario, se las ingenian a pesar de todo para ser felices, virtuosos y, dentro de sus limitaciones, creativos. A la inversa, los miembros de las sociedades civilizadas, poseídos por los recursos tecnológicos que les permiten ejercer un considerable control sobre el entorno, a menudo son llamativamente infelices, están inadaptados y en modo alguno son creativos; si bien la moral privada es tolerablemente buena, la conducta colectiva es salvaje, hasta el punto de rayar en la monstruosidad.
Aldous Huxley (Huxley and God: Essays on Religious Experience)
La vida es maravillosa y ellos ofrecen una fiesta para que todos sus amigos conozcan su nueva casa, su nuevo automóvil, sus nuevos muebles y sus nuevos juguetes. Ahora se encuentran endeudados para el resto de sus vidas. Y entonces llega el primer hijo. La pareja promedio, bien educada y trabajadora, tras dejar al hijo en la guardería, deberán ahora trabajar con ahínco. Han quedado atrapados por la necesidad de tener un trabajo seguro simplemente porque, en promedio, se encuentran a sólo tres meses de la bancarrota financiera. Usted puede escuchar a esas personas que a menudo dicen: “No puedo renunciar. Tengo cuentas que pagar”, o una variante de la canción de Blanca Nieves y los siete enanos: “Debo, debo, así que al trabajo me marcho.
Robert T. Kiyosaki (El cuadrante del flujo del dinero: Guía del Padre Rico hacia la libertad financiera)
Maravillosas ocupaciones Qué maravillosa ocupación cortarle una pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina. Qué maravillosa ocupación ir andando por el bulevar Arago contando los árboles, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, y girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave cakuy que se duele en los árboles del norte argentino. Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúcar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva, oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace en las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas. Qué maravillosa ocupación tomar el ómnibus, bajarse delante del Ministerio, abrirse paso a golpes de sobres con sellos, dejar atrás al último secretario y entrar, firme y serio, en el gran despacho de espejos, exactamente en el momento en que un ujier vestido de azul entrega al Ministro una carta, y verlo abrir el sobre con una plegadera de origen histórico, meter dos dedos delicados y retirar la pata de araña, quedarse mirándola, y entonces imitar el zumbido de una mosca y ver cómo el Ministro palidece, quiere tirar la pata pero no puede, está atrapado por la pata, y darle la espalda y salir, silbando, anunciar en los pasillos la renuncia del Ministro, y saber que al día siguiente entrarán las tropas enemigas y todo se irá al diablo y será un jueves de un mes impar de un año bisiesto.
Julio Cortázar (Historias de cronopios y de famas (Spanish Edition))
Singular historia: pretendió saber que Judas lo señalaría con el dedo a gentes que le conocían muy bien desde hacía tiempo, y, aún sabiendo que Judas debía traicionarlo, no le previno. En fin, el pueblo empieza a gritar Barrabás, Barrabás, mueran los polis, abajo las sotanas y, crucificado entre dos chulos, uno de los cuales era chivato, exhala el último suspiro; las mujeres se revuelcan por el suelo aullando de dolor, un gallo canta y el trueno truena como de costumbre. Confortablemente instalado sobre su nube insignia, Dios padre, de la casa Dios padre hijo Espíritu Santo y Cía., lanza un inmenso suspiro de satisfacción; seguidamente dos o tres nubecillas subalternas estallan con obsequiosidad y Dios padre exclama: «Loado sea yo, bendita mi santa razón social, con mi bienamado hijo en la cruz, mi negocio está lanzado!»
Jacques Prévert
frente a él hay dos o tres docenas de viejas gordas de barba imberbe arrodilladas sobre la alfombra el Santo Padre les habla en latín y las llama corderos ... Ligero error piensa el guardia se da cuenta de que ha confundido a hombres de la Iglesia con mujeres barbudas y de que se halla en presencia de los obispos cardenales arzobispos y bedeles… reverendos padres gordos como tocinos quemados vivos por el Frente Popular en los subterráneos de Oviedo… y el Santo Padre escucha con serenidad el desgarrador lamento de los infortunados prelados carbonizados Ah si supieras Santo Padre lo que nos hicieron esos bárbaros nos cortaron las piernas y luego nos colgaron de los pies nos metieron la cabeza en una olla de aceite de oliva hirviendo nos desangraron como a cerdos ah si supieras Santo Padre qué horrible fue nuestra muerte nos crucificaron sobre maderos con clavos herrumbrados pero Dios que bien hace lo que hace Dios nos ha resucitado a todos y en su nube de acero fundido llegó santa Tenaza santa Tenaza nos desclavó y desde entonces erramos por las montañas
Jacques Prévert
... Se hace una asociación directa: cuánto más productiva sea una persona, mayor salud mental se asume de ella. Lo que refuerza tres imaginarios. El primero es que el trabajo es un indicador de bienestar, lo que es altamente debatible. Todos conocemos a personas que están todos menos bien de la cabeza y no paran de trabajar. El segundo es que el mejor lugar del cual un ser humano puede derivar un fuerte sentido del yo y una autoestima es el de la productividad. Y el tercero es que las emociones y la salud mental son secundarias. Lo primordial es CUÁNTO trabajes. No importa CUÁN bien trabajes; eso no le interesa a la gente y mucho menos al sistema.
Amalia Andrade (NO SE COMO MOSTRAR DONDE ME DUELE)
... Se hace una asociación directa: cuánto más productiva sea una persona, mayor salud mental se asume de ella. Lo que refuerza tres imaginarios. El primero es que el trabajo es un indicador de bienestar, lo que es altamente discutible. Todos conocemos a personas que están todos menos bien de la cabeza y no paran de trabajar. El segundo es que el mejor lugar del cual un ser humano puede derivar un fuerte sentido del yo y una autoestima es el de la productividad. Y el tercero es que las emociones y la salud mental son secundarias. Lo primordial es CUÁNTO trabajes. No importa CUÁN bien trabajes; eso no le interesa a la gente y mucho menos al sistema.
Amalia Andrade (NO SE COMO MOSTRAR DONDE ME DUELE)
los tres alcanzaron el éxito y la satisfacción personal tras descubrir aquello que, de forma natural, se les da bien y les entusiasma.
Ken Robinson (El elemento)
En otras palabras: los resultados clave son las palancas de las que tiras, los hitos a los que hay que llegar para alcanzar el objetivo. Si un objetivo está bien estructurado, suelen bastar entre tres y cinco resultados clave para conseguirlo. Si hay demasiados, el foco de atención puede perderse y frenar el progreso. Por otro lado, cada resultado clave debería ser un desafío en sí mismo. Si estás seguro de que vas a conseguirlo, probablemente no estás esforzándote lo suficiente.
John Doerr (Mide lo que importa : cómo Google, Bono y la Fundación Gates cambian el mundo con OKR)
Al escucharlos, Matías se veía a sí mismo compartiendo su aventuras y eso era lo que más le gustaba porque en el momento en el que le parecía formar parte de esa historia, Matías dejaba de estar triste, olvidaba sus preocupaciones y se abandonaba a un mundo en el que al final todo salía bien.
Santiago Roncagliolo (Matías y los imposibles (Las Tres Edades / the Three Ages) (Spanish Edition))
Para satisfacer nuestra hambre de grandeza no tenemos que ganar cierta cantidad de dinero, obtener tres títulos universitarios, viajar por todo el mundo o vivir en una casa con un gran jardín y piscina. Para satisfacer nuestra hambre de grandeza no tenemos que esperar a tener todos los pendientes en orden, desarrollar excelentes hábitos de lectura y ejercicio o mantener nuestra bandeja de correo electrónico en cero. Para satisfacer nuestra hambre de grandeza solo tenemos que mirar a aquel que nos hizo y dejar que él nos alimente y guíe.
Ana Avila (Aprovecha bien el tiempo: Una guía práctica para honrar a Dios con tu día (Spanish Edition))
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Un solo Dios, pero tres Personas distintas. Debemos vaciarnos del mundo, de la carne para ser más espirituales, para poder ser llenos del Espíritu Santo. Espiritu Santo ven a mi vida. Espíritu Santo de Dios, inspírame siempre lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, como debo actuar, lo que debo hacer para procurar la gloria de Dios Padre y Dios Hijo, y el bien de las almas y mi propia conversión y santificación, amen, amen y amen.
Cristian Diaz (San Padre Pio y el Espiritu Santo)
Para escuchar a Dios, se necesita más oración, meditar la vida de Jesús, buscando el silencio, la celda interior como Santa Catalina de Siena. San Padre Pio nos aconseja a orar en todo momento, a buscar la Presencia de Dios. Buscar dar mejores frutos. “Jesús te conceda escucharlo cada vez más en tu corazón, al igual que a todas las almas que lo aman con sinceridad y pureza de corazón, su invitación tres veces amorosísima: «Mi yugo es suave y mi carga ligera». Esta dulcísima invitación del divino Maestro te consuele en tu nueva prueba, o, mejor, en ese crecimiento de los favores divinos en ti. Y se puede decir muy bien que este nuevo estado tuyo es un favor singularísimo del Señor, favor que el Señor no suele otorgar sino a aquellas almas fuertes, que su misericordia las hace más gratas a Él.” Padre Pio
Cristian Diaz (Como escuchar a Dios : San Padre Pio (Spanish Edition))
Si escribes rápido y sin pensar demasiado, verás como no tardas más de quince minutos cada día. Es decir, el primer día, en unos diez minutos, das respuesta a todas las preguntas y haces todas las terminaciones de frases. El segundo día, sin mirar las respuestas del día anterior, vuelves a escribir tantos finales y respuestas como se te ocurran. El día tres, lo mismo. • ¿Qué cosas no van bien en mi vida en general? En mi vida no va bien... • ¿Qué cosas van bien en mi vida? En mi vida va bien... • ¿Qué cosas van bien en mi vida, pero quiero que vayan mejor? En mi vida va bien…, pero quiero que vaya mejor… • ¿Cuáles de mis relaciones más cercanas no van bien? De mis relaciones más cercanas no van bien…
Curro Cañete (El amor comienza en ti: El método más poderoso para aumentar tu autoestima y tu felicidad)
Pero, más que esta ordenación de los distintos planos, niveles o dimensiones del Kosmos, nos interesa ver qué supone en la concepción integral del Absoluto. Para ello conviene tener presentes tres pares de conceptos de gran importancia en la tradición hindú. Estos son: Brahman-Maya, Purusha-Prakriti, y Ishwara-Shakti. El primer par corresponde a la comprensión ofrecida por el kevala-advaita de Shankaracharya. Aquí, Brahman es el Absoluto supracósmico, sin atributos, inmutable, lo único Real, la Realidad no-dual, el Uno-sin-segundo, donde ni Cosmos manifestado ni individuo tienen lugar. Tampoco ningún rasgo personal que pudiera atribuirse a este Brahman silencioso. Por su parte, Maya es algo incomprensible, inexplicable (anirvacaniya, dice Shankara), ni real ni irreal, el mundo aparente, una especie de Ilusión cósmica, de espejismo, de sueño, de alucinación. Solo Brahman es real. Valga esta caracterización que, aunque simplificada, creemos resume bien la presentación dominante en el no-dualismo mayavádico, ilusionista.
Vicente Merlo (El Yoga Integral de Sri Aurobindo (Mindfulness, meditación, budismo, yoga y otras tradiciones contemplativas) (Spanish Edition))
Siento un profundo rechazo a cualquier tipo de crítica artística o literaria; aumenta cuando se acerca a mi verdadero ámbito; me resulta insoportable cuando se esfuerza por ser fría y justa. Existe un ejemplo en la literatura inglesa actual, el poeta Eliot, con cuyos ensayos sobre poesía me topo de vez en cuando. Ni yo mismo acabo de comprender por qué me producen ese rechazo tan repentino y especial. No obstante, siempre aparece al cabo de una o dos páginas y, con tenso asco, atento a cada palabra que pueda acrecentarlo, termino de leer aquello que debería apartar, y días después todavía abrigo la sensación de encontrarme en una cámara de tortura fea y envejecida. En esos ensayos siempre se trata de una cuestión de lugar. Se acomete con objetividad la administración de los nombres, como un negocio bien meditado. ¿Merece este o aquel un lugar en la antología? ¿Ocupa mucho o poco espacio en ella? Se da entender claramente que, para empezar, los poetas viven de las antologías. Lo primero es el modesto resultado de alguna existencia plena y movida. Debe de ser un placer particular manejar a los muertos como bolos. Juzgar a los vivos ya es un empresa muy dudosa; más de uno preferiría que le arrancaran la lengua a usarla para pronunciar con ella una sentencia. Sin embargo, aparece alguien que no mueve ni un dedo por debajo del plano de los muertos. Coge a nueve o incluso más, preferentemente a algunos que lleven tiempo durmiendo en antologías, los coloca en su sitio y les lanza su bola de madera. Y luego explica con detalle por qué les dio precisamente a esos seis; describe a los derribados y aprueba con detenimiento su destino. Y honra con palabras contenidas a los tres que han quedado en pie. Porque, aunque su bola sea buena, sabe perfectamente que los tres le deben a él, y sólo a él, su posición; y le resultaría fácil agregarlos también a ellos a los muertos. Tal empresa es repelente por varios motivos: demuestra hasta qué punto este jugador de bolos no es aquello que finge ser, un poeta. Si lo fuera, ¿cómo podría ocuparse fríamente en la organización de la fama póstuma? ¿Cómo podría luchar por unas líneas en las antologías? Si sus manos tiraran con fuerza, iría a parar fuera de la bolera y perseguiría a hombres vivos y a dioses. Pero él está en mangas de camisa y mide los muertos que él mismo ha puesto y él mismo ha derribado. Si tuviera un corazón, no le latiría rítmicamente, como sería deseable. A decir verdad, se hizo poeta sólo porque le late menos que a otros y quiere compensar con claridad lo que en obsesión le falta. No obstante, si la claridad le importara de verdad, la dedicaría a descifrar este mundo real; pensaría en vez de limitarse a examinar, y en particular se avergonzaría de examinar siempre la fama póstuma sólo porque a él, personalmente, le interesa sobremanera. No piensa; hasta la claridad sólo es un instrumento para él. Entre los poseídos juega a ser el diáfano; entre los diáfanos, a ser el poseído. ¿Quién le tomaría a mal que saliera en pos de descubrimientos en el campo de las palabras? Sólo debería admitir su curiosidad; exponer él mismo el material; contentarse con lo que lo impresiona; alegrarse; enfadarse; asir, apartar; besar, comentar; y no instruir un juicio.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Siempre he amado el olor, el sudor, la exhalación por la mañana, también los excrementos, la roña después de un largo viaje en tren y en una cama. Mi olor ha sido condenado, yo apestaba a aguardiente en una casa bien. Bañarse tres veces, nada raro. A finales del mes me evitaron como a un cadáver. Me he arrepentido de mucho, pero de lo que más, de mi olor. De lo que más, de que mi olor no gustaba. Produce odio, sed de venganza, condenación también se producen así.
Ingeborg Bachmann
El propósito de la ciencia de la Gītā consiste en el bien supremo, caracterizado por la completa extinción del flujo del devenir (el saṃsāra), junto con su causa (la ignorancia). [Este bien supremo] es el estado más elevado de Viṣṇu, que es plena existencia, conciencia y gozo. Para alcanzar este estado, se han compuesto los Vedas que constan de tres partes: la acción ritual, el conocimiento y el culto. La Gītā con sus dieciocho capítulos, en conformidad con esto, se divide también en tres partes. Cada uno de las sextetos [de la Gītā] se refiere, pues, a una de estas tres partes [de los Vedas]. La acción y el conocimiento se tratan en las secciones primera y última respectivamente. Puesto que no se puede combinar la acción con el conocimiento, ya que son contradictorios, la sección central versa sobre la devoción al Señor. De hecho, la devoción, que elimina todos los obstáculos, es intrínseca a ambos (a la acción y al conocimiento). [La devoción] es de tres tipos: pura, mezclada con la acción y mezclada con el conocimiento. En la primera sección [de la Gītā, los capítulos del uno al seis], se define argumentativamente el significado de la palabra tvam («tú»), el ātman puro, haciendo hincapié en el camino de la acción y su renuncia. En la sección segunda [capítulos del siete al doce] se determina el significado de la palabra tat, el Señor mismo cuya esencia es el gozo supremo, mediante la descripción del sendero de la devoción divina. En la última sección se describe claramente la unidad de ambos (el Tú y el Eso). Así pues, hay una conexión entre las tres partes. GAD, estrofas introductorias 2-10.
Òscar Pujol (LA BHAGAVAD-GITA (Spanish Edition))
El año pasado se me rompió la paleta izquierda jugando a pollito inglés en el salón de Tamara, la vecina de abajo. Vi que le iba a ganar al hermano pequeño, menudo triunfo, y no supe manejar el éxito. Cuando Tamara, que se estaba encargando de contar hasta tres, plana y mansa como cualquier otro mamífero cansado ya de la vida, se dio la vuelta por última vez, me abalancé hacia delante con tal ímpetu que resbalé y vi el suelo venir. El pedazo se partió en dos trozos distintos que rebotaron contra las losetas varias veces, cubiertos de sangre. El hermano de Tamara los recogió y corrimos al baño para examinar el estropicio frente al espejo. Es extraño que sangre un diente, ninguno entendía bien el percal. Me encogí de hombros resignada y me acompañaron a la puerta. Antes de salir, Alberto me tendió el par de pedacitos limpios en la mano. - Toma, tengo los trozos, por si te los pueden pegar. - Gracias, Alberto.
Elisa Victoria (Vozdevieja)
Las teorías feministas y queer del último fin de siècle llevaron a cabo un gigantesco esfuerzo de desmantelamiento de la razón patriarcal, del lenguaje colonial y heterosexual que atraviesa toda la filosofía occidental. Extendiendo sus hipótesis críticas a los ámbitos del cuerpo y de la sexualidad, este Manifiesto intentaba utilizar la prótesis más desautorizada (el dildo) para perturbar las tres narrativas modernas del capitalismo patriarcocolonial: el marxismo, el psicoanálisis y el darwinismo. Frente a Marx, la contrasexualidad sitúa la reproducción en el centro de la economía política; frente a Freud, pretende descolonizar y rehabilitar el «fetiche» como tecnología cultural que permite la fabricación de cualquier cuerpo como cuerpo sexual soberano; frente a Darwin, cuestiona el binarismo sexual y la división animal/humano como algo compartido a lo largo de toda la rama así llamada «mamífera» de la evolución. La contrasexualidad es antiedípica y asintónica con respecto a las narrativas del progreso capitalista histórico y de la redención planetaria humanista. Este Manifiesto puede leerse hoy como una respuesta cómica a los dilemas del esencialismo/constructivismo que acapararon, hasta casi inmovilizarlos, la filosofía, la teoría de género y los discursos antropológicos de finales del siglo XX, pero también como una reacción al psicoanálisis y la psiquiatría normativos que dominaban los foros tanto académicos como terapéuticos destinada a pensar la sexualidad y la liberación política. Habla el lenguaje de todos ellos. Pero lo habla, como Carla Lonzi, escupiendo a la cara Hegel, y de vez en cuando también a las de Freud y Lacan. Siguiendo los pasos del giro feminista y queer, los ejercicios incluidos en este Manifiesto podrían ser entendidos como una clínica contrasexual. El psicoanálisis parte de la experiencia psicológica y sexual del cuerpo masculino entendido como cuerpo con pene potencialmente penetrante. Poco importa que al pene lo llamen falo. El modelo corporal y político del psicoanalista es la masculinidad blanca heterosexual con pene. Frente a este modelo corporal, el psicoanálisis reduce el dildo a una instancia fálica, a un objeto que permite mantener la ilusión de poder negar la absoluta y ontológica diferencia sexual evitando el complejo de castración. Contra Freud y Lacan, Deleuze y Guattari entendieron la noción de complejo de castración como una de las «construcciones ideológicas» del psicoanálisis. La experiencia política y teórica elaborada por los movimientos queer y trans en los últimos años ha ampliado y radicalizado la propuesta de El Anti-Edipo. La noción psicoanalítica de castración depende de una epistemología heteronormativa y colonial del cuerpo, de una cartografía anatómica binaria en la que solo hay dos cuerpos y dos sexos: el cuerpo y la subjetividad masculinos, definidos en relación con el pene, un órgano genital (más o menos) extruido, y el cuerpo y la subjetividad femeninos, definidos por la ausencia de pene y por la invaginación; por el supuesto heterosexual de la penetración y el supuesto patriarcal de la reproducción. [...] De vuelta del callejón sin salida de la hermenéutica psicoanalítica y de los debates esencialismo/constructivismo, tomé el dildo, un órgano que me era familiar, pero al mismo tiempo seguía siendo extraño, como un fetiche teórico y un arma mutante anticastración. Este artefacto más bien banal parecía realizar una conversión de la sexualidad femenina y lesbiana en otra cosa, algo tan insoportable e incalificable que debía permanecer clandestino hasta en los círculos feminista más sofisticados. Lo curioso es que el dildo resultaba igualmente molesto para mi psicoanalista lacaniana y para mis amigas feministas. Tanto el psicoanálisis como el feminismo nos obligaban a escribir la política del dildo en un minúsculo papel y a ocultarlo secretamente dentro de ese mismo dildo en los muros de la Bastilla del feminismo liberal.
Paul B. Preciado (Manifiesto Contra-Sexual)
Cada cual recibió del padre su anillo: pues crea cada cual con seguridad que su anillo es el auténtico. —Otra posibilidad cabe: ¡que no haya querido tolerar ya en adelante el padre, en su propia casa, la tiranía del anillo único!—Y una cosa es segura: que os amaba a los tres, y os amaba igual, por cuanto no quiso postergar a dos para favorecer a uno. —¡Pues bien! ¡Imite cada cual el ejemplo de su amor incorruptible libre de prejuicios! ¡Esfuércese a porfía cada uno de vosotros por manifestar la fuerza de la piedra de su anillo!
Nuccio Ordine (La utilidad de lo inútil: Manifiesto)
Estas son los libros que leí para las materias obligatorias de la Copa de las casas. Astronomía: Un mundo en clave de Fa 3,5 ⭐ Este libro tiene muchas enseñanzas para vivir una vida más en armonía con el planeta y nosotros mismos Historia de la magia: Una corte de niebla y furia 5 ⭐ Amo este libro y la evolución de los personajes. Feyre me encanta y es una excelente protagonista Defensa contra las artes oscuras: La llave de Blake 4 ⭐ Este libro me hizo acordar a la película de El código Da Vinci y soy fan. Llena de misterio Herbología: Los seis finalistas 4⭐ Un libro de ciencia ficción que me mantuvo atrapada de principio a fin Vuelo: Hay vida debajo 3,5 ⭐ Me gustó mucho este final de bilogia aunque algunas cosas me quedaron sin cerrar Pociones: Fahrenheit 451 2 ⭐ Todavía sigo sin entender el propósito de esta historia Transformaciones: Solo tres citas...y un secreto 3 ⭐ Este libro venía muy bien hasta que quisieron meter un plot twist que salió de la nada Encantamientos: Wolfsong 4⭐ Amé completamente esta historia. La diversidad que tiene en todos los sentidos es algo para destacar
Victoria Vilchez
1) Adoptar una dieta vegana añadiendo pescado, pero sin abusar del que contiene mucho mercurio. Limitar el pescado a dos o tres comidas semanales. 2) Reducir al mínimo las grasas saturadas animales y los azúcares. 3) Consumir judías, garbanzos, guisantes y otras legumbres como principales fuentes de proteínas. 4) Hasta los sesenta y cinco-setenta años, mantener bajo el consumo de proteínas (0,7-0,8 gramos por kilo de peso, es decir, 35-40 gramos diarios para una persona de 50 kg y 60 gramos diarios para una persona de 100 kg si más o menos un tercio del peso es de grasa). Pasada esa edad, aumentar un poco el consumo de proteínas para no perder masa muscular. 5) Consumir grandes cantidades de carbohidratos complejos (tomates, brécoles, zanahorias, legumbres, etcétera). (Véase el Programa alimentario bisemanal del apartado final del libro.) 6) Consumir cantidades relativamente altas de aceite de oliva (50-100 ml diarios) y un puñado de nueces, almendras o avellanas. 7) Comer pescado y marisco con alto contenido de omega-3/6 y/o vitamina B12 (salmón, boquerones, sardinas, bacalao, dorada, trucha, almejas, gambas) al menos dos veces por semana (véanse la Tablas del apartado final del libro). 8) Seguir una dieta rica en vitaminas y minerales pero completarla dos o tres veces por semana con un suplemento multivitamínico/multimineral de alta calidad. 9) Comer en un intervalo de doce horas diarias (empezar después de las 8 y acabar antes de las 20, o después de las 9 y antes de las 21). 10) No comer durante tres o cuatro horas antes de acostarse. 11) Hacer periódicamente ciclos de cinco días de Dieta que Imita el Ayuno (véase el capítulo 6) cada uno a seis meses, según las necesidades y el consejo del médico o el nutricionista (véase el capítulo 6). 12) Para personas con sobrepeso o que tienden a ganar kilos es aconsejable hacer dos comidas diarias: desayuno y comida o cena, y dos meriendas de 100 calorías con bajo contenido de azúcares (menos de 3-5 gramos), una de las cuales sustituye a una comida. Consulte a un nutricionista para prevenir la malnutrición. 13) Tener bajo control el peso corporal y el perímetro abdominal para decidir el número de comidas diarias (dos o tres) (véase también el capítulo 8, sobre la diabetes). 14) Para las personas con peso normal y/o que tienden a perder peso es aconsejable hacer tres comidas normales, además de una merienda de 100 calorías con bajo contenido de azúcares (menos de 35 gramos) (véase el Programa alimentario bisemanal). 15) Comer escogiendo los ingredientes de entre los que comían nuestros antepasados.
Valter Longo (La dieta de la longevidad: Comer bien para vivir sano hasta los 110 años (Spanish Edition))
Siéntese en una silla cómoda o en la cama con los pies apoyados en el suelo. Deje que sus manos le caigan sobre el regazo. Si lo prefiere, siéntese con las piernas cruzadas, en la posición de la flor de loto. Mantenga la cabeza bien erguida, no baja. Ahora concéntrese, primero en una parte del cuerpo y, después, en otra para relajarlas de forma consciente. Empiece con el pie izquierdo, después pase a la pierna izquierda, al pie derecho y así sucesivamente, hasta llegar a la garganta, el rostro, los ojos y, por último, el cuero cabelludo. La primera vez que lo haga se sorprenderá de lo tenso que estaba su cuerpo. Ahora elija un punto localizado a unos 45 grados por encima de los ojos, en el techo o en la pared, que le quede justo enfrente. Fije la vista en este punto hasta que empiece a notar los párpados un poco pesados, y entonces deje que se le cierren. Empiece la cuenta atrás del cincuenta al uno. Repita este ejercicio durante diez días; después cuente del diez al uno durante otros diez días, luego del cinco al uno y así sucesivamente. Como ya no estará limitado a las mañanas para llevar a cabo esta práctica, establezca una rutina para meditar dos o tres veces al día, y dedique aproximadamente quince minutos a cada sesión.
José Silva (El método Silva de control mental)
Desplaza los libros por su vientre hasta que quedan justo encima de los genitales. Si antes no se le veía muy incómodo, la situación ha cambiado. Tiene el rostro petrificado en una mueca. —La madre de Dios —jadea. —Bien —digo—. Y ahora, quédate así durante tres horas.
Freida McFadden (La asistenta (La asistenta, #1))
—¿Está seguro? —Sí —dijo Mike, sosteniendo su mirada—. Estoy seguro. Tuvo la breve impresión de que el director iba a tirar la toalla. Ostermeyer (bajito, un poco grueso, con chaqué negro y la corbata perfectamente anudada) suspiró y enderezó de nuevo los hombros. —Muy bien, señor Enslin. Sígame. En el vestíbulo, el director del hotel había tenido una actitud indecisa, abatida, casi de derrota. Dentro de su despacho con paredes de roble y fotos del hotel (el Dolphin se había inaugurado en octubre de 1910; una cosa era que los libros de Mike no fueran objeto de reseñas en las revistas y periódicos de la gran urbe, y otra que no investigara), Ostermeyer daba la impresión de haber recuperado su aplomo. En el suelo había una alfombra persa, y en el escritorio una lámpara con pantalla verde en forma de rombo, al lado de un humectador. Figuraban junto a este último los últimos tres libros de Mike Enslin. De bolsillo, por supuesto. No había salido ninguno en tapa dura. A pesar de ello se ganaba bien la vida. Mi anfitrión, pensó Mike, también ha hecho algunas averiguaciones. Mike se sentó en una de las sillas que había delante de la mesa. Pensaba que el director lo haría detrás, para dar sensación de autoridad, pero Ostermeyer lo sorprendió sentándose en la silla contigua, en lo que debía de considerar el lado de los empleados. Después cruzó las piernas y se dobló un poco sobre su discreta barriguita para tocar el humectador. —¿Un puro, señor Enslin? No son cubanos, pero están bastante bien. —No, gracias, no fumo. La mirada de Ostermeyer se posó en el cigarrillo que tenía Mike detrás de la oreja derecha, a la manera de un periodista veterano y cínico de Nueva York que se reservara el siguiente pitillo justo debajo del sombrero de fieltro, con tarjeta de prensa
Stephen King (Mientras escribo (Spanish Edition))
A penas llegué a dos o tres capítulos bastante extensos que di a leer a la persona más cercana que tenía en ese momento, a la primera persona a la que le había confesado mi “homosexualidad, una de las primeras amigas que tuve, de esas con las que se comparten los primeros secretos de nuestra vida y nuestra infelicidad, sobre todo. La novela me dejaba bien parada como una sexy adolescente sin remilgos a la hora de la sexualidad. Lo único que recuerdo con precisión era el momento en el que mi amado profesor de gimnasia me secuestraba para llevarme a vivir a la montaña como una pareja de lobos sin responsabilidades. Por supuesto, haber confesado aquellas fantasías no fue buena idea. Dizque preocupada por mi enfermedad, es decir mi homosexualidad, los padres se la mostraron a la directora del colegio, la directora del colegio al profesor de gimnasia objeto de mis amores, y luego me llamaro para decirme que no era buena idea andar contando por ahí que era homosexual, y mucho menos escribir una historia como esa. El profesor de gimnasia me volvió invisible, mis compañeros empezaron a rechazarme abiertamente y desde la dirección del colegio amenazaron con contarle todo a mis padres, pues ya no solo era una sospecha mi mariconería. Me quedé sin amigos.
Camila Sosa Villada (El viaje inútil)