Todos Lo Saben Quotes

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Todo el mundo sabe que cuando le añades "prohibido" al tema, terminas cediendo. Saben que no deben pero igual lo hacen. Realmente odio que el título lleve una advertencia.
Lia Belikov (Prohibido Enamorarse de Adam Walker (Idiota Encantador, #1))
–Los hombres son así desde que nacen –le comentó a su hija Emilia mientras la acomodaba en su cesta–. Quieren todo, pero no lo saben pedir.
Ángeles Mastretta (Mal de amores)
El problema es que mi cabeza no está nunca despejada. Mi cerebro es una casa de campo para demonios. Vienen a menudo y cada vez son más numerosos. Se preparan aperitivos con el licor de mis angustias. Se sirven de mi estrés porque saben que lo necesito para avanzar. Todo depende de la dosis. Demasiado estrés y mi cuerpo explota. Demasiado poco, y me paralizo. Pero el demonio más violento soy yo mismo.
Mathias Malzieu (Le plus petit baiser jamais recensé)
Tu cuerpo necesita algo frío. En eso consiste todo. Tu cuerpo necesita el frío e intenta crearlo, porque no lo encuentra en ninguna parte. Tu cabeza no puede ser, porque es de donde sale el calor, así que se centra en otros órganos. En el estómago. En el hígado. En los pulmones. Y, poco a poco, te das cuenta de que tu cuerpo arde por fuera, pero que estás helado por dentro. Tu cabeza está siempre alerta y se prepara para todas las posibilidades, pero cuando cierras los ojos siempre hay fondos blancos con líneas negras que se mueven en todas direcciones y, cuando coges aire, nunca es suficiente porque hay demasiadas cosas que podrían salir mal, y abres la boca y aún te cabe más aire que no eres capaz de coger, y no sabes qué hacer para conseguirlo, para conseguir eso o para conseguir nada, porque nunca eres el mejor. Nunca eres suficiente. Nunca sabes cómo moverte o qué decir o qué hacer y te da la sensación de que todos lo saben y así es como se siente la ansiedad.
Clara Cortés (Cosas que escribiste sobre el fuego)
Todas las chicas tienen el corazón roto. Las carreteras están atascadas durante el fin de semana. Todo el mundo quiere estar lejos de donde ha nacido. Al menos el viernes por la noche. Los bares ya no dan dos por una y en esta ciudad tienes que ganar mucho para poder beber en el centro. Los camareros han enterrado sus sonrisas porque es viernes por la noche y la gente coge todo lo que brilla. Con o sin permiso. Las niñas bonitas siempre son las que están más tristes porque saben que hay más tipos dispuestos a hacerles daño. Las niñas feas se dejan ir y bailan toda la noche solas, o unas con otras y no tienen suerte ni atrayendo las desgracias. Los tíos con coche juegan con los dados trucados y los que tienen dinero nos están viendo a todos las cartas. Las madres no duermen en toda la noche porque saben que duele pero también saben que no hay nada mejor y no acaban de decidir qué es lo más peligroso. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos. Sé que no puedo esperar que estés siempre sola, lo único que te pido es que no te lo creas todo. No te fíes de los anillos de oro, ni de las carrozas de plata. Todos mentimos bien los viernes por la noche.
Ray Loriga (Héroes)
Soy rara, todos lo saben. Y me gustaría estar segura de que a Tux le gusto por ser como soy... y no a pesar de ser como soy.
Laura Gallego García
Ya saben: se puede estar solo en una fiesta de declarados amigos, en un asado familiar, en una mesa ruidosa de ex compañeras del secundario; se puede estar sola en la ciudad -a todas nos ha pasado-aunque todos los flacos te miren y te murmuren cosas cuando pasás. Pero, ¿saben que? también estamos solas cuando al amor lo encontramos online: lo leemos, lo sentimos, pero no lo vemos. Cuando las pruebas sólo son escritas, duele.
Cielo Latini (Chubasco)
Mi hermano mayor me despertó a medianoche para revelarme el siguiente secreto: — Dentro de poco te dirán que los Reyes Magos son los padres. Se lo dicen a todo el mundo al cumplir tu edad. No te lo creas. Los Reyes Magos existen, pero como los mayores no saben explicar su existencia, dicen eso, que son los padres.
Juan José Millás (Los objetos nos llaman)
—Todos saben en lo que se están metiendo —Teresa le cogió de la mano—. ¿Recuerdas? No hay nada que perder. Thomas se acordó, pero, por algún motivo, las palabras de Teresa cayeron en saco roto, no le dieron esperanzas. —No hay nada que perder —repitió el chico.
James Dashner (The Maze Runner (The Maze Runner, #1))
Todo buen matrimonio es un territorio secreto, un espacio necesariamente en blanco en el mapa de la sociedad. Lo que los demás no saben de él es lo que lo hace tuyo.
Stephen King
Sólo hay dos clases de personas realmente fascinantes: las que lo saben absolutamente todo y las que no saben absolutamente nada.
Oscar Wilde (El retrato de Dorian Gray)
No hay más que dos clases de personas verdaderamente fascinadoras: las que lo saben absolutamente todo y las que no saben absolutamente nada.
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
¿Saben, en cambio, sobre qué se apoya todo? Se lo digo yo. Sobre la presunción —Dios se la conserve siempre— de que la realidad, tal como es para ustedes, debe ser y es igual para todos los demás.
Luigi Pirandello (Uno, ninguno y cien mil (Spanish Edition))
Por dentro, los adultos tampoco parecen adultos. Por fuera son grandes y desconsiderados y siempre parecen que saben lo que hacen. Por dentro, siguen siendo exactamente igual que han sido siempre. La verdad es que los adultos no existen. Ni un solo, en todo el mundo.
Neil Gaiman (The Ocean at the End of the Lane)
No tiene ningún sentido hacerse ahora esas preguntas, lo sé. Pero las preguntas no lo saben. Ellas llegan sin avisar, sin informarse antes de si lo hacen en el momento adecuado. Quieren que uno se ocupe de ellas, sea cual sea el momento en que se presentan. Yo ya me he acostumbrado a tratarlas bien. Les contesto que no sé. A veces les digo también que creo que no, que no habría cambiado nada. Tal vez lo hubiera hecho otro, y a lo mejor –o incluso probablemente –habría salido todo pero si yo hubiera salido corriendo. Eso siempre las tranquiliza un poco.
Isabel Abedi (Isola)
Odio los buses que cargan esperanzas con la muchacha de al lado, esperanzas como aquellas que se frustran a toda hora y en todas partes, buses que hacen pecar con los absurdos pensamientos, por eso, también detesto esos pensamientos, los míos, los de ella, pensamientos que recorren todo lo que saben vulnerable y no se cansan. Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación.
Andrés Caicedo
Charles Melman sostiene que nos aguarda un regreso del autoritarismo. Anuncia la venida inevitable de un fascismo voluntario. La sociedad de goce o de hiperconsumo. tal es la tesis del autor, creará una angustia insuperable, a causa de la extrema confusión en que nos hunde: los individuos ya no saben lo que está bien y lo que está mal, no disponen ya de referentes estructuradores. Por este motivo la gente reclamará una vuelta al orden. No será ya un terror venido de fuera, sino un fascismo de dentro, nacido de la exasperación del individualismo y la necesidad de aliviar la angustia ligada a la desarticulación de todos los referentes.
Gilles Lipovetsky (La sociedad de la decepción. Entrevista con Bertrand Richard)
Todo en el mundo de Zavalza se avenía a la sencillez de quienes saben lo que quieren y no ambicionan paraísos perdidos sino espacios de luz en los que perderse. Era de los que andan por la vida seguros de que la felicidad se encuentra, no se busca, de que es algo que llega siempre, inevitable y puntual cuando menos se le espera.
Ángeles Mastretta (Mal de amores)
Dos gruesos gerontes de las heladas tierras del norte sostienen sus cartas de vinos desde una de las atiborradas terrazas del Sinatra. Están inquietos porque piensan que, como comensales europeos, tienen derecho a decir lo que les dé la gana o bien a guardar silencio. Porque saben que todo lo que coman puede ser cargado en su cuenta y que tienen derecho a una sangría y a un plato de calamares, y que, de no poder pagarla, el hormiguero común pangeico de los soldados de Cristo puede proporcionarles una paella de oficio
Martín Zeke Ochoa (Pídele papeles a Santa Simpa)
Todos ven lo que pareces ser, mas pocos saben lo que eres.
Niccolò Machiavelli (El Principe (Spanish Edition))
Como descubrir que el abuelo o papá quizá no lo saben todo
Ray Bradbury (Dandelion Wine)
Y de pronto sentí lo que siempre siento cuando trato de explicar el Dharma a la gente, a Alvah, a mi madre, a mis parientes, a mis novias, a todo el mundo: nunca escuchan, siempre quieren que yo les escuche a ellos, porque ellos saben y yo no sé nada, sólo soy un inútil y u idiota que no entiende el auténtico significado y la gran importancia de este mundo tan real.
Jack Kerouac
La idea es conseguir que quien compra tu libro se sienta un poco menos infeliz porque ahora sabe que es un infeliz, a diferencia de todos los demás, que son tan infelices que ni siquiera saben que lo son.
Lionel Shriver (So Much for That)
Las creencias son un gran obstáculo que superar y diría que para la gente inteligente incluso gigantesco. Porque la gente inteligente sabe mucho y eso quizá lo lleve al convencimiento de que lo saben todo.
Stephen King (Después)
Por esta perpetua movilidad de la arena, todo saharaui es un nómada aunque nunca se mueva de donde haya nacido. El paisaje que tiene ante sus ojos es siempre distinto. Es la propia tierra la que viaja a su alrededor. Esto explica por qué el pueblo árabe es tan magnánimo y tolerante (en contra de lo que suelen pensar quienes no lo conocen): saben que todo es transitorio, hasta lo que parece más sólido o estable.
Pablo d'Ors (El amigo del desierto)
Siempre envidié a los árboles: pareciera que cuanto más altos más vuelan, que cuanto más profunda es la raíz mayor el arraigo a la tierra. Solo ellos saben lo que es tenerlo todo: un hogar y unas alas al mismo tiempo.
Miguel Gane (Puedes hacerme lo que quieras (Spanish Edition))
Hay quienes tienen tanto amor dentro que no saben dónde ponerlo y lo van dejando en todas partes: en una mirada, en la taza del café, en un cuaderno, en cada pensamiento, en sus palabras... Gente que rebosa amor y lo aplica a todo lo que hace.
Ignacio Novo
En términos generales, tres son los grupos en que se podría dividir el público lector de periódicos: 1°. Los crédulos, que admiten todo lo que leen. 2°. Aquellos que ya no creen nada. 3°. Los espíritus críticos, que analizan lo leído y saben juzgar.
Adolf Hitler (Mein Kampf (Mi Lucha): Para no olvidar)
Lo que ocupa a todos los seres vivos y los mantiene en movimiento es el afán de existir. Con la existencia, sin embargo, cuando se tiene por segura, los hombres ya no saben qué hacer; por ello, la segunda cosa que los mantiene en movimiento estriba en el afán de librarse del peso de la existencia, hacer que no se note, «matar el tiempo», es decir, escapar al tedio. Y de acuerdo con ello, vemos que casi todos los hombres que se hallan a salvo de la miseria y las preocupaciones, ahora que se han librado por fin de todas las demás cargas, se vuelven una carga para sí mismos y toman por una ganancia cada hora pasada con alguna ocupación, es decir, cada pizca que se sustrae precisamente de esa vida, para la conservación de la cual hasta ese momento habían empleado todas las fuerzas disponibles.
Arthur Schopenhauer (El arte de sobrevivir)
-¿Y tú sabes sonambular de verdad?-preguntó la muchacha sin aliento-. ¿Y nos lo puedes enseñar? -¡Claro!-respondió el muchacho-. Aunque solo es muy difícil. A dos ya es mucho más fácil. Y si lo hacen muchos a la vez siempre sale bien. ¡Todos los sonámbulos de verdad lo saben!
Michael Ende (El espejo en el espejo)
El Kapo les preguntará qué han hecho de la camisa; es una pura pregunta retórica, una formalidad útil tan sólo para entrar en materia. Le responderán que la camisa se la han robado en el lavadero; también es de rigor esta respuesta, y no pretende ser creída; en realidad, hasta las piedras del Lager saben que en noventa y nueve veces de cada ciento quien no tiene camisa la ha vendido por hambre, y que además se es responsable de la camisa porque pertenece al Lager. Entonces, el Kapo lo golpeará, le será asignada otra camisa, y antes o después todo volverá a empezar.
Primo Levi (Trilogía de Auschwitz)
los intelectuales, con sus ideas estrambóticas, son los que lo enredan todo, que están todos medio chiflados, porque creen que saben pero lo único que saben es incordiar, lo único, fíjate bien, y sacar a los pobres de casillas, que el que no acaba de rojo, acaba de protestante o algo peor”.
Miguel Delibes (Cinco horas con Mario)
malditos sean quienes hacen posible que todo eso ocurra, y malditos sean también los alcaldes, los policías municipales y los guardias civiles y todos los demás que lo saben y lo consienten. Y es que hay chusma infame, gentuza sin conciencia, salvajes miserables a quienes sería insultar a los perros llamar hijos de perra.
Arturo Pérez-Reverte (Perros e hijos de perra (Spanish Edition))
Te voy a decir algo muy importante: por dentro, los adultos tampoco parecen adultos. Por fuera son grandes y desconsiderados y siempre parece que saben lo que hacen. Por dentro, siguen siendo exactamente igual que han sido siempre. Como cuando tenían tu edad. La verdad es que los adultos no existen. Ni uno solo, en todo el mundo.
Neil Gaiman (The Ocean at the End of the Lane)
Parece que el error materialista fue en un comienzo inevitable. Como entre los sistemas galácticos no pudo descubrirse el trono divino, se concluyó que Dios no existía. Segundo error insalvable lo constituye el psicologismo: si después de todo Dios es algo, habrá de ser una ilusión motivada por la voluntad de poder o por la sexualidad reprimida. Tales argumentos no son nuevos. Cosas parecidas dijeron los misioneros cristianos que derrumbaron los ídolos paganos. Pero al paso que en su lucha contra los antiguos dioses los misioneros primitivos tenían conciencia de servir a un dios nuevo, los modernos iconoclastas no saben en nombre de quien destruyen los viejos valores.
C.G. Jung (Psychology and Religion)
Busco un camino que puede estar en cualquier parte o en ninguna. Me asomo a todas las ventanas que puedo y no lo veo. Yo no sé el color de este camino pero voy caminando, siempre voy caminando por todos los caminos y por todas las rutas, pera ver si lo encuentro. A veces me detengo en las veredas de las cloacas para sentir cómo el barro correo de resacas. Luego me doy cuenta que ese no es mi camino, y sigo. Entro a una Vía Appia de luz pero ahí tampoco está el camino que yo busco. Otras veces detengo a los romeros para preguntarles: -Ey, ¿ustedes no saben cuál es el camino que yo busco….hooo? Y se quedan callados, y se van. Yo busco un camino que puede estar en cualquier parte.
Isabel de los Ángeles Ruano (Torres y tatuajes)
Había un grupo de personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, todos vestidos con los trajes más extraños y sin hablar. En el suelo había un montón de grandes dados, y en los seis lados de cada dado había letras. Una y otra vez, aquellas personas revolvían los dados y luego los contemplaban fijamente largo tiempo. - ¿Qué hacen? -susurró Bastián-. ¿Qué clase de juego es ése? ¿Cómo se llama? - Es el juego de la arbitrariedad -respondió Árgax. Les hizo señas a los jugadores y gritó-: ¡Bravo, muchachos! ¡Adelante! ¡No os detengáis! Luego se volvió a Bastián y le cuchicheó al oído: - Ya no saben narrar. Han perdido el lenguaje. Por eso he inventado ese juego para ellos. Como ves, los entretiene. Y es muy fácil. Si lo piensas, tendrás que admitir que todas las historias del mundo, en el fondo, se componen sólo de veintiséis letras. Las letras son siempre las mismas y sólo cambia su combinación. Con las letras se hacen palabras, con las palabras frases, con las frases capítulos y con los capítulos historias. Mira, ¿qué pone ahí? Bastián leyó: HGIKLOPFMWEZVXQ, ZXCVBNMASDFGHJKLÑ, QWERTYUIOP... -Sí -se rió sofocadamente Árgax-, casi siempre pasa eso. Pero si se juega mucho tiempo, durante años, surgen a veces, por casualidad, palabras. No palabras especialmente ingeniosas, pero por lo menos palabras. «Calambrespinaca», por ejemplo, o «choricepillo», o «pintacuellos». Sin embargo, si se sigue jugando cien años, mil años, cien mil años, con toda probabilidad saldrá una vez, por casualidad, un poema. Y si se juega eternamente tendrán que surgir todos los poemas, todas las historias posibles, y luego todas las historias de historias, incluida ésta en la que precisamente estamos hablando. ¿Es lógico, no? - Es horrible -dijo Bastián.
Michael Ende (The Neverending Story)
- La gente debería tenerle miedo a Ursula Monkton - afirmé - Quizá. Y a qué crees que le tiene miedo Ursula Monkton? - No sé. Por qué crees que le tiene miedo a algo? Es una adulta, no? Y los adultos y los monstruos no tiene miedo. - Oh, los monstruos sí que tienen miedo - dijo Lettie -. Por eso son monstruos. y en cuanto a los adultos... - Dejó de hablar, se frotó su pecosa nariz con un dedo - Te voy a decir algo muy importante: por dentro, los adultos tampoco parecen adultos. Por fuera son grandes y desconsiderados y siempre parece que saben lo que hacen. Por dentro, siguen siendo exactamente igual que han sido siempre. Como cuando tenían tu edad. La verdad es que los adultos no existen. Ni uno solo, en todo el mundo.
Neil Gaiman (The Ocean at the End of the Lane)
La parentela. Somos familia de todo lo que brota, crece, madura, se cansa, muere y renace. Cada niño tiene muchos padres, tíos, hermanos, abuelos. Abuelos son los muertos y los cerros. Hijos de la tierra y del sol, regados por las lluvias hembras y las lluvias machos, somos todos parientes de las semillas, de los maíces, de los ríos y de los zorros que aúllan anunciando como viene el año. Las piedras son parientes de las culebras y de las lagartijas. El maíz y el frijol, hermanos entre sí, crecen juntos sin pegarse. Las papas son hijas y madres de quien las planta, porque quien crea es creado. Todo es sagrado, y nosotros también. A veces nosotros somos dioses y los dioses son, a veces, personitas nomás. Así dicen, así saben, los indígenas de los Andes.
Eduardo Galeano
2016Odio los buses que cargan esperanzas con la muchacha de al lado, esperanzas como aquellas que se frustran a toda hora y en todas partes, buses que hacen pecar con los absurdos pensamientos, por eso, también detesto esos pensamientos, los míos, los de ella, pensamientos que recorren todo lo que saben vulnerable y no se cansan. Odio mis pasos, con su acostumbrada misión de ir siempre con rumbo fijo, pero maldiciendo tal obligación.
Andrés Caicedo
Lo que hoy existe no es comunidad: es, simplemente, rebaño. Los hombres se unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia en los suyos. Los señores, en su rebaño; los obreros, en el suyo; los intelectuales en otro... ¿Y por qué tienen miedo? Se tiene miedo cuando no se está de acuerdo consigo mismo. Tienen miedo porque no se han atrevido jamás a seguir sus propios impulsos interiores. Una comunidad formada por individuos temerosos todos de lo desconocido que en sí mismos llevan. Todos ellos sienten que las leyes a las que ajustan su vida han periclitado ya, que viven conforme a mandamientos anticuados y que ni sus religiones ni su moral son ya las que necesitamos. ¡Durante cien años no ha hecho Europa más que estudiar y construir fábricas! Saben muy bien cuántos gramos de pólvora se necesitan para matar a un hombre; pero no saben cómo se reza a Dios, no saben siquiera cómo puede pasarse una hora divertida. ¡Fiíjate en una cualquiera de estas cervecerías estudiantiles! ¡O en cualquiera de los lugares de diversión a los que acude la gente rica! ¡Qué espectáculo más desconsolador!... De todo esto no puede resultar nada bueno, querido Sinclair. Estos hombres que se hacinan tan temerosamente están llenos de miedo y de maldad, ninguno se fía de otro. Se mantienen fieles a ideales que no lo son ya, y lapida, furiosos, a quien intenta erigir otros nuevos. Siento iniciarse ya graves conflictos que no pueden tardar en surgir.
Hermann Hesse (Demian)
Mi hermano adoraba hacer cosas conmigo y a mí me encantaba que los dos estuviésemos juntos. Él me hacía sentir especial. Importante. Listo. Invencible. Todo el mundo debería tener a alguien en su vida que le pegue un empujón de ánimo para ascender al menos dos escalones más de la propia consideración que tiene de sí mismo. Pocas personas lo saben, pero a veces solo hace falta que una persona crea que eres único para que tú también te veas así. El efecto contagioso de la opinión ajena.
Alexandra Roma (El club de los eternos 27)
No hay manera de explicar cómo se siente llevar puesto un vestido maravilloso. Todo cambia. La expresión, la postura. (...) Es como dejar caer sobre el cuerpo un elixir mágico, es morder la manzana, es abrir los ojos a un mundo posible. Desprecio a la gente que no entiende la moda. No saben lo que es sentir la seda, no saben lo que es darse vuelta y mirar sobre el hombro y que nuestra cara, la de todos los días, sea otra, los labios brillantes, los ojos misteriosos, una sombra bajo el pómulo que antes no estaba allí.
Mariana Enriquez (Un lugar soleado para gente sombría)
Simplemente no hay ningún felices para siempre en el libro de Janie. Pero ambos saben que hay algo. Algo bueno entre ellos. Hay respeto. Y hay profundidad. Desinterés. Un entendimiento entre ellos que supera un infierno de todo lo demás. Y está ese asunto del amor. Así que deciden. Resuelven decidir cada día en que las cosas llegarán. Sin obligaciones. Sin grandes planes. Sólo la vida, cada día. Haciendo progresos. Cortando la presión. Y si funciona, funciona. Ella sabe algo, muy profundo. Lo sabe con fuerza. Y es algo bueno. Él es el único chico al que ella se lo dirá.
Lisa McMann (Gone (Wake, #3))
-No sé. ¿Por qué crees que le tiene miedo a algo? Es una adulta, ¿no? Y los adultos y los monstruos no tienen miedo. -Oh, los monstruos sí que tienen miedo -dijo Lettie-. Por eso son monstruos. Y en cuanto a los adultos… -Dejó de hablar y se frotó su pecosa nariz con un dedo-. Te voy a decir algo muy importante: por dentro, los adultos tampoco parecen adultos. Por fuera son grandes y desconsiderados y siempre parece que saben lo que hacen. Por dentro, siguen siendo exactamente igual que han sido siempre. Como cuando tenían tu edad. La verdad es que los adultos no existen. Ni uno solo, en todo el mundo.
Neil Gaiman (The Ocean at the End of the Lane)
Las víctimas no se defienden y los depredadores lo saben. Esencialmente tu atacante callejero promedio quiere sentirse bien dominando agresivamente a alguien más débil que él. Un atacante callejero no quiere a alguien que tenga ventaja sobre él o que trate de defenderse en cualquier forma porque entonces pierde el control de la situación, que es de lo que todo se trata – control y poder. Los atacantes ansían esa sensación de poder más que otra cosa. Entre más dominantes sean sobre sus víctimas sentirán más esta sensación. Y tienes sentido que entre menos te veas como una víctima, es más probable que los atacantes te dejen en paz. Si
Rory Christensen (Guía de Supervivencia Callejera: Técnicas de Pelea, Evasión y Alerta para la Defensa Personal (Spanish Edition))
A mis niños, Feliz Navidad. Lo siento si estas cartas los han tomado a ambos por sorpresa. Es sólo que hay tantas cosas más que tengo que decir. Sé que pensabas que estaba hecha para dar consejos, pero no podía irme sin reiterar algunas cosas por escrito. Puedes no estar relacionada con estas cosas ahora, pero algún día lo estarás. No era capaz de estar ahí para siempre, pero espero que mis palabras puedan. -No dejes de hacer basaña. La basaña es buena. Espera hasta un día cuando no existan malas noticias, y hornea una maldita basaña. -Encuentra un equilibrio entre la cabeza y el corazón. Espero que hayas encontrado eso, Lake, y puedas ayudar a Kel a resolverlo cuando llegue a ese punto. -Presiona tus límites, para eso están. -Estoy robando este fragmento de tu banda favorita, Lake. “Recuerda siempre que no hay nada que valga la pena compartir, como el amor que nos deja compartir nuestro nombre.” -No tomes la vida tan en serio. Dale un puñetazo en la cara cuando necesite un buen golpe. Ríete de eso. -Y ríe mucho. Nunca pases un día sin reír al menos una vez. -Nunca juzgues a otros. Ambos saben muy bien cómo acontecimientos inesperados pueden cambiar lo que una persona es. Siempre ten eso en mente. Nunca se sabe lo que otra persona está experimentando en su propia vida. -Cuestiona todo. Tu amor, tu religión, tus pasiones. Si no tienes preguntas, nunca encontraras respuestas. -Acepta. De todo. Las diferencias de las personas, sus semejanzas, sus elecciones, sus personalidades. A veces se necesita una variedad para hacer una buena colección. Lo mismo va para las personas. -Escoge tus batallas, pero no elijas muchas. -Mantén una mente abierta; es la única manera en que cosas nuevas pueden entrar. -Y por último, pero no menos importante, ni un poquito menos importante. Nunca te arrepientas. Gracias a los dos por haberme dado los mejores años de mi vida. Especialmente el último. Con amor, Mamá.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
No puedo ver esto. No puedo verla orar por mí porque estoy equivocado, porque estoy pecando. Necesito palabras y acciones para hacerme saber que todavía soy amado que soy aceptado, para saber que nada ha cambiado. Sigo siendo el hijo que han criado y amado durante los últimos diecisiete años. Soy la misma persona con la que se rieron, que abrazaron y besaron, que cuidaron cuando estaba enfermo. Sigo siendo el mismo hijo del que hace una hora estaban tan orgullosos. Lo único diferente es que finalmente saben que me gustan los chicos. Es una pequeña parte de mí, y sin embargo es todo lo que pueden ver ahora. Es todo en lo que pueden enfocarse.
Kevin van Whye (Date Me, Bryson Keller)
Esto demoró algún tiempo, digamos cuatro o cinco horas, porque él creía que la entrega corresponde a la hembra y la dominación al macho, así lo había visto en los animales y aprendido en su oficio de soldado, pero no en vano Juan de Málaga había pasado años enseñándome a conocer mi cuerpo y el de los hombres. No sostengo que todos sean iguales, pero se parecen bastante, y con un mínimo de intuición cualquier mujer puede darles contento. A la inversa no es lo mismo; pocos hombres saben satisfacer a una mujer y aún menos son los que están interesados en hacerlo. Pedro tuvo la inteligencia de dejar su espada al otro lado de la puerta y rendirse ante mí.
Isabel Allende (Inés of My Soul)
De pronto Elizabeth se siente no sola, sino aislada, apartada. No recuerda la última vez que alguien que no fuesen las niñas le ayudó a hacer algo. Sabe que en China llueve, aunque no llueva en los cuadros. Sabe que la gente no sonríe invariablemente y que no todos tienen dientes tan blancos ni mejillas tan sonrosadas. Por debajo de los colores de los carteles, primarios como los del dibujo de un niño, hay maldad, codicia, desesperación, odio, muerte. ¿Cómo no iba a saberlo? China no es el paraíso; el paraíso no existe. Hasta los chinos lo saben, tienen que saberlo, viven allí. Igual que los hombres de las cavernas, no pintan lo que ven sino lo que anhelan.
Margaret Atwood (Nada se acaba (Spanish Edition))
-Mamá -le pregunté al anochecido cuando recogía los hilos en el cesto de costura después de marcharse la costurera-. Dime mamá, ¿hay otras religiones además de la nuestra? -Sí -dijo mi madre-, pero todas son mentiras... -Los que creen en ellas... -comencé a decir. -Los que creen en ellas se condenan... van al infierno de cabeza. -Pero, di mamá, ¿y si no saben que ha venido Jesucristo? -Pues se condenan -insistió ferozmente mi madre. -Eso no está bien... porque ellos no tienen la culpa...¡Es una atrocidad! (...) -Pero ¿quién le ha dicho a usted que no hay infierno? En todo caso porque lo dice la Santa Madre Iglesia hay que creerlo a ojos cerrados. -¿Por qué? (...)
Elena Fortún (Oculto sendero)
Como saben, me gusta recordar viejos episodios de nuestra Historia. Sobre todo si causan respeto por lo que algunos paisanos nuestros fueron capaces de hacer. O intentar. Situaciones con posible lectura paralela, de aplicación al tiempo en que vivimos. Les aseguro que es un ejercicio casi analgésico; sobre todo esos días funestos, cuando creo que la única solución serían toneladas de napalm seguidas por una repoblación de parejas mixtas compuestas, por ejemplo, de suecos y africanos. Sin embargo, cuando una de esas viejas historias viene a la memoria, concluyo que quizás no sea imprescindible el napalm. Siempre hubo aquí compatriotas capaces de hacer cosas que valen la pena, me digo. Y en alguna parte estarán todavía. Como estuvieron.
Arturo Pérez-Reverte
Sus palabras son literalmente: «Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad» (Filipenses 4.12). Aquí empiezan los problemas porque lamentablemente una gran parte del cristianismo moderno no puede decir lo mismo. Muchos cristianos hoy saben tener abundancia y estar saciados, pero no están enseñados para tener hambre o padecer necesidad. Al contrario, han sido enseñados que la necesidad y el hambre no son para los cristianos. Que un verdadero creyente no padece necesidad nunca porque Dios le da todo lo que desea. Según esto, cuando un creyente mantiene un nivel económico espectacular, eso se llama «bendición».
Marcos Vidal (Con permiso: Cómo vivir un cristianismo real de todos los días (Spanish Edition))
¡Ni que tu padre te hubiera engendrado de modo diferente que a los demás mortales, o tuvieras tú dioses distintos, con extrañas leyes! ¿Cuántos, ah, cuántos dime, hay que, si saben que les son infieles sus consortes, si discretos son ellos, disimulo demuestran, se hacen que no lo ven? ¿Y, cuántos padres hay que, sabedores del error de sus hijos, se avienen a colaborar con Cipris? Nada hay tan sabio para los mortales que ocultar lo que no es bueno. No es recto mantener vida tan rígida que perfección exija a quien muere tan pronto. ¿Es que los techos todos de las casas los hacen uniformes? Has caído tú, hija, en tal desgracia, ¿opinas que podrás vencer el oleaje del abismo? Pero si en ti hay más adhesión al bien que al mal, siendo humana cual eres, será que eres de un ser de excepción rara.
Euripides (Las diecinueve tragedias (Colección Sepan Cuantos: 024))
Las palabras, dependiendo del tono y la intención, cobran significados distintos. Si se dicen con mala fe, intentando herir, incluso las palabras aparentemente más sencillas pueden volverse horrorosas. Pero en el fondo, no son más que palabras. —Pero hay algunas que cuando se dicen, todo el mundo se escandaliza. —Porque no saben lo que significa. La gente le tiene muchísimo más miedo a las palabras que a los cañones. Las palabras han hecho revoluciones, puentes, caminos. Han logrado que la gente se enamore o se odie para siempre. Hay palabras grandes como monocotiledónea o gastroenterólogo y pequeñitas pero poderosas como paz. Importantes como justicia, imprescindibles como vida, valiosas como sueño, muy poco significativas como dinero… Lo importante es cómo se usan y qué se quiere decir cuando se usan.
Benito Taibo (Persona normal)
LOS ARTISTAS Para mi los artistas son gente que estimula, que miran para arriba y se inspiran en la luna Son gente que sabe de cultura que saben encontrar el destello en su locura. Se apasionan con lo suyo, yo solo flujo En mis auriculares escucho, DJ Revolution de a poco fluyo, las cosas ya las intuyo, me concentro en lo cultural, no me meto en chanchullos, tuyos Mejor metete por tus yuyos estoy metido, escondido entre artistas, disparan cartuchos pero verbales, del corazón les sale apagan las luces, prenden lapicera, comienzan rituales... sabes? Tengo, muestro claves, encontré la llave a la puerta de un mundo de mil portales con la música se sabe, el mundo de lo abstracto es difícil, pero a veces con mis dedos lo palpo y lo siento Esa energía, la quiero de vuelta, la quiero todos los días... es toda mia y todavia! Hay mas para investigar, nutrite de la música sentila de verdad!!
Replik
¿De qué estás hablando? ¿Porque están tan tristes?... ¿Acaso eres el único que no sabe lo que sucedió en Jerusalén en estos días pasados? Nosotros esperábamos que este iba a redimir a Israel. Lucas 24:13-18 Este pequeño resumen de Lucas 24 fue en sí el gran dilema ocurrido durante los días del primer siglo con la muerte y resurrección de Yeshua. Pero como en aquel entonces, hoy de la misma forma tenemos a muchos que no saben lo que verdaderamente ocurrió dos mil años atrás cuando Yeshua dijo, “Consumado es.” El Creador no quiere que seamos tontos en cuanto a nuestra fe y nuestra relación con Él. Mucho menos que seamos ciego en cuanto a nuestra posición dentro de su Reino. Debemos estudiar y entender todo lo hablado por Moisés y los profetas, y sobre todo, conocer el pensamiento y entendimiento de los apóstoles que abrazaron verdaderamente a Yeshua como su “Melek” (Rey) en el primer siglo. Es como único podremos conocer el contexto de lo que
Ely Hernandez (El Sacerdocio de Malki-Tzaddik: Regresando al Sacerdocio Perfecto (Spanish Edition))
- Hay dos tipos de hombres, Isa. Los buenos y amorosos como Elliot que son el tipo de príncipe azul para una mujer más simple por así decirlo, el héroe de aquellas que no saben cuidarse solas. Y luego están los hijos de puta como Elijah, esos que no le temen a nada, los que denominan peligros y que están hechos para mujeres fuertes como tú. No necesitas un príncipe azul o a un héroe que te aburra, porque por más amada que te haga sentir, siempre te llegará a aburrir; tú necesitas a un cabrón que te obligue a sacar lo fuerte que eres, que te haga cruzar los limites y vencer tus miedos, necesitas a un hombre que te desafié y te pruebe día a día, un hombre que te haga vivir con adrenalina, que te enoje y a a vez te haga feliz cómo sólo él sabe hacerlo. Necesitas a un hombre que te complemente y no que te cuide en todo, necesitas a un compañero de batalla y no a un guardia protegiéndote como una damisela indefensa y todo eso lo has encontrado en... - Elijah Pride, tu hermano.
Jasmín Martínez (Corazón de Hielo (Trilogía Corazón #1))
Hoy esos hombres y mujeres van a Tailandia, a Filipinas, a Botswana, a Bolivia y a cualquier parte donde esperan encontrar gentes que necesitan con desesperación un trabajo. Van a esos países con la intención deliberada de explotar a los desdichados, a seres que tienen hijos desnutridos o famélicos, que viven en barrios de chabolas y que han perdido toda esperanza de una vida mejor; que incluso han dejado de soñar en un futuro. Esos hombres y mujeres salen de sus fastuosos despachos de Manhattan, de San Francisco o de Chicago, se desplazan entre los continentes y los océanos en lujosos jets, se alojan en hoteles de primera categoría y se agasajan en los mejores restaurantes que esos países puedan ofrecer. Luego salen a buscar gente desesperada. Son los negreros de nuestra época. Pero ya no tienen necesidad de aventurarse en las selvas de África en busca de ejemplares robustos para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana. Simplemente reclutan a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción, los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas fábricas, sino que se limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el trabajo sucio por ellos. Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos. Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países. Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad, están ayudando a esas gentes desesperadas. El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más amplia comunidad global. Él o ella también comprenden que esos desesperados son esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta, ni sobre cómo, finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.
John Perkins (Confesiones de un gángster económico (Spanish Edition))
... Para que estés ahora aquí, tuvieron que agruparse de algún modo, de una forma compleja y extrañamente servicial, trillones de átomos errantes. Es una disposición tan especializada y tan particular que nunca se ha intentado antes y que sólo existirá esta vez. Durante los próximos muchos años –tenemos esa esperanza-, estas pequeñas partículas participarán sin queja en todos los miles de millones de habilidosas tareas cooperativas necesarias para mantenerte intacto y permitir que experimentes ese estado tan agradable, pero tan a menudo infravalorado, que se llama existencia. Por qué se tomaron esta molestia los átomos es todo un enigma. Ser tú no es una experiencia gratificante a nivel atómico. Pese a toda su devota atención, tus átomos no se preocupan en realidad por ti, de hecho ni siquiera saben que estás ahí. Ni siquiera saben que ellos están ahí. Son, después de todo, partículas ciegas, que además no están vivas. (Resulta un tanto fascinante pensar que si tú mismo te fueses deshaciendo con unas pinzas, átomo por átomo, lo que producirías sería un montón de fino polvo atómico, nada del cual habría estado nunca vivo pero todo él habría sido en otro tiempo tú.) Sin embargo, por la razón que sea, durante el período de tu experiencia, tus átomos responderán a un único impulso riguroso: que tú sigas siendo tú.
Bill Bryson (A Short History of Nearly Everything)
Yo no busco en las personas ni la bondad ni la buena educación siqiera... aunqe creo qe esto último es imprescindible para vivir con ellas. Me gustan las gentes qe ven la vida con ojos distintos qe los demás, qe consideran las cosas de otro modo qe la mayoría... Qizá me ocurra esto pqe he vivido siempre con seres demasiado normales y satisfechos de ellos mismos...Estoy segura de qe mis hermanos o mi padre tienen la certeza de su utilidad indiscutible en este mundo, qe saben en todo momento lo qe qieren, lo qe les parece mal y lo qe les parece bien… Y qe hansufrido muy poca angustia ante ningún hecho. (…) Toda mi vida he estado huyendo de mis simples y respetables parientes… Simples pero inteligentes a la vez en su género, qe es lo qe les hace tan insoportables… Me gusta la gente con ese átomo de locura qe hace qe la existencia no sea monótona, aunqe sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú… Personas qe, según mi familia, son calamidades indeseables… (…) ¿qé crees qe dirían mi padre o mi abuelo de ti misma si supieran tu modo real de ser? Si supieran, como yo sé, qe te qedas sin comer y qe no te compras la ropa qe necesitas por el placer de tener con tus amigos delicadezas de millonaria durante tres días… Si supieran qe te gusta vagabundear sola por la noche. Qe nunca has sabido lo qe qieres y qe siempre estás qeriendo algo…
Carmen Laforet (Nada)
Canción para los que saben Sabemos que hay que hacer algo inmediatamente lo sabemos pero naturalmente es demasiado pronto para hacerlo pero naturalmente es demasiado tarde para hacerlo lo sabemos que realmente estamos bastante bien y que así vamos a continuar y que esto no sirve para nada lo sabemos que somos nosotros los culpables y que no es culpa nuestra que seamos culpables y que somos culpables por ese mismo hecho y que estamos hartos con ello lo sabemos que quizá no vendría mal callarse un poco y que a fin de cuentas no vamos a callarnos lo sabemos lo sabemos y que a nadie podemos ayudar verdaderamente y que nadie verdaderamente puede ayudarnos lo sabemos y que somos tan inteligentes y libres para elegir entre la nada y lo nulo y que debemos estudiar este problema muy cuidadosamente y que echamos dos terrones de azúcar en el té lo sabemos que somos enemigos de la opresión y que los cigarrillos han subido de precio lo sabemos y que la nación se está metiendo en un tremendo lío y que nuestros vaticinios se mostrarán ciertos y que no sirven para nada lo sabemos y que todo esto es verdad lo sabemos y que sobrevivir no es todo sino muy poca cosa lo sabemos y que sobreviviremos lo sabemos y que todo esto no es nada nuevo y que la vida es preciosa y que eso es todo lo sabemos lo sabemos lo sabemos perfectamente bien y que lo sabemos perfectamente bien eso también lo sabemos.
Hans Magnus Enzensberger
la felicidad no es algo que sucede. No es el resultado de la buena suerte o del azar. No es algo que pueda comprarse con dinero o con poder. No parece depender de los acontecimientos externos, sino más bien de cómo los interpretamos. De hecho, la felicidad es una condición vital que cada persona debe preparar, cultivar y defender individualmente. Las personas que saben controlar su experiencia interna son capaces de determinar la calidad de sus vidas, eso es lo más cerca que podemos estar de ser felices. De todos modos, no se puede alcanzar la felicidad mediante la búsqueda consciente de ella. «Pregúntese a sí mismo si es feliz –decía J.S. Mill– y dejará de serlo». Es al estar totalmente involucrados en cada detalle de nuestras vidas, sea bueno o malo, cuando encontramos la felicidad, no intentando buscarla directamente. Viktor Frankl, el psicólogo austríaco, lo resumió bellamente en el prefacio de su libro Man’s Search for Meaning: «No aspiren al éxito: cuanto más aspiren a él y más lo conviertan en su objetivo, con mayor probabilidad lo perderán. Puesto que el éxito, como la felicidad, no puede conseguirse, debe seguirse… como si fuese el efecto secundario no intencionado de la dedicación personal a algo mayor que uno mismo.» Así, ¿cómo podemos alcanzar esta meta tan escurridiza que no puede alcanzarse por una ruta directa? Mis estudios durante este último cuarto de siglo me han convencido de que existe un modo. Es un camino tortuoso que empieza consiguiendo el control sobre los contenidos de nuestra conciencia. Nuestras percepciones sobre nuestras vidas son el resultado de muchas fuerzas que conforman nuestra experiencia, y cada
Mihály Csíkszentmihályi (Fluir (Flow): Una psicologia de la felicidad)
Lamentablemente, el régimen de los sapiens sobre la Tierra ha producido hasta ahora pocas cosas de las que podamos sentirnos orgullosos. Hemos domeñado nuestro entorno, aumentado la producción de alimentos, construido ciudades, establecido imperios y creado extensas redes comerciales. Pero ¿hemos reducido la cantidad de sufrimiento en el mundo? Una y otra vez, un gran aumento del poder humano no mejoró necesariamente el bienestar de los sapiens individuales y por lo general causó una inmensa desgracia a otros animales. En las últimas décadas hemos hecho al menos algún progreso real en lo que a la condición humana se refiere, reduciendo el hambre, la peste y la guerra. Sin embargo, la situación de otros animales se está deteriorando más rápidamente que nunca, y la mejora en la suerte de la humanidad es demasiado reciente y frágil para poder estar seguro. Además, a pesar de las cosas asombrosas que los humanos son capaces de hacer, seguimos sin estar seguros de nuestros objetivos y parecemos estar tan descontentos como siempre. Hemos avanzado desde las canoas a los galeones, a los buques de vapor y a las lanzaderas espaciales, pero nadie sabe adónde vamos. Somos más poderosos de lo que nunca fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder. Peor todavía, los humanos parecen ser más irresponsables que nunca. Dioses hechos a sí mismos, con solo las leyes de la física para acompañarnos, no hemos de dar explicaciones a nadie. En consecuencia, causamos estragos a nuestros socios animales y al ecosistema que nos rodea, buscando poco más que nuestra propia comodidad y diversión, pero sin encontrar nunca satisfacción. ¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza.
John Kennedy Toole
¿Entonces el pensamiento no sirve? ​—¡Típica conclusión terrícola! –rió–. Si no es blanco, debe ser obligatoriamente negro. Si no es perfecto, es demoníaco. Si no es Dios, es el Diablo... ¡Extremismo mental! –Se acomodó en el sillón y agregó–: Claro que sirve el pensamiento; sin él serías un vegetal, pero no es el pensamiento la máxima posibilidad humana. ​ —¿Cuál es entonces, disfrutar? ​—Para disfrutar necesitas darte cuenta, percibir que estás disfrutando. ​ —¿Y darse cuenta o percibir no es pensar? ​ —No. Darse cuenta es estar consciente, y consciencia es más que pensamiento. ​ —Entonces la consciencia es lo máximo –concluí, un poco cansado ya de ese lío en el que yo mismo me había metido gracias a mis preguntas. —Tampoco –dijo Ami con una sonrisa misteriosa–. Te pondré un ejemplo: ¿te diste cuenta de que escuchaste una música extraña hace poco, la primera que seleccioné? ​—Sí, pero no me gustó. ​—Te diste cuenta de que escuchabas una música extraña; eso fue consciencia, pero no la disfrutaste. ​—Realmente, no. ​—Entonces, para disfrutar no basta con la consciencia, no basta con percibir o darse cuenta de algo... ​ —¡Tienes razón! ¿Qué falta entonces? ​ —Lo principal. La segunda música sí que la disfrutaste, ¿verdad? ​ —Sí, porque me gustó. ​—¿Ves? Gustar es una forma de amar. Sin amor no hay disfrute. La consciencia está en el segundo lugar, pero con ella sola no basta para disfrutar de algo. El pensamiento queda en un discreto tercer lugar como posibilidad humana. El primer lugar lo ocupa el amor. Nosotros procuramos amarlo todo, vivir en amor, así disfrutamos más. A ti no te gustó la luna, a mí sí. Yo disfruto más y soy más feliz que tú. —Entonces… ¿el amor es lo máximo del Universo? ​—Ahora sí, perfecto, Pedrito. ​ —¿Y eso, lo saben en la Tierra? ​—¿Lo sabías tú; te lo enseñaron en el colegio?... ​—No.
Enrique Barrios (Ami de las Estrellas (Trilogía Amiestrellas nº 1) (Spanish Edition))
Una fuente de paz sin explotar Una fuente de paz sin explotar, pues la única esperanza real es recurrir a la sabiduría colectiva de las mujeres, aquellas que tienen experiencia directa del precio de una guerra: la vida de un niño, de un nieto, un hermano, un esposo; la pérdida de un miembro o de la cordura de alguien cercano y querido; la pérdida de la risa, la dominación del miedo; la pérdida de esperanza para el futuro.   Una fuente de paz sin explotar, aquellas que han vivido la violencia doméstica: que han visto en sus hijos los efectos de la intimidación, que han visto enmudecer a sus hijas, que han visto apagarse la luz en sus ojos; aquellas que saben que cuando cada niña y cada niño importen, cuando ninguno de ellos pase hambre, soporte abusos o quede excluido, el mundo será un lugar más amable para todos nosotros.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres con empatía que viven en un mundo aparte, que se sienten seguras, queridas, afortunadas y, no obstante, son capaces de imaginar lo que es verse impotente, golpeada, violada, forzada luego a dar a luz a esa criatura concebida en la violencia; mujeres que saben en lo hondo de sus corazones que lo que le sucede a cualquier mujer en cualquier parte podría sucederles a ellas.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres que ven a sus seres queridos sedientos de venganza, llenos de odio, constantemente en guardia, devorados por el miedo o temerosos de dormirse a causa de las pesadillas; maridos, hermanos, hijos, y ahora hijas que vuelven de la guerra y se parecen poco a lo que hubieran podido ser en un mundo de paz.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres reunidas en círculos, las mujeres conectadas, las mujeres unidas que traen la feminidad sagrada, el instinto maternal, el arquetipo de la hermana, el poder de la Madre al mundo.   JEAN SHINODA BOLEN
Jean Shinoda Bolen (Mensaje urgente a las mujeres)
Cada día progresa el delirio con mayor profusión, se desborda. Un día le digo al niño: ¿Y si formamos una gran familia con mi marido y mi mujer, contigo también? Río con mi travesura. Me emociona vivir con un arado en una mano y una antorcha en la otra. Hago experimentos imaginarios con combinaciones peligrosas. Construyo una pequeña bomba. Le propongo jugar, entrar al poliamor, pero lo hago incumpliendo todas sus reglas. Y estos días a su lado se convierten en una sucesión de breves reflexiones sobre todo lo que no seremos, nuestra diferencia de edad, los límites de la distancia geográfica, lo sexy de la imposibilidad. Él es un recién llegado, mientras yo juego a qué sucedería si dejara por él todo lo que me ha costado años poner en pie. Como estar casado y pedirle matrimonio a alguien, que fue exactamente lo que hizo mi padre. Sé que no lo haré nunca. Que solo estoy esperando que sea real para él para quitarme la máscara y enseñarle la cámara escondida. Y aun así, sin convicción, tejo el vínculo defectuoso entre nosotros, tiro de la lana del ovillo, de la seda pegajosa, el mismo puente que suelo construir “entre mi subjetividad y el resto del mundo, para hacerlo lidiar también a él con mis inseguridades. Pobre, lo hago responsable de mí. Me paso horas mostrando incredulidad ante sus sentimientos imberbes, que no son exagerados y dolientes como los míos, y por eso me saben a poco. No cae en mi trampa. Peleamos mucho y eso me hace sentir más cerca, más comprometida. Jugamos a la fidelidad dentro de la infidelidad, como mi papá con su amante: «Si al volver lo haces con otro que no sea Jaime te jodes». Otra vez descubro cómo me enganchan del amor sus formas reconocibles, tóxicas. Juego a que es verdad, pero en realidad hay en este ejercicio más verdad sobre mí que juego. Una constatación aún más terrible. Y como en toda relación inesperada, hay un gran componente de narcisismo.
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
Ése es el precio de vivir con alguien, de estar dizque enamorado: tener que lavar un vaso sólo para ganar el pleito de la mañana, un pleito que sólo es pleito entre esas dos personas dizque enamoradas. Y sí, en algún rincón oscuro de sus cabezas saben que no pelean por el vaso, sino por las mil erosiones que los mil vasos y las mil discrepancias en la manera en que crecieron y vivieron antes de crecer y vivir juntos van acabando con las entrañas del otro. Pelean por todas las cosas que se saben entre dos, pero no se pueden articular y no se incluyen en las explicaciones que das cuando la amiga de tu amiga pregunta qué pasó. Pequeñas grandes erosiones que terminan por desaparecer el pedazo de tierra en que habían clavado su bandera y declarado su espacio. Un espacio en guerra fría donde los dos dan y dan; y cambian y cambian; y hacen por el otro y hacen por el otro; y obligan al otro a hacer por ellos hasta que una esponja mojada en la cocina crea una crisis existencial y una de las partes corre a exprimirla sobre la cara incauta del compañero. Me arrepentí en el instante en el que lo hice, pero exprimir una esponja mojada y llena de huevo baboso sólo puede volverse un acto más psicótico si está seguido de una disculpa. No. Ya había exprimido la esponja y Emiliano ya se había despertado tratando de entender qué pasaba. Ya me había visto con la esponja en la mano y la furia en la cara. Ya se había dado cuenta de que lo que le sucedía no era accidental sino alevoso. Lo único que podía hacer era llevar la cosa hasta sus últimas consecuencias. —¿Yo soy descuidada? ¡Exprime las putas esponjas! Di patadas de ahogado a babor y a estribor, hasta que logré que Emiliano me dijera enferma, dañada, cabrona y otros insultos más políticamente incorrectos que había aprendido en su colegio fresa y de los que sí se puede hacer un recuento a la amiga de la amiga sin dar más explicaciones. Ahí se termina la historia. La gente se ríe, se queda contenta y lo demás, lo que es de verdad y duele de verdad, ya no hace falta contarlo.
Catalina Aguilar Mastretta (Todos los días son nuestros (Novela) (Spanish Edition))
—Nunca mantengo una relación cercana con la gente con la que he salido. A casi nadie le gusta quemar las naves. En mi caso es como si las volara, seguramente porque no habría mucha nave, para empezar. A veces lo abandono todo en casa de ellos y desaparezco sin más. Odio el proceso eterno de recogerlo todo y mudarse y todas esas conversaciones post mortem que se convierten en súplicas llorosas para seguir juntos; sobre todo, odio fingir prolongar una relación cuando ya ni siquiera queremos que nos toque la persona con la que ni recordamos haber querido acostarnos. Tienes razón: no sé por qué empiezo con nadie. Una relación nueva es pura molestia. Además de las pequeñas costumbres domésticas que tengo que aguantar. El olor de la jaula del pájaro. La forma en que le gusta apilar los CD. El ruido del radiador antiguo en mitad de la noche, que me despierta siempre a mí y nunca a él. Él quiere cerrar las ventanas. A mí me gustan abiertas. Yo dejo la ropa por cualquier parte. Él quiere las toallas dobladas y guardadas. Le gusta apretar el tubo de la pasta de dientes con cuidado, de abajo arriba; yo lo aprieto como sea y siempre pierdo el tapón, que él encuentra luego en el suelo detrás del inodoro. El mando tiene su lugar, la leche tiene que estar a mano, pero no demasiado cerca del congelador, la ropa interior y los calcetines van en este cajón, no en ese otro. Y sin embargo, no soy complicada. En realidad soy buena persona, solo que un poco terca, aunque es solo fachada. Soporto a todo el mundo y lo soporto todo. Por lo menos un tiempo. Luego, un día, el impacto: no quiero estar con este tipo, no lo quiero tener cerca, necesito irme. Combato ese sentimiento, pero en cuanto un hombre lo nota te acosa con ojos desesperados de cachorrito. Una vez que veo esa mirada, uf, me voy y encuentro a otro inmediatamente. ¡Hombres! —dijo por último, como si aquella palabra resumiera todos los defectos que la mayoría de las mujeres está dispuesta a pasar por alto y aprender a soportar, y en última instancia a perdonar en los hombres a quienes esperan amar el resto de su vida, hasta que saben que no lo harán—. Odio que la gente salga herida.
André Aciman (Find Me (Call Me By Your Name, #2))
—No niegas que hay una causalidad… —dijo Morgan que estaba decidida a no enfadarse con él. Pero deseaba de todo corazón que se marchara. Julius se sentó en uno de los sillones, quitó un cojín y se puso cómodo. —Causalidad, en efecto. Si es que te refieres a algo como la ley de Grimm o la de Verner. Pero estas son simples observaciones de las regularidades superficiales y son en definitiva extremadamente aburridas. El lenguaje es un lío bastante útil con capacidad para maniobrar. Y no niego que estas maniobras podamos observarlas. Pero no son más que lo que son. Nada hay tras ellas. Imaginar que las hay, es infantilismo corriente del metafísico aplicado a esos temas que los disfrazan sin ninguna gracia de ciencia. —Parece que no te interesan los hechos —dijo Morgan—. La lingüística no es un sistema a priori, sino una extensión natural de la filología. Se deriva de los estudios empíricos de esas «maniobras» de las que hablaste tan a la ligera. ¿Por qué va a ser el lenguaje una montaña de accidentes? Nada más lo es en el mundo. Cualquier teoría trata de explicar, o por lo menos de desplegar, la multiplicidad basándose en la pauta profunda. Desde luego, las teorías lingüísticas son hipótesis, pero hipótesis en el sentido científico. —Dudo de que tus compañeros en la teoría estén de acuerdo —dijo Julius—. Sospecho que se figuran ser filósofos o matemáticos o algo así y que por ser el pensamiento humano principalmente verbal, han sondeado sus misterios y han inventado lo que imaginan ser una lengua ur. Lo cierto es que si abre uno sus libros tan aburridos se encuentra con que ni siquiera saben escribir la lengua que ellos hablan corrientemente. —Nadie niega que la filología comparada está en su infancia… —¡La «glosemática»! Desde luego, tenía que haber un nombre pseudocientífico. Supongo que la fonética se refiere a algo. La semántica empieza a perder contacto con la realidad. ¡Pero hemos de partir de la glosemática! ¡Qué vanidad la de los seres humanos! En todas sus decenas de miles de años esforzándose miserablemente, el único auténtico descubrimiento que han hecho son las matemáticas, y ese descubrimiento, incidentalmente, acabará con todos ellos muy pronto. Y ahonden en lo que sea, pretenden encontrar las matemáticas en el fondo de un agujero. Los pobres griegos eran típicos. ¡Y tú, la verdad es que me haces reír, con la formación intelectual de una maestra de sexto curso o de un crítico literario, te das importancia porque crees que estás manipulando un álgebra del lenguaje!
Iris Murdoch (A Fairly Honourable Defeat)
alguien que estaba muy lejos de entender el Salon des Refusés, pero que volcaba la luz de los valles valencianos de Venezuela como solo saben hacerlo quienes han sido educados bajo el encandilamiento del trópico. Esa luz que todo lo quema.
Karina Sainz Borgo (La hija de la española)
El hijo vuelve a casa, y su progenitor trata de morder el anzuelo. El anciano, o la anciana, según los casos, no tienen nada que decirle a su hijo. Todo lo que quieren es que ese hijo se siente a su lado durante un par de horas y que luego duerma bajo el mismo techo que ellos. Ese sentimiento no es amor. No quiero decir con ello que el amor no exista. Solo hago hincapié en que hay un sentimiento que es distinto del amor, pero que, a veces, se conoce con el nombre de amor. Pero, en sí mismo, ese sentimiento no es amor. Es tan solo algo que se lleva en la sangre. Una especie de codicia o avidez de la sangre y es consustancial a la especie humana. Es lo que distingue al hombre del resto de los animales de la creación. Cuando nacemos, nuestros padres pierden algo de sí mismos, que somos, precisamente, nosotros, y se parten los cuernos tratando de recuperarlo. Saben que no podrán lograrlo nunca del todo, pero intentan recuperar la porción más grande que pueden de sus hijos. Por eso la alegre reunión familiar, con merienda al aire libre, bajo los arces, viene a ser como bucear en el estanque de los pulpos del acuario. ROBERT PENN WARREN, Todos los hombres del rey
Tracy Letts (Agosto)
Concluyen que de los cinco directores que ostentan el poder, hay tres con los que no se puede contar: Barras es sinónimo de corrupción, consideran a Louis Gohier, a la sazón presidente del Directorio y compañero de veladas de Josefina, un timorato sin remedio y en cuanto al general Jean-François Moulin, saben que jamás se prestará a un golpe de Estado que no protagonice él mismo. Restaban Emmanuel-Joseph Sieyès y Roger Ducos. El primero era considerado por todos un héroe nacional. Méritos no le faltaban a este clérigo originario de Fréjus, autor del panfleto más celebrado de la Revolución, aquel ¿Qué es el tercer estado? que comenzaba con la respuesta a la propia pregunta, en aquellas inolvidables palabras: «Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden político? Nada. ¿Qué es lo que desea? Ser algo». Fueron palabras que le convirtieron en el impulsor de la constitución del Tercer Estado en Asamblea Nacional. Eran los turbulentos tiempos de 1789, en los que desempeñó un papel francamente activo, participando en la redacción de los grandes documentos de la Revolución, desde el «Juramento del juego de la pelota» hasta la Constitución de 1791. Sieyès estaba convencido de que el Directorio debía ser depuesto. También contemplaba a Napoleón como el hombre fuerte del momento, aunque consideraba que el impulsor y líder del proceso debía ser él mismo y no el joven general; «la espada de
Juan Granados (Breve historia de Napoleón)
La verdad es que todo cristiano cree en la soberanía divina, pero algunos no saben que lo creen; así, imaginan e insisten que rechazan la doctrina.
J.I. Packer (El evangelismo y la soberanía de Dios)
La percepción de los gobiernos y los científicos no está equivocada. Lo que no saben, sin embargo, es que no solo la Tierra está amenazada, sino todo el Universo. Los cielos también serán deshechos, es decir, las estrellas, los satélites y los demás planetas tienen los días contados. Por eso, de nada serviría colonizar otros planetas. Nuestra salvación no está en programas espaciales.
Renato Cardoso (La Tierra va a prenderse fuego: ¿Usted estará aquí para el Apocalipisis?)
«Olvidamos con frecuencia lo importantes que somos en las vidas de aquellos a quienes criamos, enseñamos y servimos. Tenemos la capacidad de ayudarlos a ver su potencial y llegar a ser más grandes y más capaces de lo que ni ellos ni nosotros podíamos imaginar. La mayoría de las personas desean liderar y empoderar de esta manera, pero sencillamente no saben cómo hacerlo. Confiar e Inspirar explica cómo lograrlo. Todos los padres, profesores y líderes necesitan este libro.»
Stephen M.R. Covey (Confiar e Inspirar: Cómo los grandes líderes liberan la grandeza en los demás)
Es importante hacer una aclaración llegados a este punto: no somos responsables de todo lo que nos ocurre por efecto de la resonancia. Para nada es así, ya que existen muchas otras fuerzas actuando en este mismo instante, como por ejemplo las fuerzas de los astros que tienen efectos a nivel planetario, o cualquier otra fuerza terrestre, que da lugar a todo tipo de desastres naturales, por citar las más conocidas. Además existen otros tantos factores ajenos a nuestra percepción e influencia de tipo genético o kármico, así como el lugar en el que hemos nacido o en el que estamos viviendo actualmente. Es esencial destacarlo para no caer en la tentación de pensar que todo lo que ocurre a la persona es por su culpa, especialmente si se trata de desgracias o enfermedades. Nada más alejado de esto: nunca hay culpables de nada.
Badmaash Guru (CONECTA CON LA FUENTE: La Ley de Atracción para personas que no saben utilizar la Ley de Atracción (Spanish Edition))
Hace un tiempo atrás, un amigo coach preguntó qué significaba estar conectado. Sin esperar respuesta o dar la posibilidad de reflexionar juntos, enseguida comentó: «Todos los coaches usan la palabra “conectarse” y estoy seguro de que no saben qué significa». Más allá del tono con que preguntó y su comentario, el tema me quedó resonando. Mucho de lo que hay escrito en este capítulo tiene que ver con haber sostenido la inquietud sobre la palabra «conexión». Elegí agregar «integración» (a la que ya me he referido, pero me pareció valioso incluirla en esta trilogía) y «fluir» porque considero que son palabras con valor relacional.
Rodrigo Pacheco (Viviendo en gerundio: Principios fundacionales del coaching ontológico corporal (Spanish Edition))
Era el destino. Estábamos destinadas a ser amigas. Estábamos destinadas a formar parte de la vida de la otra, y ¿saben qué? Lo celebré. Ya no estábamos juntas todo el tiempo, como antes: ella tenía a sus amigas de la hermandad y yo tenía a mis amigas de la residencia. Pero nos seguíamos teniendo la una a la otra.
Jenny Han (We'll Always Have Summer (Summer, #3))
Dios creó en primer lugar un jardín”. Esta afirmación expresa una profunda verdad psicológica. La horticultura tiene su fuente -o, en todo caso, una de sus fuentes- en el Otro Mundo de los antípodas de la mente. Cuando lo fieles ofrecen flores en el altar, están devolviendo a los dioses cosas que saben o que oscuramente -si no son visionarios- comprenden que pertenecen al cielo.
HUXLEY, Aldous (Godalming, 1894 - Los Angeles, 1964),
Un cristiano debe apreciar de manera natural lo que hay de bueno en las aspiraciones de la antropología secular. También debe corregir su presunción. Los cristianos saben mucho de ese tema. Desde el principio, la presunción ha hecho perder el rumbo a la humanidad. Nos separa de lo que es real. Pese a todo, los estragos causados por los intentos del hombre de construirse a sí mismo pueden conducirnos de nuevo al gusto por una verdad que perdura y sostiene.
Erik Varden (Castidad. La reconciliación de los sentidos)
Los padres, sobre todo los padres, con mucha frecuencia caen en la trampa de enseñar a sus hijos lo que no saben y lo que no practican, por el solo hecho de sospechar que es bueno.
Noel de la Rosa (LA MENTIRA COMO ESTRATEGIA PSICOSOCIAL : Naturalmente sincero, socialmente mentiroso (Spanish Edition))
Stalingrado marca el cambio de sentido de la guerra. A partir de este punto, los alemanes se batirán en retirada en todos los frentes. Los generales alemanes son conscientes de que la guerra está perdida. Lo sensato sería pactar con los aliados un armisticio honorable, pero Hitler y sus compinches saben que eso significaría tener que responsabilizarse por las atrocidades cometidas cuando estaban seguros de que ganarían la guerra y de que sus crímenes quedarían impunes. Deciden resistir a ultranza aunque ello comporte el absurdo sacrificio del pueblo alemán, ahora preso en un sistema policial y terrorista.
Juan Eslava Galán (La segunda guerra mundial contada para escépticos)
persignación y vómito más allá detrás de una empalizada en una casa en construcción o en demolición en fin en una casa para humanos hay una gran recepción es la gran recepción que ofrecen los perros del circo la gran juerga algunos han traído huesos otros escalopas muchas cosas los que tienen la cola en forma de trompeta hacen de orquesta es el gran circo de los perros el que abre sus puertas el primer viernes de cada mes pero sólo los perros lo saben ante todos los perros sentados los otros perros presentan su número el perro de ciego el perro fusil el perro guardián el perro pastor de repente el gran delirio los espectadores ladran la gran carcajada el perro de la rue de Roma acaba de llegar lleva la mitra sobre la cabeza y hace el payaso el payaso imitando todos los ademanes sagrados el perro clown ladra en latín ladra a cristo ladra al viernes santo dice misa con la cola y todos los perros se retuercen de risa Padre perro que estás en los cielos… pero el guardia nocturno se despierta y el mundo de los perros desaparece el guardia nocturno vuelve a dormirse el guardia nocturno cae en el sueño sueño de silencio sueño de ruidos sueño…
Jacques Prévert
Los objetos físicos no son cosas en sí (y esto vale también para las estrellas y las galaxias), sino cosas con respecto a ciertos modos de indagación empírica. Como decía Niels Bohr, la física no trata de la naturaleza, sino de nuestras relaciones con la naturaleza. El universo, lejos de ser un conjunto de objetos, es una red de percepciones. Todo está conectado con todo, nos dice el teorema de interconexión de Bell. La paradoja EPR (Einstein-Podolsky-Rosen) sugiere que la idea de la separabilidad debe revisarse. Las partículas no pueden, no saben, llevar una existencia independiente. Si algún día estuvieron en contacto, conservarán para siempre la memoria de ese encuentro. Los fenómenos, como los dioses, son locales, pero la totalidad no lo es, y esa conexión con la totalidad parece estar presente en todo momento.
Juan Arnau (Materia que respira luz: Ensayo de filosofía cuántica (Spanish Edition))
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran pesos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que de tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen las torturan de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y luchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo. ¿Entonces cómo esperan que ellos tengan otras actitud frente a esta agresión oficial que les quita lo que más quieren? Cómo pretender que en la última fila no vuelve una mosca, si todos los ojos del primer día de clases están puestos en ellos, entretenidos en reírse de las amorosas palabras de la directora, tirándose fotos cuando ella presenta al alcalde
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
Y pareciera que todos andamos esperando la primera lluvia para relajarnos, para decirle adiós al eterno verano y por fin asumir el año que recién comienza en marzo, cuando el país retoma su agenda de burócrata planificado, cuando de un dos por tres se pasa del febrero ocioso a las carreras por las tiendas buscando el uniforme escolar, porque los niños ahora crecen de pronto. Uno no se da ni cuenta y los pitufos te miran desde arriba, alegando por la ingeniosa ley que acorta las vacaciones y los mete de sopetón en el odiado primer día de clases. Ese latero reencuentro con la institución educadora, con esos profesores almidonados que les dan la bienvenida con la sonrisa chueca. Los profes que ahora son jóvenes, recién egresados de las universidades, que fuman pitos e igual odian dejar el carrete, los jeans y las zapatillas para entrar en su doble vida de impecables reformadores. Y quizás, ese es el único punto en que alumnos y profesores se encuentran realmente, planchando la ropa, ordenando papeles y cuadernos para comparecer en el bostezo ritual de la primera mañana escolar. Allí, alineados en el patio, separados por curso y género (porque se fomenta la fornicación adolescente, dicen los educadores). A esa hora de la mañana, tener que escuchar los interminables discursos de la directora, que con los ojos blancos, cacarea su oración por la santa patria, por el puro Chile que te educa para ser chileno (qué novedad), por las buenas costumbres, que por lo general son para los estudiantes chupamedias, que escuchan en primera fila con cara de santurrones el discurso de la señora. Mientras atrás, a puro pellizcón, los inspectores mantienen a raya a los desordenados, a los pailones de la última fila, los que no se cansan de joder con sus bromas y chistes picantes. Los que se tiran peos e inundan el ordenado aire de la mañana escolar con ese olor rebelde. Tal vez son los únicos que escuchan el discurso de la directora, los únicos que le ponen atención para imitarla, para remedarle su curso y mentirosa acogida. Y la escuchan porque la odian, porque saben que ella no los pasa, detesta su música, su ropa y sus peinados y su desfachatez de pararse en el mundo así. Y llega cada año con nuevos reglamentos e ideas y talleres lateros para que sus niños ocupen mejor el tiempo. Los estudiantes de la última fila saben que la directora nunca los pierde de vista. Y por cualquiera anotación pasarán por su oficina cabizbajos, escuchando el mismo sermoneo, la misma citación de apoderados, el mismo: «Hasta cuándo González. Hasta cuándo, Loyola. Hasta cuándo, Santibáñez. ¿Nunca se va a aburrir de hacer tanto desorden?». Y la verdad, los alumnos de la última fila seguirán con sus manotazos y pifias mientras la sagrada educación nacional no los represente. Mientras les alarguen la tortura de las clases hasta las cuatro de la tarde, ellos seguirán riéndose del tiempo extra que gasta el estado para domarlos. Si nadie les pregunto, si nadie les dijo a ellos, que son los únicos afectados. Y por eso los chicos andan a patadas con los bancos, escupiendo con rabia a espaldas del inspector que los manda a cortarse el pelo. Ese largo pelo que durante las vacaciones se lo lavaron y cuidaron como seda. Esa hermosa cascada de cabello que los péndex se sueltan femeninos cuando van a la disco. Tal vez lo único ganado de todas las revoluciones y muchas juveniles. Esa larga bandera de pelo que los chicos desatan clandestinamente y la educación se las arrebata de un zarpazo.
Pedro Lemebel (Zanjón de la Aguada)
El surrealismo es el último gran movimiento del arte. Todo lo que vino después inició el período de descomposición y la ausencia de riesgos. Ya solo quedan materiales reciclados y artistas autoproclamados que pintan bazofia abstracta y ni siquiera saben dibujar.
Yasser Medina
En el momento en el que se vio venir la derrota, Hitler no hablaba más que de la victoria. Creía en ella —en todo caso, se comportaba como si creyera en ella— y permaneció hasta el final atrincherado en su optimismo, en su fe. Todo se derrumbaba a su alrededor, cada día desmentía sus esperanzas pero, persistiendo en su espera de lo imposible, cegado como sólo los desahuciados saben cegarse, tuvo la fuerza de llegar hasta el final, de inventar horror tras horror, y de continuar más allá de su locura, más allá incluso de su destino. Por eso se puede decir de él, él que fracasó en todo, que se realizó mejor que cualquier otro mortal.
CIORAN E.M.
«Si terminan la catequesis y no saben todo del programa pero le conocen a Él, seguirán viniendo después de la comunión e irán aprendiendo más; pero si terminan sabiendo cosas sin conocerle, lo perderán todo».
Hna. Kristen Gardner (Hna. Clare Crockett: Sola con el Solo (Spanish Edition))
Tienes que entender que ser buena persona no consiste en entonar cánticos o rezarle a un dios mítico. Tampoco en llevar una cruz o ir a la iglesia todos los domingos. Ser buena persona depende de cómo tratas a los demás. Las buenas personas no necesitan una religión, porque saben en su fuero interno que hacen lo correcto.
C.J. Tudor
Se servían de ella para describir todos los cambios, los momentos, los acontecimientos, por ejemplo: «llegaron» los edificios con estrella, «llegó» el quince de octubre, «llegaron» los nazis húngaros, «llegó» el gueto, «llegó» lo de las orillas del Danubio, «llegó» la liberación. También observé el mismo fallo de siempre: como si todos aquellos acontecimientos—indefinidos y horrorosos, con detalles casi inimaginables que incluso para ellos se hacían totalmente irrecuperables—hubiesen sucedido, no en el transcurso de minutos, horas, días y meses, sino todos juntos, a la vez, como un remolino, un vértigo, como en una fiesta con mucha gente que acaba enloquecida porque todos han perdido la cabeza, y ya no saben qué hacer.
Imre Kertész (Sin destino)
Dedicado a todo aquel que se atreve a ser diferente, a preguntarse el porqué de las cosas, a los que nunca están conformes con lo que saben y ansían cada vez más conocimientos, a quienes, como yo, buscan algo más allá de lo físico, pero sobre todo, a todos aquellos que leerán este libro, con mi voz en sus mentes. El DoQmentalista
Inri Hernández (EL VADEMÉCUM DEL TERROR: Verdaderas Historias De Terror (Spanish Edition))
Le tienen miedo a lo inútil. Todo tiene que tener un propósito. Odian el ocio, están enamorados del negocio. Le tienen miedo a la soledad. No saben estar solos.
Alejandro Zambra (Poeta chileno)
Y respecto al amor y a la sarna y a los avances pues lo saben todos y quien no bebe, sabe también, lo saben todos, eso ya no lo digo, sabe sabe sabe sabe sabe sabe sabe sabe sabe sabe más no digo de lo que todos saben
Ingeborg Bachmann
La historia de un hombre que oculta a todos la muerte de la persona más cercana a él. ¿Se avergüenza acaso de esa muerte? ¿Y cómo logra ocultársela a todos? ¿Recupera la vida de esa persona en los que nada saben de su muerte? Y ella, ¿dónde está? ¿Está con él? ¿En qué forma? Él la cuida, la viste, le da de comer. Pero ella jamás puede abandonar la vivienda y él nunca viaja, nunca se aleja de ella por más de pocas horas. Él no recibe visitas. Dice que ella no quiere ver a nadie. Y añade que se ha vuelto extraña y no soporta a nadie. Pero a veces, en el teléfono, habla como ella y también escribe todas sus cartas. Y así él vive por ambos. Se convierte en ambos. Se lo cuenta todo, le lee en voz alta. Al igual que antes, comenta con ella lo que debe hacer y a veces se enfada por su testarudez. Pero al final siempre logra arrancarle una respuesta. Ella está muy triste porque no ve a nadie, y él tiene que consolarla y alegrarla. Y él, con un secreto semejante, se convierte en el hombre más extraño del mundo, que debe comprenderlos a todos para que ellos no lo comprendan.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
El castigo por la fama es el abuso jubilante del famoso después de su muerte. Lo que se asombraría, si pudiera escuchar, de todo cuanto se dice y piensa sobre él. Hubo gente que se le instaló incluso en el interior del cuerpo, en sus pulmones, en su corazón, en sus riñones, en sus intestinos. Son capaces de inventarlo por dentro, como ni él mismo se conocía. Estaban presentes cuando abrazó a una mujer y eran conocedores de sus gemidos amorosos. Lo vieron llorar y saben por qué lloraba. Les contó todo a cada uno de ellos, no tenía ningún secreto ante cientos de personas. Cada cual lo sabe mejor que nadie y lo que saben los demás es falso.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Y don Raúl, doblegado y aturdido y herido de muerte por un revoltijo de enfermedades, sólo atinó a contestarle «ustedes lo que están es metiéndome venenos e infectándome con sus virus a mí porque saben muy bien que si yo sigo vivo voy a seguir denunciando que a mi hijo me lo mataron porque él un día me llamó a contarme que acababa de tener a una hija que ya no quieren dejarnos ver y no sabemos dónde está y también a decirme “papá: yo me voy a salir del ejército porque esto se está poniendo muy feo” y “papá: aquí quieren que yo mate a unos muchachos que no han hecho nada para hacerlos pasar por guerrilleros y yo eso sí no lo voy a hacer”, y yo le contesté “mijo: usted es el que sabe bien qué hacer”, y entonces, como él se negó a matar a los hijos de las madres de Soacha, a él lo empezaron a envenenar como ustedes me están envenenando a mí y se lo llevaron a El Tarra maniatado y atontado con drogas para pegarle un tiro en la cabeza que le destrozó el cráneo, y luego el puntero de la cuadrilla le pegó un tiro al puntero que me lo mató para echarle tierra al asunto, y todo era para que mi hijo no saliera a la calle ni a la justicia a decirle a la gente, que la gente cree lo que quiere creerse, que los soldados de Colombia, por órdenes de los altos mandos militares en colaboración con los presidentes de la república que hemos tenido en los últimos años, han estado asesinando muchachos inocentes con el objetivo de decirle al mundo que están ganando esta guerra pero esta guerra son ellos matando inocentes nada más para que esto no se acabe nunca y se nos vaya la vejez a las unas y a los otros pidiéndole a Dios por las almas de todos y para que se me vaya a mí la eternidad diciéndoles a todos que he denunciado el crimen del Mono en El Ubérrimo y en la Plaza de Bolívar y en el Capitolio y en la Casa de Nariño y en la Fiscalía y en la Procuraduría y en la Defensoría y en la Personería y en las organizaciones de derechos humanos y en la ONU y en la Corte Penal Internacional, que en ninguna parte del Estado han querido investigar nada de nada porque todos son vendidos y todos son cómplices callados con plata detrás de este derramamiento de sangre como yo digo con mis volantes y con las pancartas —que yo puse en mi camión que me compré después de vender todo lo que trabajé yo en la vida y lo tuve que parquear en Bogotá porque ya me había ido por todo el país—, y siempre han querido callarme a mí, a Raúl Carvajal Pérez, con platas y con calabozos y con amenazas de muerte, pero ya están es matándome porque están convencidos de que lo único que les queda es mi muerte».
Ricardo Silva Romero (El libro del duelo)