Todo En La Vida Se Paga Quotes

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Pero toda rebeldía contra la imagen paterna, magnificada y opresora, se paga durante el resto de la vida. La única manera de salir de ese laberinto, por el que todos nos internamos alguna vez, es llegar a la convicción de que al padre, en vez de substituirlo, hay que intentar prolongarlo, en la medida de nuestras propias fuerzas y de nuestros propios demonios. No es fácil, ni suele ser grato, pero no existe otro camino para enfrentar el reto de vivir nuestra propia vida.
Álvaro Mutis (Amirbar / Abdul Bashur, soñador de navíos / Tríptico de mar y tierra (Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, #5-7))
Díjele que entre nosotros existía una sociedad de hombres educados desde su juventud en el arte de probar con palabras multiplicadas al efecto que lo blanco es negro y lo negro es blanco, según para lo que se les paga. El resto de las gentes son esclavas de esta sociedad. Por ejemplo: si mi vecino quiere mi vaca, asalaria un abogado que pruebe que debe quitarme la vaca. Entonces yo tengo que asalariar otro para que defienda mi derecho, pues va contra todas las reglas de la ley que se permita a nadie hablar por si mismo. Ahora bien; en este caso, yo, que soy el propietario legítimo, tengo dos desventajas. La primera es que, como mi abogado se ha ejercitado casi desde su cuna en defender la falsedad, cuando quiere abogar por la justicia -oficio que no le es natural- lo hace siempre con gran torpeza, si no con mala fe. La segunda desventaja es que mi abogado debe proceder con gran precaución, pues de otro modo le reprenderán los jueces y le aborrecerán sus colegas, como a quien degrada el ejercicio de la ley. No tengo, pues, sino dos medios para defender mi vaca. El primero es ganarme al abogado de mi adversario con un estipendio doble, que le haga traicionar a su cliente insinuando que la justicia está de su parte. El segundo procedimiento es que mi abogado dé a mi causa tanta apariencia de injusticia como le sea posible, reconociendo que la vaca pertenece a mi adversario; y esto, si se hace diestramente, conquistará sin duda, el favor del tribunal. Ahora debe saber su señoría que estos jueces son las personas designadas para decidir en todos los litigios sobre propiedad, así como para entender en todas las acusaciones contra criminales, y que se los saca de entre los abogados más hábiles cuando se han hecho viejos o perezosos; y como durante toda su vida se han inclinado en contra de la verdad y de la equidad, es para ellos tan necesario favorecer el fraude, el perjurio y la vejación, que yo he sabido de varios que prefirieron rechazar un pingüe soborno de la parte a que asistía la justicia a injuriar a la Facultad haciendo cosa impropia de la naturaleza de su oficio. Es máxima entre estos abogados que cualquier cosa que se haya hecho ya antes puede volver a hacerse legalmente, y, por lo tanto, tienen cuidado especial en guardar memoria de todas las determinaciones anteriormente tomadas contra la justicia común y contra la razón corriente de la Humanidad. Las exhiben, bajo el nombre de precedentes, como autoridades para justificar las opiniones más inicuas, y los jueces no dejan nunca de fallar de conformidad con ellas. Cuando defienden una causa evitan diligentemente todo lo que sea entrar en los fundamentos de ella; pero se detienen, alborotadores, violentos y fatigosos, sobre todas las circunstancias que no hacen al caso. En el antes mencionado, por ejemplo, no procurarán nunca averiguar qué derechos o títulos tiene mi adversario sobre mi vaca; pero discutirán si dicha vaca es colorada o negra, si tiene los cuernos largos o cortos, si el campo donde la llevo a pastar es redondo o cuadrado, si se la ordeña dentro o fuera de casa, a qué enfermedades está sujeta y otros puntos análogos. Después de lo cual consultarán precedentes, aplazarán la causa una vez y otra, y a los diez, o los veinte, o los treinta años, se llegará a la conclusión. Asimismo debe consignarse que esta sociedad tiene una jerigonza y jerga particular para su uso, que ninguno de los demás mortales puede entender, y en la cual están escritas todas las leyes, que los abogados se cuidan muy especialmente de multiplicar. Con lo que han conseguido confundir totalmente la esencia misma de la verdad y la mentira, la razón y la sinrazón, de tal modo que se tardará treinta años en decidir si el campo que me han dejado mis antecesores de seis generaciones me pertenece a mí o pertenece a un extraño que está a trescientas millas de distancia.
Jonathan Swift (Los viajes de Gulliver)
Para las religiones, la espiritualidad es una amenaza peligrosa. Las religiones se esfuerzan típicamente por refrenar las búsquedas espirituales de sus seguidores, y muchos sistemas religiosos fueron puestos en tela de juicio, no por seglares preocupados por la comida, el sexo y el poder, sino más bien por buscadores de la verdad espiritual que querían algo más que tópicos. Así, la revuelta protestante contra la autoridad de la Iglesia católica no fue desatada por ateos hedonistas, sino por un monje devoto y ascético: Martín Lutero. Lutero quería respuestas a las preguntas existenciales de la vida, y rechazó contentarse con los ritos, los rituales y los pactos que la Iglesia le ofrecía. En la época de Lutero, la Iglesia prometía a sus seguidores pactos muy tentadores. Si pecabas y temías la condena eterna en la otra vida, todo lo que tenías que hacer era comprar una indulgencia. A principios del siglo XVI, la Iglesia empleaba a «buhoneros de salvación» profesionales que recorrían los pueblos y las aldeas de Europa vendiendo indulgencias a precios establecidos. ¿Quieres un visado para entrar en el cielo? Paga diez monedas de oro. ¿Quieres estar allí en compañía del abuelo Heinz y la abuela Gertrud? No hay problema, pero esto te costará treinta monedas. Según se cuenta, el más famoso de estos buhoneros, el fraile dominico Johannes Tetzel, decía que en el momento en que la moneda tintineaba en el cofre del dinero, el alma volaba desde el purgatorio
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
La vida empezó a hacerse dura para Marius. Comerse la ropa y el reloj no significaba nada. Se vio reducido a esa situación inexplicable que se llama comerse los codos, algo terrible que se traduce en días sin pan, noches sin sueños y sin luz, hogar sin fuego, semanas sin trabajo, porvenir sin esperanza; la levita rota en los codos, el sombrero viejo y raído, que hace reír a las jóvenes; la puerta cerrada de noche, porque no se paga a la patrona; la insolencia del portero y del bodegonero, la burla de los vecinos, las humillaciones, la dignidad ultrajada; el trabajo de cualquier clase, aceptado; los disgustos, la amargura, el abatimiento. Marius aprendió a devorarlo todo, y a no tener para devorar más que estas cosas. En ese momento de la existencia en que el hombre tiene necesidad de orgullo, porque tiene necesidad de amor, se vio despreciado, porque iba mal vestido, y se sintió ridículo, porque era pobre. A la edad en que la juventud hincha el corazón con imperial altivez, posó más de una vez los ojos en las botas agujereadas y conoció las injustas afrentas, el punzante bochorno de la miseria. Admirable y terrible prueba, de la cual los débiles salen infames y los fuertes, sublimes. Crisol donde el destino arroja a un hombre muchas veces, cuando quiere hacer de él un ser despreciable o un semidiós. Porque hay muchas acciones grandes en estas pequeñas luchas. El valor tenaz e ignorado, que se defiende palmo a palmo en la sombra, contra la fatal invasión de las necesidades y de la ignominia. Nobles y misteriosos triunfos que ninguna mirada ve, que ninguna fama recompensa, que ningún aplauso saluda. La vida, la desgracia, el aislamiento, el abandono, y la pobreza son campos de batalla que tienen sus héroes, héroes oscuros, es verdad, pero a veces más grandes que los héroes ilustres. Hay naturalezas firmes y raras, que han sido creadas así; la miseria, casi siempre madrastra, es algunas veces madre, la desnudez engendra en ocasiones el vigor del alma y del corazón; la miseria suele ser nodriza de la grandeza; la desgracia es una buena leche para los magnánimos.
Victor Hugo (Les Misérables)
llegar a Niza, Napoleón encontró un ejército incapaz de desplazarse a ningún sitio. La temperatura era heladora y carecían de abrigos. No habían tomado carne durante tres meses, y el suministro de pan era irregular. La artillería era acarreada por mulas, ya que los caballos habían muerto de desnutrición, y batallones enteros caminaban descalzos o con zuecos, vestidos con uniformes improvisados, muchas veces arrebatados a los caídos. Solo se podía identificar como soldados a algunos de los hombres porque llevaban cartucheras, y en muchos casos portaban mosquetes que carecían de bayoneta. Hacía meses que no recibían la paga, avivando los rumores de motín[6]. La fiebre estaba descontrolada y había acabado con, al menos, 600 miembros de la 21ª Semibrigada en 20 días[*]. Una escritora inglesa residente en Florencia, Mariana Starke, describió con acierto el «estado lamentable» del ejército francés previo a la llegada de Napoleón: «a falta de lo más necesario, con una fiebre pestilente, consecuencia natural de la hambruna… abatidos y debilitados por la enfermedad, y carentes de monturas, de cañones y de casi cualquier ímpetu bélico»[7]. La réplica de Napoleón al «estado lamentable» de su ejército fue destituir a Meynier y comisionar a su intendente, Chauvet, para que reorganizase por completo a las tropas, recurriendo si era preciso, como comunicó al Directorio el 28 de marzo, a «amenazar a los proveedores, que han robado mucho, y que disfrutan de crédito»[8]. Ordenó también al Ciudadano Faipoult, delegado de Francia en Génova, que solicitase un préstamo de 3 millones de francos «sin hacer ruido» a los financieros judíos de la ciudad, y convocó a la caballería que pastaba en el valle del Ródano, en descanso invernal. A los dos días de llegar a Niza, Napoleón había desmantelado el 3º Batallón de la 209ª Semibrigada por amotinamiento, había despedido del ejército a sus oficiales y suboficiales, y había diseminado al resto de mandos en grupos de cinco entre los demás batallones. Creía que era esencial tratar a todos bajo las mismas normas, teniendo en cuenta, tal y como escribió, que, «si se concediese un solo privilegio a alguien, fuese quien fuese, nadie obedecería la orden de marchar»[9]. El 8 de abril informó al Directorio de que se había visto obligado a castigar a sus hombres por entonar himnos antirrevolucionarios, y que había tenido que enviar a la corte militar a dos oficiales por gritar «Vive le roi!»[10]. Los comandantes de división de Napoleón se sintieron muy pronto impresionados por su capacidad para el trabajo duro.
Andrew Roberts (Napoleón: una vida)
Esta vida arroja cosas en nosotros todo el tiempo hasta que morimos. ¿Cuánto depende de lo que piensan que podemos manejar. Ellos dan tregua y la vida puede ser agradable, pero eso no es ninguna indicación de que se lo han ganado, porque el bien y el mal le sucede a todas las personas independientemente, cuando en un planeta prisión. Hacer lo correcto en cada situación es información muy valiosa; muy pocos consiguen eso, y menos la usan. Hacer lo correcto puede ser embarazoso, y alguna gente lo verá como una debilidad. Lo correcto no es fácil, y muy pocos pueden soportar hacerlo más de una vez o dos veces antes de que lleguen de nuevo a lo mismo con todos los demás. La Integridad paga grandes dividendos en el corto y largo plazo para aquellos que invierten en ella.
Lou Baldin (LA VERDAD ACERCA DE LOS OVNIS y LOS E.T.: PARTE 3 (Spanish Edition))
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es» (Juan 19.30). En el texto griego, «Consumado es» es una sola palabra: ¡Tetelestai! Fue un grito triunfante, lleno de rico significado. Él no quiso decir simplemente que su vida terrenal había terminado. Quería decir que la obra que el Padre le había dado que hacer estaba ahora completa. Aunque colgaba allí, pareciendo una víctima patética y perdida, Él celebró el triunfo más grande en la historia del universo. La obra expiatoria de Cristo había sido terminada, la redención de los pecadores estaba completa y Él estaba triunfante. Cristo había cumplido a favor de los pecadores todo lo que la ley de Dios requería de ellos. La completa expiación había sido hecha. Todo lo que la ley ceremonial presagió se había cumplido. La justicia de Dios estaba satisfecha. El rescate por el pecado fue pagado en su totalidad. La paga del pecado se estableció para siempre. Todo lo que quedaba era que Cristo muriera para que resucitara también. Es por esto que nada se puede añadir a la obra de Cristo para la salvación. Ni ritual religioso ya sea el bautismo ni penitencia, ni ninguna obra humana puede ser añadida para hacer eficaz la obra de Cristo. No hay obras humanas adicionales que pudieran aumentar o mejorar la expiación que Él compró en la cruz. El pecador no está obligado a contribuir en nada para ganarse el perdón o una buena relación con Dios; el mérito de Cristo por sí solo es suficiente para nuestra completa salvación. ¡Tetelestai! Su obra expiatoria se hizo. Es todo lo que se necesita.
John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
La ley de compensación desempeña una parte importante en la vida de los hombres, pues se verá que uno generalmente paga el precio de lo que tiene o le falta. Si se posee una cosa, falta otra, y así se equilibra la balanza. Nadie puede guardarse su centavo y tener al mismo tiempo la torta, todo tiene su lado agradable y desagradable. Las cosas que uno obtiene siempre las paga con las que pierde. El rico posee mucho de lo que al pobre le falta, mientras que el pobre posee cosas que frecuentemente están fuera del alcance del rico. El millonario que gusta de los festines, y que tiene la fortuna necesaria para satisfacer sus deseos y asegurarse la satisfacción de su gula, carece del apetito necesario para gustarlos, y envidia el apetito y la digestión del obrero a quien le falta la fortuna y la inclinación del millonario, gozando más de su sencillo alimento que el millonario sin apetito y con el estómago arruinado. Y así sucede con todo en la vida. La ley de compensación está siempre obrando, equilibrando y contrabalanceando las cosas continuamente, en la sucesión del tiempo, aunque la oscilación del ritmo tarde vidas enteras.
Three Initiates (El Kybalión (Spanish Edition))