Te Verde Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Te Verde. Here they are! All 100 of them:

Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña.
Federico García Lorca
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata.
Federico García Lorca (Romancero gitano)
Verde que te quiero verde
Federico García Lorca
Am legat copacii la ochi Cu-o basma verde Şi le-am spus să mă găsească. Şi copacii m-au găsit imediat Cu un hohot de frunze. Am legat păsările la ochi Cu-o basma de nori Şi le-am spus să mă găsească. Şi păsările m-au găsit Cu un cântec. Am legat tristeţea la ochi Cu un zâmbet, Şi tristeţea m-a găsit a doua zi Într-o iubire. Am legat soarele la ochi Cu nopţile mele Şi i-am spus să mă găsească. Eşti acolo, a zis soarele, După timpul acela, Nu te mai ascunde. Nu te mai ascunde, Mi-au zis toate lucrurile Şi toate sentimentele Pe care am încercat să le leg La ochi.
Marin Sorescu
Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tu los ves y te repites que no es cierto, que son unos ojos hermosos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocido o podrás conocer.
Carlos Fuentes (Aura)
Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Rayuela)
Vîrsta ne schimbă atît de mult, uneori uiţi că ai fost copil, ai impresia că te-ai născut aşa, bătrîn, şi totuşi sînt unele fleacuri care-ţi rămîn adînc înrădăcinate. Clişee unde adultul dă mîna cu puştiul care trăgea la fit şi tocea peste vară la teorema lui Pitagora. De cînd mă ştiu, prima ninsoare m-a scos din minţi... Îmi venea să urlu de bucurie... Ca şi mirosul ăla special din martie. Un miros de verde, de pămînt...
Rodica Ojog-Braşoveanu (Cianură pentru un surâs (Melania Lupu #1))
Există doar un fel de iubire necondiționată, cea a unei mame pentru copilul ei, restul, toate, absolut toate, sunt condiționate. Există acel pentru că. Te iubesc pentru că. Dacă n-ar mai fi acel pentru că, nu te-aș mai iubi.
Maria Caranica (Notițe cu cerneală verde)
Voiam să cred că va începe și procesul meu de vindecare. Trebuia să mă obișnuiesc, căci n-aveam încotro, așa cum te obișnuiești cu un medicament amar pe care ești nevoit să-l iei.
Maria Caranica (Notițe cu cerneală verde)
„- Vreau să te las să ți se facă și mai dor.” Asta mi se părea deja cruzime...
Maria Caranica (Notițe cu cerneală verde)
-¿Pero cómo se te ocurrió cantar?- le pregunté. -Qué otra cosa se me iba a ocurrir si me habías tenido toda la tarde con el estribillo ese del verde que brota del mar, y la boquita de sangre marchita que tiene el coral. Me dormí repitiéndola y de tanto decirla ya no sabía si las borrachas eran las ojeras o las palmeras.
Ángeles Mastretta (Arráncame la vida)
Verde que te quiero verde. Verde viento.Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne,pelo verde, con ojos de fria plata.
Federico García Lorca
Si al mecer las azules campanillas de tu balcón, crees que suspirando pasa el viento murmurador, sabe que, oculto entre las verdes hojas, suspiro yo. Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor, crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz, sabe que, entre las sombras que te cercan, te llamo yo. Si se turba medroso en la alta noche tu corazón, al sentir en tus labios un aliento abrasador, sabe que, aunque invisible, al lado tuyo, respiro yo.
Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas y leyendas)
En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce, hay un lecho de hierba, una almohada verde suave; recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo y, cuando los abras, el sol estará en el cielo. Este sol te protege y te da calor, las margaritas te cuidan y te dan amor, tus sueños son dulces y se harán realidad y mi amor por ti aquí perdurará. En lo más profundo del prado, bien oculta, hay una capa de hojas, un rayo de luna. Olvida tus penas y calma tu alma, pues por la mañana todo estará en calma. Este sol te protege y te da calor, las margaritas te cuidan y te dan amor. Tus sueños son dulces y se harán realidad y mi amor por ti aquí perdurará.
Suzanne Collins
Si te das prisa, el tiempo pasa más despacio.»
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
La cueva de Zaratustra en el Pretil de los Consejos. Rimeros de libros hacen escombro y cubren las paredes. Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas. En la cueva hacen tertulia el gato, el can, el loro y el librero. Zaratustra, abichado y giboso -la cara de tocino rancio y la bufanda de verde serpiente- promueve con su caracterización de fantoche, una aguda y dolorosa disonancia muy emotiva y muy moderna. Encogido en el roto pelote de su silla enana, con los pies entrapados y cepones en la tarima del brasero, guarda la tienda. Un ratón saca el hocico intrigante por un agujero. Zaratustra: ¡No pienses que no te veo, cabrón! El gato: ¡Fu! ¡Fu! ¡Fu! El can: ¡Guau! El loro: ¡Viva España!
Ramón María del Valle-Inclán (Luces de bohemia: Esperpento)
Hay algo respecto a los ojos azules. El tipo de azul que te sorprende cada vez que es´tan viendo en tu dirección. El tipo de azul que te provoca dolor deseando que te miren de nevo. No azul verde o azul gris, el azul que es sólo azul.
Stephanie Perkins (Lola and the Boy Next Door (Anna and the French Kiss, #2))
Solo piensas en la muerte cuando te mueres, Aleksy, solo cuando te mueres, y eso es una tontería, una inmensa tontería. Porque, en lugar de todos sus sueños, la muerte es lo más probable que va a sucederle a un individuo. De hecho, lo único que le va a suceder con toda certeza. Por eso, Aleksy, no hagas nunca las cosas a lo tonto pensando que tendrás tiempo de enderezarlas, porque no lo tendrás. El tiempo de después lo utilizarás para hacer más tonterías y para morir más deprisa.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Já gastámos as palavras pela rua, meu amor, e o que nos ficou não chega para afastar o frio de quatro paredes. Gastámos tudo menos o silêncio. Gastámos os olhos com o sal das lágrimas, gastámos as mãos à força de as apertarmos, gastámos o relógio e as pedras das esquinas em esperas inúteis. Meto as mãos nas algibeiras e não encontro nada. Antigamente tínhamos tanto para dar um ao outro; era como se todas as coisas fossem minhas: quanto mais te dava mais tinha para te dar. Às vezes tu dizias: os teus olhos são peixes verdes. E eu acreditava. Acreditava, porque ao teu lado todas as coisas eram possíveis. Mas isso era no tempo dos segredos, era no tempo em que o teu corpo era um aquário, era no tempo em que os meus olhos eram realmente peixes verdes. Hoje são apenas os meus olhos. É pouco, mas é verdade, uns olhos como todos os outros. Já gastámos as palavras. Quando agora digo: meu amor, já se não passa absolutamente nada. E no entanto, antes das palavras gastas, tenho a certeza que todas as coisas estremeciam só de murmurar o teu nome no silêncio do meu coração. Não temos já nada para dar. Dentro de ti não há nada que me peça água. O passado é inútil como um trapo. E já te disse: as palavras estão gastas. Adeus.
Eugénio de Andrade
– Mira, Kilian –dijo Jacobo–, estamos entrando en la bahía de Santa Isabel. ¡No te pierdas ningún detalle! –Un brillo iluminó sus verdes ojos–. Te guste o no tu estancia aquí, te quedes dos o veinte años, odies o ames a la isla..., ¡escucha bien lo que te voy a decir!, jamás podrás borrar de tu mente esta estampa. ¡Jamás!
Luz Gabás (Palmeras en la nieve)
Yo podría repetir «Haz a los demás lo que quieres que te hagan a ti» hasta que me salgan canas verdes, pero no podré realmente llevarlo a cabo hasta que ame a mi prójimo como a mí mismo. Y no puedo aprender a amar a mi prójimo como a mí mismo hasta que no aprenda a amar a Dios. Y no puedo aprender a amar a Dios salvo aprendiendo a obedecerle. Y así, como ya os lo advertí, llegamos a algo más interior… de los asuntos sociales a los asuntos religiosos. Porque el rodeo más largo es el camino más corto a casa.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
Care este de fapt realitatea și ce ești tu în esență? Cel care ești când te deschizi complet mie, un copil inocent, bun și iubitor, sau un profitor pervers care își vede interesul și tot ce face, face pentru a căpăta atenția celor din jur? Poate că tu ești bun în esența ta, iar toate comportamentele tale imature sunt bazate pe faptul ca ești rănit, poate că faptul că ești nenorocit sunt doar niște mecanisme de apărare. Dar, odată ce abordezi un comportament doar de fațadă, doar pentru apărare, cu timpul, nu devine el esența ta?
Maria Caranica (Notițe cu cerneală verde)
Guapo está. Pero es tan tonto. Pone K en vez de q, en vez de c, en vez de todo, ya ni hablemos de la ausencia total de acentos y signos de interrogación. “Kieres k t compre 1 helado”. ¡Me pongo verde cuando manda esas cosas! Una cosa es estar in y otra ser subnormal. Un día le pregunté por qué hacía esa babosada. —Por ahorrar tiempo. —Pero tu teléfono es nuevo, ¿no? —¿Y eso qué? —Que el celular te completa las frases solito. Te apuesto lo que quieras a que tuviste que meterle la nueva palabra. —¿Y? —Que perdiste más tiempo. —Pero se ve padre. —Se ve horrible. Me duelen los ojos cuando veo tus kas bailoteando por todos lados. —¿Por qué eres tan anticuada? Y no sólo eso, ¡pone “jajaja” en los correos después de alguna dizque broma hilarante! ¿Quién pone “jaja- ja”? Sólo un imbécil que cree ser graciosísimo. Caray, empecé con que no me gustaba y ahora hasta imbécil resultó.
Ana Romero (Algunas primeras veces)
Cuando el crepúsculo deje caer su cortina y prenda allí una estrella, recuerda que tienes cerca una amiga, aunque la distancia te separe de ella.
L.M. Montgomery (Ana, la de Tejas Verdes)
Si ocurre así es porque Dios permite que ocurra, y cuando le decimos «no te entiendo», Él responde «no me importa».
Stephen King (La Milla Verde)
Verde que te quiero verde.
Federico García Lorca
Gostas quando o pai te proíbe de ir brincar com os rapazes? Ou quando a mãe diz que, um dia, terás de obedecer sempre ao teu marido? Então não digas a um pássaro que não pode voar.
André Ouro Verde (Palestina Sobre uma Tela)
Come la Primavera potrebbe rendere verde un sasso arido e duro? Diventa dunque umile terra perché da te fiorisca variopinto il fiore!
Rumi (Jalal ad-Din Muhammad ar-Rumi)
de cine m-am îndrăgostit eu, de fapt? M-am îndrăgostit de ideea de a te avea și de imposibilitatea ei? Sau poate m-am îndrăgostit de inabordabilitatea ta, de faptul că atenția ta este scumpă, de faptul că ești selectiv cu persoanele din jurul tău, iar egoismul meu vrea să fie hrănit prin a fi selectată de cel mai selectiv om pe care îl cunosc? Să fiu eu cea care îi ia mințile celui mai rănit, inabordabil și imposibil de avut individ. Sau poate m-am îndrăgostit de faptul că mă faci să sufăr, că mă controlezi, iar inconștient poate asta caut. Sau poate că m-am îndrăgostit de tine. Pentru ceea ce ești tu. [...] Nu știu de ce m-am îndrăgostit, Încă nu pot să îmi dau seama. [...] Dacă m-am îndrăgostit de niște idei sau de tine; asta nu știu.
Maria Caranica (Notițe cu cerneală verde)
Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Green, how I want you green. Green wind. Green branches. The ship out on the sea and the horse on the mountain.
Federico García Lorca (Romancero gitano)
-Simplemente pensé… no lo se. Pensé que me odiarías. La diversión desapareció de su rostro. Se acerco a mí y apoyo las manos en mis hombros, sus ojos color verde oscuro estaban serios. ―Rose, nada en este mundo podría hacer que te odiara. ―¿Ni siquiera intentar traer a mi exnovio de vuelta de la muerte? Adrian me acerco, y incluso en sueños, pude oler su piel y su colonia. ―Si soy honesto. Si Belikov volviera aquí en este momento, ¿vivo como solía estar? Habría algunos problemas. No quiero pensar que pasaría entre nosotros si… bien, no vale la pena perder el tiempo. Él no esta aquí. ―Yo todavía… todavía querría intentarlo - le dije humildemente. ―Todavía lo intentaría, incluso si estuviera de vuelta. Simplemente estoy teniendo un tiempo difícil para dejar ir a alguien que me importa. ―Lo se. Hiciste lo que hiciste por amor. No puedo estar enfadado contigo por esto. Fue una estupidez, pero por amor. ¿Tienes alguna idea de lo que haría por ti? ¿Por mantenerte a salvo?
Richelle Mead (Spirit Bound (Vampire Academy, #5))
VERDE que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas.
Federico García Lorca (Romancero gitano (Spanish Edition))
ROMANCERO SONÁMBULO VERDE que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura, ella sueña en su baranda verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas.
Federico García Lorca (Romancero gitano)
—¿Cuándo has visto algo que sea lo que aparenta? —dijo Anna—. Ves un renacuajo y ya es un sapo, te pones un anillo que parece de oro y te deja una marca verde en el dedo. Ahí tienes el caso de mi segundo marido: parecía un tipo agradable y resultó un crápula cualquiera. Mira este cuarto: la chimenea no sirve ni para encender incienso y los espejos sólo sirven para dar la impresión de espacio: mienten. Walter, nada es jamás lo que parece. Los árboles de Navidad son de celofán y la nieve de hojuelas de jabón. Dentro de nosotros revolotea algo llamado «alma»: «morir no es morir, vivir no es vivir», ¿y encima deseas saber si te amo? No seas tonto, Walter, ni siquiera somos amigos...
Truman Capote (The Complete Stories of Truman Capote)
Guardei na gaveta de baixo a flor que trazia nos dedos à hora de adivinhar-te. Primeiro foste apenas uma ideia que me segurou na porta da cozinha quando ia meter numa garrafa verde um malmequer amarelo. Fiquei ali à espera que te transformasses em certeza ou em música. Lembro-me que havia um sol bonito a enquadrar a cesta dos pimentos Lembro-me do chiar mansinho da panela da sopa Lembro-me do gato. Olhou-me e li nos seus olhos feiticeiros o recado que os teus ainda não podia dar-me sou que tinhas sido arremessado à praia do meu corpo pela espuma desfeita das vagas de setembro. Como um grão de areia uma pepita de ouro um búzio Pude então mover-me andar sorrir de novo abrir a gaveta de baixo guardar a flor do meu segredo.
Rosa Lobato de Faria (A Gaveta de Baixo)
Los médicos vencidos se habían retirado y las enfermeras se preparaban para desconectar los tubos y cubrirte con una sábana, cuando una de las pantallas mágicas dio un suspiro y la caprichosa línea verde empezó a ondular señalando tu retorno a la vida. ¡Paula! te llamamos mi madre y yo en una sola voz y las enfermeras repitieron el grito y la sala se llenó con tu nombre.
Isabel Allende (Paula)
Con diecisiete años, no puedes ser formal. —¡Una tarde, te asqueas de jarra y limonada, de los cafés ruidosos con lustros deslumbrantes! —Y te vas por los tilos verdes de la alameda. ¡Qué bien huelen los tilos en las tardes de junio! El aire es tan suave que hay que bajar los párpados; Y el viento rumoroso —la ciudad no está lejos— trae aromas de vides y aromas de cerveza.
Arthur Rimbaud
¡Oh selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? …Déjame huir, oh selva, de tus enfermizas penumbras formadas con el hálito de los seres que agonizaron en el abandono de tu majestad. ¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres y resucitas! ¡Quiero volver a las regiones donde el secreto no aterra a nadie, donde es imposible la esclavitud, donde la vida no tiene obstáculos y se encumbra el espíritu en la luz libre! ¡Quiero el calor de los arenales, el espejeo de las canículas, la vibración de las pampas abiertas! ¡Déjame tornar a la tierra de donde vine, para desandar esa ruta de lágrimas y sangre que recorrí en nefando día, cuando tras la huella de una mujer me arrastré por montes y desiertos, en busca de la Venganza diosa implacable que sólo sonríe sobre las tumbas!
José Eustasio Rivera (La vorágine)
«È come battere le palpebre, hai presente? Una di quelle cose che fai senza doverci pensare.» Scossi la testa. «Per la maggior parte della gente, forse. Per me è un impegno quotidiano che a volte non mi sento di portare avanti. Ma odio averci provato. Odio non esserci riuscito. Queste cicatrici non sono qui per ricordarmi il meraviglioso momento in cui ho scelto la vita. Rappresentano un fallimento bello e buono. Se fosse dipeso da me, non sarei qui.»I suoi occhi erano fissi sui miei. Nel cerchio di luce disegnato dalla mia lampada, erano di un azzurro tendente al verde. Era come guardare il cielo mentre nuotavi sott’acqua. «Lo pensi serio, bambi?»Aprii la bocca per rispondere, ma non potevo ricambiare tutta quell’onestà, tutta quella speranza e generosità, con una bugia che avrebbe reso più semplici le cose per me. «A volte,» ammisi infine. «Ma non sempre. Sarebbe stato molto più semplice, però…» Deglutii. «Immagino mi sarei perso dei bei momenti.» Era strano – forse terribile –, ma per qualche ragione trovavo più semplice parlare del desiderio di morire che di quello di vivere. «Non sono dei momenti che avrei pensato di volere,» continuai. «A volte penso siano molto brevi. Come il crepitio delle foglie autunnali. Il profumo del Lapsang. E forse anche scrivere. E come te, Darian.»
Alexis Hall (Glitterland (Spires, #1))
Verdes arboles contra el cielo en la lluvia de primavera mientras el cielo enciende a los árboles de primavera en oscurecimiento. Flores rojas salpican la tierra en la persecución de la brisa mientras la tierra se colorea de rojo tras el beso". La última palabra, beso, cuelga en el aire. -La próxima vez que me enferme, me puedes decir eso. Puedes ser mi chica en las montañas. -Bien -digo-. Seré tu chica de las montañas y cuidaré de ti. Sonríe, como si fuese otra broma, otra ráfaga en nuestro coqueteo, y sonrío en respuesta, aunque no estoy bromeando. -Y como recompensa, te liberaré de la carga del tiempo- Desliza mi reloj en su larguirucha muñeca, donde no luce tanto como un grillete prisión. -Por ahora, el tiempo no existe. Es ¿Como dijo Jacques...Fluido? -Fluido -repito, como una encantación. Porque si el tiempo puede ser fluido, entonces algo que es sólo un día puede seguir indefinidamente.
Gayle Forman
—[...] ¿Por qué tú no te casas, Marilla? Quiero saber. El hecho de ser soltera nunca había apenado a Marilla, de modo que después de un cambio de significativas miradas con Ana, respondió. —Pero quizá tú nunca le pediste a nadie que te quisiera —protestó Davy. —Oh, Davy —dijo Dora puntillosamente, metiéndose en la conversación—, es el hombre quien debe pedirlo. —No sé por qué debe hacerlo siempre —gruñó el niño—. Me parece que en este mundo todo se le carga al hombre.
L.M. Montgomery
—¿Y podré llevar guantes de color verde fosforescente y botas de agua amarillas con forma de rana? —De rana, de pato, de rinoceronte, de pulpo..., de lo que quieras. Todas las mañanas habrá un mundo nuevo para ti. Si te quedas, tendrás todo lo que desees. Coraline suspiró. —Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué?
Neil Gaiman (Coraline)
Yo conjuro al chico que conocí, su ancha sonrisa con las manos borrosas de tan deprisa que hace los malabares con los higos, sus ojos verdes risueños cuando me dice: «Te pillé», su figura recortada contra el cielo mientras cuelga de una rama por encima del río, la respiración intensa y cálida en mi oreja mientras duerme. «Si tienes que ir, sabes que iré contigo». Mis temores olvidados en el dulce puerto de sus brazos. Los recuerdos vienen y vienen, y ella me escucha con la mirada puesta en el grano de la piedra. Ahí estamos los tres: la deidad, el mortal y el chico que fue ambas cosas.
Madeline Miller (The Song of Achilles)
Rugina, sărăcia metalului mort și disperarea tehnologiei decăzute. Containere, coșuri industriale, conducte, benzi transportatoare, linii de legătură, hale cu geamuri sparte și pecinginea instalațiilor în peisajul verde. Era duminică, dar nimic nu părea să indice faptul că toate acele mașinării vor prinde viață, în mod miraculos, luni. Nimic nu părea să arate că se vor ridica la cer și vor dispărea fără urmă. Probabil că aveau să dăiunie aici la infinit sau până când țiganii s-ar fi îndurat să le desfacă bucățele, dându-le la schimb pe țigări, alcool, podoabe pentru femeile lor și dulciuri pentru copii, sau până când ar fi încropit din tot ce se afla acolo niște vehicule nepământești cu care să se miște prin întreaga Europă, pentru a trezi în rândurile populației, la fel ca altădată, o frică superstițioasă amestecată cu invidie și admirație. Cândva, un țigan bătrân fusese întrebat de ce țiganii nu au propriul stat. "Dacă statul ar fi fost ceva bun, fără îndoială că țiganii ar fi avut și ei unul." Așa a spus. Așa că Europa unită e făcută parcă pentru ei, deoarece se vrea ceva mai bun decât statul, un spațiu mult mai potrivit pentru a te muta din loc în loc și pentru a trăi decât îți oferă o singură țară.
Andrzej Stasiuk (On The Road To Babadag: Travels in the Other Europe)
despite my trembling. Let me call my anxiety, desire, then. Let me call it, a garden. Maybe this is what Lorca meant when he said, verde que te quiero verde— because when the shade of night comes, I am a field of it, of any worry ready to flower in my chest. My mind in the dark is una bestia, unfocused, hot. And if not yoked to exhaustion beneath the hip and plow of my lover, then I am another night wandering the desire field— bewildered in its low green glow, belling the meadow between midnight and morning. Insomnia is like spring that way—surprising and many petaled, the kick and leap of gold grasshoppers at my brow.
Natalie Díaz (Postcolonial Love Poem)
He estado pensando en esto, y el poema aquel, el tío que lo escribió, quiso decir que eres dorado mientras eres un niño, como lo verde. Cuando eres niño todo es nuevo, el amanecer. Sólo cuando te acostumbras a las cosas se hace de día. Como lo mucho que te gustan las puestas de sol, Pony. Eso es dorado. Sigue siendo así, es una buena manera de ser. Quiero que convenzas a Dally para que mire una puesta de sol. Seguramente creerá que te has vuelto loco, pero pídeselo por mí. No creo que el haya visto nunca una puesta del sol. Y procura que no te joda tanto ser un greaser. Aún te queda mucho tiempo para hacer de ti lo que de verdad quieres ser. Aún quedan un montón de cosas buenas en el mundo. Díselo a Dally. No creo que lo sepa.
S.E. Hinton (Rebeldes (Spanish Edition))
Uma menininha de cabelo ruivo corre até a mesa da entrada, rindo e quase se sufocando com um emaranhado de fios verdes. Um belo cachecol? Ela sorri, saltitante. — Olá — digo. — Posso-te perguntar uma coisa? — Ela ri e balança a cabeça. — Como farias para encontrar uma agulha num palheiro? A menina para, pensativa, puxando o fio verde em torno do pescoço. Na realidade, ela está a pensar sobre o problema. Pequenas engrenagens estão funcionando. Ela retorce os dedinhos juntos, refletindo. É muito fofa. Por fim, ela olha para mim e diz com seriedade. — Eu pediria à palha para encontrar a agulha. — Então, emite um guincho fantasmagórico baixo e sai pulando em um pé só. Um gongo antigo da dinastia Song ribomba na minha cabeça. Sim, claro. Ela é um génio!
Robin Sloan (Mr. Penumbra's 24-Hour Bookstore (Mr. Penumbra's 24-Hour Bookstore, #1))
—Pero ¿no te das cuenta de que la noción de la muerte entre nosotros es muy poca cosa, Claire? —susurró. Mis manos se cerraron contra su pecho. No, no pensaba que fuera poca cosa. —Todo el tiempo, cuando me dejaste después de Culloden, estuve muerto, ¿no es así? —Creí que estabas muerto. Por eso... —Dentro de doscientos años seguro que estaré muerto, Sassenach —dijo sonriendo—. A causa de los indios, los animales salvajes, una plaga, la cuerda de la horca o sólo por la bendición de una edad avanzada, pero estaré muerto. —Sí. —Y mientras tú estabas allí, en tu propio tiempo... yo estaba muerto, ¿no? Asentí sin palabras. Incluso ahora puedo mirar hacia atrás y ver el abismo de desesperación en el que aquella partida me sumió y del que salí trepando penosamente centímetro a centímetro. —«El hombre es como la hierba del campo —citó, frotando mis manos—. Hoy florece; mañana se seca y se tira al horno.» Levantó el penacho verde y se lo llevó a los labios, para luego pasarlo por mi boca. —Estaba muerto, Sassenach, y sin embargo todo ese tiempo te amé. Cerré los ojos sintiendo la leve picazón de la hierba en mis labios. —Yo también te amaba —susurré—. Siempre lo hice. —Mientras mi cuerpo y el tuyo vivan, seremos una sola carne —susurró. Sus dedos me tocaron el pelo, la barbilla, el cuello y los pechos; respiré su aliento y lo sentí en mis manos. —Y cuando mi cuerpo perezca, mi alma todavía será tuya, Claire. Juro por mi esperanza de ganarme el cielo que no seré separado de ti. Nada se pierde, Sassenach; sólo se transforma. —Eso es la primera ley de la termodinámica —dije secándome la nariz. —No —respondió—. Eso es fe.
Diana Gabaldon (Drums of Autumn (Outlander, #4))
<> No, no hubo tiempo para miradas. Se durmió antes de que le pudiera preguntar por el ensayo. Una larga noche dándole al rif te deja para el arrastre. <> Puaj. ¿Eso es un eufemismo de «m@sturbación»? <> No. Creo que es un eufemismo de «toc@r l@ guitarr@ eléctric@». O un@ expresión idiomátic@. No sé. ¿Crees que «masturbación» es una de las palabras de alerta de Tron? <> Bueno, ahora ya da igual. Si nos despiden porque insistes en meterte en la boca del lobo, nos tendrás que mantener a mí y mi cara afición al Gap infantil. <> 1. Meterse en la boca del lobo. ¿Es otra referencia a la masturbación? 2. Gap infantil. ¿Otra vez? <> 1. Ja. 2. Otra vez. El fin de semana pasado me marqué un mono color verde apio con manoplas a juego por... ¡3,99! <> El verde es una elección inteligente: apropiado para una niña imaginaria o un niño imaginario. Y la estación no es relevante cuando se trata de niños imaginarios. <> Exacto. Ya ni siquiera entro en el Gap de adultos. En cuanto eres madre imaginaria, no tienes tiempo para ti.
Rainbow Rowell (Attachments)
Ya no, ya no, ya no me sirves, zapato negro, en el cual he vivido como un pie durante treinta años, pobre y blanca, sin atreverme apenas a respirar o hacer achís. Papi: he tenido que matarte. Te moriste antes de que me diera tiempo… Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios, lívida estatua con un dedo del pie gris, del tamaño de una foca de San Francisco. Y la cabeza en el Atlántico extravagante en que se vierte el verde legumbre sobre el azul en aguas del hermoso Nauset. Solía rezar para recuperarte. Ach, du. En la lengua alemana, en la localidad polaca apisonada por el rodillo de guerras y más guerras. Pero el nombre del pueblo es corriente. Mi amigo polaco dice que hay una o dos docenas. De modo que nunca supe distinguir dónde pusiste tu pie, tus raíces: nunca me pude dirigir a ti. La lengua se me pegaba a la mandíbula. Se me pegaba a un cepo de alambre de púas. Ich, ich, ich, ich, apenas lograba hablar: Creía verte en todos los alemanes. Y el lenguaje obsceno, una locomotora, una locomotora que me apartaba con desdén, como a un judío. Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen. Empecé a hablar como los judíos. Creo que podría ser judía yo misma. Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena, no son ni muy puras ni muy auténticas. Con mi abuela gitana y mi suerte rara y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot, podría ser algo judía. Siempre te tuve miedo, con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa y tu recortado bigote y tus ojos arios, azul brillante. Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú... No Dios, sino un esvástica tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso. Cada mujer adora a un fascista, con la bota en la cara; el bruto, el bruto corazón de un bruto como tú. Estás de pie junto a la pizarra, papi, en el retrato tuyo que tengo, un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie, pero no por ello menos diablo, no menos el hombre negro que me partió de un mordisco el bonito corazón en dos. Tenía yo diez años cuando te enterraron. A los veinte traté de morir para volver, volver, volver a ti. Supuse que con los huesos bastaría. Pero me sacaron de la tumba, y me recompusieron con pegamento. Y entonces supe lo que había que hacer. Saqué de ti un modelo, un hombre de negro con aire de Meinkampf, e inclinación al potro y al garrote. Y dije sí quiero, sí quiero. De modo, papi, que por fin he terminado. El teléfono negro está desconectado de raíz, las voces no logran que críe lombrices. Si ya he matado a un hombre, que sean dos: el vampiro que dijo ser tú y me estuvo bebiendo la sangre durante un año, siete años, si quieres saberlo. Ya puedes descansar, papi. Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón, y a la gente del pueblo nunca le gustaste. Bailan y patalean encima de ti. Siempre supieron que eras tú. Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
Sylvia Plath (Ariel)
From the Desire Field” I don’t call it sleep anymore.         I’ll risk losing something new instead— like you lost your rosen moon, shook it loose. But sometimes when I get my horns in a thing— a wonder, a grief or a line of her—it is a sticky and ruined         fruit to unfasten from, despite my trembling. Let me call my anxiety, desire, then Let me call it, a garden. Maybe this is what Lorca meant         when he said, verde que te quiero verde— because when the shade of night comes, I am a field of it, of any ready to flower in my chest. My mind in the dark is una bestia, unfocused,         hot. And if not yoked to exhaustion beneath the hip and plow of my lover, then I am another night wandering the desire field— bewildered in its low green glow, belling the meadow between midnight and morning. Insomnia is like Spring that way—surprising         and many petaled. the kick and leap of gold grasshoppers at my brow. I am struck in the witched hours of want— I want her green life. Her inside me in a green hour I can’t stop.         Green vein in her throat green wind in my mouth green thorn in my eye. I want her like a river goes, bending. Green moving green, moving. Fast as that, this is how it happens—         soy una sonámbula. And even though you said today you felt better, and it is so late in this poem, is it okay to be clear,         to say, I don’t feel good, until I can smell its sweet smoke,         leave this thrashed field, and be smooth. Natalie Diaz, poets.org (5 June 2017)
Natalie Díaz
Tengo que confesarle que no siempre le tuve cariño; le pido perdón. Ahora ella y usted ya no son para mí sino una única persona. Le estoy muy agradecido. Noto que hace feliz a Cosette. Si usted supiera, señor Pontmercy, aquellas mejillas sonrosadas que tenía eran mi alegría; cuando la veía un poco pálida me ponía triste. (...) Cosette, ¿ves ese vestidito que está encima de la cama? ¿Te acuerdas de él? Es de hace sólo diez años. ¡Cómo pasa el tiempo! Fuimos muy felices. Se acabó. No lloréis, hijos míos, que no me voy muy lejos. Os veré desde allí. Bastará con que miréis cuando sea de noche y me veréis sonreír. Cosette, ¿te acuerdas de Montfermeil? Estabas en el bosque; tenías mucho miedo; ¿te acuerdas de cuando te cogí el asa del cubo de agua? Fue la primera vez que toqué esa pobre manita. ¡La tenías tan fría! ¡Ah, por entonces tenía usted las manos encarnadas, señorita, y ahora las tiene bien blancas! Y la muñeca grande, ¿te acuerdas? La llamabas Catherine. ¡La echabas de menos porque no te la llevaste al convento! ¡Cuánto me hiciste reír a veces, ángel mío! Cuando había llovido, echabas a los arroyos briznas de paja y mirabas cómo se iban. Un día te di una raqueta de mimbre y un volante con plumas amarillas, azules y verdes. A ti se te ha olvidado ya. ¡Eras tan traviesa de pequeñita! Jugabas. Te ponías pendientes de cerezas. Son cosas del pasado. Los bosques por los que ha pasado uno con su niña, los árboles por los que nos paseamos, los conventos donde nos escondimos, los juegos, las risas tan buenas de la infancia, ahora son sombra. Me había imaginado que todo eso me pertenecía. En eso era un necio.
Victor Hugo (Les Misérables)
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
Mi sono risvegliata dall'etere con la sensazione di essere stata abbandonata e ho chiesto subito all'infermiera se era un maschio o una femmina. Lei ha detto che era una femmina, così ho voltato la testa e ho pianto. "Va bene,' mi sono detta, sono contenta che sia una femmina. E spero che sia scema - la cosa migliore per una femmina in questo mondo è essere una bella scemetta." • Fece un sorriso comprensivo, molto più che comprensivo. Era uno di quei rari sorrisi che racchiudono un tocco di rassicurazione eterna, e nel quale ci si imbatte quattro o cinque volte nella vita. Per un istante affrontava - o pareva affrontare - l'eternità intera per poi concentrarsi su di te con una irresistibile predilezione nei tuoi confronti. Ti comprendeva fino al punto in cui volevi essere compreso, credeva in te come tu vorresti credere in te stesso e ti assicurava che di te aveva esattamente l'impressione che, al tuo meglio, speravi di dare. • Trent'anni - la promessa di un decennio di solitudine, un elenco sempre più sottile di scapoli da conoscere, una valigetta sempre più sottile di entusiasmo, di capelli sempre più sottili. • E mentre me ne stavo lì a rimuginare su un mondo vecchio e sconosciuto, pensai alla meraviglia di Gatsby quando per la prima volta aveva scorto la luce verde in fondo al pontile di Daisy. Era venuto da lontano fino a questo prato blu, e il suo sogno deve essergli sembrato così vicino che non poteva credere di non riuscire ad afferrarlo. Non sapeva che ce l'aveva già alle spalle, da qualche parte nella vasta tenebra oltre la città, dove i campi scuri della repubblica ondeggiavano sotto la notte. Gatsby credeva nella luce verde, nel futuro orgastico che anno dopo anno si ritira davanti a noi. Allora ci è sfuggito, ma non importa; domani correremo più forte, allungheremo le braccia ancora di più... E un bel mattino... Così navighiamo di bolina, barche contro la corrente, riportati senza posa nel passato.
F. Scott Fitzgerald (The Great Gatsby)
Bibliothèque Nationale. Sunt mulți oameni în sală, dar nu-i simt. Ei sunt în cărți. Uneori se mișcă printre file, asemenea oamenilor care dorm și se răsucesc între două vise. Ah, ce bine este totuși să fii printre oamenii care citesc. De ce nu sunt mereu așa? Poți să te duci la unul și să-l atingi ușor: nu simte nimic. Și dacă îl atingi puțin pe vecin când te ridici și te scuzi, el face un semn din cap spre partea în care îți aude vocea, întoarce fața spre tine, dar nu te vede, iar părul lui arată ca părul unui om adormit. Ce bine e așa! Și eu stau și am un poet. Ce mai soartă! Acum poate că sunt în sală trei sute de oameni care citesc, dar este imposibil ca fiecare în parte să aibă un poet. (Dumnezeu știe ce au!) Nu există trei sute de poeți, dar ia uite ce soartă, eu, poate cel mai nevoiaș dintre acești cititori, un străin, eu am un poet. Deși sunt sărac. Deși costumul meu, pe care îl port zilnic, începe să se tocească în unele locuri, deși pantofii mei cam lasă de dorit. Ce-i drept, gulerul este curat, ca și lenjeria, și aș putea, așa cum sunt, să intru în orice cofetărie, chiar și pe marile bulevarde, să întind liniștit mâna spre farfuria cu prăjituri și să iau una. Nu s-ar mira nimeni de asta și n-aș fi certat și dat afară pentru că, oricum, este o mână din lumea bună, o mână spălată de patru-cinci ori pe zi. Da, sub unghii nu este nimic, degetul mijlociu nu e pătat de cerneală și în special încheieturile sunt impecabile. Este un fapt cunoscut că oamenii săraci nu se spală până acolo. De la curățenia lor se pot trage unele concluzii. Se și trag. Se trag în magazine. Există totuși câțiva oameni, pe Boulevard Saint-Michel de pildă și pe rue Racine, care nu se lasă derutați și cărora puțin le pasă de încheieturile mele. Ei mă privesc și știu. Ei știu că de fapt fac parte dintre ei, că joc doar un pic de comedie. Doar suntem în carnaval. Și nu vor să-și strice distracția; rânjesc un pic și-mi fac cu ochiul. N-a văzut nimeni. De altfel, mă tratează ca pe un domn. Trebuie numai să fie cineva în apropiere și atunci devin chiar servili. Se comportă ca și cum aș avea o haină de blană pe mine și în urma mea ar veni o mașină. Uneori le dau doi gologani, tremurând că ar putea să-i refuze, dar ei îi primesc. Și totul ar fi în regulă dacă n-ar rânji un pic și n-ar face cu ochiul. Cine sunt acești oameni? Ce vor de la mine? Mă așteaptă? De unde mă cunosc? Este adevărat, barba mea este cam neglijentă și de foarte, foarte departe, amintește de bărbile lor bolnave, bătrâne, spălăcite, care m-au impresionat întotdeauna, dar n-am oare dreptul să-mi neglijez barba? Mulți oameni ocupați fac asta și nimănui nu-i trece prin cap să-i socotească, din pricina asta, printre dezmoșteniți. Pentru mine este limpede: dezmoșteniții nu sunt numai cerșetori; nu, de fapt nu sunt cerșetori, trebuie să se facă distincție. Sunt deșeurile, cojile de oameni scuipate de soartă. Uzi încă de saliva sorții, se lipesc de un zid, de un felinar, de un stâlp cu afișe sau se scurg încet în josul străzii, lăsând în urma lor o dâră neagră, murdară. Ce dracu’ voia de la mine bătrâna aceea care, cu un sertar de noptieră în care se rostogoleau câțiva nasturi și câteva ace, ieșise din cine știe ce cocioabă? De ce se ținea întruna după mine și mă măsura cu privirea? Parcă încerca să mă recunoască cu ochii ei urduroși, care arătau ca și cum un bolnav ar fi scuipat flegmă verde pe pleoapele ei sângerii. Și cum a ajuns femeia aia cenușie, măruntă, să stea un sfert de oră lângă mine în fața unei vitrine, arătându-mi un creion vechi, lung, care ieșea nesfârșit de încet dintre mâinile ei murdare, împreunate. Mă prefăceam că privesc obiectele expuse în vitrină și că nu observ nimic. Ea însă știa că am văzut-o, știa că stau și mă întreb ce face de fapt. Înțelegeam foarte bine că nu putea fi vorba de creion: simțeam că era un semn, un semn pentru inițiați, un semn pe care-l cunosc dezmoșteniții.
Rainer Maria Rilke (The Notebooks of Malte Laurids Brigge)
En una sesión, el terapeuta del té verde trató de hipnotizarme. No lo logró, pero al menos me relajé y pude ver dentro de mi corazón un trozo enorme de granito negro. Supe entonces que mi tarea sería librarme de eso; tendría que picarlo en pedacitos, poco a poco. Para deshacerme de aquella oscura roca, además de la terapia y las caminatas en el bosque diáfano de tus cenizas, tomé clases de yoga y multipliqué las tranquilas sesiones de acupuntura con el doctor Shima, tanto por el beneficio de su ciencia, como por el de su presencia. Reposando en su camilla con agujas por todas partes, meditaba y me evadía a otras dimensiones. Te buscaba, hija. Pensaba en tu alma, atrapada en un cuerpo inmóvil durante aquel largo año de 1992. A veces sentía una garra en la garganta y apenas podía aspirar aire, o me agobiaba el peso de un saco de arena en el pecho y me sentía enterrada en un hoyo, pero pronto me acordaba de dirigir la respiración al sitio del dolor, con calma, como se supone que se debe hacer durante el parto, y de inmediato disminuía la angustia. Entonces visualizaba una escalera que me permitía salir del hoyo y subir a la claridad del día, al cielo abierto. El miedo es inevitable, debo aceptarlo, pero no puedo permitir que me paralice. Una vez dije -o escribí en alguna parte- que después de tu muerte ya no tengo miedo de nada, pero eso no es verdad, Paula. Temo perder o ver sufrir a las personas que amo, temo el deterioro de la vejez, temo la creciente pobreza, violencia y corrupción en el mundo. En estos años sin ti he aprendido a manejar la tristeza, a hacerla mi aliada. Poco a poco tu ausencia y otras pérdidas de mi vida sevan convirtiendo en una dulce nostalgia. Eso es lo que pretendo en mi tambaleante práctica espiritual: deshacerme de los sentimientos negativos que impiden caminar con soltura. Quiero transformar la rabia en energía creativa y la culpa en una burlona aceptación de mis fallas; quiero barrer hacia fuera la arrogancia y la vanidad. No me hago ilusiones, nunca alcanzaré el desprendimiento absoluto, la auténtica compasión o el estado de éxtasis de los iluminados, parece que no tengo huesos de santa, pero puedo aspirar a las migas: menos ataduras, algo de cariño hacia los demás, la alegría de una conciencia limpia.
Isabel Allende (La suma de los días)
En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillantes manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un 275 Norman Mailer El fantasma de Harlot bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco. Otro automóvil viejo, en otra calle vieja, está alzado sobre un gato por la parte delantera, con el capó tan abierto que parece un pato graznando. Lo han pintado de un azul sucio, brillante. En un viejo balcón han puesto ropa a secar. Te aseguro, Kittredge, que una de las camisas tiene el mismo tono azul sucio del coche. Creo que cuando un país permanece protegido de las tormentas de la historia, los fenómenos más pequeños adquieren prominencia. En una pradera de Maine, protegida de los vientos, las flores silvestres surgen en los lugares más extraños, como si su único propósito fuera deleitar los ojos. Aquí, a todo lo largo de un edificio bajo, común y corriente, del siglo XIX, veo una paleta continua de piedra y estuco: marrón y marrón grisáceo, aguamarina, gris oliva y mandarina. Luego, lavanda. Tres piedras fundamentales, en tonos rosados. Así como los coches reflejan los sedimentos de antiguas latas de pintura, bajo el omnipresente hollín ciudadano está este otro despliegue más sutil. Empiezo a sospechar que esta gente mira sus calles con un ojo interior; si han pintado un letrero de verde musgo, entonces allí, en el extremo de la calle, alguien decide pintar una puerta con el mismo tono de verde. El tiempo y la suciedad, la humedad y el yeso descascarillado contribuyen a dar colorido a la vista. Las viejas puertas empalidecen hasta que ya no es posible determinar si el original era azul o verde o de algún misterioso tono de gris que reflejaba la luz del follaje de la primavera. Recuerda que aquí, en el hemisferio Sur, octubre es como nuestro abril. En la Ciudad Vieja, en una calle que baja hasta el borde del agua, la playa, gris como la arcilla, está desierta. Al fondo, se ve una plaza vacía con una columna solitaria que se recorta contra el mar. ¿Podrán haber seleccionado el lugar para demostrar que De Chirico sabe pintar? En estos paisaje desolados, a menudo se ve una figura solitaria vestida de luto
Ezequiel de Rosso (Relatos de Montevideo)
(Fragmento de El fantasma de Harlot(una historia novelada de la CIA), Norman Mailer ,1991) En muchos vecindarios, sin embargo, las calles son pacíficas y fantasmales. La otra parte del mundo podrá avanzar vertiginosamente, pero no en una pobre manzana de casuchas destartaladas donde el único vehículo que se ve es un viejo Chevrolet color oliva pardusco, con brillantes manchones amarillos y naranjas. Es tanto el silencio, que me siento como si se estuviera en un bosque. No muy lejos hay un muchacho con un suéter amarillo, del mismo tono de los manchones amarillos del viejo coche oliva pardusco. Otro automóvil viejo, en otra calle vieja, está alzado sobre un gato por la parte delantera, con el capó tan abierto que parece un pato graznando. Lo han pintado de un azul sucio, brillante. En un viejo balcón han puesto ropa a secar. Te aseguro, Kittredge, que una de las camisas tiene el mismo tono azul sucio del coche. Creo que cuando un país permanece protegido de las tormentas de la historia, los fenómenos más pequeños adquieren prominencia. En una pradera de Maine, protegida de los vientos, las flores silvestres surgen en los lugares más extraños, como si su único propósito fuera deleitar los ojos. Aquí, a todo lo largo de un edificio bajo, común y corriente, del siglo XIX, veo una paleta continua de piedra y estuco: marrón y marrón grisáceo, aguamarina, gris oliva y mandarina. Luego, lavanda. Tres piedras fundamentales, en tonos rosados. Así como los coches reflejan los sedimentos de antiguas latas de pintura, bajo el omnipresente hollín ciudadano está este otro despliegue más sutil. Empiezo a sospechar que esta gente mira sus calles con un ojo interior; si han pintado un letrero de verde musgo, entonces allí, en el extremo de la calle, alguien decide pintar una puerta con el mismo tono de verde. El tiempo y la suciedad, la humedad y el yeso descascarillado contribuyen a dar colorido a la vista. Las viejas puertas empalidecen hasta que ya no es posible determinar si el original era azul o verde o de algún misterioso tono de gris que reflejaba la luz del follaje de la primavera. Recuerda que aquí, en el hemisferio Sur, octubre es como nuestro abril. En la Ciudad Vieja, en una calle que baja hasta el borde del agua, la playa, gris como la arcilla, está desierta. Al fondo, se ve una plaza vacía con una columna solitaria que se recorta contra el mar. ¿Podrán haber seleccionado el lugar para demostrar que De Chirico sabe pintar? En estos paisaje desolados, a menudo se ve una figura solitaria vestida de luto
Ezequiel de Rosso
—Adelante, pues. Música y magia. Triunfo y delirio. Pensad. ¿Qué necesita nuestra historia? ¿Qué elemento vital le falta? —Mujeres, Reshi —saltó Bast—. Hay una escasez tremenda de mujeres. Kvothe sonrió. —«Mujeres» no, Bast. Una mujer. La mujer. —Kvothe miró a Cronista—. Has oído cosas sueltas, no lo dudo. Yo te contaré la verdad sobre ella. Aunque temo no estar a la altura del reto. Cronista cogió la pluma, pero antes de que la mojara en el tintero, Kvothe levantó una mano. —Antes de empezar, dejadme decir una cosa. He relatado historias en el pasado, he pintado imágenes con palabras, he contado grandes mentiras y verdades aún más duras. Una vez le canté los colores a un ciego. Toqué durante siete horas, pero al final me dijo que los veía: verde, rojo y dorado. Creo que eso fue más fácil que lo que intento hacer ahora. Tratar de que la entendáis describiéndola solo con palabras. Vosotros nunca la habéis visto ni habéis oído su voz. No podéis entenderlo. Kvothe le hizo una seña a Cronista para que cogiera la pluma. —Aun así, lo intentaré. Ella está ahora en los bastidores, a punto de salir a escena. Preparemos el escenario para su entrada…
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Guardai Sohrab. Un angolo della sua bocca si era impercettibilmente sollevato. Un sorriso. Abbozzato, ma pur sempre un sorriso. Dietro di noi si era già formata una mischia urlante di ragazzini, pronti a dare la caccia all'aquilone verde che ondeggiava alla deriva. Un attimo, e il sorriso era già scomparso. Ma c'era stato. L'avevo visto. «Vuoi che dia la caccia all'aquilone?» Vidi il piccolo pomo d'Adamo di Sohrab salire e scendere come per deglutire. Il vento gli scompigliava i capelli. Mi parve di vederlo annuire. «Per te questo e altro» dissi senza rendermene conto. Poi mi voltai e mi misi a correre. Era solo un sorriso, niente di più. Le cose rimanevano quelle che erano. Solo un sorriso. Una piccola cosa. Una fogliolina in un bosco che trema al battito d'ali di un uccello spaventato. Ma io l'ho accolto. A braccia aperte. Perché la primavera scioglie la neve fiocco dopo fiocco e forse io ero stato testimone dello sciogliersi del primo fiocco. Correvo. Ero un uomo adulto che correva con uno sciame di bambini vocianti. Ma non mi importava. Correvo con il vento che mi soffiava in viso e sulle labbra un sorriso ampio come la valle del Panjsher. Correvo.
Khaled Hosseini (The Kite Runner)
Tal vez algún día comprenderás algo cierto y tocarás con tus dedos una verdad como una piedra inusitadamente lisa sin sombras y este tiempo de días confusos sea sólo el preámbulo, el necesario camino que debes recorrer para llegar hasta ese árbol, ese techo verde de hojas bajo el cual te sentirás al fin libre.
Rubén Darío Lotero
Cuentan que… Un día, a comienzos del invierno, llega al correo una carta muy especial dirigida a Dios. El empleado que clasifica la correspondencia se sorprende y busca el remitente: "Pucho, casilla verde, calle sin nombre, Villa de Emergencia Sur, sin número." Intrigado, abre la carta y lee: Querido Dios: Nunca supe si era cierto que existías o no, pero si existes, esta carta va a llegar a ti de alguna manera. Te escribo porque tengo problemas. Estoy sin trabajo, me van a echar de la casucha donde vivo porque hace dos meses que no pago y hace mucho que mis cuatro hijos no comen un plato de comida caliente. Pero lo peor de todo es que mi hijo menor está con fiebre y debe tomar un antibiótico con urgencia. Me da vergüenza pedirte esto pero quiero rogarte que me mandes 100 pesos. Estoy tratando de conseguir un trabajo que me prometieron, pero no llega. Y como estoy desesperado y no sé qué hacer, te estoy mandando esta carta. Si me haces llegar el dinero, ten la seguridad de que nunca me voy a olvidar de ti y que les voy a enseñar a mis hijos que sigan tu camino. Pucho El empleado del correo termina de leer esto y siente una congoja tremenda, una ternura infinita, un dolor incomparable... Mete la mano en el bolsillo y ve que tiene 5 pesos. Es fin de mes. Calcula que necesita 80 centavos para volver a la casa. ..Y piensa: 4.20... ¡No sabe qué hacer! Entonces empieza a recorrer toda la oficina con la carta en la mano, pidiéndole a cada uno lo que quiera dar. Cada empleado, conmovido, pone todo lo que puede, que no es mucho porque estamos a fin de mes. Un peso, cincuenta centavos, tres pesos...
Anonymous
Nunca jogues as pêras com o destino, que ele come as maduras e dá-te as verdes
José Saramago (The Double)
Montaña Montaña: sin aldabas sin noticias sin absurdos prejuicios sin tarados sin letreros que todo lo prohíben sin niños limpiadores de zapatos Amo tu soledad tus campos verdes el aire limpio que a vivir contagia la libertad del pájaro que vuela la paz del gusano que se arrastra.   Quédate donde estás ningún viento te mueva quédate lo más lejos del poblado Yo que ante la vida misma no me inclino y de la negra tierra me levanto ante tus plantas humildes me arrodillo y ante tu altar sin mitos me descubro mientras las nubes pasan Ana María Iza.  
Alfonso Pesantes Martínez (Didáctica para la Poesía ecuatoriana: Aplicaciones Prácticas (Manuales Educativos nº 1) (Spanish Edition))
Tudo vem ao chamamento. Penso mar, e o mar enche-me a alma e as mãos. Balbucio cal, e na pele do tempo cresce uma casa onde não viverei, ergue-se uma cidade de melancolia na incerteza dos punhos, e nela nos ferimos. Digo sol, e quase cega consigo tocar-lhe. Só por ti clamo, e não te acendes, nem regressas, e me queimas. Fugir. Descer do cimo da minha razão por uma corda de chuva, vestir-me com a humidade verde das plantas, adquirir asas e reaver a memória de um mundo primordial.
Al Berto (Lunário)
si ce daca daca iti plac ultimele filme ale lui sergiu nicolaescu? daca incepi si tu sa ma compari cu minulescu? daca porti unghii false si lungi sau te imbraci excesiv in haine cu dungi? daca nu treci strada decat pe verde? daca ma iubesti ca n-ai ce pierde? daca iti cumperi haine de unde iti iei si mancare? dac-o sa ma rogi etern sa te ajut la parcare? daca stii sa scuipi mai bine decat mine? daca ai rau de serpentine? daca ai ochii mai frumosi decat buzele? si daca-mi faci geloase muzele? nu e nicio problema, iubito, si eu gresesc dar apari odata, te rog, ca imbatranesc
Iv Cel Naiv (Uibesc)
Mi querida: Tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo apunto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza -y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra. Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo. Julio
Julio Cortázar
No hace mucho una madre, preocupada, me preguntaba cuándo dejaría su hija de año y medio de ser tan egoísta; cuándo aprendería a compartir. ¿Por qué el aprender a compartir obsesiona tanto a algunos padres y educado- res? ¿De qué les va a servir a los niños aprender una cosa así? Los adultos no compartimos casi nada. Un ejemplo. Isabel, no llega a dos añitos, juega en el parque con su cubo, su palita y su pelota, bajo la atenta y cariñosa mirada de mamá. Claro, como le faltan manos, en ese momento solo la pala está bajo su posesión directa, y el cubo y la pelota yacen a cierta distancia. Se acerca un niño desconocido, más o menos del mismo tamaño, se sienta al lado de Isabel y sin mediar palabra agarra la pelota. Isabel llevaba diez minutos sin hacer ningún caso de la pelota, y en un principio sigue tan tranquila dando golpes en el suelo con su pala. ¿Tan tranquila? Un observador atento habrá notado que los golpes son un poco más fuertes, y que Isabel vigila la pelota por el rabillo del ojo. El recién llegado, por su parte, parece plenamente consciente de que pisa terreno resbaladizo; apar- ta la pelota, observa el efecto, la vuelve a acercar... Para que no haya lugar a malentendidos, Isabel advierte: «¡É mía!»; y al poco se cree obligada a especi- ficar: «¡Pelota é mía!». El intruso, que aparentemente todavía no domina las frases de tres palabras (o tal vez, simplemente, prefiere no comprometerse), se limita a repetir: «¡Pelota, peloooota, pota!». Temerosa sin duda de que estas palabras equivalgan a una reclamación de propiedad, Isabel decide recuperar la plena posesión de su pelotita verde. El intruso no ofrece demasiada resis- tencia, pero en un descuido logra hacerse con el cubo. Isabel juega unos minu- tos, satisfecha con la pelota recién recuperada, pero de pronto parece inquieta. ¿Y el cubo? ¡Pero adónde vamos a llegar! Y así podemos pasar media tarde. Unas veces, Isabel cederá de buen grado, durante unos minutos, el disfrute de alguna de sus posesiones. Otras veces lo tolerará de mal grado. Otras no lo tolerará en absoluto. En ocasiones, ella misma ofrecerá al otro niño su propia pala a cambio de su propio cubo. Puede haber algunos llantos y gritos por ambas partes; pero, en todo caso, es proba- ble que su nuevo «amigo» consiga bastantes minutos de juego relativamente pacífico. Es muy posible también que ambas madres intervengan. Y aquí se produce un hecho que nunca deja de sorprenderme: en vez de defender como una leona a su cría, cada madre se pone de parte del otro niño. «Venga, Isabel, déjale la pala a este niño.» «Vamos, Pedrito, devuélvele a esta niña su pala.» En el me- jor de los casos, la cosa quedará en suaves exhortaciones; pero no pocas ve- ces las madres compiten en una loca carrera de generosidad (¡qué fácil es ser generoso con la pala de otro!): «¡Ya está bien, Isabel, si te vas a portar así, mamá se enfada!». «¡Pedrito, pide perdón ahora mismo, o nos vamos!» «¡Dé- jelo, señora, que juegue, que juegue con la pala! Es que esta niña es una egoísta...» «¡Huy, pues el mío es tremendo! Tengo que estar todo el día detrás, porque siempre está chinchando a otros niños y quitándoles las cosas...» Y así acaban los dos castigados, como pequeños países en conflicto que podrían haber llegado fácilmente a un acuerdo amistoso si no hubieran intervenido las dos superpotencias. Escenas como esta, mil veces repetidas, hacen que a veces consideremos egoístas a nuestros hijos. Nosotros compartiríamos sin dudarlo una pala de plástico y una pelota de goma. Pero ¿realmente somos más generosos que ellos, o es que los juguetes nos traen sin cuidado? Es preciso poner las cosas en perspectiva. Imagine que es usted la que está sentada en un banco del parque escuchando música. A su lado, sobre el ban- co, su bolso sobre un periódico doblado. En esto se acerca un desconocido, se sienta a su lado y sin mediar palabra se pone a
Anonymous
(...) en cuanto sales de Europa, ya no hay más que mosquitos. Unos mosquitos verdes, venenosos y pequeños, que se cuelgan por todas partes. Y que dan fiebre, y sueño... y a veces, la locura. Pero no te asustes tú, mi héroe..., también hay mosquiteros, y cremas especiales para la piel. Y luego, ¡la Ciencia! Por cada mosquito que produce Dios, producen una inyección los alemanes.
Alejandro Casona (Prohibido suicidarse en primavera)
- Si te fijas bien dentro de estos ojos puedes saber que no es mentira, nada es real, tampoco digo que no sucediera. - Entonces ¿me estas diciendo que has olvidado todo?¿lograste dejar todo eso que había en tu memoria en una parte oscura de tu cabezota solo para ser feliz? - No lo he olvidado si es lo que piensas, solo olvidé como hacer que funcione. -Ese ha sido el precio de tu felicidad, de verdad que te ha costado caro pequeña niña de ojos verdes. Pero te diré una cosa, no eres la primera, todos los humanos que han entendido como funciona este sistema regresan, esta en su naturaleza, si lo descubriste fué por curiosidad, está en tu genética, nunca llenarás de nuevo ese vacío y regresarás. -Haré almenos que dure más de lo que esperas. -Dudo que soportes más que eso, hasta entonces niña linda.
Lesly Yossie
- Já passámos por tanta coisa juntos, acho que podíamos ser namorados. Tu queres? - Não sei. - Não sabes porquê? - Ora, se calhar chateia-te eu ser preto. - És parvo? A ti chateia-te eu ser ruiva? - Não, acho lindo. - Eu também acho lindo a tua cara pretusca, com olhos verdes. - Então está bem, vamos ser namorados. Não temos de dar beijos, pois não?
Rosa Lobato de Faria (Erva Milagrosa)
un corazón roto no es ni la mitad de terrible que en los libros. Es como tener una muela picada, aunque no te parezca un símil muy romántico: te duele de vez en cuando y te da alguna que otra mala noche, pero entretanto te deja disfrutar de la vida, los sueños, los ecos y los caramelos como si no pasara nada.
L.M. Montgomery (Más aventuras en Avonlea (Ana de las tejas verdes #4))
Tijdens een van mijn avondwandelingen belandde ik bij toeval in de Rua de Almeida Garrett (een zijstraat van Avenida Ho Chi Minh). Die was genoemd naar João Baptista da Silva Leitão de Almeida Garrett, een negentiende-eeuwse Portugese schrijver en politicus, die in de Verenigde Staten weinig gekend was, en in Angola nog minder. Ik kende hem alleen van een motto in een roman van José Saramago, een uitspraak die reuze toepasselijk was in Luanda: 'Ik vraag de economen en de moralisten of ze ooit wel eens hebben berekend hoeveel individuen veroordeeld moeten worden tot lijden, zwaar werk, demoralisatie, een ellendige jeugd, volstrekte onwetendheid, overweldigende rampspoed en de opperste armoede om één rijke man voort te brengen?
Paul Theroux (The Last Train to Zona Verde: My Ultimate African Safari)
Ik dacht: dit is het gelach in de schaduw van de galg, zo klinken mensen die weten dat ze ten dode zijn opgeschreven, zo ziet een stad eruit die naar de verdommenis gaat. Diezelfde hysterie tref je aan in de beschrijving die Thucydides geeft wanneer de pest uitbreekt in Athene: 'Overweldigd door de hevigheid van de rampspoed, en niet wetend wat hen te doen stond, werden de mannen onverschillig [...] en de grote losbandigheid begon.' Net als de inwoners van Athene deden de Angolezen uit de musseque alsof het einde der tijden was aangebroken: een schreeuwerige, chaotische, bandeloze samenleving die op de rand van uitsterven verkeerde. Geen wanhopige mensen, maar mensen die dansten, die de kiduru en de kizomba deden, zoals Kalunga me uitlegde toen de meisjes in de sloppenwijk in het rond stonden te draaien en soms wat danspasjes invoegden onder het lopen. Het wemelde van de prostituees in de stad, veelal vluchtelingen uit Congo, die mannen oppikten in de Pub Royal en de Zanzibar. De meeste mensen giechelden als gekken omdat ze beseften dat hun dagen geteld waren. Zo klonk dat Angolese gelach mij in de oren: als geraaskal dat getuigde van groot lijden, als versterkt doodsgereutel. Net als de inwoners van Athene hing hen rampspoed of de dood boven het hoofd en 'besloten ze te genieten van een klein deel van hun leven'. Kalunga stapte op zijn motorfiets, maar startte hem niet. Hij zat uit te kijken over de stad en zei: 'Zo zal de wereld eruitzien wanneer het einde der tijden is aangebroken.
Paul Theroux (The Last Train to Zona Verde: My Ultimate African Safari)
¿Mi ejemplo favorito? Dr. Seuss escribió El gato en el sombrero con sólo 236 palabras diferentes, así que su editor le apostó que no podría hacerlo con sólo 50. Dr. Seuss ganó la apuesta con Huevos verdes y jamón. Ambos son de los libros para niños más vendidos de todos los tiempos.
Austin Kleon (Roba como un artista: Las 10 cosas que nadie te ha dicho acerca de ser creativo (Spanish Edition))
Cuando el crepúsculo deje su cortina caer y la fije en el cielo con una estrella, recuerda que allí, donde quiera que estés, tendrás una amiga que siempre te espera.
L.M. Montgomery (Ana, la de Tejas Verdes (Ana, la de Tejas Verdes, #1))
Enquanto os meses passam, faze de conta que estás no teatro, entre um ato e outro, conversando. Lá dentro preparam a cena, e os artistas mudam de roupa. Não vás lá; deixa que a dama, no camarim, ria com os seus amigos o que chorou cá fora com os espectadores. Quanto ao jardim que se está fazendo, não te exponhas a vê-lo pelas costas; é pura lona velha sem pintura, porque só a parte do espectador é que tem verdes flores
Machado de Assis (Esaú e Jacó / Críticas Literárias / Críticas Teatrais)
¡Oh, gallardas arboladuras, velas blancas, fragatas airosas con su proa levantada y su mascarón en el tajamar! ¡Redondas urcas, veleros bergantines! ¡Qué pena me da el pensar que vais a desaparecer! ¡Amable sirena, que te levantabas sobre las olas azules para mirarnos con tus ojos verdes, ya no te verán más! ¡Oh, días de calma! ¡Oh, momentos de indolencia! ¡Cuántas horas no habré pasado en la hamaca contemplando el mar, claro o tempestuoso, verde o azul, rojo en el crepúsculo, plateado a luz de la luna y lleno de misterio bajo el cielo cuajado de estrellas!
Pío Baroja (Las Inquietudes De Shanti Andia)
La canción de Despedida de mi Madre Sri Lalita 2014 Enero Se libre de Mi, hijo mío: Ve y cumple tu destino verde león. Cada flor que visites será un gurú y cada gurú será una flor. Toma el polen de cada gurú y haz tu propia miel. Un millón de flores no pueden hacer al corazón de una sola abeja. Ni un millón de soles pueden hacer a una sola flor. Sé libre de Mi, hijo mío! Y libérate de esta ilusión… La única verdad esta mas allá de tu belleza de verde león. Más allá de Mi miel. Mas allá de Mi amor. Y todos los Dioses te adoraran como el Sat gurú supremo en cada corazón.
Daniel Wamba
9 de noviembre A Yegórov le quemaron la casa y asesinaron a su hijo. A Wrede le mataron a su padre. A Fedia, a su madre. Entiendo por qué odian a los Rojos. Pero yo, ¿por qué los odio? No tengo casa ni familia. No tengo pérdidas porque no tengo bienes. A muchas cosas soy indiferente. Qué me importa a mí quién frecuenta el Yar: si un gran príncipe borracho o un marinero ebrio con pendiente. Me da igual quién se «enriquezca» —es decir, quién robe—, si un funcionario zarista o un comunista con «conciencia de clase»: a fin de cuentas, no solo de pan vive el hombre. No me importa quién ostente el poder en el país: si la Cheká bolchevique o la Ojrana zarista. Después de todo, se recoge lo que se siembra. ¿Qué ha cambiado? Nada, salvo los nombres. ¿Hay que blandir la espada por tanta vanidad? Pero los odio. Descamisados, con un emboquillado en los labios, traicionaron a Rusia en el frente. Y descamisados, con un emboquillado en los labios, ahora la profanan. Profanan la vida cotidiana. Profanan la lengua. Profanan incluso la palabra «ruso». Se jactan de no tener linaje. Para ellos, la patria es un prejuicio. En nombre de su bienestar, venden por unos pocos kopeks una herencia que no les pertenece, que no es suya, sino de nuestros padres. ¡Y son estas bestias las que dictan las leyes en Moscú…! Si un piojo de tu camisa te grita que eres una pulga sal a la calle y ¡mátalo! Savínkov, Borís. El caballo negro (Impedimenta) (Spanish Edition) (Posición en Kindle433-447). Impedimenta. Edición de Kindle.
Boris Savinkov (El caballo negro)
Estou só como no dia anterior àquele em que nasci, ainda na barriga da mamã, mas sem a conhecer e ignorando absurdamente a jornada que me esperava. Eu, mistério de carne insatisfeito. Eu, tempestade sobre as quatro estações. Eu, forte e fraca de tudo. Já não me espera a obrigação de vencer, de voar acima da miséria, da desordem e da aparência. Nada me espera, mas lembro-me de que ainda estou na vida. Obrigo-me a comer a sopa de feijão-verde repetindo esta ideia: tens anos para cumprir. Aguenta-te. Isto ainda vai melhorar. E agora? A mesma pergunta, ciclo após ciclo. E agora? O que me resta sem eles, sem nada por que esperar, a que obedecer, respeitar, cuidar?! Sem amarras, sem âncora, sem desejo de fuga? Como é que se vive?!
Isabela Figueiredo (A Gorda)
Vem, Noite antiquíssima e idêntica, Noite Rainha nascida destronada, Noite igual por dentro ao silêncio. Noite Com as estrelas lantejoulas rápidas No teu vestido franjado de Infinito. Vem, vagamente, Vem, levemente, Vem sozinha, solene, com as mãos caídas Ao teu lado, vem E traz os montes longínquos para o pé das árvores próximas. Funde num campo teu todos os campos que vejo, Faze da montanha um bloco só do teu corpo, Apaga-lhe todas as diferenças que de longe vejo. Todas as estradas que a sobem, Todas as várias árvores que a fazem verde-escuro ao longe. Todas as casas brancas e com fumo entre as árvores, E deixa só uma luz e outra luz e mais outra, Na distância imprecisa e vagamente perturbadora. Na distância subitamente impossível de percorrer. Nossa Senhora Das coisas impossíveis que procuramos em vão, Dos sonhos que vêm ter connosco ao crepúsculo, à janela. Dos propósitos que nos acariciam Nos grandes terraços dos hotéis cosmopolitas Ao som europeu das músicas e das vozes longe e perto. E que doem por sabermos que nunca os realizaremos... Vem, e embala-nos, Vem e afaga-nos. Beija-nos silenciosamente na fronte, Tão levemente na fronte que não saibamos que nos beijam Senão por uma diferença na alma. E um vago soluço partindo melodiosamente Do antiquíssimo de nós Onde têm raiz todas essas árvores de maravilha Cujos frutos são os sonhos que afagamos e amamos Porque os sabemos fora de relação com o que há na vida. Vem soleníssima, Soleníssima e cheia De uma oculta vontade de soluçar, Talvez porque a alma é grande e a vida pequena. E todos os gestos não saem do nosso corpo E só alcançamos onde o nosso braço chega, E só vemos até onde chega o nosso olhar. Vem, dolorosa, Mater-Dolorosa das Angústias dos Tímidos, Turris-Eburnea das Tristezas dos Desprezados, Mão fresca sobre a testa em febre dos humildes. Sabor de água sobre os lábios secos dos Cansados. Vem, lá do fundo Do horizonte lívido, Vem e arranca-me Do solo de angústia e de inutilidade Onde vicejo. Apanha-me do meu solo, malmequer esquecido, Folha a folha lê em mim não sei que sina E desfolha-me para teu agrado, Para teu agrado silencioso e fresco. Uma folha de mim lança para o Norte, Onde estão as cidades de Hoje que eu tanto amei; Outra folha de mim lança para o Sul, Onde estão os mares que os Navegadores abriram; Outra folha minha atira ao Ocidente, Onde arde ao rubro tudo o que talvez seja o Futuro, Que eu sem conhecer adoro; E a outra, as outras, o resto de mim Atira ao Oriente, Ao Oriente donde vem tudo, o dia e a fé, Ao Oriente pomposo e fanático e quente, Ao Oriente excessivo que eu nunca verei, Ao Oriente budista, bramânico, sintoísta, Ao Oriente que tudo o que nós não temos. Que tudo o que nós não somos, Ao Oriente onde — quem sabe? — Cristo talvez ainda hoje viva, Onde Deus talvez exista realmente e mandando tudo... Vem sobre os mares, Sobre os mares maiores, Sobre os mares sem horizontes precisos, Vem e passa a mão pelo dorso da fera, E acalma-o misteriosamente, Ó domadora hipnótica das coisas que se agitam muito! Vem, cuidadosa, Vem, maternal, Pé antepé enfermeira antiquíssima, que te sentaste À cabeceira dos deuses das fés já perdidas, E que viste nascer Jeová e Júpiter, E sorriste porque tudo te é falso e inútil. Vem, Noite silenciosa e extática, Vem envolver na noite manto branco O meu coração... Serenamente como uma brisa na tarde leve, Tranquilamente com um gesto materno afagando. Com as estrelas luzindo nas tuas mãos E a lua máscara misteriosa sobre a tua face. Todos os sons soam de outra maneira Quando tu vens. Quando tu entras baixam todas as vozes, Ninguém te vê entrar. Ninguém sabe quando entraste, Senão de repente, vendo que tudo se recolhe, Que tudo perde as arestas e as cores, E que no alto céu ainda claramente azul Já crescente nítido, ou círculo branco, ou mera luz nova que vem, A lua começa a ser real.
Fernando Pessoa (Poemas de Álvaro de Campos (Obra Poética IV))
De tudo certamente te esqueceste, Porque tudo no mundo morre e muda, E agora és triste e só como um cipreste, E como a campa jazes fria e muda. Esqueceste sim, meu sonho querido, Que o nosso belo e lúcido passado Foi um único abraço comprimido, Foi um beijo, por meses, prolongado. E foste sepultar-te, ó serafim, No claustro das Fiéis emparedadas, Escondeste o teu rosto de marfim No véu negro das freiras resignadas. E eu passo tão calado como a Morte Nesta velha cidade tão sombria, Chorando aflitamente a minha sorte E prelibando o cálix da agonia. E, tristíssima Helena, com verdade, Se pudera na terra achar suplícios, Eu também me faria gordo frade E cobriria a carne de cilícios.
Cesário Verde (Cânticos do Realismo e outros poemas)
—Tú también me trajiste de vuelta —dijo él—. Te he amado toda mi vida, Emma. Y cuando no sentía nada, me di cuenta de que, sin ese amor, yo no era nada. Eres la razón por la que quise salir de la jaula. Me hiciste comprender que el amor da más alegría que cualquier pena que pueda causar. —Echó la cabeza atrás para mirarla, con sus ojos verde azulado brillando—. He amado a mi familia desde el día en que nací, pero tú eres el amor que elijo, Emma. Entre todo el mundo, entre todas las personas que he conocido, te elijo a ti. Siempre he tenido fe en esa elección. Y en el último extremo, ese amor y esa fe siempre me han traído de vuelta, de vuelta a ti. «En el último extremo, ese amor y esa fe siempre me han traído de vuelta, de vuelta a ti». Emma no tenía que preguntar, sabía en qué estaba pensando Julian: sus amigos y su familia en fila ante ellos en los Campos Imperecederos, el amor que los había recuperado de una maldición tan poderosa que todos los cazadores de sombras temían.
Cassandra Clare (Queen of Air and Darkness (The Dark Artifices, #3))
 Bingo Junio- Julio- Agosto  Vòmito (libro que te haya generado molestias): La mediadora, Lena Valenti. El libro esta muy bueno, la protagonista ve fantasmas y gente muerta pero las escenas de sexo me generaron mucha molestia, llego el punto que quise dejar de leer. Suciedad (un libro que exponga las miserias de la sociedad: El lazarillo de Tormes, Anonimo. Un clàsico de la literatura, Lazaro nos cuenta como paso tantas miserias siendo Lazarillo y como llego a donde esta ahora.  Cèsped (libro donde la ambientaciòn sea un espacio verde): El rey leon. Simba, hijo del rey, es exiliado cuando su Tìo toma el trono y se apodera de todo el reino.   Jabòn (un personaje que tenga una conducta perfecta): Heartstopper II, Alice Oseman. Nick Nelson es la mejor persona que podriamos tener en nuestras vidas, es el mejor amigo, mejor novio. Nunca quiere lastimar a nadie y menos a Charlie  Huevo podrido (un libro con Hype): La celestina, Fernando de Rojas. En su epoca, la Celestina fue el boom debido a que fue publicado cuando las imprentas surgieron y asi pudieron llegar a toda la poblaciòn.  Moco (Un libro con trama emotiva): El dìa que dejo de nevar en Alaska, Alice Kellen. Creo que fue uno de los libros màs tristes que leì en el año, los problemas de Heather y los de Nilak, me desarmaron por completo.  Cerilla (Un libro de (un/a autor/a que sea mayor de 60): El libro del buen amor, Arcipestre de Hita. El libro del buen amor es un clàsico de la literatura española y utiliza diferentes generos que nos llevan a leer un tipo de grotesco  Sandia (un libro donde la trama transcurra en verano): Sucedio un verano, Tessa Bailey. La trama de este libro es muy buena porque va màs allà de solo un romance de verano, sino de la superaciòn y encontrarse a uno mismo en el camino.  Limòn (Un libro con una portada amarilla): El conde lucanor, Juan Manuel. Este clasico de la literatura, esta dividido en cinco partes y vemos como el mismo autor se mete en la trama del libro para tomar las riendas de el.
Alice Oseman
Si amas y respetas el mundo que te rodea, no lo maltratas. Cuanta más empatía y simpatía tengas por tu entorno, mejor lo tratarás. Esto está inscrito en la Norma de Oro básica presente en muchas religiones. Es una reciprocidad ética: si tratas con cortesía a los que te rodean, ellos harán lo mismo contigo. Lo que das al mundo, incluyendo los pensamientos, los actos y la energía, regresa a ti.
Arin Murphy-Hiscock (La bruja verde: Guía completa de magia natural con hierbas, flores, aceites esenciales y más (Spanish Edition))
Cuando veo salir el sol escalando una montaña, puedo admirar todo su proceso, siempre inalterable, desde el negro a los tonos verdes, de los tonos verdes a los rojizos, de ahí a los primeros rayos de luz que despuntan hacia el cielo y van descendiendo hasta tocar el rostro, con aquel mínimo calor que lo transforma todo, que ilumina y te hace sentir vivo, un instante breve pero precioso. Debo reconocer que siempre siento que aquella salida de sol es especial, mágica, que en su proceso contiene algo que no logro descifrar y que me vuelve loco, que quizás es por ello por lo que regreso a la montaña una y otra vez, para intentar descubrir cuál es esa fuerza desconocida que me arranca desde mis entrañas esas palpitaciones de totalidad.
Kilian Jornet (La frontera invisible)
Igual suenan las cinco de la mañana no hay nada escrito. Los semáforos aún grita ¡verde!, los ojos todavía ruegan ¡dame!, la noche se te estira y dictamina: ¡ten!
Xavier Velasco (Luna llena en las rocas)
Mientras Lucca se duchaba aproveché para interactuar en mis redes. Los comentarios desagradables sobre mi peso habían ido desapareciendo, aunque en TikTok siempre había algún descerebrado que criticaba mi contenido. Era algo que no se entendía: si no te gusta no mires, ¡es tan sencillo...! Pero claro, esa gente no daba para más. Como dice Dani Rovira en su monólogo 'Odio', esa gente no tiene todos los patitos en fila en su cabeza. A veces pienso que no sabemos la suerte que tenemos con toda esta tecnología a nuestro alcance. ¿Y para qué la usamos? Para poner verde a una serie de personas que no conocemos. Para escondernos tras un perfil falso y hacer daño. Para insultar gratuitamente sin saber las consecuencias de nuestras palabras. En TikTok e Instagram la gente crea contenido porque le gusta, porque entretiene o simplemente porque le apetece. ¿Qué razones tenemos para acribillar a alguien, a su trabajo, a su manera de ser o de bailar? Es increíble, pero la empatía brilla por su ausencia.
Susana Rubio (Ciao, bonita (En Roma, #2))
De qué me voy a disfrazar cuando ya no pueda decir que estoy mal, que es la causa, y mis amigas me pregunten cómo estoy; qué voy a decir cada vez que quiera justificar un abandono o una tristeza, un capricho; qué voy a inventar ahora cuando no quiera coger, recibir besos o abrazos; cuando no quiera levantarme de la cama y ya no tenga que ir a declarar, ¿qué voy a decir? Qué voy a decir cuando me pregunten qué te pasa, cuando me digan, ¿qué hiciste de tu vida? No sé, qué se yo, yo estudié, escribí, trabajé, y nada, eso, o también la causa, sí, también denuncié a mi abusador, (…), y otra vez lo mismo, otra vez ser la más poronga, otra vez empezar de cero, y ahora delante de mí no hay más que cielo celeste y pasto verde para ir y andar y yo que no sé qué hacer con todo eso, con esa inmensidad y tengo miedo y mejor no, mejor me quedo acá.
Belén López Peiró (Donde no hago pie)
Perché portare un oggetto a casa, promettergli una vita, una storia, e poi lasciarlo intatto e inutilizzato per giorni, anni, decenni? Spostarlo da una stanza all'altra, da un pensiero all'altro, farlo invecchiare e svalutarlo senza godertelo, e infine spingerlo nel cestino di una moribonda ancora più ipocrita di te che pur sapendo di essere in fin di vita, guarda un po', fa acquisti. Io, senza dubbio, stavo dalla parte delle cose, e non delle persone di quel mercatino.
Tatiana Țîbuleac (El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes)
Cuando quieres volar de verdad primero sientes miedo. Y el miedo te da frío, mucho frío, porque no sabes si vas a regresar. Para que se te quite el miedo tienes que imaginar el mundo. Un mundo donde nadie habla. Y luego tienes que escuchar el viento. Es como una música que apenas y se oye. Entonces debes pensar en las nubes. Nubes como camino, nubes de muchos colores, rojas, amarillas, azules, verdes. Nubes que te empujan y te llevan alto, muy alto, cada vez más alto. Y cuando crees que ya estás en el cielo debes imaginar el silencio. Como si fuera una luz, una inmensa luz blanca que te invade, te llena todo: los ojos, el cuerpo, los pensamientos. Y entonces, sólo entonces, puedes volar.
María Baranda (Marte y las princesas voladoras)
Después de instalar WebChatGPT, vuelve a entrar en ChatGPT y ya verás que debajo de todo, está la opción «Search on the web», que te permitirá decidir si quieres tener la extensión conectada (botón verde) o desconectada (clic en el botón para que se quede gris).
Claudia Davide Montalto (ChatGPT y el Poder de la IA Minimalista: Simplifica tu vida, haz más con menos y aumenta tu productividad (Spanish Edition))
Te quiero advertir de algo: estás a punto de entrar en el jardín de Kiev, y cuando lo hagas, sus semillas arraigarán en tu corazón y lo cubrirán de hojas verdes y de hojas secas, y las flores frescas crecerán en tus entrañas y el musgo húmedo adornará tu piel. El jardín permanecerá en tu interior para siempre, y formará parte de ti y tú formarás parte de él. Nunca podrás desprenderte del jardín. No digas que no te avisé, amigo. Ahora depende de ti seguir leyendo o cerrar el libro. Tú eliges. Pero no hay marcha atrás. Porque las palabras se desbordan de las páginas y se arrastran como la hiedra en busca del último rincón de tu alma. El jardín de Kiev te está esperando. Aunque no lo sepas.
Susana Vallejo (Nueve días en el jardín de Kiev)
—Señorita Constanza —dijo el doctor con un brillo en sus ojos verdes y besando mi mano—, no había tenido el placer de saludaros este día, veo que sois una imponente amazona. ¿Os gustaría dar un paseo conmigo en el ocaso? —Lo siento doctor Wallace —le contestó Randolph—, la señorita tiene unos asuntos pendientes más tarde, así que el paseo será otro día. —Es verdad —le dije—, lo siento Jonathan. Mi tiempo ahora está limitado. —¿Tan limitado que tiene tiempo como para salir a dar un paseo a caballo? —Expresó el duque con sarcasmo. —Lo siento —le respondió Randolph—, no le había podido avisar, pero su alteza llegó esta madrugada y a él, es a la única persona a la que la señorita le da razón de sus asuntos. Todo lo que ella haga en este lugar, es con el consentimiento de su alteza. —Ah sí… —Me miraba el duque fijamente rodeándome como si fuera un buitre—. Pues me gustaría saber a cambio de qué, tantas consideraciones. —No le permito que me hable así. —Reaccioné molesta sin pensarlo—. No voy a permitir que me ofenda. —¡Insolente! —Me gritó—. ¿No tienes claro cuál es tu lugar aquí? ¿No sabes con quién estás hablando? Yo soy el duque de Kronguel Rodolfo Von Hanslow, pídeme perdón por tu falta de respeto o haré que castiguen tu atrevimiento. —Yo sé perfectamente quien es usted. —Le dije firmemente sosteniéndole la mirada—. Y no voy a pedirle perdón porque fue usted, el que me ofendió con su insinuación. —¡Te voy a enseñar a…! —Exclamó levantando su mano para darme un azote con la fusta. Pero diciendo esto, comenzó a sentirse mal sujetándose el pecho. —Es suficiente. —Randolph firmemente se colocó frente a mí interponiéndose y protegiéndome—. Si le molesta la presencia de la señorita Constanza, es mejor que lo hable con el príncipe. —¡Excelencia por favor! —Jonathan se apresuró sosteniéndolo—. ¡Recordad lo delicado de vuestro corazón! —Por supuesto que lo haré. —Se dirigió el duque a Randolph tratando de respirar con tranquilidad, calmándose y conteniendo su enojo—. Pronto sabrán aquí quien soy yo y cuando eso suceda, —mirándome fijamente agregó—: Me voy a encargar de ti personalmente.
Itxamany Bustillo (El Príncipe de Bórdovar 1)
Nu te faci critic decât după ce te-ai convins tu însuți că nu poți fi poet. Înainte de a te resemna la tristul rol de a ține paltoanele și de a marca loviturile ca un băiat de biliard sau unul care servește mingea, multă vreme ai făcut curte muzei, ai încercat s-o deflorezi; dar nu ai avut destulă vigoare pentru asta, ți-ai pierdut răsuflarea și ai căzut, palid și istovit, la piciorul sfântului munte. Înțeleg ura ta. E dureros să vezi pe un altul așezându-se la masa banchetului la care tu nu ai fost poftit și culcându-se cu o femeie care te-a refuzat pe tine. Îl plâng din inimă pe bietul eunuc obligat să asiste la zbenguielile stăpânului său. El e admis în ascunzișurile cele mai secrete ale haremului; conduce cadânele la baie; vede lucind în apa argintie a marilor bazine frumoasele trupuri șiroind de perle, mai lucioase decât agatele; cele mai discrete frumuseți îi apar fără nici un văl. Prezența lui nu stingherește. E un eunuc. Sultanul își mângâie favorita și o sărută pe gura-i ca o rodie, în fața lui. E, într-adevăr, pus într-o situație cât se poate de falsă, și trebuie să se simtă desigur foarte încurcat, neștiind cum să se poarte. În aceeași situație se află și criticul care-l vede pe poet plimbându-se în grădina poeziei cu cele nouă frumoase cadâne, și lăfăindu-se într-o dulce lene la umbra laurilor verzi. Cu greu se stăpânește să nu ridice o piatră de pe drum și să i-o arunce în cap; cu ce sete l-ar nimeri, dincolo de zidul verde unde se află, dacă ar fi destul de îndemânatic. Criticul care nu a creat nimic e un laș; e întocmai ca acel abate care face curte soției unui laic: acesta din urmă nu se poate răzbuna în același fel și nici nu se poate bate cu el.
Théophile Gautier
Vorrei avere il talento per dipingere i miei sentimenti per te, perché sento che le mie parole sono sempre inadeguate. Immagino di usare il rosso per la tua passione e l’azzurro per la tua gentilezza; un verde bosco per riflettere la profondità della tua simpatia e un giallo brillante per il tuo incrollabile ottimismo. Però mi chiedo lo stesso: la tavolozza di un artista sarebbe in grado di catturare tutte le sfumature di ciò che significhi per me?
Nicholas Sparks (The Longest Ride)
Safo ese insecto verde brillante que en cada discusión por celos revolotea entre tu amante y tú, que agita los iones, te muerde la piel y te hace rabiar, que eriza los pelos en el lomo de tu gato
Taisia Kitaiskaia (Literary Witches: A Celebration of Magical Women Writers)
Considera la scaltrezza del mare: le sue più temute creature scivolano sott'acqua, per lo più occulte e infidamente nascoste sotto le più incantevoli tonalità turchine. Considera anche il fulgore e la bellezza diabolici di tante delle sue più inesorabili tribù, come la forma adorna e delicata di molte specie di squali. Considera, ancora, l'universale cannibalismo del mare: tutte le sue creature si predano l'un l'altra perpetrando fin dal principio del mondo una guerra eterna, Considera tutto questo; e poi volgiti a questa verde, mite, mansuetissima terra. Considerali entrambi, il mare e la terra; e non vi trovi una strana analogia con qualcosa che è in te? Perchè, come quest'orrendo oceano circonda la terra verdeggiante, così nell'anima dell'uomo si trova un'insulare Tahiti, piena di pace e di gioia, ma cinta da tutti gli orrori della metà della vita conosciuta. Che Dio ti protegga! Non spingerti al largo di quell'isola: potresti non far mai più ritorno!
Melville Herman (Moby Dick)