Te Quiero Mucho Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Te Quiero Mucho. Here they are! All 100 of them:

Si digo que te quiero mucho, se me hace poco
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
Todas las palabras se ponen nerviosas cuando tengo que ordenarlas para decirte lo mucho que me importas. Pero, es que mi corazón no había latido así antes y siento que te debo él te quiero. Siento que hay que quererte, y que estaría loco si no lo hiciese.
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada. Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»). Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
Jaime Sabines (Recuento De Poemas, 1950-93 (Spanish Edition))
No te amo. Amo a mi familia y tal vez a Casey y Jessica, pero el amor romántico lleva años y años en aparecer. Entonces no te amo. Pero admitiré que he pensado mucho en ti últimamente y definitivamente tengo sentimientos por ti… Otros sentimientos además de odio mayormente. Y tal vez es posible que en el futuro pueda amarte. Pero todavía quiero matarte la mayor parte del tiempo.
Kody Keplinger (The DUFF: Designated Ugly Fat Friend (Hamilton High, #1))
-Yo te gusto- continuó ella-, por el motivo que ya te he dicho; he roto tu soledad, te he recogido precisamente ante la puerta del infierno y te he despertado de nuevo. Pero quiero de ti más, mucho más. Quiero hacer que te enamores de mí. No, no me contradigas, déjame hablar. Te gusto mucho, de eso me doy cuenta, y tú me estas agradecido, pero enamorado de mí no lo estás. Yo voy a hacer que lo estés, esto pertenece a mi profesión; como que vivo de eso, de poder hacer que los hombres se enamoren de mí. Pero entérate bien: no hago esto porque te encuentre francamente encantador. No estoy enamorada como tú de mí. Pero te necesito, como tú me necesitas. Tú me necesitas actualmente, de momento, porque estás desesperado y te hace falta un impulso que te eche el agua y te vuelva a reanimar. Me necesitas para aprender a bailar, para aprender a reír, para aprender a vivir. Yo, en cambio, también te necesito a ti, no hoy, más adelante, para algo muy importante y hermoso. Te daré mi última orden cuando estés enamorado de mí, y tú obedecerás, y ello será bueno para ti y para mi. No te ha de ser cosa fácil, pero lo harás, cumplirás mi mandato y me matarás. Eso es todo. No preguntes más nada.
Hermann Hesse
Siempre he pensado que los que dicen «te quiero mucho», en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el «mucho», que en este caso significa «poco», por timidez o por miedo a la contundencia de «te quiero», que es la única manera verdadera de decir «te quiero». El «mucho» hace que el «te quiero» se convierta en algo apto para todos los públicos, cuando, en realidad, casi nunca lo es. «Te quiero», las palabras mágicas que te pueden convertir en un perro, en un dios, en un chiflado, en una sombra.
Milena Busquets (También esto pasará)
Me haré a la idea de que te soñé –dijo-. Porque la verdad es que te conozco de vista desde hace mucho tiempo, pero me gustas más cuando te sueño. Entonces hago de ti lo que quiero. No como ahora que, como tú ves, no hemos podido hacer nada.
Juan Rulfo (Un pedazo de noche)
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño. Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
Jaime Sabines (Los amorosos: Cartas a Chepita)
Me prometiste que nunca me follarías, pero ¿qué fue lo de anoche? Ni una palabra, ni un «te quiero», ni una nota antes de marcharte. ¿Era eso? ¿Un polvo de despedida? —El susurro de ella se convirtió en un sollozo—. ¿Quién es el follaángeles ahora? Gabriel hizo una mueca de dolor. Fue algo más que una mueca. Fue como si acabara de recibir un puñetazo. Cerró los ojos y gimió débilmente, mientras se apoyaba en los talones y apretaba mucho los puños. Todos vieron como palidecía de golpe. —Eso me ha dolido, Julianne —murmuró.
Sylvain Reynard (Gabriel's Rapture (Gabriel's Inferno, #2))
[…] Había una vez, hace mucho tiempo, un mundo donde los humanos tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos caras. ¿Te lo imaginas, Peter? Eran felices, poderosos. Los Dioses empezaron a tener miedo, pavor de que se unieran y acabaran con ellos. Y envidia, mucha envidia de esa felicidad. Tenían que hacer algo. Entonces se les ocurrió partirlos por la mitad, separarlos, condenarlos a buscarse eternamente y así distraerlos de la rebelión. De ese modo, pasaron a tener solo dos piernas, dos brazos, una cara… Se sintieron rotos. Y en realidad era cierto, estaban rotos. Aún podían sentir su otra parte, perdida en la inmensidad del universo. Si te amputan una pierna o un brazo, aunque no esté, sigues sintiéndolo; puedes notar cómo te cosquillea, está ahí aunque nadie pueda verlo. Pero tú lo sientes como si no hubiera desaparecido y, si no miras, si no te fijas, para ti sigue ahí. Miembro fantasma lo llaman. Tú eres mi mitad Peter, mi miembro fantasma. Te siento aunque no estés y me niego a que desaparezcas, a pasarme toda la vida buscándote. No quiero buscarte, no quiero sentirte si no estás. No puedes hacerme eso, no puedes.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
—¿Gladdie? -Sollozó Walt-. Duele. —Chist. No te va a doler mucho rato. Doc hará que se te pase. —¿Gladdie? —¿Sí? —Te quiero, Gladdie. Te he amado durante toda mi vida. —Lo sé, Walter. Yo... También te quiero. Ya sabes cuánto te amo.
Stephenie Meyer (The Host (The Host, #1))
Bueno, usted también pensará que es una locura. Pero de todas las personas a las que se lo puedo decir y que van a pensar que es una barbaridad prefiero decírselo a usted, porque en el fondo es la única que me importa que lo sepa. No sirve para nada que lo sepa. Y sospecho que es peor, eso de que lo sepa. Pero ya ve, se lo digo igual. Parece que la quiero, Ofelia. Mil perdones, pero me parece que la quiero mucho.
Eduardo Sacheri (Lo mucho que te amé)
—¿Por qué estás sufriendo? — Porqué no tengo ni idea de que estoy haciendo. Me haces querer ser una persona diferente, pero ¿Y si no sé como ser lo que necesitas? Todo esto es nuevo para mí y quiero demostrarte que te quiero para mucho más que sólo una noche.
Colleen Hoover (It Ends with Us (It Ends with Us, #1))
Y ahora me quedo aquí, con todas las cosas que nunca te llegué a contar. Pensando en todos los lugares que no te toqué. En cómo pude haber llegado por tu espalda, taparte los ojos, preguntarte quién soy y besarte el cuello para delatarme. Ahora estoy aquí, en el lugar donde se durmió todo, por no decir otra cosa. Justo aquí suena cuando me acuesto a dormir el eco de nuestras conversaciones. Ahora sólo hay viento y una verdad que duele reconocer. Y es verdad, yo una vez me sentí así, mucho antes de que llegaras tú, pero justo cuando llegaste tú yo me dije: ¡Nunca voy a volver a sentirme así! Pero ahora estoy aquí, en el mismo lugar, como no quería estar y sintiéndome como no me quería sentir más nunca. Rodeado de gente conocida y que me conoce y va diciendo mi nombre, pero soy indiferente porque me importa más que me rodees tú. Porque quiero escuchar de ti mi nombre, el tono de tu voz hace que suene perfecto. Es como si mi nombre lo llevara por ti. Y quizá si.
J. Porcupine
Leía mucho. Pero con la lectura pasa lo mismo, ya sabes… sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo” La mayor parte de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso” … a veces las personas son buenas porque no tienen inhibiciones que les impiden actuar con maldad. … Y luego están los que son buenos porque son demasiado cobardes para ser malos” El burgués tiene que estar toda la vida demostrando quién es. El aristócrata ya ha demostrado quién es en el momento de nacer” No me gusta entregarme a los sentimientos…pero el sentimiento de la amistad es mucho más complicado y delicado que el del amor” Ya ves lo ingenuos que somos. Tendemos a creer que los asuntos propios, los verdaderos, son acontecimientos de relevancia mundial” No es cierto que el sufrimiento nos purifique y nos haga mejores, más sabios y comprensivos. Nos vuelve demasiado lúcidos, fríos e indiferentes” Y entonces te das cuenta de que ésa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir
Sándor Márai
—Pero yo te quiero. -susurró- ¿Eso no importa? —Claro que importa. Y mucho, ¿no lo ves? Eso sólo lo hace más... Necesario. —¿Es tan insoportable que te quiera tanto? ¿Es eso? Puedo mantener la boca cerrada, Wanda. No volveré a decir nada más. Puedes quedarte con Jared, si eso es lo que quieres. Quédate con él.
Stephenie Meyer (The Host (The Host, #1))
—Por supuesto que sí, preciosa. —Su tono era irregular, pero sincero—. Lo eres todo para mí. Te quiero. Te quiero mucho.
Laurelin Paige (Forever with You (Fixed, #3))
Muchos días contemplaba tu mirada triste a pesar de que el sol resplandecía tu rostro y sentía que moría por dentro. Ninguna mujer con las que he estado han significado nada. Solo te quiero a ti, te deseo a ti, te amo a ti. Tú eres la mujer adecuada para mí. Estás hecha para mí.
Chloe Magné (La locura de Dangelys (Trilogía Locura nº 3) (Spanish Edition))
Ahora ya sé que te he perdido, que lo he perdido todo. Y aun así no puedo dejar que te vayas para siempre y me olvides sin que sepas que no te guardo rencor, que yo lo sabía desde el principio, que sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mí lo que yo en tí. Quiero que sepas que te quise desde el primer día y que te sigo queriendo, ahora más que nunca, aunque te pese. No deseo nada más en el mundo que seas feliz, que todo a lo que aspiras se haga realidad y que, aunque me olvides con el tiempo, algún día llegues a comprender lo mucho que te quise''.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
—Ahora que lo pienso —dijo Marc—. Todavía no me has preguntado nada. —¿Quieres vivir conmigo durante el resto de tu vida? —¿No te parece mucho tiempo? —dijo él, apartándose un poco, sólo lo justo para poder rozarle la nariz con la suya. —Te pediría más para recuperar estos meses que hemos perdido por mi culpa, pero no quiero asustarte.
Anna Casanovas (Hotel California (Los hermanos Martí, #4))
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
—¿Me quieres? —Sí —dijo lentamente algo avergonzado. —¿Cuánto? —le pregunte con curiosidad. —Te quiero ni mucho ni poco, sino como yo sé —respondió mientras me volvía a besar.
Inma Gisbert Boronat (Mesa para tres)
Siento mucho que no te hayas enamorado de mí. —¿Por qué? —susurra. —Porque como yo te quiero, nadie va a quererte.
Susanna Herrero (Quiero vivir en voz alta (CAR, #1))
En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en estos días contados, y te doy las gracias
John Green (The Fault in Our Stars)
En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en esos días contados, y te doy las gracias.
John Green (The Fault in Our Stars)
Nada cambiaba. Lo único que cambiaba era uno mismo. No es que fueras mucho mayor. No era exactamente eso. Sólo que eras diferente. Eso es todo. Llevabas un abrigo distinto, o tu compañera tenía escarlatina, o la señorita Aigletinger no había podido venir y nos llevaba una sustituta o aquella mañana habías oído a tus padres pelearse en el baño, o acababas de pasar en la calle junto a uno de esos charcos llenos del arco iris de la gasolina. Vamos, que siempre pasaba algo que te hacia diferente. No puedo explicar muy bien lo que quiero decir. Y aunque pudiera, creo que no querría.
J.D. Salinger
No puedo hablar de nuestra historia de amor, así que hablaré de matemáticas. No soy matemática, pero de algo estoy segura: entre el 0 y el 1 hay infinitos números. Están el 0,1, el 0,12, el 0,112 y toda una infinita colección de otros números. Por supuesto, entre el 0 y el 2 también hay una serie de números infinita, pero mayor, y entre el 0 y un millón. Hay infinitos más grandes que otros. Nos lo enseñó un escritor que nos gustaba. En estos días, a menudo siento que me fastidia que mi serie infinita sea tan breve. Quiero más números de los que seguramente obtendré, y quiero más números para Augustus de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío, no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. No lo cambiaría por el mundo entero. Me has dado una eternidad en esos días contados, y te doy las gracias.
John Green (The Fault in Our Stars)
Jesús, quiero adorarte como lo hicieron los Reyes Magos, pero no tengo mucho que ofrecer. Toma mi corazón y quédate con él. Toma mis acciones y bendícelas para que siempre te glorifiquen. Toma mis oraciones y ayúdame a crecer. Am
Sarah A. Reinhard (Bienvenido, Niño Jesús)
Lo que yo sé es menos importante que lo que ve el mundo -dijo Kit_. Permíteme que te haga una pequeña alegoría. El arte. El arte no es un gran acto creativo, sino un conjunto de muchos actos menores. Si lees uno de mis poemas, no ves las emanas de minucioso trabajo que me ha costado componerlo, lo que he pensado, las palabras que he tachado, las páginas que he quemado de rabia. Lo único que ves, al final, es lo que yo quiero que veas. La política es igual.
Samantha Shannon (The Priory of the Orange Tree (The Roots of Chaos, #1))
-Escribí algo para ti,- dijo, agarrando su guitarra para nuestra noche de sexo música, como él la llamaba. La primera vez que escuche su voz cantando, me sorprendió. Su voz cuando hablaba era increíble, pero su canto era como si la miel y el humo se hubieran enganchado en la parte trasera de una camioneta en un concierto de rock y tuvieron un cariñoso hijo. Era suave y áspero al mismo tiempo. Te voy a contar una historia de una chica que conozco, Su nombre es Missy, y ella quiere hacérmelo, Quiero hablarte de mi chica Missy, Su cabello es castaño y sus labios son de color rosa, Sus ojos son de color verdoso o azulado creo, Ella lucha y coquetea conmigo todo el día, Es por eso que me decidí a escribir esta canción, Ella puede pensar que yo he cruzado la línea, Pero ella me dice que me odia todo el tiempo, Así que realmente no crean nada de lo que dice. Me gusta la forma en que se ve cuando ella está enojada conmigo, Me gusta la forma en que sonríe cuando piensa que nadie la ve, Puedes pensar que esta canción significa que me gusta, Pero ella estaría muy equivocada, Me aburría mucho, por lo que me decidí a escribir una canción, Hay dos cosas más sobre Missy que me gustan, ¿Podría alguien entregarme un micrófono por favor? La forma en que se pone su aparato de dientes cuando lee obscenidades vampíricas, Y realmente, realmente me gusta su… Me guiña un ojo. …culo. Yo le tiro una almohada a él, pero eso no impidió que parara la canción. Se trataba de mí. Mi tonta, linda y sexy chica Missy… chica Missy… chica Missy. El toco el último acorde y la guitarra paro de sonar.
Chelsea M. Cameron (My Favorite Mistake (My Favorite Mistake, #1))
Lo que yo sé es menos importante que lo que ve el mundo -dijo Kit-. Permíteme que te haga una pequeña alegoría. El arte. El arte no es un gran acto creativo, sino un conjunto de muchos actos menores. Si lees uno de mis poemas, no ves las semanas de minucioso trabajo que me ha costado componerlo, lo que he pensado, las palabras que he tachado, las páginas que he quemado de rabia. Lo único que ves, al final, es lo que yo quiero que veas. La política es igual.
Samantha Shannon (The Priory of the Orange Tree (The Roots of Chaos, #1))
Pues bien, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón; que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro, que ya no puedo tanto, y al grito que te imploro te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Manuel Acuña (Nocturno)
Le pedí un último beso, ya que yo todavía estaba enamorada de él y necesitaba saborearlo por última vez. Nos besamos y no quería que terminara. No había esa pasión abrumadora, sólo una triste aceptación de que las cosas habían terminado. Pero fue en ese momento en que sólo quería que dijera, “espera, todavía te quiero mucho y he cometido un terrible error.” Pensé, por favor, sólo llévame de vuelta a tus brazos y volvamos a ser lo que éramos… Pero no lo hizo. Mi corazón dolió durante meses.
Ali Harris (The First Last Kiss)
¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me inspira? ¿Por qué existo? ¿Qué es lo que realmente quiero hacer con mi vida? ¿Cuándo me siento completamente vivo? ¿Qué estoy haciendo cuando el tiempo vuela? ¿Cuáles son mis mayores fortalezas? ¿Qué haría si se garantizara el éxito? ¿Qué haría si tuviera diez millones de dólares, siete casas y hubiera viajado por todo el mundo? No te preocupes. Sin presión. No tienes que apresurarte hacia algo nuevo, pero puedes comenzar a hacer más de las cosas que amas.
Marc Reklau (Quiérete ¡y mucho!: 30 días para aumentar tu autoestima)
Esta vez Blake fue incapaz de contenerse y en sus labios asomó una sonrisa que rápidamente pasó también a sus hermosos ojos grises. —¿Me quieres? —le susurró. —Por eso tenemos que poner fin a esto cuanto antes —respondió ella. Blake cerró los ojos y, sin dejar de negar con la cabeza, dejó escapar una exclamación de sorpresa. —¿Qué? —Ya es suficientemente duro estar embarazada. Este dolor en el pecho, esta sensación de no saber si vas a dar por buena la fecha de finalización de nuestro contrato de matrimonio, es algo con lo que no puedo vivir. —Mirarle, incluso en aquellos momentos tan duros, era suficiente para que se le partiera el corazón. ¿Cómo podía pasar los ocho meses siguientes pensando que en cualquier momento podía pedirle que se marchara? —¿Me has oído cuando te he dicho que te quiero? —Sí,pero... Blake le cubrió los labios con un dedo para hacerla callar. —Te quiero, Samantha Harrison, y si estás esperando a que te pida que salgas de mi vida, será mejor que te pongas cómoda porque vas a esperar mucho tiempo.
Catherine Bybee (Wife by Wednesday (The Weekday Brides, #1))
—Harper, te amo mucho más de lo que puedo explicar. Conocerte cambió mi mundo. Incluso cuando pensé que nunca serías mía, no podía seguir viviendo una vida que sabía que odiabas. La noche que me dijiste que me amabas fue la mejor noche de mi vida, hasta esta noche. Nunca te dejaré ir otra vez, quiero estar contigo por el resto de mi vida. Quiero casarme contigo algún día Harper. —Hizo una pausa y buscó mis ojos—. Haría cualquier cosa por ti, no sé que hacer para que me creas, pero pasaré la eternidad tratando de mostrártelo.
Molly McAdams (Taking Chances (Taking Chances, #1))
—Yo también te quiero a ti. —Oírlo me provoca un revoloteo en el pecho. Vuelve a mirar el cielo—. Tanto que me iría contigo a cualquier parte. —¿A las estrellas? —sugiero siguiendo su mirada. —No. Mucho más arriba. —Hasta que ya no se vean. —Hasta que no quede ninguna.
Inma Rubiales (Hasta que nos quedemos sin estrellas)
Querido Lector, Soy una escritora y las letras son mi arma. Quiero lastimarte. Quiero que mis letras sean sal y quiero tirarlas en tu herida abierta. Quiero que mis palabras sean piezas irregulares de espejos en el que te puedas ver reflejado. Soy una sadica también conocida como una artista. Mis libros son un llamado para las mujeres que se han doblado por angustia, obligadas por el fastidio, cautivas de un pasado que nos las deja ir, vencedoras de un pasado que trató de matarlas. Verás, tengo una enfermedad, se llama naturaleza humana y estoy fascinada por ella. Así que, si decides leer Mud Vein, recuerda eso sobre mí. No estoy escribiendo para entretenerte, o para ganar dinero, o para tener mi libro apoyado cuidadosamente en un estante en Target. Escribo para explorar las oscuras esquinas de mí ser, y quiero que vengas conmigo. Soy un poco como tú. Creo que te verás en las páginas de Mud Vein. No te he dicho mucho sobre él a propósito. Quiero que vayas a ciegas. Quiero que te tropieces con un pensamiento, un sonido, una herida que creías especial para ti. Y darte cuenta de que yo también las he sentido, alguien que nunca has conocido. Si decides leer Mud Vein, por favor no te preguntes qué dice, pregúntate que significa. Y una vez que leas mis negras letras sobre una página blanca, envíame un email y dime tu interpretación. No puedo esperar para saber tus pensamientos.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear. Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
Luis Martín-Santos (Tiempo de silencio)
Por mucho que hable de juramentos y de honor, lo que realmente quiero hacer es ponerte contra esa pared y besarte hasta que te olvides de que has conocido siquiera el nombre de otro. Así que dime que me vaya, Alina. Porque no puedo darte un título, ni un ejército, ni ninguna de las cosas que necesitas.
Leigh Bardugo (Ruin and Rising (The Shadow and Bone Trilogy, #3))
Una red efectiva es aquello que, cuando andas por la cuerda floja y caes, evita que te mates. Literalmente. Es aquel lugar esponjoso que amortigua la caída al vacío, que se come el golpe contigo, que atenúa el derrumbe haciendo de las piedras, plumas. Que te permite resoplar, levantarte, sacudirte el polvo enganchado a la ropa, y seguir. Sin sangre irrecuperable, sin fracturas inviables, sin vísceras deterioradas para siempre. En esta parte del libro quiero dar cuenta de los nudos que he aprendido a hacer para tejer una red afectiva. Ningún nudo es un invento así salido de la nada, sino casi una sorpresa que hemos ido encontrando por el camino, a partir de intuiciones, de no fliparnos con ideas marcianas sino de aterrizar las cosas, respirar hondo, meterle mucho humor y mucha ironía al asunto, e ir haciendo entre todas. Ir andando. Y de seguir el consejo que le daba Lola Flores a su hija Lolita: «tira para adelante, pero cuando estés al borde del precipicio mira hacia abajo y retrocede tres pasos». Tira para adelante, pero antes de caerse o de tirar a alguien por el precipicio, tres pasitos para atrás. Desde ahí hablo. Por si en alguna playa, en algún puerto, alguien recoge esta botella y le es de utilidad, aunque solo sea para llenarla de ron.
Brigitte Vasallo (Pensamiento monógamo, terror poliamoroso)
Yo la quería mucho, a pesar de que en los últimos meses la sentía lejana, incluso un poco extraña, y no me apetecía perderla. Sin embargo, cada día me parecía que la perdía un poco más, que la veía menos, incluso cuando ella estaba presente. Y que la gente deje de verte cuando está a tu lado, tiene que ser algo horrible.
Andrea Longarela (Amor se escribe con H y otras formas de decirte que te quiero)
Busco la perfección. Por eso es tan difícil. –¿Un amor perfecto? –¡No! No pido tanto. Lo que quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves jadeando y me lo ofreces. «Toma, Midori. Tu pastel de fresa», me dices. Y te suelto: «¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!». Y lo arrojo por la ventana. Eso es lo que yo quiero. –No creo que eso sea el amor -le dije con semblante atónito. –Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran importancia. –¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana? –Sí. Y yo quiero que mi novio me diga lo siguiente: «Ha sido culpa mía. Tendría que haber supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?». –¿Y qué sucedería a continuación? –Pues que yo a una persona que hiciera esto por mí la querría mucho.
Haruki Murakami (Norwegian Wood)
—Si pierdes tus recuerdos, te pierdes a ti misma —dijo con suavidad—. Tus vivencias te han convertido en lo que eres. —¿Y si no quiero ser lo que soy? —preguntó Gloria. Rongo la tomó de la mano. —Todavía falta mucho para que concluya tu viaje. Reunirás otros recuerdos. Y te transformarás… Esa es otra razón por la que no escribimos. Escribir es dejar por escrito.
Sarah Lark
—Te entiendo. Eso dijo esa tarde junto al semáforo. Te entiendo. No «te quiero». No «cariño». No «cálmate». Y en esas dos palabras hubo mucho más de lo que nadie me había dicho hasta entonces. Hubo una verdad tan inmensa, tan vasta, que supe que era sincero. Y supe también que no me haría daño, que quizá Isaac había llegado a mi vida para enseñarme a defenderme de mí misma, a cuidar de mí.
Alejandro Palomas (Agua cerrada)
Sólo un recelo chiquito y fastidioso, como el grano de tierra que en un ojo se nos mete y nos hace sufrir tanto, me estorba para la felicidad absoluta. Y es la sospecha de que todavía no me quieres bastante, que no has llegado al supremo límite del querer, ¿qué digo límite, si no lo hay?, al principio del último cielo, pues yo no puedo hartarme de pedir más, más, siempre más; y no quiero, no quiero sino cosas infinitas, entérate... todo infinito, infinitísimo, o nada... ¿Cuántos abrazos crees que te voy a dar cuando llegues? Ve contando. Pues tantos como segundos tarde una hormiga en dar la vuelta al globo terráqueo. No; más, muchos más. Tantos como segundos tarde la hormiga en partir en dos, con sus patas, la esferita terrestre, dándole vueltas siempre por una misma línea... Con que saca esa cuenta, tonto.
Benito Pérez Galdós (Tristana)
Mueve la cabeza de arriba abajo y frunce el ceño. - Ese es Matt Fuller. Es un sénior y nuestro Asesor promesa. -Me mira con los ojos entrecerrados y trata de leer mi mente. - ¿En serio? - Sonrío demasido grande, porque ahora él sabe totalmente que estaba mintiendo acerca de la parte linda. - ¿Cuándo? Estoy muy segura de que me acordaría de él. -Miro a Phillip con curiosidad. - No lo recuerdo exactamente, pero creo que me vio cuando llevé en mis hombros a través del campus.- Phillip niega con la cabeza hacia mí-. Realmente no sé por qué dejo que te salgas con la tuya, con las cosas que haces. - Porque soy irresistible, Phillip. - Sonrió y me encojo de hombros-. Tú no puedes ayudarte a ti mismo. Además, no fuiste por todo el campus, soló fueron unos cincuenta metros antes de que fingieras un ataque al corazón y te apoyarás en mi peso colapsando sobre mí en la hierba. -Oh, sí. Lo recuerdo. Creo que has ganado algo de peso. - Golpeo su hombro. Lo ignora y continúa -Ahora que lo pienso, creo que es cuando Matt te vió. Me da una gran sonrisa. Justo ahora lo recordaba. -Tu probablemente no te diste cuenta, porque estabas muy ocupada rodando en el césped conmigo. - Estoy bastante segura de que estaba tratando de quitarte de encima de mí. - Bueno, Matt no lo vio de esa manera puesto que me preguntó si tú eras mi novia. -Oh Dios. ¿Qué historia inventaste está vez, Phillip? Él sonríe. - Oh solo le dije que a pesar de que estas locamente enamorada de mí, no quiero estar atado, por lo que soló somos amigos. Por supuesto, lo que tendría que haber dicho es por favor solo llévatela, ella son muchos problemas de los que no valen la pena.
Jillian Dodd (That Boy (That Boy, #1))
-¿Has bebido, Harry? —¿Quieres oírlo? —Tu abuelo bebía. Yo lo quería mucho. Borracho o sobrio. No hay mucha gente que pueda decir lo mismo de un padre borracho. No, no quiero oírlo. —Ya. —Y lo mismo puedo decir de ti. Te quiero. Siempre. Borracho o sobrio. Ni siquiera ha sido difícil. Aunque eras muy combativo. Te enfrentabas a la mayoría, incluido tú mismo. Pero quererte es lo más fácil que he hecho en la vida, Harry.
Jo Nesbø (The Leopard (Harry Hole, #8))
Jamás te hubiese hecho daño, no podría te quiero" "No puedes obligarle a amarte si ha elegido a otra. Debes dejarle ir. No debes confundir el deseo de dominar y proteger con el amor" "Quise ser lo q no soy y ahora no consigo ser lo que debería. Soy un monstruo" "Se quien soy, como se atreve a decir que no lo sé. Me encanta ser licantropa. Adoro la dulce transformacion y la belleza que me da en medio de la noche. Cuando salgo a cazar, cazo animales salvajes,según las leyes de la diosa. No mato animales domésticos solo para divertirme" "Según la historia de los humanos estamos malditos" "Soy una loup garou, una volkodlak una metamórfica. No me convierto exactamente en una loba sino en algo parecido" "Cuando un lider muere por el diente de un lobo, el vencedor liderea la manada. Cuando un lider muere por el diente del destino, se convoca la Ordalía, porque solo puede liderear lo más ágiles y fuertes" "Ya no hay tierras salvajes donde escondernos. No podemos correr en manadas por las montañas donde los viajeros desaparecen durante meses, no hay selvas negras que lleve días sin recorrer y hace muchos siglos desde que reinábamos en pequeños reinos en el centro oscuro de Europa donde nos veneraban como dioses. Hay homo sapiens por todas partes, son más numerosos que nosotros, y el homo lupus debe convivir con ellos" "Aunque no puedan transformarse, son la bestia de sus propias pesadillas. Es una bendicion para nosotros poder exorcizar estos demonios. A veces es nuestra maldicion" "Que dice la leyenda? El hombre lobo puede morir por la bala de plata que dispara quien le ha amado..." "Cuando amamos a alguien queremos que sea nuestra pareja en forma humana y de lobo
Annette Curtis Klause (Blood and Chocolate)
Fuiste la forma mas triste y bonita que tuvo la vida de decirme que no se puede tener todo. Lamento que esa frase no sea mía. Ni siquiera se de quien es. Solo se lo roto que me siento ahora mismo. Te quiero, Macarena. Te quiero. Quédate con eso. Guárdalo. Cuídalo. Yo hare lo mismo con la huella que me dejas. Y si algún día es posible, sé que será contigo. Ahora vive mucho. Tienes que crear recuerdos que contarme cuando seamos viejos.
Elísabet Benavent (Seremos recuerdos (Canciones y recuerdos, #2))
Quiero, querido amigo, te lo prometo, quiero mejorarme, ya no deseo volver a probar una y otra vez esos pequeños sinsabores que nos depara el destino como siempre lo hice, quiero gozar el presente, que el pasado sea pasado. [...] las penas del ser humano serían mucho menores si los hombres no se dedicaran con tanto afán a empeñarse con la imaginación en volver a recordar los dolores del pasado, en vez de soportar con entereza el presente.
Johann Wolfgang von Goethe (The Sorrows of Young Werther)
-No quiero que mis errores afecten a todo el resto de la habitación -repuse luego de un momento-. Quiero hacer la mía y causar el menor daño posible. -Esa es una manera de vivir, por supuesto. Pero es una vida solitaria, y no hacer nada puede causar tanto daño como hacer algo. Nos guste o no, somos parte de una maquinaria. Si deja de funcionar un pistón, el motor comenzará a andar mal. Por mi parte, prefiero mucho más que me hagas pis sobre el zapato a que te retraigas a un rincón
Jenn Bennett (The Anatomical Shape of a Heart)
—Antes de que se me olvide. ¿Te he dicho ya, lucero del alba, lo mucho que te quiero? Ella puso los ojos en blanco. James, por increíble que pareciera, se había empeñado en agasajarla con constantes frases románticas, a cual más cursi. Incluso le sorprendió un día en su despacho leyendo un libro de poesía y copiando versos en un papel para dedicárselos. Samantha sabía que era su forma de castigarla por obligarle a declararse de aquella manera. Ahora tendría que aguantar indefinidamente las cursilerías de su marido.
Noe Casado (A contracorriente (Familia Boston, #2))
Quiero traer a la memoria todavía un hecho del Antiguo Testamento que tiene relación con mi materia. Ofreciendo David a Saúl ir a pelear contra el filisteo Goliat, Saúl, para darle alientos, le revistió con su armadura real; pero David, después de habérsela puesto, la desechó diciendo que cargado así no podía servirse libremente de sus propias fuerzas y que gustaba más de acometer con honda y cuchillo al enemigo. En suma, si tomas las armaduras ajenas, o ellas se te caen de los hombros, o te pesan mucho, o te aprietan y embarazan.
Nicolás Maquiavelo (El príncipe)
Porque eso es lo que pasa con la depresión. Cuando la sientes profundamente, no quieres dejarla ir. Se convierte en una comodidad. Yo quiero cubrirme dentro de su peso y respirarla en mis pulmones. Quiero alimentarla, hacerla crecer, cultivarla. Es mía. Yo quiero ser una con ella, ir a la deriva envuelta en sus brazos y no despertar en un largo, largo tiempo. He estado pasando mucho tiempo en la cama esta semana. Cuando esta dormido, nadie te pide que hagas algo. Nada se espera de ti. Y no tienes que hacer frente a cualquiera de tus problemas
Stephanie Perkins (Lola and the Boy Next Door (Anna and the French Kiss, #2))
¿PARADOJAS DEL DESTINO? Sentí un silencio frío y absoluto. ¡Dani! ¡Hijito! ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¿Te hiciste daño?¡¿Daniiiii?! ¿Por qué no me contestás hijo? Qué oscuro y frío está todo. No puedo ver nada. Qué silencio. ¿Dani? ¿Me escuchás? ¿Estás bien hijito? No tendría que haber mirado ese mensaje mientras manejaba. ¡Qué estúpido que soy a veces! Hijito, ¿estás bien? ¡Volcamos y nos hicimos pelota! No veo ni escucho nada, no sé dónde estoy. ¿Estaré internado? ¿Estaré muerto? ¿Dani? Me mata tu silencio. ¡¿Estás bien?! Pará, ya puedo ver un leve resplandor. Me siento atrapado. Dani, ¿estás ahí? Carajo, no puedo moverme. Estoy como envuelto en un plástico. Tengo que salir de acá. Hay una luz ¿la ves Dani? Es cada vez más intensa. A ver, sí, creo que puedo romper esta envoltura. Ya estoy casi afuera. La luz me enceguece. Qué lugar más extraño. Nunca había visto algo así ¿y vos? No se parece a la Tierra. ¿Estaré muerto? ¿En otro planeta? ¡Uy, por Dios, y esos monstruos espantosos! ¡Qué asquerosos y espeluznantes que son! Parecen extraterrestres. ¡Son Aliens! ¡Estoy en otro planeta, claramente! No puedo creerlo. Necesito escapar urgente o estos monstruos seguro que me devoran. Tengo que alejarme. Tengo mucho miedo. ¿Estoy flotando? ¿Estoy volando? Sí, vuelo. ¿A ver? Voy a subir más alto para tratar de escapar. Ya no veo a los Aliens y el paisaje parece menos aterrador. Creo que lo logré. Hay mucho viento. ¿Es eso una carretera? Se ven como unos vehículos allá abajo. ¿Serán los transportes de los extraterrestres? Voy a descender un poco. ¡Veo personas! ¿Estoy en la Tierra? ¿Será esto un universo paralelo? ¿Dónde estará Dani? ¡Daniiiiii! No tendría que haber mirado ese mensaje mientras manejaba. Esa torre que está allá abajo se parece mucho al tanque de agua de mi pueblo. Es idéntica; pero la torre de mi pueblo no tiene ese inmenso edificio al lado. Todo esto es muy semejante a mi barrio, pero no es exactamente igual: hay muchos más edificios acá. Ahí está el río. Ah, y la fábrica. Definitivamente es mi barrio, pero luce algo diferente. Debo estar en un universo paralelo nomás. Es increíble que pueda flotar. La gente parece no advertir mi presencia. ¿Seré un fantasma? Tengo que volver a mi casa para ver si está Dani. Dios quiera que esté sano y salvo. Gabriela debe estar preocupadísima por el choque. ¡Ahí está mi casa! ¿Y esos autos de quiénes serán? La fachada está pintada de otro color. ¡Qué extraño todo! Hay alguien en el jardín. ¡Qué crecidos están los árboles que planté en primavera! Es…es… ¡¿Dani?! Sí, ¡sí! ¡Es Dani! Pero qué cambiado está, parece más grande, parece… ¡todo un muchacho! Lo importante es que está bien por suerte. Necesito abrazarlo bien fuerte y decirle cuánto lo quiero. ¿Podrá verme si soy un fantasma? Me voy a acercar despacito para no asustarlo. Necesito tocarlo, acariciarlo. ¿No me ve? Me voy a acercar más. Ahora sí, al menos movió la cabeza, creo que ya notó mi presencia. ¡Qué hambre me agarró de golpe! ¡No puedo detenerme! ¡¿Qué haces hijito?! ¡Soy yo! ¡Tu papá! ¿Hijito querido? ¡No puedo frenarme! ¡Tengo demasiada hambre! ¡Ahhhh qué ricoooo! ¡Qué placeeeer! ¡Nooo Daniii! ¡Noooooo!... ¡Soy tu papá!... ¡Pafffff! –Mamá, trae repelente que está lleno de mosquitos en el jardín –gruñó Daniel, mientras limpiaba en su pantalón la sangre que tenía en la palma de su mano derecha. Gabriela, que justo salía, frenó con brusquedad su marcha, se dio vuelta hacia la casa, y gritó: -¡Querido, trae por favor el repelente que está arriba de la chimenea! De nuevo el silencio frío y absoluto. FIN
Gonzalo Guma (Equinoccio. Susurros del destino)
Vivo entre dos mundos. La mitad del tiempo me gusta hacer las labores domésticas, me importa mucho mi aspecto, me interesan mucho los hombres y coqueteo maravillosamente (quiero decir que realmente les admiro, aunque me moriría antes de tomar la iniciativa; eso es cosa de hombres), nunca defiendo mi opinión en las conversaciones, y me gusta cocinar. Me gusta hacer cosas por los demás, sobre todo por los hombres. Duermo bien, me despierto a la hora en punto y no sueño. Solamente tengo un defecto: Soy frígida. En mi otra encarnación vivo tal cúmulo de conflictos que te parecería imposible que sobreviva, pero sí sobrevivo; me despierto enfurecida, me acuesto paralizada por el desánimo, me enfrento con lo nue sé perfectamente que es condescendencia y desprecio abstracto, me peleo, grito, me enojo con personas que ni siquiera conozco, vivo como si fuera la única mujer del mundo que está intentando conseguirlo todo, trabajo como una loca, lleno todo mi apartamento de notas, artículos, manuscritos y libros, me cabreo, no me importa, me pongo estridentemente pendenciera, a veces río y lloro en el espacio de cinco minutos de pura frustración. Tardo dos horas en dormirme y una en despertarme. Sueño ante mi mesa de despacho. Sueño en todos sitios. Voy muy mal vestida. Pero ¡oh, cómo gozo la comida! Y ¡oh, cómo jodo!
Joanna Russ (The Female Man)
–«Algún día, cuando deje de escribirte –continuó Franz Kafka–, las dos sabremos que la una sin la otra no habríamos llegado nunca tan lejos. Viviremos cada cual en la memoria de la otra, y eso es la eternidad, Elsi, porque el tiempo no existe más allá del amor. Sé que lloraste cuando me fui. Pero yo quiero que rías y cantes y pienses siempre que el futuro no es un problema por resolver, sino un misterio por descubrir. Hay lugares en el mundo que cambian a las personas, y África es uno de ellos. Espero que las personas nunca puedan llegar a cambiar esos lugares. Desde el fondo de mi corazón, esta noche estrellada, pienso mucho en ti y envidio lo que te espera...»
Jordi Sierra i Fabra (Kafka y la muñeca viajera)
Un hombre, después de mucho tiempo caminando, llegó al lugar donde vivía un gran sabio. Al recibirle, le pidió encarecidamente: -¡Muéstreme el camino hacia Alá! -¿Te has enamorado alguna vez de alguien? -preguntó el sabio. -¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Me prometí a mí mismo jamás aproximarme a una mujer, huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro. Cuando pasan, cierro los ojos. -Procura volver a tu pasado e intenta descubrir si alguna vez, en toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu cuerpo y tu espíritu llenos de fuego. -Vine hasta aquí para aprender a rezar, y no a cómo enamorarme de una mujer. Quiero ser guiado hasta Alá y usted insiste en querer llevarme hacia los placeres de este mundo. No entiendo lo que desea enseñarme. El sabio permaneció silencioso algunos minutos y finalmente dijo: -No puedo ayudarte. Si tú nunca tuviste alguna experiencia de amor, nunca conseguirás experimentar la paz de una oración. Por lo tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y vuelve a buscarme sólo cuando tu alma esté llena de momentos felices. >>Sólo una persona que entiende el amor puede entender el significado de la oración. Porque el amor por alguien es una oración dirigida al corazón del Universo, una plegaria que Alá colocó en las manos de cada ser humano como un presente divino.
Jalal ad-Din Muhammad ar-Rumi (La danza del corazón)
Imagínate a todas las personas que conoces a lo largo de la vida. Son muchísimas. Aparecen en forma de oleaje; unos vienen y otros se van con las mareas. Algunas olas son más grandes e impactan con más fuerza que otras. Algunas de estas olas vienen acompañadas por cosas que arrastran desde lo más profundo del mar y que lanzan en tu orilla, dejando una marca que que demuestra que esas personas han estado allí, aunque haga mucho tiempo que la marea retrocedió. Y eso era lo que Atlas me estaba transmitiendo al decir «te quiero». Me estaba diciendo que yo era la ola más grande con la que se había topado. Y que había dejado tantas cosas en su orilla que mi marca siempre permanecería en su playa, aunque la marea se retirara.
Colleen Hoover (It Ends with Us (It Ends with Us, #1))
Lleva la cabeza alta. Que no te tomen el pelo. Vota a los demócratas en todas las elecciones. Pasea en bici por el parque. Sueña con mi cuerpo inigualable y perfecto. Toma vitaminas. Bebe ocho vasos de agua al día. Apoya a los Mets. Ve mucho al cine. No te mates a trabajar. Haz un viaje conmigo a París. Ven al hospital cuando Rachel tenga el niño y coge en brazos a mi nieto. Cepillate los dientes después de cada comida. No cruces la calle con el semáforo en rojo. Defiende al débil. Hazte valer. Recuerda lo hermosa que eres. Acuérdate de lo mucho que te quiero. Bebe un whisky con hielo todos los días. Respira profundamente. Mantén los ojos abiertos. No comas grasas. Sueña el sueño de los justos. Recuerda cuánto te quiero.
Paul Auster (The Brooklyn Follies)
Lleva la cabeza alta. Que no te tomen el pelo. Vota a los demócratas en todas las elecciones. Pasea en bici por el parque. Sueña con mi cuerpo inigualable y perfecto. Toma vitaminas. Bebe ocho vasos de agua al día. Apoya a los Mets. Ve mucho al cine. No te mates a trabajar. Haz un viaje conmigo a París. Ven al hospital cuando Rachel tenga el niño y coge en brazos a mi nieto. Cepillate los dientes después de cada comida. No cruces la calle con el semáforo en rojo. Defiende al débil. Hazte valer. Recuerda lo hermosa que eres. Acuérdate de lo mucho que te quiero. Bebe un whisky con hielo todos los días. Respira profundamente. Mantén los ojos abiertos. No comas grasas. Sueña el sueño de los justos. Recuerda cuánto te quiero.
Paul Auster (The Brooklyn Follies)
He estado pensando en esto, y el poema aquel, el tío que lo escribió, quiso decir que eres dorado mientras eres un niño, como lo verde. Cuando eres niño todo es nuevo, el amanecer. Sólo cuando te acostumbras a las cosas se hace de día. Como lo mucho que te gustan las puestas de sol, Pony. Eso es dorado. Sigue siendo así, es una buena manera de ser. Quiero que convenzas a Dally para que mire una puesta de sol. Seguramente creerá que te has vuelto loco, pero pídeselo por mí. No creo que el haya visto nunca una puesta del sol. Y procura que no te joda tanto ser un greaser. Aún te queda mucho tiempo para hacer de ti lo que de verdad quieres ser. Aún quedan un montón de cosas buenas en el mundo. Díselo a Dally. No creo que lo sepa.
S.E. Hinton (Rebeldes (Spanish Edition))
Quedaban sus palabras, adiós, que tengáis suerte, adiós, te quiero más que nunca, adiós, me voy con la alegría de haberte conocido, adiós, habla a mis hijos de mí, de las ideas por las que voy a morir, adiós, busca a un buen hombre, cásate con éñ y sé feliz, pero no me olvides, adiós, mi amor, cuánto te he querido y qué poco tiempo hemos tenido para estar juntos, adiós, hijos míos, sed muy buenos y ayudad mucho a vuestra madre, adiós, cariño, adiós, vida mía, adiós, adiós, adiós, y todas las despedidas eran parecidas, pero todas distintas, distintas as mujeres que no podían terminar de leer en vox alta el papel que temblaba entre sus manos, idéntico el hueco que cada nueva carta abría en mi cuerpo agujereado, incapaz de abrigar tanto adioses
Almudena Grandes (Las tres bodas de Manolita (Episodios de una guerra interminable, #3))
Desperté y ya te habías marchado. Pudo ser justo cuando comencé a soñar O quiza minutos antes de despertar no lo sé, pero al inicio si que lloré. Ya ha pasado algun tiempo, y no tardarás en llegar a otro lugar. Al inicio la idea me lastimaba, pero ya no. Me siento agradecida por un millon mas un mil de cosas. Claro que es triste, pero no es sufrir. me siento con paz por que soy honesta conmigo. Se lo mucho que te quiero. No sabre por que decidiste marcharte así, aún quedo la sensación de tu mano cojiendo la mía, aun se escucha el susurro de tu voz lanzando un "De verdad te quiero" segundos antes de cerrar la puerta. Pero esta bien. No se a donde vas pero espero que estes bien. No estaré esperándote. Pero siempre ocuparas ese lugar que te corresponde dentro de mi pequeño corazón.
Lesly Yossie
Lo que debes recordar, lo que quiero que recuerdes, es que no importa si vivo de verdad en el Polo Norte y si soy quien te trae los regalos cada Nochebuena. Los chicos como Tanner te dirán que soy falso y luego, cuando crezcas, las personas como Tanner te dirán que otras cosas son falsas. Pero ¿sabes que debes constestarles? Y que. Eso es lo que debes decirles. Porque a fin de cuentas, da igual si la historia es real o no. Lo que importa es la dedicación prestrada. El amor. Si algo es falso significa que alguien se ha tomado el tiempo de crear una historia para que tu la creas. Y crear historias conlleva mucho trabajo. Y, si, llegará un momento en que descubrirás que la historia no es real. Pero ¿ las intenciones detrás de ésta? Son completamente reales ¿ Y el amor tras ella? También es real.
David Levithan (The Twelve Days of Dash & Lily (Dash & Lily, #2))
-Me has dicho que no dura, que desear ser feliz nunca dura. Así que lo que me haría sentir completa es formar parte de algo en vez de ser invisible, pero no quiero desear eso. No puede que sea tan patética para desear algo así –su voz se apaga. –No sé qué hacer. Me río. No quiero, pero no puedo evitarlo. No me extraña que no pueda saber lo que quiere, puesto que no es un auténtico deseo. Los ojos de Viola brillan de ira. -Me alegro de que te haga gracia. Suelto otra carcajada. -Bueno, es que es imposible ser una persona rota por completo. No eres más que una persona. Solo puedes existir. Solo formas parte de ti misma, tú eres la única responsable de tu felicidad o de lo que sea. Ese sentimiento de estar rota o completa no es más que un truco de la mente mortal. Los tres deseos no te harán sentir más completa de lo que eres ahora. Al menos no por mucho tiempo.
Jackson Pearce (As You Wish (Genies #1))
Sé sin lugar a dudas que vamos a tener muchos buenos momentos. No importa lo que la vida nos lance, vamos a hacer grandes recuerdos juntos, Quinn. Eso es un hecho. Pero también vamos a tener días malos y días tristes y días que probarán nuestra determinación. Esos son los días que quiero que sientas el peso absoluto de mi amor por ti. Prometo que te amaré más durante las tormentas de lo que te amaré en los días perfectos. Prometo amarte más cuando estés sufriendo que cuando estés feliz. Prometo amarte más cuando seamos pobres que cuando andemos en riquezas. Prometo amarte más cuando estés llorando que cuando estés riendo. Prometo amarte más cuando estés enferma que cuando estés sana. Prometo amarte más cuando me odies que cuando me ames. Y prometo... juro... que te amo más al leer esta carta que cuando la escribí. No puedo esperar a pasar el resto de mi vida contigo. No puedo esperar para arrojar luz a todos tus perfectos.
Colleen Hoover (All Your Perfects)
Entró con mucho amor, descalabro, café negro, pásame un cigarrillo, esto es solo para ti, esta musiquita es sólo para ti, no importa si no te has bañado, ven para acá, te tengo, no cierres la ventana, pero por favor no llores, te juro que estaré junto a ti cuando llegue la lluvia de noviembre, ven para acá, ven a mis babas, anoche no pude dormir, eres sensacional, déjame meter mis dientes en tus dientes, déjame tumbar todas tus palabras, las quiero manosear, quiero restregar mi cuerpo en cada una de tus palabras, en tu nombre, en las axilas, pero por favor sigue, no soporto más el día, mira esos perros allá cerca de los árboles, no cierres la ventana, pásame otro cigarrillo, háblame cerca del oído, quiero que tus palabras se metan por toda mi sangre, háblame de lo que más te gusta, de tu jabón preferido, de tus blusas vaporosas, de tus pantalones que huelen a días molidos, ven para acá, te tengo, ábrete un botón y luego otro, y otro, y háblame de tu amor, descalabro, angustia, café negro, ven para acá, te tengo, no cierres tu ventana, pocillo, vaso.
Rafael Chaparro Madiedo
sé. –¿No sabes? Pero tú sabías del brote de hoy en el mercado. Los labios de Cinder se entreabrieron. Claro. La ropa. Los androides paramédicos. Ellos pensaban que estaba infectada. –No te entiendo, Cinder. ¿Cómo pudiste ser tan egoísta? Ella negó con la cabeza. –A mí también me hicieron análisis, en el depósito de chatarra. No estoy infectada. No sé dónde se contagió Peony –mostró su brazo, el hematoma que se le hizo en la cara interna del codo–. Pueden verificar de nuevo si quieren. Uno de los paramédicos dio su primera señal de vida al iluminar el pequeño punto enrojecido donde la aguja la había pinchado. Pero no se movieron, y Adri no les dijo que lo hicieran. En cambio, dirigió su atención a una pequeña pantalla enmarcada sobre la repisa de la chimenea, y se puso a mirar fotografías de Pearl y Peony en su niñez. Fotografías de su antigua casa, la que tenía jardín. Fotografías con Adri antes de que ella perdiera la sonrisa. Fotografías con su padre. –Lo siento mucho –dijo Cinder–. Yo también la quiero. Adri apretó el marco. –No me insultes –dijo, deslizando el marco hacia ella–. ¿Sabes siquiera qué es el amor? ¿Puedes sentir algo o solo estás... programada? Estaba hablando para sí misma, pero sus palabras herían. Cinder se arriesgó
Marissa Meyer (Cinder (Crónicas Lunares nº 1) (Spanish Edition))
P. D. Pensamientos: A Peter. Echamos de menos muchas, muchísimas cosas aquí, desde hace mucho tiempo, y yo las echo de menos igual que tú. No pienses que estoy hablando de cosas exteriores, porque en ese sentido aquí realmente no nos falta nada. No, me refiero a las cosas interiores. Yo, como tú, ansío tener un poco de aire y de libertad, pero creo que nos han dado compensación de sobra por estas carencias. Quiero decir, compensación por dentro. Esta mañana, cuando estaba asomada a la ventana mirando hacia fuera, mirando en realidad fija y profundamente a Dios y a la naturaleza, me sentí dichosa, únicamente dichosa. Y, Peter, mientras uno siga teniendo esa dicha interior, esa dicha por la naturaleza, por la salud y por tantas otras cosas; mientras uno lleve eso dentro, siempre volverá a ser feliz. La riqueza, la fama, todo se puede perder, pero la dicha en el corazón a lo sumo puede velarse, y siempre, mientras vivas, volverá a hacerte feliz. Inténtalo tú también, alguna vez que te sientas solo y desdichado o triste y estés en la buhardilla cuando haga un tiempo tan hermoso. No mires las casas y los tejados, sino al cielo. Mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que eres puro por dentro y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz.
Anne Frank (Diario de Anne Frank (Spanish Edition))
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
 Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
 Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo,
me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto,
no solamente mi cuerpo, sino mi alma. 
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. 
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar. 
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombre. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento,” “perdóname”, “por favor,” “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.
Gabriel García Márquez
Antonio Olalla, me has dado indicio que tienes de bronce el alma y el blanco pecho de risco. Mas allá entre tus reproches y honestísimos desvíos, tal vez la esperanza muestra la orilla de su vestido. Abalánzase al señuelo mi fe, que nunca ha podido, ni menguar por no llamado, ni crecer por escogido. Si el amor es cortesía, de la que tienes colijo que el fin de mis esperanzas ha de ser cual imagino. Y si son servicios parte de hacer un pecho benigno, algunos de los que he hecho fortalecen mi partido. Porque si has mirado en ello, más de una vez habrás visto que me he vestido en los lunes lo que me honraba el domingo. Como el amor y la gala andan un mesmo camino, en todo tiempo a tus ojos quise mostrarme polido. Dejo el bailar por tu causa, ni las músicas te pinto que has escuchado a deshoras y al canto del gallo primo. No cuento las alabanzas que de tu belleza he dicho; que, aunque verdaderas, hacen ser yo de algunas malquisto. Teresa del Berrocal, yo alabándote, me dijo: \'\'Tal piensa que adora a un ángel, y viene a adorar a un jimio; merced a los muchos dijes 87 y a los cabellos postizos, y a hipócritas hermosuras, que engañan al Amor mismo\'\'. Desmentíla y enojóse; volvió por ella su primo: desafióme, y ya sabes lo que yo hice y él hizo. No te quiero yo a montón, ni te pretendo y te sirvo por lo de barraganía; que más bueno es mi designio. Coyundas tiene la Iglesia que son lazadas de sirgo; pon tú el cuello en la gamella; verás como pongo el mío. Donde no, desde aquí juro, por el santo más bendito, de no salir destas sierras sino para capuchino.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quixote)
1.Que sepamos vivir el presente. 2.Que no perdamos el tiempo pensando en el futuro. 3.Que dejemos de creer en la suerte y creamos en nosotros mismos. 4.Que dejemos de hacer montañas de granitos de arena. 5.Que la tristeza nos dé ganas de reír. Que nos riamos mucho. 6.Que cantemos en la ducha, en los bares, en las bodas, en las cenas con los amigos o donde nos apetezca cuando nos venga en gana. 7.Que aprendamos a decirnos «te quiero» sin que nos dé vergüenza. 8.Que nos besemos, nos toquemos y nos achuchemos mucho. 9.Que nos escuchemos tanto como sepamos compartirnos en silencio. 10.Que nos queramos, a los demás y sobre todo a nosotros mismos. 11.Que nos peleemos lo menos posible. Estar enfadado es una gran y estúpida pérdida de tiempo. ¡A la mierda el ego y el orgullo! 12.Que nos dejemos de rollos, de chorradas, de hacer ver lo que no somos, que eso no sirve pa’ ná. 13.Que le perdamos el miedo a la muerte, pero también le perdamos el miedo a vivir. 14.Que decidamos por nosotros mismos. Que nunca dejemos que los demás decidan por nosotros. 15.Que cuando la vida nos cierre una ventana sea cuando más abramos las alas para romper el cristal y salir volando. 16.Que las cosas nos lleven adonde sea, pero que nos vayan bien. 17.Que los cerebros de zafios, hipócritas, memos, mamelucos, corruptos, pesaos, estúpidos, tocapelotas, mentirosos, gilipollas… se reprogramen y entiendan que en la vida no hace falta ser así, que la vida va de otra cosa. 18.Que a las penas, puñaladas y al mal tiempo, buena cara. O mala, que tampoco pasa nada. 19.Que la vida sea siempre un sueño. 20.Y, en fin, que a la vida le demos calidad, porque belleza sobra.
Pau Donés (50 palos: ... y sigo soñando (No Ficción) (Spanish Edition))
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
Si te viese aparecer entre las nubes, Eliacim, con unas alas bien cosidas a la espalda, como un ángel, e incluso con una varita de la virtud en la mano, como un hada, probablemente enloquecería de tristeza. Las nubes, hijo mío, con sus blandas cárcavas y sus cimientos movibles, guardan indescifrables teoremas cuyo planteamiento no es sano para los hombres. ¿Te acuerdas de aquel escalatorres, Eliacim, que un día de niebla escaló, una por una, todas las nubes del cielo y desapareció para siempre? Según los pastores de las montañas, que lo vieron, tenía la cabeza hueca y en su calavera se empollaban los minúsculos huevecillos de las tormentas, los huevecillos que, al reventar, sobrecogen al mundo. Las nubes, Eliacim, se forman con las almas de quienes mueren en la horca y con las almas, también, de los niños que pecan antes de tiempo. Por eso, en los países del sol, suceden, a veces, cosas inexplicables, misteriosas y agudísimas cosas inexplicables. Si te viese aparecer entre las nubes, Eliacim, estoy segura que enloquecería de tristeza. No es como un ángel como yo te quiero, hijo mío. Tampoco como habitante de la nube blanca, de la nube gris, de la nube negra. Es de una manera mucho más sencilla e imposible.
Camilo José Cela
No todos los hombres somos unos machistas No todos los hombres, pero sí todo el sistema. Quiero decir, puede que no todos los hombres estén de acuerdo con el machismo, pero sí han sido todos educados en esa ideología, al igual que todas las mujeres. Es imposible escapar de ello, por mucho que te hayas criado con muchas hermanas o rodeado de mujeres a las que adoras, por mucho que en tu casa tu padre ponga la mesa o planche y sea tu madre la que trabaja y trae el dinero a casa y por mucho que te inculquen valores feministas; en el cole, en la tele, en la publicidad, el mundo sigue siendo machista y el mundo también educa.
Leticia Dolera (Morder la manzana: La revolución será feminista o no será)
ropa bonita a su hija. Pero María no se daba por satisfecha. Creía que merecía algo mucho mejor. Cuando María ya era mujercita, no quería tener nada que ver con los jóvenes de su pueblo. No eran bastante buenos para ella. Muchas veces cuando se paseaba con su abuelita por las afueras del pueblo, decía: —Abuelita, cuando yo me case, voy a casarme con el hombre más guapo del mundo. La abuela movía la cabeza. Pero María miraba a través de la ladera y decía: —Va a tener el pelo tan negro y reluciente como el cuervo que veo posado en aquel piñón. Y cuando se mueva, va a mostrar la fuerza y la gracia del caballo que mi abuelito tiene en su corral. —María —decía la anciana suspirando—, ¿por qué piensas siempre en cómo se ve un hombre? Si vas a casarte con un hombre hay que asegurarte de que sea un buen hombre, de que tenga buen corazón. No te fijes tanto en lo guapo que es. Pero María se decía: —Estas viejitas. Tienen las ideas tan anticuadas. No entienden nada. Un día llegó al pueblo un hombre que parecía ser el mero hombre de quien María hablaba. Se llamaba Gregorio. Era un vaquero del llano al este de la sierra. Sabía montar cualquier bestia. Si tenía un caballo que se amansaba mucho, lo regalaba y se iba para capturar un caballo salvaje. Pensaba que no era varonil montar un caballo que no fuera medio bronco. Era tan guapo que todas las muchachas andaban enamorándose de él. Tocaba la guitarra y cantaba con buena voz. María decidió que ése era el hombre con quien se iba a casar. Pero disimulaba sus sentimientos. Si se encontraban en la calle y Gregorio la saludaba, María volteaba la cara. Si venía a su casa para tocar su guitarra y cantar, ella ni siquiera se asomaba a la ventana. Al poco tiempo Gregorio también se decidió. Se dijo: —Esa orgullosa de María. Es con ella que me voy a casar. Yo puedo conquistar su corazón. Todo resultó tal y como María lo había planeado. Los padres de María no querían que se casara con Gregorio. Le dijeron: —Él no puede ser buen marido. Está acostumbrado a la vida bárbara del llano. No te cases con él. Por supuesto María no les hizo caso a sus padres. Se casó con Gregorio. Por algún tiempo todo andaba bien. Tuvieron dos hijos. Pero después de varios años, Gregorio volvió a su antigua manera de ser. Se mantenía fuera de casa por meses a la vez. Cuando regresaba a casa le decía a María: —Yo no vine a verte a ti. Quiero pasar un rato con mis hijos nomás. Jugaba con los hijos por un tiempo, y luego se iba para pasar toda la noche jugando a las cartas con sus amigos y tomando vino. Y empezó a decir
Joe Hayes (The Day It Snowed Tortillas / El día que nevó tortilla)
«Quemando la Cabaña: Un poema para Alfred Jackson». Las dulces palabras se riman rimando, las plumas del sol se admiran pensando. Mi mamita es la mujer más bella del mundo, y mi papito me trata de salvar, pero es iracundo. Papito, te escribo este poema porque me gusta escribir, solo deseo que tu corazón lo permita, que me dejes fluir. Lo que no entiendes, padre mío, es que me inhibes, me ofuscas, limitas mi brillo y me siento solo, en la noche oscura. Cuando elevas la mano, siento que deseas pegarme, te escribo para que entiendas: no quiero cegarme del mundo de las emociones y de los sentimientos, lo que sin duda equivale a un pulmón sin aliento. No comprendes, mi papito, que me estás haciendo mal, maltratando mi alma que una vez brilló como un cirio. Mi fuego interno se apagó. Creí que se murió; fue un susto, una muestra de protección que no perduró. Aprendí que un alma sin emociones, sin razón y emociones, no es más que un faro sin tesón. Perdóname pero debo decirte cuán equivocado estabas, que no supiste guiarme; para amarme nunca estabas: Porque para amar a otro, uno antes debe amarse sin límite. Dudo mucho que tú te hayas amado como yo me amo a mi mismo. Me he encontrado, claro como la luz del día. Soy un sol, mi propia fuente de alegría. Me gustaría decirte que, a pesar de los tormentos, te amo. A pesar de tu poco apoyo, logré salvarme, y ahora me amo. Soy una llama poderosa, un sol que no muere. No titubeo. Jamás desearías retar mi alma intransigente. La libertad del alma, la verdad de los hombres es esta: somos faros, somos llamas; somos posibles como las estrellas no abandonadas. Brillemos, iluminando la razón y el amor como soles. Estas palabras son para ti, padre mío: te perdono.
Pablo Andrés Wunderlich Padilla (Cuando el sol se derrama)
¿Por qué te escribo? Porque me apetece. Y porque no quiero esperar en silencio la séptima ola. Sí, aquí cuentan la historia de la indómita séptima ola. Las primeras seis son previsibles y equilibradas. Se condicionan unas a otras, se basan unas en otras, no deparan sorpresas. Mantienen la continuidad. Seis intentos, por más diferentes que parezcan vistos de lejos, seis intentos… y siempre el mismo destino. Pero ¡cuidado con la séptima ola! La séptima es imprevisible. Durante mucho tiempo pasa inadvertida, participa en el monótono proceso, se adapta a sus predecesoras. Pero a veces estalla. Siempre ella, siempre la séptima. Porque es despreocupada, inocente, rebelde, barre con todo, lo cambia todo. Para ella no existe el antes, sólo el ahora. Y después todo es distinto. ¿Mejor o peor? Eso sólo pueden decirlo quienes fueron arrastrados por ella, quienes tuvieron el coraje de enfrentarla, de dejarse cautivar. Ya llevo una hora larga aquí sentada, contando las olas y observando qué hacen las séptimas. Aún no ha estallado ninguna. Pero estoy de vacaciones, tengo paciencia, puedo esperar. No pierdo las esperanzas. Aquí, en la costa occidental, sopla fuerte y cálido el viento del sur.
Daniel Glattauer (Alle sieben Wellen (Gut gegen Nordwind, #2))
Hubiera dado todo por ti sin que lo pidieras, a mí no me importaban tus muchos títulos en la pared. No te amaba porque fueras el centro de atención en las reuniones, no medía tu éxito según lo que puedan hablar de ti tus compañeros de trabajo, ni si te ascienden o te nombran en todos lados; yo te daba mi corazón, aunque no tuvieras nada, porque yo quería amarte a ti, no a tu renombre, no a tu personaje. Entiéndelo, tarde, pero quiero que lo sepas. Ya no es nuestra historia, ni nuestra vida. Feliz cumpleaños.
Gilraen Eärfalas (Cartas que no llegaron (Spanish Edition))
Te quiero mucho, querida, y te odio, eres para mí literalmente el aire que respiro, si me faltas te maldigo como hace un anegado; me duele físicamente estar lejos de ti; no eres para mí una mujer, eres la misma existencia; donde tú estás está mi casa, todo el resto no es nada.
Cesare Pavese
Clark: Cuando leas esto, habrán pasado algunas semanas. Si seguiste las instrucciones, estarás en París en una de esas sillas que nunca se apoyan bien en la vereda. Espero que aún esté soleado. Del otro lado del puente, a tu derecha verás L'Artisan Parfumeur. Prueba el perfume Papillons Extréme. Siempre pensé que iría bien contigo. Hay algunas cosas que quería decir y no pude porque te ponías muy emocional y no me dejabas terminar. Así que, aquí van. Cuando regreses a casa Michael Lawler te dará acceso a una cuenta con fondos suficientes para que comiences de nuevo. No entres en pánico. No alcanza para que no hagas nada por el resto de tu vida pero te dará libertad. Al menos para salir de ese pueblito que ambos llamamos hogar. Vive al máximo, Clark. Exígete. No te conformes. Lleva esas piernas rayadas con orgullo. Saber que tienes posibilidades es un lujo. Saber que quizá yo te las di me ha hecho las cosas más fáciles a mí. Así que esto es todo. Dejaste una marca en mi corazón, Clark. Desde el primer día que llegaste con tu dulce sonrisa y tu ropa ridícula. Tus chistes malos y tu incapacidad para ocultar tus sentimientos. No pienses mucho en mí. No quiero que te pongas triste. Vive bien. Solo vive. Yo caminaré a tu lado en todo momento. Con amor, Will.
Jojo Moyes (Me Before You (Me Before You, #1))
Fortuna Sin Amor (El Soneto) ¡Te quiero, te quiero mucho, mi amor! Me muero por escuchar esta proclamación. Estoy hablando en español, ¿sabes por qué? Si lloras bajo la lluvia, no atraerás la atención. Si hablo en inglés, todos descubrirán mi secreto, Que no soy ningún sabio, solo un alma perdida. Por eso hablo el idioma de la revolución, Solo un amante loco puede entender a otro idiota. Lastima mucho, este largo viaje lastima mucho pero, Tengo que fingir que soy la persona más fuerte. Todavía a veces solo quiero olvidar toda la guerra, A veces solo quiero perderme en el abrazo de alguien. Ahora sabes mi secreto - mi honor está confiado a ti. Si la ves, díselo - fortuna sin amor es maldición para mi.
Abhijit Naskar (Amantes Assemble: 100 Sonnets of Servant Sultans)
—¡ Pueblo!... ¿Y qué vas a hacer tú en un pueblo?— dijo Mauricia con expresión de desconsuelo, como una madre que se ocupa del porvenir de su hija—. Mira tú, y créelo porque yo te lo digo: más difícil es ser honrada en un pueblo chico que en estas ciudades grandes donde hay mucho personal, porque en los pueblos se aburre una; y como no hay más que dos o tres sujetos finos y siempre les estás viendo, ¡qué peine!, acabas por encapricharte con alguno de ellos. Yo conozco bien lo que son los pueblos de corto personal. Resulta que el alcalde, y si no el alcalde el médico y si no el juez, si lo hay, te hacen tilín, y no quiero decirte nada. En último caso, tanto te aburres, que te da un toque y caes con el señor cura…
Benito Pérez Galdós
Andrés: Hace horas que he perdido de vista al Príncipe Encantador. Andrés: O está encerrado en su cuarto llorando por las esquinas porque le falta su tete del alma o, llámame intuitivo, va para allá. Andrés: Suerte, tato. ;) Andrés: Me gusta tato. Y no está vilipendiado. Andrés: Oh, mierda, ¡acabo de ver que Lacoste me ha dejado al cuidado de la puta coneja! Andrés: ¡No me lo puedo creer! Será cabronazo. Andrés: Verás cuando vuelva. ¡Le voy a dar bien por el culo! Andrés: No literalmente. Tú me entiendes… Arturo: Se llama René. Arturo: Su culo no. La coneja. Andrés: Gracias por la aclaración. A mí me has evitado un trauma y a Fernando que pete de una vez por todas. Arturo: Trátala bien. Arturo: No la entretengas mucho por la noche. Cuanto más tarde se duerme antes se levanta y antes va a despertarte a ti. Arturo: Y que no coma más tarde de medianoche. Andrés: ¿Qué es? ¿Un puto gremlin? Arturo: Suerte, tato. ;) Arturo: Me gusta tato. Andrés: No me cameles. Arturo: ¡Te quiero! Andrés: Recuérdalo cuando quiera cobrarme el favor.—Arturo. Levanto la cabeza y me detengo al instante. Sin darme cuenta, Chris se ha parado en la puerta de un garaje y yo casi choco con él. Arturo: ¡Te dejo! Y, sí, Chris está aquí.—¿ Con quién hablas?—me pregunta.—Con mi hermano. Chris sonríe.—¿ Ha encontrado ya el regalito que le he dejado en la puerta de su dormitorio?—Sí. Y está cabreado.—Bien. Me gusta el Andrés cabreado. Sobre todo cuando estamos a cientos de kilómetros de distancia y no tengo que verle el careto.—« Estás viendo el mío, que es el mismo»—.
Susanna Herrero (Y quererte en estéreo (Car,#2))
«Hola. Por si he sido tan torpe de no haberte llamado aún, quiero que sepas que no es porque no te eche de menos. Sí te echo de menos. Seguramente, el retraso tendrá que ver con Griffin… El muy idiota dará problemas durante toda la gira, lo sé, pero por lo menos dejará de desnudarte con la mirada una temporada… Eso es cosa mía. Y por si nunca te lo había dicho, lo hago siempre. Cuando pasas a mi lado, imagino tus caderas desnudas bajo mis dedos. Cuando te inclinas para darme una cerveza, imagino tus pechos firmes, tus pezones duros pidiendo mi boca a gritos. Te preguntas por qué estoy siempre tan excitado, y te lo voy a decir. Tu cuerpo me quema. La caricia de tus dedos sobre mi piel enciende mi deseo. Tu aliento me cubre de una pasión abrasadora. Todo en ti es sensual, y tú no lo sabes en absoluto. Cuando me miras con esos ojos ahumados, desnudándome como te desnudo yo a ti, haces que mi sangre fluya como un torrente, y te deseo tanto… Sé que, esté donde esté en este momento, estaré muriéndome de deseo y que albergaré una profunda ansia, casi dolorosa… porque estaré pensando en ti. Los días no merecen la pena hasta que no estoy dentro de ti. Sólo me siento completo con tu cuerpo rodeando el mío. Pero no pienses que lo que siento por ti se limita sólo al sexo y a una reacción física. No… Es mucho más. Te has metido dentro de mí de tal forma que me has dejado herido y vulnerable. Estar contigo, hacerte el amor sólo es la muestra tangible de lo que siento por ti. Sé que me he convertido en uno de esos idiotas enamorados y balbuceantes, pero al fin y al cabo todo se reduce a dos palabras que apenas logran expresar lo que siento… Te amo.»
S.C. Stephens (Effortless (Thoughtless, #2))
A los dos pequeños hijos de la familia Ugarte, les gustaban los juguetes, pero más que eso preferían que sus padres, al levantarse y al acostarse, se acercarán a cada uno de ellos y les dijeran: Te quiero mucho, con un fuerte abrazo y beso en las mejillas. Cuento: El Cariño Autor: David Cotos Publicado 29 de Agosto de 2012 en Fan Page de Observando Cine
David Cotos
Cuando llegue tu primer éxito tras vencer tu miedo tendrás más atrevimiento. ¿Pero… lo tendrán los demás? Tendrás amigos que cuando te lances a otro gran proyecto te criticarán. Te criticarán antes de empezar y también cuando lo alcances. Cuando escribí mi primer libro, uno lo leyó y me dijo que no era nada del otro mundo. Otro me dijo indirectamente que quién me creía por escribir un libro. Por supuesto que no hice caso y les dije seguiría escribiendo. Otros, más suavemente, me dijeron:”David nosotros hacemos cosas más normales…” Y finalmente unos pocos amigos me animaron a seguir. Esos siguen siendo mis amigos hoy. Y siguen siendo geniales. Pero tras superar el primer miedo detecté de quién me tenía que alejar (curiosamente eran los que más exaltaban la amistad).   Pero lo que más me llamó la atención fue esto: ¡Muchos de los que me desanimaron tenían más talento que yo! Tenían una capacidad de entendimiento y una inteligencia enorme. ¿Por qué no lo intentaron entonces? Por miedo. Una vez más el miedo. Encontrarás en tu camino a gente con talento que no querrá crecer contigo y reaccione mal a tu éxito. ¡Aléjate de ellos! En cuanto te salga algo bien buscarán la parte negativa. Volverás a tener un éxito y dirán que fue otra vez casualidad. Y todo eso mientras te dicen “Yo soy tu amigo y quiero lo mejor para ti.” Incluso empezarás a dudar si tendrán razón (ojo, que eso es lo que quieren), pero si buscas y rebuscas, sus argumentos no se sostendrán.   Se dice que encuentras tus amigos cuando caes. Pero también los encuentras cuando subes. Son los que sonreirán contigo y te animarán a seguir en tu ascensión. Por eso no necesitas caer para reconocer a tus verdaderos amigos, sube hacia arriba y lo sabrás igualmente.     Muerte al desertor Si tu entorno no te apoya en tu viajes es por miedo. No es la envidia. La envidia está en la superficie pero el miedo es su origen. Siempre es el miedo. Querrán llegar donde tú has llegado pero no se atreverán. Les dará miedo intentarlo, les aterrará el fracaso y el qué dirán. En su frustración reaccionarán con la pataleta, la envidia y sabotear planes de otros.   Y es que la mayoría vive atenazada. Miedo, miedo y más miedo. Miedo por intentarlo ellos y miedo a
David Valois (Superación Personal: Cómo vencer tus MIEDOS y eliminar tu ansiedad: Mejora tu AUTOESTIMA Y TU AUTOCONFIANZA (Libros de Autoayuda y Superación Personal nº 2) (Spanish Edition))
- Dexter, te quiero mucho. Tanto, pero tanto... Y probablemente siempre te quiera . - Los labios de Emma le tocaron la mejilla-. Lo que pasa es que ya no me gustas. Lo siento.
David Nicholls (One Day)
¿Nunca has pensado en tener otra vida? Ya sabes, ¿haber nacido en otro lugar?" "Shannon.." Me quejo, sé que se refiere a la mierda de mi trabajo. "Lo digo en serio, a veces pienso en que haría si alguien me ofreciera una vida nueva, tener la posibilidad de poder volver a empezar de cero." "¿Y que decidirías?" La siento sonreír. "¿Tú?" "Yo he preguntado primero." Contesto. "Eso no importa." Ríe. "Vamos..." Me coge la mano entre las suyas. Suspiro. "Bueno, cualquier otra vida diferente a la mía sería mucho más aburrida." Se ríe en acuerdo. "Si... Pero, ¿no te gustaría reemplazarla?" "No lo sé.. Pregúntamelo cuando sea un vejestorio." Sonrío. "¿Y eso por qué?" "Porque no hay manera de saber en este instante si voy a conseguir todo lo que quiero... Creo que hay una pequeña posibilidad de que todo pueda mejorar tal y como lo imaginamos ¿sabes? Creo que huir de tu vida, de tus problemas, no es la solución, y elimina esa pequeña posibilidad, tienes que enfrentar tu vida, si no, pienso que eres un cobarde.
Sofia Fernandez - Pink Rose
Así solo, no sirve para nada ni el dinero ni nada de lo que tengo. Ni yo mismo. No sirvo para nada sin ti. Te quiero. Soy tuyo. No sirvo sino para desearte, y quererte mucho, siempre, toda la vida.
Jaime Sabines
1) Lo que tú me importas a mí, me importa tanto o más que lo que te importo yo a ti. 2) Precisamente porque me importas tanto, me importa mucho importarte lo más posible. 3) Si no me hubieses importado tanto, me habría dado igual cuánto te importaba yo. 4) Pero de ninguna manera me da igual, eso significa que tú me importas tanto que no puede darme igual cuánto te importo yo. 5) Si supieras lo mucho que me importas, podrías entender por qué no quiero dejar de tener la importancia que tengo para ti. 6) Primera conclusión: por lo visto no sabes cuánto me importas. 7) Segunda conclusión: tal vez ahora lo sepas. 8) Estoy cansado. Buenas noches.
Daniel Glattauer (Cada siete olas (Contra el viento del norte, #2))
Por algún motivo, contigo me pasa lo mismo que me pasaba con mis hijos cuando eran pequeños. Sabía que no eran ellos los que me tenían que querer a mí, sino yo a ellos. Tú puedes encauzar tus sentimientos como quieras, pero yo te quiero y siempre te querré. Aunque no nos volvamos a ver, me has hecho revivir y eso es mucho. Por supuesto, me gustaría compartir mi vida contigo. Lo malo es que aquí en Bali tampoco te puedo ofrecer una gran vida.
Anonymous
Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, 6 pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas, 7 como todos los que practican la justicia. "Haz limosma con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. 8 Regula tu limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, 9 porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. 10 Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. 11 Don valioso es la limosma para cuantos la practican en presencia del Altísimo. 12 "Guárdate, hijo, de toda impureza y, sobre todo, toma mujer del linaje de tus padres; no tomes mujer extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda, hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en herencia. 13 Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni con los hijos y las hijas de tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es madre de la indigencia. 14 "No retengas el salario de los que trabajan para ti; dáselo al momento. Si sirves a Dios serás recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en toda tu conducta. 15 No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. No bebas vino hasta emborracharte y no hagas de la embriaguez tu compañera de camino. 16 "Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencilla tu ojo cuando hagas limosna. 17 Esparce tu pan sobre la tumba de los justos, pero no lo des a los pecadores. 18 "Busca el consejo de los prudentes y no desprecies ningún aviso saludable. 19 Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que llegen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o abata hasta lo profundo del Hades. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón. 20 "También quiero decirte que dejé en depósito a Gabael, hijo de Gabrí, en Ragués de Media, diez talentos de plata. 21 No debes preocuparte, hijo, porque seamos pobres. Muchos bienes posees si temes a Dios, huyes de todo pecado y haces lo que es bueno ante el Señor tu Dios.
Isaac Meany (Biblia Católica (Spanish Edition))
Dado que Imre era un refugio para la música y el teatro, quizá penséis que yo pasaba mucho tiempo allí, pero nada podría estar más lejos de la verdad. Solo había estado en Imre una vez. Wilem y Simmon me habían llevado a una posada donde tocaba un trío de hábiles músicos: laúd, flauta y tambor. Pedí una jarra de cerveza pequeña que me costó medio penique y me relajé, dispuesto a disfrutar de una velada con mis amigos… Pero no pude. Apenas unos minutos después de que empezara a sonar la música, casi salí corriendo del local. Dudo mucho que podáis entender por qué, pero supongo que si quiero que esto tenga algún sentido, tendré que explicároslo. No soportaba oír música y no formar parte de ella. Era como ver a la mujer que amas acostándose con otro hombre. No. No es eso. Era como… Era como los consumidores de resina que había visto en Tarbean. La resina de denner era ilegal, por supuesto, pero había partes de la ciudad en que eso no importaba. La resina se vendía envuelta en papel encerado, como los pirulís o los tofes. Mascarla te llenaba de euforia. De felicidad. De satisfacción. Pero pasadas unas horas estabas temblando, dominado por una desesperada necesidad de consumir más, y esa ansia empeoraba cuanto más tiempo llevabas consumiéndola. Una vez, en Tarbean, vi a una joven de no más de dieciséis años con los reveladores ojos hundidos y los dientes exageradamente blancos de los adictos perdidos. Le estaba pidiendo un «caramelo» de resina a un marinero, que lo sostenía fuera de su alcance, burlándose de ella. Le decía a la chica que se lo daría si se desnudaba y bailaba para él allí mismo, en medio de la calle. La chica lo hizo, sin importarle quién pudiera estar mirando, sin importarle que fuera casi el Solsticio de Invierno y que en la calle hubiera diez centímetros de nieve. Se quitó la ropa y bailó desenfrenadamente; le temblaban las pálidas extremidades, y sus movimientos eran patéticos y espasmódicos. Entonces, cuando el marinero rio y negó con la cabeza, ella cayó de rodillas en la nieve, suplicando y sollozando, agarrándose desesperadamente a las piernas del marinero, prometiéndole que haría cualquier cosa que le pidiera, cualquier cosa… Así era como me sentía yo cuando oía tocar a unos músicos. No podía soportarlo. La ausencia diaria de mi música era como un dolor de muelas al que me había acostumbrado. Podía vivir con ello. Pero no soportaba ver cómo agitaban delante de mí el objeto de mi deseo.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
—¿Qué ha sido esa vergonzosa exhibición? —me preguntó Wilem cuando Marea se hubo marchado. —¿Cómo dices? —¿Cómo dices? —repitió imitando mi tono de voz—. ¿Cómo te atreves a fingir siquiera que eres tan imbécil? Si una chica tan guapa como esa me mirara con un solo ojo de la forma en que te ha mirado a ti con los dos… Ya habríamos encontrado una habitación, por expresarlo de forma educada. —Ha sido simpática —protesté—. Y hemos hablado un rato. Me ha preguntado si querría enseñarle algunos acordes de arpa, pero hace mucho tiempo que no toco el arpa. —Pues si sigues pasando por alto insinuaciones como esa, seguirás sin tocarla mucho tiempo —repuso Wilem con franqueza—. Lo único que ha faltado ha sido que se desabrochara otro botón. Sim se inclinó hacia mí y apoyó una mano en mi hombro; era la viva imagen del amigo preocupado. —Kvothe, hace tiempo que quiero hablar contigo de este problema. Si de verdad no te has dado cuenta de que esa chica se interesaba por ti, quizá tengas que admitir la posibilidad de que seas absolutamente inepto en lo relativo a las mujeres. Quizá debas plantearte el sacerdocio. —Estáis borrachos —dije para disimular mi rubor—. ¿Os habéis quedado con que es la hija de un concejal? —¿Te has quedado —replicó Wil en el mismo tono— con cómo te miraba? Yo sabía que era deplorablemente inexperto con las mujeres, pero no tenía por qué reconocerlo. Así que descarté sus comentarios con un ademán y bajé del taburete. —No sé, pero dudo que un revolcón detrás de la barra fuera en lo que estaba pensando esa chica. —Bebí un sorbo de agua y me alisé la capa—. Bueno, tengo que encontrar a mi Aloine y darle las gracias. ¿Qué aspecto tengo? —¿Qué más da? —dijo Wilem. Simmon le tocó el codo a Wilem. —¿No lo ves? Va detrás de una presa más peligrosa que la escotada hija de un concejal.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
He sido muchas cosas, Bran. Ahora soy lo que ves, y entenderás por qué no podía llegar a ti…, salvo en sueños. Te he observado durante mucho tiempo; te he observado con mil ojos y uno más. Presencié tu nacimiento, y el de tu señor padre antes que el tuyo. Presencié tu primer paso, oí tu primera palabra, formé parte de tu primer sueño. Te vi caer. Y ahora, por fin, has venido a mí, Brandon Stark, aunque has tardado. —Estoy aquí —dijo Bran—, pero estoy roto. ¿Podrías…? ¿Podrías curarme…? Quiero decir, ¿podrías curarme las piernas? —No —dijo el hombre pálido—. Eso está fuera de mi alcance. «Ha sido un viaje muy largo». Los ojos de Bran se llenaron de lágrimas. La estancia resonaba con el ruido del río negro. —Nunca volverás a andar, Bran —dictaminaron los labios pálidos—. Pero volarás.
Anonymous
Desconfía de lo que te digo. Desconfía con la mirada del investigador, no con la del incrédulo. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía con la mentalidad de un buscador, no con la de un escéptico. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía con el corazón abierto y el deseo de aprender, no con la soberbia del que cree que todo lo sabe. Pero desconfía de lo que digo. Desconfía de mí, pero no de ti. Recuerdo un cuento zen: Un alumno fue a ver a su maestro y le dijo: –Maestro, quiero que me enseñes las cosas más importantes. El maestro le respondió: –Para conocer las cosas más importantes tienes que conocer primero las cosas cotidianas. Aquéllas con las que te cruzas todos los días. Tú cruzas este río cuatro o más veces cada día, para entrar y salir del pueblo. Si te preguntaras qué es un río, ¿sabrías qué contestarte? El alumno no entendía muy bien hacia dónde apuntaba su pregunta, pero de todas formas le dijo a su maestro todas las cosas que sabía sobre los ríos. Cuando finalizó su explicación, el maestro le lanzó una nueva pregunta: –¿Sólo eso? El alumno, después de reflexionar durante unos segundos, le dijo otra veintena de cosas sobre los ríos. –¿Sólo eso? —repitió el maestro. Y preguntando, preguntando… el maestro consiguió que el alumno le dijera muchas más cosas. Finalmente el maestro le dijo: –Mira, allá arriba, en la montaña, nace este río… y termina allá abajo, en el mar. Ahora ve y recórrelo. Cuando al hacerte a ti mismo la pregunta, no necesites poner la respuesta en palabras, sabrás lo que es un río. Supongo que por eso te invito a desconfiar, yo ni siquiera he recorrido en su totalidad este río que es el camino espiritual. He leído mucho, he explorado bastante, he experimentado todas las cosas que propongo. Con lo aprendido he hecho lo mejor que podía hacer: contarte por lo menos las cosas que sé de este camino para así invitarte a recorrerlo. Pero es obvio que no será suficiente. Si quieres encontrar tus respuestas, deberás recorrerlo tú mismo. Me pregunto cómo terminar lo que desde el principio pretende ser tan sólo un punto de partida. Me parece que debo, otra vez, recurrir al Talmud, sesenta tomos de texto en los que se registra toda la sabiduría del pueblo judío y las palabras más elaboradas de sus guías más reconocidos. Cada una de las páginas del Talmud está nominada, lleva una letra que la identifica, ya que en hebreo los números se remplazaban por letras (alef es 1, bet es 2 y así… ). Pues bien, la primera página del Talmud lleva, según la tradición, la letra bet (la del número 2). La primera página es pues… la segunda. No es un error, es un símbolo. En el último capítulo del último tomo, uno de los rabinos escribe al lector: Y no te ufanes de haber leído hasta aquí, ni de haberlo comprendido todo, porque te sigue faltando entender la página uno del primer tomo. El conocimiento de lo espiritual, al igual que la vida, está en constante cambio. Posiblemente, como en la parábola talmúdica, cuando lleguemos al final nos daremos cuenta de que aún nos falta terminar de comprender el principio. Para seguir avanzando en el camino espiritual, hay que ser capaz de aceptar con humildad esta paradoja.
Anonymous
te quiero mucho. Tanto, pero tanto... Y probablemente siempre te quiera. –Los labios de Emma le tocaron la mejilla–. Lo que pasa es que ya no me gustas. Lo siento.
David Nicholls (Siempre el mismo día)