Sus Shakespeare Quotes

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La unión de dos almas sinceras no admite impedimentos. No es amor el amor que se transforma con el cambio, o se aleja con la distancia. ¡Oh, no! Es un faro siempre firme, que desafía a las tempestades sin estremecerse. Es la estrella para el navio a la deriva, de valor incalculable, aunque se mída su altura. No es amor bufón del tiempo, aunque los rosados labios y mejillas caigan bajo el golpe de su guadaña. El amor no se altera con sus breves horas y semanas, sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo. Sí estoy equivocado y se demuestra, yo nunca nada escribí, y nadie jamás amó.
William Shakespeare (Shakespeare's Sonnets)
El amor no se modifica por ser breves sus horas o semanas, sino que firme perdura hasta el borde del abismo.
William Shakespeare (Shakespeare's Sonnets)
Tengan piedad las pobre almas para las que esta voraz guerra abre sus enormes fauces.
William Shakespeare (Henry V)
Pero el amor puede transformar en belleza y dignidad cosas bajas y viles, porque no ve con los ojos, sino con la mente, y por eso pinta ciego a Cupido el alado. Ni tiene en su mente el amor señal alguna de discernimiento; como que las alas y la ceguera son signos de imprudente premura. Y por ella se dice que el amor es niño, siendo tan a menudo engañado en la elección. Y como en sus juegos perjuran los muchachos traviesos, así el rapaz amor es perjurado en todas partes.
William Shakespeare (A Midsummer Night’s Dream)
Tiempo voraz, embótale al león la garra Y haz que la propia tierra sus crías embeba, al fiero tigre descolmilla y desquijarra y sepulta en su sangre a la fénix longeva. William Shakespeare, Soneto XIX
Kerstin Gier (Ruby Red (Precious Stone Trilogy, #1))
Le han visto allí muchas mañanas, aumentando con su llanto el rocío de la mañana, añadiendo a las nubes sus nubes de suspiros. Mas, en cuanto el sol, que todo alegra, comienza a descorrer por el remoto oriente las oscuras cortinas del lecho de Aurora, mi melancólico hijo huye de la luz y se encierra solitario en su aposento, cerrando las ventanas, expulsando toda luz y creándose una noche artificial
William Shakespeare (Romeo and Juliet)
Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir. Me aventuraría a decir que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer. Según sugiere, creo, Edward Fitzgerald, fue una mujer quien compuso las baladas y las canciones folklóricas, canturreándolas a sus niños, entreteniéndose mientras hilaba o durante las largas noches de invierno. Quizás esto sea cierto, quizá sea falso —¿quién lo sabe?—, pero lo que sí me pareció a mí, repasando la historia de la hermana de Shakespeare tal como me la había imaginado, definitivamente cierto, es que cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.
Virginia Woolf (A Room of One’s Own)
Si tú alguna vez, y esa vez puede estar cerca, observas el poder del amor en un rostro juvenil,verás las heridas invisibles que dejan sus agudas flechas
William Shakespeare (As You Like It)
¿No sabéis que las virtudes de algunos son sus enemigos?
William Shakespeare (As You Like It)
Estrellas, oculten sus fuegos; no dejen a la luz ver mis deseos negros y profundos.
William Shakespeare (Macbeth)
Mientras da su compañía a sus amantes yo desfallezco en esta casa por una mirada suya.
William Shakespeare (The Comedy of Errors)
Personas he conocido que se pasearon durante su sueño y murieron santamente en sus lechos.
William Shakespeare (Macbeth)
Un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto
William Shakespeare
A un alma infeliz, maltratada por la adversidad, le pedimos que se calme cuando oímos sus lamentos. Pero si padeciéramos un dolor como el suyo, nos lamentaríamos tanto o más que ella.
William Shakespeare (The Comedy of Errors)
¿Y qué se obtiene impidiendo el recreo sino tristeza y un tedio melancólico, parientes de la sombría y desolada desesperación, y a sus talones una gran tropa infecciosa de pálidas dolencias y enemigos de la vida?
William Shakespeare (The Comedy of Errors)
El comedor y la biblioteca de mis recuerdos eran ahora, derribada la pared medianera, una sola gran pieza desmantelada, con uno que otro mueble. No trataré de describirlos, porque no estoy seguro de haberlos visto, pese a la despiadada luz blanca. Me explicaré. Para ver una cosa hay que comprenderla. El sillón presupone el cuerpo humano, sus articulaciones y partes; las tijeras, el acto de cortar. ¿Qué decir de una lámpara o de un vehículo? El salvaje no puede percibir la biblia del misionero; el pasajero no ve el mismo cordaje que los hombres de a bordo. Si viéramos realmente el universo, tal vez lo entenderíamos. " Extracto del relato THERE ARE MORE THINGS
Jorge Luis Borges (The Book of Sand and Shakespeare's Memory)
Sus alumnos se someten de buena gana a la influencia de cualquier escritor contemporáneo, incluso de los mediocres, pero se muestran totalmente indiferentes a autores clásicos como Shakespeare, Marco Aurelio, Epicteto o Pascal, y esa incapacidad para distinguir lo grande de lo pequeño manifiesta ante todo su desconocimiento ante la vida.
Anton Chekhov (Una historia aburrida)
Entonces, ¿cuál será nuestro juego? CELIA Sentarnos y reírnos de doña Fortuna hasta echarla de su rueda, para que en adelante reparta sus dones con más equidad. ROSALINA Ojalá pudiéramos, pues nunca acierta al asignarlos, y con quien más se equivoca esta ciega dadivosa es con las mujeres. CELIA Cierto, pues cuando les da belleza apenas les da decencia, y a las que da decencia las hace muy poco atractivas.
William Shakespeare (As You Like It)
Parece que va siendo evidente que la distopía que nos corresponde no es 1984, de Orwell, sino Un mundo feliz, de Aldous Huxley, en el que hay consenso para que desaparezca por nocivo y peligroso el “amor romántico”, ese pleonasmo (como el agua húmeda). Sin amor sólo quedará el sexo como placer y fiesta, una especie de amor sin espinas, como los filetes de pescado congelado. Punto final a esa manía alucinatoria de buscar nuestra otra mitad, el cariño absoluto que da sentido a la vida o compensa de no encontrarlo, los celos y recelos, las cóleras y reconciliaciones, la pérdida, la fatiga asombrosa de querer. “Si duele no es amor”, han decretado los coachs(esos psicólogos para quienes no tienen ya psique). Así podemos despachar el estorbo de casi toda la literatura occidental, basada en que solo es amor si duele. Y sus contradicciones: el poeta que se queja de la espina en el corazón clavada y cuando se la quitan protesta porque ya no siente el corazón... ¡Bah, no tienen pensamiento positivo, no saben pasarlo bien! Así les va a las pobres chicas, Emma, Ana, Desdémona... el último beso de Otelo. ¡Otelo! ¡Cómo no le da vergüenza a Shakespeare ser tan romántico al hablar de la violencia de género! Necesitamos menos poetas y más pilates: hay que decírselo a los adolescentes enseguida, para que no se amarguen la vida. Olvidemos el bárbaro pasado y sus neuróticos arrebatos. Adiós a morbosas torturas como las que describe T. S. Eliot (trad. Andreu Jaume): “¿Quién concibió pues el tormento? El Amor. / El Amor es el nombre más siniestro / escondido en las manos que bordaron / la insoportable camisa de fuego / que las fuerzas humanas no quitaron. / Tan solo suspiramos, tan solo vivimos / por fuego y por el fuego consumidos”.
Fernando Savater
Mujeres y hombres, olvidando sus orígenes aristocráticos, se entregaron a toda clase de terribles y odiosos excesos: se daban la mano, se preguntaban por la familia, se jugaban los peniques a cara o cruz, chupaban caramelos, sacaban virutas de sus bastones, se limpiaban los dientes, se depilaban las cejas, se ponían en cuclillas y daban saltos gritando «¡cuá, cuá!», se arrancaban los botones de los trajes, se apretaban los nudos de las corbatas; en fin, el disloque en el idioma de Shakespeare.
Enrique Jardiel Poncela (Novísimas aventuras de Sherlock Holmes)
CELIA: Sentarnos y reírnos de doña Fortuna hasta echarla de su rueda, para que en adelante reparta sus dones con más equidad. ROSALINA: Ojalá pudiéramos, pues nunca acierta al asignarlos, y con quien más se equivoca esta ciega dadivosa es con las mujeres. CELIA: Cierto, pues cuando les da belleza apenas les da decencia, y a las que da decencia las hace muy poco atractivas. ROSALINA: Tú mezclas el cometido de la Fortuna con el de la Naturaleza: la Fortuna decide los dones mundanos, no los rasgos naturales.
William Shakespeare (As You Like It)
Lo último que hizo, Majestad, fue dar un beso, el último de miles, a esta perla oriental. Sus palabras se clavaron en mi pecho. CLEOPATRA Y de ahí mi oído ha de arrancarlas. ALEXAS «Buen amigo —dice—, haz saber que el fiel romano envía a la gran egipcia el tesoro de una ostra y que, además, por compensar tan vil regalo, rodearé su rico trono de otros reinos. Todo el Oriente —díselo— la llamará señora». Saludó y con dignidad montó un airoso corcel, que relinchó con tal brío que silenció brutalmente mi respuesta.
William Shakespeare (Antony and Cleopatra)
Déjame que el enlace de dos almas fieles No admita impedimentos. No es amor el amor Que cambia cuando un cambio encuentra, O que se adapta con el distanciamiento a distanciarse. ¡Oh, no!, es un faro eternamente fijo que desafía a las tempestades sin nunca estremecerse; es la estrella para todo barco sin rumbo, cuya valía se desconoce, aun tomando su altura. No es amor bufón del Tiempo, aunque los rosados labios Y mejillas corva guadaña sigan: El amor no varía con sus breves horas y semanas, Sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo. Si esto es erróneo y se me puede probar, Yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó.
William Shakespeare (Shakespeare's Sonnets)
Te veo preocupado, hijo mío, y como abatido. Recobra el ánimo. Nuestra fiesta ha terminado. Los actores, como ya te dije, eran espíritus y se han disuelto en el aire, en aire leve, y, cual la obra sin cimientos de esta fantasía, las torres con sus nubes, los regios palacios, los templos solemnes, el inmenso mundo y cuantos lo hereden, todo se disipará e, igual que se ha esfumado mi etérea función, no quedará ni polvo. Somos de la misma sustancia que los sueños, y nuestra breve vida culmina en un dormir. Estoy turbado. Disculpa mi flaqueza; mi mente está agitada. No te inquiete mi dolencia. Si gustas, retírate a mi celda y reposa. Pasearé un momento por calmar mi ánimo excitado. (Próspero)
William Shakespeare (The Tempest)
Cuando las escuelas empezaron a evaluar a la gente según calificaciones numéricas precisas, la vida de millones de estudiantes y profesores cambió drásticamente. Las calificaciones son un invento relativamente nuevo. A los cazadores-recolectores no se les calificó nunca por sus logros, e, incluso miles de años después de la revolución agrícola, pocos sistemas educativos utilizaban calificaciones precisas. Un aprendiz de zapatero medieval no recibía al final del año un pedazo de papel que dijera que había conseguido un sobresaliente en cordones pero un aprobado justo en hebillas. Un estudiante en la época de Shakespeare se iba de Oxford con solo uno de dos resultados posibles: con un grado o sin él. Nadie pensó en dar a un estudiante una nota final de 74 y a otro, un 88.[6]
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
No cabe duda de que el contraataque más exuberante lanzado por escritor alguno contra la reducción del lenguaje es el de James Joyce. Después de Shakespeare y de Burton, la literatura no había conocido semejante goloso de las palabras. Como si se hubiera dado cuenta de que la ciecnia había arrebatado al lenguaje muchas de sus antiguas posesiones, de sus colonias periféricas, Joyce quiso anexionarle una nuevo reino subterráneo. El Ulises pesca en su red luminosa la confusión viva de la vida inconsciente; Finnegan´s Wake destruye los bastiones del sueño, Joyce, como nadie había después de Milton, devuelve al oído inglés la vasta magnificiencia de su ancestro. Comanda grandes batallones de palabras, recluta nuevas palabras hace tiempo olvidadas u oxidadas, llama a filas otras palabras nuevas convocadas por las necesidades de la imaginación.
George Steiner
Ay de mí, por todo lo que jamás leí, y por todas las historias y relatos que he oído, sé que el cauce del amor sincero nunca fue sereno; pues, o bien sufre de diferencias de rango... HERMIA ¡Oh Dios! Demasiada nobleza para cárcel tan plebeya... LISANDRO O de disparidad de edades... HERMIA ¡Oh rencor! Demasiada vejez para juventud tan tierna... LISANDRO O el mérito depende de lo que elijen amigos... HERMIA ¡Oh infierno! Elegir el amor con ojos ajenos. LISANDRO O si se ha escogido a quien convenga, viene el cerco de la guerra, la muerte o la dolencia para hacer al amor efímero como un trino, veloz como una sombra, breve como cualquier sueño, raudo como el relámpago en la noche tenebrosa que, en un suspiro, despliega cielo y tierra y antes que un hombre pueda decir "¡Mira!", vuelve y cierra sus fauces renegridas, y los devora tan pronto que lo brillante va a dar en confusión.
William Shakespeare
Y no obstante, a pesar de todo esto, a pesar de que no tenía rival en la descripción de tiranos hundidos en sangre hasta las rodillas, Shakespeare era un poco ingenuo. Porque sus monstruos tenían dudas, malos sueños, punzadas de remordimientos de conciencia. Veían alzarse ante ellos a los espectros de los que habían asesinado. Pero en la vida real, bajo un terror real, ¿qué conciencia culpable? ¿Qué malos sueños? Todo eso era sentimentalismo, falso optimismo, la esperanza de que el mundo sería como queremos que sea en vez de como es. Qué pocos de los que cortaban la leña y hacían que volaran las astillas, de los que fumaban Belomor sentados antes sus escritorios en la Casa Grande, de los que firmaban las órdenes y hacían las llamadas por teléfono, cerrando un expediente y con él poniendo fin a una vida, qué pocos de ellos tenían malos sueños o veían alguna vez alzarse a los espectros de los muertos para reprochárselo.
Julian Barnes (The Noise of Time)
Londres se ha tragado muchos millones de jóvenes llamados Smith; no ha concedido ninguna importancia a nombres tan raros como Septimus, con los que sus padres habían pensado singularizarlos. Vivir en una pensión, en una bocacalle de Euston Road, comportaba experiencias - experiencias otra vez - como la de transformar una cara en dos años: una inocente cara ovalada y rosa en otra contraída y enjuta. Pero de todo lo dicho, qué hubieran podido decir los amigos más observadores, salvo lo que dice un jardinero cuando abre la puerta del invernadero y se encuentra una nueva flor en la planta: Ha florecido; florecido por vanidad, ambición, idealismo, pasión, soledad, valor, pereza, las semillas habituales que, revueltas todas ellas (en una habitación junto a Euston Road), hicieron de él un hombre tímido y tartamudo, ansioso de superarse a sí mismo, le hicieron enamorarse de la señorita Isabel Pole que daba lecciones sobre Shakespeare en Waterloo Road.
Virginia Woolf (Mrs. Dalloway)
Anumite mărturii, rare, ce-i drept, ni-l înfăţişează pe Gogol ca pe un sfînt; altele, mai frecvente, ca pe-o fantomă. Nu i se cunoaşte nicio relaţie amoroasă. Biografii săi vorbesc deschis de impotenţă. Nu e cusur care să izoleze mai mult. Impotentul dispune de o forţă lăuntrică ce-l singularizează, îl face inaccesibil şi, în chip paradoxal, primejdios: provoacă frică. Animal desprins de animalitate, bărbat fără neam, viaţă abandonată de instinct, el se înalţă prin tot ce a pierdut: e victima preferată a spiritului. Ne-am putea imagina un şobolan impotent? Rozătoarele realizează de minune actul cu pricina. Nu acelaşi lucru se poate afirma despre oameni: cu cît sînt mai excepţionali, cu atît se agravează la ei această slăbiciune majoră ce-i smulge din lanţul fiinţelor. Orice activitate le este îngăduită, mai puţin aceea ce ne înrudeşte cu ansamblul zoologiei. Sexualitatea ne egalizează; mai mult: ne răpeşte misterul... Ea este aceea care, în mai mare măsură decît orice altă nevoie şi activitate, ne pune pe picior de egalitate cu semenii noştri: cu cît o practicăm mai asiduu, cu atît devenim mai asemănători. Abstinenţa voluntară sau forţată, proiectînd individul în acelaşi timp mai sus şi mai jos de Specie, face din el un amestec de sfînt şi imbecil care ne pune pe ganduri şi ne consternează. De aici si ura echivocă pe care o simţim faţă de călugări, ca de altfel faţă de orice bărbat care a renunţat la femeie, care a renunţat să fie ca noi. Nu-i vom ierta niciodată singurătatea: ea ne umileşte şi ne dezgustă, ne sfidează. Gogol a mărturisit cîndva că dacă ar fi cedat iubirii, aceasta l-ar fi «făcut praf şi pulbere pe dată». O asemenea mărturisire, care ne răscoleşte şi ne fascinează, ne duce cu gîndul la «taina» lui Kierkegaard, la «ghimpele din carnea sa». Totuşi, filozoful danez era o natură erotică: ruperea logodnei, eşecul în iubire l-au chinuit întreaga viaţă şi i-au marcat pînă şi scrierile teologice. Ar trebui atunci să-l comparăm pe Gogol cu Swift, celălalt «osîndit»? Ar însemna să uităm că acesta a avut şansa, dacă nu să iubească, cel puţin să facă, victime. Pentru a fixa locul lui Gogol, trebuie să ne imaginăm un Swift fără Stella şi fără Vanessa. Fiinţele care trăiesc sub ochii noştri în Revizorul sau în Suflete moarte, observă un biograf, nu sînt «nimic». Şi fiind «nimic», sunt «totul». Intr-adevăr, «substanţa» le lipseşte; de unde, universalitatea lor. Ce sînt Cicikov, Pliuşkin, Sobakevici, Nozdriov, Malinov, eroul din Mantaua ori acela din Nasul, dacă nu noi înşine reduşi la adevărata noastră esenţă? «Suflete goale», spune Gogol; şi totuşi, ele au o anume măreţie: aceea a platitudinii. Un Shakespeare al meschinului, s-ar spune, un Shakespeare preocupat să ne observe ideile fixe, micile obsesii, foiala noastră zilnică. Nimeni n-a mers mai departe decat Gogol în perceperea cotidianului. De prea multă realitate, personajele sale devin inexistente şi se preschimbă in simboluri în care ne recunoaştem pe deplin. Ele nu decad: sînt decăzute dintru început. Fără să vrem, ne vin în minte Demonii; dar, in vreme ce eroii lui Dostoievski se avîntă spre limitele lor, eroii lui Gogol dau îndărăt spre acelea ce le sînt proprii; unii par să răspundă unei chemări ce-i depăşeşte, ceilalţi nu dau ascultare decft nesfîrşitei lor vulgarităţi.
Emil M. Cioran (The Temptation to Exist)
Al idioma Alemán Mi destino es la lengua castellana, El bronce de Francisco de Quevedo, Pero en la lenta noche caminada, Me exaltan otras músicas más íntimas. Alguna me fue dada por la sangre- Oh voz de Shakespeare y de la Escritura, Otras por el azar, que es dadivoso, Pero a ti, dulce lengua de Alemania, Te he elegido y buscado, solitario. A través de vigilias y gramáticas, De la jungla de las declinaciones, Del diccionario, que no acierta nunca Con el matiz preciso, fui acercándome. Mis noches están llenas de Virgilio, Dije una vez; también pude haber dicho de Hölderlin y de Angelus Silesius. Heine me dio sus altos ruiseñores; Goethe, la suerte de un amor tardío, A la vez indulgente y mercenario; Keller, la rosa que una mano deja En la mano de un muerto que la amaba Y que nunca sabrá si es blanca o roja. Tú, lengua de Alemania, eres tu obra Capital: el amor entrelazado de las voces compuestas, las vocales Abiertas, los sonidos que permiten El estudioso hexámetro del griego Y tu rumor de selvas y de noches. Te tuve alguna vez. Hoy, en la linde De los años cansados, te diviso Lejana como el álgebra y la luna.
Jorge Luis Borges
Te ruego que recites el pasaje tal como te lo he declamado yo,con soltura y naturalidad,pues si lo haces a voz en grito,como acostumbran muchos de nuestros actores,valdría más que diera mis versos a que los voceara el pregonero . Guardate también de aserrar demasiado el aire,así con la mano. Moderación en todo,pues hasta en medio del mismo torrente,tempestad y aún podría decir to torbellino de tu pasión,debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión. ¡Oh! me hiere el alma oir desgarrar una pasión hasta convertirla en jirones y verdaderos guiñapos,hediendo los oídos de los "mosqueteros" que por lo general,son incapaces apreciar otra cosa que incomprensibles pantomimas y barullo. De buena gana mandaría azotar a ese energúmeno por exagerar el tipo de Termagante....¡¡Esto es ser más herodista que Herodes...!¡ Evitalo tú,por favor! No seas tampoco demasiado tímido;en ésto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción corresponda a la palabra y la palabra a la acción,poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza,porque todo lo que a ella se opone ,se aparta igualmente del propio fin del arte dramático,cuyo objeto, tanto en su origen como en los tiempos que corren,ha sido y es ,presentar,por decirlo así,un espejo a la Humanidad ; Mostrar a la virtud sus propios rasgos,al vicio su verdadera imgen y a cadaedad y generación su fisonomía y sello caraterístico . De donde resulta que si se carga la expresión o si esta languidece,por más que ello haga reir a los ignorantes,no podrá menos de disgustar a los discretos ,cuyo dictamen,aunque se trate de un solo hombre,debe pesar más en vuestra estima que el de todo un público compuesto de los otros. ¡Oh! cómicos hay a quienes he visto representar y a los que he oído elogiar ,y en alto grado,que, por no decirlo en malos términos, no teniendo ni acento ni traza de cristianos,de gentiles,ni tan siquiera de hombres,se pavoneaban y vociferaban de tal modo que llegué a pensar si proponiéndose algún mal artífice de la Naturaleza formar tal casta de hombres,le resultaron unos engendros: ¡Tan abominablemente imitaban la Humanidad! ¡Oh! Corregidlo del todo! y no permitáis que los que hacen de graciosos ejecuten más de lo que les esté indicado,porque alguno de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reir a unos cuantos espectadores imbéciles,aún cuando en aquel preciso momento algún punto esencial de la pieza reclame la atención. Esto es indigno,y revela en los insensatos que lo practican la más estúpida pretensión.Id a prepararos
William Shakespeare (Hamlet)
«Esto percibes, lo que hace tu amor más fuerte, amar bien aquello que debes abandonar pronto.» Los ojos de Sloane regresaron a William Stoner y dijo secamente: «El señor Shakespeare le habla a través de trescientos años señor Stoner, ¿le escucha?». William Stoner se dio cuenta de que por unos instantes había estado conteniendo el aliento. Lo expulsó suavemente, dándose cuenta de que la ropa se movía sobre su cuerpo mientras el aliento le salía de los pulmones. Desvió la vista de Sloane hacia otro punto de la sala. La luz penetraba por las ventanas y se posaba sobre los rostros de sus compañeros de manera que la iluminación parecía venir de dentro de ellos mismos para salir hacia la oscuridad; un alumno pestañeó y una sombra delgada cayó sobre una mejilla cuya parte inferior había recogido la luz del sol. Stoner advirtió que sus dedos se estaban soltando de su firme agarre al escritorio. Se fijó en sus manos, maravillándose de lo morenas que estaban, de la intrincada manera en que las uñas se adaptaban al romo final de los dedos. Pensó que podía sentir la sangre fluir invisible a través de sus diminutas venas y arterias, pulsando delicada y precariamente desde las yemas de los dedos a través de su cuerpo. Sloane volvió a hablar: «¿Qué le comunica, señor Stoner? ¿Qué quiere decir el soneto?».
John Williams (Stoner)
Y por esto conviene que las almas nobles estén siempre asociadas a sus semejantes: porque ¿quién hay tan firme que no pueda ser seducido?" (Casio) "Ni las torres de piedra, ni los muros de bronce forjado, ni la presión subterránea, ni los fuertes anillos de hierro, pueden reprimir las fuerzas del alma; Porque la vida cansada de estas barreras del mundo, jamás pierde el poder de libertarse a sí misma. Y pues se esto, sepa además todo el mundo, que de la parte de tiranía que sufro me puedo sustraer cuando quiera." (Casio) "El abuso de la grandeza existe cuando ésta separa del poder el remordimiento; y a decir verdad de César, nunca ha sabido que sus afectos hayan vacilado más que su razón. "(Bruto) "Pero es prueba ordinaria que la humildad es para la joven ambición una escala, desde la cual el trepador vuelve el rostro; pero una vez en el más alto peldaño, da la espalda a la escala, alza la vista a las nubes y desdeña los bajos escalones por los cuales ascendió." (Bruto) "No te lisonjees con la idea lleva en sí una sangre que pueda cambiar de su verdadera calidad, por lo que hace bullir la sangre de ls necios: quiero decir por las palabras almibaradas, las reverencias humillantes y las lisonjas bajas y rastreras "(Cesar) "Hay lágrimas para su afecto, alegría para su fortuna, honra para su valor, y muerte para su ambición." (Bruto)
William Shakespeare (Julius Caesar)
Cuantos accidentes ocurren, todos me acusan, excitando a la venganza mi adormecido aliento. ¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y emplea todo su tiempo solo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no más. No. Aquél que nos formó dotados de tan extenso conocimiento que con él podemos ver lo pasado y futuro, no nos dio ciertamente esta facultad, esta razón divina, para que estuviera en nosotros sin uso y torpe. Sea, pues, brutal negligencia, sea tímido escrúpulo que no se atreve a penetrar los casos venideros (proceder en que hay más parte de cobardía que de prudencia), yo no sé para qué existo, diciendo siempre: tal cosa debo hacer; puesto que hay en mí suficiente razón, voluntad, fuerza y medios para ejecutarla. Por todas partes halló ejemplos grandes que me estimulan. Prueba es bastante ese fuerte y numeroso ejército, conducido por un Príncipe joven y delicado, cuyo espíritu impelido de ambición generosa desprecia la incertidumbre de los sucesos, y expone su existencia frágil y mortal a los golpes de la fortuna a la muerte, a los peligros más terribles, y todo por un objeto de tan leve interés. El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo; sino en saber hallar una razón plausible de contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir honor. ¿Cómo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre alevosamente, mi madre envilecida... estímulos capaces de excitar mi razón y mi ardimiento, que yacen dormidos? Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres, que por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro como a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que aún no es suficiente sepultura a tantos cadáveres. ¡Oh! De hoy más, o no existirá en mi fantasía idea ninguna, o cuántas forme serán sangrientas.
William Shakespeare (Hamlet)
Bingo Junio-Julio-Agosto  Lord Voldemort (un libro que trate sobre la muerte): Un mosntruo viene a verme de Patrick Ness. Conor tiene que lidiar con el temor constante de que su madre muera a causa del cancer y es ahí cuando aparece el monstruo que le hace ver la realidad  Regulus Black (libro que el protagonista tenga un familia rara/malvada/numerosa): La tempestad de Shakespeare. Prospero es traicionado por su hermano y es mandando a una isla en el medio de la nada; Prospero jura venganza mediante sus poderes mágicos.  Barty Crouch Jr (libro que el/la protagonista participe en una secta o investigue sobre las mismas): Las chicas de Emma Cline. Evie se ve envuelta en una secta cuando es abandonada por su mejor amiga y su unica amiga en el mundo.  Fenrir Breyback (libro que tenga licántropos): Luna Nueva de Stephenie Meyer. Bella es abandonada por Edward, se acerca mas a jacob y descubre que el es un hombre lobo  Bellatrix Lestrange (libro en el que el romance tóxico sea lo principal) La selección de Kiera Cass. America Singer se ve envuelta en un triangulo amoroso entre el principe de Íllea, Maxon, y su amor de la ciudad, Aspen.  Draco Malfoy (libro que el/la protagonista sea desertor): Tres espejos; espada de Sebastián Vargas. Jian era un campesino que perdió al amor de su vida y se convierte en un pirata perseguido por el pueblo por ser desertor y huir de luchar en la guerra.  Lucius Malfoy (libro con puterio de ricos) Mansfield Park de Jane Auste. Fanny es adoptada por sus tios ricos y la llevan a vivir a Mansfield Park, ella se ve envuelta en todos los lios, complicaciones y preocupaciones de los ricos, donde cada acción tiene que ser friamente calculada  Petter Pettigrew (libro con animales como protagonistas): El principito de Antoine de Saint-Exupéry. El principito, un hombrecito de traje azul y pelo rubio se hace amigo de un zorro que lo aconseja sobre la vida.  Marietta (libro en que el/la protagonista tenga una doble vida/vida oculta): Heartsong de T.J Klune. Robbie se encuentra en otra manada, con sueño recurrente sobre unos lobos corriendo... Con el paso del tiempo, descubre que la vida que esta viviendo no era su vida.
Patrick Ness (A Monster Calls)
Cuando el remedio ya no es posible, la pena / resulta inútil ante lo inevitable que puso fin / a la esperanza. ¿De qué sirve llorar por lo pasado? / Sólo para abrir nuevo camino al dolor. / Cuando ha ocurrido ya lo que Fortuna nos depara, / que Paciencia haga burla de sus heridas. / Si al robarnos nos reímos, robémosle al ladrón / Quien en dolor vano se hunde, a sí mismo se roba {Othello}
William Shakespeare
CELIA: Sentarnos y reírnos de doña Fortuna hasta echarla de su rueda, para que en adelante reparta sus dones con más equidad.� ROSALINA: Ojalá pudiéramos, pues nunca acierta al asignarlos, y con quien más se equivoca esta ciega dadivosa es con las mujeres. �CELIA: Cierto, pues cuando les da belleza apenas les da decencia, y a las que da decencia las hace muy poco atractivas.� ROSALINA: Tú mezclas el cometido de la Fortuna con el de la Naturaleza: la Fortuna decide los dones mundanos, no los rasgos naturales.
William Shakespeare
A veces en desgracia ante el oro y los hombres, lloro mi soledad y mi triste abandono y turbo el sordo cielo con mi estéril lamento, y viéndome a mí mismo, maldigo mi destino. Envidio al semejante más rico de esperanzas y sus bellas facciones y sus buenos amigos. envidio a éste el talento y al otro su poder y con lo que más gozo no me siento contento. Ante estos pensamientos yo mismo me desprecio. Felizmente, te evoco y entonces mi natura, como la alondra al alba, cantando toma altura para entonar sus himnos a las puertas del Cielo. Me da sólo evocarte, dulce amor, tal riqueza, que entonces ya no cambio mi estado por un Reino.
William Shakespeare
Así acontece frecuentemente a los hombres. Cualquier defecto natural en ellos, sea el de su nacimiento, del cual no son culpables (puesto que nadie puede escoger su origen), sea cualquier desorden ocurrido en su temperamento, que muchas veces rompe los límites y reparos de la razón, o sea cualquier hábito que se aparte demasiado de las costumbres recibidas llevando a estos hombres consigo el signo de un solo defecto que imprimió en ellos la naturaleza o el acaso, aunque sus virtudes fuesen tantas cuantas es concedido a un mortal, y tan puras como la bondad celeste; serán no obstante amancilladas en el concepto público, por aquel único vicio que las compaña. Un solo adarme de mezcla quita el valor al más precioso metal y le envilece.
William Shakespeare
Cuando decimos que la filosofía nace del asombro, lo que queremos decir es que el sentimiento se antepone a la razón. Sobre cualquier asunto razonamos únicamente si de antemano hemos sido llevados a su esfera por un interés afectivo. Por esta razón, el factor de primordial importancia en la vida cultural de los hombres es su postura ante el mundo. ¡Con cuánta razón se aduce a menudo que nada bueno puede provenir de un impulso equivocado! Y es que la razón, por sí sola, es incapaz de justificar sus razones. Como tampoco es casual que al diablo haya dado en llamársele príncipe de los abogados ni es fruto del azar que los villanos de Shakespeare sean tan excelsos razonadores. Si la inicial disposición es errada, la razón sólo contribuye a incrementar su maleficencia; si es correcta, entonces la razón se encarga de organizar y fomentar el bien. No está autorizado para elaborar propuestas de índole social o política, por descontado, quien previamente no haya acreditado que es capaz por sí solo al menos de refrendar algún aspecto del mundo real. La arbitrariedad, en este caso, es la lógica consecuencia de unas propuestas que no toman asiento en ninguna realidad previa. Es imposible siquiera afirmar lo que sea sin antes haber declarado categóricamente que la vida y el mundo son realidades apreciadas y deseables. Así, pues, todo indica que la cultura tiene su origen en una rotunda afirmación, razón por la que no ha de sorprender que sus brotes más espléndidos con frecuencia convivan con fases primitivas del desarrollo de los pueblos, caracterizadas por potentes sentimientos de «deber moral», dirigidos hacia el mundo antes de que haya sucumbido a la falta de coraje. El asentimiento es sólo un primer paso. Toda cultura evolucionada es una determinada mirada que proyecta sobre el mundo un conjunto de símbolos, que son los que permiten dotar de significado a los hechos empíricos y a los hombres sentir que sus vidas se inscriben en un drama en el que cada nueva peripecia requiere su interés y aguza su tono vital. Esta es la razón por la que toda cultura auténtica, a través de su encaje en el mundo, no puede conformarse con el cultivo de sentimientos únicamente «sentimentales». Es preciso que disponga de criterios de elucidación, ordenación y jerarquización, y que a ellos apele a la hora de ejercitar la razón. Ahora bien, el primer acto de elucidación de los hombres es la mitología: ya Aristóteles señalaba el estrecho vínculo existente entre la elaboración de mitos y la filosofía. Esa poesía de la representación y descripción del mundo ideal es dueña de una gran fuerza unitiva, y los pueblos la aceptan como designio propio capaz de cohesionar su vida imaginativa. Después vendrá el filósofo a enseñar la necesaria relación entre fenómenos y, asimismo, al otro extremo, a superar este pedestre nivel para instruir sobre los destinos últimos.
Richard M. Weaver (Las ideas tienen consecuencias)
Cuando decimos que la filosofía nace del asombro, lo que queremos decir es que el sentimiento se antepone a la razón. Sobre cualquier asunto razonamos únicamente si de antemano hemos sido llevados a su esfera por un interés afectivo. Por esta razón, el factor de primordial importancia en la vida cultural de los hombres es su postura ante el mundo. ¡Con cuánta razón se aduce a menudo que nada bueno puede provenir de un impulso equivocado! Y es que la razón, por sí sola, es incapaz de justificar sus razones. Como tampoco es casual que al diablo haya dado en llamársele príncipe de los abogados ni es fruto del azar que los villanos de Shakespeare sean tan excelsos razonadores. Si la inicial disposición es errada, la razón sólo contribuye a incrementar su maleficencia; si es correcta, entonces la razón se encarga de organizar y fomentar el bien. No está autorizado para elaborar propuestas de índole social o política, por descontado, quien previamente no haya acreditado que es capaz por sí solo al menos de refrendar algún aspecto del mundo real. La arbitrariedad, en este caso, es la lógica consecuencia de unas propuestas que no toman asiento en ninguna realidad previa. Es imposible siquiera afirmar lo que sea sin antes haber declarado categóricamente que la vida y el mundo son realidades apreciadas y deseables.
Richard M. Weaver (Las ideas tienen consecuencias)
¡Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los hombres les sobrevive! ¡El bien queda frecuentemente sepultado con sus huesos! ¡Sea así con César! El noble Bruto os ha dicho que César era ambicioso. Si lo fue, era la suya una falta, y gravemente lo ha pagado. Con la venía de Bruto y los demás —pues Bruto es un hombre honrado, como son todos ellos, hombres todos honrados— vengo a hablar en el funeral de César. Era mi amigo, para mí leal y sincero, pero Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Infinitos cautivos trajo a Roma, cuyos rescates llenaron el tesoro público. ¿Parecía esto ambición en César? Siempre que los pobres dejaran oír su voz lastimera, César lloraba. ¡La ambición debería ser de una sustancia más dura! No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y Bruto es un hombre honrado. Todos visteis que en las Lupercales le presenté tres veces una corona real, y la rechazó tres veces. ¿Era esto ambición? No obstante, Bruto dice que era ambicioso, y, ciertamente, es un hombre honrado. ¡No hablo para desaprobar lo que Bruto habló! ¡Pero estoy aquí para decir lo que sé! Todos le amasteis alguna vez, y no sin causa. ¿Qué razón, entonces, os detiene ahora para no llevarle luto?
William Shakespeare (Julio César, Otelo, Macbeth, Romeo y Julieta, Hamlet, El rey Lear (Las Tragedias de William Shakespeare))
«Los hombres en ocasiones son amos de sus destinos: El error, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, Sino en nosotros, que somos subordinados». --William Shakespeare
Morgan Rice (El despertar de los dragones (Reyes y hechiceros, #1))
«Los hombres en ocasiones son amos de sus destinos: El error, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, Sino en nosotros, que somos subordinados». --William Shakespeare Julius Caesar
Morgan Rice (El despertar de los dragones (Reyes y hechiceros, #1))
Los Gamins se acurrucan en sus cubículos, como dulces palomas en un campanario, y examinan manuscritos en busca de la próxima sensación literaria. El aire que los rodea huele a té de jazmín y a papel impreso. Tienen en la pared a Shakespeare, como si fuera un chico de calendario.
Sally Thorne (The Hating Game)
Y por culpa de los trastornos de la atmósfera vemos esos cambios en la temporada. El blanco rocío de las heladas cae sobre los tiernos capullos de las rosas rojas, y con espíritu burlón el cansado invierno se adorna con guirnaldas de olorosas flores. Todo parece engañoso y falso, porque tanto la primavera como el verano, y el fructífero otoño como el crudo invierno, cambian sus habituales vestidos, y el mundo asombrado ya no sabe distinguir el uno del otro. Todos estos males son una consecuencia de nuestras discordias. Nosotros les damos vida y los engendramos.
William Shakespeare (Sueño de una noche de verano / Píramo y Tisbe)
Para lograrlo necesitaba rebasar los límites, empujar a mis bailarines no al extremo del trabajo físico, sino a los bordes de sus abismos emocionales. Incitar, forzar. Héctor sabía que con el arte no se transige. Que es necesario ser un hijo de puta para alcanzar las cuotas más altas. Que el arte no es un concurso de simpatía, sino de resultados. No retroceder, no retractarse, no ceder. Aunque, ¿no tendría razón Orson Welles? ¿No debe estar la vida por encima del arte, el bibliotecario antes que los inéditos de Shakespeare?
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Mi amor no mengua aunque parezca magro ni aunque lo muestre poco te amo menos; ir pregonando a voces sus encantos expone al propio amor al mercadeo.
William Shakespeare
¡Ay, que el Amor, con sus ojos vendados, vea siempre el modo de hacer su capricho! ¿Dónde comemos? ¿Qué ha ocurrido aquí? No me lo digas, que ya lo he advertido: aquí el amor da más guerra que el odio. ¡Oh pendenciero amor, odio amoroso, oh absoluto que nace de la nada! ¡Liviandad grave, vanidad sensata, monstruoso caos de hermosa apariencia, plúmbea pluma, humo claro, fuego frío, sueño despierto en que nada es lo que es! Siento este amor que me sienta tan mal. ¿No te ríes?
William Shakespeare (Tragedias (Obra completa Shakespeare 2) (Spanish Edition))
Mis ilustrados lectores sabrán que Shakespeare y Walter Scott presentaron a sus sepultureros como hombres alegres y dicharacheros, con el fin de que el contraste impresionara aún más nuestra imaginación. ¡Ejem! —contestó Schultz—, así, así. No me puedo quejar. Aunque, claro está, mi mercancía no es como la suya: el vivo puede pasarse sin botas, pero el muerto no vive sin ataúd. Es la pura verdad —dijo Adrián—, pero si el vivo no tiene con que comprarse unas botas, perdóneme, pues anda descalzo; y un muerto pobre se lleva el ataúd de balde No voy a describir el caftán ruso de Adrián Prójorov ni los trajes europeos de Akulina y Daria, apartándome en este caso de la costumbre de los novelistas de ahora. No obstante, considero necesario hacer constar que ambas jóvenes se pusieron sombreros amarillos y zapatos rojos, cosa reservada exclusivamente para las grandes ocasiones
Pushkin Aleksander Sergeevich
Quien ciego ha quedado no olvida el tesoro que sus ojos perdieron.
William Shakespeare
Los hombres en ocasiones son amos de sus destinos: El error, querido Brutus, no está en nuestras estrellas, Sino en nosotros, que somos subordinados.”   --William Shakespeare
Morgan Rice (El despertar de los dragones (Reyes y hechiceros, #1))
Si ahorita Shakespeare resucita y le enseñan todos los análisis que han hecho de sus obras dirá “¡Oh, mira, no se me ocurrió!” con la mayoría. Y eso es lo que me gusta. Cómo un escritor no es el único que le da sentido a la obra, sino todos, a veces más los lectores. La historia es la historia y todo el mundo participa.
Anagaby Arrieta
Nota de la autora ​La librería ficticia Le club de minuit que aparece en la novela, está inspirada en la mítica y mundialmente conocida Shakespeare & Company. La historia del que fue el refugio literario de Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald o James Joyce, se remonta al año 1919 en una localización distinta a la actual, la Rue de la Bûcherie, que se ha utilizado también en esta historia. Todo empezó cuando la librera y editora Sylvia Beach abrió la primera librería Shakespeare & Company en la Rue de l’Odéon y tuvo que cerrarla en 1941, en plena ocupación alemana en París, cuando un oficial nazi entró, intentando comprar una copia de Finnegans Wake, obra de ficción cómica de James Joyce. La librera se negó a vendérselo con la excusa de que era la única copia que tenía y que pertenecía a su colección personal. Dos semanas más tarde, el alemán regresó para anoticiarla de que todos sus bienes eran confiscados. Los libros desaparecieron de los estantes al cabo de unas horas. Años más tarde, en 1951, la librería reabrió con otro dueño, George Whitman, y Shakespeare & Company, tal y como la conocemos hoy en día en el 37 de la Rue de la Bûcherie, no solo es un emblema en la ciudad de París, sino también una atracción turística que ocupa seis pisos y tiene café propio. Nada que ver con la olvidada y ficticia Le club de minuit, cuyo interior también he inventado, ya que no tiene nada que ver con la librería real y actual que tuve la suerte de visitar hace unos años. ​Por otro lado, el George Whitman de Le club de minuit solo tiene en común con el auténtico George Whitman (Nueva Jersey, 1913 – París, 2011) su nombre, alguna frase y la palabra Tumbleweeds que me ha gustado añadir a esta intensa trama. Sylvia Beach en la primera librería Shakespeare & Company (1919-1941) George Whitman en su librería Shakespeare & Company
Lorena Franco (El club de medianoche)
Está ronco el cuervo que anuncia con graznidos la fatal llegada de Duncan a mi castillo. ¡Espíritus, venid ¡Venid a mí, puesto que presidís los pensamientos de una muerte! ¡Arrancadme mi sexo y llenadme del todo, de pies a la cabeza, con la más espantosa crueldad! ¡Que se dense mi sangre, que se bloqueen todas las puertas al remordimiento! ¡Que no vengan a mí contritos sentimientos naturales a perturbar mi propósito cruel, o a poner tregua a su realización! ¡Venid hasta mis pechos de mujer y transformad mi leche en hiel, espíritus de muerte que por doquiera estáis -esencias invisibles- al acecho de que Naturaleza se destruya! ¡Ven, noche espesa, ven, y ponte el humo lóbrego de los infiernos para que mi ávido cuchillo no vea sus heridas, ni por el manto de tinieblas pueda el cielo asomarse gritando «basta, basta»!
Shakespeare (MACBETH -29- -D-)
–Yo siento un sagrado temor por los libros sagrados. Todos ellos tienen por tema principal la muerte y lo que después de ella habrá de suceder. Pienso que los verdaderos libros sagrados son los que hablan de la vida y de lo que en ella sucede. Para mí son sagrados los libros de Shakespeare y Cervantes; de Tolstoi y Dickens; de Dostoievski y Balzac. En sus obras están los hombres, no los dioses. Está la verdad, no el dogma. Está la vida, no la muerte. Respeto a quienes hallan inspiración en los libros sagrados, pero quiero recordarles que la Biblia y el Corán han dado origen a sangrientas guerras. Ni Hamlet, ni Don Quijote, ni Ana Karenina, ni David Copperfield, ni Los hermanos Karamazov ni Papá Goriot han hecho nunca que los hombres se maten unos a otros. Hay que tener cuidado, entonces, con los libros sagrados. Son muy peligrosos.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))