Sus Anime Quotes

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«Es increíble cómo se puede ser tan feliz durante tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no». Cuando terminó de desahogarse, alguien había apagado la luna. El buque avanzaba con sus pasos contados, poniendo un pie antes de poner el otro: un inmenso animal en acecho. Fermina Daza había regresado de la ansiedad. -Vete ahora -dijo
Gabriel García Márquez (Love in the Time of Cholera)
—No estás bien de la cabeza. Es una película, no hace falta que te identifiques con ningún personaje en concreto. Simplemente, mírala y cierra la boca —le reprochó Kelsey. Wisky apareció en el salón meneando la colita. Kelsey lo cogió entre los brazos para subirlo al sofá. —Quita a ese chucho de mi vista —exigió James. —Tiene los mismos derechos que tú. Kelsey lo posó sobre el sofá, y el inglés clavó sus ojos amenazadores en el animal. —… Además, me han contado que anoche estuviste de fiesta con él —añadió Kelsey. —Anoche pasaron muchas cosas que no recuerdo —aclaró James, contrariado.
Silvia Hervás
Los peces y los árboles se parecen. Se parecen en los anillos. Si hiciéramos un corte horizontal a un àrbol veríamos sus anillos en el tronco. Un anillo por cada año transcurrido, es así como se sabe la edad del árbol. Los peces tambien tienen anillos en las escamas. Y al igual que sucede con los árboles, gracias a ellos sabemos cuántos años tiene el animal. Los peces nunca dejan de crecer. Nosotros sí, nosotros menguamos a partir de la madurez (...) El anillo de los peces lo crea el invierno (...) El anillo de los peces es microscópico, no se ve a primera vista pero ahí está. Como si fuera una herida. Una herida que no ha cerrado bien. Y como los anillos de los peces, los momentos más difíciles van marcando nuestras vidas hasta convertirse en la medida de nuestro tiempo. Los días felices, al contrario, pasan deprisa, demasiado deprisa, y en seguida se desvanecen. Lo que para los peces es el invierno, para las personas es la pérdida. Las pérdidas delimitan nuestro tiempo; el final de una relación, la muerte de un ser querido. Cada pérdida es un anillo oscuro en nuestro interior.
Kirmen Uribe (Bilbao-New York-Bilbao)
Nuestro tabú contra comer perros dice algo de ellos y mucho de nosotros. Los franceses, que adoran a sus perros, aveces se comen a sus caballos. Los españoles, que adoran a sus caballos, aveces se comen a sus vacas. Los indios, que adoran a sus vacas, aveces se comen a sus perros.
Jonathan Safran Foer (Eating Animals)
Cagar es la opinión más contundente. En general opinamos matizado: esto me gusta con reservas y aquello me interesa aunque me resultó un poco aburrido y esa mujer me atrae bastante pero no quiero volver a complicarme con casadas y el gobierno empezó tomando medidas muy correctas hasta que de pronto perdió el rumbo y qué buena sería esta novela si no estuviera escrita en jeringozo formoseño: pienso pero. La cultura contemporánea está llena de matices, de pudores, de correcciones varias, de considerados y consideraciones que le impiden decir que tantas cosas -personas, actitudes, libros, películas, sistemas sociales, una filosofía, un negocio, más personas- son absolutamente inútiles. El cuerpo en cambio no se corta: cagar es opinar rotundo, sin matices. El cuerpo recibe su materia, la procesa, usa lo que le sirve -todo lo que le sirve, de formas tan distintas- y cuando, pese a sus esfuerzos, topa con material que realmente no sabe aprovechar, lo vuelve mierda y lo devuelve al mundo. El cuerpo, animal incorrecto, es implacable, inmune a las ñoñeces de la tolerancia: establece una jerarquía sin fisuras entre lo que sirve y lo que no sirve -y actúa en consecuencia. Caga, defeca, excreta, se deshace, expulsa: produce categorías terminantes.
Martín Caparrós (Comí)
Soy todo el hombre El hombre herido por quién sabe quién Por una flecha perdida del caos Humano terreno desmesurado Sí desmesurado y lo proclamo sin miedo Desmesurado porque no soy burgués ni raza fatigada Soy bárbaro tal vez Desmesurado enfermo Bárbaro limpio de rutinas y caminos marcados No acepto vuestras sillas de seguridades cómodas Soy el ángel salvaje que cayó una mañana En vuestras plantaciones de preceptor Poeta Antipoeta Culto Anticulto Animal metafísico cargado de congojas Animal espontáneo directo sangrando sus problemas Solitario como una paradoja Paradoja fatal Flor de contradicciones bailando un fox-trot Sobre el sepulcro de Dios Sobre el bien y el mal Soy un pecho que grita y un cerebro que sangra Soy un temblor de tierra Los sismógrafos señalan mi paso por el mundo.
Vicente Huidobro (Altazor)
A pierde tot ce se poate pierde" Bărbatul este un animal indirect, Gingaş sufletul lui de neînţeles este. Umbra unei frunze o ţine în braţe, frunza nu, frunza nu. Fuga unui iepure o ţine pe câmp, iepurele nu, iepurele nu Foame îi e de ce n-au mâncat alţii, - frig îi e tot timpul de alte stele Animal indirect, lumină pentru orbi, - gingaşului se vădeşte, prin băltoaca de sânge Nu naşte ci visează, ­- nu doarme ci ţine în mână arma! Neputând să piardă nimic el pierde totul! moare numai omorând. Inventează puterea din absenţă. Lumină în sine însuşi. Ochi scobiţi cu degetul şi scurşi obraji, ud al luminii, ­- neputând să ţii un copil în pântec tăierea gâtului în chip de sabie o ţii îngropată în pământul de război al nimănuia Ce poţi să pierzi tu, - născut pentru pierdere totul îţi este destinat pierderii Animal indirect sufletul tău gingaş nimănuia de trebuinţă este Bagă mâna în pământ şi scoate sabia iar nu sămânţa! în singurătatea lui A nu-l îndrăzni pe 1 Animal indirect lasă-te sus.
Nichita Stănescu
No olvides que el escritor es el único animal de rapiña que se alimenta de sus entrañas. (Don´t forget that writers are the only predators who feed on their own entrails).
Eduardo Liendo
Sus ojos, muy abiertos, temblaban, pero sin miedo, sin vacilación. Aquellos ojos: lo dejaban entrar y salir todo. Ella era animal, y humana.
Charles Bukowski (La máquina de follar y otros cuentos)
Ese trabajo era estrictamente voluntario, pero el animal que se negara a hacerlo vería reducidas sus raciones a la mitad.
George Orwell (Animal Farm)
camino se apartaba de los peñascos y torcía en presencia de un vagón de tren tirado boca abajo; una de sus ruedas faltaba, y reposaba como el cadáver de un animal desconocido
Joseph Conrad (El corazón de las tinieblas)
Sólo se reía de buena gana con Marcelo, de sus patas cortas y su cara de lémur; ese animal se daba el lujo de ser narcisista y gruñón, como un marido.
Isabel Allende (Más allá del invierno (Spanish Edition))
Cuando Charles Darwin indicó que Homo sapiens era solo otra especie animal, sus coetáneos se sintieron ofendidos
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
La raison qui m’a conduit à proférer de la poésie (shi‘r) est que j’ai vu en songe un ange qui m’apportait un morceau de lumière blanche ; on eût dit qu’il provenait du soleil. « Qu’est-ce que cela ? », Demandai-je. « C’est la sourate al-shu‘arâ (Les Poètes) » me fut-il répondu. Je l’avalai et je sentis un cheveu (sha‘ra) qui remontait de ma poitrine à ma gorge, puis à ma bouche. C’était un animal avec une tête, une langue, des yeux et des lèvres. Il s’étendit jusqu’à ce que sa tête atteigne les deux horizons, celui d’Orient et celui d’Occident. Puis il se contracta et revint dans ma poitrine ; je sus alors que ma parole atteindrait l’Orient et l’Occident. Quand je revins à moi, je déclamai des vers qui ne procédaient d’aucune réflexion ni d’aucune intellection. Depuis lors cette inspiration n’a jamais cessé.
Ibn 'Arabi
Si algo he aprendido es esto: la Naturaleza no es justa ni la justicia es parte del orden natural. En el orden natural al que pertenecemos todos, el animal más fuerte se come al más débil. Por ejemplo, un león, si tiene hambre, se come un ciervo o o ave estruz, y nadie se lo reprocha. Luego, al envejecer, el león pierde sus fuerzas y los ciervos o las aves estruces se lo podrían comer si quisieran. De este modo restablecerían la justica, pero, ¿acaso lo hacen?
Eduardo Mendoza (El asombroso viaje de Pomponio Flato)
Llevaba seis meses a sus órdenes, haciendo vida propia de un animal, degradado ante sí mismo, amoscado por las risas ajenas, perdido, perseguido, sobrecogido y, por así decirlo, marcado o herrado, para luego dejar que el proceso se repitiera.
George Meredith (The Case of General Ople and Lady Camper)
Cuánto nos sostienen las ficciones [...] Y cuanto más enfermo se está, más excusas y mentiras se está dispuesto a creer para sujetarse a la vida y a sus pequeños detalles sin importancia. Ahora creo que a fuerza de invenciones, he vivido más de la cuenta.
Valeria Correa Fiz (La condición animal (Voces / Literatura nº 231) (Spanish Edition))
Podía ver los dientes de Sasha más allá de sus labios entreabiertos de horror. Eran rectos y blancos, pero a veces, cuando gritaba o reía, parecían extrañamente puntiagudos, como los de un perro, o lobo, o zorro. Un animal de bosque encerrado en una armadura de plata.
Irene Morales (Sangre (Larga vida al rey, #1))
los únicos males que teme son el dolor y el hambre. Digo el dolor y no la muerte, pues el animal nunca sabrá qué cosa es morir; el conocimiento de la muerte y de sus terrores es una de las primeras adquisiciones hechas por el hombre al apartarse de su condición animal.
Jean-Jacques Rousseau (Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (Spanish Edition))
El animal humano, igual que los demás, está adaptado a cierto grado de lucha por la vida, y cuando su gran riqueza permite a un Homo sapiens satisfacer sin esfuerzo todos sus caprichos, la mera ausencia de esfuerzo le quita a su vida un ingrediente imprescindible de la felicidad.
Bertrand Russell (La conquista de la felicidad (Spanish Edition))
El temblor de su vida joven, tensa como la de un animal salvaje, había hincado en mí toda la fuerza de aquella alma que, acechándome desde sus ojos, cautivaba los míos, invadía mi corazón y brotaba hasta mis labios en canciones. Ella misma circulaba ya por mis venas; formaba parte de mí.
Robert Louis Stevenson
io, bă, Nicoleto, îţî trag un pumn, n-am timp să mă gândesc acum, m-a părăsit nevasta-n gară ş-aici nu se fumează ci afară. mă leagănă, mă bate, mă sugrumă discursul tău cel plin de spume. să mergem dar, să mergem, eu plec în jos tu ia-o în sus şi ne-ntâlnim în montagne-russe.
Nicoleta Popa (Animal de povară)
El amaru es la serpiente alada, cabeza de llama y cola de pez, un animal mitológico. También es el rayo en una de sus metamorfosis, la luz que fertiliza antes del ruido y la lluvia. En sus escamas está escrito el absoluto, grabado todo lo que existe. Es la deidad de los ríos serpenteantes y un puente entre el cielo, la tierra y el agua. Es un viajero entre mundos.
Gabriela Wiener (Huaco retrato)
Su rabia y pérdida, la entiendo perfectamente, y no la culpo en lo más mínimo. No hay peor sensación que tener todo tu mundo destrozado y que no haya nada que puedas hacer para detenerlo. Sentirte en completa y absoluta miseria, y mirar alrededor y ver un mundo que en realidad no da una mierda por ti... eso te golpea a un nivel que agradezco a los dioses no puedas entender o imaginar. Porque nadie debería conocer ese tipo de infierno. Estás perdido en el dolor, gritando a pleno pulmón pidiendo ayuda y nadie te escucha. A nadie le importa. Ellos siguen con sus putrefactas vidas, ajenos a tu agonía. Y cuando llega el momento en que te das cuenta de lo solo que estás... de lo poco que les importas a otras personas, pierdes todo el funcionamiento cognitivo. Te conviertes en un animal rabioso. Todo lo que importa entonces es que les hagas comprender tu dolor. Sacarlos de su ciega autocomplacencia para que compartan ese infierno tuyo. En ese momento, quieres sentir su sangre en las manos. Saborearla en tus labios. Bañarte en ella hasta estar borracho y tener la piel arrugada. Ese es el lugar de locura que vive profundamente dentro de todos. La mayoría de la gente puede tocarlo una, quizás dos veces en su vida, pero jamás llegan a traspasarlo.
Sherrilyn Kenyon (Time Untime (Dark-Hunter, #21))
Un animal puede poseer diferentes partes en estado perfecto y, sin embargo, pueden éstas ser en cierto sentido rudimentarias, porque sean inútiles; así, el renacuajo de la salamandra común, como hace observar míster G. H. Lewes, «tiene branquias y pasa su existencia en el agua; pero la Salamandra atra, que vive en las alturas de las montañas, pare sus pequeños completamente formados. Este animal nunca vive en el agua, y, sin embargo, si abrimos una hembra grávida encontramos dentro de ella renacuajos con branquias delicadamente plumosas, y, puestos en agua, nadan casi como los renacuajos de la salamandra común. Evidentemente, esta organización acuática no tiene relación con la futura vida del animal ni está adaptada a su condición embrionaria: tiene solamente relación con adaptaciones de sus antepasados, repite una fase del desarrollo de éstos».
Miguel de Cervantes Saavedra (50 obras maestras que debes leer antes de morir: vol. 1)
De pronto sus ojos rompieron en lágrimas, y todo su cuerpo tembló estremecido por la rabia y la impotencia. Maldito mundo en el que el desvalido es objeto de burla y escarnio. Maldito mundo que se deleita en atormentar al sufriente. ¿Por qué se han dirigido a él, al que tiene el corazón agarrotado? ¿Por qué exigirle a él una obra, a él, cuya alma está paralizada y cuyos sentidos ya no tienen fuerzas para percibir? Dormir. Ahora solo dormir. Como un animal, apático. Olvidar y quizás dejar de existir.
Stefan Zweig (Momentos estelares de la humanidad (Opera Magna) (Spanish Edition))
Me acerqué a pedirle al encargado que me diera la nueva llave, me arrastré hasta mi apartamento y estudié mi nueva cerradura. Grande, metálica y brillante. No tenía ni un rasguño. Incluso la llave tenía grabada una muesca extraña, que le proporcionaba un sistema a prueba de ladrones. Chúpate esa, Su Majestad. Abrí la puerta, entré y la cerré de nuevo. Me descalcé, estremeciéndome por el dolor en el estómago. Iba a tardar mucho tiempo en curarse por completo, pero al menos ya había dejado de sangrar. Me había relajado. Mañana ya me preocuparía de Hugh d'Ambray, Andrea y Roland, pero de momento me sentía muy contenta. Ah, mi casa. Mi hogar, mis esencias, mi querida alfombra bajo mis pies, mi cocina, mi Curran sentado en la silla de la cocina... ¡Espera un momento! -¡Tú! -Miré la cerradura, lo miré a él. Era demasiado bueno para la puerta a prueba de ladrones. Con mucha parsimonia, acabó de escribir algo en un trozo de papel, se levantó y se dirigió hacia mí. Mi corazón se desbocó. Unas pequeñas chispas doradas danzaban en sus ojos grises. Me tendió el trozo de papel y sonrió. -No puedo quedarme. Me quedé mirándolo como una idiota. Inhaló mi aroma, abrió la puerta y se marchó. Entonces miré el papel. Voy a estar ocupado las próximas ocho semanas, así que lo dejamos para el quince de noviembre. MENÚ Quiero un filete de cordero o de venado. Patatas asadas con mantequilla dulce. Mazorcas de maíz. Panecillos. Y una tarta de manzana, como la que preparaste la otra vez. Me gustó muchísimo. La quiero con helado. Me debes una cena desnuda, pero no soy un completo animal, por lo que puedes llevar sujetador y braguitas si lo deseas. Las azules con lazo me encantan. Curran Señor de las Bestias de Atlanta
Ilona Andrews (Magic Strikes (Kate Daniels, #3))
Todos los mares del mundo se echaron sobre su corazón. Él la arrastraba hacia dentro, la quería ahogar. Se aferró con la dos manos a la barandilla. -¡Ven! ¡No! ¡No! ¡No! Era imposible. En un ataque de furor sus manos se agarrón a los barrotes. Desde el medio del mar llego un grito de angustia: -¡Eveline! ¡Evy! Corrió hasta más allá de la barrara llamándola para que le siguiera. Le gritaron que continuara, pero él seguía llamándola. Entonces ella le mostró el rostro pálido, como el de un animal desvalido. Sus ojos no le dieron ninguna señal de amor o de adiós o de gratitud.
James Joyce (Dubliners)
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excremento de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos, a sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las igelsias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el official de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera y, sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno.
Patrick Süskind (Perfume: The Story of a Murderer)
La sirenita viene a visitarme de vez en cuando. Me cuenta historias que cree inventar, sin saber que son recuerdos. Sé que es una sirena, aunque camina sobre dos piernas. Lo sé porque dentro de sus ojos hay un camino de dunas que conduce al mar. Ella no sabe que es una sirena, cosa que me divierte bastante. Cuando ella habla yo simulo escucharla con atención pero, al mínimo descuido, me voy por el camino de las dunas, entro al agua y llego a un pueblo sumergido donde hay una casa, donde también está ella, sólo que con escamada cola de oro y una diadema de pequeñas flores marinas en el pelo. Sé que mucha gente se ha preguntado cuál es la edad real de las sirenas, si es lícito llamarlas monstruos, en qué lugar de su cuerpo termina la mujer y empieza el pez, cómo es eso de la cola. Sólo diré que las cosas no son exactamente como cuenta la tradición y que mis encuentros con la sirena, allá en el mar, no son del todo inocentes. La de acá, naturalmente, ignora todo esto. Me trata con respeto, como corresponde hacerlo con los escritores de cierta edad. Me pide consejos, libros, cuenta historias de balandras y prepara licuados de zanahoria y jugo de tomate. La otra está un poco más cerca del animal. Grita cuando hace el amor. Come pequeños pulpos, anémonas de mar y pececitos crudos. No le importa en absoluto la literatura. Las dos, en el fondo, sospechan que en ellas hay algo raro. No sé si debo decirles cómo son las cosas.
Abelardo Castillo
¿Sabéis lo que hace tan delicada al paladar la carne de esos patés trufados de Estrasburgo con los que os atracáis en la comida? Pues que al animal que os reservaban lo hicieron saltar sobre planchas de metal al rojo vivo, y que no lo mataron sino hasta que su hígado se puso lo bastante hinchado y tumefacto para resultar apetitoso. ¡Qué importa su suplicio si ha contribuido a hacernos disfrutar! También el genio se eleva en lento sufrimiento, esos gritos del corazón que admiráis, esos pensamientos elevados que os hacen vibrar, nacieron de lagrimas que no habéis visto, de angustias que desconocéis. ¿Y eso qué? Bien debía terminar comido el animal y bien había de hablar el poeta. ¡Mejor pues que hayan sufrido en sus entrañas, si la carne del primero es exquisita, si deleitosa la frase del segundo!
Gustave Flaubert
Una vez, en la noche medieval, el vampiro había sido muy poderoso, y enormemente temido. Se lo había considerado anatema, y todavía lo era. La sociedad lo perseguía sin descanso. ¿Pero son sus necesidades más sorprendentes que las necesidades de otros animales y hombres? Realmente, mira en tu alma, ¿es el vampiro tan malo? Sólo bebe sangre. ¿Porqué entonces ese juicio malévolo, esa condenación insensat? ¿Porqué el vampiro no podía elegir su vivienda? ¿Porqué debía ocultarse? ¿Porqué exterminarlos? Ah, ya ves, has convertido al desamparado inocente en un animal perseguido. El vampiro carece de medios de subsistencia, no puede educarse. Se le niega el derecho al voto. No es raro que deba arrastrar una existencia noctura y pedatoria. Neville dejó escapar un gruñido. Claro, claro, pero no permitiría que mi hermana se casase con uno.
Richard Matheson (I Am Legend)
Hay una gran diferencia entre llevar el mundo en sí mismo y saberlo. Un loco puede tener ideas que recuerden a Platón, y un pequeño y devoto colegial del Instituto de Herrnhut puede recrear las profundas conexiones mitológicas que aparecen en los gnósticos o en Zoroastro. ¡Pero él no lo sabe! Mientras no lo sepa es como un árbol o una piedra; en el mejor de los casos, como un animal. En el momento en que tenga la primera chispa de conciencia, se convertirá en un hombre. ¿No irá usted a creer que todos esos bípedos que andan por la calle son hombres sólo porque anden derechos y lleven a sus crías nueve meses dentro de sí? Muchos de ellos son peces u ovejas, gusanos o ángeles; otros son hormigas, y otros abejas. En cada uno existen las posibilidades de ser hombre; pero sólo cuando las vislumbra, cuando aprende a hacerlas conscientes, por lo menos en parte, estas posibilidades le pertenecen.
Hermann Hesse (Demian. Die Geschichte von Emil Sinclairs Jugend)
Al final, la carne se convierte en nuestro peor enemigo si desconocemos su naturaleza de pecado. Asumiendo esto como conocimiento real, podremos comenzar a educar el cuerpo material como quien educa un caballo. El espíritu es el jinete y el cuerpo, el caballo. Cuando conocemos plenamente la naturaleza animal de ese caballo podremos tenerlo bajo nuestra obediencia, disciplina y cuidado. Un caballo con jinete sobre sus lomos es un animal útil, un elemento que labora, un vehículo que facilita el movimiento de innumerables tareas materiales de quien lo utiliza. En esos momentos sí estamos facilitando la gracia de Dios para que habite en nuestro cuerpo, porque ya es un verdadero templo de su Espíritu.   Cuando el cuerpo es educado bajo la estricta obediencia del Espíritu, encontraremos que es el Espíritu Santo quien finalmente cabalgará ese instrumento. El Señor vivirá en nosotros y nosotros en Él.
Marino Restrepo (De la Oscuridad a la Luz (Spanish Edition))
-Afirma usted, señora, carecer de motivos para haber intentado envenenar a su marido. -En efecto. Nadie tiene motivos para destruir un espléndido objeto ornamental. Mi decepción, respecto a la vacuidad de su carácter, no puede obcecarme hasta el punto de negar que su exterior es asombrosamente perfecto. Créame que me siento orgullosa cuando leo en los ojos de otras mujeres un punto de admiración hacia su espléndida belleza. ¡Cierto que experimento la misma vanidad cuando alguien en el hipódromo elogia la armonía de líneas del caballo preferido de mis cuadras! ¡Y no se me ocurre por ello matar a mi caballo! (...) Una mañana ese caballo me coceó. Si sus cascos no hubieran tropezado en una de las barras transversales de la caballeriza me hubiera matado, sin lugar a dudas. Aquello me afectó demasiado. No podía entender cómo un animal al que yo había criado y al que consideraba tan noble, y al que admiraba tanto, sintiese aquella inquina hacia mí.
Torcuato Luca de Tena (Los renglones torcidos de Dios)
Most of us are invisible," he said. "We live our lives unrecorded. When we die, it's soon as if we have never lived. But we are not without consequence, because, of course, the world does not function without us. We have jobs. We support economies. We take care of children and the elderly. We are kind to someone. We murder. The existence of us, the unseen people, must be acknowledged, but the dilemma is that once acknowledged, we are no longer truly those same unseen people. Your Dardenne brothers, your De Sicas, your Satyajit Rays are honorable, talented filmmakers, decent and, I sus-pect, caring, but the work they do is wrongheaded. Once the Unseen are seen, they are no longer Unseen. These men have perpetuated a fiction. I have struggled with this issue, and my solution is to build and animate the world outside the view of my cam-era. These characters exist and are as carefully animated as those seen in the film. They are just forever out of view.
Charlie Kaufman (Antkind)
La Biblia, que es un libro muy interesante y a veces muy profundo cuando se lo considera como una de las más antiguas manifestaciones de la sabiduría y de la fantasía humanas que han llegado hasta nosotros, expresa esta verdad de una manera muy ingenua en su mito del pecado original. Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos), había puesto generosamente a su disposición toda la Tierra, con todos sus frutos y todos los animales, y no había puesto a ese goce completo más que un límite. Les había prohibido expresamente que tocaran los frutos del árbol de la ciencia. Quería que el hombre, privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador su amo. Pero he aquí que llega Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia de su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer del fruto de la ciencia. Se sabe lo demás. El buen Dios, cuya ciencia innata constituye una de las facultades divinas, habría debido advertir lo que sucedería; sin embargo, se enfureció terrible y ridículamente: maldijo a Satanás, al hombre y al mundo creados por él, hiriéndose, por decirlo así, en su propia creación, como hacen los niños cuando se encolerizan; y no contento con alcanzar a nuestros antepasados en el presente, los maldijo en todas las generaciones del porvenir, inocentes del crimen cometido por aquellos. (...)
Mikhail Bakunin (God and the State)
Apenas había tenido tiempo de identificarlo como un delfín cuando me encontré en medio de una manada. Se elevaron a mi alrededor suspirando con fuerza, brillantes sus negros lomos al arquearse a la luz de la luna. Debían ser unos ocho, y uno salió tan cerca que con nadar tres brazadas podría haber tocado su cabeza de ébano. Jugando entre saltos y resoplidos cruzaron la bahía, y yo les seguí a nado, contemplando cómo subían a la superficie, respiraban hondo y volvían a zambullirse, dejando sólo un creciente anillo de espuma en el agua arrugada. Finalmente, y como obedeciendo a una señal, se volvieron y enfilaron hacia la boca de la bahía y la lejana costa de Albania; yo me erguí para verlos alejarse, nadando por el blanco surco de luz, con un centelleo en el lomo al elevarse y dejarse caer pesadamente en el agua templada. Tras ellos quedó una estela de grandes burbujas que temblaban y relucían un instante cual lunas en miniatura antes de desaparecer bajo las ondas.
Gerald Durrell (My Family and Other Animals (Corfu Trilogy, #1))
Antonieta y Luis XVI representan, en todas sus facultades y cualidades, una antítesis de manual. Él pesado, ella ligera, él torpe, ella flexible, él congestivo, ella burbujeante, él obtuso, ella llameante. Y yendo más a lo intelectual: él indeciso, ella decidida con demasiada rapidez, él de lenta reflexión, ella espontánea en el sí y el no, él mojigato y estrictamente creyente, ella dichosamente enamorada del mundo, él humilde y modesto, ella coqueta y segura de sí, él puntilloso, ella distraída, él ahorrador, ella derrochadora, él excesivamente serio, ella desmedidamente juguetona, él fondo de pesada marea, ella espuma y baile de las olas. Como mejor se siente él es solo, ella en ruidosa compañía; él gusta de comer mucho y beber vino espeso, con placer obtuso y animal, ella nunca toca el vino, come poco y con presteza. El elemento de él es el sueño, el de ella la danza, su mundo el día, el de ella la noche. Así van las agujas de los relojes de su vida, constantemente enfrentadas como el sol y la luna.
Stefan Zweig (María Antonieta)
Anumite mărturii, rare, ce-i drept, ni-l înfăţişează pe Gogol ca pe un sfînt; altele, mai frecvente, ca pe-o fantomă. Nu i se cunoaşte nicio relaţie amoroasă. Biografii săi vorbesc deschis de impotenţă. Nu e cusur care să izoleze mai mult. Impotentul dispune de o forţă lăuntrică ce-l singularizează, îl face inaccesibil şi, în chip paradoxal, primejdios: provoacă frică. Animal desprins de animalitate, bărbat fără neam, viaţă abandonată de instinct, el se înalţă prin tot ce a pierdut: e victima preferată a spiritului. Ne-am putea imagina un şobolan impotent? Rozătoarele realizează de minune actul cu pricina. Nu acelaşi lucru se poate afirma despre oameni: cu cît sînt mai excepţionali, cu atît se agravează la ei această slăbiciune majoră ce-i smulge din lanţul fiinţelor. Orice activitate le este îngăduită, mai puţin aceea ce ne înrudeşte cu ansamblul zoologiei. Sexualitatea ne egalizează; mai mult: ne răpeşte misterul... Ea este aceea care, în mai mare măsură decît orice altă nevoie şi activitate, ne pune pe picior de egalitate cu semenii noştri: cu cît o practicăm mai asiduu, cu atît devenim mai asemănători. Abstinenţa voluntară sau forţată, proiectînd individul în acelaşi timp mai sus şi mai jos de Specie, face din el un amestec de sfînt şi imbecil care ne pune pe ganduri şi ne consternează. De aici si ura echivocă pe care o simţim faţă de călugări, ca de altfel faţă de orice bărbat care a renunţat la femeie, care a renunţat să fie ca noi. Nu-i vom ierta niciodată singurătatea: ea ne umileşte şi ne dezgustă, ne sfidează. Gogol a mărturisit cîndva că dacă ar fi cedat iubirii, aceasta l-ar fi «făcut praf şi pulbere pe dată». O asemenea mărturisire, care ne răscoleşte şi ne fascinează, ne duce cu gîndul la «taina» lui Kierkegaard, la «ghimpele din carnea sa». Totuşi, filozoful danez era o natură erotică: ruperea logodnei, eşecul în iubire l-au chinuit întreaga viaţă şi i-au marcat pînă şi scrierile teologice. Ar trebui atunci să-l comparăm pe Gogol cu Swift, celălalt «osîndit»? Ar însemna să uităm că acesta a avut şansa, dacă nu să iubească, cel puţin să facă, victime. Pentru a fixa locul lui Gogol, trebuie să ne imaginăm un Swift fără Stella şi fără Vanessa. Fiinţele care trăiesc sub ochii noştri în Revizorul sau în Suflete moarte, observă un biograf, nu sînt «nimic». Şi fiind «nimic», sunt «totul». Intr-adevăr, «substanţa» le lipseşte; de unde, universalitatea lor. Ce sînt Cicikov, Pliuşkin, Sobakevici, Nozdriov, Malinov, eroul din Mantaua ori acela din Nasul, dacă nu noi înşine reduşi la adevărata noastră esenţă? «Suflete goale», spune Gogol; şi totuşi, ele au o anume măreţie: aceea a platitudinii. Un Shakespeare al meschinului, s-ar spune, un Shakespeare preocupat să ne observe ideile fixe, micile obsesii, foiala noastră zilnică. Nimeni n-a mers mai departe decat Gogol în perceperea cotidianului. De prea multă realitate, personajele sale devin inexistente şi se preschimbă in simboluri în care ne recunoaştem pe deplin. Ele nu decad: sînt decăzute dintru început. Fără să vrem, ne vin în minte Demonii; dar, in vreme ce eroii lui Dostoievski se avîntă spre limitele lor, eroii lui Gogol dau îndărăt spre acelea ce le sînt proprii; unii par să răspundă unei chemări ce-i depăşeşte, ceilalţi nu dau ascultare decft nesfîrşitei lor vulgarităţi.
Emil M. Cioran (The Temptation to Exist)
Jehová, que de todos los buenos dioses que han sido adorados por los hombres es ciertamente el más envidioso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más enemigo de la dignidad y de la libertad humanas, que creó a Adán y a Eva por no sé qué capricho (sin duda para engañar su hastío que debía de ser terrible en su eternamente egoísta soledad, para procurarse nuevos esclavos), había puesto generosamente a su disposición toda la Tierra, con todos sus frutos y todos los animales, y no había puesto a ese goce completo más que un límite. Les había prohibido expresamente que tocaran los frutos del árbol de la ciencia. Quería que el hombre, privado de toda conciencia de sí mismo, permaneciese un eterno animal, siempre de cuatro patas ante el Dios eterno, su creador su amo. Pero he aquí que llega Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Avergüenza al hombre de su ignorancia de su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer del fruto de la ciencia.
Miguel de Cervantes Saavedra (50 Obras Maestras Que Debes Leer Antes De Morir: Vol. 3)
Ti Noel comprendió obscuramente que aquel repudio de los gansos era un castigo a su cobardía. Mackandal se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres. En aquel momento, vuelto a la condición humana, el anciano tuvo un supremo instante de lucidez. Vivió, en el espacio de un palpito, los momentos capitales de su vida; volvió a ver a los héroes que le habían revelado la fuerza y la abundancia de sus lejanos antepasados del África, haciéndole creer en las posibles germinaciones del porvenir. Se sintió viejo de siglos incontables. Un cansancio cósmico, de planeta cargado de piedras, caía sobre sus hombros descarnados por tantos golpes, sudores y rebeldías.  Tí Noel había gastado su herencia y, a pesar de haber llegado a la última miseria, dejaba la misma herencia recibida. Era un cuerpo de carne transcurrida. Y comprendía, ahora, que el hombre nunca sabe para quién padece y espera. Padece y espera y trabaja para gentes que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es.
Alejo Carpentier (The Kingdom of This World)
El toro Oficial, de la ganadería de los hermanos Arribas, que fue lidiado en Cádiz el día 5 de octubre de 1884, cogió y corneó a un banderillero, saltó la barrera, corneó tres veces al picador Chato, cogió a un guardia civil, rompió una pierna y tres costillas a un guardia municipal y rompió el brazo a un sereno. Habría sido un animal ejemplar para defenderse de la policía cuando esta aporrea a los manifestantes ante el ayuntamiento. De no haber muerto podría haber producido una estirpe de toros que odiaran a la policía y que hubiera devuelto a la multitud las ventajas que ha perdido hoy en día en las luchas callejeras desde la desaparición de los adoquines. Un adoquín, a corta distancia, es más eficaz que una porra o un sable. La desaparición de los adoquines ha hecho más por evitar el derrocamiento de los gobiernos que las ametralladoras, las bombas lacrimógenas y las pistolas automáticas. Porque, cuando un gobierno no quiere matar a los ciudadanos, sino simplemente golpearlos, desbandarlos y obligarlos a someterse con golpes planos de sable, no hay razón para que tal gobierno sea derribado. Todo gobierno que emplea contra sus ciudadanos las ametralladoras, aunque no sea más que una vez, caerá automáticamente. Se mantienen los regímenes con las porras y los golpes planos de los sables, no con las ametralladoras y las bayonetas, y, mientras hubo adoquines, no fue posible nunca aporrear a un populacho desarmado.
Ernest Hemingway (Muerte en la tarde (Spanish Edition))
EL DESTINO, UN REGALO El talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento que le acompaña, la forma en que carga con su cruz, le ofrece una singular oportunidad incluso bajo las circunstancias más adversas para dotar a su vida de un sentido más profundo. Aun en esas situaciones se le permite conservar su valor, su dignidad, su generosidad. En cambio, si se zambulle en la amarga lucha por la supervivencia, es capaz de olvidar su humana dignidad y se comporta poco más allá a como lo haría un animal, igual que nos recuerda la psicología de los internados en un campo de concentración. En esa decisión personal reside la posibilidad de atesorar o despreciar la dignidad moral que cualquier situación difícil ofrece al hombre para su enriquecimiento interior. Y ello determina si es o no merecedor de sus sufrimientos. No piensen que estas consideraciones son ilusorias o muy alejadas de la vida real. Alcanzar metas tan excelsas está reservado a unas cuantas personas. En efecto, sólo unos pocos prisioneros conservaron esa fortaleza de la libertad y aprovecharon los atroces sufrimientos para una madurez interior. Ahora bien, aunque sólo se diese un caso bastaría para demostrar que la libertad interior puede elevar al hombre muy por encima de su destino adverso. Y este tipo de hombres no surge, además, únicamente en los campos de concentración. Cualquier hombre, en toda existencia, se verá cara a cara con su destino y siempre tendrá la oportunidad de conquistar algún valor por vía del sufrimiento, por vía de su propio sacrificio.
Viktor E. Frankl (El hombre en busca de sentido)
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
El patrón de la apertura a la experiencia ya había sido estudiado. (...) Una característica era la juventud asociada al proceso creativo. Algunas profesiones se construyen exclusivamente sobre los avances creativos de niños prodigio (como por ejemplo, las matemáticas). Otras son menos extremas del mismo patrón: el número de melodías anuales de un compositor, los poemas de un poeta, los descubrimientos nuevos de un científico marcan un declive general pasado cierto pico de relativa juventud. Las grandes mentes creativas no sólo suelen generar cada vez menos descubrimientos a medida que pasa el tiempo, sino que están menos abiertas a aceptar los inventos de otros. (...) Como señaló el físico Max Planck, generaciones enteras de científicos sólidamente establecidos nunca aceptan las teorías nuevas, se mueren antes. (...) La estrechez mental da como resultado a un revolucionario envejecido que rechaza precisamente lo que debería haber sido la extensión lógica de su propia revolución. Tenemos el surgimiento de una pauta consistente: a medida que envejecemos, la mayoría de nosotros (los científicos de más edad fustigando a sus discípulos descarriados, la persona que pasa el día en el coche para ir a trabajar tratando de sintonizar en la radio una emisora que ponga una canción familiar) estamos menos abiertos a las novedades que otros. (...) Como la neurobiología no era gran de ayuda en el tema (no existe una región específica de apertura, y la neurogénesis se produce a lo largo de toda la vida, en mayor o menor cantidad), recurrí a la psicología. La producción creativa y la apertura a los nuevos inventos de otros está distorsionda por un factor: no se puede predecir el declive por la edad de la persona, sino por cuánto tiempo haya trabajado en una determinada disciplina. (...) No se trata de edad cronológica, sino de edad "disciplinaria": los eruditos que cambian de disciplina parecen rejuvenecer su apertura mental ante lo novedoso.
Robert M. Sapolsky (Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals)
Y pienso si no será siempre así, que el arte de nuestro tiempo, ese arte tenso y desgarrado, nazca invariablemente de nuestro desajuste, de nuestra ansiedad y nuestro descontento. Una especie de intento de reconciliación con el universo de esa raza de frágiles, inquietas y anhelantes criaturas que son los seres humanos. Puesto que los animales no lo necesitan: les basta vivir. Porque su existencia se desliza armoniosamente con las necesidades atávicas. Y al pájaro le basta con algunas semillitas o gusanos, un árbol donde construir su nido, grandes espacios para volar; y su vida transcurre desde su nacimiento hasta su muerte en un venturoso ritmo que no es desgarrado jamás ni por la desesperación metafísica ni por la locura. Mientras que el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su angustia; porque con sus manos y con los instrumentos hechos con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se llama cultura e iba a iniciar así su gran desgarramiento, ya que habrá dejado de ser un simple animal pero no habrá llegado a ser el dios que su espíritu le sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención. Ese ser dolorido y enfermo del espíritu que se preguntará, por primera vez, sobre el porqué de su existencia. Y así las manos, y luego aquella hacha, aquel fuego, y luego la ciencia y la técnica habrán ido cavando cada día más el abismo que lo separa de su raza originaria y de su felicidad zoológica. Y la ciudad será finalmente la última etapa de su loca carrera, la expresión máxima de su orgullo y la máxima forma de su alienación. Y entonces seres descontentos, un poco ciegos y un poco como enloquecidos, intentan recuperar a tientas aquella armonía perdida con el misterio y la sangre, pintando o escribiendo una realidad distinta a la que desdichadamente los rodea, una realidad a menudo de apariencia fantástica y demencial, pero que, cosa curiosa, resulta ser finalmente más profunda y verdadera que la cotidiana. Y así, soñando un poco por todos, esos seres frágiles logran levantarse sobre su desventura individual y se convierten en intérpretes y hasta en salvadores (dolorosos) del destino colectivo.
Ernesto Sabato (Sobre héroes y tumbas)
¿Los conventos son, pues, tan esenciales para la constitución de un Estado? ¿Instituyó Cristo a los monjes y a los religiosos? ¿La Iglesia no puede, acaso, prescindir de ellos en absoluto? ¿Qué necesidad tiene el Estado de tantas vírgenes enloquecidas, y la especie humana de tantas víctimas? ¿No se percibirá nunca la necesidad de reducir la abertura de estas simas donde van a perderse futuras generaciones? ¿Todas las oraciones rutinarias que allí se hacen, valen acaso lo que una limosna que la conmiseración da a un pobre? Dios, que creó sociable al hombre, ¿aprueba que se le encierre? Dios, que lo creó tan inconstante y frágil, ¿puede autorizar la inseguridad de sus votos? Estos votos, contrarios a la inclinación general de la naturaleza, ¿pueden nunca ser cumplidamente observados excepto por algunas criaturas mal constituidas en las que los gérmenes de las pasiones están marchitos, y que con razón serían consideradas como monstruos si nuestras luces nos permitieran conocer tan fácilmente y tan bien la estructura interior del hombre como su forma exterior? ¿Todas estas ceremonias lúgubres que se observan en la toma de hábito y en la profesión de éstos, al consagrar un hombre o una mujer a la vida monástica y a la desgracia, suspenden acaso las funciones fisiológicas? Al contrario, ¿no se despiertan éstas en el silencio, la sujeción y la ociosidad con una violencia desconocida a la gente del mundo ocupada en una multitud de distracciones? ¿Dónde se ven mentes obsesionadas por espectros impuros que las siguen y las perturban? ¿Dónde este profundo fastidio, esa palidez, ese enflaquecer, todos los síntomas de la naturaleza que languidece y se consume? ¿Dónde las noches son turbadas por los gemidos, los días empapados de lágrimas derramadas sin motivo, precedidas de una melancolía que nadie sabe a qué atribuir? ¿Dónde la naturaleza, sublevada por una sujeción para la que no está hecha, rompe los obstáculos que se le oponen, tórnase furiosa y lanza la economía animal a un desorden que no tiene ya remedio? ¿En qué sitio la tristeza y el mal humor han aniquilado todas las cualidades sociales? ¿Dónde no existe padre, ni hermano, ni hermana, ni amigo? ¿Dónde el hombre, al considerarse sólo como ser de un instante fugaz, trata las relaciones más dulces de este mundo como un viajero los objetos que encuentra, sin afección? ¿Dónde está la sede del odio, del hastío y de los enervantes? ¿Dónde el lugar de la servitud y del despotismo? ¿Dónde los odios que nunca se extinguen? ¿Dónde las pasiones encubiertas en el silencio? ¿Dónde la morada de la crueldad y de la curiosidad? Nadie conoce la historia de estos asilos, decía a continuación el señor Manouri en su defensa; nadie la conoce. Añadía en otro lugar: «Hacer voto de pobreza es comprometerse mediante juramento a ser perezoso y ladrón; hacer voto de castidad equivale a prometer a Dios la infracción constante de la más sabia y más importante de sus leyes; hacer voto de obediencia es renunciar a la prerrogativa inalienable del hombre: la libertad. Si uno observa estos votos es un criminal; si no los observa, perjuro. La vida claustral es propia de un fanático o de un hipócrita.
Denis Diderot (La Religieuse (French Edition))
— ¿Qué piensa usted de las artes? — El arte es la ciencia de lo inútil. El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente. — ¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer? — ¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad! — Explíquese mejor. — El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas forma y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente «añadido a la pura necesidad»… ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse. — Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo! — ¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión, doctor! — Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado. — Pues bien — continuó Alicia —. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura. — Olvida la Arquitectura. — Considero a la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad «primaria». La Danza en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es… ¿cómo explicarme?, una… una… ¡una mímica sublimada! ¡eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no se qué «intencionalidad» tenía! Pero no hay duda de que encerraba «un propósito», encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, pero la intencionalidad es algo muy superior a la «necesidad primaria». Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. «Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos.» ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande, que la considero entre las primeras de las Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?
Torcuato Luca de Tena (Los renglones torcidos de Dios)
Caminaban un día de verano un pobre hombre, ya de buena edad, y una mujer con un muchacho de pocos años. Llevaban delante consigo un jumentillo, que servía de llevarles un poco de ropa que tenían: carga tan moderada y poca, que podía ir bien a la ligera. Acertó a pasar cerca dellos un caminante, y mirando a los tres que iban por el camino y el jumento desembarazado, algo enojado les dijo: «¿Hay tan poco saber de personas, que lleven ahí una bestia holgando y sin carga, y que una mujer, de su natural para poco, delicada y flaca, vaya a pie? Tened juicio, buen viejo, que yo os ayudaré; y suba en ese jumento esa buena mujer; que mejor irá en él que no reventando por las asperezas deste monte». Pareciole bien al casado lo que el pasajero le había dicho, y llegándose a una peña, hizo que su mujer fuese caballera, y los dos siguiéndola iban a pie. Poco anduvieron, cuando otro que venía por el mismo camino les salió al encuentro, y saludándoles, les dijo: «Harto mejor fuera, padre honrado, que un hombre como vos, de tantos días, que es milagro poderos tener en pie, fuera caballero y ocupara aquel animal, y no la mujer que llevais en él, pues las de su género de suyo son inclinadas a pasearse, y esta era ocasión en que pudiera sacar los pies de mal año, habiéndosela ofrecido de caminar a pie, y como buen bailador menearlos apriesa. Bajad, hermana, y suba ese buen viejo; que sus años y canas están pidiendo lo que yo os digo». A tan buenas razones obedeció la casada: apeose y subió su marido en el jumento, prosiguiendo su viaje, adonde de allí a poco rato encontraron unos caminantes, que, mirando al hombre caballero y a la mujer y mozuelo en seguimiento suyo, con muy grandes risadas empezaron a hacer burla dél, diciendo: «¡Salvaje! Apeaos y tened vergüenza: ¿no veis que va ese niño despeado, sin aliento y con tan grande calor, y que vos, tan grande como vuestro abuelo, sin reparar en nada, vais hecho una bestia, pudiendo andar harto mejor y con más descanso que ese pobrecito que os sigue?». Confuso el padre, bajó de su jumento, poniendo en él al hijuelo, y siguiéndole los dos casados, hasta que, viniendo nueva gente, le dijeron: «Subid en esa bestia con ese muchacho; que poca carga será, y la que lleva ahora es casi nada, y a ratos iréis mudando de personas, y no reventando en seguimiento de quien camina tan sin pesadumbre por verse holgado y con tan poco peso». Cuadrole al anciano el consejo que le daban, y poniendo al muchacho delante, subió el atrás, con ánimo que de allí a un rato bajaría él y podría ir caballera su mujer, y así, con algún descanso, mudándose, acabar su jornada. Mas durole poco su sosiego, porque, como viniesen otros pasajeros y viesen al padre y al hijuelo sobre el jumento, comenzaron a darles matraca, diciendo: «¡Buen año! ¿No veis? Dos van caballeros, y ¡con qué conciencia! Alquilado debe de ser el asnillo, pues a ser propio no lo hicieran con él de la suerte que vemos ni tan mal le trataran. ¡Hideputa, buen hombre, qué buen alma tiene! ¡Buena llegará la bestia a la posada! Apostaré que del gran cansancio no puede comer bocado. Bajad enhorabuena o en la otra, que buenos cuartos tenéis y cerca está el pueblo, y no quitéis la vida a ese jumento, siquiera porque es vuestro prójimo». Estas razones le dijeron al labrador, y conociendo entonces bien a la clara los varios pareceres y natural condición que guardan los hombres en materia de su gusto y opinión, vuelto a su mujer y al hijuelo, los dijo: «No hay que reparar en lo que pueden decir de nosotros; que el qué dirán de las gentes es bobería, si no es locura. Cada uno se acomode como pudiere y alargue el pie conforme a la sabana; que, si a mí me falta, el que dice o mormura ni lo da ni lo presta, y él se queda con su dicho y yo con lo que tengo entonces o me falta. Vase él a su casa dejándome a mí en la mía. Vámonos como pudiéremos con nuestro jumento, y diga lo que le agradare cada uno».
Jeronimo de Alcalá (El Donado Hablador: Alonso, Mozo De Muchos Amos (Spanish Edition))
Regará Simón la ceniza alrededor de la casa… cuando amanezca saldrá de nuevo. El animal que haya dejado pintadas sus huellas en la ceniza será la tona del niño. Él llevará el nombre del pájaro o la bestia que primero haya venido a saludarlo; coyote o tejón, chuparrosa, liebre o mirlo, asegún…
Francisco Rojas González (El Diosero, 4th Edition (Spanish Edition))
Cuando tú comes un animal no solo estás comiendo su carne, también su parte energética, su dolor al morir. Ese dolor y angustia se incrusta en sus células y ellas tienen memoria. Esa memoria se trasmite a todo tu cuerpo y hace más difícil tu crecimiento espiritual como ser de luz. Cuanto más ligero y natural sea lo que comes más ligera y sutil será tu energía.
Akalisun Lopez (LAS RECETAS DE AKALISUN - Preparación para ser Vegetariano (Spanish Edition))
Sólo unos cuantos niños se quedaron a observar con ávido interés, mientras ellos descargaban los fardos. A Ayla no le molestaban. Llevaba años enteros sin ver un niño, desde que se separara del Clan, y sentía tanta curiosidad como ellos. Liberó a Corredor del arnés y de la brida; luego dio a los dos animales unas palmaditas a modo de caricias. Después de rascar con ganas al potrillo y abrazarlo afectuosamente, levantó la vista. Latie miraba con avidez el potro. — ¿Tú quieres tocar caballo? —preguntó Ayla hablando con dificultad el idioma de los Mamutoi. — ¿Podría? —Ven. Dame mano. Yo muestro. Cogió la mano de Latie y la sostuvo contra el apelmazado pelo de invierno del potro. Corredor giró la cabeza para olfatear a la niña y la tocó con el hocico. La sonrisa de gratitud de Latie era todo un regalo. — ¡Le gusto! —Él gusta que rasquen, también. Así —observó Ayla, indicando a la criatura los lugares donde mayor comezón sentía el potrillo. Corredor estaba encantado con aquellos mimos y no dejó de demostrarlo; Latie no cabía en sí de alegría. El potrillo la había atraído desde un principio; Ayla les volvió la espalda para ayudar a Jondalar; no vio, pues, que se aproximaba otro niño. Cuando giró en redondo, ahogó una exclamación: sintió que su rostro se demudaba. — ¿No importa si Rydag toca el caballo? —preguntó la niña—. No sabe hablar, pero yo sé que lo desea. Rydag siempre provocaba sorpresa en la gente, y ella lo sabía. — ¡Jondalar! —llamó Ayla, con un susurro ronco—. Esa criatura. ¡Podría ser mi hijo! ¡Parece Durc! Él, al volverse, abrió los ojos con atónita sorpresa. Era un niño de espíritus mezclados. Los cabezas chatas (aquellos a los que Ayla siempre llamaba “el Clan”) eran, para casi todos, animales; los niños como aquél eran considerados por la mayoría como “abominaciones”, mitad animales, mitad humanos. Para él había sido un desagradable golpe enterarse de que Ayla había dado a luz a un hijo híbrido. Por lo común, la madre de semejante criatura era una paria, descastada por miedo a que atrajera otra vez al maligno espíritu animal, haciendo que otras mujeres alumbraran nuevas abominaciones. Algunos ni siquiera querían admitir que existían; descubrir a uno viviendo allí, con la gente, era algo más que inesperado: era asombroso. ¿De dónde había salido aquel niño? Ayla y el pequeño se miraban mutuamente, sin prestar atención a nada más. «Es delgado para ser medio Clan —pensó Ayla—. Por lo común son de huesos grandes y musculosos. Ni siquiera Durc era tan delgado. Está enfermo». Su mirada de mujer adiestrada en la medicina le reveló que era un problema de nacimiento, algo que afectaba a ese músculo fuerte que latía dentro del pecho, haciendo mover la sangre, supuso. Pero archivó esos datos sin pensar en prestarles mayor atención. Estaba observando con mayor interés el rostro y la cabeza, en busca de las similitudes y las diferencias entre aquella criatura y su propio hijo. Los ojos pardos, grandes e inteligentes, eran como los de Durc, incluso en la expresión de antigua sabiduría, muy superior a la edad. Sintió una punzada de nostalgia y un nudo en la garganta. Pero había también dolor y sufrimiento, no siempre físico, jamás experimentados por Durc. Se sintió llena de compasión. Las cejas del niño no eran tan pronunciadas, apostilló tras un estudio detallado. Durc tenía las protuberancias supraorbitales bien desarrolladas incluso a los tres años, al marcharse ella; sus ojos y su ceño saliente eran del Clan, pero la frente era como la de aquel niño: no echada hacia atrás y achatada, como la del Clan, sino alta y curvada como la suya. Sus pensamientos comenzaron a divagar. Durc ya tendría seis años, edad suficiente para ir con los hombres cuando practicaran con las armas de caza. Pero sería Brun quien le enseñara a cazar, no Broud. Al recordar a Broud sintió un arrebato de ira. Jamás o
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La selección natural es lo que nos permite afirmar que cada animal cuida a sus hijos de la mejor manera posible. A lo lar- go de millones de años, los que mejor criaban a sus hijos han tenido más hijos vivos, y sus genes se han extendido.
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el motivo preponderante, al hacer inclinar la 44 balanza, constituye una decisión reflexiva de la voluntad y un signo seguro que manifiesta su naturaleza. El animal, en cambio, es determinado por la impresión presente: solo el temor a la violencia presente puede contener sus deseos, hasta que finalmente ese temor se convierte en costumbre y a partir de entonces lo determina como tal: eso es el adiestramiento.
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Aún así, no era en eso donde ella y todos los otros animales habían puesto su esfuerzo y sus esperanzas.
George Orwell (Animal Farm)
Cambio de mano Una de las últimas acciones del gobernador bonaerense Emilio Castro —en tiempos de la presidencia de Sarmiento— fue decretar que todos los carros debían conservar su derecha. De esta manera, buscaba evitar algo que ocurría con mucha frecuencia: que dos coches tirados por caballos, mulas o bueyes chocaran al toparse de frente, sin resolver a tiempo hacia qué costado desviarse. Es verdad que el tránsito en aquella época era bastante simple. Pero transcurrían los años y aumentaba el número de cupés, berlinas, chatas y galeras que circulaban por la gran aldea porteña. Castro no había tenido en cuenta un problema crucial: los cocheros de Buenos Aires solían sentarse en el costado derecho del vehículo. Esto generaba dos inconvenientes: – Por un lado, si dos coches se encontraban de frente y cada uno torcía hacia su derecha, con sus cocheros sentados a la derecha, los dos quedaban lejos de sus ruedas izquierdas, que eran las que podían chocarse por un error de cálculo. – Por el otro, el peligro de los latigazos. Un cochero que conservaba la derecha, sentado a la derecha del carro, se veía obligado a castigar a la derecha del animal si quería que la bestia doblara para la izquierda. En esos casos, el látigo alcanzaba la vereda y era común que los peatones recibieran sin querer el golpe del tiento curtido. El problema de las ruedas izquierdas y los latigazos aumentaba a la par de la cantidad de vehículos. Luego de diecisiete años de vigencia, el intendente Francisco Seeber resolvió derogar la disposición de Castro y propuso que se cambiara de mano. El Concejo Deliberante lo respaldó. El 6 de junio de 1889 se lanzó el nuevo reglamento en el cual, además, el artículo 23 prohibía los chasquidos con el látigo (cinco pesos de multa) y se creaba una especie de microcentro —algo mayor que el actual— en el que se vedaba la circulación de carros (veinte pesos de multa). Buenos Aires marcaba las pautas al resto de las provincias y para 1890, en todas las ciudades de la Argentina se unificó la circulación. Esto hizo que algunos años después nuestros primeros automovilistas manejaran como en Gran Bretaña, conservando la izquierda y con el volante a la derecha. Desde ya, pertenecíamos al grupo minoritario: en todo el continente se manejaba conservando la derecha, salvo en nuestro país y en Uruguay. En 1944, la Argentina contaba con 307.935 vehículos que, sumados a los 28.823 del Uruguay, ni siquiera alcanzaba a totalizar el 1% del parque automotor del continente. El 99% restante manejaba al revés. ¿Qué hizo que casi todo el mundo conservara la derecha? La fabricación en serie del Ford T, un coche popular que disponía el volante a la izquierda, de acuerdo con las normas estadounidenses. En abril de 1944 se debatía un problema increíble: qué ocurriría cuando se terminara el puente que unía Paso de los Libres con Uruguayana (Brasil), a través del río Uruguay. “¿De qué forma tendrán que proceder los conductores que saliendo de Paso de los Libres lleguen al centro del puente conservando su izquierda para entrar al tramo brasileño donde rige el sistema de dirección a la derecha que mantiene aquel país?”, se preguntaba un periodista de la revista Automundo. El panorama en la Argentina era de lo más ridículo porque la Segunda Guerra Mundial había comprometido las importaciones de la industria pesada europea. Frente al desabastecimiento de las automotrices británicas, la alternativa era comprar automóviles usados en el continente (con volante a la izquierda) y transformarlos, con un costo de 100 valiosos dólares, para que pudieran ser usados en nuestro país. El Automóvil Club Argentino (A.C.A.) alzó la voz para proponer que el cambio de sentido se hiciera el jueves 5 de octubre de 1944. ¿Por qué el 5 de octubre? Porque desde 1928, cada 5 de octubre se celebra en la Argentina el Día del Camino. ¿Y por qué en la Argentina se celebra el Día del Camino? Porqu
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Los dos se odiaban tanto que les costaba llegar a acuerdos, aunque fuera en defensa de sus propios intereses.
George Orwell (Animal Farm)
Se volvió a mirarnos: ni siquiera había odio en sus ojos, sólo lágrimas y más lágrimas y la aturdida expresión de súplica del animal que ha sido abatido.
Robert Leckie (Mi casco por almohada (Marlow) (Spanish Edition))
nadie obtiene alimento-seguridad-libertad sólo con el instinto... La consciencia animal no se extiende más allá de un momento dado, como tampoco admite la posibilidad de la extinción de sus víctimas... el animal destruye y no produce... los placeres animales permanecen encerrados en el nivel de las sensaciones sin alcanzar la percepción... el ser humano necesita una escala graduada a través de la cual poder ver el universo... una consciencia selectivamente focalizada, esto forma su escala... La integridad del cuerpo depende del flujo nervioso-sanguíneo, sensible a las necesidades de cada una de las células... todos los seres/células/cosas son no permanentes... todo lucha para mantener el flujo de la permanencia...
Frank Herbert (Dune (Dune, #1))
Las preocupaciones por el bienestar se concentran habitualmente en prevenir o aliviar el sufrimiento y en asegurarse de que los animales están bien alimentados y cuidados, sin cuestionarse las condiciones subyacentes de cautividad o encierro que constituyen la naturaleza real de sus vidas.
Marc Bekoff (The Animals' Agenda: Freedom, Compassion, and Coexistence in the Human Age)
Hace 70.000 años, Homo sapiens era todavía un animal insignificante que se ocupaba de sus propias cosas en un rincón de África. En los milenios siguientes se transformó en el amo de todo el planeta y en el terror del ecosistema. Hoy en día está a punto de convertirse en un dios, a punto de adquirir no solo la eterna juventud, sino las capacidades divinas de la creación y la destrucción.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
La comunicación permite a los miembros de una especie reunirse y coordinar sus vidas tanto en un sentido positivo, por ejemplo, en las tareas cooperativas de las abejas o de las jaurías de perros salvajes, como en un sentido negativo, por ejemplo, cuando un ruiseñor macho canta a pleno pulmón para mantener a los rivales fuera de su territorio.
Frans de Waal (The Language of Animals (Scientific American Focus Book))
El niño no tiene cara de persona, tiene cara de animal doméstico, de sucia bestia, de pervertida bestia de corral. Son muy pocos sus años para que el dolor haya marcado aún el navajazo del cinismo —o de la resignación— en su cara, y su cara tiene una bella e ingenua expresión estúpida, una expresión de no entender nada de lo que pasa. Todo lo que pasa es un milagro para el gitanito, que nació de milagro, que come de milagro, que vive de milagro y que tiene fuerzas para cantar de puro milagro
Camilo José Cela (La colmena)
El eterno feminino, la mujer infantil, el sitio de la mujer es el hogar. Eso es lo que les decían. Pero el hombre estaba cambiando; su lugar se hallaba en el mundo y el mundo se estaba ampliando. La mujer se estaba quedando atrás. La anatomía era su destino; podía morir al dar a luz o vivir para llegar a los treinta y cinco o parir a los doce, mientras que el hombre controlaba su destino con esa parte de su anatomía que ningún otro animal posee: su mente. Las mujeres también tenían mente. Y también tenían la necesidad humana de crecer. Pero el trabajo que alimenta la vida y que hace que avance ya no se hacía en casa, y a las mujeres no se las formaba para comprender el mundo y trabajar en él. Recluida en el hogar, como una niña más entre sus niños, pasiva, sin que ninguna parte de su existencia estuviera bajo su control, una mujer sólo podía existir agradando al hombre. Dependía totalmente de la protección de éste en un mundo en cuyo diseño no participaba. El mundo masculino. Nunca pudo crecer para plantear preguntas humanas tan sencillas como ¿Quién soy? ¿Qué es lo que quiero?
Betty Friedan (The Feminine Mystique)
Mataba sus sentidos, mataba sus recuerdos, se salía de su yo para introducirse en mil formas extrañas: era animal, carroña, piedra, árbol, agua, y al despertar se volvía a encontrar a sí mismo; luciera el sol o la luna, volvía a ser un yo, giraba en remolinos, sentía sed, vencía la sed, volvía a sentir sed otra vez.
Hermann Hesse
Se encontraban en algún lugar del campo, en casas abandonadas cerca de Mirasol, o en los bajos de nuestro edificio o en nuestra propia casa. Un encuentro rabioso, casi animal, en el límite de algún camino, contando con la protección de un muro resguardado; o, cuando no había mucho tiempo, en los bajos de nuestra casa, debiendo sortear las bolsas de basura que los vecinos abandonaban en las entradas; con cuidado para no tropezar con los charcos formados por el gotear de alguna tubería agujereada, obligados a aceptar la presencia intermitente de los enormes ratones que habían hecho sus nidos allí y cruzaban pegados a las paredes lanzando chillidos. Durante todo el tiempo de su cita estaban atentos a cualquier rumor que les alertara de la llegada imprevista de alguien, chaval o adulto, vecino o merodeador. " La mentira, p. 115
María-José Furió
Prevalecer Cuando el cielo os absorba las entrañas y quiera avergonzaros comparándose con el cielo animal de la mirada, volved los ojos hacia la infinitud que lleváis escondida debajo de los párpados. Volved los ojos hacia los ojos mismos. Con eso basta. Y cuando el viento os quiera avergonzar comparando sus manos infinitas con vuestras dos sencillas, tiernas manos, hundid las manos en el amor, echadlas a madurar en pura sangre humana. Echad las manos entre las manos mismas. Con eso basta.
Jorge Debravo
Hace 70.000 años, Homo sapiens era todavía un animal insignificante que se ocupaba de sus propias cosas en un rincón de África. En los milenios siguientes se transformó
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
El hombre es un animal enfermo que no puede rajar el vientre de su alma y desalojar al filósofo o al poeta que cual molusco testarudo, cual parásito, se aferra a sus paredes aéreas según su deseo y mantiene en la pugna de ambos el paradójico dolor de la lucidez. La
Pablo Javier Pérez López (Poesía, ontología y tragedia en Fernando Pessoa (Spanish Edition))
Después de que en 1610 Galileo descubriera las lunas de Júpiter con su telescopio casero, sus críticos religiosos condenaron su nueva teoría centrada en el Sol afirmando que era un destronamiento del hombre. No sospechaban que ése no era más que un primer destronamiento. Cien años más tarde, el estudio de las capas sedimentarias llevado a cabo por el granjero escocés James Hutton tumbó el cálculo que había hecho la Iglesia de la edad de la Tierra, afirmando que era ochocientos mil años más antigua. No mucho después, Charles Darwin relegó a los seres humanos a una rama más del populoso reino animal. A principios del siglo XX, la mecánica cuántica alteró de manera irreparable nuestra idea del tejido de la realidad. En 1953, Francis Crick y James Watson descifraron la estructura del ADN, reemplazando el misterioso fantasma de la vida por algo que podemos anotar en secuencias de cuatro letras y almacenar en un ordenador. Y a lo largo del siglo pasado, la neurociencia ha demostrado que la mente consciente ya no es la que lleva el timón de nuestra vida. Apenas cuatrocientos años después de nuestra caída del centro del universo, hemos experimentado la caída del centro de nosotros mismos.
David Eagleman (Incognito: The Secret Lives of the Brain)
Nos hemos convertido en un caso de manual: la única especie animal, junto con la rata topo, que extermina a sus propios individuos.
Franz-Olivier Giesbert (L'animal est une personne: Pour nos soeurs et frères les bêtes (Pluriel) (French Edition))
En su vida, nada había podido contaminar el pozo loco de sus sueños: ni la bebida, ni las drogas, ni el dolor. Escapó hacia ese pozo como un animal sediento que encuentra un charco al atardecer y bebió de él, lo que significa que encontró un agujero en el papel y se lanzó a su interior, agradecido
Stephen King
El rasgo humano característico no es la conciencia sino el conformismo, y el resultado característico es la guerra religiosa. Otros animales luchan por el territorio o el alimento; los seres humanos, en cambio, son los únicos en el reino animal que luchan por sus "creencias".
Michael Crichton (The Lost World (Jurassic Park, #2))
Muchos de los animales le creían. Actualmente, razonaban ellos, sus vidas no eran más que hambre y trabajo; ¿no resultaba, entonces, correcto y justo que existiera un mundo mejor en alguna parte?
George Orwell (Animal Farm)
Cuando montaba a salomón, a subhro siempre le parecía que el mundo era pequeño, pero hoy, en el muelle del puerto de génova, objetivo de las miradas de cientos de personas literalmente embelesadas con el espectáculo que les estaba siendo ofrecido, tanto con su propia persona como con un animal en todos los aspectos tan desmedido que obedecía sus órdenes, fritz contemplaba la multitud con una especie de desdén, y, en un insólito instante de lucidez y relativización, pensó que, bien vistas las cosas, un archiduque, un rey, un emperador no son más que conarcas montados sobre un elefante.
José Saramago (A Viagem do Elefante)
Los padres de Tom son docentes e intelectuales. Su padre dio clases de Literatura en el Connecticut College durante treinta años. Su madre trabajaba en la secretaría de exalumnos. Vivían y respiraban universidad, y se ufanaban de ser cultos, cosa que se reflejaba en todo lo que hacían y eran. En gran parte era inofensivo, y hasta beneficioso, para Tom y su hermana pequeña, Kathy. Las vacaciones eran siempre de acampada familiar. No les dejaban ver la tele sin supervisión, y solo los fines de semana. Imaginaos lo insulso que era el contenido autorizado. Tenían que leer diez libros por verano, y a colonias nunca iban. Nada de quedarse a dormir en casa de un amigo. Toque de queda estricto, y cada domingo a la iglesia, aunque de religión se hablaba más en términos de teoría y sociología que de pasión y fe. Lo evaluaban y lo analizaban todo, despojándolo de las influencias emocionales que pudieran llevar a creer en una mentira o a actuar de modo erróneo. Seguro que conocéis a gente de este tipo. A los no tan disciplinados les despiertan ganas de zarandearlos hasta que se desprenda alguna emoción, aunque se queden inconscientes. No parecen humanos, a pesar de su tan buen comportamiento. ¿En qué se traducía todo esto para Tom? Si llegaba a casa con sobresalientes, no había euforia, abrazos, besos ni llamadas por teléfono a los abuelos. Nada de monedas para la hucha, ni de postre especial, ni de saltarse una práctica de piano. No pegaban las notas a la nevera, no; las evaluaban y las comentaban, y a Tom le recordaban que sus notas eran un reflejo de lo mucho que había trabajado, y que no se pensara que era mejor o más listo que los otros. Y cuando cantaba en la obra de fin de curso, o anotaba una carrera en el partido de béisbol, o traía un animal de barro pintado de la asignatura de arte, con un vago parecido a una jirafa… Todo lo que hacía Tom era objeto de valoración sincera y desapasionada. En el segundo estribillo has desafinado un poco, Tom. A la primera base has llegado más que nada por suerte, Tom. No te creas que te volverá a pasar. Tienes que practicar más. Hombre, se nota que te has divertido haciéndolo. Sí, ¿verdad? Exacto. Un poco adelantados a su tiempo, precursores de los consejos educativos que nos han endosado durante la pasada década. No hay que estar orgulloso de los hijos. Son ellos los que tienen que enorgullecerse. Tampoco hay que hacer falsos elogios, porque entonces dejan de fiarse de nuestras opiniones. No hay que dejarlos por el mundo creyéndose mejores de lo que son, porque solo servirá para que se lleven una decepción. La verdadera autoestima es la que viene de tener unos padres sinceros. Yo estos disparates los rechazo desde siempre. En eso soy un caso aparte. Somos seres pequeños e insignificantes. Lo único que nos llena, lo que nos da un horizonte, orgullo, sentido del yo, es el lugar que ocupamos en los corazones de la gente. Necesitamos que nos quieran nuestros padres sin condicionantes, sin lógica ni racionalidad. Necesitamos que nos vean a través de un cristal distorsionado por su amor y que nos digan de todas las maneras posibles que los llena de felicidad el mero hecho de que estemos en el mundo. De acuerdo, algún día nos daremos cuenta de que nuestras jirafas de barro no eran magistrales, pero es necesario que nos hagan llorar siempre que las bajemos de nuestros desvanes, sabiendo que cuando nuestros padres veían estos trozos de yeso tan feos sentían un orgullo absurdo y ganas de abrazarnos hasta que nos dolieran los huesos. Es lo que necesitamos de los padres, más que la verdad sobre lo pequeños que somos. Ya habrá gente de sobra que nos lo recuerde y nos ofrezca evaluaciones desapasionadas de nuestra mediocridad.
Wendy Walker (All Is Not Forgotten)
Pasó junto á la barca del abuelo, y el cazador se llevó la mano á los ojos, como si le hiriese un relámpago. —¡Mare de Deul—gimió aterrado, mientras la escopeta se le iba de las manos. Tonet se irguió, con la mirada loca, estremecido de pies á cabeza, como si el aire faltas© de pronto en sus pulmones. Víó junto á la borda de BU barca un lio de trapos, y en él algo lívido y gelatinoso erizado de eanguijaeiae: una cabecita hinchada, deforme, negruzca, con las cuencas vacías y colgando de una de ellas el globo de un ojo: todo tan repugnante, tan hediondo, que parecía entenebrecer repentinamente el agua y el espacio, haciendo que en pleno sol cayese la noche sobre el lago. Levantó la percha con ambas manoi^, y fué tan tremendo el golpe, que el cráneo de la perra crujió como si se rompiese, y el pobre animal, dando un aullido, se hundió con su presa en las aguas arremolinadas.
Vicente Blasco Ibáñez (Cañas y barro)
«espíritu de la tribu» en sus discursos. Así llama Karl Popper al irracionalismo del ser humano primitivo que anida en el fondo más secreto de todos los civilizados, quienes nunca hemos superado del todo la añoranza de aquel mundo tradicional —la tribu— cuando el hombre era aún una parte inseparable de la colectividad, subordinado al brujo o al cacique todopoderosos, que tomaban por él todas las decisiones, en la que se sentía seguro, liberado de responsabilidades, sometido, igual que el animal en la manada, el hato, o el ser humano en la pandilla o la hinchada, adormecido entre quienes hablaban la misma lengua, adoraban los mismos dioses y practicaban las mismas costumbres, y odiando al otro, al ser diferente, a quien podía responsabilizar de todas las calamidades que sobrevenían a la tribu.
Mario Vargas Llosa (La llamada de la tribu)
Mary Kinsley, la excéntrica viajera inglesa. En uno de sus viajes, navegando por un río en el África occidental se las tuvo que ver con un hipopótamo que quería volcar su embarcación y esta fue su reacción: ' Con mucha precaución me incliné y le acaricié suavemente detrás de las orejas con la punta de mi paraguas. El animal me miró perplejo y nos separamos en inmejorables condiciones: el monstruo se marchó dando resoplidos. Por fin, mi paraguas después de cargar con él de Cambridge a África , había servido para algo, bien útil por cierto
Cristina Morató (Viajeras intrépidas y aventureras)
El cuerpo de Julie se estremeció. Se giró hacia la voz que había pronunciado esas palabras cerca de su oído. No podía evitarlo, ese joven le provocaba un extraño deseo que la arrastraba a entregarse al otro lado de sus propios límites… ¿Qué le estaba ocurriendo? ¿Quién era esa mujer que emergía con descaro? Una parte de ella no se reconocía, pero ora avanzaba despierta como un animal salvaje que buscaba saciar su hambre.
Blanca Holanda (Clandestina: ¿Te atreves? Desearás reinventar tu mundo, Clandestina: novela transformación (Spanish Edition))
Lo que nos dicen las personas de sus sentimientos a menudo es incompleto, a veces manifiestamente falso, y siempre viene modificado para consumo público.
Frans de Waal (Mama's Last Hug: Animal Emotions and What They Tell Us about Ourselves)
«La autoconciencia, la razón y la imaginación han interrumpido la "armonía" que caracteriza la existencia animal. Su aparición ha convertido al hombre en una anomalía, el monstruo del universo. Él es parte de la naturaleza, sujeto a sus leyes físicas y no puede cambiarlas, sin embargo, él trasciende la naturaleza. Él es apartado mientras es parte; él no tiene hogar, pero está encadenado al hombre que comparte con todas las criaturas. Arrojado a este mundo en un lugar y momento accidental, es forzado a salir de él accidentalmente y en contra de su voluntad. Siendo consciente de sí mismo, se dio cuenta de su impotencia y las limitaciones de su existencia. Nunca está libre de la dicotomía de su existencia: no puede deshacerse de su mente, incluso si quisiera; No puede deshacerse de su cuerpo mientras esté vivo, y su cuerpo lo hace querer estar vivo. »
Colin Rivas (La búsqueda de Dios)
Wrap up del Bingo Mortifagos para Ravenclaw Lord Voldemort: Nature of Witches de Rachel Griffin - 2* Clara tiene el poder más grande que cualquier bruja ha tenido en décadas, pero está muy asustada de usarlo porque ha ocasionado no sola la muerte de sus padres sino también de su mejor amiga. El libro nos cuenta como Clara, con bastante ayuda, logra superar sus miedos para poder ayudar al mundo con su magia. Regulus Black: Six of Crows de Leigh Bardugo - 4* Una familia rara es la familia que se elige, como pasó con los Dreggs y la banda que conforma Kaz para hacer el atraco más ambicioso que han ejecutado hasta ahora. Al final del libro, los lazos que los unen son mucho más fuertes que la amistad. Barty Crouch Jr: Berserk de Kentaro Miura - 3* El manga más oscuro que he leído. Es un poco spoiler, pero Guts el protagonista busca la venganza de la secta de La Mano de Dios. Tratos con seres de la oscuridad que dejan villanos inhumanos y repugnantes que nuestro protagonista masacra uno a uno. Fenrir Greyback: Magic Bites de Ilona Andrews - 4* Una mercenaria re badass intentando resolver un crimen casi queda en medio de una batalla entre necromancers y shapeshifters de todo tipo, incluyendo hombres lobos. Bellatrix Lestrange: Tabú, el juego prohibido de Nicolás Manzur - 3* Un profesor y un alumno terminan enamorados, pero la historia hacia ese final feliz es una colección de drama y las actitudes más tóxicas que se puedan ver. Draco Malfoy: El hobbit de JRRTolkien - 5* Si alguien ha abandonado una causa con buena razón fue Bilbo en la Montaña Solitaria cuando los enanos parecían no entrar en razón. Y aún así no le falló a sus amigos, sino que fue el acto más sensato y valiente que podría haber hecho. Lucius Malfoy: Parachutes de Kelly Yang - 3* Los chinos ricos que tienen mucho dinero mandan a sus hijos a estudiar al extranjero, esos son los Parachutes. Pero claro un adolescente viviendo casi solo con muchísimo dinero a su disposición y en un cultura completamente extraña… muchas cosas pueden salir mal. Peter Pettigrew: Animal Farm de George Orwell - 5* Una rebelión protagonizada por animales de granja. Pareciera gracioso pero es una alegoría demasiado real y dolorosa de lo que pasa en muchos gobiernos aún hoy después de muchos años de publicada. Severus Snape: El castillo ambulante de Diana Wynne Jones - 4* Howl tiene muchísimos secretos. Uno de los primeros que conocemos es las múltiples personalidades que mantiene en distintos pueblos y para distintas personas (incluido el rey). Otro del que nos enteramos recién al final termina siendo confirmando que es un dulce y merecedor del amor de Sophie.
Rachel Griffin
La vanidad es, por mucho, mi pecado favorito, y la lente de la cámara es un espejo. La cámara capta todos los estados de ánimo y los matices; inmortaliza el continuo suave y sedoso que es la humanidad. Esos momentos capturados parecen tan fluidos, tan representativos de la continuidad. Representan la captura de un único momento y, sin embargo, la expresión de una eternidad. Toda tu juventud; todas tus edades, capturadas y expresadas en un solo clic. De todos los caprichos, el de la vanidad es sin duda mi favorito, al que deberíamos resistirnos, pero al que nos sentimos inexplicablemente cautivados y adictos. ¿Qué otro animal pasaría tanto tiempo haciendo pucheros y acicalándose frente a su reflejo? Sólo la humanidad participaría en tal auto-adoración. Se podría pensar que tenemos las plumas más coloridas o las melenas más suaves. En cambio, somos un bípedo desnudo que se siente incompleto sin algún elemento decorativo, accesorio o adorno del yo. Nos embriaga la imagen del cuerpo, de la misma manera que nos seducen los buenos vinos, las comidas o los elementos que alteran la mente. Devoramos la piel, y nos despojamos de la ropa como si fuera la piel de alguna fruta tropical, que oculta un interior colorido y jugoso. Cazamos placeres corporales, y los coleccionamos como premios; los exhibimos en situaciones sociales como si nuestros compañeros fueran una especie de adorno añadido a nosotros mismos. Nos revelamos en nuestra sensualidad. Tocar debajo de la superficie; conectar más allá de las fachadas, ese discurso inalcanzable entre individuos se pone tímidamente al alcance en la intimidad. Capturar esos momentos es captar la esencia de lo que nos hace humanos, y lo que en última instancia nos coloca por encima y al margen del resto de la naturaleza. Capturar la humanidad en sus expresiones más extravagantes es embriagador. La vanidad es, por mucho, mi pecado favorito, y es un cuento interminable tan infinito como la humanidad. Cada persona no es más que una puntada en un gigantesco tapiz.
A.E. Samaan (Shades of Vanity - Shades and Shadows of Eroticism)
Y yo siempre deshojando flores envenenadas, me desea no me desea, con la dignidad por el piso amando sus piernas de cazadores y sus miradas sombrías, su despreocupada belleza de animal de monte. Y m vientre cantaba de júbilo si me dedicaban una ojeada y la saliva se me endulzaba tan solo por tenerlos cerca
Camila Sosa Villada (La novia de Sandro)
(...) el hombre, al levantarse sobre las dos patas traseras y al convertir en un hacha la primera piedra filosa, instituyó las bases de su grandeza pero también los orígenes de su angustia; porque con sus manos y con los instrumentos hechos con sus manos iba a erigir esa construcción tan potente y extraña que se llama cultura e iba a iniciar así su gran desgarramiento, ya que habrá dejado de ser un simple animal pero no habrá llegado a ser el dios que su espíritu le sugiera. Será ese ser dual y desgraciado que se mueve y vive entre la tierra de los animales y el cielo de sus dioses, que habrá perdido el paraíso terrenal de su inocencia y no habrá ganado el paraíso celeste de su redención.
Ernesto Sabato (Sobre héroes y tumbas)
Cuando toda la política tiene sus raíces en el partidismo, la ciencia política no es más que ciencia animal.
Abhijit Naskar (Vande Vasudhaivam: 100 Sonnets for Our Planetary Pueblo)
Así como es fácil intuir la relación entre dos amigos (basta sentarse con ellos en un café un rato y observar), nadie sabe nada del vínculo entre un animal y un humano, solo ellos dos. Es un pequeño milagro que muchas veces nos trae el azar. Si conviven con un perro habrán pasado largos ratos observándolo mientras descansa a su lado. La respiración suave, el suspiro ocasional, la mirada tan expresiva y a ratos cuentista. En sus ojos de filósofo hay una actitud complaciente y adaptable. A mí todo me viene bien, parecen decir. Yo estoy a lo que tú estés. Esa existencia sencilla y centrada en lo esencial (amor, comida, compañía, diversión) no conoce el estatus, la ansiedad por el éxito, el temor al descrédito. Cada animal es una ocasión perfecta para curarnos de tonterías. El animal nos redime y nos invita a apreciar lo que uno es, sin más mareos.
Marta D. Riezu (Agua y jabón: Apuntes sobre elegancia involuntaria)
«Así como es fácil intuir la relación entre dos amigos (basta sentarse con ellos en un café un rato y observar), nadie sabe nada del vínculo entre un animal y un humano, solo ellos dos. Es un pequeño milagro que muchas veces nos trae el azar. Si conviven con un perro habrán pasado largos ratos observándolo mientras descansa a su lado. La respiración suave, el suspiro ocasional, la mirada tan expresiva y a ratos cuentista. En sus ojos de filósofo hay una actitud complaciente y adaptable. A mí todo me viene bien, parecen decir. Yo estoy a lo que tú estés. Esa existencia sencilla y centrada en lo esencial (amor, comida, compañía, diversión) no conoce el estatus, la ansiedad por el éxito, el temor al descrédito. Cada animal es una ocasión perfecta para curarnos de tonterías. El animal nos redime y nos invita a apreciar lo que uno es, sin más mareos.» Agua y Jabón - Marta D. Riezu
Marta D. Riezu (Agua y jabón: Apuntes sobre elegancia involuntaria)
Entonces sintió como nunca aquella historia secreta de la casa, sintió la fidelidad de sus muros, su congoja de animal triste, con sus costillas y su epidermis despedazadas por el tiempo. Y en las bocanadas de penumbra de cada cuarto percibió el rumor de miles de días entre los cuales venían envueltos miradas de moribundos, llantos de recién nacidos, palabras de maldición o despedida, toses de enfermos, risas de niños y tintineo de vajillas que sacudían y alegraban el aire.
Héctor Rojas Herazo (Respirando el Verano)
La cultura es creación humana. La naturaleza no se cultiva a sí misma, sino que es el hombre el que, trabajándola, imprime en ella el orden que le sea conveniente para sus fines. La naturaleza no cultivada es salvaje, peligrosa, no responde a fines humanos, de la misma forma que el hombre no cultivado tampoco se pone fines a sí mismo, sino que es preso de su condición animal. Cultivar al hombre es volverlo «mayor de edad», parafraseando a Kant.
Agustín Laje (La batalla cultural: Reflexiones críticas para una Nueva Derecha)
Los seres humanos son tan arrogantes que poco les importa cortarle la cabeza a cualquier animal y torcer su rostro en un gesto sonriente (...). Pero cualquier supuesta indignidad cometida contra sus muertos es asunto grave.
Isabel Zapata (Alberca vacía / Empty Pool)
¿Qué animal entre las bestias establece sistemas judiciales e imparte justicia a sus semejantes? Somos seres morales.
Ray Comfort (Hechos Científicos en la Biblia (Spanish Edition))
La exaltación de la naturaleza animal de un hombre a expensas de sus cualidades espirituales es la consecuencia de la deificación del hombre. Nuestra anti-cultura asume que el hombre es un producto acabado y que no necesita ser transformado por el amor de Dios. Un síntoma de que hemos hecho al hombre Dios es que mistificamos y adoramos seres humanos. Profesamos el culto de las grandes mentes, las grandes bellezas y las grandes riquezas y poder.
Henry Makow (Estafa Cruel - Feminismo y el Nuevo Orden Mundial (Spanish Edition))
hombre, de este animal desertor de la zoología, que se enriquece con todas sus insuficiencias, con todas sus imposibilidades. Suprimid las taras y los vicios, quitad las preocupaciones carnales, y no volveréis a encontrar almas
CIORAN E.M.
Buena parte de la mitología que se desarrolla en torno a cada una de estas doctrinas, desde su liturgia hasta sus normas y sus tabúes, proviene de la burocracia que se genera a medida que evolucionan y no del supuesto hecho sobrenatural que las ha originado. La mayor parte de anécdotas simples y bonancibles, una mezcla de sentido común y folclore, y toda la carga beligerante que llegan a desarrollar proviene de la posterior interpretación de aquellos principios, cuando no tienden a desvirtuarse, a manos de sus administradores. El aspecto administrativo y jerárquico parece clave en su evolución. La verdad es revelada en principio a todos los hombres, pero rápidamente aparecen individuos que se atribuyen la potestad y el deber de interpretar, administrar y, en su caso, alterar esa verdad en nombre del bien común y con tal fin establecen una organización poderosa y potencialmente represiva. Este fenómeno, que la biología nos enseña que es propio de cualquier grupo animal social, no tarda en transformar la doctrina en un elemento de control y lucha política. Divisiones, guerras y escisiones se hacen inevitables. Tarde o temprano, la palabra se hace carne y la carne sangra.
Carlos Ruiz Zafón (El juego del ángel)
Todo ser vivo es también un fósil. Lleva en sí, y hasta en la estructura microscópica de sus proteínas, las huellas, si no los estigmas, de su ascendencia. Esto es más cierto en el Hombre que en cualquier otra especie animal, en razón de la dualidad, física e «ideal», de la evolución de la que es heredero.
Jacques Monod (Chance and Necessity: An Essay on the Natural Philosophy of Modern Biology)
Cuanto más lejos nos remontamos en la historia, tanto más aparece el individuo - y por consiguiente también el individuo productor - como dependiente y formando parte de un todo mayor: en primer lugar y de una manera todavía muy enteramente natural, de la familia y de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las comunidades en sus distintas formas, resultado del antagonismo y de la fusión de las tribus. Solamente al llegar el Siglo XVIII, con la "sociedad civil", las diferentes formas de conexión social aparecen ante el individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (universales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente. El hombre es, en el sentido más literal, un zoon politikon, no solamente un animal social, sino un animal que sólo puede individualizarse en la sociedad. La producción por parte de un individuo aislado, fuera de la sociedad - hecho raro que bien puede ocurrir cuando un civilizado, que potencialmente posee ya en sí las fuerzas de la sociedad, se extravía accidentalmente en una comarca salvaje - no es menos absurda que la idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y hablen entre sí.
Karl Marx (Grundrisse: Foundations of the Critique of Political Economy)
En el contexto civilizado, la estrategia de sumisión trae más problemas que ventajas. El sumiso desconoce sus derechos personales y, por lo tanto, no los defiende ni los ejerce. Se acurruca, se entrega, se agacha, pero a diferencia de lo que ocurre en el mundo animal, aquí el opositor no perdona: “Al caído, caerle”.
Walter Riso (Sabiduría emocional: Un reencuentro con las fuentes naturales del bienestar y la salud emocional (Biblioteca Walter Riso) (Spanish Edition))