Soy Mujer Quotes

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Si tu bendita soledad se funde con la mía ya no sabré si soy en vos o vos terminás siéndome.
Mario Benedetti (El amor, las mujeres y la vida)
No soy ninguna florecilla. No soy mucho menos, su florecilla. Soy una mujer. Soy una persona. No soy su juguete ni una planta que observar y regar para poder contemplarla a todas horas y luego deshojarla.
Iria G. Parente (Sueños de piedra (Marabilia, #1))
No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados...».
Jorge Luis Borges
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Oliverio Girondo (Espantapájaros)
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.
Juan José Arreola (Obras: Juan José Arreola)
-Voy a salir de aquí sin decir adiós y te voy a dejar acostado en esa cama medio desnudo. Eso es sexy ¡Soy una mujer despiadada! Moderna, que cena hombres y los escupe por las mañanas. Esa soy yo. -¿Eres una antropófaga bulímina? - dijo tratando de contener la risa.
Erika Fiorucci (Cuatro días en Londres)
con el tiempo se recuerdan los hechos, pero se borran las emociones. Ya no soy la mujer que fui entonces.
Isabel Allende (Violeta (Spanish Edition))
No soy hombre de muchas palabras, Emma. Si te amara menos, sería capaz de hablar más de ello. Pero sabes como soy. De mí no escucharás más que verdades. Te he hecho reproches y te he reprendido y lo has soportado como ninguna otra mujer en toda Inglaterra lo hubiera hecho. Soporta todas las verdades que ahora te voy a decir, mi queridísima Emma, tan bien como soportaste aquellas
Jane Austen
—No dejes que mi apariencia te engañe, Penryn. No soy humano. Las hijas del Hombre están prohibidas a los ángeles. —¿Y las hijas de la Mujer? —Intento una sonrisa pícara, pero ésta es plana.
Susan Ee (Angelfall (Penryn & the End of Days, #1))
Soy tres mujeres. Soy la que era; soy la que no tenía derecho a ser pero era; soy la mujer a la que has salvado.Te doy las gracias, pistolero.
Stephen King (The Drawing of the Three (The Dark Tower, #2))
Disfruto de la vida a mi manera. Pero en los últimos tiempos, no dejo de preguntarme que demonios soy. Y bastante seriamente.
Haruki Murakami (Hombres sin mujeres)
-En mis ojos, fuiste mía desde el momento en el que te vi en el Starbucks con tu amiga. En mi mente, eres mía desde que trabajas en las cocinas y te vi sonreír. En mi cabeza, eres mía desde que probé la nata que tenías en la boca aquel día que te caíste. En mi corazón, eres mía desde que, como una leona, me hiciste el amor en el almacén. Y en mi vida, eres mía desde que hoy te he tenido para mí y me he dado cuenta de que eres mi mujer.
Megan Maxwell
soy una mujer dividida entre el terror a que todo cambie y el terror a que todo siga igual el resto de mi vida.
Paulo Coelho (Adulterio (Spanish Edition))
Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre.
Rosa Montero
¡Es que no soy ningun hombre viviente! Lo que tus ojos ven es una mujer. Soy Éowyn hija de Eomund. Pretendes impedir que me acerque a mi señor y pariente. ¡Vete de aqui si no eres una criatura inmortal! Porque vivo o espectro oscuro, te traspasare con mi espada si lo tocas!
J.R.R. Tolkien (The Return of the King (The Lord of the Rings, #3))
No soy uno de esos cínicos que cree que el amor no existe, porque lo he visto en otras personas. Pero yo no puedo sentirlo. Ni por una mujer ni por nadie. Nunca he amado.
Susan Elizabeth Phillips (Kiss an Angel)
Yo soy aquella mujer que escaló la montaña de la vida . Removiendo piedras y plantando flores . Cora Coralina
Elena Favilli (Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes.: Diversión y aventuras (Spanish Edition))
La realidad es que a las mujeres todavía se las valora únicamente por dos cosas: su aspecto y su papel como madres. Yo no soy guapa y no puedo tener hijos. ¿En qué me convierte eso? En alguien inútil.
Paula Hawkins (The Girl on the Train)
—Hay tres preguntas que toda mujer debe ser capaz de responder afirmativamente antes de comprometerse con un hombre. Si tu respuesta es no a alguna de las tres preguntas, corre como el infierno. —Es sólo una cita —me río—. Dudo que vayamos a hacer algún compromiso. —Sé que no lo harás, Lake. Hablo en serio. Si no puedes responder sí a estas tres preguntas, ni siquiera pierdas el tiempo en una relación. Cuando abro mi boca, siento como que estoy reforzando el hecho de que soy su niña. No la interrumpo de nuevo. —¿Él te trata con respeto en todo momento? Esa es la primera pregunta. La segunda pregunta es, si es exactamente la misma persona dentro de veinte años que es hoy, ¿todavía querrías casarte con él? Y por último, ¿hace que quieras ser una mejor persona? Si encuentras a alguien que te haga responder afirmativamente a las tres, entonces has encontrado un buen hombre.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
Lo dice Sylvia Plath en sus diarios: «Soy ese tipo de mujer que, cuando empieza a llover [...], solo puede pensar en ventanas abiertas, ventanas de coche, ventanas de una segunda planta, ventanas por todas partes abiertas mientras la lluvia cae a raudales [...] echando a perder irremediablemente la madera, el papel de las paredes, los libros y los muebles».
Rosa Montero (El peligro de estar cuerda)
Soy una mujer con quinientas golondrinas dentro.
David Meza (El sueño de Visnu)
«Soy el tipo de mujer que, si quiero la luna, me la bajo yo solita»—.
Megan Maxwell (El proyecto de mi vida)
Pero nunca será. Tú no eres ésa, yo no soy ése, ésos, los que fuimos antes de ser nosotros. Eras sí pero ahora suenas un poco a mí. Era sí pero ahora vengo un poco de ti.
Mario Benedetti (El amor, las mujeres y la vida)
Sé que soy exigente pero no podía soportar ser menos que la mujer de su vida, en vistas de que él era el hombre de la mia.
Cielo Latini (Abzurdah (Spanish Edition))
I'm all I can be, a women a poetess. Soy todo lo que puedo ser, soy poeta, soy mujer.
Jael Uribe
Yo me siento muy orgullosa de ser pashtún, pero a veces pienso que nuestro código de conducta tiene la culpa de muchas cosas, particularmente en lo que se refiere al tratamiento de las mujeres.
Malala Yousafzai (Yo soy Malala)
Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren, por la buena y simple razón de que yo misma tampoco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss.
Virginie Despentes
Yo no soy entendida en política ni economista. Soy simplemente una mujer que padeció, que perdió a su marido, a sus padres, a sus hijos y a sus amigos. Yo sé que el mundo tendrá que compartir colectivamente la responsabilidad. Los alemanes pecaron criminalmente, pero lo mismo hicieron las demás naciones aunque sólo sea por negarse a creer y a afanarse día y noche en salvar a los desventurados y desposeídos, por cuantos medios estuviesen a su alcance. Sé que si la gente de todo el mundo se propone que de ahora en adelante reine una justicia indivisible y que no haya más Hitlers, algos se conseguirá. Indudablemente, todos aquellos cuyas manos se hayan manchado con sangre nuestra, bien sea directa bien indirectamente, tienen que pagar por los crímenes que han cometido, lo mismo si son hombres que si son mujeres.
Olga Lengyel
«Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa. Por lo demás, soy feliz. »
Enrique Vila-Matas (Bartleby & Co.)
Jinnah había dicho: «Ninguna lucha puede tener éxito si las mujeres no participan en ella junto a los hombres. Hay dos poderes en el mundo: uno es la espada y otro la pluma. Hay un tercer poder más fuerte que los dos, el de las mujeres».
Malala Yousafzai (Yo soy Malala (Libros Singulares (LS)) (Spanish Edition))
Nunca te he sido fiel. Mi idea del amor no tiene nada que ver con el compromiso, con las ataduras, con la fidelidad. Ha habido otras mujeres, ¿Entiendes? Sin rostro, sin nombre. Para mí se trataba solamente de satisfacer una serie de necesidades físicas. Nunca te he sido fiel, ni lo seré en el futuro. Pero te soy leal. ¿Entiendes la diferencia? Lucharé por ti, a tu lado, por defender tu vida. Aunque esté lejos, pensaré en ti. Mataré y moriré por ti, si es necesario. ¿Me explico?
Laura Gallego (Tríada (Memorias de Idhún, #2))
- A veces me pregunto como habéis conseguido inventaros a vos misma. - No he tenido otra opción, soy mujer. Y las mujeres estamos obligadas a ser más hábiles que los hombres. Que podáis destrozar nuestra reputación y nuestra vida con sólo unas cuantas palabras. Por eso he tenido que inventarme no sólo a mi misma, sino formas de escapar que nadie había imaginado. Y si lo he conseguido es porque siempre he sabido que había nacido para dominar a vuestro sexo y vengar el mío.” (Las amistades peligrosas)
Pierre Choderlos de Laclos
Walt Whitman4, americano, uno de los bárbaros, un universo, desordenadamente carnal y sensual... comiendo, bebiendo y engendrando, no soy un sentimental... no estoy por encima de los hombres y mujeres ni vivo aparte de ellos... no más modesto que inmodesto.
Walt Whitman (Hojas de hierba (Poesía) (Spanish Edition))
¿Cómo hago para explicarle a esta mujer, pensé, que soy esclava de las letras y los números desde los seis años, que mi humor depende del éxito de sus combinaciones, que esta alegría de haberlo hecho bien es rara, inestable, que dura una hora, una tarde, una noche?
Elena Ferrante (Las deudas del cuerpo (Dos amigas #3))
Le envidio (a Karen Nieto, protagonista de La mujer que buceó dentro del corazón)que primero existe y luego, a veces, piensa. Yo fui amaestrada durante 19 años para siempre estar pensando en otra cosa, estar separada de la realidad. Soy un producto típico del humanismo
Sabina Berman
Hace mucho tiempo que me convertí en una mujer, pero estaba convencida de que, en algún lugar dentro de mí, existía un yo masculino, mi verdadero yo, y de que estaba desempeñando simplemente el papel de mujer. Pero soy mujer en cuerpo y alma. Soy realmente tu madre, ¿verdad? Me estoy riendo.
Banana Yoshimoto (Kitchen)
Yo soy mi adivinanza. Señor, no pretende usted bondadosamente aliviar ni secuestrar mi soledad. Es una cosa que a las mujeres se nos enseña a temer: oh la torre terrible, oh las zarzas que las circundan; no un nido sociable, sino un calabazo. Pero nos han mentido, sabe usted, en esto como en otras tantas cosas. El calabozo podrá ser severo y amenazador, pero dentro de él estamos muy seguras, dentro de sus confines somos libres de una manera que ustedes, que tienen libertad para correr el mundo, no necesitan imaginar. Ni yo recomiendo imaginarla; pero hágame la justicia de creer que mi soledad es mi tesoro, lo mejor que poseo. No me decido a salir. Si abriera usted la puertecilla, no escaparía; pero ay, cómo canto en mi jaula de oro...
A.S. Byatt (Possession)
Juan. «¿Es que te falta algo? Dime.» (Pausa) «¡Contesta!» Yerma. (Con intención y mirando fijamente al marido.) «Sí, me falta.» […] Juan. «Entonces, ¿qué quieres hacer?» Yerma. «Quiero beber agua y no hay vaso ni agua; quiero subir al monte y no tengo pies; quiero bordar mis enaguas y no encuentro los hilos.» Juan. «Lo que pasa es que no eres una mujer verdadera y buscas la ruina de un hombre sin voluntad.» Yerma. «Yo no sé quién soy. Déjame andar y desahogarme. En nada te he faltado»
Federico García Lorca (Yerma)
No estoy «a favor de las mujeres» ni «a favor de los hombres». Soy partidaria de los seis mil millones.
Caitlin Moran (How to Be a Woman)
Tú sabes quién soy?», le pregunté mientras estaba a punto de llevarse un pedazo de pollo a la boca. Sonrió. «Claro, mi mujer», dijo sin más y volvió a la carga con el pollo.
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
Soy impaciente; ahora comprendo que pretendía inyectarles feminismo a mi madre contra su voluntad, sin tener en cuenta que ella venía de otra época.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas)
Vete, que bien equivocado vas, no encontrarás en el mundo mujer más bendita de lo que yo soy. Fuese
José Saramago (El Evangelio Según Jesucristo)
Sé que soy un recipiente de piel viva casi repleto de materia palpitante, que existo sólo en las emociones que produzco
Nancy Cardenas (Cuaderno de amor y desamor (1968-1993))
«La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones».
Alexandra Castrillón Gómez (Entre redes)
He sucumbido a la seducción, soy una débil mujer, no lo niego; pero, al menos, si caí, no fue al empuje de prendas exteriores.
Stendhal (Rojo y Negro)
No, no, conmigo no juega nadie, y menos una mujer. ¡Yo soy yo! ¡Mi alma será pequeña pero es mía!
Miguel de Unamuno
- "soy mucho más que simplemente la mujer a la que ha abandonado" -"Aquello no era más que el comienzo de una lección que a sus hijos se les quedaría grabada a fuego: el alcoholismo es una enfermedad con muchas caras, y algunas de ellas son preciosas." -"Las historias familiares se repiten, pensó. Por un momento, se preguntó si sería inútil intentar romper aquel círculo
Taylor Jenkins Reid (Malibu Rising)
Tampoco seré esposa. Joder, ya es bastante difícil ser mujer. ¡Detesto a las mujeres! Todas son unos bichos, hasta las mejores. Yo seré lo que soy: alguien que interpreta el papel de mujer.
Henry Miller (Nexus (The Rosy Crucifixion, #3))
¿Entonces eres hombre de una sola mujer? —pregunté dejándome llevar por su embrujo. —No —se aproximó hasta rozarme con la nariz. —¿Cómo? —me sobresalté. —No soy hombre de cualquier mujer. Soy tuyo.
Alexandra Roma (Latidos de una bala (New Adult Romántica) (Spanish Edition))
Vos a mí me importás una mierda, pero que te quede claro que sos la única mujer del mundo que me importa una mierda: ¡la única! Solamente yo tengo derecho a arruinarte la vida, ¿me entendés, pelotuda?
Hernán Casciari (Más respeto que soy tu madre (Spanish Edition))
¿Y si para saber quién soy tengo que experimentar? Dejarme llevar, empezar respondiendo al cómo para poder responder al quién. Cuántas locuras he hecho en mi vida. «No quiero morir sin tener cicatrices.»
Noemí Casquet (Zorras (Mujeres libres, #1))
Soy el peor de los demonios para aquellas mujeres de rostro bonito que carecen de alma y corazón, que se revelan como seres aburridos, frívolos y de mal carácter, sin embargo, con quiénes tienen la mirada diáfana y la lengua elocuente, fuego en el alma, y un carácter flexible que se incline pero nunca se rompe, personas a la vez dúctiles y tiernas, tratables y coherentes, soy siempre considerado y sincero
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
—Pero es que no puedo compartir nada contigo... No puedo compartir tus recuerdos, tu idioma, tu música, tu trabajo, nada. Soy sólo... sólo una mujer. —Una mujer. ¿Y acaso esto no es serlo todo? —No, no lo es.
Iris Murdoch (Nice & the Good)
La puta de Mensa Mire, Kaiser, soy fundamentalmente un intelectual. Uno se puede buscar todas las furcias que quiera, claro. Pero mujeres inteligentes de verdad...no resultan fáciles de encontrar a corto plazo.
Woody Allen (Without Feathers)
-¿Es verdad.., que no lo olvidaré? Estaba arrodillado a su lado y esperó un momento antes de responder. -Sí, es verdad -dijo suavemente-, Pero también es verdad que con el tiempo no te importará. -¿No? -Estaba demasiado cansada para seguir preguntándole. Se sentía extrañamente lejana-. ¿Aunque no sea lo bastante fuerte para matarlo? -Eres una mujer muy fuerte. -No lo soy. Me lo acabas de demostrar, no soy... Una mano en el hombro la detuvo. -No es eso lo que quería decirte -dijo pensativo-, Jenny tenía diez años cuando murió nuestra madre. -Y al día siguiente del funeral la encontré con el delantal de mi madre. Había estado llorando como yo. Pero me dijo: «Ve a lavarte, Jamie, voy a hacer la comida para ti y para papá». Cerró los ojos y tragó con fuerza. -Sé lo fuertes que pueden llegar a ser las mujeres. Y tú eres muy fuerte, créeme.
Diana Gabaldon (Drums of Autumn (Outlander, #4))
En algunos momentos tengo la sensación de que esto ya lo he vivido y que he escrito estas mismas palabras, pero comprendo que no soy yo, sino otra mujer, que anotó en sus cuadernos para que yo me sirviera de ellos
Isabel Allende (The House of the Spirits)
No soy ya el que conocisteis, oh mujeres. Histrio. Mimo. Noche de empusas, lamias, mala sombra, final del gran juego. Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo. Irremisiblemente. No las veré nunca más, está escrito.
Julio Cortázar (Hopscotch)
En algunos momentos tengo la sensación de que esto haya lo he vivido y que he escrito estas mismas palabras, pero comprendo que no soy yo, sino otra mujer, que anotó en sus cuadernos para que yo me sirviera de ellos
Isabel Allende (The House of the Spirits)
—¡Oh! ¡Yo soy tan poquita cosa y tú eres tan mujer y tan maravillosa! Parecería que tú tuvieras sobrada resolución y energía como para aplastarme... Me siento anonadada a tu lado y tan insignificante en tu presencia...
Charles Dickens (El misterio de Edwin Drood)
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
Yo no tengo hijos. No tengo mujer. Soy un traidor a mi gente, un renegado y ladrón desertor. No soy siquiera honrado. Mi corazón he escogido la venganza, la sangre. El rojo. Sólo soy un vengador. No necesito nada más. Solo sangre, solo espada.
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
Analizando su vida doméstica, Biran sentía que había hecho muy bien en casarse con una "amable y simple mujer, capaz de ser feliz a mi lado sin reclamarme nada, y para quien soy siempre lo suficientemente bueno como para no hacer esfuerzo alguno en modificarme".
Aldous Huxley (Themes and Variations)
Ryan le pregunta a Avery acerca del pelo rosa. ㅡSí, es un color raro, ¿verdad? Para un chico que nació con aspecto de mujer y que quiere que lo vean como a un varón. Pero piénsalo un momento, solo muestra lo arbitrario que es el género. El rosa es femenino... pero ¿por qué? ¿Acaso las chicas son más rosas que los chicos? ¿Los chicos son más azules que las chicas? Es algo que nos enseñaron, principalmente para poder enseñarnos también otras cosas. Mi pelo puede ser rosa porque soy un chico. El tuyo puede ser azul porque eres una chica. Si te desprendes de toda esa mierda arbitraria con que nos controla la sociedad, te sientes más libre y, si te sientes más libre, puedes ser más feliz. ㅡMi pelo es azul porque me gusta el azul ㅡseñala Ryan. ㅡY el mío es rosa porque me gusta el rosa.
David Levithan (Two Boys Kissing)
—Señor, yo soy hombre pacífico, manso, sosegado, y sé disimilar cualquiera injuria, porque tengo mujer y hijos que sustentar y criar. Así que, séale a vuestra merced también aviso, pues no puede ser mandato, que en ninguna manera pondré mano a la espada, ni contra villano ni contra caballero; y que, desde aquí para delante de Dios, perdono cuantos agravios me han hecho y han de hacer: ora me los haya hecho, o haga o haya de hacer, persona alta o baja, rico o pobre, hidalgo o pechero, sin exceptar estado ni condición alguna. Lo
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (F. COLECCION) (Spanish Edition))
Voy a comenzar con una franca presentación. La verdad es que me resulta difícil hablar de mí, al menos si quiero contar algo interesante, diferente o extraordinario como ya dije. Tal vez deba comenzar diciendo que no hay nada de eso y que soy una mujer común, madre, esposa, hija, hermana... nada que no sea alguna de las tantas mujeres que me cruzo por la vida. Quizás la diferencia está en que una vez quise cambiar la rutina y comencé a pensar en escribir mis propias fantasías para matar el tiempo y entretenerme con algo diferente. Y lo hice.
Ivonne Vivier
Querido Lector, Soy una escritora y las letras son mi arma. Quiero lastimarte. Quiero que mis letras sean sal y quiero tirarlas en tu herida abierta. Quiero que mis palabras sean piezas irregulares de espejos en el que te puedas ver reflejado. Soy una sadica también conocida como una artista. Mis libros son un llamado para las mujeres que se han doblado por angustia, obligadas por el fastidio, cautivas de un pasado que nos las deja ir, vencedoras de un pasado que trató de matarlas. Verás, tengo una enfermedad, se llama naturaleza humana y estoy fascinada por ella. Así que, si decides leer Mud Vein, recuerda eso sobre mí. No estoy escribiendo para entretenerte, o para ganar dinero, o para tener mi libro apoyado cuidadosamente en un estante en Target. Escribo para explorar las oscuras esquinas de mí ser, y quiero que vengas conmigo. Soy un poco como tú. Creo que te verás en las páginas de Mud Vein. No te he dicho mucho sobre él a propósito. Quiero que vayas a ciegas. Quiero que te tropieces con un pensamiento, un sonido, una herida que creías especial para ti. Y darte cuenta de que yo también las he sentido, alguien que nunca has conocido. Si decides leer Mud Vein, por favor no te preguntes qué dice, pregúntate que significa. Y una vez que leas mis negras letras sobre una página blanca, envíame un email y dime tu interpretación. No puedo esperar para saber tus pensamientos.
Tarryn Fisher (Mud Vein)
- Usted no es lo que se dice discreto, lord Ralston -escupió su nombre-. Para ser alguien que se preocupa tanto por la reputación de su hermana, debería tener más cuidado -le clavó el dedo enguantado en el hombro-. ¡He leído la nota! Sé que va a encontrarse con su... su... - ¿Mi...? -la presionó. - ¡Su... amante! -con cada sílaba le clavó el dedo con más fuerza. Él le cogió el dedo al llegar al final de la palabra y se lo apartó. sus ojos azules brillaron de una manera peligrosa. - ¿Se atreve a reprenderme? ¿está cuestionando mi comportamienro? ¿Quién se cree que es? - Soy la mujer que eligió para guiar a su hermana en la sociedad. Y no le permitiré que arruine sus posibilidades por una noche de... - ¿No me permitirá qué? ¿ No era usted la que coqueteaba desvergonzadamente con un dandi borracho ante los ojos de todo el que quisiera ver?
Sarah MacLean (Nine Rules to Break When Romancing a Rake (Love By Numbers, #1))
Solo aquí, qué bien, me parece que estoy encima de todo. No me puede pasar nada. Yo soy el que paso. Vivo. Vivo. Fuera de tantas preocupaciones, fuera del dinero que tenía que ganar, fuera de la mujer con la que me tenía que casar, fuera de la clientela que tenía que conquistar, fuera de los amigos que me tenían que estimar, fuera del placer que tenía que perseguir, fuera del alcohol que tenía que beber. Si estuvieras así. Manténte ahí. Ahí tienes que estar. Tengo que estar aquí, en esta altura, viendo cómo estoy solo, pero así, en lo alto, mejor que antes, más tranquilo, mucho más tranquilo. No caigas. No tengo que caer. Estoy así bien, tranquilo, no me puede pasar nada, porque lo más que me puede para es seguir así, estando donde quiero estar, tranquilo, viendo todo, tranquilo, estoy bien, estoy bien, estoy muy bien así, no tengo nada que desear. Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo la maté. ¿Por qué? ¿Por qué? Tú no la mataste. Estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no la maté. Ya estaba muerta. Yo no fui. No pensar. No pensar. No pienses. No pienses en nada. Tranquilo, estoy tranquilo. No me pasa nada. Estoy tranquilo así. Me quedo así quieto. Estoy esperando. No tengo que pensar. No me pasa nada. Estoy tranquilo, el tiempo pasa y yo estoy tranquilo porque no pienso en nada. Es cuestión de aprender a no pensar en nada, de fijar la mirada en la pared, de hacer que tú quieras hacer porque tu libertad sigue existiendo también ahora. Eres un ser libre para dibujar cualquier dibujo o bien para hacer una raya cada día que vaya pasando como han hecho otros, y cada siete días una raya más larga, porque eres libre de hacer las rayas todo lo largas que quieras y nadie te lo puede impedir.
Luis Martín-Santos (Tiempo de silencio)
Los olinkas no creen que se deba educar a las niñas. Cuando pregunté a una madre por qué pensaba así, me dijo: Una mujer no es nada por sí misma. Solo por su marido puede ser algo. ¿Y qué puede ser?, le pregunté. La madre de sus hijos. Pues yo no soy madre de los hijos de nadie, y sin embargo soy alguien.
Alice Walker (The Color Purple)
Nunca podré ser la misma mujer que fui o que podría haber sido, y si debo vivir, entonces debo matarla, ahora, aquí, sentada en este suelo, debo matar a la mujer que podría haber sido y no puedo ser. Porque hay otra mujer esperando que todavía puedo ser pero que aun no soy, solo estoy empezando a ser ella
Carolina De Robertis (The Invisible Mountain)
- Parece acalorada y altiva. - No tan altiva como usted. El suyo es el orgullo monstruoso que finge humildad. - Soy un asalariado: sé cuál es mi lugar. - Soy una mujer: sé cuál es el mío. - Soy pobre: he de ser orgulloso. - He de someterme a ordenanzas y tengo obligaciones tan rigurosas como las suyas.
Charlotte Brontë (Shirley)
He intentado arrancarte de mi mente, pero parece que no puedo arrancarte de mi cuerpo. Pienso en tu cuerpo noche y día. Cuando intento leer te leo a ti. Cuando me siento a comer te como a ti. Cuando él me toca pienso en ti. Soy una mujer de mediana edad felizmente casada y no veo otra cosa que tu cara. ¿Qué me has hecho?
Jeanette Winterson (Escrito en el cuerpo (Spanish Edition))
Es lo que dijo Keynes: «Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Qué hace usted?». —Tras una pausa, continúa—: Yo he cambiado porque el mundo ha cambiado. La gente que piensa siempre lo mismo no piensa. Y yo pienso mucho, así que he cambiado mucho. Sólo hay una cosa constante en mí: soy una mujer libre. Lo fui de joven y sigo siéndolo ahora, cuando ya no soy tan joven. El espíritu gregario no es mi fuerte. Ni la corrección política. Creo que en mi vida pública he dado muestras sobradas de ello. Por lo demás, déjeme decirle que, a su edad, ya debería usted saber que la normalidad no existe. Es una estafa. En el sexo y en todo lo demás.
Javier Cercas (Independencia)
ver si soy capaz de resumirlo: tengo una enfermedad (benigna, qué suerte la mía) que me impide quedarme embarazada de manera natural y para aliviar sus síntomas lo mejor que puedo hacer es quedarme embarazada mientras tomo una píldora cuyo efecto principal es el de evitar los embarazos. «La medicina sigue siendo un arte imperfecto.»
María Fernández-Miranda (No madres: mujeres sin hijos contra los tópicos)
Intentarán definirte por medio de algo que no eres -dijo Jasnah-. No lo permitas. Yo puedo ser erudita, mujer, historiadora, Radiante. La gente seguirá intentando clasificarme por lo que me vuelve ajena a ellos. La ironía es que pretenden que lo que no soy, o aquello en lo que no creo, se mi principal seña de identidad. Siempre lo he rechazado, y voy a seguir haciéndolo.
Brandon Sanderson (Oathbringer (The Stormlight Archive, #3))
-... Intenta verlo de la siguiente manera: un ser humano es una envoltura de piel que mantiene en su sitio a las células, la sangre y las sustancias químicas. Unos pocos individuos terminan en los libros de historia. Pero la gran mayoría sucumbe y desaparece sin dejar rastro. -Matas mujeres. -Los que matamos por placer, porque yo no soy el único que tiene este pasatiempo, vivimos una vida completa.
Stieg Larsson (The Girl with the Dragon Tattoo (Millennium, #1))
Me dare con que soy simplemente una mujer, una de carne y hueso. Que soy, como (casi) todas las de mi genero, una diosa metida en el cuerpo de un mamífero hembra. Hembra, hembron, embrague, acelerador, freno. Animal, estrella fugaz, ama de casa profesional, geisha matriarca, lideresa de comedor popular, activista, consumista voraz. Una bestia de la profesión n. Toda una (neo)(anti)(post) feminista. Un solo de contradicciones.
Josefina Barrón (Malabares en taco aguja)
Noté que había puesto una silla expresamente para que estuviera cómoda; cuánta deferencia hacia quien había estudiado, estudiar se consideraba un truco de los chicos más listos para eludir fatigas. ¿Cómo hago para explicarle a esta mujer, pensé, que soy esclava de las letras y los números desde los seis años, que mi humor depende del éxito de sus combinaciones, que esta alegría de haberlo hecho bien es rara, inestable, que dura una hora, una tarde, una noche?
Elena Ferrante (Las deudas del cuerpo (La amiga estupenda, #3))
Cuando salga de aquí, si alguna vez soy capaz de dejar constancia de ello, de la manera que sea, incluso relatándoselo a alguien, también será una reconstrucción e incluso otra versión. Es imposible contar una cosa exactamente tal como ocurrió, porque lo que uno dice nunca puede ser exacto, siempre se deja algo, hay muchas partes, aspectos, contracorrientes, matices; demasiados detalles que podrían significar esto o aquello, demasiadas formas que no pueden ser totalmente descritas, demasiados aromas y sabores en el aire, en la lengua, demasiados colores. Pero si alguna vez, en el futuro, te conviertes en adulto, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda también que el perdón es un signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande.
Margaret Atwood (El cuento de la criada)
Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas. —Cuéntame un cuento —te digo. —¿Cómo lo quieres? —Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie.
Isabel Allende
Nos han anulado y nos han hecho creer que somos simples objetos para complacer al hombre. — inició Karen— "Desde que somos unas niñas, nos educan para ser buenas esposas y buenas madres pero no nos permiten formarnos y desarrollar nuestras habilidades como personas. Porqué sí, somos personas. Somos seres racionales, aunque muchos se empeñen en hacernos creer que no, seres capaces de hacer tanto o más que un hombre. Eres una "mujer", nos recuerdan cuando queremos hacer algo impropiamente femenino, como si la palabra "mujer" fuera algún tipo de peyorativo. Desde aquí y ahora, os animo a que digáis: ¡sí, soy mujer!— las féminas del lugar repitieron la frase con ímpetu provocando un clamor generalizado — "somos mujeres y vamos a hacer grandes cosas, no os preocupéis, seguiremos engendrando entretanto" —miró hacía los hombres que rieron por el humor de la Condesa— "hoy es un gran día para todas nosotras porqué , de una vez por todas, se nos permite graduarnos en medicina. ¡Sed bienvenidas!
Maria Isabel Salsench Ollé (Ojos del Anochecer (Los Devonshire, #3))
Lamento que las mujeres sean sistemáticamente degradadas al recibir atenciones triviales que los hombres creen viril prestar al sexo, cuando, de hecho, mantienen así de forma insultante su propia superioridad. No es condescendiente inclinarse ante un inferior. Tan ridículas, de hecho, me parecen esas ceremonias, que apenas soy capaz de controlar mi reacción cuando veo a un hombre recoger un pañuelo o cerrar una puerta, con entusiasta y seria solicitud, cuando la "dama" podría haberlo hecho sola con sólo dar un paso o dos (p.118).
Mary Wollstonecraft (Vindication of the Rights of Women)
En estos meses me he ido pelando como una cebolla, velo a velo, cambiando, ya no soy la misma mujer, mi hija me ha dado la oportunidad de mirar dentro de mí y descubrir esos espacios interiores, vacíos, oscuros y extrañamente apacibles, donde nunca antes había explorado. Son lugares sagrados y para llegar a ellos debo recorrer un camino angosto y lleno de obstáculos, vencer las fieras de la imaginación que me salen al paso. Cuando el terror me paraliza, cierro los ojos y me abandono con la sensación de sumergirme en aguas revueltas, entre los golpes furiosos del oleaje. p. 300
Isabel Allende (Paula)
En estos meses me he ido pelando como una cebolla, velo a velo, cambiando, ya no soy la misma mujer, mi hija me ha dado la oportunidad de mirar dentro de mí y descubrir esos espacios interiores, vacíos, oscuros y extrañamente apacibles, donde nunca antes había explorado. Son lugares sagrados y para llegar a ellos debo recorrer un camino angosto y lleno de obstáculos, vencer las fieras de la imaginación que me salen al paso. Cuando el terror me paraliza, cierro los ojos y me abandono con la sensación de sumergirme en aguas revueltas, entre los golgpes furiosos del oleaje. p. 300
Isabel Allende (Paula)
En estos meses me he ido pelando como una cebolla, velo a velo, cambiando, ya no soy la misma mujer, mi hija me ha dado la oportunidad de mirar dentro de mí y descubrir esos espacios interiores, vacíos, oscuros y extrañamente apacibles, donde nunca antes había explorado. Son lugares sagrados y para llegar a ellos debo recorrer un camino angosto y lleno de obstáculos, vencer las fieras de la imaginación que me salen al paso. Cuando el terror me paraliza, cierro los ojos y me abandono con la sensación de sumergirme en aguas revueltas, ,entre los golgpes furiosos del oleaje. p. 300
Isabel Allende (Paula)
En estos meses me he ido pelando como una cebolla, velo a velo,, cambiando, ya no soy la misma mujer, mi hija me ha dado la oportunidad de mirar dentro de mí y descubrir esos espacios interiores, vacíos, oscuros y extrañamente apacibles, donde nunca antes había explorado. Son lugares sagrados y para llegar a ellos debo recorrer un camino angosto y lleno de obstáculos, vencer las fieras de la imaginación que me salen al paso. Cuando el terror me paraliza, cierro los ojos y me abandono con la sensación de sumergirme en aguas revueltas, ,entre los golgpes furiosos del oleaje. p. 300
Isabel Allende (Paula)
Vivo entre dos mundos. La mitad del tiempo me gusta hacer las labores domésticas, me importa mucho mi aspecto, me interesan mucho los hombres y coqueteo maravillosamente (quiero decir que realmente les admiro, aunque me moriría antes de tomar la iniciativa; eso es cosa de hombres), nunca defiendo mi opinión en las conversaciones, y me gusta cocinar. Me gusta hacer cosas por los demás, sobre todo por los hombres. Duermo bien, me despierto a la hora en punto y no sueño. Solamente tengo un defecto: Soy frígida. En mi otra encarnación vivo tal cúmulo de conflictos que te parecería imposible que sobreviva, pero sí sobrevivo; me despierto enfurecida, me acuesto paralizada por el desánimo, me enfrento con lo nue sé perfectamente que es condescendencia y desprecio abstracto, me peleo, grito, me enojo con personas que ni siquiera conozco, vivo como si fuera la única mujer del mundo que está intentando conseguirlo todo, trabajo como una loca, lleno todo mi apartamento de notas, artículos, manuscritos y libros, me cabreo, no me importa, me pongo estridentemente pendenciera, a veces río y lloro en el espacio de cinco minutos de pura frustración. Tardo dos horas en dormirme y una en despertarme. Sueño ante mi mesa de despacho. Sueño en todos sitios. Voy muy mal vestida. Pero ¡oh, cómo gozo la comida! Y ¡oh, cómo jodo!
Joanna Russ (The Female Man)
—[...] No creo que sea de la incumbencia de mis pacientes si soy o no la reencarnación de la Virgen. Y con respecto a la Era de la Electrónica, no quiero tener una relación con algo que funciona a pilas y viene acompañado de una etiqueta con advertencias. Selena soltó un bufido. —Ya, bueno, pues déjame decirte una cosa: la mayoría de los hombres tendrían que venir acompañados de una etiqueta con advertencias. —Alzó las manos para enmarcar la siguiente afirmación—: «Atención, por favor, Alerta Psicótica. Yo, macho-man, soy propenso a sufrir horribles cambios de humor y a poner caras largas; además, poseo la habilidad de decir la verdad a una mujer sobre su peso sin previo aviso».
Sherrilyn Kenyon (Fantasy Lover (Hunter Legends, #1))
Mi nombre es Nicolai y soy el príncipe heredero de Elden. Seré rey cuando mate al Hechicero de Sangre. Y lo mataré. Después de decirle a mi mujer que la amo. Siempre amaré a mi Jane y soy miserable sin ella. Ella piensa que la desprecio, pero por primera vez en su vida, mi mujer demasiado inteligente, se equivoca. Dije e hice lo que hice sólo por salvar su vida. Su vida es más importante para mí que yo mismo. Pero ella está maldita. Maldecida a perder al hombre que ama. Y ha pasado. Ella lo ha perdido. Absolutamente. Pero ahora… ahora puede encontrarlo. Si no a través de la magia o las habilidades, con su mente. Vuelve a mí, Jane. Por favor. Vuelve a mí. Te espero. Te esperare siempre.
Gena Showalter (Lord of the Vampires (Royal House of Shadows, #1))
Ser la Chica Enrollada significa que soy una mujer atractiva, brillante y divertida que adora el fútbol americano, el poker, los chistes verdes y eructar, que juega a videojuegos, bebe cerveza barata, adora los tríos y el sexo anal y se llena la boca con perritos y hamburguesas como si estuviera presentando la mayor orgía culinaria del mundo a la vez que es capaz de algún modo de mantener una talla 34, porque las chicas enrolladas, por encima de todo, están buenas. Son atractivas y comprensivas. Las chicas enrolladas nunca se enfadan; solo sonríen de manera disgustada pero cariñosa y dejan que sus hombres hagan lo que ellos quieran. "Adelante, cágate encima de mí, no me importa, soy la Chica Enrollada".
Gillian Flynn (Gone Girl)
Fallo cardíaco individual. Tu sueño, el sueño de Welty, el sueño de Vermeer. Tú ves un cuadro, yo veo otro, el libro de arte lo pone a cierta distancia, la mujer que compra la postal en la tienda de regalos del museo ve algo totalmente diferente, y eso por no mencionar a la gente de la que estamos separados por el tiempo: cuatrocientos años antes de que llegáramos nosotros u otros cuatrocientos después de que nos hayamos ido, nunca afectará a nadie del mismo modo y a la gran mayoría jamás les afectará de forma profunda, pero... un cuadro importante fluye con suficiente potencia para abrirse paso hasta la mente y el corazón a través de toda clase de enfoques diferentes, de maneras únicas y muy particulares. «Soy tuyo, tuyo. Me pintaron para ti.»
Donna Tartt (The Goldfinch)
-Hay tres preguntas que toda mujer debe ser capaz de responder afirmativamente antes de comprometerse con un hombre. Si tu respuesta es no a alguna de las tres preguntas, corre como el infierno. -Es sólo una cita -me río-. Dudo que vayamos a hacer algún compromiso. -Sé que no lo harás, Lake. Hablo en serio. Si no puedes responder sí a estas tres preguntas, ni siquiera pierdas el tiempo una relación. Cuando abro mi boca, siento como que estoy reforzando el hecho de que soy su niña. No la interrumpo de nuevo. -¿Él te trata con respeto en todo momento? Esa es la primera pregunta. La segunda pregunta es, si es exactamente la misma persona dentro de veinte años que es hoy, ¿todavía querrías casarte con él? Y por último, ¿hace que quieras ser una mejor persona? Si encuentras a alguien que te haga responder afirmativamente a las tres, entonces has encontrado a un buen hombre.
Colleen Hoover (Slammed (Slammed, #1))
La muerte del ser querido es doblemente un duelo si está vivo. La hipocondría es la peor de las enfermedades: ficticia, las genera reales. Casi siempre, las películas mexicanas de horror son cómicas y las cómicas de horror. Se habla sobre clima por incomunicación, por soledad: el clima es, a veces, lo único entre dos personas. Cuando alguien dice: Yo soy una persona íntera, veo cómo empieza a desintegrarse su cara. Es tan difícil a veces decir las cosas o escribirlas, o tan fácil, sin alcanzar de cualquier manera lo que se siente. ¿Puede ser un error enamorarse? Lo más parecido a estar enamorado es el hallazgo de una música bellísima que nos fascina. Y pensar que dormimos cientos de noches con una mujer que nos odia profundamente, que quizás ya nos odiaba en secreto. Hay días en que nada pasa y días en que todo ocurre. Cada momento lleva su melodía. Such is life such is chess. BAGATELAS
Ignacio Helguera
Lo hice nuevamente. Uno de cada diez años puedo soportarlo… una especie de milagro ambulante, mi piel brilla como una pantalla nazi, mi pie derecho un pisapapeles, mi rostro sin forma, delgado lienzo judío. Retira la compresa, ¡ah, enemigo mío! ¿te doy miedo?… ¿La nariz, la fosa de los ojos, toda la dentadura? El aliento agrio un día se desvanecerá. Pronto, pronto la carne que alimentó la grave sepultura me será familiar y yo seré una mujer sonriente, sólo tengo treinta. Y como el gato tengo nueve vidas que morir. Ésta es la Número Tres. Qué basura para la aniquilación de cada década. Qué millón de filamentos. La multitud como maní prensado se atropella para ver desenvuelven mis manos y pies… el gran strip tease señoras y señores éstas son mis manos mis rodillas. Puede que esté piel y huesos, sin embargo, soy la misma e idéntica mujer. La primera vez que ocurrió, tenía diez. Fue un accidente. La segunda vez quise que fuera definitivo y no regresar jamás. Me mecí doblada sobre mí misma como una concha. Tuvieron que llamar y llamar y quitarme uno a uno los gusanos como perlas viscosas. Morir es un arte, como cualquier otro, yo lo hago de maravillas. Hago que se sienta como un infierno. Hago que se sienta real. Creo que podrían llamarlo un don. Es tan fácil que puedes hacerlo en una celda. Es tan fácil que puedes hacerlo y quedarte ahí, quietita. Es el teatral regreso a pleno día al mismo lugar, a la misma cara, al mismo grito brutal y divertido “¡Milagro!” que me deja fuera de combate. Hay un precio a pagar para mirar las escaras, hay un precio a pagar para auscultar mi corazón… late de veras. Y hay un precio a pagar, un precio mayor por una palabra o un contacto o un poquito de sangre o una muestra de mi cabello o de mi ropa. Bueno, bueno, Herr Doctor. Bueno, Herr Enemigo. Soy vuestra opus, soy vuestra valiosa niña de oro puro que se funde en un chillido. Giro y ardo. No crean que no estimo su enorme preocupación. Cenizas, cenizas… Ustedes atizan y remueven. Carne, hueso, no hay nada allí… Un pan de jabón, un anillo de bodas, un empaste de oro. Herr dios, Herr Lucifer tengan cuidado tengan cuidado. Sobre las cenizas me elevo con mi cabello rojo y devoro hombres como aire.
Sylvia Plath (Ariel)
Cuando salga de aquí, si alguna vez soy capaz de dejar constancia de ello, de la manera que sea, incluso relatándoselo a alguien, también será una reconstrucción e incluso otra versión. Es imposible contar una cosa exactamente tal como ocurrió, porque lo que uno dice nunca puede ser exacto, siempre se deja algo, hay muchas partes, aspectos, contracorrientes, matices; demasiados detalles que podrían significar esto o aquello, demasiadas formas que no pueden ser totalmente descritas, demasiados aromas y sabores en el aire, en la lengua, demasiados colores. Pero si alguna vez, en el futuro, te conviertes en adulto, si logras llegar tan lejos, por favor recuerda esto: nunca estarás tan atado como una mujer a la tentación de perdonar a un hombre. Es difícil resistirse, créeme. Pero recuerda también que el perdón es un signo de poder. Implorarlo es un signo de poder, y negarlo o concederlo es un signo de poder, tal vez el más grande. Quizá nada de esto sea verificable. Quizá no se trate en realidad de quién puede poseer a quién, de quién puede hacer qué a quién, incluso matarlo, sin ser castigado. Quizá no se trate de quién puede sentarse y quién tiene que arrodillarse o estar de pie o acostarse con las piernas abiertas. Quizá se trate de quién puede hacer qué a quién y ser perdonado por ello. No me digáis que significa lo mismo.
Margaret Atwood (El cuento de la criada)
Las metamorfosis del vampiro La mujer, entre tanto, retorciéndose igual que una serpiente en las brasas, y amasándose los pechos por encima de las ballenas del corsé dejaba deslizar de su boca de fresa estas palabras impregnadas de almizcle: —«Tengo los labios húmedos y conozco la ciencia de perder en una cama la antigua conciencia. Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantes y hago que los viejos se rían con risas infantiles. ¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyo a la luna, al sol, al cielo y a las estrellas! Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos, o cuando abandono mi busto a los mordiscos, tímida y libertina, frágil y robusta, soy, mi querido sabio, tan experta en deleites que sobre ese colchón que se desmaya de emoción, ¡los ángeles importantes se condenarían por mí!» Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos, y me volví hacia ella con languidez para darle un beso de amor, ¡no vi más que un odre de flancos viscosos, rebosante de pus! En mi helado terror, cerré los ojos, y cuando volví a abrirlos a la viva claridad, a mi lado, en lugar del fuerte maniquí que parecía haber hecho provisión de sangre entrechocaban en confusión unos restos de esqueleto, que producían un grito como el de una veleta o el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro, el viento balancea en las noches de invierno.
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
Supongo que si a uno le gustaban las perras frígidas que escondían corazones atados con oro, se podría decir razonablemente que el Gran Príncipe Justin de Verania era un hombre atractivo. Claro, a menudo parecía que había mordido el más amargo de los limones (algo de lo que había intentado curarlo, pero que parecía empeorar), pero hombres y mujeres amaban su piel de porcelana, alabando poéticamente sus rizos marrón chocolate. Qué majestuoso es, exclamaban. Qué hermoso. Era como si los dioses mismos tuvieran algo que ver. Incluso después de que esencialmente lo había reencarnado, se veía bien constituido. Era escultural, de hombros anchos y cintura estrecha. Tenía dedos elegantes y palmas encallecidas, un testimonio de lo bien versado que estaba como espadachín. Su lujosa túnica bordada se estiraba ajustando sus brazos y pecho. Sus pantalones tenían la cantidad justa de tiro entre sus muslos y... —Santa mierda —respiré—. Eres de ensueño. Él dijo: —¿Qué? —Sin inflexión alguna. —Me gustas, no, solo... dame un momento. Mi visión del mundo ha cambiado y estoy luchando para seguir adelante. Y qué... más o menos es un día normal para ti, ¿no? —¿Cuándo te volviste atractivo? —Exigí. —¿Estás seduciéndome? —preguntó con incredulidad. —¡Qué! ¡No! Por supuesto no. Al menos, creo que no. ¿Soy yo? Realmente necesito sentarme y pensar en esto. ¿Qué estoy haciendo? ¿Con esto? ¿Con mi vida? Oh, dioses míos, ¿qué estoy haciendo con mi...
T.J. Klune
He aquí algo sobre el honor de los poetas. Yo tenía diecisiete años y unos deseos irrefrenables de ser escritor. Me preparé. Pero no me quedé quieto mientras me preparaba, pues comprendí que si así lo hacía no triunfaría jamás. Disciplina y un cierto encanto dúctil, ésas son las claves para llegar a donde uno se proponga. Disciplina: escribir cada mañana no menos de seis horas. Escribir cada mañana y corregir por las tardes y leer como un poseso por las noches. Encanto, o encanto dúctil: visitar a los escritores en sus residencias o abordarlos en las presentaciones de libros y decirles a cada uno justo aquello que quiere oír. Aquello que quiere oír desesperadamente. Y tener paciencia, pues no siempre funciona. Hay cabrones que te dan una palmadita en la espalda y luego si te he visto no me acuerdo. Hay cabrones duros y crueles y mezquinos. Pero no todos son así. Es necesario tener paciencia y buscar. Los mejores son los homosexuales, pero, ojo, es necesario saber en qué momento detenerse, es necesario saber con precisión qué es lo que no uno quiere, de lo contrario puedes acabar enculado de balde por cualquier viejo maricón de izquierda. Con las mujeres ocurre tres cuartas partes de lo mismo: las escritoras españolas que pueden echarte un cable suelen ser mayores y feas y el sacrificio a veces no vale la pena. Los mejores son los heterosexuales ya entrados en la cincuentena o en el umbral de la ancianidad. En cualquier caso: es ineludible acercarse a ellos. Es ineludible cultivar un huerto a la sombra de sus rencores y resentimientos. Por supuesto, hay que empollar sus obras completas. Hay que citarlos dos o tres veces en cada conversación. ¡Hay que citarlos sin descanso! Un consejo: no criticar nunca a los amigos del maestro. Los amigos del maestro son sagrados y una observación a destiempo puede torcer el rumbo del destino. Un consejo: es preceptivo abominar y despacharse a gusto contra los novelistas extranjeros, sobre todo si son norteamericanos, franceses o ingleses. Los escritores españoles odian a sus contemporáneos de otras lenguas y publicar una reseña negativa de uno de ellos será siempre bien recibida. Y callar y estar al acecho. Y delimitar las áreas de trabajo. Por la mañana escribir, por la tarde corregir, por las noches leer y en las horas muertas ejercer la diplomacia, el disimulo, el encanto dúctil. A los diecisiete años quería ser escritor. A los veinte publiqué mi primer libro. Ahora tengo veinticuatro y en ocasiones, cuando miro hacia atrás, algo semejante al vértigo se instala en mi cerebro. He recorrido un largo camino, he publicado cuatro libros y vivo holgadamente de la literatura (aunque si he de ser sincero, nunca necesité mucho para vivir, sólo una mesa, un ordenador y libros). Tengo una colaboración semanal con un periódico de derechas de Madrid. Ahora pontifico y suelto tacos y le enmiendo la plana (pero sin pasarme) a algunos políticos. Los jóvenes que quieren hacer una carrera como escritor ven en mí un ejemplo a seguir. Algunos dicen que soy la versión mejorada de Aurelio Baca. No lo sé. (A los dos nos duele España, aunque creo que por el momento a él le duele más que a mí). Puede que lo digan sinceramente, pero puede que lo digan para que me confíe y afloje. Si es por esto último no les voy a dar el gusto: sigo trabajando con el mismo tesón que antes, sigo produciendo, sigo cuidando con mimo mis amistades. Aún no he cumplido los treinta y el futuro se abre como una rosa, una rosa perfecta, perfumada, única. Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Estas cosas son fáciles de decir, pues las palabras no sienten vergüenza y nunca se sorprenden (14) Imágenes del pasado remoto se agolpan en mi cabeza, y la mitad de las veces soy incapaz de distinguir si son recuerdos o invenciones. Tampoco es que haya mucha diferencia, si es que hay alguna (14) Hay quien afirma, que sin darnos cuenta, nos lo vamos inventando todo, adornándolo y embelleciéndolo, y me inclino a creerlo, pues Madame Memoria es una gran y sutil fingidora (14) Me la debo de estar inventando (14) En mi opinión, los nombres de las mujeres casadas nunca suenan bien. ¿Es porque todas se casan con los nombres equivocados, o, en cualquier caso, con los apellidos equivocados? (17) …y en mi oído resonaban los tins y los plofs de sus tripas en su incesante labor de transubstanciación (18) Ahora me pregunto si ella también estaba enamorada de mí, y esas muestras de gracioso desdén eran una manera de ocultarlo ¿O todo esto no es más que vanidad por mi parte? (25) …y al presenciar todas aquellas cosas sentí el dolor dulce y agudo de la nostalgia, sin objeto pero definida, como el dolor fantasma de un miembro amputado (27) …permanecimos echados boca arriba durante mucho tiempo, como si practicáramos para ser los cadáveres que seríamos algún día (34) …y yo me quedé en medio de la sala, sin ser gran cosa, a duras penas yo mismo. Había momentos como ése, en los que uno estaba en punto muerto, por así decir, sin preocuparse de nada, a menudo sin fijarse en nada, a menudo sin ser realmente en ningún sentido vital (42) El Tiempo y la Memoria son una quisquillosa empresa de decoradores de interiores, siempre cambiando los muebles y rediseñando y reasignando habitaciones (43) En lugar de los tonos de color rosa y melocotón que había esperado –Rubens es en gran parte responsable de ello-, su cuerpo, de manera desconcertante, mostraba una variedad de tonos apagados que iban del blanco magnesio al plata y al estaño, un matiz mate de amarillo, ocre pálido, e incluso una especie de verde en algunos lugares y, en los recovecos, una sombra de malva musgoso (45) ¿Era eso estar enamorado, me pregunté, ese repentino y plañidero viento que te atravesaba el corazón? (62) …no estaba acostumbrado todavía al abismo que se abre entre la comisión de un hecho y el recuerdo de lo cometido (65) …la noche del último día ella ya me había dejado para siempre (75) No todo significa algo (100) Cómo anhelábamos en aquellos años, pasar aunque sólo fuera un día normal, un día en el que pudiéramos levantarnos por la mañana y desayunar sin preocuparnos por nada, leernos fragmentos del periódico el uno al otro y planear hacer cosas, y luego dar un paseo, y contemplar las vistas con una mirada inocente, y luego compartir un vaso de vino y por la noche irnos juntos a la cama (102) Debe de ser difícil acostumbrarse a que no haya nada que hacer (107) A lo largo de los años, los vagabundos, los auténticos vagabundos, han disminuido constantemente en calidad y cantidad (107) Qué frágil resulta este absurdo oficio en el que me he pasado la vida fingiendo ser otras personas, y sobre todo fingiendo no ser yo mismo (119) …tan sólo vulgarmente humana (123) El quinto de los seis cigarrillos que según ella son su ración diaria (143) …participar en una película es algo extraño, y al mismo tiempo no lo es en absoluto; se trata de una intensificación, una diversificación de lo conocido, una concentración en el yo ramificado; y todo eso es interesante, y confuso, y emocionante y perturbador (143) El hecho es que me echó a perder a otras (157) Era, como ya he dicho, todo un género en sí misma (158) Los cisnes, con su belleza estrafalaria y sucia, siempre me dan la impresión de mantener una fachada de indiferencia tras la cual realmente viven una tortura de timidez y duda (173)
John Banville
—Nunca mantengo una relación cercana con la gente con la que he salido. A casi nadie le gusta quemar las naves. En mi caso es como si las volara, seguramente porque no habría mucha nave, para empezar. A veces lo abandono todo en casa de ellos y desaparezco sin más. Odio el proceso eterno de recogerlo todo y mudarse y todas esas conversaciones post mortem que se convierten en súplicas llorosas para seguir juntos; sobre todo, odio fingir prolongar una relación cuando ya ni siquiera queremos que nos toque la persona con la que ni recordamos haber querido acostarnos. Tienes razón: no sé por qué empiezo con nadie. Una relación nueva es pura molestia. Además de las pequeñas costumbres domésticas que tengo que aguantar. El olor de la jaula del pájaro. La forma en que le gusta apilar los CD. El ruido del radiador antiguo en mitad de la noche, que me despierta siempre a mí y nunca a él. Él quiere cerrar las ventanas. A mí me gustan abiertas. Yo dejo la ropa por cualquier parte. Él quiere las toallas dobladas y guardadas. Le gusta apretar el tubo de la pasta de dientes con cuidado, de abajo arriba; yo lo aprieto como sea y siempre pierdo el tapón, que él encuentra luego en el suelo detrás del inodoro. El mando tiene su lugar, la leche tiene que estar a mano, pero no demasiado cerca del congelador, la ropa interior y los calcetines van en este cajón, no en ese otro. Y sin embargo, no soy complicada. En realidad soy buena persona, solo que un poco terca, aunque es solo fachada. Soporto a todo el mundo y lo soporto todo. Por lo menos un tiempo. Luego, un día, el impacto: no quiero estar con este tipo, no lo quiero tener cerca, necesito irme. Combato ese sentimiento, pero en cuanto un hombre lo nota te acosa con ojos desesperados de cachorrito. Una vez que veo esa mirada, uf, me voy y encuentro a otro inmediatamente. ¡Hombres! —dijo por último, como si aquella palabra resumiera todos los defectos que la mayoría de las mujeres está dispuesta a pasar por alto y aprender a soportar, y en última instancia a perdonar en los hombres a quienes esperan amar el resto de su vida, hasta que saben que no lo harán—. Odio que la gente salga herida.
André Aciman (Find Me (Call Me By Your Name, #2))