Soy Luna Quotes

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Simplemente no soy de este mundo... Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva... No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie... ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, nos sabré siquiera que hay un "saber volver". No lo querré acaso.
Alejandra Pizarnik
Yo no soy ninguna experta, pero creo que estar enamorado es algo más. Es sentir un cosquilleo en la tripa cuando la ves. Y no poder dejar de mirarla. Echarla de menos incluso teniéndola delante. Desear tocarla a todas horas, hablar de cualquier cosa, de todo y de nada. Sentir que pierdes la noción del tiempo cuando estás a su lado. Fijarte en los detalles. Querer saber cualquier cosa sobre ella, aunque sea una tontería. ¿Sabes Rhys? En realidad, creo que es como estar permanentemente colgado de la luna. Boca abajo. Con una sonrisa inmensa. Sin Miedo.
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirandote y jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya la luna. Y quisiera despertar todos los días viendote despertar. Hacerte el desayuno, el amor. Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que tenga que pasar esperandote por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú. Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas, aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciendote saber que eres la mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo. Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. Así te quedaría claro que eres amada por mí.
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
Dios me creó para que yo lo imitara de noche. Él es el Sol, yo soy la Luna. Mi luz flota sobre todo lo que es fútil o ha terminado, fuego fatuo, márgenes de río, pantanos y sombras.
Fernando Pessoa (La hora del Diablo)
Y si no soy el amor de tu vida, confúndeme con él.
Andrés Ixtepan
«Soy el tipo de mujer que, si quiero la luna, me la bajo yo solita»—.
Megan Maxwell (El proyecto de mi vida)
Yo soy leal a los míos, y, a diferencia de vos, aprendí a ejercer de soldado y mirar a los ojos sin que me tomaran por un perro
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
soy frutariano y solo comeré hojas recogidas por vírgenes a la luz de la luna
Walter Isaacson (Steve Jobs)
«—Te daré el mundo —dijo contra mi boca—. La luna. Las jodidas estrellas. Todo lo que pidas, es tuyo. Soy tuyo.»
Elena Armas (The Spanish Love Deception (Love Deception, #1))
Soy el café y el baile de mil voces en la cabeza; Soy el cielo y la tierra; Soy reflejo en el lago y las piedras bajo mis pies; Soy el Sol y la Luna; Soy cada personaje en mis libros y el viento que siento sobre mi cara; Soy un castigo para algunos y un milagro para otros; Soy la agua que tomo y el aire que respiro; Soy un universo entero… igual que tú.
Anastasia Bitkova
Deberíamos nacer con un folleto de instrucciones debajo del brazo, ¿eh? Así sería todo más fácil. Nunca he entendido eso de que 'vivir es fácil', por cierto. ¿En qué sentido? A mí me parece complejo. Las decisiones, las emociones. Y esas preguntas que todos nos hacemos una vez en la vida... '¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy en este mundo?
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
Cuando la luna me ciega con su fulgor eterno, tu luz tenue apacigua mi espíritu. Que no seas eterno inspira más poemas en mi piel que las mil historias que relato, puesto que al saber que prescindo de tu amor, le atesoro más que las más valiosas joyas. Nada en mi constante existencia ha significado más que tú, mi maravilloso compañero. Ningún extremo más que el ardor de tu mirada, suaviza el fruncir de mi ceño. Eres implacable certeza, exquisita quietud, divina fuente de paz. Eres todo y calmas a la nada que desea disiparme con impasividad. Mi deseo, mi lucero, mi luna extrañamente cercana a mi planeta. Te veo soñar y anhelo ser el rostro que se entremeta en tus convalecientes quimeras, para en un rato abrir esas ventanas fulgurosas de alma transparente y desear... desear que jamás nos separe un suspiro más, porque años han sido nuestros verdugos infinitos. Quien merece amor como el nuestro lo obtiene, mi dulce espíritu ambivalente. Quien desea de corazón meterse en los labios de una musa errante, obtiene lo que has tenido, un sabor de mil sabores que no se comparte. Una boca de mil bocas que cuentan historias de mil historias, pero cuya principal promesa eres tú, mi exquisito ángel caído del paraíso. Y si adorarte se vuelve mi mayor testigo, culpable del crimen soy al que me han sometido, puesto que en mi vida, mayor serenidad que en ti no hay, ni mayor anhelo que busque mi psique desazonada y sazonada por tu bello rostro. Todo y nada vale la pena de entremeterme entre tus labios. Todo y nada, mi dulce ángel de sueños entrelazados.
Mariela Villegas Rivero (Mujer de Fuego)
Yo no tengo hijos. No tengo mujer. Soy un traidor a mi gente, un renegado y ladrón desertor. No soy siquiera honrado. Mi corazón he escogido la venganza, la sangre. El rojo. Sólo soy un vengador. No necesito nada más. Solo sangre, solo espada.
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
Fui de uno a otro, llevando en las manos mi dolor—no, no mi dolor sino la inaprehensible naturaleza de nuestro vivir— para que lo inspeccionaran. Algunos acuden a los sacerdotes, yo acudo a mis amigos y a mi propio corazón, y busco por entre frases y fragmentos algo que aún no esté quebrado, yo, para quien no hay belleza bastante en la luna o árbol, para quien el contacto de una persona con otra lo es todo, pero que ni siquiera esto puedo comprender, yo que soy tan imperfecto tan débil, tan indeciblemente solo. Ahí estaba.
Virginia Woolf (The Waves)
—¡Oídme! —aulló, y al momento se hizo el silencio—. ¡Todos me conocéis! ¡La mayoría habéis combatido conmigo! ¡Hemos matado juntos y más de uno a muerto a mi lado! ¡Sabéis quién soy! —desplegó las alas. La multitud le contemplaba y él se sentía inmenso—. ¡Rocavarancolia nos convoca a una nueva batalla! ¡De nuevo resuenan tambores de guerra! ¡Pero no os dejéis engañar! La Rocavarancolia que nos llama no es la nuestra! ¡Nuestro reino agoniza ahí fuera y nada de los que hagamos podrá salvarlo! —Denéstor se removió inquieto y la intranquilidad del demiurgo sirvió de acicate—. ¡Bien se han encargado de ello! ¡Nos lo han arrebatado todo! ¿Me oís? ¡Todo! ¡Y aún así estoy aquí para pediros que os dejéis engañar y que luchéis! ¡Porque fuimos grandes! ¡Somos monstruos y demonios! ¡Somos pesadillas y malos sueños! ¡Somos lo que el mundo teme! ¡Y si triunfa Hurza nos convertiremos en víctimas! ¡Y me niego a que ocurra eso! ¡No somos víctimas de nadie! ¡Jamás! ¡Somos verdugos y asesinos! ¡Quisieron exterminarnos antes y no pudieron! ¡Luchad, monstruos! ¿Me oís? ¡LUCHAD! ¡Luchad por nuestra Rocavarancolia si se os antoja! ¡O por el recuerdo de la antigua! ¡Luchad por Sardaurlar y los reyes conquistadores! ¡Por las torres dragoneras, por la sangre que derramamos! ¡ O por los malditos reyes araña si os apetece! ¡Luchad porque fuimos grandes y nadie que pretenda arrebatarnos eso va a conseguirlo! ¡Luchad por la gloria, por placer, por hacer daño! ¡No me importa el motivo! ¡No me importa qué fuerza os guíe! ¡Sólo quiero que luchéis! ¡Salid ahí fuera y arrasad con todos! ¡Y si se levantan, si osan levantarse, matadlos de nuevo!
José Antonio Cotrina (La sombra de la luna (El ciclo de la luna roja, #3))
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy en este mundo? Esas son las preguntas que todos deberíamos hacernos alguna vez en la vida. Y después la crucial, la que más peso tiene: '¿De verdad encontrar esas respuestas es tan importante? ¿Necesitamos saberlo para ser felices?' Un día decidí que no. Un día dejé de buscar.
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
- A veces tengo la impresión de que todas las personas que he conocido desde que vine a Japón, incluyendo a Otohiko, son un poco insustanciales. No me siento identificada con ellas. Siempre he pensando que las personas eran más extrañas, deshonestas, desordenadas, viles, nobles, en fin, que tenían muchas más facetas. Que la vida era fantástica, y el amor, algo maravilloso. Yo soy, según la ocasión, femenina, fuerte y frágil, capaz de pelearme con alguien, gritando hasta quedarme ronca, y, acto seguido, de mirar juntos la luna cogidos de la mano. De experimentar cada día sensaciones diferentes haciendo las mismas cosas. De llorar y de dar miedo. Pero sigo siendo siempre la misma.
Banana Yoshimoto (N.P)
Gacela de la muerte oscura Quiero dormir el sueño de las manzanas alejarme del tumulto de los cementerios. Quiero dormir el sueño de aquel niño que quería cortarse el corazón en alta mar. No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre; que la boca podrida sigue pidiendo agua. No quiero enterarme de los martirios que da la hierba, ni de la luna con boca de serpiente que trabaja antes del amanecer. Quiero dormir un rato, un rato, un minuto, un siglo; pero que todos sepan que no he muerto; que haya un establo de oro en mis labios; que soy un pequeño amigo del viento Oeste; que soy la sombra inmensa de mis lágrimas. Cúbreme por la aurora con un velo, porque me arrojará puñados de hormigas, y moja con agua dura mis zapatos para que resbale la pinza de su alacrán. Porque quiero dormir el sueño de las manzanas para aprender un llanto que me limpie de tierra; porque quiero vivir con aquel niño oscuro que quería cortarse el corazón en alta mar.
Federico García Lorca (Obras de Federico García Lorca: Biblioteca de Grandes Escritores (Spanish Edition))
Asnografía Leo en un Diccionario: ASNOGRAFÍA, s.f.: Se dice, irónicamente, por descripción del asno. ¡Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres ! Irónicamente... ¿Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre! Irónicamente... De ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño, del arroyo y de la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, Marco Aurelio de los prados... Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos lucientes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y chispeante en un breve y convexo firmamento verdinegro. ¡Ay! ¡Si su peluda cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él! Y he puesto al margen del libro: ASNOGRAFÍA, sentido figurado: Se debe decir, con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe Diccionarios.
Juan Ramón Jiménez (Platero Y Yo)
Las metamorfosis del vampiro La mujer, entre tanto, retorciéndose igual que una serpiente en las brasas, y amasándose los pechos por encima de las ballenas del corsé dejaba deslizar de su boca de fresa estas palabras impregnadas de almizcle: —«Tengo los labios húmedos y conozco la ciencia de perder en una cama la antigua conciencia. Seco todas las lágrimas en mis pechos triunfantes y hago que los viejos se rían con risas infantiles. ¡Para quien me ve desnuda y sin velos, sustituyo a la luna, al sol, al cielo y a las estrellas! Cuando aprisiono a un hombre en mis temidos brazos, o cuando abandono mi busto a los mordiscos, tímida y libertina, frágil y robusta, soy, mi querido sabio, tan experta en deleites que sobre ese colchón que se desmaya de emoción, ¡los ángeles importantes se condenarían por mí!» Cuando me hubo chupado toda la médula de los huesos, y me volví hacia ella con languidez para darle un beso de amor, ¡no vi más que un odre de flancos viscosos, rebosante de pus! En mi helado terror, cerré los ojos, y cuando volví a abrirlos a la viva claridad, a mi lado, en lugar del fuerte maniquí que parecía haber hecho provisión de sangre entrechocaban en confusión unos restos de esqueleto, que producían un grito como el de una veleta o el de un cartel que, en la punta de una vara de hierro, el viento balancea en las noches de invierno.
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
La Casada Infiel Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.
Federico García Lorca
LA CASADA INFIEL Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso. Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos. El almidón de su enagua me sonaba en el oído, como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. * Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la llevé del río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regalé un costurero grande, de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.
Federico García Lorca (Romancero gitano)
Me mira a mí y lo dicho, de aquella manera. Y para aquella manera lo quiero yo. No quiero más. No necesito más. El amor no me interesa. Soy amor. El amor está dentro de mí y tampoco hace falta que nadie cargue con mi saco de necesidades y expectativas que ya las cubro yo solita.
Gema Samaro (Como una luna en el agua)
Perdido por perdido, bien jodido, el polvo más costoso de mi vida, se dijo. Se espantó de su propio chiste. Soy un monstruo, súbitamente un monstruo. La culpa había sido de la luna. Demasiado caliente, la luna del Chaco. Sobre todo, después de ocho años de ausencia. Perdido por perdido. Estaba jugado.
Mempo Giardinelli (Sultry Moon)
Lutteo!
Walt Disney Company (Soy Luna 10. Secretos del pasado (Disney) (Spanish Edition))
imbécil.
Walt Disney Company (Soy Luna 10. Secretos del pasado (Disney) (Spanish Edition))
«Mamá, papá, lo he conseguido, ya he visto lo que es real en mí.He alcanzado a consciencia cada uno de mis sueños, lo he logrado... ya soy... el asesino de mis pesadillas.» Ergon.
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
Él le dio un beso en la boca. Todo el universo se derritió con eso. Eran sólo ellos dos, serían sólo ellos, bailando juntos con las almas entrelazadas. —Todo lo que me ha pasado en la vida, todo fue para que te pudiera conocer, Quinlan. Estar aquí contigo. Soy tuyo. Para siempre. Ella sintió un nudo en la garganta y la estrella de su pecho se encendió brillante y alumbró todo el conservatorio como si fuera una pequeña luna. Bryce lo besó de vuelta y no le importó quién los estuviera observando, sólo importaba que él estuviera aquí. —Todo lo que yo soy es tuyo —le dijo a los labios.
Sarah J. Maas (House of Sky and Breath (Crescent City, #2))
Yo no soy nadie. Y no obstante, estas manos, mis antenas de hormiga, han ayudado a clavar la lanza en el costado del mundo y detrás de la lupa de la luna hay un ojo que me ve como a un microbio royendo el corazón de la Tierra. ... El agua, por ejemplo, es más noble que yo. Por eso las estrellas se duermen en el mar y mi frente romántica es áspera y opaca. Detrás de mi frente —filósofos, escuchad esto bien—, detrás de mi frente hay un viejo dragón: el sapo negro que saltó de la primera charca del mundo y está aquí, aquí, aquí… agazapado en mis sesos, sin dejarme ver el Amor y la Justicia.
León Felipe (Nueva Antología Rota)
Ahora ya no soy lo que era, aunque quiera. ¿Será por la luna, que hace las olas del mar y su movimiento? ¿Qué no hará con nosotros, que somos agua por dentro?
Daniela Rivera Zacarías (Todo y nada, sigo hablando sola)
Aquí y ahora, yo soy el perro guía y no le huelo el culo a nadie
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
—Levántate. Tengo tres cosas para ti. Es lo justo. Me puse en pie y Auri me tendió una cosa envuelta en un trozo de tela. Era una vela gruesa que olía a lavanda. —¿Qué hay dentro? —pregunté. —Sueños felices. Los he puesto ahí para ti. Di vueltas a la vela en mis manos, y una sospecha empezó a formarse en mi mente. —¿La has hecho tú misma? Auri asintió con la cabeza y sonrió feliz. —Sí. Soy tremendamente lista. Me guardé la vela con cuidado en uno de los bolsillos de la capa. —Gracias, Auri. —Ahora —dijo ella poniéndose seria— cierra los ojos y agáchate para que pueda darte tu segundo regalo. Cerré los ojos, desconcertado, y me doblé por la cintura preguntándome si también me habría hecho un sombrero. Noté las manos de Auri a ambos lados de mi cara, y entonces me dio un beso suave y delicado en la frente. Abrí los ojos, sorprendido. Pero Auri ya se había apartado varios pasos, y, nerviosa, se cogía las manos detrás de la espalda. No se me ocurrió nada que decir. Auri dio un paso adelante. —Eres especial para mí —dijo con seriedad y con gesto grave—. Quiero que sepas que siempre cuidaré de ti. —Estiró un brazo, vacilante, y me secó las mejillas—. No, nada de eso esta noche. »Este es tu tercer regalo. Si te van mal las cosas, puedes quedarte conmigo en la Subrealidad. Es un sitio agradable, y allí estarás a salvo. —Gracias, Auri —dije en cuanto pude—. Tú también eres especial para mí. —Claro —dijo ella con naturalidad—. Soy adorable como la luna.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Aniversidad “no encuentras tu lugar y ahora quieres volar”   Un año de lectores cercanos, doce meses de líneas nocturnas, 52 semanas de lunas llenas y nuevas, y a tu paso mi alma, voy detrás de tí, como siempre, sin que me veas, sin hacerme visible, soy tu aroma que se desvanece en la distancia, tu calor que se disipa cuando no estás.   Camino a tu paso, y en ocasiones te detienes, ¿Es una rosa lo que tomas en tus manos y hueles? ¿Ahora ves al cielo buscando profundidad?   Sigues caminando, apresuro mi paso, entras y sales de tantos lugares; no te detienes, no encuentras tu lugar y ahora quieres volar lejos. No sé volar, pero me dejo llevar, cierro mis ojos y coloco mis manos en tu hombro ¿A dónde vas? ¿A quién buscas? ¿Quién es ese al que te acercas? Ya casi llegas, la tristeza me invade, lo ves con brillo en los ojos; él te responde, intercambias silencios, no hay palabras, no entiendo, no quiero entender. Lo abrazas, me hundo, me reduzco, quiero despertar, mi dolor es infinito, quiero despertar...   ...abrí mis ojos, mucha luz, tú me abrazas.  
Miguel Lopez (Cartas que guardo bajo la almohada (Prosa Poética) (Cartas Nocturnas) (Spanish Edition))
ELLA Otra noche, bajo la luz de la luna Ella me habla El lenguaje se me aparece Como un sueño En un sueño Pedí llevar adelante con una visión Se presentó un gran sendero Las aguas para llegar allí no son fáciles Yo navego Yo pido Yo dudo Oh, pero debo dudar de la duda Así como nuestro gran Maharishi ha dicho Ella dijo, “tú estás en el agua, fluye nada a través de ella y pronto sí, muy pronto serás caballo de libertad y encontrarás al gran árbol de la sabiduría.” Yo sigo sintiéndome fuerte, creciendo en coraje Yo navego las aguas Doy la vuelta para ver Oh, mi viaje Alma y amigo hay allí – Un poco detrás; Sin embargo, navegando como yo estoy. ¿Puedo hacerlo? Imágenes de las cosas y la gente Una vez conocidas las situaciones Una vez despreciado paso flotando más profundamente hacia lo vasto Alcanzo el borde de un gran acantilado – Grandes aguas resplandecientes aparecen Salto No hay pensamientos allí Caigo en las profundidades de las aguas ¿Qué ocurre si no regreso a la superficie? ¿Tendré aire para respirar? Emerjo por arriba de todo A mi derecha está el más grande de los árboles tan fuerte y sin embargo tan suave y tierno descanso Mirando hacia atrás hacia toda otra cosa – Al Alma esperando arriba en el borde de las aguas yo grito, “salta” Silencio El viaje debe continuar El sendero está despejado Las dudas se han disipado El Alma está sanada Mis guías y ancestros cabalgan conmigo Ya que ahora soy un corcel de la libertad El llamado está contestado La tribu aguarda Nosotros danzamos sobre el agua.
Ulonda Faye
La estupidez del mundo es tan superlativa que, cuando nos aquejan las desgracias, normalmente producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la luna y las estrellas, como si fuésemos canallas por necesidad, tontos por coacción celeste; granujas, ladrones y traidores por influjo planetario; borrachos, embusteros y adúlteros por forzosa sumisión al imperio de los astros, y tuviésemos todos nuestros vicios por divina imposición. Prodigiosa escapatoria del putero, achacando su lujuria a las estrellas. Mi padre se entendió con mi madre bajo la cola del dragón y la osa mayor presidió mi nacimiento, de donde resulta que soy duro y lascivo. ¡Va! Habría salido el mismo si me bastardean mientras luce la estrella más virgen de todo el firmamento.
William Shakespeare (El rey Lear / Othello)
Espero que hayas tenido una noche estupenda y que, si has pedido algún deseo de año nuevo, se cumpla, y quiero que sepas que… solo nos quedan seis días. Y que cuento cada hora. Que no sé cómo lo has hecho para que te tenga tan en mi cabeza. Dios… me siento como un crío en la Luna. ¿Qué tienen tus labios que incluso a seiscientos kilómetros soy capaz de saborearte, Susana? —Hace una pausa para reírse a carcajadas—. Probablemente, cuando escuche este audio sobrio, me daré cuenta de lo cursi que me he puesto, pero me da igual. Ahora mismo solo quiero volver a verte.
Silvia Ferrasse (Mil primaveras en una casa vacía (Mil Estaciones, #1))
Y contra todo pronóstico... Susana se ríe. Es un sonido dulce, que cause en mí una vibración de entusiasmo. Soy un niño que ha descubierto que puede tocar la Luna con la yema de los dedos.
Silvia Ferrasse (Mil primaveras en una casa vacía (Mil Estaciones, #1))
¿Soy Núremberg? ¿Soy Múnich? Soy todas las casas en las que duermen niños. Soy todas las plazas por las que los pies caminan a pasitos. El asco me hace estallar cuando veo los nuevos instrumentos de tortura, los mejores, los óptimos. Y en cuanto esto haya acabado, vuelta a empezar. Ahora les gusta hacer explotar. Les gusta dar la vuelta al mundo en medio día y exterminar ciudades. Pero ¿qué pasará cuando ya no queden ciudades? ¿Qué explotará entonces? ¿Qué escuelas, qué niños? Los asesinos huirán a la luna, y el sol ya no tendrá que eclipsarse. Ante su mirada caerán las grandes poblaciones lo mismo que los bosques y las montañas. Los ríos se encabritarán en su curso, alcanzados por los rayos de los nuevos ingenios. Ya no existirán los pájaros. Por los campos nevados se habrán esparcido figuras de cera, pero los generales presos no se dignarán ni a mirarlos. El noble sufrirá un temblor nervioso, sus órdenes no se entenderán; desesperadas, aún querrán ser oídas, pero resultará peligroso y, también, solamente les estará permitido temblar. De las barandillas de los balcones colgarán hombres, menos nobles. ¿Quién les cortará la soga? ¿Adónde irán a caer? ¿Cómo resucitarán? Los entierros se celebrarán sólo para los privilegiados, no quedará ya sitio en la Tierra. Quien se resista, será el primero en irse. Quien no se resista, se escupirá a sí mismo a la cara. Ay, muchos serán los que escupirán, y muchos los que se irán primero. A las moscas no se les hará daño, son demasiado pequeñas y no entienden ni una palabra. Pero ya los lactantes son grandes e inteligentes, demasiado grandes e inteligentes para vivir.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Soy yo misma y mis energías son mías.
Miranda Gray (Luna roja: Emplea los dones creativos, sexuales y espirituales del ciclo menstrual (Taller de la hechicera) (Spanish Edition))
Solo es una roca, pensé, solo una hoja. Soy cristiana, me lo recordé a mí misma, observada por un único Dios, quien creó el mundo, y el sol, la luna y las estrellas, y que ve la oscuridad de nuestros corazones, así como el bien. Y, aun así, la escuché.
Emmanuelle de Maupassant (Trueno Vikingo: un romance histórico vikingo)
¿Entonces el pensamiento no sirve? ​—¡Típica conclusión terrícola! –rió–. Si no es blanco, debe ser obligatoriamente negro. Si no es perfecto, es demoníaco. Si no es Dios, es el Diablo... ¡Extremismo mental! –Se acomodó en el sillón y agregó–: Claro que sirve el pensamiento; sin él serías un vegetal, pero no es el pensamiento la máxima posibilidad humana. ​ —¿Cuál es entonces, disfrutar? ​—Para disfrutar necesitas darte cuenta, percibir que estás disfrutando. ​ —¿Y darse cuenta o percibir no es pensar? ​ —No. Darse cuenta es estar consciente, y consciencia es más que pensamiento. ​ —Entonces la consciencia es lo máximo –concluí, un poco cansado ya de ese lío en el que yo mismo me había metido gracias a mis preguntas. —Tampoco –dijo Ami con una sonrisa misteriosa–. Te pondré un ejemplo: ¿te diste cuenta de que escuchaste una música extraña hace poco, la primera que seleccioné? ​—Sí, pero no me gustó. ​—Te diste cuenta de que escuchabas una música extraña; eso fue consciencia, pero no la disfrutaste. ​—Realmente, no. ​—Entonces, para disfrutar no basta con la consciencia, no basta con percibir o darse cuenta de algo... ​ —¡Tienes razón! ¿Qué falta entonces? ​ —Lo principal. La segunda música sí que la disfrutaste, ¿verdad? ​ —Sí, porque me gustó. ​—¿Ves? Gustar es una forma de amar. Sin amor no hay disfrute. La consciencia está en el segundo lugar, pero con ella sola no basta para disfrutar de algo. El pensamiento queda en un discreto tercer lugar como posibilidad humana. El primer lugar lo ocupa el amor. Nosotros procuramos amarlo todo, vivir en amor, así disfrutamos más. A ti no te gustó la luna, a mí sí. Yo disfruto más y soy más feliz que tú. —Entonces… ¿el amor es lo máximo del Universo? ​—Ahora sí, perfecto, Pedrito. ​ —¿Y eso, lo saben en la Tierra? ​—¿Lo sabías tú; te lo enseñaron en el colegio?... ​—No.
Enrique Barrios (Ami de las Estrellas (Trilogía Amiestrellas nº 1) (Spanish Edition))
«Existen dos tipos de personas: las que les gusta conducir y las que no. Yo soy una de las que sí me gusta y, como no podía ser de otra forma, llevo un BMW».
Carlos Luna Calvo (Sé más persuasivo)
La Palabra dice en el Salmo 139:13-15: «Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido».
Cash Luna (En Honor Al Espiritu Santo)
RETRATO Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado (Campos de Castilla)
El insight del cliente cuando escucha la oferta es: «¡Cómo yo, que soy un intelectual no voy a tener la enciclopedia de autobiografías de grandes personajes del siglo XX!», o «¡Cómo no me van a ver mis amigos y familiares, que soy un cinéfilo y entendido del cine, con la colección de grandes clásicos del cine mudo!»
Carlos Luna Calvo (Sé más persuasivo)
—¿Las lunas eligen los planetas que orbitan? ¿Los planetas eligen sus estrellas? ¿Quién soy yo para negar la gravedad, Aurora? ¿Cuándo brillas más que cualquier constelación en el cielo?
Jay Kristoff (Aurora Rising (The Aurora Cycle, #1))
¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy en este mundo? Esas son las preguntas que todos deberíamos hacernos alguna vez en la vida. Y después la crucial, la que más peso tiene: «¿De verdad encontrar esas respuestas es tan importante? ¿Necesitamos saberlo para ser felices?». Un día decidí que no. Un día dejé de buscar
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)