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No sé si tu alma está atrapada en la religión o en cualquier otra secta. Quizás haya ciertas áreas de tu vida que aún no han experimentado la verdadera libertad. Hay un Dios con los brazos abiertos que quiere hacerte totalmente libre.
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John Ramirez (FUERA DEL CALDERO DEL DIABLO (Spanish Edition))
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Sólo yo entiendo lo lejos que está el cielo de nosotros; pero conozco cómo acortar las veredas. Todo consiste en morir, Dios mediante, cuando uno quiera y no cuando Él lo disponga. O, si tú quieres, forzarlo a disponer antes de tiempo.
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Juan Rulfo (Pedro Páramo)
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Bueno, algún día, si quieres venirte a vivir conmigo… Crearé un nuevo Dios y le agradeceré con gritos desgarradores si me das una esperanza microscópica.
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Vladimir Nabokov (Lolita)
“
—Qué va. —Hablaba en serio. Jess lo supo por su mirada—. Toda esa historia de Jesús es realmente interesante, ¿no te parece?
—¿Qué quieres decir?
—Toda aquella gente que quiso matarle sin que él les hubiera hecho nada.
Vaciló. De verdad que era una historia preciosa: como la de Abraham Lincoln o Sócrates o Aslan.
—No tiene nada de hermosa —interrumpió May Belle—. Da miedo eso de hacer agujeros en las manos de alguien.
—Tienes razón, May Belle. —Jess buscó en las profundidades de su mente—. Dios hizo que Jesús muriera porque nosotros somos unos miserables pecadores.
—¿Crees que eso es verdad?
Se quedó atónito.
—Lo dice la Biblia, Leslie.
Le miró como si estuviera dispuesta a ponerse a discutir con él, pero luego pareció cambiar de opinión.
—Qué locura, ¿verdad? —Leslie sacudió la cabeza—. Tú que tienes que creer en la Biblia, la odias. Y yo, que no tengo que creerla, la encuentro preciosa. —Volvió a sacudir la cabeza—. Es cosa de locos.
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Katherine Paterson (Bridge to Terabithia)
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Eso de Dios es un cuento inventado —nos dijo nuestra madre—, igual que Santa Claus. No hay nadie mirándote cuando estás solo. Tú decides lo que está bien y lo que está mal. No hay ningún premio para las chicas buenas. Si quieres algo, lucha por ello.
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Ottessa Moshfegh (Eileen)
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Si se quiere ser feliz, señor, no se puede tener sentido del deber; pues, si uno lo tiene, el deber es implacable. Se diría que nos castiga por querer cumplir con él; pero, no, más bien nos recompensa, pues nos precipita en un infierno en el que nos sentimos cerca de Dios. Apenas nos hemos desgarrado las entrañas, nos hallamos en paz con nosotros mismos.
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Victor Hugo (Les Misérables)
“
Si quieres comprender a la Madre -dice un santo-, trata de comprender al Hijo, pues Ella es la digna Madre de Dios”. ¡Enmudezca aquí toda lengua!
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Luis María Grignion de Montfort (Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen)
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—Pero, hermanita. Dios es una mera creación del hombre. Un invento si se quiere prestigioso,
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Mario Benedetti (Andamios)
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Si quiere rechazar la maternidad, ¡qué mejor! Los hijos nos encadenan.
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Beatriz Rivas (Dios se fue de viaje)
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No eres nadie si no te quieres a ti mismo, no llegas a Dios si no llegas primero a tu cuerpo.
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José Saramago (The Gospel According to Jesus Christ)
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—Tu tarea es caminar —respondió la abuela—. Un cuerpo inmóvil se limita a sí mismo, un cuerpo en movimiento se expande, se vuelve parte del todo, pero hay que saber caminar ligero, sin cargas pesadas. Caminar nos llena de energía y nos transforma para poder mirar el secreto de las cosas. Caminar nos convierte en mariposas que se elevan y miran en verdad lo que el mundo es. Lo que la vida es. Lo que nuestro cuerpo es. Es la eternidad de la conciencia. Es la comprensión de todas las cosas. Eso es dios en nosotros, pero si quieres, puedes quedarte sentada y convertirte en piedra.
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Laura Esquivel (Malinche)
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Si alguien llama a una anguila eléctrica «patito de goma», eso no convierte a la anguila en patito, ¿no es cierto? Por tanto, que Dios se apiade del pobre desgraciado que decide que quiere darse un baño con el «patito».
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Jace Herondale
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El gran consejo que San Bernardo daba a aquellos que dirigía a la perfección era éste: “Si quieres ofrecer algo a Dios, procura presentarlo por las manos agradabilísimas y dignísimas de María, si no quieres ser rechazado”[107] .
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Luis María Grignion de Montfort (Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen)
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fariseos y los ancianos, decían: 42A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
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Anonymous (Santa Biblia (Reina Valera 1960 RV60) Con índice activo por cada libro (Spanish Edition))
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Si quieres gozar con un sentimiento puro las alegrías del amor, aparta de tu corazón el cinismo y la solemnidad. Aquel quiere ahuyentar a Amor, ésta pretende encadenarlo; Cuando el pícaro Dios sonríe nos deja ver cómo se opone a ambos.
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Johann Wolfgang von Goethe (Elegias y epigramas)
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—En realidad no. Sigo pensando que ella lo haría todo de nuevo si hubiera una posibilidad... una posibilidad de que pudiera salir bien. Aunque 99 veces de cada 100 la historia termina mal, pero merece la pena, aunque sólo sea una vez, que consiga un final feliz.
—Escucha, Garrick, mientras que este paralelo que estás dibujando es adorable, sobre todo con ese acento, estoy un poco cansada de las metáforas, y ser comparada con las historias de amor condenadas. Sólo di lo que quieres decir. He estado descifrando un texto antiguo toda la noche. No quiero tener que descifrarte a ti, también.
—Estoy diciendo que me equivoqué. —Dio un paso más cerca, y mi cansancio huyó, sustituido por la electricidad bajo mi piel—. Estoy diciendo que me gustas. Estoy diciendo que no me importa una mierda ser tu maestro.
Entonces, me besó.
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Cora Carmack (Losing It (Losing It, #1))
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De lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve. […] Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.
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Thomas More
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Escúchame bien, Ryan Galantine. Cuando ese bastardo te vuelva a llamar, dile que ha ganado este asalto. Me casaré con éL Pero no me gusta que me chantajeen, y dile que pasaré el
resto de mi vida haciendo miserable la suya. ¿Lo has entendido?
Ryan se incorporó sobre las almohadas. Parecía soñoliento y vertido.
Sugar Beth insistió.
_ Hablo en serio. Si tanto quiere este matrimonio, lo tendrá pero más le vale estar
preparado para sufrir las consecuencias. _ Se dio la vuelta, se dirigió hacia la puerta, bajó las escaleras y se marchó.
Ryan miró a su mujer.
_ Se merecen uno al otro.
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Susan Elizabeth Phillips (Ain't She Sweet?)
“
En resolución: él me aduló el entendimiento y me rindió la voluntad con no sé qué dijes y brincos que me dio, pero lo que más me hizo postrar y dar conmigo por el suelo fueron unas coplas que le oí cantar una noche desde una reja que caía a una callejuela donde él estaba, que, si mal no me acuerdo, decían: De la dulce mi enemiga nace un mal que al alma hiere, y, por más tormento, quiere que se sienta y no se diga.
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Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote)
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Amigo, alguien necesita su abrazo el día de hoy. Alguien necesita su amor, alguien necesita sentir su toque. Aunque usted no se haya percatado de ello, hay sanidad en sus manos, hay sanidad en su voz y Dios quiere usarle para traer esperanza, sanidad, amor y victoria a las personas que le rodean. Si se atreve a quitar su mente de sus propios problemas, de sus propias necesidades y a buscar cómo ser de bendición para otras personas,
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Joel Osteen (Su mejor vida ahora: Siete pasos para vivir a su máximo potencial)
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Oh, a Dios le gusta que la gente goce. Es uno de sus mejores dones. Y cuando te das cuenta de que le agrada, tú gozas el doble. Te relajas, te sueltas y alabas a Dios porque le gusta lo mismo que a ti.
¿A Dios no le parece indecente?
Nooo. Dios lo quiso así. Mira, Dios ama todo lo que amas tú, además de otras cosas. Pero lo que más le agrada es la admiración.
¿Quieres decir que Dios es vanidoso?
Nooo; vanidoso, no. Pero le gusta compartir lo bueno. A mí me parece que Dios se mosquearía si al pasar por un campo no vieras el color púrpura.
¿Y qué hace Dios cuando se mosquea?
Oh, seguramente busca otra forma de agradarte. Cree la gente que lo único que a Dios le interesa es que lo alaben Pero cualquier idiota que viva en este mundo puede darse cuenta de que Dios también quiere contentarnos.
¿Sí?
Sí. Siempre está dándonos pequeñas sorpresas cuando menos lo esperamos.
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Alice Walker (The Color Purple)
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Como dice Blanchot, la esencia de la literatura nunca está ya aquí, siempre hay que encontrarla o inventarla de nuevo. Así vengo yo trabajando en estas notas, buscando e inventando, prescindiendo de que existen unas reglas de juego de la literatura. Vengo yo trabajando en estas notas de forma un tanto despreocupada o anárquica, de un modo que me recuerda a veces la respuesta que dio el gran torero Belmonte cuando, en una entrevista, le requirieron que hablara sobre su toreo. "¡Si no sé! -contestó-. Palabra que no sé. Yo no sé las reglas, ni creo en las reglas. Yo siento el toreo, y sin fijarme en las reglas lo ejecuto a mi modo."
"Quien afirme a la literatura en sí misma, no afirma nada. Quien la busca, sólo busca lo que se escapa, quien la encuentra, sólo encuentra lo que está aquí o, cosa peor, más allá de la literatura. Por eso, finalmente, cada libro persigue la no-literatura como la esencia de lo que quiere y quisiera apasionadamente descubrir.
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Enrique Vila-Matas (Bartleby & Co.)
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—¡Jesús! Esto ha sido pan comido —murmuró en cuanto estuvieron en el pasillo. Luego miró las distintas puertas de madera—. ¿Sabes? Pensaba que íbamos a tardar mucho más, así que ahora nos sobra tiempo. Si quieres...
—No. —Vivi le dio un golpe en el pecho—. No vamos a pedir ninguna habitación. Vamos a llevar esto directamente a la tía Elaine.
Rhys soltó un sonoro suspiro, la agarró de la cara con una mano y bajó la cabeza para darle un beso en la boca.
—Me encanta y odio cuando te muestras sensata, Vivienne.
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Erin Sterling (The Ex Hex (The Ex Hex, #1))
“
¿Estás seguro de que no quieres saberlo? ¿Ni siquiera un
poquito?
—Sam, si no me llevas de vuelta al castillo en este instante,
me aseguraré de que seas miserable el resto de nuestras vidas.
Mi corazón se hinchó. Fue inevitable.
Dio un paso atrás. —Qué. ¿Por qué me miras así? ¿Como
si estuvieras teniendo sentimientos?
Necesitaba abrazarlo mucho. —Porque —dije, dando un
paso hacia él—. Acabas de decir que querías que me sintiera
miserable por el resto de nuestras vidas. Como si viviéramos
largos y miserables años juntos. Siempre. Como mejores amigos.
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T.J. Klune (A Destiny of Dragons (Tales From Verania, #2))
“
— Muriérase ella en hora buena cuanto quisiera y como quisiera —respondió Sancho—, y dejárame a mí en mi casa, pues ni yo la enamoré ni la desdeñé en mi vida. Yo no sé ni puedo pensar cómo sea que la salud de Altisidora, doncella más antojadiza que discreta, tenga que ver, como otra vez he dicho, con los martirios de Sancho Panza. Agora sí que vengo a conocer clara y distintamente que hay encantadores y encantos en el mundo, de quien Dios me libre, pues yo no me sé librar; con todo esto, suplico a vuestra merced me deje dormir y no me pregunte más, si no quiere que me arroje por una ventana abajo.
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Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
“
Mirad: somos punks y skins, somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, somos feos y pajeros y tiñosos, buscabullas y culoapretados, espitados y bocazas y chulos, botas sucias y caras brutas, los paquetes estrujados y las cabezas rapadas, rotos y descosidos en la ropa y en el alma, malas dentaduras y mal cutis, los peores empleos y barrios, somos la gente que no quieres conocer y venimos de los sitios adonde no quieres ir, nacidos para ser carn d’olla, nacidos para fracasar, el eslabón más bajo de la cadena alimenticia, pisando charcos en la ciudad podrida, carnaza de descampado y bóbila y calimocho, comiéndonos las consonantes y comiéndonos los mocos, expulsados y castigados, sin recreo pero también sin clase, sin clase de ningún tipo, esta noche hay un destroy, tienes-tienes-tienes y nosotros no tenemos nada, pero si tienes una lista negra ya nos puedes ir apuntando, si tienes una lista negra nosotros queremos estar en ella, meando por las calles, rompiendo los cristales, cantando las canciones que no salen en los libros.
Los chicos con botas, bolsillos vacíos y cojones llenos, esas canciones son lo único que tenemos. Eso, y a nosotros mismos.
Porque somos los chicos con botas, somos las ratas con botas, duros como clavos, a veces hay que agachar la cabeza para no romperse, y somos los irrompibles, somos la arrogancia original, borrachos y orgullosos, pisando cascos rotos, los culos contra la pared, sin futuro y sin modales, carne de cañón, Cornellà, Santako, L’Hospi, Bellvitge, Castefa, Viladecans, Gavà, Sant Boi, La Cope, feas las esquinas y más dura será la caída, cayendo, cayendo, siempre cayendo, cayendo y riendo, haciendo la conga en la cola del INEM, de aquellos polvos vinieron estos lodos, sólo que aquí polvos hemos visto pocos y el lodo nos llega ya hasta el cuello, de cara a la pared pero sin libros en las manos, no nos dio tiempo a querer ser alguien, nadie te cuenta nunca cómo se sale de aquí, ¿hay alguna manera de salir de aquí?, primero deletrea u-n-i-v-e-r-s-i-d-a-d si tienes huevos, oportunidades para estudiar una carrera es lo que no te van a dar (cantaban los Clash), esto es Todos Contra Todos pero nosotros estamos juntos, es lo único que tenemos.
Las canciones, y a nosotros mismos.
Caemos como piedras pero, mientras tanto, ¿echamos unas risas? Cayendo y riendo, es todo lo que nos queda. Nos vemos en la Casa de la Bomba a las diez en punto, como cada sábado, que esta noche hay un destroy. No tardes, no me jodas.
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Kiko Amat (Rompepistas)
“
Uf, “tu verás”, “allá tú”, no entiendo que nadie pueda decir eso. Una vez me contaron que eso es loq ue decían los semáforos en ámbar: “Allá tú, allá tú, allá tú, allá tú”. Yo no le diría eso a nadie que me importe. Ni siquiera a un enemigo se lo diría. Es mejor decirle a alguien que quieres que le parta un rayo, porque a pesar de todo estás con esa persona, aunque sea justo en el extremo opuesto, pero allá tú es como dejar solo a alguien, completamente solo. Allá tú: si te atropellan, a miq ue me registren. Así que me dio el punto, no sé, vale, tenía un día triste, supongo, llrón y no estaba dispuesta a llorar. Me fui. Igual que antes me había ido a mi cuarto, esta vez me fui a la calle.
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Belén Gopegui (Deseo de ser punk)
“
Ya se ve: la envidia, la ambición, he ahí las causas reales de disturbios de los que el interés de Dios no fue más que un pretexto. ¡Oh, religión! Hasta qué punto te respetan los hombres; cuando tantos horrores emanan de ti, ¿no puede sospecharse por un momento que no eres entre nosotros sino el manto bajo en el que se envuelve la discordia cuando quiere destilar su veneno sobre la tierra? ¡Cómo! Si existe un Dios, ¿qué importa la forma en que los hombres le adoren? ¿Son virtudes o ceremonias lo que exige? Si no quiere de nosotros más que corazones puros, ¿puede ser honrado mejor por un culto que por otro cuando la adopción del primero en lugar del segundo debe costar tantos crímenes a los hombres?
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Marquis de Sade (The Crimes of Love)
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... le parecían por el momento uno de esos enemigos que acechan al hombre como la enfermedad y la locura, y contra los cuales es preciso defenderse por dignidad, es decir, para llegar al final de la vida con un cierto decoro evitando en lo posible molestar a la gente, lo mismo que un periódico debe ser cerrado en el estado en que lo abrimos, más manoseado si se quiere, pero de ninguna manera deshojado o destruido. Y no en consideración a nadie, puesto que nadie nos lo dio ni a nadie debemos devolverlo, sino en la medida en que siempre es preferible luchar contra la negligencia, así se se nos diga que a la larga perdemos inexorablemente, porque hasta el mismo periódico irá a parar al tacho de la basura.
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Marvel Moreno (En diciembre llegaban las brisas)
“
«Cuando nos encontremos en medio de las tinieblas, procuremos que no nos turben, especialmente en el caso de que no seamos nosotros su causa. Porque la providencia de Dios permite todo esto por razones que tan sólo ella conoce. En ese momento, nuestra alma se encuentra angustiada, como en medio de una tempestad. Y si uno quiere buscar fuerzas mediante un libro o una liturgia, o si se apoya sobre cualquier otra cosa, lo más que consigue o recibe de esa forma, incluso después de haber dejado de apoyarse en ello, no es sino tiniebla sobre tiniebla. En ese momento cree que su situación no podrá cambiar o que nunca recuperará la paz. Esta es una hora llena de desesperación y de miedo; y la esperanza en Dios y el consuelo de la fe quedan completamente borrados del alma, la cual se encuentra enteramente sumida en la duda y el miedo» (Isaac de Nínive, El don de la humildad, Sígueme, Salamanca 2007, 68).
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Fernando Rivas Rebaque (Terapia de las enfermedades espirituales en los padres de la Iglesia (colección Betel) (Spanish Edition))
“
Cristo nos ofrece algo por nada. Incluso nos lo ofrece todo por nada. En cierto modo, toda la vida cristiana consiste en aceptar este asombroso ofrecimiento. Pero la dificultad está en alcanzar el punto en el que reconocemos qué todo lo que hemos hecho y podemos hacer es nada. Lo que nos habría gustado es que Dios hubiera tenido en cuenta nuestros puntos a favor y hubiese ignorado nuestros puntos en contra. Una vez más, en cierto modo, puede decirse que ninguna tentación es superada hasta que no dejamos de intentar superarla… hasta que no tiramos la toalla. Pero, claro, no podríamos «dejar de intentarlo» del modo adecuado y por la razón adecuada hasta que no lo hubiéramos intentado con todas nuestras fuerzas. Y, en otro sentido aún, dejarlo todo en manos de Cristo no significa, naturalmente, que dejemos de intentarlo. Confiar en El quiere decir, por supuesto, intentar hacer todo lo que Él dice. No tendría sentido decir que confiamos en una persona si no vamos a seguir su consejo. Así, si verdaderamente os habéis puesto en Sus manos, de esto debe seguirse que estáis tratando de obedecerle. Pero lo estáis haciendo de una manera nueva, de una manera menos preocupada.
”
”
C.S. Lewis (Mere Christianity)
“
Ya no, ya no,
ya no me sirves, zapato negro,
en el cual he vivido como un pie
durante treinta años, pobre y blanca,
sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.
Papi: he tenido que matarte.
Te moriste antes de que me diera tiempo…
Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
lívida estatua con un dedo del pie gris,
del tamaño de una foca de San Francisco.
Y la cabeza en el Atlántico extravagante
en que se vierte el verde legumbre sobre el azul
en aguas del hermoso Nauset.
Solía rezar para recuperarte.
Ach, du.
En la lengua alemana, en la localidad polaca
apisonada por el rodillo
de guerras y más guerras.
Pero el nombre del pueblo es corriente.
Mi amigo polaco
dice que hay una o dos docenas.
De modo que nunca supe distinguir dónde
pusiste tu pie, tus raíces:
nunca me pude dirigir a ti.
La lengua se me pegaba a la mandíbula.
Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
Ich, ich, ich, ich,
apenas lograba hablar:
Creía verte en todos los alemanes.
Y el lenguaje obsceno,
una locomotora, una locomotora
que me apartaba con desdén, como a un judío.
Judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
Empecé a hablar como los judíos.
Creo que podría ser judía yo misma.
Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
no son ni muy puras ni muy auténticas.
Con mi abuela gitana y mi suerte rara
y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
podría ser algo judía.
Siempre te tuve miedo,
con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
y tu recortado bigote
y tus ojos arios, azul brillante.
Hombre-panzer, hombre-panzer: oh Tú...
No Dios, sino un esvástica
tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
Cada mujer adora a un fascista,
con la bota en la cara; el bruto,
el bruto corazón de un bruto como tú.
Estás de pie junto a la pizarra, papi,
en el retrato tuyo que tengo,
un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
pero no por ello menos diablo, no menos
el hombre negro que
me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
Tenía yo diez años cuando te enterraron.
A los veinte traté de morir
para volver, volver, volver a ti.
Supuse que con los huesos bastaría.
Pero me sacaron de la tumba,
y me recompusieron con pegamento.
Y entonces supe lo que había que hacer.
Saqué de ti un modelo,
un hombre de negro con aire de Meinkampf,
e inclinación al potro y al garrote.
Y dije sí quiero, sí quiero.
De modo, papi, que por fin he terminado.
El teléfono negro está desconectado de raíz,
las voces no logran que críe lombrices.
Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
el vampiro que dijo ser tú
y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
siete años, si quieres saberlo.
Ya puedes descansar, papi.
Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
Bailan y patalean encima de ti.
Siempre supieron que eras tú.
Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.
”
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Sylvia Plath (Ariel)
“
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo,
me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto,
no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombre. He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo. Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento,” “perdóname”, “por favor,” “gracias” y todas las palabras de amor que conoces. Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.
”
”
Gabriel García Márquez
“
—¡Arriba, princesita!
El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada.
Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras
—¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación.
—¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme?
Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían.
—No me llames así —gruñó.
—¿Princesita? ¿No te gusta?
—Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título.
Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos.
—Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así?
—¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación.
Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño.
La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica.
—Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara.
Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente.
Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato.
—¿No dices nada?
Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar.
Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara.
—Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza.
—No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón.
—Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo.
Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta.
—¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr.
—Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte.
—Eres un animal.
—Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
”
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Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
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Este distinguido Hotel es muy antiguo. Ya en la época del rey Clodoveo se podía morir en algunos lechos. Ahora se muere en quinientas cincuenta y nueve camas. En serie, naturalmente. Es evidente que, a causa de una producción tan intensa, cada muerte individual no queda tan bien acabada, pero esto importa poco. El número es lo que cuenta. ¿Quién concede todavía importancia a una muerte bien acabada? Nadie. Hasta los ricos, que podrían sin embargo permitirse ese lujo, comienzan a hacerse descuidados e indiferentes; el deseo de tener una muerte propia es cada vez más raro. Dentro de poco será tan raro como una vida personal. Dios mío, es que está todo hecho. Se llega, se encuentra una existencia ya preparada; no hay más que revestirse con ella. Si se quiere partir, o si se está obligado a marcharse: sobre todo ¡nada de esfuerzos! "Voilà votre mort, monsieur." Se muere según viene la cosa, se muere de la muerte que forma parte de la enfermedad que se sufre. (Pues desde que se conocen todas las enfermedades se sabe perfectamente que las diferentes salidas mortales dependen de las enfermedades, y no de los hombres: y el enfermo, por decirlo así, no tiene nada que hacer.)
En los sanatorios, donde se muere tan a gusto y con tanto agradecimiento hacia los médicos y las enfermeras, se muere habitualmente de una de las muertes asignadas al establecimiento; está muy bien visto. Cuando se muere en casa, es natural que se escoja esa muerte cortés de la buena sociedad, con la que en cierto modo se inaugura ya un entierro de primera clase y toda la serie de sus admirables tradiciones. Entonces, los pobres se paran delante de estas casas y se sacian con estos espectáculos. Su muerte propia es, naturalmente, trivial, sin todos los requisitos. Se sienten dichosos encontrando una que más o menos les viene bien. Puede ser quizá demasiado ancha: siempre se crece todavía un poco. Solamente resulta molesto cuando no cierra sobre el pecho o ahoga.
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Rainer Maria Rilke
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La tradición del islam místico comparte esta misma convicción. Me gustaría relatarle algo tomado de la leyenda dorada de los santos musulmanes. Un día, Suturá, una buena mujer, fue a visitar a Tierno Bokar, el sabio de Bandiagara: esta aldea de Mali está situada en la meseta del mismo nombre, rodeada de altos acantilados al pie de los cuales viven los dogon, pueblo famoso por su arte austero, su compleja cosmogonía y su hondo sentido de la trascendencia. «Tierno –le dijo Suturá–, estoy muy irritable. Me molesta hasta lo más insignificante. Querría recibir de ti una bendición o una oración que me haga dulce, amable y paciente». No había acabado de hablar cuando su hijo, un niño de tres años que estaba esperándola en el patio, agarró una tabla y le dio un golpe en la espalda. Ella miró al niño, sonrió y, atrayéndolo hacia ella, dijo dándole un cachete cariñoso: «¡Qué niño más malo! Mira cómo trata a su madre…». «Si tan irritable estás, ¿por qué no te enfadas con tu hijo?», le preguntó Tierno Bokar. «Si no es más que un niño –contestó Suturá–. No sabe lo que hace. Con un niño de esta edad no hay quien se enfade». «Vete a casa, querida Suturá –le dijo Tierno– y, cuando alguien te irrite, acuérdate de la tabla y piensa: “Tenga los años que tenga, esta persona está actuando como un niño de tres años”. Sé indulgente: puedes hacerlo, ya que acabas de serlo con tu hijo cuando te ha dado ese golpe. Obra así y no volverás a enfadarte. Vivirás feliz y te sentirás mejor. Las bendiciones que desciendan sobre ti serán mucho mayores que las que puedas recibir de mí: serán las bendiciones de Dios y del propio Profeta. Quien soporta y perdona una ofensa –continuó– se parece a una de esas grandes ceibas que ensucian los buitres al posarse en sus ramas. El aspecto repugnante del árbol solo dura una parte del año. Todos los inviernos Dios envía unos cuantos chaparrones que lo limpian de la copa a las raíces y lo revisten de un nuevo follaje. Procura prodigar el amor que sientes por tu hijo a todas las criaturas de Dios. Porque Dios quiere a sus criaturas como un padre a sus hijos. Entonces llegarás a lo más alto de la escala, allí donde, gracias al amor y la caridad, el alma solo ve y valora la ofensa para perdonarla mejor». Las palabras de Tierno supusieron tanto para Suturá que, a partir de ese día, consideró hijos suyos a todos los que la ofendían y no les respondió más que con dulzura, amor y una paciencia silenciosa y sonriente. Tanto cambió que, al final de su vida, la gente decía: «Paciente como Suturá». Nunca más hubo nada capaz de enfadarla. Cuando murió, se la consideraba prácticamente una santa.
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Robert Sarah (La fuerza del silencio)
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El conflicto no tiene solución sino cuando Pío XI -este gran papa tan inflexible como conciliador según era menester- se avino a convenir con Mussolini, en 1929, los Acuerdos de Letrán, por los cuales, a cambio de la soberanía pontificia sobre un territorio minúsculo (44 hectáreas tiene en números redondos el Estado de la Ciudad del Vaticano) reconoce la Santa Sede la existencia del Reino de Italia con el territorio que le compete y con Roma como capital. (p. 15)
Lo que no depende de la poca o mucha virtud del conquistador, sino de la naturaleza de lo conquistado. (p. 7)
… Porque el vulgo se deja llevar siempre del éxito y de las apariencias, y en el mundo no hay sino vulgo (nel mondo non è se non vulgo). (p. 37)
.. el dicho de Renan: Después de Atenas, ninguna ciudad ha contribuido tanto como Florencia en la promoción del espíritu humano. (p. 9)
Con lo cual queda despachada la cuestión del fin y los medios, los cuales, si son malos, no pueden jamás ponerse por obra, así sea en la consecución del más santo de los fines. (p. 47)
Nicolás Maquiavelo fue un escritor extraordinariamente fecundo, y en todos los muchos y variados géneros que cultivó -con la sola excepción de sus poesías, decididamente mediocres-, de suprema excelencia. (p. 11)
Sin embargo, el que menos ha confiado en el azar es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido. Pero quiero referirme a aquellos que no se convirtieron en príncipes por el azar, sino por sus virtudes. Y digo entonces que, entre ellos, los más ilustres han sido Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo y otros no menos grandes. Y aunque Moisés sólo fue un simple agente de la voluntad de Dios, merece, sin embargo, nuestra admiración, siquiera sea por la gracia que lo hacía digno de hablar con Dios. Pero también son admirables Ciro, y todos los demás que han adquirido o fundado reinos; y si juzgamos sus hechos y su gobierno, hallaremos que no deslucen ante los de Moisés, que tuvo tan gran preceptor. Y si nos detenemos a estudiar su vida y sus obras, descubriremos que no deben a la fortuna sino el haberles proporcionado la ocasión propicia, que fue el material al que ellos dieron la forma conveniente. Verdad es que, sin esa ocasión, sus méritos de nada hubieran valido; pero también es cierto que, sin sus méritos, era inútil que la ocasión se presentará. (pp. 9-10)
Pero volvamos a nuestro asunto. Cualquiera que meditase este discurso hallaría que la causa de la ruina de los emperadores citados ha sido el odio o el desprecio, y descubriría a qué se debe que, mientras parte de ellos procedieron de un modo y parte de otro, en ambos hubo dichosos y desgraciados. (p. 36)
porque el que vence no quiere amigos sospechosos y que no lo ayuden en la adversidad, y el que pierde no puede ofrecer ayuda a quien no quiso empuñar las armas y arriesgarse en su favor. (p. 40)
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Niccolò Machiavelli (The Prince)
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-¿Y qué más? Con respecto a los enemigos, ¿cómo se comportarán nuestros soldados? -¿En qué cosa? -Lo primero, en lo que toca a hacer esclavos, ¿parece justo que las ciudades de Grecia hagan esclavos a los griegos o más bien deben imponerse en lo posible aun a las otras ciudades para que respeten la raza griega evitando así su propia esclavitud bajo los bárbaros? -En absoluto -dijo-; importa mucho que la respeten. -¿Y, por tanto, que no adquiramos nosotros ningún esclavo griego y que en el mismo sentido aconsejemos a los otros helenos? -En un todo -repuso-; de ese modo se volverán más bien contra los bárbaros y dejarán en paz a los propios. -¿Y qué más? ¿Es decoroso -dije yo- despojar, después de la victoria, a los muertos de otra cosa que no sean sus armas? ¿No sirve ello de ocasión a los cobardes para no marchar contra el enemigo, como si al quedar agachados sobre un cadáver estuvieran haciendo algo indispensable, y no han perecido muchos ejércitos con motivo de semejante depredación? -Bien cierto. -¿No ha de parecer villano y sórdido el despojo de un cadáver y propio asimismo de un ánimo enteco y mujeril el considerar como enemigo el cuerpo de un muerto cuando ya ha volado de él la enemistad y sólo ha quedado el instrumento con que luchaba? ¿Crees, acaso, que éstos hacen otra cosa que lo que los perros que se enfurecen contra las piedras que les lanzan sin tocar al que las arroja? -Ni más ni menos -dijo. -¿Hay, pues, que acabar con la depredación de los muertos y con la oposición a que se les entierre? -Hay que acabar, por Zeus -contestó. XVI. -Ni tampoco, creo yo, hemos de llevar a los templos las armas para erigirlas allí, y mucho menos las de los griegos, si es que nos importa algo la benevolencia para con el resto de Grecia; más bien temeremos que el llevar allá tales despojos de nuestros allegados sea contaminar el templo, si ya no es que el dios dice otra cosa. -Exacto -dijo. -¿Y qué diremos de la devastación de la tierra helénica y del incendio de sus casas? ¿Qué harán tus soldados en relación con sus enemigos? -Oiría con gusto -dijo- tu opinión sobre ello. -A mí me parece -dije- que no deben hacer ninguna de aquellas dos cosas, sino sólo quitarles y tomar para sí la cosecha del año. ¿Quieres que te diga la razón de ello? -Bien de cierto. -Creo que a los dos nombres de guerra y sedición corresponden dos realidades en las discordias que se dan en dos terrenos distintos: lo uno se da en lo doméstico y allegado; lo otro, en lo ajeno y extraño. La enemistad en lo doméstico es llamada sedición; en lo ajeno, guerra. -No hay nada descaminado en lo que dices -respondió. -Mira también si es acertado esto otro que voy a decir: afirmo que la raza griega es allegada y pariente para consigo misma, pero ajena y extraña en relación con el mundo bárbaro. -Bien dicho -observó. -Sostendremos, pues, que los griegos han de combatir con los bárbaros y los bárbaros con los griegos y que son enemigos por naturaleza unos de otros y que esta enemistad ha de llamarse guerra; pero, cuando los griegos hacen otro tanto con los griegos, diremos que siguen todos siendo amigos por naturaleza, que con ello la Grecia enferma y se divide y que esta enemistad ha de ser llamada sedición.
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Plato (La República)
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— ¿Qué piensa usted de las artes?
— El arte es la ciencia de lo inútil.
El médico frunció la frente sorprendido. Aquella respuesta no cuadraba con la personalidad que había creído adivinar en su paciente.
— ¿Quiere decir que desprecia usted las artes; que las considera algo trivial, y a quienes las practican gentes desocupadas que no tienen otra cosa mejor que hacer?
— ¡Nada de eso doctor! ¡Considero que el arte es tanto más sublime cuanto mayor es su inutilidad!
— Explíquese mejor.
— El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer para alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añadan placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas forma y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamanos de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente «añadido a la pura necesidad»… ¡ya es arte! La gastronomía, la hoy llamada alta costura y la decoración son las primeras artes creadas por nuestra especie, porque representan los excesos inútiles añadidos a las necesidades primarias de comer, abrigarse y guarecerse.
— Dígame, señora de Almenara, ¿dónde ha leído ese ensayo sobre la inutilidad? ¡Me gustaría conocerlo!
— ¡No necesito leer a los demás para formarme una opinión, doctor!
— Prosiga, señora: me tiene usted absolutamente fascinado.
— Pues bien — continuó Alicia —. En el momento mismo en que el espíritu creador del hombre se despegó incluso de la necesidad primaria para producir sus lucubraciones, nacieron las grandes Artes: la Poesía, la Danza, la Música y la Pintura.
— Olvida la Arquitectura.
— Considero a la Arquitectura, como a la Gastronomía, un añadido inútil a una necesidad «primaria». La Danza en cierto modo, también tiene este lastre, pero se aleja más de la necesidad. Es… ¿cómo explicarme?, una… una… ¡una mímica sublimada! ¡eso es lo que quería decir! Tal vez la Danza sea anterior al lenguaje y tuviera en sus orígenes una intencionalidad práctica: con carga erótica, reverencial o religiosa. ¡Yo no estaba allí, y no se qué «intencionalidad» tenía! Pero no hay duda de que encerraba «un propósito», encaminado a la consecución de un fin. No sé si me explico, pero la intencionalidad es algo muy superior a la «necesidad primaria». Está ya directamente relacionada con el juicio y la voluntad. «Quiero esto y voy a demostrarlo con gestos y ademanes rítmicos.» ¡Y la Humanidad se puso a danzar! ¡De ahí a la Paulova o a Nureyev no había más que un paso! La Pintura pertenece a un género superior. ¡Es más inútil todavía! Tiene un lejanísimo parentesco con la escritura ideográfica, mas una vez añadida su carga de inutilidad, la distancia entre lo necesario y lo que no sirve para nada, se hace tan grande, que la considero entre las primeras de las Artes Mayores. ¿No opina lo mismo, doctor?
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Torcuato Luca de Tena (Los renglones torcidos de Dios)
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Que no parezca mal a los metafísicos y a los idealistas religiosos, filósofos, políticos o poetas: la idea de Dios implica la abdicación de la razón humana y de la justicia humana, es la negación más decisiva de la libertad humana y lleva necesariamente a la esclavitud de los hombres, tanto en la teoría como en la práctica.
A menos de querer la esclavitud y el envilecimiento de los hombres, como lo quieren los jesuitas, como lo quieren los monjes, los pietistas o los metodistas protestantes, no podemos, no debemos hacer la menor concesión ni al dios de la teología ni al de la metafísica porque en ese alfabeto místico, el que comienza por decir A deberá fatalmente acabar diciendo Z, y el que quiere adorar a Dios debe, sin hacerse ilusiones pueriles, renunciar bravamente a su libertad y a su humanidad.
Si Dios existe, el hombre es esclavo; ahora bien, el hombre puede y debe ser libre: por consiguiente, Dios no existe.
Desafío a quienquiera que sea a salir de ese círculo, y ahora, escojamos.
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Mikhail Bakunin (God and the State)
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-Apiádate, Dios mío -le ruego a una divinidad en la que nunca he creído ni creo-. No me obligues a amar a quien no me ama. Mándame si quieres las otras Siete Plagas, pero de esa, y de este intolerable olor a mortecino que me envuelve, exonérame por caridad, amén
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Laura Restrepo
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propone ocuparse de mantener la superioridad en los momentos cruciales («Dios está del lado de los ejércitos más fuertes»), abatir al enemigo destruyendo sus ejércitos; considerar la estrategia como «el arte de utilizar el tiempo y el espacio»; utilizar el tiempo para incrementar la fuerza cuando se está en una posición de debilidad; y compensar la inferioridad física con una mayor resolución, coraje y perseverancia («La moral tiene con respecto a lo físico un valor de tres a uno»). Muchas de sus máximas giran en torno a la necesidad de comprender y estudiar al enemigo; si se lucha con frecuencia contra un enemigo, «acabarás enseñándole tu arte de guerra»; nunca hay que hacer lo que el enemigo desea que hagas, «y solo por una razón: porque es lo que quiere»; y nunca hay que interrumpir al enemigo cuando está cometiendo un error; siempre hay que mostrar confianza, porque uno puede ver sus propios problemas, pero jamás mostrárselos al enemigo.[12]
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Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))
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Quiero que nuestros miembros siempre tengan presentes el hecho de que «si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7). M
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Jim Cymbala (Creados para mucho mas: La vida que tienes vs la vida que Dios quiere para ti)
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Si quieres que Dios haga algo nuevo, no puedes seguir haciendo siempre lo mismo. Tienes que atreverte a ser diferente, lo que incluye escuchar de manera diferente. De eso se trata aprender estos siete lenguajes de Dios. ¡Que empiece la fiesta!
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Mark Batterson (Susurro: Cómo escuchar la voz de Dios (Spanish Edition))
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¿Qué mayor prueba de cosificación que ahogar a casi todos los humanos del mundo en el diluvio como si fueran ratas? Por otro lado, las ratas pueden quejarse de que fueron ahogadas como humanos. Pienso que las diversas religiones deberían ponerse de acuerdo si los humanos fueron cosificados como ratas o si las ratas fueron humanizadas, ya que por la supuesta inmoralidad humana Dios ahogó a ratas y a humanos juntamente. En mi opinión, si Dios tuviese un mínimo de decoro, si a los humanos no nos quiere o si su manera de querernos es ahogarnos, al menos debería disculparse con las ratas.
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Daniel Danilik (Dios es psicópata: Análisis de los rasgos psicopáticos de la personalidad de Dios (Spanish Edition))
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El deseo es una acémila. Si la monta Dios, avanza y camina como Dios quiere; si la monta el diablo, avanza y camina como quiere el diablo. No puede elegir quién la monta (...) y los caballeros luchan por montarla. Lutero
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Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))
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Macías, pegado a mi oreja, me hizo abrir los ojos. —¡Vas fenomenal, chaval! ¡Tocas como un negro, tocas como Dios! Me di cuenta de que estaba tocando sin preocuparme de si sabía o no. Todo lo que había que hacer era dejarse ir. Los dedos se movían solos y el aire salía del pecho sin ahogo, empujado por un fuelle singular. El saxo no me pesaba, era ligero como flauta de caña. Yo sabía que había gente, mucha gente, bailando y enamorándose entre la niebla. Tocaba para ellos. No los veía. Sólo la veía a ella, cada vez más cerca.
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Manuel Rivas (¿Qué me quieres, amor?)
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«El sufrimiento puede doblegarnos y quebrarnos. Pero también puede quebrarnos para que nos abramos, para llegar a ser las personas que Dios quiere que seamos. Depende de lo que hagamos con el dolor. Si lo ofrecemos de vuelta a Dios, Él lo usará para hacer grandes cosas en y por medio de nosotros, porque el sufrimiento es fértil[158]».
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Christopher West (Buena noticia sobre el sexo y el matrimonio: Profundas y revolucionarias ideas de san Juan Pablo II en su Teología del cuerpo (Spanish Edition))
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Devocional 29 Tolera Es un hecho que en ocasiones nos cuesta mucho aceptar y comprender a los demás cuando no estamos de acuerdo con su manera de pensar o de ser. De hecho, muchas relaciones se ven afectadas porque no somos capaces de ser empáticos, de ponernos en el lugar del otro y tratar de entender sus razones, o al menos los sentimientos que se ocultan detrás de su comportamiento. Es un hecho que todos somos diferentes, por eso necesitamos aprender a escucharnos para así entender el punto de vista de los demás, antes de juzgarlos de forma apresurada y dañarlos. Por esta razón, la Biblia nos da un sabio consejo: «Acéptense unos a otros, así como Cristo los ha aceptado. Acéptense para honrar a Dios» (Romanos 15:7). Esto quiere decir que Dios quiere que tengamos relaciones saludables con los demás, y por eso nos dice que una manera de honrarlo es aceptándonos mutuamente. Además, Dios dice a través de su palabra que no debemos enojarnos, ni amargarnos unos con otros (Colosenses 3:13). Y necesitamos aplicar esto, porque los desacuerdos, nos gusten o no, son parte del día a día de las relaciones de pareja, familiares, con nuestros amigos e incluso las laborales. Pero el problema no son los desacuerdos. Los conflictos se presentan cuando no estamos en la capacidad de escuchar y manejamos la situación gobernados por la ira, el orgullo y la prepotencia. Ninguna de estas tres son buenas consejeras ya que siempre nos llevarán a buscar tener la razón a como dé lugar, sin importar si pasamos por encima de los sentimientos del otro. En cuanto a esto, la epístola a los Colosenses nos enseña lo siguiente: «… más bien, perdónense unos a otros. Cuando alguien haga algo malo, perdónenlo». ¿Sabes por qué?, porque precisamente así es como Dios ha demostrado su amor para con nosotros: soportándonos, tolerándonos, perdonándonos y aceptándonos a pesar de nuestras equivocaciones. ¿Recuerdas el relato bíblico que narra aquel momento cuando los fariseos llegaron ante Jesús con la mujer adúltera? Ellos estaban esperando a que Él diera una orden para apedrearla. Pero cuando Jesús les dijo: «El que esté sin pecado que tire la primera piedra», sin duda cambiaron sus planes. Ahora me gustaría saber, si hubieras estado en el lugar de Jesús, ¿cuál habría sido tu respuesta? Dios quiere que manifestemos su amor siendo respetuosos y tolerantes con los demás. Es más, el amarnos los unos a los otros es un mandamiento dado directamente por Jesús, así que no podemos decir que amamos a Dios si no lo hacemos con el prójimo (1 Juan 4:21). Así que no juzgues a otros sin conocer sus intenciones, porque si no, serás juzgado de la misma manera (Mateo 7:2). No hemos sido llamados para descalificar a otros, sino a amar y a restaurar. En Hebreos 12:14 dice que debemos procurar la paz con todos. Pero es necesario aclarar que cuando hablamos de tolerancia no quiere decir que debamos aprobar un acto indebido. Según el Diccionario de la lengua española, la palabra tolerar significa «llevar con paciencia». En ningún sentido quiere decir aprobar o participar en aquello que ofende a Dios. Esto lo podemos ver en la actitud que Él tiene hacia nosotros: el Señor tiene las puertas abiertas para todos y si nos acercamos a su presencia, no nos echa afuera. Pero Él desea restaurarnos porque nos ama. Fíjate en el caso de la mujer adúltera. Jesús no permitió que la apedrearan y confrontó a los fariseos; pero de ningún modo aprobó el acto de adulterio, por eso le dijo: «¡Vete y no peques más!». Jesús nunca juzgó a los demás, buscó restaurar al otro desde su amor. Acepta y tolera a los demás como Dios lo ha hecho contigo. Recuerda que también Él te perdonó y te restauró a pesar de tus errores.
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Rodrigo Riaño del Castillo (Diario de un vencedor: Un plan de acción para conectar con Dios y su propósito (Spanish Edition))
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Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad. En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos “heridos sociales”, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre los ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso (…). La religión tiene derecho a expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal. Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: “Dime, cuando Dios mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?”. Hay que tener siempre en cuenta a la persona.
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Marcelo Larraquy (Código Francisco (Caballo de fuego) (Spanish Edition))
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porque Dios es feliz si sus hijos lo son y solo si todos participan en su fiesta, porque el Padre no quiere soldaditos obedientes, sino hijos felices, ni quiere una casa habitada por hijos-siervos, obedientes y descontentos, sino por hijos-libres, alegres y amantes[76
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Amedeo Cencini (LADRÓN PERDONADO. El perdón en la vida del sacerdote (Servidores y Testigos nº 159) (Spanish Edition))
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Las emociones son parte de nuestra complejidad como seres humanos. Dios es el que nos da las emociones. Es posible que cambien pronto y sin razón aparente. Si no tuviéramos emociones, jamás lograríamos experimentar el gozo, nunca reiríamos, ni sentiríamos el amor. Sin embargo, tener emociones también significa tener la capacidad de temer, sentir culpa, ira y dolor. Nos gustaría mantener las emociones agradables y de alguna forma deshacernos de las dolorosas. No obstante, algo raro en cuanto a las emociones es que si se paraliza en uno de estos dos lados, el otro va con él. Si quiere sentir gozo, va a tener que lidiar con el dolor. Si quiere sentir amor, va a tener que enfrentar el miedo. A medida que comience a sentir y a luchar con las emociones que han estado muertas por mucho tiempo, aférrese al hecho de que tan cierto como que pasa por las que son dolorosas, asimismo saldrá al final del otro lado.
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Diane Langberg (En el umbral de la esperanza: Una puerta abierta hacia la sanidad de los sobrevivientes de abusos sexuales (Spanish Edition))
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«si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes».
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Gei (Entonces, me besó)
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Siento un profundo rechazo a cualquier tipo de crítica artística o literaria; aumenta cuando se acerca a mi verdadero ámbito; me resulta insoportable cuando se esfuerza por ser fría y justa. Existe un ejemplo en la literatura inglesa actual, el poeta Eliot, con cuyos ensayos sobre poesía me topo de vez en cuando. Ni yo mismo acabo de comprender por qué me producen ese rechazo tan repentino y especial. No obstante, siempre aparece al cabo de una o dos páginas y, con tenso asco, atento a cada palabra que pueda acrecentarlo, termino de leer aquello que debería apartar, y días después todavía abrigo la sensación de encontrarme en una cámara de tortura fea y envejecida.
En esos ensayos siempre se trata de una cuestión de lugar. Se acomete con objetividad la administración de los nombres, como un negocio bien meditado. ¿Merece este o aquel un lugar en la antología? ¿Ocupa mucho o poco espacio en ella? Se da entender claramente que, para empezar, los poetas viven de las antologías. Lo primero es el modesto resultado de alguna existencia plena y movida. Debe de ser un placer particular manejar a los muertos como bolos. Juzgar a los vivos ya es un empresa muy dudosa; más de uno preferiría que le arrancaran la lengua a usarla para pronunciar con ella una sentencia. Sin embargo, aparece alguien que no mueve ni un dedo por debajo del plano de los muertos. Coge a nueve o incluso más, preferentemente a algunos que lleven tiempo durmiendo en antologías, los coloca en su sitio y les lanza su bola de madera. Y luego explica con detalle por qué les dio precisamente a esos seis; describe a los derribados y aprueba con detenimiento su destino. Y honra con palabras contenidas a los tres que han quedado en pie. Porque, aunque su bola sea buena, sabe perfectamente que los tres le deben a él, y sólo a él, su posición; y le resultaría fácil agregarlos también a ellos a los muertos.
Tal empresa es repelente por varios motivos: demuestra hasta qué punto este jugador de bolos no es aquello que finge ser, un poeta. Si lo fuera, ¿cómo podría ocuparse fríamente en la organización de la fama póstuma? ¿Cómo podría luchar por unas líneas en las antologías? Si sus manos tiraran con fuerza, iría a parar fuera de la bolera y perseguiría a hombres vivos y a dioses. Pero él está en mangas de camisa y mide los muertos que él mismo ha puesto y él mismo ha derribado. Si tuviera un corazón, no le latiría rítmicamente, como sería deseable. A decir verdad, se hizo poeta sólo porque le late menos que a otros y quiere compensar con claridad lo que en obsesión le falta. No obstante, si la claridad le importara de verdad, la dedicaría a descifrar este mundo real; pensaría en vez de limitarse a examinar, y en particular se avergonzaría de examinar siempre la fama póstuma sólo porque a él, personalmente, le interesa sobremanera. No piensa; hasta la claridad sólo es un instrumento para él. Entre los poseídos juega a ser el diáfano; entre los diáfanos, a ser el poseído.
¿Quién le tomaría a mal que saliera en pos de descubrimientos en el campo de las palabras? Sólo debería admitir su curiosidad; exponer él mismo el material; contentarse con lo que lo impresiona; alegrarse; enfadarse; asir, apartar; besar, comentar; y no instruir un juicio.
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Elias Canetti (Il libro contro la morte)
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Esta convicción sumaria a favor de la vida, de cualquier vida, ¿en qué se basa?
Si meramente ocultara el hecho de que tú mismo no quieres morir, no valdría nada.
Sin embargo, aunque fuese honesta e incluyera realmente a todos, ¿por qué merecerían todos vivir?
Has reconocido las raíces permanentemente dolorosas de esta vida de forma más meridiana que nadie, ¿y aun así ha de seguir?
No sé la respuesta. Soy, tal como se demuestra, un chovinista, de todos los hombres, de todos los animales, quizás incluso de todas las plantas. Un hindú sin la migración de las almas, un cristiano sin Dios. Veo, sin ningún pudor, masas y masas que crecen ante mí, y cualquier intento de limitarlas recurriendo a la muerte como instrumento me provoca odio y repugnancia.
Nunca he aceptado/admitido ninguna muerte, ni siquiera la del hombre más viejo y más miserable. La imagen de los soldados egipcios muertos en el desierto de Sinaí me persigue como la rampa de Auschwitz. Sé lo que habrían hecho estos mismos soldados si hubieran llegado a las ciudades de los judíos. Pero ahora son ellos los muertos: ahora recibo yo su rencor. No puedo hacer distinciones entre los muertos. En este caso no tengo ningún poder sobre mí, no puedo tocar esta convicción básica. Creo que podría ser útil como convicción fundamental, y una vez asumida haría desaparecer muchas de las dificultades inveteradas de la convivencia humana. De hecho, no puedo pensar de otra manera, aquí mantengo algo que resulta tan importante como parece limitado.
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Elias Canetti (Il libro contro la morte)
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Solitario, vas por el camino que te lleva a ti mismo. Y tu camino pasa por delante de ti mismo y de tus siete demonios. Serás un hereje para ti mismo, un brujo, un adivino, un tonto, un escéptico, un impío y un villano. Debes desear consumirte en tu propia llama: ¡cómo podrías desear ser nuevo si antes no te hubieras convertido en cenizas!
Solitario, vas por el camino del creador: quieres crearte un dios a partir de tus siete demonios.
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Federico Nietzsche (Así habló Zarathustra)
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Y si, en esto nos hemos convertido: En personajes secundarios, en extras que pasan al fondo de la escena sin saber adónde se dirigen, amnésicos, monologando, perdidos, sin respetar los parlamentos. Lo peor de todo es que esta película no tiene libreto ni director. Cada quien participa como quiere y hace lo que puede. Título del film: Dios está cansado y se ha ido a dormir a otra parte.
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Mario Mendoza (Bitácora del Naufragio)
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Las afirmaciones no funcionan si sólo son declaraciones de lo que quieres que sea verdad. Las afirmaciones sólo funcionan cuando son declaraciones de algo que tú ya sabes que es cierto.
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Neale Donald Walsch (Un diálogo singular (Conversaciones con Dios, #1))
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Russell dio tres consejos prácticos a los que se adentraran en la selva de la escritura: Primero: si basta una palabra corta, no uses una larga. Segundo: si quieres emitir un juicio con muchas aclaraciones, pon algunas de estas aclaraciones en frases separadas. Tercero: no confundas al lector haciéndole creer algo al principio de una frase, que se contradice al final de la misma.
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Carlos Salas (Storytelling, la escritura mágica: Técnicas para ordenar las ideas, escribir con facilidad y hacer que te lean (Spanish Edition))
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Dios abraza a una persona no a dos a la vez; abraza uno a la vez. Nos ama individualmente, pero a menos que estemos dispuestos a estar a solas con Él, nuestra mente estará siempre dividida. La meditación privada le permite al Señor Jesucristo estar a solas con cada cual. Su trato con cada uno en privado resulta ser con frecuencia el más preciado. El silencio Hay ocasiones cuando Dios quiere que estemos sentados en su presencia en silencio. No quiere que seamos nosotros los que siempre hablemos. Como lo expresa Isaías 30:15: «En quietud y en confianza será vuestra fortaleza». Para algunas personas la meditación se describe mejor como un monólogo. En realidad, no tienen una verdadera relación con Dios porque son ellas las que hablan todo el tiempo. Escuchar cuando Dios habla al corazón es una experiencia majestuosa, una experiencia que esas personas no podrán conocer si monopolizan la conversación ni se detienen a escuchar las respuestas de Dios. Si nos aquietamos ante Él, Dios puede insertar sus pensamientos dentro de los nuestros. Si guardamos silencio por unos momentos nos puede recordar un pasaje favorito de las Escrituras, revelarnos una verdad deslumbrante o hacer nacer la paz en nuestro ser interior; incluso puede darnos todo esto
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Charles F. Stanley (Cómo escuchar la voz de Dios (Spanish Edition))
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Si quieres hallar tu voz, necesitas oír primero la voz de Dios.
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Mark Batterson (Dibuja el círculo: 40 días para un reto devocional (Spanish Edition))
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El arrepentimiento es perpetuo Debo recalcar también otra verdad: el arrepentimiento bíblico es perpetuo—el hijo de Dios se arrepentirá hasta que Dios lo lleve a su morada. El arrepentimiento es un modo de pensar permanente, un aborrecimiento continuo del mal. ¡Oh, cuántas almas preciosas han sido condenadas aquí mismo! Parecen arrepentirse por un tiempo. Dejan sus antiguas compañías y dejan los lugares donde cometían sus pecados: el bar, el salón de baile, la casa de la prostituta. Parecen aceptar a Cristo. Aun predican, enseñan y testifican de él. Pero porque son “oidores pedregales” (Mar. 4:5, 6, 16, 17), sólo duran un tiempo. Empiezan a enfriarse, volviendo gradualmente a sus costumbres de antes. Vuelven al pecado, vuelven a aquello a lo que habían renunciado. Uno a uno vuelven a sus antiguos pecados y compañeros, y vuelven al mundo. Eso es porque su arrepentimiento no era perpetuo: no surgió del nuevo nacimiento sino de la carne. La Palabra de Dios los describe: “Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y el Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2Pe. 2:20-22). En muchos casos, ese volver es lento. ¡Pocos vuelven de una sola vez! Primero, anhelan la “libertad”; escudriñan la Palabra de Dios para averiguar cuánta libertad tienen, para poder vivir lo más cerca posible al pecado. Luego, poco a poco vuelven a este pecado y a aquel otro. Por último, ya no tienen un testimonio para Cristo, sino sólo una confesión de fe externa. El pecado ya no los molesta. No lo aborrecen ni están en contra de él. Se dicen a sí mismos que Dios ya no quiere que se arrepientan y aborrezcan al pecado. Piensan que están en el camino de vida, no obstante, ¡el pecado ya no los molesta! Entonces se vuelven a esos pecados de los cuales una vez se habían arrepentido, diciendo: “¡Ahora tenemos libertad para andar en estos caminos!” Pero, ¡oh, mis amigos, esto no es libertad, sino un permiso para hacer lo que siempre has querido hacer, permiso para andar en el pecado sin restricciones! ¡Has jugado con fuego y tu corazón está ahora endurecido por el engaño del pecado! (Heb. 3:12). También te advierto: ¡cuídate del arrepentimiento que no continúa! No es un arrepentimiento bíblico auténtico, tu corazón volverá a estar satisfecho con la basura del mundo: “De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?” (Isa. 44:20). Por lo tanto, nunca lo olvides: el verdadero arrepentimiento es perpetuo. Si te has convertido de verdad, aborrecerás y dejaras tus pecados por el resto de tu vida[7]. Y anhelarás ser santo, ser como Cristo y agradar a Dios. Yo te pregunto: “¿Alguna vez has poseído tú el arrepentimiento bíblico auténtico que Dios ordena de todos los hombres?
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L.R. Shelton Jr. (Arrepentimiento Biblico: La necesidad de esta hora (Spanish Edition))
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sin embargo cuando nos sobreviene una crisis recurrimos a la entrega a Dios con una súplica. Es cuando alzas tus manos y dices: «No puedo más, te lo entrego todo». De esta manera comienzas a ver milagros. Entregar tu voluntad a Dios no quiere decir que no vas a actuar más en tu vida, ni que entregas tus derechos de elección, sino que si lo permites tus acciones tendrán la guía de Dios y serán encaminadas correctamente.
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Sharon M. Koenig (Los Ciclos del Alma, El Proceso de Conexión: Un camino para vivir tu verdadero propósito (Nueva Conciencia) (Spanish Edition))
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Lo que puede parecer un atrevimiento, para Dios es autenticidad. Dios escucha las palabras apasionadas de sus amigos; se aburre con los clichés reverentes y previsibles. Si quieres ser amigo de Dios, debes ser sincero con él, comunicarle lo que de verdad sientes, no lo que piensas que deberías sentir o decir.
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Rick Warren (Una vida con propósito: ¿Para qué estoy aquí en la tierra?)
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El mensaje verdadero de la Biblia es HECHO. En otras palabras, todo lo que es necesario para restaurarle a Dios y traerle a la vida eterna con Él ya ha sido HECHO. Cuando Jesús estaba colgado en la cruz, Él dijo estas palabras, “Consumado es” (Juan 19:30). La frase significa literalmente pagado por completo. HECHO. Esas fueron algunas de las últimas palabras que Él dijo antes de morir. En ese momento sucedió algo extraordinario en Jerusalén. En ese templo—un edificio simbólico de la presencia de Dios—había un velo separando la representación más sagrada de la presencia de Dios de las áreas externas y visibles. En el momento que murió Jesús, el velo fue milagrosamente roto por la mitad desde arriba a abajo—abierta para todos. ¡De repente esto fue como si cualquier cosa que separaba a Dios del hombre fuese completamente quitada, y Dios estuviera invitando a toda la humanidad a venir directamente a Él! Era Dios quien dijo a toda la raza humana, “¡HECHO!” HECHO quiere decir, “no hay nada más por HACER.” El precio está pagado. La deuda está perdonada. La redención está completa. Si usted trata de ganarlo, trabajar para Él, o HACER algo para conseguirlo, está perdiendo su tiempo. Ya está HECHO, o en las palabras de Jesús en la cruz: “Consumado es.” Píenselo de esta manera. Imagínese que usted ha preparado una maravillosa mañana de Navidad para su familia. Usted ha ahorrado, ido de compras, envuelto los regalos, decorado la casa y hecho todos los preparativos. En la mañana de Navidad, imagínese que sus hijos vienen corriendo por la escalera para celebrar la Navidad, pero en vez de sentarse para abrir los regalos, empiezan frenéticamente a hacer las cosas por usted. Empiezan a limpiar la cochera, lavar los autos, lavar los platos, pulir los zapatos, y hacer cualquier otra cosa que encuentran. Aparte de tener un infarto, probablemente se sentiría usted decepcionado. Usted los pararía y les preguntaría, “¿Qué hacen ustedes niños? ¡Esta no es hora para buenas obras, es hora para dar regalos!” Suponga que sus respuestas sean las siguientes: “Papá, Mamá, nos hemos dado cuenta que no merecemos sus regalos y entonces hemos decidido ganarlos. Hemos decidido servirles y hacer cosas para que podamos merecer su bondad.” ¿Qué haría usted? ¡Probablemente les explicaría que esto no es necesario! Les diría a sus hijos cuánta energía ha gastado en ahorrar, ir de compras, y seleccionar los regalos. Usted no quiere el servicio de sus hijos (por lo menos todavía no) tanto como disfrutar de la mañana de Navidad y presentarles sus regalos—sus expresiones gratuitas de amor. Este es el mensaje de Dios para la raza humana. “Mientras que ustedes se están ocupando en HACER, no se dan cuenta de que yo ya lo he HECHO.” ¡El regalo está comprado, la mesa está puesta, no hay necesidad de HACER nada más! Todos los preparativos están hechos. “Venid luego, y estemos a cuenta….” Su invitación a usted no es HACER, por Él, sino venir a Él.
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Cary Schmidt (Hecho: lo que la mayoría de las religiones no cuentan acerca de la Biblia (Spanish Edition))
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Con todo, puede argumentarse con precisión que para entender todo esto –quién es Dios, por qué necesitamos salvación, qué hizo para salvarnos– debemos conocer las enseñanzas básicas de toda la Biblia. J. Gresham Machen, por ejemplo, se refiere a las doctrinas bíblicas de Dios y el hombre como las «presuposiciones del evangelio».10 Esto quiere decir que es totalmente necesario entender las doctrinas de la Trinidad, la encarnación de Cristo, el pecado original y el pecado en general.. Si no entendemos, por ejemplo, que Jesús fue no solo un hombre bueno, sino la segunda persona de la Trinidad, o si no entendemos lo que significa la «ira de Dios», es imposible comprender lo que Jesús hizo en la cruz.
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Timothy J. Keller (Iglesia Centrada: Cómo ejercer un ministerio equilibrado y centrado en el evangelio en la ciudad (Center Church) (Spanish Edition))
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En otras palabras, cuando el escritor de la carta a los Hebreos dice que el acercarnos a Dios es lo que nos califica para la obra salvífica y eterna de nuestro Sumo Sacerdote, no quiere decir que Él nos deja solos en nuestros propios esfuerzos pecaminosos como si pudiéramos acercarnos a Dios por nuestra cuenta. Al contrario, nuestro Sumo Sacerdote intercede por nosotros y le pide al Padre que haga lo que Hebreos 13:21 dice que hará —obrar en nosotros aquello que le place— “por medio de Jesucristo”.
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John Piper (El Gozo Verdadero de la Navidad: Lecturas diarias para el mes de diciembre)
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No es necesario que adores a ninguna imagen de la Virgen María, de Cristo o de Buda. Puedes hacerlo si quieres; si te hace sentir bien, hazlo. Tu propio cuerpo es una manifestación de Dios, y si honras a tu cuerpo, todo cambiará para ti. Cuando des amor a todas las partes de tu cuerpo, plantarás semillas de amor en tu mente, y cuando crezcan, amarás, honrarás y respetarás tu cuerpo inmensamente
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Miguel Ángel Ruiz
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Podemos estar seguros de que ser culpables de pecado no nos descalifica del privilegio de venir a la presencia de Dios. El salmista no está hablando de cometer pecado, sino de permitirlo. Los puritanos hablaban del concepto de permitir el pecado. No es tanto la victoria sobre el pecado lo que tenemos que mirar como la batalla misma. Estamos en una batalla constante contra el pecado, y nunca resultamos ilesos. Una de las señales del verdadero cristiano es que nunca cesa de luchar. No siempre gana, aunque ganará la batalla definitiva por causa de Cristo. Si una persona llega a rendirse en la batalla, entonces realmente ha aceptado el mal, lo ha legitimado. En una palabra, lo aprueba, incluso lo permite. En un sermón sobre la primera de las bienaventuranzas, “Bienaventurados los pobres en espíritu”, el gran predicador inglés Charles Haddon Spurgeon dijo que “el pecador orgulloso quiere a Cristo, y sus propias fiestas; a Cristo y sus propias lujurias; a Cristo y su propia obstinación. ¡Aquel que es verdaderamente pobre en espíritu solo quiere a Cristo, y hará cualquier cosa, y dará cualquier cosa por tenerlo!”. Esto es lo que el Salmo 66 está sugiriendo. La idea misma de una persona intentando orar mientras abriga algún pecado, mientras se aferra a un pecado que no está dispuesto a rendir al señorío de Cristo, arroja una oscura sombra de duda sobre la validez de su condición de hijo.
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R.C. Sproul (¿Puede la oración cambiar las cosas? (Preguntas Cruciales #3))
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Sabrás que estás en proceso de maduración cuando empieces a ver la mano de Dios en las circunstancias más variadas, confusas y aparentemente vanas de la vida. Si estás enfrentando un problema ahora mismo, no preguntes: «¿Por qué a mí?». Pregunta en cambio: «¿Qué quieres que aprenda?». Después confía en Dios y sigue haciendo lo que es correcto. «Ustedes necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar allí cuando tenga lugar la plenitud prometida».33 No te des por vencido: ¡Madura!
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Rick Warren (Una vida con propósito: ¿Para qué estoy aquí en la tierra?)
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—Lo que llaman Oponente o Adversario, demonio, diablo, ángel caído no es otra cosa que la sombra que Dios ha puesto para que el hombre pueda vencer las pruebas. También la llamaron “Serpiente”, que no es otra cosa que una fuerza inteligente que quiere frustrar los planes y objetivos espirituales del hombre. Se disfraza de muchas cosas, es la voz del ego que siempre quiere recibir y no se concentra en compartir. Al centrarse en recibir, el hombre se vuelve egoísta, acaparador, preso de sí mismo, como Narciso. Si el hombre escucha la voz del oponente que lo distrae, puede pasar toda su vida sin que despierte
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Guillermo Ferrara (El secreto de Dios: La iluminación de los iniciados (Spanish Edition))
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si camino cerca de Dios y si tengo esa sensación de que está conmigo, los problemas pierden su capacidad de dañar mi espíritu».
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John Ortberg (Si quieres caminar sobre las aguas tiene que salir de la barca (Spanish Edition))
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La pobreza de Cristo En 2 Corintios 8 y 9, Pablo pide a una iglesia que haga una ofrenda para los pobres. Aunque es un apóstol con autoridad, escribe: “No hablo como quien manda” (2 Co. 8:8). Lo que quiere decir es: “No pretendo ordenaros nada. No quiero que esta ofrenda sea solamente la respuesta a una petición”. No presiona directamente la voluntad diciendo: “Soy apóstol; haced lo que os digo”. Más bien, desea ver “la sinceridad del amor vuestro” y entonces añade las famosas palabras: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (2 Corintios 8:9) Jesús, el Dios-hombre, tenía unas riquezas infinitas, pero, si se hubiera apegado a ellas, nosotros habríamos muerto en nuestra pobreza espiritual. Esta era la alternativa: si él seguía siendo rico, nosotros moriríamos pobres. Si él moría pobre, nosotros nos enriqueceríamos; nuestros pecados serían perdonados y seríamos admitidos en la familia de Dios. Pablo no se limitaba a dar a esta iglesia un mero precepto ético, exhortándoles a que dejasen de amar el dinero y fueran más generosos. Más bien, resumió el evangelio. Esto es lo que decía Pablo. Jesús renunció a su tesoro celestial para hacer de vosotros su tesoro, pues vosotros sois un pueblo “adquirido por Dios” (1 P. 2:9-10). Cuando usted le vea morir para convertirle en su especial tesoro, él pasará a ser suyo. El dinero dejará de ser el fundamento de su existencia y de su seguridad, y querrá bendecir a otros con lo que usted tenga.
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Timothy J. Keller (Dioses que fallan)
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En conexión con esto, el ego quiere que lo que haces sea importante. Para inmiscuirse en tu espiritualidad y demorar la verdad, trata de hacer que lo que hagas en esa área sea importante y especial. Sin embargo, para el Espíritu Santo, lo que hagas por Él o por Jesús, o por Dios no es importante. ¿Cómo podría ser importante lo que ocurra en una ilusión si comprendes que no es real? Lo único que importan son el perdón y tu curación. Es muy cierto que este tipo de enseñanza difícilmente será la base de una religión popular que se adueñe del mundo y diga a todos cómo vivir su vida, pero definitivamente es la verdad.
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Anonymous
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Si usted quiere ser feliz, si quiere ser libre, saque esa porquería de su vida. Deje de aferrarse a eso, déjelo ir. No permita que la raíz de amargura siga envenenando su vida, escudriñe su corazón. Cuando Dios saque a la luz asuntos, trate prontamente con ellos. Mantenga pura su corriente. Amigo, si usted hace su parte y saca el veneno de su vida, gozará del favor y la bendición de Dios de una manera nueva.
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Joel Osteen (Su mejor vida ahora: Siete pasos para vivir a su máximo potencial)
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Con mi mente fija en Dios, estoy listo para salir de la barca.
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John Ortberg (Si quieres caminar sobre las aguas tiene que salir de la barca (Spanish Edition))
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Y ahora otro principio importante. Lo que te regalan no es valorado como aquello que te costó mucho. No se aprecia lo que no te costó nada. Si deseas algo y tienes que ahorrar mucho tiempo y te ha demandado mucho sacrificio, lo vas a apreciar muchísimo más que aquello que no te costó ningún esfuerzo.
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Editorial Imagen (Dios Contigo: Tu Padre quiere hablarte y tiene un mensaje para ti (Spanish Edition))
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... le parecían por el momento uno de esos enemigos que acechan al hombre como la enfermedad y la locura, y contra los cuales es preciso defenderse por dignidad, es decir, para llegar al final de la vida con un cierto decoro evitando en lo posible molestar a la gente, lo mismo que un periódico debe ser cerrado en el estado en que lo abrimos, más manoseado si se quiere, pero de ninguna manera deshojado o destruido. Y no en consideración a nadie, puesto que nadie nos lo dio ni a nadie debemos devolverlo, sino en la medida en que siempre es preferible luchar contra la negligencia, así se se nos diga que a la larga perdemos inexorablemente, porque hasta el mismo periódico irá a parar al tacho de la basura".
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Marvel Moreno
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Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. 1 CORINTIOS 1.23–24 Lo que Pablo estaba diciendo en 1 Corintios es que el evangelio choca con nuestras emociones, choca con nuestra mentalidad, choca con nuestras relaciones personales. Hace añicos nuestras sensibilidades, nuestro pensamiento racional, nuestra tolerancia. Es difícil de creer. La cruz en sí misma proclama el veredicto sobre el hombre caído. La cruz dice que Dios exige la pena de muerte por el pecado, mientras que nos proclama la gloria de la sustitución. Rescata al que perece. Los que perecen son los condenados, los arruinados, sentenciados, destruidos; son los perdidos, los que están bajo juicio divino por violaciones interminables de su santa Ley. Si usted y yo no abrazamos al sustituto, sufrimos nosotros mismos esa muerte, y es una muerte que dura para siempre. El mensaje de la cruz no tiene que ver con las necesidades que se sienten. No se trata de que Jesús le ama a usted tanto que quiere contentarle. Se trata de rescatarlo a usted de la condenación eterna, porque esa es la sentencia que pesa sobre la cabeza de todo ser humano. Así que el evangelio es una ofensa por cualquier lado que se vea. No hay nada en cuanto a la cruz que encaje cómodamente con la forma en que el hombre se ve a sí mismo. El evangelio confronta al hombre y lo expone tal cual es. No se fija en el desencanto que siente. No le ofrece ningún alivio de sus luchas como ser humano. Más bien, va al asunto profundo y eterno del hecho de que está condenado y desesperadamente necesita que le rescaten. Solo la muerte puede lograr el rescate, pero Dios, en su misericordia, ha provisto un Sustituto.
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John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
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Fruto de una gran misericordia es no dejar impune la maldad: mas, para no verse obligada a condenar a la gehenna al final, se digna castigar ahora con el azote. 5. 5. En efecto, ¿quieres conocer cuán gran castigo es la falta de castigo, pero no para el justo, sino para el pecador, a quien se le aplica el castigo temporal para que no le sobrevenga el eterno? ¿Quieres, pues, conocer cuán gran castigo es la falta de castigo? Interroga al salmo: El pecador irritó al Señor15. ¡Impetuosa exclamación! Puso atención, reflexionó y exclamó: El pecador irritó al Señor. «¿Por qué?», te suplico. «¿Qué viste?». Quien así exclamó vio al pecador entregado impunemente al derroche, a hacer el mal, abundante en bienes, y gritó: El pecador irritó al Señor. ¿Por qué dijiste esto? ¿Qué fue lo que viste? Es tan grande su ira que no le pide cuentas16. Comprended, hermanos cristianos, la misericordia de Dios. Cuando castiga al mundo, no quiere condenarlo. Es tan grande su ira que no le pide cuentas. Y el no pedirle cuentas se debe a la magnitud de su ira. Grande es su ira. Su justa severidad es indicadora de perdón. Pues la severidad es como una verdad cruel. Si, pues, alguna vez perdona mostrándose duro, buena cosa es para nosotros el que nos socorra castigándonos. Y, con todo, si consideramos las acciones del género humano, ¿qué es lo que padecemos? No nos ha tratado en conformidad con nuestras obras
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Anonymous
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Si Dios, en sus designios, os ha hecho nacer en un centro que hayáis podido desarrollar vuestra inteligencia, es que quiere que hagáis uso de ella para bien de todos, porque es una misión que os da, poniendo en vuestras manos el instrumento con cuya ayuda podéis desarrollar, cuando venga el caso, las inteligencias atrasadas y conducirlas a Dios.
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Allan Kardec (El evangelio según el espiritismo)
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Soy del norte, cumpa, donde está la flor del coplerío. Donde los changuitos ioran descalzos por esos cerros donde ia no crecen ni los iuios. No hay ni chancua pa darle a los changuitos, ni charqui ni guaschalocro ni mistol ni algarroba, ay juayputa q’hemos hecho señora magre de dios pa que andemos tan pobres. Y güeno, amigo Pezuela, aunque la cosa vaya mesturada, qué lindura ¿no le parece? poder hablar en cristiano con usté. Me vine a estos pagos madrileños medio engolosinao, y ando por aquí de puro bagual. Campeando un cariño maver si nos acollaramos. Se llama Eugenia la chiruza. Lindazo el nombre, ¿no? Vea, soy un foráneo, amigazo, pero de buena laya. Un gaucho de los de endenantes, de los que pelearon contra usté. De ésos que llevaban en sus venas la sangre que el presidente Sarmiento quería pa regar las pampas, porque él nos odeaba, como odeaba también a los españoles y a todo lo que no juera alemán o inglés, él quería poblar las pampas con ingleses y alemanes pero le falló la cosa, porque al final el país se le enllenó de italianos, turcos y judíos. Gaucho de los de endenantes, mi nombre es Juan, de apelativo Bravo, pero no se me asuste ni recule, ando desmontao, no tengo ni caballo ni facón, apenas un cuchillito moto pa cortar el naco de los vicios. Viera el cebruno que montaba allá en mi tierra, al galopar era una luz prendida. Aquí uno anda pobre y de sotreta, sin jergas ni pellones, sin taculona p’hablar con naides, mesmo que de la cuarta al pértigo, como tristón y envaretao por no poder hallar a la chinita Eugenia. Pero tengo un entripao con usté mi general Pezuela, y se me hace que usté también lo tiene conmigo. Dende chiquito me enseñaron a dispreciarlo, porque usté era de la laya de los enemigos que llamábamos godos. Usté no nos quería libres y tuvimos que correrlo del pago a chuzazo limpio, y aura que la lluvia y el tiempo nos han acollarao no sé cómo pedirle las disculpas, seguro que usté durante todo el tiempo que pasó dende entonces anda juntando herrumbre, no como estatua, claro, le estoy hablando al hombre. Soy persona pacífica, como endenantes le dije, ando por estos pagos desmontao y sin facón. Pero si a usté no se le ha ido entoavía la rabia, si quiere peliar, peliemos. Si la ocasión no es güena y le hace frío yo le empriesto mi poncho y no se aflija, que hasta al cuchillito moto se lo empriesto.Yo, amigazo, pa cobrarme tengo de sobra con el cabo ‘e mi rebenque. De no, podemos hablar de pingos. El caballo, compadre, es la única patria de verdá que tuvo el gaucho, porque tuito lo demás ha sido siempre de los que vinieron quién sabe de ánde. En un caballo uno podía ir cambiando de sitio, asigún molestara a los demás con su presencia. Irse campo ajuera, ande lo llevara el viento.¿Compriende, aparcero? A caballo, 47
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Anonymous
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¿A dónde hay que ir? A todo el mundo, y ¿qué hacemos nosotros? Nos escondemos, hacemos nuestro propio club de bendiciones, nos protegemos a nosotros mismos, ¿y el mundo? ¿De qué sirve la luz que hay en nosotros si no alumbramos al mundo? No te estoy diciendo que participes de todas las cosas que hacen ellos, que sabemos que están equivocadas, si no que debemos vivir entre ellos y debemos alumbrar al mundo. Porque si no somos nosotros, ¿quién lo va a alumbrar?
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Editorial Imagen (Dios Contigo: Tu Padre quiere hablarte y tiene un mensaje para ti (Spanish Edition))
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PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned. Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: «¡Adiós, papito!» y yo fruncí el entrecejo y te respondí: «¡Ten erguidos los hombros!» Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. «¿Qué quieres ahora?» te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: «No es más que un niño, un niño pequeñito». Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
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Anonymous
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Si acudimos a Él en actitud de rebeldía, de indiferencia y de orgullo, no oiremos lo que quiere decir. Para escuchar debemos poner de manifiesto una actitud adecuada hacia Dios.
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Charles F. Stanley (Cómo escuchar la voz de Dios (Spanish Edition))
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actitud que dice: “Yo no debería estar en esta situación, sino ser tratado mejor por Dios o por la demás gente”. Es la actitud de: “A miles les puede ocurrir, ¡pero no a mí!”. Hasta que nos humillemos y notemos cuan bendecidos somos con lo que tenemos, no cesaremos de quejamos por lo que nos falta. Por ejemplo, mi esposo no es el tipo de hombre que me compra flores los días especiales, pero en cambio es muy adaptable, y alguien con quien es fácil llevarse bien. Hubo muchos cumpleaños, aniversarios, y días de amor y amistad durante los cuales consideré como una falta suya que no hiciera algo más. Él siempre me decía: “Si quieres algo, vamos y compramos cualquier cosa que esté dentro de mis posibilidades”. Pero, claro, como soy mujer, quería que él recorriera a los centros comerciales buscando algo para luego darme la sorpresa. Refunfuñaba ante el Señor, me hervía la sangre, me enojaba, me sentía ofendida y herida, y me autocompadecía. Todo esto no me hacía ningún bien, ni cambiaba un ápice a mi marido. Dave es un hombre absolutamente
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Joyce Meyer (¡Esta boca mía!: La solución de sus problemas está en su boca (Spanish Edition))
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Pensarás que no puede ser muy agradable «perderse a sí mismo»; entiendo lo que quieres decir. Pero lo que pasa es que lo que pierdes es muchísimo menos que lo que ganas. Te pierdes a ti mismo en la forma que tienes en ese momento, pero al mismo tiempo comprendes que en realidad eres algo mucho más grande. Tú eres todo el universo; tú eres el alma universal, querida Sofía. Tú eres Dios. Si tienes que soltar a Sofía Amundsen, puedes consolarte con que ese «yo cotidiano» es algo que de todos modos perderás un día. Tu verdadero yo, que sólo llegarás a conocer si consigues perderte a ti misma, es según los místicos una especie de fuego maravilloso que arde eternamente.
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Anonymous
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Acuérdate, hijo, del Señor todos los días y no quieras pecar ni transgredir sus mandamientos; practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia, 6 pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas, 7 como todos los que practican la justicia. "Haz limosma con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara. 8 Regula tu limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco, pero nunca temas dar limosna, 9 porque así te atesoras una buena reserva para el día de la necesidad. 10 Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas. 11 Don valioso es la limosma para cuantos la practican en presencia del Altísimo. 12 "Guárdate, hijo, de toda impureza y, sobre todo, toma mujer del linaje de tus padres; no tomes mujer extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas. Recuerda, hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en herencia. 13 Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni con los hijos y las hijas de tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea la ruina y prolija inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es madre de la indigencia. 14 "No retengas el salario de los que trabajan para ti; dáselo al momento. Si sirves a Dios serás recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en toda tu conducta. 15 No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. No bebas vino hasta emborracharte y no hagas de la embriaguez tu compañera de camino. 16 "Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Haz limosna de todo cuanto te sobra; y no tenga rencilla tu ojo cuando hagas limosna. 17 Esparce tu pan sobre la tumba de los justos, pero no lo des a los pecadores. 18 "Busca el consejo de los prudentes y no desprecies ningún aviso saludable. 19 Bendice al Señor Dios en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que llegen a buen fin todas tus sendas y proyectos. Pues no todas las gentes tienen consejo; es el Señor quien da todos los bienes y, cuando quiere, eleva o abata hasta lo profundo del Hades. Así, pues, hijo, recuerda estos mandamientos y no permitas que se borren de tu corazón. 20 "También quiero decirte que dejé en depósito a Gabael, hijo de Gabrí, en Ragués de Media, diez talentos de plata. 21 No debes preocuparte, hijo, porque seamos pobres. Muchos bienes posees si temes a Dios, huyes de todo pecado y haces lo que es bueno ante el Señor tu Dios.
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Isaac Meany (Biblia Católica (Spanish Edition))
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buscar la verdad divina por encima de las experiencias es la meta del hijo de Dios, lo novedoso, místico y misterioso caracteriza a los falsos maestros, ellos no deben ser oídos, cada experiencia en particular podrá aportar algo a cada quien, pero no es la norma de fe y conducta, la naturaleza o las enseñanzas experimentales de la vida tampoco, el querer lo nuestro por encima de la gloria de Dios tampoco es lo aconsejable, no somos llamados al éxito ni al positivismo, en algunos casos tampoco a la felicidad pero sí a ser discípulos del Señor Jesucristo: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
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Jairo Mendoza (Teologías Raras en la Iglesia Cristiana Hoy: ¡Ya han entrado sigilosamente y están entre nosotros! (Spanish Edition))
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Lewis, describe lo que se siente al seguir a Dios cuando se mira severa y profundamente hacia adentro. Eustaquio, un muchacho, se convierte en un enorme y horrible dragón como consecuencia de ser egoísta, testarudo e incrédulo. Quiere cambiar y volver a ser un muchacho, pero no puede hacerlo por sí mismo. Llegado el momento, el gran león Aslan (que representa a Jesús) se le aparece y lo conduce a un maravilloso manantial para que se bañe. Pero como es un dragón, no puede entrar al manantial. Aslan le dice que se desvista. Eustaquio recuerda que se puede despojar de la piel como una serpiente. Se quita una capa, la deja caer al suelo y se siente mejor. Entonces, mientras se mueve hacia el estanque, se da cuenta que todavía tiene otra capa dura, áspera y escamosa encima. Frustrado, adolorido y ansioso de llegar a ese bello baño, se pregunta a sí mismo: «¿De cuánta piel debo despojarme?» Después de tres capas, se rinde, dándose cuenta que no puede hacerlo. Aslan dice entonces: «Tendrás que dejar que te desnude». A lo que Eustaquio replica: Tenía miedo de sus garras, te puedo decir, pero ya estaba poco menos que desesperado. De manera que me dejé caer de espalda y dejé que él lo hiciera. La primera desgarradura que hizo fue tan profunda que pensé me había llegado directamente al corazón. Y cuando comenzó a tirar de la piel, dolió más que cualquier cosa que antes hubiera sentido … Despellejó las cosas bestiales —tal como pensé que lo había hecho yo mismo las otras tres veces; únicamente que no habían dolido— y ahí yacían sobre la yerba; solo que eran mucho más gruesas y oscuras, y de aspecto más espinoso de lo que habían sido las otras. Y allí estaba yo tan terso y suave … Entonces él me sujetó … y me tiró al agua. Esto provocó un escozor sin igual pero solo por un momento. Después de eso se hizo perfectamente deliciosa y tan pronto comencé a nadar y chapotear descubrí que todo el dolor de mi brazo había desaparecido. Me convertí en un muchacho de nuevo … Al ratito el león me sacó y me vistió … con sus garras … en estas ropas nuevas que llevo puestas. [énfasis añadido]4 C. S. Lewis lo describe bien: Cuando se va en esta dirección radicalmente nueva se siente como si las garras de Dios fueran tan dentro de nosotros que nos cercenan el corazón.
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Peter Scazzero (Una iglesia emocionalmente sana: Una estrategia para el discipulado que de veras cambia vidas (Emotionally Healthy Spirituality) (Spanish Edition))
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Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado. ==========
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Anonymous
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El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. JUAN 12.25 En Lucas 14.26 se nos dice que una gran multitud lo seguía y que él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí», es decir, el que quiera ser un verdadero seguidor, «y no aborrece a su padre y madre, mujer e hijos, hermanos y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo». ¿Aborrecerse uno mismo? ¡Qué verdad más tremenda! Esta no es salvación por buenas obras, sino todo lo opuesto: salvación al rechazar toda esperanza de agradar a Dios por nuestras fuerzas. Seguir a Jesús no es asunto que dependa de usted o de mí. Ser creyente no es cuestión de nosotros, no es cuestión de estima propia. Más bien es cuestión de estar hastiados de nuestro pecado y de nuestra desesperación por el perdón. Es cuestión de ver a Cristo como el invaluable Salvador del pecado, la muerte y el infierno, para que voluntariamente dejemos a un lado lo que sea necesario, aun si nos cuesta nuestra familia, nuestro matrimonio y lo que sea que atesoramos y poseemos. Hasta nos puede costar la vida, como Jesús dijo en Lucas 9.24 y lo reafirmó en 14.27: «Y el que no lleva su cruz», es decir, el que no está dispuesto a morir y dar su vida, «y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo». No puede ser más claro que esto. Si usted trata de aferrarse a sí mismo, a su plan, a su agenda, a su triunfo, a su autoestima, pierde el perdón y el cielo. La senda que Jesús seguía era la senda de la persecución y de la muerte (vea Juan 12.24–25). Así que quiere seguir a Jesús, ¿verdad? Le va a costar absolutamente todo.
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John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
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Le contaré algo que se dice en Grecia y que quizá usted ignora”, dijo: “Aquí pensamos que cada idioma está hecho para algo: el inglés, para los negocios. “A cup of tea?”, preguntan siempre antes de sentarse a discutir e intentar robarte. El alemán es un idioma de guerra, parece que caen divisiones enteras sobre ti cuando les escuchas. Los franceses han creado su lengua para el amor, y ¡ay de aquella mujer que abre sus oídos delante de un francés!, porque al momento tendrá que abrir las piernas. Si quieres hablar de filosofía, aquí está nuestra lengua griega, y no hay otra, por más que se empeñen ingleses y alemanes en meter sus verbos. Los italianos han creado su idioma para cantar a toda hora, y logran mujeres por el canto, que es la mejor manera de enamorar. Pero cuando un español habla…, ¡ah, España!, cuando ustedes los españoles hablan, oímos a los ángeles cantar. Su lengua está creada para conversar con Dios. Toda mujer que conoce a un español aspira al matrimonio”.
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Javier Reverte (Corazón de Ulises: Un viaje griego)
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Dios parece ponerse del lado del hombre que sabe exactamente lo que quiere ¡si está decidido a conseguir ESO!.
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Napoleon Hill (PIENSE Y HÁGASE RICO. Nueva traducción basada en la versión original de 1937. (Timeless Wisdom Collection nº 56) (Spanish Edition))
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Si quieres qué Dios se ría, dile tus planes.
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Paul Levine (Illegal)
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Chartrand respiró hondo. —No entiendo lo de benévolo y omnipotente. El camarlengo sonrió. —Ha estado leyendo las Escrituras. —Lo intento. —Está confuso porque la Biblia describe a Dios como una deidad benévola y omnipotente. —Exacto. —Benévolo y omnipotente significa simplemente que Dios es todopoderoso y bienintencionado. —Entiendo el concepto. Es que… parece que hay una contradicción. —Sí. La contradicción es el dolor. Guerras, enfermedades, hambre… —¡Exacto! —Chartrand sabía que el camarlengo le comprendería—. Ocurren cosas terribles en este mundo. La tragedia humana parece la prueba de que Dios no puede ser todopoderoso y bienintencionado al mismo tiempo. Si nos ama y cuenta con el poder de cambiar nuestra situación, podría ahorrarnos el dolor, ¿verdad? El camarlengo frunció el ceño. —¿Qué quiere decir? Chartrand se sintió inquieto. ¿Había sobrepasado sus límites? ¿Era uno de esos temas religiosos que no se debían sacar a colación? —Bien… Si Dios nos ama, y puede protegernos, debería hacerlo. 0 es omnipotente e indiferente, o benévolo e incapaz de ayudarnos. —¿Tiene hijos, teniente? Chartrand se ruborizó. —No, signore. —Imagine que tuviera un hijo de ocho años… ¿Le querría? —Por supuesto. —¿Haría todo cuanto estuviera en su poder por evitarle el dolor durante toda su vida? —Por supuesto. —¿Le dejaría utilizar un monopatín? Chartrand reaccionó un poco tarde. El camarlengo siempre parecía estar «al día», algo poco usual en un sacerdote. —Supongo que sí —dijo Chartrand—. Claro, le dejaría utilizar el monopatín, pero le diría que fuera con cuidado. —Como padre de ese niño, ¿le daría un buen consejo básico, para luego dejarle marchar y cometer sus propios errores? —No correría tras él y le mimaría, si se refiere a eso. —Pero ¿y si se cayera y se pelara la rodilla? —Aprendería a ser más prudente. El camarlengo sonrió. —Por lo tanto, aunque poseyera el poder de intervenir e impedir el dolor de su hijo, preferiría demostrarle su amor dejando que aprendiera por sí mismo, ¿verdad? —Por supuesto. El dolor es algo inherente a la madurez. Así aprendemos. El camarlengo asintió. —Exacto. ==========
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Anonymous
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El verdadero evangelio es un llamado a negarse a uno mismo. No es un llamado a la autorrealización. Eso lo pone contra la proclamación contemporánea del evangelio, en la que los ministros ven a Jesús como un genio utilitario. Uno frota la lámpara, Cristo sale y le dice que puede tener lo que se le antoje; uno le da la lista, y él lo cumple. Jesús lo dijo inequívoca e inescapablemente: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará» (Mateo 16.24–25). No se trata de exaltarme a mí mismo, se trata de matarme a mí mismo. Es la muerte del yo. Uno gana al perder; uno vive al morir. Ese es el mensaje central del evangelio. Esa es la esencia del discipulado. El pasaje no menciona nada de mejorar la autoestima, de ser rico y triunfante, de sentirse bien respecto a uno mismo o de tener satisfechas todas las necesidades, que es lo que muchas iglesias predican estos días a fin de dorar la píldora de la verdad. Así que, ¿quién tiene razón? ¿Es el mensaje del cristianismo de realización propia o es la negación de uno mismo? No puede ser ambas cosas. Si es cuestión de opinión, yo hago lo mío y usted hace lo suyo, y ambos nos deslizamos raudos y contentos en direcciones diferentes. Pero el cristianismo, el evangelio genuino de Jesucristo, no es cuestión de opinión. Es cuestión de verdad. Lo que usted quiere, lo que yo quiero o lo que cualquiera quiere no importa. Es lo que es… por la voluntad soberana de Dios.
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John F. MacArthur Jr. (Las lecturas diarias de MacArthur: Desatando la verdad de Dios un día a la vez (Spanish Edition))
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Si hiciste esto, puedes tener una experiencia completamente distinta, una que pueda demostrar que tu maestro o tu fuente están equivocados. En la mayoría de los casos no quieres que tus padres, tus escuelas, tus religiones, tus tradiciones, tus escrituras sagradas estén mal, así que niegas tu propia experiencia a favor de lo que te han dicho que debes pensar.
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Neale Donald Walsch (Un diálogo singular (Conversaciones con Dios, #1))
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PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. "¿Qué quieres ahora?" te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.
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Dale Carnegie (Cómo ganar amigos e influir sobre las personas: Versión completa)
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Sangre azul rojiza
Yo, como hijo de reyes,
De príncipes y de nobles,
Todos de la alta nobleza,
Santificada por Dios, sangre divina,
O, tal vez,
¿No soy yo el propio Dios, o,
Quién sabe, estoy por encima de Él?
La metadivinidad burguesa,
Esa divinización de la suciedad más podrida,
Y miran al pueblo:
¡Oh Dios! ¿Por qué hiciste
Esa chusma insensata?
Esa masa, sonriente,
Que se bendice con felicidad,
Encuentra en las alcantarillas,
Si a mí,
Ni todo el oro africano,
Ni toda la belleza de las mujeres del Oriente
Ya no me satisfacen,
Ni el buen olor del incienso, ni los palacios,
Ah, cómo detesto a la chusma,
Mientras derramo mis lágrimas viendo tragedias,
Ellos se ríen de la comedia más burlesca,
¿Qué quieres? Oh Soberano del Mundo?
Recuérdame que provengo de estas criaturas,
Que mi blancura viene del carbón,
Que mi brillo de la oscuridad,
Que mi sangre es solo agua,
Quieres recordarme que solo soy polvo engreído,
Sabios eran los romanos,
Que en las festividades,
Los esclavos se convertían en patricios,
Y los patricios se convertían en esclavos,
Para recordar la antigua regla,
El viejo pacto lupino,
Pues todos hechos de barro,
Y lavados en sangre...
César, mi querido César,
No olvides que,
Así siempre los tiranos,
Y, así, siempre los patricios,
Todos caerán,
Y perecerán,
Pues Aquel que Vivió,
En su muerte,
Aún no ha vuelto.
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Geverson Ampolini