Punta Del Este Quotes

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Sin quitarme los ojos de encima, acercó aún más su pupitre. - ¿Sabes una cosa? - ¿Qué? - Que he entrado en tu blog. Ay, Dios. ¿Cómo lo había encontrado? Un momento; la pregunta que debía hacerme era la siguiente: ¿por qué lo había encontrado? Mi blog no podía buscarse a través de Google...Estaba flipando en colores. - Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento? - Ni en sueños, gatita - Sonrió - Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad? Puse los ojos en blanco. - Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon. (pág.154) - ¿Me estás preguntando si me atraen las humanas? - dijo. El pelo le caía hacia delante en ondas. Unas gotitas de agua le recorrían los mechones y acababan salpicándome la mejilla - ¿O si eres tú la que me atrae? Con las manos apoyadas en la roca, fue acercándose a mí lentamente. Muy pronto nos separaban sólo unos milímetros...Sentía su respiración como si fuera la mía, y cuando movió las caderas abrí los ojos y ahogué un grito. Vaya que si funcionaba la cosa...Me despejó la duda de un plumazo. (pág. 240) - Sí que es importante el helado - dije. - Es mi vida entera.- Dee tiró el monedero a Daemon, pero erró el objetivo - ¡Y tú me lo has quitado! (pág. 258 NUNCA TE METAS ENTRE DEE Y SU COMIDA, Y MENOS SI SE TRATA DE HELADO) - ¿Lo estás pasando bien con...Ash? - ¿Y tú con tu amiguito el pulpo? Me mordí el larbio. - Qué simpático eres, como siempre. ... - Estás...muy guapa, por cierto. Demasiado guapa para estar con ese idiota. Me sonrojé y bajé la vista. - ¿Te has tomado algo? - Pues no, la verdad. ¿Por qué me lo preguntas, si puede saberse? - Porque nunca me dices nada agradable. - Touché. (pág. 303) - Recuérdame...que no te haga enfadar nunca más ¡La leche! ¿Eres agente secreto en tus ratos libres? ... Me recorrió la espalda con sus brazos y hundió una mano en los rizos que se me habían soltado del moño. - No me has hecho caso - susurró contra mi hombro. - Nunca te hago caso. (pág. 327) Daemon murmuró algo en un idioma desconocido. Era una lengua dulce y bonita. Mágica. De otro planeta. Podría haberlo despertado, pero no lo hice sin saber demasiado bien por qué. La emoción que sentía por el contacto con su piel era más fuerte que todo lo demás. Daemon tenía una mano en el borde de mi camiseta, y los dedos encima del pedazo de piel que había entre el borde de la camiseta y la cinturilla de los pantalones de pijama. La mano empezaba a abrirse paso por debajo de la camiseta, a través de mi estómago, en la parte en que este empieza a descender. El pulso se me desbocó. Me rozó las costillas con la punta de los dedos. Su cuerpo se movió y sentí su rodilla contra mí. (pág. 338) O.O o_O OMG - Gatita - Ni aunque fueras el último ser con aspecto humano sobre la faz de la Tierra ¿Ahora lo entiendes? ¿Capiche? ... - Ademñas, no me atraes nada - Mentira podrida - Pero vamos, nada de nada. Eres... De repente Daemon estaba delante de mí, a apenas un centímetro de mi rostro. - ¿Qué soy? - Ignorante -¿Y qué más? - Prepotente, controlador...-...- Y un...cretino. - Venga ya, gatita, seguro que puedes hacerlo mejor - ... - Todavía no me creo que no te sientas atraída por mí. (pág. 360) - Seguro que hasta sueñas conmigo - Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban - Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito. Me reí. - En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que... Daemon me besó (pág.361) Una sonrisa pícara se le asomó a los labios. - ¿Te das cuenta de que me encantan los retos? Me reí entre dientes y me volví hacia la puerta mientras le dedicaba un gesto grosero con el dedo corazón. - Y a mí, Daemon; y a mí. (pág. 414)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Vitruvio describió con todo detalle las proporciones de este «cuerpo de un hombre bien formado» que debía determinar la composición de los templos. La distancia de la barbilla a la parte superior de la frente tenía que ser la décima parte de su altura total, comenzaba, y seguía con numerosas precisiones más: «Si nos referimos al pie, equivale a una sexta parte de la altura del cuerpo; el codo, una cuarta parte, y el pecho equivale igualmente a una cuarta parte. Los restantes miembros guardan también una proporción de simetría, de la que se sirvieron los antiguos pintores y escultores famosos, alcanzando una extraordinaria consideración y fama». Las descripciones de Vitruvio de las proporciones humanas llevarían a Leonardo, como parte de los estudios de anatomía que acababa de comenzar en 1489, a compilar un conjunto similar de medidas. En términos más generales, la convicción de Vitruvio de que las proporciones del hombre resultan análogas a las de un templo bien concebido —y al macrocosmos del mundo— se convirtió en el centro de la cosmovisión de Leonardo. Después de detallar las proporciones humanas, Vitruvio pasaba a describir, en una célebre representación, la forma de inscribir a un hombre en un círculo y un cuadrado para determinar la proporción ideal de un templo: Exactamente de igual manera, las partes de los templos deben guardar una proporción de simetría perfectamente apropiada de cada una de ellas respecto al conjunto total en su completa dimensión. El ombligo es el punto central natural del cuerpo humano. En efecto, si se coloca un hombre boca arriba, con sus manos y sus pies estirados, situando el centro del compás en su ombligo y trazando una circunferencia, esta tocaría la punta de ambas manos y los dedos de los pies. La figura circular trazada sobre el cuerpo humano nos posibilita el lograr también un cuadrado: si se mide desde la planta de los pies hasta la coronilla, la medida resultante será la misma que la que se da entre las puntas de los dedos con los brazos extendidos; exactamente su anchura mide lo mismo que su altura, como los cuadrados que trazamos con la escuadra.[18] Era una imagen muy potente. Sin embargo, hasta donde sabemos, nadie relevante había hecho un dibujo serio y preciso a partir de esta en los quince siglos transcurridos desde que Vitruvio redactara su descripción hasta que, de pronto, alrededor de 1490, Leonardo y sus amigos procedieron a abordar esta figura del hombre abierto de brazos y piernas en el centro de una iglesia y del universo. Francesco dibujó por lo menos tres versiones para acompañar su tratado y su traducción de Vitruvio. Una de ellas es una imagen agradable y risueña de un hombre inserto en un círculo y un cuadrado (figura 43). Constituye un dibujo más sugerente que exacto. El círculo, el cuadrado y el cuerpo no pretenden indicar las proporciones, sino que se muestran con cierta despreocupación. En otros dos dibujos de Francesco (figuras 44 y 45) se ve a un hombre de proporciones más cuidadas dentro de un trazado de círculos y cuadrados en forma de planta de iglesia. De ninguno de estos dibujos puede decirse que sea una obra de arte imperecedera, pero demuestran que tanto Francesco como Leonardo, en el momento de su viaje a Pavía en 1490, se hallaban hechizados con la imagen que Vitruvio había concebido.
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Buenos Aires sólo tiene 50 días, a lo sumo, de calores fuertes y no alcanzan a 60 días los fríos o lluviosos, a los que opone una temperatura media, una abundancia de días luminosos, de cielos increíblemente azules y de noches maravillosamente estrelladas, como creo que hay en pocas ciudades en el mundo. Pero el tipo, en cuanto transpira un poquito y no puede estar en Mar del Plata o en Punta del Este, sólo atina a decir: "¡Esta ciudad de m...!".
Anonymous
Cuando salió, no lo vio. Solo quedaban los restos de una noche con compañía masculina. Raquel empezó a buscar entre su extensa colección de stilettos un par que combinara con su traje negro de Armani. —¿Te apetece un zumito, reina? —El camarero de El Confidente traía una bandeja con dos vasos de zumo recién exprimido, un par de cafés aguados y unas tostadas—. Tu despensa es una calamidad, chica. No sé cómo puedes tomarte este café soluble asquerosillo. Y tampoco tienes bollos, ni nada que ponerle a las tostadas… —Pues comes lo que te apetezca cuando salgas a la calle. —¡Joder! Pero qué bordes sois las tías… Eso es culpa del feminismo. Si no fuera por esa demagogia feministilla, serías tú quien me hiciera el desayuno y además te quedarías calladita y sonriendo a tu macho. —Si no fuera por el feminismo, no podrías tirarte a todas tus clientas, rico. Miguel soltó una carcajada sonora y franca. —¡Me hago feminista! ¿Dónde me hago el carné de socio? —repuso levantando el brazo. A Raquel se le escapó una risa resignada. Cogió unos zapatos cerrados de Jimmy Choo con estampado de cebra, punta estrecha y tacón altísimo.
Nieves García Bautista (El amor huele a café)
La velocidad tiene sus cosas buenas y también sus desventajas. Por un lado, la inmediatez de poder ser localizado desde la otra punta del mundo nos conecta a este, pero a la vez también nos genera un plus de ansiedad. Ya no tenemos la serenidad ni la paz de que disponíamos antes. Confundimos el hecho de tener amigos en redes sociales como el Facebook, donde te agregan con un solo clic, con la profundidad de las relaciones que exigen tiempo y experiencias compartidas.
Enrique Rojas (No te rindas (Vivir Mejor) (Spanish Edition))
Cierre los ojos sin hacer fuerza. Concéntrese primero en la respiración, imaginándose que cada vez que espira expulsa todas las tensiones de su cuerpo y cada vez que inspira absorbe una hermosa energía. Después fije la atención en las distintas partes del cuerpo. Relaje los músculos de la cara, de la mandíbula, del cuello y de los hombros. Pase luego a la espalda, al abdomen, a las piernas. La respiración tiene que ser constante, calmada: inspire energía y espire tensión. A continuación, tras haber relajado todos los músculos, visualice una luz hermosa por encima de la cabeza, una luz curativa que fluye hacia el interior de su cuerpo desde la coronilla y hasta las puntas de los dedos de los pies, que va calentándose y aumentando su potencia curativa al ir descendiendo. Cuando yo dirijo el ejercicio, llegado este punto cuento del diez al uno, pero si está solo no tiene por qué hacerlo.
Brian L. Weiss (Muchos cuerpos, una misma alma)
Cuando regresó, el hijo del posadero le entregó las ropas del guerrero, limpias y dobladas. Mikhon Tiq las subió al sobrado y las colocó en orden junto a sus armas. Eran ropas de estilo Ainari, aunque mezclado con algunos detalles bárbaros del Norte. Las botas, que el propio rapaz había encerado, estaban arrugadas en los tobillos, casi cuarteadas; botas de espadachín acostumbrado a doblar las piernas y girar los pies en la danza del combate. Las mangas de la casaca eran amplias. Sin duda su dueño las utilizaba para guardar en ellas las manos y ocultar así las emociones, según la costumbre de Áinar. Pero tenían corchetes de latón para que, llegado el momento de la pelea, pudieran ceñirse a las muñecas y no estorbar los movimientos. El talabarte, ya descolorido, tenía una pequeña vaina a la derecha para el colmillo de diente de sable que sólo los Tahedoranes podían llevar. A la izquierda había dos trabillas de piel con sendas hebillas para colgar la funda de la espada. Éste era otro detalle que lo delataba. Los guerreros normales llevan una sola hebilla, de forma que la espada cuelgue junto al muslo. Los maestros de la espada, sean Ibtahanes o Tahedoranes, necesitan dos para que la espada se mantenga horizontal; de esta manera pueden sujetar la vaina con la mano izquierda y extraer el arma a una velocidad fulgurante, en el movimiento letal conocido como Yagartéi que es en sí mismo un arte marcial. Pero lo que más llamaba la atención de Mikhon Tiq era la propia espada. Hacía años que no veía una auténtica arma de Tahedorán. La funda era de cuero repujado, reforzada con guarnición y punta de metal, y con dos pequeños bolsillos a ambos lados. Uno de ellos contenía una navaja con un pequeño gavilán en forma de gancho; de este modo servía de arma y a la vez de herramienta para desmontar la empuñadura de su hermana mayor. En la otra abertura había papel de esmeril para sacar filo a la hoja; aunque un Tahedorán sólo haría esto en una emergencia, pues los aceros dignos de tal nombre deben ser bruñidos y afilados por maestros pulidores. En torno a la empuñadura de la espada corría una fina tira de piel, enrollada y apretada con fuerza para evitar que la mano resbalara al aferrarla. Mikhon Tiq miró de reojo a Linar. Tenía el ojo cerrado; o dormía o estaba encerrado en su mundo interior. En cuanto al guerrero, su respiración bajo la manta era profunda y pausada. Mikhon Tiq sintió la tentación de desenvainar la espada para examinar la hoja. Pero aquello habría sido una afrenta, como desnudar a una doncella dormida, así que apartó las manos del arma y procuró pensar en otras cosas.
Javier Negrete (La Espada de Fuego (Saga de Tramórea, #1))
Harry parpadeó. Los ojos de Snape brillaban. —Veamos, veamos... —susurró, sacando la varita y des­plegando el mapa sobre la mesa—. ¡Revela tu secreto! —dijo, tocando el pergamino con la punta de la varita. No ocurrió nada. Harry enlazó las manos para evitar que temblaran. —¡Muéstrate! —dijo Snape, golpeando el mapa con energía. Siguió en blanco. Harry respiró aliviado. —¡Severus Snape, profesor de este colegio, te ordena en­señar la información que ocultas! —dijo Snape, volviendo a golpear el mapa con la varita. Como si una mano invisible escribiera sobre él, en la lisa superficie del mapa fueron apareciendo algunas palabras: «El señor Lunático presenta sus respetos al profesor Snape y le ruega que aparte la narizota de los asuntos que no le atañen.» Snape se quedó helado. Harry contempló el mensaje es­tupefacto. Pero el mapa no se detuvo allí. Aparecieron más cosas escritas debajo de las primeras líneas: «El señor Cor­namenta está de acuerdo con el señor Lunático y sólo quisie­ra añadir que el profesor Snape es feo e imbécil.» Habría resultado muy gracioso en otra situación menos grave. Y había más: «El señor Canuto quisiera hacer constar su estupefacción ante el hecho de que un idiota semejante haya llegado a profesor.» Harry cerró los ojos horrorizado. Al abrirlos, el mapa ha­bía añadido las últimas palabras: «El señor Colagusano sa­luda al profesor Snape y le aconseja que se lave el pelo, el muy sucio.» Harry aguardó el golpe. —Bueno... —dijo Snape con voz suave—. Ya veremos.
J.K. Rowling
Que después de 13 años juntos, hecho polvo e inválido el chucho de las patas traseras, le cogió la cabeza entre las manos, y el viejo labrador estuvo moviendo el rabo y mirándolo a los ojos hasta el final, llevándose su cara, su sonrisa y sus cinco litros de lagrimas, como ultima imagen de esta vida. ¿Y saben lo que les digo?... Podría desaparecer la humanidad entera. Podrían diezmarnos las catástrofes y las guerras y caer chuzos de punta e irnos todos a tomar por saco, y el planeta Tierra no perdería gran cosa. Al contrario: ganaría en armonía natural y en alivio. Pero cada vez que desaparece un animal silencioso, bueno y leal como era el perro del que les hablo --- se llamaba Sombra ---, este mundo de mierda resulta menos generoso, menos habitable y menos noble.
Arturo Pérez-Reverte
El fiscal federal Jeffrey Sloman afirmó que “el flagrante desprecio de Wachovia hacia nuestras leyes bancarias le dio a los cárteles internacionales de la cocaína una virtual carta blanca para financiar sus operaciones”. Lo peor es que la multa total “significó menos de 2% de los 12.3 mil millones de dólares en ganancias que el banco obtuvo en 2009”. La conclusión del reportaje sobre este caso es que se trata solamente de la punta de un iceberg que exhibe el papel del sistema bancario “legal” de Estados Unidos en el lavado de cientos de miles de millones de dólares, “dinero sucio del tráfico asesino de drogas de México y otras partes del mundo”, a través de operaciones globales. Martin Woods, británico, ex funcionario investigador de Wachovia, pese a haber recibido advertencias y amenazas, ubicó transferencias por 373.6 mil millones de dólares vía casas de cambio y otros 4.7 mil millones en efectivo depositados en sumas cuantiosas en cada ocasión y aceptadas por Wachovia Bank entre el 1° de mayo de 2004 y el 31 de mayo de 2007. El total, en efecto, es difícil de imaginar: 378.3 mil millones de dólares.
José Reveles (El Chapo: entrega y traición)
El Che Guevara prometió en la Conferencia de Punta del Este que en diez años la economía cubana alcanzaría la de los Estados Unidos. Al reformismo burgués de Kennedy opuso la revolución popular de Fidel. Ante
Marcos Aguinis (La pasión según Carmela)
¿Qué hemos de contestarle a esta mujer casada que pretende divorciarse? ¿Lo que dicen las leyes? No. Lo que interesa a sus hijos y a la ejemplaridad pública. ¿Qué diremos a este propietario que quiere discutir con su colindante? ¿Lo que manda el Código Civil? No. Lo que conviene a su bolsillo, atendidas las circunstancias del caso y los gastos del pleito. ¿Qué aconsejaremos a este patrono intransigente que se empeña en llevar a punta de lanza sus desavenencias con un operario? ¿Lo que preceptúe la ley? No. Lo que asegure la cordialidad de relaciones para el desenvolvimiento de la industria. ¿A dónde miraremos para asesorar a los que quieren constituir una sociedad industrial? ¿Al texto preciso del código, de la Ley del Timbre y del impuesto de Derechos Reales? No. A las condiciones que prácticamente hagan el empeño más viable y fácil para sus autores y más provechoso para el cuerpo social.
Ángel Ossorio y Gallardo (El alma de la toga (Spanish Edition))
Dijo Cánovas —¿lo recuerdan?— que «español es el que no puede ser otra cosa». Parece, escéptico lector, que ya vamos siendo otras muchas cosas que acabarán por excluir a España, dejando tan solo su cáscara y su sombra en los libros de historia, un capítulo que quizá con el tiempo se reduzca a una nota a pie de página en la que se preserve el recuerdo de este país de conejos, que un día existió en la punta de Europa, como se preserva el de Nínive, o el del Imperio austrohúngaro, aquel de los valses y de los vistosos uniformes.
Juan Eslava Galán (Historia de España contada para escépticos (Historia para escépticos) (Spanish Edition))
Si eres rico y feliz, muy bien. Pero si no lo eres, te invito a que consideres algunas posibilidades que puede que no cuadren con lo que actualmente piensas que está bien o incluso con lo que crees que es adecuado para ti. Aun cuando te sugiera que «no creas una palabra de lo que te diga» y quiera que pongas a prueba estos conceptos en tu propia vida, voy a pedirte que confíes en las ideas que estás leyendo. No porque me conozcas personalmente, sino porque miles y miles de personas han transformado ya su vida como resultado de los principios que se exponen en este libro. Y hablando de confianza, esto me recuerda uno de mis chistes favoritos. Se trata de un hombre que va caminando junto a un precipicio cuando, de repente, pierde el equilibrio, resbala y cae. Por suerte, tiene el suficiente aplomo para agarrarse al saliente, y se queda allí colgado, aferrándose desesperadamente con la punta de los dedos al saliente de la roca, mientras su cuerpo cuelga en el vacío. Casi sin fuerzas, al final grita: «¿Hay alguien ahí arriba que pueda ayudarme?». De pronto se percibe una voz poderosa como un trueno: «Soy Dios. Yo puedo ayudarte. Tú suéltate y confía». A continuación se oye: «¿Hay alguien más ahí arriba que pueda ayudarme?». La lección es sencilla: si quieres pasar a un nivel superior de vida tienes que estar dispuesto a desprenderte de algunos de tus antiguos modos de pensar y de ser, y a adoptar otros nuevos. Los resultados, a la larga, hablarán por sí mismos. PRIMERA PARTE Tu patrón del dinero Vivimos en un mundo de dualidades: arriba y abajo, luz y oscuridad, caliente y frío, dentro y fuera, deprisa y despacio, derecha e izquierda… Éstos no son sino unos pocos ejemplos de los miles de polos opuestos. Para que exista un polo debe existir también el otro. ¿Es
T. Harv Eker (Los secretos de la mente millonaria)
El viajero lo saborea todo con sus veinte sentidos, y encuentra aún que son pocos, aunque sea capaz, por ejemplo, y por eso se contenta con los cinco que trajo al nacer, de oír lo que ve, de ver lo que oye, oler lo que siente en las puntas de los dedos y saborear en la lengua la sal que en este momento exacto está oyendo y viendo en la ola que viene del mar abierto.
José Saramago (Viaje a Portugal)
«El pueblo que compra manda, el pueblo que vende sirve; hay que equilibrar el comercio para asegurar la libertad; el pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse vende a más de uno», había dicho Martí y repitió el Che Guevara en la conferencia de la OEA, en Punta del Este, en 1961.
Eduardo Galeano (Las venas abiertas de América Latina)
Si Kittel ha sido el más rápido comparativamente durante las últimas temporadas, no hay duda de que el hombre con mayor futuro es Fernando Gaviria. La velocidad punta de este tío asusta. En el Quick-Step lo han tutelado de manera excepcional, y apenas tiene veintitrés años. Está claro que habrá más gente que complete su generación, pero van a tener que ser muy rápidos para que Fernando no sea el amo del castillo durante los próximos años.
Peter Sagan (Sagan: Mi Mundo)
No creo que mi difunto padre me esté observando. Pero su cuerpo está enterrado en este jardín, lo que queda del jardín de mi madre, rodeado por babosas, arañas camello, lombrices, hormigas, cucarrones y cochinillas. Quizá haya incluso algún escorpión que se pose junto al rostro medio descompuesto de mi padre y juntos parecen los dibujos de la tumba de un faraón egipcio.Lo enterramos cerca del lugar donde descanso, detrás de estas estatuas de piedra. Si escarbo toda la noche podría encontrarlo, quién sabe si le agarraría primero las manos o los pies o la punta del pantalón del traje negro. Quién sabe cómo se habrá acomodado su cadáver para descansar en paz. Lo enterramos sin ni siquiera cambiarle el viejo traje ese que llevaba puesto, porque el cuerpo ya olía.
Natalia García Freire (Nuestra piel muerta)
De mister Churchill a mister Balfour 26 de mayo de 1915 Le dejo a usted una tarea de gran dificultad y que requiere una atención inmediata: la protección de la flota de los Dardanelos contra los ataques submarinos. No subestime la gravedad de este peligro. Hasta que pueda ser contrarrestado, las consecuencias pueden no tener límite. Durante estos quince días, no he tenido la autoridad necesaria para tomar decisiones importantes. Su espíritu claro y su juicio tranquilo darán el impulso necesario. Por mi parte, le dejo las notas que siguen por si quiere tenerlas en cuenta: 1. Conviene proseguir las operaciones militares al ritmo más acelerado posible, a fin de acortar el período peligroso. Todas las fuerzas necesarias que puedan estar disponibles y ser allí empleadas han de enviarse de una vez e inmediatamente. 2. Hasta que puedan reanudarse estas operaciones militares definitivas, la escuadra ha de permanecer segura en el puerto de Mudros o en el canal de Suez. Los buques indispensables para la protección de las tropas han de protegerse con barcos carboneros o transportes varios, amarrados a sus costados, hasta que hayan llegado las chalupas provistas de redes contra torpedos. 3. Tan pronto como sea posible, es preciso enviar buques protegidos contra los torpedos. Como indicaba en mi nota del día 13 del corriente al primer lord naval, los nueve monitores pesados han de ser enviados en cuanto vayan estando listos y también los cuatro Edgars provistos de bulges,112 que harán las veces de baterías de calibre mediano para fines de bombardeo. En los Edgars se han perdido quince días con este intermedio. Hasta que lleguen estos buques y mientras no se emprendan operaciones terrestres definitivas, hay que reducir la exposición de los barcos tanto como sea posible. 4. Hay que enviar al menos cien chalupas y remolcadores con 95 millas de redes indicadoras y ocho destructores más, que, de paso, escoltarán a los transportes; todo ello aparte de las otras medidas ya tomadas y que le serán expuestas. 5. La protección contra los submarinos ha de organizarse alrededor de la punta de la península de Gallípoli a partir de una gran zona rodeada de redes y ocupada por gran número de chalupas armadas y de hidros constantemente preparados. Insisto en que ha de actuarse enérgicamente y en gran escala. Por lo demás, se ha hecho ya mucho en este sentido. 6. Han de apresurarse las medidas para vigilar y proveer de redes la salida del Adriático, para buscar las probables bases de submarinos de la costa de Asia Menor, a fin de obstruirlas con minas, y organizar un vasto sistema de información sin reparar en gastos, cosas todas que han sido ya empezadas. 7. Hay que soportar con entereza todas las pérdidas. Le deseo de corazón que triunfe en este y en todos los demás asuntos angustiosos que le han sido confiados y que ha aceptado usted tan leal y valerosamente. Así terminó mi administración en el Almirantazgo. Durante treinta y dos meses de preparación y diez de guerra, había sostenido la primera responsabilidad y dispuesto del poder ejecutivo.
Winston S. Churchill (La crisis mundial. Su historia definitiva de la Primera Guerra mundial 1911-1918)