Porque No Los Dos Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Porque No Los Dos. Here they are! All 100 of them:

Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado...
Julio Cortázar
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado.
Julio Cortázar
Mark Twain dijo: “Los dos días más importantes de tu vida es el día en que naces y el día en que descubres por qué.” No recuerdo el día en que nací, pero recuerdo el día en que descubrí por qué. Su nombre era Deuce. Él era mi “por qué” Y esta es nuestra historia. No es una bonita. Algunas partes de ella son francamente feas. Pero es nuestra. Y porque creo que todo pasa por una razón, no cambiaría nada.
Madeline Sheehan (Undeniable (Undeniable, #1))
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa,
Julio Cortázar (Hopscotch)
Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo, pero también te garantizo que si no te pido que seas mío me arrepentiré durante el resto de mi vida porque sé en lo más profundo de mi ser que estás hecho para mí.
Pablo Neruda
¿Quieres que me ponga algo que aumente las posibilidades de que no subamos las persianas inmediatamente después del beso de bienvenida porque ninguno de los dos tendrá las manos libres?
Daniel Glattauer (Gut gegen Nordwind (Gut gegen Nordwind, #1))
Ayer de tarde estábamos sentados junto a la mesa. No hacíamos nada, ni siquiera hablábamos. Yo tenía apoyada mi mano sobre un cenicero sin ceniza. Estábamos tristes: eso era lo que estábamos, tristes. Pero era una tristeza dulce, casi una paz. Ella me estaba mirando y de pronto movió los labios para decir dos palabras. Dijo: Te quiero. Entonces me di cuenta de que era la primera vez que me lo decía, más aún, que era la primera vez que lo decía a alguien. Isabel me lo hubiera repetido veinte veces por noche. Para Isabel, repetirlo era como otro beso, era un simple resorte del juego amoroso. Avellaneda, en cambio, lo había dicho una vez, la necesaria. Quizá ya no precise decirlo más, porque no es juego: es una esencia.
Mario Benedetti (La tregua)
Por primera vez sintió que la inmensa distancia que los separaba era insignificante. Estaba convencida de que él seguía en el mismo sitio, donde ya le había escrito algunas veces, muchos años antes. Porque estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que sólo podía existir entre dos personas como ellos: dos soledades que se reconocían.
Paolo Giordano (The Solitude of Prime Numbers)
En el mismo tiempo, cada uno vive historias diferentes. Es injusto enfadarse porque el otro actúe de forma distinta. Los momentos son iguales, pero los mundos no. Lo que hay en la cabeza y en el corazón de dos seres que comparten un espacio puede estar distanciado por miles de kilómetros.
Carlos Cuauhtémoc Sánchez (La fuerza de Sheccid)
«Cada uno escribe su destino con las cosas que hace diariamente. Si nos estamos encontrando tanto, es porque los dos queremos.»
Iris Mackenzie (Cortocircuito)
Compañera usted sabe que puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles ni piense qué delirio a pesar de la veta o tal vez porque existe usted puede contar conmigo si otras veces me encuentra huraño sin motivo no piense qué flojera igual puede contar conmigo pero hagamos un trato yo quisiera contar con usted es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo
Mario Benedetti
—Entonces, ¿por qué eliges este momento para creer que te quiero? —Porque estabas dispuesto a dejarme salir de tu vida si yo elegía a otra persona. Dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas y Gabriel las detuvo con los dedos. —Eso es lo que pasa cuando quieres a alguien. Quieres que ese alguien sea feliz.
Sylvain Reynard (Gabriel's Rapture (Gabriel's Inferno, #2))
No hay casualidades sino destinos. No se encuentra sino lo que se busca, y se busca lo que en cierto modo está escondido en lo más profundo y oscuro de nuestro corazón. Porque si no, ¿cómo el encuentro con una misma persona no produce en dos seres los mismos resultados? ¿Por qué a uno el encuentro con un revolucionario lo lleva a la revolución y al otro lo deja indiferente? Razón por la cual parece como que uno termina por encontrarse al final con las personas que debe encontrar, quedando así la casualidad reducida a límites muy modestos. De modo que esos encuentros que en la vida de cada uno nos parecen asombrosos, no son otra cosa que la consecuencia de esas fuerzas desconocidas que nos aproximan a través de la multitud indiferente, como las limaduras de hierro se orientan a distancia hasta los polos de un poderoso imán; movimientos; movimientos que constituirían motivo de asombro para las limaduras si tuviesen alguna conciencia de sus actos sin alcanzar a tener, empero, un conocimiento pleno y total de la realidad. Así, marchamos un poco sonámbulos, hacia los seres que de algún modo son desde el comienzo nuestros destinatarios.
Ernesto Sabato (Sobre héroes y tumbas)
...nunca me retracté de esta y de otras mentiras porque ella se mostraba encantada con mis invenciones, y a mí me ocurría otro tanto con las suyas, y es que aquel acuerdo tácito nos interesaba mucho a los dos porque nos permitía huir de nosotros mismos y nos proporcionaba esa serenidad que se desprende de una unión entre dos seres de ficción, una serenidad ficticia que hasta entonces no habíamos nunca conocido, y es que nada, pensaba yo, tranquiliza tanto como una máscara.
Enrique Vila-Matas (Una casa para siempre)
Todas las chicas tienen el corazón roto. Las carreteras están atascadas durante el fin de semana. Todo el mundo quiere estar lejos de donde ha nacido. Al menos el viernes por la noche. Los bares ya no dan dos por una y en esta ciudad tienes que ganar mucho para poder beber en el centro. Los camareros han enterrado sus sonrisas porque es viernes por la noche y la gente coge todo lo que brilla. Con o sin permiso. Las niñas bonitas siempre son las que están más tristes porque saben que hay más tipos dispuestos a hacerles daño. Las niñas feas se dejan ir y bailan toda la noche solas, o unas con otras y no tienen suerte ni atrayendo las desgracias. Los tíos con coche juegan con los dados trucados y los que tienen dinero nos están viendo a todos las cartas. Las madres no duermen en toda la noche porque saben que duele pero también saben que no hay nada mejor y no acaban de decidir qué es lo más peligroso. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos. Sé que no puedo esperar que estés siempre sola, lo único que te pido es que no te lo creas todo. No te fíes de los anillos de oro, ni de las carrozas de plata. Todos mentimos bien los viernes por la noche.
Ray Loriga (Héroes)
Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero.
Julio Cortázar (Hopscotch)
—¿Pero qué diantres pasa con ustedes dos? ¡Qué bicho les ha picado o qué carajos han comido para que estén así! Compórtense o los boto del grupo y ya sabrán a que cristiano echarse porque ni una uña les daré del mío.
Veronica Villanueva B/Pen: Jane Louis Goodwill (Cuentos de medianoche)
—Gracias. Resulta que estuve a punto de volverme loco porque pensaba que habías muerto, y tuvieron que ponerme a un guardián para que no me abriera las venas o me arrancase yo mismo el corazón. Aunque, conscientemente, sabía que no ibas a morir; pero no podía soportar vivir en un mundo en el que no existieras. —Eso es de Crepúsculo. —Replicó ella anonadada por la increíble imagen que presentaban ambos juntos. Rubios los dos, él hecho polvo y ella medio desnuda—. Incluso yo la he visto.
Lena Valenti (El libro de la alquimista (Saga Vanir #6))
Que significa 'amar'? Durante anios he pensado que significa conocer a la otra persona..., conocerla perfectamente, con todos sus secretos; conocer cada rincon de su cuerpo, cada reflejo; conocer a fondo su alma, cada una de sus emociones... Quizas sea eso, quizas conocer sea lo mismo que amar. Pero eso solo es una teoria. Despues de todo, que quiere decir conocer? Cuanto se puede conocer a un ser humano? Hasta donde se puede seguir a un alma desconocida? Hasta sus suenios? Y luego adonde? No se puede acompaniar a nadie a su inconsciente. Ni siquiera es necesario esperar a que ella cierre los ojos, se despida de mi y se retire a ese otro mundo, al mundo que llamamos de la noche... Porque existen dos mundos y uno esta mas alla del espacio conocido en el que vivimos, y quizas en ese otro mundo vivamos de manera mas real que en el espacio y en el tiempo...Ahora ya se con certeza que hay otro lugar que es solo nuestro, la propiedad privada de cada uno. (...) Aunque todavia sigo sin saber lo que significa amar... Acaso se puede saber? Y de que sirve saberlo? No tiene nada que ver con la razon. Seguramente el amor es algo mas que el conocimiento. Conocer a alguien no es mucho, tiene unos limites... Amar debe ser algo parecido a seguir el mismo ritmo, una casualidad tan maravillosa como si en el universo hubiese dos meteoros con la misma trayectoria, la misma orbita y la misma materia. Una casualidad tal que no se puede ni calcular ni prever. Tal vez ni exista siquiera (...) Dos personas a las que les gustan las mismas comidas y la misma musica, que caminan al mismo ritmo por la calley que se buscan al mismo ritmo en la cama: quizas sea eso el amor. Que cosa mas rara debe de ser! Como un milagro... Yo imagino que los encuentros de ese tipo deben de ser misticos. La vida real no se basa en tales probabilidades. Creo que las personas que siguen el mismo ritmo, que segregan sus hormonas al mismo tiempo, que piensan lo mismo de las cosas y lo expresan con palabras identicas... bueno, creo que eso no existe. Una de las dos sera mas lenta y la otra mas rapida, una es timida, la otra osada, una ardiente, la otra tibia. Asi es como hay que tomar la vida, los encuentros... Hay que aceptar la felicidad asi, en su estado imperfecto.
Sándor Márai (Divorce à Buda)
Hay dos tipos de secretos: los que se guardan y los que se esconden. Guardamos secretos para ayudar a otros. Y los escondemos para protegernos a nosotros mismos. Porque hay secretos que pueden romper corazones y destruir vidas.
Maria Martinez (Tú, yo y un tal vez)
Si me dijeran: te quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante las veinticuatro horas de cada uno de los días que vas a vivir?, yo respondería: dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos; porque el sueño sólo existe por el recuerdo que lo acaricia.
Luis Buñuel (My Last Sigh)
Le pareció que dulcemente una de las dos lloraba. Debía ser ella porque sintió mojadas las mejillas, y el pómulo mismo doliéndole como si tuviera allí un golpe. También el cuello, y de pronto los hombros, agobiados por fatigas incontables. Al abrir los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De frío, porque la nieve le estaba entrando por los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo un poco suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara y yéndose. (Lejana)
Julio Cortázar (Bestiario)
No queremos grandes palabras de amor, sino pequeños actos. Un beso antes de irnos a trabajar o un pastelito de crema porque nos ha bajado la regla. Y, poco a poco, los discursos empiezan a sobrarnos y aprendemos a vivir sin ponerle letras a lo que sentimos. Preguntamos a veces: «¿me quieres?». Y con un sí nos basta. Y nosotras también concentramos en esas dos palabras todo lo que significa el otro. Pero nos olvidamos de que también es agradable escuchar el porqué de esa respuesta.
Elísabet Benavent (Alguien como tú (Mi elección #2))
Pero eso de que una persona te deje de hablar porque ya se enteró de que te gusta, o que tengas que esperarte tres meses para dar un beso que los dos quieren porque si no te van a acusar de fácil, es horrible. De hecho, creo que las femmes fatales son tan tradicionales y aburridas como las que cocinan pastelitos y esperan al príncipe azul, porque a fin de cuentas también se dedican a ser un cliché del tamaño del mundo y a reprimirse solitas para ser lo que los fulanos esperan de ellas.
Raquel Castro (Ojos llenos de sombra)
Los puñetazos del corazón contra el pecho. Dos golpes: estoy libre, estoy vivo. Esa necesidad de caminar en cualquier dirección y sin plazo; caminar porque sí, porque quiero, porque se me da la gana. La libertad.
Eduardo Galeano
- Y... ella... ¿también te ama? - Eso espero, si no, no importa -soltó despreocupado. - ¿No? - No, porque me dedicaría toda la vida a enamorarla. - Y... ¿si no lo lograras? - Con lo que siento, alcanzaría para los dos...
Ana Coello (Belleza atormentada (Bilogía Atormentados, #1))
Hay amores que no lo abarcan todo. A veces las personas se separan simplemente porque no estaban bien en esa pareja. A veces el divorcio no es una pérdida que sacude los cimientos de todo. A veces, simplemente, son dos personas que despiertan de un estupor.
Taylor Jenkins Reid (The Seven Husbands of Evelyn Hugo)
Tal vez yo no merezco preguntarte esto, pero lo haré de todos modos. Quiero otra oportunidad. Quiero que estemos juntos, sin nada entre nosotros. Sin necesidad, sin dolor, sin miedo. Quiero que nosotros estemos juntos porque eso es lo que queremos. Porque nos amamos el uno al otro. No te voy a volver a dejar de nuevo. Me toma un par de minutos antes de que pueda encontrar mi voz. Él me ama. Quiere volver conmigo. Y yo quiero eso. Los dos queremos eso. Sin necesidad. Hay una gran diferencia ahí. Es como que el aire entre nosotros está limpio. Siempre ha sido puro, porque siempre nos hemos amado realmente, pero ahora estamos listos para estar enamorados. Listos para estar juntos.
Nyrae Dawn (Measuring Up)
Porque los que luchan contra el mal son los soldados de D•os.
Marcus Tullius Cicero
[…] porque, aunque no lo amaba, él aman por los dos y eso los salvaba.
Paolo Giordano (The Solitude of Prime Numbers)
Ese sol entre los dos, esa atadura que quemaba y ardía porque me la había dado a mí. Porque me había elegido. Y decidí elegirlo.
T.J. Klune (La canción del lobo (Green Creek, #1))
Porque el conjunto de las dos es más que la suma de nuestras individualidades.
Taylor Jenkins Reid (Los siete maridos de Evelyn Hugo)
Estuve perdiendo el tiempo y perdiéndome cosas divertidas porque estaba demasiado preocupado por lo que no resulta importante
Adam Silvera (Al final mueren los dos)
no tardé en comprender que es porque las personas son más importantes que las cosas.
Adam Silvera (Al final mueren los dos)
Un minuto después rompió conmigo, porque lo que quería era empezar de cero,
Adam Silvera (Al final mueren los dos)
un adiós es «el imposible más posible de todos», porque nunca quieres decirlo, pero sería estúpido no hacerlo cuando llega el momento.
Adam Silvera (Al final mueren los dos)
¿Sabéis por qué un gato es animal dos veces? —¿Por qué? —preguntó Mike. —Porque es gato y araña.
Mikecrack (Compas 4. Los Compas y la maldición de Mikecrack)
Este momento trágico, esta pausa, este horror em que cada um se vê na sua essência, em que cada ser se encontra sós a sós com a sua própria alma, reduzido sem artifícios à sua própria alma, só tem outro a que se compare, aquele em que cada um vê a alma dos outros. Porque, por melhor ou pior que tenhamos julgado os outros, vimo-los sempre através de nós mesmos.
Raul Brandão (Húmus)
Tengo el corazón roto. Y tener el corazón roto es como andar borracho de dos copas de vino, o sea, desinhibido, medio impertinente, pero no súper atento al hecho de que uno está borracho. Con la sensación de que no hay nada que perder porque si uno sobrevive a esto podrá sobrevivir a lo que sea.
Catalina Aguilar Mastretta
Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado. Incluso hoy que las mujeres publican muchas novelas, raramente encontramos personajes femeninos cuyo aspecto físico sea desagradable o mediocre, incapaces de amar a los hombres o de ser amadas. Por el contrario, a las heroínas de la literatura contemporánea les gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas les gusta el sexo. La figura de la pringada de la feminidad me resulta más que simpática: es esencial. Del mismo modo que la figura del perdedor social, económico o político. Prefiero los que no consiguen lo que quieren, por la buena y simple razón de que yo misma tampoco lo logro. Y porque, en general, el humor y la invención están de nuestro lado. Cuando no se tiene lo que hay que tener para chulearse, se es a menudo más creativo. Yo, como chica, soy más bien King Kong que Kate Moss.
Virginie Despentes
yo no creo en esas historias que cuenta la televisión, personas que se encuentran y se quieren sin ninguna dificultad, los dos están libres y disponibles, ninguno tiene dudas ni arrepentimientos anticipados. Yo no creo que eso se dé nunca, jamás, ni entre los más jóvenes. Cualquier relación entre las personas es siempre un cúmulo de problemas, de forcejeos, también de ofensas y humillaciones. Todo el mundo obliga a todo el mundo, no tanto a hacer lo que no quiere, sino más bien lo que no sabe si quiere, porque casi nadie sabe lo que no quiere, y menos aún lo que quiere, no hay forma de saber esto último.
Javier Marías (Corazón tan blanco)
Hay dos clases de fumadores, querida: la de los que fuman para crear un ambiente, una atmósfera para sí mismos y que se hartan tan pronto como lo consiguen; y la de los que fuman, sencillamente, porque están hartos del ambiente. Los primeros pertenecen a la clase de los estetas, a la clase de los que son ligeramente imbéciles, los Orminys; yo pertenezco a la segunda, que es la legítima, que es dogmática sin tapujos.
Salvador Dalí (Hidden Faces)
El amor es siempre nuevo. No importa que amemos una, dos, diez veces en la vida: siempre estamos ante una situación que no conocemos. El amor puede llevarnos al infierno o al paraíso, pero siempre nos lleva a algún sitio. Es necesario aceptarlo, pues es el alimento de nuestra existencia. Si nos nega-mos, moriremos de hambre viendo las ramas del árbol de la vida cargadas, sin coraje para estirar la mano y coger los frutos. Es necesario buscar el amor donde esté, aunque eso signifique horas, días, semanas de decepción y tristeza. Porque en el momento en que salimos en busca del amor, el amor también sale a nuestro encuentro. Y nos salva.
Paulo Coelho (By the River Piedra I Sat Down and Wept)
—No hice un pastel —repitió Alec, gesticulando expresivamente con una mano—, por tres razones. Uno, porque no tengo ningún ingrediente para hacer el pastel. Dos, porque yo en realidad no sé cómo hacer un pastel. Hizo una pausa, claramente esperando. Removiendo su espada e inclinándose contra la pared de la cueva, Jace dijo con cautela: —¿Y tres? —Porque no soy tu zorra —respondió Alec, claramente complacido consigo mismo.
Cassandra Clare (City of Heavenly Fire (The Mortal Instruments, #6))
porque el camino recto del amor, ya se guíe por sí mismo, ya sea guiado por otro, es comenzar por las bellezas inferiores y elevarse hasta la belleza suprema, pasando, por decirlo así, por todos los grados de la escala de un solo cuerpo bello a dos, de dos a todos los demás, de los bellos cuerpos a las bellas ocupaciones, de las bellas ocupaciones a las bellas ciencias, hasta que de ciencia en ciencia se llega a la ciencia por excelencia, que no es otra que la ciencia de lo bello mismo, y se concluye por conocerla tal como es en sí.
Plato (El banquete)
—Por favor Swanson, no me hagas elegir entre tú y él. —¿Porque lo elegirás a él? —Él es mi novio. —Ni siquiera es tu novio ya. —Pero lo amo. —Entonces ya tomaste tu decisión Kat. —No, no puedo tomarla porque no quiero perder a ninguno de los dos.
Lolo Mayaya (Play With Me)
No existo porque pienso ni pienso porque existo. Pensar es cierto, existir es un mito. Yo no existo, vivir –lo que se dice vivir– sólo los que no piensan. Los que se ponen a pensar no viven.” --Dos Crímenes Barrocos, Max Aub, Crímenes Ejemplares--
Max Aub (Delitti esemplari)
Y esta es la verdad. Porque puedo tener solo dieciocho años, pero ya parece bastante obvio que el mundo se divide en dos grupos: los que actúan y los que observan. La gente a la que le suceden las cosas y el resto de nosotros, que solo medio perseveran con las cosas.
Gayle Forman (Just One Day (Just One Day, #1))
Porque puedo tener sólo dieciocho años, pero ya parece bastante obvio que el mundo se divide en dos grupos: los que actúan y los que observan. La gente a la que le suceden las cosas y el resto de nosotros, que sólo medio perseveran con las cosas. Las Lulu y las Allyson.
Gayle Forman (Just One Day (Just One Day, #1))
Nada logra detener la pasión encendida de dos personas enamoradas. En ese caso no importan los achaques de la existencia, el furor de los años, la torpeza física o la mezquindad de oportunidades, los amantes se las arreglan para amarse porque por definición ése es su destino.
Isabel Allende (Afrodita (Spanish Edition))
La idea de Parabatai viene de una vieja historia, la de Jonathan y David. Y así ocurrió.... que el alma de Jonathan estaba unida con el alma de David, y Jonathan lo amaba con su propia alma... Entonces, Jonathan y David hicieron un pacto, porque lo amaba como su propia alma. Eran dos guerreros, y sus almas estaban unidas por el cielo, de ahí Jonathan Cazador de sombras tuvo la idea de los parabatai, e incluyo la ceremonia en la ley.
Cassandra Clare
Todos os que têm uma vida difícil, que são esmagados pela miséria, privados de todos os direitos, submetidos aos ricos e lacaios destes, todos, todo o povo deve ir ao encontro dos homens que por ele morrem nas prisões, que são torturados e mortos. Eles apontam a todos, sem fazerem caso dos seus interesses pessoais, o caminho da felicidade, eles não procuram enganar os outros: dizem que é um caminho difícil e não arrastam ninguém à força, mas logo que estivermos com eles, não somos capazes de deixá-los mais, porque vemos que têm razão, que esse caminho é belo e que não há outro.
Maxim Gorky (Mother)
...Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños...
Julio Cortázar (Hopscotch)
Si algún día tiene usted una hija, bendición que no se la deseo yo a nadie, porque es ley de vida que tarde o temprano le romperá a uno el corazón, en fin, a lo que iba, que si algún día tiene usted una hija empezará sin darse cuenta a dividir a los hombres en dos clases: los que usted sospecha que se acuestan con ella y los que no.
Carlos Ruiz Zafón (The Shadow of the Wind (The Cemetery of Forgotten Books, #1))
Dos gruesos gerontes de las heladas tierras del norte sostienen sus cartas de vinos desde una de las atiborradas terrazas del Sinatra. Están inquietos porque piensan que, como comensales europeos, tienen derecho a decir lo que les dé la gana o bien a guardar silencio. Porque saben que todo lo que coman puede ser cargado en su cuenta y que tienen derecho a una sangría y a un plato de calamares, y que, de no poder pagarla, el hormiguero común pangeico de los soldados de Cristo puede proporcionarles una paella de oficio
Martín Zeke Ochoa (Pídele papeles a Santa Simpa)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
—Buenos días. ¿Interrumpo algo? —saludó la abogada. —Joder... —murmuró entre dientes Thomas—. No me lo puedo creer. —¿Has venido sola? —preguntó Olivia, saludándola con dos besos. —No, Max está abajo renegando y aparcando. —Oh, ¿de verdad? ¿Y va a subir? Lo digo porque me encantaría conocerlo y que me firmara un autógrafo y que... —Creo que alguien se está poniendo celoso... —Pongámonos a trabajar —dijo el novio celoso. —No te pongas así, pichurri —canturreó Olivia para molestarlo. —Empecemos, por favor —insistió Thomas señalando los asientos.
Noe Casado (Treinta noches con Olivia)
-¿Qué pasa? - pregunta Belaúnde. -Que el ser humano es un estúpido. Si las cosas no salen como uno espera, se pone mal porque las cosas no salen. Y si las cosas sí salen como uno espera, también se pone mal porque le agarra miedo de que en cualquier momento se tuerzan y dejen de salir. Belaúnde saca un cigarrillo y, sin encenderlo, se lo coloca entre los labios. -El ser humano no, Perlassi. Algunos seres humanos. -Tenés razón -Perlassi lo asume como un regaño. -No, no. Guarda que yo soy igual - aclara Belaúnde-. En todo caso seremos dos estúpidos.
Eduardo Sacheri (La noche de la Usina)
Si que­da­ba al­gu­na es­pe­ran­za, debía estar en los pro­les, por­que solo en esas masas des­pre­cia­das, que cons­ti­tuían el ochen­ta y cinco por cien­to de la po­bla­ción de Ocea­nía, podía ge­ne­rar­se la fuer­za ne­ce­sa­ria para des­truir al Par­ti­do. Este no podía de­rro­car­se desde den­tro. Sus enemi­gos, si es que los había, no te­nían forma de unir­se o si­quie­ra de re­co­no­cer­se mu­tua­men­te. In­clu­so en caso de que exis­tie­ra la le­gen­da­ria Her­man­dad —lo cual no era del todo im­po­si­ble— re­sul­ta­ba in­con­ce­bi­ble que sus miem­bros pu­die­ran re­unir­se en gru­pos de más de dos o tres. La re­be­lión se li­mi­ta­ba a un cruce de mi­ra­das, una in­fle­xión de la voz o, como mucho, una pa­la­bra su­su­rra­da oca­sio­nal­men­te. En cam­bio los pro­les, si pu­die­ran ser cons­cien­tes de su fuer­za, no ten­drían ne­ce­si­dad de cons­pi­rar. Bas­ta­ría con que se en­ca­bri­ta­ran como un ca­ba­llo que se sa­cu­de las mos­cas. Si qui­sie­ran, po­drían volar el Par­ti­do en pe­da­zos a la ma­ña­na si­guien­te. Tarde o tem­prano tenía que ocu­rrír­se­les. Y sin em­bar­go…
George Orwell (1984)
No conocía la melodía, que era «hogar, dulce hogar», pero sabía que estaba diciendo: «Vuelve, Wendy, Wendy, Wendy» y exclamó entusiasmado: -Señora, jamás volverá a ver a Wendy, porque la ventana está cerrada. Volvió a atisbar para ver por qué se había interrumpido la música y entonces vio que la señora Darling había apoyado la cabeza en la caja del piano y que tenía dos lágrimas en los ojos. «Quiere que abra la ventana», pensó Peter, «pero no lo haré, no señor.» Volvió a asomarse y las lágrimas seguían allí, u otras dos que habían ocupado su lugar. -Quiere muchísimo a Wendy-se dijo. Entonces se enfadó con ella por no darse cuenta de por qué no podía tener a Wendy. La razón era tan sencilla: -Yo también la quiero. No podemos tenerla los dos, señora.
J.M. Barrie (Peter Pan)
Y es así como, una vez obtenida la esencia de su amor, ahora erijo grandes construcciones verbales, y de ese modo en realidad lo traiciono, repitiendo calumnias como quien tiende las sábanas sucias al mundo; y las suyas, las nuestras, durante los dos meses de nuestro amor (así lo creí) sólo fueron lavadas una vez, porque ella era una subterránea solitaria que se pasaba los días abstraída y decidida a llevarlas al lavadero, pero de pronto se descubre que ya es casi de noche y demasiado tarde, y las sábanas ya están grises, hermosas para mí porque así son más suaves.
Jack Kerouac (The Subterraneans)
Eu estava no desconhecido. Guardamos os segredos ao lado de tudo o que não dizemos. Nesse grande sotão escuro há de tudo, há aquilo que não dizemos porque temos medo, porque temos vergonha, porque não somos capazes; há aquilo que não dizemos porque desconhecemos, ignoramos mesmo, apesar de estar lá, em nós. Os segredos são assim. Eles estão lá, podemos visitá-los, assistir a eles, sabemos as palavras exactas para dizê-los e, muitas vezes, temos tanta vontade de contá-los. Mas escolhemos não o fazer. Os segredos estão dento de nós. Como tudo o que sabemos, também os segredos nos constituem. Quando os seguramos, quano somos mais fortes e os contemos, alastram-se em nós.Desde dentro, chegam à nossa pele. Depois, avançam até sermos capazes de os distinguir à nossa volta. E, no silêncio, somos capazes de os reconhecer. Então, nesse momento, já não são apenas os segredos que estão dentro de nós, somos também nós que estamos dentro dos segredos.
José Luís Peixoto
Pero en cierto sentido puede decirse que las condiciones de vida no solamente causan la variabilidad, directa e indirectamente, sino que de igual manera incluyen la selección natural, porque las condiciones determinan si ha de sobrevivir esta o aquella variedad. Pero cuando el hombre es agente selector, claramente vemos que los dos elementos de cambio son distintos; la variabilidad está hasta cierto punto excitada, aunque la voluntad del hombre es en cierto sentido la que acumula las variaciones, y esta última causa es la que motiva que sobrevivan los más aptos en el estado natural.
Charles Darwin (El Origen de las Especies)
Las palabras son mi ausencia particular. Como la famosa «muerte propia» (famosa para los demás), en mí hay una ausencia autónoma hecha de lenguaje. No comprendo el lenguaje y es lo único que tengo. Lo tengo sí, pero no lo soy. Es como poseer una enfermedad o ser poseída por ella sin que se produzca ningún encuentro porque la enferma lucha por su lado —sola— con la enfermedad que hace lo mismo. Yo escribo a falta de una mano en mi mano, a falta de dos ojos frente a los míos, a falta de un cuerpo exterior a mí sobre el cual apoyarme —un minuto siquiera— y llorar. (Lágrimas visibles, que se puedan secar, que la mano deseada pueda enjugar.) Este silencio de las palabras que me invaden, de las que digo y escribo, es el horror, el vértigo, el dolor en su estado más puro. ¿En dónde hallar una presencia humana que me calme? Nunca nadie lo pudo; ni amigos ni amantes. Sólo cuerpos vacíos que apenas diferencio de las cosas y sólo fantasmas que he amado hasta pulverizar mi conciencia y mi memoria.
Alejandra Pizarnik (Diarios: edición definitiva)
Jack y yo somos los dos últimos en ponernos los zapatos. Él suspira y se encoje de hombros. —Ninguno de los dos ha ganado, pero yo bien podría haberlo hecho. Ambos sabemos que he lanzado tácticamente más el juego. Tu estilo es un desastre tremendamente ilógico. —Sí, mi estilo es una mierda. Pero al menos yo no he lanzado la mitad de un una partida con un nacho pegado a mi culo. Sonrió mientras me alejo tranquilamente, dejando que Jack palpe violentamente la parte trasera de sus pantalones vaqueros. Escucho una palabrota y noto que algo afilado golpea ligeramente mi cabeza. El tipo gordo del mostrador eructa. —Uh, ese tipo acaba de lanzarte una patata. —Está enfadado porque yo he ganado, buen señor. —Suspiro feliz—. Y está molesto porque hasta ahora se está dando cuenta de que voy a seguir ganando.
Sara Wolf (Lovely Vicious (Lovely Vicious, #1))
—Los dos no es que hubo motivo para que sacaras a ese chico. Tú no harías daño a nadie que estuviera desprotegido y… —¿Desprotegido? —lo interrumpo, con una carcajada nada divertida—. Saúl es la persona más protegida que conozco. ¿Sabes por qué? Porque es guapo, su familia tiene dinero, es hetero y es hombre. Tiene todos los privilegios de su lado, así que, por favor, no diga que estaba «desprotegido». Los que realmente se encuentran fuera de esa protección somos todas esas personas que no entramos en el sistema, que no tenemos ni la identidad, ni la orientación sexual, ni el color de piel necesario.
Belén Martínez Sánchez (Cuando reescribamos la historia)
En realidad los dos sabían la razón por la que seguían yendo a esas fiestas: porque se habían convertido en una de las pocas ocasiones en que estaban los cuatro juntos y eran la única oportunidad para forjar nuevos recuerdos que los cuatro pudieran compartir, para mantener viva la amistad al dejar caer puñados de leña menuda sobre un fuego que apenas ardía. Era la forma que tenían de fingir que todo seguía como siempre.
Hanya Yanagihara (Tan poca vida (Spanish Edition))
Tienden a ser gruesos de vientre; visten de colores brillantes (sobre todo verde y amarillo); no usan zapatos, porque en los pies tienen suelas naturales de piel y un pelo espeso y tibio de color castaño, como el que les crece en las cabezas (que es rizado); los dedos son largos, mañosos y morenos, los rostros afables, y se ríen con profundas y jugosas risas (especialmente después de cenar, lo que hacen dos veces al día, cuando pueden).
J.R.R. Tolkien (The Hobbit (The Lord of the Rings, #0))
No decía palabras, acercaba tan sólo un cuerpo interrogante porque ignoraba que el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe. La angustia se abre paso entre los huesos, remonta por las venas hasta abrirse en la piel, surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes. Un roce al paso, una mirada fugaz entre las sombras, bastan para que el cuerpo se abra en dos, ávido de recibir en sí mismo otro cuerpo que sueñe; mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo. Aunque sólo sea una esperanza, porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
Luis Cernuda
Ya saben ustedes lo que ocurre cuando dos personas están charlando. Uno habla y el otro le interrumpe. Eso es lo mismo que me pasa a mí, yo... y comienza a hablar de sí mismo hasta que el otro no logre de nuevo decir: eso es lo mismo que me pasa a mí, yo...    La frase eso es lo mismo que me pasa a mí, yo... parece como si continuase los pensamientos del otro, como si enlazase con ellos dándoles la razón, pero eso es falso: en realidad se trata de una rebelión brutal contra una brutal violencia, de un intento de liberar de la esclavitud la propia oreja y ocupar por la fuerza la oreja del contrario. Porque toda la vida del hombre entre la gente no es más que una lucha por la oreja ajena.
Milan Kundera (The Book of Laughter and Forgetting)
Ahora es ella quien lo mira divertida, o tierna, o nerviosa, y finalmente le pregunta: —¿Vas a decirme qué te pasa, Benjamín? Chaparro se siente morir, porque acaba de advertir que esa mujer pregunta una cosa con los labios y otra con los ojos: con los labios le está preguntando por qué se ha puesto colorado, por qué se revuelve nervioso en el asiento o por qué mira cada doce segundos el alto reloj de péndulo que decora la pared próxima a la biblioteca; pero, además de todo eso, con los ojos le pregunta otra cosa: le está preguntando ni más ni menos qué le pasa, qué le pasa a él, a él con ella, a él con ellos dos; y la respuesta parece interesarle, parece ansiosa por saber, tal vez angustiada y probablemente indecisa sobre si lo que le pasa es lo que ella supone que le pasa. Ahora bien —barrunta Chaparro—, el asunto es si lo supone, lo teme o lo desea, porque esa es la cuestión, la gran cuestión de la pregunta que le formula con la mirada, y Chaparro de pronto entra en pánico, se pone de pie como un maníaco y le dice que tiene que irse, que se le hizo tardísimo; ella se levanta sorprendida —pero el asunto es si sorprendida y punto o sorprendida y aliviada, o sorprendida y desencantada—, y Chaparro poco menos que huye por el pasillo al que dan las altas puertas de madera de los despachos, huye sobre el damero de baldosas negras y blancas dispuestas como rombos, y recién retoma el aliento cuando se trepa a un 115 milagrosamente vacío a esa hora pico del atardecer; se vuelve a su casa de Castelar, donde esperan ser escritos los últimos capítulos de su historia, sí o sí, porque ya no tolera más esta situación, no la de Ricardo Morales e Isidoro Gómez, sino la propia, la que lo une hasta destrozarlo con esa mujer del cielo o del infierno, esa mujer enterrada hasta el fondo de su corazón y su cabeza, esa mujer que a la distancia le sigue preguntando qué le pasa, con los ojos más hermosos del mundo.
Eduardo Sacheri (El secreto de sus ojos (Spanish Edition))
Citaría a Platón, ya que estaría ante un intelectual. Según él, al principio de la creación, los hombres y las mujeres no eran como son hoy; había sólo un ser, que era bajo, con un cuerpo, pero cuya cabeza tenía dos caras, cada una mirando en una dirección. Era como si dos criaturas estuviesen pegadas por la espalda, con dos sexos opuestos, cuatro piernas, cuatro brazos. Los dioses griegos, sin embargo, eran celosos, y vieron que una criatura que tenía cuatro brazos trabajaba más, dos caras opuesta estaban siempre vigilantes y no podían ser atacadas a traición, cuatro piernas no exigiían tanto esfuerzo para permaneces de pie o andar durante largos períodos. Y lo que era más peligroso: la criatura tenía dos sexos diferentes, no necesitaba a nadie más para seguir reproduciéndose en la Tierra. Entonces dijo Zeus, el supremo señor del Olimpo: Tengo un planpara hacer que esos mortales pierdan su fuerza. Y con un rayo, partió a la criatura en dos, y así creo al hombre y a la mujer. Eso aumentó mucho la población del mundo, y al mismo tiempo desorientó y debilitó a los que en él habitaban, porque ahora tenían que buscar su parte perdida, abrazarla de nuevo, y en ese abrazo recuperar la antigua fuerza, la capacidad de evitar la traición, la resistencia para andar largos períodos y soportar el trabajo agotador. A ese abrazo donde los dos cuerpos se confunden de nuevo en uno lo llamamos sexo.
Paulo Coelho
Consideremos el sermón que Cristo nuestro Señor hace a todos sus siervos y amigos, encomendándoles que a todos quieran ayudar en traerlos, primero a suma pobreza espiritual y, si su divina majestad fuere servida y los quisiere eligir no menos a la pobreza actual; segundo, a deseo de oprobios y menosprecios, porque destas dos cosas se sigue la humildad. De manera que sean tres escalones: el primero, pobreza contra riqueza; el segundo, oprobio o menosprecio contra el honor mundano; el tercero, humildad contra la soberbia; y destos tres escalones induzgan a todas las otras virtudes.
Ignatius of Loyola (The Spiritual Exercises)
No me preocupa que cuando Brian y yo nos encontramos a solas en el bosque, en su tejado o en el salón de su casa viendo beisbol en la tele (qué más da), él instale entre los dos una cerca electrificada y yo me guarde de acercarme demasiado a riesgo de morir electrocutado, pero que cuando estamos en público, en el Quiosco, por ejemplo, la cerca desaparezca y nos convirtamos en dos torpes imanes que chocan y se tropiezan constantemente, que se rozan las manos, los brazos, las piernas, los hombros, se dan palmaditas en la espalda, a veces incluso en la pierna, por nada en concreto excepto porque es como tragarse un rayo.
Jandy Nelson (I'll Give You the Sun)
—Mira, chico, en el mundo hay dos tipos de personas a las que hay que evitar a toda costa. Los vegetarianos y los ciclistas profesionales. Los primeros, porque alguien que se niega a comerse un entrecot tiene que haber sido un caníbal en otra vida. Y los segundos, porque un hombre que se pone un supositorio en la cabeza y exhibe descaradamente sus atributos enfundado en unas mallas fluorescentes para subir una cuesta en bicicleta no puede estar bien de la azotea. Así que, si un día te encuentras con un ciclista vegetariano, sigue mi consejo, chaval: ¡empújalo con todas tus fuerzas para ganar tiempo y corre tan deprisa y tan lejos como puedas!
Olivier Bourdeaut (Esperando a mister Bojangles)
...lo económico por necesidad toma lugar en el tiempo, es decir, es temporal. Dicho de otro modo, los hechos o datos o acontecimientos que el economísta utiliza para sus fines ocurren todos en el tiempo, en el tiempo histórico. No hay, en efecto, diferencias de naturaleza entre el carácter temporal de un evento que sucedió hace veinticuatro horas y uno que sucedió hace dos siglos. Ambos son perfectamente fait accompli. Queda, desde luego, la actitud que suele provocar -en no pocos- el tiempo más contemporáneo, de discutir los hechos y sus consecuencias como si no estuvieran ya consumados, y sólo porque se tiene información acerca de las opciones que estaban abiertas y que no se adoptaron.
Asdrúbal Baptista (Itinerario por la Economía Política)
- ¡Abuela, vamos a por coques! Das órdenes como si el mundo te perteneciese, como si el mundo terminase en la cancela de la entrada. ¿Y no te pertenece, acaso? ¿Hay algo más? Hay algo más. Lo sabes porque a veces se cuela por la tele. Hoy, por ejemplo. Estás desayunando en el taburete alto un Cola Cao con muchos grumos y tostadas blanditas. No hay tostador en el Huerto y la abuela te las hace en la sartén. El salón es tuyo; te gusta levantarte pronto porque el salón es tuyo. Solo estás con la abuela, que hace gazpacho en la cocina. Aún no lo sabes, ahora solo miras fijamente a Oliver y Benji mientras masticas. Pero un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas. Cómo vas a saberlo ahora, si eres puro pelo despeinado y esa camiseta que te queda grande y las bragas contra la madera del taburete. Pero un día lo creerás: dos soledades en un mismo espacio. Ella corta tomates y tú ves los dibujos y al cabo de un rato llega tu prima. ¿Te gusta esa ruptura de la soledad? No lo vas a saber nunca. Te lo digo con ternura, no es una amenaza. Nunca lo vas a saber.
Marta Jiménez Serrano (Los nombres propios)
Um príncipe deve ter o extremo cuidado de nunca deixar que saia de sua boca nada que não esteja repleto das cinco qualidades supracitadas [piedade, fé, integridade, humanidade e religião]; e que ele pareça, ao ser visto e ouvido, todo piedade, todo fé, todo integridade, todo humanidade, todo religião - de resto, parecer possuir esta última qualidade é o que há de mais necessário. Os homens em geral julgam mais com os olhos que com as mãos; porque todos são capazes de ver, mas poucos, de sentir; todos veem aquilo que você parece, poucos tocam aquilo que você é; e estes poucos não ousam opor-se à opinião de muitos, que contam com a majestade do Estado para defendê-los; enfim, nas ações de todos os homens, especialmente nas dos príncipes, quando não há juiz a quem apelar, o que vale é o resultado final.
Niccolò Machiavelli (The Prince)
Su rabia y pérdida, la entiendo perfectamente, y no la culpo en lo más mínimo. No hay peor sensación que tener todo tu mundo destrozado y que no haya nada que puedas hacer para detenerlo. Sentirte en completa y absoluta miseria, y mirar alrededor y ver un mundo que en realidad no da una mierda por ti... eso te golpea a un nivel que agradezco a los dioses no puedas entender o imaginar. Porque nadie debería conocer ese tipo de infierno. Estás perdido en el dolor, gritando a pleno pulmón pidiendo ayuda y nadie te escucha. A nadie le importa. Ellos siguen con sus putrefactas vidas, ajenos a tu agonía. Y cuando llega el momento en que te das cuenta de lo solo que estás... de lo poco que les importas a otras personas, pierdes todo el funcionamiento cognitivo. Te conviertes en un animal rabioso. Todo lo que importa entonces es que les hagas comprender tu dolor. Sacarlos de su ciega autocomplacencia para que compartan ese infierno tuyo. En ese momento, quieres sentir su sangre en las manos. Saborearla en tus labios. Bañarte en ella hasta estar borracho y tener la piel arrugada. Ese es el lugar de locura que vive profundamente dentro de todos. La mayoría de la gente puede tocarlo una, quizás dos veces en su vida, pero jamás llegan a traspasarlo.
Sherrilyn Kenyon (Time Untime (Dark-Hunter, #21))
Viví con poco sufrimiento los tres años de Segunda. No porque quisiera distanciarme de un equipo fracasado; de hecho, iba a Anoeta siempre que podía y mastiqué por la tele un montón de partidos tóxicos sin pestañear. En el fondo le veía cierto encanto: mientras las radios y las teles nos metían por un embudo el Barça y el Madrid y Schuster y Guardiola y los partidos del siglo a todas horas, nosotros jugábamos en otro universo menos histriónico contra el Racing de Ferrol, el Huesca o el Girona. Disfruté de una alegría de esas que en el momento no se pueden confesar a nadie: en diciembre de 2008 me escapé de dos amigas navarras en Nueva York con alguna excusa, entré a un locutorio para mirar los resultados en internet y me enteré de que la Real había ganado 1-0 al líder Salamanca con un cabezazo de Ansotegi en el minuto 92. Salí a la calle, correteé por las aceras nevadas, di algún saltito y algún remate de cabeza en el aire y luego caminé normal para reunirme otra vez con mis amigas. Ellas no hubieran entendido nada así que me callé. Seguimos andando los tres y yo pensé que era la única persona de todo el barrio de Harlem, quizá de todo Nueva York, que en ese momento caminaba contento por un gol de Ansotegi. Fue un momento de felicidad intensa y secreta.
Ander Izagirre (Mi abuela y diez más)
Quantas vezes os tenho ouvido dizer a mesma frase que simboliza todo o absurdo, todo o nada, toda a insciência falada das suas vidas. É aquela frase que usam de qualquer prazer material: «é o que a gente leva desta vida»... Leva onde? leva para onde? leva para quê? Seria triste despertá-los da sombra com uma pergunta como esta... Fala assim um materialista, porque todo o homem que fala assim é, ainda que subconscientemente, materialista. O que é que ele pensa levar da vida, e de que maneira? Para onde leva as costoletas de porco e o vinho tinto e a rapariga casual? Para que céu em que não crê? Para que terra para onde não leva senão a podridão que toda a sua vida foi de latente? Não conheço frase mais trágica nem mais plenamente reveladora da humanidade humana. Assim diriam as plantas se soubessem conhecer que gozam do sol. Assim diriam dos seus prazeres sonâmbulos os bichos inferiores ao homem na expressão de si mesmos.
Fernando Pessoa (The Book of Disquiet)
—Las personas engañan y mienten. Cuanto más hay, más planean tomar y más a menudo lo intentan. El mundo es un lugar feo, y la gente, al parecer, en su mayoría piensa que es mejor y más fácil tomar de los demás que ganárselos ellos mismos. (Kyrian) —Entonces, ¿por qué luchas para protegernos? (Nick) —Porque cada vez que pienso que no vale la pena, que la gente merece la miseria de sus vidas, me encuentro con alguien que me hace replantear eso. (Kyrian) —¿Como quién? (Nick) —Un sabihondo Cajun que besa el suelo por el que su madre camina. Uno que estaba dispuesto a dar su vida para proteger a dos extraños de sus mejores amigos, a pesar de que necesitaba el dinero para comer. Una mujer que está dispuesta a rebajarse a sí misma para alimentar a su hijo. Otra que enfrentó a un cártel de drogas con el fin de proteger a su familia y su pequeño pueblo. Esa clase de amor me recuerda al humano que una vez fui. Las personas como tú, tu madre, y Rosa se merecen a alguien que cuide sus espaldas. (Kyrian)
Sherrilyn Kenyon (Invincible (Chronicles of Nick, #2))
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo: —No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo. Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles: —Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin. Y volvió con el zorro. —Adiós —le dijo. —Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
Antoine de Saint-Exupéry (El Principito (Spanish Edition))
Las especies más viciosas de la democracia existen en general en los Estados muy populosos, en los cuales es difícil reunir asambleas públicas sin pagar a los que a ellas concurren. Además las clases altas temen esta necesidad, cuando el Estado no tiene rentas propias; porque en tal caso es preciso procurarse recursos, sea por medio de contribuciones especiales, sea por confiscaciones que acuerdan tribunales corruptos. Pues bien, todas estas son causas de perdición en muchas democracias. Allí donde el Estado no tiene rentas, es preciso que las asambleas públicas se reúnan raras veces, y los miembros de los tribunales sean muy numerosos, pero congregándose para administrar justicia muy pocos días. Este sistema tiene dos ventajas: primera, que los ricos no tendrán que temer grandes gastos, aun cuando no sea a ellos y sí sólo a los pobres a quienes haya de darse el salario judicial; y segunda, que así la justicia será mejor administrada, porque los ricos nunca gustan de abandonar sus negocios por muchos días, y sólo se avienen a dejarlos por algunos instantes. Si el Estado es opulento, es preciso guardarse de imitar a los demagogos de nuestro tiempo. Reparten al pueblo todo el sobrante de los ingresos, y toman parte como los demás en la repartición; pero las necesidades continúan siendo siempre las mismas, porque socorrer de este modo a la pobreza es querer llenar un tonel sin fondo. El amigo sincero del pueblo tratará de evitar que éste caiga en la extrema miseria, que pervierte siempre a la democracia, y pondrá el mayor cuidado en hacer que el bienestar sea permanente.
Aristotle (La Política)
Siempre me ha parecido inquietante la contigüidad que existe entre la crónica de sociales y la nota roja, no sólo porque estas dos secciones suelen aparecer juntas en los diarios del puerto (a menudo en caras opuestas del mismo pliego, como espejándose), sino porque ambos géneros suelen presentar los asuntos de su "literatura" como sucesos excepcionales, únicos e irrepetibles: la ascensión de una joven al estatuto de reina, emblema viviente de la alegría, la lozanía y la fecundidad de un pueblo y su posterior envilecimiento como filicida, villana mítica, bruja de cuento de hadas en cuyo nombre se exhorta a los niños jarochos a obedecer a sus madres y comer todas sus verduras, si no quieren que Evangelina venga a castigarlos. Arquetipos opuestos pero complementarios, máscaras que deshumanizan a mujeres de carne y hueso, y que funcionan como pantallas en donde se proyectan los deseos, los temores y las ansiedades de una sociedad que se pretende un enclave de sensualismo tropical pero que en el fondo es profundamente conservadora, clasista y misógina.
Fernanda Melchor (Aquí no es Miami)
La voz de Kayen sonó como un látigo a sus oídos, pero asintió con la cabeza, aceptando su destino. —Muy bien. Caminó atravesando la habitación, con Kayen yendo detrás de ella, escoltándola hasta la puerta. —Rura. Se detuvo al oír la voz del que había sido su marido hasta aquel momento, y giró el rostro para mirarlo a los ojos otra vez. Fuera lo que fuese lo que iba a decirle, lo encararía sin demostrar ni un solo sentimiento en su cara. —¿Por qué lo hiciste? —le preguntó el gobernador. Ella lo miró a los ojos durante unos instantes, valorando si debía decirle la verdad o no. —¿El qué? ¿Intentar matarte, o golpear a tu esclava? —preguntó finalmente. —Las dos cosas. —¿De veras te importa? —le preguntó con evidente desprecio en la voz. —Sí. Si no fuese así, no te hubiera preguntado. —Muy bien. —Asintió con la cabeza, la ladeó un poco, y esbozó una sonrisa fría como la nieve—. Porque tu corazón debería haber sido mío, pero se lo entregaste a ella en el mismo momento en que la viste. —Tú nunca quisiste mi corazón. —En eso te equivocas, Kayen. Lo quería… para destrozarlo.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
¿Por qué hacemos esto? Si yo fuese inteligente, sabría la respuesta a esta pregunta. Creo que todo lo que hacemos lo hacemos porque es lo que más se acerca a continuar siendo niños. Porque ninguno de nosotros podía aceptar que lo de ser niños se había terminado, y queríamos seguir jugando. Queríamos disfraces y aventuras y fantasía y romance. Y esto era un sustitutivo decente: las chapas de hojalata, y el llavero dringui-li-drong, las canciones escandalosas, la ropa rasgada, los empujones por las esquinas, los cabellos de colores y el grupo. La panda. Los cuatro. Los Cuatro y el Misterio de las Duelistas. Tom Sawyer y Huckleberry Finn: Carnaval y yo, los dos allí, Dos Años de Vacaciones en nuestra propia miseria. ¿No es eso la adolescencia, después de todo? Un estiramiento inhumano y antinatural y dañino de la niñez. Un disparar los últimos cartuchos antes de ingresar en la vejez. Sólo que algunos cabezotas nos encariñamos con ella y, terminados los cartuchos, cargamos con la bayoneta, y luego, cuando ésta se rompió, fuimos a la carga con la culata, y luego con las manos, y luego con el culo y luego con los dientes. Con lo que hiciera falta. Sin aceptar la derrota, estúpidamente. El cuerpo de la gallina que sigue correteando tras el descabezamiento y aún no le ha llegado la información de que Ya No. Eh, Tú, Que Ya Está. La cola de lagartija, altamente desinformada de la situación actual. La cola de lagartija, enzarzada en una nueva victoria pírrica y quizás, seguro, inútil. Ahí, sobreviviendo sin futuro. Ahí, bailando. Bailar es lo que haces cuando aún no te has enterado de lo mal que están las cosas. O cuando ya te has enterado, pero quieres olvidarlo a toda costa, ¿no? Bailar para no llorar. Bailar para mantener alejada la marea de la tristeza. Si yo fuese inteligente, sabría todo esto. Pero no lo soy, y no lo sé.
Kiko Amat
Nós ainda somos moços, podemos perder algum tempo sem perder a vida inteira. Mas olhe para todos ao seu redor e veja o que temos feito de nós e a isso considerado vitória nossa de cada dia. Não temos amado, acima de todas as coisas. Não temos aceito o que não se entende porque não queremos passar por tolos. Temos amontoado coisas e seguranças por não nos termos um ao outro. Não temos nenhuma alegria que já não tenha sido catalogada. Temos construído catedrais, e ficado do lado de fora pois as catedrais que nós mesmos construímos, tememos que sejam armadilhas. Não nos temos entregue a nós mesmos, pois isso seria o começo de uma vida larga e nós a tememos. Temos evitado cair de joelhos diante do primeiro de nós que por amor diga: tens medo. Temos organizado associações e clubes sorridentes onde se serve com ou sem soda. Temos procurado nos salvar mas sem usar a palavra salvação para não nos envergonharmos de ser inocentes. Não temos usado a palavra amor para não termos de reconhecer sua contextura de ódio, de amor, de ciúme e de tantos outros contraditórios. Temos mantido em segredo a nossa morte para tornar nossa vida possível. Muitos de nós fazem arte por não saber como é a outra coisa. Temos disfarçado com falso amor a nossa indiferença, sabendo que nossa indiferença é angústia disfarçada. Temos disfarçado com o pequeno medo o grande medo maior e por isso nunca falamos no que realmente importa. Falar no que realmente importa é considerado uma gafe. Não temos adorado por termos a sensata mesquinhez de nos lembrarmos a tempo dos falsos deuses. Não temos sido puros e ingênuos para não rirmos de nós mesmos e para que no fim do dia possamos dizer "pelo menos não fui tolo" e assim não ficarmos perplexos antes de apagar a luz. Temos sorrido em público do que não sorriríamos quando ficássemos sozinhos. Temos chamado de fraqueza a nossa candura. Temo-nos temido um ao outro, acima de tudo. E a tudo isso consideramos a vitória nossa de cada dia.
Clarice Lispector (Aprendizaje o El libro de los placeres)
La sirenita viene a visitarme de vez en cuando. Me cuenta historias que cree inventar, sin saber que son recuerdos. Sé que es una sirena, aunque camina sobre dos piernas. Lo sé porque dentro de sus ojos hay un camino de dunas que conduce al mar. Ella no sabe que es una sirena, cosa que me divierte bastante. Cuando ella habla yo simulo escucharla con atención pero, al mínimo descuido, me voy por el camino de las dunas, entro al agua y llego a un pueblo sumergido donde hay una casa, donde también está ella, sólo que con escamada cola de oro y una diadema de pequeñas flores marinas en el pelo. Sé que mucha gente se ha preguntado cuál es la edad real de las sirenas, si es lícito llamarlas monstruos, en qué lugar de su cuerpo termina la mujer y empieza el pez, cómo es eso de la cola. Sólo diré que las cosas no son exactamente como cuenta la tradición y que mis encuentros con la sirena, allá en el mar, no son del todo inocentes. La de acá, naturalmente, ignora todo esto. Me trata con respeto, como corresponde hacerlo con los escritores de cierta edad. Me pide consejos, libros, cuenta historias de balandras y prepara licuados de zanahoria y jugo de tomate. La otra está un poco más cerca del animal. Grita cuando hace el amor. Come pequeños pulpos, anémonas de mar y pececitos crudos. No le importa en absoluto la literatura. Las dos, en el fondo, sospechan que en ellas hay algo raro. No sé si debo decirles cómo son las cosas.
Abelardo Castillo
Respecto a la asamblea general, se da a todos los ciudadanos el derecho de asistir a ella; pero se tiene cuidado de imponer una multa a los ricos, si no concurren, o por lo menos es mucho más fuerte la que se exige a ellos que la que pagan los pobres; respecto a las magistraturas, se prohíbe a los ricos, que tienen la renta legal, la facultad de no aceptarlas, y se deja libre esta facultad a los pobres; respecto a los tribunales, se impone una multa a los ricos que se abstienen de juzgar, y se concede la impunidad a los pobres, o si no la multa es enorme para aquellos y casi nula para éstos, como sucede en las leyes de Carondas. A veces basta estar inscrito en los registros civiles, para tener entrada en la asamblea general y en el tribunal; pero, una vez inscrito, si uno falta a estos dos deberes, está expuesto a que le impongan una multa terrible, que tiene por objeto hacer que los ciudadanos se abstengan de inscribirse; no estando inscrito, no se forma parte entonces ni de la asamblea ni del tribunal. El mismo sistema de leyes rige respecto del uso de armas y de los ejercicios gimnásticos; se permite a los pobres estar sin armas; se castiga con multa a los ricos que no las tienen; y en cuanto a los gimnasios, nada de multa a los pobres, y multa a los ricos que no asisten a ellos; éstos concurren por temor a la multa; aquéllos jamás se presentan, porque no tienen este temor. Tales son los ardides puestos en práctica por las leyes en las condiciones oligárquicas.
Aristotle (La Política)
Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza, o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago, me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí (no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas) y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra (depende). De otro modo: nos mereceríamos ya una máquina mejor. El psicoanálisis muestra cómo la contemplación del cuerpo crea complejos tempranos. (Y Sartre, que en el hecho de que la mujer esté "agujereada" ve implicaciones existenciales que comprometen toda su vida.) Duele pensar que vamos delante de este cuerpo, pero que la delantera es ya error y rémora y probable inutilidad, porque estas uñas, este ombligo, quiero decir otra cosa, casi inasible: que el "alma" (mi yo-no-uñas) es el alma de un cuerpo que no existe. El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante. Apenas da dos pasos se rompe el alma ay porque su verdadero cuerpo no existe y la deja caer plaf. La pobre se vuelve a casa, etc., pero esto no es lo que yo. En fin. Larga charla con Traveler sobre la locura. Hablando de los sueños, nos dimos cuenta casi al mismo tiempo que ciertas estructuras soñadas serían formas corrientes de locura a poco que continuaran en la vigilia. Soñando nos es dado ejercitar gratis nuestra aptitud para la locura. Sospechamos al mismo tiempo que toda locura es un sueño que se fija. Sabiduría del pueblo: "Es un pobre loco, un soñador...
Julio Cortázar
–Todos soñamos con volver. Es difícil de explicar. Yo no volvería ni loco. Pero sueño con volver –hice una pausa–. Ustedes también. –¿Nosotros? –Los que nunca estuvieron. ¿Para qué nos buscan, si no? Nos buscan y nos tienen miedo. Suponen que sabemos algo, que no les queremos decir, y que ustedes no quieren saber; nos envidian porque conocemos el camino y temen que se los revelemos. Dejamos un espacio preciso cuando nos fuimos, pero allá cambiamos de forma, y al volver ya no encajábamos, por más vueltas que nos dieran, en el rompecabezas; volvimos diez mil iluminados, locos, profetas malditos, y ahí andamos, sueltos por las cuatro puntas del país, hablando un idioma que nadie entiende, haciendo como que trabajamos, jugamos al fútbol, cogemos, pero nunca del todo, en algún lugar sabiendo siempre que algo nuestro valioso e indefinible quedó enterrado allá. En sueños, al menos, todos volvemos a buscarlo. ¿Entendés? No es el criminal el que vuelve al lugar del crimen. Es la víctima, bajo la tiránica esperanza de cambiar ese resultado injusto que la dañó. Andá a preguntarle a los ingleses. ¿Cuántos te crees que quieren volver? Somos nosotros, los perdedores, los triturados, los que gritamos “volveremos volveremos” cada vez que hay alguien que quiera escuchar. ¿Qué puede interesarle la revancha al ganador? El infierno nos marcó de tal manera que creemos que volviendo lo haremos paraíso, y a la noche nos despertamos llamando papá a los demonios que nos clavaban arpones riendo. ¿Sabés por qué todavía, diez años después, seguimos disfrazándonos de esta manera, reuniéndonos para organizar expediciones imposibles, reconstruyendo hasta el segundo cada uno de aquellos días que lo mejor sería olvidar? Estamos infectados, entendés, las llevamos en la sangre y nos morimos de a poco, como los chagásicos. ¿No las viste, que son iguales a pólipos? Cada año que pasa, se extienden un poco más, como esas manchas en la pared. Trauma de guerra, trauma de guerra, no es tan fácil. Estamos enamorados hasta la médula, y las odiamos. Fetichistas, adoramos una foto, una silueta, una bota vieja. No es verdad que hubo sobrevivientes. En el corazón de cada uno hay dos pedazos arrancados, y cada mordisco tiene la forma exacta de Las Islas. Tratamos de llenarlos con las cosas de acá, pero es como taparlos con estopa. ¿Sabés cuántos de nosotros nos suicidamos por ese amor?
Carlos Gamerro (Las islas)
Mi padre era un hombre decente. O, por lo menos, eso que llamaríamos un hombre decente: alguien que, en las pequeñas circunstancias de la vida, prefiere no complicarse con las molestias de la indecencia. Uno que, por ejemplo, si al salir de la panadería desecubre que se lleva, además de las facturas, pebetes y miñones, un cuarto kilo de cuernitos sin pagar, vuelve al local, compone una sonrisa tímida, turbada - que le sale perfecta- e intenta un chiste malo para decirle a la dueña que ha vuelto porque es un hombre decente: -¡Vengo a denunciar un robo! Le dirá, por ejemplo, y que él es el delincuente que acaba de llevarse el cuarto de cuernitos sin previo abono de su precio estipulado. O sea: mi padre era un hombre cómodo, que nunca quiso tomarse el trabajo de ver qué haía un poco más allá de la decencia, de la conveniencia, de los buenos modales y las reglas morales. La decencia, en general, es cuestión de falta de imaginación o de pereza, y mi padre tenía, por lo que sé, bastante de las dos. Aunque, por supuesto, no sé qué habría pasado si alguna vez la tentación de la indecencia lo hubiera asaltado en serio, armada de una buena recompensa. Es fácil ser decente cuando te cuesta un cuarto de cuernitos; de allí en más se hace más y más difícil, hasta que llega al punto en que cada cual encuentra su temperatura de fundido. Si no hay metal que resista el calor pertinente, ¿por qué habría hombres o mujeres? Es - si existen tales cosas - una de esas verdades innegables; sabiéndolo, ¿no es preferible ahorrarse el fuego de decenas, cientos de grados celsius, y fundirse cin tanto despilfarro?
Martín Caparrós
De Emanuel Swedenborg, al que Kant llamó “visionario”, cuenta Borges que “hablaba con los ángeles por las calles de Londres”. Aunque fue un científico notable (hizo los planos de un avión y un submarino, descubrió el funcionamiento de las glándulas endocrinas, lanzó la hipótesis de la formación nebulosa del Sistema Solar, etcétera...), su verdadera especialidad fue el Mas Allá, la posvida en el Cielo y el Infierno. Explicó que al comienzo los condenados no son conscientes de su muerte y creen que continúan en su esfera cotidiana: les rodean los muebles y utensilios familiares, los paisajes conocidos. Poco a poco, van produciéndose desapariciones —la butaca favorita, el piano, una ventana, las flores del jardín...— y luego surgen en lugar de lo desvanecido formas equivocadas o amenazadoras. Por fin se dan cuenta de que no están en casa sino en el Infierno y empieza su eterna condena. Creo poder confirmar esta tesis de Swedenborg. Hace tiempo que las cosas de mi mundo se van difuminando, pierden sustancia. Los libros siguen presentes y tentadores, pero al abrirlos algo ha drenado su savia hasta dejarlos huecos, exánimes. Las películas nuevas son peores que las antiguas, las antiguas peores de lo que las recordaba: sentado ante el televisor con desasosiego ya no siento la expectativa feliz porque ahora nadie apoya sus pies en mi regazo. Se fue el disfrute... Y los sitios que recorrimos juntos están hoy cubiertos de sudarios, como esas sábanas que tapan las formas incómodas de los muebles en una casa abandonada. Los platos más sabrosos, crujientes, aromáticos... comienzan a deleitarme la boca pero luego adquieren insipidez y amargura de ceniza. Llega el infierno y se revela mi condena, la más atroz: creer que estoy vivo y que es ella la que ha muerto. Hoy hace ya dos años.
Fernando Savater
La competencia, considerada como lo más importante de la vida, es algo demasiado triste, demasiado duro, demasiado cuestión de músculos tensos y voluntad firme, para servir como base de la vida durante más de una o dos generaciones, como máximo. Después de ese plazo tiene que provocar fatiga nerviosa, diversos fenómenos de escape, una búsqueda de placeres tan tensa y tan difícil como el trabajo (porque relajarse resulta ya imposible), y al final la desaparición de la estirpe por esterilidad. No es solo el trabajo lo que ha quedado envenenado por la filosofía de la competencia; igualmente envenenado ha quedado el ocio. El tipo de ocio tranquilo y restaurador de los nervios se considera aburrido. Tiene que haber una continua aceleración, cuyo desenlace natural serán las drogas y el colapso. El remedio consiste en reconocer la importancia del disfrute sano y tranquilo en un ideal de vida equilibrado.
Bertrand Russell (The Conquest of Happiness)
Porque si una lleva una falda o un escote de un tiempo a esta parte lo lleva para sí misma o en nombre del em­­poderamiento, una de dos, y que no me mire nadie porque machete al machote y madre mía qué fuerte e inde­­pen­­diente con mi falda, que era a lo que me reducían antes, a ser dos piernas y poca tela y me quejaba y con razón y ahora como por arte de magia resulta que eso es signo de empoderamiento, pero no puede mirarlo nadie. Nos he­­mos encerrado tanto en nosotros mismos, nos hemos individuado tanto y hemos hecho tantos esfuerzos por acabar con lo de las dinámicas de poder —y, nos guste o no, la belleza siempre ha implicado y siempre implicará poder— que hemos terminado creyendo que no pro­­vocamos ningún efecto, ninguna reacción en el otro y que lo contrario sería inaceptable, aunque las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas. Por eso rara vez nos ponemos escote y los labios rojos para estar solas en casa, de la misma forma que el pavo real no desplegaría su cola si no hubiera una pava a la vista, porque gilipollas no es y por lo del ahorro energético, y negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista: porque todo el que mira nuestros escotes lo es, a no ser que sea un trapero en un videoclip, entonces es un trapero al uso, entonces se le permite. Y porque mal que bien y según el nuevo canon, nuestros abuelos lo fueron y nuestros padres lo son. No solo porque se les fueran los ojos con las mujeres bonitas que cruzaban los pasos de cebra cuando pensaban, inocentes, que no nos dábamos cuenta.
Ana Iris Simón (Feria)
O século XIX foi o ‘século da História’, porque foi igualmente o ‘século do culto dos mortos’. É certo que o cristianismo continuou a fornecer, ainda que com modificações, a narrativa cósmica, histórica e escatológica que dava sentido à vida individual e colectiva. Porém, os tempos modernos – com a sua centração mais subjectiva e imanente, e com a sua crescente crença na capacidade gnosiológica e ética da razão autónoma (sonho de poder expresso no novo ideal de ciência, nas novas concepções ético-sociais e políticas, e nos novos postulados da inteligibilidade do universo e da perfectibilidade humana) – conduziram a uma visão mais secularizada do mundo. Lentamente, esta alterou o modo como o homem ocidental concebia as suas relações com o espaço e com o tempo, provocando inevitáveis mudanças no campo tanatológico, em consequência de uma mais clara assunção do valor da história e da memória. Fosse em termos exclusivos, ou em coexistência com a esperança transcendente, o aperfeiçoamento memorial aos mortos foi uma atitude que, embora enraizada no núcleo familiar, acabou por ser reproduzida por todos os grupos sociais (associações, partidos, Estado). E pode dizer-se que a sua gestão se mostrou tanto mais planificada, quanto mais extensa e contraditória era a sociabilidade que o culto pretendia reforçar, característica que permitiu pôr a nu a ligação estreita entre o(s) poder(es). Não admira que tenham sido os meios agnósticos e materialistas, cujas expectativas se limitavam à sobrevivência memorial, a destacarem, com mais enfase, estes elos, bem como a função social das práticas evocativas e comemorativas. Por isso, este estudo, ao procurar apreender os caminhos que levariam ao céu da memória, teve de articulá-los com as lutas pela secularização dos cemitérios, de modo a poder demonstrar que tais reivindicações se inseriam no combate pelo reconhecimento dos direitos fundamentais do indivíduo, e pela realização do ideal moderno de cidadania.
Fernando Catroga (O Céu da Memória: Cemitério Romântico e Culto Cívico dos Mortos em Portugal (1756-1911))
Pongámonos de acuerdo en qué es la igualdad, pues si la libertad es la cima, la igualdad es la base. La igualdad, ciudadanos, no es que toda la vegetación esté enrasada, una sociedad de hierbas largas y de robles bajos; un vecindario de envidias que se castren entre sí; es, en el ámbito civil, que todas las aptitudes tengan las mismas oportunidades; en el ámbito político, es que todos los votos valgan lo mismo; en el ámbito religioso, es que todas las conciencias tengan los mismos derechos. La Igualdad tiene un órgano: la instrucción gratuita y obligatoria. El derecho al alfabeto, por ahí es por donde hay que empezar. La escuela primaria obligatoria para todos; la escuela secundaria brindada a todos, ésa es la ley. De la escuela idéntica sale la sociedad igual. ¡La enseñanza, sí! ¡Luz! ¡Luz! Todo viene de la luz y todo va a la luz. Ciudadanos, el siglo XIX es grande, pero el siglo XX será feliz. Y ya no pasará nada que tenga que ver con la historia vieja; no tendremos ya que temer, como ahora, una conquista, una invasión, una usurpación, una rivalidad a mano armada de naciones, una interrupción de la civilización que dependa de un matrimonio de reyes, de un nacimiento en el seno de las tiranías hereditarias, de un reparto de pueblos obra de un congreso, de un desmembramiento porque se hunda una dinastía, de un combate entre dos religiones que choquen de frente como dos carneros del reino de la oscuridad, en el puente de lo infinito; no tendremos ya que temer la hambruna, ni la explotación, ni la prostitución fruto de la desesperación ni el desvalimiento, ni la miseria fruto del paro, ni el patíbulo, ni la espada, ni las batallas, ni todos los robos de salteador del azar en el bosque de los acontecimientos. Casi podríamos decir que ya no habrá acontecimientos. Los hombres serán felices. El género humano cumplirá su ley como cumple la suya el globo terrestre; se restablecerá la armonía entre el alma y el astro; el alma gravitará en torno a la verdad igual que el astro en torno a la luz.
Victor Hugo (Les Misérables)
Son muchos mis compañeros de profesión (quiero decir, mis compañeros de profesión novelística) que consideran a Galdós su maestro. Pero entendámonos, porque aquí siempre es difícil entenderse y todo se presta a malentendidos porque aquí todo el mundo piensa siempre automáticamente lo peor de todo el mundo, lo peor que puede pensarse y de la forma más retorcida y negativa posible y basándose siempre en la presuposición de que el otro no sabe, o es facha, o es tonto, o es un hipócrita, o dice lo que dice para joder, o para medrar, o para hacerse el gracioso, o para pagar una deuda secreta con quién sabe quién, presuponiendo siempre que hay motivos secretos, programas escondidos, conspiraciones, quién sabe qué, entendámonos, todos admiramos a Galdós, y yo también, y yo también considero que es un genio, y conozco, CONOZCO sus méritos, cojones, soy licenciado en filología hispánica y he leído a Galdós, mucho, mucho, no todo pero sí mucho, he tenido delante de mí a Domingo Ynduráin diciéndonos, cuando alguien le preguntó qué novelas de Galdós debíamos leer, diciéndonos: “¿cuántas novelas cree que podrá leer?”, añadiendo a continuación que, como es lógico, debíamos leerlas TODAS (yo no he leído todas), sí, soy bien consciente de la enorme importancia de Galdós, de su genio, de su habilidad como novelista (aunque eso de que es “mejor” que Dickens siempre me ha parecido una majadería) y, más aún, de lo MODERNO de su lenguaje y también, cielos, de su IMPORTANCIA como creador del moderno cursus de la novela en español y creador de la nada del estilo de los diálogos, innovaciones todavía hoy asombrosas. Y dicho esto: ¿cómo, cómo, cómo es posible considerar a Galdós el maestro, el epítome, el modelo? Galdós, del que he dicho ya suficientes maravillas, tiene sin embargo dos graves inconvenientes. El primero es quemurió en 1920. El segundo, que nació en 1843. Mil Ochocientos Cuarenta y Tres. ¡Claro!, me dice el listillo (que abunda), ¡y Cervantes nació en 1547! ¡Si nos ponemos así! Galdós no, por favor. Galdós no. Galdós no puede ser el modelo literario de nadie a no ser que uno sea muy muy muy muy muy muy muy muy muy viejo y no haya visto, oído ni leído nada interesante en todos los terrenos del arte y de las letras desde que nació. A no ser que todos los libros, películas, obras musicales, obras de teatro, espectáculos, muestras de todas las artes en todos los estilos, formatos, medios y todos los acontecimientos del mundo de la cultura, de la creación artística, de la especulación científica y filosófica con las que ha entrado en contacto a lo largo de toda su existencia, una existencia (he de añadir) llena de estímulos, de innovaciones, de medios nuevos, imágenes nuevas, lenguajes nuevos, sueños nuevos, pesadillas nuevas, descubrimientos, inventos, avances, retrocesos, avances, saltos cuánticos, cambios de paradigma, en combinaciones inesperadas y a menudo fascinantes de retro hiper post trans poli plus meta archi, si todo eso TODO eso no ha significado nada para esa persona, si todo lo que ha vivido en toda su existencia desde el momento de su nacimiento ha significado lo mismo que 0 + 0 = 0, sólo en ese caso Galdós puede ser su modelo en el año 2013 del siglo XXI. Galdós no, hombre, no. No jodas, tío. Galdós.
Andrés Ibáñez
A Verdade não tem rótulos. Ela não é budista, judaica, cristã, hindu ou muçulmana. Não é monopólio de quem quer que seja. Estes e outros rótulos sectários são obstáculos à Compreensão da Verdade, porque germinam no homem o individualismo, que é o espírito da separatividade e condicionamentos, como os preconceitos e outros, prejudiciais a sua mente. Isto é valido tanto em assuntos intelectuais, como em espirituais, e também nas relações humanas. Quando encontramos alguém, não o consideramos simplesmente um ser humano. Logo o identificamos com um rótulo: inglês, francês, alemão, japonês, judeu, branco ou preto, católico, protestante, budista etc. Imediatamente o julgamos com todos os preconceitos e atributos associados ao rótulo condicionado em nossa mente. E, não raro, acontece, na maioria das vezes, que o referido indivíduo está inteiramente isento dos atributos que lhe conferimos. Apaixonamo-nos de tal modo pelos rótulos discriminativos, que chegamos ao ponto de aplicá-los às qualidades e sentimentos humanos comuns a todos. Falamos de diferentes "tipos" de caridade como, por exemplo, a caridade budista, ou a caridade cristã e desprezamos os outros tipos de caridade. No entanto, a caridade não pode ser sectária, pois se o for, já não é mais caridade. A caridade é a caridade e nada mais; não é nem budista, nem cristã, hindu ou muçulmana. o amor de uma mãe para com seu filho é simplesmente o amor maternal, e este não é budista ou cristão, nem pode ter outras classificações. As qualidades, os defeitos e os sentimentos humanos como o amor, a caridade, a compaixão, a tolerância, a paciência, a amizade, o desejo, o ódio, a má vontade, o orgulho, a vaidade etc. não são rótulos sectários e não pertencem a uma religião em particular. O mérito ou demérito de uma qualidade, ou de uma falta, não se engrandece nem diminui pelo fato de ser encontrada num homem de uma determinada religião, ou mesmo sem nenhuma. Para quem procura a Verdade, não é importante saber de onde vem uma determinada idéia, ou qual a sua origem, nem é necessário saber se o ensinamento provém deste ou daquele mestre; o essencial é vê-la e compreendê-la. No Budismo não há dogmas; a dúvida cética é um dos impedimentos à clara compreensão da Verdade, do progresso espiritual, ou de qualquer outra forma de progresso. As raízes do mal estão na ignorância, causa das idéias errôneas. É um fato indiscutível que, enquanto houver do vida cética, perplexidade, incerteza, nenhum progresso é possível. Para progredir, precisamos libertarmo-nos da dúvida e para isso é necessário ver claramente, o que sé é possível quando a Verdade vem através da visão interior, adquirida pelo autoconhecimento.
Georges da Silva (Budismo: Psicologia do Autoconhecimento)