Plaza Mayor Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Plaza Mayor. Here they are! All 9 of them:

Later, on April 15, 1999, a crowd of protestors led by the Reverend Al Sharpton shut down half of the Brooklyn Bridge, capping ten weeks of demonstrations following the killing of a twenty-three-year-old West African immigrant, Amadou Diallo, by four white New York City police officers. The officers had sprayed forty-one bullets into Mr. Diallo's apartment building vestibule, striking him nineteen times. Mr. Diallo was unarmed and had no police record. New York mayor Rudolph Giuliani, a Republican, declined to criticize the police department whose tactics he had historically endorsed. As the crowd, estimated from fifteen to twenty-five thousand, gathered at Brooklyn's Cadman Plaza, jury selection proceeded next door in the trial of four different white New York City police officers accused of torturing Abner Louima, a Haitian immigrant, in a Brooklyn police station in 1997. The demonstrations, growing larger and more multiracial, had begun to spread around the country in response to the horrific acts of police brutality. The canvas, stood back from, had a chilling Kafkaesque quality about it. Instrumentalities of the state had been used to spectacularly kill one completely innocent and defenseless man and brutally maim another. Mayor Giuliani appeared to accept this as a reasonable price of effective law enforcement.
Randall Robinson (The Debt: What America Owes to Blacks)
December 9: The Mexican literary mafia has nothing on the Mexican bookseller mafia. Bookstores visited: the Librería del Sótano, in a basement on Avenida Juárez where the clerks (numerous and neatly uniformed) kept me under strict surveillance and from which I managed to leave with volumes by Roque Dalton, Lezama Lima, and Enrique Lihn. The Librería Mexicana, staffed by three samurais, on Calle Aranda, near the Plaza de San Juan, where I stole a book by Othón, a book by Amado Nervo (wonderful!), and a chapbook by Efraín Huerta. The Librería Pacífico, at Bolívar and 16 de Septiembre, where I stole an anthology of American poets translated by Alberto Girri and a book by Ernesto Cardenal. And in the evening, after reading, writing, and a little fucking: the Viejo Horacio, on Correo Mayor, staffed by twins, from which I left with Gamboa's Santa, a novel to give to Rosario; an anthology of poems by Kenneth Fearing, translated and with a prologue by someone called Doctor Julio Antonio Vila, in which Doctor Vila talks in a vague, question mark-filled way about a trip that Fearing took to Mexico in the 1950s, "an ominous and fruitful trip," writes Doctor Vila; and a book on Buddhism written by the Televisa adventurer Alberto Montes. Instead of the book by Montes I would have preferred the autobiography of the ex-featherweight world champion Adalberto Redondo, but one of the inconveniences of stealing books - especially for a novice like myself - is that sometimes you have to take what you can get.
Roberto Bolaño (The Savage Detectives)
Un día, todavía en Navarra, un pueblo bien organizado atacó con piedras a los presos. Eran hombres y mozos armados con hondas que surgían de las bocacalles y los apedreaban, sin compasión. Los cuatro oficiales les perseguían a caballo, pero, tan pronto desaparecían, otro grupo surgía en la encrucijada siguiente con nuevos bríos y pedruscos de mayor tamaño. (...) Las mujeres arrojaban desde los balcones herradas de agua hirviendo y llamaban cabrones, herejes hijos de puta a los presos. (...) Entonces el vecindario empezó a vocear: ¡Quemarlos aquí! ¡Quemarlos aquí!, cercándoles en la plaza de tal modo que los soldados tuvieron que disparar de nuevo sus arcabuces. (...)
Miguel Delibes (El hereje (Spanish Edition) by Miguel Delibes (2001-06-01))
We found the Plaza Mayor, an odd square with an elegant baroque town hall on one side, and ugly 1960s blocks on the other three. A
Jason Webster (Duende: A Journey In Search Of Flamenco)
Por descontado, una mayor justicia solo podía conseguirse aumentando el castigo para los delincuentes, de manera que éstos se sintieran suficientemente intimidados por el Estado y optaran por no cometer delitos. Hubo protestas entre los llamados defensores de los derechos humanos, que creyeron que esto era contraproducente. Aseguraban que no había relación de causa-efecto entre aumentar las penas de un delito y la reducción del crimen. Sin embargo, tales teorías no fueron escuchadas porque, evidentemente, aumentar las penas era lo único que se podía hacer para luchar contra el crimen. ("Piezas de museo")
Fabián Plaza Miranda
Los placeres de la mesa, del juego, de los fuegos de pólvora, son del número de los más pasajeros. Se que hay pueblos que carecen de agua, y en un solo día de fiesta gastan lo que bastaría para traer agua al pueblo, y construir una fuente en la plaza pública. Sus habitantes prefieren embriagarse en honor del patrón del pueblo, aunque tengan que ir con mil trabajos diariamente a buscar agua cenagosa a la cima de un cerro de los alrededores. El desaseo de la mayor parte de las casas de la gente del campo se debe atribuir parte a la miseria, y parte a consumos mal entendidos.
Anonymous
Kosonen se aleja unos pasos y observa el bullicio del mercadillo instalado en la plaza. Se acuerda -no sabe por qué- de un muñeco de cuerda con el que jugaba de niño, un tamborilero. El viento no cesa. Siempre hay viento en Hakaniemi. Y viejas. Huele a pescado y a hielo. Los toldos de los puestos ondean furiosos sus lonas de color naranja, y los tenderos se frotan las manos para entrar en calor. Son los puestos de fruta y verdura los que atraen mayor clientela. También los pescaderos parecen atareados. En el mercado, además, se vende pan, confituras y conservas, bayas en temporada, setas. Hay un puesto de ropa -prendas de abrigo y ropa interior- cuyos artículos no respetan ninguna moda. Al fondo de la plaza venden flores. Tampoco faltan los chiringuitos, tres o cuatro, con sus mesas plegables y el continuo chisporroteo de las tortitas en la plancha.
José Antonio Ruiz (Los gansos)
When the major met with Kufa’s mayor, he made an odd request: Could they keep food vendors out of the plazas? Sure, the mayor said. A few weeks later, a small crowd gathered near the Masjid al-Kufa, or Great Mosque of Kufa. Throughout the afternoon, it grew in size. Some people started chanting angry slogans. Iraqi police, sensing trouble, radioed the base and asked U.S. troops to stand by. At dusk, the crowd started getting restless and hungry. People looked for the kebab sellers normally filling the plaza, but there were none to be found. The spectators left. The chanters became dispirited. By 8 P.M., everyone was gone.
Charles Duhigg (The Power of Habit: Why We Do What We Do and How to Change)
Venecia es como Chongqing, pero mientras Chongqing construye una falsa San Gimignano como decorado de un parque temático, en Venecia el parque temático ya está hecho: es la ciudad histórica. En este panorama, los pocos supervivientes del pueblo de Venecia, en su mayor parte exiliados a los nuevos suburbios de tierra firme, irían de vez en cuando a la plaza de San Marcos en un metro que pase por debajo de la laguna, mientras los verdaderos dueños de la ciudad - las hordas de turistas- entrarían en ella por arriba en sus barcos-rascacielos.
Salvatore Settis (If Venice Dies)