Paz.y Tranquilidad Quotes

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Y, aunque sabía muy bien que el amor le tenía que aportar muchos sufrimientos, torturas y humillaciones y que, además, le robaba la paz y colmaba su corazón de melodías, sin poder hallar el sosiego necesario para dar forma definitiva a nada y forjar proyectos con tranquilidad, sin embargo, acogió el amor con alegría, se entregó enteramente a él y lo fomentó con todas las fibras de su corazón, pues sabía que lo enriquecía y vivificaba, y él anhelaba ser rico y estar lleno de vida en vez de tener tranquilidad para forjarse proyectos.
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Thomas Mann (Tonio Kröger)
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Eso es rebelarse -dijo Aliocha con suave acento y la cabeza baja. -¿Rebelarse? Habría preferido no oírte pronunciar esa palabra. ¿Acaso se puede vivir sin rebeldía? Y yo quiero vivir. Respóndeme con franqueza. Si los destinos de la humanidad estuvieren en tus manos, y para hacer definitivamente feliz al hombre, para procurarle al fin la paz y la tranquilidad, fuese necesario torturar a un ser, a uno solo, a esa niña que se golpeaba el pecho con el puñito, a fin de fundar sobre sus lágrimas la felicidad futura, ¿te prestarías a ello? Responde sinceramente. -No, no me prestaría. -Eso significa que no admites que los hombres acepten la felicidad pagada con la sangre de un pequeño mártir.
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Fyodor Dostoevsky (Los Hermanos Karamazov (Spanish Edition))
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Sólo una meta se perfilaba ante Siddartha: quedarse vacío, despojarse de su sed, de sus deseos, de sus sueños, de sus penas y alegrías. Deseaba morir para sí mismo, no ser más él, hallar paz y tranquilidad en su corazón vacío, permanecer abierto al milagro despersonalizando el pensamiento. Cuando venciera y aniquilara a su Yo, cuando todos los impulsos y pasiones enmudecieran en su corazón, tendría que despertar lo Último, lo más íntimo del Ser, lo que ya no es el Yo, sino el gran Misterio.
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Hermann Hesse (Siddhartha)
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No hemos venido a esta vida a lograr metas, hemos venido para recordar que nuestra verdadera esencia es de paz y tranquilidad.
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David Fischman (The Secret of the Seven Seeds: A Parable of Leadership And Life)
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En el extremo opuesto, también el desierto puede ser espacio para los encuentros. Cuando hablo de desierto, me refiero a esos espacios de horizontes más amplios, donde el silencio se vuelve tangible, donde las relaciones importantes, por los motivos que sean, están a distancia. Sin embargo, esto, vivido con paz y sin presión, puede ser algo elegido que, lejos de aislarte, te ayuda a profundizar en los vínculos que tienes. Hay gente que, por diversas razones, busca un poco de quietud, de silencio, de tranquilidad y lejanía. Hay quien se retira para encontrarse –y encontrar a los otros–. Hay quien vislumbra, en un paseo solitario por la ciudad, muchos más vínculos de los que podría percibir en una red incesante de interacciones y palabras. Hay quien, por carácter, necesita su espacio, su tiempo y su ritmo, sin que ello le lleve a vivirse aislado. Y hay, en fin, algunas personas con las que tienes relaciones tan sólidas, tan asentadas y tan libres que aun a distancia sabes y sientes que forman parte de tu vida, de tu presente y de tu horizonte, aunque en el momento no estén cerca.
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José María Rodríguez Olaizola (Bailar con la soledad)
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—Ni siquiera sé si lo soy —dijo el dominicano, apenado—. No tuve tiempo de aprender. Sólo vi al Hermano Cristóbal unas cuantas veces. Pero me marcó. Por lo que le oí, me pareció que esa religión o filosofía era la que más me convenía. Daba una gran paz y no se metía para nada con la vida privada de las personas. Él, cuando hablaba, transmitía eso: tranquilidad. —La verdad es que sos un poco raro, vos —sentenció Enrique—. Y no lo digo sólo por tus vicios. —Por lo menos en lo que se refiere a la religión y al alma, confieso que sí —dijo el dominicano—. Un hombre distinto a los demás. Lo soy, y a mucha honra. III «Necesito un trago», pensó.
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Mario Vargas Llosa (Tiempos recios)
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Washington fue un arduo defensor del consenso y un luchador infatigable contra la existencia de los partidos políticos que él identificaba, como buen republicano, con las temidas “facciones”. Todavía en su discurso de despedida, en 1797, recordaba a sus numerosos seguidores “el pernicioso efecto del espíritu de partido en general”. Su deseo de consenso, de paz, y de tranquilidad le llevó, no sólo a criticar a los partidos políticos sino también a reforzar todavía más las instituciones comunes a los estados. Además, al ser el primer presidente de Estados Unidos, Washington llenó de contenido, un cargo que, hasta entonces, sólo había sido imaginado en los debates de la Convención de Filadelfia. Washington concibió la presidencia como un cargo importante y distanció la figura del presidente del ciudadano común.
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Carmen de la Guardia Herrero (Historia de Estados Unidos)
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esa inigualable sensaciĂłn de paz y tranquilidad que brindan las cosas serenas.
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Yolanda Scheuber (Juana la Reina, loca de amor (Spanish Edition))
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completamente militarizado y bajo el mando del ejército. El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quiso aclarar la confusión que se creó con un juego de palabras, y dijo que se iba a “policializar al ejército, no militarizar a la policía”. Es decir, el ejército iba a realizar funciones policiacas. La “nueva política” es contradictoria: por un lado, militariza las funciones policiales y legaliza la intervención del ejército en tareas civiles, y por otro lado frena la fuerza militar con el pretexto de mantener la paz y la tranquilidad. En consecuencia, como ocurrió en Culiacán, se tiende a evitar confrontaciones con los cárteles de narcos y las mafias criminales. Es la famosa política de “abrazos, no balazos” que en la práctica cotidiana equivale a castrar a las fuerzas encargadas de mantener el Estado de derecho para que se comporten mansamente, como los bueyes.
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Roger Bartra (Regreso a la jaula: El fracaso de LĂłpez Obrador (Spanish Edition))
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En tal contexto de conciliación, muchos de los cercanos al corso comenzaron a barajar la idea que nunca habían abandonado los realistas: el regreso de Luis XVIII, como un modo de garantizar el futuro de todos. Un error clásico: Napoleón estaba muy lejos de compartir esa idea; sabía que, muy al contrario, su imagen en Europa entera era ya la de la Revolución misma. En este contexto de especulaciones, Luis XVIII decide tender la mano al cónsul: «Desaprovecha usted un tiempo precioso: nosotros podemos asegurar la tranquilidad de Francia; digo nosotros porque necesito a Bonaparte para lograrlo, y él no podrá hacerlo sin mí». Como respuesta, Napoleón dictó a su secretario Bourrienne un 7 de septiembre de 1800 una carta para Luis XVIII. El mensaje era muy claro: no pensaba compartir el poder con nadie. Señor, he recibido su carta y le agradezco las sinceras observaciones que me hace. Sería conveniente que no deseara su regreso a Francia, pues marcharía sobre cien mil cadáveres. Sacrifique su interés por la tranquilidad y la dicha de Francia… La historia sabrá reconocérselo. No soy insensible a las desgracias de su familia. Contribuiré con mucho placer a la paz y a la tranquilidad de su retiro. BONAPARTE
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Juan Granados (Breve historia de NapoleĂłn)