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los fragmentos de realidad que uno atesora como su biografía puedan parecerle a otro que, por ejemplo, ha cenado diez mil veces a la misma mesa de cocina, una caprichosa excursión a la mitomanía. Pero, claro, nadie se molesta en pagar sus cincuenta pavos para la cuadragésima quinta reunión de su instituto a fin de presentarse y armar una protesta contra la versión que ofrece otro de cómo fueron las cosas. Lo realmente importante, la delicia suprema de la tarde, es sencillamente descubrir que tú todavía no figuras en la página encabezada con la expresión «In Memoriam».
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