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Pablo Emilio Escobar Gaviria, el hombre que puso a finales de los ochenta y principio de los noventa la institucionalidad del Estado colombiano contra la pared, asesinando sin contemplación a todo aquel que se le opusiera, se definió en su juventud como un ciudadano de izquierda. No hay duda de que en este sentido fue coherente con su posición, pues un hombre que venía de abajo, que vivió en carne propia la desigualdad enorme que divide profundamente a un 80% de los colombianos que no tiene nada y un 20% que lo tiene todo, no tenía razones para defender a esa minoría privilegiada que había dirigido los destinos del país desde mucho antes de la independencia.
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