Oye Quotes

We've searched our database for all the quotes and captions related to Oye. Here they are! All 100 of them:

Me gustas cuando callas porque estas como austente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas estan llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mia. Mariposa de sueno, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolia.
Pablo Neruda (Twenty Love Poems and a Song of Despair)
Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, apágate breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.
William Shakespeare (Macbeth)
—¡Oye! Puede que mi cuerpo sea pequeño, pero mi espíritu es grande. Por eso llevo zapatos con plataforma. Para estar a la altura de mi alma.
Laini Taylor (Daughter of Smoke & Bone (Daughter of Smoke & Bone, #1))
-¿Qué leías? Guardó silencio durante unos segundos y al final admitió: -Peter Pan y Wendy. Héctor fingió sorprenderse, pero la risa lo traicionó. -Tú y tus lecturas raras... -Oye, que es un clásico. -Infantil. -Sí, bueno. Con algo tendré que alimentar a mi niña interior, ¿no? No voy a dejar que se muera de inanición como hiciste tú con el tuyo -le dijo medio en serio medio en broma. Su amigo le dirigió una mirada inquisitiva y Abril dijo-: Admítelo. Lo mataste. Al Héctor-niño, digo. Y ahora eres demasiado maduro.
Laia Soler (Los días que nos separan)
(...) creo que estoy empezando a entender el concepto de terminar. No es un gran dramático antes y después. Es más como una melancólica sensación de que estás llegando al fin de unas vacaciones realmente buenas. Algo especial está terminando, y estás triste, pero no puede estar triste porque, oye, fue bueno mientras duró, y habrá otras vacaciones, otros buenos momentos.
Gayle Forman (Where She Went (If I Stay, #2))
Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye.
Federico García Lorca (Yerma)
Las canciones son como almas gemelas. Hay muchas por ahí que puede ser que pienses que amas, pero entonces oyes una canción que nunca te lo preguntas de nuevo. La canción que rompe cualquier noción previa que tenías sobre tus favoritas y cambia tu forma de ver la música.
Kelly Oram (V is for Virgin (V is for Virgin, #1))
Odio usar la palabra ´superarse´: se oye una prángana y además cursi. Solamente las prostitutas se superan: el dinero las hace más y más y más putas.
Xavier Velasco (Diablo Guardián)
Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.
Oliverio Girondo (Espantapájaros)
Palabras. No hay manera de quitárselas de encima. No le dejan a una estar verdaderamente sola. Plaga de bichos molestos, oye. Debería abrir las ventanas de par en par para que salgan a la calle las palabras, los lamentos, las viejas conversaciones tristes atrapadas entre los tabiques del piso deshabitado.
Fernando Aramburu (Patria)
Lo que ha pasado es algo desconocido. Es otro miedo. No se oye, no se ve, no huele, no tiene color; en cambio nosotros cambiamos física y psíquicamente.
Svetlana Alexievich (Voices from Chernobyl: The Oral History of a Nuclear Disaster)
—Enzo no es un príncipe azul, sino un lobo feroz, de los que te ve mejor, te oye mejor y te come mejor.
María José Tirado (Diario de Kat)
Silencio Se oye el pulso del mundo como nunca pálido La tierra acaba de alumbrar un árbol.
Vicente Huidobro (Altazor)
No duden de que les oye. Es consciente de todo lo que está pasando. Les parecerá que son los médicos o las enfermeras o todos esos cacharros los que llevan la batuta. Pues no. Es ella quien lleva la batuta. Quizá sólo se está tomando su tiempo. Así que hablen con ella. Díganle que se tome todo el tiempo que necesite, pero que vuelva. Que la están esperando.
Gayle Forman (If I Stay (If I Stay, #1))
Eso de amor -decíase Ramiro ahora- sabe a libro; sólo en el teatro y en las novelas se oye el yo te amo; en la vida de la carne y sangre y hueso el entrañable ¡te quiero! y el más entrañable aún callárselo.
Miguel de Unamuno (La tía Tula)
Dicen que el sordo no oye, pero compone
Laura Esquivel (Like Water for Chocolate)
Oye, cuantos más hombres hayas tenido más te quiero yo. ¿Lo comprendes?
George Orwell (1984)
hacía mucho frío, no se oía nada, y te quería mucho. Ahora hace calor, y tampoco se oye nada, y te sigo queriendo.»
John Green (El teorema Katherine)
Dicen que el sordo no oye, pero compone. Tal vez Nacha sólo escuchó las palabras que todos callaron.
Laura Esquivel (Como agua para chocolate (Spanish Edition))
—…Oye, Adri… ¿No decías que el Joker se había fugado? —Sí, eso estaba diciendo. Le busqué por todas partes, pero… —¿Y por qué se encuentra regando mi huerto con un delantal rosa? (Adri y Maddie)
Valeria González Lozano (Léiriú I: La rebelión (Léiriú, #1))
Se presionó el corazón con ambas manos para acallarlo. Pero el corazón no es el hocico de un perro e incluso cuando se sujeta con las dos manos el hocico de un perro -que ladra insoportablemente-, siempre se le oye gruñir.
Gaston Leroux (El fantasma de la Ópera)
Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. . Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. . Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: Déjame que me calle con el silencio tuyo. . Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. . Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Pablo Neruda (Twenty Love Poems and a Song of Despair)
Guitarra Fueron a cazar guitarras, bajo la luna llena. Y trajeron ésta, pálida, fina, esbelta, ojos de inagotable mulata, cintura de abierta madera. Es joven, apenas vuela. Pero ya canta cuando oye en otras jaulas aletear sones y coplas. Los sonesombres y las coplasolas. Hay en su jaula esta inscripción: Cuidado: sueña.” Guitar They went out hunting guitars under the full moon and brought back this one: pale, elegant, shapely, eyes of inexhaustible mulatta, a waist of open wood. She’s young, she barely flies. But already she sings when she hears the flutter of sones and couplets in other cages. The somber sones and the lonely couplets. There is this inscription on her cage: Beware: she dreams.
Nicolás Guillén
¿Quieres ver lo que no vieron ojos humanos? Mira la luna. ¿Quieres oír lo que los oídos no oyeron? Oye el grito del pájaro. ¿Quieres tocar lo que no tocaron las manos? Toca la tierra. Verdaderamente digo que Dios está por crear el mundo
Jorge Luis Borges
Ya ves qué tontería, me gusta escribir tu nombre, llenar papeles con tu nombre, llenar el aire con tu nombre; decir a los niños tu nombre, escribir a mi padre muerto y contarle que te llamas así. Me creo que siempre que lo digo me oyes. Me creo que da buena suerte. Voy por las calles tan contenta y no llevo encima más que tu nombre.
Gloria Fuertes (El libro de Gloria Fuertes: Antología de poemas y vida)
Si hubiera sospechado lo que se oye después de muerto, no me suicido.
GIRONDO OLIVERIO
Oye Nana, ¿sigues pensando que no tienes adónde regresar? Aquella mesa y aquellas sillas siguen estando allí... cerca de la ventana...tal como estaban entonces.
Ai Yazawa (Nana, Vol. 3)
,—¡Oye! ¿Tú nunca te despides? —¡Solo me despediría si no fuera a volver a verte!
María Martínez Ovejero
Eso es valor, Enrique, el valor del corazón que no razona ni vacila, y va derecho con los ojos cerrados a donde oye el grito de quien se muere.
Edmondo de Amicis (Cuore)
Hazme caso. Si oyes que el pasado te habla, si sientes que tira de tu espalda y que te pasa los dedos por la columna, lo mejor que puedes hacer, lo único, es correr.
Lauren Oliver (Delirium (Delirium, #1))
Todo el mundo tiene un pasado. Cosas que te apuñalan justo entre los ojos. Viejos rencores. Antiguas vergüenzas. Remordimientos que te roban el sueño y te mantienen despierto hasta que temes por tu propia cordura. Traiciones que hacen que tu alma grite tan fuerte que te preguntas porque nadie más lo oye. Al final, estamos absolutamente solos en ese infierno privado. Pero la vida no se trata de aprender a perdonar a los que te han herido u olvidar tu pasado. Trata sobre perdonarte a ti mismo por ser humano y cometer errores. Sí, las personas nos decepcionan todo el tiempo. Pero las lecciones más duras vienen cuando nos decepcionamos a nosotros mismo.
Sherrilyn Kenyon (Time Untime (Dark-Hunter, #21))
El inteligente pobre es un observador mucho más fino que el rico inteligente. El pobre mira a su alrededor a cada paso que da, espía suspicazmente cada palabra que oye a las gentes que encuentra; a cada paso que da él mismo impone a sus pensamientos y sus sentimientos un deber, una norma. Tiene el oído fino, es impresionable, es un hombre experimentado, su alma tiene quemaduras.
Knut Hamsun (Hambre)
—Oye —está diciendo Henry, furioso, al teléfono un jueves por la noche—. Me importa un comino lo que diga Joanne. Remus John Lupin3 es más gay que nadie, y no pienso consentir que nadie diga lo contrario.
Casey McQuiston (Rojo, blanco y sangre azul)
La madre tenía ya de por sí un carácter tenebroso, pero es que además decía, y no se cansaba de repetir, que la alegría trae mala suerte porque detrás de la alegría acecha siempre la desgracia. «Los llantos los oye Dios y la risa el diablo»,
Luis Landero (Lluvia fina)
En su cimbreo rojo rubí oye el cuervo cantar a los muertos, apenas conoce el precio, apenas la fuerza, el poder se alza y el Círculo se cierra. Del orgulloso león de faz de diamante, vela el súbito hechizo la luz brillante. Con el sol que agoniza él cambia la suerte, y el final revela, del cuervo, la muerte. De los Escritos secretos del conde de Saint Germain
Kerstin Gier (Saphirblau (Edelstein-Trilogie, #2))
Vladimir:-Cuando uno piensa, oye. Estragon:-Cierto. Vladimir:-Y eso impide reflexionar. Estragon:-Claro. Vladimir:-Impide pensar. Estragon:-De todos modos se piensa. Vladimir:-¡Qué va!, resulta imposible. Estragon:-Eso es, contradigámonos. Vladimir: Imposible. Estragon:-¿Tú crees? Vladimir:-Ya no nos arriesgamos a pensar. Estragon:-Entonces, ¿De qué nos lamentamos?
Samuel Beckett (Waiting for Godot)
—Tatiana... Tatiana... Ta... tiana... —Calla, por favor. —No lo olvides. Dondequiera que estés, si puedes mirar al cielo y ver la constelación de Verseo, si ves su sonrisa y oyes cómo el viento estelar susurra tu nombre, sabrás que te estoy llamando para que vuelvas a Lazarevo. —No tendrás que llamarme, soldado —dice Tatiana, apoyando la cara en el brazo deAlexander—. Nunca me iré de aquí.
Paullina Simons (Tatiana and Alexander (The Bronze Horseman, #2))
Este principio –que sin silencio no se oye, no se escucha, no se recibe una palabra– es válido sobre todo para la oración personal, pero también para nuestras liturgias: para facilitar una escucha auténtica, las liturgias deben tener también momentos de silencio y de acogida no verbal.
Pope Benedict XVI (La oración de Jesús (Documentos MC) (Spanish Edition))
¡La hostia!, ¡mira qué bien se lo montan algunos! James dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente del cuerpo de Kelsey para hacerse a un lado. Marcus, acompañado por otros dos jóvenes, les miraba sonriente apoyado en el marco de la puerta. —Joder con tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas. —¡Oye, esto no es lo que estáis pensando! —logró gritar Kelsey, avergonzada. Se puso de pie y comenzó a sacudirse las ropas. James, todavía confuso, imitó sus movimientos. —Ah, ¿no? —Marcus sonrió ampliamente—. ¿Estudiabais anatomía? —¡Cállate ya! —se quejó Kelsey. Después se giró resentida hacia James, apretando los puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio! —exclamó, antes de desaparecer escaleras arriba hacia su habitación.
Silvia Hervás
Nefer tiene oídos y por eso oye, y la boca le sirve para comer, pero el mundo pasa a su alrededor como el agua en torno a un peñasco, y ella está seria y nada importa. Dentro de un tiempo empezará a crecer su cuerpo, dentro de mucho se deshinchará, no importa, ya no importa, todo nace y después muere, pero nada importa.
Sara Gallardo (Enero)
El señor no oye, el señor es sordo, por todas partes se le alzan súplicas, son los pobres, los infelices, los desgraciados, todos implorándole el remedio que el mundo les niega, y el señor les da la espalda, comenzó haciendo una alianza con los hebreos y ahora hace un pacto con el diablo, para esto no merece la pena que haya dios.
José Saramago (Caim)
No puedo hacer discursos, Emma: Si la amara menos, quizá podría hablar más de ello. Pero ya sabe lo que soy. No oye de mí más que la verdad
Jane Austen (Emma)
Cuando los corderos se pierden en el monte, dijo, se les oye llorar. Unas veces acude la madre. Otras el lobo. Les
Cormac McCarthy (Meridiano de sangre)
Lo que uno ve y oye depende en gran medida del lugar donde esté, y también depende de la clase de persona que uno sea.
C.S. Lewis (Troldmandens nevø (Narnia #1))
Nope, she’s probably as dry as the fucking Sahara Desert after oye, my dick. I think everyone is dry after that.
Meghan Quinn (Right Man, Right Time (The Vancouver Agitators, #3))
8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre;
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída.
Octavio Paz
47 Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
No crea nada de lo que oye, y sólo la mitad de lo que ve.
Edgar Allan Poe (Poe, todos sus cuentos (Incluye 77 relatos del gran Edgar Allan Poe))
»Roma se tapa los oídos cuando te oye; y el mundo se ríe de ti.
Henryk Sienkiewicz (Quo Vadis?)
La calidad de una cena la determinan las conversaciones secundarias que la mayoría de la mesa no oye.
Jonathan Lethem (You Don't Love Me Yet)
¿Acaso no oyes al viento cuando pasa silbando mensajes? Tu alma existe, pero no gravita.
Livia Alves
No hagas nada en secreto, porque el tiempo lo ve todo y lo oye todo, y lo revela todo.
Sophocles
—Oye, Drina, ¿truco o trato? - Ever Bloom
Alyson Noel (Evermore (The Immortals, #1))
No publiques con facilidad lo que pienses, ni ejecutes cosa no bien premeditada primero. Debe ser afable; pero no vulgar en el trato. Une a tu alma con vínculos de acero aquellos amigos que adoptaste después de examinada su conducta; pero no acaricies con mano pródiga a los que acaban de salir del cascarón y aún están sin plumas. Huye siempre de mezclarte en disputas, pero no una vez metido en ellas, obra de manera que tu contrario huya de ti. Presta el oído a todos, y pocos la voz. Oye las censuras de los demás; pero reserva tu propia opinión. Sea tu vestido tan costoso cuanto tus facultades lo permitan, pero no afectado en su hechura; rico, no extravagante: por que el traje dice por lo común quién es el sujeto...
William Shakespeare (Hamlet)
¿Quieres ver lo que no vieron ojos humanos? Mira la luna. ¿Quieres oír lo que los oídos no oyeron? Oye el grito del pájaro. ¿Quieres tocar lo que no tocaron las manos? Toca la tierra.
Jorge Luis Borges (El Aleph: cuento)
Así que, un día cuando dos hombres pasaron por delante de ellos tomados de la mano, Austin dijo:—Oye podríamos ser nosotros dentro de diez años. Y Hugo dijo:—O de diez meses. Y Austin dijo:—O de diez días. Y Hugo dijo:—O de diez minutos. Y Austin dijo:—O de diez segundos. Entonces, contaron hasta diez y se tomaron de la mano y no se soltaron durante el resto del día.
David Levithan
Durante nuestra estancia infinitesimalmente breve en la diminuta mota que es nuestro planeta, nos preocupamos y nos pavoneamos de esto o de aquello, y después ya no se oye más de nosotros.
Yuval Noah Harari (Homo Deus: Breve historia del mañana)
Era una casa viva la que me vio nacer. Si a veces despedía perfume de azahares en invierno o se oían algunas risillas sin dueño en medio de la noche, nadie se espantaba: eran parte de su personalidad, de su esencia. En esta casa no hay fantasmas, me decía mi papá: lo que oyes son los ecos que ha guardado para que recordemos a cuantos han pasado por aquí. Yo lo entendía. Me imaginaba a los veintidós hermanos de mi abuelo y el ruido que deben de haber creado, y me parecía lógico que todavía, años después, se oyeran evocaciones de sus risas reverberando en algunos rincones.
Sofía Segovia (El murmullo de las abejas)
Casi todos los hombres tienen miedo de que las historias de este tipo que puedan contar no encuentren semejanza o respuesta en la vida interior de quien los oye y, por tanto, sospechen o se rían de ellos.
Charles Dickens (The Trial For Murder)
Desde que tiene uso de razón oye decir que nos hallamos en un periodo de máxima crisis, en una transición catastrófica hacia una nueva cultura. Pero lo apocalíptico ha estado siempre, en todas las épocas.
Enrique Vila-Matas (Dublinesque)
(...)Es lo mismo con el erotismo. No es necesario explicar quien pone que y dónde. No, puedes hablar de los olores, las sentimientos, la textura, lo que oyes. Eso es mucho más erótico que la hidráulica del mismo".
Isabel Allende
14 Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
- Me gusta decir nozaroc, se oye mejor nozaroc. - A mí me gusta la palabra corazón. - A mí me parece muy cursi. - ¿Qué es cursi? - Cursi es la pereza de la gente que no quiere saber. - ¿Saber qué? - Cómo es en realidad el corazón.
Carla Faesler (Formol)
A ese tiempo infame lo llaman siglo de Oro. Mas lo cierto es que, quienes lo vivimos y sufrimos, de oro vimos poco; y de plata, la justa. Sacrificio estéril, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tuvimos a espuertas. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez, oye unos versos de Lope o de Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, y se dice que bueno, que tal vez mereció la pena.
Arturo Pérez-Reverte (El capitán Alatriste (Las aventuras del capitán Alatriste, #1))
-No me di cuenta que eras tan bueno, Grayson. El cálido sonido de la risa de Grayson retumbó gratamente contra el costado de mi cara que descansaba en su pecho. - Las damiselas en apuros siempre han sido mi talón de Aquiles, pero no dejes que eso te engañe. Realmente no soy tan bueno. - Si, lo eres. - No, no lo soy. Si yo fuera honesto, no estaría teniendo un momento tan difícil para no agarrarte el culo ahora mismo. (Avery y Grayson) -Pero miraté - dije -. Siempre pensaste que era como una hermana también. Si puedes cambiar de opinión, entonces el también puede. El sólo necesita un llamado de atención .-Oye ahora, no puedes ir saltando en la ducha con cada chico, sabes. Eso es completamente nuestra cosa. (Avery y Grayson) Escuché que mi amiga Avery te pisó tan fuerte en una partida de billas el pasado fin de semana que Grayson tuvo que tener piedad de ti antes de que cada estudiante de primer año universitario en UVU viera cuán pequeña es tu basura. (Libby a Owen) - ¿Realmente fallaste en un examen de sobre Las leyes de Newton? Está bien. Así que todos me miraban porque pensaban que yo era un idiota. - ¿Qué? - le pregunté un poco a la defensiva -. ¿Parece ser fácil? "No robar" le entiendo. "Rojo significa detenerse" tiene sentido. El chico Newton estaba fumando algo serio cuando debió haber hecho sus leyes. ¿Cuándo demonios vamos a usarlas de todos modos? (Brandon y Grayson)
Kelly Oram (The Avery Shaw Experiment (Science Squad, #1))
Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y, sin embargo algo resplandece en el silencio (...) ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que nos embellece es invisible.
Antoine de Saint-Exupéry (El Principito)
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda, ni llores sacudiéndote como quien estornuda, ni sufras «pataletas» que al vecindario alarmen, ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. No te sientes al lado de mi cajón mortuorio usando a tus cuñadas como reclinatorio; y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, observándome, que he quedado igualito. Y hazte la que no oye ni comprende ni mira cuando alguno comente que parece mentira. Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: Yo quiero ser un muerto como los de Neruda; y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: ¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» cada vez que te anuncien que llegó una corona; pero tampoco vayas a salir de indiscreta a curiosear el nombre que üene la tarjeta. No grites, amada, que te lleve conmigo y que sin mí te quedas como en «Tomo y obligo», ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, a divulgar detalles de mi vida privada. Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; no copies sus estilos, no repitas sus modas: Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, ¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!
Aquiles Nazoa (Humor y Amor)
Baltimore Oeste. Te sientas en el porche, bebiendo una lata de Colt 45 envuelta en una bolsa de papel marrón, y ves un coche patrulla que dobla lentamente la esquina. El agente se baja del coche. Ves la pistola, distingues la pelea, oyes los disparos, te asomas para ver a los enfermeros meter el cuerpo del policía herido en la parte trasera de la ambulancia. Luego vuelves a tu casa adosada, abres otra lata, te sientas frente al televisor y miras la reemisión de las noticias de las once, después vuelves a sentarse en el porche.
David Simon (Homicide: A Year on the Killing Streets)
Era ya la hora en que se enternece el corazón de los navegantes y renace su deseo de abrazar a los caros amigos de quienes el mismo día se han despedido y en que el viajero recién partido se compunge de amor si oye a lo lejos una campana que parezca plañir al moribundo día.
Dante Alighieri
Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. 16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
—¿Te das cuenta de cómo hemos cambiado, Kenneth? reflexionó en voz alta—. ¿La oyes? —señaló con la cabeza hacia su derecha—. El primer día en el hospital esa risa me robó el corazón y ahora es suyo para siempre. —Mañana regresarás a tu mundo —dijo él enfrentando su mirada. —Mi mundo es éste también. —No —contradijo tomándola por los hombros—. Ésta es tu fantasía. Y no te das cuenta que la escapada que tú vives como una ilusión, es mi vida real. Cuando estés en Boston, lo verás todo con otros ojos. (...) —Tú eres una poderosa razón para volver. La única que me importa.
Olivia Ardey (Delicias y secretos en Manhattan (Delicias y secretos en Manhattan, #1))
-Él me dijo: Oye, te amo, yo me reí en su cara, y le dije que yo no estaba enamorada de él, ¿sabes qué me respondió? Valeria negó... -Dijo: No me importa, ya te dí mi corazón de todas formas. Y fui suya. Desde ese momento fui suya, es como si una chispa nació en mí y me enamoré de repente.
Gabriela Montilla (Nada)
–¿Y entonces? –Cuando te pones inquisitiva, Jane, me haces sonreír. Abres los ojos como un pájaro anhelante y realizas de vez en cuando algún pequeño movimiento, como si no te satisficiera lo que oyes. Antes de continuar, dime lo que quieres indicar con tus: «¿Y entonces?» Es una muletilla muy frecuente en ti.
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
innovation and character for national development
FEDERAL UNIVERSITY OYE EKITI
— Oye, ¿ese es mi E-Reader. Definitivamente lo era. —Tal vez. Lo dejaste en tu escritorio. —¿Así que pensaste que podías usarlo? ¿Qué más de mis cosas has usado? —Sólo tu ropa interior —dijo, sus ojos todavía en la pantalla. —Entrégalo —dije, tendiéndole mi mano. —De ninguna manera, tengo que descubrir con quién termina ella. —Levantó el brazo, por lo que estaba fuera de mi alcance.
Chelsea M. Cameron
A la estación se la comen las casas adosadas y luego los campos se comen a las casas, primero vacíos y después salpicados de ovejas. La gente se quita el abrigo y enciende los portátiles y se oye un suspiro colectivo. Al otro lado del pasillo una mujer abre una bolsa de patatas con queso y cebolla. Parpadea y se mete cinco en la boca. Se hacen pedazos y suenan como los parásitos de la radio.
Ben Brooks
¿Qué ocurre, qué se forja, qué cristaliza en esos minutos? El viejo ni lo sabe ni lo piensa, pero lo vive en sus entrañas. Oye las dos respiraciones, la vieja y la nueva: confluyen como ríos, se entrelazan como serpientes enamoradas, susurran como en la brisa dos hojas hermanas. Así lo sintió días atrás, pero ahora un ritual instintivo lo hace sagrado. Acaricia sus amuletos entre el vello de su pecho y recuerda, para explicarse su emoción, el olmo seco de la ermita: debe su único verdor a la hiedra que le abraza, pero ella a su vez sólo gracias al viejo tronco logra crecer hacia el sol. La madera y el verdor, la raíz y la sangre, el viejo y el niño avanzan compañeros, como sobre un camino,por ese tiempo que les está uniendo. Ambos hombro con hombro, en extremos opuestos de la vida, mientras la luna se mueve acariciándoles, entre el remoto girar de las estrellas.
José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca)
Él se había colocado, literalmente, en un alto sitial entre los demonios de la tierra. No lo podéis entender, ¿cómo podríais entenderlo vosotros, que tenéis los pies sobre el sólido pavimento, que estáis rodeados de amables vecinos dispuestos siempre a prestaros ayuda o a caer sobre vosotros, que camináis delicadamente entre el carnicero y el policía, bajo el sagrado terror del escándalo, la horca y los manicomios? ¿Cómo podéis vosotros imaginaros a qué precisa región de los primeros tiempos pueden conducir a un hombre sus pies sin trabas impulsados por la soledad (soledad absoluta, sin un solo policía), por el silencio (silencio absoluto, donde no se oye la voz consejera de amables vecinos susurrando acerca de la opinión pública)? Estas pequeñas cosas son las decisivas. En el momento en que desaparece, uno tiene que recurrir a su propia fuerza innata, a su capacidad de lealtad.
Joseph Conrad (Heart of Darkness)
¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches rezagados y derrengados. Por unas horas hemos de poseer el silencio, si no el reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí sufriré! ¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas. Lo primero, doble vuelta al cerrojo. Me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi soledad y fortalecer las barricadas que me separan actualmente del mundo.
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
Es que yo no quiero decir sino sugerir y para que que la sugestión se produzca es preciso que el lector sea un artista. En imaginaciones desprovistas de facultades de ese orden ¿qué efecto producirá la obra de arte? Ninguno. La mitad de ella está en el verso, en la estatua, en el cuadro, la otra en el cerebro del que oye, ve o sueña. Golpea con los dedos esa mesa, es claro que sólo sonarán unos golpes; pásalos por las teclas de marfil y producirán una sinfonía: Y el público es casi siempre mesa y no un piano que vibre como éste
José Asunción Silva (De sobremesa)
Llenamos la apariencia física del ser que está ante nosotros con todas las nociones que respecto a él tenemos, y el aspecto total que de una persona nos formamos está integrado en su mayor parte por dichas nociones. Y ellas acaban por inflar tan cabalmente las mejillas, por seguir con tan perfecta adherencia la línea de la nariz, y por matizar tan delicadamente la sonoridad de la voz, como si ésta no fuera más que una transparente envoltura, que cada vez que vemos ese rostro y oímos esa voz, lo que se mira y lo que se oye son aquellas nociones.
Marcel Proust (Swann’s Way (In Search of Lost Time, #1))
—Oye ¿y está guapo el asesor? —Rebecca elevó una ceja con picardía al mismo tiempo que se mordía los labios. —Guapo es poco, es hermoso, un hombre bellísimo, se llama Rick y es una excelente persona —lo describió emocionada—. Me gusta mucho para Minerva, espero se conozcan muy bien y formalicen algo más serio pronto. —¿Tanto así te ganó el cuñado? —estaba sorprendida—. Pues debe de ser una maravilla, para que haya pasado la prueba de escrutinio de la desconfiada Aurora Warren, debe de ser un ejemplar único y divino. —Jura que lo es —sonrió sin poder contenerse.
Itxamany Bustillo (Aurora: Arte, Pasión y Seducción (Arte, Pasión y Seducción (APS)) (Spanish Edition))
si mi nombre fuera asequible al temor, no sé de hombre alguno a quien evitase tan pronto como a este enjuto Casio. Lee mucho, es un gran observador y penetra admirablemente en los motivos de las acciones humanas. El no es amigo de espectáculos, como tú, Antonio, ni oye música. Rara vez sonríe, y cuando lo hace, es de manera que parece mofarse de sí mismo y desdeñar su humor, que pudo impulsarle a sonreír a cosa alguna. Tales hombres no sosiegan jamás mientras ven a alguno más grande que ellos, y son, por tanto, peligrosísimos. Te digo más bien lo que es de temer que lo que yo tema, pues siempre soy César.
William Shakespeare (Julius Caesar)
¿Oyes la nieve contra los cristales de la ventana, Kitty? ¿Has visto lo dulce y lo suave que suena? Es como si hubiera alguien que estuviera besando la ventana desde fuera. Me pregunto si la nieve está enamorada de los árboles y de los campos y por eso los besa con tanta dulzura. Luego les arropa con un edredón blanco y les dice: "dormid, queridos, hasta que llegue el verano". Y cuando se despiertan en verano, Kitty, se visten todos de verde y bailan de un lado a otro cuando sopla el viento ... ¡Oh, eso es muy bonito! (...) ¡Me encantaría que fuera verdad! EStoy segura de que los bosques tienen sueño en otoño cuando las hojas se ponen marrones.
Lewis Carroll
La carne es triste, ¡ay!, y todo lo he leído. ¡Huir! ¡Huir! Presiento que en lo desconocido de espuma y cielo, ebrios los pájaros se alejan. Nada, ni los jardines que los ojos reflejan sujetará este pecho, náufrago en mar abierta ¡oh, noches!, ni en mi lámpara la claridad desierta sobre la virgen página que esconde su blancura, y ni la fresca esposa con el hijo en el seno. ¡He de partir al fin! Zarpe el barco, y sereno meza en busca de exóticos climas su arboladura. Un hastío reseco ya de crueles anhelos aún sueña en el último adiós de los pañuelos. ¡Quién sabe si los mástiles, tempestades buscando, se doblarán al viento sobre el naufragio, cuando perdidos floten sin islotes ni derroteros!... ¡Mas oye, oh corazón, cantar los marineros!
Stéphane Mallarmé
Aquí, frente a este edificio, aprendo algo sobre el miedo. Aprendo que no son las banales fantasías de alguien que quizá quiere que le pase algo importante, aunque lo importante sea terrible. No es el asco de ver a un extraño muerto, ni la falta de aliento cuando oyes cargarse una escopeta . Este miedo no se soluciona con ejercicios de respiración. Este miedo no es comparable a ningún otro miedo que haya sentido antes. Es la más baja de todas las emociones posibles, sientes que estaba con nosotros antes de que existieras, antes de que existiera este edificio, antes de que existiera la Tierra. Es el miedo que hizo que los peces salieran del agua y desarrollaran pulmones, el miedo que nos enseña a correr, el miedo que hace que enterremos a nuestros muertos.
John Green (Paper Towns)
Después de escucharlo todo, Whitman escribe: «Iracundas y amargas olas me cortan, casi me ahogo». Pensé que era perfecto. Escuchas a las personas para poder imaginarlas, oyes todas las cosas terribles y maravillosas que las personas hacen de sí mismas y a los demás, pero al final escuchar te ahoga todavía más que la gente a la que intentas escuchar. Unas páginas después —escuchando y ahogándose—, Whitman empieza a escribir sobre los viajes que puede hacer con la imaginación, y enumera todos los lugares a los que puede ir tumbado en a hierba. «Las palmas de mis manos abarcan continentes», escribe. Pienso en mapas, en cómo de niño observaba de vez en cuando un atlas, y el mero hecho de observarlo era como estar en otro sitio. Eso era lo que tenía que hacer. Tenía que oír e imaginar mi camino en su mapa.
John Green (Paper Towns)
Puedes pensar que el pasado tiene algo que decirte. Puedes pensar que deberías escuchar, esforzarte por distinguir susurros, que deberías hacer lo imposible, inclinarte para escuchar la voz que murmura desde el suelo, desde los lugares muertos. Puede que pienses que ahí vas a encontrar algo, algo que comprender o a lo que encontrar sentido. Pero yo sé la verdad. La conozco de las noches de frialdad. Sé que el pasado va a tirar de ti hasta abajo y hacia atrás, que te va a engañar con el susurro del viento y los gemidos de los árboles, que te va a impulsar a descifrar lo que no entiendes, a recompensar lo que estaba roto. No hay esperanza. El pasado no es mas que un lastre. Se instala en tu interior como una piedra. Hazme caso. Si oyes que el pasado te habla, si sientes que tira de tu espalda y que pasa los dedos por la columna, lo mejor que puedes hacer, lo único, es correr.
Lauren Oliver (Delirium (Delirium, #1))
Justo cuando pensábamos que la pelea había terminado, va y me saca el refrito sin sentido de algo que pasó hace años". ¿Y qué podemos hacer ante todo esto? ¿Cómo comercializar la 'Guía William James' de autoayuda en las relaciones personales? De una forma obvia. Intentando contrarrestar esa locomotora con mente propia en que se convierte el sistema nervioso autónomo. ¿Cómo hacerlo? (...) Antes de contestarlo, tiene que respirar profundamente o parar y contar hasta diez. Oblíguese a discutir estando sentados (esto ralentizará el flujo de adrenalina). También puede utilizar la cognición como munición: hable sobre este tema de la activación autónoma con su pareja de forma que ambos atajen el fenómeno: "Oye, ¿crees que estamos teniendo uno de esos momentos a lo William James?". Las relaciones ya pueden ser lo bastante problemáticas para que encima nuestras glándulas se dediquen a inventarnos complicaciones existentes.
Robert M. Sapolsky (Monkeyluv: And Other Essays on Our Lives as Animals)
QUOTES & SAYINGS OF RYAN MORAN- THE WORLD'S MOST POWERFUL MAN Favorite Sayings of Ryan Moran: The World's Most Powerful Man “Sometimes the withholding of a small part of the truth is not only wise, but prudent.” “There is one principle that bars all other principles, and that is contempt prior to investigation.” (Ryan was fond of paraphrasing Herbert Spencer) “What do you mean?”, “How do you know?”, “So what?” “I don’t need much, just one meal a day, a pack of cigarettes and a roof over my head.” “Well…, we must have different data bases, mustn’t we?” “This guy is more squirrely than a shithouse rat” The CIA—you know, the ‘Catholic Irish Alcoholics’ “That dumb fuck.” “Oye! A Jew and an Irishman—what a team!” “Okay, everybody, up and to the right ten thousand feet,” ( If things in general were not going well. Refers to his jet flying days) “Is that what you want to do?.....Are you sure?" “Curiosity is self serving,” “If you don’t know where you’re going, you will end up somewhere else.” “So…, what are you thinking?” “I can do anything that I want, as long as I have the desire and I am willing to pay the price.” (His working definition of honesty) “Well, what did you learn tonight?” “Don’t let your emotions get the best of you, and don’t get too far out into your future.” “If you meet someone in the middle of the desert and he asks you where the next water hole is, you had better tell him the truth. If you don’t, then the next time you meet, he will kill you.” “Damn it!” “And remember to watch your mirrors!” (Refers to the fact someone may be following us in the car) “A person either gets humble or gets humiliated.” “That’s right.” “Oye, Sheldon, a Jew and an Irishman—talk about guilt and suffering!” “Pigs grow fat, but hogs get slaughtered.” “A friend is someone who is coming in, when everyone else is going out.
Ira Teller (Control Switch On: A True Story—The Untold Story of the Most Powerful Man in the World—Ryan Moran—Who Shaped the Planet for Peace)
Cuando los políticos empiezan a hablar en términos místicos, ¡cuidado! Podrían intentar disfrazar y justificar el sufrimiento real envolviéndolo en palabras altisonantes e incomprensibles. Sea el lector especialmente prudente a propósito de las cuatro palabras siguientes: sacrificio, eternidad, pureza, redención. Si oye alguno de estos términos, haga sonar la alarma. Y si resulta que vive en un país cuyo dirigente dice de forma rutinaria cosas como «Su sacrificio redimirá la pureza de nuestra nación eterna», sepa que tiene un problema grave. Para conservar la cordura, intente siempre traducir esta monserga en términos reales: un soldado que grita agonizante, una mujer que es apaleada y vejada, un niño que tiembla de miedo. De modo que si el lector quiere saber la verdad acerca del universo, del sentido de la vida y de su propia identidad, lo mejor para empezar es observar el sufrimiento y analizar lo que es. La respuesta no es un relato.
Yuval Noah Harari (21 lecciones para el siglo XXI)
Te voy a contar otro secreto, este es por tu propio bien. Puedes pensar que el pasado tiene algo que decirte. Puedes pensar que deberías escuchar, esforzarte por distinguir susurros, que deberías hacer lo imposible, inclinarte para escuchar la voz que murmura desde el suelo, desde los lugares muertos. Puede que pienses que ahí vas a encontrar algo, algo que comprender o a lo que encontrar un sentido. Pero yo sé la verdad. La conozco de las noches de frialdad. Sé que el pasado va a tirar de ti hacia abajo y hacia atrás, que te va a engañar con el susurro del viento y los gemidos de los arboles, que te va a impulsar a descifrar lo que no entiendes, a recomponer lo que estaba roto. No hay esperanza. El pasado no es más que una lastre. Se instala en tu interior como una piedra. Hazme caso. Si oyes que el pasado te habla, si sientes que tira de tu espalda y que te pasa por los dedos por la columna, lo mejor que puedes hacer, lo único, es correr
Lauren Oliver (Delirium (Delirium, #1))
-Ese no es -dijo Cat, señalando con el índice a los corredores-. Ni ese tampoco. Es mono, pero no es él. Y ese chico seguro que no es él. -Frunció el entrecejo-. Qué raro. Puedo visualizar el aura que proyecta, pero me cuesta recordar con claridad su cara. A lo mejor es que no lo vi de cerca. -Tiene un aspecto poco común -respondió Eureka-. No en el mal sentido. Es atractivo. "Tiene los ojos como el mar -quería decir en realidad-. Los labios son de color coral. Su piel tiene la clase de poder que hace saltar la aguja de una brújula." [...] -¡Oye, Jack! -Cat se colocó en la grada encima de la que Jack estaba usando para estirar la pierna-. Estamos buscando a un tío de tu equipo que se llama Ander. ¿Cuál era su apellido, Reka? Eureka se encogió de hombros. Y lo mismo hizo Jack. -No hay ningún Ander en este equipo. Cat sacudió las piernas y las cruzo por los tobillos. -Mira, estaba en el encuentro de hace dos días, el que se canceló por la lluvia. Es un tipo alto, rubio... Ayúdame, Reka. "Con los ojos como el mar -estuvo a punto de soltar- y unas manos que podrían coger una estrella fugaz." -¿Como pálido? -logró decir. -Pues como que no está en el equipo.
Lauren Kate (Teardrop (Teardrop, #1))
Son muy pocos aquellos de entre nosotros que no se han despertado a veces antes del alba, o después de una de esas noches sin sueños que casi nos hacen amar la muerte, o de una de esas noches de horror y de alegría monstruosa, cuando se agitan en las cámaras del cerebro fantasmas más terribles que la misma realidad, rebosantes de esa vida intensa, inseparable de todo lo grotesco, que da al arte gótico su imperecedera vitalidad, puesto que ese arte bien parece pertenecer sobre todo a los espíritus atormentados por la enfermedad del ensueño. Poco a poco, dedos exangües surgen de detrás de las cortinas y parecen temblar. Adoptando fantásticas formas oscuras, sombras silenciosas se apoderan, reptando, de los rincones de la habitación para agazaparse allí. Fuera, se oye el agitarse de pájaros entre las hojas, o los ruidos que hacen los hombres al dirigirse al trabajo, o los suspiros y sollozos del viento que desciende de las montañas y vaga alrededor de la casa silenciosa, como si temiera despertar a los que duermen, aunque está obligado a sacar a toda costa al sueño de su cueva de color morado. Uno tras otro se alzan los velos de delicada gasa negra, las cosas recuperan poco a poco forma y color y vemos cómo la aurora vuelve a dar al mundo su prístino aspecto. Los lívidos espejos recuperan su imitación de la vida. Las velas apagadas siguen estando donde las dejamos, y a su lado descansa el libro a medio abrir que nos proponíamos estudiar, o la flor preparada que hemos lucido en el baile, o la carta que no nos hemos atrevido a leer o que hemos leído demasiadas veces. Nada nos parece que haya cambiado. De las sombras irreales de la noche renace la vida real que conocíamos. Hemos de continuar allí donde nos habíamos visto interrumpidos, y en ese momento nos domina una terrible sensación, la de la necesidad de continuar, enérgicamente, el mismo ciclo agotador de costumbres estereotipadas, o quizá, a veces, el loco deseo de que nuestras pupilas se abran una mañana a un mundo remodelado durante la noche para agradarnos, un mundo en el que las cosas poseerían formas y colores recién inventados, y serían distintas, o esconderían otros secretos, un mundo en el que el pasado tendría muy poco o ningún valor, o sobreviviría, en cualquier caso, sin forma consciente de obligación o de remordimiento, dado que incluso el recuerdo de una alegría tiene su amargura, y la memoria de un placer, su dolor.
Oscar Wilde (El Retrato de Dorian Gray)
¡Todavía aquí, Laertes! ¡A bordo, a bordo! ¡Qué vergüenza! El viento sopla en la popa de tu nave, y sólo aguardan tu llegada. Acércate. ¡Que mi bendición sea contigo! Y procura imprimir en la memoria estos pocos preceptos: No propales tus pensamientos ni ejecutes nada inconveniente. Sé sencillo, pero en modo alguno vulgar. Los amigos que escojas y cuya adopción hayas puesto a prueba, sujétalos a tu alma con garfios de acero, pero no encallezcas tu mano con agasajos a todo camarada recién salido sin plumas del cascarón. Guárdate de entrar en pendencia: pero, una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti. Presta a todos tu oído, pero a pocos tu voz. Oye las censuras de los demás, pero reserva tu juicio. Que tu vestido sea tan costoso como tu bolsa lo permita, pero sin afectación a la hechura; rico, mas no extravagante, porque el traje revela al sujeto, y en Francia las personas de más alta alcurnia y posición son de esto modelo de finura y esplendidez. No pidas ni des prestado a nadie, pues el prestar hace perder a un tiempo el dinero y al amigo, y el tomar prestado embota el filo de la economía. Y, sobre todo, esto: sé sincero contigo mismo y de ello se seguirá, como la noche al día, que no puedes ser falso con nadie. ¡Adiós! Que mi bendición haga fructificar en ti todo esto.
William Shakespeare
—¡Arriba, princesita! El grito la sobresaltó, incorporándose de golpe, desorientada. Miró a su alrededor. La luz había vuelto, y Hewan estaba de pie en mitad de la estancia. Tenía una cadena más delgada en una mano, y una bolsa negra en la otra. Se había cambiado la falda de cuero de la noche anterior por otra de lana gruesa, tejida a cuadros verdes con líneas negras —¿No puedes ser más delicado a la hora de despertarme? —se quejó Rura con irritación. —¿La princesita se ha asustado? —Se llevó la mano al pecho, simulando estupor—. Lo lamento mucho, alteza imperialísima. ¿Vais a ordenar azotarme? Rura se levantó. Se sentía sucia y horrenda, con el pelo enredado y el quimono lleno de arrugas. Y olía a sudor. Hacía años que sus axilas no olían. —No me llames así —gruñó. —¿Princesita? ¿No te gusta? —Me importa un comino si me llamas princesita. No te dirijas a mí como Alteza Imperial. No tengo el derecho a usar el título. Rura intentó evitarlo, pero la amargura fue evidente en su voz. Hewan soltó una carcajada y puso los brazos en jarras. La cadena y la bolsa negra colgaban de sus manos. —Vaya, vaya, vaya… Así que no eres hija legítima —se burló—. Lástima. Pensaba utilizarte como moneda de cambio, pero ya veo que no me servirás ni para eso. Probablemente, cuando la noticia de tu captura llegue a oídos de tu padre, el gran príncipe heredero, se sentirá aliviado. ¿No es así? —¡Mi padre me quiere! —gritó furiosa—. ¿Me oyes, bestia inmunda? ¡Mi padre me quiere, y cuando venga a por mí, traerá con él todo el ejército imperial! ¡Destrozará estas montañas hasta encontrarme! Y tú y tu pueblo lo pagaréis con la exterminación. Se sintió como una niña malcriada gritando toda esa sarta de mentiras, pero en aquel momento no podía afrontar la verdad que había en las palabras de aquel extraño. La sonrisa de Hewan murió y su rostro se transformó en una máscara colérica. —Claro que te quiere, princesita —siseó. Tenía el cuello en tensión, y los tendones se marcaban, abultados bajo la piel—. Por eso permitió que tu esposo el gobernador te repudiara y te exiliara. Rura no contestó. ¿Qué iba a decir? ¿Confesar ante este extraño que se lo merecía por lo que había hecho? ¿Que tenía suerte de estar viva? Había conspirado para matar a Kayen. El hecho que fuese por orden de su padre, no la convertía en inocente. Además, estaba segura que su exilio tenía mucho más que ver con la paliza que le dio a la esclava, que con el intento de asesinato. —¿No dices nada? Rura se escondió de nuevo tras su máscara de princesa. Levantó la barbilla con orgullo y se negó a hablar. Hewan se acercó a ella, y Rura luchó con el impulso de huir de él. Le puso la bolsa delante de la cara. —Hueles que apestas —le dijo. Rura enrojeció de rabia y de vergüenza—. Te voy a llevar a los baños para que te puedas lavar, pero para eso tengo que taparte la cabeza. —No quiero ir. Puedo lavarme aquí si alguien me trae agua y jabón. —Nadie te ha pedido tu opinión, princesita. —Le pasó la bolsa por la cabeza y se la anudó en el cuello, por encima del collar metálico—. No te preocupes, no dejaré que te caigas… creo. Desenganchó la cadena que la mantenía sujeta a la pared, y aseguró la nueva cadena que llevaba en la mano, más delgada y corta. —¿Tienes que llevarme como si fuera un perro? —preguntó indignada— . No voy a echar a correr. —Por supuesto que no correrás —contestó Hewan, guasón—. Esta cadena no es para impedir que huyas; es para humillarte. —Eres un animal. —Puede ser, pero no soy yo el que lleva collar y cadena, princesita. Y que no se te ocurra intentar quitarte la bolsa de la cabeza: si lo haces, tendré que arrancarte esos bonitos ojos que tienes.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
I’m standing in front of Enrique’s Auto Body, doing deep-breathing exercises to keep from being nervous. Enrique’s Camry is nowhere in sight, so I know Alex is alone. I’m going to seduce Alex. If what I’m wearing doesn’t capture his attention, nothing will. I’m giving this my all…bringing out all the artillery. I rap on the door, then close my eyes tight and pray this goes as planned. I open my long, silver satin jacket and the cool night air rushes onto my exposed skin. When the creak of the door alerts me to Alex’s presence, I slowly open my eyes. But it’s not Alex’s black eyes staring at my scantily clad body. It’s Enrique--who’s staring at my pink lace bra and pom-pom skirt as if he’s won the lottery. Ripped with embarrassment, I wrap my coat around myself. If I could wrap it around twice, I would. “Uh, Alex,” Enrique laughs. “There’s a trick-or-treater here to see you.” My face is probably beet red, but I’m determined to see this through. I’m here to show Alex I’m not going to desert him. “Who is it?” comes Alex’s voice from somewhere inside the garage. “I was just leavin’,” Enrique says, slipping past me. “Tell Alex to lock up. Adiós.” Enrique walks across the darkened street, humming to himself. “Yo, Enrique. ¿Quién está ahi?” Alex’s voice fades when he reaches the front of the shop. He looks at me with contemp. “Need directions or your car fixed.” “None of the above,” I say. “Trick-or-treatin’ on my side of town?” “No.” “It’s over, mujer. ¿Me oyes? Why do you keep droppin’ into my life and fuckin’ with my head? Besides, aren’t you supposed to be at the Halloween dance with some college guy?” “I blew him off. Can we talk?” “Listen, I’ve got a shitload of work that still needs to get done. What did you come here for? And where’s Enrique?” “He, uh, left,” I say nervously. “I think I scared him away.” “You? I don’t think so.” “I showed him what I was wearing under my coat.” Alex’s eyebrows shoot up.
Simone Elkeles (Perfect Chemistry (Perfect Chemistry, #1))
En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte en esta soledad sin paredes al tiempo que huyeron los ángulos en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre para salir en un momento tan lento en un interminable descenso sin brazos que tender sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible sin más que una mirada y una voz que no recuerdan haber salido de ojos y labios ¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios? Y mi voz ya no es mía dentro del agua que no moja dentro del aire de vidrio dentro del fuego lívido que corta como el grito Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro cae mi voz y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura como el hielo de vidrio como el grito de hielo aquí en el caracol de la oreja el latido de un mar en el que no sé nada en el que no se nada porque he dejado pies y brazos en la orilla siento caer fuera de mí la red de mis nervios mas huye todo como el pez que se da cuenta hasta ciento en el pulso de mis sienes muda telegrafía a la que nadie responde porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.
Xavier Villaurrutia (Nocturnos)
De ahí aquella burla graciosa de cierto bufón. Promete en el teatro revelar en juegos sucesivos el pensamiento y querer de todos. El día convenido, una apiñada multitud, en medio de profundo silencio, contenido el aliento y con ansiedad expectante, oye clamar desde las tablas al mimo gracioso: “Vosotros queréis comprar barato y vender caro”. En esta sentencia del liviano bufón encontraron sus conciencias os espectadores y se manifestó la verdad a sus ojos; sin embargo, sorprendidos por la imprevista salida, todos con entusiasmo aplaudieron. ¿Por qué aquella gran expectación ante la promesa de adivinar los deseos de todos, sino porque es para el hombre secreto recóndito la voluntad de los otros mortales? ¿Acaso ignoraba esto el histrión? ¿Lo desconoce por ventura alguien? ¿Y cuál es la razón, sino porque es dable, sin inconveniente, conjeturar ciertos quereres ajenos, apoyados en nuestra propia experiencia, gracias a la mancomunidad (le instintos o de naturaleza? Pero una cosa es ver la voluntad propia, y otra, aun siendo la conjetura fundada, averiguar conjeturalmente la del prójimo. En las realidades humanas, tan cierto estoy de la fundación de Roma como de la fundación de Constantinopla; Roma la he visto con mis ojos, mientras Constantinopla sólo la conozco por testimonio ajeno. Nuestro bufón, ya se haya visto a sí mismo, ya sea por experiencia adquirida de los hombres, creyó que el deseo de comprar a vil precio y vender caro era a todos común. Pero, siendo en realidad un vicio, puede uno adquirir en este punto la justicia o incurrir en otro extremo vicioso, contrario al anterior, de suerte que le resista y supere. Sé de un hombre que, al serle ofrecido un códice en venta, el propietario, ignorante del precio, le pidió una suma irrisoria; no obstante, el comprador pagó un precio justo, bastante más elevado. ¿Qué decir del mortal sumido en tan profunda insipiencia que vende la heredad de sus padres a precio vil para comprar a precio alzado lo que ha de consumir la libido? Este exceso, a mi ver, nada tiene de increíble. Si los buscamos, no faltarán ejemplos, y aun sin buscarlos es posible se encuentren viciosos mucho más corrompidos que los libertinos fingidos del teatro, que, condenando la declamación o representación escénicas, compran a precio de oro sus estupros y venden sus campos por una nonada. Pródigos he también conocido que compraron más caro de lo usual el trigo para venderlo luego más barato a sus conciudadanos. Aquel dicho del viejo poeta Ennio: “Todos los mortales desean ser alabados”, se basa en la experiencia personal del autor; en los demás lo conjetura, y así parece expresar el deseo de todos los hombres. Si el bululú de marras hubiera dicho: “Todos amáis la alabanza y nadie el vituperio”, parecería expresar el querer de todos los hombres. Pero hay quienes odian los vicios, están descontentos de sí mismos, no aman la lisonja y dan incluso las gracias cuando, con benévola urbanidad, se les reprende, si es la enmienda el fin de la corrección. Si el gracioso actor cómico hubiese dicho: “Todos amáis la felicidad y nadie ansía ser desgraciado”, habría proclamado esta vez una verdad que nadie deja de reconocer en el fondo de su querer, porque, cualquiera que sea su voluntad secreta, no puede declinar de este anhelo, conocido de todos los hombres.
Anonymous