Oro Rey Quotes

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Es mi rencor por ti un castillo de naipes donde la melancolía bebe queimada con los bufones y el rey me fríe el corazón en una sartén de oro, al ajillo.
Alexandre Alphonse (Cien sonetos de rencor)
Voy a ser la esposa del Rey, el mismo que golpea a las mujeres y nadie puede hacer nada para cambiar eso. Todo porque él es un emperador y un emperador nunca debe ser contrariado. ¡Qué hermoso destino que voy a tener por delante! ¡En mi cabeza una corona de oro y un esposo abusador! Si esto se puede llamar un futuro iluminado, prefiero que el mío sea apagado.
Pet Torres (La Corona de Clavos (Esposa del Rey #1))
Porque esta misma pasión, que en la edad escolar tiene por objeto nueces, pelotas y pajaritos, en las edades posteriores, para prefectos y reyes, es ambición de oro, de tierras y de esclavos.
Augustine of Hippo (Confesiones de San Agustín)
...Éstas son maravillas, pero no se comparan con tu poema, que de algún modo las encierra. ¿Qué hechicería te lo dio? -En el alba --dijo el poeta-- me recordé diciendo unas palabras que al principio no comprendí. Esas palabras son un poema. Sentí que había cometido un pecado, quizá el que no perdona el Espíritu. -El que ahora compartimos los dos -- el Rey musitó--. El de haber conocido la Belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te di un espejo y una máscara de oro; he aquí el tercer regalo que será el último. Le puso en la diestra una daga.
Jorge Luis Borges (كتاب الرمل)
La mayoría de las personas son otras personas. Sus pensamientos son las opiniones de otro, su vida un remedo, sus pasiones una cita. Cristo no fue sólo el Individualista supremo, sino el primero de la Historia. Se ha querido hacer de él un vulgar Filántropo, como los espantosos filántropos del siglo diecinueve, o se le ha colocado como Altruista al lado de los acientíficos y los sentimentales. Pero en realidad no fue ni lo uno ni lo otro. Tiene compasión, naturalmente, de los pobres, de los que están encerrados en las cárceles, de los humildes, de los desdichados, pero tiene mucha más compasión de los ricos, de los hedonistas duros, de los que dilapidan su libertad en hacerse esclavos de las cosas, de los que visten telas suaves y viven en las casas de los reyes. La Riqueza y el Placer le parecían tragedias realmente mayores que la Pobreza y el Dolor. Y en cuanto al Altruismo, ¿quién supo mejor que él que es la vocación y no la volición lo que nos determina, y que no se pueden recoger uvas de los espinos ni higos de los cardos? Vivir para los demás como objetivo concreto y deliberado no fue su credo. No fue la base de su credo. Cuando dice: « Perdonad a vuestros enemigos», no lo dice por el bien del enemigo sino por el bien de uno mismo, y porque el Amor es más bello que el Odio. Cuando ruega al joven al que amó con verle: «Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres », no es en el estado de los pobres en lo que está pensando, sino en el alma del joven, el alma gentil que la riqueza estaba desfigurando. En su visión de la vida coincide con el artista que sabe que por la ley inevitable del propio perfeccionamiento el poeta ha de cantar, y el escultor pensar en bronce, y el pintor hacer del mundo espejo de sus estados de ánimo, tan seguro y tan cierto como que el majuelo ha de florecer en primavera, y el trigo llamear de oro al tiempo de la siega, y la Luna en sus ordenadas andanzas cambiar de escudo en hoz y de hoz en escudo.
Oscar Wilde (Obras - Coleccion de Oscar Wilde (Spanish Edition))
A la inmensidad de la selva no parecía corresponder una gran riqueza; los indios sólo hablaban con exaltación como si fuera oro puro del conocimiento de las cosas. “aquí sólo es riqueza conocer” fue la incomprensible traducción que un indio lengua hizo de las palabras de un rey que tenía collar de colmillos y diadema de plumas azules. Ursúa sonrió con desconfianza, pero sintió nostalgia de las campañas del Nuevo Reino de Granada, donde de cada región salía una multitud llena de pectorales y narigueras, de brazaletes y poporos, de collares de ranas o de pájaros, de cascos o diademas, donde eran muchedumbre los saltamontes, los colmillos, los murciélagos y las abejas de oro
William Ospina (La serpiente sin ojos)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa. (Fragmento perteneciente al cuento de Cenicienta)
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
EL MAL Mientras que los gargajos rojos de la metralla silban surcando el cielo azul, día tras día, y que, escarlata o verdes, cerca del rey que ríe se hunden batallones que el fuego incendia en masa; mientras que una locura desenfrenada aplasta y convierte en mantillo humeante a mil hombres; ¡pobres muertos! sumidos en estío, en la yerba, en tu gozo, Natura, que santa los creaste, existe un Dios que ríe en los adamascados del altar, al incienso, a los cálices de oro, que acunado en Hosannas dulcemente se duerme. Pero se sobresalta, cuando madres uncidas a la angustia y que lloran bajo sus cofias negras le ofrecen un ochavo envuelto en su pañuelo.
Arthur Rimbaud
Brindaron, apuraron sus copas y Peio Anzola señaló la primera moneda, la de cobre octogonal. —Ese maravedí compró un secreto y con él siempre sabrás la verdad. Eso no hay dinero que lo pague —añadió con un guiño y señaló la siguiente moneda—. El doblón de oro pagó el beso de una reina de Aragón. Fue una apuesta, por supuesto, y queriendo o sin querer, la reina la perdió. Con ese doblón podrás tener cuantos besos quieras y de quien tú quieras, eso tampoco tiene precio... —¿Y esta? —se anticipó Urko, carcomido por la curiosidad. Tocó la pieza de plata y la encontró caliente, como si estuviese hechizada. Sin embargo, las otras dos permanecían frías y así lo comprobó. Su tío le sacó de sus pensamientos con una frase sincera y sentida: —Espero que nunca tengas que usar esa última moneda, chico. Las otras dos tienen crédito ilimitado, su magia nunca se agota, pero esa pieza de plata solo podrás usarla una vez y, cuando lo hagas, ya no será tuya. Tendrás que regalarla junto con las otras dos. —¿Tú ya la has usado, tío? —Eso no importa, lo crucial es que sepas quién la usó primero. Esta pieza de plata se utilizó para pagar una muerte. Una muy importante. —¿La de otro rey? —aventuró Urko. —Algo parecido, no te lo vas a creer cuando te lo diga. Digamos que solo hay treinta monedas como esa… y son las treinta que compraron la vida del Rey de Reyes. —¿En serio? —masculló Urko, sin apartar su mirada del brillo de la plata—. ¿Las monedas de Judas? Vale, tío, tienes razón. No me lo creo.
Mara Oliver (Hechizo de Mar y Luna)
Así, los niños de entonces aprendimos a no preguntar, aunque a los españoles de hoy no les gusta recordarlo. Tampoco acordarse de que vivían en un país pobre, aunque eso no era ninguna novedad. Los españoles siempre hemos sido pobres, incluso en la época en que los reyes de España eran los amos del mundo, cuando el oro de América atravesaba la península sin dejar a su paso nada más que el polvo que levantaban las carretas que lo llevaban a Flandes, para pagar las deudas de la Corona. En el Madrid de mediados de siglo XX, donde un abrigo era un lujo que no estaba al alcance de las muchachas de servicio ni de los jornaleros que paseaban por las calles para hacer tiempo, mientras esperaban la hora de subirse al tren que los llevaría muy lejos, a la vendimia francesa o a una fábrica alemana, la pobreza seguía siendo un destino familiar, la única herencia que muchos padres podían legar a sus hijos.
Almudena Grandes
Abigitano, Soneto del Divino Refugiado En sánscrito soy Abhijit, En español soy Vencedor. En árabe soy Ghalib, En Historia soy Reformador. Tantos idiomas, tantos nombres – Algunos llaman agua, otros llaman water. Más allá de los idiomas, la luz es la misma – Algunos lo llaman divino, yo lo llamo humanidad. Mis raíces están arraigadas en la humanidad, no en una cultura, religión o nación. El cosmos corre por mis corpúsculos, Mi vida es el llamado a la expansión. Quien ama a otro es santo, Quien ayuda a otro es rey. Los animales anhelan lujos locos, Para mí sacrificarse es vivir. No me sirven el silicio ni el oro – Cuando el mundo arde, yo soy ungüento. Llámame migrante, o llámame un refugiado – Más allá de hechos y la fe, ¡yo soy Abigitano!
Abhijit Naskar (Abigitano: El Divino Refugiado (Spanish Edition))
Un rey no permanece dentro de su tienda mientras sus hombres se desangran y mueren en el campo de batalla. Un rey no cena mientras sus hombres pasan hambre, ni duerme cuando ellos están en vela en la muralla. Un rey no ordena a sus hombres lealtad por miedo a no comprarla con oro; se gana el amor con el sudor de su frente y los dolores los soporta por ellos. Lo que resulta la carga más pesada, un rey la coge primero y la deja el último. Un rey no exige el servicio de aquellos a los que dirige sino que se los proporciona a ellos. Les sirve a ellos, no ellos a él.
Steven Pressfield (Las puertas de fuego (Spanish Edition))
Una mujer merece más que un príncipe azul, más que un rey colmado de oro, más que un poderoso emperador; merece un hombre iluminado por ella que la ame y que goce de su amor, y que le ofrezca mucho más del valioso tesoro de la felicidad.
Martín Balarezo García
Sarebbe stato più sopportabile, indubbiamente, se invece dell'amara lucidità che impregnava ogni sua azione e pensiero, il capitano Alatriste avesse goduto dei doni magnifici della stupidità, del fanatismo o della cattiveria. Perché solo gli stupidi, i fanatici e le canaglie vivono senza fantasmi, o senza rimorsi.
Arturo Pérez-Reverte (El oro del rey (Las aventuras del capitán Alatriste, #4))
rey del antiguo Israel, declaró: «De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro».2 Pero la buena reputación es el reflejo del carácter de la persona. Si la reputación es como el oro, entonces tener integridad es como ser dueño de la mina. Preocúpese menos por lo que otros piensan y préstele atención a su carácter interno.
John C. Maxwell (Cómo influenciar a las personas: Haga una diferencia en su mundo)
Y me dije que acaso él pensara: "Alto ahí, pequeña histérica, éste es mi reino, aquí soy yo el señor: vuelve atrás, a tu casa, con tu vieja malvada y egoísta, con tus hipócritas, con tus malvados encubiertos. Vuelve a tu cerrada casa de rincones mohosos, con ratones que huyen como alma en pena y tu vajilla de oro, regalo del rey. Anda, vuelve, vuelve: esta otra es mi casa, y nunca la podrás entender, estúpida, ridícula criatura".
Ana María Matute
«Si usted, hija mía, se baña en un río, y revolviendo el agua al nadar, por juego, como solemos hacer, encuentra entre la arena una pepita de oro, pequeñísima que no vale una peseta, ¿se creerá usted ya millonaria? ¿pensará que aquel descubrimiento la va a hacer rica? ¿que todo el río va a venir arrastrando monedas de cinco duros con la carita del rey y que todo va a ser para usted? Eso sería absurdo. Pero, por esto ¿va a tirar con desdén la pepita y a seguir jugueteando con el agua, moviendo los brazos y haciendo saltar la corriente al azotarla con los pies y sin pensar ya nunca más en aquel poquito de oro que encontró entre la arena?»
Leopoldo Alas (La Regenta)
—¿Quién eres? —volvió a preguntar Dalinar, en voz más baja. —Ojalá pudiera hacer más —repitió la figura de oro—. Podríais obligarle a elegir un campeón. Está obligado por algunas reglas. Todos nosotros lo estamos. Un campeón podría funcionar bien para vosotros, pero no es seguro. Y..., sin las Esquirlas del Amanecer... Bueno, he hecho lo que he podido. Es terrible, terrible dejaros solos. —¿Quién eres? —preguntó de nuevo Dalinar. Y sin embargo, le pareció que ya lo sabía. —Soy..., fui..., Dios. El que llamáis el Todopoderoso, el creador de la humanidad. —La figura cerró los ojos—. Y ahora estoy muerto. Odium me ha matado. Lo siento.
Brandon Sanderson (El camino de los reyes (El archivo de las tormentas, #1))
Un corazón de oro puede acabar podrido. Lo que escribió, lo que hizo, todo en vano ha sido. Sus cartas son armas, su reino es cruel. Pastor de la inconsciencia, rey de los necios es».
Rachel Gillig (One Dark Window (The Shepherd King, #1))
Los que se deleitan en la piedad están a menudo hablando de ella.; “Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a otro,” Mal. 3.16. Donde se infunde la gracia, será efusiva. “Las palabras de la boca del sabio están llenas de gracia,” Ecle. 12.10. David deleitándose con los testimonios de Dios, “hablaría de ellos delante de los reyes”, Salmo 119.46. El cónyuge deleitándose con su amado, no pudo ocultar su amor, sino que prorrumpe en más conmovedoras, y no menos elegantes expresiones: “Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil, la cabeza es como la más fina de oro” etcétera. Los discípulos cuyos corazones estaban en Cristo, le hacen el tema de su discurso hacen mientras que iban a Emaús, Lucas 24.19. Los cristianos primitivos que fueron encendidos con el amor a Dios, hablaban mucho de los cielos, y el reino preparado, tanto que el emperador sospechaba que pretendían quitarle su reino! Las palabras son el espejo de la mente-que muestran lo que está en el corazón! Donde hay deleite espiritual, al igual que el vino nuevo, tendrá ventilación.
Thomas Watson (El Deleite Espiritual del Creyente (Spanish Edition))
Diego Alatriste conocía mejor que nadie que una hoja de acero iguala al hombre humilde con el más alto monarca; y que cuando los naipes vienen malos, meter mano a la toledana es recurso mejor que otros para ganarse el pan, o defenderlo.
Arturo Pérez-Reverte (El oro del rey (Las aventuras del capitán Alatriste, #4))
Conserva la serenidad, Mani, olvida el oro, ignora la pompa, no te dejes deslumbrar jamás por un ser humano, aunque sea rey o profeta. El destino ha depositado en él lo que ha depositado en ti y en todos. Lo importante es ser consciente de ello. Dentro de mil años, sólo se hablará de Sapor porque tu camino se cruzó con su corte”.
Amin Maalouf (The Gardens of Light)
La infanta Catalina, después de meses oyendo hablar del famoso navegante, al fin pudo conocerlo. Fue en la acogedora recepción que los reyes le dieron al regreso de su primer viaje. Ella tenía ya siete años y nunca olvidaría la llamativa procesión encabezada por Colón, a quien le seguían algunos de sus hombres que portaban jaulas con exóticos animales vivos, papagayos multicolores, monos, mascaras de oro, lanzas... pero lo que mas atrajo su atención fue la presencia de seis indígenas casi desnudos adornados con vistosas plumas y pinturas.
Plaza y Janés
La infanta Catalina, después de meses oyendo hablar del famoso navegante, al fin pudo conocerlo. Fue en la acogedora recepción que los reyes le dieron al regreso de su primer viaje. Ella tenía ya siete años y nunca olvidaría la llamativa procesión encabezada por Colón, a quien le seguían algunos de sus hombres que portaban jaulas con exóticos animales vivos, papagayos multicolores, monos, mascaras de oro, lanzas... pero lo que mas atrajo su atención fue la presencia de seis indígenas casi desnudos adornados con vistosas plumas y pinturas.
Cristina Morató (Reinas de leyenda)
amaba (Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos, porque era el hijo de su ancianidad, y le había mandado hacer una túnica de muchos colores) era esclavo en Egipto y él creía que estaba muerto. Y por eso mismo hubo más tarde tan enorme alegría. Que él no podía sentir de ningún otro modo. JEANNETTE. ...sólo por el trono y la calidad de Rey seré más que tú. MADAME GERVAISE. Faraón dijo incluso a José: Te nombro hoy gobernador de todo Egipto. JEANNETTE. Al mismo tiempo se quitó el anillo de la mano y se lo puso a José; hizo que le vistieran con un vestido de fino lino y le puso al cuello un collar de oro. MADAME GERVAISE. Le hizo subir a uno de sus carros, que era el segundo después del suyo, e hizo gritar a un heraldo que todo el mundo doblase la rodilla ante él, y que todos reconociesen que había sido nombrado gobernador de todo Egipto. JEANNETTE. El rey dijo también a José: Yo soy Faraón;
Charles Péguy (Los Tres Misterios (Spanish Edition))
Dijo así, y dio la yegua a Noemón, el amigo de Antíloco, para que la llevara y tomó el reluciente caldero. 615 Y Meriones, el cuarto, tomó los talentos de oro que era el premio obtenido. Quedaba ahora allí el quinto premio: el caldero con asas que Aquiles llevó junto a Néstor a través de los hombres reunidos y dijo, ofreciéndoselo: —Toma, anciano, este premio en recuerdo de los funerales 620 de Patroclo, a quien no volverás a ver nunca entre todos los aqueos. Te doy este premio porque ya no puedes actuar en la lucha ni en el pugilato tampoco, ni en el tiro de dardos y no correrás la carrera. La penosa vejez abrumó para siempre tu cuerpo. 625 Dijo así, y se lo puso en las manos. Con gran alegría lo tomó y le repuso con estas aladas palabras: —¡Oportunas son todas las cosas que has dicho, hijo mío! Ya mis miembros no tienen vigor, ni mis pies; ni mis brazos a partir de los hombros se mueven como antes tan ágiles. 630 ¡Ojalá fuese ahora tan joven y tantas mis fuerzas como cuando en Buprasio enterraron los hombres aqueos al rey Amarinceo, y los hijos premiaban los juegos! No hubo epeo capaz de igualarse siquiera conmigo, ni tampoco los pilios, ni aun los etolios magnánimos. 635 Derroté a Clitomedes el púgil; que era un hijo de Énope; vencí a Anceo Pleuronio, que osó desafiarme, en la lucha; y, corriendo, saqué gran ventaja al intrépido Ificlo, y, arrojando la lanza, gané a Polidoro y Fileo. Solo atrás, en un carro, los dos hijos de Áctor dejáronme; 640 me ganaban en número y me disputaban el triunfo porque para este juego guardaron los premios mejores. Ambos eran gemelos; el uno las bridas tenía y cuando este tenía las bridas, el otro aguijaba. Así fui, pero ahora que luchen los hombres más jóvenes 645 en los juegos, pues a la penosa vejez ahora cedo, aunque sobresalí entre los héroes en tiempos pasados. Ve y celebra en honor de tu amigo los fúnebres juegos. Yo te acepto gustoso el presente y se alegra mi espíritu al ver que mis bondades recuerdas en todo momento 650 y el honor que los hombres aqueos me deben no olvidas. Que los dioses por ello te colmen de innúmeras gracias.
Homer (Iliada)