Nunca Esperes Nada De Nadie Quotes

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Nunca esperes a nadie. Nunca esperes nada de nadie. Serás más feliz.
Concepción Perea (La corte de los espejos (La corte de los espejos, #1))
Presenta primero la opción grande, luego la pequeña Mi hija de ocho años me cautiva constantemente. Una de sus tácticas favoritas es pedirme que la lleve a una juguetería del barrio llamada Cheeky Monkey. El propietario de la tienda tiene productos para los padres «helicóptero» (llamados así porque dan vueltas alrededor de sus críos) que no reparan en gastos para sus pequeños tesoros. Por tanto, salir de Cheeky Monkey sin haber gastado como mínimo 20 dólares (un par de peluches pequeños) es algo así como «Misión Imposible». Cuando me niego a ir a Cheeky Monkey, mi hija vuelve a la carga con un: «Pues entonces, ¿podemos ir a la tienda de chuches a comprar caramelos?». Y yo rara vez le niego nada. (Sinceramente, no preveo decirle «No» hasta que se case... y, tal vez, ni siquiera entonces. Y, por supuesto, nunca le negaré nada si me da nietos.) En retrospectiva, no debería haber usado nunca el libro de Robert Cialdini como fuente de cuentos para acostarla, porque ahora domina como nadie lo que ella llama «el principio del contraste». Significa que después de una petición grande, como ir a comprar un juguete a Cheeky Monkey Toys, su petición de caramelos, por contraste, parece insignificante, por lo que no puedo negarme a ella. Pero, como dicen en publicidad: «¡Espere, hay más!». Si ahora puedes conseguir que la gente te conceda pequeños favores, es más posible que accedan a hacerte favores más grandes en el futuro. En 1966, J. L. Freedman y S. C. Fraser hicieron un experimento en el que pedían permiso a los participantes para entrar en sus casas a catalogar los productos caseros que usaban. Sólo accedió el 28 % de ellos. Cuando les pidieron a los participantes que respondieran a unas cuantas preguntas de una encuesta y luego volvían a llamarlos al cabo de tres días, para pedirles poder entrar en sus casas, el 53 % accedió. Poniendo «un pie en la puerta» mediante la pequeña petición de responder a la encuesta, los investigadores duplicaron su tasa de éxito.[20] Alguien debería hacer un estudio que combine ambas técnicas: una opción grande, luego una pequeña para poner el pie en la puerta y después una grande una vez dentro de la casa. Es decir, primero los investigadores les pedían a los participantes un favor grande, como entrar en sus casas. Segundo, cuando la mayoría se negaba, les pedían un pequeño favor: «¿Y si sólo le pido que conteste a unas cuantas preguntas de una encuesta?». Finalmente, al cabo de tres días y teniendo ya el pie en la puerta, les volvían a pedir a los que habían respondido a la encuesta si podían entrar en sus casas. Sólo espero que mi hija no aprenda nunca el matiz de poner el pie en la puerta.
Guy Kawasaki (El arte de cautivar: Cómo se cambian los corazones, las mentes y las acciones)
Ah, Estabmul, eco en Civitella. Antes de este viaje italiano fui a Estambul a entrevistar a Orhan Pamuk, por su libro " una sensación extraña" y me fui desde el viejo aeropuerto de Madrid, las bolsas de los emigrantes son tan grandes, son tan ruinosas, sus risas cansadas, un aeropuerto es una ciudad que no ríe. Antes de embarcar entró en mi teléfono móvil un mensaje de Milena Busquets, la escritora, que comenzaba a colaborar con El País ese verano. Su mensaje no tenía que ver con sus artículos, sino con una alarma que le había asaltado y que a mí me amargó el instante y los minutos siguientes. Milena me anunciaba algo que a su vez ella había visto en Twitter: Umberto Eco ha muerto. Uf, Umberto Eco ha muerto, el aeropuerto acelera su cara de monstruo falso, nadie sabe qué le ocurre al otro, qué ocurre en la vida, qué pasa, tú eres un fantasma deambulando, tu nombre no existe y está solo, en medio de este gentío nadie identificaría tu rostro, la soledad de tus ojos, la persuasiva presencia del miedo, ningún sentimiento destaca sobre otro en una aeropuerto. La incertidumbre es un chicle que se tira en un váter, nadie está contigo, los aeropuertos son la soledad y el silencio, tanto ruido hace opaco cualquier grito, así que mejor no muestres sorpresa ni nada, hasta lo más extraordinario es lo que tiene que pasar. Cuando una noticia de esa naturaleza ocurre, se acelera la mente, dondequiera que estés, porque eres periodista y nada te detiene, aunque tú mismo te halles en estado de estupor o triste: has de actuar te espera la platina, hay una noticia, es urgente, despierta a quien sea, no esperes al minuto siguiente, el otro periodo te lo va pisar De pronto el pasajero se confunde con el periodista y ya solo era periodista, era alguien que había sabido de fuente bien informada una noticia grave, una noticia. La sensación inmediata tiene que ver con los que hace un periodista: llama, confirma, organiza, se ofrece a su redacción Él lo sabe ya: los demás tienen que saberlo. En mi caso, podía ofrecer, en primer lugar, la noticia, de la que en el periódico no sabían nada (¡y menos mal!); todo lo demás va ocurriendo: quién puede escribir, qué puedo escribir. A la velocidad con la que actúa la voluntad de un periodista para preparar el terreno de lo que llamamos cobertura se produjo el desmentido. Milena me dijo de inmediato que la noticia venía en el Twiter de Vargas Llosa. ¡Pero si Vargas Llosa no tiene Twiter! Nunca tuvo, nunca tendrá Como la esencia de Twiter es esa rapidez resbaladiza, la mentira es la miel de su sustancia...
Juan Cruz (Un golpe de vida)