Nueva Semana Quotes

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Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro.
Delphine de Vigan (Las gratitudes)
edad tiene? ¿Sólo treinta años? ¡Y ya está forrado!». Hasta el portero de mi edificio, al que había visto leyéndolo entre apertura y apertura de puerta, me tuvo retenido un rato en el ascensor, al terminarlo, para confesarme su desazón: «Entonces ¿eso fue lo que le ocurrió a Nola Kellergan? Qué horror. ¿Dónde vamos a ir a parar, señor Goldman? ¿Dónde?». Mi libro apasionaba a la flor y nata de Nueva York; tras dos semanas en las librerías ya prometía llegar a ser el más vendido a lo largo y ancho del continente. Todo
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
«Si te visita una hora a la semana, esa no es una relación seria. Si no van juntos al cine, no se reúnen con amigos, no comen juntos o te dice “no soy persona de hablar mucho por teléfono” cuando no te llama, está claro. Los hombres tienen un comportamiento consistente cuando están interesados en una mujer. Raramente un hombre faltará a una cita con la mujer de quien está enamorado».
Sherry Argov (POR QUÉ LOS HOMBRES SE CASAN CON LAS CABRONAS: Nueva Edición- Una Guía Para Mujeres Que Son Demasiado Buenas (Spanish Edition))
Estábamos viviendo bajo una nueva gravedad, tan imperceptible que casi no nos dimos cuenta, aunque nuestro cuerpo estaba sujeto a su dominio. Las semanas siguientes, mientras los días continuaban alargándose, los jugadores de fútbol americano comprobaron que el balón no volaba tan lejos como antes; los bateadores de béisbol resbalaban con más facilidad. Cada vez me costaba más esfuerzo enviar la pelota al otro lado del campo de una patada. Los pilotos acabaron por dejar de volar. Todo caía al suelo más deprisa.
Karen Thompson Walker (The Age of Miracles)
Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo. Y ya no hay nada en la columna de las ganancias. Un día ya no puedes correr, ni caminar, ni inclinarte, ni agacharte, ni levantarte, ni estirarte, ni encorvarte, ni darte la vuelta de un lado, ni del otro, ni hacia delante, ni hacia atrás, ni por la mañana, ni por la noche, ni nada de nada. Solo puedes conformarte, una y otra vez. Perder la memoria, perder los referentes
Delphine de Vigan (Las gratitudes)
Me acerqué a pedirle al encargado que me diera la nueva llave, me arrastré hasta mi apartamento y estudié mi nueva cerradura. Grande, metálica y brillante. No tenía ni un rasguño. Incluso la llave tenía grabada una muesca extraña, que le proporcionaba un sistema a prueba de ladrones. Chúpate esa, Su Majestad. Abrí la puerta, entré y la cerré de nuevo. Me descalcé, estremeciéndome por el dolor en el estómago. Iba a tardar mucho tiempo en curarse por completo, pero al menos ya había dejado de sangrar. Me había relajado. Mañana ya me preocuparía de Hugh d'Ambray, Andrea y Roland, pero de momento me sentía muy contenta. Ah, mi casa. Mi hogar, mis esencias, mi querida alfombra bajo mis pies, mi cocina, mi Curran sentado en la silla de la cocina... ¡Espera un momento! -¡Tú! -Miré la cerradura, lo miré a él. Era demasiado bueno para la puerta a prueba de ladrones. Con mucha parsimonia, acabó de escribir algo en un trozo de papel, se levantó y se dirigió hacia mí. Mi corazón se desbocó. Unas pequeñas chispas doradas danzaban en sus ojos grises. Me tendió el trozo de papel y sonrió. -No puedo quedarme. Me quedé mirándolo como una idiota. Inhaló mi aroma, abrió la puerta y se marchó. Entonces miré el papel. Voy a estar ocupado las próximas ocho semanas, así que lo dejamos para el quince de noviembre. MENÚ Quiero un filete de cordero o de venado. Patatas asadas con mantequilla dulce. Mazorcas de maíz. Panecillos. Y una tarta de manzana, como la que preparaste la otra vez. Me gustó muchísimo. La quiero con helado. Me debes una cena desnuda, pero no soy un completo animal, por lo que puedes llevar sujetador y braguitas si lo deseas. Las azules con lazo me encantan. Curran Señor de las Bestias de Atlanta
Ilona Andrews (Magic Strikes (Kate Daniels, #3))
Nota de la autora ​La librería ficticia Le club de minuit que aparece en la novela, está inspirada en la mítica y mundialmente conocida Shakespeare & Company. La historia del que fue el refugio literario de Ernest Hemingway, F. Scott Fitzgerald o James Joyce, se remonta al año 1919 en una localización distinta a la actual, la Rue de la Bûcherie, que se ha utilizado también en esta historia. Todo empezó cuando la librera y editora Sylvia Beach abrió la primera librería Shakespeare & Company en la Rue de l’Odéon y tuvo que cerrarla en 1941, en plena ocupación alemana en París, cuando un oficial nazi entró, intentando comprar una copia de Finnegans Wake, obra de ficción cómica de James Joyce. La librera se negó a vendérselo con la excusa de que era la única copia que tenía y que pertenecía a su colección personal. Dos semanas más tarde, el alemán regresó para anoticiarla de que todos sus bienes eran confiscados. Los libros desaparecieron de los estantes al cabo de unas horas. Años más tarde, en 1951, la librería reabrió con otro dueño, George Whitman, y Shakespeare & Company, tal y como la conocemos hoy en día en el 37 de la Rue de la Bûcherie, no solo es un emblema en la ciudad de París, sino también una atracción turística que ocupa seis pisos y tiene café propio. Nada que ver con la olvidada y ficticia Le club de minuit, cuyo interior también he inventado, ya que no tiene nada que ver con la librería real y actual que tuve la suerte de visitar hace unos años. ​Por otro lado, el George Whitman de Le club de minuit solo tiene en común con el auténtico George Whitman (Nueva Jersey, 1913 – París, 2011) su nombre, alguna frase y la palabra Tumbleweeds que me ha gustado añadir a esta intensa trama. Sylvia Beach en la primera librería Shakespeare & Company (1919-1941) George Whitman en su librería Shakespeare & Company
Lorena Franco (El club de medianoche)
—Será nuestra nueva rutina. Un día a la semana te invitaré a cenar un perrito en el Central Park y veremos la puesta de sol tomadas de la mano. ¿Qué te parece?
Clara Ann Simons (Destinos cruzados (Spanish Edition))
Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro.
Delphine de Vigan (author)
Será la semana que viene, o la otra, o cuando la luna vuelva a estar en menguante: de luna llena a menguante se siembra todo lo que va bajo tierra; de nueva a creciente, lo que va arriba y es de hoja; de creciente a llena, lo de arriba y que es de fruto; de menguante a nueva, no se hace nada, se espera.
Federico Falco (Los llanos)
Es en ese momento, me parece, al dejar atrás las costas de Europa y emprender el barco una ruta que aparentemente no va a ningún sitio, cuando una obsesión impresionante afecta al pensamiento. Sospecho que le ha pasado lo mismo a todo el que ha cruzado el Atlántico. En los últimos siglos, millones de ciudadanos de Europa han hecho la travesía del Atlántico en busca de una nueva patria (...). Por distintas que fueran las naciones, por diferentes que fueran los emigrantes - de raza, de religión o de Estado - , a todos los movía una misma obsesión: la de crearse un porvenir en un país virgen y sobre todo en un país libre. La libertad de los Estados Unidos, organizada sobre la seguridad de una Constitución estable y de unas instituciones sólidas, ha sido la idea motriz que ha impulsado a cruzar este océano a millones de seres humanos. Desde el siglo XIX, la ruta marítima del Atlántico norte se ha convertido en la más importante del tráfico marítimo mundial. Cuando se piensa en estas cosas ante este panorama tan dilatado del mar, la obsesión se proyecta a su auténtica, enorme escala.
Josep Pla (Fin de semana en Nueva York)
Pero ya aparece a nuestra izquierda la estatua de la Libertad. El paisaje llano y aplastado del estuario, la gordinflona señora, en bronce oxidado, se muestra poco esbelta, pero el símbolo es tan fuerte, constituye una clave tan visible de la ciudad y del país que tenemos a la vista, que es imposible no emocionarse ante ella. Yo pienso en los miles de hombre y de mujeres que, viniendo de todos los rincones del mundo, encontraron en esta figura que se yergue sobre una pequeña isla, el símbolo del esfuerzo para crease una nueva vida. Es costumbre decir ahora que esta estatua es una gran obra de arte, y que lo que representa no tiene ya sentido. Me parece que la verdad es lo contrario: la estatua, que puedo contemplar muy de cerca, me parece un poco pesada y de muy poca esbeltez; lo que representa, en cambio, es de una importancia capital.
Josep Pla (Fin de semana en Nueva York)
Quedamos, pues, fondeados en Hoboken (estado de Nueva Jersey), que está del centro de Nueva York, pongamos de la calle 42 y la Quinta Avenida, a una distancia de siete dólares de taxi, Es cuando se manejan estas sumas que la hospitalidad cobra un sentido claro. Al salir del muelle, míster Ellers me pregunta: - Qué es lo que desea ver usted primero? - Creo, le respondo, que lo primero que se impone es hacernos un poco cargo del país en que nos encontramos. Hemos de ver la geografía, y lo mejor para ello creo que será subir al Empire State Building. Iremos, si le parece, en un taxi, pero antes de llegar al rascacielos trate usted de hacernos pasar por alguna calle donde pueda verse alguna americana guapa, auténtica y real. - ¿Pero es que usted quiere hablar con algunas señoras? - No, señor. Simplemente mirarlas. Quiero constatar si el concepto que tengo formado de las americanas es real.
Josep Pla (Fin de semana en Nueva York)
Para conseguirlo, trabaja incansablemente y acepta hacer cosas que no van con su manera de pensar, y que minan su integridad, como salir de fiesta con clientes varias noches a la semana, descuidando completamente a su familia. Un día, un cliente importante le invita a un club de prostitutas y, como no sabe decir que no, acepta. Cuando su esposa se entera se disgusta mucho. Ella, tras la enésima ausencia de su esposo, le envía una carta de divorcio. Ricardo pierde su familia, pero curiosamente ese mismo día recibe la gran noticia de que ha conseguido el tan deseado puesto de presidente de la compañía. Mientras le mostraban su nueva oficina con vista a la bahía de Nueva York, Ricardo se sentía el hombre más desdichado del mundo a pesar de haber alcanzado su sueño, o mejor dicho, después de haber alcanzado «su más caro deseo».
Sharon M. Koenig (Los Ciclos del Alma, El Proceso de Conexión: Un camino para vivir tu verdadero propósito (Nueva Conciencia) (Spanish Edition))
Otro concepto importante a la hora de establecer tus expectativas es, frente a los diferentes desafíos que se te presentan, focalizar en las soluciones. Focalizar en el problema te lleva al pasado, a tratar de cambiar aquello que no pudiste cambiar, a culpar, responsabilizar, justificarte o buscar excusas. Si querés analizar o cambiar algún proceso, por ejemplo, cómo funciona el motor de un auto o por qué dejó de funcionar, el método de “foco en el problema” puede ser muy útil, pero cuando se trata de cambiar, necesitás focalizar en soluciones. En efecto, cuando focalizás en soluciones inmediatamente se crea energía en tu mente. Te abrís a posibilidades e ideas. Esto no significa que no haya que ocuparse de los problemas, pero podés tratar de pensarlos hacia adelante, en lugar de qué los causó. Por ejemplo, en lugar de preguntarte “¿Por qué no cumplí con mis objetivos?”, podés preguntarte: “¿Qué necesito hacer la próxima vez para lograrlos?”. En lugar de “¿Por qué hice eso?”, preguntate “¿Qué es lo que quiero hacer ahora?”, o reemplazá “¿Por qué sucedió?” por “¿Qué es lo que quiero lograr con esto?”. El solo hecho de remover el “por qué” de las preguntas te hará focalizarte más en las soluciones. Esto último es un primer paso en la creación de nuevos cables, mapas y circuitos cerebrales que cambian tu verdadera forma de pensar. Te cuento un ejemplo personal: era un sábado de Semana Santa en Nueva York. Yo esperaba un taxi en una concurrida esquina para que me llevara al aeropuerto JFK para volver a Buenos Aires. Al día siguiente, era el primer cumpleaños de mi hijo Valentín. Luego de veinte minutos, seguía en la misma situación. Empecé a rumiar, a hablarme con mis pensamientos. (Veremos a continuación cómo se relacionan estas explicaciones que te das a vos mismo sobre lo que te sucede con las posibilidades reales de cambio.) “Cómo no me di cuenta de que era Sábado Santo, debería haber salido una hora antes, debería haber pedido un taxi la noche anterior en el hotel. Ahora ya estoy lejos para volver, no voy a llegar al aeropuerto, ni loco llego con la cantidad de gente que debe de haber en la ruta, por qué no me avivé antes”, etcétera, etcétera, etcétera. Seguía haciendo foco en el pasado. El problema ya había acontecido, eso no podía cambiarlo. Entonces, apreté pausa: puse mi espalda derecha, respiré profundo, cerré los ojos —quizá al cerrarlos haya pasado un taxi vacío…— y recordé que yo enseñaba a la gente
Estanislao Bachrach (EnCambio: Aprendé a modificar tu cerebro para cambiar tu vida y sentirte mejor (Caballo de fuego) (Spanish Edition))
Hasta que, al final del día, el empleado cuenta el dinero reunido: ¡75 pesos! El hombre piensa:"¿Qué hacer? ¿Espero a la semana que viene hasta conseguir los otros 25 pesos? ¿Le mando esto? No... el niño está mal... le mando lo que tengo, será mejor...". Mete los 75 pesos en un sobre, anota el domicilio y se lo da al cartero, que también está al tanto de la situación. Dos días más tarde, llega al correo una nueva carta dirigida a Dios. Querido Dios: Sabía que no podías fallarme. Yo no sé cómo te llegó mi carta, pero quiero que sepas que apenas recibí el dinero compré los antibióticos y Cachito está fuera de peligro. Les di una buena comida caliente a mis hijos, pagué parte de la deuda de la casucha, y el trabajo que me iba a salir ya me lo confirmaron, la semana que viene empiezo a trabajar. Te agradezco mucho lo que hiciste por nosotros, nunca me olvidaré de ti y creo que si me acompañas mandándome trabajo no necesitaré volver a pedirte dinero jamás. Posdata: Aprovecho para decirte algo. Yo no soy quién para darle consejos a Dios, pero si vas a mandar dinero a alguien más: no lo mandes por carta porque los del correo se quedaron con 25 pesos.
Anonymous
Como decía Thomas Friedman, columnista de The New York Times: «Lo normal era que sólo estuviese disponible la mano de obra barata extranjera; actualmente los genios extranjeros baratos también están disponibles». Baratos no únicamente porque trabajan por menos dinero; baratos porque muchas veces trabajan gratis, como voluntarios mundiales en un proyecto en el que creen mientras otros trabajos les ponen el plato en la mesa. Hoy en día, nuestra empresa de robots posee un centenar de colaboradores cuyo trabajo se ha traducido en producto. Una veintena de ellos son empleados a sueldo y fundamentalmente trabajan en la fábrica en ingeniería de hardware y fabricación. Los otros ochenta trabajan de forma voluntaria en software. Todos los voluntarios tienen sus propios empleos, que van desde ingeniero en Apple a pastelero, pero algunos de ellos dedican lo que en pocas semanas equivale a un trabajo a tiempo completo a proyectos de robótica. Algunos de ellos son programadores profesionales que sólo buscan un reto; otros son aficionados que han hecho de
Chris Anderson (Makers: La nueva revolución industrial (Nuevos paradigmas) (Spanish Edition))
El Departamento de Cirugía del Beth Israel Deaconess Medical Center, un hospital universitario de la ciudad de Nueva York, ha desarrollado algo llamado el «disparador de habilidades laparoscópicas», un «videojuego» basado en la intensidad para el entrenamiento de los cirujanos. Los cirujanos laparoscópicos que durante tres horas a la semana entrenaron con ese vídeo consiguieron bajar sus errores en una tercera parte. Y llevaron a cabo su actuación un veinticinco por ciento más deprisa que quienes no entrenaron.
James Kerr (Legacy: 15 lecciones sobree liderazgo (Spanish Edition))
Aniversidad “no encuentras tu lugar y ahora quieres volar”   Un año de lectores cercanos, doce meses de líneas nocturnas, 52 semanas de lunas llenas y nuevas, y a tu paso mi alma, voy detrás de tí, como siempre, sin que me veas, sin hacerme visible, soy tu aroma que se desvanece en la distancia, tu calor que se disipa cuando no estás.   Camino a tu paso, y en ocasiones te detienes, ¿Es una rosa lo que tomas en tus manos y hueles? ¿Ahora ves al cielo buscando profundidad?   Sigues caminando, apresuro mi paso, entras y sales de tantos lugares; no te detienes, no encuentras tu lugar y ahora quieres volar lejos. No sé volar, pero me dejo llevar, cierro mis ojos y coloco mis manos en tu hombro ¿A dónde vas? ¿A quién buscas? ¿Quién es ese al que te acercas? Ya casi llegas, la tristeza me invade, lo ves con brillo en los ojos; él te responde, intercambias silencios, no hay palabras, no entiendo, no quiero entender. Lo abrazas, me hundo, me reduzco, quiero despertar, mi dolor es infinito, quiero despertar...   ...abrí mis ojos, mucha luz, tú me abrazas.  
Miguel Lopez (Cartas que guardo bajo la almohada (Prosa Poética) (Cartas Nocturnas) (Spanish Edition))
Comprobar lo que funciona y lo que no, luego rectificar: Cada semana puedes hacer un repaso de las acciones que estás tomando y darte cuenta cuales están funcionando y cuáles no. A partir de ahí puedes seguir con las acciones productivas e implementar nuevas actividades que consideras importantes y que te acerquen a tu meta.
Andrea Rodríguez (9 hábitos japoneses que cambiarán tu vida)
La gente de Bután, por ejemplo. Y la gente de Seattle, y la del distrito Canelones del sur de Uruguay y la del Gran Ducado de Luxemburgo, y la de la isla Sur de Nueva Zelanda, lugares que Doob visitaría durante las dos semanas siguientes para recoger a las doncellas y a los chicos escogidos al azar. Lo harían si creían que eso iba a protegerlos.
Neal Stephenson (Seveneves (Siete evas))
Mi única esperanza es ahora el libro sobre la muerte. La semana pasada me acerqué a él un poquito, desde una distancia enorme. Sea como fuere, noto que existe una plétora sorprendente de cosas que tendría que decir, siempre y cuando me pusiera manos a la obra. No serán en absoluto esas cosas lineales, un tanto limitadas y demasiado seguras que he estado diciendo al respecto durante toda mi vida. Concederé la palabra a cualquier duda, incluso a todos los amigos de la muerte. Han de hablar con sus voces más potentes y convincentes. Quiero que se manifiesten de tal manera que dé la impresión de que no cabe ninguna posibilidad de refutarlos, porque, una vez hayan dicho todo, una vez se hayan expresado de forma tan sólida y concluyente que yo mismo parezca anonadado ante ellos, deseo encontrar nuevas fuerzas para derrotarlos. Hasta ahora me lo he puesto demasiado fácil. El griterío de afirmación de la vida que soltaba ha sido ridículo y pueril. Cualquier enemigo envidioso y vil podría aferrarse a eso y desacreditar mi idea culminante, el proyecto de mi vida. Así no puede ser, con afirmación y refutación, con la repetición permanente de la misma frase. Para eso podría sentarme con las piernas cruzadas en un rincón de la habitación y pronunciar cinco mil veces al día ¡Alá! ¡Alá! ¡Alá! ¿Nunca has tenido esta sensación de que podría estar equivocado tu proyecto fundamental? ¿Realmente no has dudado nunca de él? No, jamás he dudado de él. Tengo que crear primero las dudas y plantarlas ante mí y ante los otros para obtener el derecho de no dudar. Hay algo rígido en cuanto he hecho, y eso no se debe al lenguaje, sino a la sustancia. Es como si siguiera siendo el mismo desde hace sesenta y ocho años, desde la repentina muerte de mi padre. La muerte, que llevo clavada desde entonces, me ha marcado, no puedo desprenderme de ella. Tengo que cambiar. Puede que resulte ridículo decir esto a los setenta y cinco años. Sin embargo, sólo ahora sé que debo cambiar, y hasta qué punto. Es poco probable que lo consiga. No obstante, valdría la pena intentarlo, por insólito. Trata de imaginar cómo podrías cambiar.
Elias Canetti (Il libro contro la morte)
Envejecer es aprender a perder. Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo.
Delphine de Vigan (Las gratitudes)
Permíteme ser claro si no lo he sido: nunca hay un momento perfecto. «Algún día» es hoy. Y hoy es ahora. Una semana son siete «días de hoy», mientras que un año son trescientos sesenta y cinco. ¡El día de hoy es todo lo que tienes! Van transcurriendo los años y no emprendes nunca tu viaje por la vía rápida. Cuando las viejas condiciones se ven satisfechas, aparecen otras nuevas. Y cuando pasan las oportunidades, ¿qué más pasa? El tiempo. La vida misma.
M.J. DE MARCO (LA VÍA RÁPIDA DEL MILLONARIO (Spanish Edition))
estuvieron de acuerdo y el partido se aplazó para el sábado siguiente. Quedaban diez minutos por jugarse e iban perdiendo, y lo que era peor, no había forma de parar a la jugadora rusa. Tendrían que pensar una táctica nueva e ingeniosa si querían ganar la final. Irina Gigantova se acercó a ellas y las miró desde las alturas con prepotencia. —Vosotrras serr niñas muy canijas. Yo serr campeona de Rrrrrusia, nadie ganarr a mí jamás —dijo Irina, muy orgullosa. —Eso habrá que verlo la semana que viene —dijo Irene. —Torres más altas que tú han caído. Acuérdate de la historia de David y Goliat —dijo Sofía. —¡Ja, ja, ja, ja! ¡Niñas currsis y tontas! La semana que viene yo hacerr unos pendientes con vuestrras pequeñas cabecitas —amenazó Irina, y se marchó riéndose como un caballo de carreras. Las niñas no le hicieron caso, sino que se pusieron a buscar a Cipriano entre los asistentes. El chico les había dicho que no podía venir a verlas, pero por algún motivo al final había aparecido. Querían avisarle de que el alcalde planeaba tirar su casa abajo para construir un aeropuerto, pero no
César García Muñoz (Cipriano, el vampiro vegetariano. (Cipriano, el vampiro vegetariano, #1))
Mi experiencia personal ha sido en el sentido de que las empresas que desarrollan a su personal desarrollan más utilidades. (...) Bill, tú que hablaste de una encargada de recoger boletos en la entrada, esto te va a interesar. Vender y recoger boletos requiere un curso de dos semanas. (...) El integrante del reparto con quien hablé estaba antes en Relaciones con los Invitados. El curso para trabajar en ese departamento también dura dos semanas. Pero aquí está el truco. Dijo que el examen para ese curso de dos semanas dura de cuatro a seis horas, y que es más difícil que los exámenes de derecho constitucional que sustentó en la universidad. ¡Y vaya que es difícil! Hay más capacitación para los integrantes del reparto con más experiencia. Durante la Semana de Expansión Profesional, es posible tomar un curso llamado Carreras Futuras, que habla de las nuevas oportunidades que se abrirán en Disney World y cómo prepararse para ellas.
Tom Connellan (Inside the Magic Kingdom)
Mi experiencia personal ha sido en el sentido de que las empresas que desarrollan a su personal desarrollan más utilidades. (...) Vender y recoger boletos requiere un curso de dos semanas. (...) El integrante del reparto con quien hablé estaba antes en Relaciones con los Invitados. El curso para trabajar en ese departamento también dura dos semanas. Pero aquí está el truco. Dijo que el examen para ese curso de dos semanas dura de cuatro a seis horas, y que es más difícil que los exámenes de derecho constitucional que sustentó en la universidad. ¡Y vaya que es difícil! Hay más capacitación para los integrantes del reparto con más experiencia. Durante la Semana de Expansión Profesional, es posible tomar un curso llamado Carreras Futuras, que habla de las nuevas oportunidades que se abrirán en Disney World y cómo prepararse para ellas.
Tom Connellan (Inside the Magic Kingdom)
los daneses no suelen revisar sus correos electrónicos después de las cuatro de la tarde, ni los fines de semana, ni durante las vacaciones.
Andrés Oppenheimer (¡Cómo salir del pozo!: Las nuevas estrategias de los países, las empresas y las personas en busca de la felicidad (Spanish Edition))
Instituto Di Tella quedaría atrapado. Cuestionado por la derecha como disolvente de las buenas costumbres, desde la izquierda sólo se verá la frivolidad que en efecto contenía y que figuraba la antítesis del modelo predominante del intelectual comprometido, ocluyendo así la comunicación entre vanguardia artística y política. Una verificación de este desencuentro la ofrece la escisión en la producción teatral entre propuestas como Soledad para cuatro de Halac o Nuestro fin de semana de Cossa, por una parte, y El desatino de Gambaro por la otra, que fue estrenada precisamente en el Di Tella en 1965 y desató la polémica de los llamados “realistas” versus “absurdistas”,
Oscar Terán (Nuestros años sesentas: La formación de la nueva izquierda intelectual argentina (Singular) (Spanish Edition))
Pero el jefe se quedó pasmado, abrió mucho los ojos y levantó las cejas para teatralizar su pasmo cuando ella le respondió no, gracias, no me interesa, una negativa que en aquel ambiente laboral era el equivalente a cruzarse de brazos como la costurera, o como aquel estribillo de preferiría no hacerlo, preferiría no hacerlo, que repetía un extraño oficinista que protagonizaba un cuento que leyó una vez. Como el jefe no respondió pero mantuvo levantadas las cejas, ella se vio obligada a dar una explicación: estoy bien así, no quiero ascender, no necesito más dinero, me llega con lo que gano, le agradezco la confianza pero creo que no soy la persona que busca, me conformo con seguir de auxiliar. Salió del despacho sin que el otro hubiese dado más respuesta que relajar la frente, encogerse de hombros y señalarle la puerta, y sólo dos semanas después, coincidiendo con la baja maternal de la jefa de administración, entraron dos nuevas secretarias y ella también fue sustituida, despedida sin ninguna explicación, algo innecesario pues bastaba la carta de despido y el finiquito, y además ella sabía por qué la echaban sin que se lo dijeran, su actitud no cabía allí, que saliese a su hora y devolviese la llave era ya un problema, pero que rechazase una posibilidad de ascenso y dijera que estaba satisfecha con lo que ganaba era un mal ejemplo para los demás, que podían empezar a hacerse preguntas y al final la presión grupal saltaría en pedazos, qué harían las empresas si los empleados decidiesen conformarse, si perdieran el estímulo de la competencia, del ascenso, si todos quisiesen ser tropa y no ingresar en la oficialidad, no implicarse, no asumir responsabilidades, no sentirse parte del espíritu de la empresa, la cultura de la empresa, la gran familia de la empresa y defenderla como algo propio.
Isaac Rosa (La mano invisible)
Algunos suspiran durante toda la semana hasta que suceden cosas nuevas, convierten en parte de la felicidad de sus vidas el estudiar cómo va el estado, más que el estudiar cómo marchan sus propios corazones, o incluso sus propios negocios. Sin embargo, no piensan en las miserias de la iglesia de Cristo, ni ayudan con sus oraciones.
Thomas Goodwin (La vanidad de los pensamientos)
Mi libro apasionaba a la flor y nata de Nueva York; tras dos semanas en las librerías ya prometía llegar a ser el más vendido a lo largo y ancho del continente. Todo el mundo quería saber qué había pasado en Aurora en 1975. No dejaba de salir en la televisión, en la radio y en los periódicos. Yo tenía sólo treinta años y con esa novela, la segunda de mi carrera, me había convertido en el escritor más de moda del país.
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
creencia positiva, di (mentalmente o en voz alta) ¡SI, DEFINITIVAMENTE! Paso 10: Rompe el estado nuevamente. Paso 11: Pruébalo y proyéctate en el futuro. Piensa en ambas creencias y ve se sienten diferente. ¿La creencia negativa se debilitó? ¿La positiva se hizo más fuerte? Ahora piensa en mañana, en la semana siguiente, en el mes siguiente, en el año siguiente. ¿Cómo sientes será tu vida con esta nueva creencia empoderadora?
Steve Allen (Técnicas prohibidas de persuasión, manipulación e influencia usando patrones de lenguaje y técnicas de PNL)
Los momentos de oportunidades que se perdieron en el camino, los momentos de tiempo que simplemente se fueron volando, las estaciones que llegaron y se fueron en un abrir y cerrar de ojos, los colores del arco iris y los destellos en el cielo. La lluvia que lavó las lágrimas de mis ojos, la luz del sol que llenó mi corazón, la brisa del mar que ayudó a aclarar mi mente y mis momentos mágicos solos que consolaron mi alma. Los momentos para recordar que nunca se perderán. Han habido momentos buenos y no tan buenos Como el sol y la luna Llenos de momentos y sentimientos de dudas y miedos, comprensión de la frustración y la ira al ver la tristeza y la soledad experimentando las lágrimas y la risa Todo en un día, todo en una noche , todo en un momento a medida que pasaron los días y las semanas antes de nuestras propias vidas. Momentos en los que dos mundos diferentes se unieron, cada uno especial y único en su propia forma especial. Compartir, cuidar, enseñar, comprender. comportamiento. ¡Gente que toca nuestros corazones y siempre será recordada! Agradeciendo y agradecido de que haya llegado un nuevo día Nuevas lecciones, nueva vida, nuevos comienzos y viajes para seguir hasta el final de nuestros propios arcoíris especiales. Sin arrepentimientos, sin tristeza, nunca estamos solos donde el sol siempre brilla al ritmo de un latido al baile del viento Donde la felicidad nunca termina y la risa se desborda Deja que la sonrisa siempre te siga a donde quiera que vayas. Lo que se hizo, lo que se dijo, fue un paso del tiempo, se aprendieron lecciones difíciles, era parte de la obra y del gran plan maestro. No se perdió nada, solo se conservan muchos tesoros. En un viaje de momentos que nunca volverán. Por Natasha
Luisa Natasha Parker (Natasha a Journey to Freedom, Love and Happiness)
No obstante, todas se centran en algunos elementos importantes: Acuerdo: Crea seguridad desde la primera frase. Se consigue mediante oraciones genéricas reconocidas por la mayoría. Son ideas en las que puede comentar algo como: "Todos estamos de acuerdo en que el precio del gas no para de subir". Contexto: Traslada los puntos acordados a un lugar específico. Proporciona a la audiencia una base para la explicación y les permite saber por qué debería importarles. Por ejemplo, podría decir: "Cada vez destina al transporte una cantidad mayor del dinero que gana con tanto esfuerzo". Historia: Aplica las ideas generales a una narración que cuenta la experiencia de una persona que haya cambiado de parecer y las emociones que la han acompañado. "Les presento a Sally. Está cansada de pagar tanto por el gas y quiere alternativas. Esto es lo que ha encontrado". Conexiones: Suelen acompañar a una historia. Son analogías y metáforas que relacionan nuevas ideas con algo que ya se entiende. "Sally podría pensar que coger el autobús era como una multitarea porque podía trabajar y desplazarse al mismo tiempo". Descripciones: Son comunicaciones directas que se centran más en el cómo que en el porqué. "Sally descubrió que podía ahorrar más de 20 euros semanales cogiendo el bus tres veces a la semana". Conclusión: Envuelve el paquete con un resumen de lo aprendido y ofrece el siguiente paso centrándose en la audiencia. "La próxima vez que el precio del gas le desanime, recuerde...". Los ejemplos anteriores son una guía de nivel avanzado que analizaremos con más detenimiento en los siguientes capítulos. De momento, es importante considerar estos elementos como los peldaños de una explicación, en los que cada paso traslada a la audiencia de la "A" a la "Z", pero siempre con seguridad. 6.
Lee LeFever (El arte de explicar. Cómo presentar y vender con éxito tus ideas, productos y servicios (SOCIAL MEDIA) (Spanish Edition))
Por ejemplo, si determinamos que la explicación tiene que estar lista en una semana, tener una duración de tres minutos, abarcar dos ideas, presentarse a través de una presentación de diapositivas y escribirse en el lenguaje que emplean los ejecutivos, ya tenemos un gran comienzo. Éste es el funcionamiento de los límites y, al definirlos, puede ver nuevas oportunidades, conexiones
Lee LeFever (El arte de explicar. Cómo presentar y vender con éxito tus ideas, productos y servicios (SOCIAL MEDIA) (Spanish Edition))
Tuve que ahorrar un poco para mi siguiente obsesión. Los discos de mi padre se me habían quedado cortos, así que finalmente dejé de desayunar durante unas semanas y reuní lo suficiente para una nueva adquisición. Un disco. Era Temptin' Temptations, de los Temptations. En la portada aparecían cinco jóvenes negros vestidos de blanco inmaculado, con chaquetas cortas de un botón y zapatos negros. Recuerdo la primera vez que lo puse en el tocadiscos. Primero un crujido. Y luego, BAM. Una música elegante, evocadora, romántica. Chirriando, algo lejana, tomando la habitación. La canción era «Since I lost my baby». Mirándolo, comprendí. Esa foto pintaba un mundo superior en el que los hombres eran dandis y toda la música era gloriosa, sus trajes nítidos, blancos, sus caras de ébano, sus zapatos relucientes. Donde cada minuto de vida era así: refinado y pleno, hermoso. Sin manchas. Un mundo irreal en el que nadie envejecía y había códigos de honor, y todo era puro y bello. Un mundo que no se parecía en nada a mi pueblo, a mi instituto, a los jugadores de fútbol que me perseguían para mantearme. Mi tía abuela me ha contado muchas veces cómo entraba en mi cuarto y me encontraba dormido al lado del tocadiscos, durmiendo plácidamente en el suelo. Aquellos discos eran mi medicina y mi vaso de leche caliente, mi primer compadre, mi escondite y mi refugio, mis armas. Con el tiempo llegaron las Marvelettes y los Impressions, los Temptations y Betty Harris, Bobby Womack y Al Green, Sam Dees y los Miracles. También Gloria Jones, Kim Weston, Barbara Acklin, Esther Williams, Curtis Mayfield, los 4 Tops, las Supremes, Chuck Jackson, Z.Z. Hill, Tommy Hunt, Billy Stewart, Sly & The Family Stone, Nina Simone, Billy Butler, Gene Chandler, Shirley Ellis y J.J. Jackson. Nunca volví a escuchar otra cosa
Kiko Amat
Es evidente, sin embargo, que no existe fuerza humana que pueda impedir que se haga la tentativa. Lo esencial es, pues, llegar a una definición del éxito o de los «grandes resultados» que permita adoptar una nueva decisión una vez se hayan librado la primera o la segunda fase de esta ofensiva. Tal definición podría a mi juicio comprender tres condiciones, a saber: objetivos logrados, bajas sufridas y, tercero e importantísimo, tiempo empleado o requerido entre cada embestida y la siguiente. Así sería posible, tomando como referencia estas bases previas, sentar definitivamente después de, por ejemplo, seis semanas de combate, sí había realmente alguna perspectiva de lograr «grandes resultados» antes de que llegara el invierno.
Winston S. Churchill (La crisis mundial. Su historia definitiva de la Primera Guerra mundial 1911-1918)
Estoy seguro de que has oído las mismas historias de horror que yo: el remozamiento de la cocina que supuestamente llevaría dos semanas y terminó tardando seis, obligando así a la familia a consumir comida rápida durante más de un mes; la reparación eléctrica que se prolongó tres veces más de lo previsto; la minucia que acabó resultando interminable. Pues bien, hace un par de años mi amigo Eelco Rustenburg, también adepto a Agile, me contó en una cena que había decidido remodelar su casa de cabo a rabo. Acometería todas las habitaciones, haciendo una nueva instalación eléctrica, incorporando nuevos aparatos y dando a todo una nueva capa de pintura. Planeaba tardar únicamente seis semanas. Todos reímos y empezamos a obsequiar a Eelco nuestras trágicas historias de remodelación.
Jeff Sutherland (Scrum: El arte de hacer el doble de trabajo en la mitad de tiempo)