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Sin embargo, todos estos recursos del Estado administrativo imponen sobre el sector privado unas cargas que acaban por reducir la tasa de crecimiento y la creación de empleo.[10] La desigualdad intergeneracional en las finanzas públicas, el crecimiento hipertrófico de la regulación, el deterioro del imperio de la ley y la erosión de las instituciones educativas; todo ello, en conjunto, llevó a la «gran degeneración» del desempeño económico y (como veremos) también de la cohesión social.[11] En resumen, el Estado administrativo representa la última versión de la jerarquía política: un sistema que escupe normas, genera complejidad y socava la prosperidad y la estabilidad.
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Niall Ferguson (La plaza y la torre: Redes y poder: de los masones a Facebook (Spanish Edition))