Miedo Quotes

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La gente le tiene muchísimo más miedo a las palabras que a los cañones. Las palabras han hecho revoluciones, puentes, caminos. Han logrado que la gente se enamore o se odie para siempre. Hay palabras grandes como monocotiledónea o gatroenterólogo y pequeñitas pero poderosas como paz. Importantes como justicia, imprescindibles como vida, valiosas como sueño, muy poco significativas como dinero... Lo importante es cómo se usan y qué se quiere decir cuando se usan.
Benito Taibo (Persona normal)
A veces el miedo es una cosa fea. No te deja vivir los momentos más bellos. Es una especie de maldición si no sabes vencerla.
Federico Moccia (Tre metri sopra il cielo)
De qué tengo miedo? De ti, en fin, de mi sin ti.
Mathias Malzieu (La Mécanique du cœur)
Dígalo, dígalo sin miedo; tal como va el mundo todos los que no somos imbéciles necesitamos estar un poco locos.
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
– Dime, Catarro, ¿por qué si uno sabe nadar flota sin moverse y cuando no sabe se hunde? – El miedo pesa, hijo.
Miguel Delibes (La partida)
A veces odiamos lo que es diferente a nosotros. Pero muy amenudo se debe a que tenemos miedo de lo que no comocemos, de lo que es distinto. Y es porque, en el fondo... tememos que nos guste." Gerde
Laura Gallego García (Panteón (Memorias de Idhún, #3))
Sólo los sacerdotes y los locos no tienen miedo a nada, y yo nunca me he llevado muy bien con Dios
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
No conocerás el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado girare mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estare yo.
Frank Herbert (Dune (Dune, #1))
Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio
Octavio Paz
Nosotros marcamos nuestro destino con nuestras decisiones, y no podemos permitir que los miedos y las inseguridades nos impidan tomarlas.
Javier Ruescas (PLAY (PLAY, #1))
Viceversa" Tengo miedo de verte necesidad de verte esperanza de verte desazones de verte tengo ganas de hallarte preocupación de hallarte certidumbre de hallarte pobres dudas de hallarte tengo urgencia de oírte alegría de oírte buena suerte de oírte y temores de oírte o sea resumiendo estoy jodido y radiante quizás más lo primero que lo segundo y también viceversa.
Mario Benedetti
Tengo miedo y no puedo vivir en este mundo y lo quiero, claro que lo quiero, pero no sé cómo se hace.
Alejandra Pizarnik (Diarios (nueva edición de Ana Becciu))
Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Eduardo Galeano
Yo tengo miedo. Tengo miedo de una cosa, de que en nuestra vida el miedo ocupe el lugar del amor.
Svetlana Alexievich (Voices from Chernobyl: The Oral History of a Nuclear Disaster)
No llames cobarde a alguien que tiene miedo, sólo abrázalo y dile que, al revés de todo, los monstruos existen hasta que les pones nombre: solo los valientes lo hacen.
Elvira Sastre
Si los hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida.
Michael Ende (Momo)
Los libros son finitos, los encuentros sexuales son finitos, pero el deseo de leer y de follar es infinito, sobrepasa nuestra propia muerte, nuestros miedos, nuestras esperanzas de paz.
Roberto Bolaño (The Insufferable Gaucho)
Daba igual la cantidad de cerrojos que tuviera en la puerta, no impedirían la entrada a mis peores miedos.
John Katzenbach (The Madman's Tale)
El tiempo que pierdes con tus miedos, no lo recuperas nunca
David Safier (Jesus liebt mich)
- ... nada nunca se vio tan perfecto y eso aterra. - Eso es porque cuando algo nos hace tan feliz nos da miedo que no sea real - digo, sin necesidad de pensarlo.
Darlis Stefany (H de Harry (BG.5 #1))
Mi carne puede tener miedo; yo, no.
Jorge Luis Borges (El Aleph)
Lo único que nos da miedo cuando nos asomamos a la muerte y a la oscuridad es lo desconocido.
J.K. Rowling
—Contéstale que sí —le dijo—. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no.
Gabriel García Márquez (El amor en los tiempos del cólera)
Y yo pensé que una estrella fugaz era una estrella muy bonita que tenía miedo de brillar, y huía lo más lejos posible. Un poco como yo.
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
Hay un momento en la vida en el que uno se cansa de buscar razones que justifiquen el miedo a ser feliz.
Elísabet Benavent (Valeria al desnudo (Valeria, #4))
Significa que te deseo más que el miedo que me da perderte…
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
En el silencio no están escritos nuestros miedos. Están escritas las verdades que no queremos ver porque sentimos que no las merecemos, porque son verdades que nos hacen grandes y no queremos crecer, porque da susto aceptar que somos infinitos y que todo lo podemos.
Amalia Andrade Arango (Uno siempre cambia al amor de su vida)
[…] Lentamente, casi con miedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío y finalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a Kelsey. Porque era lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamás había tenido.
Silvia Hervás (Besos de murciélago)
– ¿Un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo? - oyó que preguntaba su voz, tenue y lejana. – El el único momento en que puede ser valiente, Bran - le respondió la voz de su padre.
George R.R. Martin (Juego de tronos, Libro 1 (Canción de hielo y fuego, #1))
No tenía miedo de viajar sola porque era una chica grande, con nada menos que veinte pesos en la cartera...
Julio Cortázar (Bestiario)
Ella interponía siempre una barrera de rabia para que no se le notara el miedo. Y en ese caso, el más terrible de todos, que era el miedo de quedarse sin él.
Gabriel García Márquez (El amor en los tiempos del cólera)
¿no te da miedo la locura? —¡Por favor! Es lo único maravilloso en esta sucia vida de mierda.
Alejandra Pizarnik (Diarios (nueva edición de Ana Becciu))
Si tienes miedo a hacerte daño, aumentas la probabilidad de que eso mismo suceda... Sé prudente y sobre todo, entrégate sin reservas.
Mathias Malzieu (La Mécanique du cœur)
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor dice que tiene miedo de la muerte del amor dice que el amor es muerte es miedo dice que la muerte es miedo es amor dice que no sabe
Alejandra Pizarnik (Árbol de Diana)
La verdad nos hace libres, pero el amor vence al miedo
Sylvain Reynard (Gabriel's Rapture (Gabriel's Inferno, #2))
El miedo en la gente, hábilmente gestionado, puede darte el poder absoluto. La gente con miedo se deja conducir dócilmente.
Santiago Posteguillo (Africanus: El hijo del cónsul)
Yo no soy ninguna experta, pero creo que estar enamorado es algo más. Es sentir un cosquilleo en la tripa cuando la ves. Y no poder dejar de mirarla. Echarla de menos incluso teniéndola delante. Desear tocarla a todas horas, hablar de cualquier cosa, de todo y de nada. Sentir que pierdes la noción del tiempo cuando estás a su lado. Fijarte en los detalles. Querer saber cualquier cosa sobre ella, aunque sea una tontería. ¿Sabes Rhys? En realidad, creo que es como estar permanentemente colgado de la luna. Boca abajo. Con una sonrisa inmensa. Sin Miedo.
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
Sabes que todo lo mejor vendrá con los cambios pero tienes miedo al cerrar la puerta porque ya habías aprendido a manejar las antiguas desgracias, suele pasar, no es nada extraño, un héroe sin miedo es un héroe muerto.
Ray Loriga (Héroes)
Yo quiero ser como ella, tan echadita palante, tan sin miedo.
Andrea Abreu López (Panza de burro)
-A veces eres realmente... -Gideon sacudió la cabeza, y luego inspiró hondo y dijo muy serio-: Cuando me besas, Gwendolyn Sheperd, es como si perdiera el contacto con el suelo. No tengo ni idea de cómo lo haces ni de dónde lo has aprendido. En todo caso, si ha sido en una película, tenemos que verla juntos. -Se detuvo un momento-. Lo que quiero decir es que cuando me besas, ya no quiero hacer nada más que sentirte y tenerte entre mis brazos. ¡Mierda, estoy tan terriblemente enamorado de ti que es como si hubieran volcado una lata de gasolina en mi interior y le hubieran prendido fuego! Pero en este momento no podemos... al menos uno de nosotros debe mantener la cabeza fría. -La mirada que me lanzó disipó mis dudas-. Gwenny, todo esto me da un miedo horrible. Sin ti mi vida ya no tendría ningún sentido, sin ti... querría morirme si a ti te pasara algo.
Kerstin Gier
Déjame estar triste, es la única forma que conozco de estrujar la felicidad para que después no me pene.
Pedro Lemebel (Tengo miedo torero)
Simplemente no soy de este mundo... Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva... No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie... ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver. Es más, nos sabré siquiera que hay un "saber volver". No lo querré acaso.
Alejandra Pizarnik
- ¿Estás enojado conmigo? (Joséphine) - ¿Debería estarlo? (Alamán) - Si. Te traté muy fríamente cuando llegué. - Muy fríamente. - Discúlpame. - ¿Por qué lo hiciste? - Ya te lo dije ayer, en casa. Porque tengo miedo de que me lastimes. - Ya te lo dije ayer, en tu casa: jamás te lastimaría. - Eso dicen todos. - Yo no soy todos.
Florencia Bonelli (Congo)
Tú, pájaro, vivirás en los árboles y volarás por los aires, alcanzarás la región de las nubes, rozarás la transparencia del cielo y no tendrás miedo de caer.
Popol Vuh
Nos miramos a los ojos, pero no al mismo tiempo, porque, como niños, tenemos miedo.
Alberto Villarreal (Ocho lugares que me recuerdan a ti)
A veces los fuertes se escudan en esa apariencia para no mostrar todos sus miedos y debilidades.
Alice Kellen (Todo lo que nunca fuimos (Deja que ocurra, #1))
Entonces, ¿se es cobarde por sentir miedo? ¿Se es cobarde por alegrarse de seguir vivo?
Markus Zusak (La ladrona de libros)
Tienes que comprenderlo: Yo no soy nadie especial. Soy solo una chica normal. Mido uno sesenta y soy del montón en muchas cosas. Pero tengo un secreto. Aunque construyan murallas que lleguen hasta el cielo, yo encontraré la forma de volar sobre ellas. Aunque intenten atraparme con cientos de armas, yo encontraré un modo de resistir. Y hay muchos como yo ahí fuera, más de los que crees. Gente que se niega a dejar de creer. Gente que se niega a volver a tierra. Gente que ama en un mundo sin murallas, gente que ama frente al odio, frente al rechazo, sin miedo y contra toda esperanza.Te amo. Recuerda. Eso no pueden quitártelo.
Lauren Oliver (Delirium (Delirium, #1))
Me habló de sus dudas y de sus miedos, de cómo toda una vida le había enseñado que cuanto tenía por cierto era una simple ilusión y que había demasiadas lecciones que no valía la pena aprender.
Carlos Ruiz Zafón (Marina)
Generalmente, el miedo proviene de la ignorancia. Una vez que supe cuál era el problema, este pasó a ser solo un problema y no algo que temer.
Patrick Rothfuss (The Name of the Wind (The Kingkiller Chronicle, #1))
Solamente le tengo miedo a los pendejos ¿por qué? porque... son muchos no se puede cubrir un frente tan amplio y al ser mayoría son peligrosos pueden elegir hasta al presidente.
Facundo Cabral
Da miedo ¿verdad? Pero ¿hay algo maravilloso que no empiece dando miedo?
Isaac Marion (Warm Bodies (Warm Bodies, #1))
El amor expulsa al miedo y la gratitud doblega al orgullo.
Louisa May Alcott (Little Women)
No te rindas, por favor no cedas, Aunque el frío queme, Aunque el miedo muerda, Aunque el sol se ponga y se calle el viento, Aún hay fuego en tu alma, Aún hay vida en tus sueños
Mario Benedetti
Mi madre solía que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que te mereces o deseas. -Déjalo ir a raudales. -decía- Abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra.
Penelope Stokes J (Heartbreak Cafe)
No importa tener miedo, Sara. El miedo es bueno,El miedo nos hace ser valientes, si no tuvieramos miedo, ¿ que tendria de valiente un acto? El miedo nos activa y nos ayuda a sobrevivir, no lo olvides nunca, El miedo te hace sentir viva, Sara.¿ No lo sientes ahora?...
Neïra (Valiente Vera, pequeña Sara)
Hay instantes en que todo parece posible y todo puede cambiar. En que todo está al alcance de la mano. Fácil y bonito. Pero de repente llega la duda, el miedo a equivocarse y a no haber entendido bien lo que el corazón siente de verdad.
Federico Moccia (Perdona pero quiero casarme contigo)
Y creo que te quiero de verdad: porque no te necesito y aún asi no quiero que te vayas, porque eres verdad sobre toda mi vida y tu cara parece un logro sobre esta losa que me arrastra, un beso a la flor marchita de mi lápida, porque meciste mi mano para escribir mis temores de una forma tan suave que pareció una caricia y ya no tengo miedo más allá de mi misma, porque me has hecho amar aquello en lo que dejé de creer y meciéndote un cielo y un nombre de diosa, te quedas en mi tierra.
Elvira Sastre
Aquellos que quieren poder viven con miedo de perderlo. Es por eso que nosotros tenemos que darle el poder a aquellos que no lo desean.
Veronica Roth (Divergent (Divergent, #1))
Hace un momento tenía la preocupación de que no le querías bastante y ahora casi me da miedo verte quererle tanto
Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie)
y el gozo que le produjo esa mujer, le había permitido entender por que los hombres tenían miedo a la muerte" CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Gabriel García Márquez
¿Temes hacer el ridículo? - intuyó - Aarón, ¿de qué sirve tener talento si te da miedo compartirlo con el mundo? - Haru
Javier Ruescas (PLAY (PLAY, #1))
No solo somos lo que hacemos, sino también lo que no hacemos. Somos lo que decimos, casi tanto como lo que callamos. Somos las preguntas que no nos atrevemos a pronunciar, en la misma medida que las respuestas que nunca llegarán y permanecerán eternamente flotando entre remolinos de miedo e incertidumbre. Somos la sutilidad de una mirada, la intimidad de una caricia suave, la curva de una sonrisa bonita. Somos momentos bonitos, instantes agridulces, noches tristes. Somos detalles. Somos reales. Pero, por encima de todo lo demás, somos las decisiones que tomamos. En toda su dimensión. Por cada elección, damos un paso al frente y abandonamos algo en el camino. O damos un paso atrás y abandonamos algo que estaba por llegar. Avanzamos entre alternativas, seleccionando unas, rechazando otras, marcando nuestro destino. Siempre habrá algo que pierdas incluso cuando ganes, pero eso no es lo importante. Lo realmente valioso es ser capaz de tomar esa decisión, hacerlo siendo libre; apostar por un sueño, por uno mismo o por otra persona, sin dudas ni temor, solo con ganas, con pasión.
Alice Kellen (Nosotros en la Luna)
El miedo, el miedo es la mercancía más valiosa del universo. Encended la televisión ¿Qué veis? ¿Gente vendiendo productos? NO. Gente vendiendo el miedo que tenéis de vivir sin sus productos. El miedo vende
Max Brooks (World War Z: An Oral History of the Zombie War)
Yo me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme: ni la pena ni el éxtasis para que cuando sea viejo tenga como deleite la detallada historia de mis días.
Ángeles Mastretta (La emoción de las cosas)
No hay que tener miedo a las palabras. (...). Hay que llamar a las cosas por su nombre, sin miedo. (...) Yo ya no tengo miedo a las palabras, porque ya no le tengo miedo a la verdad. Cuando tu vida es lo que está en juego, no soportas los rodeos.
Alessandro D'Avenia (Blanca como la nieve, roja como la sangre)
La gente le tiene muchísimo más miedo a las palabras que a los cañones. Las palabras han hecho revoluciones, puentes, caminos. Han logrado que la gente se enamore o se odie para siempre. Hay palabras grandes como monocotiledónea o gastroenterólogo y pequeñitas pero poderosas como paz. Importantes como justicia, imprescindibles como vida, valiosas como sueño, muy poco significativas como dinero… Lo importante es cómo se usan y qué se quiere decir cuando se usan.
Benito Taibo (Persona Normal)
Cuando algo bueno nos pasa, hay que saber vivirlo. Hay que lanzarse de cabeza a esa piscina de felicidad, zambullirse sin miedo, perder el traje de baño, empaparse el pelo, irritarse los ojos, tragar agua, apurar hasta quedarse casi sin aire... Dame todos los daños colaterales de la felicidad, pero dame felicidad.
Begoña Oro (Croquetas y wasaps)
Lo poco que entiendo de la vida es por leer libros
Magalí Tajes Parga (Arde la vida: ¿Hasta cuándo vas a tener miedo?)
El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas. Las personas cobardes tienen miedo hasta de sí mismas,
Almudena Grandes
¡La felicidad es tan frágil, mi vida, y la tristeza, sin embargo, tan poderosa! ¿Y sabes por qué? Porque sabemos que las cosas pueden acabarse y eso nos da miedo. Porque la felicidad va y viene, pero la tristeza duerme dentro de nosotros. Y no pasa nada por estar triste, mi amor. Lo que no hay que tener es miedo. Ésa es la única lucha que debe mantener el ser humano.
Elvira Sastre (Días sin ti)
—¿Te enamoraste de mí porque yo te recordaba a tu amigo? —pregunté con voz casi sin expresión. Él me tocó la nariz. —Me enamoré de ti, sabelotodo, porque eras de los nuestros..., porque no me tuviste miedo y porque decidiste terminar tu victoria espectacular arrojándole ese pedazo de hueso a Amarantha como una jabalina. Entonces sentí el espíritu de Cassian junto a mí, y habría jurado que lo oí decir: «Si no te casas con ella, estúpido, lo haré yo». –Capítulo 55, pág. 500
Sarah J. Maas (A Court of Mist and Fury (A Court of Thorns and Roses, #2))
Valiente. Valiente es quien acepta sus miedos y los confronta. Valiente es quien arriesga, quien sabe que puede perder y aún así juega. Quien lanza un <> al aire sin saber si volverá. Quien no se rinde. Quien persevera,, se levanta si se cae y no permite que la marea lo engulla. Quien abre el corazón. Quien pide perdón. Valiente es quien perdona. Valiente...
Laia Soler (Nosotros después de las doce)
La historia es memoria y tenemos memoria colectiva desde que anotamos lo que nos sucede, pero más allá de la historia, mucho antes, seguramente en alguna cueva del paleolítico, un hombre dejó perplejos a los miembros de su tribu con un relato sobre una cacería; o quizá fue una mujer con un cuento que se inventó sobre las nubes y las estrellas para calmar el miedo de un niño. Allí empezó todo.
Santiago Posteguillo (La noche en que Frankenstein leyó el Quijote)
—No cometas el mismo error que yo. No dejes que la soberbia y el miedo te roben tu vida. Cuando te des cuenta, te verás solo y no formarás parte de nada. Tú no eres así, puedes cambiar, volver sobre tus pasos y arreglar lo que se ha roto. El reloj sigue marcando el tiempo, sin descanso, solo tú puedes decidir qué hacer con él. Quien vive de mentiras no alimenta la felicidad, solo la adormece.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Rayuela)
Es tan agradable la sensación de vértigo, sentir que en cualquier momento vas a caer, pero la amenza no te produce miedo sino anticipación, el deseo ya de que la adrenalina te recorra de arriba abajo haciendo que se te erice el cabello. Ese instante antes de la aceleración definitiva, antes de estrellarte contra el fondo, ese instante en el que empiezas a estar vivo.
José Ovejero (La invención del amor)
Mira a todos a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas. No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos. Hemos evitado caer de rodillas delante del primero de nosotros que por amor diga: tienes miedo. Hemos organizado asociaciones y clubs sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia, sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada. Hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa. Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción. No hemos adorado por tener la sensata mezquindad de acordarnos a tiempo de los falsos dioses. No hemos sido puros e ingenuos para no reírnos de nosotros mismos y para que al fin del día podamos decir «al menos no fui tonto» y así no quedarnos perplejos antes de apagar la luz. Hemos sonreído en público de lo que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Hemos llamado debilidad a nuestro candor. Nos hemos temido uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día.
Clarice Lispector (Aprendizaje o El libro de los placeres)
Al rozar sus labios, entendí que el esfuerzo valía la pena. El dolor. Quitarme el chubasquero. Dejar pasar al miedo. Sentir. Sentir. Sentir. Vi ante mis ojos cómo las emociones se equilibraban con picos y bajadas cruzándose, porque si la tristeza no existiese, nadie se habría tomado nunca la molestia de inventar la palabra «felicidad». Y besarlo había sido eso. Una chispa de felicidad, de las que prenden y explotan como un castillo de fuegos artificiales. Había sido un cosquilleo en el estómago. El sabor de esa noche estrellada en los labios. El olor del mar impregnado en su piel. Sus dedos ásperos contra mi mejilla. Su mirada desnudándome por dentro. Él. De nuevo él. Siempre él.
Alice Kellen (Todo lo que nunca fuimos (Deja que ocurra, #1))
Señor La jaula se ha vuelto pájaro y se ha volado y mi corazón está loco porque aúlla a la muerte y sonríe detrás del viento a mis delirios Qué haré con el miedo Qué haré con el miedo Ya no baila la luz en mi sonrisa ni las estaciones queman palomas en mis ideas Mis manos se han desnudado y se han ido donde la muerte enseña a vivir a los muertos Señor El aire me castiga el ser Detrás del aire hay monstruos que beben de mi sangre Es el desastre Es la hora del vacío no vacío Es el instante de poner cerrojo a los labios oír a los condenados gritar contemplar a cada uno de mis nombres ahorcados en la nada. Señor Tengo veinte años También mis ojos tienen veinte años y sin embargo no dicen nada Señor He consumado mi vida en un instante La última inocencia estalló Ahora es nunca o jamás o simplemente fue ¿Cómo no me suicido frente a un espejo y desaparezco para reaparecer en el mar donde un gran barco me esperaría con las luces encendidas? ¿Cómo no me extraigo las venas y hago con ellas una escala para huir al otro lado de la noche? El principio ha dado a luz el final Todo continuará igual Las sonrisas gastadas El interés interesado Las preguntas de piedra en piedra Las gesticulaciones que remedan amor Todo continuará igual Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo porque aún no les enseñaron que ya es demasiado tarde Señor Arroja los féretros de mi sangre Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana Las flores morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos Señor La jaula se ha vuelto pájaro y ha devorado mis esperanzas Señor La jaula se ha vuelto pájaro Qué haré con el miedo
Alejandra Pizarnik (Poesía completa)
—¿Y qué ocurre cuando uno muere? —Tampoco yo lo sé. —Entonces, ¿por qué tener miedo? —dice Oswald—. Yo creo que no ocurre nada. Y si ocurre algo que es mejor que nada, pues mejor que mejor. —¿Y si lo que ocurre es peor que nada? —le digo. —No existe nada peor que nada. Pero si no es nada, no podré saberlo porque yo no seré nada. Oyéndolo hablar así, siento que Oswald es un genio. —Pero, y si no existes, ¿qué? —le pregunto—. El mundo entero seguirá viviendo sin ti. Como si nunca hubieras pasado por aquí. Y el día en que todas las personas que has conocido también hayan muerto, será como si nunca, nunca hubieras existido. ¿No te parece una pena que pase eso? —Si salvo a Max, no. Si lo salvo, existiré para siempre.
Matthew Dicks (Memoirs of an Imaginary Friend)
No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo.
Lucía Etxebarria (Beatriz y los cuerpos celestes)
Cuando uno se enamora las cuadrillas del tiempo hacen escala en el olvido la desdicha se llena de milagros el miedo se convierte en osadía y la muerte no sale de su cueva enamorarse es un presagio gratis una ventana abierta al árbol nuevo una proeza de los sentimientos una bonanza casi insoportable y un ejercicio contra el infortunio por el contrario desenamorarse es ver el cuerpo como es y no como la otra mirada lo inventaba es regresar más pobre al viejo enigma y dar con la tristeza en el espejo
Mario Benedetti
El profesor golpea otro escritorio, y la chica con cabello rojo a mi izquierda salta y deja caer todos sus papeles. Me inclino para ayudarla a recogerlos, y estoy sorprendida al descubrir una página entera de garabatos de un tatuaje de calavera familiar. Miro hacia arriba en sorpresa, y su cara se enciende como su cabello rojo. Miro hacia Josh y luego levanto mis cejas hacia ella. Sus ojos se amplían en horror, pero sacudo mi cabeza y sonrío. No le diré. ¿Cuál es su nombre? Isla. Isla Martin. Vive en mi piso, pero es tan silenciosa que a menudo me olvido de ella. Tendrá que ser más ruidosa si le gusta Josh. Ambos son tímidos. Es una lástima, porque se verían lindos juntos. Probablemente pelearía menos que con Rashmi, también. ¿Por qué es que las personas adecuadas no terminan juntas? ¿Por qué las personas tienen miedo de abandonar una relación, incluso cuando saben que es una mala relación?
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
[…] Había una vez, hace mucho tiempo, un mundo donde los humanos tenían cuatro piernas, cuatro brazos, dos caras. ¿Te lo imaginas, Peter? Eran felices, poderosos. Los Dioses empezaron a tener miedo, pavor de que se unieran y acabaran con ellos. Y envidia, mucha envidia de esa felicidad. Tenían que hacer algo. Entonces se les ocurrió partirlos por la mitad, separarlos, condenarlos a buscarse eternamente y así distraerlos de la rebelión. De ese modo, pasaron a tener solo dos piernas, dos brazos, una cara… Se sintieron rotos. Y en realidad era cierto, estaban rotos. Aún podían sentir su otra parte, perdida en la inmensidad del universo. Si te amputan una pierna o un brazo, aunque no esté, sigues sintiéndolo; puedes notar cómo te cosquillea, está ahí aunque nadie pueda verlo. Pero tú lo sientes como si no hubiera desaparecido y, si no miras, si no te fijas, para ti sigue ahí. Miembro fantasma lo llaman. Tú eres mi mitad Peter, mi miembro fantasma. Te siento aunque no estés y me niego a que desaparezcas, a pasarme toda la vida buscándote. No quiero buscarte, no quiero sentirte si no estás. No puedes hacerme eso, no puedes.
Wendy Davies (Recuerda que me quieres)
—¿Y de qué sirve la esperanza? No existe, no se puede tocar. Es sólo una idea, un sueño… ¡una mentira! Es un eufemismo como cualquier otro. La esperanza es únicamente una palabra bonita con la que maquillar la realidad —se defendió, recordándole a Lan la actitud derrotista de su primer encuentro. La muchacha permaneció en silencio, dejando que el Errante se calmara, y después le dijo con voz pausada: —Significa mucho más que eso. La esperanza es creer más allá de lo que podemos controlar. Es un sentimiento, como la alegría, el miedo o el odio, al que te puedes aferrar incluso en los momentos más difíciles, cuando sabes que ya no puedes hacer nada por ti mismo. Incluso cuando todo está perdido, siempre queda la esperanza.
Javi Araguz (La estrella)
Recordando estas cosas mientras alistaban el baúl de José Arcadio, Úrsula se preguntaba si no era preferible acostarse de una vez en la sepultura y que le echaran la tierra encima, y le preguntaba a Dios, sin miedo, si de verdad creía que la gente estaba hecha de fierro para soportar tantas penas y mortificaciones; y preguntando y preguntando iba atizando su propia ofuscación, y sentía unos irreprimibles deseos de soltarse a despotricar como un forastero, y de permitirse por fin un instante de rebeldía, el instante tantas veces anhelado y tantas veces aplazado de meterse la resignación por el fundamento y cagarse de una vez en todo, y sacarse del corazón los infinitos montones de malas palabras que había tenido que atragantarse en todo un siglo de conformidad.
Gabriel García Márquez (One Hundred Years of Solitude)
—Eso es todo. Ese día mi abuelo me explicó que nosotros somos distintos de los animales, que solo hacen lo que su naturaleza les dicta. En cambio, nosotros somos libres. Es el mayor don que hemos recibido. Gracias a la libertad podemos convertirnos en algo distinto de lo que somos. La libertad nos permite soñar y los sueños son la sangre de nuestra vida, aunque a veces cuestan algún azote y un largo viaje. «Jamás renuncies a tus sueños. Nunca tengas miedo de soñar, por mucho que los demás se rían de ti», eso me dijo mi abuelo, «pues si lo haces renunciarías a ser tú mismo». Aún recuerdo los ojos brillantes con que subrayó sus palabras.
Alessandro D'Avenia (Blanca como la nieve, roja como la sangre)
Leía mucho. Pero con la lectura pasa lo mismo, ya sabes… sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo” La mayor parte de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso” … a veces las personas son buenas porque no tienen inhibiciones que les impiden actuar con maldad. … Y luego están los que son buenos porque son demasiado cobardes para ser malos” El burgués tiene que estar toda la vida demostrando quién es. El aristócrata ya ha demostrado quién es en el momento de nacer” No me gusta entregarme a los sentimientos…pero el sentimiento de la amistad es mucho más complicado y delicado que el del amor” Ya ves lo ingenuos que somos. Tendemos a creer que los asuntos propios, los verdaderos, son acontecimientos de relevancia mundial” No es cierto que el sufrimiento nos purifique y nos haga mejores, más sabios y comprensivos. Nos vuelve demasiado lúcidos, fríos e indiferentes” Y entonces te das cuenta de que ésa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir
Sándor Márai
Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido... un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días... la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Julio Cortázar (Cronopios and Famas)
—¿Te vas a ir? —susurra mientras sus ojos se amplían con miedo. No digo nada mientras intento reunir mis pensamientos. —No puedes —ruega. —Christian… yo… —Lucho por organizar mis pensamientos. ¿Qué estoy tratando de decir? Necesito tiempo, tiempo para procesar esto. Dame tiempo. —No. ¡No! —dice. —Yo… Él mira salvajemente alrededor de la habitación. ¿En busca de inspiración? ¿Intervención divina? No lo sé. —No te puedes ir. ¡Ana, te amo! —También te amo, Christian, es solo… —No… ¡no! —dice con desesperación y pone ambas manos sobre su cabeza. —Christian… —No —susurra, sus ojos amplios por el pánico, y de repente cae sobre sus rodillas frente a mí, la cabeza inclinada, sus manos con dedos largos extendidas sobre sus muslos. Toma una profunda respiración y no se mueve. ¿Qué? —Christian, ¿qué estás haciendo? Continua con su mirada abajo, sin mirarme. —¡Christian! ¿Qué estás haciendo? —Mi voz es aguda. No se mueve—. ¡Christian, mírame! —ordeno con pánico. Su cabeza se levanta sin vacilar, y me observa impasiblemente con su fría mirada gris, está casi sereno… expectante. Mierda… Christian. El sumiso.
E.L. James (Fifty Shades Darker (Fifty Shades, #2))
—Qué va. —Hablaba en serio. Jess lo supo por su mirada—. Toda esa historia de Jesús es realmente interesante, ¿no te parece? —¿Qué quieres decir? —Toda aquella gente que quiso matarle sin que él les hubiera hecho nada. Vaciló. De verdad que era una historia preciosa: como la de Abraham Lincoln o Sócrates o Aslan. —No tiene nada de hermosa —interrumpió May Belle—. Da miedo eso de hacer agujeros en las manos de alguien. —Tienes razón, May Belle. —Jess buscó en las profundidades de su mente—. Dios hizo que Jesús muriera porque nosotros somos unos miserables pecadores. —¿Crees que eso es verdad? Se quedó atónito. —Lo dice la Biblia, Leslie. Le miró como si estuviera dispuesta a ponerse a discutir con él, pero luego pareció cambiar de opinión. —Qué locura, ¿verdad? —Leslie sacudió la cabeza—. Tú que tienes que creer en la Biblia, la odias. Y yo, que no tengo que creerla, la encuentro preciosa. —Volvió a sacudir la cabeza—. Es cosa de locos.
Katherine Paterson (Bridge to Terabithia)
—El combarradh es el símbolo que hace que nunca vayas desnudo. El amor de tu pareja, el respeto y la fidelidad de tu mitad harán que te sientas siempre protegido. En ella encontrarás un alma que siempre te acompañará, un cuerpo que te proveerá de lo que necesites, y un amor que nunca perecerá, aunque encuentres dificultades en el camino. No se trata de un amor perfecto, no lo es. Pero es especial. ¿Crees que en la actualidad es obsoleto? Propónselo a los humanos y serían capaces de darte lo que les pidieras a cambio de una entrega incondicional de ese tipo. Y lo firmarían a ciegas porque es algo que no encuentran. En su mundo nada es para siempre: las personas vienen y van, no permanecen, no se mantienen al lado de uno hasta que la muerte los separe. Juran unos votos ante su dios y al cabo de unos años, los rompen con mentiras, malos comportamientos, falta de respeto por sus familias y muchas cosas más… Algunos ni siquiera juran esos votos por miedo a romperlos y se excusan diciendo que no creen en ellos. Nada tiene valor aquí. Cuando algo se complica, en vez de luchar por ello, abandonan. Y no entienden que comportándose así dejan de darle valor a las cosas, incluso a sí mismos. Ya se han olvidado de cumplir sus promesas. Kenshin la escuchaba con tanta atención que bebía de ella. Sus palabras estaban llenas de coherencia y también de una pasión digna de envidiar. —El Comharradah te enseña a amar no porque esa persona sea perfecta. El nudo perenne te marca el camino a seguir para creer en la perfección de esa persona imperfecta que hay exclusivamente para ti —resumió él.
Lena Valenti (El libro de Miya (Saga Vanir, #5))
No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo. No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero. Porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo, abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron. Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos, No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estas sola, porque yo te quiero.
Mario Benedetti
Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obren bien si las incitáis al mal? Cambatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo de vuestro parecer loco el niño que pone el coco y luego le tiene miedo. Queréis, con presunción necia, hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué humor puede ser más raro que el que, falto de consejo, él mismo empaña el espejo, y siente que no esté claro? Con el favor y desdén tenéis condición igual, quejándoos, si os tratan mal, burlándoos, si os quieren bien. Siempre tan necios andáis que, con desigual nivel, a una culpáis por crüel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues como ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata, ofende, y la que es fácil, enfada? Mas, entre el enfado y pena que vuestro gusto refiere, bien haya la que no os quiere y quejaos en hora buena. Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada, o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga, o el que paga por pecar? Pues ¿para qué os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo.
Juana Inés de la Cruz
Nos pasamos la vida deseando cosas. Unas inútiles. Otras grandes. Otras imposibles. También queriendo olvidar otras muchas. Sin embargo, lo único que de verdad olvidamos es que solo tenemos una vida. Una sola, y dejamos que transcurra sin hacer nada salvo querer y desear, como si nuestro pensamiento fuese una varita mágica, capaz de solucionarlo todo mientras permanecemos de brazos cruzados. Y convertimos la vida en una maldita espera en la que no sucede nada, porque la mayoría de las cosas importantes hay que crearlas. No nacen de los anhelos, de los lamentos, de la autocompasión y, mucho menos, de la cobardía y la pasividad. La vida no nos debe nada. Nada. Así es como me he sentido todos esos años, a la espera y desesperando. Siempre frente a una puerta que solo cruzaba cuando me invitaban a entrar. Acercándome de puntillas, llamando sin hacer ruido. Sin entender que hay puertas que no queda más remedio que derribar por nosotros mismos, que atravesar sin pedir permiso. Sin anunciarte. No basta con desear cambiar las cosas. Tienes que moverlas, darles la vuelta y transformarlas en lo que tú quieres que sean. Asumir que, hagas lo que hagas, el mundo sigue girando. No es un carrusel del que puedas subir y bajar a tu antojo, pero sí puedes elegir qué caballito quieres montar. ¿Y sabes qué? Todo parece cambiar cuando tú cambias. Esa es la verdad. Y una vez que comienzas ese tránsito, no te detienes hasta definir quién eres. Hasta aceptar tus contradicciones. Tus miedos. Tus deseos.
Maria Martinez (Cuando no queden más estrellas que contar)
Usted tiene todas las condiciones para concurrir a mi felicidad, pero yo tengo muy pocas para concurrir a la suya. Y no crea que me estoy mandando la parte. En otra posición (quiero decir, más bien, en otras edades) lo más correcto sería que yo le ofreciese un noviazgo serio, muy serio, quizá demasiado serio, con una clara perspectiva de casamiento al alcance de la mano. Pero si yo ahora le ofreciese algo semejante, calculo que sería muy egoísta, porque sólo pensaría en mí, y lo que yo más quiero ahora no es pensar en mí sino pensar en usted. Yo no puedo olvidar usted tampoco que dentro de diez años yo tendré sesenta. Escasamente un viejo, podrá decir un optimista o un adulón, pero el adverbio importa muy poco. Quiero que quede a salvo mi honestidad al decirle que ni ahora ni dentro de unos meses, podré juntar fuerzas como para hablar de matrimonio. Pero siempre hay un pero ¿de qué hablar entonces? Yo sé que, por más que usted entienda esto, es difícil, sin embargo, que admita otro planteo. Porque es evidente que existe otro planteo. En ese otro planteo hay cabida para el amor, pero no la hay en cambio para el matrimonio. Levantó los ojos, pero no interrogaba. Es probable que sólo haya querido ver mi cara al decir eso. Pero, a esta altura, yo ya estaba decidido a no detenerme. A ese otro planteo, la imaginación popular, que suele ser pobre en denominaciones, lo llama una Aventura o un Programa, y es bastante lógico que usted se asuste un poco. A decir verdad, yo también estoy asustado, nada más que porque tengo miedo de que usted crea que le estoy proponiendo una aventura. Tal vez no me apartaría ni un milímetro de mi centro de sinceridad, si le dijera que lo que estoy buscando denodadamente es un acuerdo, una especie de convenio entre mi amor y su libertad. Ya sé, ya sé. Usted está pensando que la realidad es precisamente la inversa; que lo que yo estoy buscando es justamente su amor y mi libertad. Tiene todo el derecho de pensarlo, pero reconozca que a mi vez tengo todo el derecho de jugármelo todo a una sola carta. Y esa sola carta es la confianza que usted pueda tener en mí.
Mario Benedetti (La tregua)
En estos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una “misión”, pero ésta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad. Era un error desear nuevos dioses, y completamente falso querer dar algo al mundo. No existía ningún deber, ninguno, para el hombre consciente, excepto el de buscarse a sí mismo, afirmarse en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir. Aquel descubrimiento me conmovió profundamente, este fue el fruto de aquella experiencia. Yo había jugado a menudo con imágenes del futuro y soñado con papeles que pudieran estar destinados de poeta quizás, de profeta, de pintor o de cualquier otra cosa. Aquellas imágenes no valían nada. Yo no estaba en el mundo para escribir, predicar o pintar; ni yo ni nadie estaba para eso. Tales cosas sólo podían surgir marginalmente. La misión verdadera de cada uno era llegar a sí mismo. Se podía llegar a poeta o a loco, a profeta o a criminal; ese no es asunto de uno: a fin de cuentas, carecía de toda importancia. Lo que importaba era encontrar su propio destino, no un destino cualquiera, y vivirlo por completo. Todo lo demás eran medianías, un intento de evasión, de buscar refugio en el ideal de la masa, era amoldarse; era miedo ante la propia individualidad. La nueva imagen surgió terrible y sagrada ante mis ojos, presentido múltiples veces, quizás pronunciada ya otras tantas, pero nunca vivida hasta ahora. Yo era un proyecto de la naturaleza, un proyecto hacia lo desconocido, quizá hacia lo nuevo, quizá hacia la nada; y mi misión, mi única misión, era dejar realizarse este proyecto que brotaba de las profundidades. Sentir en mí su voluntad e identificarme con él por completo.
Hermann Hesse (Demian)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
Porque posee usted la más maravillosa juventud, y la juventud es lo más precioso que se puede poseer. –No lo siento yo así, lord Henry. –No; no lo siente ahora. Pero algún día, cuando sea viejo y feo y esté lleno de arrugas, cuando los pensamientos le hayan marcado la frente con sus pliegues y la pasión le haya quemado los labios con sus odiosas brasas, lo sentirá, y lo sentirá terriblemente. Ahora, dondequiera que vaya, seduce a todo el mundo. ¿Será siempre así?… Posee usted un rostro extraordinariamente agraciado, señor Gray. No frunza el ceño. Es cierto. Y la belleza es una manifestación de genio; está incluso por encima del genio, puesto que no necesita explicación. Es uno de los grandes dones de la naturaleza, como la luz del sol, o la primavera, o el reflejo en aguas oscuras de esa concha de plata a la que llamamos luna. No admite discusión. Tiene un derecho divino de soberanía. Convierte en príncipes a quienes la poseen. ¿Se sonríe? ¡Ah! Cuando la haya perdido no sonreirá… La gente dice a veces que la belleza es sólo superficial. Tal vez. Pero, al menos, no es tan superficial como el pensamiento. Para mí la belleza es la maravilla de las maravillas. Tan sólo las personas superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo que no se ve… Sí, señor Gray, los dioses han sido buenos con usted. Pero lo que los dioses dan, también lo quitan, y muy pronto. Sólo dispone de unos pocos años en los que vivir de verdad, perfectamente y con plenitud. Cuando se le acabe la juventud desaparecerá la belleza, y entonces descubrirá de repente que ya no le quedan más triunfos, o habrá de contentarse con unos triunfos insignificantes que el recuerdo de su pasado esplendor hará más amargos que las derrotas. Cada mes que expira lo acerca un poco más a algo terrible. El tiempo tiene celos de usted, y lucha contra sus lirios y sus rosas. Se volverá cetrino, se le hundirán las mejillas y sus ojos perderán el brillo. Sufrirá horriblemente… ¡Ah! Disfrute plenamente de la juventud mientras la posee. No despilfarre el oro de sus días escuchando a gente aburrida, tratando de redimir a los fracasados sin esperanza, ni entregando su vida a los ignorantes, los anodinos y los vulgares. Ésos son los objetivos enfermizos, las falsas ideas de nuestra época. ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada… Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. El mundo le pertenece durante una temporada… En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir. ¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)