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Cuando la lengua está en manos del Espíritu Santo, porque esa persona está en gracia de Dios, todo lo que sale de su boca purifica, alienta, apoya, perdona, tiene amor, ilumina, inspira y vive un eco permanente de esperanza. Pero cuando la lengua está en manos del diablo, esa lengua maldice, corrompe, miente, no perdona, acusa, juzga, atormenta, se queja de todo, se lamenta, es impaciente y a todos contamina. Está llena de un lenguaje vulgar y malicioso.
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