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En cuanto a Cataluña, se disfraza su caída dentro del Imperio musulmán, como el resto de España, o su participación entusiasta junto a todos los demás en la Reconquista, así como los tantos y tantos años bajo la corona aragonesa y luego española. Se oculta del mismo modo que el nombre de Cataluña no aparece en realidad hasta 1114 con Ramón Berenguer III y que fue poco después, en 1150, cuando Ramón Berenguer IV (1113-1162), conde de Barcelona, Gerona, Osona, Cerdaña y Ribagorza (esos eran los condados catalanes), decidió sin dudarlo mucho cambiar su título de conde por el de princep de Aragón, aceptando incorporar sus condados al Reino de Aragón que regía Petronila (hija del rey Ramiro el Monje) a cambio de que su hijo Alfonso II (1157-1196) fuera rey de Aragón. Este reino, andando el tiempo, abarcaría Valencia, las Mallorcas, Barcelona, Sicilia, Cerdeña, Nápoles, el Rosellón y la Cerdaña. Se trata de borrar cualquier traza de que la unión con Aragón y con España entera ha sido lo normal en su historia.
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Alberto Gil Ibáñez (La leyenda negra: Historia del odio a España (Spanish Edition))