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Es un camino de un solo paso: desasirse del falso yo; desde ese desasimiento, libres de la ignorancia acerca de la naturaleza propia, cualquier acción es válida. Mientras que, atados al yo, todas nuestras obras nacen en el error y continúan alimentándolo. Al llegar al extremo del palo, hay que dejarse ir, según la imagen del maestro zen Dōgen46 (1200-1253). Todo el esfuerzo de Eckhart parece dirigido a provocar esa comprensión esencial. No nos sorprende, pues, la sintonía, la simpatía profunda que se estableció entre los pensadores budistas de la Escuela de Kioto y el predicador dominico.47 La gente nunca debería pensar tanto en lo que tiene que hacer; tendrían que meditar más bien sobre lo que son […] Quienes no tienen grande el ser, cualquier obra que ejecuten, no dará resultado. (1983: 91)48
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Teresa Guardans Cambó (La verdad del silencio: Por los caminos del asombro (Spanish Edition))