Lujuria Quotes

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Cualquier persona que haya estado enamorada conoce la diferencia entre el eros y la lujuria. No hay comparación. La segunda es una sombra del primero, una sombra vacía y frustrante.
Sylvain Reynard (Gabriel's Rapture (Gabriel's Inferno, #2))
Como un beso de película, no real, pero aún abruma y atrae la lujuria, me convierte en placer y un conocedor del amor.
Tatjana Ostojic
La lujuria está bien: el sexo es bueno, despeja la cabeza y alegra el corazón.
Fernando Vallejo (Peroratas)
Por el amor, los tacaños se hacen desprendidos, los huraños sonríen, los cobardes se atreven, los ásperos son sensibles, los ignorantes se esmeran, los desaliñados se comportan con educación, los sucios se limpian, los viejos se las dan de jóvenes, los ascetas rompen sus votos y los castos se arrojan en los brazos de la lujuria. (El collar de la paloma - Ibn Hazm)
Claudia Casanova (Guía literaria del amor)
Historia personal. Como porque St. Clair siempre corría de vuelta a Ellie, yo asumí que lo hizo otra vez. ¿Es eso? Y ¿Él hizo eso? Ya no estoy segura. He pasado mi todo último año sofocada entre lujuria y dolor, éxtasis y traición, y solamente cada vez se hace más difícil ver la verdad. ¿Cuántas veces nuestras emociones pueden estar atadas a alguien más (ser jaladas, apretadas y retorcidas) antes de que se rompan? ¿Antes de que ya no se puedan reparar?
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
La lujuria es capaz de nacer del dolor. Hay que experimentarlo. Justo en el fragor de los celos más abyectos, el dispendio de la carne se abre paso.
Eusebio Ruvalcaba (Una mosca devastada y deprimida sobreviviendo en un hilito de sangre)
El dolor duele, del mismo modo que la avaricia embriaga y la lujuria quema.
Neil Gaiman (American Gods)
Leonardo: «La pasión del ánimo expulsa la lujuria»,
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía)
satisfacer la pasión solo por lujuria, termina en un dejo de vacío. Afortunados quienes dicen llenarlo con amor.
Jesús Montiel (CONFESION (Spanish Edition))
Jamás habían luchado, y solo en la lucha se engarzan el sentimentalismo y la lujuria para dar amor
E.M. Forster (Maurice)
También sé que un pecado llama al siguiente, y que el asesinato y la lujuria son parientes.
M.L. Rio (If We Were Villains)
El amor es solo lujuria mal escrita", habría dicho Quirón
Dan Simmons (Olympos: L'Attacco dei Voynix (Ilium, #2B))
Parecía que todo el amor no era más que lujuria, y toda verdad aparente, solo una máscara de mentiras.
Lisa Klein (Ofelia)
Cógeme sin más y múdame la piel y pon mis entrañas al aire, hasta que, al igual que e personaje de Ovidio, me mimetice con tu lujuria.
André Aciman (Call Me By Your Name (Call Me By Your Name, #1))
De eso se trata con la tecnología: por una parte, consigue despertar nuestro apetito por la inmortalidad; por otra, amenaza con extinción universal. La tecnología es la naturaleza desprovista de lujuria.
Don DeLillo (White Noise)
Me he pasado mi último curso de secundaria entre la lujuria y la pena, entre el éxtasis y la traición, y me resulta cada vez más difícil ver la realidad. ¿Hasta cuándo aguantarán mis sentimientos antes de romperse?
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
Los afrodisíacos son el puente entre gula y lujuria. En un mundo perfecto, supongo que cualquier alimento natural, sano, fresco, atractivo a la vista, sabroso y liviano —es decir, las mismas virtudes que uno desea en su pareja.
Isabel Allende (Aphrodite: A Memoir of the Senses)
Cógeme sin más y múdame la piel y pon mis entrañas al aire, hasta que, al igual que el personaje de Ovidio, me mimetice con tu lujuria, eso desearía. Véndame los ojos, cógeme la mano y no me pidas que piense. ¿Harías eso por mí?
André Aciman (Call Me By Your Name (Call Me By Your Name, #1))
Habito en silencio, habito los resquicios, me abro camino entre las líneas del mundo, entre las grietas de las tumbas, en los espacios en blanco que se intercalan entre el silencio de la fusilería, en las promesas que se cumplen, en los sueños que se anhelan y en la mirada de los amantes destinados a no encontrarse. Escuchame. Soy la canción secreta del mundo. Estoy aquí por ti. Puedes oírme. Eso te hace libre. Mientras puedas oírme serás libre. Cuando me niegues, perecerás, esa es la verdadera muerte. Ese es el verdadero olvido, el verdadero final. Soy la fuerza que guía al mundo. La voluntad. Lo imposible. Lo soy todo. La llamarada que calienta al aterido. El sustento del famélico. Soy el entramado, la fuerza inalcanzable. Soy la canción por la canción. La excusa para el siguiente latido, la pausa entre besos. Soy ella, soy él. Soy ese niño. Y esa niña. Soy el anciano al borde de la tumba que sonríe porque todavía no ha caído en ella. Soy el grito de la lujuria, el estremecimiento del orgasmo, la llamarada infinita. Soy la vida.
José Antonio Cotrina (La canción secreta del mundo)
-¿Cómo puedo saber si es amor y no lujuria? - No puedes, hijo. Para mí, son lo mismo. No puedes amar lo que no deseas. Cuando más deseaba a tu mamá, más la amaba. Con cada día que pasa desde que se fue, mi amor solo ha crecido por ella. Ella es la única para mí.
Michelle Heard (Cruel Saints (The Saints, #2))
Esto no es lujuria. La lujuria desea, hace lo obvio y se agazapa de nuevo en el bosque. El amor es más glotón. El amor quiere atención a todas horas; protección; anillos, votos, cuentas compartidas; velas perfumadas en los cumpleaños; seguros de vida. Bebés. El amor es un dictador.
David Mitchell (The Bone Clocks)
La carencia era su gran, saciante patrimonio. Se estaba instalando en una austeridad fiera en la que chapoteaba cada vez con mayor deleite, como quien de da a la gimnasia extrema y goza con la queja muscular, la falta de aliento y el dolor de plantas. Su apetito por la sobriedad empezaba a ser gula, y su amor por la pobreza empezaba a ser lujuria.
Santiago Lorenzo (Los asquerosos)
Soportó la maternidad, el club-jardín y los cócteles. Compartió el café de la mañana con la mujer de la limpieza y el coñac de medianoche con su marido, confundiendo la lujuria de borracho con la reconciliación. El mundo crecía a su alrededor: hijo tras hijo surgieron de entre sus piernas [...] Ella alimentaba al mundo pero no era alimentada por él
John Updike
El orgullo no viene a través de nuestra naturaleza animal en absoluto. Este viene directamente del infierno. Es puramente espiritual, y en consecuencia, es mucho más mortífero y sutil. Por la misma razón, el orgullo puede ser a menudo utilizado para combatir los vicios menores. Los maestros, de hecho, a menudo acuden al orgullo de los alumnos, o, como ellos lo llaman, a la estimación que sienten por sí mismos, para impulsarles a comportarse correctamente: más de un hombre ha superado la cobardía, la lujuria o el mal carácter aprendiendo a pensar que estas cosas no son dignas de él… es decir, por orgullo. El demonio se ríe. Le importa muy poco ver cómo os hacéis castos y valientes y dueños de vuestros impulsos siempre que, en todo momento, él esté infligiendo en vosotros la dictadura del orgullo… del mismo modo que no le importaría que se os curasen los sabañones si se le permitiera a cambio infligiros un cáncer. Porque el orgullo es un cáncer espiritual, devora la posibilidad misma del amor, de la satisfacción, o incluso del sentido común.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
<>, habría dicho Quirón
Dan Simmons (Olympos: L'Attacco dei Voynix (Ilium, #2B))
a los buenos no les va bien y menos cuando son tan manipulables.
Eva Muñoz (Lujuria. Libro 2 (Pecados placenteros 2))
—¿Sientes esto? —susurro, y asiente—. Eres la única capaz de ponerme así.
Eva Muñoz (Lujuria. Libro 1 (Pecados placenteros #2A))
En tercer lugar, considera tu ser interior. Eres un hombre viejo, no permitas que esa parte sea sometida y se vuelva esclava, que sea arrastrada hacia arriba y hacia abajo con lujurias y actos irracionales e insociables, como si fueran cables y nervios, no permitas que siga repitiendo nada de lo presente, ni que tema ni huya del destino que haya sido señalado.
Marco Aurelio (MEDITACIONES (Spanish Edition))
Al principio eran ninfas de blancos brazos y turgentes pechos que seducían a los hombres; pero luego, cuando cundió la voz y los jóvenes ya no eran tan incautos de dejarse dominar por la lujuria, las náyades se mostraban en su verdadera forma, y de las aguas surgían largos brazos cubiertos de escamas verdes que arrastraban a sus presas a las honduras de los ríos y los estanques para ahogarlos.
Javier Negrete (Señores del Olimpo)
El presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad. Nuestra tarea consiste en alejarles de lo eterno y del presente. Con esto en mente, a veces tentamos a un humano (pongamos una viuda o un erudito) a vivir en el pasado. De ahí que casi todos los vicios tengan sus raíces en el futuro. La gratitud mira al pasado y el amor al presente; el miedo, la avaricia, la lujuria y la ambición miran hacia delante.
C.S. Lewis (The Screwtape Letters)
Contaban los españoles que muchos indios practicaban la sodomía, que en España se paga con la muerte, aunque los incas la habían prohibido. Buena prueba de la lujuria de esa gente eran las cerámicas eróticas que los aventureros mostraban en las tabernas para regocijo de los parroquianos, quienes no sospechaban que se pudiese holgar de tan variadas maneras. Aseguraban que las madres rompían la virginidad de sus hijas con los dedos antes de entregarlas
Isabel Allende (Inés del alma mía)
Noto un peso incómodo en mi corazón. ¿Por qué me importa tanto este chico, y por qué me gustaría que no fuera así? ¿Cómo es posible que una sola persona me confunda de esta manera? ¿Qué es esto? ¿Es lujuria? ¿U otra cosa completamente diferente? ¿Es posible que yo me sienta así sin que él me corresponda? Dijo que le gustaba. Lo dijo. Y, aunque estaba como una cuba, no lo habría dicho si no hubiera un minimo de verdad en sus palabras, ¿no? No lo sé. Como siempre que estoy con él, no sé nada.
Stephanie Perkins (Anna and the French Kiss (Anna and the French Kiss, #1))
¿Sabe cuál es el problema? Nos encontramos en la última de tres generaciones que la Historia tiene el capricho de repetir de cuando en cuando. La primera necesita un Dios, y lo inventa. La segunda levanta templos a ese Dios e intenta imitarlo. Y la tercera utiliza el mármol de esos templos para construir prostíbulos donde adorar su propia codicia, su lujuria y su bajeza. Y es así como a los dioses y los héroes los suceden siempre, inevitablemente, los mediocres, los cobardes y los imbéciles.
Arturo Pérez-Reverte (The Fencing Master)
En la meditación se supone que uno observa de cerca su mente y su cuerpo, presencia la aparición y desaparición incesante de todas sus sensaciones, y se da cuenta de lo inútil que es intentar conseguirlas. Cuando la búsqueda se detiene, la mente se vuelve más relajada, clara y satisfecha. Siguen surgiendo y pasando todo tipo de sensaciones (alegría, ira, aburrimiento, lujuria), pero cuando uno deja de anhelar sensaciones concretas, estas se aceptan sencillamente por lo que son. Uno vive en el momento presente en lugar de fantasear acerca de lo que pudo haber sido.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Las dos buenas hermanas La Lujuria y la Muerte son dos amables muchachas, pródigas en besos y ricas en salud, cuyo vientre siempre virgen y cubierto de harapos pese al cultivo eterno, jamás fructificó. Al poeta siniestro, enemigo de las familias, favorito del infierno, cortesano de rentas escasas, tumbas y burdeles muestran bajo sus enramadas un lecho que nunca frecuentó el remordimiento. Y la caja de muerto y la alcoba fecundas en blasfemias por turno nos ofrecen, como dos buenas hermanas, terribles placeres y espantosas dulzuras. Lujuria de brazos inmundos, ¿cuándo quieres enterrarme? Y tú, Muerte, su rival en atractivos, ¿cuándo vendrás a injertar en sus mirtos infectos tus oscuros cipreses?
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
Así, ¡oh Sancho!, que nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana, que profesamos. Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros. Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama.
Miguel de Cervantes Saavedra (Don Quijote de la Mancha (Spanish Edition))
Ahora veo que he dejado pasar la mayor parte de mi vida sin hacer ni lo que debía ni lo que me apetecía”. Los cristianos describen al Enemigo como aquél “sin quien nada es fuerte”. Y la Nada es muy fuerte: lo suficiente como para privar a un hombre de sus mejores años, y no cometiendo dulces pecados, sino en una mortecina vacilación de la mente sobre no sabe qué ni por qué, en la satisfacción de curiosidades tan débiles que el hombre es sólo medio-consciente de ellas, en tamborilear con los dedos y pegar taconazos, en silbar melodías que no le gustan, o en el largo y oscuro laberinto de unos ensueños que ni siquiera tienen lujuria o ambición para darles sabor, pero que, una vez iniciados por una asociación de ideas puramente casual, no pueden evitarse, pues la criatura está demasiado débil y aturdida como para librarse de ellos. Dir
C.S. Lewis (Cartas del Diablo a Su Sobrino (Spanish Edition))
el gran macho cabrío. ¡Salve, demonio mudo! Eres el más intenso animal. Místico eterno del infierno carnal… ¡Cuántos encantos tiene tu barba, tu frente ancha, rudo Don Juan! ¡Qué gran acento el de tu mirada mefistofélica y pasional! Vas por los campos con tu manada, hecho un eunuco ¡siendo un sultán! Tu sed de sexo nunca se apaga; ¡bien aprendiste del padre Pan! La cabra lenta te va siguiendo, enamorada con humildad; mas tus pasiones son insaciables; Grecia vieja te comprenderá. ¡Oh ser de hondas leyendas santas de ascetas flacos y Satanás, con piedras negras y cruces toscas, con fieras mansas y cuevas hondas, donde te vieron entre la sombra soplar la llama de lo sexual! ¡Machos cornudos de bravas barbas! ... ¡Machos cabríos! Sois metamorfosis de viejos sátiros perdidos ya. Vais derramando lujuria virgen como no tuvo otro animal. ¡Iluminados del Mediodía!
Federico García Lorca
Si alguien les pregunta por él, díganle que quizá no vuelva nunca o que si regresa acaso ya nadie reconozca su rostro; díganle también que no dejó razones para nadie, que tenía un mensaje secreto, algo importante que decirles pero que lo ha olvidado. Díganle que ahora está cayendo, de otro modo y en otra parte del mundo, díganle que todavía no es feliz, si esto hace feliz a alguno de ellos; díganle también que se fue con el corazón vacío y seco y díganle que eso no importa ni siquiera para la lástima o el perdón y que ni él mismo sufre por eso, que ya no cree en nada ni en nadie y mucho menos en él mismo, que tantas cosas que vio apagaron su mirada y ahora, ciego, necesita del tacto, díganle que alguna vez tuvo un leve rescoldo de fe en Dios, en un día de sol, díganle que hubo palabras que le hicieron creer en el amor y luego supo que el amor dura lo que dura una palabra. Díganle que como un globo de aire perforado a tiros, su alma fue cayendo hasta el infierno que lo vive y que ni siquiera está desesperado y díganle que a veces piensa que esa calma inexorable es su castigo; díganle que ignora cuál es su pecado y que la culpa que lo arrastra por el mundo la considera apenas otro dato del problema y díganle que en ciertas noches de insomnio y aun en otras en que cree haberlo soñado, teme que acaso la culpa sea la única parte de sí mismo que le queda y díganle que en ciertas mañanas llenas de luz y en medio de tardes de piadosa lujuria y también borracho de vino en noches de lluvia siente cierta alegría pueril por su inocencia y díganle que en esas ocasiones dichosas habla a solas. Díganle que si alguna vez regresa, volverá con dos cerezas en sus ojos y una planta de moras sembrada en su estómago y una serpiente enroscada en su cuello y tampoco esperará nada de nadie y se ganará la vida honradamente, de adivino, leyendo las cartas y celebrando extrañas ceremonias en las que no creerá y díganle que se llevó consigo algunas supersticiones, tres fetiches, ciertas complicidades mal entendidas y el recuerdo de dos o tres rostros que siempre vuelven a él en la oscuridad y nada.
Darío Jaramillo Agudelo
En ella se verá con qué cuidado habían elegido un retiro apartado y solitario, como si el silencio, el alejamiento y la tranquilidad fueran los poderosos vehículos del libertinaje, y como si todo lo que imprime mediante estas cualidades un terror religioso a los sentidos debiera evidentemente conferir a la lujuria un atractivo más...había allí una escalera de caracol, muy estrecha y muy empinada, que, a través de 300 peldaños, descendía a las entrañas de la Tierra hasta llegar a una especie de calabozo abovedado, cerrado por tres puertas de hierro y en el que se encontraba todo lo que el arte más cruel y la barbarie más refinada pueden inventar de más atroz, tanto para asustar los sentidos como para entregarse a los horrores. Y allí, ¡cuánta tranquilidad! ¡Hasta qué punto debía de sentirse tranquilo el malvado al que el crimen conducía allí con una víctima! Estaba en su casa, estaba fuera de Francia, en un país seguro, al fondo de un bosque inhabitable, en un reducto de este bosque que, por las medidas adoptadas, solo podían abordar los pájaros del cielo, y estaba en el fondo de las entrañas de la Tierra. Ay, cien veces ay de la infortunada criatura que, en semejante abandono, se hallaba a la merced de un malvado sin ley y sin religión, a quien el crimen divertía, y que ya no tenía allí otro interés que sus pasiones ni otras medidas a guardar que las leyes imperiosas de sus pérfidas voluptuosidades. No sé lo que ocurrirá allí, pero sí puedo decir sin dañar el interés del relato que, cuando describieron el lugar al duque, se corrió tres veces seguidas.
Marquis de Sade (The 120 Days of Sodom)
- Podría comerte entera - gruñó mientras besaba un camino de deseo en su piel - . Como si fueras una jugosa fruta. Como un hombre sediento de tu sabor. Una febril necesidad ardía en su interior. La lujuria nunca había sido así para él, solo con Erinni. Ella era capaz de borrar el dolor de los recuerdos con un solo gemido, acelerarle el corazón con una simple caricia, y estremecer todo su cuerpo con un beso. (...) Dayan no pudo hacer otra cosa mas que observarla, mirar las mejillas enrojecidas, y los labios abiertos en un estrangulado jadeo de placer, mientras tiraba de su ropa interior, hasta deshacerse de ella, deslizando por fin los dedos en su miel húmeda y resbaladiza. - Erinni - Dayan jadeó su nombre mientras levantaba la cabeza del pecho. No podía controlar el deseo que sentía. Su necesidad de tocarla, tenerla, probar la dulce miel era tan perentoria que creyó que se volvería loco. Plantó un dulce camino de besos a través del pecho y el cuello, hasta llegar de nuevo a los labios. - Tan suave - gruñó contra sus labios, y después los acarició mientras introducía los dedos en el interior del mojado y terso pliegue entre sus muslos. Erinni se quedó inmovil con los ojos otra vez abiertos, y lo miraba mientras susurraba su nombre una y otra vez. Los dedos se movian con lentitud por el resbaladizo pliegue hasta rodear poco a poco el hinchado clítoris. (...) - Si, Erinni - gimió contra sus labios, aún asombrado por la ternura que ella le demostraba - Tócame, por lo que mas quieras. La necesidad de sentir sus manos sobre la piel lo asustaba y enardecía a partes iguales. Lo quería todo de ella: su cuerpo, su alma, su corazón. Y en mitad de aquel frenesí, mientras enterraba la polla en el apretado y caliente coño, se imaginó que aquello era lo más cerca que jamás estaría del paraíso. (...) Erinni lo miró a la cara, y su rostro era la imagen de la sensualidad, con los ojos oscurecidos por el deseo, hambrientos y embelesados. Pudo ver allí la necesidad y la rápida perdida de control, y le encantó. (...) Dayan la miraba, con los ojos prendidos en ella como si se sorprendiera de tenerla allí.
Alaine Scott (La hechicera rebelde (Cuentos eróticos de Kargul #2))
Cristo en la boca y lujuria en los ojos
Josefina Baez (Levente no. Yolayorkdominicanyork (Spanish Edition))
Vamos a hacer tú y yo, si te parece, una lista que tenemos que cumplir a rajatabla. Lo llamaremos los placeres capitales [...] Y empezamos a hacerla juntas, prometiéndonos que antes de que terminara el año, habríamos experimentado intensamente cada uno de ellos y los iríamos tachando de la lista. A partir de ahora llamaríamos a la lujuria, deseo; a la gula, gusto; a la avaricia, ambición; a la ira, desahogo; a la pereza, descanso; a la envidia, admiración y ahora soberbia, orgullo.
Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
¡Ay madre! Eso no eran glúteos. Eso eran dos planetas en plena colisión, haciendo vibrar el universo entero con una fuerza devastadora, digna de la furia del Altísimo.
Libertad Delgado (La Dama y el Bandolero: Comedia romántica erótica en la España del siglo XIX)
¡Volveréeeee!" gritó silenciosamente su virilidad, antes de retirarse a un estado sumiso.
Libertad Delgado (La Dama y el Bandolero: Comedia romántica erótica en la España del siglo XIX)
Los pantalones de Rafael se ceñían a sus piernas de forma lujuriosa, casi posesiva [...] La prenda se merecía un premio o, al menos, una mención honorífica en una ceremonia, pues llevaba a cabo una empresa de hercúleas proporciones: mantener toda la butifarra del potente bandolero sujeta en su lugar.
Libertad Delgado (La Dama y el Bandolero: Comedia romántica erótica en la España del siglo XIX)
Pepita sentía las olas de todas las costas de Inglaterra romper en sus profundidades femeninas.
Libertad Delgado (La Dama y el Bandolero: Comedia romántica erótica en la España del siglo XIX)
—Es el efecto que causa bailar conmigo. Tú sabes, expectación, mareos, admiración, accesos espontáneos de lujuria… —¿Y por lo general cumple todas esas expectativas que se arman a su alrededor, señor Petrov? —Cada maldita vez.
Erika Fiorucci (Una vida en París)
Las razones que impulsan a un vampiro a matar son muy numerosas y no sólo se restringen a calmar su sed. Su instinto no es sólo el de un simple cazador que busca alimento para sobrevivir, es más siniestro que eso. Un vampiro se recrea en la caza, le vuelve loco hasta el punto que disfruta matando y dándose un festín de sangre, pero también ama la perversión, la lujuria y suele aprovecharse sexualmente de sus víctimas. A veces las seduce para luego simplemente asesinarlas, otras veces su fin puede ser incluso peor que la muerte. ¡Créeme!, los vampiros son los peores criminales de la historia –dijo, atormentado.
Anais Bels (LA LUZ DE TUS OJOS (Spanish Edition))
AGOSTO 14 NINGÚN OTRO LO HARÁ «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno». SALMOS 16.2, NVI En el corazón de todo hombre y mujer hay un lugar que solo Dios es capaz de llenar. Nosotros podemos tratar de satisfacer nuestros anhelos con diferentes cosas, pero mientras no lleguemos al punto de rendirnos por completo a Él, seguiremos siendo vulnerables a los pensamientos de temor, el descontento, los deseos egoístas, así como al orgullo y la lujuria. No obstante, cuando usted tiene comunión con Dios, Él empieza a transformar la misma esencia de su ser, cambiando su enfoque de sí mismo a Cristo. Él ocupa el trono de su corazón, conformándole a su carácter, libertándole de sus fortalezas de pecado, y rodeándole de su cuidado eterno. Hablando pragmáticamente, usted no puede experimentar esto a menos que busque de forma activa andar en los caminos de Dios y se rinda a Él. Mientras que lo mantenga alejado, no podrá conocerlo. Esto se debe a que las relaciones personales permanentes, incluyendo la suya con el Señor, solo pueden existir y crecer mediante la intimidad mutua. La única relación personal que puede saciar sus anhelos, sostenerle en las dificultades y darle paz es la relación personal que tiene con Dios. No lo aleje de ninguna manera. Padre, ocupa el trono de mi corazón y hazme un instrumento para tu gloria. Amén. En su presencia… permanezca por completo en su amor.
Charles F. Stanley (Cada día en su presencia: 365 Devocionales (Spanish Edition))
En la perspectiva ignaciana, el pecado incluye todo el abanico de ideas, sueños, deseos, anhelos y ansias que evitan que seamos la clase de persona que somos llamados a ser. San Ignacio los llama “afecciones desordenadas”. Se trata de deseos que están, literalmente, “desordenados”; fuera de orden, fuera de lugar. Un deseo razonable de ganar dinero se convierte en codicia desmedida. Un anhelo de amor se convierte en lujuria desenfrenada. Las afecciones desordenadas son prioridades que se salieron de su cauce normal.
Jim Manney (Una oración sencilla que cambia la vida: Descubriendo el poder del Examen Diario de san Ignacio de Loyola (Spanish Edition))
es sabido que el camino de santidad de muchos de ellos comenzó precisamente por la decisión de apartarse de una vida de lujuria y de vicios.
Gabriele Amorth (Más fuertes que el mal: El demonio: reconocerlo, vencerlo y evitarlo (Testigos nº 46) (Spanish Edition))
En arameo. Habla de una raza de seres que estám en otra dimensión, de ángeles renegados y caídos que anhelan entrar en los cuerpos de los hombres para poder entregarse a la lujuria, a las bacanales, para comer a su antojo, para experimentar el poder, la riqueza y toda la gama posible de los vicios.
Mario Mendoza (Akelarre)
hacia el viento, hacia el coro y los claustros del convento invernal de la orden de la lujuria ... ni debajo de mí he de ahuyentar al pájaro: la muerte que ata a dos se acuesta solitaria. ... Todo amor es monstruoso o inmortal salvo para la plena congregación en flor de la carne viviente y la tumba, sus hijas.
Dylan Thomas
La considerable erección de Shane frotó contra su polla y, por primera vez en su vida, Dimitri quería ver la polla de otro hombre. Pero no cualquier polla, la de Shane. “No tengo ni idea”, dijo Dimitri honestamente, su propia voz profunda ronca por la lujuria, “pero sé que me gusta”.
Lisa Oliver (Entra En Mi Caso (Series de los Lobos Stockton nº 1) (Spanish Edition))
Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que leyó los Pensamientos de Pascal, dio un nuevo sorbo a su martini –con dos aceitunas, como siempre– y continuó: –A nuestro pobrecito cuerpo lo calumniamos mucho, y en cambio a nuestro espíritu lo enaltecemos demasiado. Creemos que nos condenamos por la carne, y denostamos al cuerpo, y lo vilipendiamos. Pero es tan mínima cosa el cuerpo, tan humilde, y casi con nada se conforma: un poco de agua, un poco de pan, algo de sueño –no de sueños– y ni siquiera amor, sino apenas, de vez en cuando, la compañía de otro cuerpo para enjugarse el instinto. En cambio, el espíritu, ¡qué exigente es!, ¡qué perentorio! Reclama sabiduría, altos ideales, valores inmarcesibles, y eso tan difícil de hallar que es el amor. Yo tengo para mí que el espíritu es el que nos condena, y no la carne. El cuerpo nos hace cometer pecados muy modestos que sólo el miedo de la Edad Media por las cosas terrenas pudo considerar mortales: la gula, la pereza, hasta la inofensiva lujuria, tan difamada y perseguida. ¡Ah, pero el espíritu! Los pecados del espíritu, ésos sí que son graves: la envida, y –el peor de todos–, la soberbia, el primer pecado que se cometió y aquél por el que todos se cometen. –»Tengamos compasión de nuestro cuerpo –siguió diciendo Jean Cusset–, y tratémoslo bien. Después de todo, pobre mulita, ya sufre el trabajo de llevar esa terrible carga que es nuestro espíritu. Así dijo Jean Cusset. Y brindó con toda su alma por su cuerpo.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
empresas de contenido estén vinculadas a pecados capitales: Netflix explota la pereza, Twitter la ira, Instagram la vanidad, LinkedIn la codicia, Amazon la gula, Pinterest la envidia y PornHub la lujuria.
Mariano Sigman (Artificial: La nueva inteligencia y el contorno de lo humano)
El alma de la creación divina apaga su sed con eterna alegría, la llama de la vida prende con la secreta fuerza de la fermentación; es ella la que hace crecer la hierba, en soles torna el caos y, libres de los astrónomos, por los espacios los astros dispersa. Del seno de la naturaleza todo lo nacido alegría bebe. Arrastra tras de sí seres y pueblos, amigos nos brindó en el infortunio, zumo de uvas, coronas de flores, y la lujuria de los insectos… Y el ángel ante Dios comparecerá.
Fyodor Dostoevsky (Los hermanos Karamázov)
Lillith, la mujer apasionada, la amante insaciable devorada por la lujuria, la mala,
Mariela Michelena (Mujeres malqueridas (Psicología y salud) (Spanish Edition))
Podemos estar seguros de que ser culpables de pecado no nos descalifica del privilegio de venir a la presencia de Dios. El salmista no está hablando de cometer pecado, sino de permitirlo. Los puritanos hablaban del concepto de permitir el pecado. No es tanto la victoria sobre el pecado lo que tenemos que mirar como la batalla misma. Estamos en una batalla constante contra el pecado, y nunca resultamos ilesos. Una de las señales del verdadero cristiano es que nunca cesa de luchar. No siempre gana, aunque ganará la batalla definitiva por causa de Cristo. Si una persona llega a rendirse en la batalla, entonces realmente ha aceptado el mal, lo ha legitimado. En una palabra, lo aprueba, incluso lo permite. En un sermón sobre la primera de las bienaventuranzas, “Bienaventurados los pobres en espíritu”, el gran predicador inglés Charles Haddon Spurgeon dijo que “el pecador orgulloso quiere a Cristo, y sus propias fiestas; a Cristo y sus propias lujurias; a Cristo y su propia obstinación. ¡Aquel que es verdaderamente pobre en espíritu solo quiere a Cristo, y hará cualquier cosa, y dará cualquier cosa por tenerlo!”. Esto es lo que el Salmo 66 está sugiriendo. La idea misma de una persona intentando orar mientras abriga algún pecado, mientras se aferra a un pecado que no está dispuesto a rendir al señorío de Cristo, arroja una oscura sombra de duda sobre la validez de su condición de hijo.
R.C. Sproul (¿Puede la oración cambiar las cosas? (Preguntas Cruciales #3))
Llovía levemente. La luna —libélula luminosa, lámpara lustral— llevaba lampos logarítmicos. Ladraban lejanos lebreles. Llamaron… Lucinda López levantóse. Llegaba Luis Luperini, linajudo lituano, libertino, libidinoso. —Luces, Lucinda, lumbre, lucero. —Lisonjas latosas, lobo. Lirismos, literatura. —¿Lisonjas? ¿Lobo, Lucinda? Love, l’amour, l’amour, Lisunda. —¿Lisunda? Lo lamento, lapsus linguae, Lucinda. Luis, ligero, leopárdico, la lucha. —Lárgate, loco, llameas lujuria. —Lindísima Lucinda, los labios. ¡Libar! ¡Libar! Luis libó. Libre Lucinda limpióse los labios. Lloró lacónicamente. Lárgate Lucifer, lujurioso Lucifer, lárgate. Largóse Luis. Luego llamábale Lucinda: —Luis, Luis. Lucifer, Luciferito, llévame. José María Méndez, Cuentos del alfabeto.
Anonymous
Era lo más sabroso que me había llevado a la boca en toda mi vida y supe que ya no podría prescindir de ella, la gula y la lujuria en un mismo hecho
Lisa Suñé (El deseo de Perséfone)
La lujuria nos hace descender a las mas bajas pasiones; aunque si nos va bien, también nos hará subir al cielo
Jesus Eduardo Montiel
La lujuria no domina mis andares; pero en mi cuerpo, un reflejo involuntario te confiesa mis deseos
Jesús Montiel
La libertad nos esclaviza a la lujuria y la avaricia.
Pierce Brown (Red Rising (Red Rising Saga, #1))
Miremos en qué condiciones está el mundo y considerémoslas atentamente en todas partes: encontraremos corrupción sin límites, y sobre todo en la Cabeza… La lujuria deshonra a toda la corte, y la gula los domina a todos… Si esto ocurre en la Cabeza, ¿cómo será en los miembros?
Anonymous
La lujuria es una llama ardiente que desea despertar tu alma del sueño profundo en el que se encuentra. Sus ojos son como ventanas que se abren para mostrar lo que existe en lo mas profundo de tu ser.
Iray Millet
Aunque me falte zalamería y labia para hablar sin cumplir lo dicho, aunque mis obras precedan siempre a mis palabras, haced saber que no es baldón,crimen ni vicio, lujuria desatada o deshonra alguna la que me priva de vuestro favor, sino una pobreza que me hace rica, la de ojo interesado y lengua que adula. Me alegra no tenerlos, aunque su falta me arrebate vuestra gracia.
William Shakespeare
MUJERES Creo firmemente que la salvación de la India depende del sacrificio y de la lucidez de sus mujeres. Según mi opinión, de la misma manera en que hombre y mujer son fundamentalmente uno, en esencia también sus problemas deben ser uno. En ambos el espíritu es el mismo. Ambos viven la misma vida, tienen idénticos sentimientos. Cada uno es complemento del otro. Ninguno de los dos puede vivir sin la activa ayuda del otro. Pero de múltiples maneras el hombre ha dominado a la mujer desde épocas remotas y así se ha creado en la mujer un complejo de inferioridad. Ha creído en la validez de la interesada prédica del hombre según la cual es inferior a él. Pero los profetas de la humanidad la han reconocido su igual. Si yo hubiera nacido mujer, me habría rebelado contra cualquier pretensión del hombre de que la mujer ha nacido para ser su juguete. Mentalmente me he transformado en mujer para penetrar en su corazón. No pude penetrar en el corazón de mi mujer hasta que no me decidí a tratarla de manera diferente de la que acostumbraba, y de ese modo le devolví todos sus derechos despojándome de todos los supuestos derechos que me concedía mi condición de marido. La mujer debe dejar de considerarse a sí misma el objeto de la lujuria masculina. La solución está más en sus manos que en las del hombre... Si la no violencia es la ley de nuestro existir el futuro pertenece a la mujer
Anonymous
No existe ningún vicio, deseo, avaricia, lujuria o embriaguez que sea peor que un temperamento intolerante.
Paulo Coelho (El Don Supremo)
Para la mayoría de los españoles ya resulta una gran sorpresa que alguien les hable de los Siete Pecados Capitales, porque el español se limita a pensar en uno, el de la lujuria.
Fernando Díaz-Plaja (El español y los siete pecados capitales)
Examinemos a Salomón, que hizo muchas cosas grandes y maravillosas con el reino que heredó. Fue Dios el que bendijo a Israel durante esa época, pero Salomón administró con efectividad sus asuntos. David llevó a Israel al poder, pero Salomón llevó a la nación a la prominencia. No solo la llevó a una posición de grandeza económica, sino que construyó el templo de Dios. Al mirar sus grandes logros, se convenció a sí mismo de que merecía un premio. Su primer error fue atribuirse el mérito que le pertenecía a Dios. En vez de agradecerle a Dios por todas las cosas maravillosas que había hecho, Salomón se atribuyó esas bendiciones él mismo. Deshonró a Dios, robándole la gloria que le pertenecía solo al Señor. Luego comenzó a codiciar a las mujeres extranjeras que vivían en Israel. Acariciaba «especulaciones vanas» y se sumergió en el mundo de la fantasía. Al permitir que sus fantasías tomaran control de su mente, la oscuridad se acomodó en su corazón. Por consiguiente, se premió a sí mismo tomando cientos de esposas y concubinas extranjeras, lo cual Dios había declarado fuera de la ley. Él sabía que era incorrecto, pero lo justificaba en su mente diciéndose a sí mismo que las merecía. Como resultado, Salomón experimentó la espiral de la degradación descrita en el capítulo anterior. Nadie se merece pecar. El pecado no es una cosa que se merezca o que se desee, sino que es algo que se debe evitar a toda costa. Dios bendice la obediencia y da abundantes recompensas como estime conveniente. En realidad, él se complace mucho al recompensar a sus hijos cuando le obedecen. Buscar la propia recompensa, en especial para satisfacer nuestra lujuria pecaminosa, solo acumulará aflicción sobre uno mismo.
Anonymous (En el altar de la idolatría sexual (Spanish Edition))
Una reciente encuesta que realizó la organización cristiana Cumplidores de Promesas, en los Estados Unidos, reveló que el sesenta y cinco por ciento de los hombres encuestados informaron del uso regular de la pornografía.1 Sin embargo, el pecado sexual es indudablemente un problema de enormes proporciones en el cuerpo de Cristo, y por lo general no se denuncia. Existen numerosas razones por las cuales estos hombres mantienen oculto su pecado. En primer lugar, es vergonzoso admitir el pecado sexual. En nuestra sociedad se adula a un hombre por ser un don Juan, pero casi cualquier otro comportamiento sexual que esté fuera de control se mira con suspicacia e inclusive con desdén. Si un hombre admite sus luchas ante un pastor, desde ese día se preguntará qué pensará su líder espiritual de él: «¿Pensará que soy raro? ¿Se preocupará de que yo esté cerca de los adolescentes, o peor todavía, de los niños? ¿Estará ese sermón sobre la lujuria dirigido a mí? ¿Le habrá dicho a otros de la iglesia acerca de mi problema?» Estas preocupaciones hacen difícil que el creyente pueda confiar en su pastor, y ni se diga en otros de la iglesia. En segundo lugar, aunque nuestra sociedad no considera que la fornicación o incluso el adulterio sean vergonzosos, en el movimiento evangélico estos pecados se consideran graves. Una mujer puede tener el terrible hábito de propagar chismes en la iglesia, un hombre puede estar obsesionado con su trabajo a costa de su familia, otro puede ser en extremo crítico con los que lo rodean, pero estos —así como muchos otros pecados— se pasan por alto en la iglesia. No obstante, si un hombre admite haber cometido adulterio, al instante se le juzga como alguien que está lejos de Dios. Aunque es probable que esa sea la verdad, existe desde luego una doble norma dentro del cuerpo de Cristo. Otro factor que contribuye para que un hombre mantenga oculto su pecado es la facilidad con que se puede llevar una doble vida, siendo religioso en lo exterior y practicando un pecado sexual en secreto. A diferencia de lo que ocurre con el abuso de drogas o el alcoholismo, un hombre puede mantener una vida normal aparente, sin que se le descubra. Hay un estilo de vida que acompaña al que se embriaga. Las drogas y el alcohol afectan la capacidad de la persona para funcionar de modo adecuado. La mayoría no puede mantener esta clase de hábito en secreto. En cambio, un hombre puede ser presidente, una celebridad o hasta un famoso evangelista y mantener una fachada exterior de respetabilidad, pero ser un adicto sexual.
Anonymous (En el altar de la idolatría sexual (Spanish Edition))
no hay nada que incremente más la lujuria que lo prohibido,
Blanca Miosi (El Manuscrito 1. El secreto (El Manuscrito #1))
El amor es locura y la lujuria veneno.
George R.R. Martin (A Dance with Dragons (A Song of Ice and Fire, #5))
«Somos la mierda de Dios». Galás dixit Seres homofóbicos que temen la verdad Seres vacíos, seres nada... que trabajan por el dinero y Confunden el amor con la lujuria «The hollow men» Los hombres huecos que temen la lengua de la verdad Que temen a la verdad más que a la muerte Y duermen la ausencia de la verdad Y ésos son los hombres huecos Y no hay nada más La justicia es sólo un sueño para enanos Para enanos y monstruos de feria Y nosotros, el espectáculo de anomalías Para pequeños burgueses antropófagos.
Leopoldo María Panero
Ella estaba completamente a su merced, víctima de la admiración amorosa y de la impotencia hija de la necesidad.
Florencia Canale (Lujuria y poder (Spanish Edition))
el trágico y el dionisíaco naufragan en este enorme atado de lujuria en angustia, y la acometida agonal se estrella la cabeza en las murallas enarboladas de sol caído,
Pablo de Rokha
y, adentro de nosotros aúllan el chivato, el orangután, el cabrío, macho entre machos, la bestia astuta y su hartura, su lujuria, su bravura, el carnívoro –ferocidad y eternidad y cráneos–, o llorando en la lengua obscena el sacerdote Inconmensurable.   Sí, en ardientes camas de estiércol, sembrando los mitos del amor,
Pablo de Rokha
La araña de la lujuria Se multiplicó en tu cuerpo Paraguas chorreando sangre ¡Murciélago del infierno!»
Nicanor Parra
La proverbial filosofía budista atribuye en innumerables pasajes la posesión del Nirvana al santo que aún pisa la tierra: 'El discípulo que ha desechado la lujuria y el deseo, rico en sabiduría, ha alcanzado aquí en la tierra la liberación de la muerte, el descanso, el Nirvana, el estado eterno. Aquel que ha escapado de los arduos laberintos sin senderos del Sansara, que ha cruzado y llegado a la otra orilla, ensimismado, sin tropiezos y sin dudas, que se ha liberado de lo terrenal y ha alcanzado el Nirvana, a él lo llamo verdadero brahmán'. Si el santo quiere incluso ahora poner fin a su estado de ser, puede hacerlo, pero la mayoría permanece firme hasta que la Naturaleza haya alcanzado su meta; de ellos pueden decirse esas palabras que se ponen en boca del más prominente de los discípulos de Buda: 'No anhelo la muerte; no anhelo la vida; espero hasta que llegue mi hora, como un siervo que espera su recompensa'".
Pluma Arcana (El Budismo Esotérico de Sinnet: Karma, Reencarnación y Evolución Espiritual Desde la Tesosofía (Operación Aconte: Cómo escapar de la Matrix o Granja Humana y del Control Arconte) (Spanish Edition))
¡La forma de poder en la que existo es negativa! La oposición controla las fuerzas positivas y yo controlo las negativas. Por eso soy tan poderoso. Yo controlo las fuerzas del odio, el miedo, la vanidad, la avaricia, la codicia, la venganza, la superstición y la lujuria. Esas son las fuerzas que gobiernan el mundo, y yo controlo al 98% de la gente del mundo porque controlo esas fuerzas.
Napoleon Hill (Más astuto que el diablo (Outwitting the Devil®): El texto completo original sin editar; El autor de Piense y hágase rico, el libro sobre el éxito de mayor ... Napoleon Hill Foundation) (Spanish Edition))
De Kierkegaard y Heidegger, aprendemos que nuestro núcleo emocional es una profunda sensación de temor y culpa. De Marx, tenemos un sentimiento profundo de alienación, victimización y rabia. De Nietzsche, descubrimos una profunda necesidad de poder. De Freud, develamos las urgencias de una sexualidad oscura y agresiva. Rabia, poder, culpa, lujuria y temor constituyen el centro del universo emocional posmoderno.
Stephen Hirst (Explicando el posmodermismo: La crisis del socialismo (Spanish Edition))
Fetiche tu cuerpo fetiches tus pechos fetiches de mi deseo tu lujuria tu clítoris tu vagina fetiche cebado tu bárbara matriz oscuro túnel de mi deseo fetiches tus nalgas, lunas paralelas fetiches tus labios blancos fetiche tu orgasmo desgajado
Cristina Peri Rossi (Estrategias del deseo)
La humanidad siempre ha estado esclavizada, te dirán. La libertad nos esclaviza a la lujuria y la avaricia. Me quitaron la libertad, pero a cambio me dieron una vida de ensueño. 133
Pierce Brown (Red Rising (Red Rising Saga, #1))
«Morir a uno mismo significa considerar que es mejor morir que tener lujuria; considerar que es mejor morir que decir esta falsedad; considerar que es mejor morir que… [nombra tú el pecado]».
Mark Dever (Discipular (Discipling): Spanish (9Marks) (Building Healthy Churches (Spanish)) (Spanish Edition))
La mentira y el espíritu detrás de la mentira nos mantienen cautivos. Cosas como la codicia, la lujuria, el odio y la falta de perdón son engaños porque sustituyen nuestra confianza sincera en la providencia del Padre y su amor ilimitado por nosotros. Una vez que la autoridad de Jesús a través de la palabra hablada del creyente, rompe el poder de la mentira, el espíritu debe irse, pero generalmente permanecerá hasta que se le diga (en el nombre de Jesús) que se vaya. Una vez que el dominio del enemigo se rompa, el Reino de Dios avanzará, trayendo sanación y restauración.
Neal Lozano (Unbound: A Practical Guide to Deliverance (from Evil Spirits))
La estupidez del mundo es tan superlativa que, cuando nos aquejan las desgracias, normalmente producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la luna y las estrellas, como si fuésemos canallas por necesidad, tontos por coacción celeste; granujas, ladrones y traidores por influjo planetario; borrachos, embusteros y adúlteros por forzosa sumisión al imperio de los astros, y tuviésemos todos nuestros vicios por divina imposición. Prodigiosa escapatoria del putero, achacando su lujuria a las estrellas. Mi padre se entendió con mi madre bajo la cola del dragón y la osa mayor presidió mi nacimiento, de donde resulta que soy duro y lascivo. ¡Va! Habría salido el mismo si me bastardean mientras luce la estrella más virgen de todo el firmamento.
William Shakespeare (El rey Lear / Othello)
La que viene a apretar y a exprimir la vejiga de las lágrimas hasta la última gota de sangre y de leche… ¿No es así? La que viene a tapiar con ladrillos de fuego el cuarto donde la lujuria y el sexo envenenado guardan los negros sueños espantosos…
León Felipe
LAS DOS BUENAS HERMANAS La Lujuria y la Muerte son dos chicas galantes que prodigan los besos con salud ejemplar ... mimado del infierno, cortesano insolvente, tumba y burdel le muestran, bajo un techo enramado, un lecho que al pesar fue siempre indiferente. Y la caja y la alcoba, en blasfemias fecundas, como buenas hermanas nos ofrecen por turno espantosos placeres y un goce atroz e impuro.
Baudelaire, Charles
padre Soárez charlaba con el Cristo de su iglesia. Le preguntó: –Señor, ¿cuál es el mayor pecado? Respondió Jesús: –Los hombres como tú piensan que el pecado mayor es la lujuria. Se equivocan. La lujuria es cosa de la carne, esa pobre infeliz tan calumniada por ustedes. No pueden ser tan grandes los pecados que acaban con los años. –Entonces –arriesgó el padre Soárez–, ¿el pecado más grande es la soberbia? –Tampoco –replicó el Señor–. La soberbia es más bien una forma de estupidez. –Entonces –vaciló el padre Soárez, desconcertado– ¿cuál es, entre todos, el mayor pecado? Dijo Jesús: –El pecado mayor es la indiferencia.
Armando Fuentes Aguirre (Teologías para ateos (Ensayo y sociedad) (Spanish Edition))
Se nos ordenaba dominar nuestros pensamientos, apartar de nosotros toda idea de lujuria o pecado, porque se nos decía que el pensamiento es tan malo como el hecho." - Flores en el Ático
VC ANDREWS (A Set of Five Titles)
Cristo no huye de nuestras contradicciones. No rehúye con repugnancia el mundo de las lujurias y de las esperanzas fugaces que Siddhartha, en la novela de Hesse, llama el mundo de «los hombres niños» (una vez le oí decir a un confesor experimentado: «Sabes, no hay adultos, solo niños»). Cristo entra en ese mundo y nos llama: «Adán, ¿dónde estás?» A veces nos llama, como en la historia de Yourcenar, simplemente mirándonos, sabiéndolo todo, afligido por nuestro alejamiento, pero sin desesperar de nosotros
Erik Varden (Castidad. La reconciliación de los sentidos)
El sometimiento a un eros obsesivo y egocéntrico embotó los sentidos espirituales del rey: «las esposas de Salomón desviaron su corazón tras otros dioses, y su corazón no fue por entero del Señor su Dios» (11,4). Entronizar la lujuria como rectora del corazón es entregarse a la idolatría.
Erik Varden (Castidad. La reconciliación de los sentidos)
Nos debe hacer reflexionar que los autores inspirados hayan indicado como la fuente de esta podredumbre, que afectó a todo un pueblo, un solo acto de lujuria asesina.
Erik Varden (Castidad. La reconciliación de los sentidos)
Estamos aquí en estado físico para aprender y crecer. Aprendemos rasgos y cualidades como el amor, la no violencia, la compasión, la caridad, la fe, la esperanza, el perdón, la comprensión y la conciencia. Tenemos que olvidar rasgos y cualidades negativos, entre ellos el miedo, la rabia, el odio, la violencia, la avaricia, el orgullo, la lujuria, el egoísmo y los prejuicios.
Brian L. Weiss (Los mensajes de los sabios)
Los que quieran ser hombres, y no brutos con mera apariencia de hombres, deben esforzarse continuamente por reducir las necesidades y pasiones corporales, tales como comer, amar, beber, encolerizarse y todas cuantas nacen de la lujuria y del deseo, avergonzándose de ellas y refrenándolas.
Moshe Ben Maimon (GUIA DE PERPLEJOS O DESCARRIADOS. TRATADO DE FILOSOFIA Y TEOLOGIA (Spanish Edition))
El espectro de colores era complicado, como lo eran las emociones, y distinto tonos de un color significaban cosas diferentes. Para simplificarlo, digamos que las emociones positivas siempre eran de colores, variando de brillante a pastel. Las emociones negativas eran de distintos tonos de negro, con unas cuantas excepciones. La envidia era verde. El orgullo era púrpura. Y la lujuria era roja. Esa era de las populares.
Wendy Higgins (Sweet Evil (Sweet, #1))
El detalle de autocensurar la palabra “huevos” con un grotesco bip funcionó maravillosamente: le dio a la canción un plus transgresor que en verdad no tiene.
Mariano del Mazo (Entre lujurias y represión: Serú Girán: la banda que lo cambió todo (Spanish Edition))
Tenemos siete egos básicos: pereza, orgullo, codicia, ira, lujuria, gula y envidia. Tenemos cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Y cinco son los cilindros: intelectual, motriz, emocional, instintivo y sexual.
Adolfo Sagastume (Libro de la Eternidad (Spanish Edition))