Lujo Quotes

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El mayor lujo de nuestra existencia, por miserable que sea, es que no sabemos los días que nos han tocado en suerte
John Katzenbach (El Psicoanalista)
Se ha inventado casi todo pero no ha inventado el hombre una máxima de gobierno que supere a los principios de un Cristo, un Buda. No. Naturalmente, no le discutiré el derecho al escepticismo, pero el escepticismo es un lujo de minoría... Al resto le serviremos la felicidad bien cocinada y la humanidad engullirá gozosamente la divina bazofia.
Roberto Arlt (Los siete locos (Los siete locos, #1))
Una Mujer de ser dos cosas: fabulosa y de lujo
Coco Chanel
Tal vez tú puedas permitirte el lujo de esperar. Tal vez para ti haya un mañana. Tal vez para ti haya mil mañanas, o tres mil, o diez mil, y te quede tanto tiempo que puedas bañarte en él, entretenerte, dejar que se te escurra entre los dedos. Tanto tiempo que puedas desperdiciarlo. Pero para otras personas, solo queda un hoy. ¿Y sabes qué? Es imposible saber a cuál de los dos grupo perteneces
Lauren Oliver (Before I Fall)
Alguien de tu talla no se puede permitirse el lujo de luchar limpiamente.
Kristin Cashore (Graceling (Graceling Realm, #1))
-El amor es un lujo. -No. El amor es un elemento. Un elemento. Como el aire que se respira, o el suelo que se pisa.
Laini Taylor (Days of Blood & Starlight (Daughter of Smoke & Bone, #2))
Ha entrado en escena el Homo sedentarius. Ahora es el alimento el que migra hacia nosotros, junto con artículos de lujo y otros bienes de consumo que no existieron durante la mayor parte de la historia humana.
Alan Weisman (The World Without Us)
Opinamos que el hombre fuerte puede permitirse el lujo de ser amable, mientras que el dócil e inseguro de sí mismo tiene que fanfarronear para darse un poco de seguridad.
T. Lobsang Rampa (The Third Eye)
No todas nos podemos dar el lujo de ser románticas".
Jane Austen
Pero ¿podemos permitirnos el lujo de arriesgarnos? ¿Podemos arriesgar el presente por el bien de un nebuloso futuro?
Isaac Asimov (Trilogía de la fundación)
Si es algo que sabe todo el mundo, no puedo permitirme el lujo de preguntarlo.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
El orgullo es el lujo de los fuertes.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
La gentileza es el lujo de los sabios.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
Olvidar es un lujo, nadie vendrá a llevarse las cosas que quisiera no haber visto, las cosas que quisiera no haber conocido. Tendré que vivir con ellas.
Cat Patrick (Forgotten)
Mis desequilibradas palabras son el lujo de mi silencio.
Clarice Lispector (The Stream of Life)
Solo que no es mi lucha. Mi lucha es recuperar a mi hermana sana y salva. Mi lucha es mantener a mi madre fuera de problemas y de protegerla en un lugar seguro. Mi lucha es alimentar y cuidar de lo que queda de mi familia. Hasta que esas luchas no estén permanentemente ganadas, no tengo el lujo de mirar más allá de la gran pintura de guerras, dioses y héroes románticos.
Susan Ee (Angelfall (Penryn & the End of Days, #1))
─Jamás he clamado vivir mi vida bajo ninguna serie de principios ─Warner me dice. ─Nunca he clamado ser correcto, o bueno, o siquiera he justificado mis acciones. La simple verdad es que no me importa. He sido forzado a hacer cosas terribles en mi vida, amor, y no estoy buscando tu perdón ni tu aprobación. Porque no tengo el lujo de filosofar sobre escrúpulos cuando estoy forzado a actuar por instinto básico cada dí
Tahereh Mafi (Ignite Me (Shatter Me, #3))
El pasado es un lujo de propietario. ¿Dónde podría conservar yo el mío? Nadie se mete el pasado en el bolsillo; hay que tener una casa para acomodarlo. Mi cuerpo es lo único que poseo; un hombre solo, con su cuerpo, no puede detener los recuerdos; pasan a través de él. No debería quejarme: sólo he querido ser libre.
Jean-Paul Sartre
En fin, lo que quiero decires esto: tal vez tú puedas permitirte el lujo de esperar. Tal vez para ti haya un mañana. Tal vez para ti haya mil mañanas, o tres mil, o diez mil, y que te quede tanto tiempo que puedas bañarte en él, entretenerte, dejar que se te escurra entre los dedos. Tanto tiempo que puedas desperdiciarlo. Pero para otras personas, solo queda un hoy. ¿Y sabes qué? Es imposible saber a cuál de los dos grupos perteneces.
Lauren Oliver (Before I Fall)
El amor es un lastre y un lujo que nosotros no podemos darnos.
Leonardo Padura (El hombre que amaba a los perros)
Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones.
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
«El mayor lujo de nuestra existencia, por miserable que sea, es que no sabemos los días que nos han tocado en suerte»,
John Katzenbach (El psicoanalista)
El respeto es un lujo que solo pueden permitirse aquellos que conocen la palabra educación. El respeto es inteligente y civilizado.
Ignacio Novo
Hay historias que son verídicas, en las que el relato de cada individuo es único y trágico, y lo peor de la tragedia es que ya la conocemos, y no podemos permitirnos el lujo de sentirla en profundidad.
Neil Gaiman (American Gods)
He renunciado desde hace tiempo a todas mis direcciones y paticipaciones industriales para comprarme la cosa más cara -en sentido económico y moral- del mundo: la libertad. Un lujo que no está al alcance hoy, ni siquiera de un simple millonario. Supongo que soy uno de los cinco o seis hombres apróximadamente libres que viven en la tierra.
Giovanni Papini (GOG)
La democracia es un lujo del norte. Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea. Cuando cae el telón, una vez depositados los votos en las urnas, la realidad impone la ley del más fuerte, que es la ley del dinero. Así lo quiere el orden natural de las cosas. En el sur del mundo, enseña el sistema, la violencia y el hambre no pertenecen a la historia, sino a la naturaleza, y la justicia y la libertad han sido condenadas a odiarse entre sí.
Eduardo Galeano
Los momentos con comida basura significaban nostalgia.
Jens Lapidus (Trilogía Negra de Estocolom: Dinero fácil, Mafia Blanca, Una vida de Lujo)
El mundo nunca supo tanto de sí mismo y de su naturaleza como ahora, pero no le sirve de nada. Siempre hubo maremotos, fíjese. Lo que pasa es que antes no pretendíamos tener hoteles de lujo en primera línea de playa... El hombre crea eufemismos y cortinas de huo para negar las leyes de la naturaleza. También para negar la infame condición que le es propia. Y cada despertar le cesta los doscientos muertos de un avión que se cae, los doscientos mil de un tsunami o el millón de una guerra civil.
Arturo Pérez-Reverte (El pintor de batallas)
Nuestra juventud de ahora ama el lujo. Tiene malos modales, desprecia la autoridad; le falta el respeto a sus mayores y le encanta charlar en lugar de trabajar; ya no se levanta cuando un adulto entra en la sala; contradice a sus padres, charla ante las visitas, engulle la comida y tiraniza a sus maestros
Socrates
La sabiduría y la necedad se parecen a los alimentos, que son buenos unos y malos otros, pero se pueden unos y otros servir lo mismo en vasija de lujo que en vasos rústicos y corrientes. La sabiduría y la necedad pueden ofrecerse lo mismo con palabras cultas y escogidas que con expresiones corrientes y vulgares.
Augustine of Hippo (Confesiones de San Agustín)
Gozar de las cosas bellas le basta; acepta el lujo y la vida fácil, le gusta la felicidad. Yo necesito una vida devoradora. Necesito obrar, gastarme, realizarme, necesito un fin que alcanzar, dificultades que vencer, una obra que cumplir. No estoy hecha para el lujo. Nunca podrá satisfacerme lo que le satisface.
Simone de Beauvoir (Memoirs of a Dutiful Daughter)
[...] podía saborear con deleite esa voluptuosidad que es todo el lujo del amor y que consiste en poder dirigir descuidadamente la atención y la vista a otra parte, a la vez que se siente la apasionada proximidad del ser único, gracias al cual cada minuto es un trozo de paraíso, pero al cual la perversidad te ordena ignorar, sin dejar de mantenerlo atado como un perro; y ante el cual, sin embargo, estarías dispuesto a arrastrarte con la cobardía y los halagos de un verdadero perro, en cuanto estuvieras en peligro de perder a ese ser amado que hasta aquel punto fingías tratar con el inatento dandismo característico del sentimentalismo morboso.
Salvador Dalí
...y es que yo puedo permitirme el lujo de abandonarme porque nunca estoy abandonado, estoy solo para poder vivir en una soledad poblada de pensamientos,...
Bohumil Hrabal (Too Loud a Solitude)
El lujo no es para mí una necesidad, pero las cosas hermosas y buenas sí.
Anaïs Nin (Henry and June)
Qué lujo dar la espalda al lujo
Leigh Bardugo (Crooked Kingdom (Six of Crows, #2))
Quieres ser amada sin arriesgarte a las consecuencias, así que buscas la atención que necesitas mientras disfrutas del lujo de no tomar responsabilidad por esas palabras
Penelope Douglas (Punk 57)
Su único lujo eran los libros y en París se los pueden conseguir a costo bajo.
Edgar Allan Poe (Narraciones extraordinarias (Ariel Clásicos Universales) (Spanish Edition))
No solo eso; es que, además, la realidad puede permitirse el lujo de ser increíble, inexplicable, de situarse fuera de toda proporción.
Philip Roth (¿Por qué escribir?: Ensayos, entrevistas y discursos (1960-2013) (Spanish Edition))
Aquel tiempo de silencio fue un último lujo que Verónica pudo darse, un suplemento de privacidad, un espacio para construir, con dudosa calma, sus decisiones.
Alejandro Zambra (Bonsái / La vida privada de los árboles)
«Si tienes la gran suerte de tener dinero y una casa bonita, puedes permitirte el lujo de ayudar a los necesitados
Eddie Jaku (El hombre más feliz del mundo)
¿Qué son los lujos si tu vida es una mentira?
Marissa Meyer (Heartless)
El inconsciente es un lujo burgués".
Carlos Monsiváis
Nos permitíamos el lujo de no querer comer
Marguerite Duras (The Lover)
El contraste entre un lujo exagerado y una exagerada miseria es lo que impresiona antes que nada.
Honoré de Balzac (Lost Illusions)
Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de ternero cebado donde hay odio". Entonces no habria cambiado las privaciones de Lowood por todos los lujos de Gateshead
Charlotte Brontë (Jane Eyre)
Sólo se reía de buena gana con Marcelo, de sus patas cortas y su cara de lémur; ese animal se daba el lujo de ser narcisista y gruñón, como un marido.
Isabel Allende (Más allá del invierno)
una existencia cuya verdadera valía hay que ponderar solo por la ausencia de dolor y no por la presencia de placeres y mucho menos de lujos.
Arthur Schopenhauer (El arte de sobrevivir)
El mayor lujo de nuestra existencia, por miserable que sea, es que no sabemos los días que nos han tocado en suerte.
John Katzenbach (The Analyst)
si un hombre no puede permitirse unos cuantos lujos es que no va a durar mucho tiempo.
Charles Bukowski (The Pleasures of the Damned)
El mundo de Kafka es en verdad un universo inefable donde el hombre se permite el lujo torturador de pescar en una bañera, aun sabiendo que no sacará nada. En
Albert Camus (El mito de Sísifo (El Libro De Bolsillo - Bibliotecas De Autor - Biblioteca Camus))
Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
Senti un arrebato de gratitud tan dulce que hizo que me doliera la garganta. Y con ella vino el miedo. Tenerlos cerca era un lujo que iba a pagar: significaba que tenía más que perder.
Leigh Bardugo (The Grisha Trilogy (The Shadow and Bone Trilogy, #1-3))
La vida no suele ser justa. Pero la sobrellevamos lo mejor que podemos. Y nos damos el lujo de confiar en que las cosas saldrán bien. Porque vivir sin esperanza en realidad no es vivir.
T.J. Klune
Si miras hacia el mar las cosas no han cambiado tanto. El horizonte sigue siendo una línea, y en esa dirección no pueden construir nuevos hoteles o apartamentos de lujo. El mar es solo el mar.
Alfonso Casas (El final de todos los agostos)
DEBES SALIR DE TU ZONA DE CONFORT”, nos adoctrina la Modernidad. A esta altura, ya saben que soy como un salmón que me encanta ir en contra de la corriente y de los eslogans imperativos de turno. ¿Por qué ese ensañamiento tan feroz con la comodidad? Como si fuera algo menor y hasta malo sentirse seguro y a gusto… ¿Acaso lo escribió algún enemigo envidioso? Es más, lograr ese confort quizá sea una de las cosas más difíciles de la vida. Y por supuesto, no hablo precisamente de lujos materiales. Pero si uno se siente bien en donde está ¿para qué salir de ese lugar tan privilegiado y arriesgar el tesoro? Si uno está mal, y no se siente confortable, es más lógico que uno intente cambiar esa situación y se lance a ciegas a cualquier otra cosa. Pero lo opuesto, suena más a un masoquismo histérico e inconformista que a un buen consejo. Por supuesto que entiendo la arenga que hay detrás de este eslogan tan popular en los coaching de época y no digo que no haya que arriesgarse, ni incluso aventurarse. Creo que no hay nada más estimulante que los desafíos difíciles e inciertos. Algunos, hasta arman su zona de confort personal con pinceladas de pura adrenalina. Lo incierto, para ellos, es puro confort. En fin, ustedes también ya se habrán dado cuenta: la vida es una eterna contradicción y lo que sirve para algunos, es nefasto para otros… Les dejo una frase que escribí para mi #libro Observados que nos habla también de estas contradicciones tan humanas. “La insatisfacción es una fuente inagotable, tanto de infelicidad como de progreso. Ironías de la Humanidad.
Gonzalo Guma (OBSERVADOS: Más allá de Equinoccio)
Pensar que la literatura entre nosotros llega al pueblo es una mentira: el pueblo no sabe leer, y si sabe aún no puede ir más allá de los comics y las fotonovelas; además, el libro es caro, casi un objeto de lujo. En definitiva, la literatura mexicana se desenvuelve dentro de un círculo vicioso burgués: la escribimos los burgueses, la leemos los burgueses y la criticamos los burgueses. Todo queda en familia.
Emmanuel Carballo
He aquí cómo el lujo, la disolución y la esclavitud han sido en todo tiempo el castigo a los esfuerzos orgullosos que hemos hecho para salir de la feliz ignorancia donde nos había situado la sabiduría eterna. El
Jean-Jacques Rousseau (Discurso sobre las ciencias y las artes (Spanish Edition))
Nada es comparado al sosiego y paz de aquellas ignoradas campiñas, donde no han penetrado aún ni el lujo, ni las artes, ni la docta manía de las investigaciones históricas, ni el monstruo de cien brazos que se llama industria.
George Sand (Valentine)
La sobriedad del ermitaño consiste en no cargarse de objetos, ni de semejantes. Perder el hábito de sus viejas necesidades. El lujo del ermitaño es la belleza. Su mirada, dondequiera que la pose, descubre un esplendor absoluto.
Sylvain Tesson (Dans les forêts de Sibérie)
Nada es comparable al sosiego y paz de aquellas ignoradas campiñas, donde no han penetrado aún ni el lujo, ni las artes, ni la docta manía de las investigaciones históricas, ni el monstruo de cien brazos que se llama industria.
George Sand (Valentine)
—No creo que le pase nada, señor —señaló con cuidado—. Creo que sencillamente no es… —Estaba a punto de decir «feliz», pero ¿qué era la felicidad sino un lujo, un estado imposible de alcanzar, en parte por lo difícil que resultaba expresarla? No recordaba haber sido capaz de definir la felicidad en su niñez; solo había habido miseria y miedo o ausencia de miseria y miedo, y eso último era todo lo que necesitaba o quería—. Creo que es tímido —concluyó.
Hanya Yanagihara (Tan poca vida)
Aquí y allí, un ludita resistente se niega a abrir una cuenta de correo electrónico, de la misma manera que hace miles de años algunas bandas de humanos rehusaron dedicarse a la agricultura y de esta manera escaparon de la trampa del lujo. Pero
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina filosófica es al principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo -cuando no un párrafo o un nombre- de la historia de la filosofía. En la literatura, esa caducidad final es aun más notoria. El Quijote -me dijo Menard -fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patrióticos, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una incomprensión y quizá la peor.
Jorge Luis Borges (Ficciones)
Si no eres dueña de tu cuerpo, mujer, ¿de qué mierda eres dueña? Mujer pobre, mujer proleta, mujer obrera, cansada de trabajar, lavar, educar, amamantar a la prole que, según estos beatos, te manda Dios. Como si Dios te diera un bono de mantención para la crianza. Como si los críos vinieran con una beca divina. Mira tú, si los ricos Opus pueden darse el lujo de parir a destajo porque les sobran las lucas. En el fondo, como dice una amiga, este pastel podrido es segregación clasista. Que tengan guaguas como conejas las cuicas UDI, que tienen servidumbre para que les críen a los nenes blanquitos. Porque también, si ellas no quieren, pueden hacerse el aborto de un millón, en el fundo o con el médico de la familia, y después llegar regias al cóctel en La Dehesa
Pedro Lemebel
Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respecto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros.
Henry David Thoreau (On the Duty of Civil Disobedience)
hay momentos en esta injusta vida en los que hay que saber dar un puñetazo en la mesa, sobre todo ante los que no solo se conforman con comerse una y contar veinte, sino que además se permiten el lujo de pensar que de algún modo se lo merecen, que tienen todo el derecho de hacerlo.
Asunta López (Cartas desde Dubai)
Te explico todo esto, querido, todas estas pequeñas, casi ridículas cosas, para que entiendas el poder que tenías sobre mí, aquella tímida y asustadiza niña. Ya antes de entrar en mi vida, un halo nimbaba tu persona. Estabas rodeado de una atmósfera de lujo, de maravilla y misterio.
Stefan Zweig
La gente tiene ideas preconcebidas sobre el tiempo que necesitas para estar seguro de una cosa como esta, pero yo no voy a mentir, y me da igual que nos quede muy poco tiempo. La gente pierde el tiempo, siempre está a la espera de que llegue el momento adecuado; nosotros no disponemos de ese lujo. Si tuviéramos unas vidas enteras por delante, creo que acabarías hartándote de escucharme decir lo mucho que te amo, porque estoy segurísimo de que eso es lo que nos está pasando. Pero como estamos a punto de morir, te lo voy a repetir una y otra vez: te amo, te amo, te amo...
Adam Silvera (They Both Die at the End (Death-Cast, #1))
Adoro las cosas bellas que pueden tocarse y palparse. Brocados antiguos, bronces verdes, lacas, marfiles tallados, marcos refinados,lujo, pompa..., con todo eso se puede disfrutar mucho. Pero el temperamento artístico que crean, o que de cualquier modo revelan, todavía vale más para mí. ,
Oscar Wilde (The Picture of Dorian Gray)
¿Qué era la felicidad si no un lujo, un estado imposible de alcanzar, en parte por lo difícil que resultaba expresarla? No recordaba haber sido capaz de definir la felicidad en su niñez; solo había habido miseria y miedo o ausencia de miseria y miedo, y eso último era todo lo que necesitaba o quería.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
No cabía la menor duda. Cerró los ojos y lo absorbió por completo. El sonido cesó de pronto. —Vamos —murmuró a media voz—. Esto no es el fin. El fin llegó luego con absoluta nitidez, como un arrullo entre dos ráfagas de lluvia. Mary Postgate soltó de golpe el aire entre los dientes y se estremeció de la cabeza a los pies. Eso es —asintió con satisfacción, y volvió a la casa, poniendo patas arriba la rutina doméstica al darse el lujo de tomar un baño caliente antes del té, y después bajó con un aspecto que, al verla relajadamente tendida en el otro sofá, la señorita Fowler calificó de «¡muy atractivo!».
Rudyard Kipling
Que las chozas puedan tener rango de palacio es algo que los habitués de las suites presidenciales no comprenderán jamás. No han tenido los dedos entumecidos de frío antes de meterse en la bañera con el agua humeante. El lujo no es un estado sino el paso de una línea, el umbral donde, de pronto, desaparece todo sufrimiento.
Sylvain Tesson (Dans les forêts de Sibérie)
estos pequeños juguetes, objetos de moda y de lujo, no sólo son bagatelas y una invención de ambiciosos fabricantes y comerciantes, sino justificados, bellos, variados, un pequeño, o mejor dicho, un gran mundo de cosas, que todas tienen la única finalidad de servir al amor, refinar los sentidos, animar el mundo muerto que nos rodea,
Hermann Hesse (El Lobo Estepario)
Los barrios populares rebosan de una humanidad vociferante y sórdida que evocan, casi con ternura, los poemas en dialecto de Belli; el contraste es brutal entre la miseria de los pobres y el lujo de las familias papale y bancadas; no lo es menos en nuestros días entre el hampa dorada de la dolce Vita y los habitantes de las cuevas y chabolas.
Marguerite Yourcenar
No se les pasa por la cabeza que el Poder sólo habla con el Poder. Que tienen que verse de vez en cuando, beber y comer juntos, asistir a grandes fiestas, alimentar la fantasía de que el mundo del lujo y el glamour es accesible a todos los que tienen el suficiente coraje para perseverar en una idea. Evitar guerras cuando no son rentables y estimular la agresividad entre países o compañías, cuando presienten que pueden reportarles más poder y más dinero. Fingir que son felices, aunque sean prisioneros de su propio éxito. Seguir luchando para aumentar su riqueza y su influencia, aunque ya sean enormes, porque la vanidad de la Superclase es competir consigo misma y ver quién está en lo más alto.
Paulo Coelho (El vencedor esta solo)
Conseguir cien victorias en cien batallas no es la medida de la habilidad: someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia.
Sun Tzu (Edición De Lujo - El Arte de la Guerra - Edición ampliada (anotada) (ilustrada): AUDIOLIBRO Incluído - Información Biográfica e Ilustraciones (Spanish Edition))
Las noches en blanco producían largas cadenas de pensamientos sobre recuerdos serios.
Jens Lapidus (Trilogía Negra de Estocolom: Dinero fácil, Mafia Blanca, Una vida de Lujo)
Muchos hombres opulentos son desdichados, y muchos que tienen hacienda moderada son dichosos.
Herodotus (Los Nueve Libros de la Historia (Spanish Edition))
Blanca se llevaba bien con su esposo. Las únicas oportunidades en que discutían era cuando ella intentaba averiguar sobre las finanzas familiares. No podía explicarse que Jean se diera el lujo de comprar porcelana y pasear en ese vehículo atigrado, si no le alcanzaba el dinero para pagar la cuenta del chino del almacén ni los sueldos de los numerosos sirvientes.
Isabel Allende (La casa de los espíritus)
Pero aun suponiendo que todo esto fuera cierto, ¿qué sabéis, qué podréis saber de lo que haya de astucia, de instinto de conservación, de razonamiento y de precaución superior en semejante autoengaño, y de lo que necesito para que pueda permitirme siempre el lujo de mi verdad? Vivo todavía, y la vida no es, después de todo invención de la moral; quiere el engaño; vive del engaño.
Friedrich Nietzsche (HUMANO, DEMASIADO HUMANO)
Sin duda, era posible imaginarse una sociedad en que la riqueza, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de una pequeña casta privilegiada. Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable, porque si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaran a reflexionar, se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabarían barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible basándose en la pobreza y en la ignorancia.
George Orwell (1984)
Mientras corta la carne con el cuchillo y se lleva un bocado a los labios, sus cejas negras se alzan y las comisuras de su boca se curvan. Más que un hombre es un conjunto de rasgos, dibujados con todo lujo de detalles. Con el tiempo, eso cambiará. Él se henchirá, crecerá para rellenar los huecos entre las líneas de su dibujo, le arrebatará la imagen de los dedos, hasta que ella olvide que una vez le perteneció
Victoria Schwab (The Invisible Life of Addie LaRue)
El emboscado decide no sólo en medicina, sino en ética y acatamiento a las leyes. Cabría pensar que esto olvida a «los demás» y a «totalidad», si no fuera porque supone justamente lo contrario. Reservase la decisión es exigir que les sea reservada a los demás y a la totalidad, sin otro posible perjudicado que el armador Leviatán y su crucero de lujo, el segurísimo Titanic, que imponen condiciones discutibles al paisaje. El emboscado no quiere salir de la coacción como quien se opone a una en nombre de otra, como quien huye hacia algún desierto o como quien anda poseído de misantropía. Bosque no es un lugar geográfico determinado, ni nada finalmente distinto del punto donde pernocta un corazón reñido con cualquier forma de crueldad. También puede decirse que el emboscado jura odio eterno a la crueldad en general, fuere cual fuere su objeto.
Antonio Escohotado (El espíritu de la comedia (2017 nº 5) (Spanish Edition))
—¿Puedo ayudarle en algo más, padre? —preguntó solícita con los ojos bañados en lágrimas. —Sí, hija, sí. Descansa durante la tarde. No puedes permitirte el lujo de llorar por un difunto. —Lo haré, padre —respondió con media sonrisa y, a continuación, arqueó con suavidad las puntas de los pies sobre sus talones para avanzar con los libros hacia la habitación del general. Luego, en soledad, dejó de sonreír. Y lloró. Lloró por su difunto.
Jordi Balaguer (La maldición de Gryal (El amante de la luna, #1-2))
De acuerdo con las líneas sugeridas por san Agustín, no hay escapatoria. Ni tampoco de acuerdo con otras líneas. No hay inversión segura. Amar, de cualquier manera, es ser vulnerable. Basta con que amemos algo para que nuestro corazón, con seguridad, se retuerza, y posiblemente se rompa. Si uno quiere estar seguro de mantenerlo intacto, no debe dar su corazón a nadie, ni siquiera a un animal. Hay que rodearlo cuidadosamente de caprichos y de pequeños lujos; evitar todo compromiso; guardarlo a buen recaudo bajo llave en el cofre o en el ataúd de nuestro egoísmo. Pero en ese cofre —seguro, oscuro, inmóvil, sin aire— cambiará, no se romperá, se volverá irrompible, impenetrable, irredimible. La alternativa de la tragedia, o al menos del riesgo de la tragedia, es la condenación. El único sitio, aparte del Cielo, donde se puede estar perfectamente a salvo de todos los peligros y perturbaciones del amor es el Infierno.
C.S. Lewis (The Four Loves)
No es justo. —No, no lo es. La vida no suele ser justa. Pero la sobrellevamos lo mejor que podemos. Y nos damos el lujo de confiar en que las cosas saldrán bien. Porque vivir sin esperanza en realidad no es vivir. —Debes decírselo. Tienen que saber quién eres. —¿Por qué? —¡Para que vean que no están solos! —exclamó Linus golpeando con las palmas la pared que tenía detrás—. Que la magia se encuentra donde menos la esperamos. ¡Que cuando sean mayores, podrán ser lo que ellos quieran!
T.J. Klune (The House in the Cerulean Sea (Cerulean Chronicles, #1))
Según el mito popular, las mujeres somos más vanidosas que los hombres, porque nos preocupamos de nuestra apariencia, pero la vanidad masculina es mucho más profunda y costosa. Observen sus uniformes militares y condecoraciones, la pompa y solemnidad con que se dan aires, los extremos a que llegan para impresionar a las mujeres y provocar envidia en otros varones, sus juguetes de lujo, como los automóviles, y sus juguetes de supremacía, como las armas. Creo que podemos concluir que todos, hombres y mujeres, pecamos de vanidad en términos similares.
Isabel Allende (Mujeres del alma mía: Sobre el amor impaciente, la vida larga y las brujas buenas (Spanish Edition))
La gente tiene ideas preconcebidas sobre el tiempo que necesitas para estar seguro de decir una cosa como esta, pero yo no voy a mentir, y me da igual que nos quede muy poco tiempo. La gente pierde el tiempo, siempre está a la espera de que llegue el momento adecuado; nosotros no podemos darnos ese lujo. Si tuviéramos unas vidas enteras por delante, creo que acabarías hartándote de escucharme decir lo mucho que te amo, porque estoy segurísimo de que eso es lo que nos está pasando. Pero como estamos a punto de morir, te lo voy a repetir una y otra vez: te amo, te amo, te amo...
Adam Silvera (They Both Die at the End (Death-Cast, #1))
creo que la idea del «día por la salud mental» solo puede ocurrírsele a gente que no tiene ni idea de lo que es tener mala salud mental. la idea de que puedes airear tu mente en veinticuatro horas es como decir que las enfermedades del corazón se curan desayunando los cereales adecuados. los días por la salud mental solo existen para gente que puede permitirse el lujo de decir «hoy no quiero enfrentarme a las cosas» y tomarse el día libre, mientras que los demás tenemos que seguir peleando, sin que a nadie le importe, a menos que decidamos ir a clase con un arma o estropear las noticias de la mañana con un suicidio.
John Green (Will Grayson, Will Grayson (Spanish Edition))
No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina filosófica es al principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo —cuando no un párrafo o un nombre— de la historia de la filosofía. En la literatura, esa caducidad final es aun más notoria. «El Quijote», me dijo Menard, «fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patrióticos, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. La gloria es una incomprensión y quizá la peor.» Nada tienen de nuevo esas comprobaciones nihilistas; lo singular es la decisión que de ellas derivó Pierre Menard.
Jorge Luis Borges (Cuentos completos)
Cuando estaba cerca sólo quería estrecharla en sus brazos. Abrazarla, besarla y todo eso. ¿Cómo iba a poder ser frío? Se las arreglaba para traerse a casa chicas del bar. Soltar algunas frases. Llevárselas a la cama. Coger. Presumir delante de los chicos. Pero lo serio era más complicado. El juego en serio era complicado.
Jens Lapidus (Trilogía Negra de Estocolom: Dinero fácil, Mafia Blanca, Una vida de Lujo)
—Si hubiéramos tenido más tiempo, me habría enamorado de ti. Es posible que ya lo haya hecho. Espero que no me odies por decirlo, pero ahora sé que soy feliz. La gente tiene ideas preconcebidas sobre el tiempo que necesitas para estar seguro de decir una cosa como esta, pero yo no voy a mentir, y me da igual que nos quede muy poco tiempo. La gente pierde el tiempo, siempre está a la espera de que llegue el momento adecuado; nosotros no disponemos de ese lujo. Si tuviéramos unas vidas enteras por delante, creo que acabarías hartándote de escucharme decir lo mucho que te amo, porque estoy segurísimo de que eso es lo que nos está pasando. Pero como estamos a punto de morir, te lo voy a repetir una y otra vez: te amo, te amo, te amo...
Adam Silvera (They Both Die at the End (Death-Cast, #1))
Fue terrible ver cómo iba muriendo día a día sin que, los que podían, hiciesen algo por evitarlo. La impotencia me sublevaba. Cuando todavía estaba bien, o al menos no tan mal como las últimas semanas, antes de que lo trasladasen a la enfermería, hablamos mucho. Conversábamos sobre nuestra tierra, desempolvábamos recuerdos, contábamos anécdotas del frente nos lamentábamos del desenlace de la contienda. No sólo habíamos perdido la guerra, también habíamos perdido la libertad, las ilusiones, los sueños, la posibilidad de ser felices. Cuando el abatimiento nos vencía jugábamos a recordar momentos agradables, con todo lujo de detalles y con los ojos cerrados, para vivir la ilusión de que estábamos en ese otro lugar y no entre las paredes de una cárcel.
Rosa Huertas (Mala Luna)
-Jude, mi pobre Jude -susurra Harold-. Cariño. Y al oír esa palabra él se echa a llorar […].  -Cariño -dice de nuevo Harold, y él quiere que pare y no pare nunca-. Hijo mío. Y él llora, llora por todo lo que ha sido, por lo que podría haber sido, por todas las viejas heridas, por las viejas dichas, llora por la vergüenza y la alegría de acabar siendo un niño, con todos los caprichos, las necesidades y las inseguridades de un niño, por el privilegio de portarse tan mal y ser perdonado, por el lujo de recibir ternura, de recibir afecto, de que le sirvan una comida y le obliguen a comérsela, por ser capaz, ¡por fin!, de creer en las palabras de consuelo de su padre, de creer que es especial para alguien, pese a todos sus errores y su odio, por culpa de todos sus errores y su odio.
Hanya Yanagihara (A Little Life)
Los cautivos teníamos una costumbre un tanto masoquista que consistía en conversar con todo lujo de detalles sobre nuestras comidas preferidas. A mí me gustaba hablar del ajiaco con pollo, que es una sopa típica de la sabana de Bogotá, y que en la selva sería casi imposible de preparar porque no se podrían conseguir los diversos tipos de papa que se cultivan en tierra fría. También recordábamos, y se nos hacía agua la boca, el sabor de las alcaparras, las mazorcas, el aguacate, la crema de leche, el pan, la crema de curuba… y tantos otros manjares que nunca probaríamos en la selva. Y por si fuera poco, también enumerábamos nuestros restaurantes favoritos y cuál era la especialidad de cada uno de ellos. A mí también me encantaba hablar de cómo se preparaban ciertos platos, trataba de recordarlo para tenerlo bi-en presente cuando recuperara mi libertad.
Clara Rojas
La búsqueda de una vida más fácil trajo muchas privaciones, y no por última vez. En la actualidad nos ocurre a nosotros. ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos. Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
La curiosidad parece tratar de alcanzar el cultivo de la ciencia, siendo tú quien conoce en sumo grado todas las cosas. Hasta la misma ignorancia y la estupidez se cubren con el nombre de sencillez e inocencia, porque no hallan nada más sencillo que tú; ¿y qué más inocente que tú, que aun el daño que reciben los malos les viene de sus malas obras? La flojera desea hacerse pasar por descanso; pero ¿qué descanso cierto hay fuera del Señor? El lujo desea ser llamado saciedad y abundancia; pero tú solo eres la plenitud y la abundancia indeficiente de eterna suavidad. El derroche se oculta bajo el aspecto de generosidad; pero sólo tú eres el verdadero y generosísimo dador de todos los bienes. La avaricia quiere poseer muchas cosas; pero tú solo las posees todas. La envidia compite por la excelencia; pero ¿qué hay más excelente que tú? La ira busca la venganza; ¿y qué venganza más justa que la tuya? El temor se espanta de las cosas repentinas e insólitas, contrarias a lo que uno ama y desea tener seguro; mas ¿qué en ti de nuevo o repentino?, ¿quién hay que te arrebate lo que amas? y ¿en dónde sino en ti se encuentra la firme seguridad? La tristeza se abate con las cosas perdidas, con que solía gozarse la codicia, y no quisiera se le quitase nada, como nada se te puede quitar a ti.
Augustine of Hippo (Confesiones de San Agustín)
Hay naturalezas puramente contemplativas, impropias totalmente para la acción, que, sin embargo, merced a un impulso misterioso y desconocido, actúan en ocasiones con rapidez de que se hubieran creído incapaces. El que, temeroso de que el portero le dé una noticia triste, se pasa una hora rondando su puerta sin atreverse a volver a casa; el que conserva quince días una carta sin abrirla o no se resigna hasta pasados seis meses a dar un paso necesario desde un año antes, llegan a sentirse alguna vez precipitados bruscamente a la acción por una fuerza irresistible, como la flecha de un arco. El moralista y el médico, que pretenden saberlo todo, no pueden explicarse de dónde les viene a las almas perezosas y voluptuosas tan súbita y loca energía, y cómo, incapaces de llevar a término lo más sencillo y necesario, hallan en determinado momento un valor de lujo para ejecutar los actos más absurdos y aun los más peligrosos. Un amigo mío, el más inofensivo soñador que haya existido jamás, prendió una vez fuego a un bosque, para ver, según decía, si el fuego se propagaba con tanta facilidad como suele afirmarse. Diez veces seguidas fracasó el experimento; pero a la undécima hubo de salir demasiado bien. Otro encenderá un cigarro junto a un barril de pólvora, para ver, para saber, para tentar al destino, para forzarse a una prueba de energía, para dárselas de jugador, para conocer los placeres de la ansiedad, por nada, por capricho, por falta de quehacer. Es una especie de energía que mana del aburrimiento y de la divagación; y aquéllos en quien tan francamente se manifiesta suelen ser, como dije, las criaturas más indolentes, las más soñadoras.
Charles Baudelaire (Paris Spleen)
Cosas detestables Cuando uno tiene prisa por salir, llega alguien de visita y se queda hablando un largo tiempo. Si es una persona de poca importancia, uno puede deshacerse de ella diciendo que podrán hablar en otra ocasión; pero si se trata de alguien a quien se le debe respeto, la situación se vuelve realmente detestable. Uno encuentra un pelo sobre el suzuri, o el mismo sumi contiene un grano de piedra que, al frotar, produce un chirrito destemplado. Un hombre que no se destaca en nada, discute toda clase de temas, riéndose, como si supiera algo de ello. Envidiar la suerte de los demas y quejarse de la propia, hablar mal de la gente, interesarse por lo superficial, querer saberlo todo y estar resentido y vilipediar a los que no nos han informado de los hechos, o bien, cuando sólo se ha tenido una noticia parcial, hablar de ella con lujo de detalles como si se tratase de algo que conoce desde el principio: todo esto es odioso. Se está por escuchar alguna noticia interesante cuando un niño empieza a llorar. Un hombre nos viene a ver en secreto; un perro lo ve y se pone a ladrar: dan ganas de matarlo. Ya es bastante tontería el invitar a un hombre a pasar la noche, ocultándolo donde no debería estar, y he aquí que ronca. Uno va a la cama y está a punto de quedar dormido cuando un mosquito anuncia su presencia con voz aguda cerca de nuestra cara; hasta se siente el aire que mueve con sus alas a pesar de su pequeñez, y esto es en extremo odioso. Estamos en medio de un relato cuando otra persona se inmiscuye, nos interrumpe, y trata de demostrar que es el único ser inteligente de la reunión. Tales personas son odiosas, se trate de niños o mayores. Un hombre con el que tenemos relaciones amorosas, se pone a alabar a una mujer que conoció en el pasado, y aunque sea una cosa lejana no puede resultar menos horrible. ¡Cuánto más si se trata de alguien a quien él sigue visitando! No soporto a las personas que salen sin cerrar la puerta tras de sí.
Sei Shōnagon (The Pillow Book)