Los Reyes Magos Quotes

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Mi hermano mayor me despertó a medianoche para revelarme el siguiente secreto: — Dentro de poco te dirán que los Reyes Magos son los padres. Se lo dicen a todo el mundo al cumplir tu edad. No te lo creas. Los Reyes Magos existen, pero como los mayores no saben explicar su existencia, dicen eso, que son los padres.
Juan José Millás (Los objetos nos llaman)
Jesús, quiero adorarte como lo hicieron los Reyes Magos, pero no tengo mucho que ofrecer. Toma mi corazón y quédate con él. Toma mis acciones y bendícelas para que siempre te glorifiquen. Toma mis oraciones y ayúdame a crecer. Am
Sarah A. Reinhard (Bienvenido, Niño Jesús)
Como en todos o casi todos los capítulos de esta biografía, yo he de echar manos de la consabida frase: “Ya se sabe lo que son los niños a la hora de pedirles cosas a los Reyes Magos...” Tengo que hacerlo porque me interesa mucho recalcar que Vicente no era un niño: Vicente era un monstruo. Porque, ¿a quién, si no es un monstruo, se le ocurre dirigir a los Magos una instancia debidamente reintegrada y no una esquela llena de borrones?
Rafael Azcona (El repelente niño Vicente)
Hoy a esos Reyes Magos les pediría sólo una cosa: que me volvieran a ese tiempo en que creía en ellos, a esa remota infancia, hace mil años, cuando me dormía anhelando su llegada en los milagrosos camellos, capaces de atravesar muros y hasta de pasar por las hendiduras de las puertas —porque así nos explicaba mamá que podían hacerlo—, silenciosos y llenos de amor. Esos seres que ansiábamos ver, tardándonos en dormir, hasta que el invencible sueño de todos los chiquitos podía más que nuestra ansiedad. Sí, querría que me devolvieran aquella espera, aquel candor. Sé que es mucho pedir, un imposible sueño, la irrecuperable magia de mi niñez con sus navidades y cumpleaños infantiles, el rumor de las chicharras en las siestas de verano.
Ernesto Sabato (Antes del fin)
En esta perspectiva, hay un texto de san Gregorio Nacianceno que puede ser muy iluminador. Dice que en el mismo momento en que los Magos, guiados por la estrella, adoraron al nuevo rey, Cristo, llegó el fin para la astrología, porque desde entonces las estrellas giran según la órbita establecida por Cristo
Pope Benedict XVI (Encíclicas de Benedicto XVI (Spanish Edition))
Como se cuenta en El Hobbit, un día llegó a la puerta de Bilbo el gran Mago, Gandalf el Gris, y con él trece enanos: nada menos que Thorin Escudo-de-Roble, descendiente de reyes, y doce compañeros de exilio. Bilbo salió con ellos,
J.R.R. Tolkien (Trilogía El Señor de los Anillos)
Gracias a los libros, podemos remar como un solo hombre, convertirnos en guardianes, poetas o prisioneros; podemos comprender que la patria cada uno la ve de maneras diferentes; resolvemos misterios; viajamos a la velocidad de la luz; vemos la cara más amable y también la más violenta del mundo; somos pacifistas o soldados, magos o frailes, vivimos en la corte del Rey Sol o construimos catedrales medievales. Viajamos por los desiertos, por las cumbres, por las calles de todas las ciudades. Creemos, y dudamos.
José María Rodríguez Olaizola (Bailar con la soledad)
El mechero se apaga. Lo enciende otra vez y examina el papel. Es un sobre común, de esos en los que los niños escriben a los Reyes Magos y los políticos hacen desaparecer dinero público.
Chema de Aquino (Costa (Saga Costa nº1))
Amar los toros es, cada tarde, eso de las cinco, creer en los Reyes Magos e ir a su encuentro
Jean Cau
Heráclito pensaba que la realidad se explica como tensión permanente. Él lo llamaba «guerra» o lucha entre contrarios. Día y noche; vigilia y sueño; vida y muerte se transforman uno en otro y solo existen en su oposición; son en el fondo las dos caras de la misma moneda («La enfermedad hizo buena y amable la salud; el hambre, la saciedad; el esfuerzo, el descanso… Inmortales mortales, mortales inmortales, viviendo la muerte de otros y la vida de otros muriendo»). A Heráclito le correspondía por herencia el rango de rey de su ciudad. Cedió a su hermano menor el cargo, que, desde la llegada de la democracia, era en realidad un sacerdocio. Al parecer, consideraba meros «traficantes de misterios» a los magos, predicadores y adivinos. Cuentan que se negó a hacer leyes para los efesios, prefiriendo jugar con los niños en el templo. Dicen también que llegó a hacerse muy altanero y desdeñoso. No le importaban los honores ni el poder, estaba obsesionado por encontrar el logos del universo, que significaba «palabra» y también «sentido». En la primera frase del cuarto evangelio —«en el principio era el logos»—, habla Heráclito.
Irene Vallejo (El infinito en un junco)
Los reyes magos existieron, pero no son ellos los que les traen los juguetes a los niños; el dios cristiano del que se nos habla en el Pentateuco también existió, pero no es el padre bueno que él quiso hacernos creer, y mucho menos es el Dios Universal, Creador de todo el cosmos. Es simplemente un suplantador más, que al igual que muchos otros semejantes a él, pretendió hacerse pasar por la Gran Energía Inteligente creadora de todo el universo.
Salvador Freixedo (Defendámonos de los dioses (Spanish Edition))
Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo.
Pope Benedict XVI (La infancia de Jesús)
Pablo insiste con vehemencia en sus cartas desde la cautividad a los Efesios y a los Colosenses en que Cristo resucitado ha vencido a todo principado y poder del aire y domina todo el universo. También el relato de la estrella de los Magos está en esta línea: no es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el Niño quien guía a la estrella. Si se quiere, puede hablarse de una especie de punto de inflexión antropológico: el hombre asumido por Dios —como se manifiesta aquí en el Hijo unigénito— es más grande que todos los poderes del mundo material y vale más que el universo entero.
Pope Benedict XVI (La infancia de Jesús)
aquejado de duda pasa unos días contrariado. Su descontento y malestar están más que justificados: se siente como el niño al que los Reyes Magos le han traído tres calzoncillos y tres pares de calcetines, cuando lo que él les había pedido era una bicicleta. Se sabe apartado, diferente a todos, pero aún no es capaz de sacarle partido a esa diferencia, a su singular manera de ver el mundo.
Alberto Domínguez Torres (Cioran, Manual de antiayuda: Biografía (No Ficcion) (Spanish Edition))