Lluvia Quotes

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Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar (Rayuela)
Hogar es sinónimo no de casa sino de calidez, de ternura, de refugio, de ventana para mirar al mundo y la lluvia sin que ésta te moje.
Benito Taibo (Persona normal)
en la lluvia, cuando le recuerdo.
Sitta Karina
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar (Hopscotch)
Cómo si se pudiera elegir en el amor. Cómo si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio... Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto
Julio Cortázar
Escóndeme en tus brazos por esta noche sola, mientras la lluvia rompe contra el mar y la tierra su boca innumerable.
Pablo Neruda
Y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie, delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes, y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Hopscotch)
Eres la caricia del sol, la risa inesperada que se atasca en la garganta, eres lluvia suave, besos húmedos. Y más, más besos. Eres la pieza que faltaba en el puzle que llevaba toda la vida intentando terminar
Alice Kellen (El día que dejó de nevar en Alaska)
El amor tiene una sed de absoluto. No me refiero a su carácter posesivo, sino a la necesidad de compartirlo todo y conocer al otro, hasta donde eso sea posible.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
...me eligió como se elige un libro en una biblioteca. Ignoro si me escogió por el título, el lomo, la portada, la tipografía o por mi ubicación entre otros libros. No sé qué clase de texto fui para ella.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
El libro es capote de torero, paraguas para el sol y la lluvia, escudo contra las flechas de la estulticia, de la imbecilidad que inunda el cielo. El libro es almohada para tener los mejores sueños, cama de clavos para tener las más chidas pesadillas, el libro es pañuelo de lágrimas, bálsamo para las heridas, el libro es este ladrillo que construye ciudadanía, casas, muros, universos. Somos lo que hemos leído por el contrario seremos la ausencia que los libros dejaron en nuestras vidas. Leer es resistir. Leer es encontrarte a ti mismo y saber que sigues siendo humano.
Benito Taibo
La lluvia está infravalorada. Limpia. Templa el viento. Produce vida y nostalgia. Como el color gris. El último a la izquierda en la caja de rotuladores. El que sirve para pintar. Marginado. Y feo.
Chris Pueyo (El chico de las estrellas)
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: "amor, amor", y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: "¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!". Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: "Cultura". Cultura porque sólo a través de ella se puede resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz. Medio pan e un libro. Locución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada)
Federico García Lorca
Si las personas fueran lluvia, yo sería llovizna, y ella, un huracán.
John Green (Looking for Alaska)
En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Eduardo Galeano (Los hijos de los días)
Dios sabe que nunca hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas, porque son la lluvia que limpia el cegador polvo de la tierra que recubre nuestros corazones endurecidos.
Charles Dickens (Great Expectations)
Así como esta lluvia, me desbordo en palabras para contarte todos mis quehaceres, para meterte en todos los rincones de mi día, en todos los aleros de mis horas
Gioconda Belli
El corazón siempre sabe cuándo ha llegado el momento de terminar algo. Es el que mejor entiende de puntos finales. Pero se hace el ciego, el sordo y el mudo porque le duele romperse aunque el golpe sea inminente.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Decía Cortázar: "No elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto". Al ver a Laura sentí eso. No elegí: amé. Llovió encima de mí.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Lo más importante de los libros son las manos que los entregan.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
¡Sueña, y sueña a lo grande! Solo sobreviven los sueños más grandes. A los otros los borra la lluvia y los arrastra el viento.
Joël Dicker (El libro de los Baltimore)
Leí en alguna parte que no podemos alcanzar lo que tenemos delante hasta que dejamos ir lo que nos persigue.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Sin prevenciones me doy vuelta y siguen aquellos dos a la izquierda del roble eternos y escondidos en la lluvia diciéndose quién sabe qué silencios. No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes pero cuando la lluvia cae sobre el Botánico aquí se quedan sólo los fantasmas. Ustedes pueden irse. Yo me quedo.
Mario Benedetti (El amor, las mujeres y la vida)
No es fácil prestarle los libros a alguien que los ama lo suficiente para no devolverlos. Entre perder una amistad y perder un libro, cualquier bibliófilo prefiere perder una amistad.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
الزمن كفيل بمحو الجراح ، الزمن مطر أصفر صبور يخمد أعتى النيران في هدوء، لكن هناك نيراناً تظل مشتعلة تحت الأرض، وشقوقاً جافة وعميقة جدا في الذاكرة، لا يمكن محوها ولا حتى بالموت، فيحاول الإنسان أن يتعايش معها، ويتراكم الصمت والصدأ على الذاكرة، وعندما يعتقد أن كل شيء قد انتهى ، فإن رسالة أو صورة يمكن أن تفجر وتمزق طبقة الجليد التي تغطي الذاكرة.
Julio Llamazares (La lluvia amarilla)
en algún lugar al que nunca he viajado, gozosamente más allá de cualquier experiencia, tus ojos tienen su silencio: en tu gesto más frágil hay cosas que me abarcan, o que no puedo tocar porque están demasiado cerca tu mirada más leve me abrirá fácilmente aunque me haya cerrado como dedos, siempre me abres pétalo tras pétalo como la Primavera abre (tocando hábilmente, misteriosamente) su primera rosa o si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida nos cerraremos muy bellamente, súbitamente, como cuando el corazón de esta flor imagina la nieve cayendo cuidadosa por doquier; nada que hayamos de percibir en este mundo iguala la fuerza de tu intensa fragilidad: cuya textura me domina con el color de sus campos, trayendo muerte y eternidad con cada respiro (yo no sé qué hay en ti que puede cerrar y abrir; apenas algo en mí comprende que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas) nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas
E.E. Cummings
No se puede tener lo de hoy y lo de ayer, no se puede ser a la vez quien se ha sido y quien se es. Hay que escoger. La felicidad ha de ser una. No puedes tener el Sol... y la Luna.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Hay pocas sensaciones más horribles que la de esperar sin saber qué es lo que estás esperando.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Me pareció, más que nunca, una mujer escrita en arameo, la mujer que yo no podía leer.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Me gusta la lluvia antes de caer. Ya sé que no existe. Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea de verdad para hacerte feliz, ¿no?.
Jonathan Coe (The Rain Before it Falls)
Las lluvias de noviembre habrán corrompido las flores de mi tumba, las habrá quemado junio y mi alma seguirá llorando siempre de impaciencia.
Marcel Proust (Pleasures and Days)
Aquel silencio recordaba todas las lluvias del mundo cayendo sobre la faz de la Tierra.
Haruki Murakami (Tokio blues. Norwegian Wood)
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí. Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño. Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?
Jaime Sabines (Los amorosos: Cartas a Chepita)
...me pareció una señal, aunque todo me hubiera parecido una señal. El amor es un intérprete obsesivo.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Llevo varios días pensado en la sutil diferencia que hay entre en palabras que, aparentemente, significan lo mismo y que sin embargo entre ellas hay un abismo. Casa y hogar, por ejemplo. Casa no son más que paredes, techo para guarecerte de la lluvia, habitaciones especiales donde puedes realizar, sin que nadie te mire, necesidades fisiológicas propias de nuestra especie, área reservada que tiene el colchón en el que duermes. Hogar, en cambio, es donde tienes tus libros; la cama que conserva tu olor, o más bien, el perfume, la esencia de la persona amada; el maravilloso espacio donde los sueños se suceden; el lugar en el que te refugias de la maldad; también hay trono de rey o de princesa donde lees sin que nadie te moleste y que en las casas sólo sirve para mear y cagar. Hogar es sinónimo, no de casa sino de calidez, de ternura, de refugio, de ventana para mirar al mundo y la lluvia sin que ésta te moje.
Benito Taibo (Persona normal)
Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro.
Julio Cortázar (Rayuela)
Hay días en los que uno siente que no es justo que salga el sol. Hay días que piden lluvia a gritos.
Begoña Oro (Croquetas y wasaps)
Me gusta la lluvia porque todo lo moja y purifica, porque hace que las cosas malas se vayan y me llene de un nuevo aire de esperanza. Me encanta la lluvia porque produce música y los charcos donde las gotas repican. Me gusta la lluvia porque parece que los ángeles lloran y sus lágrimas caen sobre mi cara para esconder mis propias lágrimas. Y al final de todo miro hacia arriba, donde las nubes gordas se juntan y sonrío...
Matías Zitterkopf
El corazón Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera ¿Está en ti Noche negra Frío frío Como el agua Del río. El primer beso Que supo a beso y fue Para mis labios niños Como la lluvia fresca ¿Está en ti Noche negra
Federico García Lorca
Era sorprendente cómo, en un solo instante, todo tu mundo puede empezar a girar en dirección contraria a la que esperabas. Solo por el deseo de querer cambiar. Porque cambiar no tiene por qué significar convertirse en otra cosa. Cambiar puede ser evolucionar, mejorar, aprender, perdonarse..., perdonar.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Las lágrimas no son simples gotas de agua... Vienen del alma, del dolor que siente tu alma y tu corazon cuando tu amor se cansa de luchar.
Dulce María
No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Conozco el color, la textura, el peso, la ubicación y la vecindad que tienen los libros que son míos.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
He ordenado una biblioteca a lo largo de mi vida y los libros han desordenado mi vida.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Bajo la lluvia descubrí la fragilidad de mi corazón. Y bajo la lluvia, vuelvo a sentirlo completo.
NOT A BOOK (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
No se trata de encontrar refugio en una tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia.
Sherrilyn Kenyon
Con lluvia llegó, con lluvia se marchaba. Y con el amargo sabor a soledad que la acompañó durante esos tres días, Anahí dobló en una esquina y se esfumó. Su tiempo había acabado.
Nathalia Tórtora (Purgatorio - La decadencia de un sueño)
Cuando pronuncie tu nombre después de la lluvia tendrá una sonoridad especial..., como si todos estos años hubiera anidado entre mis labios esperando a ser proclamado en voz alta
Victoria Álvarez (Tu nombre después de la lluvia (Ciclo de Dreaming Spires, #1))
El viaje no acaba nunca. Solo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: “no hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vio de noche, con el sol lo que antes se vio bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino. —Viaje a Portugal, Saramago—
José Saramago
¿Quién iba a decir que un beso pudiera ser así, capaz de alterar el paisaje interior hasta tal punto de, desbordar los mares, de empujar los ríos montaña arriba, de devolver la lluvia a las nubes?
Jandy Nelson (I'll Give You the Sun)
Las promesas que le había susurrado en la cueva regresaron de repente a sus oídos con tanta claridad como si las estuviera oyendo de nuevo. «Cuando pronuncie tu nombre después de la lluvia tendrá una sonoridad especial —le había dicho—, como si todos estos años hubiera anidado entre mis labios esperando a ser proclamado en voz alta.» Ahora sabía que no había sido más que un sueño: se había equivocado al decirle que la tormenta no duraría para siempre.
Victoria Álvarez (Tu nombre después de la lluvia (Ciclo de Dreaming Spires, #1))
El campo de olivos se abre y se cierra como un abanico. Sobre el olivar hay un cielo hundido y una lluvia oscura de luceros fríos. Tiembla junco y penumbra a la orilla del río. Se riza el aire gris. Los olivos, están cargados de gritos. Una bandada de pájaros cautivos, que mueven sus larguísimas colas en lo sombrío.
Federico García Lorca
El pueblo llano, cuando reza, pide lluvia, hijos sanos y un verano que no acabe jamás -replicó Ser Jorah-. No les importa que los grandes señores jueguen a su juego de tronos, mientras a ellos los dejen en paz. Pero nunca los dejan en paz.
George R.R. Martin
El tiempo había pasado y yo no.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
La dejé atrás como había hecho con todo; y era irónico, ya que nunca logré avanzar.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Quédate aunque quieras irte. Quédate.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
La vida se escribe sobre páginas que ya fueron escritas por alguien más
María Fernanda Heredia (La lluvia sabe por qué)
Pero mi cuerpo no estaba formado de piel, carne y huesos, sino de agua... Porque yo era la lluvia y tú me arrojabas desde el cielo. Me arrojabas para que lo cubriera todo.
Laura Tejada (Los mundos de Täryenn)
Para leer, podemos traer a un notario. Leer es una actividad mecánica. Puede ser cumplida por un autómata, un autómata ilustrado, eso sí. La lectura no exige tener ideas propias, pero sí seguir el ritmo de las frases, algo más difícil de lo que parece...
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Entendía que mientras más alto el vuelo más dolorosa la caída pero yo quería seguir volando incluso si la caída no dolía, mataba.
Violeta Boyd (Un beso bajo la lluvia (La antología de un destino #3))
Porque nadie añora lo que nunca tuvo, ni puede sentirse defraudado por carecer de lo que no conoce.
Torcuato Luca de Tena (Los Hijos De La Lluvia (A.C.): Novela (Coleccion Autores Espanoles E Hispanoamericanos))
Por muy lejos que te marches… siempre seguirás viviendo dentro de mi.
Mar Carrión (Después de la lluvia)
Se dio cuenta de que su vida se parecía tanto a la ciudad en hora pico: ambas estaban a punto de estallar
María Fernanda Heredia (La lluvia sabe por qué)
A veces, las nubes no eran ingrávidas. A veces sus centros se tornaban oscuros y llenos. Así era la vida. Sucedía. No significaba que no daba miedo, o que yo no estaba todavía asustada, pero ahora sabía que mientras estuviera de pie debajo de ella con Braden a mi lado cuando esas nubes rompieran a llover, yo estaría bien. Estaríamos bajo la lluvia juntos. Sabiendo que Braden tendría un enorme paraguas para refugiarnos de lo peor en él.
Samantha Young (On Dublin Street (On Dublin Street, #1))
El que se humilla como este niño... ¿Qué es la humildad infantil? No es falta de inteligencia, sino falta de maña, falta de intereses ocultos. Es esa preciosa y efímera etapa antes de haber acumulado suficiente orgullo o actitud como para que nos importe lo que piensan los demás. Es la misma honestidad genuina que hace que un niño de tres años pueda chapotear alegremente en un charco de lluvia, revolcarse en el césped como un cachorrito mientras ríe a carcajadas o decir en voz muy alta que tienes un moco colgando de la nariz, la que se necesita para entrar en el cielo. Es lo opuesto a la ignorancia.
Todd Burpo (Heaven is for Real: A Little Boy's Astounding Story of His Trip to Heaven and Back)
Crucé al otro lado del espejo, creyendo que allí todo sería eterno. No lo fue. No salió bien. Terminó, y lo único que aprendí de aquel tiempo es que hay personas que nacemos para ser abandonadas.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
Porque la mejor parte de nuestra memoria está fuera de nosotros, en una brisa húmeda de lluvia, en el olor cerrado de un cuarto o en el perfume de una primera llamarada: allí dondequiera que encontremos esa parte de nosotros mismos de que no dispuso, que desdeñó nuestra inteligencia, esa postrera reserva del pasado, la mejor, la que nos hace llorar una vez más cuando parecía agotado todo el llanto.
Marcel Proust (À la recherche du temps perdu, Tome II)
¿Se dan cuenta, ahora, de por qué los libros son odiados y temidos? Muestran los poros del rostro de la vida. La gente comodona sólo desea caras de luna llena, sin poros, sin pelo, inexpresivas. Vivimos en una época en que las flores tratan de vivir de flores, en lugar de crecer gracias a la lluvia y al negro estiércol.
Ray Bradbury (Fahrenheit 451)
El amor no lo es todo. No lo puede todo. El amor es complicado, no funciona en línea recta. Se mueve en círculos y curvas. Y si no sabes con seguridad adónde te diriges, es muy probable que acabes perdido.
NOT A BOOK (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
—Porque yo estoy aquí, con ganas de darte un elogio apropiado, pero mi vocabulario miserable me lo impide. Creo que lo que necesitamos es una excursión científica. Tengo que aventurarme en una selva donde la belleza ocupe el lugar de la lluvia. Donde la misma hermosura caiga del cielo a intervalos regulares. Salpique cada superficie, sature el suelo, flote como vapor en el aire. Porque la forma en que te ves en estos momentos... —Su mirada atrapó la de ella en el reflejo—. Allí tendrían una palabra para eso.
Tessa Dare (A Week to be Wicked (Spindle Cove, #2))
No podemos hablar de los muertos que nos han abandonado. No podemos pronunciar sus nombres. Daniel perteneció a aquellos que, una vez, condenaron el silencio, pero ahora el invierno se nos ha metido dentro de la boca a los dos, y nada huele como la lluvia o el verano.
Martina Antognini (El pájaro de leche y sangre)
Lo dice Sylvia Plath en sus diarios: «Soy ese tipo de mujer que, cuando empieza a llover [...], solo puede pensar en ventanas abiertas, ventanas de coche, ventanas de una segunda planta, ventanas por todas partes abiertas mientras la lluvia cae a raudales [...] echando a perder irremediablemente la madera, el papel de las paredes, los libros y los muebles».
Rosa Montero (El peligro de estar cuerda)
Nuestro mayor temor al releer un libro nace de que cambie: o de que nunca cambie; es decir de que sigamos siendo los mismos y de que eso nos sorprenda.
Ricardo Ramírez Requena (Constancia de la lluvia: Diario 2013-2014)
En las noches de tormenta, con los truenos me doy cuenta de que existo
Gabriela Margall (Los que esperan la lluvia)
-Los tiempos felices no se olvidan nunca. Y cuando eres pequeño siempre crees ser el más feliz del mundo.
Ángeles Ibirika (Días de lluvia)
El miedo se apoderó de mí. Ese miedo que entra cuando, sin poder evitarlo, comienzas a sentir.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
El miedo tiene sus propias reglas. Fluye dentro de nosotros con la desesperanza y el desasosiego como única corriente. Siempre aparece en silencio, furtivo, y no existen remedios para combatirlo, salvo cerrar los ojos y rogar para que desaparezca.
Maria Martinez (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
¿Qué es la humildad infantil? No es falta de inteligencia, sino falta de maña, falta de intereses ocultos. Es esa preciosa y efímera etapa antes de haber acumulado suficiente orgullo o actitud como para que nos importe lo que piensan los demás. Es la misma honestidad genuina que hace que un niño de tres años pueda chapotear alegremente en un charco de lluvia, revolcarse en el césped como un cachorrito mientras ríe a carcajadas o decir en voz muy alta que tienes un moco colgando de la nariz, la que se necesita para entrar en el cielo. Es lo opuesto a la ignorancia. Es honestidad intelectual: es estar dispuesto a aceptar la realidad aun cuando es difícil y llamar a las cosas por su nombre.
Todd Burpo (Heaven is for Real: A Little Boy's Astounding Story of His Trip to Heaven and Back)
-Hay razones imposibles de entender y heridas imposibles de curar. -Por culpa del silencio .-Aguardó un instante,pero Kaiet siguió inmovil - Callarse no cura las heridas . Es hablando,gritando dónde y por qué duelen;es sacándolas al aire como cicatrizan.
Ángeles Ibirika (Días de lluvia)
«Sucedió como en un pasaje de Cortázar: “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella”. Fue lo que pasó con Soledad. Nos elegimos como se eligen prendas de ropa. “A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige”, dice Cortázar: “No elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto”. Al ver a Laura sentí eso. No elegí: Amé. Llovió encima de mí.»
Juan Villoro
Nosotros arrastramos los pies en ríos de sangre seca, almas que se pegaron a la tierra por amor, no queremos otros mundos que el de la libertad y esta palabra no la palabreamos porque sabemos hace mucha muerte que se habla enamorado y no del amor, se habla claro, no de la claridad, se habla libre, no de la libertad.
Juan Gelman (Bajo la lluvia ajena: (Notas al pie de una derrota))
—Bruno no sabía lo que decía —insistió—. ¿Qué podía saber ese desdichado de finales felices? — la voz le temblaba—. Nada. No sabía nada. La felicidad es estar aquí y ahora, bajo la lluvia, mirándote a los ojos. La felicidad es tener un corazón capaz de amar. Es saber que has sido importante para alguien... Que, de algún modo, en algún momento, has marcado al diferencia. Y la muerte no es nada en comparación con esos momentos.
José Antonio Cotrina (La sombra de la luna (El ciclo de la luna roja, #3))
Cuando llovía con fuerza, Max sentía que el tiempo se detenía. Era como una tregua en la cual uno podía dejar de hacer cualquier cosa que le ocupase en aquel momento y sencillamente acercarse a contemplar el espectáculo de aquella infinita cortina de lágrimas del cielo desde una ventana, durante horas. Dejó de nuevo el libro sobre la mesita y apagó la luz. Lentamente, envuelto en el sonido hipnótico de la lluvia, se rindió al sueño.
Carlos Ruiz Zafón (El príncipe de la niebla (Niebla, #1))
Ansiaba una presencia a su lado, en todo momento. Unos dedos que rozaran ligeramente su nuca y una voz que se uniera a la suya en la oscuridad. Alguien que la esperara con un paraguas para acompañarla a casa bajo la lluvia, y sonriera abiertamente al verla llegar. Que bailara con ella en el balcón, cumpliera sus promesas y conociera sus secretos, que creara un pequeño universo allí donde se encontrara, solo con abrazos, susurros y confianza.
Laini Taylor (Daughter of Smoke & Bone (Daughter of Smoke & Bone, #1))
Libertad, libertad, libertad. A Santiago se le revolvían las tripas. Esa gente no sabia nada de libertad. Don Pascual tenía razón, las palabras estaban hechas de aire. La libertad, en cambio, estaba hecha de carne y sangre...
Gabriela Margall (Los que esperan la lluvia)
En el pasado fluye el río, la lluvia balbucea. El ayer es una envoltura de sucesos, de nunca más y todavía. Cuántos puentes habremos cruzado entre el descanso y el cansancio, entre el misterio y la revelación. Dicen que en el pasado crecen las semillas del futuro, pero en qué jardín, en qué cantero, si el futuro es cada vez más corto, más mezquino, más gravamen de rocas imbatibles. Lo pasado, pisado, dicen los pesimistas. Después suspiran y a veces expiran.
Mario Benedetti (Vivir adrede)
Los guaraos, que habitan los suburbios del Paraíso Terrenal, llaman al arcoiris "serpiente de collares" y "mar de arriba" al firmamento. El rayo es "el resplandor de la lluvia". El amigo, "mi otro corazón". El alma, "El sol del pecho" La lechuza, "el amo de la noche oscura." Para decir bastón dicen "nieto continuo"; Y para decir perdono, dicen "olvido".
Eduardo Galeano (Genesis (Memory of Fire, #1))
Vendrán lluvias suaves y olores de la tierra, y golondrinas que girarán con brillante sonido; y ranas que cantarán de noche en los estanques y ciruelos de tembloroso blanco, y petirrojos que vestirán plumas de fuego y silbarán en los alambres de las cercas; y nadie sabrá nada de la guerra, a nadie le interesará que haya terminado. A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, si la humanidad se destruye totalmente; y la misma primavera, al despertarse al alba apenas sabrá que hemos desaparecido.
Ray Bradbury (The Martian Chronicles)
Leí en alguna parte que averiguamos quiénes somos con el paso del tiempo. Por partes. Poco a poco. Fragmentos que vamos encontrando gracias a las personas que conocemos, las experiencias que tenemos y los momentos que vivimos. Es la suma de esas partes la que nos compone, como piezas de un puzle que nos va mostrando una imagen.
NOT A BOOK (La fragilidad de un corazón bajo la lluvia)
La noche no quiere venir para que tu no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré, aunque un sol de alacranes me coma la sien. Pero tu vendrás con la lengua quemada por la lluvia de sal. El día no quiere venir para que tu no vengas, ni yo pueda ir. Pero yo iré entregando a los sapos mi mordido clavel. Pero tu vendrás por las turbias cloacas de la oscuridad. Ni la noche ni el día quieren venir para que por ti muera y tú mueras por mí.
Federico García Lorca (Obras Completas)
Al salir, el vuelo de las campanas y la lluvia de pétalos que los recibió en el atrio, pusieron el punto final al lienzo que Brunilda y Julián habían ido bordando a lo largo de esos meses en que la duda, la desconfianza, el miedo, la pasión y por fin la entrega, los condujeron al hallazgo del tesoro más valioso: un amor forjado en la realidad y no en mera ilusión, un sentimiento que sabía tanto de penurias como de valentía. Un amor verdadero.
Gloria V. Casañas (El ángel roto)
Leemos porque estamos solos y queremos compañía. Leemos también porque hay mucha gente alrededor y queremos estar solos. We read because we are alone and want company. We also read because we are surrounded by people and want to be alone.
Ricardo Ramírez Requena (Constancia de la lluvia: Diario 2013-2014)
Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito. ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto.
Julio Cortázar
Más allá del crepúsculo sentía el agua, la olía. Cuando la primavera florecía y llovía se olía por todas partes no se notaba tanto otras veces pero cuando llovía el olor comenzaba a entrar en casa con el crepúsculo o porque al atardecer se intensificase la lluvia o por algo que hubiera en la propia luz pero entonces era cuando el olor se tornaba más intenso hasta que ya en la cama yo pensaba cuándo acabará cuándo acabará. La corriente de aire que entraba por la puerta olía a agua, un continuo hálito de humedad. A veces yo conseguía dormirme repitiéndolo una y otra vez hasta que se mezclaba con las madreselvas todo terminó por simbolizar la noche y el desasosiego no me parecía estar despierto ni dormido mirando hacia un largo pasillo de media luz grisácea donde todas las cosas estables se habían convertido en paradójicas sombras todo cuanto yo había hecho sombras todo cuanto yo había sufrido tomando formas visibles grotescas y burlándose con su inherente irrelevancia de la significación que deberían haber afirmado pensando era yo no era yo quién no era no era quién.
William Faulkner (The Sound and the Fury)
Fuiste la llama de mi razón alucinada. No había espacio donde apoyar ya mis símbolos. Te amaré tanto, decías, y aprendimos la importancia del café del desayuno en tanto yo salía a robar para ti naranjas. Devoramos el mundo, esa bestia sordomuda, para hacernos menos sordos, menos mudos, siguiendo una ley por la cual buscando crear y destruir energía la encuentras en belleza transformada. Yo no sabía qué pasa cuando un péndulo se detiene porque jamás he visto uno detenido. Llorabas y llovía. Vi cosas en tus ojos que nadie había visto, me apretabas la mano buscando exprimir aquella fruta robada a mí; a nadie; transgénico zumo de lluvia en lágrimas. La verdad es a veces tan verdad que se vuelve 100% cristalina, y así innombrable.
Agustín Fernández Mallo (Carne de píxel)
Siempre he querido ser gordo. Se trata de un anhelo frívolo, lo sé, pero admiro a los hombres que administran sus carnes con satisfacción y adquieren una contundencia que no admite discrepancias. Un gordo culto convence más fácilmente que uno enjuto. La gordura parece una asimilación del saber; en cambio, los flacos absorbemos cosas sin evidencia. En un hombre público, la gordura produce un respeto que se perfecciona con una calva.
Juan Villoro (Conferencia sobre la lluvia)
Yo creía que el alma me había sido dada para gozar de las bellezas del mundo, la luz de la luna sobre la anaranjada cresta de una nube, y la gota de rocío temblando encima de una rosa. Mas, cuando fui pequeño creí siempre que la vida reservaba para mí un acontecimiento sublime y hermoso. Pero a medida que examinaba la vida de los otros hombres, descubrí que vivían aburridos, como si habitaran en un país siempre lluvioso, donde los rayos de la lluvia les dejaran en el fondo de las pupilas tabiques de agua que les deformaban la visión de las cosas. Y comprendí que las almas se movían como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta, con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica- Es inútil, tengo que escaparme de la tierra.
Roberto Arlt (Los siete locos (Los siete locos, #1))
Somehow she knew that you didn't get many moments like this in your life: moments when you knew, without any doubt, that you were alive, when you felt the air in your lungs and the wet grass beneath your feet and the cotton on your skin; moments when you were completely in the present, when neither the past nor the future mattered. She tried to slow her breathing, hoping somehow to make this moment last forever.
Neil Gaiman (Stardust: Lluvia de Estrellas)
- Nunca vuelvas a llamarme así - le espeté. - Es mejor que llarmarle <> a alguien, ¿no? - Salió por la puerta - Qué visita tan estimulante. La recordaré mucho tiempo. Aquello ya era suficiente. - ¿Sabes qué? Tienes toda la razón. Mira que llamarte tarado...Esa es una palabra que no te define bien - le dije sonriendo - <> te pega más. - Conque <>, ¿eh? - repitió - Eres un encanto. Levanté el dedo corazón. (pág.20) Eran más de la una, pero parecía que Daemon acabara de levantarse. Llevaba los tejanos arrugados y el pelo enmarañado. Hablaba con alguien por teléfono mientras se pasaba la mano por la mandíbula. - ¿Tu hermano no tiene camisetas o qué? - le pregunté mientras cogía la pala. - Me temo que no. No las lleva ni en invierno. Siempre va por ahí medio desnudo - refunfuñó - Es bastante incómodo tener que verlo así todo el día, enseñando tanta...carne ¡Qué grima! A ella le daría grima, pero a mí...me alteraba bastante. Me puse a cavar hoyos en lugares estratégicos mientras notaba que se me secaba la garganta. Tenia una cara perfecta, un cuerpo de ensueño y una mala leche espectacular. Las tres reglas de oro de cualquier tío macizo, vaya. (pág. 39) - Tienes una cabecita bastante sucia, gatita. Pestañeé. <> - ¿Qué has dicho? - Que tienes la cabeza sucia - repitió en voz baja. Sabía que Dee no podía oírle -, llena de tierra. ¿Qué creías que quería decir? - Nada -...Tener a Daemon tan cerca no me reconfortaba en absoluto - Es normal ensuciarse cuando plantas. Los labios le temblaron un instante. - Hay muchas maneras de ensuciarse. Aunque no tengo la intención de mostrártelas. (pág.46) - Me da a mí que te has mojado tú más que el coche. Nunca pensé que lavar un coche pudiera ser tan complicado pero, después de observarte durante los últimos quince minutos, creo que deberían convertirlo en deporte olímpico. - ¿Estabas observándome? - Qué grima. Y qué morbo. ¡No! de morboso, nada. (pág.51) - Pues sí ¿Y tú siempre te quedas mirando a los tíos cuando llamas a su puerta para preguntar por una dirección? - ¿Siempre abres la puerta medio desnudo? - Pues sí. Y no has respondido a mi pregunta. ¿Siempre pegas esos repasos? Las mejillas me ardían. (pág.53) - Hasta mañana a medio día, gatita. - Te odio - resoplé. - El sentimiento es mutuo - Me miró por encima del hombro - Me juego veinte pavos a que llevas bañador y no biquini. Era insufrible. (Pág. 62) - ¿Que no confía en mi? ¿Y qué tiene que confiarme, tu virtud? Se le escapó otra carcajada y tardó unos momentos en poder contestar. - Pues claro; no le gustan las chicas guapas que están coladitas por mi. - ¿Qué? - ... - Estás de broma, ¿no? - ¿A qué parte te refieres? - preguntó- - ¡A todas! - Venga ya. No me digas que no sabes que eres guapa. ¿No te lo ha dicho ningún chico antes? (pág.90) - Creo que estás condenada a estar conmigo un rato más. - Seguro que parezco un gato remojado. - Estás bien. La lluvia te favorece. Fruncí el ceño. - Ya me estás mintiendo otra vez. Sentí que su cuerpo se movía junto al mío y, sin mediar palabra, me rozó la barbilla con los dedos y me atrajo hacia él. En sus labios se dibujó una sonrisa torcida. - No te miento; te lo dijo en serio. (pág.101) - Bueno...Ya llegó el innombrable. A Dee le dio un ataque de risa que hizo que toda la cafetería nos mirara. - ¡Me parto! Me hundí en la butaca. Desde la mañana en que Dee y él me habían preparado el desayuno, me había evitado y a mí me daba igual. ... Seguramente Daemon era físicamente el hombre más perfecto que jamás había visto - su cara haría las delicias de cualquier retratista -, pero a la vez tenía bastantes papeletas para ser el cretino más grande sobre la faz de la Tierra. (pág.145)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Dudé mucho antes de convencerme a mí misma de que debía seguir con aquel cometido. Reflexioné, sopesé opciones y valoré alternativas. Sabía que la decisión estaba en mi mano: sólo yo tenía la capacidad de elegir entre seguir adelante con aquella vida turbia o dejarlo todo de lado y volver a la normalidad (…) Dejarlo todo y volver a la normalidad: sí, aquélla sin duda era la mejor opción. El problema era que ya no sabía dónde encontrarla. ¿Estaba la normalidad en la calle de la Redondilla de mi juventud, entre las muchachas con las que crecí y que aún se peleaban por salir a flote tras perder la guerra? ¿Se la llevó Ignacio Montes el día en que se fue de mi plaza con una máquina de escribir a rastras y el corazón partido en dos, o quizás me la robó Ramiro Arribas cuando me dejó sola, embarazada y en la ruina entre las paredes del Continental? ¿Se encontraría la normalidad en Tetuán de los primeros meses, entre los huéspedes tristes de la pensión de Candelaria, o se disipó en los sórdidos trapicheos con los que ambas logramos salir adelante? ¿Me la dejé en la casa de Sidi Mandri, colgada de los hilos del taller que con tanto esfuerzo levanté? ¿Se la apropió tal vez Félix Aranda alguna noche de lluvia o se la llevó Rosalinda Fox cuando se marchó del almacén del Dean’s Bar para perderse como una sombra sigilosa por las calles de Tánger? ¿Estaría la normalidad junto a mi madre, en le trabajo callado de las tardes africanas? ¿Acabó con ella un ministro depuesto y arrestado, o la arrastró quizás consigo un periodista a quien no me atreví a querer por pura cobardía? ¿Dónde estaba, cuándo la perdí, qué fue de ella? La busqué por todas partes: en los bolsillos, por los armarios y en los cajones; entre los pliegues y las costuras. Aquella noche me dormí sin hallarla. Al día siguiente desperté con una lucidez distinta y apenas entreabrí los ojos, la percibí: cercana, conmigo, pegada a la piel. La normalidad no estaba en los días que quedaron atrás: tan sólo se encontraba en aquello que la suerte nos ponía delante cada mañana. En Marruecos, en España o Portugal, al mando de un taller de costura o al servicio de la inteligencia británica: en el lugar hacia el que yo quisiera dirigir el rumbo o clavar los puntales de mi vida, allí estaría ella, mi normalidad. Entre las sombras, bajo las palmeras de una plaza con olor a hierbabuena, en el fulgor de los salones iluminados por lámparas de araña o en las aguas revueltas de la guerra. La normalidad no era más que lo que mi propia voluntad, mi compromiso y mi palabra aceptaran que fuera y, por eso, siempre estaría conmigo. Buscarla en otro sitio o quererla recuperar del ayer no tenía el menor sentido.
María Dueñas (The Time in Between)