Las Hermanas Quotes

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Creo que si alguna vez tengo hijos y están disgustados, no les diré que la gente se muere de hambre en China ni nada parecido porque no cambiaría el hecho de que estén disgustados. E incluso si otra persona lo tiene mucho peor, eso realmente no cambia el hecho de que tú tienes lo que tienes. Bueno y malo. Como lo que mi hermana dijo cuando yo llevaba ya una temporada en el hospital. Dijo que estaba muy preocupada por ir a la universidad, y en comparación con lo que yo estaba pasando, se sentía muy tonta. Pero no sé por qué se iba a sentir tonta. Yo también estaría preocupado. Y en serio, no creo que yo lo tenga mejor ni peor que ella. No sé. Es diferente. Quizá sea bueno poner las cosas en perspectiva, pero, a veces, creo que la única perspectiva es estar allí de verdad. Como dijo Sam. Porque está bien sentir cosas. Y ser tú mismo al respecto.
Stephen Chbosky (The Perks of Being a Wallflower)
No sé de qué están hechas las almas, pero la mía y la suya son una sola".
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente, como decían las tres hermanas Mora, que eran capaces de ver en el espacio los espíritus de todas las épocas. Por eso mi abuela Clara escribía en sus cuadernos, para ver las cosas en su dimensión real y para burlar a la mala memoria.
Isabel Allende (La casa de los espíritus)
Ven, Wilkilén, siéntate a mi lado... Voy a contarte de una que a partir de esta noche será mi hermana y compañera eterna. No te asustes cuando escuches su nombre ni la culpes por hacer lo necesario. ¿Conoces a alguien a quien le agrade comer manzanas que pendan años y años de los árboles? Tampoco lo conozco yo. Y, dime, ¿cómo nacerían manzanas nuevas si las que ya cumplieron con lo suyo no dejaran sitio en las ramas? ¿Quién le enseñaría a quién? La hermana muerte carga con una tarea que todos comprendes pero pocos perdonan. Sin ella, los hombres no mirarían al cielo en las noches claras. Tampoco cantarían. Sin ella no existirían el suspiro ni el deseo. Sin ella nadie en este mundo se ocuparía de ser feliz. —Vieja Kush.
Liliana Bodoc (Los días de la sombra (La saga de los confines, #2))
-Les presento al nuevo expósito, Tiger Prawns. Tiger te presento a las hermanas Karamázov. Deirdre y Deirdre. -¿Por qué se llaman igual? -Tenían un padre con muy poca imaginación.
Jasper Fforde (The Last Dragonslayer (The Last Dragonslayer, #1))
Pero siento como si conociera a Rue...La veo en las flores amarillas que crecen en la Pradera junto a mi casa. La veo en los sinsajos que cantan en los arboles. Pero mas que nada, la veo en mi hermana Prim.
Suzanne Collins (Catching Fire (The Hunger Games, #2))
No sé de qué estarán hechas nuestras almas; pero, sean de lo que sea, la suya es igual a la mía
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
Rebe, como todas las hermanas, era mamá cuando mamá no estaba; los hermanos, sin embargo, estamos absueltos de ser papá, lo cual no significa nada.
Manuel Jabois (Malaherba)
No puedes dejar de vivir por miedo a fracasar.
Lorraine Cocó (¡Bye bye, Love! (Las hermanas De´Marsi, #1))
Tú me quieres alba, Me quieres de espumas, Me quieres de nácar. Que sea azucena Sobre todas, casta. De perfume tenue. Corola cerrada Ni un rayo de luna Filtrado me haya. Ni una margarita Se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, Tú me quieres blanca, Tú me quieres alba. Tú que hubiste todas Las copas a mano, De frutos y mieles Los labios morados. Tú que en el banquete Cubierto de pámpanos Dejaste las carnes Festejando a Baco. Tú que en los jardines Negros del Engaño Vestido de rojo Corriste al Estrago. Tú que el esqueleto Conservas intacto No sé todavía Por cuáles milagros, Me pretendes blanca (Dios te lo perdone), Me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡Me pretendes alba! Huye hacia los bosques, Vete a la montaña; Límpiate la boca; Vive en las cabañas; Toca con las manos La tierra mojada; Alimenta el cuerpo Con raíz amarga; Bebe de las rocas; Duerme sobre escarcha; Renueva tejidos Con salitre y agua; Habla con los pájaros Y lévate al alba. Y cuando las carnes Te sean tornadas, Y cuando hayas puesto En ellas el alma Que por las alcobas Se quedó enredada, Entonces, buen hombre, Preténdeme blanca, Preténdeme nívea, Preténdeme casta.
Alfonsina Storni (Antología poética)
¿Para qué evocar el pasado cuando el presente es mucho más seguro y el porvenir mucho más luminoso?
Charlotte Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
Todo el mundo se ríe de las hermanas, de las esposas y de las madres, o insulta a través de ellas.
Sara Mesa (Cara de pan)
Lejos de mí, querida hermana, el despreciar tales placeres. Serán sin duda propios del carácter de casi todas las mujeres. Pero confieso que no me atraen. Prefiero, con mucho, un libro.
Jane Austen (Orgullo y Prejuicio)
Las mujeres de gris inclinaron las cabezas. «Las hermanas silenciosas no hablan con los vivos -pensó Catelyn con la mente entumecida-, pero hay quien dice que pueden hablar con los muertos.» Cuánto las envidiaba...
George R.R. Martin
-Yo sé volar, ¿por qué no me elevo? -Porque es de noche, mi niña, y tú eres una bruja de la luz. Vainilla permaneció callada un momento. Luego, observando a su hermana volar entre las ramas de los árboles, murmuró:-¿Quieres decir que nunca podré volar con ella? [...] Es lo más bonito que podemos hacer y no lo podemos hacer juntas...
Elisabetta Gnone (Fairy Oak 1. El secreto de las gemelas)
Me parecía, instintivamente, que su reserva debía proceder de que era enemigo de dejar traslucir sus emociones. Debía de odiar y amar disimulándolo, y seguramente hubiera considerado como un impertinente a quien le amase o le odiase, a su vez.
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
LA VENUS CALLIPYGA Hubo en la Grecia dos siracusanas, Que tenían un trasero portentoso; Y, por saber la cual de las hermanas Lo tenía más gentil, duro y carnoso, Desnudas se mostraron a un perito Que, después de palpar con dulce apremio, Ofreció a la mayor su mano, en premio. Tomó su hermano el no menos bonito De la menor; alegres se casaron, Y, tras más de una grata peripecia, En honor de las dos un templo alzaron, Con el nombre de: «Venus, nalga recia.» No sé qué intención hubiera sido, Mas fuera aqueste el templo de la Grecia Al que más devoción habría tenido.
Jean de la Fontaine
—Preguntarse lo que es el amor no tiene sentido, querida hermana —dijo Laura—. El amor lo has vivido o no lo has vivido. El amor es lo que es y no hay más que decir sobre él. Son las alas que me laten en el pecho y que me llevan a hacer cosas que a ti te parecen insensatas. Y eso es precisamente lo que nunca te ha pasado
Milan Kundera (Immortality)
Esta es la historia de la persistencia de una hoja. La hoja es mi enfermo corazón guardando celosamente el cadáver de Mabel. Guardo a mi hermana de los alacranes y la entierro en mis huesos para endurecerme con palabras suyas de bondad. Alimento sus muñecas decapitadas y las pierdo en la borrasca Repta mi enfermo corazón
Mónica Ojeda (Historia de la leche)
Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir. Me aventuraría a decir que Anónimo, que escribió tantos poemas sin firmarlos, era a menudo una mujer. Según sugiere, creo, Edward Fitzgerald, fue una mujer quien compuso las baladas y las canciones folklóricas, canturreándolas a sus niños, entreteniéndose mientras hilaba o durante las largas noches de invierno. Quizás esto sea cierto, quizá sea falso —¿quién lo sabe?—, pero lo que sí me pareció a mí, repasando la historia de la hermana de Shakespeare tal como me la había imaginado, definitivamente cierto, es que cualquier mujer nacida en el siglo dieciséis con un gran talento se hubiera vuelto loca, se hubiera suicidado o hubiera acabado sus días en alguna casa solitaria en las afueras del pueblo, medio bruja, medio hechicera, objeto de temor y burlas.
Virginia Woolf (A Room of One’s Own)
El verdadero amor no es más que el deseo inevitable de ayudar al otro a que sea quien en verdad es.
Stefania Gil (Las curvas del amor (Hermanas Collins #1))
Soy demasiado feliz, y, sin embargo, aún no lo soy tanto como quisiera serlo. La felicidad de mi alma aniquila mi cuerpo, y, no obstante, no le basta con lo que tiene...
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
Un hombre sensato debe tener bastante compañía consigo mismo
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
En aquel momento el retroceder significaría la perdición de su hermana y de las otras secuestradas, por lo que decidió seguir adelante.
Miguel Tarazona (Anabel: La Princesa Valiente (Cuento para niños) (Spanish Edition))
hermana eres;
Russell M. Stendal (Las Sagradas Escrituras (Jubilee Bible 2000))
Debería de odiar y amar disimulándolo, y seguramente hubiera considerado como un impertinente a quien lo amase o le odiase, a su vez.
Emily Brontë (Dos Grandes Novelas de Las Hermanas Brontë: Cumbres Borrascosas y Jane Eyre (Spanish Edition))
Las personas orgullosas no hacen más que atormentarse a sí mismas.
Emily Brontë (Cumbres Borrascosas)
que hasta el rey tiene que mear.
Lucinda Riley (La hermana tormenta (Las siete hermanas, #2))
Eternas ondinas, dividid el agua fina. Venus, del azul hermana, conmueve las puras aguas. Judío errante en Noruega, dime, ¿cómo nieva? Viejos exiliados tiernos, contadme el océano. YO-. Nunca esas bebidas puras, ni esas flores de florero, ni leyendas, ni figuras, saciarme pudieron. Coplista, tu ahijada es mi sed que se desboca, hidra íntima sin bocas que roe y devasta.
Arthur Rimbaud (Complete Works)
Los hombres de genio no tenían hermanos ni hermanas, ni padres ni madres; las grandes obras que habrían de crear les imponían un egoísmo aparente al obligarles a sacrificarlo todo a su grandeza.
Honoré de Balzac (Lost Illusions)
A veces imagino las relaciones humanas como algo blando, agua o arena, y que al verterlas en un recipiente concreto les damos forma. Así, la relación entre una madre y su hija se vierte en un recipiente etiquetado como 'madre e hija' y adquiere los contornos del envase, y ahí dentro se queda, para bien o para mal. Puede que unas amigas enemistadas hubiesen sido perfectamente felices como hermanas, o algunas parejas casadas como padres e hijos, quién sabe. Pero ¿cómo sería forjar una relación sin ninguna clave de forma preestablecida? Verter el agua y dejar que caiga, ya está. Supongo que no adoptaría ninguna forma, que se escurriría en todas direcciones.
Sally Rooney (Beautiful World, Where Are You)
¡Oh, bravo! Oh, sí, oh, muy bien. Bien, bien, bien... Qué curioso... Realmente qué curioso... —Perdón —dijo Harry—. Pero, ¿qué es tan curioso? —Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz.
J.K. Rowling (Harry Potter and the Sorcerer's Stone (Harry Potter, #1))
-No me di cuenta que eras tan bueno, Grayson. El cálido sonido de la risa de Grayson retumbó gratamente contra el costado de mi cara que descansaba en su pecho. - Las damiselas en apuros siempre han sido mi talón de Aquiles, pero no dejes que eso te engañe. Realmente no soy tan bueno. - Si, lo eres. - No, no lo soy. Si yo fuera honesto, no estaría teniendo un momento tan difícil para no agarrarte el culo ahora mismo. (Avery y Grayson) -Pero miraté - dije -. Siempre pensaste que era como una hermana también. Si puedes cambiar de opinión, entonces el también puede. El sólo necesita un llamado de atención .-Oye ahora, no puedes ir saltando en la ducha con cada chico, sabes. Eso es completamente nuestra cosa. (Avery y Grayson) Escuché que mi amiga Avery te pisó tan fuerte en una partida de billas el pasado fin de semana que Grayson tuvo que tener piedad de ti antes de que cada estudiante de primer año universitario en UVU viera cuán pequeña es tu basura. (Libby a Owen) - ¿Realmente fallaste en un examen de sobre Las leyes de Newton? Está bien. Así que todos me miraban porque pensaban que yo era un idiota. - ¿Qué? - le pregunté un poco a la defensiva -. ¿Parece ser fácil? "No robar" le entiendo. "Rojo significa detenerse" tiene sentido. El chico Newton estaba fumando algo serio cuando debió haber hecho sus leyes. ¿Cuándo demonios vamos a usarlas de todos modos? (Brandon y Grayson)
Kelly Oram (The Avery Shaw Experiment (Science Squad, #1))
Ahora mismo, de noche, igual dices que su elemento más distintivo es que tiene una luna ahí colgando. Pero eso sería hacerles un feo a las estrellas, ¿no? Que también están ahí, también son importantes y también forman parte del cielo y definen quién es. Y, además, en algún momento se hará de día y el cielo cambiará de azul y tendrá un sol gigantesco colgando que podríamos decir que es su elemento definitorio. Pues… con las personas es igual, supongo. Somos muchas cosas.
Raquel Tirado (De hermanas y acertijos a medianoche (Academia de élite para brujas extraordinarias, #1))
Y comprendo que es el momento decisivo. Cuando conoces a alguien, existe un instante concreto en el que sostienes la puerta entreabierta y tienes que elegir si quieres cerrarla o abrirla. Yo estoy acostumbrada a dar portazos. Los dejo ver algo por una pequeña rendija, pero luego siempre termino girando la llave que descansa en la cerradura antes de que puedan distinguir las entrañas más allá de la piel. Nunca he tenido la sensación de que alguien "lo sepa todo de mí", no he sentido esa complicidad con ningún otro ser humano; ni si quiera con mi hermana, a pesar de lo cerca que estábamos. Y la idea de que nadie pueda ver a la verdadera Grace Peterson resulta asfixiante y reconfortante al mismo tiempo. Hay un vacío, sí, un vacío similar al hueco que permanece cuando un pantano se seca, pero también es la forma más sencilla de vivir segura dentro de la fortaleza que he ido construyendo ladrillo a ladrillo, sin hacer paradas para descansar y tomar aliento.
Alice Kellen (El mapa de los anhelos)
—Es difícil hablar de Silvina, porque una cuenta las anécdotas y parece una tarada. Ella parece una tarada, yo parezco una tarada; y sin embargo, Silvina era genial, pero es difícil explicar por qué. Había que escucharla, qué sé yo —dice Francis Korn.
Mariana Enríquez (La hermana menor: Un retrato de Silvina Ocampo)
Algunos dicen que esas mujeres dejaron algo de sí mismas en el agua y que ésta retiene parte de su poder, pues desde entonces ha atraído a sus orillas a las desafortunadas, las desesperadas, las infelices, las perdidas. Vienen aquí a nadar con sus hermanas.
Paula Hawkins (Into the Water)
Lara Jean es una adolescente que vive con sus dos hermanas y su padre tranquilamente, pero todo se pone fuera de control cuando alguien envía las cartas que ella había escrito a cada chico del que se había enamorado y en las que ella dice todo lo que piensa.
Jenny Han (To All the Boys I've Loved Before (To All the Boys I've Loved Before, #1))
—¿Me prometes que vas a quedarte conmigo? Por entonces no era más que una niña con miedo a perder a su hermana mayor. Creo que en el fondo eso no ha cambiado. Recuerdo cada detalle de esa noche. Que me dijiste que brillo seiscientas veces más que el sol y que Maia era el nombre ideal para mi galaxia. Y también tu mirada llena de cariño cuando te hice esa pregunta que me había costado tanto pronunciar. Y lo que pasó después, cuando una de las estrellas se despegó y me cayó sobre la nariz. La apartaste con una sonrisa. Después, volviste a tumbarte bocarriba en la cama, conmigo a tu lado y la estrella sobre la mesilla de noche. —Claro que sí. Hasta que se caigan todas —dijiste señalando al techo—. Hasta que nos quedemos sin oportunidades, Maia. O hasta que nos quedemos sin estrellas.
Inma Rubiales (Hasta que nos quedemos sin estrellas)
-No necesitas gastar cada momento del día protegiéndome ahora. Se supone que debo ser tu compañera, no tu carga, y si eso es todo lo que voy a ser para ti, entonces no quiero estar aquí nunca más. Quiero que me ames. Quiero ansiar venir aquí cada otoño. Quiero que el invierno sea mi estación favorita porque puedo pasarla contigo. Así que dime si eso va a suceder, Henry. Dime que las cosas van a mejorar, que no vas a pensar en Perséfone cada vez que me toques. Dime que vas a amarme tanto como la amas a ella, y que no voy a pasar el resto de mi eternidad estancada en la comparaciónde los recuerdos de mi hermana.- Silencio. -Por favor,-le susurré.-Te lo ruego. Si tú no lo haces...Si tú no lo haces, me voy a ir. Y no quiero decir solo por el verano. Voy a dejar el Inframundo, y no voy a volver.-
Aimee Carter (Goddess Interrupted (Goddess Test, #2))
Son muy pocas las personas a las que quiero de verdad, y de pocos tengo buen concepto. Cuanto más conozco el mundo, menos me gusta; y cada día estoy más convencida de la inconstancia del carácter humano, y de lo poco fiable que es la apariencia de valía o de buen juicio".
Jane Austen (Pride & Prejudice)
Voy a comenzar con una franca presentación. La verdad es que me resulta difícil hablar de mí, al menos si quiero contar algo interesante, diferente o extraordinario como ya dije. Tal vez deba comenzar diciendo que no hay nada de eso y que soy una mujer común, madre, esposa, hija, hermana... nada que no sea alguna de las tantas mujeres que me cruzo por la vida. Quizás la diferencia está en que una vez quise cambiar la rutina y comencé a pensar en escribir mis propias fantasías para matar el tiempo y entretenerme con algo diferente. Y lo hice.
Ivonne Vivier
Yo había estado en otros pueblos de los que me había ido sin parecer un lloricas. Así había sido varias veces: mi madre tenía una nueva plaza, hacíamos el equipaje y nos íbamos, sin más. Viajaba contento y a salvo porque «mi patria», como decía mi padre, cabía «en un utilitario pequeño». No solo es que con cada nuevo destino nos acercáramos más al puñetero Madrid, o sea, a mi padre. Sino que, de algún modo, también sentía que todas las cosas imprescindibles para mi vida estaban en ese coche: mi madre, mis hermanas, mis cosas, mis tebeos. Pero llega una edad en la que te das cuenta de que hay un tam-tam apache que te llama, una edad en la que amplías esa patria que decía papá. O, directamente, la cambias. Y entonces sales y compruebas que las cosas imprescindibles no tienen necesariamente tu sangre, ni tu apellido, ni tu mismo techo, ni el mismo destino que tu madre. Lo de fuera empieza a ganarle terreno a lo de dentro. Tu casa es un espacio borroso como un día de niebla que va desde los caminos hasta las riberas. Tu familia son también los amigos, un tendero cojo, los gatos del vecino. Y las lecciones no son cosa de una maestra, sino de una sorda o de una niña que te cobra un duro por enseñarte el culo.
Pedro Simón (Los ingratos)
El gran secreto, Elisa, no consiste en tener buenos o malos modales o cualquier clase particular de modales, sino en tratar del mismo modo a todas las almas hermanas; en una palabra: hay que portarse como si uno estuviese en el cielo, donde no hay vagones de tercera ni reservados, y en donde un alma es tanto como la otra. ELISA
George Bernard Shaw (Clásicos de George Bernard Shaw: Pigmalión, Hombre y Super Hombre (Spanish Edition))
Tengo las piernas cortas y retorcidas, y me cuesta caminar. Necesito una silla de montar especial para no caerme del caballo. Por cierto, la diseñé yo mismo, ya que hablamos del tema. Tenía que elegir entre eso o ir en poni. Tengo fuerza en los brazos, pero también son cortos. Nunca seré un espadachín. Si hubiera nacido en una familia de campesinos seguramente me habrían abandonado a la intemperie para que muriera, o me habrían vendido como monstruo de feria. Pero soy un Lannister de Roca Casterly, y eso que se perdieron las ferias. Se esperan cosas de mí. Mi padre fué Mano del Rey veinte años. Después resulta que mi hermano mató a ese mismo rey, ironías de la vida. Mi hermana se casó con el nuevo rey, y ese odioso sobrino que tengo será rey tras su muerte. Debo hacer algo por el honor de mi casa, ¿no te parece? Pero, ¿qué? Puede que tenga las piernas cortas en relación con mi cuerpo, pero la cabeza la tengo demasiado grande, aunque prefiero pensar que es del tamaño adecuado para mi mente. Tengo una idea bastante precisa de cuáles son mis puntos fuertes y mis puntos débiles. Mi mejor arma está en mi cerebro. Mi hermano tiene su espada, el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente...Pero una mente necesita de los libros igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo...Por eso leo tanto, Jon Nieves.
George R.R. Martin
Exactamente lo mismo me pasó, años después con el baile. Mis hermanas eras todas grandes bailarinas, y yo tenía buen oído, como ellas, al menos para cantar, pero cuando ellas me invitaba a bailar, yo ponía el acento del baile donde no era, con una arritmia total, o con el mismo ritmo de las risas de ellas cuando me veían mover los pies.
Héctor Abad Faciolince (El olvido que seremos)
Gonzalo, cuando se sentaba allí y veía jugar a su hermana, siempre recordaba a su madre, contándole que ella en su tierra tenía un patio igual, con esos mismos azulejos, y miraba a su marido y lo besaba con la sonrisa. La cocina siempre estaba encendida, calentando el hogar, tenía una alacena enorme donde se guardaban las vasijas repletas de comida y un balcón por donde se podía ver la iglesia. Grandes dormitorios con cortinas blancas y colchas tejidas entre las risas y los llantos de muchas mujeres, cada cabecero de hierro o de madera finamente labrada podía contar una historia; habían nacido y muerto muchos Guzmán en aquellas camas, entre aquellos muros se vivía en paz con todo lo necesario para pasar los largos inviernos. Aquel
Reyes Galaz (Cántaras vacías (Spanish Edition))
—El Carro de Odín, lo llaman. Y la Osa Mayor. En el lugar de donde venimos creemos que es una, una cosa, una, no un dios, pero como un dios, algo malo, encadenado por esas estrellas. Si escapa, lo devorará todo. Y hay tres hermanas que deben vigilar el cielo, durante todo el día y toda la noche. Si escapa eso que las estrellas tienen encadenado, el mundo se acabará. ¡Puf! Así de fácil.
Neil Gaiman (American Gods)
Las historia han cambiado, mi querido muchacho. Ya no ha batallas que enfrenten al bien y al mal, ni monstruos a los que matar, ni doncellas a las que rescatar. Por lo que yo sé, la mayoría de las doncellas son perfectamente capaces de rescatarse a sí mismas o, por lo menos, lo so las que valen algo. Y no existen los cuentos sencillos acerca de búsquedas y bestias, los cuentos con final feliz. las búsquedas ya no terminan en un objetivo claro, ni tampoco el camino a seguir lo tiene. las bestias adoptan distintas formas y ya no es fácil reconocerlas como tales. Y, en realidad, los finales no existen, ni felices ni de cualquier clase. las cosas se prolongan, se superponen y se vuelven borrosas: tu historia es parte de de la historia de tu hermana, que es parte de otras muchas historias, y no hay forma de saber adónde nos conducen ninguna de ellas. El bien y el mal son ahora bastantes mas complicados: ya no es cuestión de una princesa y un dragón, o de un lobo y una niña vestida de rojo. Y... ¿Acaso no es el dragón protagonista de su propia historia? ¿Acaso no se comporta el lobo como se le presume? Aunque tal vez solo haya un lobo que llegue al extremo de disfrazarse de abuelita para jugar con su presa.
Erin Morgenstern (The Night Circus)
niña. —Pero se te declaró —musitó la fantasiosa—. ¿Qué edad tenía él? —No se declaró, solo me hizo una pregunta. —¿Qué pregunta? —Ahora fue Emma la interesada. —No la recuerdo bien… —Vamos, Katherine, sabemos que no lo has olvidado —la azuzó Caroline—. ¿Por qué nunca nos lo habías contado? ¿Pasó algo inapropiado? ¿Un beso, quizá? Su hermana la miró incómoda, lo sucedido aquel día no era algo de lo que se
Jana Westwood (Amor ciego (Las Wharton, #1))
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
¿Qué ocurre, qué se forja, qué cristaliza en esos minutos? El viejo ni lo sabe ni lo piensa, pero lo vive en sus entrañas. Oye las dos respiraciones, la vieja y la nueva: confluyen como ríos, se entrelazan como serpientes enamoradas, susurran como en la brisa dos hojas hermanas. Así lo sintió días atrás, pero ahora un ritual instintivo lo hace sagrado. Acaricia sus amuletos entre el vello de su pecho y recuerda, para explicarse su emoción, el olmo seco de la ermita: debe su único verdor a la hiedra que le abraza, pero ella a su vez sólo gracias al viejo tronco logra crecer hacia el sol. La madera y el verdor, la raíz y la sangre, el viejo y el niño avanzan compañeros, como sobre un camino,por ese tiempo que les está uniendo. Ambos hombro con hombro, en extremos opuestos de la vida, mientras la luna se mueve acariciándoles, entre el remoto girar de las estrellas.
José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca)
Escribir es un regalo. Ayuda a exorcizar los demonios interiores, el corazón derribado por la bola de la demolición del desamor y las dudas de fe. Lo que se recibe es un efecto colateral: el escritor luminoso hermana sus heridas con las del lector y en ese momento actúa de bálsamo. "El lector" no es el destinatario de un bien de consumo, y que vibre en tu misma longitud de onda no dice nada de tu talento; solo de tu audacia para desnudarte.
Esperanza Ruíz (Whiskas, Satisfyer y Lexatin)
Familia: lo más importante de todo. Mis hermanos pueden volverme loco a veces, pero son mi sangre. Son todo lo que he conocido. Mi familia soy yo. Ellos son mi vida. Sin ellos caminará solo por el planeta. El resto son todos extranjeros, extraños. Nunca se transforman en amigos. Y aunque lo hicieran, incluso si encontrara, por algún milagro, una manera de conectar con alguien fuera de mi familia, ¿cómo podrían compararse con los que hablan mi idioma y cómo podrían saber quién soy, sin tener que contarles? Incluso si fuera capaz de encontrar sus ojos, incluso si fuera capaz de hablar sin que las palabras se quedaran atrapadas en mi garganta, incapaces de salir a la superficie, incluso aunque sus miradas no quemaran agujeros en mi piel y me dieran ganas de correr un millón de kilómetros, ¿cómo voy a ser capaz de preocuparme por ellos de la forma en que me preocupo por mis hermanos y hermanas?
Tabitha Suzuma (Forbidden)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad.
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
-Si me quito la corona y el cartucho, la cruz egipcia del brazo y el sello de la cintura, y los coloco sobre el césped, ¿me besarás Senmut? Giró la cabeza para mirarla y al ver sus ojos, brillantes por las lágrimas, que no se apartaban de los suyos, y el imperceptible temblor de sus labios, tomó ese rostro tan amado entre sus manos y comenzó a acariciarle las tersas mejillas con increíble gozo. -No -le susurró-. No, Poderosa señora. Os besaré tal cual estáis, mi Divina reina, alegría de mi corazón, hermana mía. No habrá engaños.
Pauline Gedge (Child of the Morning)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa.
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
Si sentimos profundo respeto por otros seres humanos como iguales receptores de este preciso patrimonio de cinco mil millones de años de evolución, ¿por qué no ha de aplicarse tal identificación también a todos los demás organismos de la Tierra que son, asimismo, el producto del mismo número de años de evolución? Cuidamos de una pequeña fracción de organismos de la Tierra como, por ejemplo, perros, gatos y vacas -porque son útiles o porque nos halagan-. Pero las arañas, las salamandras, el salmón y el girasol son igualmente nuestros hermanos y hermanas.
Carl Sagan (Cosmic Connection: An Extraterrestrial Perspective)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad. Aparte de nosotros, no hay nadie más en la playa.
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
-¿No tenéis acaso otra hija? -No-dijo el hombre-, sólo tenemos una Cenicienta, pequeña e ingenua, de mi difunta esposa, pero es imposible que ella sea la novia. El hijo del rey dijo que fueran a buscarla, pero la madre respondió: -Ay, no, está demasiado sucia, no puede dejarse ver. Pero él insistió en verla a toda costa y tuvieron que llamar a Cenicienta. Ella se lavó primero las manos y la cara, fue luego hasta allí y se inclinó ante el hijo del rey, que le tendió el zapato de oro. Después se sentó en un escabel, sacó el pie del pesado zueco de madera y lo metió en la chinela: le quedaba como hecha a medida. Y cuando se enderezó y el rey la miró a la cara, reconoció a la hermosa joven que había bailado con él y dijo: -¡Ésta es la verdadera novia! La madrastra y las dos hermanas se asustaron y empalidecieron de rabia, pero él subió a Cenicienta al caballo y se marchó de allí. Al pasar por el pequeño avellano, las dos palomitas blancas dijeron: -Vuélvete y mira, vuélvete y mira, ya no hay sangre en la zapatilla: la zapatilla bien ya le encaja, a la novia de verdad llevas a casa. (Fragmento perteneciente al cuento de Cenicienta)
Jacob Grimm (Cuentos de los hermanos Grimm)
Mi hermana y yo nos encontramos en la playa, sonreímos felices. Mi hermana está vuelta hacia un lado, una sombra oscura le cubre medio rostro. Por eso su sonriente faz aparece dividida en dos. Y, al igual que las máscaras de teatro griego que he visto a veces en las ilustraciones de los libros de texto, su rostro comprende dos significados superpuestos. La luz y la sombra. La esperanza y la desesperanza. La risa y la tristeza. La confianza y la soledad. Yo, por mi parte, miro al objetivo de frente, con naturalidad. Aparte de nosotros, no hay nadie más en la playa. Los
Haruki Murakami (Kafka en la orilla)
Supimos de la rabia que da que el viento te levante la falda y que las rodillas acaban doliéndote a fuerza de mantenerlas apretadas en clase y lo fastidioso y cargante que resulta tener que saltar la comba cuando los chicos juegan al béisbol. Nunca llegamos a entender por qué a las chicas les preocupaba tanto hacerse mayores ni por qué se sentían obligadas a dedicarse cumplidos, pero a veces, cuando uno de nosotros había leído en voz alta una larga parte del diario, debíamos reprimir la necesidad de echarnos los unos en brazos de los otros o de decirnos que estábamos guapísimos. Supimos de esa cárcel que es ser chica, de los impulsos y sueños que genera y por qué acaban sabiendo qué colores combinan y cuáles no. Supimos que las chicas eran gemelas nuestras, que todos existíamos en el espacio como animales con idéntica piel y que si ellas lo sabían todo de nosotros, nosotros en cambio no podíamos sacar nada en claro de ellas. Supimos, finalmente, que las hermanas Lisbon eran en realidad mujeres disfrazadas de niñas, que sabían del amor e incluso de la muerte y que nuestra función se reducía simplemente a emitir una especie de ruido que parecía fascinarlas
Jeffrey Eugenides
Recuerdo cada varita que he vendido, Harry Potter. Cada una de las varitas. Y resulta que la cola de fénix de donde salió la pluma que está en tu varita dio otra pluma, sólo una más. Y realmente es muy curioso que estuvieras destinado a esa varita, cuando fue su hermana la que te hizo esa cicatriz. Harry tragó, sin poder hablar. —Sí, veintiocho centímetros. Ajá. Realmente curioso cómo suceden estas cosas. La varita escoge al mago, recuérdalo… Creo que debemos esperar grandes cosas de ti, Harry Potter… Después de todo, El-que-no-debe-ser-nombrado hizo grandes cosas… Terribles, sí, pero grandiosas.
J.K. Rowling
La vanidad de este poeta se vio, pues, halagada por esta mujer como lo había sido por su madre, por su hermana y por David. Todos a su alrededor seguían levantando el pedestal imaginario en el que él se ponía. Mantenido en sus ambiciosas creencias por todo el mundo, tanto por sus amigos como por la rabia de sus enemigos, se movía en una atmósfera llena de espejismos. Las jóvenes imaginaciones son cómplices tan naturales de estas alabanzas e ideas, todo contribuye de tal modo a servir a un apuesto joven con futuro, que se hace necesaria más de una amarga y fría lección para disipar tales quimeras.
Honoré de Balzac (Lost Illusions)
Espero que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de halagar sus encantos fascinantes y considerarlas como si estuvieran en un estado de eterna infancia, incapaces de valerse por sí mismas. Deseo de veras mostrar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que intenten adquirir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la sensibilidad de corazón, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son sólo objetos de piedad, y de esa clase de amor que ha sido denominada como su hermana, pronto se convertirán en objetos de desprecio. Desechando, pues, esas bellas frases femeninas que los hombres utilizan con condescendencia para dulcificar nuestra dependencia servil, y despreciando esa débil elegancia de mente, esa sensibilidad exquisita y dulce docilidad de conducta que se supone constituyen las características sexuales del recipiente más frágil, deseo mostrar que la elegancia es inferior a la virtud, que el primer objetivo de una loable ambición es adquirir un carácter como ser humano, sin tener en cuenta la distinción de sexo (p. 50-51).
Mary Wollstonecraft (Vindication of the Rights of Women)
Era una de esas mujeres estoicas y praticas de nuestro país, que con cada hombre que pasa por sus vidas tienen un hijo y además recogen en su hogar a los niños que otros abandonan, a los parientes más pobres y a cualquiera que necesite una madre, una hermana, una tía, mujeres que son el pilar central de muchas vidas ajenas, que crían hijos para que se vayan también y que ven partir a sus hombres sin un reproch, porque tienen otras urgencias mayores de las cuales ocuparse. [...] Le dije que había corrido mucho riesgo al ayudarme e ella sonrió. Entonces supe que el coronel García y otros como él tienen sus días contados, porque no han podido destruir el espíritu de esas mujeres
Isabel Allende
Las dos buenas hermanas La Lujuria y la Muerte son dos amables muchachas, pródigas en besos y ricas en salud, cuyo vientre siempre virgen y cubierto de harapos pese al cultivo eterno, jamás fructificó. Al poeta siniestro, enemigo de las familias, favorito del infierno, cortesano de rentas escasas, tumbas y burdeles muestran bajo sus enramadas un lecho que nunca frecuentó el remordimiento. Y la caja de muerto y la alcoba fecundas en blasfemias por turno nos ofrecen, como dos buenas hermanas, terribles placeres y espantosas dulzuras. Lujuria de brazos inmundos, ¿cuándo quieres enterrarme? Y tú, Muerte, su rival en atractivos, ¿cuándo vendrás a injertar en sus mirtos infectos tus oscuros cipreses?
Charles Baudelaire (Les Fleurs du Mal)
Resurrección de Lázaro 38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Casiodoro de Reina (Reina Valera 1960)
Una vez, en la noche medieval, el vampiro había sido muy poderoso, y enormemente temido. Se lo había considerado anatema, y todavía lo era. La sociedad lo perseguía sin descanso. ¿Pero son sus necesidades más sorprendentes que las necesidades de otros animales y hombres? Realmente, mira en tu alma, ¿es el vampiro tan malo? Sólo bebe sangre. ¿Porqué entonces ese juicio malévolo, esa condenación insensat? ¿Porqué el vampiro no podía elegir su vivienda? ¿Porqué debía ocultarse? ¿Porqué exterminarlos? Ah, ya ves, has convertido al desamparado inocente en un animal perseguido. El vampiro carece de medios de subsistencia, no puede educarse. Se le niega el derecho al voto. No es raro que deba arrastrar una existencia noctura y pedatoria. Neville dejó escapar un gruñido. Claro, claro, pero no permitiría que mi hermana se casase con uno.
Richard Matheson (I Am Legend)
—Vale. Está bien. Pero como vuelva a besarme… —Se calló de pronto, tapándose la boca con las manos. Cuando el cerebro de Eve asimiló lo que su hermana acababa de decir saltó como un resorte. —¿Saúl te ha besado? —Em negó con la cabeza—. ¿Cuándo? —Volvió a negar—. ¿Anoche? —Negó de nuevo—. ¿Tú le correspondiste? Emily se levantó de la silla y fue hacia el fregadero, en un vano intento de alejarse de ese interrogatorio. —Te digo que no pasó nada —mintió. —¡Tú también le besaste! —afirmó su hermana. Ella se volvió y la miró. —Pero no se repetirá —señaló mientras se abrazaba a sí misma. —¿Por qué? —preguntó con curiosidad. —Porque no —contestó. —¿Por qué no? —insistió asomando en su rostro una leve sonrisa. —Porque no —sentenció seria pero la reacción de su hermana la descolocó. Eve gritó y comenzó a saltar de alegría por la habitación.
Aileen Diolch (¿Por qué no?)
Una de las cosas que más le intrigaba era cómo se llevaban en realidad el señor y la señora Gibson; otra, si la señora Gibson era derrochadora o no. Así pues, el hecho de que ella le hubiera escrito dos veces en su ausencia demostraba lo que, en aquellos días, se consideraba un afecto conyugal bastante aceptable. Aunque tampoco un exceso: a once peniques y medio el franqueo, una tercera carta habría sido un despilfarro. Una hermana miró a la otra con un gesto de asentimiento cuando Molly aludió a la segunda carta, que llegó a Hollingford justo un día antes de la fecha prevista para el retorno de la señora Gibson. Habían acordado entre ellas que dos cartas arrojaban una cantidad aceptable de buenos sentimientos y adecuado entendimiento entre la familia Gibson: más habría sido un derroche; solo una se habría considerado simple cumplimiento de un deber.
Elizabeth Gaskell (Wives and Daughters)
El problema de jugar al escondite con tu hermana es que a veces se aburre y deja de buscarte. Y allí estás tú -debajo del sofá, dentro del armario, agazapada detrás de un árbol- empeñada en no rendirte por si acaso solo está haciendo tiempo. Pero puede que se haya marchado... A lo mejor está en el salón, viendo la tele y acabándose la bolsa de papas fritas. Esperas. Esperas hasta olvidar que estás esperando, hasta perder de vista que existe algo más allá de la quietud y el silencio; una hormiga trepa por tu rodilla y no mueves ni un dedo. Ya da igual si te busca o no; te basta con esconderte. (Ganas si nadie te encuentra, aunque no te estén buscando). Y solo sales de detrás del árbol cuando tú quieres. Es el primer aliento tras una larga inmersión. Las ramillas chasquean bajo tus pies, y el mundo te recibe, más cálido y brillante. Esté lista o no, allá voy. Allá voy, esté lista o no.
Rainbow Rowell (Fangirl)
Jesús dio a sus apóstoles un mandamiento nuevo, SU PROPIO MANDAMIENTO, como lo dice más adelante, ya no habla de amar al prójimo como a sí mismo sino de amarlo como él, Jesús, lo ha amado. Jesús, Tú conoces mejor que yo mi debilidad, mi imperfección, sabes muy bien que jamás podría amar a mis hermanas como Tú las amas, si tú mismo, Jesús mío, no las amaras también en mí. Tu voluntad es amar en mí a todos aquellos a quienes me ordenas amar. Estoy convencida de que cuando ejercito la caridad, es Jesús sólo quien obra en mí: cuanto más unida a Él estoy, tanto más amo a todas mis hermanas. Cuando quiero aumentar en mí el amor, y sobre todo, cuando el demonio intenta poner ante los ojos de mi alma los defectos de tal o cual hermana que me resulta menos simpática, me apresuro a descubrir sus virtudes, sus buenos deseos, me digo que si la he visto caer una vez quizá ha ganado [13rº] muchas victorias que oculta por humildad, y que esa aparente falta sea tal vez, a causa de la intención, un acto de virtud.
Thérèse of Lisieux (Story of a Soul: The Autobiography of St. Thérèse of Lisieux)
¿Cuándo cambié a tus ojos? Adam me miró con otro «tú estás loca». —No pienso contártelo. —¿Por qué no? —Porque es una de esas cosas de tíos que no entenderías y que probablemente te cabreará. Genial. Ahora estaba definitivamente intrigada. —No me enfadaré. Solo dímelo por favor —le supliqué con dulzura. —Vale. —Me miró con cautela—. Fue la mañana siguiente a tu decimoctavo cumpleaños. Mis ojos se agrandaron al recordarlo. «¿En serio?» —Sí, la mañana en la que tú… oh, casualmente, me dijiste que habías perdido la virginidad. ¿Fue ese el momento en que se dio cuenta de que sentía algo por mí? Dios… Joss tenía razón, los hombres era trogloditas. (...) Adam había estado celoso. No fue lo que me pareció en aquel momento. —Supe que estabas enojado conmigo, pero creí que era otro de esos episodios de «hermano mayor sobreprotector». —¡No! —Adam movió la cabeza sombríamente, se echó hacia atrás y se apoyó en las palmas de las manos—. Fue uno de esos episodios «estoy buscando a la hermana pequeña de mi mejor amigo, que me acaba de decir que se ha acostado con un tío por primera vez y lo único que veo son sus labios hinchados y su pelo revuelto recién salido de la cama y me he puesto jodidamente cachondo». —Sus ojos se detuvieron en mi boca conforme recordaba—. Mi cuerpo reaccionó a lo que habías dicho antes de que pudiera hacerlo mi cabeza. De repente me encontré preguntándome cómo sería ser acariciado por tus labios, a qué sabrías, cómo me sentiría al tener tus largas piernas alrededor de mi espalda mientras empujaba dentro de ti... —Me sacudí, notando cómo se me calentaba la piel ante el conocimiento de que Adam había estado teniendo pensamientos lascivos sobre mí durante mucho tiempo sin que yo tuviera ni idea—. Así que me cabreé. Conmigo por desearte así. Y también contigo… por dejarle probarte… Nuestras miradas se encontraron y mi respiración se tornó pesada. Supe que si no decía nada terminaríamos haciendo el amor en la segunda habitación antes de que pudiéramos acabar nuestro paseo por el sendero de la memoria.
Samantha Young (Until Fountain Bridge (On Dublin Street, #1.5))
CAPITULO UNO: —¡No llores! La mano abierta voló hasta chocar contra la mejilla de la pequeña Rura, que cayó al suelo de rodillas y se mordió los labios con fuerza para acallar los sollozos que hasta aquel momento salían desgarradores por su boca. El pequeño cuerpecito tembló cuando vio que su padre volvía a moverse con la mano levantada, yendo hacia ella. Al final el príncipe Nikui se detuvo muy cerca, pero no volvió a pegarla. Se quedó allí mirándola, resollando enfurecido, hasta que habló. —Nunca debiste haber nacido. No sirves para nada. Salió de allí, dejando a la pequeña Rura, de seis años, temblando en el suelo de su habitación. Rura sabía que su padre tenía razón. Estaba maldita. Su nacimiento fue un error, y con su llegada causó la muerte de su madre Surebu, la concubina favorita del príncipe heredero. Nunca permitían que lo olvidase. Ninguno de ellos. Se levantó y arrastró sus pequeños piececitos hasta el camastro que le hacía de cama. Su habitación era diminuta, comparada con las de sus hermanas. Claro que ella era una bastarda e hija de una esclava, y sus hermanas, princesas imperiales. Rura no tenía muy claro qué significaba ser una bastarda, pero sabía que era algo malo porque cuando la llamaban así, lo hacían en un tono de desprecio que la hacía temblar y le provocaba ganas de llorar. Pero una princesa no debía llorar, se lo había oído decir a su padre muchas veces. Nadie la llamaba así, princesa, excepto ella misma. Al fin y al cabo era hija de un príncipe, ¿no? así que por fuerza tenía que ser una princesa. Se metió dentro del camastro y se acurrucó, tapada con la manta. ¿Por qué su padre no la quería? Lo había visto con sus hermanas, y con ellas era hasta cariñoso. Las hacía reír y las acariciaba. Pero nunca a Rura. Su pequeña cabecita dio vueltas y más vueltas. Había muchas cosas que no comprendía aún, pero se haría mayor y las entendería. Estaba tan segura de eso como de que cada día salía el sol, y que en invierno, nevaba. Encontraría la manera de que su padre la amase, se dijo cerrando los ojitos.
Alaine Scott (La princesa sometida (Cuentos eróticos de Kargul #3))
15 de agosto de 1343 Misa solemne de campaña El ejercito entero, concentrado en la playa, rendia culto a la Virgen de la Mar. Pedro III habia cedido a las presiones del Santo Padre y pactado una tregua con Jaime de Mallorca. El rumor corrio entre el ejercito. Arnau no escuchaba al sacerdote; pocos lo hacian, la mayoria tenia el rostro contrito. La Virgen no consolaba a Arnau. Habia matado. Habia talado arboles. Habia arrasado vinas y campos de cultivo ante los asustados ojos de los campesinos y de sus hijos. Habia destruido villas enteras y con ellas los hogares de gentes de bien. El rey Jaime habia conseguido su tregua y el rey Pedro habia cedido.Arnau recordo las arengas de Santa Maria de la Mar: "Cataluna os necesita! El rey Pedro os necesita! Partid a la guerra!". Que guerra? Solo habian sido matanzas. Escaramuzas en las que los unicos que perdieron fueron las gentes humildes, los soldados leales… y los ninos, que pasarian hambre el proximo invierno por falta de grano. Que guerra? La que habian librado obispos y cardenales, correveidiles de reyes arteros? El sacerdote proseguia con su homilia pero Arnau no escuchaba sus palabras. Para que habia tenido que matar? De que servian sus muertos? La misa finalizo. Los soldados se disolvieron formando pequenos grupos. - Y el botin prometido? - Perpiñan es rica, muy rica -oyo Arnau. - Como pagara el rey a sus soldados si ya antes no podia hacerlo? Arnau deambulaba entre los grupos de soldados. Que le importaba a el el botin? Era la mirada de los niños lo que le importaba; la de aquel pequeño que, agarrado a la mano de su hermana, presencio como Arnau y un grupo de soldados arrasaban su huerto y esparcian el grano que debia sustentarles durante el invierno. Por que?, le preguntaron sus ojos inocentes. Que mal os hemos hecho nosotros? Probablemente los niños fueran los encargados del huerto, y permanecieron alli, con las lagrimas cayendo por sus mejillas, hasta que el gran ejercito catalan termino de destruir sus escasas posesiones. Cuando terminaron, Arnau ni siquiera fue capaz de volver la mirada hacia ellos.
Ildefonso Falcones (La catedral del mar (La catedral del mar, #1))
—Yo me reí con él, al principio, pero acabé pensando igual que tu madre, presentí que eras una pequeña viciosa, una perdida potencial. La imagen se me quedó grabada en la cabeza, tú, desnuda, oliendo el camisón y repitiendo en voz baja, me ha cambiado el olor, aquella noche me masturbé con eso, fui construyendo una fantasía sólida, enloquecida, alrededor de esa imagen, una noche detrás de otra, me quedaba colgado de aquella imagen, tú escondiéndote por los rincones, despistando a todos tus hermanos y hermanas, para desnudarte y olerte, barriendo con la nariz la cama de tus padres para tocarte después, eras encantadora, claro que te imaginaba más mayor, cuando salí y te volví a ver, me asombré de que fueras todavía tan pequeña, pero ya había decidido que merecía la pena esperar, para intervenir en tu perdición, y esperé... Los ojos se me habían llenado de lágrimas. Como no quería que me viera, me di media vuelta, me arrebujé debajo de las sábanas y procuré no hacer ningún ruido. Fue inútil. Él se dio cuenta de todo, se acercó a mí, me abrazó, me besó en la frente y apagó la luz, para que pudiera llorar a gusto.
Almudena Grandes (Las edades de Lulú)
personas terminan su vida mucho antes de morir, y sus vidas extendidas solo son una aparición. Tú diste tu último paso hace dos días… y ahora has encontrado la armonía eterna. DOCTORA MANCI SCHWALBOVA, por Alma Rosé, directora de la orquesta femenina de Auschwitz, que falleció el 5 de abril de 1944. A Helena Citron se le apareció su padre en sueños. Le dijo que su hermana Ruzinka se había hecho pasar por gentil, pero la habían encontrado. Al día siguiente, durante el almuerzo, Irena y otras chicas de Humenné miraban por la ventana de los barracones de clasificación y vieron a la hermana de Helena. Era muy raro, porque había llegado el transporte de Hungría. Lo primero que vieron fue el pelo rubio platino de Aviva y después a su madre Ruzinka, que además llevaba a un recién nacido en brazos. «¡Ven! ¡Ven! ¡Helena! —gritaban sus amigas—. Viene Ruzinka.» El sueño se había hecho realidad. Llena de angustia y tristeza, Helena se ocultó tras las montañas de ropa. No quería ver a su hermana antes de que muriera. ¿Para qué? Su mente y su corazón se debatían. ¿Cómo iba a sobrevivir a esto también? «Sabía que había desaparecido mi familia entera: mis tres hermanos, mis padres y mi hermana mayor. Pero ella era la última hermana que me quedaba.» Entonces algo
Heather Dune Macadam (Las 999 mujeres de Auschwitz: La extraordinaria historia de las jóvenes judías que llegaron en el primer tren a Auschwitz (Spanish Edition))
Cuando Adam Smith se sentaba a cenar, pensaba que si tenía la comida en la mesa no era porque les cayera bien al carnicero y al panadero, sino porque estos perseguían sus propios intereses por medio del comercio. Era, por tanto, el interés propio el que le servía la cena. Sin embargo, ¿era así realmente? ¿Quién le preparaba, a la hora de la verdad, ese filete a Adam Smith? Adam Smith nunca se casó. El padre de la ciencia económica vivió la mayor parte de su vida con su madre,[13] que se encargaba de la casa mientras un primo gestionaba sus finanzas. Cuando Smith ocupó el puesto de director de aduanas en Edimburgo, su madre se mudó a vivir con él. Toda su vida se dedicó a cuidar de su hijo; a la hora de responder a la pregunta de cómo llegamos a tener nuestra comida en la mesa, ella es la parte que Adam Smith pasó por alto. En la época en la que Adam Smith escribió sus teorías, para que el carnicero, el panadero y el cervecero pudieran ir a trabajar, era condición sine qua non que sus esposas, madres o hermanas dedicaran hora tras hora y día tras día al cuidado de los niños, la limpieza del hogar, preparar la comida, lavar la ropa, servir de paño de lágrimas y discutir con los vecinos. Se mire por donde se mire, el mercado se basa siempre en otro tipo de economía. Una economía que rara vez tenemos en cuenta. La
Katrine Marçal (¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?: Una historia de las mujeres y la economía)
Quien sea el sustento de los suyos con su trabajo no tiene ya derecho a sacrificarse. Eso es desertar de la familia. ¡Y los que tienen hijas y los que tienen hermanas! ¿Lo habéis pensado? Dejáis que os maten, ya estáis muertos, muy bien. ¿Y mañana? Unas muchachas sin pan, ¡qué cosa tan terrible! El hombre pide limosna, la mujer se vende. (...) Pensad en vuestras hermanas, los que las tengáis. La miseria, la prostitución, los guardias, Saint-Lazare, a eso es a lo que van a ir a parar esas jóvenes delicadas y hermosas, esos frágiles prodigios de pudor, de encanto y de hermosura, más lozanos que las lilas del mes de mayo. ¡Ah, que habéis querido que os matasen! ¡Ah, que ya no estáis ahí! Muy bien; por querer sacar al pueblo de las manos de la monarquía, entregáis a vuestras hijas a la policía. Amigos, cuidado, tened compasión. Hay poca costumbre de acordarse de las mujeres, de las desdichadas mujeres. Nos fiamos de que a las mujeres no las educaron como a los hombres, les impedimos leer, les impedimos pensar, les impedimos meterse en política. Pero ¿vais a poder impedirles que vayan a la morgue esta noche para identificar vuestros cuerpos? Vamos, que quienes tengan familia se porten como buenas personas y nos den un apretón de manos y se vayan y nos dejen rematar solos este asunto. Ya sé que se necesita mucho valor para irse, es difícil; pero más que difícil es meritorio.
Victor Hugo (Les Misérables)
Elle Wiesel, premio Nobel, había vivido sólo para Dios durante su infancia en Hungría; su vida había estado configurada por el Talmud y esperaba ser iniciado un día en los misterios de la cábala. Cuando era niño lo llevaron a Auschwitz y, después, a Buchenwald. Durante su primera noche en el campo de concentración, al ver el humo negro que subía en espiral hacia el cielo desde el horno crematorio donde iban a meter los cuerpos de su madre y de su hermana, experimentó que las llamas habían consumido su fe para siempre. Se encontraba en un mundo que correspondía objetivamente al mundo sin Dios imaginado por Nietzsche. «Nunca olvidaré aquel silencio nocturno que me privó, para siempre, del deseo de vivir —escribió años más tarde—. Nunca olvidaré esos momentos en que asesinaron a mi Dios y a mi alma y que convirtieron mis sueños en polvo.»[33] Un día la Gestapo iba a colgar a un niño. Incluso las S. S. estaban preocupadas por la idea de colgar a un niño ante miles de espectadores. El niño —que, como recuerda Wiesel, tenía la cara de un «ángel de ojos tristes»—, estaba silencioso, lívidamente pálido y casi tranquilo al subir a la horca. Detrás de Wiesel, uno de los prisioneros preguntó: «¿Dónde está Dios? ¿Dónde está?». El niño tardó media hora en morir mientras a los prisioneros se los obligaba a mirarlo de frente. El mismo hombre preguntó de nuevo: «¿Dónde está Dios ahora?». Y Wiesel oyó, dentro de sí, una voz que respondía: «¿Dónde está? Está aquí, pendiendo de esta horca».
Karen Armstrong (Una historia de Dios: 4000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo y el islam (Contextos) (Spanish Edition))
Una fuente de paz sin explotar Una fuente de paz sin explotar, pues la única esperanza real es recurrir a la sabiduría colectiva de las mujeres, aquellas que tienen experiencia directa del precio de una guerra: la vida de un niño, de un nieto, un hermano, un esposo; la pérdida de un miembro o de la cordura de alguien cercano y querido; la pérdida de la risa, la dominación del miedo; la pérdida de esperanza para el futuro.   Una fuente de paz sin explotar, aquellas que han vivido la violencia doméstica: que han visto en sus hijos los efectos de la intimidación, que han visto enmudecer a sus hijas, que han visto apagarse la luz en sus ojos; aquellas que saben que cuando cada niña y cada niño importen, cuando ninguno de ellos pase hambre, soporte abusos o quede excluido, el mundo será un lugar más amable para todos nosotros.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres con empatía que viven en un mundo aparte, que se sienten seguras, queridas, afortunadas y, no obstante, son capaces de imaginar lo que es verse impotente, golpeada, violada, forzada luego a dar a luz a esa criatura concebida en la violencia; mujeres que saben en lo hondo de sus corazones que lo que le sucede a cualquier mujer en cualquier parte podría sucederles a ellas.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres que ven a sus seres queridos sedientos de venganza, llenos de odio, constantemente en guardia, devorados por el miedo o temerosos de dormirse a causa de las pesadillas; maridos, hermanos, hijos, y ahora hijas que vuelven de la guerra y se parecen poco a lo que hubieran podido ser en un mundo de paz.   Una fuente de paz sin explotar, las mujeres reunidas en círculos, las mujeres conectadas, las mujeres unidas que traen la feminidad sagrada, el instinto maternal, el arquetipo de la hermana, el poder de la Madre al mundo.   JEAN SHINODA BOLEN
Jean Shinoda Bolen (Mensaje urgente a las mujeres)
Lejos, desde mi colina. A veces sólo era un llamado de arena en las ventanas, una hierba que de pronto temblaba en la pradera quieta, un cuerpo transparente que cruzaba los muros con blandura dejándome en los ojos un resplandor helado, o el ruido de una piedra recorriendo la indecible tiniebla de la medianoche; a veces, sólo el viento. Reconocía en ellos distantes mensajeros de un país abismado con el mundo bajo las altas sombras de mi frente. Yo los había amado, quizás, bajo otro cielo, pero la soledad,las ruinas y el silencio eran siempre los mismos. Más tarde, en la creciente noche, miraba desde arriba la cabeza inclinada de una mujer vestida de congoja que marchaba a través de todas sus edades como por un jardín antiguamente amado. Al final del sendero, antes de comenzar la durmiente planicie, un brillo memorable, apenas un color pálido y cruel, la despedía; y más allá no conocía nada. ¿Quién eras tú, perdida entre el follaje como las anteriores primaveras, como alguien que retorna desde el tiempo a repetir los llantos, los deseos, los ademanes lentos con que antaño entreabría sus días? Sólo tú, alma mía. Asomada a mi vida lo mismo que a una música remota, para siempre envolvente, escuchabas, suspendida quién sabe de qué muro de tierno desamparo, el rumor apagado de las hojas sobre la juventud adormecida, y elegías lo triste, lo callado, lo que nace debajo del olvido. ¿En qué rincón de ti, en qué desierto corredor resuenan los pasos clamorosos de una alegre estación, el murmullo del agua sobre alguna pradera que prolongaba el cielo, el canto esperanzado con que el amanecer corría a nuestro encuentro y también las palabras, sin duda tan ajenas al sitio señalado, en las que agonizaba lo imposible? Tú no respondes nada, porque toda respuesta de ti ha sido dada. Acaso hayas vivido solamente aquello que al arder no deja más que polvo de tristeza inmortal, lo que saluda en ti, a través del recuerdo, una eterna morada que al recibirnos se despide. Tú no preguntas nada, nunca, porque no hay nadie ya que te responda. Pero allá, sobre las colinas, tu hermana, la memoria, con una rama joven aún entre las manos, relata una vez más la leyenda inconclusa de un brumoso país.
Olga Orozco (Desde Lejos)
¿Los conventos son, pues, tan esenciales para la constitución de un Estado? ¿Instituyó Cristo a los monjes y a los religiosos? ¿La Iglesia no puede, acaso, prescindir de ellos en absoluto? ¿Qué necesidad tiene el Estado de tantas vírgenes enloquecidas, y la especie humana de tantas víctimas? ¿No se percibirá nunca la necesidad de reducir la abertura de estas simas donde van a perderse futuras generaciones? ¿Todas las oraciones rutinarias que allí se hacen, valen acaso lo que una limosna que la conmiseración da a un pobre? Dios, que creó sociable al hombre, ¿aprueba que se le encierre? Dios, que lo creó tan inconstante y frágil, ¿puede autorizar la inseguridad de sus votos? Estos votos, contrarios a la inclinación general de la naturaleza, ¿pueden nunca ser cumplidamente observados excepto por algunas criaturas mal constituidas en las que los gérmenes de las pasiones están marchitos, y que con razón serían consideradas como monstruos si nuestras luces nos permitieran conocer tan fácilmente y tan bien la estructura interior del hombre como su forma exterior? ¿Todas estas ceremonias lúgubres que se observan en la toma de hábito y en la profesión de éstos, al consagrar un hombre o una mujer a la vida monástica y a la desgracia, suspenden acaso las funciones fisiológicas? Al contrario, ¿no se despiertan éstas en el silencio, la sujeción y la ociosidad con una violencia desconocida a la gente del mundo ocupada en una multitud de distracciones? ¿Dónde se ven mentes obsesionadas por espectros impuros que las siguen y las perturban? ¿Dónde este profundo fastidio, esa palidez, ese enflaquecer, todos los síntomas de la naturaleza que languidece y se consume? ¿Dónde las noches son turbadas por los gemidos, los días empapados de lágrimas derramadas sin motivo, precedidas de una melancolía que nadie sabe a qué atribuir? ¿Dónde la naturaleza, sublevada por una sujeción para la que no está hecha, rompe los obstáculos que se le oponen, tórnase furiosa y lanza la economía animal a un desorden que no tiene ya remedio? ¿En qué sitio la tristeza y el mal humor han aniquilado todas las cualidades sociales? ¿Dónde no existe padre, ni hermano, ni hermana, ni amigo? ¿Dónde el hombre, al considerarse sólo como ser de un instante fugaz, trata las relaciones más dulces de este mundo como un viajero los objetos que encuentra, sin afección? ¿Dónde está la sede del odio, del hastío y de los enervantes? ¿Dónde el lugar de la servitud y del despotismo? ¿Dónde los odios que nunca se extinguen? ¿Dónde las pasiones encubiertas en el silencio? ¿Dónde la morada de la crueldad y de la curiosidad? Nadie conoce la historia de estos asilos, decía a continuación el señor Manouri en su defensa; nadie la conoce. Añadía en otro lugar: «Hacer voto de pobreza es comprometerse mediante juramento a ser perezoso y ladrón; hacer voto de castidad equivale a prometer a Dios la infracción constante de la más sabia y más importante de sus leyes; hacer voto de obediencia es renunciar a la prerrogativa inalienable del hombre: la libertad. Si uno observa estos votos es un criminal; si no los observa, perjuro. La vida claustral es propia de un fanático o de un hipócrita.
Denis Diderot (La Religieuse (French Edition))
Caminaban un día de verano un pobre hombre, ya de buena edad, y una mujer con un muchacho de pocos años. Llevaban delante consigo un jumentillo, que servía de llevarles un poco de ropa que tenían: carga tan moderada y poca, que podía ir bien a la ligera. Acertó a pasar cerca dellos un caminante, y mirando a los tres que iban por el camino y el jumento desembarazado, algo enojado les dijo: «¿Hay tan poco saber de personas, que lleven ahí una bestia holgando y sin carga, y que una mujer, de su natural para poco, delicada y flaca, vaya a pie? Tened juicio, buen viejo, que yo os ayudaré; y suba en ese jumento esa buena mujer; que mejor irá en él que no reventando por las asperezas deste monte». Pareciole bien al casado lo que el pasajero le había dicho, y llegándose a una peña, hizo que su mujer fuese caballera, y los dos siguiéndola iban a pie. Poco anduvieron, cuando otro que venía por el mismo camino les salió al encuentro, y saludándoles, les dijo: «Harto mejor fuera, padre honrado, que un hombre como vos, de tantos días, que es milagro poderos tener en pie, fuera caballero y ocupara aquel animal, y no la mujer que llevais en él, pues las de su género de suyo son inclinadas a pasearse, y esta era ocasión en que pudiera sacar los pies de mal año, habiéndosela ofrecido de caminar a pie, y como buen bailador menearlos apriesa. Bajad, hermana, y suba ese buen viejo; que sus años y canas están pidiendo lo que yo os digo». A tan buenas razones obedeció la casada: apeose y subió su marido en el jumento, prosiguiendo su viaje, adonde de allí a poco rato encontraron unos caminantes, que, mirando al hombre caballero y a la mujer y mozuelo en seguimiento suyo, con muy grandes risadas empezaron a hacer burla dél, diciendo: «¡Salvaje! Apeaos y tened vergüenza: ¿no veis que va ese niño despeado, sin aliento y con tan grande calor, y que vos, tan grande como vuestro abuelo, sin reparar en nada, vais hecho una bestia, pudiendo andar harto mejor y con más descanso que ese pobrecito que os sigue?». Confuso el padre, bajó de su jumento, poniendo en él al hijuelo, y siguiéndole los dos casados, hasta que, viniendo nueva gente, le dijeron: «Subid en esa bestia con ese muchacho; que poca carga será, y la que lleva ahora es casi nada, y a ratos iréis mudando de personas, y no reventando en seguimiento de quien camina tan sin pesadumbre por verse holgado y con tan poco peso». Cuadrole al anciano el consejo que le daban, y poniendo al muchacho delante, subió el atrás, con ánimo que de allí a un rato bajaría él y podría ir caballera su mujer, y así, con algún descanso, mudándose, acabar su jornada. Mas durole poco su sosiego, porque, como viniesen otros pasajeros y viesen al padre y al hijuelo sobre el jumento, comenzaron a darles matraca, diciendo: «¡Buen año! ¿No veis? Dos van caballeros, y ¡con qué conciencia! Alquilado debe de ser el asnillo, pues a ser propio no lo hicieran con él de la suerte que vemos ni tan mal le trataran. ¡Hideputa, buen hombre, qué buen alma tiene! ¡Buena llegará la bestia a la posada! Apostaré que del gran cansancio no puede comer bocado. Bajad enhorabuena o en la otra, que buenos cuartos tenéis y cerca está el pueblo, y no quitéis la vida a ese jumento, siquiera porque es vuestro prójimo». Estas razones le dijeron al labrador, y conociendo entonces bien a la clara los varios pareceres y natural condición que guardan los hombres en materia de su gusto y opinión, vuelto a su mujer y al hijuelo, los dijo: «No hay que reparar en lo que pueden decir de nosotros; que el qué dirán de las gentes es bobería, si no es locura. Cada uno se acomode como pudiere y alargue el pie conforme a la sabana; que, si a mí me falta, el que dice o mormura ni lo da ni lo presta, y él se queda con su dicho y yo con lo que tengo entonces o me falta. Vase él a su casa dejándome a mí en la mía. Vámonos como pudiéremos con nuestro jumento, y diga lo que le agradare cada uno».
Jerónimo de Alcalá (El Donado Hablador: Alonso, Mozo De Muchos Amos (Spanish Edition))
El segundo grupo son las diosas vulnerables: Hera, diosa del matrimonio, Deméter, diosa de las cosechas, y Perséfone, su hermana. Este grupo de diosas influye en las mujeres más dependientes y que necesitan tener relaciones significativas, como esposas, madres o hijas. Expresan sus necesidades de afiliación o vinculación y al estar armonizadas con otras personas son vulnerables; «cada una de ellas puede proporcionar a las mujeres una comprensión interna de la naturaleza y una pauta de las propias reacciones que deben abandonarse y el potencial para el crecimiento interno».
Anonymous
No todos los hombres somos unos machistas No todos los hombres, pero sí todo el sistema. Quiero decir, puede que no todos los hombres estén de acuerdo con el machismo, pero sí han sido todos educados en esa ideología, al igual que todas las mujeres. Es imposible escapar de ello, por mucho que te hayas criado con muchas hermanas o rodeado de mujeres a las que adoras, por mucho que en tu casa tu padre ponga la mesa o planche y sea tu madre la que trabaja y trae el dinero a casa y por mucho que te inculquen valores feministas; en el cole, en la tele, en la publicidad, el mundo sigue siendo machista y el mundo también educa.
Leticia Dolera (Morder la manzana: La revolución será feminista o no será)
Toda esa energía que nos han dicho que teníamos que invertir para competir entre nosotras y juzgarnos como si fuéramos las hermanas de Cenicienta, podemos invertirla en estrechar los lazos que ya existen y crear otros nuevos.
Leticia Dolera (Morder la manzana: La revolución será feminista o no será)
Estoy harta de ser la fuerte. A veces pienso que solo existo para que los demás se sientan bien: desde mi madre, mis hermanas, en mi trabajo... Hola, [...] no te preocupes que no te daré problemas, de hecho, no los tengo, pero puedes darme los tuyos. Yo te los soluciono. Me siento como un parque de atracciones para adultos insatisfechos que solo vienen a divertirse y se van. O más bien, un balneario. Vienen a curar su autoestima, sus problemas y cuando ya la tienen alta y se lo pueden permitir, no sólo irse sin dar nada a cambio, si no racanearme un gesto de cariño, un "te quiero", se permiten decirte "las cosas como son", "con sinceridad", es decir, a lo bestia, sin aderezos, porque se supone que a ti no va a dolerte. Eres una superwoman. Qué coño. Tú puedes con eso y más
Vanessa Montfort (Mujeres que compran flores)
She had never seen anything so terrifyingly beautiful, and as she watched the sunlight glint off its body, a shimmering movement of yellow and black, she remembered what her mother had told her.
Raedene Jeannette Melin (Las Hermanas)
It was the first time in her life that she had been completely consumed by rage, its effect almost calming as she swore she would kill them the moment they returned. But they never came back to the village and as she walked up and down the street, that familiar feeling rushed to life inside her once again, caressing her bones like an old friend.
Raedene Jeannette Melin (Las Hermanas)
Adi could count on one hand the number of times she had ever been afraid of hurting someone she loved. Most of them happened when she was young, but as she walked into the village and saw Helena's anxious face, she realized two things: she was no longer a child and she could not knowingly hurt her, no matter the consequence.
Raedene Jeannette Melin (Las Hermanas)
They talked in hushed tones while looking at her, sending chills all over her body. This was not happening, this was not going to happen to her.
Raedene Jeannette Melin (Las Hermanas)
La hermana de Max, que está tan enamorada de su novio que intenta arreglárselas para hablar a solas con las visitas, pues cara a cara es más fácil explayarse sobre el amor y repetirse
Franz Kafka
La hermana de Max, que está tan enamorada de su novio que intenta arreglárselas para hablar a solas con las visitas, pues cara a cara es más fácil explayarse sobre el amor y repetirse.
Franz Kafka
Mezclábamos nuestras lágrimas a sus aguas, para beberlas de nuevo de la misma fuente donde las derramábamos. ¿No sería esta cisterna imagen de María, en cuyo corazón secábamos nuestro llanto y bebíamos la más pura consolación?" Hermana Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado de María
Luis Kondor SVD (Memorias de la Hermana Lucía (volumen 1))
«Adiós, todo irá bien». Las dos hermanas nunca volverán a verse.
Francesca Paci (Un amor en Auschwitz)
Todas las mujeres son mis hermanas y sus problemas son mis problemas.
Abhijit Naskar
Soy colombiana, aunque en realidad ya no soy de ningún lugar. Junto a la condesa y las hermanas, comprendí que nunca se es de ningún lugar concreto, sino de todos, porque todos los lugares son el mismo. Las separaciones las hemos hecho los hombres y las mujeres para aislarnos de los demás. El Dalai Lama dice que por más que se esfuerza en buscarlas, jamás ve desde los aviones las líneas de las fronteras entre países. —
Jordi Diez (El péndulo de Dios)
Los Hitler, los Mussolini... ¡Balas! ¡Balas! ¡Balas! ¡Balas! Las dos víboras de Europa que con la muerte se pactan. Pero ... allá vienen las viudas, las madres y las hermanas. El aire se va salado con la sal de tantas lágrimas. El agua del río huele a un millón de puñaladas. Por allá vienen las viudas, las madres y las hermanas. Subiendo la cuesta vienen todas ellas enlutadas, y su dolor canta el himno que hará el futuro de España. ¡Ochenta mil hombres muertos! The Hitlers, the Mussolinis... Bullets! Bullets! Bullets! Bullets! The two vipers of Europe who pact with death. But...there come the widows, the mothers and the sisters. The air leaves salted with the salt of so many tears. The water of the river smells of a million stab wounds. There come the widows the mothers and the sisters. Climbing the hill they come all in mourning and their pain sings the hymn that will make the future of Spain. Eighty thousand men dead! (From "Ochenta Mil/Eighty Thousand")
Julia de Burgos