La Otra Conquista Quotes

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Anhele el amor, Marcus. Haga de él su más hermosa conquista, su única ambición. Después de los hombres, habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros. Después de la gloria, hay otras glorias. Después del dinero, hay más dinero. Pero después del amor, Marcus, después del amor, no queda más que la sal de las lágrimas.
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
Para mí yo no busco otra corona que la que todos pueden pretender, ni ansío la conquista de otro mundo que el que está dentro de mi propio ser.
Louisa May Alcott (Under the Lilacs)
«Anhele el amor, Marcus. Haga de él su más hermosa conquista, su única ambición. Después de los hombres, habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros. Después de la gloria, hay otras glorias. Después del dinero, hay más dinero. Pero después del amor, Marcus, después del amor, no queda más que la sal de las lágrimas.»
Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert)
Estas salidas de lo convencional, si se hacen alegremente y sin darles importancia, no en plan provocador sino con espontaneidad, acaban tolerándose incluso en las sociedades más convencionales. Poco a poco, se puede ir adquiriendo la posición de lunático con licencia, al que se le permiten cosas que en otra persona se considerarían imperdonables.
Bertrand Russell (La conquista de la felicidad (Spanish Edition))
La belleza carente de fuerza odia al entendimiento porque éste exige de ella lo que no está en condiciones de dar. Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta ante la muerte y se mantiene pura de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo en el absoluto desgarramiento. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se aparta de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y, hecho esto, pasamos sin más a otra cosa, sino que sólo es esta potencia cuando mira cara a cara a lo negativo y permanece cerca de ello. Esta permanencia [en lo negativo] es la fuerza mágica que hace que lo negativo vuelva al ser.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Phenomenology of Spirit)
En el fondo, la conquista no sólo es el origen, es también el fin supremo de todos los Estados grandes o pequeños, poderosos o débiles, despóticos o liberales, monárquicos o aristocráticos, democráticos y socialistas también, suponiendo que el ideal de los socialistas alemanes, el de un gran Estado comunista, se realice alguna vez. Que ella fue el punto de partida de todos los Estados, antiguos y modernos, no podrá ser puesto en duda por nadie, puesto que cada página de la historia universal lo prueba suficientemente. Nadie negará tampoco que los grandes Estados actuales tienen por objeto, más o menos confesado, la conquista. Pero los Estados medianos y sobre todo los pequeños, se dirá, no piensan más que en defenderse y sería ridículo por su parte soñar en la conquista. Todo lo ridículo que se quiera, pero sin embargo es su sueño, como el sueño del más pequeño campesino propietario es redondear sus tierras en detrimento del vecino; redondearse, crecer, conquistar a cualquier precio y siempre, es una tendencia fatalmente inherente a todo Estado, cualquiera que sea su extensión, su debilidad o su fuerza, porque es una necesidad de su naturaleza. ¿Qué es el Estado si no es la organización del poder? Pero está en la naturaleza de todo poder la imposibilidad de soportar un superior o un igual, pues el poder no tiene otro objeto que la dominación, y la dominación no es real más que cuando le está sometido todo lo que la obstaculiza; ningún poder tolera otro más que cuando está obligado a ello, es decir, cuando se siente impotente para destruirlo o derribarlo. El solo hecho de un poder igual es una negación de su principio y una amenaza perpetua contra su existencia; porque es una manifestación y una prueba de su impotencia. Por consiguiente, entre todos los Estados que existen uno junto al otro, la guerra es permanente y su paz no es más que una tregua. Está en la naturaleza del Estado el presentarse tanto con relación a sí mismo como frente a sus súbditos, como el objeto absoluto. Servir a su prosperidad, a su grandeza, a su poder, esa es la virtud suprema del patriotismo. El Estado no reconoce otra, todo lo que le sirve es bueno, todo lo que es contrario a sus intereses es declarado criminal; tal es la moral de los Estados. Es por eso que la moral política ha sido en todo tiempo, no sólo extraña, sino absolutamente contraria a la moral humana. Esa contradicción es una consecuencia inevitable de su principio: no siendo el Estado más que una parte, se coloca y se impone como el todo; ignora el derecho de todo lo que, no siendo él mismo, se encuentra fuera de él, y cuando puede, sin peligro, lo viola. El Estado es la negación de la humanidad.
Mikhail Bakunin (God and the State)
Comprendí al punto: era la lucha entre los hombres y las máquinas, preparada, esperada y temida desde hace mucho tiempo, la que por fin había estallado. Por todas partes yacían muertos y mutilados, por todas partes también automóviles apedreados, retorcidos, medio quemados; sobre la espantosa confusión volaban aeroplanos, y también a éstos se les tiraba desde muchos tejados y ventanas con fusiles y con ametralladoras. En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas. Otros anuncios, en cambio, en colores más finos y menos infantiles, redactados en una forma muy inteligente y espiritual, prevenían con afán a todos los propietarios y a todos los circunspectos contra el caos amenazador de la anarquía, cantaban con verdadera emoción la bendición del orden, del trabajo, de la propiedad, de la cultura, del derecho, y ensalzaban las máquinas como la más alta y última conquista del hombre, con cuya ayuda habríamos de convertirnos en dioses. Pensativo y admirado leí los anuncios, los rojos y los verdes; de un modo extraño me impresionó su inflamada oratoria, su lógica aplastante; tenían razón, y, hondamente convencido, me quedé parado ya ante uno, ya ante el otro, y, sin embargo, un tanto inquieto por el tiroteo bastante vivo. El caso es que lo principal estaba claro: había guerra, una guerra violenta, racial y altamente simpática, en donde no se trataba de emperadores, repúblicas, fronteras, ni de banderas y colores y otras cosas por el estilo, más bien decorativas y teatrales, de fruslerías en el fondo, sino en donde todo aquel a quien le faltaba aire para respirar y a quien ya no le sabia bien la vida, daba persuasiva expresión a su malestar y trataba de preparar la destrucción general del mundo civilizado de hojalata. Vi cómo a todos les salía risueño a los ojos, claro y sincero, el afán de destrucción y de exterminio, y dentro de mí mismo florecían estas salvajes flores rojas, grandes y lozanas, y no reían menos. Con alegría me incorporé a la lucha.
Hermann Hesse (Der Steppenwolf.)
Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza.
Mariano José de Larra
¿no será, entre otras, que la producción habiendo perdido de vista las necesidades del hombre, ha tomado una dirección absolutamente falsa y que su organización es defectuosa?
Pyotr Kropotkin (La Conquista del Pan)
Las agresiones individuales son habituales entre los animales, pero la guerra —grupos luchando entre sí— es mucho menos frecuente. Las hormigas se encuentran entre las criaturas más belicosas. Su política exterior se ha descrito como una «agresión incansable, conquista territorial y aniquilación genocida de las colonias vecinas siempre que sea posible. Si las hormigas tuvieran armas nucleares, probablemente acabarían con el mundo en una semana».[6] Como la guerra de las hormigas está dirigida por soldados especializados sin capacidad reproductiva, la población de la colonia no se ve amenazada por las bajas en la batalla. La guerra entre las hormigas tiene un propósito claro: la lucha por la comida y el territorio. Cuando una colonia vence a otra, el grano almacenado se traslada a los nidos de los vencedores y la otra colonia es arrasada o expulsada. La guerra entre las hormigas no se puede denominar estratégica en ningún sentido. Se basa en la incontenible y violenta agresión utilizando la fuerza bruta. Las hormigas son un solo cuerpo, constituyen una masa más numerosa, y acaban con las defensas enemigas gracias a ataques constantes, pertinaces y sin medida. No hay espacio ninguno para los acuerdos y la negociación.
Lawrence Freedman (Estrategia (Historia) (Spanish Edition))
Tenochtitlan no existió como la gran capital de un imperio sino en el último siglo antes de la Conquista española; pero antes habían existido otras ciudades como Colhuacan y Azcapotzalco, que si bien no alcanzaron la magnitud de México-Tenochtitlan representaban el mismo tipo de organización.
Daniel Cosío Villegas (Historia general de México. Version 2000 (Spanish Edition))
Quien supiera o pudiera apartar el ramaje vistoso de ideas más o menos contrahechas y de palabras relumbrantes, que el señorito de Santa Cruz puso ante los ojos de su mujer en la noche aquella, encontraría la seca desnudez de su pensamiento y de su deseo , los cuales no eran otra cosa que un profundísimo hastío de Fortunata y las ganas de perderla de vista lo más pronto posible. ¿Por qué lo que no se tiene se desea, y lo que se tiene se desprecia? Cuando ella salió del convento con corona de honrada para casarse; cuando llevaba mezcladas en su pecho las azucenas de la purificación religiosa y los azahares de la boda, parecíale al Delfín digna y lucida hazaña arrancarla de aquella vida. Hízolo así con éxito superior a sus esperanzas, pero su conquista le imponía la obligación de sostener indefinidamente a la víctima , y esto, pasado cierto tiempo, se iba haciendo aburrido, soso y caro. Sin variedad era él hombre perdido; lo tenía en su naturaleza y no lo podía remediar. Había que cambiar de forma de Gobierno cada poco tiempo, y cuando estaba en república, ¡le parecía la monarquía tan seductora...! Al salir de su casa aquella tarde, iba pensando en esto. Su mujer le estaba gustando más, mucho más que aquella situación revolucionaria que había implantado, pisoteando los derechos de dos matrimonios. If one had been able to cut through the shiny thicket of fake ideas and spurious words that Juanito Santa Cruz displayed to his wife that night, one would have discovered a bare, withered mind and an absence of desire; a man who absolutely sick of Fortunata and anxious to get rid of her as soon as possible. Why is it that we want what we don't have, and when we get it, we scorn it? When she emerged from the convent crowned with respectability and on the verge of marriage, when she bore on her bosom the lilies of religious purification and the orange blossoms of her wedding, the Dauphin considered it a worthy deed to pluck her from that life. And so he did, with more success than he hoped; but his conquest obliged him to support his victim indefinitely, and this, after a certain time, became boring, dull and costly. Without variety the man was lost; it was in his nature – he couldn't help it. He simply had to change regimes every so often; when the republic was in power, the monarchy was so tempting! As he left home the afternoon after their joint decision, he reflected on this. His wife was beginning to seem more appealing now, much more than that revolutionary situation that he had created by trampling on two marriages. Translation: Agnes Moncy Gullón
Benito Pérez Galdós (Fortunata and Jacinta)
la Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción. Por hacer ver a Jesucristo a través de nuestro comportamiento. Claro que esto implica una “Iglesia en salida”, como no me canso de repetir, que no es invento mío, sino que es el mandato de Jesús, que en el Evangelio de Marcos pide a los suyos que vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. Más aún: la Iglesia o es “en salida” o no es Iglesia. Si no sale, se corrompe, se desnaturaliza. Se convierte en otra cosa. En una asociación espiritual, en una multinacional para lanzar iniciativas y mensajes de contenido ético-religioso. Lo cual no es malo, pero no es la Iglesia. Y esto va estrechamente ligado al Espíritu Santo, sin el que la misión se convierte en un proyecto de conquista religiosa o tal vez ideológica, quizá hecha con buenas intenciones, pero es otra cosa.
Sergio Rubín (El pastor: Desafíos, razones y reflexiones de Francisco sobre su pontificado)
Francia es un pueblo más trabajado por la agitación revolucionaria que cualquier otro, y Francia, como sucede exactamente en otros países, hasta ahora no ha sabido hacer otra cosa que violar, que pisotear descaradamente, cínicamente, la más sagrada de las libertades, como es la de servirle a Dios; juntamente con esto no ha sabido otra cosa que cargar las espaldas de los católicos franceses con el fardo ignominioso y mil veces detestable de un gobierno ateo que, como lo enseña la experiencia, es la peor de todas las calamidades.
Anacleto González Flores (La conquista de la libertad (Spanish Edition))
La conquista de la ignorancia es una tarea que está al alcance de nuestra voluntad.
Pablo Boullosa (El corazón es un resorte: Metáforas y otras herramientas para mejorar nuestra educación (Spanish Edition))
¿Fue la Logia Lautaro una organización masónica? ¿Fue San Martín un masón? La respuesta definitiva la dio el estudioso del tema Emilio Corbière quien investigó que “fue iniciado en la Logia Integridad de Cádiz, afiliándose a la Logia Caballeros Racionales N° 3 de dicha ciudad. Allí recibió el tercer grado de la masonería simbólica, o sea el de Maestro Masón, el 6 de mayo de 1808. Participó después, junto con Alvear, de la fundación de la Logia Caballeros Racionales N° 7 de Londres [...] Cuando el Libertador fue designado general en jefe del Ejército de los Andes por decreto del 1 de agosto de 1816, casi simultáneamente fundaba la Logia Ejército de los Andes y asumía el cargo de Venerable Maestro”. Si alguien necesita otra prueba mayor que la famosa medalla con que lo honra la masonería belga, basta con que constate que el mausoleo de San Martín está fuera del perímetro de la Catedral Metropolitana, aunque desde su interior no lo parezca. Ello fue resultado de una penosa negociación porque las autoridades eclesiásticas negaban a los masones, excomulgados de hecho, el derecho a ser enterrados cristianamente.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Entre los varios miles de estadounidenses condecorados por su papel en la liberación de Kuwait había un artillero de un vehículo de combate Bradley que recibió la Estrella de Bronce y muchas otras condecoraciones. Timothy McVeigh, un joven y prometedor soldado, intentó entrar en las Fuerzas Especiales estadounidenses, pero no lo admitieron, y dejó el ejército, amargado, el 31 de diciembre de 1991.9 Murió ejecutado el 11 de junio del 2001 por el atentado con bomba en la ciudad de Oklahoma del 19 de abril de 1995, en el que perdieron la vida 167 estadounidenses.
Robert Fisk (La gran guerra por la civilización: La conquista de Oriente Próximo)
Para fortalecer la voluntad lo mejor es seguir una política de pequeños vencimientos: hacer las cosas sin gana, pero sabiendo que esa es nuestra obligación; después, llevar a cabo otras tareas que cuestan, porque sabemos que es bueno para nosotros; y, más tarde, abordar aquello otro, aunque no apetezca, porque esa será la manera de irnos haciendo hombres íntegros; finalmente, negarnos aquel pequeño capricho, para entrenarnos en el arte de ser más dueños de nosotros mismos.
Enrique Rojas (La conquista de la voluntad)
Fue una misión triste y deprimente porque cuanto más aprendía menos remedio parecía tener la tragedia de Oriente Próximo. Que los venales países occidentales traficaran con sus letales productos en el mundo musulmán e Israel era una cosa; otra muy diferente era contemplar esos mismos países de Oriente Próximo suplicando, gimiendo y despilfarrando su riqueza para comprar esas mismas armas.
Robert Fisk (La gran guerra por la civilización: La conquista de Oriente Próximo)
el sitio más despreciable”, escribe a Londres, “que jamás vi, estoy cierto que me colgaría de un árbol si esta tierra miserable tuviese árboles apropiados... es un sitio para bestias [beastly place]”. En otra carta: “Nunca vieron mis ojos país más odioso [odious] que Buenos Aires. No quiero amargarme hablando de esto; realmente tiemblo cuando pienso que debo pasar algún tiempo aquí [...] esta tierra de polvo y pútridas osamentas, sin caballos, sin caminos, sin casas confortables, sin libros, sin teatro que pueda llamarse así”.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Los caudillos federales son otros insignes postergados, hasta el punto de que en la capital argentina ninguna de sus calles lleva el nombre de López, Ramírez, Varela, Heredia, Peñaloza o Bustos. Mucho menos el de Rosas. Es que, como escribió Rodolfo Walsh, “nuestras clases dominantes han procurado siempre que los humildes no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe comenzar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Entre las medidas positivas del gobierno de Alfonsín se encuentra el tratamiento y aprobación de la Ley de Divorcio que provocó el disgusto de la Iglesia católica, lo que frenó la aparente voluntad presidencial de sancionar también una ley del aborto. Pueden sumarse las tratativas para promover la integración regional con Brasil que desembocó en la firma con el presidente Sarney, en 1988, del Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo que sería la piedra angular del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Asimismo resolvió con Chile el conflicto por la demarcación fronteriza en el Canal de Beagle a raíz del cual nuestro país en 1978 estuvo al borde de la guerra con nuestro vecino trasandino. Fue convocado un plebiscito en el que la mayoría de ciudadanas y ciudadanos optó por la paz. En 1985 el Vaticano rubricó el tratado bilateral. Puede contabilizarse también a favor el interesante proyecto de trasladar la capital a la ciudad de Viedma, intención que como otras en el gobierno de Alfonsín no contó con el vigor necesario para ser llevada a la práctica.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
San Martín, desolado, comprendió que ningún apoyo podría recibir de su patria donde, por el contrario, era tildado de “aventurero”, “ladrón”, “loco” y otras lindezas por el estilo. Se lo acusaba de que se ocupaba más de los destinos de países extraños que de los avatares del propio. Como si la caída de Chile y especialmente del Perú no fueran condiciones indispensables para nuestra independencia.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Perón promulgó por decreto el Estatuto del Peón Rural que estableció un salario mínimo y mejoró las condiciones de alimentación, alojamiento e higiene del trabajo de campo, disponiendo además la asistencia médica y la estabilidad laboral. Años después, en diciembre de 1973, Perón contó: “Cuando se hizo el Estatuto del Peón y obligamos a todo el mundo a poner un salario —porque diez pesos no era un salario—, se produjo un gran alboroto en nuestro campo. La primera carta que recibí fue de mi madre, que tenía una estancia en la Patagonia, diciéndome: ‘Si vos creés que les puedo pagar 150 pesos a los peones, te has vuelto loco’. A renglón seguido le contesté: ‘Si no podés pagar tenés que dejarlos que vayan a otra parte, donde les paguen; en vez de tener veinte, tené diez peones, pero por lo menos pagales’”.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Les hemos ofrecido la paz y no la han querido. Ahora hemos de ofrecerles la lucha. Pero que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar... ¡hasta que no los hayamos aniquilado y aplastado!”. Más adelante: “Y desde ya estableceremos como una conducta permanente para nuestro movimiento: aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas, o en contra de la ley o de la Constitución, ¡puede ser muerto por cualquier argentino!”. Al final vendría lo peor: “La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, ¡es contestar a una acción violenta con otra más violenta! ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”. Dieciséis días más tarde Perón sería obligado a la renuncia y el exilio. Y diecisiete años después regresaría investido de la esperanza de la gran mayoría de argentinas y argentinos.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Otros piratas británicos como Cavendish y Davis en 1592 y Hawkins en 1594 recorrieron las costas patagónicas y el mar adyacente, lo que es invocado por Gran Bretaña para justificar su actual posesión de las islas Malvinas y otras del Atlántico Sur.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
EL EXILIO LITERARIO EN ARGENTINA El triunfo de los nacionalistas de Franco sobre los republicanos en la Guerra Civil Española que se extendió desde 1935 hasta 1939 provocó una inmensa diáspora de los derrotados. Fueron medio millón los que travesaron a pie la frontera con Francia y otros tantos los que lo hicieron por otras vías al final de la sangrienta contienda. Argentina se benefició con el arribo de importantes intelectuales, algunos de los cuales ya colaboraban con los medios periodísticos de nuestro país y publicaban aquí sus libros. Por ello, a pesar de que los gobiernos argentinos de entonces simpatizaban con el Eje y no deseaban el ingreso de los “rojos”, a diferencia del México de Cárdenas o el Chile de Aguirre Cerda, muchos escritores, músicos, dramaturgos, pensadores y pintores recalaron en nuestras tierras. Se trató de una inmigración de oro que dejó huellas riquísimas.
Pacho O'Donnell (Breve historia argentina. De la Conquista a los Kirchner (Spanish Edition))
Sin embargo, en 1994 los árabes —los árabes de a pie, y no los dirigentes elegidos— dirigirían una furia exacerbada a la doble moral de Occidente. ¿Por qué nos sorprendían tanto los asesinatos de Hebrón? Se me preguntaba una y otra vez. ¿Acaso habíamos olvidado la matanza de 1982 en Sabra y Chatila, donde los aliados falangistas de Israel mataron a 1.700 palestinos?
Robert Fisk (La gran guerra por la civilización: La conquista de Oriente Próximo)
«Hemos cerrado Al Watan por el reportaje sobre el presidente —me comunicó—. El redactor fue detenido por otra cosa… sí, está detenido.» Lo están interrogando. También hemos cerrado Al Istiqlal. Han estado implicados en un delito de desinformación.»
Robert Fisk (La gran guerra por la civilización: La conquista de Oriente Próximo)
El miedo al desempleo permite que impunemente se burlen los derechos laborales. La jornada máxima de ocho horas ya no pertenece al orden jurídico, sino al campo literario, donde brilla entre otras obras de la poesía surrealista; y ya son reliquias, dignas de ser exhibidas en los museos de arqueología, los aportes patronales a la jubilación obrera, la asistencia médica, el seguro contra accidentes de trabajo, el salario vacacional, el aguinaldo y las asignaciones familiares. Los derechos laborales, legalmente consagrados con valor universal, habían sido, en otros tiempos, frutos de otros miedos: el miedo a las huelgas obreras y el miedo a la amenaza de la revolución social, que tan al acecho parecía. Pero aquel poder asustado, el poder de ayer, es el poder que hoy por hoy asusta, para ser obedecido. Y así se rifan, en un ratito, las conquistas obreras que habían costado dos siglos.
Eduardo Galeano (Upside Down: A Primer for the Looking-Glass World)
Ya hemos visto cómo el poder se ha concentrado brutalmente en México desde tiempos inmemoriales. Existe una sola compañía petrolera, un solo sindicato de maestros, una sola cadena televisiva de verdad (las demás son locales, o pasatiempos de sus dueños, o reservadas para programas de intelectuales que a nadie interesan), una compañía de cemento con dimensiones respetables, una compañía de luz, un fabricante de tortilla, uno de pan, ningún candidato independiente a la presidencia, un magnate cuya fortuna neta rebasa la suma de las de los siguientes veinte hombres más ricos del país. Y esto ha sido así desde siempre, al menos desde la Conquista que, entre otras cosas, implicó una concentración absoluta de las tierras en manos de la Corona y la Iglesia, y el comercio en una sola empresa (la Casa de Contratación), en un puerto (Cádiz-Sevilla), con un solo país (España). Abundan las explicaciones —históricas, económicas, políticas—, pero al menos una adicional —el factor cultural— que condujo a la perpetuación de estas circunstancias. Y ese factor encierra quizá la consecuencia más perniciosa de la aversión mexicana al conflicto: su absoluto desprecio y desconfianza por la competencia. Al final de cuentas, el equivalente económico de la aversión al conflicto (y la tendencia perenne al wishful thinking, con la concomitante renuencia a escoger entre dos opuestos incompatibles) es la “aversión al riesgo”. Esto puede ser verdaderamente letal para una economía de mercado, el tipo de economía que México vive hoy en día. Esta clase de economías prosperan gracias a la competencia y el riesgo; se estancan cuando dominan los monopolios y se reduce la toma de riesgos. Allí está México.
Jorge Castañeda (Mañana o pasado: El misterio de los mexicanos (Vintage Espanol))
Las misiones católicas españolas tenían un claro papel “civilizador”. Las pretensiones de los misioneros de cristianizar al indio eran evidentes. Pero para ellos y para la mayoría de los súbditos de su majestad católica evangelizar era lo mismo que civilizar. Así, los indios de las misiones debían vivir de forma cristiana y “civilizada”. Debían asemejarse a los campesinos europeos de los siglos XVII y XVIII. A los indios de las misiones se les enseñó a utilizar animales existentes en Europa. Se les obligó a cultivar también productos europeos como trigo, almendros, naranjos, limoneros y vides que empezaron a crecer en suelo norteamericano. Pero, además, era preciso que vivieran “racionalmente, reducidos a la obediencia de su majestad, y en modo cristiano y político que es lo que se pretende por ahora”, escribía Antonio Ladrón de Guevara en el siglo XVIII. Esta identificación de lo cristiano, con “lo civilizado”, y “lo político” es lo que hizo que las misiones españolas, desde siempre, estuvieran vinculadas con la conquista y posterior explotación de las tierras y gentes americanas y que recibieran el apoyo militar y material de la Corona. Además de las misiones, la otra institución propia de la frontera española fue el presidio. Desde el inicio de la colonización de la Nueva España, en las zonas de amplia presencia indígena, los españoles levantaron fortalezas para albergar a las guarniciones militares y a sus familias. Los presidiales estaban mal pagados y mal abastecidos. Debían proteger los caminos y también las villas, las misiones y los ranchos de
Carmen de la Guardia Herrero (Historia de Estados Unidos)
Fue la primera vez que vi con total claridad esa humillación específica, la de negar el nombre, la de exponer la desnudez de otra persona para burlarse, la de aplastar cualquier conquista o historia personal, por dolorosa que haya sido, solo por el placer de ejercer poder, y en ese momento se conformó un «nosotras» tan poderoso que parecía haber estado ahí siempre. Todos mis fantasmas, todos mis miedos posaros sus manos frías en mi espalda, en mi cuello, en mis tripas, en mi entrepierna, en mis ojos, y apretaron al mismo tiempo.
Alana S. Portero (La mala costumbre)
¿Por qué me dejas y desapareces? ¿Y si yo me interesara por otra? ¿Y si ella de repente me conquista?
Carmen Mola (La Nena (Inspectora Elena Blanco #3))