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Hew Strachan advertĂa con mordaz perspicacia del peligro que podĂa tener el nivel operativo entendido como una «zona libre de polĂtica», y que se hablara de maniobras y de la maniobrabilidad utilizando «un vocabulario egoĂsta, casi metafĂsico y cuyas interioridades solo tienen sentido para aquellos que están iniciados en sus significados».[42] RastreĂł el interĂ©s en el nivel operativo hasta el general Erich Ludendorff. Antes de la Primera Guerra Mundial, el ejĂ©rcito alemán se centrĂł rĂgidamente en los problemas de su propio dominio militar, excluyendo a los civiles de sus deliberaciones y mostrándose completamente indifererente a las consecuencias polĂticas de sus actos, dando por hecho que no importaba lo que se deseara desde el punto de vista polĂtico, porque podĂa obtenerse ejecutando una exitosa «guerra de aniquilaciĂłn». Ludendorff preferĂa culpar de la derrota de su paĂs en 1918 a las «puñaladas traperas» de los civiles antes que hablar de sus errores en el campo de batalla. Fue un firme defensor de la guerra total, en la que todos los recursos de la sociedad deberĂan estar destinados a lograr la victoria. En vez de que la guerra sirviera a los polĂticos, los polĂticos deberĂan servir a la guerra. Su visiĂłn estratĂ©gica, en sĂ misma, no era más que una continuaciĂłn de la de Von Moltke y reflejaba hasta quĂ© punto se habĂa concentrado en el aspecto operativo durante la guerra anterior. Jamás aceptĂł que su perspectiva hubiera contribuido a la derrota de su paĂs. Esta visiĂłn explica la carencias de ideas estratĂ©gicas innovadoras en la Alemania de entreguerras.
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