Hasta La Vista Quotes

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Hasta la vista, baby," he tells me, and I shake my head and smile at how adorably dorky he can be. His Spanish only comes from Arnold Schwarzenegger.
Cynthia Hand (Hallowed (Unearthly, #2))
Hasta la vista, bitch.
Libba Bray (Beauty Queens)
Y si, digo que me parecería de lo más bonito del mundo tomarnos de la mano y besarnos frente a los demás. Y comer fresas con crema de tu boca o de tus piernas en mi casa de campo mientras preparo chocolate caliente y tu enciendes la calefacción. Y estar cada noche en la azotea viendo constelaciones mientras te hago dibujos en la espalda de las mismas. Y decirte que me encantaría pasar horas dando vueltas en la cama mirandote y jugando contigo a que somos gatos que no quieren dormirse y quieren jugar hasta que se vaya la luna. Y quisiera despertar todos los días viendote despertar. Hacerte el desayuno, el amor. Compartirte mi vida. Decir que no hay peor ciego que el que no te quiera ver, y que la verdad el mundo sería bastante aburrido sin tu existencia. Y que me ha gustado un montón haberte encontrado. Y que sólo me sentiría perdido si te suelto de la cintura cuando bailemos. Que sólo en tus labios es que puedo calmar mi sed de verdad, y en tus ojos es que puedo disfrutar de un próspero amanecer. Que con nuestros cuerpos rozados uno al otro mi corazón da latidos de fuego artificial. Que la vida sin ti es un desperdicio, y que no me importa el tiempo que tenga que pasar esperandote por que te vistas a la hora de salir. Que no me importaría llegar tarde al trabajo si cada mañana despertamos, te hago el café comemos y hacemos el amor antes de despedirnos. Que sonreír es mucho más bonito cuando lo hago porque lo haces tú. Que me encantas con pijama, sin pijama, con lo que sea. Que eres tan bella que no dejas que nadie más para mí lo sea. Corretear por la cocina desnudos por estar jugando a las escondidas, aparecerme en la ducha cuando tu lo estás, abrazarte y besarte haciendote saber que eres la mejor persona del mundo y que ser feliz es sinónimo de estar contigo. Y besar tu cuello y acariciar tu vientre mientras digo que soy capaz de darle la vuelta al mundo para abrazarte por la espalda. Así te quedaría claro que eres amada por mí.
J. Porcupine (La vuelta al mundo para abrazarte por la espalda)
How about we just go with sayonara then?” Graham laughed. “Or au revoir.” “Arrivederci.” “Hasta la vista, baby,” he said, and then he stepped forward and kissed her again, sending a shiver through her in spite of the warmth of the early-morning sun.
Jennifer E. Smith (Happy Again (This Is What Happy Looks Like, #1.5))
Hasta la vista, baby.
Arnold Schwarzenegger
Las cosas nunca son como a primera vista las figuramos, y así ocurre que cuando empezamos a verlas de cerca, cuando empezamos a trabajar sobre ellas, nos presentan tan raros y hasta tan desconocidos aspectos; tal pasa con las caras que nos imaginamos, con los pueblos que vamos a conocer, que nos los hacemos de tal o de cual forma en la cabeza, para olvidarlos repentinamente ante la vista de lo verdadero.
Camilo José Cela (The Family of Pascual Duarte)
Per dashurine jap jeten, dhe per lirine jap dashurine!
Petro Marko (Hasta La Vista)
Me duelen hasta las pestañas, pero cuando subo la vista y encuentro sus ojos, me olvido hasta de respirar. Supongo que ese es el verde al que la bruja se refería...
Lorena Pacheco Fiérrez (Hilando historias)
We’re Slough House’, he said. Then added, ‘Hasta la vista baby,’ before following the others down the stairs
Mick Herron (Slough House (Slough House, #7))
Hasta mis manos me parecían repugnantes. La deformación impúdica del dorso de mis manos me atormentaba; me sentía brutalmente impresionado a la vista de mis delgados dedos; odiaba todo mi cuerpo fláccido, y me horrorizaba llevarlo, sentirlo junto a mí. ¡Si todo esto pudiera terminar ahora! ¡Dios mío, quisiera morir!
Knut Hamsun (Hambre)
No creo que tu vida no tenga sentido. He cambiado de opinión. Los milagros termodinámicos… son unos sucesos con unas probabilidades tan remotas de que lleguen a producirse que prácticamente resulta imposible que acaben dándose. Por ejemplo: que el oxígeno se transforme de manera espontánea en oro. Tengo muchas ganas de ver algo así. Y aún así, en cada apareamiento humano, mil millones de espermatozoides compiten para llegar a un solo óvulo. Multiplica esas posibilidades por las innumerables generaciones que ha habido de seres humanos, por las posibilidades de que tus antepasados vivieran, se conocieran, engendraran a ese hijo en concreto, a esa hija exactamente… hasta llegar a tu madre, que se enamorará de un hombre al que tiene todas las razones del mundo para odiar y de esa unión, de los miles de millones de niños que compiten para lograr fecundar el óvulo, fuiste tú, sólo tú, la que surgió. Destilar una forma tan específica a partir de tal caos de improbabilidades resulta tan difícil como que el aire se transforme en oro… El cenit de lo imposible. Un milagro termodinámico. Se podría decir eso de cualquier persona del mundo. Pero el planeta está tan lleno de gente, tan repleto de milagros, que acabamos considerándolos algo normal y olvidamos lo que son… Yo lo olvidé. Contemplamos la Tierra día tras día hasta que acaba convirtiéndose en un lugar al que consideramos monótono. Pero visto desde otro punto de vista, como si fuera algo nuevo, aún es capaz de asombrarnos. Ven, seca tus lágrimas, porque eres vida, algo más excepcional que un quark y más impredecible que lo que Heisenberg soñó jamás: la arcilla en la que las fuerzas que dan forma a todas las cosas dejan sus huellas de un modo más claro. Seca tus lágrimas… y volvamos a casa." Dr. Manhattan, WATCHMEN, Alan Moore
Alan Moore (Watchmen)
Pero la hora magnífica pertenece a las rosas de mayo. Entonces, hasta mas allá de donde alcanza la vista, desde las vertientes de las colinas hasta las hondonadas de las llanuras, entre diques de viñas y de olivares, afluyen de todas partes como un río de pétalos del que emergen las casas y los árboles, un río del color que damos a la juventud, a la salud y a la alegría. Diríase que el aroma a la vez cálido y fresco, pero sobretodo espacioso que entreabre el cielo, emana directamente los manantiales de la beatitud.
Maurice Maeterlinck (La inteligencia de las flores)
Un estudio en escarlata, ¿eh? ¿Por qué no hemos de emplear un poco el argot artístico? Nos encontramos con el hilo rojo del asesinato enzarzado en la madeja incolora de la vida, y nuestro deber consiste en desenmarañarlo, aislarlo y poner a la vista hasta la última pulgada.
Arthur Conan Doyle (A Study in Scarlet (Sherlock Holmes, #1))
[...] podía saborear con deleite esa voluptuosidad que es todo el lujo del amor y que consiste en poder dirigir descuidadamente la atención y la vista a otra parte, a la vez que se siente la apasionada proximidad del ser único, gracias al cual cada minuto es un trozo de paraíso, pero al cual la perversidad te ordena ignorar, sin dejar de mantenerlo atado como un perro; y ante el cual, sin embargo, estarías dispuesto a arrastrarte con la cobardía y los halagos de un verdadero perro, en cuanto estuvieras en peligro de perder a ese ser amado que hasta aquel punto fingías tratar con el inatento dandismo característico del sentimentalismo morboso.
Salvador Dalí
¿Cómo podía ser al mismo tiempo el Dios que todo lo sabía y el hombre que preguntaba a sus discípulos «¿Quién me ha tocado»? Yo sugiero que en realidad, y es una verdad intemporal acerca de Dios, la naturaleza humana, y la experiencia humana de la debilidad o el sueño o la ignorancia, quedó de algún modo incluida en la totalidad de Su vida divina. Esta vida humana de Dios es, desde nuestro punto de vista, un período particular en la historia de nuestro mundo (desde el año 1. DC hasta la Crucifixión) Por lo tanto, imaginamos que es también un período en la historia de la propia existencia de Dios. Pero Dios no tiene historia. Es demasiado definitivamente y totalmente real para tenerla. Puesto que, naturalmente, tener una historia significa perder parte de tu realidad (porque ésta ya se ha deslizado en el pasado) y no tener todavía otra parte (porque aún sigue en el futuro), de hecho, no tienes más que el mínimo presente, que ha desaparecido antes de que puedas hablar de él.
C.S. Lewis (Mere Christianity)
El viajero que trepa penosamente hasta la cima de un escarpado monte, goza muchísimo más cuando al término de su viaje descubre ante su vista una vasta y deliciosa llanura.
Giovanni Boccaccio (Decameron (German Edition))
¡Hasta entonces, silencio, alma mía! ¡Los actos criminales surgirán a la vista de los hombres, aunque los sepulte toda la tierra!
William Shakespeare (Hamlet)
Me encogí, presioné el rostro contra el volante e intenté respirar a pesar de mis pulmones. Me pregunté cuánto más podría durar esto. Quizás algún día, dentro de unos años, si el dolor disminuía hasta el punto de ser soportable, me sentiría capaz de volver la vista atrás hacia esos pocos meses que siempre consideraría los mejores de mi vida. Y ese día, estaba segura de que me sentiría agradecida por todo aquel tiempo que me había dado, más de lo que yo había pedido y más de lo que merecía. Quizá algún día fuera capaz de verlo de este modo.
Stephenie Meyer (New Moon (The Twilight Saga, #2))
El recuerdo se basa en recuerdos, que a su vez se esfuerzan por conseguir recuerdos. Por eso se asemeja a la cebolla, que, con cada piel que cae, deja al descubierto lo olvidado hace tiempo, hasta los dientes de leche de la primera infancia; luego, sin embargo, el filo del cuchillo la ayuda a conseguir otro fin: cortada piel a piel, provoca lágrimas que nublan la vista.
Günter Grass (Peeling the Onion)
Pronto comprendió que sólo existían dos maneras de acceder a él: mediante la violencia abierta, que no venía al caso pues era un hombre apacible y nervioso al que repugnaba hasta la vista de la sangre, o mediante la literatura, que es una forma de violencia soterrada y que concede respetabilidad y en ciertos países jóvenes y sensibles es uno de los disfraces de la escala social.
Roberto Bolaño (Nazi Literature in the Americas)
Antes de conocerlo se había sentido muy sola. Le conté que por las mañanas yo decía el nombre de Max incluso antes de abrir los ojos. Ella me dijo que su vida había sido como escuchar un disco horrible una y otra vez, cada día, y en un instante le habían dado vuelta al disco, y sonaba música. Max la oyó y me sonrió. Ves, amor, ahora estamos en la cara B. (Del cuento Hasta la vista)
Lucia Berlin
Bueno, pues la soledad era esto: encontrarte de súbito en el mundo como si acabaras de llegar de otro planeta del que no sabes por qué has sido expulsada. Te han dejado traerte dos objetos (en mi caso, la butaca y el reloj) que tienes que llevar a cuestas, como una maldición, hasta que encuentres un lugar en el que recomponer tu vida a partir de esos objetos y de la confusa memoria del mundo del que procedes. La soledad es una amputación no visible, pero tan eficaz como si te arrancaran la vista y el oído y así, aislada de todas las sensaciones exteriores, de todos los puntos de referencia, y sólo con el tacto y la memoria, tuvieras que reconstruir el mundo, el mundo que has de habitar y que te habita. ¿Qué había en esto de literario, qué había de divertido? ¿Por qué nos gustaba tanto?
Juan José Millás (Trilogía de la soledad)
Se desarrolla entonces toda una problemática: la de una arquitectura que ya no está hecha simplemente para ser vista (fausto de los palacios) o para vigilar el espacio exterior (geometría de las fortalezas) sino para permitir un control interior, articulado y detallado (...); en términos generales, la de una arquitectura que habría de ser un operador para la transformación de los individuos: obrar sobre aquellos a quienes abriga, permitir apresar su conducta, conducir hasta ellos los efectos del poder, darlos a conocer, modificarlos.
Michel Foucault (Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión)
Los peces y los árboles se parecen. Se parecen en los anillos. Si hiciéramos un corte horizontal a un àrbol veríamos sus anillos en el tronco. Un anillo por cada año transcurrido, es así como se sabe la edad del árbol. Los peces tambien tienen anillos en las escamas. Y al igual que sucede con los árboles, gracias a ellos sabemos cuántos años tiene el animal. Los peces nunca dejan de crecer. Nosotros sí, nosotros menguamos a partir de la madurez (...) El anillo de los peces lo crea el invierno (...) El anillo de los peces es microscópico, no se ve a primera vista pero ahí está. Como si fuera una herida. Una herida que no ha cerrado bien. Y como los anillos de los peces, los momentos más difíciles van marcando nuestras vidas hasta convertirse en la medida de nuestro tiempo. Los días felices, al contrario, pasan deprisa, demasiado deprisa, y en seguida se desvanecen. Lo que para los peces es el invierno, para las personas es la pérdida. Las pérdidas delimitan nuestro tiempo; el final de una relación, la muerte de un ser querido. Cada pérdida es un anillo oscuro en nuestro interior.
Kirmen Uribe (Bilbao-New York-Bilbao)
Llegué hasta alimentar el deseo infantil de no retornar a la obra nunca más, sino instalarme aquí en la proximidad de la entrada y pasar mi vida en la contemplación de ella, no perderla de vista y hallar mi felicidad en la comprobación de la firmeza con que la obra me habría protegido de estar yo en ella.
Franz Kafka (The Great Wall of China and other Stories)
No sé yo ahora, hay esa tendencia a encerrar a los niños en una burbuja de felicidad entontencedora y sosiego falso, a no ponerlos en contacto ni siquiera con lo inquietante, y a evitar que conozcan el miedo y hasta que sepan de su existencia creo que circulan por ahí, que hay quienes les dan a leer versiones censuradas, amañadas o edulcoradas de los cuentos clásicos de Grimm y de Perrault y Andersen, desprovistas de lo tenebroso y cruel, de lo amenazador y siniestro , a lo mejor hasta de los disgustos y de los engaños. Una estupidez descomunal desde mi punto de vista. Padres ñoños. Educadores irresponsables. Yo eso lo consideraría un delito, por desamparo y por omisión de ayuda. Porque a los niños los protege mucho percibir el miedo ajeno, y así concebirlo con serenidad, desde su seguridad de fondo; experimentarlo vicariamente, a través de otros, sobre todo por personajes de ficción interpuestos, como un contagio de corta duración. Y además sólo de prestado, y no tanto como fingido. Imaginarse algo es empezar a resistirlo y eso es también aplicable a lo ya sucedido: uno resiste mejor las desgracias si después logra imaginarlas, después de haberlas sufrido. Y claro, el recurso más común de la genta es relatarlas.
Javier Marías
UNA VISTA AÉREA Desde arriba Insurgentes es sólo una amplia avenida que corta la ciudad de México de Norte a Sur repleta de pequeños autos. Se dice que es la vía más grande del mudo porque de un lado desemboca en Acapulco y del otro en Nuevo Laredo pero, en realidad, si uniéramos en línea recta todas las calles llamadas Insurgentes en todo el país, la avenida continuaría hasta llegar a las costas de Hawaii. Insurgentes está enrollada por todo el país como un laberinto. Todos los años, alguien le pone ese nombre a alguna calle de una ciudad en construcción y se siente original. Ni siquiera la ciudad de México ha evitado esa repetición: entre 1985 y 1995, aparecieron veintitrés calles, bulevares, callejones, privadas, prolongaciones y retornos llamados Insurgentes. En el futuro todas las rutas de México terminarán por llamarse así. Caminaremos sin rumbo, doblando a la izquierda y derecha sobre Insurgentes, preguntándonos ¿Dónde estoy?
Fabrizio Mejía Madrid
Hay alturas del alma que hacen que, vistas desde ellas, hasta la tragedia deje de producir efecto trágico; y si se concentrase en unidad todo el dolor del mundo, ¿a quién le sería lícito atreverse a decidir si su aspecto induciría y forzaría necesariamente a la compasión y, de este modo, a una duplicación del dolor?
Friedrich Nietzsche (Más allá del bien y del mal (Espiritualidad & Pensamiento) (Spanish Edition))
...Nos quedamos un rato en silencio, envueltos en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunté. -¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel? Apoyó las cosas en el piso con mucha calma. Estiró su mano como para acariciarme. Me miró. Bajó la mano. Luego la vista y dijo en un susurro. -Hay cosas de las que es mejor no hablar.
Antonio Santa Ana
Nunca antes había amado a nadie, no de verdad. Nunca había sabido hacerlo, cómo abrirse, cómo hacerle sitio a otra persona, cómo ser generosa. Miró a su marido, su cara vieja y querida, su cara nueva y querida, solo para ella. Él la besó con fuerza tres veces y entró en el ascensor, y ella no apartó la vista hasta que la puerta lo borró.
Olivia Laing (Crudo)
cambio, es como un loro que salta de rama en rama y parlotea a la vista de todos.» Gustave se imaginaba que era una fiera salvaje: le encantaba pensar que era un oso polar, remoto, silvestre y solitario. Yo acepté esta idea suya, y hasta le dije que era un búfalo salvaje de las praderas americanas; pero es posible que no fuera más que un loro.
Julian Barnes (El loro de Flaubert)
Es ciertamente increíble cuán insignificante y banal, vista desde fuera, y cuán aturdida y ciega, sentida desde dentro, pasa la vida de la gran mayoría de los hombres. Es un débil anhelar y atormentarse, un sonámbulo tambalearse a través de las cuatro edades de la vida hasta la muerte, en compañía de una serie de pensamientos triviales. Se asemejan a los mecanismos de relojes, que se les da cuerda y se ponen en marcha sin saber por qué. Y cada vez que un hombre es engendrado y nace, de nuevo se le da cuerda al reloj de la vida humana para que entonces vuelva a interpretar su canción tantas veces repetida ya, movimiento a movimiento, compás por compás, con variaciones insignificantes.
Arthur Schopenhauer (El arte de sobrevivir)
Celia escuchó el motor del coche y alzó la vista. Ella había optado por acercarse hasta allí dando un paseo y hacía ya veinte minutos que aguardaba sentada en el hueco del Pozo de las Ánimas. Álvaro se apeó del Mercedes y se acercó rebuscando calderilla en el bolsillo. Cuando estuvo junto a Celia, le dio una moneda. —Dos —pidió ella. Él le entregó otros diez céntimos. Tras un breve silencio, las tres monedas se perdieron en la oscuridad del agujero. —¿Qué has pedido? —curioseó Álvaro, y se sentó a su lado. —Inspiración para dibujar y valor para aceptar un no por respuesta —dijo lo último pensando en el imprevisible y reñido mundo editorial—. ¿Y tú? —Que se cumplan los tuyos —murmuró acariciándole la mejilla.
Olivia Ardey (Bésame y vente conmigo)
a Jesús le dieron también un azadón y trabajó valientemente al lado de los adultos, hasta quiso el destino, que en todo es más sabio, que en el terreno por él cavado fuese sepultado su padre, cumpliéndose así la profecía, El hijo del hombre enterrará al hombre, pero él mismo quedará insepulto. Que estas palabras, a primera vista enigmáticas, no os lleven a pensamientos superiores, lo que ahí se dice pertenece a la escala de lo obvio, quise sólo recordar que el último hombre, por ser el último, no tendrá quien le dé sepultura. Pero no será el caso de este muchacho que acaba de enterrar a su padre, con él no se va a acabar el mundo, todavía permaneceremos aquí durante milenios y milenios en constante nacer y morir,
José Saramago (El Evangelio Según Jesucristo)
Aunque os esforcéis diligentemente en vuestro propio camino día tras día, si vuestro corazón no está de acuerdo con él, aunque penséis que estáis en el buen camino, desde el punto de vista de la justicia y de la verdad, no es un auténtico camino. Si no seguís un auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión.
Miyamoto Musashi (El libro de los cinco anillos)
En este sentido vale la pena reflexionar hasta dónde la sensación de poseer un yo es realmente individual. Desde mi particular punto de vista, además de que el yo es un proceso y una idea, su existencia y sus características reflejan patrones colectivos en parte aprendidos y en parte asociados con la existencia de interacciones directas entre cerebros y organismos.
Jacobo Grinberg-Zylberbaum (El Yo como Idea (Spanish Edition))
No imagines las cosas ausentes como ya presentes antes bien, selecciona entre las presentes las más favorables y a la vista de esto, recuerda como las buscarías si no estuvieran presentes. Pero al mismo tiempo ten precaución, no vaya a ser que por complacerte hasta tal punto en su disfrute te habitúes a sobrestimarlas, de manera que, si alguna vez no estuvieran presentes, pudieras sentirte inquieto
Marcus Aurelius (Meditations)
No imagines las cosas ausentes como ya presentes antes bien, selecciona entre las presentes las mas favorables y a la vista de esto, recuerda como las buscarías si no estuvieran presentes. Pero al mismo tiempo ten precaución, no vaya a ser que por complacerte hasta tal punto en su disfrute te habitúes a sobrestimarlas, de manera que, si alguna vez no estuvieran presentes, pudieras sentirte inquieto
Marcus Aurelius (Meditations)
Sin quitarme los ojos de encima, acercó aún más su pupitre. - ¿Sabes una cosa? - ¿Qué? - Que he entrado en tu blog. Ay, Dios. ¿Cómo lo había encontrado? Un momento; la pregunta que debía hacerme era la siguiente: ¿por qué lo había encontrado? Mi blog no podía buscarse a través de Google...Estaba flipando en colores. - Ya estás acosándome otra vez, ¿no? ¿Tengo que llamar a la poli para que te ponga una orden de alejamiento? - Ni en sueños, gatita - Sonrió - Ah, espera, que ya salgo en ellos, ¿verdad? Puse los ojos en blanco. - Más bien apareces en mis pesadillas, Daemon. (pág.154) - ¿Me estás preguntando si me atraen las humanas? - dijo. El pelo le caía hacia delante en ondas. Unas gotitas de agua le recorrían los mechones y acababan salpicándome la mejilla - ¿O si eres tú la que me atrae? Con las manos apoyadas en la roca, fue acercándose a mí lentamente. Muy pronto nos separaban sólo unos milímetros...Sentía su respiración como si fuera la mía, y cuando movió las caderas abrí los ojos y ahogué un grito. Vaya que si funcionaba la cosa...Me despejó la duda de un plumazo. (pág. 240) - Sí que es importante el helado - dije. - Es mi vida entera.- Dee tiró el monedero a Daemon, pero erró el objetivo - ¡Y tú me lo has quitado! (pág. 258 NUNCA TE METAS ENTRE DEE Y SU COMIDA, Y MENOS SI SE TRATA DE HELADO) - ¿Lo estás pasando bien con...Ash? - ¿Y tú con tu amiguito el pulpo? Me mordí el larbio. - Qué simpático eres, como siempre. ... - Estás...muy guapa, por cierto. Demasiado guapa para estar con ese idiota. Me sonrojé y bajé la vista. - ¿Te has tomado algo? - Pues no, la verdad. ¿Por qué me lo preguntas, si puede saberse? - Porque nunca me dices nada agradable. - Touché. (pág. 303) - Recuérdame...que no te haga enfadar nunca más ¡La leche! ¿Eres agente secreto en tus ratos libres? ... Me recorrió la espalda con sus brazos y hundió una mano en los rizos que se me habían soltado del moño. - No me has hecho caso - susurró contra mi hombro. - Nunca te hago caso. (pág. 327) Daemon murmuró algo en un idioma desconocido. Era una lengua dulce y bonita. Mágica. De otro planeta. Podría haberlo despertado, pero no lo hice sin saber demasiado bien por qué. La emoción que sentía por el contacto con su piel era más fuerte que todo lo demás. Daemon tenía una mano en el borde de mi camiseta, y los dedos encima del pedazo de piel que había entre el borde de la camiseta y la cinturilla de los pantalones de pijama. La mano empezaba a abrirse paso por debajo de la camiseta, a través de mi estómago, en la parte en que este empieza a descender. El pulso se me desbocó. Me rozó las costillas con la punta de los dedos. Su cuerpo se movió y sentí su rodilla contra mí. (pág. 338) O.O o_O OMG - Gatita - Ni aunque fueras el último ser con aspecto humano sobre la faz de la Tierra ¿Ahora lo entiendes? ¿Capiche? ... - Ademñas, no me atraes nada - Mentira podrida - Pero vamos, nada de nada. Eres... De repente Daemon estaba delante de mí, a apenas un centímetro de mi rostro. - ¿Qué soy? - Ignorante -¿Y qué más? - Prepotente, controlador...-...- Y un...cretino. - Venga ya, gatita, seguro que puedes hacerlo mejor - ... - Todavía no me creo que no te sientas atraída por mí. (pág. 360) - Seguro que hasta sueñas conmigo - Bajó la vista hacia mis labios y sentí que se despegaban - Seguro que escribes mi nombre en tus libretas, una y otra vez, rodeado por un corazoncito. Me reí. - En tus sueños, Daemon. Eres la última persona a la que... Daemon me besó (pág.361) Una sonrisa pícara se le asomó a los labios. - ¿Te das cuenta de que me encantan los retos? Me reí entre dientes y me volví hacia la puerta mientras le dedicaba un gesto grosero con el dedo corazón. - Y a mí, Daemon; y a mí. (pág. 414)
Jennifer L. Armentrout (Obsidian (Lux, #1))
Con estas cartas he iniciado mi aproximación a Rilke. No cabe duda de que el checo respiraba y exhalaba poesía. Para ilustrarlo, unas breves citas que no necesitan mayor explicación, sólo hay que gozarlas. “Y aun permaneciendo en mi tristeza, soy feliz sintiendo que es usted, Bella; soy feliz por haberme entregado sin miedo a su belleza como un pájaro se entrega al espacio; feliz, Querida, por haber caminado como un verdadero creyente sobre las aguas de nuestra incertidumbre hasta la isla de su corazón donde florecen dolores. En fin: feliz.” "El trabajo del artista debe ser como la muerte; hay que entrar por entero en él, sin reserva alguna, solo, sin poseer nada salvo esta moneda que se ponía en la boca de los muertos para asegurarles el trayecto de ese río trágico que les separaba para siempre de sus amigos. ¿Sentirá usted, al menos, mi alma que volteará a menudo a su alrededor y al de nuestros queridos recuerdos?" "Estará usted aquí, se lo digo a mi habitación, sobre todo al gran sillón al que le gusta hacerse más vasto a su alrededor y que está infinitamente orgulloso de ser casi tocado por un Alma; pues sabe que sólo un poco de delicioso cuerpo lo separa de la suya. Hasta la vista, Querida, has muy pronto." "Mi estado, tal como lo vio, seguía empeorando; no he escrito ni una sola línea durante esos largos meses y ni siquiera la primavera ha sabido, esta vez, aliviarme; aumentaba, pero yo estaba separado de ella por todos mis sentidos que permanecían cerrados y opacos. Ése debe de ser (cuántas veces lo habré pensado) el estado de un tallo roto que una brizna de corteza sujeta todavía a su árbol, pero que, interiormente, no corresponde ya a la feliz savia con la que se embriagan todas las ramas a su alrededor.
Rainer Maria Rilke
La vida buena no es igualmente accesible para todos. La pertenencia de clase, el género, el color de la piel, la raza, la nacionalidad y la casta generan disparidades, desigualdades de estatus y de poder que influyen de forma significativa en el bienestar individual. Estas diferencias estructurales influyen de manera dramática e importante en el acceso a la salud, en la trayectoria educativa y profesional, en el tratamiento de los casos individuales por el sistema judicial, en las condiciones de la vida cotidiana, en el futuro de los hijos y hasta en las tasas de mortalidad. ¿Qué realización personal cabe esperar si no se dan las condiciones mínimas que puedan favorecerla? Hacer creer que unos ejercicios de autoayuda bastan para remediar la ausencia de transfor- mación social no es solo una visión cortoplacista sino también repug- nante desde el punto de vista moral.46
Edgar Cabanas (Happycracia: Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas)
la escritura, que ha evolucionado desde los pliegos más sencillos, pasando por los rollos, hasta culminar en el libro, ha puesto fin al trágico confinamiento de las vivencias y de la experiencia en el alma individual: desde que existe el libro nadie está ya completamente solo, sin otra perspectiva que la que le ofrece su propio punto de vista, pues tiene al alcance de su mano el presente y el pasado, el pensar y el sentir de toda la humanidad.
Stefan Zweig (Encuentros con libros (El Acantilado nº 405) (Spanish Edition))
No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, en cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen. Los rostros más triviales de hombres y mujeres y hasta los propios rasgos de mi cara se burlan de mí, ofreciéndome su parecido. El mundo entero es una atroz colección de testimonios acreditativos de que vivió y de que ya la he perdido.
Emily Brontë (Wuthering Heights)
—¡Esperad! ¡Volved! —gritó el phooka—. Hay algo que debo deciros. Los tres se dieron la vuelta. —¿De qué se trata? —preguntó Jared. —Boni noni boni —dijo el phooka, articulando con toda precisión. —¿Es eso lo que querías decirnos? —No, en absoluto —respondió el phooka. —Entonces, ¿qué era? —preguntó Jared con impaciencia. —Podría escribirse un libro entero con todo lo que no sabe un autor —declaró el phooka. Acto seguido, trepó por el tronco del árbol hasta perderse de vista.
Tony DiTerlizzi (Lucinda's Secret (The Spiderwick Chronicles, #3))
Nuestro punto de vista lo pasan completamente por alto: nunca hemos sentido de veras la presión de una sola ley, nuestras pasiones y desesperaciones nada tienen que ver con el comercio, nuestros vicios y virtudes florecen por igual, e imparcialmente, al margen del gobierno que está en el poder. La maquinaria que describen... logran hasta cierto punto llevarnos a creer en todo ello, pero el meollo de la cuestión lo dejan sin tocar siquiera. ¿Será acaso porque no está en su mano entenderlo?
Virginia Woolf (Horas en una biblioteca)
En la práctica de cada forma de vida y de cualquier trabajo, existe un estado de mente del que se dice que está desviado. Aunque os esforcéis diligentemente en vuestro propio camino día tras día, si vuestro corazón no está de acuerdo con él, aunque penséis que estáis en el buen camino, desde el punto de vista de la justicia y de la verdad, no es un auténtico camino. Si no seguís un auténtico camino hasta el final, una pequeña maldad al principio se convierte en una gran perversión. Reflexionad sobre esto.
Miyamoto Musashi (El Libro de los cinco anillos)
Pero casi sin excepción se describe a la mujer desde el punto de vista de su relación con hombres. Era extraño que, hasta Jane Austen, todos los personajes femeninos importantes de la literatura no sólo hubieran sido vistos exclusivamente por el otro sexo, sino desde el punto de vista de su relación con el otro sexo. Y ésta es una parte tan pequeña de la vida de una mujer… Y qué poco puede un hombre saber siquiera de esto observándolo a través de las gafas negras o rosadas que la sexualidad le coloca sobre la nariz.
Virginia Woolf (Un cuarto propio)
El viaje por el mundo es un peregrinar de una provincia a otra, y cada una de ellas es una estrella solitaria que brilla sólo para sí misma. Para la mayoría de la gente que vive allí, el mundo real se acaba en el umbral de su casa, en el límite de su aldea o, todo lo más, en la frontera de su valle. El mundo situado más allá no es real ni importante, ni tan siquiera necesario, mientras que el que se tiene a mano, el que se abarca con la vista, aumenta ante nuestros ojos hasta alcanzar el tamaño de un cosmos tan inmenso que nos impide ver todo lo demás. Ocurre a menudo que el habitante del lugar y el que llega desde lejos tienen grandes dificultades a la hora de encontrar un lenguaje común, pues cada uno de ellos se sirve de una óptica diferente para mirar el mismo paisaje. El visitante usa un gran angular, que le da una imagen alejada y reducida, y, en contrapartida, una larga línea de horizonte; en tanto que el interlocutor local siempre ha usado un teleobjetivo o incluso un telescopio, que aumenta hasta el detalle lo más insignificante.
Ryszard Kapuściński (The Shadow of the Sun)
Recordó la vez que pescó a la hembra de una pareja de peces espada. El macho siempre deja que la hembra coma primero, y ella, al morder el anzuelo, se debatió en una batalla salvaje, desesperada y llena de pánico que pronto la agotó. Todo el tiempo el macho se quedó con ella, cruzando el sedal y haciendo círculos en torno de su pareja en la superficie. Se hallaba tan próximo que el viejo había tenido temor de que cortara la cuerda con la cola, que era afilada como guadaña y casi de esa forma y tamaño. El viejo le metió el garfio, le dio golpes, la prendió de la espada, de borde como lija y la aporreó en la punta de la cabeza hasta que su color se volvió casi como el del respaldo de un espejo, y entonces, con la ayuda del muchacho, la elevó para ponerla a bordo. El macho se quedó a un costado del bote. Después, cuando el viejo limpiaba los cordeles y preparaba el arpón, el macho saltó muy alto en el aire, junto al bote, para ver dónde había quedado su pareja, y finalmente se sumergió en lo más profundo, con las alas azul-rojizas, que eran sus aletas pectorales, desplegadas a lo ancho y con todas las franjas del mismo color a la vista. "Era hermoso-recordó el viejo- y se quedó hasta el final".
Ernest Hemingway (The Old Man and the Sea)
(...) Sí, por las tardes, hacia las siete, le gusta encontrarse en un vagón de segunda mano del metro. La mayoría de los pasajeros son personas que regresan de sus trabajos. Se sienta entre ellos, trata de sorprender en sus caras el motivo de sus preocupaciones. Naturalmente, están pensando en lo que acaban de abandonar hasta mañana, sólo hasta mañana, y también en lo que les espera esta noche, lo cual les alegra o les preocupa aún más. Nadja se queda mirando fijamente algo definido: «Hay buenas personas». Más alterado de lo que quisiera mostrarme, ahora sí me enojo: «Pues no. Además tampoco se trata de eso. El hecho de que soporten el trabajo, con o sin las demás miserias, impide que esas personas sean interesantes. Si la rebeldía no es lo más fuerte que sienten, ¿cómo podrían aumentar su dignidad sólo con eso? En esos momentos, por lo demás, usted les ve; ellos ni siquiera la ven a usted. Por lo que a mí se refiere, yo odio, con todas mis fuerzas, esa esclavitud que pretenden que considere encomiable. Compadezco al hombre por estar condenado a ella, porque por lo general no puede evitarla, pero si me pongo de su parte no es por la dureza de su condena, es y no podría ser más que por la energía de su protesta. Yo sé que en el horno de la fábrica, o delante de esas máquinas inexorables que durante todo el día imponen la repetición del mismo gesto, con intervalos de algunos segundos, o en cualquier otro lugar bajo las órdenes más inaceptables, o en una celda, o ante un pelotón de ejecución, todavía puede uno sentirse libre, pero no es el martirio que se padece lo que crea esa libertad. Admito que esa libertad sea un perpetuo librarse de las cadenas: será preciso, por añadidura, para que ese desencadenarse sea posible, constantemente posible, que las cadenas no nos aplasten, como les ocurre a muchos de los que usted me habla. Pero también es, y quizá mucho más desde el punto de vista humano, la mayor o menor pero, en cualquier caso, la maravillosa sucesión de pasos que le es dado al hombre hacer sin cadenas. Esos pasos, ¿les considera usted capaces de darlos? ¿Tienen tiempo de darlos, al menos? ¿Tienen el valor de darlos? Buenas personas, decía usted, sí, tan buenas como las que se dejaron matar en la guerra, ¿verdad? Digamos claro lo que son los héroes: un montón de desgraciados y algunos pobres imbéciles. Para mí, debo confesarlo, esos pasos lo son todo. Hacia dónde se encaminan, ésa es la verdadera pregunta. De algún modo, acabarán trazando un camino y, en ese camino, ¿quién sabe si no surgirá la manera de quitar las cadenas o de ayudar a desencadenarse a los que se han quedado en el camino? Sólo entonces será conveniente detenerse un poco, sin que ello suponga desandar lo andado». (Bastante a las claras se ve lo que puedo decir al respecto, sobre todo a poco que decida tratarlo de manera concreta.) Nadja me escucha y no intenta contradecirme. Tal vez lo último que ella haya querido hacer sea la apología del trabajo.
André Breton (Nadja)
Había un no sé qué de vertiginoso que Emma sentía llegar hasta sí, como una emanación de aquellas vidas amontonadas, y su corazón se henchía profundamente al percibirlo. Era como si las ciento veinte mil almas que allí palpitaban le estuvieran enviando al unísono el vaho de aquellas pasiones que ella les atribuía. Su amor ensanchaba a la vista de aquel espacio y se llenaba con el rumoreo de confusos murmullos que subían hasta ella. Proyectaba su amor hacia fuera, hacia las plazas, los paseos y las calles, y la antigua villa normanda le antojaba una capital desmesurada, una especie de Babilonia por cuyas puertas estaba entrando. Se apoyaba con las dos manos en el borde de la ventanilla y se inclinaba hacia afuera para aspirar la brisa, mientras los tres caballos seguían su galope.
Gustave Flaubert (Madame Bovary (French Edition))
No se asombre de verme siempre vagando con los ojos. En realidad este es mi modo de leer, y solo así la lectura me resulta fructífera. Si un libro me interesa realmente, no logro seguirlo más que unas cuantas líneas sin que mi mente, captando un pensamiento que el texto le propone, o un sentimiento, o un interrogante, o una imagen, se salga por la tangente y salte de pensamiento en pensamiento, de imagen en imagen, por un itinerario de razonamientos y fantasías que siento la necesidad de recorrer hasta el final, alejándome del libro hasta perderlo de vista. El estímulo de la lectura me es indispensable, y de una lectura sustanciosa, aunque solo consiga leer unas cuantas páginas de cada libro. Pero ya esas páginas encierran para mí universos enteros, a cuyo fondo no consigo llegar.
Italo Calvino (If on a Winter’s Night a Traveler)
Hasta donde alcanzaba su vista, todo se le antojaba un páramo rocoso. Ni una sola gota de agua, ni la más pequeña brizna de hierba. Había desaparecido todo color, cualquier cosa semejante a la luz. No había sol, luna ni estrellas. Probablemente ni siquiera hubiese norte ni sur, este ni oeste. Cada cierto tiempo, un enigmático crepúsculo reemplazaba a la oscuridad infinita, pero ésta siempre regresaba. Se hallaba en los últimos confines habitables por cualquier ser humano. Al mismo tiempo, de vez en cuando, también había vida. Durante el crepúsculo, pájaros de picos afilados como cuchillos venían y le desgarraban sin piedad la carne. Cuando las tinieblas cubrían la tierra, las aves se marchaban y los huecos que habían dejado en su carne iban llenándose en silencio de otra materia, un sucedáneo de carne que no era en absoluto carne.
Haruki Murakami (Colorless Tsukuru Tazaki and His Years of Pilgrimage)
El problema de jugar al escondite con tu hermana es que a veces se aburre y deja de buscarte. Y allí estás tú -debajo del sofá, dentro del armario, agazapada detrás de un árbol- empeñada en no rendirte por si acaso solo está haciendo tiempo. Pero puede que se haya marchado... A lo mejor está en el salón, viendo la tele y acabándose la bolsa de papas fritas. Esperas. Esperas hasta olvidar que estás esperando, hasta perder de vista que existe algo más allá de la quietud y el silencio; una hormiga trepa por tu rodilla y no mueves ni un dedo. Ya da igual si te busca o no; te basta con esconderte. (Ganas si nadie te encuentra, aunque no te estén buscando). Y solo sales de detrás del árbol cuando tú quieres. Es el primer aliento tras una larga inmersión. Las ramillas chasquean bajo tus pies, y el mundo te recibe, más cálido y brillante. Esté lista o no, allá voy. Allá voy, esté lista o no.
Rainbow Rowell (Fangirl)
Se debe considerar cuán paupérrimos son los puntos de vista de los cuales emanan generalmente los llamados «programas políticos» y la forma cómo éstos son ataviados de tiempo en tiempo con ropajes nuevos. Siempre es el mismo e invariable motivo el que induce a formular nuevos programas o a modificar los existentes: la preocupación por el resultado de la próxima elección. Se reúnen comisiones que «revisan» el antiguo programa y redactan uno «nuevo», prometiendo a cada uno lo suyo. Al campesino, se le ofrece para su agricultura; al industrial, para su manufactura; al consumidor, facilidades de compra; los maestros de escuela recibirán aumento de sueldo; los funcionarios mejoramiento de pensiones; viudas y huérfanos gozarán de la ayuda del Estado en escala superlativa; el tráfico, será fomentado; las tarifas, experimentarán considerable reducción y hasta los impuestos quedarán poco menos que abolidos.
Adolf Hitler (My Struggle)
Se quedó pasmado. Parecía que la mujer se hubiera quitado una máscara. La cara de la aldea se le presentaba al descubierto a través de la mujer. Hasta ese momento se suponía que la aldea, unilateralmente, era el verdugo; o tal vez una planta carnívora sin voluntad propia, o una voraz anémona de mar, y se suponía que él era una pobre víctima que casualmente había caído en la trampa. Pero desde el punto de vista de los aldeanos, eran ellos los abandonados, y naturalmente no veían razón para sentir ninguna obligación hacia el mundo exterior. De manera que, si él era uno de los causantes del perjuicio, lógicamente los colmillos de los aldeanos estaban dirigidos a él. Nunca se le había ocurrido pensar de esta manera acerca de su relación con ellos. No era raro que se sintiera confundido y molesto. Pero aunque ése fuera el caso, y así lo admitía, batirse en retirada en ese punto sería como abandonar su propia justificación.
Kōbō Abe (The Woman in the Dunes)
Si un historiógrafo pudiera conducir su historia como un mulero conduce a su mula,—en línea recta y siempre hacia adelante:— por ejemplo, desde Roma hasta Loreto sin volver la cabeza ni una sola vez en todo el trayecto, ni a derecha ni a izquierda,— podría aventurarse a predecirles a ustedes, con un margen de error de una hora, cuándo iba a llegar al término de su viaje;—pero eso, moralmente hablando, es imposible. Porque si es un hombre con un mínimo de espíritu, se encontrará en la obligación, durante su marcha, de desviarse cincuenta veces de la línea recta para unirse a este o a aquel grupo, y de ninguna manera lo podrá evitar. Se le ofrecerán vistas y perspectivas que perpetuamente reclamarán su atención; y le será tan imposible no detenerse a mirarlas como volar; tendrá, además, diversos: Relatos que compaginar: Anécdotas que recopilar: Inscripciones que descifrar: Historias que trenzar: Tradiciones que investigar: Personajes que visitar.
Laurence Sterne (Tristram Shandy)
Over a three-month period in 1995, Holbrooke alternately cajoled and harangued the parties to the conflict. For one month, he all but imprisoned them at Wright-Patterson Air Force Base in Dayton, Ohio—a stage where he could precisely direct the diplomatic theater. At the negotiations’ opening dinner, he seated Miloševic´ under a B-2 bomber—literally in the shadow of Western might. At a low point in the negotiations, he announced that they were over, and had luggage placed outside the Americans’ doors. Miloševic´ saw the bags and asked Holbrooke to extend the talks. The showmanship worked—the parties, several of them mortal enemies, signed the Dayton Agreement. It was an imperfect document. It ceded almost half of Bosnia to Miloševic´ and the Serbian aggressors, essentially rewarding their atrocities. And some felt leaving Miloševicć in power made the agreement untenable. A few years later, he continued his aggressions in Kosovo and finally provoked NATO airstrikes and his removal from power, to face trial at The Hague. The night before the strikes, Miloševic´ had a final conversation with Holbrooke. “Don’t you have anything more to say to me?” he pleaded. To which Holbrooke replied: “Hasta la vista, baby.” (Being menaced by a tired Schwarzenegger catchphrase was not the greatest indignity Miloševic´ faced that week.) But the agreement succeeded in ending three and a half years of bloody war. In a sense, Holbrooke had been preparing for it since his days witnessing the Paris talks with the Vietnamese fall apart, and he worked hard to avoid repeating the same mistakes. Crucial to the success of the talks was his broad grant of power from Washington, free of micromanagement and insulated from domestic political whims. And with NATO strikes authorized, military force was at the ready to back up his diplomacy—not the other way around. Those were elements he would grasp at, and fail to put in place, in his next and final mission.
Ronan Farrow (War on Peace: The End of Diplomacy and the Decline of American Influence)
La historiografía venezolana ha sufrido, desde los días mismos de la independencia, de una serie de procesos sucesivos de deformación, interpretación interesada y falta de objetividad que nos han llevado a no poder comprender con aceptable veracidad lo que realmente ha ocurrido en nuestro país, qué sentido ha tenido su proceso histórico, qué lo ha caracterizado y qué ha habido finalmente de acierto y desacierto en él, desde un punto de vista menos restringido y matizado de opiniones individuales en el que hemos tenido hasta ahora. Literalmente ha sido una historia de negaciones y deformaciones. Sin excluir la etapa de la lucha por la independencia, no existe prácticamente ningún tiempo ni ninguna personalidad importante que haya podido ser apreciada y medida en su verdadera significación. Todas las etapas y los personajes han sufrido este proceso de erosión continua, que procede de la actitud retaliativa con que las facciones triunfantes han considerado las figuras de los periodos inmediatamente anteriores. Casi siempre han sido los «enemigos», en actitud vengativa, quienes han juzgado las etapas históricas que los han precedido y esta característica no se ha detenido nunca hasta nuestros días, con los más graves daños para el valor formativo que debe tener la historia en la conciencia nacional.
Arturo Uslar Pietri (Golpe y Estado en Venezuela)
La vida transcurre a velocidades y ritmos disímiles. Por largos periodos avanza con lentitud y de súbito, en lapsos cortísimos, suceden eventos frenéticos y radicales que la trastornan hasta dejarla irreconocible. Cómo y por qué entra uno a esos ríos caóticos y furiosos es un misterio. Nos quejamos de la grisura de la cotidianeidad, pero con frecuencia es nuestra tabla de salvación. Una existencia sin orden termina por apabullarnos. En la mayor parte de las personas anida la mentalidad del funcionario: un sueldo mensual seguro, los días organizados hora por hora, despertar al lado del mismo hombre. Una vida predecible donde la energía no se malgasta intentando descifrar lo que depara el mañana. Saberse tranquila, serena, sin subir montañas rusas que nos dejen sin respiración y al borde del vómito. Sin embargo, una parte nuestra es indómita y se rebela, y pese a contrariar nuestra razón, nos precipitamos hacia lo desconocido, lo peligroso, lo letal. El sentido común nos pide que nos detengamos, imposible: por dentro nos late el pálpito de la adrenalina. No importa que podamos perderlo todo, no importa amenazar la vida propia y la de quienes queremos, no importa rozar la muerte, proseguimos. La sangre pulsa a chorros, las vísceras se anudan, la vista se nubla. La vida afirmándose como vida, la vida retornando a su forma más primigenia y brutal. La vida por la vida. Ese
Guillermo Arriaga (Salvar el fuego)
¿Así que nuestros antepasados medievales eran felices porque encontraban sentido a la vida en los engaños colectivos acerca de la vida en el más allá? Sí. Mientras nadie echara por tierra sus fantasías, ¿por qué no tenían que serlo? Hasta donde podemos saber, desde un punto de vista puramente científico, la vida humana no tiene en absoluto ningún sentido. Los humanos son el resultado de procesos evolutivos ciegos que operan sin objetivo ni propósito. Nuestras acciones no forman parte de ningún plan cósmico divino, y si el planeta Tierra hubiera de explotar mañana por la mañana, probablemente el universo seguiría su camino como de costumbre. Hasta donde podemos decir en este punto, no se echaría en falta la subjetividad humana. De ahí que cualquier sentido que la gente atribuya a su vida es solo una ilusión. Los sentidos ultramundanos que las gentes medievales encontraban que tenía su vida no eran más ilusión que lo que las gentes modernas encuentran en los modernos sentidos humanistas, nacionalistas y capitalistas. La científica que dice que su vida tiene sentido porque aumenta el compendio del saber humano, el soldado que declara que su vida tiene sentido porque lucha para defender a su patria, y el empresario que encuentra sentido en la creación de una nueva compañía, se engañan igual que sus homólogos medievales que encontraban sentido en la lectura de las Escrituras, en emprender una cruzada o en construir una nueva catedral. De
Yuval Noah Harari (Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad)
[...] las cosas por las que se nos conoce son simples chiquilladas. Por debajo, todo está oscuro, todo se extiende, todo es insondablemente profundo; pero de cuando en cuando salimos a la superficie y por eso se nos conoce. A la señora Ramsay su horizonte le parecía no tener límites. Estaban todos los lugares que no había visto; las llanuras de la India; también se veía apartando la gruesa cortina de cuero de una iglesia romana. El núcleo de oscuridad podía ir a cualquier sitio, porque nadie lo veía. Nadie podía detenerlo, pensó, exultante. Allí estaba la libertad, allí estaba la paz, allí estaba —bien más precioso que ningún otro— la posibilidad de recogerse, de descansar sobre una plataforma de estabilidad. De acuerdo con su experiencia, nunca se encontraba descanso en tanto que uno mismo (aquí realizó una maniobra muy hábil con las agujas), pero sí como cuña de oscuridad. Al perder la personalidad se perdía la preocupación, la prisa, la agitación; y siempre le subía hasta los labios alguna exclamación para expresar su triunfo sobre la vida cuando las cosas confluían en aquella paz, aquel descanso, aquella eternidad; y, haciendo una pausa, volvió la vista para encontrarse con el destello del faro, el destello largo, el último de los tres, que era su destello; porque, siempre, al contemplar las cosas con aquel estado de ánimo a aquella hora del día, resultaba inevitable sentirse especialmente atraída por una de ellas; y aquella cosa, aquel destello largo, era su destello.
Virginia Woolf (To the Lighthouse)
También el hombre que haya llegado a los 30 años tendrá aún mucho que aprender en el curso de su vida, pero esto únicamente a manera de una complementación dentro del marco determinado por la concepción ideológica adoptada en principio. Los nuevos conocimientos que adquiera no significarán una innovación de lo ya aprendido, sino más bien un proceso de acrecentamiento de su saber, de tal modo que sus adeptos jamás tendrán la decepcionante impresión de haber sido mal orientados; por el contrario, el visible desarrollo de la personalidad del Jefe provocará complacencia en la convicción de que el perfeccionamiento de éste refluye en favor de la propia doctrina. Ante sus ojos, esto constituye una prueba de la certeza del criterio hasta aquel momento sostenido. Un Jefe que se vea obligado a abandonar la plataforma de su ideología general por haberse dado cuenta que ésta era falsa, obrará honradamente sólo cuando, reconociendo lo erróneo de su criterio, se halle dispuesto a asumir todas las consecuencias. En tal caso deberá por lo menos renunciar a toda actuación política ulterior, pues, habiendo errado ya una vez en puntos de vista fundamentales, está expuesto por una segunda vez al mismo peligro. De todos modos ha perdido ya el derecho de recurrir, y menos aun de exigir la confianza de sus conciudadanos. El grado de corrupción de la plebe, que por ahora se siente habilitada para "hacer" política, evidencia cuán rara vez se sabe responder en los tiempos actuales a una prueba tal de decoro personal.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
Te extraño, anhelo lo que aún no hemos dicho y hecho, las palabras no pronunciadas, las miradas no vistas, la piel no tocada, el labio no besado. Echo de menos los paseos que todavía no hemos dado, los libros que no te he leído al oído, las películas que no hemos visto, ver cómo te desvistes y mirar cómo te vistes, tus ronquidos en mi nuca. Lamento la distancia que se cuenta en kilómetros y separa lo que parece unido por secretos lazos invisibles, que sostienen nuestras vidas de forma sutil y aparentemente efímera. Quiero que pase el tiempo como leopardos dopados que recorren en milésimas de segundo distancias insalvables. Pero cuando pienso no estas lejos, y siento tu voz en mí oído, casi puedo tocar las palabras pronunciadas por tu boca, el calor de tu aliento dirigiéndose a mí. Entonces mi bajo cerebro palpita y cada poro de mi piel pide a gritos tu presencia, vuelvo a echarte de menos y a medir tu ausencia en cualquier tipo de unidad de medida posible, pensando en kilómetros, metros, centímetros, en días, horas, meses, minutos.... Me haces falta, contigo mis pulmones respiran mejor y mi corazón late con mayor fulgor, sonrió, río, sobrevivo con facilidad a la lucha diaria. ¿Me anhelas como yo? Y sigo pensando en acariciar tu pelo y en aprenderme de memoria cada lunar, cada arruga, cada doblez de tu piel, cada vello. Añórame y espérame, cercano se encuentra el día que intente alcanzar tu boca lejana para probar la ambrosía de tus labios. Mientras espérame en tus sueños lugar donde pretendo habitar hasta el final encuentro.
Ainhoa Escarti (Todas las cosas que escribi cuando ninguno de ellos miraba (Spanish Edition))
Leonardo era un maestro de los gestos, pero también sabía hacerlos enigmáticos, de modo que el espectador participara en la obra. ¿Baja la mano como diciendo: «Lo sabía»? ¿Señala con el pulgar a Judas? Ahora detengámonos en Mateo. Con las palmas de las manos vueltas hacia arriba, ¿apunta a Jesús o a Judas? El espectador no tiene por qué avergonzarse por su confusión; a su manera, Mateo y Tadeo también lo están sobre lo que acaba de ocurrir, intentan aclararse y acuden a Simón el Zelote en busca de respuesta. Jesús tiende la mano derecha hacia un vaso de vidrio lleno una tercera parte de vino tinto. En un detalle deslumbrante, se le ve el meñique a través del vaso, más allá del cual hay un plato y un pedazo de pan. La mano izquierda de Jesús, con la palma hacia arriba, se alarga hacia otro pedazo de pan, al que contempla bajando la mirada. La perspectiva y la composición de la pintura, en especial vista desde la puerta que los monjes usaban para acceder al refectorio, guían la mirada del espectador en la misma dirección que los ojos de Jesús, descendiendo por su brazo izquierdo hasta el pedazo de pan. Ese gesto y esa mirada crean el segundo momento destacado en el relato pictórico: el de la institución de la eucaristía. En el Evangelio según san Mateo, esta ocurre en el momento posterior al anuncio de la traición: «Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomad, comed, este es mi cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”». Este pasaje del relato parte de Jesús para abarcar tanto la reacción a su revelación de que Judas lo traicionaría como la institución del santísimo sacramento.[11]
Walter Isaacson (Leonardo da Vinci: La biografía (Spanish Edition))
Se vieron el sábado siguiente y todos los demás sábados de otoño, con Ferguson desplazándose en autobús desde Nueva Jersey hasta la terminal de Port Authority y cogiendo luego la línea IRT del metro hasta la calle Setenta y dos Oeste, donde se apeaba para luego caminar tres manzanas en dirección norte y otras dos en dirección oeste hasta el piso de los Schneiderman en Riverside Drive esquina con la Setenta y cinco, apartamento 4B, que se había convertido en la dirección más importante de la ciudad de Nueva York. Salidas a diversos sitios, casi siempre los dos solos, de vez en cuando con amigos de Amy, cine extranjero en el Thalia de Broadway esquina con la calle Noventa y cinco, Godard, Kurosawa, Fellini, visitas al Met, al Frick, al Museo de Arte Moderno, los Knicks en el Garden, Bach en el Carnegie Hall, Beckett, Pinter y Ionesco en pequeños teatros del Village, todo muy cerca y a mano, y Amy siempre sabía adónde ir y qué hacer, la princesa guerrera de Manhattan le enseñaba cómo orientarse por la ciudad, que rápidamente llegó a convertirse en su ciudad también. No obstante, pese a todas las cosas que hacían y todo lo que veían, lo mejor de aquellos sábados era sentarse a charlar en las cafeterías, la primera serie de incesantes diálogos que continuarían durante años, conversaciones que a veces se convertían en feroces discusiones cuando sus puntos de vista diferían, la buena o mala película que acababan de ver, la acertada o desacertada idea política que uno de ellos acababa de expresar, pero a Ferguson no le importaba discutir con ella, no le interesaban las chicas facilonas, las pánfilas llenas de mohínes que sólo perseguían imaginarios ritos amorosos, eso era amor de verdad, complejo, hondo y lo bastante flexible para albergar la discordia apasionada, y cómo no podría amar a aquella chica, con su implacable y penetrante mirada y su risa inmensa, retumbante, la excitable e intrépida Amy Schneiderman, que un día iba a ser corresponsal de guerra, revolucionaria o doctora entregada a los pobres. Tenía dieciséis años, casi diecisiete. La pizarra vacía ya no lo estaba tanto, pero aún era lo bastante joven para saber que podía borrar las palabras ya escritas, suprimirlas y empezar de nuevo siempre que su espíritu la impulsara a ello.
Paul Auster (4 3 2 1 (Biblioteca Formentor) (Spanish Edition))
Cualquiera que sea el talento que se revele en la dirección de una propaganda, no conseguirá el éxito si no se toma en consideración siempre e intensamente un postulado fundamental: ella tiene que conformarse con poco; sin embargo, ese poco tendrá que ser repetido constantemente. La persistencia, en este caso, es, como en muchos otros de este mundo, la primera y más importante condición para el éxito. Los temas de propaganda, precisamente, no pueden ser dirigidos por estetas, ni por "blasés". Los primeros imprimen, por la forma y por la expresión, un sello a la propaganda que, dentro de poco, sólo tiene poder de atracción en los círculos literarios; los segundos, deben ser cuidadosamente evitados, pues su falta de sensibilidad hace que se busquen constantemente nuevos atractivos. Esas personas se cansan de todo con facilidad; lo que ellos desean es la variedad y son incapaces de una comprensión de las necesidades de sus conciudadanos todavía no contaminados por su pesimismo. Ellos son siempre los primeros críticos de la propaganda, o, mejor dicho, de su contenido, el cual les parece demasiado arcaico, etcétera. Sólo quieren novedades, sólo buscan variedad y se vuelven de esa forma enemigos mortales de una conquista eficiente de las masas, desde el punto de vista político. Después que una propaganda, en su organización y en su contenido, comienza a orientarse por las necesidades de aquéllos, pierde toda unidad y se dispersa completamente. La propaganda, por consiguiente, no fue creada para proporcionar a esos señores blasés una distracción interesante y sí para convencer a la masa. Ésta necesita -por ser de más lenta comprensión- de un determinado período de tiempo, antes de estar en condiciones de tomar conocimiento de un hecho y, solamente después de repetirles millares de veces los conceptos más elementales, es cuando su memoria entrará a retenerlos. La variación en la propaganda no debe alterar jamás el sentido de aquello que es el objeto de esa propaganda, sino que desde el principio hasta el fin debe significar siempre lo mismo. El motivo en cuestión puede ser considerado desde puntos de vista diferentes, mas es condición esencial que toda exposición entrañe en resumen, invariablemente, la misma fórmula. Sólo de esta suerte es posible hacer que la propaganda sea eficaz y uniforme. Sólo la línea maestra, que nunca debe ser abandonada, es capaz, guardando la acentuación uniforme y coherente, de hacer madurar el éxito final. Sólo entonces se podrá constatar con asombro cuán formidables y casi incomprensibles resultados es capaz de producir una persistencia tal. El éxito de toda propaganda, sea en el campo del comercio o en el de la política, supone una acción perseverante y la constante uniformidad de su aplicación. También en esto fue ejemplar la
Adolf Hitler (Mi Lucha)
Todo labora en todo. El álgebra se aplica a las nubes; la irradiación del astro se aprovecha la rosa; ningún pensador se atrevería a decir que el perfume del espino albar no les es de utilidad a las constelaciones. ¿Quién puede calcular el trayecto de la molécula? ¿Sabemos acaso si unos granos de arena al caer no determinan la creación de mundos? ¿Quién sabe de los flujos y reflujos recíprocos de lo infinitamente grande y de lo infinitamente pequeño, ni de la repercusión de las causas en los precipicios del ser, ni de las avalanchas de la creación? Una cresa tiene importancia; lo pequeño es grande, lo grande es pequeño; todo está en equilibrio en la necesidad; visión que alarma a la mente. Hay entre los seres y las cosas relaciones prodigiosas; en este conjunto inagotable que va del sol al pulgón nadie se desprecia; se necesitan todos entre sí. La luz no se lleva hasta el azul del cielo los perfumes terrenales sin saber qué va a hacer con ellos; la noche reparte esencia de estrellas entre las flores dormidas. Todas la aves que vuelan llevan atado a la pata el hilo de lo infinito. Un meteoro que nace y un picotazo de golondrina para romper el huevo se suman a las complicaciones de la germinación, y ésta hace frente al mismo tiempo al nacimiento de una lombriz y a la llegada de Sócrates. Cuando se acaba con el telescopio, empieza el microscopio. ¿Cuál de los dos tiene mejor vista? Escoged. Un moho es una pléyade de flores; una nebulosa es un hormiguero de estrellas. La misma promiscuidad, y aún más inaudita, de las cosas de la inteligencia y los hechos de la sustancia. Los elementos y los principios se mezclan, se combinan, se acoplan, se multiplican entre sí, y hasta tal punto que consiguen que el mundo material y el mundo moral desemboquen en la misma claridad. El fenómeno se repliego continuamente sobre sí. En los enormes intercambios cósmicos, la vida universa va y viene en cantidades desconocidas y lo arrastra y lo revuelve todo en el invisible misterio de los efluvios, dándole uso a todo, no perdiendo ni uno de los sueños de todos los que duermen, sembrando un animálculo acá y desmigajando un astro allá, oscilando y serpenteando, convirtiendo la luz en fuerza y pensamiento en elemento, diseminada e invisible, disolviéndolo todo con la excepción de este punto geométrico, el ego; volviendo a llevarlo todo al alma átomo; haciendo florecer todo en Dios; enredando entre sí, desde la más alta hasta la más baja, todas las actividades en la oscuridad de un mecanismo vertiginoso, relacionando el vuelo de un insecto con el movimiento de la tierra, subordinando, aunque no sea más que mediante la identidad de la ley, ¿quién sabe?, la evolución del cometa en el firmamento y los giros del infusorio en la gota de agua. Máquina cuya materia es el espíritu. Engranaje gigantesco cuyo primer motor es una mosquita y la última rueda es el zodiaco.
Victor Hugo (Les Misérables)
—No hay un solo pueblo que haya organizado su vida según los principios de la razón y la ciencia. No ha habido nunca un ejemplo de ello, o quizá sólo durante un momento y eso por estupidez. El socialismo, por su índole misma, tiene que ser ateísmo, puesto que proclama desde el primer momento que es una institución atea y que trata de organizarse exclusivamente según los principios de la ciencia y la razón. Ahora bien, en la vida de los pueblos, la ciencia y la razón han cumplido un menester tan secundario como auxiliar; y lo seguirán cumpliendo por los siglos de los siglos. Los pueblos se forman y mueven por otro género de fuerza que los conduce y rige, cuyo origen es desconocido e inexplicable. Esa fuerza es la del anhelo infatigable de llegar hasta el fin, al mismo tiempo que niegan que haya un fin. Es el espíritu de la vida, o, como dice la Escritura, «los ríos de agua viva» con cuya posibilidad de secarse nos intimida el Apocalipsis. Es un principio estético, como dicen los filósofos, un principio ético con el cual lo identifican. La «búsqueda de Dios», como yo lo llamo de modo más sencillo. La meta de todo movimiento popular, en cualquier pueblo y momento de su existencia, es únicamente la búsqueda de Dios, de su Dios, del suyo propio, y de la fe en él como único verdadero. Dios es la personalidad sintética de todo un pueblo, considerada desde el principio hasta el fin. Nunca se ha dado el caso de que todos los pueblos, o muchos de ellos, tengan un solo Dios común, sino que siempre ha tenido cada uno el suyo. Cuando los dioses comienzan a ser comunes, ocurre la primera señal de descomposición de la nacionalidad. Cuanto más poderoso es un pueblo, más individual debe ser su dios. No hay pueblo sin religión, es decir, sin noción del bien y del mal. Ahora, cuando entre muchos pueblos surgen nociones comunes del bien y del mal, esos pueblos mueren, y hasta la misma diferencia entre el bien y el mal comienza a desdibujarse y termina desapareciendo. Nunca ha podido la razón definir el bien y el mal, ni distinguir siquiera aproximadamente el bien del mal; al contrario, los ha mezclado de manera vergonzosa y lamentable. La ciencia sin embargo no ha dado sino soluciones basadas en la fuerza bruta. En ello ha descollado en particular la semiciencia, el más terrible azote de la humanidad, peor que cualquier peste, peor que el hambre y la guerra. La semiciencia es un déspota de una fauna jamás vista hasta ahora, un déspota que tiene sus sacerdotes y sus esclavos, un déspota ante quien todos hincan la frente con amor y temor supersticioso inconcebibles hasta ahora, y ante quien tiembla y se rinde vergonzosamente la ciencia misma. Éstas son las mismísimas palabras de usted, Stavrogin, salvo las referentes a la semiciencia. Ésas son mías, porque yo no tengo más que semiciencia y, por lo tanto, le tengo un odio especial. Además, no he cambiado ni una sola de sus palabras y tampoco ni una sola de sus ideas.
Fyodor Dostoevsky (Demons)
La suposición de que todas las razas son, por sus características, iguales, puede ser seguida de una manera parecida a considerar a las naciones llegándose en escala descendente a afirmar idéntica cosa hasta de los mismos hombres. En esta forma, el mismo marxismo internacional no pasa de ser un punto de vista general del mundo – sostenido en verdad por espacio de muy largo tiempo – y llevado adelante por el judío Karl Marx a modo de credo político. De faltarle el apoyo de un proceso de envenenamiento semejante, el extraordinario éxito político de estas doctrinas habría sido imposible. Karl Marx fue sencillamente, y en realidad, el único individuo entre millones que en el lodazal de un mundo corrompido descubrió, con el ojo seguro del profeta, la ponzoña indispensable, extractándola como por arte de magia en una solución concentrada a fin de acelerar la destrucción de la existencia independiente de las naciones libres de esta Tierra. Y todo ello con el propósito de servir a su propia raza. En este sentido puede decirse que la doctrina marxista constituye el epítome intelectual de las teorías del mundo que prevalecen hoy en día. En esta parte del mundo la cultura humana y la civilización están indisolublemente ligadas a la presencia del elemento ario. Si ese elemento desapareciese o fuera vencido, el negro velo de un periodo de barbarie volvería a descender sobre el mundo. Para todo aquel que contemple a este último con ojos de nacionalista, cualquier brecha abierta en la existencia de la civilización humana merced a la destrucción de la raza que la protege, será siempre el más condenable de los crímenes. Quien ose poner la mano en la más noble imagen de Dios, pecará contra el bondadoso Creador de esta maravilla y contribuirá a su propia expulsión del paraíso. Todos sabemos que en un porvenir lejano, la humanidad deberá afrontar problemas cuya solución exigirá que una raza excelsa en grado superlativo, apoyada por las fuerzas de todo el planeta, asuma la dirección del mundo. La organización de una política mundial sólo podrá efectuarse, en todos los tiempos, mediante su enunciación definida y exacta; los prinicipios de un partido en formación son para éste lo que el dogma es para la religión. Por consiguiente, así como la organización del partido marxista traza actualmente el camino hacia el internacionalismo, así debe contar la política nacionalista con un instrumento que nos ofrezca una posibilidad de defenderla por la fuerza. Éste es el objetivo que persigue el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Advertí, pues, que me estaba reservada la particular misión de extraer las ideas centrales de la masa informe de esta teoría general del mundo, para remodelarlas y darles una forma más o menos dogmática, de modo que por su franqueza y claridad fuera capaz de unir sólidamente a cuantos la aprobasen. En otras palabras: el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán se propone adaptar los principios esenciales de una teoría racista del mundo a las posibilidades prácticas que nos ofrecen los tiempos y el material humano actuales, para lograr el triunfo de aquella teoría del mundo, triunfo que tendrá lugar cuando tales métodos hayan tornado posible la rígida organización de grandes masas.
Adolf Hitler (Mi Lucha)
Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. —Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no. Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: —Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: —Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. —¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable. —Todos buscan la Ley –dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. —Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.
Franz Kafka (Ante la ley)
por qué llora si no le pasa nada?", "Ha comido y está limpio, lo que tiene es cuento". ¡Error! ¿Cómo sabes que no le pasa nada? ¿Cómo te atreves a dejarle llorar porque no tenga molestias visibles? Un bebé no llora porque le apetece, ni para llamar la atención ni manipular. Esos procesos cognitivos complejos no los dominará hasta muchos años más tarde. Si llora es porque le pasa algo. Por favor, ¡no le dejes llorar! No le hagas saber que no puede contar contigo cuando lo necesite. Estas son solo algunas cosas que pueden pasarle al bebé y que no se pueden ver a simple vista:                    Le pica una oreja                   Tiene un hilo enredado entre los dedos                   Se ha asustado por algo                   Tiene sed                   Se le ha dormido el pie                   Se ha arañado                   Tiene un afta bucal                  Hay demasiada luz                  Necesita cambiar de postura                   Le va a salir su primer diente                   Un moco no le deja respirar bien                   Le raspa la etiqueta del body                   Le duele algo                   Tiene calor                   Tiene frío                   Tiene la garganta irritada                   Se le ha metido una mota de polvo en el ojo                   Ha chupado el peluche y tiene un pelo en la lengua                   Le hemos apretado demasiado el pañal o el patuco                   Tiene una contractura (mucho más común de lo que la gente piensa por la hipertonía de los bebés muy pequeños)                   Necesita una referencia de dónde está y con quién                   Se ha mordido la lengua con las encías                   Necesita saber que no le han abandonado                   etc.      ¿Cómo sabes que no le pasa nada? ¡Mira su cara de angustia! V.
Cristina Medrano Moreno (La crianza con apego)
PAPÁ OLVIDA W. Livingston Larned. Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: «¡Adiós, papito!» y yo fruncí el entrecejo y te respondí: «¡Ten erguidos los hombros!» Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. «¿Qué quieres ahora?» te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: «No es más que un niño, un niño pequeñito». Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
Anonymous
–Mira, Buenaonda, maldita la ley del matrimonio gay. Antes nosotros éramos una pareja de lo más normal. Follábamos como cosacos, como locas, follábamos juntos y por separado, en tríos, en cuartetos, en grupo, en familia, follábamos sin parar. En ca- sa, en el coche, en los portales, en los cines, en los bares, en los trenes, en los urinarios públicos, en los museos... Y entonces lle- gó el matrimonio gay. Y la jodimos. Nos volvimos, literalmente, un matrimonio. ¿Cómo nos pudo pasar eso a nosotros? Pues no lo sé, pero pasó. Nos casamos y dejamos de follar. No al principio, que era como la luna de miel. Pero después, se acabó. Empezaron a pasar los días, y las semanas, y los meses, y todo fue a peor. Las orgías se volvieron cuartetos ocasionales. Y los cuartetos se vol - vieron tríos y con gente de confianza. Y al final hasta los tríos también desaparecieron porque, ¿sabes?, yo no puedo permitir que alguien se folle a mi marido. Así que nos dedicamos a follar - nos mutuamente y eso, la verdad, es un tostón. Más aún cuando el cabrón de Paco no me come la polla porque dice que se le estropean las cuerdas vocales. Antes ni me había dado cuenta. Pero desde que somos dos mariconas monógamas, las carencias saltan a la vista. La jodimos, amigo. Maldito Zapatero.
Brigitte Vasallo (PornoBurka-Desventuras del Raval y otras f(r)icciones contemporáneas)
La gran lluvia siempre en el fluvial valle con forma de lágrima derramada por todo el cuerpo [de calor, herido por el sol que no salía de casa, odiado en voz baja la vista descansaba con el agua hasta el cielo, los oídos regresaban a su puesto, bailaban acá tantas gotas y sonaban allá como gritos adentro
Jairo Rojas Rojas (La rendija de la puerta)
En algún momento de este período me reuní con Steve y le pregunté discretamente cómo se solventaban las cuestiones cuando la gente no estaba de acuerdo con él. No pareció caer en la cuenta de que en realidad le estaba preguntando cómo se resolverían las cosas si trabajábamos juntos y yo no estaba de acuerdo con él, pues me dio una respuesta más general. Dijo: «Cuando no comparto el mismo punto de vista con alguien, me limito a tomarme tiempo para explicarlo mejor, de manera que lo entienda correctamente».
Ed Catmull (Creatividad, S.A. Cómo llevar la inspiración hasta el infinito y más allá)
Al leer estos relatos de mujeres de edades muy distintas, pero escritos todos ellos en los últimos veinte años, hay otro rasgo que salta a la vista. Hasta cierto punto, y con honrosas excepciones, nos quedamos con la sensación de que las escritoras más jóvenes tienen una visión más cruda de la realidad y de que describen relaciones más alienadas que sus compañeras mayores. Si esto se debe a su juventud —las más jóvenes están aún en la treintena— o si es un rasgo generacional que responde a una nueva actitud ante la vida, es una cuestión que aquí no podemos sino plantear, pero que desde luego llama a la reflexión. En las escritoras más maduras encontramos un sentido del humor y una lozanía que a veces echamos en falta en las más jóvenes. Solo el paso del tiempo nos revelará si esto responde a la evolución del mundo en que vivimos o al desarrollo personal de las autoras.
Diego Moreno (Mujeres de los fiordos)
Tocaba despacio, casi con majestuosidad. Mucha gente cree que la velocidad es lo que distingue a un buen músico. Es comprensible. Lo que Marie había hecho en el Eolio era asombroso. Pero la velocidad a la que puedas marcar la digitación de las notas no es lo más importante de la música. La verdadera clave es el ritmo. Es como contar un chiste. Cualquiera puede recordar las palabras. Cualquiera puede repetirlo. Pero para hacer reír necesitas algo más. Contar un chiste más deprisa no lo hace más gracioso. Como ocurre con muchas cosas, es mejor vacilar que precipitarse. Por eso hay tan pocos músicos buenos de verdad. Mucha gente sabe cantar o arrancarle una canción a un violín. Una caja de música puede tocar una canción impecablemente, una y otra vez. Pero no basta con saber las notas. Tienes que saber cómo tocarlas. La velocidad se adquiere con el tiempo y la práctica, pero el ritmo es algo con lo que se nace. Lo tienes o no lo tienes. Denna lo tenía. Hacía avanzar la canción despacio, pero no pesadamente. La tocaba con la lentitud de un beso lujurioso. Y no es que en esa época de mi vida yo supiera mucho de besos. Pero viéndola allí de pie, con los brazos alrededor del arpa, concentrada, con los ojos entrecerrados y los labios ligeramente fruncidos, supe que quería que algún día me besaran con ese cuidado lento y deliberado. Además, Denna era hermosa. Supongo que a nadie le extrañará que sienta debilidad por las mujeres por cuyas venas corre la música. Pero mientras Denna tocaba, la vi por primera vez ese día. Hasta entonces me habían distraído su peinado, diferente, y el corte de su vestido. Pero viéndola tocar, todo eso desapareció de mi vista. Me estoy yendo por las ramas. Baste decir que Denna tocaba de forma admirable, aunque era evidente que todavía tenía mucho que aprender. Le fallaron algunas notas, pero no las rechazó ni se estremeció. Como dicen, un joyero sabe reconocer la gema en bruto. Y yo lo soy. Y ella lo era. Bueno.
Patrick Rothfuss (The Wise Man’s Fear (The Kingkiller Chronicle, #2))
y otra vez trataba de apartar su mente de todo aquello. “Piensa en algo bonito, piensa en algo bonito”, se decía a sí misma, meciéndose con un leve movimiento adelante y atrás. Con cautela miró a su alrededor tratando de identificar el lugar donde se encontraba. Estaba demasiado oscuro y los ojos le dolían de tanto llorar. De vez en cuando, el terror por la posible reaparición de aquellos hombres le provocaba escalofríos que le recorrían toda la espalda y la hacían que abrazara aún con más fuerza sus piernas llenas de rasguños y sangre.               Que la oscuridad fuese absoluta no impidió que se diera cuenta de la escasa ropa que en esos instantes cubría su cuerpo. Tocó su pelo y se dio cuenta de que estaba enmarañado y lleno de barro. De repente oyó el sonido de la llave en la cerradura de aquel lugar. El pánico se apoderó inmediatamente de ella y, con mucha dificultad por el dolor, se fue hasta una esquina, apoyó la espalda en la pared y bajó la cabeza protegiéndose entre sus rodillas.               Instantes después escuchó unos pasos que se acercaban. No hacía más que temblar y respirar con dificultad. Trató de recordar una oración, pero la cabeza le daba vueltas y el horror no la dejaba pensar. Notó una presencia enfrente de ella. Lentamente, con un miedo atroz, alzó la vista y en la oscuridad, con dificultad, le pareció adivinar la silueta de un hombre. Rompió a llorar suplicante.               La figura se acuclilló a su altura, le tocó el brazo con suavidad y con voz dulce le dijo:               —Tranquila, no te haré daño, no soy uno de ellos.               Le dejó un vaso de agua a su lado y añadió:               —Ahora me tengo que marchar. No olvides que estoy de tu parte.               17     —He vendido la hacienda con los animales incluidos. Pasado mañana nos trasladamos —dijo Zarik sin mirarle a la cara mientras permanecía sentado en una silla del salón.               Ismiliya acababa de entrar a la vivienda después de acomodar al ganado en los establos.
Neo Coslado (Ashia, la niña somalí (Basada en hechos reales) (Spanish Edition))
Y decía de ellos: son campesinos y no de la clase media: por eso no carecen de inteligencia. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13193-13193 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 09:52:26 El escepticismo, esa caries de la inteligencia, no le había dejado ni una idea entera en la cabeza. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13201-13202 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 09:54:04 siempre nos atrae los que nos falta; nadie ama la luz como el ciego; ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13365-13366 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 11:56:15 Londres, metrópoli del lujo, es capital de la miseria. Sólo en la parroquia de Charing-Cross mueren cien personas al año de hambre. Tal es la Albión. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13651-13651 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 16:51:26 Era tímido hasta la aspereza. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13653-13653 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 16:51:48 El alma es el único pájaro que sostiene su jaula. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13850-13852 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 17:17:36 Creía, y tal vez con razón, haber llegado a la verdad de la vida y de la fisonomía humana, y había concluido por no mirar casi más que al cielo, única cosa que la verdad puede ver desde el fondo de un pozo. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 13852-13854 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 17:18:22 Esto no le impedía multiplicar los planes, las combinaciones, los castillos en el aire, los proyectos para el porvenir. En aquel estado fantástico, si la vista de un hombre hubiera podido penetrar hasta el interior de Mario, se habría deslumbrado ante la pureza de aquella alma. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 14020-14022 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 17:39:30 La persona que ahora veía era una hermosa y alta criatura con las formas más encantadoras de la mujer, en ese momento preciso en que se combinan todavía con las gracias más cándidas de la niña; momento fugaz y puro, que sólo pueden traducir estas dos palabras: quince años. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 14022-14027 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 17:40:28 Tenía admirables cabellos castaños, matizados con reflejo de oro; una frente que parecía hecha de mármol; mejillas que parecían formada de hojas de rosa; un sonrosado pálido; una blancura que revelaba cierta emoción interior; una boca de forma exquisita, de la cual se desprendía la sonrisa como una luz y la palabra como una música, una cabeza que Rafael hubiera dado a María, colocada sobre un cuello que Juan Gujon hubiera dado a Venus. Y para que nada faltase a aquella figura encantadora, la nariz no era bella, era linda; ni recta, ni aguileña, ni italiana, ni griega; era la nariz parisiense, es decir, algo espiritual, fina, irregular y puro que desespera a los pintores y encanta a los poetas. ========== Los miserables (Colección Sepan Cuantos: 077) (Spanish Edition) (Hugo, Victor) - Tu subrayado en la posición 14062-14063 | Añadido el jueves, 5 de febrero de 2015 17:44:44 Es un lazo que la inocencia tiende a su pesar, y en el cual aprisiona los corazones sin saberlo y sin quererlo; es una virgen que mira como una muje
Anonymous
—Ni por un momento te he considerado una verdad real —gritó Iván, hasta con un punto de furor—. Tú eres una mentira, eres mi enfermedad, eres un espectro, solo que no sé cómo destruirte y veo que por un tiempo voy a tener que cargar contigo. Eres una alucinación mía. Eres la encarnación de mí mismo, pero solo de una parte; de mis pensamientos y sentimientos, pero solo de los más repugnantes y estúpidos. Desde ese punto de vista, podrías resultarme incluso interesante, si tuviera tiempo para ocuparme de ti…
Fyodor Dostoevsky
obstáculos. Ramiro contempló con angustia como el sol desaparecía en lontananza; no tendrían mucho tiempo para contemplar la puesta desde lo alto. Un claxon alteró entonces la soledad del paraje y vieron pasar un coche negro que casi los echó a la cuneta. —Desgraciados... ni siquiera aquí nos podemos librar de los domingueros al volante —masculló Ramiro. Laura prefirió guardar silencio. No quería arruinar el día. Finalmente llegaron a la cumbre de la colina. La vista era espectacular. Había merecido la pena subir hasta allí. Se podía contemplar el valle tapizado de diversos tonos de verde, mezclado con el gris del camino asfaltado que serpenteaba hasta llegar a la cima. A lo lejos divisaron un pantano, mientras el sol desaparecía poco a poco a sus espaldas. Se dieron la vuelta, extasiados ante el espectáculo del astro ocultándose entre las montañas de Gredos, con el pico del Moro Almanzor irguiéndose majestuoso entre el resto de cumbres montañosas.
Armando Rodera (El color de la maldad (Inspector Bermejo, #1))
Los tubos de la canalización, aunque llegan con sus tentáculos hasta nuestras casas, están cuidadosamente ocultos a nuestra vista y nosotros no sabemos nada de la invisible Venecia de mierda sobre la cual están edificados nuestros cuartos de baño, habitaciones, salas de baile y parlamentos.
Milan Kundera (The Unbearable Lightness of Being)
Cuando no comes hasta después de mediodía, le estás exigiendo a tu cuerpo que despierte, salga de la cama, se bañe, se vista, piense, conduzca y trabaje todo el día (e incluso se ejercite) sin combustible. A eso le llamo crueldad.
Haylie Pomroy (La dieta de metabolismo acvelerado: Come mas, pierde mas)
Boyfriend #11 Clark Barnyard, Age Twenty-Three Still not over boyfriend #9 and humiliated by #10, Jane declared she would shed her victimhood and become the elusive predator--fierce, independent, solitary!...except there was this guy at work, Clark. He’d made her laugh during company meetings, he’d share his fries with her at lunch, declaring that she needed fattening up. He was in layout at the magazine, and she’d go to his cubicle and sit on the edge of his desk, chatting for longer than made her manager comfortable. He was a few years younger than her, so it seemed innocent somehow. When he asked her out at last, despite the dark stickiness of foreboding, she didn’t turn him down. He cooked her dinner at his place and was goofy and tender, nuzzling her neck and making puppy noises. They started to kiss on the couch, and it was nice or approximately sixty seconds until his hand started hunting for her bra hooks. In the front. It was so not Mr. Darcy. “Whoa, there, cowboy,” she said, but he was “in the groove” and had to be told to stop three or four times before he finally pried his fingers off her breasts and stood up, rubbing his eyes. “What’s the problem, honey?” he asked, his voice stumbling on that last word. She said he was moving too fast, and he said, then what in the hell had they been building up to over the past six months? Jane sized up the situation to her own satisfaction: “You are no gentleman.” Then Clark summed up in his own special way: “Hasta la vista, baby.”
Shannon Hale (Austenland (Austenland, #1))
El último cuarto del siglo VI tuvo extraordinaria importancia para los destinos del reino visigodo. Establecida la capital en Toledo, el reino toledano —que así pudo llamarse desde entonces— extendió de modo efectivo su poder sobre casi toda la Península por obra de un gran monarca, Leovigildo, que anexionó también a sus dominios el reino suevo de Galicia, que sobrevivía independiente en el noroeste peninsular desde la época de las invasiones. El hijo de Leovigildo, Recaredo, fue el promotor de la conversión de su pueblo al catolicismo, iniciando así la época de la Monarquía visigodo-católica, que se prolongó hasta principios del siglo VIII. El siglo VII presenció en España un notable florecimiento cultural, cuyo máximo exponente fue san Isidoro de Sevilla. Ese siglo revistió también extraordinaria importancia desde el punto de vista constitucional, con la institucionalización de la Monarquía electiva; eclesiástico, por la reunión de la célebre serie de concilios toledanos; y jurídico, por la promulgación de un gran código de legislación civil.
José Orlandis (Historia del reino visigodo español (Spanish Edition))
Que el mundo no se rige por la necesidad, sino por el azar. Es ésta una sabiduría muy dolorosa, desde luego, porque supone admitir el sinsentido de la existencia. Bajo este punto de vista, todo, desde el sufrimiento hasta la heroicidad, no es más que un ciego capricho del universo, una broma colosal de la materia.
Rosa Montero (Temblor)
21 Entonces Josué les dijo a los israelitas: «En el futuro, sus hijos preguntarán: “¿Qué significan estas piedras?”. 22 Y ustedes podrán decirles: “Aquí es donde los israelitas cruzaron el Jordán sobre tierra seca”. 23 Pues el SEÑOR su Dios secó el río a la vista de ustedes y lo mantuvo seco hasta que todos cruzaran, tal como hizo con el mar Rojo* cuando lo secó hasta que todos terminamos de cruzar. 24 Lo hizo para que todas las naciones de la tierra supieran que la mano del SEÑOR es poderosa, y para que ustedes temieran al SEÑOR su Dios para siempre».
Anonymous (Santa Biblia NTV)
Cuando estás en una noria, de lo único que te hablan es de que están en una noria, de la vista desde la noria, de si la noria les da miedo y de cuántas vueltas más va a dar. Salir con alguien es lo mismo. Los que salen con alguien no hablan de otra cosa. No me interesa salir con alguien.
Jhon Green
La errancia misionera por el Asia Menor de Pablo y su calidad de ciudadano romano, lo libraron del estrecho nacionalismo judío y su aspiración a una religión universal que culminaría con su arribo a Roma, capital del mundo antiguo. En los primeros tiempos se siguió considerando al cristianismo como una secta marginal del judaísmo y mal vista hasta que Constantino la erigió en religión legal en el Imperio romano, pero al precio de subordinarse al emperador. Roma fue el punto crucial para que el cristianismo dejara de ser solo culto tribal para devenir en culto de Estado y religión universal. El cristianismo, lejos de haber nacido como un movimiento contra el imperialismo romano —según la interpretación de la teología de la liberación—, trató desde el comienzo de acoplarse a él. Tras su desaparición, durante siglos ejerció desde Roma un verdadero imperialismo de la Iglesia sobre los cristianos de todo el mundo, de tal modo que los papas siguieron siendo italianos hasta fines del siglo XX.
Juan José Sebreli (Dios en el laberinto: Crítica de las religiones)
Duda y fe: la situación del hombre ante el problema de Dios QUIEN intente hoy hablar de la materia de la fe cristiana ante personas que - ni por profesión ni por vocación - conocen desde dentro el discurso y el pensamiento eclesiales advertirá enseguida lo extraño e insólito de semejante empresa. Probablemente pronto le embargará la sensación de que su situación es descrita de forma muy certera en el conocido apólogo de Kierkegaard sobre el payaso y el pueblo en llamas, que Harvey Cox ha retomado hace poco en su libro La ciudad secular'. Este relato cuenta que un circo en Dinamarca se incendió. En vista de ello, el director mandó al payaso, que ya estaba vestido y maquillado para su actuación, al pueblo vecino a buscar ayuda, sobre todo teniendo en cuenta que existía el peligro de que el fuego se propagara también al pueblo a través de los secos campos ya cosechados. El payaso corrió al pueblo y pidió a sus habitantes que acudieran lo antes posible al circo en llamas y les ayudaran a extinguir el incendio. Pero los vecinos de aquel pueblo creyeron que los gritos del payaso no eran sino un magnífico truco publicitario para atraerlos a la representación en el mayor número posible; aplaudían y hasta lloraban de risa. El payaso, en cambio, tenía más ganas de llorar que de reír; en vano trató de persuadir a aquellas gentes, de explicarles que no se trataba de una simulación ni de un truco, que la situación era muy seria, que el circo se estaba quemando de veras. Sus súplicas no hacían más que alimentar la risa de los vecinos; la opinión general era que el payaso estaba representado su papel a la perfección... hasta que, de hecho, el incendio llegó por fin al pueblo y ya era tarde para cualquier tipo de ayuda, de suerte que tanto el pueblo como el circo fueron pasto de las llamas.
Pope Benedict XVI (Fe y ciencia. Un diálogo necesario (Presencia Teológica nº 183) (Spanish Edition))
Pedro, seguidor de Cirilo, secuestró a Hipatia acusándola de bruja. Ella se defendió y gritó mientras los agresores se abalanzaban sobre su litera, pero nadie se atrevió a ayudarla. Los fanáticos pudieron arrastrarla sin oposición hasta la iglesia de Cesario, que en otro tiempo había sido un templo de los dioses de la antigua religión. Allí, a la vista de todos, comenzaron a golpearla brutalmente con cascotes de cerámica. Le arrancaron los ojos de
Irene Vallejo (El infinito en un junco)
Subo la vista al cielo. Seguro que se verían miles de estrellas si apagáramos todas las luces.
Inma Rubiales (Hasta que nos quedemos sin estrellas)
Comprender es formar y aproximar al espectador al punto de vista del artista. Ya dijimos que el arte es hijo de su tiempo. Un arte así sólo puede repetir artísticamente lo que está reflejando nítidamente la atmósfera del momento. Este arte, que no guarda ningún germen del futuro, que es sólo hijo de su tiempo y que nunca crecerá hasta ser engendrador de futuro, es un arte castrado. Tiene escasa duración y moralmente muere en el instante en que desaparece la atmósfera que lo ha originado. El otro arte, capaz de evolucionar, se basa también en su época espiritual, pero no sólo es eco y espejo de ella, sino que contiene una energía profética vivificadora que actúa amplia y profundamente.
Wassily Kandinsky (De lo espiritual en el arte (Spanish Edition))
Esa es la razón por la que el sacerdote debe reconocer, lo quiera o no, que se encuentra en la línea genealógica de los fariseos, los sacerdotes de entonces. O sea, que debe aceptar el hecho de que, paradójicamente, precisamente la proximidad cotidiana al misterio puede hacerle trivializar el misterio y hacerle perder de vista el corazón del mismo misterio. Es el riesgo que implica lo que se hace por costumbre, creando una adaptación que destruye toda sorpresa, todo asombro, toda conmoción. Y esto incluso frente a las verdades más bellas y sensacionales. Como la del amor eterno, que nos ha amado desde antes de la vida, que anticipó todo mérito por nuestra parte; o la maravilla inédita de la misericordia que nos ha creado, sin la cual no existiría nada de lo que existe. Y si las verdades no sorprenden sin parar a la vida, revelando sus raíces y su destino, pasado y futuro, la vida empieza a volverse menos verdadera, incoherente consigo misma, hasta rayar en la falsedad y la hipocresía. Algo que haría también el sacerdocio como una falsificación de sí mismo.
Amedeo Cencini (LADRÓN PERDONADO. El perdón en la vida del sacerdote (Servidores y Testigos nº 159) (Spanish Edition))
Con pueriles pretextos se organizaron matanzas de personas pertenecientes a la derecha. Así, el 5 de mayo se hizo correr el rumor de que señoras católicas y sacerdotes asesinaban niños regalánsoles caramelos envenenados. Un ataque de locura colectiva se apoderó de los barrios populares y se incendiaron iglesias, se mataron sacerdotes y hasta vendedoras de caramelos en las callesxv. En el barrio de Cuatro Caminos fue horriblemente asesinada una joven francesaxvi profesora de una escuela
Clara Campoamor (La revolución española vista por una republicana (España en armas nº 2) (Spanish Edition))
El examen de los hechos acaecidos día tras día en Madrid y Barcelona especialmente, el número de cadáveres hallados todos los días en la Casa de Campo, la pradera de San Isidro, la Ciudad Universitaria y hasta en las calles de la ciudad, permite evaluar los asesinatos en un mínimo de cien diarios, es decir en un número superior a 10.000 el total de ciudadanos asesinados durante tres meses, y sólo en la capital de la República
Clara Campoamor (La revolución española vista por una republicana (España en armas nº 2) (Spanish Edition))
Ninguna idea, ninguna pasión se ha desarrollado en el español con tan áspera intensidad como la idea y la pasión políticas. Las lleva hasta el frenesí. Si el hombre, a partir de una conocida definición, es el animal político por excelencia, el español lo es en grado superlativo. Y si nos sale tan mal la política es porque, a fin de cuentas, nos metemos del todo en ella.
Clara Campoamor (La revolución española vista por una republicana (España en armas nº 2) (Spanish Edition))
Las difíciles circunstancias electorales y la necesidad de atraerse la opinión pública, enigmática y amorfa, forzaron al Frente Popular a una propaganda sin duda exagerada si lo que buscaba era arrastrar ese electorado dubitativo y alcanzar un éxito del que él mismo dudó hasta la víspera de las elecciones.
Clara Campoamor (La revolución española vista por una republicana (España en armas nº 2) (Spanish Edition))
La paradoja de nuestro tiempo en la historia es que: Tenemos edificios más altos pero temperamentos más cortos, 
autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos. Gastamos más pero tenemos menos, 
compramos más, pero gozamos menos. Tenemos casas más grandes y familias más pequeñas, 
más conveniencias, pero menos tiempo. Tenemos más grados pero menos sentido, 
más conocimiento, pero menos juicio, 
más expertos, sin embargo más problemas,
más medicina, pero menos bienestar. Bebemos demasiado, fumamos demasiado, gastamos muy imprudentemente, reímos muy poco, 
manejamos demasiado rápido, nos ponemos demasiado irritados, nos estamos hasta muy tarde en la noche, nos levantamos demasiado cansados, 
leemos muy poco, miramos demasiada TV, y rezamos muy rara vez. Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores. Hablamos demasiado, amamos muy rara vez, y odiamos muy a menudo. Hemos aprendido cómo ganarnos la vida, pero no cómo hacer una vida. Hemos adicionado años a la vida pero no vida a los años. Hemos ido todo el camino a la luna y de regreso, pero tenemos problema para cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino. Hemos conquistado el espacio exterior pero no el espacio interior. Hemos hecho grandes cosas, pero no mejores cosas. Hemos limpiado el aire, pero contaminado el alma. Hemos conquistado el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos. Planeamos más, pero logramos menos. Hemos aprendido a ir de prisa, pero no a esperar. Construimos más computadores para tener información, para producir más copias que siempre, pero comunicamos menos y menos. Hay los tiempos de comidas rápidas y de baja digestión, de hombrotes y mujerzotas pero de carácter pequeño, ganancias empinadas y relaciones superficiales. Éstos son los días de dos ingresos pero más divorcios, 
casas más extravagantes, pero hogares rotos. Éstos son los días de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad desechable, 
encuentros amorosos de una sola noche, cuerpos con sobrepeso, y pastillas que hacen de todo, desde animar, a aquietar, a matar. Es un tiempo cuando hay mucho en la vidriera del mostrador y nada en el almacén. Un tiempo cuando la tecnología puede traer esta carta a ustedes, y un tiempo cuando ustedes puede escoger ya sea compartir este entendimiento, o sólo pulsar borrar. Recuerden, gasten algún tiempo con sus seres queridos, porque ellos no van a estar ahí por siempre. Recuerden decir una palabra amable a alguien quien los mira maravillado,
porque esa personita crecerá y dejará de estar a su lado. Recuerden dar un caluroso abrazo a alguien cercano a ustedes, porque es ése el único tesoro que pueden dar con el corazón y no cuesta un centavo. Recuerden decir “te amo” a su pareja y a sus seres queridos, pero principalmente, háganlo con intención. Un beso y un abrazo repararán heridas cuando viene de muy adentro de ustedes. Recuerden cogerse de las manos y compartan el momento porque algún día esa persona no estará allí de nuevo. ¡Dense tiempo para amar, dense tiempo para hablar! Y dense tiempo para compartir los preciosos pensamientos de su mente. Y siempre recuerden: “La vida no es medida por el número de alientos que tomamos, sino por los momentos que nos quitan el aliento.
George Carlin