Goldman Sachs Si Quotes

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Estados Unidos, 2013. Se lanza la película El lobo de Wall Street, con Leonardo DiCaprio como actor principal. Se basa en la autobiografía de un excorredor de bolsa Jordan Belfort, escrita después de salir de prisión. La película fue un éxito: con una inversión inicial cerca de los cien millones de dólares, recaudó más de cuatrocientos millones.24 Lo que todavía no se sabía durante el lanzamiento de la película es que al menos una parte de su financiamiento provino, probablemente, de transacciones fraudulentas de empresas de Wall Street y del distrito Manhattan: Goldman Sachs y quizás también JPMorgan Chase y Deutsche Bank.25 Entre 2009 y 2015, más de cuatro mil quinientos millones de dólares en fondos pertenecientes al Fondo de Desarrollo de Malasia fueron aparentemente malversados, escribe el Departamento de Justicia de Estados Unidos.26 Los dineros del fondo terminaron en manos privadas en vez de impulsar el desarrollo económico a largo plazo de Malasia. Según el citado Departamento de Justicia, el entonces director de Goldman Sachs, Tim Leissner, conspiró con autoridades de Malasia para lavar el dinero en Estados Unidos comprando «bienes raíces... de lujo en la ciudad de Nueva York y en otros lugares, y obras de arte y financiando importantes películas de Hollywood», incluida El Lobo de Wall Street.27 Además, a los auditores KPMG y Deloitte al menos se les investiga por negligencia grave.28 En suma, es como si el Chapo Guzmán hubiera legalizado parte de su dinero proveniente del narcotráfico a través de una película taquillera sobre el narcotráfico. El rol de Goldman Sachs durante el caso destaca en todo sentido. En 2010, el banco de inversión fue descrito por el periodista Matt Taibbi como «gran calamar vampiro envuelto alrededor del rostro de la humanidad, atascando incansablemente su embudo de sangre en cualquier cosa que huela a dinero».29 El caso de Malasia permite ver cuánta razón hay detrás de esa caricatura verbal: para poder abrir la puerta y entrar a trabajar para el Fondo Soberano de Malasia, Goldman Sachs pagó primero sobornos de mil seiscientos millones de dólares.30 Una vez en el negocio, las primeras comisiones recibidas por coordinar la suscripción de seis mil quinientos millones de dólares en bonos para el Fondo Soberano fueron de seiscientos millones de dólares.31 Los cuatro mil quinientos millones de dólares desaparecidos del Fondo Soberano fueron movidos con ayuda de Goldman Sachs, lo que incluyó el uso de vehículos corporativos registrados en territorios offshore. En 2020, Goldman Sachs Group acordó pagar dos mil novecientos millones de dólares a las autoridades de Estados Unidos y tres mil novecientos millones al Gobierno de Malasia por su rol en el escándalo.32 Quien piense que por un par de mil millones de dólares desviados y un escándalo de dimensiones internacionales una empresa debería salir del mercado, está equivocado. De hecho, las cosas podrían haber sido peores para el gigante financiero. Sus acuerdos extrajudiciales han reemplazado probables condenas que hubieran conllevado las pérdidas de clientes institucionales. Así se entiende que los costosos acuerdos extrajudiciales de Goldman Sachs hicieran subir el valor de sus acciones. Es «demasiado calamar para fallar», había sentenciado Te Economist
Jeannette Von Wolfersdorff (Capitalismo (Spanish Edition))
Los inversores protagonistas de su libro no entendían por qué se daban préstamos hipotecarios para comprar viviendas a personas que básicamente no tenían ingresos y era muy probable que dejaran de devolver el dinero en algún momento. ¿Por qué los bancos daban esos créditos? La respuesta, descubrieron, era porque no se quedaban con ellos, sino que luego los vendían a Goldman Sachs, Morgan Stanley y Wells Fargo, entre otros. Estas empresas creaban bonos hipotecarios juntando hipotecas de distintas calidades. En un bono había partes de hipotecas calificadas como triple A (de devolución segura), como doble A (de devolución casi segura) y así sucesivamente hasta hipotecas calificadas como B, mucho más arriesgadas. Si se compraban bonos formados solo por hipotecas AAA, se arriesgaba poco, pero también se ganaba poco. Si se optaba por bonos formados por hipotecas B, se arriesgaba mucho, pero se podía ganar mucho. Si se combinaban esas hipotecas de distintos riesgos y rentabilidades se lograba, simplemente, lo que pretendían los derivados: eliminar el riesgo. Era posible que alguna de las hipotecas que formaban parte del conjunto no se pagaran, pero ese riesgo quedaba diluido entre muchas otras hipotecas que sin duda se devolverían.
Ramón González Férriz (La trampa del optimismo. Cómo los años noventa explican el mundo actual)