“
Cuando me defino a mĂ mismo y me defino frente al misterio de Dios, me defino como alguien que está destinado a encontrarse en la entrega de sĂ mismo, como ha dicho el Concilio Vaticano II (cf. Gaudium et spes, 24). Todo esto se da porque Dios es don de sĂ mismo y yo estoy seguro de que muchos no comprenden a Dios, no le aceptan, viven en una especie de semiagnosticismo, porque nunca han sabido quĂ© significa un gesto de verdadera salida de sĂ mismo, un gesto de verdadera entrega gratuita, porque solo asĂ es como se entiende que exista una cierta sintonĂa con el misterio de Dios. Mientras pensamos el misterio de Dios como alguien que está en sĂ mismo, que se mantiene fuerte en sus privilegios, que es poderoso, capaz de defenderse, de ser el primero, no lo comprendemos; sin embargo, cuando lo percibimos como algo que se entrega, que se sacrifica, que se prodiga por el otro, entonces entramos en Ă©l. Cada vez que la persona está verdaderamente replegada sobre sĂ misma, lo que comprende del misterio de Dios es supersticiĂłn, es algo grandioso, inmenso, adorable, pero no es el misterio del verdadero Dios cristiano; solo cuando aceptamos entrar en esta dinámica de la pĂ©rdida, del dar a fondo perdido, podemos ponernos en sintonĂa con el misterio mismo de Dios.
”
”
Carlo Maria Martini (MARÍA MAGDALENA. Ejercicios espirituales (El Pozo de Siquén nº 392) (Spanish Edition))